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Con el análisis de la «matriz zodiacal» fuimos descubriendo que todos nosotros


tenemos, de alguna u otra manera, las doce energías. De este modo, forma parte del
aprendizaje del zodíaco el poder resonar con distintas intensidades en los doce signos.
Sin embargo, no resulta sencillo darse cuenta que las doce cualidades están en uno.

La energía de los planetas la vamos a reconocer más fácilmente, ya que, de alguna


manera, están más “cercanas” a nosotros, porque las vivenciamos como funciones
psíquicas interiores, además de sus expresiones “exteriores”. Cabe aclarar que
astrológicamente, consideramos al Sol y a la Luna como planetas, aunque astronómica o
científicamente no se los considera como tales.

Recordemos lo dicho en la primer clase, en el sentido de que la Astrología descansa en


un axioma básico o fundamental, el Principio de Correspondencia o de Analogía entre
los distintos órdenes de la Realidad, citando el texto de la Tabla de Esmeralda: “Lo que
está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo,
para realizar los milagros del uno”, y también el Padre nuestro: “…así en la Tierra
como en el Cielo”, como ejemplos de formulación de este principio.

Otra manera de verlo es decir que los principios universales atraviesan todos los órdenes
de la realidad, desde lo más universal y abstracto hasta lo más particular y concreto, o
desde lo más sutil hasta lo más denso, desde lo más intangible hasta lo más palpable.

Por ejemplo, observamos que todos los niveles de la realidad tienen algún grado de
estructura, de definición, de límite o de ley. En este sentido podemos hablar de la
estructura de la Galaxia, de la estructura del Sistema Solar, de la estructura del cuerpo
humano, de la estructura de los cristales o de la estructura del átomo. Aquí vemos
ejemplificado el principio representado por el planeta Saturno y lo vemos actuando
tanto a nivel macroscópico como a nivel microscópico. Desde ya, hablamos de analogía
y no de identidad, ya que no es lo mismo la estructura o el “peso” de una idea, al de una
piedra. No es lo mismo que nos confronten con una idea a que nos peguen un piedrazo,
aunque a veces nos digan que tenemos un “cascote” en la cabeza, haciendo alusión a
nuestra cabeza dura. Como vemos, muchas veces el lenguaje pone de manifiesto el
principio de analogía, de maneras contundentes.

Nosotros tomamos como punto de partida el Sistema Planetario por ser este un nivel
accesible a nuestras observaciones, que nos permite la suficiente distancia para guardar
cierta “objetividad”, mientras que el nivel de las circunstancias cotidianas está
demasiado cerca, estamos tan inmersos en él, que nos cuesta tener perspectiva y
discernimiento.

Siendo el Sistema Solar un Macrocosmos respecto del Microcosmos humano, lo


tomamos como modelo, como paradigma, para ubicar nuestras consideraciones. Los
principios representados por los planetas van, entonces, a atravesar los distintos niveles
de la realidad. A nosotros nos van a interesar algunos de esos niveles, pertinentes a
nuestra condición humana y a nuestra situación en el cosmos, y vamos a ver cada
principio planetario en esos distintos niveles.

Primero vamos a considerar la cualidad y la función energética de los planetas en el


nivel del Sistema Solar o nivel sistémico, el cual incluye pero va más allá o trasciende el
plano humano, aunque nosotros los consideremos desde allí. Luego sí, vamos a
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abordarlo desde el nivel humano; primero desde un nivel colectivo, que podríamos
denominar arquetípico, donde vamos a “tropezarnos” con los llamados arquetipos del
inconsciente colectivo, y donde van a aparecer los relatos mitológicos. El concepto de
arquetipo se puede entender desde diferentes perspectivas. Nosotros le vamos a usar en
un sentido determinado y específico y nos vamos a referir a lo arquetípico como la suma
de la experiencia humana condensada en relación a un determinado tipo de energía.

Cuando hablemos, por ejemplo de la energía de Marte, cuyo arquetipo corresponde al


guerrero, van a aparecer todas las experiencias humanas relativas al guerrero y, por
supuesto, a la guerra, ya que esta es el campo o escenario donde se manifiesta este
arquetipo. Por ejemplo, está el guerrero victorioso, pero también el derrotado; las
escenas de heroísmo, pero también las de cobardía, el regreso triunfal, pero también las
viudas y los huérfanos de los que no regresaron, las alegrías y el dolor, etc. Es decir,
todas las caras que presenta esa energía.

En definitiva, de esto hablamos cuando nos referimos al nivel arquetípico como la suma
de la experiencia condensada en relación a una determinada energía, si bien es cierto
que algunos relatos arquetípicos son más troncales y otros son mas periféricos. La
humanidad ha condensado, sintetizado, asimilado una determinada experiencia con
relación a cada una de los temas propios de la vida y las ha asimilado en un
determinado nivel evolutivo. Esto es lo que constituye los arquetipos del inconsciente
colectivo, los cuales uno hereda en cuanto nace, constituyendo el telón de fondo o el
marco, sobre el cual se va a proyectar la experiencia individual y que van a determinan
en gran parte las respuestas que uno va a dar en el curso de su vida.

Aquí ya empezamos a distinguir entre lo que es la energía del planeta en cuestión y lo


que es la vivencia y la experiencia de la humanidad en relación con ella, ya que puede
haber una diferencia, o un desfasaje entre la energía y la psicología que se constituye
alrededor de esas vivencias. Con algunos planetas esas diferencias va a ser bastante
acotada y con otros va a ser bastante amplia, según el nivel de asimilación que la
humanidad ha producido. En general de Marte en adelante, las distancias se van a ir
incrementando, especialmente con los planetas llamado transpersonales.

Estas energías planetarias que encontramos en el nivel colectivo, luego las vamos a
encontrar en el nivel de cada individuo y se van a expresar como una función
psicológica personal, es decir como una función o un impulso que uno encuentra en su
propio interior y con la cual está en contacto, ya sea de manera consciente o
inconsciente. Por ejemplo, en el caso de Marte la podemos encontrar como la capacidad
de lucha o de afirmación, la llamada a la acción, a la agresión, en el sentido etimológico
de “ir hacia”, la capacidad de estar en contacto con el propio deseo y de luchar para
obtenerlo.

Tanto el nivel arquetípico como la función psicológica personal corresponden al plano


interno, al mundo subjetivo, ya sea interpersonal o intrapersonal. Pero luego también
vamos a considerar esas energías a nivel del mundo externo, a nivel objetivo y las
vamos a encontrar como personas que las encarnan, como eventos, experiencias,
acontecimientos que expresan esas energías, como objetos, animales, plantas, metales,
colores e incluso como órganos o partes del cuerpo humano, que constituyen otras
tantas expresiones en distintos niveles de las mismas energías. Esto es lo que queremos
significar cuando hablamos de que los principios atraviesan todos los niveles de la
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realidad, desde funciones más abstractas hasta concretarse en cosas, objetos,


acontecimientos.

Aquí es donde podemos empezar a vivenciar la Astrología como algo vivo, como
energía que circula y toma forma en todas las situaciones de nuestra vida. Por ejemplo,
un mensaje de texto. Como tal, en tanto mensaje, puede ser visto como algo mercurial,
o geminiano, pero atendiendo a su contenido puede expresar un tema canceriano, por
situaciones familiares, o capricorniano en tanto ordenes, normativas o actitud de control,
y así sucesivamente. Tenemos que hacer contacto con la Astrología y darnos cuenta que
la Astrología es una ciencia viva y que todo lo que hacemos, pensamos y sentimos, está
enhebrado, informado, contenido en algunas de las expresiones de las energías, ya sea
de los signos o de los planetas y corresponden a alguna determinada casa astrológica de
nuestra experiencia existencial, como por ejemplo relativas al aprendizaje y la
comunicación, a los hijos, al ámbito profesional o vocacional, etc.

Obviamente, esto mismo puede ser expresado en otros lenguajes simbólicos, como
puede ser El Árbol de la Vida y los 22 senderos, el Tarot o el I Ching, que adoptan otras
perspectivas y con los cuales es posible establecer correspondencias. La ventaja de la
Astrología es que tiene una dimensión que podríamos llamar objetiva, irreductible a
cualquier posicionamiento o preferencia personal, y que está constituida por las
posiciones y los movimientos de los planetas en el cielo.

CUALIDADES
DIMENSIÓN
ENERGÉTICA
FUNCIONES

DIMENSIÓN
NIVEL COLECTIVO / ARQUETÍPICO
SUBJETIVA
(INTERIOR)
NIVEL INDIVIDUAL / PSICOLOGÍA
PERSONAL
PLANO HUMANO
PERSONAS / ROLES
ACONTECIMIENTOS
DIMENSIÓN ANIMALES
OBJETIVA
PLANTAS
(EXTERIOR)
METALES
PLANO DEL
OBJETOS
MUNDO
CUERPO
ETC.

Una primera clasificación de los planetas es distinguir entre los siete planetas clásicos,
antiguos o tradicionales, que van desde la Luna a Saturno, y los tres planetas
descubiertos modernamente, Urano, Neptuno y Plutón, que son los llamados planetas
transpersonales. Por contraposición, los planetas clásicos son llamados personales, en
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cuanto son energías estructurantes, organizadoras de la personalidad, mientras que los


transpersonales, son fuerzas que resultan perturbadoras para la conciencia y que tienden
a desorganizarla.

Una manera de concebir la estructura planetaria es la pirámide caldea, que justamente


representa en ella a los planetas personales, mientras que por fuera de ella, tanto por
“debajo” como por “arriba” estarían los planetas transpersonales.

± ² ¿

± ² ¿
La estructura de la pirámide caldea responde a una mirada geocéntrica, y la ordenación
de los planetas está dada por su velocidad relativa en torno a la Tierra.

Hay otras maneras de representarlos


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Más adelante las comentaremos y seguramente agregaremos otras clasificaciones.

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