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Llegada del espiritismo y el curanderismo a Buenos Aires


El espiritismo y las prácticas esotéricas son un universo simbólico difundido por todo el
mundo y marginado por los miembros de la ciencia. En el siglo XIX, los científicos de
Buenos Aires, particularmente los médicos, eran un grupo homogéneo y compacto, cuyo
rasgo central estaba dado por la defensa de una perspectiva positivista. (Vallejo, 2015b:1)
En aquella época, surgieron diversas agrupaciones y sociedades espiritistas y teosóficas, que
generaron fuertes enfrentamientos entre las inquietudes espirituales y la sociedad científica,
incluyendo diversidad de opiniones que iban desde un positivismo ortodoxo hasta el
pensamiento religioso. (Quereilhac, 2014: 124).
A fines de la década de 1860 en Buenos Aires, los inmigrantes españoles, empapados con la
lectura del referente espiritista Allan Kardec, esparcieron la primera oleada de espiritismo y
más tarde de la teosofía. A través de sus sociedades, sus revistas, los discursos públicos, los
debates y algunas colaboraciones en periódicos, lograron difundir las bases de su práctica.
(Quereilhac, 2014: 127).
La llegada del espiritismo fue bien vista y aceptada por gran parte de la sociedad. Para lograr
comprender su desarrollo y difusión hay que tener en cuenta algunas consideraciones sobre la
medicina local. Los relatos sobre los credos alternativos, por un lado fueron ubicados en
espacios marginales del entramado cultural y, por el otro, fueron vistos como simples
receptores de las medidas represivas o difamatorias de la ciencia hegemónica. (Vallejos,
2015b: 2)
Esto se debe a que los médicos no gozaban de una autoridad absoluta en los espacios
sanitarios y la disciplina estaba envuelta en constantes negociaciones con otros saberes y
tradiciones que le disputaban sus privilegios. (Vallejo, 2015b: 3)
Además, durante el siglo XIX era muy difícil para las autoridades porteñas penar a aquellos
que brindaban servicios de sanación sin ser médicos validados en el país. Este fue el caso de
los curanderos y, también, los médicos extranjeros que eran vistos como una competencia
para los médicos locales. (Vallejo, 2015:70)
Las prácticas curanderas no fueron considerados un delito hasta 1921 cuando fueron
incorporadas al código penal. Hasta entonces cualquier “ejercicio ilegal de la medicina”
podía ser saldado con una multa monetaria. (Vallejo, 2015:70)
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