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Brasil es el centro de origen de muchas especies de la familia Passifloraceae, incluida la parchita maracuyá. La primera descripción del género Passiflora fue en 1569 con P. incarnata. Conocida como fruta de la pasión, tiene diversos nombres según la región, como maracuyá en Brasil y golden passion fruit en Australia. El nombre de la familia se refiere a la pasión de Cristo, ya que la anatomía de la planta se relaciona con la crucifixión.
Brasil es el centro de origen de muchas especies de la familia Passifloraceae, incluida la parchita maracuyá. La primera descripción del género Passiflora fue en 1569 con P. incarnata. Conocida como fruta de la pasión, tiene diversos nombres según la región, como maracuyá en Brasil y golden passion fruit en Australia. El nombre de la familia se refiere a la pasión de Cristo, ya que la anatomía de la planta se relaciona con la crucifixión.
Brasil es el centro de origen de muchas especies de la familia Passifloraceae, incluida la parchita maracuyá. La primera descripción del género Passiflora fue en 1569 con P. incarnata. Conocida como fruta de la pasión, tiene diversos nombres según la región, como maracuyá en Brasil y golden passion fruit en Australia. El nombre de la familia se refiere a la pasión de Cristo, ya que la anatomía de la planta se relaciona con la crucifixión.
Brasil, resulta ser el centro de origen de importante número de especies de la
familia Passifloraceae; entre ellas Passiflora edulis f. favicarpa (parchita
maracuyá o maracuyá amarilla) su principal representante. Pero, ¿cuál es la historia detrás del género Passiflora L.? Pues la primera descripción del género fue realizada en 1569, con la especie Passiflora incarnata L. conocida vulgarmente como Granadilla. Esa planta fue enviada al papa Paulo V quien mandó cultivarla en Roma, informando que ella representaba una revelación divina. Conocida como fruta de la pasión, toma diversos nombres según el idioma o la región o país donde se cultiva. En Venezuela, Puerto Rico y varios países de Centroamérica parchita, en República Dominicana chinola, en Panamá guate, en España parchita maracuyá, en Francia couzou, passiflore, barbadine y grenadille, en Hawaii lilikoi, en Portugal y Brasil maracujá, en Australia golden passion fruit, en África del sur yellow granadilla y en países angloparlantes yellow passion fruit. El nombre de la familia quiere decir fruta de la pasión o pasionaria, no por ser afrodisíaca o tener alguna propiedad relacionada con ello, sino por la relación que los misioneros españoles llegados del Nuevo Mundo establecieron entre la crucifixión de Jesucristo con la anatomía de la planta: los tres pistilos representan los clavos; los cinco estambres, las heridas; los filamentos, la corona de espinas; los cinco pétalos y cinco sépalos, los 10 apóstoles presentes en el martirio; los zarcillos axilares, los látigos y el fruto, el mundo a redimir. ¿Sabías que?… La designación como la flor de las cinco llagas, flor passionis o flor de la pasión, ¿tiene en realidad un origen religioso? En Brasil, centro de origen de la parchita maracuyá, los indígenas la nombraron "maraú-ya", que proviene de fruto "marahu", que a su vez viene de "ma-râ-ú" que significa "cosa que se come de sorbo", por lo que la unión de las dos palabras significa "fruto que se come de un sorbo"; al conocerla los colonizadores, la palabra se degeneró en la hoy conocida: maracuyá (Schwentesius-Ríndermann et al., 1997). Por su parte varios autores afirman que proviene de la voz aborigen “Mara-Cuiá” que significa “comida preparada en totuma” (por Crescentia cujete) o “comida preparada en cuiá” (vaso). Asimismo, se ha reportado que el primer país en producir de manera comercial la parchita maracuyá fue Australia en la década de 1930, unos 70 años después de ser introducida en ese país, que además nunca ha participado de manera importante en el mercado mundial de la fruta o del jugo. Maracuyá…una leyenda Guaraní: Cuenta la leyenda que un sacerdote llegado a las misiones del nordeste argentino con el propósito de predicar las enseñanzas del Divino Maestro, cruzaba todos los días la selva en busca de indios para convertir. Cierta vez al cruzar una picada, oyó el angustioso lamento de una niña que, perseguida por un yaguareté, se había refugiado en las ramas de un débil árbol. Hacia allí se dirigió resueltamente el misionero, atrayendo sobre sí la furia del yaguareté, mientras gritaba a la desolada criatura que huyera velozmente para salvarse. Mientras tanto la fiera, dejando una presa por otra, se abalanzó sobre el sacerdote, y con zarpazos terribles y potentes destrozó su vida. La sangre regó el blando suelo, sobre el que al poco tiempo nació una planta, el mburucuyá o pasionaria, cuya flor recuerda al mundo la belleza de sufrir por el bien de los demás.