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Brasil - Estados Unidos: la rivalidad emergente

Samuel Pinheiro Guimarães


Marzo 2011

Al acompañar la evolución de las relaciones de Brasil con los EUA, en el


período examinado por Moniz Bandeira, vemos que, de un lado, ellas se
entrelazan e inciden con la aspiración de una parte significativa de la elite
brasileña de promover el desarrollo industrial. Esta aspiración se confronta
periódicamente con la política norteamericana derivada de su convicción de
que el desarrollo brasileño tendría que ser el resultado natural de la acción de
las fuerzas del mercado. Por lo tanto, no necesitaría, ni debería, ser estimulado
o conducido por el Estado brasileño, salvo que este adoptase políticas de
liberalización del comercio exterior y de los flujos de ingreso y salida de los
capitales. El artículo es de Samuel Pinheiro Guimarães.

Prefacio de Samuel Pinheiro Guimarães a la 3ª edición del libro " Relaciones


Brasil-EUA: la Rivalidad Emergente. El nacionalismo militar (1950/88)” del
Profesor Luiz Alberto Moniz Bandeira.

Prefacio: Dulces Ilusiones, Duras Realidades

"Você tem de dar-lhes um tapinha nas costas e fazer com que eles pensem
que você gosta deles". J.Foster Dulles, Secretário de Estado, 1953/59 (1)

La construcción de la hegemonía estadounidense

1. Para comprender los episodios que se suceden en las relaciones entre Brasil
y los Estados Unidos es necesario examinar la naturaleza de las mismas.
Estas sólo pueden comprenderse cuando son vistas en el contexto de la
estrategia mundial de la política externa estadounidense, proyectada y
desarrollada a partir de los resultados de la Segunda Guerra Mundial. Es
preciso notar que, hasta 1939, la política norteamericana nunca había sido
aislacionista o no intervencionista. No obstante, su activismo se dirigía y
limitaba a la conquista del Oeste americano; a la incorporación, por compra, de
territorios como la Florida y la Luisiana y, enseguida, a la consolidación del
área de influencia en el gran “mar americano”, el Caribe. Por su lado, México
perdió 2/3 de su territorio con los Estados Unidos en la guerra de 1846/48,
provocada por este último país. Nicaragua fue ocupada militarmente por los
Estados Unidos durante 21 años; Haití, durante 19 años. Cuba, Filipinas y
Puerto Rico fueron ocupados después de la derrota de España en la guerra
provocada por los Estados Unidos, en 1898. Al final, los Estados Unidos
habían, prácticamente, eliminado la presencia e influencia de las potencias
europeas en el hemisferio americano.

Solamente después de 1945 los Estados Unidos dejarían de ser una potencia
regional y pasarían a ser una potencia con intereses mundiales, con intereses
en cada continente, casi se podría decir en cada Estado. Es verdad que la
expedición del Comodoro Matthew Perry al Japón, en 1848, así como su
apoyo a las actividades misioneras en China, anunciaban el interés
norteamericano por Asia. Pero dicha presencia en Asia era todavía incipiente.

2. Después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos emergieron


como la mayor potencia militar, política, económica, tecnológica e ideológica
del mundo. Esa hegemonía era absoluta delante de las naciones derrotadas,
destruidas y ocupadas: Alemania, Japón e Italia; en los extensos imperios
coloniales, desmoralizados y abatidos, como el francés y el británico. También
ante una potencia rival, en términos de organización social, política y
económica, como la Unión Soviética, fortalecida por la ocupación de Europa
Oriental y debilitada por la devastación nazi, que dejó un saldo de 20 millones
de muertos, y una economía estremecida por el esfuerzo de la guerra. La
capacidad que parecía tener la Unión Soviética de competir y enfrentar a los
Estados Unidos, y que parecía tornarse cada vez más irresistible con la
expansión del campo socialista después de 1945, era aparente, como se
revelaría a los pocos años, hasta culminar con su derrota por medios pacíficos
en 1991.

3. Delante de ese extraordinario y glorioso, pero desafiante escenario mundial


de 1945, los Estados Unidos definirían los grandes objetivos y directrices de su
política externa. En síntesis, esos objetivos eran y son: mantener y ampliar su
hegemonía política; mantener y ampliar su hegemonía militar; mantener y
ampliar su hegemonía económica; mantener y ampliar su hegemonía
ideológica.

4. En 1945, la decisión estratégica fundamental adoptada por los Estados


Unidos fue crear un sistema de organismos internacionales para, a través de
ellos, promover y mantener su hegemonía y expandir sus ideales, en vez de
procurar hacerlo directamente, lo que hubiese implicado elevadísimos costos y
el uso frecuente de la fuerza militar. Esos organismos serían de carácter
universal, como las Naciones Unidas y sus agencias, inclusive el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y
Fomento (BIRF); o de carácter regional, tales como la Organización de los
Estados Americanos (OEA), la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN), el Tratado de Seguridad Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos
(ANZUS) y la Organización del Tratado del Sudeste Asiático (SEATO); o de
carácter bilateral. Todos, de una forma u otra, con su origen en la experiencia y
en los ideales norteamericanos de gobernabilidad mundial, defendidos por
Woodrow Wilson, en 1919, e incorporados al tratado que crió la Liga de las
Naciones, el cual fue rechazado por el Senado estadounidense. El telón de
fondo de esa estrategia sería la confrontación con la Unión Soviética, (que
detonaría el arma nuclear en 1949), con base en la Doctrina Truman, de
contención del comunismo, inspirada en las ideas de George Kennan, en su
artículo firmado con el seudónimo de Mr. X, publicado en 1947.
5. Al implementar esa estrategia de múltiples facetas y jugada en muchos
tableros de negociación, de acción y también de subversión, en todas las
regiones y continentes, los Estados Unidos procuraron evitar la emergencia de
Estados que pudieran contraponerse a su hegemonía mundial o regional.
Siempre que fue necesario, enfrentaron y derrotaron a aquellos que se oponían
a su hegemonía, de modo total o parcial, dificultando o impidiendo su pleno
ejercicio.

6. A pesar de que en varias de esas confrontaciones y embates, algunos


armados, los Estados Unidos pudieron, a primera vista, parecer haber sido
derrotados, por lo menos en algunas instancias, como por ejemplo Vietnam,
sus intereses prevalecerían en el mediano plazo. Después de la
desmoralizante derrota militar norteamericana, el nuevo Vietnam, unificado y
comunista adoptaría, después de algunos años, un modelo capitalista, abierto
a las mega-empresas transnacionales, inclusive las norteamericanas. La
República Popular China es un caso semejante en el que, después de un largo
período de enfrentamientos se inicia, por decisión china, un proceso de reforma
económica que lleva a una simbiosis con los Estados Unidos. En China se
organiza un régimen cada vez más capitalista y abierto a las mega-empresas
norteamericanas. El fin de la hegemonía estadounidense, que se ejerce de
formas variadas y complejas, es aún un mito y una ilusión peligrosa.

7. En el área militar, los Estados Unidos tornaron permanentes, de forma


muchas veces desconocida, la presencia de sus tropas y de sus armas,
inclusive nucleares, fuera de su territorio nacional, en países tales como
Alemania, Bélgica, Italia, Grecia, Turquía y Holanda. Su control militar se
realiza a través de una red de bases terrestres, flotas navales y acuerdos
militares bilaterales o regionales, como la OTAN, algunos hoy desactivados,
pero no todos, como el acuerdo militar con Japón o el acuerdo ANZUS. El
reciente programa de instalación de un “escudo de misiles” en Europa Oriental,
oficialmente dirigido contra Irán y otras amenazas difusas, como el terrorismo,
causa gran inquietud en Rusia y revela la determinación norteamericana de
mantener y expandir su hegemonía militar en Europa.

8. Por otro lado, de forma sistemática, los Estados Unidos crearon mecanismos
nacionales e internacionales de control de transferencia de tecnología militar o
dual (civil/ militar). Actúan con tenacidad y persistencia para promover la no-
proliferación de armas de destrucción masiva, (por ejemplo, la posesión de
armas por terceros países), pero no promueven su propio desarme, a pesar de
que asumieron dicho compromiso cuando suscribieron el TNP. Perfeccionan
cada vez más sus armas aumentando el hiato de poder militar, entre ellos y los
demás países, y amplían su sistema de tratados de cooperación y asistencia
militar, base jurídica que justificaría eventuales acciones militares.

9. Así pudieron intervenir militarmente, bajo variados pretextos, en todos los


continentes: en la República Dominicana, en Guatemala, en Vietnam, en
Nicaragua, en Granada, en Panamá, en el Líbano, en Irak, en Somalia, en
Afganistán, etc. en una larga lista de países que, de una forma u otra, se
opusieron, con mayor o menor tenacidad, al ejercicio de su hegemonía, o con
el objetivo de que las presiones y/ o eventuales intervenciones sirviesen de
ejemplo para disuadir a los Estados que tuvieran (o parecieran tener) la
intención de alcanzar una mayor independencia.

10. No hubo, prácticamente, ningún año en que los Estados Unidos no


estuviesen en guerra, mayor o menor, desde 1945. Siempre, que fue posible,
procuraron el aval y la autorización previa de organizaciones internacionales de
carácter universal, como el Consejo de Seguridad de la ONU, o regional como
la OEA y el CARICOM, o de tratados bilaterales. Cuando esto se reveló difícil o
imposible actuaron unilateralmente, con la búsqueda de apoyo, aunque
simbólico, de otros países. En Irak, a título de ejemplo de ese apoyo simbólico,
en el momento de la invasión, en 2003, los Estados Unidos tenían 148.000
hombres y la segunda mayor fuerza era la del Reino Unido con 45.000
hombres, seguida de contingentes muy menores de otros países. Es preciso
notar que los Estados Unidos no participan de ninguna organización militar o
de ninguna operación militar multilateral o de coalición en que sus tropas se
sometan a comando extranjero.

11. En economía, los Estados Unidos, confiaron en la capacidad competitiva de


sus grandes empresas, que se tornarían mega empresas transnacionales, en
un mundo de economías destrozadas, en especial en Europa Occidental. En
un primer momento procuraron, a través del BIRF y después del Plan Marshall,
reconstruirlas para garantizar el acceso a esos mercados, tanto de los bienes
como de los capitales de sus empresas. Percibieron que el apoyo a los
movimientos nativos de descolonización era una oportunidad de reducir el
poder y control de las potencias coloniales y, al mismo tiempo, facilitar la
penetración de sus mega-empresas en los mercados de las futuras ex-colonias
europeas. En el área económica, su objetivo permanente ha sido asegurarse el
acceso a materias-primas estratégicas, como el uranio y, en especial, el
petróleo, dínamo esencial de su economía, que se encuentra en la raíz de las
complejas cuestiones de Oriente Próximo: Palestina, Irak, Irán, Arabia Saudita,
etc.

12. En la ejecución de su estrategia económica EUA promovió en todos los


países la liberalización del comercio exterior y de los flujos de capitales,
mientras que mantiene protegidos su mercado interno para aquellos sectores
menos competitivos, por ejemplo la agricultura. Esto siempre ocurrió, y los
casos recientes son emblemáticos, como los del algodón, jugo de naranja y
etanol. En este caso, perdedores en procesos de arbitraje multilateral en
organizaciones de las que forman parte, mantienen sus políticas que fueron
consideradas ilegales. En otra área, aplican restricciones a las inversiones
chinas y árabes, arguyendo razones de seguridad económica y política. Su
devoción por las libres fuerzas del mercado y condicionada, por lo tanto, a sus
intereses nacionales y políticos y a las voluminosas operaciones de
salvamento, por el Estado norteamericano, de sus bancos y mega empresas
durante la crisis, que se inició en 2008, confirman esta interpretación de su
visión ideológica.

13. La restricción a la difusión de tecnología, en especial a la dual de punta, por


ejemplo de uso civil y militar, sería una política indispensable para mantener la
hegemonía económica y militar norteamericana. El sistema de restricciones a
la transferencia de tecnología sensible fue organizado teniendo como núcleo al
Tratado de No Proliferación (TNP) y convenios conexos, tales como el
Régimen de Control de Tecnología de Misiles (MTCR), o el Acuerdo de
Wassenaar, que controla las exportaciones de armas convencionales y bienes
y tecnología sensitivos de uso dual, y el Grupo de Proveedores Nucleares
(NSG), y por el permanente esfuerzo de fortalecimiento del sistema de
patentes en el ámbito de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y de
amenazas y sanciones unilaterales a terceros países, a través de las leyes
estadounidenses de comercio.

14. Todavía, entre todos sus objetivos de política externa, el más importante
seria mantener la hegemonía ideológica que fue conquistada en casi todas las
sociedades debido a su victoria sobre el hediondo régimen nazi. Esta
hegemonía corresponde a su capacidad de convencer a todos los países de la
superioridad del Estado norteamericano y de su sociedad y, en especial, a
partir de 1945, en comparación con el modelo soviético. Así como sobre el
carácter benigno, desinteresado, altruista y sincero de su política exterior; de la
eficiencia superior de su economía; de la mayor viabilidad de su modelo
económico y de la posibilidad de ser adoptado por cualquier país.

Los abismos

15. Un indicador de la citada y creciente hegemonía política fue la resurrección


del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas después de la ascensión de
Boris Yeltsin y Alexandre Kozirev, que alinearon la política rusa con la política
exterior estadounidense. En la práctica, este alineamiento redundó en la
desaparición de los vetos rusos, que pasaron de un total de 118 en el período
1945/1991 a cuatro en el período 1992/2009. Como resultado, los Estados
Unidos obtuvieron, inclusive sin la oposición de China, apoyo para sus
acciones de punición política, a través de sanciones comerciales y otras de
todo orden, con base en el Capítulo VI de la Carta de ONU, y de acción militar,
con base en el Capítulo VII. Como cada país es obligado por la Carta a cumplir
las sanciones impuestas por el Consejo a terceros países, a pesar de no haber
participado del proceso de decisión del Consejo de Seguridad, sea que estas
sanciones contraríen o no sus intereses nacionales, la nueva situación amplió
el ejercicio de la hegemonía norteamericana, inclusive bajo el manto
multilateral de las Naciones Unidas. Como consecuencia de la estrategia
norteamericana, el abismo político entre los EUA y el resto de los países se
profundizó.

16. El hiato militar entre los Estados Unidos y el resto de los demás países,
tomados en conjunto, creció de forma significativa a partir de 1945, debido a
dos políticas adoptadas por aquél país: la primera, impedir que los demás
países tuviesen acceso a la tecnología nuclear y a la tecnología dual y, la
segunda, la de desarrollar nuevas tecnologías, cada vez más sofisticadas.
Estas dos políticas hicieron que la distancia entre EUA, incluso entre él y las
potencias industriales, y sobretodo en relación con los países subdesarrollados
de la periferia, se ampliase y tornase un abismo, comparada con la situación
existente en 1945.

17. En 1988, los gastos militares estadounidenses eran de US$ 533 billones.
Entre 1988 y 2009 tuvieron un aumento acumulado de US$ 10.376 billones. El
segundo país en gastos militares, la URSS (más tarde Rusia) tuvo un
dispendio, en 1988, de US$ 339 billones. El acumulado de gastos rusos entre
1988 e 2009 fue de US$ 1.683 billones. La distancia de poder militar, medida
en términos de gastos, que reflejan la acumulación y sofisticación de los
armamentos, entre los dos países aumentó de US$ 199 billones en 1988 a
US$ 8.693 billones en 2009. Entre los Estados Unidos, de un lado, y todos los
demás países, de otro, esta distancia aumentó mucho más.

18. En los últimos 20 años, la distancia económica, por ejemplo, nivel de vida
medio, cantidad de bienes disponibles para consumo y producción, entre los
habitantes de los países desarrollados y los de los países subdesarrollados, no
cesó de crecer hasta la crisis de 2008. En 1988, la renta per capita media de
los ocho principales países desarrollados (Estados Unidos, Japón, Alemania,
Francia, Reino Unido, Italia, Canadá y Australia) era de US$ 18.000, y la renta
media per capita de los ocho principales países subdesarrollados (China, India,
Brasil, Rusia, Indonesia, México, Argentina y África del Sur), era de US$ 1.300.
La diferencia de renta per capita era, en 1988, de US$ 16.700. En 2008, la
renta per capita media de esos ocho países desarrollados alcanzó los US$
43.000 y la renta media per capita de los citados ocho países subdesarrollados
llegó a US$ 6.000. La diferencia de renta per capita entre los dos grupos de
países aumentó de US$ 16.700 a US$ 37.000. El abismo de renta, de nivel de
vida medio, se profundizó. La hegemonía económica norteamericana, medida
por la presencia de sus mega- empresas en todos los países, por su
participación en el comercio mundial, por la generación de nuevas tecnologías
y por la dimensión de su economía, sobrevive y expande.

19. El abismo ideológico entre los Estados Unidos y los demás países
aumentó. La creación de grandes conglomerados de entretenimiento/
información; los canales globales televisivos de noticias; la desarticulación de
las estructuras nacionales de producción audiovisual, también en países
desarrollados; el predominio del noticiario generado por las agencias de
noticias estadounidenses; los vastos programas de formación educacional y
profesional en todas las áreas, inclusive militar; la producción científica en
términos absolutos y comparados; el número de premios Nobel conquistados;
la capacidad de reclutar talentos en todo el mundo hacen que la influencia
cultural, científica y tecnológica norteamericana sea extraordinaria, y mayor de
lo que era en 1945, debido a la aceleración del progreso científico y
tecnológico. El foso aumentó y no hay ninguna otra civilización - rusa, china,
brasileña o japonesa - que disponga del mismo arsenal de medios y recursos y
de la misma flexibilidad del idioma y de la cultura para contraponerse a la
estadounidense.

La historia de Brasil en el contexto de la hegemonía

20. Delante del amplio y complejo panorama de estrategia de implementación


de esas directrices de política exterior norteamericana, se colocan las
relaciones entre Brasil y los Estados Unidos de 1950 a 1990, documentadas,
descritas y analizadas, en todas sus peripecias y tensiones, por Moniz
Bandeira, en su obra “Brasil-Estados Unidos: a Rivalidade Emergente”. Su
lectura es esencial para todos los brasileños, políticos, diplomáticos, militares,
intelectuales, empresarios y trabajadores que desean interpretar mejor la
política externa brasileña y es ella la que provoca las reflexiones de este
prefacio.

21. Brasil y Estados Unidos son sociedades, economías y Estados que


presentan semejanzas estructurales. Son países de gran dimensión territorial,
semejante y continua. Ambos detentan en su territorio una variada gama de
recursos minerales, sus agriculturas son muy productivas y sus parques
industriales, sofisticados. Brasil y Estados Unidos son países de gran
población, sociedades multiétnicas, con grandes contingentes de origen
europeo y africano. Ambos son países democráticos y sus culturas son de
origen y matriz occidental. El Estado brasileño como el norteamericano, está
organizado bajo la forma de federación, aunque su sistema jurídico esté
fundado en el derecho romano y el de los Estados Unidos en el derecho
anglosajón, cuya base es el common law (jurisprudencia y costumbres).

22. Los Estados Unidos son, desde el final del siglo XIX y aún más a partir de
1945, la mayor potencia económica del mundo; sus ejércitos y sus sofisticadas
armas la convierten en la mayor potencia militar del planeta; su capacidad de
generar conceptos y divulgarlos la tornaron la mayor potencia ideológica y
cultural; su creatividad y capacidad de atraer talentos de todas partes la
transforman en la mayor potencia científica y tecnológica del mundo. Los
Estados Unidos detentan, además, la moneda de reserva y de curso
internacional, el dólar, y son, sin duda, para los grandes capitalistas, sean ellos
mega empresas, mega bancos, mega fondos o individuos de alta renta, el
centro del sistema capitalista internacional y su baluarte. Estos sucesos
norteamericanos se encuentran, en realidad, entrelazados. La elite
estadounidense está absolutamente convencida de que todo lo que acontece
en todos los países que integran el sistema internacional, es de interés para su
sociedad y supervivencia.

Los Estados Unidos se presentan, con tranquilidad, seguridad y auto-estima,


como el país líder de la civilización occidental y, hoy, como el líder mundial de
todas las naciones, el Estado más democrático, la economía más eficiente, la
potencia militar más poderosa. Por esas razones se atribuyen, con naturalidad,
el derecho de decir a cada país como debe organizarse económica y
políticamente y como debe orientar su política externa. En casos extremos, se
arrogan el supremo derecho de exigir que muden de régimen político y, si fallan
la persuasión y la cooptación, lo hacen a través de su política, denominada, sin
disfraces, de “regime change” (mudanza de régimen), en desafío a los
principios de no intervención y autodeterminación, consagrados en la Carta de
las Naciones Unidas, principios que exigen que los demás países cumplan. Los
Estados Unidos son, sin sombra de duda, el centro del Imperio.

23. El Brasil, debido a circunstancias históricas, políticas, económicas y


sociales, aún es un país que está lejos de haber desarrollado todo su potencial.
Es un país cuya principal característica son sus extraordinarias e irritantes
disparidades sociales y económicas que hacen que se lo clasifique entre las
cuatro situaciones nacionales más desiguales del mundo. El Brasil es un
Estado vulnerable política y militarmente, a pesar de los esfuerzos hechos en
los últimos años y los resultados que fueron alcanzados. Se redujo la
vulnerabilidad externa, se retomó la construcción de la infraestructura física
(carreteras, energía, puertos) y social (escuelas, hospitales, etc.); se redujeron
de forma radical la pobreza y la miseria y el Brasil pasó, con gallardía, por la
grave crisis económica y financiera, iniciada en 2008 y que aún permanece en
2011. Mientras que los países del G-7, según el FMI, redujeron su PIB en 3,5%
en 2009, el PIB brasileño apenas cayó 0,2%; mientras que los Estados Unidos
perdieron 7,3 millones de empleos en 2008 y 2009, la economía brasilera
generó 2,5 millones (y 2,5 millones más en 2010). El Brasil atraviesa un
momento de su Historia en que las clases populares, conducidas por el PT y
los partidos progresistas, bajo el liderazgo del Presidente Lula, iniciaron un
proceso de transformación económica, política y social para construir una
sociedad democrática de masas. Todavía, a diferencia de los Estados Unidos,
Brasil es un país subdesarrollado, ubicado en la periferia del sistema
internacional.

24. Es natural que los Estados Unidos se hayan sentido desafiados, ante la
emergencia de un país con la riqueza y potencial de Brasil, cuando se inició
ese proceso, por alrededor de 1950, con Getúlio Vargas, en su hegemonía a la
que presumen incontestable en las Américas, el área geopolítica más próxima
a su territorio. Es también natural que Brasil, delante de la aspiración y
obligación histórica de su sociedad de superar los desafíos de las
desigualdades, vulnerabilidades y de la realización de su potencial, haya
encontrado, desde que inició los primeros esfuerzos en ese sentido, la
sospecha y más tarde la rivalidad norteamericana. De ahí la propiedad del
título que sintetiza la sustancia de esta obra de Moniz Bandeira que examina
ese período de la historia brasileña y las iniciativas de superación de su
condición de atraso y semi-colonia: “Brasil-Estados Unidos: a rivalidade
emergente, 1950/90”.

25. El Brasil vive un momento de transformación de la naturaleza de la


inserción de su sociedad y Estado en el sistema internacional. La estructura del
comercio exterior se alteró, reduciendo muchísimo la dependencia de la
economía brasilera no sólo en relación a terceros mercados como en relación a
productos específicos; los flujos de inversión directa extranjera se
diversificaron, con un aumento significativo de la participación de capitales de
nuevos orígenes; Brasil pasó de deudor a acreedor internacional, acumulando
reservas que casi llegan a U$ 300 billones, mayores que las de Francia,
Inglaterra y Alemania; Brasil pasó a exportar capitales, a través de empréstitos
e inversiones directas de empresas brasileñas en el exterior.

26. En la política internacional, la participación de Brasil pasó a ser la de un


actor importante, y con presencia cada vez más solicitada, en el trato político
de cuestiones como la de Oriente Próximo, Haití, la lucha contra la pobreza, la
reforma de las Naciones Unidas, la crisis económica internacional, la gestión
del G-20 financiero, la acción del G-20 comercial, la crisis ambiental y la
dinámica política Regional. En este caso, el conocimiento no-mediático, no-
periodístico, de las cuestiones internacionales, de la evolución de la política
externa brasilera y de su estrategia se torna esencial para comprender y
participar, de forma no prejuiciosa, del debate, cada vez más intenso, sobre el
nuevo papel internacional de Brasil.

27. El Profesor Luiz Alberto Moniz Bandeira construyó, en el curso de décadas,


una obra histórica que permite comprender, desde un ángulo brasileño, el
sistema internacional, su contexto y dinámica y, en especial, entender el
momento histórico que se inicia en 1950, cuando se comienza a transformar la
naturaleza de la inserción de Brasil en el mundo.

28. Sus obras tratan con profundidad, y a partir del análisis de una extensa
documentación, de temas de gran interés para la política externa actual, desde
“La formación de los Estados en la Cuenca del Plata-Argentina, Brasil, Uruguay
y Paraguay”; “De Martí a Fidel – La Revolución Cubana y América Latina”;
“Argentina, Brasil y Estados Unidos –De la Triple Alianza al MERCOSUR”; “La
Formación del Imperio Americano”; “Fórmula para el Caos”, y de tópicos de la
política interna y externa brasileña, tales como “Presencia de los Estados
Unidos en Brasil (Dos siglos de historia)”; “El Gobierno de João Goulart”; “Las
relaciones peligrosas: Brasil-Estados Unidos (De Collor a Lula)”; y “Brasil-
Estados Unidos: a rivalidade emergente”, que ahora es re-editada, y revisada,
y que trata el período que va desde 1950 hasta 1990. Todas obras
indispensables para aquellos que necesitan conocer la reciente historia
brasileña.

29. La importancia de los Estados Unidos para la economía, la política y la


sociedad brasileña fue, desde la II Guerra Mundial, y aún es, extraordinaria: la
recíproca nunca fue verdadera en el pasado ni aún es, mas tenderá a ser, en el
futuro, igualmente extraordinaria.

30. Algunos números sirven para revelar esa importancia y para explicar (más
no para justificar) el comportamiento de líderes políticos brasileños en
determinados momentos frente a las demandas y presiones norteamericanas.
Por alrededor de 1950, el café representaba cerca de la mitad de nuestras
exportaciones, mientras que los Estados Unidos no sólo compraban el 50% del
café brasileño sino que eran, además, nuestro principal socio comercial, con
una parcela de cerca de 40% del intercambio externo brasileño, importaciones
más exportaciones. Por alrededor de 1980, noventa por ciento del petróleo
utilizado en Brasil era importado y representaba más del 50% de todas
nuestras importaciones. Las variaciones de su precio tenían gran impacto, para
bien o para mal, sobre la economía brasileña. En aquella época, las
importaciones estadounidenses provenientes de Brasil representaban cerca del
2% de sus importaciones totales, mientras que las exportaciones
norteamericanas para Brasil representaban cerca del 1,5% del total de sus
exportaciones hacia el mundo.

31. Delante de esta situación de dependencia económica es que se puede


evaluar la importancia y el coraje de acciones decisivas para el desarrollo de
nuestro país, como fueron la de negociar la participación en la Segunda Guerra
Mundial, a cambio del financiamiento de la construcción de la Companhia
Siderúrgica Nacional (CSN) -sólo ocurrió después de un reluctante apoyo
norteamericano) y a la creación, por Getúlio Vargas, de la PETROBRAS, en
1954, esencial para alcanzar la autonomía energética. Vargas, tan duramente
combatido por las mismas corrientes políticas que históricamente, y hasta hoy,
se oponen a la autonomía de Brasil, que defienden su ingreso subordinado en
otros bloques, de forma directa o bajo el eufemismo de apertura e inserción en
la globalización asimétrica y hegemónica, cuyo ritmo se redujo pero no
desapareció con la crisis de 2008. Su líder, el sociólogo y Presidente Fernando
Henrique Cardoso, expresando el antagonismo de las clases propietarias
tradicionales y de las elites intelectuales cosmopolitas, en cierto momento
declaró públicamente: “Nuestro pasado político aún obstaculiza el presente y
retarda el avance de la sociedad. Me refiero al legado de la Era Vargas – a su
modelo de desarrollo autárquico y a su Estado intervencionista”!

32. Hoy, el café representa el 3% de las exportaciones brasileñas, nuestro


mayor socio comercial es China, y nuestro principal producto, tanto en el caso
de las exportaciones como en el de las importaciones, no excede el 10% del
total. Los Estados Unidos representaron, en promedio, en los últimos años,
cerca del 17% de nuestras exportaciones, si no consideramos el año crítico de
2009. La crisis económico-financiera internacional permanece, a pesar de las
fluctuaciones de actividad. Nada indica su próximo fin y, por el contrario, todo
apunta para la posibilidad de su agravamiento (o de su permanencia, con una
economía en depresión). Igualmente después del fin de la crisis, la
participación estadounidense en la agenda comercial brasileña no debería
volver a sus antiguos y elevados niveles.

33. La importancia de los Estados Unidos para nuestro comercio exterior (y


para una parte de nuestras elites vinculada con el mismo, de una forma o de
otra) se redujo mucho. Así, se desvaneció a unos pocos la capacidad que los
Estados Unidos utilizaron contra Brasil, así como los instrumentos de presión
comercial y política, que habían utilizado en el caso de la Ley de Informática,
en 1987, o de las patentes farmacéuticas. La posibilidad de que vengan a
amenazar a Brasil con sanciones es remota pues saben que, en caso de que
intentasen implementarlas, esas sanciones serían ineficaces. En aquella
época, las sanciones por parte de los Estados Unidos fueron eficaces ya que
su amenaza logró que las propias elites brasileñas, a través de una amplia
campaña mediática, y de movilización de intelectuales y economistas
“modernos”, exigiesen la revocación de la Ley de Informática, lo que
acontecería durante el mandato del Presidente Fernando Collor. A partir de
ese momento de su gobierno, los “deseos” estadounidenses fueron satisfechos
en cascada, y hasta anticipadamente, en la medida que el Gobierno Collor
decidió alinearse, sin nada que obtener o pedir a cambio, políticamente a
Occidente y al Consenso de Washington económicamente.

34. Un comentario deriva de la reflexión sobre los eventos analizados, de forma


magistral, por Moniz Bandeira. El Presidente José Sarney asumió la
Presidencia en un momento delicado de la política brasileña, y fue capaz de
conducir la transición de un régimen autoritario a uno democrático, en situación
de pertinaz crisis económica. Garantizó la libertad de prensa, inició un proceso
de firme aproximación con la Argentina, base del futuro MERCOSUR, resistió
las presiones para adoptar medidas de arbitrio, convocó a la Asamblea
Constituyente, promulgó la Constitución de 1988 y presidió, con serenidad, una
campaña electoral de gran violencia verbal contra él y su familia. Desempeñó
un papel fundamental, garantizando el éxito de la transición democrática, luego
de la caída del régimen cívico-militar de 1964, y apoyó programas estratégicos
vitales para Brasil, como el nuclear, espacial y cibernético. Al resistir a las
presiones estadounidenses para desmantelar esos programas, contrarió
poderosos intereses, económicos y políticos, nacionales y extranjeros. Tal vez,
haya sido esta la razón que explicaría el antagonismo sistemático de sectores
de los medios de comunicación contra su persona.

35. Las inversiones directas y los financiamientos, originarios de los países


exportadores de capital que se destinan a los países subdesarrollados, frágiles
económica y políticamente, han sido importantes en la Historia para construir
lazos de dependencia económica y política. Esos lazos tornan posible, siempre
que las poderosas potencias acreedoras lo juzgan necesario, el ejercicio de
presiones de todo orden sobre los países subdesarrollados para que éstos,
más débiles y deudores, modifiquen políticas internas y posiciones externas,
circunstancias que quedan expuestas en diversos pasajes de la obra de Moniz
Bandeira.

36. Los inversores y financistas de la economía brasileña y de sus elites


fueron, hasta la Gran Depresión de 1929, las casas bancarias europeas, en su
gran mayoría inglesas. La red de ferrocarriles que ligaba a las áreas del café
del interior paulista (actividad central de la política y la economía del Imperio y
la Primera República) con los puertos de exportación, fue financiada y
construida por firmas inglesas, en un régimen de garantía de retorno (de
garantía de lucro, de inversión extranjera, a través de la inclusión de los
contratos de cláusula oro). Dichas casas bancarias también financiaron la
construcción de los primeros sistemas de transporte urbano y de iluminación
pública, en las principales ciudades del país.

37. Hasta la Gran Depresión no hubo en Brasil industria digna de ese nombre.
Fue el aislamiento involuntario de Brasil en relación a la economía mundial
entre 1929 y 1945, período en que fue reducida y casi eliminada la posibilidad
de exportar café, que se tornó difícil importar y transportar bienes de consumo,
estimulando el surgimiento de industrias en el país, con el objetivo de producir
bienes que substituyesen a los importados, consumidos principalmente por las
elites y clases medias urbanas. De esa época data la construcción de la
primera hidroeléctrica proyectada y construida por brasileños, Paulo Afonso, y
de la usina de Volta Redonda, para producir energía y acero, pilares
indispensables para la construcción de cualquier parque industrial sólido.

38. Un paréntesis aquí para una observación heterodoxa. Todo proceso de


desarrollo económico de un país corresponde al aprendizaje de la sociedad
para producir bienes y se hace por la sustitución gradual de importaciones.
Seria imposible para cualquier sociedad agraria subdesarrollada saltar del
estadio primario-exportador al de producción y exportación de productos
industriales. Además, el estadio primario-exportador es caracterizado en todos
los países por la libertad de cambio y tarifas bajas (usadas apenas para fines
de recaudación), inclusive porque los bienes industriales de consumo tienen
que ser importados, lo que dificulta el surgimiento de industrias locales (y de
impuestos sobre esa actividad).

Igualmente, la idea de algunos economistas de que los países


subdesarrollados podrían optar libremente entre un modelo de crecimiento por
las exportaciones y un modelo de sustitución de importaciones es irreal. El
camino natural del desarrollo se inicia por la sustitución de importaciones y el
fortalecimiento del incipiente capital nacional, lo que, de un lado, requiere la
protección contra las importaciones extranjeras más competitivas y, de otro,
hace surgir reclamos de nacionales importadores y de intereses extranjeros
exportadores.

39. La influencia financiera norteamericana en Brasil comienza a expandirse


con los primeros empréstitos concedidos por la casa Dillon Reed, que
substituiría a los bancos ingleses, como la Casa Rothschild. A su vez, las
inversiones directas estadounidenses sustituirían a los capitales franceses e
ingleses, que comenzaron a retraerse luego de la I Guerra Mundial, mientras
que, por un breve período, surgieron los intereses alemanes, en competencia
con los norteamericanos. Cuando las dificultades en aumentar las
exportaciones, y así generar las divisas necesarias para realizar las
importaciones de bienes de capital y de consumo de todo orden, consumidos
por las elites e clases medias urbanas, tornaron necesario elevar las tarifas e
implantar sistemas de administración y control cambiario, las inversiones
norteamericanas vinieron para Brasil, aprovechando las oportunidades
surgidas del mercado protegido.

40. Las inversiones directas norteamericanas aumentaron, de forma


significativa, en el período 1945/64, expandiendo su participación en el stock
de capital extranjero en Brasil. En los últimos años, la importancia estratégica
de las inversiones norteamericanas en la economía disminuyó debido a nuevas
inversiones (españolas, portuguesas y ahora chinas). Éstas últimas ya
superaron la primera decena del billón de dólares. La participación de capital
extranjero en la formación de capital en Brasil no supera hoy 10%, aunque se
debe resaltar su importancia para la transferencia y asimilación de tecnología
propietaria. Es verdad, por otro lado, que el aumento del stock de capital
extranjero dará, en el futuro, origen a remesas significativas de lucros, lo cual
es grave siempre que coincida con momentos en que el superávit comercial
diminuye debido a la reducción de las exportaciones, o al aumento de las
importaciones. Dichas circunstancias llevan a situaciones periódicas de
dificultades en el balance de transacciones corrientes, en especial cuando hay
crisis económica en los países de origen del capital.

41. Los financiamientos de los organismos internacionales, que correspondían


al 1% del PIB, en 1984, Hoy no exceden el 0,3%. La deuda externa, pública y
privada, con bancos comerciales, que amenazaban al País, y que lo llevaron a
moratoria en los años 80, no existe más. Fue sustituida por la emisión de títulos
de crédito por el Tesoro Nacional y las empresas y son tomados por inversores
extranjeros, a veces institucionales, como los fondos de pensión. Hay una
fuerte entrada de capitales especulativos, atraídos por las altas tasas de interés
que, a pesar de ser un componente indeseado del ingreso de capital, debido a
su volatilidad, se tornó importante para el cierre del balance de pagos,
permitiendo equilibrar el déficit en transacciones que deriva de las crecientes
remesas de lucros, royalties, asistencia técnica, etc.

42. En el período que va de 1950 a 1990, que Moniz Bandeira examina en su


obra, los empréstitos de bancos internacionales y de bancos oficiales eran
esenciales para cerrar las cuentas externas y fueron instrumentos muchas
veces utilizados para procurar influenciar a las políticas interna y externa
brasileras. Así ocurrió, por ejemplo, con la negativa norteamericana a autorizar
empréstitos del Fondo Monetario Internacional (FMI) a Juscelino Kubitschek y a
João Goulart y de autorizarlos rápidamente a Castelo Branco y a Jânio
Quadros, conforme relata Moniz Bandeira.

43. El estrangulamiento cambiario hoy es un arma política imposible de ser


esgrimida por cualquier país contra Brasil. El Brasil tiene reservas de casi 300
billones de dólares, pagó a los acreedores oficiales que se reúnen y coordinan
en el llamado Club de Paris y rescató los títulos de la deuda pública interna
denominados en dólar. Brasil saldó su deuda con el FMI y, por lo tanto, no está
más sujeto a su fiscalización y consecuente imposición legal (debido a los
compromisos asumidos en los acuerdos de empréstito) de políticas fiscales,
monetarias, cambiarias y otras, inclusive en el campo del trabajo, que son
económicamente restrictivas, y social y políticamente desestabilizadoras.

44. J. Stiglitz, Premio Nobel de Economía, describió la política que los países
desarrollados y los organismos internacionales, entre ellos el FMI, recomiendan
y exigen a los países subdesarrollados: “Nosotros predicamos a los países en
desarrollo sobre la importancia de la democracia, pero entonces, cuando se
trata de los temas con los cuales están más preocupados, aquellos que afectan
su subsistencia, la economía, afirmamos a ellos: las leyes de hierro de la
economía les permiten a ustedes poca o ninguna elección; y ya que ustedes (a
través de su proceso político democrático) probablemente provocarán un
enredo, ustedes tienen que ceder las decisiones económicas claves, aquellas
concernientes a la política macroeconómica, a un Banco Central
independiente, casi siempre dominado por representantes de la comunidad
financiera; y para asegurar que ustedes actuarán de acuerdo con los intereses
de la comunidad financiera, les decimos que deben focalizarse exclusivamente
en la inflación – no se preocupen jamás de los empleos o el crecimiento; y para
quedarnos seguros de que no harán exactamente esto, les decimos que
impongan reglas al Banco Central, tales como expandir la oferta de moneda a
una tasa constante, y cuando una regla falla en conseguir lo que se esperaba,
otra regla es recomendada, como las metas de inflación” . (2)

45. En fin, después de un largo período de experimento, crisis y estagnación


neoliberal, la transformación iniciada por el gobierno del Presidente Lula llevó a
la recuperación de la autonomía en la política económica, a la reducción de la
vulnerabilidad externa, a la reconstrucción de la infraestructura, a la
construcción de un mercado interno de masas, permitiendo que la economía
brasileña se encuentre hoy menos dependiente de la economía internacional y
menos sujeta, por lo tanto, a las presiones comerciales y financieras de las
Grandes Potencias, entre ellas los Estados Unidos. El grado de apertura de la
economía brasileña es considerado bajo en comparación con otros países y
esto sería una señal de “atraso”, según algunos cosmopolitas. Por lo tanto, su
inserción externa seria reducida y Brasil seria un país “autárquico”. Estos
hechos, aunque verdaderos, no permiten deducir el “atraso” de Brasil. En
realidad, fue esta situación de menor inserción, inclusive en la fraudulenta
zaranda financiera, que nos permitió resguardarnos de los efectos de la crisis y
salvar a la economía y la sociedad brasilera de más de una década perdida.

46. Al acompañar la evolución de las relaciones políticas de Brasil con los


Estados Unidos, en el período examinado por Moniz Bandeira, vemos que, de
un lado, se entrelazan e inciden sobre la aspiración de una parte significativa
de la elite brasilera de promover el desarrollo industrial. Esta aspiración se
enfrenta periódicamente con una política norteamericana que deriva de su
convicción de que el desarrollo brasileño tendría que ser el resultado natural de
la acción de las fuerzas del mercado. Por lo tanto, no necesitaría, ni debería,
ser estimulado o conducido por el Estado brasileño, salvo para adoptar
políticas de liberalización del comercio exterior y de los flujos de ingreso y
salida de capitales. De ese modo, las iniciativas del Estado de procurar el
desarrollo autónomo de la economía brasileña fueron vistas con preocupación
y resistencia por los Estados Unidos, que se negaron sistemáticamente a
financiarlas.

47. Así ocurrió con la negativa de Estados Unidos de extender a Brasil, país
aliado que envió tropas a Europa en 1944 y que permitió el uso de su territorio
por las fuerzas norteamericanas durante a Segunda Guerra Mundial, los
esquemas de donación de capital y de empréstito, a tasas de interés
subsidiada y en condiciones muy favorables, esencia del Plan Marshall,
concedidos a los antiguos enemigos europeos. Tal negativa causaría impacto y
consternación en Brasil, también en su elite política y económica tradicional, y
llevaría, inclusive, a la presentación del llamado “Memorándum de frustración”,
por el Canciller Neves da Fontoura, político conservador, a las autoridades
norteamericanas, en 1953.

48. El Plan de Metas del Presidente Juscelino Kubitschek fue visto con
reservas por el gobierno de Estados Unidos. Las empresas norteamericanas
no se interesaron en participar, de forma significativa, de las políticas de
incentivo, por ejemplo, de exenciones de impuestos, de importación sin
cobertura cambiaria, de donaciones de terrenos etc., a los inversores
extranjeros (a diferencia de las empresas europeas, en especial las alemanas).
En el campo político, la Operación Pan-Americana de Juscelino Kubitschek,
inspirada por el frustrado viaje del Vice-Presidente Nixon por América del Sur,
en 1958, fue recibida con indiferencia por el Presidente Eisenhower. Más tarde
J. F. Kennedy, substituyó la propuesta de Brasil y distorsionando su sentido
desarrollista, lanzó la Alianza para el Progreso, de carácter asistencial que,
políticamente, le permitió contraponerse a los mensajes de la Revolución
Cubana y recuperar la imagen de los Estados Unidos en la región pero que,
económicamente, tuvo poco resultado.
49. En el período militar, de 1964 a 1985, los esfuerzos brasileños para
desarrollar el conocimiento y la capacitación tecnológica en áreas sensibles,
como la nuclear y la informática, fueron obstaculizados sistemáticamente por
los Estados Unidos, que amenazaron e implementaron sanciones comerciales
unilaterales, ilegales, contra Brasil, como aconteció en el caso de la Ley de
Informática.

50. En el área nuclear, es posible verificar como se intentó construir, metódica


y a través de los medios de comunicación, el “peligro” que representaba la
hipotética existencia de una carrera armamentista entre Brasil y Argentina. Era
una idea sin fundamento en la realidad, debido al estadio industrial incipiente
de los respectivos programas nucleares en cada país, además la misma
insuficiencia se podía aplicar al área espacial. El conflicto militar entre Brasil y
Argentina no tenía motivaciones y causas profundas y, por lo tanto, su
posibilidad práctica era, en realidad, próxima a cero. Las restricciones
norteamericanas a la transferencia de bienes y de tecnología nuclear llevaron,
paradójicamente, al desarrollo de tecnología nuclear por parte de los ingenieros
y científicos brasileños y a la fabricación gradual de esos bienes, lo que
permitiría el anuncio oficial del dominio completo tecnológico (más no
industrial) del ciclo nuclear, por el Presidente Sarney, en 1988.

51. Transcurrieron momentos de inflexión política debidos a cíclicas


decepciones: las elites tradicionales brasileñas mantuvieron, a pesar de todos
los reveses sufridos en sus esperanzas neo-coloniales, expectativas de
cooperación con los Estados Unidos para obtener tecnología, promover el
desarrollo industrial y expandir las exportaciones de su país. Por ello realizaron
gestos y declaraciones y tomaron actitudes de alineamiento con las iniciativas
políticas de los Estados Unidos y se enfrentaron, en la práctica, a cada vuelta
de camino, con la reacción de gobiernos de diferente índole, con la sistemática
negativa norteamericana de cooperación, o con su relativa indiferencia,
resultado de un alineamiento político excesivo y subordinado a los Estados
Unidos.

Hegemonía y política externa

52. Vivimos un momento en que se desenvuelve una estrategia para


transformar la inserción – política, económica, tecnológica – de Brasil en el
mundo, a través de una nueva acción en América del Sur, África, Oriente
Próximo y en los organismos internacionales, delante de las Grandes
Potencias y en la conquista de autonomía frente al FMI. Esta estrategia fue
conducida por el Presidente Lula, implementada por el Canciller Celso Amorim,
escogido por la más importante revista norteamericana de política
internacional, Foreign Policy, y por uno de los tres más prestigiosos periódicos
norteamericanos, el Washington Post, como la sexta más importante
personalidad del mundo, delante de Hillary Clinton, Angela Merkel y de 92 otras
personalidades, y con el auxilio del Asesor para Política Internacional del
Presidente Lula, el Profesor Marco Aurélio Garcia. El momento actual es
decisivo para el futuro de Brasil.

53. Para Brasil es indispensable mantener la estrategia de reducir su


vulnerabilidad económica externa, lo que significa el control de los flujos de
capital especulativo y el estímulo al ingreso de capital productivo. De reducir la
vulnerabilidad militar, lo que significa el desarrollo de fuerzas armadas
modernas, adecuadas, equipadas, adiestradas y democráticas. De reducir la
vulnerabilidad política, lo que significa luchar, con perseverancia y serenidad,
para obtener un asiento permanente en el Consejo de Seguridad, órgano
central del sistema político y militar (tecnológico también) internacional, a cuyas
decisiones Brasil hoy tiene que obedecer sin participar del proceso de
negociación que lleva a su adopción. De eliminar la vulnerabilidad tecnológica,
que requiere una política de firme inducción de transferencia de tecnología por
el capital extranjero, que viene aquí atraído por las perspectivas de lucro, y
desarrollar en Brasil las tecnologías más sofisticadas. De resistir a los
esfuerzos internos y externos que llevan, en la práctica, a aumentar la
vulnerabilidad de la política económica, resistencia que significa la negativa a
dejarse incluir, formal o disfrazadamente, en cualquier bloque económico-
político que no sea el suramericano, a cambio de los “beneficios” desiguales de
la apertura asimétrica de los mercados, acompañados de la reducción de la
autonomía de los instrumentos para promover políticas de desarrollo
acelerado; de desenvolver nuestro potencial humano, nuestros recursos
naturales y nuestro capital, a través de la formación de un mercado de masas,
de capacitación de la mano de obra, del conocimiento de los recursos
naturales, del fortalecimiento de las estructuras empresarias nacionales.

54. Es necesario, prudente y provechoso mantener las mejores relaciones con


las Grandes Potencias, debido a su importancia en el mundo en general y para
Brasil en particular, pero con fundamento en los principios de igualdad
soberana, de reciprocidad, de no intervención y de autodeterminación, sin
perder jamás de vista que los intereses nacionales brasileños son los de un
país subdesarrollado, pero de extraordinario potencial. Ellos no son idénticos a
los intereses nacionales de cada una de las Grandes Potencias en general y,
mucho menos, de aquella que es, de lejos, la mayor potencia mundial, los
Estados Unidos de América.

55. Desplegamos una política altiva, activa, soberana, no intervencionista, no


impositiva, no hegemónica, que lucha por la paz y la cooperación política,
económica y social, en especial con los países vecinos y hermanos
suramericanos, comenzando por los países socios de Brasil en el
MERCOSUR, a los que nos une un destino común. Con los países de la costa
occidental de África, también nuestros vecinos. Y con los países semejantes:
mega-poblacionales; mega-territoriales; mega-diversos; mega-ambientales;
mega-energéticos; mega-subdesarrollados; mega-desiguales. No podemos
engañarnos. Nuestros verdaderos aliados son nuestros vecinos – de aquí y de
ultramar-, con los cuales nuestro destino político y económico está
definitivamente entrelazado. Nuestros semejantes, son los grandes Estados de
la periferia.

NOTAS
(1) “You have to pat them a little bit and make them think you are fond of them.”
Secretary of State John Foster Dulles, 1953. In Schoultz, Lars: Beneath the
United States: a History of US Policy Toward Latin America; Harvard University
Press, 1998.

(2) “We tell developing countries about the importance of democracy, but then,
when it comes to the issues they are most concerned with, those that affect
their livelihoods, the economy, they are told: the iron laws of economics give
you little or no choice; and since you (through your democratic political process)
are likely to mess things up, you must cede key economic decisions, say
concerning macroeconomic policy, to an independent central bank, almost
always dominated by representatives of the financial community; and to ensure
that you act in the interests of the financial community, you are told to focus
exclusively on inflation – never mind jobs or growth; and to make sure that you
do just that, you are told to impose on the central bank rules, such as
expanding the money supply at a constant rate; and when one rule fails to work
as had been hoped, another rule is brought out, such as inflation targeting”.
Foreword by J. Stiglitz, in Polanyi, Karl: The Great Transformation; Beacon
Press, 2001.

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