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Después de la lectura

Comprensión de textos escritos

Cuento fantástico
La nariz que huye

u
     na mañana, un señor que vivía delante del
embarcadero, se levantó y al mirarse al
espejo gritó:
—¡Socorro! ¡Mi nariz!

En medio de su cara no había ninguna nariz y en su


sitio quedaba un espacio vacío.
Al señor no le quedó más
remedio que bajar a la calle y
perseguir a la fugitiva. Mientras sostenía un
pañuelo delante de su cara como si estuviese
resfriado, la nariz corría hacia el lago.
Desgraciadamente, llegó solo a ver cómo
zarpaba el barco. Este se echó valientemente al
agua para alcanzarlo, mientras los pasajeros y
turistas gritaban: «¡Ánimo, ánimo!»
—Espere al otro barco —le gritó un
marinero al señor—, ¡hay uno cada media hora!
El señor, descorazonado, estaba regresando
a la orilla cuando vio a su nariz que,
sobre un pañuelo extendido en el agua,
navegaba a poca velocidad.
—¿No has subido al barco? ¿Todo ha sido
una broma? —preguntó el señor.
La nariz miraba fijamente y no se dignó a volverse.
—¿Pero a dónde vas? —preguntó el señor.
La nariz no le respondió y su dueño se resignó a regresar.

Días después, un pescador se encontró con la fugitiva nariz, la cual


había naufragado en medio del lago; se le ocurrió llevarla al mercado.
La empleada de aquel señor había ido al mercado para comprar
pescado, entonces vio la nariz, expuesta entre las merluzas.
—¡Pero si es la nariz de mi señor! —exclamó asustada—. Démela
enseguida, que voy a llevársela.
—Yo no sé de quién es —dijo el pescador—, pero la he pescado
y la vendo.
—¿A cuánto?
—A peso de oro. No es un pez corriente, sino una nariz.
La empleada corrió a informar a su señor.
—Dale lo que pida. ¡Quiero mi nariz!
La trabajadora del hogar calculó que necesitaba un montón de dinero,
porque la nariz era de las grandes. Para reunir una gran suma de dinero
tuvo que vender sus aros.
Compró la nariz y se la llevó a casa. Esta se dejó llevar tranquilamente y
no se rebeló cuando su dueño la acogió entre sus manos temblorosas.
—¿Por qué arrancaste? ¿Qué te hice?
La nariz lo miró de reojo y dijo:
—Oye, no te metas nunca más los dedos en la nariz. O, por lo
menos, córtate las uñas.

Gianni Rodari
(adaptación)
1. Lee las preguntas y marca la alternativa correcta.

A. ¿Qué sucedió cuando el señor se miró al espejo?

a. Vio que tenía un aspecto extraño.


b. Gritó porque no tenía su nariz.
c. Se sintió tranquilo al verse.

B. ¿Quién encontró la nariz del señor en el mercado?

pescador niña empleada


a b c

2. Enumera la secuencia de los hechos del texto leído.

Llegó solo a ver cómo zarpaba el barco. Este se echó


valientemente al agua para alcanzarlo.
Un señor se levantó y al mirarse al espejo gritó:
—¡Socorro! ¡Mi nariz!
El señor estaba regresando a la orilla cuando vio a su
nariz que navegaba a poca velocidad.
Al señor no le quedó más remedio que bajar a la calle y
perseguir a la fugitiva.

3. ¿Qué otro título le colocarías al cuento leído? Escribe y explica.


4. Según la expresión, ¿qué sinónimo puede reemplazar a la
palabra fugitiva? Marca.

Al señor no le quedó más remedio que bajar a la


calle y perseguir a la fugitiva.

ocurrente traviesa huidiza


a b c

5. Identifica en las alternativas el término que no guarda relación


con la palabra resaltada. Colorea.

La empleada de aquel señor había ido al mercado para


comprar pescado.

merluza pulpo sardina


a b c

6. Completa el siguiente esquema, teniendo en cuenta el texto


leído.
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La nariz que
huye

Nudo Desenlace

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