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Juego y Apuesta Enviar
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CURSO:
Contratos Típicos
DOCENTE:
Edwar Salazar Sánchez
TEMA:
Contrato de Renta Vitalicia
CURSO:
Contrato Juego y Apuesta
Contratos Típicos de Hospedaje
Contrato
ESTUDIANTES:
TEMA:
- Claudia Anaya
- Roxana Gálvez
Contrato de Renta Vitalicia
- Diana Ordinola
Contrato de Juego y Apuesta
- Yelsin Peña
Contrato
- Shirley de Hospedaje
Tirado
- Claudia Velásquez
DOCENTE:
Edward Salazar Sánchez
ESTUDIANTES:
Anaya, Claudia.
Gálvez, Roxana.
Ordinola, Diana.
Peña, Yelsin.
Privat, Shirley.
Tirado, Shirley.
Velásquez, Claudia. 1
ÍNDICE
CAPÍTULO I..................................................................................................................................4
I. GENERALIDADES.............................................................................................................4
1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.............................................................................4
2. DEFINICIÓN...............................................................................................................6
B. CARÁCTERES JURÍDICOS.....................................................................................7
CONCLUSIONES........................................................................................................................36
BIBLIOGRAFÍA..........................................................................................................................37
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Capítulo II
El contrato de juego y apuesta
I. Concepto………………………………………………………………24
II. Caracteres……………………………………………………………..25
III. Elementos del contrato…………………………………………….....26
IV. Clasificación……………………………………………………….......27
V. Nulidad de actos jurídicos que encubran o envuelvan deudas del
juego y apuesta no autorizados y prohibidos (Art. 1945)
………………….29
VI. Tercero que paga la deuda en juego y apuesta no autorizados
(Art. 1946)……………………………………………………………..30
VII. Juegos y apuestas masivas o multilaterales (Art. 1947)…………….34
VII.1 los juegos y apuestas que de alguna manera se han vinculado o están sujetos
a lo dispuesto por el artículo 1947 del Código Civil……………………………34
VIII. Rifas y demás concursos públicos eventuales (Art. 1948)…………..34
IX. Caducidad de la acción de cobro (Art. 1949)……………………….35
X. CONCLUSIONES…………………………………………………….36
XI. BIBLIOGRAFIA……………………………………………………...37
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CAPÍTULO I
I. GENERALIDADES
1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
El hospedaje como tal empieza a tener lugar en el momento en que el hombre deja de ser
nómada y se establece en asentamientos que con el tiempo irán evolucionando en poblados y
ciudades. Es ahí cuando empieza a tener lugar el tráfico de personas que, por diferentes
motivos que no vamos a entrar a considerar, necesitan de un sitio donde poder descansar
durante y para continuar su viaje, o para realizar alguna tarea en el lugar durante unos días y
necesitan de un lugar en el que poder alojarse.
Los primeros antecedentes conocidos los tenemos en la época griega, donde se podía
distinguir ya entre hospitalidad privada y pública. La primera se consideraba importante por
la imagen que transmitía de los lugareños de riqueza y generosidad, y la segunda, descansaba
sobre una doble base: un simple deber de humanidad, o un pacto entre estados.
Centrándonos en el mundo romano, que es el que más nos interesa para esta investigación
pues como veremos más adelante, y al igual que pasa con gran parte de nuestro derecho
actual, es en esta época cuando empieza a regularse el hospedaje y el modelo actual no dista
mucho del de entonces, si bien mucho más completo y adaptado a las necesidades de nuestros
tiempos. El concepto de hospitalidad es muy similar al que tenían los griegos: dar
alojamiento a aquellos forasteros que lo requieran, también de manera pública o privada. Esta
forma de dar hospitalidad descansa sobre la figura del hospitium, de la que encontramos dos
vertientes: el hospitium privatum, el que tenía lugar entre un ciudadano romano y un
extranjero, y el hospitium publicum, entre el pueblo romano y un extranjero o una ciudad
extranjera. En el año 413 aparece una constitución recogida en el Código Justiniano de los
emperadores Honorio y Teodosio, en la que por primera vez se alude al tema de la
hospitalidad, indicando que se concede con la condición de que no se le pida al huésped nada
de lo que se considera necesario para el alimento de sus hombres o animales, además de que
la estancia sea breve y fluida.
Más adelante, en la época medieval, una serie de factores contribuyen a que el hospedaje
no prospere, y ante esta situación, los monasterios suplen la falta de hospederías albergando a
los peregrinos que acudían a Roma, Santiago o Jerusalén. A pesar de esto, siguen existiendo
los establecimientos que prestan alojamiento retribuido a viajeros (a partir de esta época
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mesones, ventas u hostales), en los que no se han mejorado las condiciones de épocas
pasadas, y conociendo un poco el período medieval, podemos llegar a imaginar las
condiciones de dichos parajes.
El siglo XX es el momento en el que el mundo y la sociedad empiezan a evolucionar de
manera más rápida en un lapso de tiempo considerablemente menor que el resto de la historia
anterior, y el hospedaje es un reflejo más de ello. Comienza a darse un fenómeno
prácticamente desconocido hasta el momento que es el turismo, la gente ya no sólo viaja por
motivos religiosos o comerciales principalmente, sino que comienza a interesarse por conocer
mundo debido a la aparición de recursos que facilitan esta posibilidad (principalmente el
desarrollo de los medios de transporte) y por el cambio del estilo de vida de una sociedad que
cada día tiene más cubiertas sus necesidades básicas. Y es a partir de los años sesenta cuando
este crecimiento en tendencia desde principio de siglo explota fuertemente en nuestro país,
primero por el litoral mediterráneo y luego expandiéndose por el resto de zonas costeras hasta
llegar al más profundo interior de la meseta, menos turístico aparentemente.
En nuestro país, el contrato de hospedaje es regulado por primera vez, como contrato
típico en el Derecho peruano, en el Código Civil de 1984, es decir, antes de ello no se reguló
en los Códigos de 1852 ni de 1936. Esto no quiere decir que sea una figura contractual de
reciente formación; muy por el contrario, sus antecedentes se remontan hasta tiempos
antiquísimos, pues como señala Arias Schreiber (p. 665), "el desplazamiento de
las personas y el requerimiento vital de recuperarse de la fatiga de los viajes determinó que
desde antiguo" surgiera la necesidad del albergue u hospedaje".
Los primeros vestigios normativos en relación con esta figura se dan a partir del
Decreto Supremo sobre casas de hospedaje (20 de abril de 1946), del Decreto Supremo
Reglamentario de la Industria Hotelera (6 de agosto de 1949) y el Reglamento de
Establecimientos de Hospedaje (D.S. N° 00673IC/DS de 29 de marzo de 1973).
Posteriormente se dictaron tres Reglamentos de Establecimientos de Hospedaje,
derogando el de fecha más reciente al inmediato anterior; así tenemos el aprobado por
D.S. N° 01294ITINCI de fecha 22 de junio de 1994; el aprobado por D.S. N° 0232001-
ITINCI de fecha 13 de julio de 2001; y el aprobado por D.S. N° 0292004MINCETUR de
fecha 27 de noviembre de 2004, en actual vigencia.
Cabe precisar que las disposiciones contenidas en estos reglamentos son de orden
administrativo, de manera que regulan la clasificación, categorización, requisitos,
condiciones mínimas,supervisión, infracciones y sanciones, entre otros aspectos, de los
establecimientos dedicados a la actividad de hospedaje.
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Salvo la definición de "contrato de hospedaje" que se puede hallar en ellos, no
están normadas las relaciones jurídicocontractuales entre el hospedante y el huésped; esto
recién se da, como ya se dijo, en los artículos 1713 al 1727 del Código Civil de 1984.
2. DEFINICIÓN
El contrato de hospedaje es definido legalmente en el Código Civil por el artículo 1713,
en los siguientes términos:
El hospedaje de acuerdo con el autor Max Arias-Schreiber Pezet en “Exégesis del Código
Civil Peruano de 1984”, nos dice que dicho contrato se refiere a la posibilidad de albergar a
una o varias personas y, en forma adicional, de proporcionarles alimentos y otros servicios
complementarios a quienes necesitan trasladarse de un sitio a otro o establecerse
temporalmente por razones de salud, descanso u otras motivaciones, en un determinado lugar.
Resulta, pues, que la definición del hospedaje está dada, en nuestra opinión, por dos factores
fundamentales: techo y comida, siendo desde luego más importante el primero, ya que la
segunda es solo facultativa. Asimismo, podemos decir que de este dispositivo legal se
desprende que el contrato de hospedaje puede ser, en opinión de varios tratadistas, simple o
complejo. Será simple cuando se limite al albergue, o sea al derecho de usar una o varias
habitaciones; y complejo o adicional cuando incluya otros servicios, tales como alimentación,
lavado de ropa, etc. esto es, lo que en doctrina toma el nombre de pensión. El hospedaje es
pues el género, mientras el albergue es la especie, de acuerdo con esta concepción. (p 13)
En conclusión, podemos definir el contrato de hospedaje como aquel acuerdo de voluntades
en que una parte se obliga a prestar a una persona distintos servicios de distinta naturaleza
que tienen como prestación principal el alojamiento, y la otra parte como contraprestación se
obliga a pagar un precio establecido previamente.
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De la definición legal del contrato de hospedaje se desprenden sus
principales elementos, que ahora vamos a detallar.
De acuerdo con el autor Manuel Muro Rojo en “Código Civil Comentado”, nos señala que el
elemento subjetivo o personales, en este tipo de contrato las partes son el hospedante y el
huésped. El hospedante puede estar organizado como persona natural, negocio unipersonal
o persona jurídica, en este último caso bajo cualquiera de las modalidades reguladas en
la Ley General de Sociedades, o como empresa individual de responsabilidad limitada,
conforme al D.L. N° 21621.
Por otro lado, en lo que concierne a los elementos objetivos o reales, es decir, a
las prestaciones que se derivan de las obligaciones de las partes, el hospedante está
obligado a prestar alojamiento o albergue en las habitaciones de su local y, adicionalmente,
alimentación y otros servicios que pudieran haberse convenido (lavandería, por ejemplo).
Además, el hospedante asume una obligación subsidiaria y consecuente
responsabilidad respecto de la custodia o eventual depósito de los bienes del huésped, a lo
cual nos referiremos al comentar los artículos 1718° al 1724° del Código Civil.
A su turno, el huésped está obligado a pagar la respectiva retribución, la misma que normalm
ente está fijada a modo de tarifa, y aunque la norma dice que esta puede ser aprobada por la
autoridad administrativa competente, esto en la realidad no ocurre,
rigiéndose por las reglas del mercado de oferta y demanda. (p 20)
B. CARÁCTERES JURÍDICOS
Entre los principales caracteres de este contrato tenemos los siguientes:
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e) Es conmutativo, desde que lo derechos y obligaciones de los contratantes dependen
de factores ciertos, cuyos efectos puedan cuando menos potencialmente ser
establecidos desde la celebración.
f) Es consensual, pues no está sujeto a formalidad alguna y basta el asentimiento de
las partes para su perfeccionamiento.
g) Es de tracto sucesivo, en virtud de que sus efectos se prolongan a través del
tiempo. Carecería de interés para los contratantes que fuese instantáneo.
En las siguientes líneas pasaremos a analizar los artículos referentes al contrato de hospedaje,
cabe precisar que empezaremos por explicar el artículo 1714°, pues el artículo 1713° referido
a la definición ya lo hemos detallado en los párrafos anteriores, al igual que sus elementos y
caracteres jurídicos.
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Al comentar el artículo 1713 del Código, ya nos hemos referido a grosso
modo a los antecedentes legislativos y a la normatividad complementaria sobre esta
materia, por lo que en esta parte conviene referimos a dos de las normas reglamentarias
de mayor relevancia que se conectan directamente con el artículo 1714°:
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072001), que consta solo de 4 artículos y que básicamente distingue las
infracciones leves sancionables con amonestación escrita y las infracciones
graves sancionables con multa; así como las sanciones de cambio de clase o
categoría, cancelación de las mismas y cancelación de la acreditación como
establecimiento turístico. (p 22-23)
El huésped tiene derecho a exigir del hospedante que la habitación presente las
condiciones de aseo y funcionamiento de servicios normales y que los alimentos, en su
caso, respondan a los requisitos de calidad e higiene adecuados.
Este artículo se refiere a los más elementales derechos del huésped.
Bien vistas las cosas, la norma aparece regulando una exigencia de perogrullo, pues es un
valor entendido que un establecimiento dedicado habitualmente al negocio de hospedaje
no puede soslayar las condiciones básicas a las que alude la presente disposición; en
ese sentido, la norma parecería simplista e innecesaria,
tal como revela Arias Schreiber en “Exegesis del Código Civil Peruano” (p. 677).
No obstante, este autor expresa que se consideró conveniente incorporar es I norma al
Código Civil para salvaguardar los derechos fundamentales de todo huésped, teniendo
en cuenta "la realidad en que vivimos y el hecho de que en gran parte de los lugares donde
se presta hospedaje las instalaciones no reúnen la más elementales condiciones vitales"
(ARIAS SCHREIBER, ibídem). Del miso parecer es Castillo Freyre en "Tratado de
los contratos típicos” (p. 65), quien manifiesta que hace bien el Código Civil en precisar
que las condiciones que debe presentar la habitación en cuanto aseo y a funcionamiento de
servicios deben ser las "normales", empero aclara que esto debe entenderse como
que deben ir de la mano con lo que a su turno significa "situación de normalidad" de acuerdo
a la categoría del establecimiento.
Al respecto, es pertinente mencionar que de acuerdo a los artículos 2° y 3° del Reglamento
de Establecimientos de Hospedaje (D.S. N° 0292004MINCETU estos se encuentran
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legalmente clasificados y categorizados bajo un sistema en rango de "estrellas", así
como debidamente establecidas (en el anexo de dicho reglamento) las condiciones de
funcionamiento y servicios que deben ofrecer de acuerdo a su clase y categoría; además,
el artículo 29 del reglamento señala como regla general, que las instalaciones de los
establecimientos de hospedaje deben estar en óptimas condiciones de conservación,
presentación, funcionamiento, limpieza y seguridad, de modo que permitan su uso
inmediato y la prestación adecuada de los servicios ofrecidos desde el
día que inicia sus operaciones.
Esto no significa que mientras más baja sea la categoría se permita la disminución de los
estándares de calidad y de funcionamiento óptimo o normal de los servicios; sino que
todos los servicios deben funcionar siempre en forma normal y adecuada,
independientemente de la categoría del establecimiento, solo que en unos el hospedante
podrá ofrecer mayores servicios o comodidades, mientras que en otros se limitará
a los más básicos, precisamente en función a la categorización.
Cabe agregar que, como bien dice Castillo Freyre en "Tratado de los contratos típicos"
(p. 65), las exigencias del numeral 1715 del Código no deben circunscribirse a la
habitación del huésped, es decir al ambiente privado del hospedaje, sino
a todas las instalaciones del establecimiento, tal como fluye delas normas del citado reglamen
to.
En cualquier caso, si el establecimiento no observara las reglas sobre las
condiciones de conservación, funcionamiento, higiene y seguridad, podrá ser multado
administrativamente, puesto que ello constituye infracción grave, según la R.M. N° 147-
2001ITINCIDM.
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La prestación principal del huésped en un contrato de hospedaje es, obviamente, el pago
de la retribución por el alojamiento brindado en el establecimiento; sin embargo, para
poder cumplir con esta obligación y en realidad para decidir la propia celebración del
contrato y asumir la responsabilidad en cuanto a dicha prestación el huésped debe estar
debidamente informado sobre las respectivas tarifas y, adicionalmente, sobre
todas las condiciones generales de contratación que impone el hospedante.
Si el contrato de hospedaje fuera paritario, la norma contenida en este artículo
no hubiera sido necesaria, puesto que las partes bien podrían negociar precio y
condiciones previamente a la celebración del contrato; empero ocurre que los contratos de
hospedaje son actos que se celebran por adhesión sobre la base de
cláusulas generales predispuestas, de modo que el huésped prácticamente no negocia tales
cuestiones y, ordinariamente, solo tiene la posibilidad de aceptar o rechazar
las tarifas y condiciones que ofrece el hospedante.
En esa línea, la disposición del artículo 1716 tiene por finalidad proteger los derechos
e intereses de los huéspedes (ARIAS SCHREIBER, “Exegesis del Código Civil Peruano”
p. 677), siendo pues una norma necesaria, máxime si "la tarifa es uno de los elementos
esenciales especiales del contrato de hospedaje oneroso. Mal podría entenderse
celebrado un contrato de estas características, si el huésped desconociera la tarifa
que va a regir durante su estadía en dicho establecimiento" (CASTILLO FREYRE, en
"Tratado de los contratos típicos" p. 66).
Asimismo, aclara este autor que la exhibición de las cláusulas generales de contratación
resulta indispensable para que las mismas se incorporen al contrato de hospedaje en
caso de no haber sido aprobadas por la autoridad
administrativa, en aplicación de lo señalado en el artículo 1397° del Código Civil; o, si tales
cláusulas generales estuvieran aprobadas, se incorporarían automáticamente a todos los
contratos de hospedaje que celebre el establecimiento que obtuvo dicha aprobación,
conforme al artículo 1393° del mismo Código. Sobre este tema, el artículo 30 del
Reglamento de Establecimientos de Hospedaje vigente, aprobado por D.S. N° 0292004-
MINCETUR, reitera la disposición a que se contrae el artículo bajo comentario, señalando
que en el establecimiento debe mostrarse en forma visible, tanto en la recepción como en las
habitaciones, las tarifas, la hora de inicio y el término del día hotelero y
demás condiciones del contrato de hospedaje. Como puede apreciarse, en este
caso la regulación es más precisa en cuanto al tema de la exhibición, ya que no solo se limita
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a decir que debe ser en un lugar "visible", como dispone un poco vagamente el Código Civil,
sino que dicho lugar visible es, conforme al citado reglamento, el ambiente de recepción del
local y las habitaciones donde se brinda el hospedaje, con lo que no cabe duda de
que los huéspedes tendrán a su alcance la mencionada información en ubicaciones que les
son perfectamente accesibles.
Finalmente, conviene mencionar que no obstante lo expresado, en la escala de infracciones
y sanciones aplicables a los establecimientos de hospedaje, aprobada por R.M. N° 147-
2001ITINCIOM, no aparece como infracción sancionable la no exhibición
de las tarifas, como sí se regula con tal carácter la no exhibición en forma visible (tanto en
la recepción como en las habitaciones) de la hora de inicio y término del
día hotelero, lo cual constituye una infracción leve que da lugar a una amonestación escrita.
Se advierte, pues, una deficiencia en este régimen sancionatorio, la cual debe ser
corregida para incorporar como infracciones la no exhibición delas tarifas y delas cláusulas
generales de contratación, es decir, no solo lo relativo al día hotelero .
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Así, pues, el derecho de retención consiste en la facultad otorgada al acreedor titular de un
derecho de crédito, de mantener en su poder un bien de su deudor, hasta que dicho crédito
sea pagado o suficientemente garantizado (artículo 1123° del C.C.). Se trata de un derecho
real de garantía, aunque con caracteres especiales que difieren de las garantías reales clásicas.
Conforme al artículo 1123° del Código
Civil, para la procedencia y ejercicio del derecho de retención debe estar dicho derecho
reconocido expresamente en la ley o cuando haya conexión entre el crédito debido y el
bien que se retiene. Complementariamente, deben cumplirse algunas premisas obvias: i)
la existencia de una relación jurídica y de un crédito exigible; ii) la posesión por parte del
acreedor de un bien adquirido legítimamente; iii) la insuficiencia de
garantía del crédito; iv) que el bien sea susceptible de ser retenido.
Así, pues, lo señalado en el artículo 1123° alude a dos supuestos excluyentes entre sí,
atendiendo a la disyuntiva "o" que se emplea en el texto de la norma. Cuando decimos que
son excluyentes nos estamos refiriendo a que la retención procede en
casos específicos y puntuales señalados en la ley, sean cuales fueren las condiciones en que
dicho derecho esté regulado, es decir, aun cuando no se cumpla el requisito de la conexión
(que es el otro supuesto excluyente).
Esto ocurre, precisamente, en el caso del artículo 1717° del Código Civil, en lo que
concierne a los equipajes y bienes "introducidos" por el huésped a un establecimiento de
hospedaje (se entiende a su habitación), los mismos que responden por la retribución de
hospedaje no pagada y por los daños y perjuicios causados. Se observa que no hay
conexidad directa entre los bienes retenidos (equipaje introducido) y el
crédito adeudado, habida cuenta que este tiene relación con el alojamiento o albergue
brindado y no con el equipaje. Distinto es el caso de los bienes "entregados" (por
ejemplo, dinero o joyas) en calidad de custodia o depósito, puesto que en este caso el
hospedante responde como depositario, de manera que el crédito a su favor si guardaría
conexidad con los bienes que mantiene en su poder. Así, pues, estando reconocido el
derecho de retención a favor del hospedante, hay que interpretar con cuidado la
norma del artículo 1717°, pues conforme a su texto literal podría pensarse que el
hospedante está autorizado para hacerse pago de la deuda del huésped directamente con los
bienes que fueron introducidos al establecimiento o que le fueron entregados en
custodia o depósito; es decir, que podría apropiarse de ellos. Sin embargo esto no es así;
pues, si bien el hospedante puede retener los bienes del huésped, sucede
que para hacerse cobro del crédito, en caso que finalmente este no fuera cancelado, debe
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seguir el procedimiento ordinario de ejecución de la garantía, dado que el derecho de
retención tiene carácter de garantía real según ya hemos mencionado.
En tal sentido, sería aplicable lo dispuesto en los artículos 720° y siguientes del Código
Procesal Civil que regulan el proceso de ejecución de garantías, de
manera que el hospedante satisfará su acreencia con el producto del remate.
El artículo 1718° y siguientes son los encargados de tratar la responsabilidad del hostelero
por los efectos introducidos por los viajeros en el establecimiento. Como podemos apreciar
en el párrafo precedente, el hostelero responderá ilimitadamente como depositario por el
dinero, joyas, documentos y otros bienes recibidos para su custodia. Por lo mismo, y como se
explicará más adelante, se relaciona con el artículo 1721, mismo que refiere que el
hospedante no puede negarse a recibir en custodia o a que se introduzcan los bienes a que se
refiere el artículo en mención, sin justos motivos.
Entonces podemos apreciar que la responsabilidad del hospedante se refleja en los bienes que
son directamente entregados por el huésped, realmente entregados, y aquellos que son
introducidos, es decir aquellos que lleva consigo el huésped. Dentro de los primeros se
encuentra el artículo tratado, refiriéndose a los bienes entregados al hospedante a efectos de
custodia, respondiendo este como depositario.
Ahora, el depósito obligatorio legislado surgió como ineludible reacción frente a los
numerosos casos de sustracción de las cuales eran víctimas los viajeros y se ensambla con la
naturaleza empresarial que tiene el hospedaje desde hace varios años. Tratándose en si de una
responsabilidad especial y de tipo objetivo, pues basta con la entrega para que el hospedante
responsa por la pérdida, sustracción o deterioro de los bienes; para liberarse de esa
responsabilidad deberá probar que esculpa el huésped, visitantes, acompañantes o
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dependientes. Según nos dice el autor Arias Schreiber, Max en “Exegesis del Código Civil
Peruano de 1984”.
Por otro lado, la responsabilidad no es ilimitada, si bien se refiere a bienes con importante
valor, no los restringe a otros, “otros bienes”, por lo que pueden ser de cualquier clase, lo que
sí importa es la diligencia con la que deberá actuar el hostelero. Manuel Muro Rojo, en
Código Civil Comentado.
A diferencia de los bienes entregados, este artículo se refiere a aquellos introducidos por el
huésped, si en un primer momento hablamos de los entregados físicamente al hostelero, y
este actuaría como depositante, en el artículo en mención habla sobre los bienes de uso
corriente, aquellos que lleva consigo, y aunque no lo entregue directamente al hostelero, para
el maestro León Barandiarán, nos dice que hay un depositum ficto; basta que sean
introducidos dentro del establecimiento para que el hostelero tenga responsabilidad, por las
cosas encontrarse in situ dentro del hotel, y mientras estén en él. En contraposición
encontramos a Arias Schreiber, al considerar que no hay un contrato de depósito, más sí una
obligación y responsabilidad de custodia, siempre que el huésped cumpla con las
prescripciones fijadas en lugar visible de las habitaciones y destinadas a que adopte ciertas
precauciones de seguridad.
Asimismo, para Arias Schreiber, Max en “Exegesis del Código Civil Peruano de 1984”:
El Código no ha establecido desde qué momento se inicia la responsabilidad del hotelero por los
efectos que introduce el huésped en un hotel o posada y parecería que solo es a partir de la entrega en
custodia o dela ocupación de la habitación que se le asigne. En doctrina se estima que si el hotelero
tiene su propio vehículo en el cual se transportan los efectos al hotel, la responsabilidad nace desde el
instante, esto es, cubre el trayecto entre el lugar en que se abordó dicho vehículo y desde e luego, su
posterior introducción en el inmueble que sirve de hospedaje. Lo mismo se hablara cuando el huésped
se encuentra haciendo los trámites de su anotación en la administración. En este orden de ideas, la
duración de su responsabilidad no se limita a la del contrato principal, comprende la fase previa a su
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celebración, aunque este no llegue celebrarse y permite una vez concluido aquel, en tanto que las
operaciones de desalojo y traslado no se culmina.
Entonces, con lo que comentado, podemos concluir, y como menciona el código que, la
responsabilidad, será limita, obviamente, en tanto se refiere a los bienes que no son
entregados al hospedante, sino aquellos de uso corriente que lleva consigo el huésped, en
donde la norma hace referencia que la responsabilidad debe ser fijada por la autoridad
competente, sin embargo no hay más allá que esta mención.
La norma en análisis se refiere a aquellos bienes introducidos por el huésped, es decir sobre
los que son de uso corriente, por lo tanto esta en directa relación con el artículo 1719° del
Código Civil.
Asimismo, el presente artículo hace referencia a la declaración que debe ser solicitada por el
hospedante dentro de las veinticuatro horas, al huésped, sobre los bienes que el mismo
introducirá al establecimiento, cabe recalcar que existen dos momentos sobre el referente
artículo: la solicitud de la declaración y su verificación, en este caso, pueden concurrir ambos
o por separado, lo imperante es solicitar la declaración dentro del lapso planteado y su
verificación debe ser con los bienes a la vista, caso contrario el hospedante pierde el derecho,
entendemos se produce la caducidad del derecho; pero este no se pierde si tal solicitud se
formula en tiempo oportuno a pesar de que, reiteramos, la declaración y comprobación se
realicen vencido el plazo.
En concordancia con Castillo Freyre en “Tratado de los contratos típicos”, podemos afirmas
que la responsabilidad por la que tendrá que responder el hospedante será sobre aquellos
bienes que serán declarados y comprobados, sea por el huésped o por ambos, lo que también
le permite al hospedante con este artículo es la certeza de los bienes que ingresan a su
establecimiento.
Sin embargo, la norma no hace referencia, y como menciona Manuel Muro Roja, en
“Comentarios al Código Civil”, la norma no hace menciona sobre la negativa en que pueda
caer el huésped sobre mostrar los bienes que solicita declaración, por lo que no se puede
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afirmar la negligencia del hospedante; como también puede justificarse el huésped al expresar
los motivos por los que no puede mostrar los bienes que lleva consigo, al tratarse de paquetes
sellados destinados a terceras personas.
Con respecto a la negativa del hospedante de recibir en custodia los bienes que se le entregan
o de aquellos que se introduzcan en su establecimiento, Castillo Freyre en “Tratado de los
contratos típicos”, nos dice: “…obedece a razones propias de seguridad del propio huésped,
en la medida que si ello no fuese así, este último se encontraría en una situación de
incertidumbre con respecto a sus pertenencias; y, en tal supuesto, su estadía no revestiría las
comodidades del caso”.
Ahora, no hay posibilidad de negarse de la custodia, sea para los bienes referidos en el
artículo 1718, bienes entregados, y el 1719, bienes introducidos, ya sean a los bienes de
importante valor y “otros bienes”, y aquellos de uso corriente, por lo que ninguna clase de
bien se escapa de la responsabilidad del hospedante. Sin embargo, y lo más resaltante del
análisis del artículo referente son aquellos justos motivos, mismos que responden a dos:
a) El excesivo valor de los bienes en relación con la importancia del establecimiento;
refiriéndose a si el local cuente con instalaciones o zonas, que determinen el posible ingreso
de los bienes o la recepción en custodia de estos, lo que no signifique riesgos, pérdidas,
deterioro o sustracciones para los huéspedes.
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C.9. ARTÍCULO 1922°
Nos dice el maestro Arias Schreiber, Max en “Exegesis del Código Civil Peruano de 1984”:
“El grado de profesionalidad de los hospedantes y el carácter empresarial de su actividad
explican este precepto. Se trata de un caso de responsabilidad especial y distinta a la del
depósito común o voluntario”.
Por lo que el carácter empresarial, también recae sobre la base de una organización que
involucra el concurso de diversas personas con determinadas funciones y labores, que hacen
posible la prestación de un servicio adecuado en beneficio de los huéspedes y clientes en
general. Acerca de esto, podemos indicar que según las normas pertinentes nos dicen que el
hospedante puede operar como persona natural o negocio unipersonal sin constituir una
persona jurídica, o constituyendo una persona jurídica bajo cualquier modalidad societaria
permitida por la Ley General de Sociedades, Ley N° 26887 (sociedad anónima, sociedad
comercial de responsabilidad limitada, etc.) o como empresa individual de responsabilidad
limitada (D.L. N° 21621).
En estos casos, sobre quién responderá por la custodia de los bienes entregados o los
introducidos, en el supuesto en que se presente como persona jurídica, será irrelevante el
identificar al sujeto que realizó la falta porque en un contrato la contraparte directa sería el
hospedante; sin embargo cuando no sea persona jurídica, la responsabilidad de responder por
la falta u omisión será del hospedante y se extenderá a los familiares que trabajen con él y sus
dependientes, es decir, la norma encaja perfectamente en este supuesto.
Según Arias Schreiber, Max en “Exegesis del Código Civil Peruano de 1984”:
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Se ha estimado indispensable exigir de parte del huésped la denuncia al hospedante respecto
del daño que haya sufrido, una vez conocido éste y sin pérdida de tiempo, para que el
segundo éste en aptitud de tomar las medidas que considere pertinentes. Estas van desde las
más inmediatas (embargos, denuncia policial, etc.) hasta las mediatas.
Es por lo tanto la norma que permite poner en marcha el sistema de responsabilidad con la
que debe responder el hospedante descrito en los articulo anteriores referentes a los bienes
introducidos, es decir en el artículo 1719° y 1720° respectivamente.
Asimismo, es necesario indicar que no corresponde a una responsabilidad contractual
derivada del contrato principal, hospedaje, todo lo contrario es un derecho destinado a
satisfacer el interés del huésped ante la pérdida, sustracción o deterioro de los bienes,
esperando la medidas necesarias para su indemnización. Por otro lado, la diligencia del
huésped o el tiempo límite que debe durar esta serpa hasta antes de concluido el contrato, es
decir hasta el retiro del establecimiento.
Caso contrario, nos dice la norma, que el hospedante será librado de responsabilidad, salvo
este actúe con culpa inexcusable o dolo.
El artículo en análisis regula los bienes de uso corriente o los introducidos, artículos 1719° y
1720°. Este especifica dos situaciones en la que el hospedante no responde por la sustracción,
pérdida o deterioro de los bienes:
b) La naturaleza o vicio de los bienes del huésped.
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Lo que resulta lógico el excluir de responsabilidad al hospedante de cualquier consecuencia
que por falta de diligencia o circunstancias que no puede controlar, deba responder el
huésped. Asimismo, en concordancia con lo expresado el maestro Castillo Freyre, en
“Tratados de los contratos típicos”, manifiesta que es inútil esta norma y opta por su
derogación.
Para concluir, en palabras de Arias Schreiber, Max en “Exegesis del Código Civil Peruano de
1984”: “Este precepto está referido únicamente a la responsabilidad profesional del
hospedante… y lo libera cuando prueba que la sustracción, pérdida o deterioro, se origina por
culpa exclusiva del huésped o de quienes de alguna manera entren en el circuito del
hospedaje o si se deba a la naturaleza o vicios de las cosas introducidas”.
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C.13. ARTÍCULO 1726°
El maestro Arias Schreiber, Max. “Exegesis del Código Civil Peruano de 1984” nos dice:
En determinados establecimientos públicos el hospedante no solo proporciona habitación y
alimentos, sino también estacionamiento de vehículos y otros servicios similares. Partiendo
de esta realidad se ha incorporado este precepto, que es remisorio las obligaciones que debe
cumplir el hospedante frente a los huéspedes, pero en cuando sean aplicables.
Por lo tanto, la actividad que da origen a este apartado son los servicios que el hospedante
pueda brindar de estacionamiento, concurriendo con el resto de ellos, es decir el espacio
físico que destina a esta actividad, cabe precisar cuándo estará bajo responsabilidad del
hospedante, si será entendido como un bien introducido o entregado directamente. En este
orden de ideas, y citando a Jordano Fraga, citado por Arias Schreiber en “Exégesis del
Código Civil Peruano de 1984”, nos dice: “Por lo que se refiere a automóviles y vehículos, se
incluyen en la responsabilidad del hotel por custodia directa que son introducidos en garajes
vigilado o controlados por su personal, de propiedad o utilización exclusiva del hotel o
establecimiento hotelero, y en la responsabilidad por custodia indirecta siempre que los
vehículos se hallen en un lugar para ello acondicionado por el establecimiento para su
exclusivo uso. En cambio no hay responsabilidad del hotelero cuando se trate de garajes o
aparcamientos ajenos al mismo, indicados o recomendados”.
Con el artículo en mención podemos afirmar la flexibilidad de este último para la adaptación
a otros contratos, que no se refieren al contrato principal, hospedaje, sin embargo los
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servicios que se pueden prestar se asemejan a tal punto que lo pueden confundir como tal.
Como es el caso de las clínica, mismas que ante algún accidente de tráfico en donde la
persona que sea ingresada queda en coma por días, semanas e incluso meses, en estas se
prestarán servicios de albergue, alimentación, entre otro, semejantes al hospedaje, solo por
citar un ejemplo. Lo mismo podemos citar en cuando a centro de establecimientos
comerciales o espectáculos públicos, en donde nos albergaremos por cierto tiempo hasta
concluir la actividad pertinente,
Para el autor Arias Schreiber en “Exégesis del Código Civil Peruano de 1984”: “Se ha
considerado el caso de las denominados – lugares o cosas asimilados- que no son iguales a
los de los hoteles, posadas y análogos, pero en los que también pueden entregarse los bienes
en custodio o introducirse efectos de uso común”.
Entonces, como en los citados ejemplos y lo mismo sucede con las aeronaves o coches-cama.
Los lugares mencionados por la norma no están destinados a proporcionar hospedaje
propiamente dicho, no es su fin último, sino a través de ellos pueden ejecutarse ciertas
acciones que se derivan de otras relaciones contractuales.
Capítulo II
El contrato de juego y apuesta
XII. Concepto
El jugar o apostar es parte de las actividades cotidianas, lo que permite celebrar contratos con
el organizador del juego o de la apuesta o con la otra persona que participa de ahí provienen
los contratos de juegos y apuestas.
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El término juego proviene del latín iocus que significa broma o distracción, expresando la
idea de satisfacción, sin embargo el término ludus que significa diversión o pasatiempo se
asemeja mejor al sentido de la actividad y sobre todo a su traducción al castellano de este
término, en cambio el término apuesta proviene del latín apponere o adponere que significa
colocar o poner con inmediatividad a algo. [ CITATION Lui12 \l 10250 ]
Respecto al concepto, el Código Civil Peruano no realiza una distinción entre los términos
juego y apuesta pero la doctrina establece algunas diferencias entre el contrato de juego y el
contrato de apuestas, referente al primero algunos autores manifiestan que es aquel que con el
fin de distracción o de ganancias las dos parte se prometen una prestación bajo condiciones
opuestas, importando la habilidad o destreza del jugador y el contrato de apuesta es aquel,
que con el fin de robustecer una afirmación, las partes se prometen recíprocamente ciertas
prestaciones para el caso de ser verdad o no esa afirmación, importando el azar o la suerte del
jugador.[ CITATION Lui12 \l 10250 ]
De conformidad con lo estipulado en el Código Civil vigente no realiza una definición de los
juegos y apuestas pero si brinda una clasificación de esta, encontrándose los juegos
permitidos y prohibidos, cuyo nombre los explican por sí solos, pero también acoge los
juegos no autorizados, los cuales se encuentran en una zona neutral. Con lo manifestado en el
código específicamente en el artículo 1942 y conforme a lo manifestado por Arias- Schreiber
Exégesis acerca que un contrato de juego y apuesta es aquel contrato por cuya virtud se da
una prestación como resultado de un hecho incierto o realizado pero desconocido para las
parte, podemos entender que ese contrato se realiza en base de un hecho incierto o futuro o de
uno realizado pero desconocido quedando obligado a cumplir la prestación que se pactó en el
contrato la parte que perdió, al saber el resultado del hecho futuro o de haber tenido
conocimiento del hecho ya realizado
XIII. Caracteres
Teniendo en cuenta que los contratos no permitidos son contratos a fines de no celebrarse que
nuestra normativa no regula, las características generales se enfocan solo en aquellos
contratos que tienen como propósito su celebración, es decir que el código civil regula,
protege y no prohíbe, por ello los contratos de juegos y apuestas permitidos y los no
autorizados son los siguientes según Esther Algarra Prats:
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a) Autónomo
El contrato de juego y apuesta no depende de otra relación obligacional.
Es decir no es un contrato accesorio que requiere de uno principal
b) Prestaciones Recíprocas
Al momento de celebrar el contrato de juego y apuesta cada parte se obliga a
realizar una determinada prestación.
Pero a diferencia de los otros contratos presenta una particularidad que al
momento de resolverse la duda respecto del hecho futuro o desconocido sólo queda
obligado aquel que perdió desapareciendo la otra promesa de prestación.
c) Título oneroso
Se vincula a un interés económico. La causa lucrandi es importante para que
tenga relevancia regulatoria de lo contrario si solo sería vinculado a una
satisfacción emocional sería irrelevante para el derecho civil.
d) Consensual
Es necesario este carácter para la celebración del contrato ya que no exige
alguna formalidad para poder celebrarse.
e) Aleatorio
Al momento de su celebración es necesaria la presencia de un criterio sine qua
non que es la incertidumbre, la cual puede existir solo para una parte como en el
caso de la lotería o para ambas partes a lo que se denomina dualidad de alea.
f) Ejecución instantánea
Este contrato no se extiende en el tiempo como los contratos de duración.
El factor de instantaneidad se presenta una vez despejada la incertidumbre no
antes.
g) Condicional
El resultado final que va a permitir que una de las partes gane y la otra pierda va
a depender del evento aleatorio.
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XIV. Elementos del contrato
a) Sujetos
Los contratos de juegos y apuestas en términos genéricos presentan como sujetos a
aquellos que participan en la celebración del contrato a quienes se le denominan
jugadores.
Una vez resuelta la incertidumbre y dado a conocer el resultado las partes quedan
precisados ya no como jugadores sino como vencedor y como perdedor, sin
embargo en algunos contratos de juego y apuesta como en el caso de ciertos juegos
permitidos, por más que se resuelva la incertidumbre no se puede identificar con
claridad el vendedor y el perdedor como por ejemplo cuando se trata de empresas
que celebran este tipo de contratos sobre todo de las loterías, la empresa nunca
resulta perdedora ya que siempre obtiene un margen de ganancia independiente a
cualquier resultado.[ CITATION Est12 \l 10250 ]
b) Capacidad
En tanto a la capacidad de goce refiere que el contrato de juego y apuesta puede ser
celebrado tanto las personas naturales como las personas jurídicas pero existen
situaciones especiales como en los juegos permitidos, en los cuales el
ordenamiento determina para ciertos casos que solo pueden actuar como
organizador una persona jurídica, ejemplo en el caso de los casinos.
Además respecto a la capacidad de ejercicio depende de la clasificación de los
juegos permitidos ya que mientras en los hipódromos se permite a los menores de
edad participar y jugar en los casinos o establecimientos de bingos no se permite
ingresar a los menores de edad o a aquellos sujetos a interdicción civil y respecto a
los juegos no autorizados no existe la solutio retentio para aquel que resulte
ganador una vez resuelta la incertidumbre, es decir no cuenta con el derecho de
exigir el cumplimiento de la obligación al perdedor cuando este sea incapaz,
protegiéndolo de su inmadurez, inexperiencia o falta de capacidad de
discernimiento conforme al artículo 1943 del Código Civil y claro para los juegos
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prohibidos el ordenamiento no permite su celebración de ninguna forma. [ CITATION
Lui12 \l 10250 ]
c) Objeto de la prestación
XV. Clasificación
Se encuentra estipulado en el artículo 1942 del Código Civil vigente, en este tipo
de contratos de juegos permitidos el ganador vía judicial e le permite reclamar en
el caso de ser el ganador la prestación a la que se obligó el perdedor y se permite la
reducción judicial de la deuda a pedido del perdedor cuando se considere excesiva
en relación con la situación económica de él mismo, algunos tratadistas consideran
que la reducción judicial es una figura innecesaria debido a que a que la excesiva
onerosidad de la prestación obedece a un contrato el cual ha sido celebrado con el
consentimiento de la parte perdedora, por lo que no debe constituir un criterio
válido para la reducción de deuda ya que tal hecho era conocido por ambas partes y
permite estimular que personas con una situación económica baja se aprovechen de
esta situación para que minimizar sus deudas. Esta reducción judicial solo se da
para aquellos casos en los casos que ya se abonó la deuda porque en ese caso la
obligación se encontraría totalmente extinguida y como consecuencia no tendría
título para repetir el pago, es decir no aplica que a través de una demanda de
reducción de deuda se solicite su devolución parcial.
El perdedor no podrá eximirse de cumplir el pago de la obligación ya que el
ganador se encuentra protegido por la ley y tiene derecho para accionar por su
cobro, además el deudor que cancelo la deuda proveniente de un juego permitido
no tiene acción para demandar su devolución total ni parcial, por lo ya mencionado
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es difícil que extinguida la obligación pueda el criterio excesivo de la deuda en
relación de su baja situación económica y por ello solo puede ser invocada como
excepción. [ CITATION Lui12 \l 10250 ]
Los efectos que presenta este tipo de contratos que por lo general son aquellos que
se dan con más frecuencia en la vida cotidiana, se encuentran regulados en el
artículo 1943 del Código Civil vigente establece que aquel jugador que cancela una
deuda emanada de este tipo de contratos no tiene derecho de solicitar su repetición,
esto se debe a que el ganador presenta la solutio retentio salvo que se trate de un
incapaz o se haya incurrido al dolo para tener la condición de ganador.
Se dice que los contratos de juegos y apuestas no autorizados se encuentra una
posición intermedia sin que exista prohibición legal pero tampoco se encuentran
permitidos ni revestidos con todas las garantías hacia el ganador pero si concede a
una solución decorosa para el perdedor y satisfactoria para el vencedor.
Teniendo en claro esto es necesario mencionar que para los juegos y apuestas no
autorizados no se le permite al ganador exigir vía judicial el cumplimiento de la
obligación por parte del perdedor, pero nada le impide al perdedor por un acto de
moralidad el cumplimiento de esta, en este caso ya no podría exigir su repetición
siempre y cuando haya sido realizado por el perdedor de forma voluntaria, en caso
de no contar con este criterio sería un acto anulable por incurrir a dolo, violencia o
intimidación.
Por ello en consideración de lo mencionado anteriormente es conveniente
identificar que si se extiende el derecho de repetición cuando el sujeto que ha
celebrado este tipo de contratos sea un incapaz no se ha establecido si es necesario
que sea una incapacidad absoluta por lo que también se aplica a un incapaz
relativo, lo cual es considerado por varios doctrinarios como una deficiencia del
código que deberá ser corregido en el futuro con alguna modificatoria al artículo.
[ CITATION Lui12 \l 10250 ]
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El artículo 1944 del Código civil determina que por mandato expreso de la ley este
tipo de contratos incurre a la nulidad por lo que no tiene acción de exigir el pago
aquel que resulte ganador y si tiene derecho de repetición aquel que haya
cancelado la deuda ya que presenta una prohibición legal que se ha fundado en un
orden moral, religioso y sobre todo en no alimentar una práctica que atenta contra
la ética de trabajo y promueven una injusta disposición de riqueza personal
eliminando la solidaridad entre las personas y fomentan la corrupción de las
entidades estatales.
En el caso de la repetición no es necesario recurrir a los tribunales que declare la
nulidad ya que si el perdedor entregó al ganador dinero o especies y no se le
devuelven, el perdedor podrá interponer una acción restitutoria o una
indemnización en el caso de ser imposible una restitución, como por ejemplo en el
caso de que el perdedor cumpla cancelando una obligación de hacer o de no hacer.
[ CITATION Lui12 \l 10250 ]
Aunque en la práctica estos juegos y apuestas prohibidas se siguen dando sobre
todo por ambulantes y muchas veces tienen que aplicar sanciones y se tiene que
incurrir a decomisar e material que permite este tipo de contratos.
Por su parte Max Arias Schreiber opina que, Mediante este dispositivo se protege la
finalidad ética perseguida en los juegos y apuestas no autorizados (artículo 1943) y
prohibido (artículo 1944), de modo tal que no tendrán valor aquellos actos que resulten
disfrazados y dependientes. Se evita así el fraude de la ley, impidiendo una apariencia
que no constituye un hecho nuevo, que carece de autonomía y se pone por lo tanto
atajo a legitimar por la vía indirecta, lo que la ley no permite directamente. (Carlos
Cárdenas Quirós, 1996).
Es decir que el artículo bajo comentario se refiere a la novación, el otorgamiento de
garantía para el pago y cualquier otro acto jurídico que signifique el reconocimiento de
un resultado desprendido de juego y apuesta no autorizados o prohibidos, como serían
la promesa, confirmación, compensación, transacción y análogos.
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En su parte final, el precepto bajo comentario pone a salvo el derecho del tercero de
buena fe, quien por razones de velocidad en la circulación y de seguridad en la
transmisión de esta clase de documentos es ajeno a su origen y por lo tanto la invalidez
no le alcanza.
Desde luego, nada impide que quien pagó al tercero de buena fe tenga expedito su
derecho para repetir contra el que recibió y negoció originalmente el título de crédito.
No existe, en nuestro Código, una disposición que lo señale expresamente como
sucede en el Código Civil de la República del Paraguay, promulgado el 23 de
diciembre de 1985, pero ese derecho emana de la naturaleza de las cosas.
Existirá acción a favor de quien paga con la aceptación expresa o tácita del perdedor,
actuando como un gestor que a sabiendas ha servido de intermediario y no tiene por
qué empobrecerse.
Dentro del mismo criterio, esto es, legislando sobre el juego y apuesta no autorizados
de un modo menos severo que los prohibidos, la parte final del artículo dispone que
quien paga sin autorización del perdedor y recibe de éste la cancelación de lo que
abone, goza de la solutio retentio y no está obligado a su restitución.
Los juegos y apuestas en los que suele tomar parte un gran número de personas
pueden ser divididos en dos categorías: una formada por una serie de contratos
bilaterales entre el organizador del juego y cada uno de los participantes en el mismo,
y otra en la que todos los jugadores crean un único contrato plurilateral, ejercitando el
organizador únicamente una función de intermediario. Esta división facilita el análisis
de los diferentes tipos de relaciones que se dan entre los participantes en estos juegos
o apuestas, y funciona aún en los casos en los que éstos no se organizan
profesionalmente".[ CITATION Con84 \l 10250 ]
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XVIII.1los juegos y apuestas que de alguna manera se han vinculado o están sujetos a
lo dispuesto por el artículo 1947 del Código Civil.
a) La lotería:
b) Casino:
Con su regulación, la norma tiene por objetivo, Garantizar que los juegos de
casino y máquinas tragamonedas sean conducidos con honestidad,
transparencia y trato igualitario.
Establecer medidas de protección para los grupos vulnerables de la población y
evitar que la explotación de los juegos de casino y de máquinas tragamonedas
sea empleada para propósitos ilícitos.
c) Bingo:
Existe una característica propia del juego de bingo y es que el acceso a la sala
está sujeto a la adquisición de un boleto de entrada, sin perjuicio de la
exhibición de un documento de identidad.
En el bingo están prohibidos los premios en especie y los pagos se harán en
efectivo o, a solicitud del ganador y por su seguridad, en cheque bancario
girado contra la cuenta de la entidad organizadora del juego.
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realiza, lo que permite lograr un desarrollo mental sumamente
avanzado. Se trata, probablemente, del más importante juego de mesa y
ha permitido la creación de escuelas y la aparición de grandes maestros,
compitiendo en torneos con muy alto rendimiento económico.
ii. Las damas chinas es un invento chino que tuvo muchos adeptos en los
Estados Unidos de América en los años 30. Consiste en un tablero
impreso en forma de estrella y en cada una de sus puntas se coloca diez
piezas. El juego consiste en llevarlas a la punta opuesta. Pueden saltarse
las piezas propias y las de los jugadores contrarios.
iii. El dominó fue inventado en la China hace más de 3000 años y consta
de 28 fichas rectangulares marcadas con puntos del 0 al 10. Cada
participante cuenta con 7 fichas y el primero lanza una, y a partir de ese
momento los jugadores colocan la pieza cuyo número coincida con la
que está sobre la mesa. En este juego participan cuatro personas
formando dos parejas, a diferencia del ajedrez, en el que sólo
intervienen dos.
iv. El monopolio ha sido el juego más popular del siglo XX. Creado en
1934, consiste en que los jugadores que varían entre 2 y 8, traten de
adquirir la mayor cantidad de propiedades posibles, a fin de desbancar a
los demás, quedándose como dueño absoluto del capital y de las
propiedades.
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vi. La jenga es un juego que combina el equilibrio con la destreza y
consiste en sacar piezas de una torre formada por trozos de madera de
un mismo tamaño y colocarlas en la parte superior, pero evitando que la
torre se caiga.
xi. El juego de mesa de acción y bolsa es hoy en día el amo de las finanzas.
Todos los jugadores inician la partida con igual cantidad de dinero. Hay
que comprar acciones al más bajo precio posible y venderlas al más
alto. Se deben adquirir acciones hasta en 16 empresas y decidir la venta
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de sus títulos en el momento exacto, antes de que la pizarra de
cotización indique la quiebra de una de ellas.
xiii. El juego "nadie sabe para quién trabaja" es otro de los más utilizados en
la sociedad. Tiene numerosas reglas, conforme a las cuales se van
obteniendo puntajes, resultando vencedor el que obtenga el mayor
puntaje una vez agotado el mazo. Se juega entre 2 y 4 personas.
Del contenido del artículo 1948 se desprende que la ley civil está remitida a las normas
administrativas y en este orden de ideas son aplicables el Decreto Supremo N° 90 de 14 de
octubre de 1963 y su modificatorio, el Decreto Supremo s/n de 6 de abril de 1964. De
conformidad con estos preceptos, las rifas, concursos y sorteos, así como las promociones
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de venta mediante canjes de envases o cualquier sistema análogo deberán contar con la
respectiva autorización de la Dirección General de Gobierno (actualmente Dirección
General del Interior), o de los prefectos o subprefectos, cuando se realizan fuera de Lima y
Callao, y en las solicitudes deberá constar el sistema, condiciones y requisitos según los
cuales se llevará a cabo el sorteo, rifa, concurso, propaganda comercial o venta a plazos
con premios. En estos decretos existen multas para la hipótesis de incumplimiento, que por
su monto deben ser objeto de actualización. [ CITATION Ari96 \l 10250 ]
La eventualidad es una condición contemplada en el artículo bajo comentario, pero hasta
donde llega nuestro conocimiento todas las rifas y concursos existentes tienen este carácter
y ninguno es permanente ni prefijado por ley.
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CONCLUSIONES
36
BIBLIOGRAFÍA
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grado de bachiller en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
5. Luis Alberto, H. C. (2012 ). el juego y la apuesta . Pucallpa .
6. Montero, A. S. (1996). Exégesis, tomos I y II actualizados. Lima: Gaceta Jurídica
Editores.
7. Prats, E. A. (2012 ). el contrato de juego y apuesta .
37