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Después del stendhalazo bizantino de Santa Sofía y de camino a la belleza otomana del Palacio
de Topkapi… parece imposible enamorarse de la austeridad de Santa Irene pero los flechazos
surgen cuando menos se les espera.
Constantino, a quien debe su antiguo nombre Estambul, fue el emperador romano que por
primera vez permite la libertad de culto y, como consecuencia, los cristianos pudieron utilizar
las edificios públicos para profesar su religión y salir de las catacumbas, donde hasta ahora
hacían sus reuniones.
A partir de entonces, las basílicas (edificios públicos multiusos: judiciales, sociales… o como
espacio cubierto en caso de inclemencias meteorológicas), comienzan a admitir durante la
transición otros usos como la celebración de actos religiosos o bien a especificar éstos como
su única utilidad.
El primer gran monumento cristiano fue la basílica de Letrán (Roma) pero tras múltiples
reformas y adaptaciones a nuevos estilos es difícil leer su arquitectura originaria que, además,
nace de un palacio.
Por eso Santa Irene supone un flipe en este aspecto, un viaje a la autenticidad
de materiales, espacios y aspectos de las iglesias paleocristianas.
El edificio, llamado Hagia Irene fue erigido como dedicación a la Santa Paz del Imperio; es
decir, es a Bizancio lo que a la antigua Roma es el Ara Pacis.
* Tras la caída del Imperio romano de Occidente (476), Constantinopla llegaría a ser la capital
del Imperio romano de Oriente, posteriormente conocido como Bizancio
Poco después, en 564 Santa Irene volvió a arder y fue edificada de nuevo, más o menos como
ha llegado hasta nuestros días. De planta basilical romana, se trata de una nave central y dos
naves laterales separadas por medio de pilares y columnas corintias. Los capiteles agrandan el
cimacio (no, no es un insulto XD, sino uno elemento arquitectónico con forma de pirámide
invertida) para aumentar su función de soporte. Además, se atisban reproducciones de
animales y motivos religiosos, previos a la explosión artística del arte bizantino.
Santa Irene tiene un total de 20 ventanas (algunas cegadas tras las diferentes reformas), mide
en un punto más alto 35 metros y tiene una cúpula de mide 15 metros de diámetro. Ésta no
descansa sobre pilares, sino sobre las bóvedas de cañón transversales; se trata pues, al igual
que ocurre en Hagia Sofia, de una cúpula sobre pechinas.
Pero los contratiempos de Santa Irene no cesaron… dos siglos más tarde, en el 740, una serie
de terremotos dañaron de nuevo el templo.
ARTE ICONOCLASTA
La restauración durante el s. VIII deja su huella más visible en la gran cruz negra y dorada de la
semicúpula que corona al synthronon (término en griego que designa al banco semicircular que
en las iglesias paleocristianas se encuentra en el ábside). La cruz y las cinco filas de asientos
(reservadas para el clero y donde únicamente se usaba la más alta) son la única huella de lo
que fue el arte iconoclasta que aún se conserva en la iglesia de Santa Irene.
Formentera, paraíso
' natural y cultural
(
El hecho de que no se conozcan símbolos cristianos anteriores a esta fecha, podría dar que
pensar que hasta entonces el edificio era un espacio multiusos, incluyendo en su programa la
celebración de estas reuniones de carácter religioso.
Al caer Constantinopla, bajo los turcos otomanos en el año 1453 dirigidos por Mehmed II, la
construcción del muro del Palacio de Topkapi la aisló de Santa Sofía y la incluyó dentro del
complejo palaciego. El templo, desprovisto ya de su función eclesiástica, fue usado como
armería por las tropas del sultán desde el siglo XV hasta el s. XIX cuando un mariscal otomano
la convirtió en museo de antigüedades militares. En los últimos tiempos del imperio osmanlí
(familia gobernante del imperio otomano 1299 – 1922) fue un museo militar.
En 1978 pasó a manos del Ministerio de Cultura y Turismo y desde 1980, la iglesia de Santa
Irene se utiliza cada verano como sala de conciertos en el Festival de Música de Estambul,
recuperando así uno de los usos de las basílicas romanas: el cultural y social.
Hagia Irene Monument Museum (Aya Irini Anit Müzesi) abrió para su visita el 9 de enero de 2014
previo pago de 20 liras turcas (lástima que el acceso a la galería superior esté restringido
desde entonces…).
No son pocos los atributos que sin darte cuenta hacen caer con todo el equipo ante la antigua
Constantinopla…
Su luz.
Mezclarse entre los pescadores del Puente Gálata, las vistas desde sus terrazas panorámicas,
el bazar donde me hice con los vaqueros ever, las llamadas a la oración ^__^ , la mezquita
azul pese a estar cerrada por obras, su keyif (el arte de saber dedicarse tiempo a uno mismo),
colores y sabores, el respeto hacia la imagen patrimonial de la ciudad con las lonas miméticas
y libres de publicidad, la majura de los turcos, los guías piratillas «Spanish tour» con los que
acabas amablemente debatiendo sobre religiones, las meriendas a base de té y baklava, la
vidilla alrededor del Bósforo, las gratas coincidencias…
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