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Al destacarse la importancia que tiene la contabilidad como herramienta para medir los
fenómenos económicos y la utilidad para la toma de decisiones de los diferentes
individuos, la contabilidad ambiental toma una gran relevancia para establecer el grado
del impacto que presenta la aplicación de políticas y los instrumentos para su regulación y
control sobre el medio ambiente, por ello es necesario establecer los parámetros que esta
pueda brindar toda la información que sea pertinente, viable, y relevante para su
conformación dentro del ámbito social mundial.
Cada país tiene establecidos una serie de criterios generales, que rigen el
funcionamiento de la contabilidad y que se les suele denominar “normas
contables” o “normas de información financiera”. En ellas, se explica de qué forma
deben recogerse las transacciones y presentarse en los estados financieros. Para
ello, en cada país, existen cuerpos reguladores y/o profesionales encargados de
promulgar las normas contables a través de pronunciamientos, leyes, normativas,
principios, reglas contables, prácticas y todo cuanto sea necesario para preparar
los estados financieros que la empresa revela al exterior (Montesinos et al, 2007).
En Venezuela, le corresponde a la Federación de Colegios de Contadores
Públicos de la República Bolivariana de Venezuela (FCCPV), emitir a través de los
distintos Comités Técnicos adscritos a la Secretaría de Estudios e Investigaciones
de la Federación, los Principios de Contabilidad, Normas de Auditoría y demás
normas que guíen la actuación profesional del Contador Público en el país, según
lo establecido en el artículo 4, numeral l de sus Estatutos (FCCPV, 2000). Al igual
que Venezuela, cada país tiene un organismo encargado de regular la profesión
contable, entre los cuales se pueden citar algunos ejemplos de países, cuyas
regulaciones han servido de referencia a nivel internacional.
El afán desarrollista que impulsa a las naciones a querer producir más mediante la
ampliación del volumen y la naturaleza de sus actividades industriales y económicas en
general, ha traído como consecuencia un acelerado proceso de deterioro del ambiente
físico a todos los niveles (atmósfera, aguas, disminución de la biodiversidad). Por ello,
puede decirse que los países pagan un elevadísimo costo ambiental por su desarrollo,
costo que además, es en muchos casos imposible de determinar con exactitud.
La conservación del medio ambiente implica el conocimiento de los factores que
intervienen en cada caso concreto para, de este modo, poder predecir los daños
medioambientales que puedan originarse. En muchos casos, la conservación de un
ecosistema debe basarse en la continuidad de las actividades humanas ya que el cese de
éstas puede originar mayores desequilibrios.
Particularmente, en los últimos dos siglos se ha venido creando una civilización sobre la
base de un aprovechamiento poco racional de los bienes patrimoniales naturales, que
implica una destrucción progresiva de la naturaleza, soporte de vida del hombre y para el
resto de las especies y oferta de recursos naturales y servicios ambientales. Los
problemas ambientales son complejos y variados, por lo tanto no pueden ser limitados a
un aspecto en particular. Entre estos problemas se hallan, por ejemplo, la contaminación
del agua o del aire; la erosión de los suelos y la pérdida de potencial productivo de zonas
rurales; la desaparición de especies vegetales o animales y la pérdida de biodiversidad; el
agotamiento de los minerales, el calentamiento atmosférico debido al efecto invernadero;
y la presión de la población sobre ecosistemas frágiles como resultado del aumento de la
pobreza. Al ser la naturaleza un sistema interrelaciona- do, los problemas ambientales
son vistos a escala de mundo y a escala de lugar, siendo considerados como prioritarios
los siguientes: Degradación ambiental y contaminación: entre los daños más relevantes
causados al entorno natural se enuncian: apropiación humana de la biomasa, con la
consecuente contaminación del aire, suelos y agua; el recalentamiento del planeta,
resultado del cambio climático, atribuido al consumo de combustibles fósiles y la
emisión de dióxido de carbono; la destrucción de la capa de ozono, la cual absorbe gran
parte de los rayos ultravioletas del sol y tiene diversos efectos sobre la salud humana y
los ecosistemas; la pérdida de la biodiversidad con las consecuentes implicaciones para
la disponibilidad de alimentos, medicinas, energía y otros productos.