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pediatr

Conferencia

La violencia en
la sociedad actual#
Dr. SAUL FRANCO*
Arch.argent.pediatr 1999; 97(5): 330

INTRODUCCION desafía, convirtiéndose en una de las característi-


Lo dijo al instalar estos simposios su presiden- cas con las cuales nos señalarán quienes en un
te, el doctor Norberto Baranchuk: llegamos tarde. milenio reconstruyan la historia del final del actual.
Estamos llegando tarde los investigadores y traba- Pero no estamos aquí precisamente para la-
jadores de la salud al problema de la violencia. En mentarnos y salir en desbandada, sino para sacu-
el mundo al revés en que vivimos, nos acostumbra- dir la opresión y aceptar el desafío. La inclusión del
mos a vivir como si la violencia no existiera, o como problema de la violencia en la temática de estos
si fuera un problema ajeno o de menor cuantía, o simposios es una señal inequívoca de su recono-
como si fuera parte natural del paisaje de la socie- cimiento e importancia. Por eso tuvimos aquí una
dad contemporánea. Y mientras tanto ella, la vio- oportunidad excepcional para la reflexión teórica,
lencia, ha penetrado todos los escenarios de la para discutir puntos de vista sobre la naturaleza,
vida individual y social, todas las fibras del tejido dinámica y formas de enfrentar la situación, y para
colectivo y cada uno de los territorios de la el conocimiento de experiencias y aportes hechos
geopolítica mundial. Podemos decir que al final de desde las distintas disciplinas y prácticas profesio-
este milenio de avances prodigiosos en muchos nales. Y la inclusión del problema es, ante todo,
campos, pero también de inequidades abismales e una invitación a persistir en las búsquedas teóricas
intolerancias desbordadas, vivimos tiempos vio- y conceptuales, a consolidar las experiencias
lentos. Es decir, vivimos un mundo en el cual la exitosas en marcha, a iniciar nuevos esfuerzos
violencia no es un recurso extremo para situacio- políticos y prácticos, a aproximar nuestros esfuer-
nes de máxima opresión, sino la forma más común zos y experiencias mediante redes y otros meca-
de relacionarnos, la moneda corriente para las nismos de acción colaborativa para lograr mayor
transacciones cotidianas del amor y los odios, de potencia y ahorrar soledades y duplicidades.
las diferencias y las controversias, en la casa y en Como problema social de alta prioridad, la vio-
la plaza, entre vecinos, países y bloques de paí- lencia es también hoy un gran problema de y para
ses. Por eso padecemos guerras y terrorismo inter- la salud pública internacional. Sus efectos perver-
nacional, pero también el atraco callejero, las vio- sos sobre el bienestar humano, el marcado dete-
laciones a la vuelta de la esquina, los maltratos a rioro que produce en la calidad de vida de todas las
los niños, las mujeres y los ancianos, el acoso personas, sus altísimos costos en vidas humanas
sexual en el trabajo, los homicidios y los suicidios irreparables, su demanda creciente sobre servi-
en todos los espacios sociales, las múltiples e cios asistenciales previamente insuficientes y so-
insidiosas violencias de la vida cotidiana, las difu- brecargados, sus cuestionamientos implícitos a la
sas violencias institucionales y las desapariciones forma como la enfrentamos e, inclusive, la
silenciosas o silenciadas de dirigentes populares, implicación directa en el conflicto del personal y los
campesinos y obreros. recursos del propio sector sanitario, tal como ocu-
Esta especie de orden violento, como lo llamé rre en algunas regiones de países como el mío,
en otra ocasión, empezó siendo una amenaza convierten a la violencia en tema-problema y desa-
remota, se convirtió en realidad y hoy nos oprime y fío para el conjunto de saberes y prácticas que
denominamos salud pública internacional.
# Conferencia de Clausura. VII Simposio Argentino de Pe- Si bien esta especie de epidemia de final de
diatría Social. III Simposio Argentino de Lactancia Mater- milenio –y hay que tener cuidado para no
na. I Encuentro de Pediatría Social y Lactancia Materna del medicalizar la violencia ni emplear de manera
Cono Sur. Mar del Plata, Argentina, 2 de mayo de 1999. imprecisa los conceptos– en la práctica nos afecta
* MD. MMS, Ph.D. Docente, Universidad Nacional. Bogotá,
Colombia. a todos y a todas, hay grupos humanos que la
padecen con mayor intensidad. Es el caso de los
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niños y niñas y de los jóvenes de muchos países cualquiera de sus modalidades e intensidades y
del mundo, entre ellos los nuestros. Son jóvenes que, por tanto, acalla la palabra y el discurso.
entre 15 y 24 años una de cada tres víctimas de Fuerza que daña el funcionamiento orgánico o
homicidio y una de cada cinco víctimas de suicidio psicoemocional, que hiere o golpea, mata o presio-
en nuestro continente. Aquí, en Argentina, hace ya na, suprime derechos o limita su ejercicio. Y siem-
una década que la tercera parte de los niños y pre con un fin: sostener o sustituir un poder, un
adolescentes que mueren son víctimas de violen- conjunto de intereses específicos, un ordenamiento
cia y ambos grupos son las principales víctimas del social, una escala valorativa o un mundo de repre-
gatillo fácil. A nivel regional, son niños y niñas las sentaciones. Esta búsqueda programada de finali-
principales víctimas del maltrato doméstico y calle- dad confirma el carácter inteligente, opcional, ra-
jero y de las violencias y violaciones sexuales. Con cional de la violencia, tal como lo desarrollan pen-
diferencias, por supuesto, pues no tiene el mismo sadores como Hannah Arendet y Domenach, al
riesgo de ser víctima de la violencia un niño blanco tiempo que resalta su carácter instrumental, de
y rico que uno pobre y negro en las calles de Río de medio, como lo plantearon Carlos Marx y Walter
Janeiro, y el riesgo de ser asesinado en los Esta- Benjamin. Puede decirse entonces que la violencia
dos Unidos es ocho veces mayor para los jóvenes es una realidad histórica, una realidad ontoló-
negros que para los blancos y cinco veces mayor gicamente humana y una actividad socio-cultural-
en los muchachos blancos hispanos que en los mente aprendida.
blancos no hispanos. Pero peor aún, en las com- Si en lo esencial de lo anterior hay acuerdo,
plejas redes de las violencias contemporáneas, los podemos deducir algunas implicaciones. Pode-
niños, niñas y adolescentes aparecen cada vez mos decir, en primer lugar, que no existe una, sino
más ya no sólo como víctimas, sino también como múltiples violencias, diferenciadas por los actores
agentes, como sujetos sociales productores de y sus fines, por el tipo de víctimas escogidas y por
violencia. La magnitud de ambas dimensiones –la las modalidades, intensidades, escenarios y con-
de víctimas y la de victimarios– ya discutidas en textos en que se desarrolla. Podemos afirmar, en
muchos otros escenarios y aquí mismo durante segundo lugar, que la violencia es un proceso, un
estos días, nos obliga a acelerar los estudios y las conjunto organizado de pasos hacia la realización
acciones para entender y enfrentar mejor la situa- de acciones conducentes a fines. Esto quiere decir
ción. que hacen parte del acto violento tanto la creación
Teniendo claros los objetivos y clarísimas las de las condiciones que posibilitan la violencia,
limitaciones de este tipo de presentaciones, decidí como las acciones de preparación y ejecución de
centrarme en hacer algunos enunciados y provo- dicho acto y sus consecuencias inmediatas y me-
caciones sobre cuatro puntos específicos que con- diatas en los niveles individuales y grupales. El
sidero de la mayor importancia para la discusión y concepto de proceso implica la necesidad de ana-
la acción. lizar sus distintos momentos, de tener una com-
prensión más dinámica del problema y abre, entre
1. Sobre el concepto de violencia otras posibilidades, la de intervenir simultánea o
Sin claridad en los conceptos, las discusiones sucesivamente en sus diversas etapas. Podemos
se hacen interminables y los diagnósticos y las decir también, que la violencia no obedece ni a un
intervenciones más difíciles. Es necesario tener determinismo genético o bioquímico, ni a un
claro lo que entendemos por violencia para evitar determinismo o fatalidad social. No se trata de
la imprecisión y dejar de identificar todo como negar a priori la posibilidad de que lleguen a encon-
violencia. No pretendo forzar una definición, pero trarse asociaciones entre ciertas conductas violen-
sí delimitar los componentes básicos de la catego- tas y la presencia o ausencia de determinadas
ría. Como lo he expresado en varias ocasiones, estructuras o componentes del orden bionatural.
entiendo por violencia toda forma de interacción Pero sí de sustentar la naturaleza esencialmente
humana en la cual, mediante la fuerza, se produce histórica y socio-cultural de la violencia. Podemos
daño a otro para la consecución de un fin. Es decir: igualmente afirmar que, si bien en casi todos los
entre las múltiples formas que hemos desarrollado pueblos y períodos históricos ha habido violencia,
los humanos para relacionarnos, la violencia es su intensidad, sus formas y dinámicas han sido
sólo una de ellas. Y es justo aquélla que reúne tres muy variables. Esta variabilidad evidencia la posi-
características esenciales: que para la consecu- bilidad de enfrentar y superar los actos con niveles
ción de un fin recurre a la fuerza y le produce daño altísimos de violencia en ciertos contextos. Es
al otro. Es entonces una relación de fuerza, en decir, si bien resulta una utopía pensar en una
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sociedad con violencia cero, dado que siempre violencia a la lógica policial de buenos y malos.
será una de las posibilidades de relación Como en la primera infancia, reducimos o nos
interhumana, es perfectamente pensable lograr reducen el mundo a la confrontación de buenos y
sociedades con niveles de violencia muy por deba- malos. Por supuesto que nos sitúan o nos situamos
jo de los altísimos que actualmente tenemos en en el bando de los buenos y desde allí vemos a
países como Colombia o como Yugoslavia, en distancia y con desinterés y desprecio a los malos,
donde la agresión bélica lleva la violencia hasta los violentos. Es un guión perverso que nos aliena
sus máximos niveles, pues la guerra es eso: el ante el problema, nos aleja de la realidad, nos
imperio absoluto de la violencia. La variabilidad, clasifica de manera incorrecta y convierte la violen-
queda dicho, no es sólo en cuánta violencia. Lo es cia en espectáculo que vemos desde la barrera o
también en sus formas, modalidades y combina- en pornografía que compramos y hasta disfruta-
ciones. Hoy padecemos, por ejemplo, violencias mos. El guión de la violencia es mucho más com-
polimorfas, entrecruzamientos de alta complejidad plejo. Ni los bandos parecen ser el de los buenos y
de las violencias públicas con las privadas y, sobre el de los malos, ni siempre somos de los buenos. Y,
todo, estamos llegando a formas cada vez más a menudo, nos encontramos no detrás de la barre-
crueles de violencia. ra sino en el centro mismo de la confrontación
violenta. Sin pretender asignar una responsabili-
2. Algunos obstáculos para pensar dad universal, difusa e indiscriminada, es necesa-
y actuar hoy ante la violencia rio reconocer que las redes de responsabilidad en
Son múltiples y variables según los países, los las violencias nos incluyen con frecuencia a noso-
regímenes político-ideológicos y las experiencias tros o a otros que considerábamos de los buenos.
colectivas e individuales frente al problema. Seña- Además de la miopía en el enfoque del problema,
lo aquéllos que en mi concepto son más frecuentes este guión tiene el efecto negativo de hacer ver la
e importantes entre nosotros. violencia como algo lejano, de calificar y
La negación de la violencia. Ya se enunció al responsabilizar con facilidad a los otros y, por
comienzo. En este mundo al revés, pretendemos tanto, de impedir la participación directa en la
vivir como si no, como si la violencia no existiera, búsqueda de soluciones. También es necesaria la
o no nos afectara, o fuera algo de los otros, de los remoción de este obstáculo para comprender la
vecinos malos que sólo nos llega ocasionalmente realidad del problema e intentar superarlo.
por contagio pero que no nos es propio. Y es una Y un tercer obstáculo, específico de quienes
negación muy interiorizada, hasta el punto de que nos hemos formado y trabajado en el campo llama-
invisibiliza y naturaliza la violencia. Por esta vía de do de la salud. Es el intento de aplicar a la violencia
la negación, y por algunas otras, nos vamos acos- la lógica bionatural de la enfermedad y pretender
tumbrando a la violencia, la banalizamos, perde- enfrentarla con ella y con las prácticas que le son
mos la capacidad de asombro y reacción y siempre propias. Como sabemos, el paradigma aún domi-
tenemos a la mano o en la boca una razón para nante es el de las enfermedades infecciosas, cons-
evadirla, ocultarla, minimizarla. Con un agravante, truido desde finales del siglo pasado. La enferme-
estos procesos de negación y banalización no son dad es una infección, producida por un agente
sólo de los individuos. Son sociales e institucionales. específico, con una historia natural propia, tratable
A muchos gobiernos no les conviene o no les en la medida en que se conozca el agente etiológico
interesa aceptar ciertos tipos de violencia. Ciertas y se disponga de armas contra él, y prevenible en
instituciones, la escuela o algunas de salud, por la medida en que se conozca sufcientemente bien
ejemplo, se escandalizan de saberse o sentirse la historia natural y haya los recursos específicos.
señaladas como violentas. Y aun en las familias, Con esta lógica se asume la violencia como enfer-
los niños y hasta los adultos terminan por no medad, al victimario como el agente etiológico y a
identificar violencia sino a partir del golpe fuerte o la víctima como al paciente y se procede, en con-
de la sangre. La superación de este obstáculo, secuencia, a identificar factores de riesgo y puntos
equivalente a quitarnos el velo que nos impide ver de intervención. Es cierto que el esquema puede
y aceptar las propias violencias y asombrarnos con hacer aportes para la comprensión del problema.
ellas, es precondición tanto para la comprensión Pero éste desborda tanto la lógica como los insumos
del problema como para su adecuado enfrenta- conceptuales y disciplinarios del modelo biomédico
miento. y, por supuesto, las alternativas de solución visi-
Otro obstáculo frecuente, mantenido en parte bles desde el esquema. La violencia no cabe en la
por los medios de comunicación, es el de reducir la lógica de la enfermedad. No es lo mismo atender a
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una mujer violada que a una mujer con una enfer- A partir de la reflexión sobre la violencia colom-
medad genitourinaria. Ni puede abordarse de la biana, que acumuló en los veinte años comprendi-
misma manera a un hipocondríaco o a alguien con dos entre 1975 y 1995 un escandaloso saldo rojo
trastornos de personalidad, que a la esposa de un de 338.378 homicidios, y que he sintetizado en mi
desaparecido o al huérfano de un padre torturado libro más reciente: “El Quinto: No Matar. Contextos
y asesinado. La violencia tiene una lógica mucho explicativos de la violencia en Colombia” que ape-
más compleja. Casi nunca tiene un único agente nas comienza a circular, he empezado a pensar
causal. Sus víctimas no son sólo enfermos. Las que existen en la sociedad contemporánea tres
disciplinas médicas, incluida la epidemiología con- contextos explicativos básicos para las múltiples y
vencional, no alcanzan a dar cuenta de las múlti- graves violencias que padecemos, a saber: uno
ples y complejas dimensiones del problema. Y ni económico, otro político y otro socio-cultural. El
todo es prevenible, ni existen vacunas o medica- primero tiene que ver con la conflictividad derivada
mentos antiviolencia. De los peores aportes que de la posesión y distribución de la riqueza en el
haríamos desde el campo de la salud a la violencia mundo y en el interior de los países, con los juegos
sería medicalizarla, pretender someterla a nuestra del poder económico a distintos niveles y con las
lógica, a nuestras prácticas y a nuestras institucio- relaciones sociales, entre naciones, instituciones y
nes. Necesitamos, por el contrario, aproximarnos a personas, derivadas del ordenamiento económico
las lógicas y dinámicas de la violencia, a la comple- establecido. El segundo tiene que ver con las
jidad de contextos y actores implicados, a las confrontaciones derivadas de las interacciones
distintas disciplinas requeridas para comprender- Estado-ciudadano-sociedad, con la distribución y
la, entre ellas: la economía política, la sociología, el ejercicio del poder político en los escenarios
el derecho, la ética, la antropología, la psicología y internacionales, nacionales, regionales y locales y
la epidemiología social. Y necesitamos transfor- con la vigencia o no de los derechos de los ciuda-
mar la estructura conceptual y de poder de nues- danos y de los estados. Y el contexto socio-cultural
tras instituciones, su dinámica y el funcionamiento integra el conjunto de las situaciones, condiciones
de sus equipos de trabajo si queremos dar la y razones que, desde las relaciones entre las
contribución que la sociedad tiene derecho a espe- personas y las instituciones, entre las instituciones
rar de nosotros en el enfrentamiento de la violen- mismas y en las confrontaciones de las diversas
cia. Todo esto será imposible mientras en los representaciones culturales y las construcciones
programas de formación profesional, técnica y es- valorativas, generan la posibilidad de los intentos
pecializada del sector salud, la violencia siga sien- de resolución por la vía de la fuerza. Los tres
do una gran ausente, una curiosidad ocasional o contextos pueden expresarse en determinadas
una nueva enfermedad sometida al autoritarismo condiciones estructurales, tienen sus mediaciones
del saber y de la práctica médica todavía dominan- y pueden ser activados individualmente o poten-
tes. ciados en su acción sinérgica por procesos coyun-
turales específicos para las distintas realidades
3. Contextos explicativos de la particulares, locales, nacionales e internacionales.
violencia en la sociedad actual Conviene señalar algunas de tales condiciones
Para el trabajo teórico en el campo de la violen- estructurales y procesos coyunturales.
cia, considero más adecuada y útil la categoría Creo que, de lejos, la inequidad constituye en la
contextos explicativos que la de causas de la actualidad la principal condición estructural
violencia. En el pensamiento occidental ésta última posibilitadora y dinamizadora de la violencia a
mantiene una cierta base determinista y, al intentar nivel internacional. La inequidad no como la vigen-
romper la unicausalidad, conduce casi necesaria- cia de diferencias biológicas, psicológicas, socia-
mente a la multicausalidad o al establecimiento de les, culturales y políticas necesarias y saludables,
redes de causalidad. Puede aportar a la discusión sino como expresión de diferencias injustificadas,
construir una categoría que responda a una cues- innecesarias y, por tanto, evitables e irritantes en la
tión fundamental: ¿en qué conjunto de condiciones distribución y posesión de las riquezas, los recur-
es socialmente posible y racionalmente compren- sos, las oportunidades, el conocimiento y la infor-
sible un evento determinado, para el caso que nos mación. Inequidades también en las relaciones
ocupa, la violencia? Pues bien, los contextos expli- entre géneros, etnias, países y grupos sociales y
cativos de la violencia pretenden ser exactamente etarios. La evidencia cotidiana de cada uno y cada
eso: el estudio de las condiciones de posibilidad una de nosotros, y las cifras sobre distribución y
social y racional del fenómeno. concentración de la riqueza, sobre el empleo, el
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acceso a los servicios y a los recursos informáticos preciso ser radicalmente intolerantes. Un enuncia-
y científico-tecnológicos suministradas por los go- do sintético podría ser al respecto: tolerancia a la
biernos, por los organismos internacionales y por diferencia e intolerancia a la inequidad. La intole-
los investigadores nos confirman que las inequida- rancia generalizada a las diferencias es otro caldo
des están aumentando de manera significativa y de cultivo de las violencias contemporáneas tanto
alarmante en casi todos los niveles. Baste recordar en los espacios públicos como en los privados, y en
que en 1996 el Programa de las Naciones Unidas los niveles macro y micro.
para el Desarrollo destacó en su informe que: “El Al menos en mi país se ha identificado otra
mundo está cada vez más polarizado y la distancia condición estructural de la violencia actual. Es la
que separa a los pobres de los ricos se está impunidad que, como sabemos, hunde sus raíces
agrandando cada vez más”. Y en el mundo en el mundo del derecho, de la penalización y del
globalizado que nos correspondió compartir o pa- castigo social a las transgresiones de las normas
decer, nos vemos abocados a enfrentar también la en general concertadas, pero a veces impuestas.
globalización de las inequidades. La hipótesis en la relación impunidad-violencia
La inequidad genera en su límite externo un apunta en el sentido de que si la sociedad pierde su
fenómeno que para algunos es el detonante final capacidad de censurar y castigar las transgresio-
de la violencia: la exclusión, que aun etimo- nes a los acuerdos y normas fundamentales, faci-
lógicamente significa quedar por fuera, sin opción lita y aun llega a estimular nuevas y más graves
alguna, borrado del mapa de los mínimos de la transgresiones. Es bueno precisar que a esta im-
dignidad y los recursos. Si del nivel planetario punidad jurídica hay que agregarle hoy una espe-
saltamos al nivel individual, reafirmamos con ma- cie de impunidad personal –en el sentido de pérdi-
yor claridad que, efectivamente, cuando nos colo- da de la capacidad de autosanción y, peor aún, de
can en condición de exclusión es una de las situa- complacencia con la transgresión– y otra especie
ciones en las cuales se nos hacen incontrolables de impunidad social, que sería el equivalente de la
fuerzas y sentimientos arrasadores que, de otra personal en el nivel grupal y colectivo. Y es tam-
manera, hasta canalizamos constructivamente. bién conveniente aclarar que estas relaciones no
No es la inequidad una invención del modelo de siempre son sólo unidireccionales. La facilitación
Estado, economía, cultura política y ética social que la impunidad hace a la violencia se revierte en
globalmente denominado neoliberal. Pero ya sec- ocasiones a incrementos de la impunidad produci-
tores cada vez más amplios, incluidos algunos de dos por la propia violencia.
los gestores e impulsores del modelo, aceptan que La contribución que en varios países ha hecho
el neoliberalismo ha contribuido a incrementar las el alejamiento del Estado de su responsabilidad de
inequidades, en especial en el campo económico. impartir justicia en la creación de condiciones favo-
La deducción lógica sería entonces que el enfren- rables para el surgimiento de organizaciones y
tamiento de la violencia en la sociedad actual mecanismos de justicia privada, y para forzar a los
implica también transformaciones de fondo en el ciudadanos y ciudadanas a intentar ejercer la jus-
modelo dominante, superando su versión neolibe- ticia por sus propias manos, es otra responsabili-
ral. Lo cual se hace más urgente si, como se dad estatal en el incremento actual de las violen-
enunciará más adelante, existen otros mecanis- cias. Y si bien tampoco esto es un invento neolibe-
mos además de la inequidad mediante los cuales el ral, sí es cierto que mediante la concentración del
modelo en cuestión está contribuyendo a atizar la interés estatal en la regulación del mercado y en el
violencia. cuidado de los indicadores macroeconómicos, di-
Otra condición estructural de algunas socieda- cho modelo ha contribuido a hacer más evidentes
des contemporáneas es la intolerancia, que tiene las ausencias del Estado tanto de la aplicación de
que ver con incapacidad de tramitar las diferencias justicia como de la satisfacción de otras necesida-
de manera civilizada, con negación del diferente, des sociales, como educación y salud, propiciando
dogmatismo, absolutismo y, también, con exclu- también por estas vías procesos privatizadores y
sión. La tolerancia en cambio, en sus cuatro siglos también actitudes y espacios propicios para el
de construcción y práctica, ha sido afín en el ensayo de soluciones violentas. Los temas enun-
pensamiento liberal a heterogeneidad, respeto a ciados son amplios y complejos, pero quedan plan-
los derechos y diferencias, libertad, pluralismo y teadas un conjunto de relaciones que merecen
justicia distributiva. Ahora bien, la tolerancia no es explorarse más y que, sin duda, en muchos países
un valor absoluto. En otras palabras: no todo debe están contribuyendo a la escalada de la violencia.
ser tolerado. Frente a la inequidad, por ejemplo, es Al lado y en interacción con estas condiciones
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básicas de la sociedad actual, se dan en las regio- En primer lugar: Como campo de conocimiento,
nes y países ciertos procesos coyunturales espe- la SPI debe contribuir al estudio e investigación de
cíficos que contribuyen a activar la violencia. El las dimensiones internacionales de la violencia y
problema de los narcóticos, con todas sus de su impacto negativo sobre el bienestar y la
implicaciones económicas, políticas, culturales y calidad de vida de las personas y de los pueblos.
éticas es un ejemplo, que ha contribuido de mane- Se trata, claro está, de un conocimiento no médico,
ra significativa a los incrementos de violencia en no sólo bionatural, sino multidisciplinario e
países como México, Brasil y Colombia. En térmi- interprofesionalmente trabajado, como correspon-
nos analíticos, lo esencial al respecto es mantener- de al problema en cuestión.
se alerta para identificar en cada caso los procesos En segundo lugar: Las enormes implicaciones
coyunturales que intervienen. que por distintos mecanismos está teniendo el
problema de la violencia sobre la práctica de los
4. La violencia actual como problema profesionales de la salud –exceso de demanda
de salud pública internacional asistencial, cuestionamiento de los mecanismos,
Discrepo de quienes entienden la salud pública equipos y espacios de la atención, vigencia de
internacional (SPI) como el quehacer preventivo- criterios tan caros a la práctica como la privacidad
asistencial de las grandes potencias en sus colo- de la consulta y el secreto profesional, entre otros–
nias o ex-colonias o en el manejo de los problemas están demandando repensar aspectos de la prác-
de salud de las siembras de Tercer Mundo incrus- tica, de la organización y distribución de los servi-
tadas en su interior. Me inscribo en cambio en la cios y aun de la fundamentación ética del quehacer
vertiente internacional, de predominio latinoameri- profesional en salud. La SPI puede hacer aportes
cano, que considera que, como consecuencia de la muy importantes al respecto al hacer una aproxi-
indivisibilidad de la salud y del bienestar a nivel mación más global y lograr equilibrar y aclarar lo
planetario, éste tiene que ser comprendido, cons- que las presiones y circunstancias nacionales o
truido y defendido a nivel internacional. En otras locales pueden confundir.
palabras: que la salud es un asunto con claras y En tercer lugar: Como mínimo la SPI debe
múltiples dimensiones internacionales –como bien contribuir a que el sector reduzca su participación
lo entiende y nos lo explica Mario Róvere– y que la tanto en propiciar la violencia mediante sistemas
globalización tanto de la salud como de las enfer- excluyentes y mercantiles de prestación de servi-
medades, es anterior a los actuales procesos cios, como mediante sistemas autoritarios o inade-
globalizadores. Hace ya siglos, por ejemplo, que cuados de atención a la población en general y a
los virus, las bacterias y sus secuelas mórbidas las víctimas de la violencia en particular. La reduc-
viajan por todo el mundo, sin tener visas ni respetar ción de las inequidades en salud puede ser la
aduanas, como gráficamente lo ha expresado contribución más importante al respecto.
Giovani Berlinguer, un pionero de esta modalidad Cuarto: El fomento de la cooperación interna-
de la SPI. cional en situaciones de intensa conflictividad na-
Sin pretender diluir en una vaga responsabili- cional o regional y en los procesos regulares de
dad internacional la génesis y dinámica de nues- planeación, ejecución, implementación y evalua-
tras violencias, ni pretender asignar a la “comuni- ción de políticas y programas es otro campo privi-
dad internacional” y sus organismos mediadores la legiado y largamente experimentado de la SPI, que
tarea de la búsqueda de soluciones al problema, bien puede intensificarse de cara a la situación de
planteo para la discusión –y ojalá para la acción– violencia.
que tanto en su genética como en su fisiología, en Dadas las frecuentes violaciones al Derecho
sus manifestaciones y consecuencias como en sus Internacional Humanitario (DIH) en áreas de inten-
posibles soluciones, la violencia es un fenómeno so conflicto internacional o interno en algunos
internacional, un problema de salud pública inter- países, Colombia entre ellos, la SPI debe convertir
nacional. Como espero que el conjunto de los en una de sus prioridades en la acción contra la
planteamientos anteriores contribuya a sustentar violencia la denuncia de las violaciones y también
lo relativo a la génesis, manifestaciones e implica- la vigencia del DIH, en especial en lo relacionado
ciones internacionales de la violencia, dedico es- con la misión sanitaria.
tas últimas consideraciones a esbozar algunas de Y, finalmente, la promoción de la salud como
las posibles tareas de la SPI en el enfrentamiento práctica positiva del bienestar, como defensa del
y búsqueda de solución a los problemas de violen- derecho a la vida en dignidad y cultivo de la calidad
cia. de vida y de valores positivos de equidad, solidari-
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dad, tolerancia y convivencia, puede ser un instru- para la convivencia entre los pueblos en libertad,
mento clave en la acción de la salud pública inter- con mucha menos violencia de la que padecemos
nacional. Mediante ella, la SPI puede lograr que al final del milenio y que esperamos superar al
efectivamente la salud sea un puente para la paz y comenzar el próximo.

Yo puedo decir con toda confianza


y por la experiencia personal que he tenido,
que una visión completa de la verdad es posible
sólo cuando uno practica una no violencia total.

Mahatma Gandhi

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