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Cooperación Internacional: Caso de Haití
Cooperación Internacional: Caso de Haití
16 de septiembre de 2020
Programa de Ciencia Política
Docente: Andrea GUERRERO TOQUICA
Teniendo en cuenta lo expuesto en el artículo “La ayuda al desarrollo en Haití antes del
terremoto y los efectos del terremoto” tomado del texto “La cooperación internacional
en la reconstrucción de Haití: un acercamiento desde la perspectiva de la eficacia de la
ayuda” de Märt Trasberg (Instituto de Iberoamérica, Universidad de Salamanca, 2012):
Además, Los compromisos asumidos en la Conferencia de Nueva York vinculan por igual
a los donantes públicos, como los países y organismos multilaterales (claro ejemplo de
equidad). Al mismo tiempo, una gran cantidad de los recursos fue prometida por las
ONG internacionales, cuyos compromisos no formaron parte de los de la Conferencia de
Nueva York. Se estima que su contribución para el periodo 2010-2011 alcanzó hasta US$
3,06 mil millones.
Otro ejemplo de ello sucede en el gobierno de René Preval (2006-2011) donde fue
formada la estrategia nacional para la reducción de la pobreza (Interim Poverty
Reduction Strategy) para los años 2007-2009. Mediante esta estrategia, los donantes
Ahora bien, las condiciones del país receptor consisten en tener políticas económicas y
sociales adecuadas, instituciones honestas y responsables y un entorno democrático y
de respeto a los derechos humanos. Pero como se dijo anteriormente, al ser una relación
asimétrica, sus alcances son limitados y destinados a desarrollos incipientes.
A pesar de recibir una acción externa que busca complementar el desarrollo interno,
este último no puede ser concebido sin intervención directa del país receptor de la
ayuda. El hecho de que la acción extranjera no complementara sino que sustituyera
prácticamente la agencia interna gubernamental de Haití, hizo que la máxima de este
criterio de corresponsabilidad se viera incumplida, pues son los países del Sur y sus
sociedades los únicos que pueden y deben asumir la el propósito común de desarrollo,
es su rol como sociedad y Estado proporcionar herramientas y toda la capacidad
necesaria para que la cooperación al desarrollo sea auténtica e implique una verdadera
relación de asociación o contrato, posible, únicamente si hay respeto mutuo (en la
gestión, el diseño-planeación y aplicación) e igualdad de las partes que cooperan.
Es claro que los problemas que ya tenía Haití previo al desastre natural en 2010 se
agudizaron con dicho episodio, de manera que, aunque el esfuerzo de la comunidad
internacional haya sido monumental por ayudar al desarrollo económico y social del
país, sigue siendo la población más pobre de la región latinoamericana y sus problemas
internos obstáculos enormes que deben superarse con algo más que la cooperación,
pues ésta ya tiene suficientes inconvenientes que resolver.
Por otro lado, aunque la respuesta humanitaria de los donantes internacionales fue bien
organizada y coordinada, la posibilidad de la refundación del país y su desarrollo
sostenible es claramente un proceso gradual y muy lento, porque necesita de
planificación y diseño adecuado, pero más que eso, de una verdadera aplicación de los
proyectos con la ayuda vital del país receptor que ha de movilizar su músculo financiero
y su capacidad institucional para engranar correctamente la cooperación internacional.
En 2008, Haití recibió US$92,3 de la AOD per cápita. Esta cifra es considerablemente más
alta que la media de los países frágiles ($ 36), aunque menor que los receptores más
grandes, como Irak (US$ 321), Afganistán (US$ 167) y Ruanda (US$ 117) (OSE) 2011: 7).
Durante los últimos años, la AOD ha constituido una de las fuentes principales de los
ingresos del gobierno, superando la renta interna (internal revenue) en el presupuesto
anual del gobierno. La AOD neta constituyó el 113 % de la renta interna en el
presupuesto del año fiscal 2005 y el 130 % en 2009 (como se citó en OSE 2011: 6).
Esto es una muestra de la dependencia, pero más allá de ello, se ha evidenciado que la
ayuda no ha logrado a crear un impulso para el desarrollo económico y social; también
que los programas destinados a aumentar la capacidad de la administración pública no
han producido lo que se esperaba.
aparataje internacional mismo, sino que hay factores endémicos del fenómeno, como los
sistemas financieros y presupuestarios que entorpecen la finalidad de la ayuda,
volviendo casi inoperantes los recursos otorgados por los donantes. Esta situación
interna hizo que los países donantes dejaran de tramitar la ayuda directamente con el
gobierno, y empezaran a partir de los años 90 a canalizar los recursos y flujos de capital
por medio de ONG internacionales y agencias multilaterales.
Volviendo a las deficiencias que presentan las políticas aplicadas por países donantes,
cabe resaltar que la ayuda internacional por parte de los países donantes ha sido cíclica
y no ha cumplido con los topes esperados, como es el caso de los fondos esperados
entre 2004 y 2007, donde únicamente el 47,5% fue desembolsado al finalizar este
periodo. A esto se le suma las suspensiones y recortes, las condiciones inefectivas y
excesivas, y la fragmentación sociopolítica, entre otros, contribuyeron a la baja eficacia
de la ayuda.
La AFD, socio de Haití desde hace 40 años, financia a través de donaciones, los
proyectos elaborados e implementados por el Estado en los siguientes ámbitos:
educación y formación profesional, salud, planeación urbana, medio ambiente y
desarrollo rural. Su apoyo no solo se dirige a las administraciones locales para fortalecer
su gestión, sino también a las iniciativas de ONG y del sector privado a través de
Proparco o el mecanismo de distribución de riesgos Ariz. Es por esto por lo que desde
En síntesis, más allá de los alcances positivos del enfoque que ha atendido la AFD en
Haití, es preciso resaltar que para que existan las condiciones institucionales adecuadas
en educación debe antes fortalecerse la capacidad estatal en otros ámbitos, motivo por
el cual atender la pobreza extrema, las diásporas humanitarias por la violencia y las
desigualdades es igual de importante que atender la educación. Por este motivo
considero que la Agencia Francesa de Desarrollo ha tenido un impacto positivo en
cuanto al dominio de educación, pero aún falta que desarrolle los demás frentes que se
ajustan también a los ODS necesarios para la sostenibilidad de Haití. Sólo así se podrá
avanzar hacia el desarrollo sostenible de los Estados, donde cohabitan el crecimiento
económico y el bienestar social.
Referencias.