Nadarín (Leo Lionni)

En un rincón perdido del mar vivía feliz con banco de

pececillos. Eran todos rojos solo uno de ellos, era tan
negro como la concha de un mejillón. Nadaba más rápido
que sus hermanos y hermanas se llamaba Nadarín.

Un mal día apareció entre las olas un atún, fiero y

hambriento era demasiado tarde. No había rocas ni olas
donde poder esconderse.

De un bocado se devoró todos los pececillos rojos no quedo ni uno. Y

entonces cuando estuvo lleno nada lejos, tranquilo como si nada hubiese
pasado…. solo Nadarín consiguió escapar de aquel caos nado rápido huyendo
hacia las profundidades.

Estaba asustado solo y muy triste…. Entonces las cosas comenzaron a

cambiar. Vio una medusa color arcoíris.

Los mares estaban llenos de hermosas criaturas y nadando entre tantas

maravillas Nadarín volvió a ser feliz.

Cógeme, cógeme si puedes, decía Nadarín, cógeme. Un calamar cruzó el mar

y de pronto se hizo de noche. Nadarín descubrió un bosque de algas y crecían
sobre rocas de caramelo.

Extraños peces tirados por un hilo invisible y anémonas que parecían palmeras
de colores mecidas por el viento.

¡¡Y que era eso!! Una anguila tan larga tan larga, que casi se olvidaba de que
tenía cola. Había muchos colores en el mar, peces brillantes lucían en la
oscuridad

El mundo estaba lleno de maravillas y Nadarín era feliz de nuevo.

Entonces ocultos entre las sombras de las rocas y las algas descubrió un banco
de pececillos. Eran iguales que sus hermanos y sus hermanas.

¡Vamos a jugar a nadar y a ver cosas ! -dijo lleno de alegría.

No podemos, le respondió un pececillo rojo el gran pez nos comería. Pero no
podéis quedaros ahí para siempre, dijo nadarín.

Tenemos que pensar algo… pensó en esto y pensó en lo otro

Y después algo más…. de pronto, dijo ya lo tengo!!!

Nadaremos juntos como si fuésemos el pez más grande del mar. Cada uno en
su lugar.

Cuando habían aprendido a nadar como si fuesen un gran pez, Nadarín dijo yo
seré el ojo y así nadaron en el agua fresca de la mañana bajo el sol del
mediodía.