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Capitulo Dieter Junker
Capitulo Dieter Junker
DE LA COMUNICACIÓN VISUAL
_________________________CÓRDOBA_______________________
Nota al pie. Las imágenes que acompañan al siguiente capítulo ( scaneado) no pertenece en
su totalidad al original el texto. Se deja aclarado que, la sustitución e inclusión de las
imágenes responde en algunos casos a fines didácticos y en otros , particularmente, la
sustitución se ha debido a la ilegibilidad de las imágenes resultante de la copia
Editorial Gustavo Gili, S.A.
GG
Miseria
de la comunicación visual
Elementos para una crítica
Es muy significativo que, por mucho que a lo largo de la historia del arte europeo y de
los teoremas que le han acompañado, se haya transformado permanentemente la conciencia
estética a través de múltiples mutaciones e innovaciones radicales, los indicados principios
fundamentales de la cualidad estética, no se hayan puesto en duda durante más de dos milenios.
La concepción tradicional, de acuerdo con la cual la belleza artística o el valor estético debe
comprenderse en la misma inmanencia de la obra, en el orden creado por el artista, se ha
sostenido mutandis hasta el pasado más reciente, y se pone de relieve tanto en el arte como en la
teoría estética.
Con los comienzos de la época moderna se destaca, sin embargo, una tendencia en el
seno del arte pictórico que se distingue de otras modificaciones e innovaciones pretéritas por
afectar precisamente a este principio fundamental de lo figurativo, del orden estético-inmanente.
Las diversas vías que han seguido este proceso y las consecuencias que ha acarreado consigo en
el marco del arte de nuestro tiempo, constituirán el objeto de las siguientes líneas. Previamente
será necesario, sin embargo, actualizar una vez más en sus líneas esenciales la concepción
tradicional de estructura. A este propósito y sin entrar en la concepción histórica de la estructura
inmanente de la obra de arte o ilustrarla sobre la base de determinadas obras del pasado, ni aludir
a los diversos ensayos de las estéticas y teorías del arte conocidas, bastará con mostrar aquí un
modelo representativo. Nos fundamentaremos para ello en la teoría de la obra de arte de Hans
Sedlmayr, en la que se conserva hasta nuestros días la tradicional concepción de estructura, aun
cuando ésta apenas pueda conjugarse con las obras del presente. El modelo de Sedlmayr, no sólo
representa las líneas fundamentales de las concepciones estéticas tradicionales que se han ido
constituyendo y rectificando a lo largo del desarrollo de las creaciones artísticas, ni tampoco se
limita a reflejar la concepción histórica tradicional del orden inmanente de la obra; sobre todo,
este modelo se fundamenta en un análisis científico-artístico de obras de arte concretas. Es cierto
que Sedlmayr sólo verifica la aplicabilidad de su teoría en obras pretéritas ` El mismo ha tenido
que aceptar, en este sentido, que su modelo ya no corresponde al arte más nuevo y que, lo más
tarde después del impresionismo, aparece un cambio estructural que avanza ininterrumpidamente
y ya no puede comprenderse con arreglo a las concepciones estéticas tradicionales. Ya las obras
del cubismo, del arte anobjetal, tuvieron que parecerle, de acuerdo con su modelo, «casos
patológicos». El desarrollo del arte de nuestro tiempo testimonia, según su concepción, la
situación de una grave crisis.
Pieter Brueghel “El viejo”. Der Blindensturz (La parábola de los ciegos), 1568.
Imagen anexada al texto con fines didácticos .
El color y la forma, el formato, el tenor de los objetos representados, la luminosidad, la
expresión general, un gesto, el material y la manera de tratarlo, todo ello determina, con sus
respectivas cualidades, el carácter sensible del todo, o (considerándolo desde otra perspectiva)
está determinado en sus respectivas cualidades por este carácter del todo. «En virtud de este
carácter sensible, las cualidades de la obra de arte se hallan en aquella relación de mutua
imbricación (integración) » que se ha llamado nexo estructural. Aquí se pone de relieve, a su vez,
la unidad interior de la obra, la cual «reposa en la penetración de un determinado carácter
sensible en todas las zonas. Toda independización de un sector o estrato tiene como
consecuencia la perturbación, cuando no la destrucción, de dicha unidad»." Así, la relación que
existe entre el nexo estructural y el carácter sensible es la del mutuo condicionamiento. El
carácter sensible adquiere una forma, es decir, se vuelve más característico y sensible en la
medida en que el nexo de los factores que componen la obra se aproximan a un orden integral, a
una totalidad: e, inversamente, la obra adquiere un orden interior más completo y se acerca más a
una estructura integral, cuanto más unívocamente se acuñe su carácter sensible. Esta relación de
mutuo condicionamiento se da por supuesta, siempre que se considera la estructura estética en un
sentido tradicional como orden integral. El carácter figurativo, concebido como un nexo de
integración, se ha considerado, hasta ahora, como el criterio principal de la cualidad estética. Es
él quien define la belleza artística como aquello que sólo existe en la percepción, trascendiendo
todos los elementos susceptibles de determinarse o representarse aisladamente.
dad del artista, que ya no infiere el orden de sus obras a partir del mundo exterior, sino que
construye la realidad pictórica, subjetiva y ampliamente autónoma a partir, en primer lugar, de su
propio espíritu." Semejante arte «conceptual» (Kahnweiler), acuñado por una concepción
estética subjetiva, se fundaba, entre otras cosas, en el supuesto de qué el artista ya no contaba con
un contacto positivo con la realidad que le rodeaba, es decir, que ésta ya no podía penetrarse
como una realidad ordenada. A este respecto, Dieter Henrich alude a las «formas artísticas de la
regresión», a la «reducción» de la representación de la realidad a contenidos parciales «que
renuncian a otros rasgos de la realidad actual»." La racionalidad que se pone de manifiesto en las
expresiones artísticas de tendencia formalizadora ya no representa una conciencia global de la
realidad (como era el caso de las épocas históricas): por el contrario, aluden ante todo a un
campo de juego formal y artificial. En consonancia con ello, podría definirse el arte conceptual
como arte «autónomo», como representación de las leyes formales estético-inmanentes. Es en
esta medida en que adquiere un «carácter parcial». Éste «se desprende de su (del arte)
incapacidad de representar la realidad, en tanto que nexo en sí mismo racional. Y sin embargo, el
arte presenta este nexo a través de la manera de proceder con las finitudes particulares, en la
medida en que lo vivifica y alienta con una subjetividad autoconsciente»." Esta última
afirmación caracteriza, entre otras cosas, la estructura señalada del cuadro cubista: a las reliquias
de objetos se les superpone un orden formal subjetivo. El orden de la textura parcialmente
integral (pero totalmente desintegral) que surge de este modo, pone de manifiesto, a su vez, la
tentativa de establecer una mediación con el conjunto de la realidad presente o de la concepción
de esta realidad. Sin embargo, ésta no es »racional», ni tampoco puede representarse bajo un
orden integral sensible. Así se explica la estructura como una yuxtaposición de lo formal y lo
informal.
Esta reducción de los elementos estructurales fue avanzando aún después de que la
estructura de la obra se convirtiera en una pura estructura formal. Así por ejemplo, en los artistas
de De Stijl, en los constructivistas rusos y particularmente en la Post-Painterly Abstraction
norteamericana (Clement Greenberg), en Kenneth Noland, Ellsworth Kelly, Ad Reinhardt, para
indicar tan sólo los casos más ostensivos, se puede constatar una disminución de la cantidad y
diversidad de los datos estructuradores y, paralelamente, la simplificación de la textura formal.
Los constructivistas se limitaron a un reducido arsenal de elementos geométricos. Mondrian
resumió las posibilidades organizativas de la superficie del cuadro a los ejes verticales y
horizontales, «depuró» las relaciones cromáticas, hasta entonces usuales, y trabajó
exclusivamente con los tres colores primarios y los no-colores negro, blanco y gris. De manera
análoga, el reciente arte anobjetal americano, que significativamente se dio a conocer bajo los
nombres de Minimal Art y Primary Structures, ha restringido el componente formal estructural a
su mínimo más extremo. Y con esta extremada reducción de los elementos estructurales,
disminuye también el grado de estructuración de la obra. Con la pintura monocroma de
Reinhardt, o con las superficies monocromas de los europeos Yves Klein, Jules Olitski y Piero
Manzoni se alcanza ya el último bastión de las reducciones posibles. La actividad del artista,
cuyo principal cometido había consistido hasta ahora en la organización de la estructura
inmanente de la obra, ya no trata sino de presentar un contexto pictórico elemental e irreductible.
Con esta extrema indiferenciación de la textura pictórica, que ha llegado hasta la atrofia
definitiva del modus estructurar no sólo se desgarran, sin embargo, los vínculos con el arte de
épocas pasadas, sino que quiebra también nuestra concepción tradicional sobre la forma estética.
Figura 3 . Se ha reemplazado la ilustración de Jackson Pollock , Catedral (1947) por Polos azules
(210.8 x 488.9 cm ).Oleo, laca automotriz y pintura de esmalte sobre tela , 1953
Nos extenderemos con mayor detalle sobre las variedades de esta desestructuración que
se distingue claramente de las que se han señalado aquí precedentemente. Tanto en las
manifestaciones de los pintores como en los comentarios de sus intérpretes se acentúan en cada
caso aspectos diferentes de lo informal. Esta diversificación se manifiesta en las solas
designaciones que se aplicaron a estas corrientes artísticas: Art Informel, tachismo, abstracción
lírica automatismo, expresionismo abstracto; Action Painting. Lo informel, como ya hemos
dicho anteriormente, debe entenderse como contrapartida del constructivismo geométrico, el cual
es rechazado en tanto que formalismo calculado y puramente intelectual. Frente a la figura
formal rígidamente delimitada y el claro orden pictórico de la composición, se postula un
entretejido laxo e indeterminado de manchas coloreadas (tachismo). La construcción severa y
racional es sustituida por una disposición de 'carácter emocional y, en la medida de lo posible,
automático-inconsciente (Abstraction Lyrique, automatismo). Se tiende a un proceso pictórico
espontáneo vinculado a la psique y los movimientos corporales del artista (expresionismo
abstracto). El cuadro descarta radicalmente toda preconcepción y cualquier procedimiento
previamente planeado -a menudo se utilizan procedimientos aleatorios como, por ejemplo, el
Drip-Painting-. La pintura se convierte en una acción inmeditada y el cuadro ya no aparece como
el producto de una reflexión pictórica, sino como el resultado de una acción que, no estando
conscientemente gobernada, es capaz de asumir el momento del azar (Action Painting). .Cuando
me encuentro dentro de uno de mis cuadros -dice Jackson Pollock no soy consciente de lo que
hago. Sólo tras un período de familiarización puedo ver lo que he realizado ....
Con el predominio del material y sus características sustanciales (lo que en el arte
informal no tiene nada que ver con la llamada «adecuación material, que más bien significa la
utilización de las cualidades materiales para una forma dada) se incorpora al cuadro una realidad
no-armónica, un aspecto análogo a la huella motriz incontrolada. «El acto de pintar retrocede a...
la manifestación da su material bruto.»" Con ello se exhiben, en última instancia, las situaciones
elementales de un procedimiento formal en que la estructuración es sustituida por la mera
manifestación de lo potencialmente configurable.
Casi es superfluo señalar que con esta renuncia radical al tradicional orden inmanente
de la obra de arte, el cuadro mismo deja de ser una totalidad cerrada. Los límites del cuadro -y a
este respecto pueden servir igualmente de modelo los cuadros de Pollock- «los determina
solamente una necesidad externa y de ningún modo interna, una circunstancia que también
caracteriza la producción de cuadros de serie y la Post-Painting Abstraction tardía. «Los procesos
formales pueden dilatarse mentalmente, ya se trate de los flujos de bandas cromáticas de los
"pintores de acción" o de los ángulos agudos de los geómetras: todos ellos tratan de convertirse
en el sector de un mundo más amplio, que incluso nos comprende a nosotros mismos, los
espectadores...»' Más adelante volveremos, sin embargo, a esta tendencia expresionista.
La incorporación de material informe, que hemos descrito como una característica del
arte informal, encuentra un temprano precedente en el collage cubista. Braque y Picasso ya
sabían introducido, al rededor de 1912, objetos concretos en sus cuadros. Si anteriormente se
yuxtaponían diversos planos de realidad en una misma composición: texturas formales abstracto-
cubistas junto a la representación de detalles de objetos, letras, imitación de veteados de madera
o campos recubiertos de arena, ahora se contrastan artificialmente lo plasmado con los objetos
reales de nuestro medio ambiente cotidiano: retazos de papel de periódico, restos de tapicería,
etc. Esta conjugación de realidades diferentes entre sí transgrede una ley, vigente desde el
Renacimiento, de acuerdo con la cual el cuadro debía estar compuesto por un contexto formal
homogéneo., El cuadro ya no se convierte ahora enteramente en pintura. Con la homogeneidad
material también se suprime la bidimensionalidad, llegándose incluso a una combinación de
géneros pictóricos: lo pictórico y lo gráfico contrastado con lo plástico. Esta yuxtaposición de
elementos y procedimientos incongruentes (dibujos y materias adheridas, representaciones
pictóricas y objetos) introduce en el arte un principio de contrastación, el montaje, que no se
conocía antes del cubismo.
Figura 4. Se ha reemplazado la ilustración de Pablo Picasso Naturaleza muerta con violín , 1913 por la
Suze (vaso y botella de Suze) , 65 x 81 cm , noviembre de 1912 Papeles pegados carboncillo y aguada sobre papel
El objeto real así incorporado, puede adquirir en el marco de la textura formal cubista
significaciones diversas: un pedazo de papel de periódico puede convertirse en el portador de una
comunicación formal; bajo ésta función puede designar, por ejemplo, el valor formal triángulo
rectángulo y el color blanco, conjugándose como tal con el contexto formal existente. Pero, por
encima de este plano puede ser también el portador significativo de la comunicación de "un
objeto; sus cualidades formales -cuadrado, color blanco- designan un objeto, por ejemplo, un
mantel. Bajo esta función, el material periódico puede aparecer como signo de la comunicación
del objeto periódico. El periódico concreto pegado al lienzo significa periódico en el conjunto de
un bodegón. Pero siempre, cualquiera que sea la función que adopte, subsiste en calidad de
periódico, en tanto que objeto real (fig. 4) .
La coagulación de los elementos del collage, en tanto que material bruto o materia
prima, es decir en su cosicidad concreta, excluye la posibilidad de su integración en una textura
unitaria. Nada queda que sea susceptible de devenir forma o, en otras palabras, no emana más
que una yuxtaposición de elementos reales y representados, de lo real y texturas formales
abstractas, una yuxtaposición de, por lo menos, dos realidades.
Hasta aquí nos interesaba el collage por su principio desintegrador de montaje; cabe
destacar, sin embargo, otro aspecto que no es menos importante desde el punto de vista de la
reducción estructural cumplida en el arte moderno. En efecto, la incorporación de objetos reales
en el nexo formal de los cuadros cubistas puede examinarse asimismo en relación al carácter
cósico del cuadro cubista que se proclamó como objet peinture. El cubismo no consideró el
cuadro como imagen, sino como configurado objeto autónomo. La incorporación de objetos
reales realzaba, por una parte, este carácter cósico, mientras que, por otra, mermaba el aspecto
formal. Es cierto que el potencial formal de un objeto concreto se agota tan pronto éste es
ubicado en un contexto configurado, mas tampoco debe olvidarse que el objeto en cuestión
constituye un mero pedazo de realidad. Lo que posteriormente va a regir, en el arte informe¡,
sobre el material y en el conjunto de la tela, afecta aquí a sectores particulares: «El artista no
interpreta, no trasciende la realidad, sino que se limita a mostrar un determinado factum brutum.
Con ello no se anuncia, ni más ni menos, que una hostilidad general hacia la forma. Allí donde se
elude el camino elíptico que pasa por la configuración y transformación de la realidad, y
simplemente se muestra la realidad encontrada, no puede hablarse ya de un cometido artístico en
el sentido tradicional. Los propios cubistas se detuvieron ante esta situación límite, pero su
ejemplo condujo a otros a consecuencias más decisivas.
Así, en algunos collages dadaístas, las citas de la realidad ya no presentan ningún
vínculo con fragmentos pictóricos pintados o dibujados. Hans Arp fija pedazos de papel de
colores «con arreglo a las leyes del azar sobre un fondo neutral. Kurt Schwitter sólo se interesa
en sus montajes puramente materiales por el contraste entre diferentes superficies. El conjunto
formal adquiere una importancia secundaria. Y ello incluso, puede decirse respecto de aquellos
collages dadaístas en los que todavía se presentan elementos pictóricos o gráficos. «Pues los
dadaístas renuncian al principio de equiparación de fragmentos de realidad y elementos
pictóricos a través de relaciones formales; más bien solicitan al espectador a que, por sí mismo,
vincule en el cuadro sus materiales heterogéneos.». Es Duchamp quien infiere la consecuencia
más radical de esta actitud: se limita a colocar sobre la tarima de la exposición objetos de nuestro
medio ambiente sin el menor tipo de modificación,
Volveremos más adelante a esta pura manifestación de las cosas. Por lo pronto, debe
sentarse claramente que la yuxtaposición de lo artificialmente creado y el objeto concreto,
provoca una ambivalencia en el collage cubista, que hace oscilar la obra entre el arte y la
realidad. El carácter cósico del cuerpo heterónomo encolado que emana de la integración
«formal., impide la formación de una unidad pictórica total, el surgimiento de una estructura
integral.
“...En la medida en que el objeto aspira a una mayor independencia y fuerza expresiva,
parece limitarse la libertad de su configuración estética, y hasta tal punto que, lo otrora
considerado como composición, puede reducirse en la actualidad al acto de la selección del
material o de los objetos existentes y su transporte a un museo de arte moderno. Semejante
merma de la actividad del artista exige una acrecentada actividad por parte del espectador, que
no se encuentra ya frente a una obra de arte plenamente formada, sino que tiene que completar
asociativamente lo que no ha dotado de forma.." Ya, en el caso del collage cubista, el espectador
tenía que participar en la constitución de la unidad formal del cuadro, pues debía de abstraer el
valor formal de las citas de procedencia extra-estética. En el polo opuesto y en la medida en que
en la obra de arte adquieren mayor relieve los fragmentos informes de la realidad, se incrementa
su potencial de directa indicación de la realidad extra-estética. Esta circunstancia podría
significar que la reflexión suscitada por la obra de arte ya no repercute tanto sobre la obra misma,
que progresiva o totalmente se sustrae a una estructura estética que pudiera concienciarse, cuanto
sobre el mundo exterior. En cualquier caso, en las puras acumulaciones de objetos, como por
ejemplo en los cántaros de agua amontonados al azar de Arman (fig. 5), el objeto de la reflexión
no lo constituye ya un orden estético inmanente, sino más bien la ambivalencia entre el arte y la
realidad, que sólo se presenta a través de la transferencia de lo real al fluido estético de la sala de
exposiciones.
Figura 5 Arman, Jarras esmaltadas presentadas enplexiglas, 1961, Wallraf- Richartz- Museum , Colonia
Colección Ludwing .
En las obras que tratan este tema se ha señalado repetidas veces que la cosificación de
la obra de arte ya tuvo lugar en el arte anobjetal, cuando se atribuyó a los medios figurativos un
valor autónomo, desapareciendo las alusiones a la realidad extrapictórica. Y puede hablarse, en
efecto, de cosificación en la medida en que los componentes formales, la línea por ejemplo, «se
libera-como dice Kandinsky- del cometido de designar un objeto, convirtiéndose ella misma en
objeto»." A fin de subrayar la autosuficiencia no-derivativa, la realidad autárquica de primer
orden» (Hofmann), fue acuñado consecuentemente en 1930, por Theo. van Doesburg, el
concepto de «arte concreto». Entre semejante cosificación de la obra de arte cumplida por el arte
anobjetal y la manifestación de objetos reales, debida primeramente a Duchamp, puede
establecerse con facilidad una analogía. Tenemos para ello el compañero de la «gran
abstracción» de Kandinsky, a saber, el «gran realismo». Ambas posibilidades artísticas las había
previsto Kandinsky en 1912, en el umbral de nuestra época. Fue él quien concibió la gran
abstracción como la más extrema cosificación de lo anobjetal, y el gran realismo como la
extrema cosificación de lo objetal Kandinsky hablaba del gran realismo como de una posibilidad
artística que desentraña la «tonalidad interior» de un objeto cualquiera --de cualquier colilla de
cigarrillo»- sin el auxilio del menor tipo de conformación artística. En última instancia, el arte-
objeto de Duchamp puede comprenderse como un complemento del arte anobjetal, en la medida
en que en él se superpone un enunciado cósico tautológico a un enunciado formal, asimismo
tautológico; por una parte, se presenta un objeto carente de toda conformación artística (esta cosa
es esta cosa), mientras que, por otra, aparece la representación de la forma sin designación de
objeto (esta circunferencia es esta circunferencia, por ejemplo).
El artista Pop, Andy Warhol, ha expuesto latas de "Campbell's Soup" sin modificación
alguna; Daniel Spoerri fijó los restos de un almuerzo: los cubiertos, residuos de comida, colillas
de cigarrillos, etc., respetando su casual amontonamiento, y declaró el conjunto como obra de
arte; Arman expuso tapones de corcho y alfileres de bisutería en un marco de cristal, y cántaros
esmaltados o cámaras de gas en una caja de plexiglás (fig. 5): Joseph Beuys expuso un armario
de varías puertas, abarrotado de cachivaches, en el que colgaban asimismo paquetes de
periódicos; Christo erigió una pared compuesta de viejas tacetas de aceite u objetos de uso
cotidiano y materiales plásticos; Allan Kaprow fabricó un environment amontonando neumáticos
de automóvil; Timm Ulrichs presentó a una exposición viejas coberteras de hierro colado de un
canal.
En estos ejemplos en los que la obra se confunde con el objeto elegido, en los que se
acumulan una multitud de objetos o aparecen cosas diversas bajo una relación alógica, la
realidad -aunque extrañada- tampoco ha sido des-realizada a través de una estructuración
estética.
En esta medida, el arte actual se presenta en extensos sectores como una planificada
ausencia de arte» (Wissmann) ¡Una tentativa de salvar el viejo abismo que separa el arte de la
vida!
La Action Painting, como había señalado Harold Rosenberg, había tratado de reducir la
distancia entre el arte y la vida en la medida en que a través de su acto espontáneo y en gran
parte incontrolado de pintar, el artistas ilustraba sus estados interiores-de excitabilidad y
respetaba, por otra parte, el comportamiento casual de la materia. De modo, hasta cierto punto
análogo, estos artistas suprimen la diferencia entre el arte y la realidad informe, aceptando en
tanto que obra de arte al mundo exterior presente. Esto pone de relieve el hecho de que el arte ha
abandonado plenamente su orientación formal. En el caso extremo, «los límites entre el arte y el
no-arte ya no pueden discernirse, y sólo existen en virtud de una actitud consciente: el arte y el
no-arte sólo pueden distinguirse por el hecho de que el primero se declara como arte y el
segundo no». 45
Otro aspecto de esta manifiesta orientación hacia la realidad informe, lo muestran las
disposiciones de materiales de Joseph Beuys, Diter Rot, Richard , Serra y sus semejantes. La
acumulación de pedazos de fieltro y los cúmulos de grasa de Beuys, los montones de moho de
Rot, los rollos de plomo de Serra, pueden considerarse -análogamente a la autonomización de la
forma en el arte anobjetal- como ilustraciones de una emancipación del material. El material, que
tradicionalmente no desempeñaba más que un papel subordinado de puro factor técnico en la
creación de medios formales se independiza y retrae en su mero ser-así (consistencia, peso,
cualidades táctiles) al ámbito perceptivo del espectador, sin que sea suma su valor formal ni su
estructuración pictórica.
Pero ya el material se expone fuera del cuadro, con todos los azares de su propio
“comportamiento”. En última instancia, la intervención del artista sobre la realidad material se
hace superflua; su cometido se limita a manifestar, escenificar y abandonar el material a su
propia suerte. Es el caso, por ejemplo, de Diter Rot, cuando deja crecer y pudrir cultivos de
moho sobre residuos de comida.
Muy parecida es la actitud de los artistas del Earth Art. En 1968, Walter de Maria hizo
cubrir de tierra cincuenta metros cuadrados del piso de la Münchner Galerie Heiner Friedrich, y
tituló el conjunto Dirt Show. Hans Haacke y Richard Long plantaron pequeñas colinas o
superficies de hierba, para abandonarlas a su espontáneo crecimiento o a los efectos del clima
(fig. 6). ¿Qué puede impedir ya al artista que declare como obra de arte un fragmento cualquiera
de la realidad, no en la sala de exposiciones, sino en cualquier otro lugar? De este modo incluso
podría escoger un pedazo de realidad tan grande como quisiera. Pues bien, Christo empaquetó la
Amerikahaus de Heidelberg. Michael Heizer realizó su proyecto «Land-Art Double Negative. en
el desierto de Nevada, donde hizo abrir fosas de 15 metros de profundidad por nueve de ancho.
En el mismo desierto, Walter de Maria dejó unas pistas de tractores de tres metros de anchura y
cinco kilómetros de longitud, y en el desierto californiano de Mojave rotuló los campos con
franjas paralelas de cal. Dennis Oppenheim señalizó con un snow-mobil los límites del tiempo,
sobre la helada St. John River, entre los Estados Unidos y el Canadá.
Mientras que en estos proyectos todavía se rotula un sector del paisaje, mediante
acciones e intervenciones, mediante la «adición», en fin, del artista, Richard Long se limita, en
otro caso, a recorrer en línea recta 10 millas ida y vuelta y filmar el paisaje. El paisaje mismo se
convierte así en objet trouvé. Podría añadirse al margen que el producto del arte ha adquirido
tales dimensiones que ya no puede dominarse desde un solo punto de mira.
Figura 6 Hans Haacke Colina ed hierbas, 1969 ( ya no existe)
Por esa razón este arte actúa como un estímulo de la conciencia. Las reflexiones que
suscita el objeto, gracias a su ambivalencia -por una parte, es una obra de arte, por otra, una
realidad- es capaz de transformar nuestra conciencia, pues con él se llega a la experiencia de que
también una obra no estructurada estéticamente es capaz de adquirir una relevancia estético-
espiritual. Pero todavía debiera ser más decisivo el hecho de que esta reflexión referida al objeto
supone, a su vez, una confrontación con la realidad. Así, estas realidades pueden enriquecer a la
conciencia con nuevos matices y, no en último lugar, con aquel potencial de cualidades
(estéticas) no agotadas inherentes a las banalidades cotidianas.
El objeto puede ser igualmente el componente de una actuación, como es el caso del
happening. Si el producto artístico no constituía otra cosa que el resultado de la escenificación de
la realidad, nada podía oponerse a que esta escenificación se dilatase a una actuación con los
objetos de esta realidad y se declarase asimismo como acontecimiento estético. Semejante
manifestación de la realidad no tiene por qué desarrollarse en el atelier o en la sala de
exposiciones, sino que puede tener lugar también en el medio ambiente cotidiano, en la calle lo
mismo que en un aeropuerto o en una piscina -y el público puede participar en él. « No nos
hallamos -señala el iniciador de happenings Allan Kaprovv- frente a una impugnación de arte,
sino ante una dilatación de sus dominios, una disolución de sus fronteras.." Esta expansión, la
incorporación de nuevos elementos como el tiempo, el movimiento, un espacio real, sonidos,
etc., se cumple sin necesidad de que éstos experimenten una estructuración estética consciente.
Los nuevos medios amplían, en primer lugar, las posibilidades de ilustración de la realidad.
Cuando el happening se celebra fuera de aquellos lugares que hasta ahora estaban destinados a la
presentación de obras de arte, se pone de manifiesto un nuevo alejamiento de la tradicional
praxis artística. Se ha abandonado el marco aureático' de la presentación artística, el único
elemento que todavía confería a los objetos reales el signo de lo estético, provocando,
precisamente por ello, su extrañamiento y su ambivalencia. La realidad ya no es ensalzada
estéticamente por el hecho de presentarla en aquellos lugares que por sí mismos suscitan una
expectativa estética, sino porque en un lugar cualquiera de la ciudad o del campo se prepara un
acontecimiento al que se le confiere por decreto el aura de lo estético. Una situación emparentada
con los métodos del Land Art.
Las prácticas del Pop Art están emparentadas con este tipo de manifestación de la
realidad. Fueron ellas las que, en América, desencadenaron la «productividad absoluta» como
dimensión decisiva de Action Painting, toda vez que se limitó a la mera recepción de lo
existente. A ello se añadía su explícita afinidad al mundo técnico de los medios de comunicación
de masas y de la industria publicitaria y del consumo"
En los trabajos bidimensionales se adopta la forma pictórica abierta del Action Painting
que había disuelto la jerarquía de una composición unitaria en un continum de huellas pictóricas
espontáneas. Robert Rauschenberg y Jasper Johns todavía asumen en su obra temprana la laxitud
de la pincelada del tachismo. En sus Combine Paintings, Rauschenberg contrasta las partes del
cuadro pintadas con manchas con reproducciones serigráficas de fotografías o incluso con
objetos reales que sobresalen del cuadro (por ejemplo, vigas de madera, una manguera de
bombero, una silla). Como montajes de elementos heterogéneos, estas composiciones, lo mismo
que las combinaciones incoherentes de imágenes de objetos en James Rosenquist o del inglés
Peter Blake, no poseen ya una estructura integral. Rauschenberg se esfuerza intencionadamente
por emplazar los detalles de tal manera que evite la emergencia de un nexo óptico inmediato.
«Pensé-dice a este respecto- que debía ser posible pasear la mirada de un punto a otro sin sentir
una conexión pictórica.»50
Otros pintores del Pop han insertado en sus cuadros clisés del medio ambiente
urbanizado, fotografías de ídolos de las masas, copias de obras de arte reproducidas hasta el
exceso, fotografías de órdenes de arresto (fig. 7), dibujos procedentes de Comic-strips, etc. Lo
significativo en todos estos contenidos es, una vez más, el hecho de que no experimenten una
reelaboración en el sentido de la composición formal, sino que el artista se limite a su reiterada
reproducción. A menudo, esta reproducción de clisés prefigurados se efectúa incluso mediante
una técnica fotomecánica. Aun allí donde el modelo se amplía, como en las imágenes de los
comics de Lichtenstein o en las fotografías de delincuentes de Warhol, no se modifica en
absoluto su apariencia óptica. En las reproducciones serigráficas de fotografías, el cuadro se
presenta, en fin, como la reproducción de una reproducción. El contenido de estas fotografías
interesa, en primer lugar, por su carácter prefigurado, es decir, en tanto que «datos de segunda
mano» (Imdahl). Se trata precisamente de destacar sin rodeos su carácter de clisé prefabricado,
circunstancia que impide a su vez toda reelaboración estética por parte del artista. La imagen
trivial, como la denomina Jürgen Claus, «persigue una sensación "cósica" que emane del propio
objeto, en lugar de buscar una sensación pictórica suscitada por medios pictóricos».53
Figura 7 Se ha reemplazado la ilustración de Andy Warhol Most wanted , 1964 por Los hombres más
buscados N°2, John Víctor , G. 1964.
Semejantes objetos no pretenden ser más que las copias de sus modelos. Cualquier
conformación estética no sería sino perjudicial para su carácter de reposición. Y sería absurdo
valorar la forma inherente a estos objetos como una categoría estética.
Los ejemplos característicos del Pop Art ponen en evidencia que, incluso en el nuevo
arte «realista», la-tradicional estructura estética inmanente a obra, en la que otrora se anunciaba
la voluntad formal individual, ha ido menguan hasta su completa desaparición. Sin embargo,
estas obras, lo mismo que los objetos reales declarados como obras de arte, adquieren con ello el
carácter de un objeto manifestante que aproxima la realidad trivial a la esfera inmediata del
espectador. Cualesquiera que sean las motivaciones de estas obras, cualesquiera que sean sus
posibles funciones, ora la impugnación, ora la glorificación de la realidad actual de la
civilización, este tipo de intenciones ya no se explicitan en el marco de un orden pictórico
interior, ni sus efectos lo determina, suscita o modifica una estructura estética.
En la medida en que el objeto móvil está subordinado, en tanto que textura plástico-
espacial o gráfico-cromática, a un orden estético-estructural, y su movimiento y
transformaciones -además de sus signos luminosos y sus efectos sonoros- están sujetos espacial o
temporalmente a unas reglas sintácticas, podemos hablar a este propósito de una estructura
multimedial. Ésta se distingue de las estructuras hasta ahora consideradas, por el hecho de
implicar también una dimensión temporal. En efecto, el movimiento de- uno o varios objetos en
el espacio, el conjunto móvil de distintas partes de un objeto, la secuencia de señales luminosas,
así como las secuencias sonoras sólo pueden experimentarse y estructurarse en una dimensión
temporal. Los componentes ópticamente perceptibles del movimiento de los objetos o del juego
de luces exigen junto a la disposición temporal, una dimensión espacial. En ella reposa el
momento pictórico de la obra multimedial. La ordenación de colores, superficies, valores
plásticos, espacios intermedios y luz -en tanto que componentes formales del conjunto móvil-
ofrece la posibilidad de una estructura pictórica. Pero el correspondiente nexo ordenador se
modifica constantemente en el objeto cinético, de suerte que sólo podemos referirnos a una
estructura no-fijada o variable. La estructura de la obra de arte, que por norma general esta ligada
en su aspecto formal a los medios formales de un género dado, abarca ahora una multiplicidad de
géneros y nuevos medios, se convierte en una estructura multimedial, perdiendo, por otra parte,
su antigua existencia invariable. La relación permanente de los datos formales simultánea mente
presentes se disuelve en el movimiento de una estructura sucesiva.
Mientras que en los objetos cinéticos más sencillos, así en aquellos que no reposan
todavía en efectos luminosos (Calder, Rickey, Cramer, von Graevenitz), la figura móvil todavía
presenta una estructura formal en el sentido de una plasticidad o de una composición abstracta,
en los objetos luminosos más complejos nos encontramos no pocas veces con que la
conformación pictórica queda completamente excluida del armazón o del aparato eléctrico. En
los aparatos rotatorios luminosos y sonoros de Nicolás Schöffer todavía se tiende a un orden
pictórico, pero en muchos otros casos (así, en los rotatorios luminosos del “Zero Grupe. en la
.Documenta II”), este orden no constituye sino una cuestión marginal. El incesante movimiento
de las fuentes luminosas, el cambio constante de señales centelleantes, la fluctuación de los rayos
luminosos en el espacio, los reflejos proyectados sobre las paredes, en suma, los estímulos
sensitivos permanentes a los que se enfrenta el espectador, parecen constituir el elemento
decisivo. Y no cabe duda de que, en esta incorporación de nuevos medios a los cometidos de un
orden compositivo, que hasta ahora siempre había sido constante, no sólo se pone de relieve la
posibilidad de nuevas formaciones estructurales sino, a su vez, una nueva variante de la
disolución de la estructura en el arte de nuestro tiempo.
Las impresiones sensitivas oscilantes, la discrepancia entre el hecho físico y sus efectos
ópticos, constituyen el signo -distintivo del Op Art ortodoxo. En las muestras en constante
mutación de Víctor Vasarely o Bridget Riley (fig. g), y también en las alternantes .figuras
basculantesa de Josef Albers, la estructura unívocamente legible es sustituida por el estímulo
irritante de impresiones siempre cambiantes. Evidentemente, se trata de obras que sólo persiguen
«la experiencia de un proceso visual." El ojo «es inseparable del ver, la fascinación de una
obsesión óptica se interpone como una barrera entre el ojo y la reflexión»; 1 en este sentido, no
puede llegarse a una concluyente definición de la forma, pues el tránsito de la percepción a la
percepción, la asimilación de lo sensiblemente dado por la conciencia, son interrumpidos
constantemente por esta irritante impresión visual. Max Imdahl alude con razón a una
.destrucción de lo tradicionalmente estético., .pues la composición del cuadro, en tanto que
elemento estético susceptible de reflejarse en las relaciones presentes se renueva potencialmente
a cada instante y, en la-medida en que rebase los límites de adaptación óptica, se desbarata
también a cada momento." El ojo fisiológicamente sobrecargado ya no puede apropiarse del
cuadro, sino que más bien sucede que el cuadro se apropia del ojo.
No es diferente lo que sucede en los objetos plásticos del Minimal Art en los que, como
en el L-Shapes de Robert Morris (fig. 11) o en las cajas metálicas de Donald Judd, la estructura
formal se reduce a la producción de formas fundamentales estereométricas. Estas obras no
pretenden ser nada más que la masa que se traspone en el espacio y no aspiran a ningún tipo de
valor artístico. Una vez más, no son las relaciones formales del objeto, que excluyen sin más
todo juicio composicional, el elemento decisivo, sino que éste lo constituyen más bien las
repercusiones directas que se producen entre el objeto, el espacio circundante y el espectador.
Figura 11 se ha reemplazado la ilustración de Robert Morris por Sin titulo , 1967 contrachapado pintado
244 x 244 x 61 cm Colección privada .
Todo ello muestra que el consumidor del arte, al que hasta ahora le correspondía el
papel de un espectador directo, se limita a actualizar en su imaginación el producto artístico en
base a sus indicios y documentos. Sin embargo, mientras que los proyectos del Land-Art nunca
dejaban de llevarse a la práctica, de modo que su actualización adecuada al plan adquiría las
trazas de una reproducción, el Conceptual Art obliga a realizar las meras ideas de proyectos o
incluso de utopías irrealizables de gigantescas transformaciones de nuestro mundo, bajo la forma
de la imaginación.
Queda abierto, sin embargo, hasta qué punto este arte de ideas está en condiciones de
transformar nuestra conciencia de lo existente, en qué medida es capaz de activar nuestras
capacidades representativas y de impulsar ideas propias, según aquella divisa de Sol Le Witts:
“La percepción de ideas conduce a nuevas ideas.. "
De cualquier modo, no cabe la menor duda de que aquí nos encontramos con la ruptura
más radical que se ha conocido con las tradicionales concepciones del arte y con las viejas
concepciones de la estructura inmanente de la obra como criterio de su importancia estética.
Pues, cuando el arte deja de ser un objeto sensiblemente perceptible, no puede hablarse ya de un
orden textura¡ inmanente y sensible. Los axiomas estéticos tradicionales que aspiran a la
percepción de la belleza artística sensible han muerto. Es Max Bense quien explica en este
sentido que «ya no existe una concepción de lo bello, sino únicamente su producción y su
percepción."
X. Conclusiones
Cualquiera que sean las posiciones adoptadas frente a estos comentarios, lo cierto es
que las indiscutibles referencias a fenómenos y situaciones de nuestra concreta realidad vital ya
no aparecen, como en el arte de épocas pasadas, bajo una forma estética cumplida. Su limitación
o su desaparición se interpretan precisamente como síntoma o como síndrome de esta realidad.
En el arte objetal del pasado la realidad se mediatizaba siempre bajo la apariencia estética, la
obra documentaba la realidad en tanto que algo trascendido y, por consiguiente, sólo podía
referirse a una realidad trascendida, es decir, insinuada al espectador como algo armonizado.
También el arte inobjetual, que se distanció de la realidad perceptible para retraerse a las
ilimitadas posibilidades de una imaginación pictórica pura, debe interpretarse en amplios
sectores como representación del mundo exterior. Ello se pone de relieve, por ejemplo, en la
frase de Kandinsky, especialmente referida al mundo de la naturaleza: «La pintura abstracta
abandona la "piel" de la naturaleza, pero no sus leyes.»" Y sin embargo, una armonía formal tan
vinculada a la subjetividad del artista, no podía considerarse sino como una ficción conjuradora.
¿Qué significado cabe atribuir a esta intensificada referencia? Retomando una idea que
se' ha formulado anteriormente, podría decirse, por lo pronto, que la afinidad con la realidad no-
configurada, la ambivalencia de la obra -ala vez producto artístico y objeto no-configurado al
igual que cualquier objeto real, o incluso, bajo ciertas circunstancias, fragmento de la realidad
mismaestimula la reflexión del espectador en torno al ser estético y real de lo expuesto. El
espectador no puede concienciar recreativamente la cualidad estética de la obra sobre la base de
su estructura inmanente, sino que, cerradas las posibilidades de basarse en una partitura legible,
se ve obligado a desentrañar por sí mismo la pretensión estética que presenta la obra. Tiene que
preguntarse, en fin, por otras cualidades de lo expuesto.
normales se han convertido en los misterios de nuestros días»." ¿Nos encontramos, acaso, ante
una nueva variante del realismo mágico? 0, la reflexión sobre la cualidad estética de lo expuesto,
provocada en la misma medida en que se recusan sus puntos de apoyo, ¿conduce a la
desocultación de un aspecto formal-estético en lo trivial, de suerte que también fuera posible
transferir la experiencia así adquirida a fenómenos idénticos o semejantes que podríamos
contemplar entonces con nuevos ojos? El resultado de la des-estetización del producto artístico
sería, de acuerdo con esto último, la estetización del mundo cósico real. La belleza formal ya no
sería patrimonio exclusivo de la esfera artística, sino que sería atribuible igualmente a los objetos
de procedencia pre-artística." Es lo que parece insinuar Warhol cuando afirma que «All is
pretty».' Semejante estetización del objeto trivial -en tanto que expuesto o en calidad de factum
brutum de nuestro medio ambiente cotidiano no acaece, sin embargo, más que en la conciencia
del espectador, puesto que no puede predeterminarla tina estructura estética inherente al objeto
expuesto. 0 también es legítima la concepción de que, precisamente por prescindirse de una
organización formal de la realidad, sé elude explícitamente una modificación de la realidad que
enriqueciera su expresión; ¿se trata -cabría preguntarse a este respecto- de presentar simplemente
realidades hasta ahora inadvertidas en su puro ser-así ante el campo óptico del espectador y
someterlas a su reflexión?
Por dispares que sean las intenciones de los respectivos artistas, vemos claramente que
las reflexiones estéticas y aquellas que tienen la realidad extraestética por objeto, se interfieren
múltiplemente en razón de la ausencia de una estructuración estética. .Cabe conjeturar que
semejantes reflexiones son susceptibles de ampliar la conciencia estética del espectador. Esta
nueva conciencia estética inducida por el arte de nuestros días o establecida a través de la
provocación de una reflexión, se caracteriza, entre otras cosas, por la ausencia de nexos
sintácticos, una ausencia que ya no puede echarse de menos. Se podría colegir de esto último
que, en la medida en que la validez y el rango de una obra ya no puede fijarse en virtud de su
estructura inmanente, su significado sólo puede comprenderse en base a su función o, más
exactamente, en base a su potencial s innovador. Ello supone, como señala Hans Blumenberg,
que las «categorías cualitativas» deben sustituirse por «categorías energéticas»." La función
innovadora adecúa el nuevo producto artístico a nuestro concreto mundo circundante, y
precisamente porque la obra misma posibilita su experiencia inmediata y evoca reflexiones en
torno a él. .El objeto sólo puede verificarse en la necesidad de un enriquecimiento de la
experiencia», escribe Günther Gercken; " con ello alude al hecho de que nuestra relación con la
realidad y nuestra conciencia de la realidad se transforman.
Debe subrayarse, pues, que la innovación de los fenómenos extraestéticos era mediata,
mientras que en la actualidad se cumple de una manera inrnediata. Por lo demás, no carece de
razón la opinión de que en el arte histórico este tipo de innovaciones no venían a constituir sino
un acontecimiento accidental, algo de importancia secundaria, cuya ausencia no suponía ninguna
merma, al menos en el sentido actual, para la obra de arte. Al arte actual, por el contrario, la
innovación de la realidad concreta parece serle consubstancial.
En las manifestaciones de objetos, así como en los numerosos objetos del Pop Art, no
se traspone la realidad bajo una figura, sino que únicamente se la expone . En el Minimal Art el
espacio no se presenta como el medio de una configuración estética, sino que se lo expone
inmediatamente ante la mirada del espectador. Los objetos cinéticos y el Op Art renuevan
fenómenos perceptivos, sensibilizan y amplían nuestras capacidades de percepción. El Land Art
emplaza sectores más extensos de la naturaleza en nuestro campo perceptivo. El Conceptual Art
sugiere representaciones de transformaciones del medio ambiente.
Esta función realzada de innovación de la realidad, así como la posibilidad a ella ligada
de enriquecer el campo de la experiencia o de la conciencia con miras a nuestro mundo
circundante, pueden considerarse como el signo actual del valor del producto artístico. Su
cualidad no puede determinarse ya con arreglo a las categorías estéticas corrientes, sino
únicamente en base a principios «energéticos» (Blumenberg). Es en este sentido, que Wolfgang
¡ser constata: «Tras el período artístico (actual), la estética (debe) comprenderse, en primer lugar,
como una teoría de los efectos.»"
En este contexto, Marcuse subraya el hecho de que hasta ahora el gran arte se «ha
llevado muy bien con una realidad atroz». Señala contradicciones del tipo: el partenón y la
sociedad de esclavos." En nuestro pasado inmediato podemos comprobar incluso, por ejemplo en
el cuadro de Guernica , de Picasso, cómo la protesta crítica contra la época podía neutralizarse a
través del orden pictórico estético-formal; el choque moral podía reprimirse demasiado
fácilmente mediante el goce estético.
Podría suponerse que el arte actual ha adquirido una eficacia mayor con respecto a este
esclarecimiento de las relaciones vitales existentes, ya que se ha librado de las tradicionales
cualidades estéticas y ha abandonado el modus de la configuración imaginaria.
El Minimal Art y el Land Art también se han interpretado, en algunas ocasiones, como
tentativas de integrar el arte a la realidad de nuestra vida. Pero si el Land Art se limita a un ideal
de rasgos románticos, el de establecer un nuevo vínculo con la naturaleza, el objeto artístico
Minimal se reduce en última instancia a un artefacto autónomo. El objetivo del Minirmal Art, a
saber, la innovación del espacio ambiental concreto, la confrontación del espectador con su
propia percepción -objetivo inherente, asimismo, al arte cinético- conduce más bien, por las
razones aludidas, a la conversión del ambiente inmediato en «un recreo contemplativo y neutral
para cada cual." que a una transformación concreta y útil de la realidad.
Debemos constatar, pues, que el arte, aun cuando carezca de un orden interior estético,
aun cuando exponga la realidad inmediata frente a nuestra percepción y nuestra conciencia,
conserva una relación distanciada con respecto a la realidad vital. Sus efectos innovadores
parecen estar ligados siempre a una sublimación y una estetización. El arte actual también se
eleva por encima de la realidad. Yen s a medida, todavía es válida aquella sentencia de Gottfried
Benn, según la cual las obras de arte carecen básicamente «de una efectividad histórica y de
consecuencias prácticas»."
Notas
1. Cf. Ernesto Grassi, Die Theorie des Schónen in der Antike, Colonia 1962, p. 142.
2. La historia del arte sólo se ocupa del .carácter figurativo. de la obra de arte, en tanto
que criterio de su rango estético, a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Hasta entonces, su
campo temático lo había constituido la investigación del estilo y de la historia de la cultura.
únicamente en !as teorías de algunos artistas, así como en la estética filosófica, se había
considerado en el pasado la .esencia. de la obra de arte más allá de su carácter documental-
histórico. La estética filosófica .desde arriba. (Fechner), que infería sus conclusiones a partir de
las normas de un sistema filosófico, fue sustituida en época reciente, particularmente por Fechner
(Vorschule der Asthetik, 1876) y Fiedler (Beurteilung von Werken der Bildenden Kunst, 1876)
por una estética empírica derivada de la obra de arte misma, que también otorgó una mayor
atención al orden específico interno de la obra de arte. Posteriormente fueron principalmente A.
Riegi, H. Wólfflin, M. Dvorák y H. Sedlmayr quienes se centraron en el análisis de las formas o
en el análisis estructura! de la obra artística.
3. Hans Sedlmayr, Kunst und Wahrheit, rde 71, Hamburgo 1958, pp. 92 y ss.
4. Cf. por ejemplo, la interpretación de Sedlmayr sobre •Ruhm der Malkunst• de Jan
Vermeers (Modell und Maler), en: Kunst und Wahrheit, op. cit., pp. 161 y ss., así como •Pieter
Bruegel: Der Sturz der Blinden., en: Epochen und Werke, t. I, Viena 1959, pp. 319 y ss. Ed. cast.
Epocas y obras artisticas, 2 vols., Rialp, Madrid.
6. Ibíd., p. 92.
7. Ibid., pp. 92 y s. .
8. Ibid., p. 94.
9. Ibid., pp. 96 y s.
15. Este aspecto ha sido señalado por Wilhelm Worringer en su disertación publicada
en 1908 lAbstraktion und Einfühlung) en relación a los fenómenos de abstracción del arte
histórico.
16. Dieter Henrich, Kunst und Kunstphilosophie der Gegenwart, en: Inmanente
Ásthetik - Asthetische Reflexion, editado por Wolfgang Iser, Munich 1966, pp. 27-28.
20. Vasarely opera, en la mayoría de los casos, con la base limitada de elementos
prefigurados que denomina unités plastiques; en el cuadro Illik (fig. 2) utiliza como elementos el
cuadrado y el paralelogramo. En algunas ocasiones las permutaciones de estas «unidades.
generan ilusiones de movimiento (cambios, vibración), los efectos perceptivos conscientes del
Op Art
21. Richard Paul Lohse, interview mit Richard Paul Lohse (encuestador: Hans-Peter
Riese), en: Magazin KUNST 36/1969, pp. 1455-1456.
22. Cf. Jürgen Claus, Kunst heute, rde 238/239, Hamburgo 1965, pp. 21 y ss.; Otto
Stelzer, Die Vorgeschichte der abstrakten Kunst, Munich 1964, p. 21.
36. Wolfgang Pehnt, Das verdingllchte Kunstwerk und sein Publikum, en: Merkur
3/1969, p. 141.
38. Jürgen Wissmann, Collagen oder die Integration von Realitét im Kunstwerk, en:
I,mmanente Ásthetik - Ásthetische Reflexion, editado por Wolfgang ¡ser, Munich 1966, p. 344.
40. Jean Dubuffet señalaba, a propósito de sus trabajos: «Me gusta que una pintura se
encuentre en los límites mismos de lo que ya no es una pintura. (Citado según A. Gehlen, op. cit.,
P. 216).
43. Wassily Kandinsky, citado según Walter Hess, Dokumente zum Versténdnis der
modernen Malerel, rde 19, Hamburgo 1957, p. 88.
45. Dietrich Helms, Von der Gestaltung zur Verwirklichung, en: Kunst Unterricht,
7/1970, p. 56.
49. Nuestro tema sólo nos permite aludir a aquellos ejemplos del Pop Art en los que
resulta evidente una reducción de la estructura. Por esa razón nos limitaremos a unos cuantos
artistas, concretamente a los representantes norteamericanos de esta corriente.
51. Cf. Max lmdahl, Probleme der Pop Art, en: Katalog I zur =documenta 4-, Kassel
1968, p. XV.
54. Citado según J. Wissmann, Pop Art oder die Realitát als Kunstwerk, p. 507.
55. Werner Spies, Op art und Kinetik, en: Katalog 2 zur «documenta 4., Kassel 1968, p.
XVII.
57. Max lmdahl, Vier Aspekte der Grenzüberschreitung in der bfldenden Kunst, en: Die
nicht mehr schónen Künste, op. cit., p. 504.
59. Jean Leering. Post-Painterly Abstraktion, en: Katalog I zur .documenta 4., p. XVIII.
61. Ct. Georg Jappe, Revision in Sachen Konzept-Kunst?, en: Frankfurter Allgemeine
Zeitung, 18. II. 69, p. 32.
67. Rolf Gunter Dienst, Pop Art, Wiesbadem 1965, p. 6; Jürgen Wissmann, Collagen
oder die Integration von Realitát !m Kunstwerk, op. cit., p. 344.
69. Max lmdahl, Vier Aspekte der Grenzüberschreitung in der bildenden Kunst, op. cit.,
p. 505.
71. Wassily Kandinsky, citado según Walter Hess, op. cit., p. 87.
72. Cf. el comentario de Hugo Ball sobre los trabajos de los dadaístas: «El nuevo arte
es simpático porque ha conservado una voluntad pictórica en un mundo de total desgarramiento:
porque está dispuesto a plasmar en el cuadro la lucha entre los medios y ias partes». (Citado
según J. Wissmann, Collagen---, op. cit., p. 344.)
73. Max lmdahl, en: Die nicht mehr schónen Künste, op. cit., p. 694.
74. George Segal, citado según Heinz Schóffler, Dies Ding ist dies Ding, en:
Frankfurter Allgemeine Zeitung, Literaturblatt, 1.6.1968.
75. Cf. J. Wissmann, Pop Art ..., op. cit., p. 523.
76. Andy Warhol, en: Catálogo de la exposición de Warhol del =Moderna Museet• de
Estocolmo, 1968.
77. Hans Blumenberg, en: Die nlcht mehr schónen Künste, op. cit., p. 692.
78. Günther Gercken. Graphik und Objekte, Vervieltáltige Kunst, en: Katalog 2 zur
.documenta 4•, Kassel 1968, p. XVI.
79. Wolfgang ¡ser, en: Die nicht mehr schónen Künste, op. cit., p. 719.
80. Cf., por ejemplo, Herbert Marcuse, Über den affirmativen Charakter der Kultur, en:
Kultur und Gesellschaft I, Frankfurt 1965. Ed. cast. Cultura y sociedad, Ed. Sudamericana,
Buenos Aires.
81. Herbert Marcuse, Die Geselischaft als Kunstwerk, en: Forum 167/168, Viena
1967,p.863.
82. Cf. Arnold Gehlen, op. cit., pp. 220 y ss., así como Arnold Hauser, Kunst als
Ersatzbefriedigung. Hauser señala a este respecto: «El arte ... siempre es un correctivo de la vida
y constituye la más inapreciable compensación de las insuficiencias de la existencia •. (A.
Hauser, Philosophie der Kunstgeschichte, Munich 1958, p. 67.)
83. Marcuse aboga por la superación de este arte que estiliza la realidad para conciliarla
con el mundo vital en el marco de la bella apariencia, pero no es capaz de transformar la realidad
vital misma. En su lugar, postura una .convergencia de la técnica y el arte.. El arte, lo mismo que
la técnica, debe configurar y transformar realmente -y no sólo imaginariamente- la realidad de la
vida. .Con ello, la fuerza imaginativa y creadora se convertirá, en tanto que experimentación
metódica sobre las posibilidades del hombre y la materia, en una fuerza social de transformación
de la realidad y el medio social se convertirá en el material y el espacio potenciales de la
creación artística.. (H. Marcuse, Die Gesellschaft als Kunstwerk, op. cit., p. 865.)
85. Andy Warhol, en: Rolf Gunter Dienst, op. cit., p. 126.
88. Este proceso no sería disimilar al que se puede observar con respecto a las
cualidades de los materiales que han experimentado un realce de su valor en el seno de la
pintura. Desde que, gracias a Klee, Ernst, Wols, Pollock, Tápies, Dubuffet y otros, aceptaron
comportamientos casuales de los materiales o las cualidades específicas de materias primas como
factores estéticos, se ha conferido un significado estético a fenómenos naturales semejantes,
como superficies manchadas y paredes deterioradas, que entonces se habían considerado
horribles. Esta nueva actitud ha influenciado incluso -mutatis mutandis- en la fotografía amateur:
así, se fotografían las llamadas .estructuras de superficie..
89. Dietrich Helms, Die Welt als Material -Land-Art, Conceptual Art, Process-Art, Arte
povera, en: Kunst Unterricht 6/1969, p. 48.
91. Gottfried Benn, Kónnen Dichter die Welt ándern?, en G. Benn, Gesammelte Werke,
Wiesbaden 1968, t. 7, p. 1671.