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Historia de La Musica Occidental PDF
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Antigüedad
Introducción
Es posible que 50.000 años atrás, los Neandertales de lo que hoy en día es Eslovenia
hayan creado instrumentos de viento hechos de los huesos del muslo de un oso. El
instrumento más antiguo del cual tenemos conocimiento data de alrededor de 34.000
años a.C., y fue encontrado en Francia sur-occidental (un tipo de flauta hecho de los
huesos de las alas de un buitre). Las civilizaciones antiguas de Egipto y Sumeria
también dejaron imágenes de gente con instrumentos en rituales religiosos (4000 y
3000 a.C.) e inscripciones con signos que algunos científicos como Curt Sachs han
asociado con las manifestaciones más remotas de la notación musical. Aunque no es
comúnmente aceptada, la teoría de Sachs defiende el hecho de que algunos signos de
una tablilla sumeria que data del 800 a.C. podrían constituir referencias sonoras para
el texto. El sistema propuesto por esta hipótesis se conoce como escritura
cuneiforme.
Otras teorías sustentan que los primeros sistemas de notación musical se remontan a
fuentes arameas de las Sagradas Escrituras, en las cuales se puede reconocer
inflecciones sobre segmentos de recitación similares a los de la tradición islámica en
el Corán. Este sistema antiguo, en el cual los textos vienen acompañados de
indicadores para la acentuación del texto se conoce como notación ecfonética. Por
fuentes escritas se sabe también que los salmos y los himnos referenciados en el
Antiguo Testamento se cantaban al unísono, sea por antífona (alternación de dos
coros) o de forma responsorial (alternación de solista y coro).
Grecia Antigua
Las melodías se organizaban según uno de varios tonoi (tonos), cuyos nombres
corresponden a nombres de grupos étnicos y regiones griegas: Dórico, Jónico, Frigio,
Lidio, Eólico. Los modos eclesiásticos medievales usan estos nombres pero no
corresponden a las mismas notas ni estructuras.
Una de las piezas que han sobrevivido es el Epitafio de Seikilos, así llamado porque
aparece sobre la inscripción de una tumba:
Uno de los más grandes legados de la música antigua es la dicotomía entre teoría y
práctica musical. Pitágoras y sus seguidores representan la aproximación más
temprana de teoría. En la antigüedad, las personas libres practicaban las 7 artes
liberales, que se distribuían así:
Trivium: gramática, retórica y dialéctica – artes de la persuasión, expresión y
lenguaje.
Quadrivium: aritmética, geometría, astronomía y música – la música se consideraba
un arte de medidas.
Con respecto a los instrumentos musicales de la época, cabe destacar al aulos de los
griegos, un aerófono de lengüeta sencilla o a veces doble que solía tocarse en parejas.
El aulos se utilizaba en el culto de Dionisio, mientras que el del dios Apolo se
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celebraba con la lira, cordófono de 5 a 7 cuerdas. La lira y la kithara (lira de mayor
tamaño) eran utilizadas en ceremonias religiosas y para acompañar cantos épicos.
En 146 a.C., Grecia pasó a ser una provincia romana, y su música muy probablemente
remplazó la de los mismos romanos (etrusca o itálica). No existen fuentes que
permitan tener un conocimiento profundo sobre la música en Roma, pero se sabe que
tenían su versión del aulos conocida como tibia e interpretada por los tibicines,
además de la tuba (trompeta recta de metal), el cornu (trompeta circular en forma de
G y la buccina (cornu de menor tamaño). Entre las pocas fuentes que dan referencias
con relación a la música cabe destacar los escritos de Cicerón y Quintiliano. Sin
embargo, gran parte de la música y de otras disciplinas en Roma fue una adaptación
de lo que ingresaba desde Grecia y del mundo helénico.
La Era Medieval
Entre la caída del Imperio Romano en 476 D.C. y los inicios del Renacimiento en el
siglo XV, el medioevo es considerado una época de oscuridad entre dos eras de luz,
correspondientes a la Antigüedad clásica y al Renacimiento. La caída del Imperio
Romano había generado una inestabilidad política en Europa, y pronto se generaría
además una reducción del contacto entre Europa occidental y el mundo mediterráneo
debido a la conquista de los árabes sobre África del Norte y España.
Tras el colapso de Roma, nuevas entidades políticas aparecen como fue el caso de
Carlomagno, rey de los Francos. Se alió con el papado y en el año 800 fue coronado
soberano del imperio romano por el papa León III. Buscó estandardizar la adoración
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cristiana, lo cual tuvo consecuencias en el desarrollo de la música sacra. Sin embargo,
al final del siglo 9 su dominio se había dividido en el Reino de Francia, el de Italia y
el reino Franco Oriental. La creación de ducados, principados y reinos generó una
gran variedad de manifestaciones musicales, pues la música de las cortes llegaba
incluso a competir con la de las iglesias.
Con respecto a la tecnología, el siglo XII vio la aparición de la brújula y los molinos
de viento, y el XIII vio la producción de papel en cantidades, el cual ya había sido
común en el mundo árabe por varios siglos. A finales del siglo XI, la prosperidad fue
contrarrestada por el deseo de reclamar la Tierra Santa del dominio musulmán, así
origen a las primeras Cruzadas. Una de las ventajas que involuntariamente resultaron
de las Cruzadas fue entrar en contacto con el mundo islámico, que desde hace siglos
venía cultivando áreas como la filosofía, astronomía, álgebra y medicina.
El logro artístico y tecnológico más notable del medioevo fue la arquitectura gótica,
que remplazó el estilo romanesco. Las catedrales de Notre Dame de París y la de
Chartres comenzaron a ser construidas en el siglo XII. Pintores como Giotto y
Giovanni Pisano (XIV) y poetas como Dante Alighieri, Giovanni Bocaccio y
Geoeffry Chuaucer (literatura vernácula, XIV) son vistos como heraldos del
Renacimiento.
El siglo XII vio también el surgimiento de las grandes universidades, como la de París
(que contaba con figuras como Santo Tomás de Aquino en el profesorado) y la de
Bolonia. En 1300 había ya 23 universidades en Europa, incluyendo Oxford y
Cambridge en Inglaterra. La corriente de enseñanza que dominaba era la escolástica
(combinación entre razón y fe), y las autoridades establecidas de estudio eran
Aristóteles y San Agustín. La música teórica (siguiendo a Pitágoras) era un objeto
importante de estudio, pero no la práctica, y fueron justamente los postulados de
Pitágoras los que se conservaron en la mentalidad de la época gracias a Manlius
Severinus Boethius (480-524), el teórico más importante del Medioevo. Sus escritos,
sin embargo, permanecieron desconocidos hasta el siglo IX.
Canto llano
La liturgia variaba mucho de un lugar a otro durante los primeros 600 años del
cristianismo. En el siglo VII, se habían establecido algunos ritos en el oeste, como el
romano, el ambrosiano (norte de Italia), el gálico (Francia y Alemania), y el mozárabe
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o visigodo (Iberia). El papado impulsó la estandardización de los cantos litúrgicos con
el establecimiento del rito romano. En el IX, emergió la leyenda de que el Papa
Gregorio I (San Gregorio el Grande) había compuesto cantos por inspiración del
espíritu santo. Sin embargo, no se sabe con certeza si gran parte de la difusión de
estos cantos estuvo a cargo de él, o de Gregorio II, quien reinó de 715 a 731. Según la
leyenda, el espíritu santo susurró al oído del papa el corpus de canto llano,
presentándose en forma de paloma.
Fue Carlomagno quien consolidó el proyecto de forjar una liturgia romana estándar en
occidente. Se sabe que Carlomagno también estableció escuelas de canto, entre las
cuales las más importantes fueron la de Metz (Francia) y la de St. Gall (Suiza). Según
los primeros manuscritos, que datan de principios del siglo X, Carlomagno tuvo éxito
en su intento de unificar el corpus de la música litúrgica en su reino. Es importante,
entonces, resaltar el valor que figuras como Carlomagno reconocían en la música. Sin
embargo, la música fue percibida de maneras muy distintas a lo largo del Medioevo.
Figuras como la de San Basilio, por ejemplo, consideraban que todo aquello que entra
a la mente con placer queda grabado más fácilmente, pero en opiniones como la de
San Agustín, por el contrario, se creía que la música podía realzar el espíritu, pero
también seducir a los oyentes alejándolos del verdadero mensaje divino.
Función litúrgica
Las dos formas principales de adoración litúrgica eran el Oficio Divino (serie de
servicios a horas específicas del día) y la Misa (conmemoración a la última cena de
Cristo con sus discípulos). El lenguaje era el latín.
Los segmentos más relevantes para el uso de la música son los maitines, laudes y
vísperas. Las vísperas incluyen el canto Magnificat anima mea Dominum (Mi
alma magnifica al Señor). Un rasgo distintivo de las completas es el canto de las
antífonas marianas como el Salve Regina que se canta desde el domingo de
Trinidad hasta Adviento.
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de un domingo especial o de días de fiesta en el caso de una misa propia. La
misa medieval estaba conformada por los siguientes segmentos. Esta liturgia
fue modificada en la década de 1960 por el concilio Vaticano II:
En el oficio divino los salmos eran recitados silábicamente, precedidos y seguidos por
una antífona más elaboradas y relativamente breves. Los himnos (de textos que no
vienen de las escrituras) tendían a ser silábicos también.
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Modo
Melodía y solmización
Ut es una nota movible, pero con el tiempo se convirtió un sistema de notas fijo en
ciertas lenguas como el francés y el español. La serie completa de 7 hexacordios
interconectados se conoce como el gamut. Se llama hexacordio duro (hexachordum
durum) aquél que tiene un si natural, hexacordio blando (hexachordum molle) el que
tiene un si bemol y hexacordio natural el que no tiene si.
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como música. Si se trata de un jubilus, es decir del melisma sobre la última sílaba del
Alleluia, la adición de un texto silábico sobre dicho melisma se conoce, en palabras
de Notker Balbulus (c. 840-912) – pionero en este procedimiento –, como secuencia.
Nació en una familia noble de lo que hoy es Alemania occidental, entró a un convento
benedictino a la edad de siete años. Fue la primera mujer que recibió permiso del papa
para escribir sobre teología. Se dice que Hildegard fue acusada de permitir el entierro
de una persona excomulgada en el cementerio de su convento, y como penitencia las
monjas del claustro no podían cantar el oficio divino, sino solamente recitarlo.
Hildegard escribió una carta de protesta que convenció a las autoridades eclesiásticas
de levantar el castigo.
La notación del canto llano se basa en signos conocidos como neumas (del griego
pneuma = gesto), que indican la nota o grupo de notas de una melodía. Los neumas de
distintas regiones europeas tenían ciertas semejanzas en el repertorio medieval escrito,
como se puede notar en fuentes manuscritas procedentes de la abadía suiza de San
Gall, de Aquitania (sur de Francia) y del monasterio de Metz (norte de Francia). Los
primeros neumas muestran simplemente indicaciones de movimiento para
comprender el contorno melódico, pero carecen de líneas que especifiquen la nota con
precisión. Este tipo de escritura se conoce como notación quironómica, quironimia,
adiastemática o in campo aperto:
Notación
Adiastemática:
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Alrededor del siglo XI se comenzó a utilizar una línea para poner los neumas arriba o
debajo de ella, dando así origen a un sistema un poco más preciso llamado notación
diastemática – en principio trazando una línea con la punta seca de una pluma,
aunque posteriormente se generalizaría el uso de la tinta para una referencia más
visible de la diastemacía:
Notación
Diastemática
Los manuscritos del canto llano medieval circularon por toda Europa por muchos
siglos, pero la tarea de Dom Joseph Pothier y Dom André Mocquereau, monjes
benedictinos del siglo XIX, logró recopilar una gran colección de estos facsímiles
para su publicación en libros como Paléographie musicale y Liber usualis. Estas
fuentes se conocen como la notación de Solesmes, nombre correspondiente a la
abadía de estos monjes benedictinos:
Notación
tetagramática
Partiendo del tetragrama fomentado por Guido d’Arezzo, podemos reconocer los
siguientes símbolos característicos de la escritura medieval:
• Claves: una clave al principio de una de las líneas del tetragrama indica la
ubicación de la nota do o fa.
Clave de do Clave de fa
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• Notas aisladas: una nota aislada se representa con cualquiera de los siguientes
neumas. El bipunctum ha sido interpretado como una nota de larga duración, o
tal vez como una nota repetida dos veces consecutivas.
• Neumas que representan dos notas: el símbolo clivis representa dos notas
descendentes (leídas de arriba hacia abajo), mientras el síbolo podatus
corresponde a dos notas ascendentes. Este tipo de símbolos que agrupan dos o
más notas se conocen como ligaduras.
Praepunctis Subpunctis
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sobre un neuma o ligadura que indica la prolongación de la(s) nota(s)
implicada(s):
Episema
Bemol Custos Mora horizontal
Monofonía secular
Latín
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Francia
Iberia
Se conserva poco del repertorio de “cantigas” de la península ibérica. Una fuente es
un ciclo de seis canciones de Martín Codax (XIII) y la otra corresponde a las 400
cántigas de Santa María, posiblemente escritas en parte por Alfonso el Sabio (rey de
Castilla León en el siglo XIII).
Alemania
En Alemania se popularizaron los minnesinger (minne = amor de la corte). Los más
famosos fueron Tannhäuser, Vogelweide y Eschenbach. Sus canciones hablaban de
caballería, alabanza a Dios y a mujeres de la corte, y tenían generalmente la forma
AAB.
Polifonía Medieval:
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Otra innovación fue la introducción de varias notas sobre una nota del canto llano, lo
cual resultó en el organum melismático, común en los manuscritos conservados en la
abadía de San Marcial de Limoges (Francia) y en la colección de Santiago de
Compostela (España). Ya que la voz más baja debía sostenerse mientras la adicional
cantaba los melismas, obtuvo la denominación de tenor, del latín tenere. Esta solía
ser la voz más baja hasta el siglo XV. La voz adicional de arriba pasó a llamarse
duplum.
Cada uno de los modos rítmicos corresponde a una métrica poética. Los compositores
usaron un sistema de ligaduras adoptados de la notación tradicional del canto llano.
Las ligaduras son neumas combinados en grupos de dos, tres o cuatro. Los
compositores mantenían un mismo modo rítmico en lugar de cambiar constantemente
dentro de una misma voz. Entre voces distintas, sin embargo, era común poner modos
rítmicos contrastantes a la vez. Los tenores, por ejemplo, usaban comúnmente el
quinto modo mientras la voz de arriba usaba el primero o el segundo.
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(quadruplum) para organa de fiestas significativas. Con el tiempo, se recopiló en el
siglo XII una colección con la polifonía del año litúrgico, la cual fue denominada
Magnus liber organi (el gran libro de organum).
Cláusula:
Motete:
Aunque las cláusulas consistían de unas pocas sílabas o palabras, existían algunas que
constituían un complejo musical que comenzaba y terminaba en el mismo modo. En
estos casos, lo único que le hacía falta a la cláusula para ser interpretada
independientemente era un texto.
En los siglos XII y XIII, comenzó la práctica de asignar un texto al duplum de una
cláusula existente, y de interpretar esta pieza fuera de la liturgia. Fue así como nació
el motete, cuyos textos estaban frecuentemente en lengua vernácula y no en latín. El
duplum con texto se denominó motetus. Los textos podían ser de carácter secular,
aunque se tratase de obras que previamente pertenecían al repertorio sacro.
Era posible asignar textos diferentes entre el tenor, el motetus y el triplum, etc.,
generando así un motete politextual típico de la segunda mitad del siglo XIII. Algunos
motetes eran incluso políglotas, con un motetus en latín y un triplum en francés.
También se veía motetes en los cuales el texto en latín era sacro mientras el vernáculo
era un poema de amor.
Conductus:
Notación mensural:
A mediados del siglo XIII, las ligaduras del sistema de notación ya no se acomodaban
a la gran variedad de patrones rítmicos de los nuevos motetes. Franco de Colonia fue
el primero en desarrollar los principios de la notación mesurada, que retenía rasgos de
las convenciones de los modos rítmicos, pero que asignaba un significado específico a
cada figura. Es por eso que la primera variedad de notación mesurada se conoce
como notación franconiana. Los valores de las notas eran la larga, la breve y la
semibreve. Cada nota podía dividirse en unidades más pequeñas de dos o tres. Las
divisiones triples se asociaban con la trinidad, y las dobles se consideraban
imperfectas. La unidad básica de medida era el tempos y estaba basado en la duración
de una breve.
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Alrededor de 1280, Petrus de Cruce (Pierre de la Croix), compositor francés, refinó
el sistema franconiano permitiendo más subdivisiones de la breve. El pulso básico,
pasó de la breve a la semibreve. La notación petroniana permitía hasta nueve
semibreves dentro de la duración de una sola breve, e introdujo los valores de mínima
y semimínima. La mínima podía ser un tercio o mitad de la semibreve, pero la
semimínima sólo podía ser la mitad. Otro aporte petroniano fue el punctus divisionis,
un punto de división que separaba a aquellas notas que debían ser alteradas en su
valor rítmico.
º
Se cree que también que algunas piezas con formas vocales eran más bien destinadas
a ensambles instrumentales, como sucede con las clausulae del manuscrito de S.
Víctor, donde el texto aparece de manera incorrecta bajo los melismas del tenor, como
si se tratara de simples etiquetas a manera de guía. Se tiene conocimiento además de
los motetes instrumentales del Codex Bamberg, partituras escritas con dos partes
sobre un tenor sin texto.
Por otra parte, las danzas medievales constituyen una práctica fundamental en el uso
de instrumentos. La estampie, por ejemplo, se considera tanto una forma poética
como instrumental, como sucede con el famoso poema Kalenda Maya del trovador
Rambaut de Vaqueiras (1180 – 1207).
Las primeras piezas que los escribas medievales denominaron estampies aparecen en
el Chansonnier du Roi en notación mensural. Estas danzas se conocen como
estampies royales, y aparecen seguidas de otra titulada Dansse real y de dos danzas
sin texto. Datan de más allá del siglo XIII, son monofónicas y están formadas por
distintas secciones que se repiten llamadas puncta. Los puncta de una estampie no
son melodías enteramente diferentes.
El Codex Robertsbridge de 1325, por su parte, es una fuente inglesa que conserva la
primera música conocida para un instrumento de tecla. Incluye tres danzas y tres
transcripciones de motetes. En el siglo XIV se encuentra también una última
colección de danzas en un manuscrito italiano cuyas ocho primeras danzas aparecen
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encabezadas con la palabra istanpitta (Ghaetta, Chominciamento di gioa,
Isabella, Tre Fontane, Belicha, Parlamento, In pro y Principio di virtù), seguidas
de siete piezas que incluyen las denominaciones de saltarelli, trotto y dos tituladas
Lamento di Tristano y La Manfredina. A diferencia de las estampies francesas, las
istanpitte italianas incluyen puncta largos y complejos, lo cual nos hace pensar que
probablemente eran utilizadas para entretener a una audiencia, más que para la danza
en sí.
Hasta finales del siglo XIII, los estilos musicales de Europa no estaban muy
diferenciados entre una región y otra, pues los organa, motetes y conductus de París
habían sido difundidos e imitados en Inglaterra y el resto del continente. Sin embargo,
en el siglo XIV comienzan a surgir diferencias importantes. La poesía vernácula
comenzó a remplazar el latín y los compositores dejaron de ser anónimos.
Ars Nova o nuevo arte fue el término utilizado por los compositores franceses de la
época para describir sus creaciones. Los franceses de principios del siglo XIV
manifestaron su desacuerdo por seguir cultivando la música que consideraban ‘pasada
de moda’, refiriéndose a las prácticas del siglo precedente que entraban en la
categoría de Ars Antiqua (arte antigua). La música de esta nueva generación, recibió
el título de Ars Nova debido a un tratado musical atribuido al compositor y teórico
Philippe de Vitry (1291-1361). Se debe tener en cuenta, sin embargo, que son dos los
tratados que dan testimonio de dicha innovación en el siglo XIV:
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Ars Nove Musice (Arte de la nueva música) de Johannes de Muris.
Ars Nova (Nuevo arte) de Philippe de Vitry.
Es probable que el nombre de Philippe de Vitry tenga hasta ahora un mayor peso no
sólo por el gran reconocimiento que en su época tuvo como poeta y compositor, sino
también por el escaso conocimiento que se tiene de Johannes de Muris y de su
actividad como músico y compositor. De este último, se sabe que se dedicó
principalmente a estudios de matemáticas y astronomía. A pesar de la popularidad de
Philippe de Vitry, son pocas las obras de su autoría que se conservan. Investigadores
modernos le atribuyen catorce motetes, pero sólo cuatro de ellos se han confirmado
con certeza como obras suyas.
Los motetes de Pierre de la Croix, con grupos de dos a nueve semibreves, generaban
la necesidad de pensar en valores rítmicos más pequeños. Continuando con los
postulados de Franco de Colonia, Vitry aplicó las reglas de relaciones entre longas y
breves a las relaciones entre breves y semibreves, y entre semibreves y mínimas.
Asimismo, planteó la consolidación de compases binarios en igualdad con los
ternarios.
Modus:
En términos del siglo XIV, modus (modo) se aplica a la relación entre longas y
breves. Al igual que en los modos rítmicos del siglo XIII, si la longa equivale a tres
breves, se considera modo perfecto; si equivale a dos, modo imperfecto.
Tempus:
Prolación:
Debido al creciente uso de notas cortas, se comenzó a usar la breve como referencia
básica de los valores rítmicos, de tal manera que la mayoría de composiciones del
siglo XIV muestran un uso más consistente de breves, semibreves y mínimas; en otras
palabras, son mucho más comunes las relaciones de tiempo y prolación. Las relación
de modus quedan más bien subyugadas a las voces inferiores de los motetes del siglo
XIV. Además de las relaciones anteriores, Ars nova menciona el valor de la
seminímina. Es importante resaltar que este último no se considera perfecto o
imperfecto, pues siempre se tuvo en cuenta como una subdivisión binaria; en otras
palabras, una mínima sólo se subdivide en dos valores más pequeños, es decir dos
semimínimas.
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Ars nova es evidente en Le Roman de Fauvel, un número de obras escritas alrededor
de 1316, y de la cual sobreviven 12 manuscritos que incluyen composiciones
monofónicas y polifónicas (texto de Gervais de Bus). El motete Garrit galus / In nova
fert / Neuma se atribuye a Philippe de Vitry, quien menciona la obra en su tratado Ars
Nova. En esta obra se puede observar el principio de la isorritmia, es decir un patrón
que se repite al menos una vez tanto en el ritmo (talea) como en la melodía (color).
Philippe de Vitry no acostumbraba a asociar su nombre con su música, a diferencia de
compositores como Guillaume de Machaut que clasificaban cuidadosamente sus
composiciones.
Ars Subtilior:
El arte más sutil correspondiente a los compositores del final del siglo XIV, cuyo
estilo no veía a la música solamente como un arte de sonido, sino como un objeto de
contemplación que podía desafiar el intelecto además del alma. Uno de los
compositores destacados fue Baude Cordier, cuyo manuscrito del rondeau Tout par
compas muestra las notas sobre un pentagrama circular. Los manuscritos de Ars
subtilior incluyen innovaciones en la notación, tales como coloraciones especiales
para indicar síncopas (mitad rojo, mitad negro).
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Belle, bonne, sage – Baude Cordier Tout par compas – Baude Cordier
Renacimiento
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Boethius. D’Arezzo estableció una distinción entre el musicus (aquél que entiende la
teoría de la música) y el cantor (intérprete, de nivel algo superior al de una “bestia”).
El humanismo musical se vio reflejado en la escuela de Vittorino da Feltre, fundada
en 1424 en la corte de Mantua, donde se estudiaba el tratado de Boethius como un
texto clásico y no como fundamento para la nueva enseñanza musical. En esta época
comienzan a surgir fuentes que habían llegado a Occidente gracias a la inmigración
griega de la Antigüedad, entre los cuales cabe destacar los tratados de Baccius Senior,
Arístides Quintiliano, Claudio Ptolomeo, Euclides y Plutarco. Renacieron también los
textos de Platón y Aristóteles, y sus traducciones al latín. Uno de los eruditos que
tuvieron acceso a estas traducciones fue el músico Franchino Gaffurio (1451 –
1522), cuyos tratados fueron muy influyentes en la música de los siglos XV y XVI.
La lectura de los filósofos antiguos influenció la creencia de que la elección del modo
era la clave para penetrar en las emociones del oyente. Dos leyendas al respecto
corresponden a la historia de un joven violento que logró calmarse gracias a escuchar
un cambio de modos en la música de un flautista, según lo cuenta Pitágoras, y otra
historia corresponde a Alejandro Magno, quien cuenta que abandonó un banquete y se
armó para la lucha tras escuchar una melodía frigia.
El teórico suizo Heinrich Glareanus (1488 – 1563) añadió en 1547 la teoría de
cuatro modos adicionales a los ocho tradicionales. Esos modos serían el eólico e
hipoeólico (con el finalis en la) y el jónico e hipojónico (con el finalis en do). Esta
teoría aparece en su tratado Dodekachordon (La lira de las doce cuerdas). El libro de
instrucción más importante del siglo XV fue el Liber de arte contrapuncti (Libro
sobre el arte del contrapunto) de 1477, escrito por Johannes Tinctoris, en el cual se
crearon reglas para restringir el uso de disonancias a los tiempos no acentuados y a
pasajes sincopados.
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La principal antología de música inglesa de principios del siglo XV es el manuscrito
de Old Hall, que contiene composiciones que datan de 1370 a 1420,
aproximadamente. Las obras de distintos compositores de la primera mitad del siglo
XV fueron conocidas en la parte continental de Europa, y su influencia se encuentra
referenciada bajo la denominación de contentance angloise en una poesía francesa de
la época escrita por Martin Le Franc. Entre los compositores ingleses de mediados de
siglo cabe destacar, además de Dunstable, a Leonel Power, Walter Frye y John
Hothby. Otra forma de canción inglesa que surgió en el siglo XV fue el carol
(villancico), una danza cantada con partes a solo y corales, cuyo texto se basaba en
una poesía religiosa pero la música guardaba su carácter popular.
La influencia de la contenance angloise se vio reflejada principalmente en las
escuelas borgoñonas, es decir en los compositores procedentes del territorio que en la
actualidad corresponde a Holanda, Bélgica, el noroeste de Francia, Luxemburgo y la
Lorena. El compositor más representativo de la escuela borgoñona fue Guillaume
Dufay. Su estilo puede considerarse en general como una combinación de la suavidad
homofónica del fauxbourdon con una cierta libertad melódica y ocasionales puntos de
imitación.
Dufay nació alrededor de 1400 en Hainault (hoy Bélgica) y murió en 1474 en
Cambrai. Considerado el compositor líder de su época, Du Fay fue admirado tanto por
la cantidad como por la calidad de sus composiciones. Su estilo refleja la transición
entre el medioevo y el renacimiento en obras que incluyen motetes, antífonas en
fauxbourdon y canciones profanas o chansons. Fue el último compositor prominente
que contribuyó al repertorio de canto llano (en 1988 se descubrió una obra con canto
llano para la misa y oficio de un día de fiesta dedicado a la virgen en 1457).
La obra Nuper Rosarum Flores de Guillaume Du Fay revela un ejemplo interesante
de elementos tanto viejos como nuevos. El cantus firmus se deriva del canto Terribilis
est locus iste (este lugar es asombroso), el cual era empleado en ceremonias para la
dedicación de una nueva iglesia. Este motete se escribió para la consagración del
nuevo domo de la catedral de Florencia, el 25 de marzo de 1436, construido por
Filippo Brunelleschi. Es posible que la innovadora textura de canon a dos voces
represente la novedosa estructura de la catedral. Por otra parte, existe una relación
entre las proporciones generales de la obra y las de Templo de Jerusalén de Salomón.
Los teólogos consideran que este templo es una iglesia prototípica que sigue la
proporción 6:4:2:3, siendo 6 el largo total del edificio, 4 el largo de la nave, 2 el
ancho y 3 la altura. La catedral de Florencia sigue estas mismas proporciones y
también están presentes en la presentación del cantus firmus del motete, pues cada
vez que aparece el tema en el tenor, la duración de la primera nota refleja dichas
relaciones. La música está construida alrededor de armonías que hoy en día
llamaríamos “tríadas en posición fundamental”. A nivel melódico, aparece también un
patrón en el cual cada sección es una versión más ornamentada y elaborada que la
melodía anterior: estructura isomélica.
El estilo de Guillaume Dufay también se puede apreciar, en parte, en las misas
escritas por Johannes Ockeghem (1420 – 1497). En el caso de ambos compositores
se nota la preferencia por una textura donde las cuatro voces tienen un carácter
similar, con líneas contrapuntísticas. Sin embargo, el bajo, que antes de 1450 rara vez
bajaba del do, ahora se extendía descendentemente hasta el sol y fa. En sus obras
reconocemos 13 misas, 10 motetes y unas 20 chansons. Ockeghem no utilizaba
demasiado la imitación, aunque una de las excepciones fue su uso de la técnica de
canon, que consistía en escribir una voz y dar instrucciones a los cantantes para
derivar las otras a partir de ella.
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Muchos de los compositores de la generación posterior a Ockeghem fueron
influenciados por su estilo directa o indirectamente. La nueva generación incluye a
Jacob Obrecht, Heinrich Isaac y Josquin des Prez.
El humanismo musical:
Imitación:
Además del cuidadoso tratamiento de disonancias y del uso prominente de tríadas, los
compositores de la segunda mitad del siglo XV comenzaron a cultivar también las
técnicas de imitación entre voces. El procedimiento de imitación penetrante, por
ejemplo, aparece alrededor de 1470, y consiste en presentar una serie de ideas
musicales que se imitan sucesivamente en todas las voces durante una obra entera o
durante una sección completa de la obra. El momento en el que aparece cada unidad
temática se denomina punto de imitación. Un ejemplo de este procedimiento es el
Ave Maria … virgo serena de Josquin des Prez (c. 1450/1455 – 1521).
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Además de la textura, otra de las innovaciones del siglo XV corresponde al
tratamiento del texto, pues deja de ser políglota con el fin de favorecer la comprensión
de las palabras. Por otra parte, establecer el modo de una obra polifónica renacentista
no era tarea fácil, pues cada voz podía desarrollarse dentro de los confines de un
modo en particular, independientemente de las otras. Sin embargo, la mayoría de
teóricos han llegado al acuerdo de que el modo de una obra polifónica se determina
por el ambitus y finalis de la voz tenor.
Con respecto a la melodía, la música renacentista se caracterizaba por el movimiento
conjunto, y en cuanto a los pulsos rítmicos, la música vocal no solía acentuar los
tiempos que hoy en día reconocemos como “fuertes”, sino que otorgaba a cada nota
un pulso relativamente constante llamado tactus.
La centuria entre 1420 y 1520 comprende el desarrollo del estilo musical renacentista.
Dentro del repertorio sacro, los géneros fundamentales seguían siendo la misa y el
motete, mientras los seculares eran la canción y la frottola.
Repertorio sacro
En el siglo XIV, Guillaume de Machaut había sido el pionero en componer una misa
entera en textura polifónica, pero en el XV aparecieron compositores como John
Dunstable y Leonel Power que comenzaron a escribir ciclos enteros de la misa
ordinaria basados en un mismo cantus firmus: misa cíclica. El cantus firmus, es decir
aquella melodía fija utilizada como fundamento estructural en una obra polifónica,
pasa a constituir uno de los elementos de coherencia musical en una composición.
Otro recurso que cumple también esa función es el motivo de apertura utilizado por
Guillaume Dufay en sus misas, es decir aquella idea temática plasmada en el principio
de cada movimiento.
Las misas de Josquin des Prez, por su parte, se definen estructuralmente según una de
las siguientes cuatro técnicas:
• Cantus firmus: estas misas se derivan de una melodía fija que puede proceder
de distintas fuentes como el canto llano y la canción secular. Cuando el cantus
firmus se repite al menos una vez en todas las voces se lo reconoce como
ostinato.
• Canon: la misa canónica es aquella en la que al menos una de las voces
genera una segunda voz, mientras las otras se componen libremente y sin
necesidad de seguir el patrón de imitación de las dos voces canónicas.
• Imitación o parodia: todas las voces de una obra pre-existente son utilizadas
para crear una nueva misa, y elaboradas con técnicas como la inversión
(cambiar la dirección interválica de una voz) y la aumentación (incrementar
la duración de los valores rítmicos).
• Paráfrasis: se toma prestada una idea melódica existente y se la elabora con
libertad en todas las voces de una nueva misa.
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• Devoción: las reuniones religiosas fuera de la liturgia se volvieron comunes
en los siglos XV y XVI con la formación de cofradías (fraternidades). Estos
motetes provenían de textos no litúrgicos pero aun sí referentes a la fe, como
es el caso de Ave Maria … virgo serena de Josquin des Prez.
• Ocasional: motetes escritos para una ocasión especial, como Nuper Rosarum
Flores de Dufay, escrito como dedicación a la catedral de Florencia.
Repertorio secular
La canción francesa tuvo un desarrollo paralelo al de la música sacra, incorporando
las nuevas técnicas de imitación penetrante y el uso de texturas homogéneas con
ecualización de las partes. Dufay representa uno de los compositores de canciones
seculares más importantes de la época.
En Italia, por otra parte, la canción francesa había dominado durante gran parte del
siglo XV, pero en la década de 1480 los compositores comenzaron a escribir en su
propia lengua, dando origen al género de la frottola. Los textos de estas canciones, a
diferencia del carácter cortesano de la chanson française, incluían poesías de
contenido irónico o sarcástico. La frottola evita la imitación y el contrapunto, y busca
texturas de acordes, ritmos de danza y un frecuente uso de síncopas y hemiolas.
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italiana. Respectivamente, los compositores representativos de estos géneros son:
Heinrich Isaac (lieder), Luis Milán (villancicos españoles) y Thomas Morley
(madrigal inglés).
Hasta el siglo XVI, Europa tenía sólo una iglesia, una liturgia central y una lengua
litúrgica. La Reforma puso un fin abrupto a esta unificación y dio origen a la
demanda de nuevas clases de música. La Contrarreforma, por su parte, generó sus
propias respuestas musicales como reacción al protestantismo.
Música de la Reforma:
Martín Lutero expuso una lista de inconformidades con respecto a la iglesia católica,
dando origen a una revolución ideológica que se expandiría rápidamente por el norte
de Europa. Desde un principio, Lutero reconocía el poder de la música para difundir
la fe protestante. De hecho él mismo era intérprete de laúd y flauta, además de ser
cantante y compositor. Admiraba a Josquin des Prez y jamás se opuso al uso de latín
ni a la polifonía, aunque sí enfatizaba sobre la importancia de usar lengua vernácula
en la música. Para Lutero, la participación de la comunidad en la música era
fundamental, y por esa razón fomentó la práctica de cantar himnos en congregaciones,
lo cual se conoce en el repertorio alemán como corales.
Originalmente, las melodías corales eran creadas para ser cantadas al unísono, pero
con el tiempo comenzaron a ser armonizadas con texturas polifónicas sofisticadas.
Otros líderes protestantes no eran tan receptivos con la polifonía. Juan Calvino, por
ejemplo, prohibía todo tipo de música instrumental en la iglesia calvinista y limitaba
las prácticas musicales a cantar himnos al unísono y sin acompañamiento. Ulrich
Zwingli y sus seguidores fueron aun más extremistas, pues consideraban que la
música era muy seductora y que representaba una fuerza irracional para la iglesia.
Zwingli ordenó la destrucción de muchos órganos en muchas iglesias del norte de
Europa. Lutero se oponía a estas actitudes, afirmando que la música era un don de
Dios, y no de los mismos hombres.
En Inglaterra, la Reforma estaba siendo dirigida por la monarquía. Enrique VIII
quería anular su matrimonio con Catarina de Aragón, puesto que con ella no había
podido tener un hijo varón, pero el papa se rehusaba a permitir la separación. En
respuesta, Enrique VIII creó la Iglesia de Inglaterra, independiente de Roma,
conocida como Anglicanismo. El inglés comenzó a remplazar al latín en la liturgia,
pero la estructura de la misa ordinaria se conservaba. De esta manera los músicos
podían mantener el repertorio existente, pero convirtiendo los textos existentes en
motetes en inglés.
Los compositores ingleses comenzaron a escribir nuevos motetes en inglés, que
posteriormente vendrían a ser conocidos como anthems, y cuyos autores más
sobresalientes fueron Christopher Tye, Thomas Tallis y William Byrd. Byrd fue un
caso especial teniendo en cuenta que era un católico devoto que escribió música para
muchas misas en latín, pero también fue admirado por sus anthems en inglés, usados
para el culto anglicano. Existen dos tipos de anthems: full anthem cuando es para
25
cuatro partes corales, y verse anthem cuando se alterna entre segmentos corales y
segmentos para un solista con acompañamiento instrumental.
Música de la Contrarreforma:
Manierismo:
26
Kortholt
Rauschpfeife
Barroco
La era barroca de la música corresponde aproximadamente al período entre 1600 y
1750, y coincide con la época del absolutismo, durante la cual muchos de los
monarcas europeos exigían el dominio total de sus territorios. Luis XIV de Francia
estableció esta ideología, afirmando que el rey obtenía su autoridad no sólo a través
de sus ancestros, sino por origen divino. No se debe pensar, sin embargo, que las
fechas antes mencionadas constituyen un inicio y ruptura definitivos alrededor de una
misma estética, pues fueron muchos los cambios que la música, la literatura y otras
artes enfrentaron a lo largo de estos 150 años, y la entrada al siglo XVIII contó con el
surgimiento de nuevos movimientos estéticos que difieren enormemente del Barroco
tardío, aunque hayan tenido lugar simultáneamente.
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constituiría un tema recurrente en el desarrollo de la ópera a partir del barroco. La
tarea de rescatar la música antigua no fue fácil y se caía frecuentemente en
especulaciones. Teniendo en cuenta que Platón había descrito a la música como una
manera de enaltecer el discurso, los compositores barrocos comenzaron a asimilar la
idea de que la música debería ser conducida por la palabra y por el afecto del texto.
La camerata florentina:
La pregunta, entonces, era cómo encontrar una textura que no fuese esencialmente
polifónica, y donde una voz pudiese predominar. Entre 1573 y 1587, un grupo de
poetas, músicos y nobles comenzaron a reunirse en la casa del conde Giovanni de’
Bardi en Florencia para hablar sobre las artes. Esta sociedad buscaba encontrar la
manera de recrear el estilo de canto usado por los antiguos griegos. Además de Bardi
y Vincenzo Galilei, el grupo incluía al compositor Giulio Caccini (1545 – 1618) y al
poeta Ottavio Rinuccini (1562-1621). Se empezó a optar por texturas homofónicas,
que consistían de una línea melódica principal y de voces acompañantes para
proyectar el texto con claridad.
La seconda prattica:
Giacopo Peri y otros compositores de la época buscaban los medios para acercarse al
ideal de la música griega antigua: el discurso es lo esencial, seguido del ritmo y el
tono, y no viceversa. El énfasis en la proyección del texto es la característica principal
de un nuevo estilo conocido como seconda prattica, distinto de la prima prattica que
consistía en la tradición de polifonía del estilo renacentista.
La seconda prattica aparece gradualmente entre 1580 y 1590 con compositores como
Giacopo Peri, Giulio Caccini y Emilio de Cavalieri. Las nuevas composiciones
consistían de una línea vocal sobre una línea instrumental con una función
acompañante, más que polifónica. Este soporte instrumental se denomina bajo
continuo, y consiste de una línea sencilla de bajos, sobre los cuales el intérprete
agrega las voces superiores que completen los acordes. A través del cifrado (una serie
de números sobre el bajo) se podía indicar desviaciones de la posición fundamental
del acorde. Podía tocarse en cualquier instrumento capaz de tocar acordes como el
clavicordio, el órgano o el laúd. En la práctica, el bajo también podía ser reforzado
por una viola bajo o fagote.
El rango de posibilidades estilísticas que abrió el bajo continuo fue de grandes
magnitudes, pues permitía crear un soporte armónico bajo una voz solista, liberando
al compositor de la obligación de escribir de forma puramente polifónica. El énfasis
en la voz solista dio origen al nuevo género de la ópera.
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Alrededor de 1630, aparece un nuevo término para designar esta combinación entre
voz solista y bajo continuo: monodia acompañada. Esta textura abría nuevas
posibilidades. El cantante podía embellecer la línea con más libertad con ornamentos
que habrían sido inconcebibles en la polifonía renacentista. Es así como nace el
concepto de sprezzatura, descrito por Caccini como la espontaneidad de la
interpretación.
La monodia fue practicada por unas dos décadas antes de pasar a notación escrita en
la publicación Le nuove musiche de Giulio Caccini (1602). En esta obra, la monodia
titulada Sfogava con le stelle es un claro ejemplo de seconda prattica, pues cuenta con
características del nuevo estilo tales como el virtuosismo del intérprete.
La polifonía renacentista tenía una articulación de carácter regular, con pulsos
rítmicos estables que recibían la misma importancia. Esos pulsos de énfasis
homogéneos se conocen como tactus. El barroco, por otra parte, se caracteriza por
una métrica más elaborada, en la cual el contraste entre tiempos débiles y fuertes
remplaza el principio del tactus.
Sin embargo, el surgimiento de la monodia no condujo a la desaparición de la
polifonía. Al contrario, la música de Palestrina y sus seguidores continuó floreciendo
durante el siglo XVII y después.
Italia
El género principal de música vocal secular en Italia era el madrigal, una composición
con música diferenciada para cada estrofa de versos libres. El género incluía tanto a
capella tradicional como la nueva monodia para solo y bajo continuo. Los madrigales
de Claudio Monteverdi (1567 – 1643), publicados en 9 volúmenes, reflejan todas las
manifestaciones del género del Barroco temprano. Los primeros 4 volúmenes
muestran el estilo de los compositores del XVI como Lasso, Rore y Willaert, y en el
quinto volumen aparece el bajo continuo. Sin embargo, sus primeros volúmenes ya
dan indicios de la seconda prattica, pues según Monteverdi, compositores como
Cipriano de Rore y Adrian Willaert habían sido precursores de la nueva música por su
preocupación de proyectar el texto.
Los madrigales de Monteverdi fueron fuertemente criticados por el compositor y
teórico italiano Giovanni Maria Artusi (1540-1613), afirmando que Monteverdi
había violado los principios de contrapunto por utilizar disonancias no preparadas y
por la presencia de cadencias que no correspondían al modo inicial y final del
madrigal. La obra que más atacó Artusi fue el madrigal Cruda Amarilli del quinto
volumen.
Monteverdi dominaba tanto la prima como la seconda prattica. Su carrera tuvo dos
fases: una en Mantua y una en Venecia. En la corte de la dinastía Gonzaga (Mantua)
escribió sus primeras óperas Orfeo (1607) y Ariadna (1608). Por el éxito de dichas
obras fue nombrado maestro de capilla en la Basílica de San Marcos de Venecia.
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de Descartes fue uno de los textos más relevantes al respecto, pues en él se identifican
seis afectos básicos: admiración, amor, odio, deseo, felicidad y tristeza. La idea de
reflejar estas pasiones en la música aparece en manifestaciones de la época como el
genere concitato, consistente de figuras agitadas en la música. La relación entre
música y emociones del barroco dio origen a la doctrina de los afectos.
Ópera:
Escuela Romana:
Escuela Veneciana:
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teatral desde el esplendor de la commedia dell’arte. Es así como comenzarían a surgir
en Venecia los teatros públicos desde 1637, cuyo diseño rodeado de palcos se
asemejaba a las antiguas plazas públicas con balcones en derredor.
Las exigencias del público veneciano de la época generaron las siguientes
características:
• Reducción de la importancia de la orquesta para disminuir los costos (falta de
interés por lo instrumental).
• Desaparición del coro, que no era atractivo para los venecianos.
• Potenciación de las líneas vocales. Preferencia por los castrati.
• Incremento de la escenografía: uso de máquinas complicadas para cambiar de
escenario.
• Mantenimiento de los argumentos clásicos grecolatinos pero incluyendo cada
vez más los personajes cómicos.
• Separación cada vez más marcada entre recitativo y aria.
• Reducción gradual de la estructura del drama de cinco actos a tres.
Entre los compositores venecianos más reconocidos cabe destacar a Pier Francesco
Cavalli (1602 – 1676), Pietro Antonio Cesti (1623 – 1669) y Pietro Andrea Ziani
(1620 – 1684).
Escuela Napolitana:
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En esas circunstancias, apareció un grupo formado por el compositor Robert
Cambert (1628 – 1677), el libretista Pierre Perrin y marqués de Sourdéac, quienes
solicitaron al rey Luis XIV el permiso para introducir un espectáculo de ópera
francesa. Fue así como se fundó en 1669 la Académie Royale de Musique. La ópera
que estrenaron en 1671 fue Pomone.
Lo mismo sucedió en España, donde la ópera tampoco fue bienvenida en sus orígenes.
Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) permitía música en sus obras, pero no en
los momentos dramáticamente críticos. Sin embargo, fue él quien escribió el libreto
para la primera ópera en español, Celos aun del aire matan, con música de Juan
Hidalgo (1600 – 1685).
En Alemania fueron pocos los intentos, pero en 1627, Heinrich Schütz compuso la
ópera Dafne, hoy perdida, con texto de Martin Opitz. La mayoría de compositores
alemanes preferían textos en italiano. En Inglaterra, por otra parte, el género de la
mascarada floreció durante el siglo XVII, combinando declamación, canciones,
danza y música instrumental. Sin embargo, los ingleses también se oponían a la idea
de cantar de principio a fin. Otra razón que explica la preferencia del ballet en Francia
y de la mascarada en Inglaterra, es que estos géneros permitían la participación del
público cortesano, lo cual era imposible en la ópera italiana.
En Francia, los ballets de cour eran populares desde 1580. En el siglo XVII, el mismo
Luis XIV había participado en varias producciones de este género como bailarín. Pero
fue un inmigrante italiano, Giovanni Battista Lulli o Jean-Baptiste Lully (1632 –
1687), quien estableció un nuevo drama cantado en Francia, que incluía ópera y
ballet. Sabiamente, Lully comenzó a escribir en la década de 1660 una serie de
comédie-ballets que resaltaban el talento danzante de su maestro, Louis XIV. La
comédie-ballet era una mezcla entre drama y danza.
En 1672, Lully estableció la Real Academia de Música, y posteriormente creó un
nuevo género operático conocido como tragédie en musique o tragédie lyrique, con la
colaboración del poeta Philippe Quinault y de un equipo de músicos y escenógrafos.
Lully y Quinault recurrían a la mitología clásica, pero la trama hacía referencia a
eventos recientes de la corte. El héroe de una de estas óperas hacía alusión directa a
Louis XIV.
La estructura de una tragédie en musique consiste de las siguientes partes:
• Obertura: comienza con una lenta introducción en ritmos con puntillo y pasa a
una sección rápida e imitativa. Posteriormente esto pasó a ser conocido como
la obertura francesa.
• Un prólogo con referencias a un evento de la corte para adular al rey.
• Cinco actos de drama completamente cantado, divididos en escenas.
• Muchos divertissements (interludios) que se prestaban para el baile, para
cantar en coros o para segmentos instrumentales en forma de sinfonías
(término utilizado en la época para los grandes ensambles).
Los segmentos vocales fluían entre declamación (récit) y arias (air), mezcladas con
duetos, tríos y coros.
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enfrentamiento de seguidores conocido como la “Guerra entre Lullistas y Ramistas”,
a pesar de que el mismo Rameau se consideraba un seguidor de la estética de Lully.
Además de haberse dedicado a escribir una gran cantidad de obras para clavecín y su
famoso Traité de l’Harmonie (1722), Rameau dejó títulos de gran calidad como la
ópera-ballet Les Indes galantes (1735). Nunca entró en el género de la opéra-
comique, pero dejó una divertida comedia lírica titulada Platée (1745).
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Italia - Ópera seria:
La ópera seria, así llamada por su contenido trágico y contrario al de la ópera buffa,
fue el tipo de ópera más cultivado entre 1670 y 1770. Desarrollada en Italia y cantada
casi exclusivamente en italiano, la ópera seria fue difundida por toda Europa. Entre
los pioneros de la ópera seria en Italia cabe destacar al libretista Apolo Zeno (1668-
1750) y al compositor Alessandro Scarlatti (1660 – 1725). Fuera de Italia, el
compositor alemán George Frideric Händel (1685-1759), compuso y produjo óperas
serias en Londres a principios del siglo XVIII.
El libreto típico de una ópera seria tiene como tema una historia de la antigüedad
clásica. Se puede notar un balance entre el drama y la música con una mezcla de
acción (recitativo) y reflexión (aria).
Aria da capo
La mayoría de arias en una ópera seria son de tipo “da capo”, nombre que
corresponde al final de la segunda sección del aria, y que literalmente significa “desde
el principio”. Habiendo finalizado la sección B, el cantante retorna a A hasta
completar nuevamente esa sección. La sección A tiene que terminar en la tónica, pues
en la práctica, ésta constituye el final del aria. Aunque sobre la partitura parezca una
simple repetición, en la práctica los cantantes deben ornamentar la sección A en su
segunda presentación (adornar notas largas, alterar segmentos enteros, agregar notas
en registros supremamente altos o bajos, buscando siempre la forma de demostrar el
virtuosismo vocal). Podemos encontrar ejemplos de este tipo de aria en la ópera
Giulio Cesare in Egitto de Handel.
Giulio Cesare:
Libreto de Nicola Francesco Haym.
Ptolomeo, regidor de Egipto junto a su hermana Cleopatra, se ve amenazado por la
llegada del conquistador Julio César. Para mostrar simpatía hacia César, Ptolomeo le
envía como regalo la cabeza de Pompeyo, el rival romano de César, pero César se
disgusta por esa barbarie y rechaza el presente. Ptolomeo, informado de la reacción de
César, se enfurece y canta su aria da capo “l’empio, sleale, indegno”.
La ópera seria usa recitativo semplice o secco para segmentos extensos de prosa,
acompañado sólo por bajo continuo. Para momentos de mucha emoción y drama se
usa el recitativo accompagnato, que utiliza a toda la orquesta.
Virtuosismo:
Las arias da capo ofrecían a los cantantes una forma eficaz para demostrar su
capacidad vocal. Sin embargo, se sabe que el virtuosismo puede opacar la
inteligibilidad del texto, pero las repeticiones dentro de un aria da capo dan pie para
captar aquello que no se alcanzó a comprender la primera vez. La demanda de
virtuosismo se prestaba también para rivalidades entre los cantantes, y por esa razón
se decidió adoptar la regla convencional de salida. Es decir que, al finalizar un aria
da capo, el cantante debía abandonar el escenario durante un gran aplauso, para no
quitarle protagonismo a los otros.
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Castrato:
La voz soprano era muy apreciada en los siglos XVII y XVIII, y por esa razón
muchos niños con voces prominentes se sometían a la castración con el fin de impedir
el cambio de voz en la pubertad. El castrato adulto combinaba el rango agudo de la
voz femenina con el poder físico de la masculina. El más afamado castrato del siglo
XVII fue Farinelli (nombre artístico de Carlo Broschi). Los roles más importantes de
una ópera seria eran asignados a los castrati, como era el caso de Julio César, Sexto,
Ptolomeo y Nireno en la producción de Giulio Cesare de 1724. Hoy en día, los roles
se asignan a mujeres vestidas de hombre o a contratenores, es decir hombres
cantando en falsetto. El último gran rol para un castrato fue el de la ópera Il crociato
in Egitto de Giacomo Meyerbeer, estrenada en Venecia en 1824.
Música sacra:
Desde el siglo XVI, había aumentado la popularidad de los conventos en Europa. Las
familias enviaban a sus hijas a los conventos por razones principalmente económicas,
pues se evitaba el costo de casarlas con un hombre de familia respetable. También las
hijas ilegítimas eran enviadas a los conventos. De las mujeres que publicaban música
entre 1566 y 1700, la mayoría eran monjas, como es el caso de Isabella Leonarda
(1620 – 1704). Para las autoridades de la iglesia, el renombre de las monjas que
practicaban la música fue motivo de orgullo pero a la vez de ansiedad. Alrededor de
1660, por ejemplo, las autoridades de Milán afirmaron que las monjas de Santa
Margarita estaban abusando del poder de la música y alejándose de la disciplina
apropiada.
Oratorio
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representar una escena dramática de la Biblia o de la vida de los santos en este
contexto, resultando en dramas cantados pero sin escenificación ni vestuario. Para
compensar la falta de acción en escena, un narrador frecuentemente conectaba
segmentos de la trama en recitativo. Los recursos musicales para proyectar el drama
incluían recitativo, arias da capo y coro, como en la ópera. El oratorio más conocido
es el Mesías (1741) de Handel, aunque irónicamente es atípico con respecto al género,
pues no tiene ni narrador ni personajes, ni una trama real. Es más bien una colección
de textos bíblicos relacionados a la llegada, muerte y resurrección de Cristo. Además
del Mesías, otros oratorios de Handel son Israel en Egipto, Judas Maccabeus y
Joshua. Otro oratorio famoso, más temprano, fue Jephte (1640s) de Giacomo
Carissimi, basado en el libro de Jueces 11 de la Biblia.
El nuevo género del oratorio también se popularizó en la iglesia protestante del norte
de Europa. Los compositores alemanes se caracterizaron por musicalizar las
narraciones del evangelio, como es el caso de La Pasión según San Mateo (1727 o
1729) y La Pasión según San Juan de Johann Sebastián Bach (1685 – 1750). Estos
oratorios luteranos combinan un narrador con arias da capo y coros, muchos de los
cuales incorporan melodías de las corales protestantes. Bach nunca escribió óperas,
pero sus oratorios nos dan una noción clara de cómo habría sido su estilo en el género.
Las obras de Bach se encuentran enlistadas en el catálogo BWV (Bach Werke
Verzeichins), creado por el musicólogo Wolfgang Schmieder en 1950.
Cantata
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Buxtehude ejerció una influencia notable en la obra organística de Bach, y fue quien
logró por primera vez sintetizar todas las variantes de la cantata existente en Alemania
hasta la fecha, tales como la cantata-lied (usada en oficios pietistas de Jacob Spener),
la cantata de coral, la cantata concertante con aria, etc.
Oficio luterano:
Durante sus años en Leipzig, Bach también compuso obras litúrgicas de gran
complejidad como el Magnificat, La Pasión según San Juan, Oratorio de Pascua y la
Misa en Si menor, obra en la que trabajó hasta tres años antes de su muerte. La
cumbre de su arte religioso está representada por su Pasión según San Mateo (1729) y
la Pasión según San Marcos (1731), ésta desgraciadamente perdida.
Las Pasiones de Bach son el fruto de la fusión de diversas formas musicales. Las
Pasiones según el rito católico (por ejemplo las de Cipriano de Rore) conservaron
siempre el núcleo esencial y primigenio de la vocalidad. La novedad que aportó la
música germánica del Barroco consistió en la transformación de piezas vocales
polifónicas estilizadas, bajo el influjo de una escritura instrumental de extraordinaria
riqueza. Los musicólogos llaman a esta nueva forma Pasión Oratorio.
La Pasión según San Mateo de Bach desarrolla el texto incluido en Mateo 26-27
mediante los recitativos, mientras que las arias y los ariosos están basados en escritos
contemporáneos (en este caso, obra de Picander), destinados a ofrecer un comentario
a los distintos episodios evocados en dichos capítulos del Evangelio según San Mateo.
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El violín barroco es muy similar al moderno, pero se caracteriza por tener un tono
ciertamente más dulce. Esto se debe a la anatomía del instrumento, cuyo cuello tenía
un ángulo menos inclinado que el violín moderno, el puente estaba más abajo
(limitando la tensión de las cuerdas), el cuerpo del instrumento era más corto y el arco
aún no había adquirido su forma estándar (variaba según la región y su tensión era
menor a la del arco moderno). El violín moderno aparece a partir del siglo XIX, pues
los grandes auditorios requerían instrumentos con sonidos más penetrantes, pero en el
siglo XX aparecieron músicos especializados en música antigua que afirmaban que el
violín barroco tenía ciertas ventajas, pues permitía escuchar con más transparencia las
voces internas de un ensamble, que se opacan más con el timbre del violín moderno.
Por esa razón se considera que la música barroca suena mejor si se interpreta en un
violín de la época.
Con respecto a algunos instrumentos de viento, cabe destacar que la flauta dulce
predominó a lo largo del barroco a pesar de que la flauta traversa comenzaba a
adquirir popularidad. El oboe nació a principios del siglo XVII como sucesor del
shawm, un instrumento renacentista de doble lengüeta. En el siglo XVIII apareció el
oboe d’amore, con un rango algo más bajo y suave, que sería posteriormente
sustituido por el corno inglés.
Los timpani se usaban conjuntamente con las trompetas, posiblemente más de lo que
los manuscritos sugieren. La combinación entre trompetas y tambores se asociaba
frecuentemente con la realeza, lo militar, el poder cívico y la glorificación de Dios.
El período comprendido entre la mitad del siglo XVI y las primeras décadas del
XVIII corresponde a la edad de oro de la manufactura de órganos y clavecines. El
clavicordio se valoraba como un instrumento particularmente expresivo, pues su
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construcción permitía crear un cierto vibrato si el intérprete movía el dedo hacia
arriba y hacia abajo. Los alemanes llamaban este efecto Bebung (temblar).
Durante la época barroca, aparecieron dos tipos básicos de clavecín, el italiano y el
flamenco. Los italianos generalmente tenían un solo teclado, también conocido como
manual, y los flamencos dos. Las versiones más pequeñas del clavecín incluían el
virginal, cuyas cuerdas estaban alineadas diagonalmente con respecto al teclado.
Como el clavicordio, los virginales estaban diseñados para pequeños recintos y
estaban limitados en sonido.
Hasta el momento, estos instrumentos eran muy limitados a nivel de contrastes de
dinámica y se requería de un nuevo mecanismo en el cual un martillo pudiera golpear
la cuerda con una fuerza variable, para dejar que ésta vibrase libremente después del
golpe. Uno de los primeros en lograr avances en este mecanismo fue Bartolomeo
Cristofori (1655 – 1730), quien construyó alrededor de 20 instrumentos que él mismo
denominó gravicembalo col piano e forte entre 1709 y 1726. Estos primeros pianos,
conocidos comúnmente como fortepianos, llamaron muy poco la atención del
momento y no fueron asimilados hasta 1760, aproximadamente. El órgano había
tenido su desarrollo en los siglos XV y XVI, pero tuvo su edad de oro desde 1550
hasta 1750, particularmente en el norte de Europa (a excepción de la destrucción de
órganos que tuvo lugar en el siglo XVI por parte de Zwinglio y sus seguidores).
Algunos constructores de órgano importantes de la época fueron Arp Schnitger y
Gottfried Silbermann en Alemania.
La orquesta:
El concierto público:
Los conciertos públicos, es decir aquellos abiertos para el público en los atrios de las
iglesias o en teatros, seguían siendo muy poco comunes en la era barroca. Los
conventos y orfanatos ofrecían conciertos de vez en cuando, y las tabernas de Londres
de 1700 contaban con el apoyo de Thomas Britton para patrocinar estos eventos. Se
dice que Händel posiblemente se presentó en algunas de estas reuniones. Las
sociedades de aficionados también comenzaron a organizar este tipo de conciertos en
el siglo XVIII, como es el caso de Georg Philipp Telemann, que tocaba
semanalmente en cafés con estudiantes universitarios. En Francia, el lugar más
famoso para conciertos públicos era el Concert spirituel, una serie de conciertos
fundada por Anne Danican Philidor en 1725. Se ofrecía conciertos en épocas como la
Cuaresma, cuando la mayoría de teatros estaban cerrados.
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Sonata: el término se utilizaba en el barroco, pero no tenía el mismo significado que
corresponde a las sonatas del siglo XVIII. En italiano, sonata simplemente significa
“aquello que suena”, es decir aquello que se toca en instrumentos, a diferencia de lo
que se canta, que sería una cantata. El término barroco, por lo tanto, abarca tanto
obras para solista como para grandes ensambles, y carece de un número y orden
establecidos de movimientos.
Trio sonata: a finales del siglo XVII se popularizó una forma fija de sonata para tres
partes, conocida como trio sonata. Estas obras tenían dos partes agudas y bajo
continuo. Este último, a pesar de ser una línea sencilla, podía ser desarrollado por dos
o incluso más instrumentos. Las partes agudas eran generalmente para violines, pero
los compositores eran flexibles con respecto a la instrumentación. Estas obras solían
ser escritas para principiantes, y por lo tanto tienden a ser fáciles técnicamente. Desde
mediados del siglo XVII había dos manifestaciones de trio sonata conocidas como
sonata da camera y sonata da chiesa. La primera consistía de una suite de danzas y
la segunda recibe su nombre porque se interpretaba en la liturgia.
Los concerti grossi de Arcangelo Corelli (1653 – 1713) son algunos de los primeros
de este subgénero. Aunque no se publicaron hasta 1714, un año después de la muerte
de Corelli, algunos de estos manuscritos circularon por Roma desde 1680. Estas obras
contienen un ripieno de cuerdas y un bajo continuo con un concertino típico de una
trio sonata: dos violines. La parte de concertino es continua, y por lo tanto puede
tocarse con o sin las fuerzas de ripieno. El ripieno no es esencial, pero sin él
obviamente se pierde variedad tímbrica .
La estructura de estos concerti es fluida. Los movimientos individuales no están
construidos alrededor de temas recurrentes (ritornelli), a diferencia de los posteriores
conciertos de Vivaldi y Bach. Los concerti grossi de Corelli tienen una serie de
secciones breves que presentan ideas temáticas en tempos y tonalidades diferentes.
40
Los géneros para teclado en la era barroca recaen sobre una de las siguientes cuatro
categorías: libre, basado en lo vocal, basado en danza, y variaciones.
Géneros Libres:
Géneros no imitativos:
Géneros imitativos:
41
Al igual que el Renacimiento, el Barroco contaba con la tradición de arreglar obras
vocales para teclado, particularmente canciones y melodías corales. Las corales
protestantes constituyeron una fuente fundamental de repertorio para los compositores
del norte de Europa, resultando en obras para teclado como variaciones de coral,
preludios y fantasías corales. Los preludios corales funcionaban como introducción
instrumental de una melodía coral para la iglesia, y por esta razón solían ser de corta
duración.
El preludio coral Magnificat peregrini toni de Johann Pachelbel (1652 – 1706) es un
ejemplo que refleja las características del género. La melodía coral de esta obra
proviene del famoso tonus peregrinus del noveno salmo de la liturgia, que recibe el
nombre de “peregrino” ya que el tono de recitación de la primera mitad se desplaza a
uno distinto en la segunda. Esta melodía es frecuentemente asociada con el
Magnificat, es decir las palabras de la Virgen María tras enterarse por un ángel que
será la madre de Cristo (Evangelio de Lucas). A pesar de tener una textura
contrapuntística muy fluida, el preludio coral de Pachelbel centra su atención en la
melodía de la voz más aguda. La obra concluye con una tièrce de picardie (tercera de
picardía), es decir con la tercera mayor en el acorde de tónica, como se acostumbraba
en el siglo XVII. Se dice que aunque no estuviera escrito como tal, los intérpretes
asumían que el último acorde tendría la tercera de picardía, lo cual refleja un vestigio
tardío de música ficta.
Un preludio de Bach sobre esa misma melodía, titulado Meine Seele erhebt den
Herren (Mi alma magnifica al Señor) presente una aproximación diferente al género.
Escrita como parte de la Cantata 10 en 1724 y publicada para órgano en 1748, esta
obra también asigna la melodía a la voz más aguda. Las otras voces son más
cromáticas que las de Pachelbel.
Un gran porcentaje de obras para teclado están basadas en los principios de la danza,
como es el caso de las Pièces de clavecin de Elisabeth Jacquet de la Guerre. Entre los
tipos de danza más utilizados cabe destacar la courante, giga, zarabanda, allemanda y
gavotta.
Variaciones:
Las variaciones sobre un patrón de bajo ostinato era muy comunes tanto en el
Barroco instrumental como vocal. Muchos de estos patrones se derivan de danzas
populares de la época como la chaconne o passacaglia, el passamezzo y la folia.
Chaconne y passacaglia eran términos intercambiables que seguían la progresión
armónica I – V – IV – V. La progresión puede ser modificada agregando acordes
como vi o iii antes de IV.
El passamezzo (del italiano pass’ e mezzo que significa “paso y medio”) tenía dos
formas. El passamezzo antico, formado por dos frases: i|VII|i|V|| III|VII|i-V|i||; y el
passamezzo novo / moderno, formado por: I|IV|I|V|| I|IV|I-V|I||. Los passamezzi del
compositor español Diego Ortiz (1510 – 1570), quien trabajó para el Duque de Alba
en Nápoles, son buenos ejemplos de estas manifestaciones desde el Renacimiento, y
que luego serían adoptadas en obras de teclado durante el Barroco.
42
La folia era originalmente una danza muy exuberante, y sigue un patrón similar al del
passamezzo moderno.
La música correspondiente a este período fue descrita por el filósofo francés Noël
Antonio Pluche en dos categorías: musique baroque o musique chantante. Según
Pluche, la categoría baroque se veía reflejada en obras como las de Vivaldi, llenas de
tensión o virtuosismo, o las de Rameau con sus ricas armonías y disonancias. La
categoría chantante, por otra parte, la asociaba con la música de Pergolesi, de fraseos
nítidos, melodías sentimentales y fluidas y acompañamientos sencillos.
Estudió para ser sacerdote y, debido a sus cabellos rojos, se le conocía informalmente
como il prete rosso (el cura pelirrojo). Parte de su trayectoria musical se desarrolló en
el Pio Ospedale de la Pietà, en Venecia, donde trabajó como maestro, compositor y
director. Al igual que otros ospedales, el de La Pietà se constituyó con la finalidad de
amparar huérfanos e hijos ilegítimos, y la enseñanza musical formaba parte del
currículum. Se esperaba que Vivaldi escribiera constanmente nuevos conciertos y
oratorios, porque el público de la época no demandaba música de los “clásicos”, sino
más bien la continua producción de obras nuevas. Se dice incluso que Vivaldi batió
un record al escribir su ópera Tito Manlio en tan sólo cinco días para cumplir con
dicha demanda. Entre sus obras se conservan alrededor de 500 conciertos y sinfonías,
90 sonatas a solo o a trío, y muchas cantatas, motetes y oratorios.
Los conciertos de Vivaldi constituyen un repertorio de gran interés por sus ricas
melodías, colores orquestales, claridad en la forma y vigor rítmico. Se puede notar, en
ese sentido, rasgos estilísticos comunes con las obras de Torelli y Albinoni. La
orquesta que Vivaldi dirigía en La Pietà estaba conformada por 20 a 28 cuerdas y
clave u órgano para el continuo, aunque algunas de sus obras exigían además el uso
de flautas, oboes, fagotes o trompas. Estrucuralmente, la mayoría de sus conciertos
mantienen el esquema tripartito de concerto: allegro, movimiento lento (en la
misma tonalidad o en una cercana) y un allegro final. Vivaldi fue el primero en darle
al movimiento lento la misma importancia que a los allegros. La textura es
generalmente homofónica aunque incluye también mucho contrapunto y enfatiza las
voces extremas. El esquema global alterna entre ritornellos para el ensamble
completo y secciones para los solistas.
La actividad musical de Bach tuvo inicialmente que ver con su posición de organista
en lugares como Arnstadt, Mühlhausen, la corte de Weimar y la escuela de Santo
Tomás en Leipzig. La familia de los Bach venía de Turingia, y se caracterizaba por
una tradición musical que pasó por muchas generaciones, comenzando con el padre
de Johann Sebastián (Johann Sebastian Ambrosius), de quien recibiría sus primeras
instrucciones musicales en Eisenach.
43
Bach comenzó su carrera musical dedicándose principalmente a la ejecución y
composición de obras para órgano, por influencia de grandes organistas del norte de
Alemania y principalmente de Dietrich Buxtehude (1637 – 1707), a quien tuvo la
oportunidad de conocer en Lübeck y de quien adoptaría un estilo exuberante y de
grandes magnitudes en sus toccatas y fantasías. En 1707, Bach pasaría a asumir el
cargo de organista en Mühlhausen, y un año más tarde se radicaría en Weimar como
organista de la corte ducal.
Por otra parte, el enfoque didáctico de Johann Sebastian Bach constituye una
característica esencial en obras como su Pequeño libro para órgano, en el que incluye
breves preludios corales que enseñan al principiante a mejorar su técnica de pedal
mediante un género que revelaba su devoción hacia la iglesia (corales luteranas). Sus
propuestas pedagógicas pueden apreciarse también en las Invenciones a dos voces y
las Sinfonie a tres, además de su majestuoso Clave bien temperado.
A diferencia de sus obras para órgano, el repertorio escrito por Bach para clave y
clavicordio no está necesariamente vinculado a una tradición local alemana o a un
contexto litúrgico. La mayor parte de estas obras fueron escritas en Cöthen y en
Leipzig, y revelan la internacionalización del estilo de Bach por la presencia de
elementos estilísticos franceses, italianos y alemanes. Su obra para teclado es muy
prolífica en géneros como preludios, fantasías, toccatas y fugas, pero cabe destacar
además su increíble destreza en la exploración del cromatismo dentro de un carácter
improvisatorio y virtuoso, como se puede apreciar en su Fantasía cromática y Fuga
en Re menor BWV 903 (1720, revisada en 1730). El tratamiento cromático es
evidente, además, en su afamado Clave bien temperado (Das wohltemperierte
Clavier, 1722 - 1740), que consta de 24 preludios y fugas en cada uno de sus dos
volúmenes, en todas las tonalidades mayores y menores.
44
Johann Sebastián Bach
Los dos volúmenes del Clave bien temperado contienen una rica variedad de piezas
para teclado tanto imitativas como no imitativas. Cada libro consiste de una serie de
24 pares de preludios y fugas; cada par está en cada una de las 24 tonalidades
mayores y menores. Bach escribió esta obra, en parte, para demostrar la viabilidad del
temperamento igual, es decir el sistema de afinación que permitió a los intérpretes
de teclado tocar en cualquier tonalidad. Los preludios y fugas están organizados en
orden cromático ascendente, comenzando con Do mayor.
Sistemas de temperamento:
45
– 811 (1715), Suites francesas, BWV 812 – 817 (1722 – 1725) y Seis Partitas, BWV
825 – 830 (1735). La segunda parte de esta última colección contiene también la gran
Partita en Si menor, BWV 831, intitulada Obertura en el estilo francés, y escrita para
clave con dos manuales. Es importante resaltar, sin embargo, que los títulos de
“francesas” o “inglesas” no fueron asignados por Bach y no tienen un significado
concreto con relación a los estilos de dichas suites. En las francesas, por ejemplo, los
segundos movimientos suelen ser una corrente al estilo italiano, en lugar de una
courante francesa.
Tanto las suites inglesas como las francesas constan de cuatro movimientos de danza
característicos que son allemande, courante, sarabande y gigue, además de breves
movimientos adicionales como un preludio, o pequeñas danzas entre la sarabande y
la gigue. Cuando las texturas de las suites alternan entre tutti y solo, es clara la
referencia a las formas italianas para concierto, algo que también se puede observar
en su Concierto en estilo italiano, BWV 971.
Tema y variaciones:
Las Variaciones Goldberg (BWV 988), al igual que las seis partitas para teclado,
forman parte del Clavier-Übung (ejercicios para teclado), fueron publicadas alrededor
de 1741 y revelan una característica muy importante de la música barroca
instrumental: el tema y variaciones. El tema es una zarabanda con un bajo ostinato
que se conserva en las treinta variaciones, manteniendo intacto el patrón armónico
como fundamento estructural de la obra en cada variación. Un procedimiento similar
se puede apreciar también en la música de Bach para violín, como es el caso
particular de la chacona en la Partita para violín solo en Re menor, perteneciente a la
colección de seis sonatas y partitas para violín BWV 1001 – 1006 (1720). En esta
categoría de música solista, son también muy conocidas sus seis suites para
violoncello solo, BWV 1007 – 1012 y su partita para flauta, BWV 1013.
Este gran hombre sería la admiración de naciones enteras si tuviera más gracia, si no
privase de naturalidad a sus obras por su carácter recargado y confuso y no
oscureciese la belleza con su excesiva artificiosidad. Al juzgar según sus dedos,
hace que sus obras sean difíciles en extremo, ya que exige a cantantes e
instrumentistas que realicen con su garganta o instrumento todo aquello que él es
capaz de ejecutar al teclado, lo que es imposible. Todos los ornamentos, todos los
pequeños adornos y todo aquello que es evidente según el método de ejecución lo
expresa con notas reales, lo que priva a sus obras no sólo de la belleza de la armonía,
sino que hace inapreciable el propio canto. Todas las voces tienen que trabajar con las
demás y que poseer una dificultad semejante, de modo que resulta imposible
46
reconocer una voz principal.
1710 sería un año decisivo para Händel, pues fue en este punto cuando llegó a
Londres y triunfó con el estreno de su ópera Rinaldo. Su fama creciente y el
reconocimiento recibido por parte de las figuras reales en Inglaterra favorecieron su
producción musical, como se puede observar en obras destinadas al monarca como su
Música acuática (1740) o sus dos suites Música para los reales fuegos de artificio
(1749). En 1741, fue invitado para escribir su afamado oratorio titulado El Mesías en
Dublín, incursionando así en la musicalización de obras de carácter sacro con textos
en inglés, cuyo número asciende a 26 oratorios.
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de la música escrita a mediados de siglo, cuya preocupación por los detalles busca
evitar las texturas densas y los gestos grandiosos.
Los conflictos de las grandes potencias europeas durante el siglo XVIII afectaron la
economía de países como Gran Bretaña y Francia. Gran Bretaña comenzó a perder
control sobre sus colonias americanas, y la monarquía francesa llegó a su colapso
final. Esta centuria vio la aparición de nuevas ideologías que enfatizaban el intelecto,
el poder de la humanidad, del individuo, y del uso de la razón para lograr la
satisfacción personal. Quienes seguían esta nueva perspectiva consideraban que con
ella lograrían acercarse a una iluminación racional, y es por eso que reconocemos a
los pensadores de la época como representantes de la Edad de la Ilustración,
también conocida como Siglo de las Luces.
Immanuel Kant había definido ilustración como la salida del hombre de su propia
inmadurez; una inmadurez que le impedía pensar por sí mismo, sin la ayuda de otros.
Las manifestaciones contra la monarquía y la iglesia resultan de este tipo de posición
ideológica, y se remontan incluso hasta el siglo XVII, época en la cual la Revolución
de 1688 había restringido el absolutismo monárquico con el establecimiento de una
monarquía constitucional. En 1690, el filósofo inglés John Locke publicó dos tratados
en los cuales se afirmaba que el gobierno tenía la responsabilidad de garantizar los
derechos a la libertad y a la propiedad para todos, y que de lo contrario, el pueblo
tendría derecho a rebelarse.
Por otra parte, el escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como
Voltaire, pasó dos años en Inglaterra y fue influenciado por las ideas de Locke, los
logros de Isaac Newton y por la mentalidad liberal inglesa. Fue así como Voltaire se
convirtió en un gran líder filosófico para otros representantes de la Ilustración como
Charles Montesquieu, Denis Diderot, y el suizo Jean-Jacques Rousseau.
El siglo de las luces también tuvo su incidencia en el pensamiento de líderes
americanos, y dio pie a la revolución y Declaración de Independencia de 1776 en
Estados Unidos de América. La difusión de estos nuevos ideales se logró en gran
parte gracias a la distribución escrita del conocimiento ilustrado, la cual se manifestó
particularmente en los 33 volúmenes de la Encyclopédie, editada por Denis Diderot, y
publicada entre 1751 y 1777.
Guerra y revolución
El siglo XVIII presenció un fuerte conflicto entre Francia y Gran Bretaña, que
buscaban reclamar territorios coloniales en América del Norte y en India. Esta guerra,
conocida como Guerra de los siete años (1756-1763) culminó con la derrota de
Francia, dejando en manos de Inglaterra la mayor parte de Norteamérica. Sin
48
embargo, la guerra dejó a ambas potencias en crisis económicas, y Gran Bretaña quiso
imponer nuevos impuestos a sus colonias americanas para recuperarse. Esta medida
resultó en la Revolución Americana (1775-1781).
Francia, por su parte, se encontraba en banca rota y las consecuencias fueron
catastróficas. Inspirada en los ideales de la Ilustración, surgió la Revolución Francesa
(1789) que derrocó a la monarquía. En principio una revolución pacífica, terminó
aniquilando a muchos en público, como fue el caso de Louis XVI y su reina, Marie
Antoinette, víctimas de la guillotina.
Música de la Ilustración:
Naturaleza Arte
Genialidad Técnica
Inspiración Destreza
Inconsciencia Consciencia
Sin esfuerzo Con empeño
Divino Humano
No enseñable Enseñable
Como se mencionó previamente, son distintas las opiniones con respecto a las fechas
que corresponden a la época clásica. Algunos historiadores se remontan a 1720, y
otros la extienden hasta 1827. Estas diferencias reflejan la diversidad de
manifestaciones musicales que abarca el siglo de las luces, además de la coexistencia
49
de elementos barrocos con elementos clásicos durante el período de transición (por
ejemplo: la insistencia en el uso de bajo continuo, recitativo secco, fugas, etc.). El
final del clasicismo también es difícil de establecer. Algunos afirman que debería
abarcar hasta la muerte de Beethoven en 1827, pero otros prefieren tratar al estilo
tardío de Beethoven como parte de la era romántica. Sin embargo, si tenemos en
cuenta los cambios con respecto a la actitud de los compositores hacia la naturaleza
de la música, preferimos limitar el clasicismo a los años de 1750 a 1800.
La ilusión de orden:
Así como el estilo clásico está caracterizado por un sentido de balance y proporción,
también aparecen elementos de asimetría e irregularidad. La pintura Los felices azares
del columpio de Jean-Honoré Fragonard refleja esa ambigüedad:
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Aparentemente se trata de un hombre que empuja con inocencia a una mujer sentada
en un columpio, pero más allá se puede apreciar un hombre, escondido entre los
arbustos, que observa desde abajo la intimidad de la mujer. La mujer arroja uno de sus
zapatos al hombre escondido, lo cual refleja su propia picardía y complicidad. Esta
pintura es un claro ejemplo de la yuxtaposición entre balance y ambigüedad detrás de
esa ilusión de orden que da la imagen a primera vista.
51
Un ejemplo temprano de forma de sonata corresponde al primer movimiento de la
Sinfonía en Si Mayor de Georg Matthias Monn. Probablemente escrita alrededor de
1740, esta sinfonía exhibe elementos tanto barrocos como clásicos. No todos los
movimientos en forma binaria de la época siguen el esquema de sonata. La mayoría
de sonatas para teclado en un movimiento de Domenico Scarlatti (1685 – 1757)
carecen de una recapitulación clara. Las obras de Scarlatti también presentan una
combinación entre elementos clásicos (frases periódicas, ritmo armónico lento,
texturas transparentes) y barrocos (gestos virtuosos y pasajes secuenciales).
Rameau fue una figura que alcanzó un gran reconocimiento como teórico de la
música, antes de destacarse como compositor. Sus obras se caracterizan por tener un
enfoque bastante innovador, lo cual generó fuertes críticas que lo tildaban de
reaccionario y de ser beneficiario de los favores de la corte francesa. Al parecer, su
única formación musical vino de manos de su padre, organista en Dijon. En 1722,
publicó su famoso Tratado de Armonía (Traité de l’harmonie), y un año más tarde
se instalaría en París, siendo consciente que la capital era el único lugar que le
permitiría llegar a la fama en Francia, y que el único medio para alcanzar dicho
objetivo sería el de incursionar en el mundo de la ópera. Comenzó así a publicar
comedias musicales, para los teatros de París, cantatas, piezas para clavecín, fue
atrayendo así distintos discípulos que resaltarían su calidad de maestro. Fue, sin
embargo, el mecenazgo de una figura de suma importancia para la música francesa lo
que llevaría finalmente a Rameau a la fama que tanto anhelaba, a partir de 1731.
Los aportes teóricos de Rameau, fueron tan importantes como su labor como
compositor y maestro de la música. Entre ellos se debe resaltar su clarificación de la
práctica musical al deducir los principios fundamentales de la armonía en función de
leyes acústicas. Abordó temáticas como la importancia de las tríadas mayores como
elemento base de la construcción musical, instituyó la denominada escala menor
melódica, postuló la construcción de acordes por terceras dentro de la octava y
analizó las funciones acústicas de las series de armónicos, entre otras cosas. Rameau
estableció también la teoría de los tres acordes que funcionarían como pilares de la
tonalidad: tónica, dominante y subdominante; a partir de ellos, establecería las
jerarquías de la armonía funcional.
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• Domenico Scarlatti (1685 – 1757):
Hijo del reconocido compositor Alessandro Scarlatti, Domenico fue una figura muy
influyente no solamente en su nativa Nápoles, sino en territorios distantes de Italia
como Inglaterra, Portugal y, principalmente, España. Sus 555 sonatas, en su mayoría
escritas para el clave, constituyen uno de los aportes más importantes de su
generación a la música instrumental y a la anticipación de los elementos clásicos.
Trabajó en Roma como compositor de óperas para el teatro privado de la Reina
Casimira, y fue también maestro di cappella en la Basílica de San Pedro antes de
dejar Italia en 1719. Tras su paso por Lisboa, llegó a Sevilla y finalmente se instaló en
Madrid, donde pasaría el resto de su vida desde 1733. Gran parte de lo que hoy se
conoce sobre la vida y obra de Scarlatti en España se debe las correspondencias
dejadas por el afamado castrato Farinelli.
La fantasía:
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fundador de la escuela de Mannheim, compositor de origen bohemio cuya orquesta
fue reconocida por toda Europa por su virtuosismo. Muchos de los efectos de
contrastes dramáticos fueron adoptados de la obertura de ópera italiana, como se
puede notar en la colección La melodía germánica de dicho compositor. En Viena se
destacaban Georg Matthias Monn (1717 – 1750) y Georg Christoph Wagenseil
(1729 – 1774), cuyas obras estaban cargadas de un típico lirismo vienés y del buen
humor que más tarde destacaría también a figuras como Mozart. Dentro de estas
características, es muy reconocido el Concerto para trombón alto y orquesta de
Wagenseil. En Berlín, finalmente, los principales sinfonistas se agruparon en torno a
Federico el Grande, y entre ellos cabe destacar a Johann Gottlieb Graun (1702 –
1703 – 1771) y C. P. E. Bach. Estos compositores se caracterizaron por un estilo casi
dramático en el desarrollo temático, la insistencia en estructuras tripartitas para la
sinfonía y el uso de elementos contrapuntísticos.
Por otra parte, Johann Christian Bach (1735 – 1782) es reconocido por haber escrito
algunos de los primeros conciertos para pianoforte de la historia. Estudió en Milán
con el maestro Giovanni Battista Martini y en 1760 asumió el cargo de organista de la
catedral milanesa, tras convertirse al Catolicismo. J. C. Bach fue el primero en
adoptar el pianoforte como un instrumento para la ejecución pública, como se puede
apreciar en el título de sus Sei concerti per il cembalo o piano e forte de su Op. 7
(1770). En cuanto a la estructura de estas obras, se nota la conservación de elementos
barrocos como el ritornello, aunque comienza a dar indicios de los contrastes de
tonalidad y de material temática que caracterizarán la forma de sonata clásica.
Opera buffa:
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padrona de Giovanni Battista Pergolesi (1733), por ejemplo, fue escrita como
intermezzo entre los actos de una ópera seria titulada Il prigioner superbo, también de
Pergolesi. Con el tiempo, estas pequeñas obras se fueron popularizando de tal manera
que se convirtieron en óperas independientes, ejecutadas por sí solas y dando así
origen al género buffo.
Otro conflicto importante tuvo lugar en 1770 y se conoce como la Querella de los
Gluckistas y los Piccinistas. Una vez más, el debate parte del enfrentamiento entre la
cultura francesa contra la italiana, y en este caso los compositores en disputa fueron
Christoph Willibald Gluck (1714 – 1787) y Niccolò Piccini (1728 – 1800). No
obstante, los dos compositores eran extranjeros y se habían radicado en París, Gluck
siendo oriundo de la región de Bohemia (imperio de Austria) y Piccini de Italia. El
público parisino veía a Gluck como un sucesor valioso de la tragédie lyrique de Lully
y Rameau, pero a Piccini se lo percibía como un sucesor de la ópera seria.
55
Junto al surgimiento de la ópera buffa, la ópera seria comenzó a sufrir modificaciones,
teniendo en cuenta que el virtuosismo de la ópera tradicional constituía un
impedimento frente a la transparencia de la acción dramática. El ritornello de las arias
da capo comenzó a ser fuertemente criticado, pues en un momento de indignación o
de intenso drama, ¿tendría sentido que el personaje espere tranquilamente mientras la
orquesta ejecuta todo un ritornello? Además, los prolongados melismas sobre una sola
sílaba también comprometían la inteligibilidad y el peso dramático del texto. Es por
estas razones que los nuevos compositores comenzaron a buscar la manera de
reformar la ópera seria, con el fin de hacerla mucho más coherente y natural. Entre los
compositores que siguieron esta dirección cabe destacar a Niccolò Jommelli, Tomasso
Traetta y, principalmente, Christoph Willibald Gluck. En el prefacio de su ópera
Alceste (1769), Gluck enumeró los principios básicos que eliminarían los “abusos” de
la ópera italiana. En muchos aspectos, los principios de Gluck se parecían a los de la
Camerata Florentina, pues enfatizaban la importancia de la acción dramática y del
texto. Es por eso que, al hablar de las óperas de Gluck, nos referimos a la Reforma de
la Ópera, cuyas características se pueden resumir así:
Alceste de Gluck es una ópera que refleja todos estos aspectos. La obertura incluye el
tema de la primera acción en la escena inicial, aún se puede establecer una distinción
entre las arias y los recitativos, pero las fronteras entre los mismos son mucho menos
pronunciadas que en la ópera seria. Aunque las partes solistas son complejas, de
ninguna manera son ostentosas, y los coros aparecen constantemente para reaccionar
frente a los eventos del drama. Siguiendo la tradición de la ópera seria, Alceste tiene
un libreto basado en una leyenda griega, que habla sobre la devoción de la reina
Alceste a su esposo, el rey Admetus. Una revelación le dice a Admetus que será
salvado de su agonizante condición si un mortal da la vida por él, y es Alceste quien
decide sacrificarse a sí misma.
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prodigio que empezó a componer sus primeros minuetos desde la edad 5 años. A la
edad de 6 años, Wolfgang comenzó a tocar por toda Europa con su hermana
Marianne, también conocida como Nannerl. Además de ser intérprete y compositor,
Mozart tuvo la oportunidad de escuchar muchas composiciones en Europa, y se dice
que tenía la capacidad de retener muchas de ellas de memoria para luego escribirlas
tras haberlas escuchado sólo una vez. Se sabe también que su carácter era bastante
controversial, lleno de humor, y que nunca tenía nada bueno que decir con respecto a
otros compositores contemporáneos a excepción de Haydn. Mozart era muy
reconocido en su época, particularmente por sus óperas Le nozze di Figaro y Don
Giovanni. Su obras fueron catalogadas por primera vez por L. Von Köchel en 1862,
razón por la cual se utiliza universalmente la nomenclatura ‘K’ seguida del número de
la obra en el catálogo.
Mozart vivió principalmente en Salzburgo entre 1774 y 1781, aunque realizaba viajes
ocasionales como el que hizo en 1777 con su madre, Anna Maria Mozart, a ciudades
alemanas como Múnich, Augsburgo y Mannheim. En Múnich, recibió el encargo de
escribir una ópera seria, Idomeneo (1781). Justo en ese año probaría su suerte como
compositor independiente en Viena, tras abandonar su trabajo como servidor del
arzobispo de Salzburgo, contra la voluntad de su padre. En Viena se destacó por su
repertorio de sonatas para piano y violín, del cual sobresale la sonata K. 331 por su
movimiento en forma de variaciones y su finale denominado Rondo alla turca. El uso
de referencias turcas es también evidente en su singspiel titulado El rapto en el
serrallo (1782). A pesar del reconocimiento que inicialmente tuvo Mozart en Viena,
fue pronto abandonado por su público, alumnos y mecenas, entrando en un estilo de
vida cada vez más decadente en condiciones tanto sociales, como económicas y de
salud.
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caracterizan por ser obras sencillas, relativamente informales y destinadas a la
ejecución al aire libre. Una de sus serenatas más famosas es Eine kleine Nachtmusik
(Una pequeña música nocturna, k. 525, 1787) para quinteto de cuerda, en cuatro
movimientos. En su producción instrumental, sobresalen también sus conciertos para
violín (K. 216, 218 y 219, 1775), 27 conciertos para piano y orquesta, 23 cuartetos de
cuerda (seis de los cuales están dedicados a Haydn) y alrededor de 40 sinfonías.
De todos los géneros trabajados por Mozart, sus óperas son reconocidas como su
máximo logro. Mozart sobresale en este sentido por dos razones: su habilidad para
crear personajes con una sicología compleja, y su capacidad de sintetizar y trascender
las fronteras de lo buffo, lo serio y los demás estilos operísticos. Su percepción del
comportamiento humano y su profundo sentido del humor se ven reflejados en los
personajes de sus óperas, pues aparecen como seres realistas, tanto de la nobleza
como de las clases populares.
En sus primeras óperas, aquellas escritas antes de mudarse a Viena en 1781, Mozart
exploró una gran variedad de estilos y tradiciones, incluyendo ópera seria (tanto la
convencional como la reformada por Gluck), ópera buffa, y singspiele (obras en
alemán con canciones). Fue así como en sus óperas tardías logró sintetizar los estilos
en Le nozze di Figaro, Don Giovanni, Cosí fan tutte y Die Zauberflöte (La Flauta
Mágica). Las tres primeras fueron escritas en colaboración con el libretista Lorenzo
da Ponte (1749-1838).
Don Giovanni:
La trama de Don Giovanni está basada en la leyenda de Don Juan, un hombre muy
libertino perteneciente a la nobleza. El libreto de da Ponte es a la vez serio y cómico,
mostrando lástima por los hombres frente a las mujeres, y por los nobles frente a los
pobres. La obertura y las tres primeras escenas reflejan elementos tanto de ópera seria
como buffa. Siguiendo los principios de Gluck, Mozart utiliza la obertura para
presentar el tono general de la ópera. El acorde de apertura, el tempo lento y los
ritmos de puntillo son elementos que van a reaparecer en el segundo acto, cuando
aparece la estatua del difunto Commendatore. La segunda sección de la obertura tiene
un tempo más rápido y el ánimo cambia abruptamente. Se pasa a texturas menos
densas y el modo pasa de menor a mayor. La obertura nos lleva directamente a una
primera escena, en la cual el personaje de Leporello (un sirviente) canta una aria que
simplemente oscila entre la tónica y la dominante. Ni la armonía, ni la melodía, ni el
ritmo tienen nada de sofisticado, lo cual enfatiza la posición social del personaje.
58
expulsado del mismo por su cambio de voz, pero sin dejar nunca de lado su interés
por la música. Trabajó desde 1758 para el conde Morzin de Bohemia, quien pasaba
sus veranos en Viena y comisionaba música de Haydn, pero sería el año de 1761 el
que cambiaría la vida del compositor, cuando entró al servicio de un poderoso
mecenas de las artes: el príncipe húngaro Paul Anton Esterházy. Tras la muerte del
príncipe, Haydn seguiría trabajando para su hermano sucesor, Nicolás Esterházy,
quien se destacaba también como intérprete de viola de bordón, razón por la cual
Haydn escribió cerca de 165 piezas para este instrumento, principalmente para trío
con viola y violoncello.
Tras la muerte de Nicolás, Haydn tomó nuevos rumbos como compositor, esta vez
fuera del territorio austrohúngaro. Entre 1791 y 1792 se radicó en Londres, lugar al
que volvería para pasar una segunda temporada entre 1794 y 1795, gracias al
empresario Johann Peter Salomon. Fue aquí donde Haydn escribió sus famosas
Sinfonías Londres (números 93 – 104).
Sinfonías:
I. Allegro
II. Andante moderato
III. Minueto y trío
IV. Allegro
Las Sinfonías Londres representan el máximo logro de Haydn como compositor, pues
resumen los aprendizajes de toda su trayectoria y revelan una mayor libertad como
compositor, pues iban más allá del simple hecho de complacer las demandas de los
príncipes Esterházy, como sucedía previamente. A diferencia de sus sinfonías
anteriores, las Londres incluyen una orquestación más densa, con trompetas y
timbales incluso en los movimientos lentos, un recurso que no utilizaba en sus
sinfonías anteriores. La instrumentación se distribuye también con mayor libertad,
como se puede notar en el tratamiento más independiente de las maderas, en la
separación de las líneas de los violoncellos con respecto a las de los contrabajos, y en
el protagonismo de los clarinetes, entre otras características. Son, además, mucho más
amplias en su rango armónico, como es evidente en el uso de la tonalidad mediante al
pasar a otros movimientos, o incluso al modular entre el minueto y el trío, en vez de
utilizar la subdominante o la dominante (números 99 y 104, por ejemplo).
Su expansión de fronteras armónicas es también evidente en sus últimos cuartetos de
cuerda, que anticipan la armonía romántica mediante el uso de cromatismos, cambios
enarmónicos y acordes de sexta aumentada. Estos cuartetos se caracterizan también
por tener contrastes que yuxtaponen lo serio con lo cómico, y lo simple con lo
sublime.
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Ludwig van Beethoven (1770 – 1827)
Nacido en Bonn en 1770, Beethoven sería la nueva figura que cambiaría el rumbo de
la música no sólo en su Alemania natal, sino en el lenguaje musical de Occidente que
vendría por delante en el siglo XIX. Desde 1782 se había desempeñado como
organista asistente de la corte de Bonn, pero no fue sino hasta 1792, un año después
de la muerte de Mozart, que Beethoven tuvo la oportunidad de desplazarse al
epicentro cultural más destacado de la época: Viena. La educación musical de
Beethoven había comenzado con su padre y con Christian Gottlob Neefe (1748 –
1798), que soñaba con convertirlo en un segundo Mozart, pero fue en Viena donde su
formación se fortaleció en manos del reconocido Joseph Haydn y de Antonio Salieri.
Período clásico:
Muchas de las obras del primer período de Beethoven están dedicadas a los patronos
que hicieron posible su estadía y manutención en Viena, como fue el caso del príncipe
Lobkowitz, cuya orquesta privada había comprado los derechos de distinas obras de
Beethoven para sus estrenos respectivos.
Las primeras sonatas para piano incluyen elementos estéticos que revelan la
influencia clásica de Haydn, pero a diferencia del Clasicismo, -------. Otra diferencia
aparece en la segunda y tercera sonatas, donde el movimiento de minueto clásico es
remplazado por el dinamismo del scherzo.
También entran en esta categoría los Cuartetos de Cuerda Op. 18 (compuestos entre
1798 y 1800), donde el estilo personal de Beethoven se nota en las modulaciones
anticonvencionales y modificaciones en la forma. La grandiosidad y extensión de las
estructuras son también evidentes desde sus primeras dos sinfonías, también
pertenecientes a este período, pero que marcarían las pautas para un nuevo sinfonismo
que se desarrollaría en la siguientes fase.
Período heroico:
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Muchas de las innovaciones de Beethoven desde su llegada a Viena comenzaron a ser
interpretadas como excentricidades del compositor, sin contar con la apreciación que
verdaderamente merecían. Sin embargo, hubo muchos mecenas devotos de
Beethoven, quienes a pesar de su carácter e incluso grosería, no dejaban de admirar su
obra ofreciendo generosas ayudas financieras, como fue el caso del príncipe
Lichnowsky.
El período medio de Beethoven incluye también su única ópera Fidelio, antes llamada
Leonora y basada en la historia francesa de Léonore ou L’amour conjugal (Leonor o
el amor conyugal). La ópera resalta el heroísmo de Leonora, quien rescata a su esposo
encarcelado injustamente (Florestán) disfrazándose de hombre y asumiendo la
indentidad de Fidelio. Beethoven escribió cuatro oberturas diferentes para esta ópera,
dejando una versión definitiva en 1814. La obra generó polémica por sustentar los
ideales humanistas de la Revolución mientras los ejércitos franceses estaban
ingresando a Viena, pues sus primeras representaciones tuvieron lugar en esta ciudad
en 1805.
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Beethoven “Seguramente no pensará usted que estas obras son música”, a lo que
Beethoven respondió diciendo “¡Oh!, no son para usted, sino para una época
posterior”.
En el caso sinfónico, por otra parte, las sinfonías Cuarta a la Octava pertenecen
estilísticamente al período heroico. Entre estas composiciones cabe destacar el
carácter imponente de su Quinta Sinfonía, cuyo motivo inicial de cuatro notas se ha
convertido en un elemento inmediatamente reconocible de la expresión musical de
Beethoven. La Sexta Sinfonía (Pastoral), estrenada junto con la Quinta en 1808, se
caracteriza por un esquema programático relacionada con ambientes de campo. El
compositor recurre a descripciones para cada movimiento como Alegre reunión de
campesinos (Scherzo), Tormenta (introducción al Finale) y Sentimientos de gratitud
después de la tormenta (Finale), aunque aclara que dichas indicaciones constituyen
expresiones de sentimiento y no deben interpretarse literalmente.
Romanticismo
“Romanticismo” es un término que ha sido descrito de maneras muy distintas, y por
lo tanto es imposible enmarcarlo dentro de una sola definición. No obstante, la
perspectiva romántica en general se refiere a aquella ideología que respeta la razón,
pero a diferencia de los pensadores de la Ilustración, no se cree que ésta sea la única
manera de resolver los problemas humanos. Los románticos valoran al individuo y a
lo subjetivo por encima de lo universal, a lo espiritual y emocional por encima de lo
racional. En este sentido, el romanticismo favorece a la música por ser ésta la más
abstracta de las artes, y por permitir así la máxima expresión de la imaginación.
El romanticismo se desarrolló paralelamente con el nacionalismo, otra ideología
relativamente nueva del siglo XIX. Además, la mentalidad de la época fue
gradualmente condicionada por numerosos cambios de carácter social (surgimiento
del socialismo y Marxismo) y científico (teoría de la evolución de Charles Darwin).
Desde el punto de vista comercial, la música alcanzó magnitudes que antes habrían
sido inimaginables gracias a la manufactura de instrumentos, avances en imprenta
musical, crecimiento de conciertos públicos, educación, etc. A mediados de siglo, los
conciertos se hicieron cada vez más públicos ya que más y más ciudades estaban
estableciendo orquestas cívicas. Los músicos dejaron de trabajar específicamente para
la aristocracia, y por lo tanto debían recurrir a otros medios para sobrevivir. Gracias a
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la imprenta musical, muchos podían favorecerse de manera comercial, pero la gran
mayoría de compositores ejercían numerosas labores para suplir sus necesidades
económicas. Franz Schubert enseñaba en escuelas, Héctor Berlioz y Robert
Schumann trabajaban como críticos de música, y Frédéric Chopin enseñaba piano.
Muchos eran directores de orquesta como fue el caso de Gustav Mahler, quien dirigía
durante nueve meses del año, y sólo tenía tiempo para concentrarse en sus
composiciones durante las vacaciones de verano. Algunos eran tan exitosos que no
necesitaban recurrir a estos trabajos, como Gioacchino Rossini que se retiró a la edad
de 37 años, y Giuseppi Verdi y Johannes Brahms, que dirigían orquestas aunque no
por necesidades económicas.
Por otra parte, los gobiernos nacionales comenzaron a reconocer el papel de la música
en la política y la cultura, y asumieron su responsabilidad por la educación musical.
El establecimiento del Conservatorio de París en 1790 generó docenas de imitadores
por todo el continente por los siguientes cincuenta años. Los conservatorios más
importantes de la época correspondían a los de Bolonia, Milán, Nápoles, Praga,
Londres, Bruselas, Berlín y San Petersburgo. Los de Viena y Leipzig eran privados, al
igual que muchos en Estados Unidos.
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El público quería también saber más acerca de cada compositor, y por lo tanto se
comenzó a escribir grandes biografías de personajes como Bach, Handel, Mozart y
Beethoven. Por otra parte, muchos compositores escribieron prosa además de música,
como fue el caso de Berlioz, Schumann, Liszt y Wagner.
El piano:
El siglo XIX contó con el surgimiento de escuelas pianísticas que diferían del
tratamiento que se había dado a instrumentos de teclado en épocas de Mozart. Los
nuevos pianos se habían transformado, ampliándose a un rango de siete octavas y
contando con una capacidad sonora que respondía a las necesidades expresivas y
virtuosas de la música romántica.
Los primeros años del siglo XIX presenciaron simultáneamente dos escuelas cuya
aproximación al piano era muy distinta. Por una parte, estaba la escuela de Johann
Nepomuk Hummel (1778 – 1837), discípulo de Mozart, y cuyo estilo subrayaba la
importancia de las texturas claras y la fluidez de la técnica. La otra pertenecía a
Beethoven, quien enfatizaba los contrastes de efectos dinámicos, alusiones
orquestales y vigor técnico. Una de las figuras que recurrieron a elementos de ambas
escuelas fue el compositor y maestro Muzio Clementi (1752 – 1832), a su vez
instructor de John Field (1782 – 1837), gran compositor de nocturnos que más tarde
ejercerían una influencia en la música de Chopin.
Robert Schumann optó por agrupar sus piezas de carácter a manera de ciclos, como lo
hizo también en su repertorio vocal con los lieder. Entre estos ciclos de música para
piano cabe destacar a Papillons (Mariposas), Fantasiestücke, Kreisleriana, Carnaval
y su reconocido Álbum para la juventud con piezas para niños.
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encontraba inmerso en la música de Johann Sebastian Bach. Siguiendo el modelo del
Clave bien temperado, Chopin quiso aludir sus preludios a las distintas tonalidades
mayores y menores, pero escogió la sucesión del ciclo de quintas en lugar del
cromatismo empleado por Bach. Pero más allá de los preludios, el estilo de Chopin
adquiere dimensiones mucho más amplias en obras como sus baladas y scherzos.
Probablemente Chopin fue el primer compositor en utlizar la palabra ‘balada’ como
denominación para obras instrumentales, y por otra parte, sus scherzos tiene poca
relación con el carácter juguetón asociado generalmente con dicho término. El
virtuosismo de este tipo de obras es también evidente en la complejidad técnica
abordada por sus estudios Op. 10 y Op. 25 (además de tres estudios sin número de
Opus), en los que Chopin explora distintos aspectos técnicos del piano.
Liszt y Paganini:
Franz Liszt (1811 – 1886), por su parte, fue al igual que Chopin una figura de gran
reconocimiento como concertista de piano y compositor. Nació en Hungría y estudió
piano con Carl Czerny en Viena, aunque gran parte de su trayectoria tuvo lugar en
París, a partir de 1848 en Weimar, y desde 1861 pasó etapas en ciudades como Roma
y Budapest. El estilo de Liszt revela una gran influencia de la música programática de
compositores como Berlioz, mezclada con una fuerte inspiración nacionalista de su
herencia húngara y un espíritu impulsivo y dinámico. Durante su etapa parisina, Liszt
sintió una fuerte inspiración por parte del gran virtuoso del violín y compositor
Niccolò Paganini (1782 – 1840). Paganini se había destacado por ser una de las
figuras más impactantes como intérprete solista del violín, usando técnicas de
extremo virtuosismo como sus famosos pizzicati ejecutados con la mano izquierda, o
su interpretación sobre una sola cuerda del instrumento como lo hizo con sus
Variaciones en la cuerda de Sol, basadas en un tema operístico de Franz Xaver
Süssmayr. Entre los rumores del público admirador de Paganini, se atribuía su
habilidad técnica a un pacto con el Demonio, semejante al supuesto pacto de
Giuseppe Tartini (1692-1770), un gran violinista del siglo XVIII quien incluso había
manifestado por escrito un sueño en el que relataba su comunicación con el diablo,
resultando en su afamada Sonata en Sol Menor, conocida comúnmente como Il trillo
del diavolo (El trino del diablo). Cabe resaltar que, además de Tartini y Paganini,
otros virtuosos del violín de los siglos XVIII y XIX fueron, respectivamente, Pietro
Antonio Locatelli (1695-1764) y el belga Henri Vieuxtemps (1820-1881).
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titulado Mazeppa (basado en el poema homónimo de Victor Hugo). También son
importantes sus colecciones de piezas pianísticas breves como Années de pèlerinage
(Años de peregrinaje, 1850 – 1877), Consolations (1850) y Harmonies poétiques et
religieuses (1834). Années de pèlerinage es una colección de tres suites, tituladas
respectivamente Primer Año: Suiza, Segundo Año: Italia y Tercer Año. En formato de
piano y orquesta, sobresalen los Conciertos en Mi bemol mayor y La mayor, su
Fantasía sobre melodías populares húngaras (1853) y la Totentanz (Danza de la
muerte, 1849). Como gran intérprete de piano, Liszt se destacó no sólo en calidad de
concertista en distintos escenarios de Europa, sino que además firmó grandes
contratos con compañías fabricantes de pianos, como fue el caso de la empresa de
Pierre Érard, un constructor cuyos pianos mostraban nuevos mecanismos como los
pedales (1810) o la facilidad en el teclado de ejecutar repeticiones de una misma nota
a gran velocidad (1822).
Por otra parte, uno de los máximos representantes ideológicos en defensa de la música
absoluta fue el crítico vienés Eduard Hanslick (1825 – 1904), pero los compositores
de esta corriente no se preocuparon por escribir al respecto. Johannes Brahms, por
ejemplo, siendo uno de los compositores de música absoluta más destacados, prefirió
dejar la polémica en manos de sus obras musicales, pero no de textos descriptivos.
Wagner y Liszt, por el contrario, escribieron constantemente a favor de la música
programática.
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lleva la idea de “sinfonía” a una órbita de menores dimensiones, como fue el caso de
su obra Obertura al Sueño de una noche de verano.
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feliz que evoca el capricho del compositor y termina con un final oscuro subtitulado
“Sueño de una noche de Sabbath”. Este último movimiento refleja la imagen de la
mujer amada, danzando maliciosamente en el funeral del músico enamorado.
Berlioz afirmaba que era esencial que el público recibiera el programa antes de
escuchar la sinfonía en un concierto. Existen dos versiones del programa: la primera
corresponde a la partitura publicada en 1845, y otra más tardía presenta la historia
como un sueño, consecuencia del opio, en un fracasado intento de suicidio:
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La canción del siglo XIX:
El siglo XIX, tras presenciar los cuartetos tardíos de Beethoven, contaba con un
público que se resistía a sonoridades tan progresistas y seguía exigiendo música
menos compleja. Esto explica la enorme popularidad del género de la canción, para
solista vocal y piano, en la primera mitad de la centuria. Los compositores alemanes
cultivaron este género con tanta intensidad, que generalmente se utiliza la palabra lied
para designarlo. Los factores que dieron al lied tal importancia fueron:
Durante gran parte del siglo XVIII, el alemán no era considerado una lengua culta ni
literaria, ni siquiera en la misma Alemania. A partir de 1750, sin embargo, las obras
de grandes poetas y dramaturgos comenzaron a transformar esa actitud. Entre estos
escritores cabe destacar a Gotthold Ephraim Lessing, Friedrich Klopstock, Johann
Wolfgang Goethe y Friedrich Schiller.
Por otra parte, los grandes avances en el diseño y producción de pianos redujeron
mucho los costos de manufactura, haciendo que el instrumento fuese más accesible a
familias de clase media. Fue así como el contexto familiar surgió como el más
apropiado para la práctica de la canción alemana, particularmente entre 1815 y 1848,
un período de estabilidad en Europa comprendido entre el Congreso de Viena y las
revoluciones del 48. Después de las guerras napoleónicas, la familia pasó a constituir
el nuevo núcleo de la sociedad; se pasó de la grandiosidad y el heroísmo a lo más
íntimo.
A diferencia de géneros monumentales como las sinfonías, el lied enfatiza la
profundidad de lo simple, y la creencia en que un universo de emociones puede ser
capturado por una obra de pequeñas dimensiones. Con respecto a la forma, el lied cae
en una de tres categorías:
• Estrófica: cada estrofa de un poema lleva siempre la misma música.
• Estrófica modificada: la música de cada estrofa varía en textura, armonía u
ornamentación, pero sigue siendo reconocible.
• Durchkomponierte (composición continua): la música no sigue un patrón
reconocible de repetición, sino que es nueva para cada estrofa.
El poema Erlkönig (espíritu maligno) de Goethe representa un buen ejemplo de este
género, pues fue musicalizado por Franz Schubert (1797 – 1828) en un lied que
lleva el mismo nombre. La rítmica repetitiva refleja la métrica del poema, y los cuatro
personajes que forman parte de la historia son tratados por Schubert de manera
distinta en cuanto a la tonalidad, modo, textura y registro: el espíritu maligno, el niño,
su padre y el narrador.
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También era común que distintos compositores hicieran música sobre un mismo
texto, dejando como resultado una variedad de estilos y opciones musicales. Tal es el
caso del poema Kennst du das Land de Goethe (¿Conoces la tierra?), musicalizado
por Carl Friedich Zelter, Franz Schubert, Robert Schumann y Hugo Wolf (1860 –
1903).
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El vals adquirió gran popularidad en Viena gracias a compositores como Joseph
Lanner y los dos Johann Strauss (padre: 1804 – 1849; hijo: 1825 – 1899). An der
schönen blauen Donau (Sobre el hermoso Danubio azul) de Johann Strauss Jr. es una
de las obras más representativas del género.
En Estados Unidos, por otra parte, el compositor John Philip Sousa (1854 – 1932)
dio gran renombre a otro género muy popular para la época: la marcha. Las marchas
de Sousa cumplen con los patrones de simetría característicos de los valses (unidades
de 4, 8, 16 y 32 compases), pero son menos estrictas con respecto al esquema tonal,
tendiendo a terminar frecuentemente en la subdominante en lugar de la tónica. Tal es
el caso de su marcha King Cotton, que comienza en Mi bemol mayor pero cierra en
La bemol mayor.
Otro género cultivado en el siglo XIX fue el ballet, cuya tradición constituye un
emblema importante de la escuela francesa desde el Barroco de Lully, pero que a
partir del Romanticismo comenzaría a ser desarrollado por compositores de la escuela
rusa como Piotr Ilyich Tchaikovsky (1840 – 1893). La época contaba con
innovaciones técnicas tales como el estilo en pointe (en puntillas), y se tendía a evitar
el realismo, creando coreografías que daban énfasis a la mujer solista principal,
conocida como prima ballerina.
En el caso de Francia, los compositores de ballet del siglo XIX más sobresalientes
fueron Adolphe Adam (1803 – 1856) y Léo Delibes (1836 – 1891). En el de Rusia,
Tchaikovsky se caracterizó por combinar exitosamente una rica orquestación con
melodías líricas en El lago de los cisnes, La bella durmiente y Cascanueces. El
segundo acto de Cascanueces contiene divertimentos que reflejan el exotismo del
compositor, al buscar sonidos características de tierras lejanas como la evocación de
Arabia en el divertimento titulado “Le café”, China en el pentatonismo de “Le thé” y
Rusia en “Trépak”.
Por otra parte, el género conocido como obertura de concierto adquirió una nueva
denominación con Franz Liszt (1811 – 1886): Symphonische Dichtung o poema
sinfónico. Una de las razones por las cuales el nuevo término era más apropiado se
debe a que las oberturas de concierto estaban siendo escritas para salas de concierto, y
no funcionaban necesariamente como introducción a una ópera u obra de teatro.
Además de los trece poemas sinfónicos de Liszt, el sucesor más importante en este
género fue el alemán Richard Strauss (1864 – 1949), cuyas obras más famosas
incluyen Así habló Zarathustra (basada en el tratado de Nietzsche) y Don Quixote
(basada en la novela de Cervantes).
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Música Dramática:
Italia:
Generalmente nos referimos a las primeras tres décadas del siglo XIX como la “Era
de Beethoven”, pero sería más preciso llamarla la “Era de Rossini y Beethoven”.
Como lo hizo Beethoven en el campo la música instrumental, Gioacchino Rossini fue
uno de los máximos representantes de la época en el campo operístico. A principios
del siglo XIX, Rossini contribuyó con el establecimiento de un estilo de ópera italiana
conocido como bel canto, que refiere a la técnica vocal en la cual se enfatiza toda
melodía lírica, las frases en legato, y la búsqueda de recursos que, más allá de las
dificultades técnicas, pudiesen aparentar una vocalización cómoda y sin esfuerzo. El
acompañamiento orquestal es generalmente discreto, limitado a un apoyo armónico
con muy poco o sin contrapunto.
La ópera Il Barbiere di Siviglia de Gioacchino Rossini integra las tradiciones de la
ópera buffa con el estilo bel canto. El barbero de la trama es Figaro, un personaje
buffo cuya profesión le permite entrar en contacto con gente importante de la
sociedad sevillana. A lo largo de la ópera, el Conde Almaviva, disfrazado de
estudiante, utiliza a Fígaro para conseguir la mano de Rosina, quien a su vez es
pretendida por el Doctor Bartola. La trama se desenvuelve, por tanto, entre una serie
de identidades erradas, disfraces y notas secretas.
En esta ópera es la música, más que las palabras, la que nos informa sobre la
naturaleza esencial de los personajes. El primer número de Fígaro (Largo al
factotum), por ejemplo, cumple una función fundamental para introducir al personaje.
Fígaro se queja y al mismo tiempo se ufana porque sus servicios tienen tanta demanda
en la ciudad y siempre está ocupado. Es así como comienza a imitar a la gente
llamándolo “¡Fígaro! ¡Fígaro!” y responde a todos “¡uno a la vez!”
La tradición bel canto es evidente en el aria de Rosina (Una voce poco fa). Como
muchas arias de la época, consiste de dos secciones, una lenta y una conclusión más
viva conocida como cabaletta. Rosina canta mientras le escribe una carta a Lindoro
(el conde Almaviva disfrazado):
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Una voce poco fa y me saldré con la mía.
Hace poco una voz Io sono docile,
qui nel cor mi risuonò; Yo soy dócil
en el corazón me resonó; son rispettosa,
il mio cor ferito è già, y respetuosa,
mi corazón herido está ya sono obbediente,
e Lindor fu che il piagò. soy obediente,
y fue Lindoro quien lo lastimó. dolce, amorosa;
Sì, Lindoro mio sarà; dulce, amorosa,
Si, Lindoro mío será, mi lascio reggere,
lo giurai, la vincerò. me dejo gobernar,
lo juré y me saldré con la mía. mi fo guidar.
Il tutor ricuserà, me dejo guiar.
El tutor se negará, Ma se mi toccano
io l’ingegno aguzzerò. Pero si me tocan
yo mi ingenio aguzaré. dov’è il mio debole,
Alla fin s’accheterà en mi punto flaco
Al final se calmará sarò una vipera, sarò
e contenta io resterò seré una víbora, lo seré,
y contenta quedaré. e cento trappole
Sì, Lindoro mio sarà; y de cien trampas
Si, Lindoro mío será, prima di cedere
lo giurai, me serviré
lo he jurado, farò giocar!
la vincerò. antes de ceder.
Después de declarar que Lindoro es su elegido, Rosina afirma ser dócil, respetuosa y
obediente. Sin embargo, cuando comienza la cabaletta, la orquesta desmiente esas
cualidades al cobrar cada vez más vida y espontaneidad. Es ahí cuando Rosina
reconoce que será una víbora y una tramposa si alguien llega a tocar su punto débil.
En el momento en que Rosina vuelve a hablar de su docilidad, respeto y obediencia,
la orquesta ya se ha contagiado de la cabaletta y sigue tocando con la misma
vitalidad, lo cual sugiere que es la orquesta la que realmente refleja la personalidad
del personaje, y no necesariamente las palabras de ese segmento.
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A pesar de no haber tenido un fácil acceso a la educación musical, Bellini contaba con
un sentido peculiar de la melodía, que le permitía contemplar las frases sin someterse
a ataduras rítmicas ni a patrones que eran comunes en sus contemporáneos. Es gracias
a esa cualidad que nacen los momentos líricos bellinianos, en los cuales la melodía se
desenvuelve con libertad y sin que el oyente pueda predecir en qué momento
empatará la voz con la rítmica de la pieza. Son éstas las melodías que Verdi
describiría como “lunghe, lunghe, lunghe”, y de las cuales podemos encontrar un
claro ejemplo en la famosa Casta diva de su ópera Norma. Entre otros aportes de
Bellini, cabe destacar el acercamiento del recitativo a un estilo cantabile, reduciendo
la distinción entre estos segmentos y las arias. Por otra parte, la disminución de
castrati y la falta de valoración por los barítonos y los bajos, posicionaron a las
sopranos – también conocidas como prime donne – en los roles operísticos más
importantes. Entre las obras más sobresalientes de Bellini, se debe mencionar las tres
que le dieron inmortalidad en la historia del género operístico: La sonnambula,
Norma e I puritani.
La presencia del afamado compositor alemán Johann Simon Mayr en Bérgamo marcó
los inicios de la educación musical de Donizetti. Mayr organizó unas lezioni
caritatevoli para enseñar música a niños de pocos recursos, y entre éstos figuraba el
compositor en cuestión.
Las óperas de Donizetti enfatizan enormemente el dramatismo de las situaciones,
dándole a cada personaje una penetración sicológica distinta más profunda que la de
sus contemporáneos, siendo estas óperas las que más influirían en la obra de Verdi.
Escribió más óperas serias que bufas, pero no dejó a estas últimas de lado como lo
hizo Bellini.
Su ópera Anna Bolena (1830) fijó la pauta de las óperas serias-románticas, siendo la
primera de la serie de heroínas donizettianas. Los personajes de Donizetti buscan la
complicidad del público, como es el caso de la creencia en la inocencia de la
protagonista Anna Bolena. Por el lado bufo, Donizetti supo alternar lo cómico con los
elementos sentimentales del nuevo estilo, como es evidente en su ópera L’elisir
d’amore (1832). El protagonista Nemorino, un joven pueblerino enamorado, refleja la
profundidad sicológica de un personaje capaz de emocionar al público a través de la
sencillez de la línea musical, y dejando de lado los efectismos vocales típicos de
Rossini, como se puede observar en la romanza Una furtiva lagrima.
El título que confirmó a Donizetti como uno de los más grandes compositores de la
ópera italiana fue Lucia di Lamermoor (1835), con libreto de Salvatore Cammarano.
La trama tiene lugar en Escocia, en un castillo gótico, y enfatiza el protagonismo del
tenor, lo cual iba en contra de lo normal en esta época de sopranos. Es por esta razón
que el tenor tiene la gran escena final, aunque algunos teatros de la época llegaron a
cortar esa escena para terminar la ópera con el segmento de la locura de Lucía,
creyendo que lo ideal era terminar con una soprano.
Nacionalismo
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fuertemente en compositores de Europa del Este. Chopin, por ejemplo, cuya nativa
Polonia estaba bajo el control de Rusia, dejó un legado nacionalista con las mazurkas
y polonesas que escribió mientras vivía en París como parte de los polacos exiliados.
Rusia, por su parte, se estaba estableciendo como una nueva potencia en Europa. Los
compositores de la época buscaron una estética que definiera la música rusa
basándose en inflexiones armónicas de la música folklórica rusa. La obra de Glinka
inspiraría a muchos compositores como Alexander Borodin y Modeste Mussorgsky.
La obra orquestal En las estapas de Asia Central de Borodin , por ejemplo, incorpora
elementos de la música asiática como las escalas pentatónicas, y la ópera Boris
Godunov de Mussorgsky deriva su trama de la historia rusa e incluye canciones
populares.
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de escuelas extranjeras como la de la grand’opéra meyerbeeriana en obras como Don
Carlos (1867). También se puede encontrar una tendencia exotista en Verdi cuando
escribió Aida, inspirada en ambientaciones egipcias como el anochecer en el Nilo al
inicio del tercer acto.
Después de Aida y del Réquiem (1874), Verdi rompería con las formas cerradas que
había utilizado hasta entonces (arias, dúos, tríos con cabalette) en su ópera Otello.
Esta ópera se anticipa a los procedimientos de los veristas, como la fluidez continua
de las melodías y el protagonismo más pronunciado de un tenor dramático (Otello).
Se llega así a una completa ruptura con el bel canto. Finalmente, con Falstaff (1893)
marcó un retorno al terreno de la ópera bufa, abandonada desde hacía años por el
compositor.
Giuseppe Verdi fue el máximo representante de la ópera italiana a mediados del siglo
XIX; su ópera Rigoletto refleja las nuevas características de un estilo que enfatiza la
importancia de la integridad dramática, bajo parámetros como:
• Realismo dramático.
• Mayores unidades de organización dramática.
• Virtuosismo justificable dramáticamente.
Realismo dramático:
Para Rigoletto, Verdi utilizó una adaptación de la obra de teatro Le roi s’amuse de
Victor Hugo (1802 – 1885). Trabajó conjuntamente con el dramaturgo italiano
Francesco Piave para adaptar la obra en un libreto apropiado. La trama habla sobre el
mujeriego Duque de Mantua, su bufón jorobado (Rigoletto), la hija de Rigoletto
(Gilda) y la maldición de un cortesano llamado Monterone. Rigoletto tiene a su hija
encerrada, y sólo le permite salir los domingos para ir a misa. Los cortesanos la
descubren, pero piensan que es la amante de Rigoletto, y planean secuestrarla para
convertirla en objeto de placer del duque. Sin embargo, el duque ya la había cortejado
el domingo anterior, vestido de estudiante.
Otra víctima del duque era la hija del conde Monterone, y cuando este último decide
denunciar los hechos, el duque manda arrestarlo inmediatamente. Es en ese momento
que Monterone pregona la famosa maledizione (maldición) que llevará a Rigoletto a
la perdición. Cuando los cortesanos secuestran a Gilda y se la llevan al duque,
Rigoletto piensa que se debe a la maldición, pero cuando descubre la verdad decide
contratar a un asesino para acabar con el duque. Gilda, enamorada del duque, salva su
vida sacrificándose a sí misma en el momento del asesinato.
La manera de presentar al duque y a la vida cortesana despertó reacciones fuertes en
Italia, resultando en una serie de censuras que obstaculizaron su puesta en escena en
Venecia. El hecho de utilizar el nombre de un bufón jorobado como el título de la
ópera también fue controversial.
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Aunque Verdi utiliza muchos elementos de la ópera italiana tradicional (aria, duetos,
coros y recitativo acompañado), los incorpora en unidades dramáticas más amplias.
Este procedimiento ya había sido utilizado por Gluck y Mozart, pero Verdi lo
expandió aún más, buscando una continuidad libre de interrupciones en la música y el
drama y reduciendo las oportunidades obvias para el aplauso del público.
En Rigoletto, esta práctica enfatizó el realismo dramático. Verdi evita una obertura
demasiado amplia, abriendo con un preludio sombrío cuyo motivo inicial está
relacionado con la maldición de Monterone. El efecto es similar al tema de la obertura
de Don Giovanni de Mozart, y podría decirse que ambas óperas están fuertemente
relacionadas, pues las dos hablan del destino de un libertino y sus víctimas. El primer
acto abre con un segmento extenso que abarca ocho subsecciones interconectadas, en
las cuales los cambios escénicos se enlazan de manera coherente y las acciones tienen
lugar sin interrupción.
Las arias de Verdi siempre reflejan el carácter de cada personaje sin interrumpir la
fluidez del drama. Las arias del duque, por ejemplo, se caracterizan por un color
brillante y ostentoso que refleja su personalidad, mientras que las de Gilda tienden a
ser delicadas y por lo tanto representan su fragilidad.
Este grupo, denominado moguchay kuchka (manada poderosa) por el crítico ruso
Stasov, fue organizado y coordinado por el matemático Mily Alexeyevich Balakirev
(1837 – 1910), y conformado también por el ingeniero militar César Cui (1835 –
1918), el investigador químico y médico Alexander Porfiryevich Borodin (1833 –
1887), el oficial de la armada Modest Petrovich Mussorgsky (1839 – 1881) y el
oficial de la marina Nikolay Andreyevich Rimsky-Korsakov (1844 - 1908).
La educación musical de Balakirev era muy parca, pero un encuentro decisivo con
Mikhail Glinka (1804 – 1857) en 1855 marcó un cambio de rumbo en su vida
profesional. Más tarde, los otros miembros de la kuchka irían incorporándose poco a
poco a esta vocación, pero Balakirev seguiría desempeñándose como el líder a pesar
de que sus composiciones no reflejaban un nacionalismo ruso tan pronunciado como
el de sus cuatro compañeros. Entre sus obras nacionalistas, influenciadas por el estilo
de Glinka, se puede destacar sus oberturas sobre temas rusos (1858 y 1864), pero la
obertura y la música incidental del Rey Lear (1861) hace uso de viejas canciones
inglesas, y obras como su poema sinfónico En Bohemia revelan más bien el uso de
melodías checas. Su género favorito en música para piano era la mazurca polaca.
De todos los miembros de la kuchka, el menos conocido es César Cui, compositor y
crítico de origen lituano y ascendencia francesa, que fue el primero en unirse a la
tertulia de Balakirev. Escribió numerosas críticas a favor del nacionalismo ruso, pero
curiosamente sus obras son aún más incongruentes con estos principios que las del
mismo Balakirev. La mayoría de sus óperas y obras dramático-musicales están
basadas en argumentos occidentales, y tan sólo en obras como su primera ópera
77
titulada El prisionero del Cáucaso se puede apreciar la influencia de la música
popular rusa.
El caso de Borodin es un ejemplo de las dificultades de los compositores de Rusia: la
falta de una educación musical sistematica, las exigencias de una profesión diferente y
el dominio de los estilos de occidente. Animado por el éxito de su Primera Sinfonía
en 1869, comenzó a trabajar en su Segunda Sinfonía y en la ópera Príncipe Igor, cuyo
libreto escribió él mismo basándose en una obra épica medieval rusa. Esta ópera no
fue terminada, pero tras la muerte de Borodin en 1887, Rimsky-Korsakov completó
las secciones inacabadas e hizo la mayoría de la orquestación. El carácter nacionalista
en Príncipe Igor se nota en las inflexiones modales, la declamación flexible y similar
al recitativo cultivado por Glinka y Dargomïzhsky. En su estructura, persiste el
modelo de la ópera francesa e italiana. El salvaje exotismo de las Danzas
Polovetsianas del final del segundo acto se ha convertido en el segmento más
atractivo y ejecutado de la ópera hoy en día.
Mussorgsky es quizá el más reconocido de los cinco en la actualidad, aunque durante
muchos años su música fue desconocida a excepción de los arreglos que Rimsky-
Korsakov había hecho de sus obras. No fue hasta 1928-29 cuando se editó una
integral de sus obras en Moscú, y más tarde se comenzó a valorar más y más sus
versiones originales. Las primeras obras de Mussorgsky eran en su mayoría para
piano solo o para voz y piano. Siempre se mostró susceptible a las escenas dramáticas
y al estímulo visual, lo cual se ve claramente reflejado en su obra Cuadros de una
exposición (1874), donde lleva a cabo una representación musical de una exhibición
de pinturas de su amigo Victor Alexandrovich Hartmann. Las escenas describen a un
gnomo, un viejo castillo, los Jardines de las Tullerías, un ballet de polluelos recién
salidos del cascarón, unas catacumbas y las puertas de la ciudad de Kiev. Todas están
conectadas con un “Promenade” recurrente. También es muy famosa la versión
orquestal de la obra hecha por Maurice Ravel. Influenciado por las doctrinas realistas
de la época, Mussorgsky quiso incorporar una estética cruda y libre de artificios en
varios intentos de ópera que quedaron incompletas y en sus canciones. Ese
naturalismo sería efectivo en su gran logro operístico, la afamada Boris Godunov (2
versiones: 1869 y 1873). Siendo su única ópera completa, revela rasgos nacionalistas
al partir de fuentes rusas como la obra teatral de Pushkin del mismo nombre y la obra
Historia del Estado Ruso de Nikolai Mikhailovich Karamzin, que fueron usadas como
base para la construcción del libreto. Se narra la época turbulenta de comienzos del
siglo XVII en Rusia, donde se sitúa también el libreto de Una vida por el Zar de
Glinka.
Rimsky-Korsakov, con muy escasa formación musical profesional, llegó a ser
profesor de composición del Conservatorio de San Petersburgo. Su sonoridad especial
en su técnica de orquestación es evidente en obras como Capriccio Espagnol, la suite
sinfónica Sheherezade y la Obertura del Festival de la Pascua Rusa. Calculaba sus
efectos orquestales cuidadosamente, y gran parte de sus técnicas de instrumentación
fueron detalladas en tratados de orquestación, recopilados desde 1873 hasta su
muerte. Escribió además 15 óperas con sus respectivos libretos, basadas en la historia
y la literatura rusas, y siguiendo así el ejemplo de Glinka. Entre otras se puede
destacar La doncella de Pskov (1872), La doncella de nieve (1881) y Sadko (1896).
En esta última desarrolla una historia a partir de los dioses del mar, ninfas y diversos
mortales de las leyendas medievales rusas.
78
en Bohemia y Gottschalk en Estados Unidos. Algunos compositores también optaron
por incorporar elementos de naciones extranjeras, con el fin de agregar elementos
“exóticos” a sus obras. Tal es el caso de la ópera Aida de Verdi, cuya historia tiene
lugar en el antiguo Egipto y que de hecho fue estrenada en El Cairo, las Danzas
Húngaras de Brahms, y los elementos nativos americanos que incluyó Dvorak en su
Sinfonía 9, subtitulada “Del Nuevo Mundo”.
Nacionalismo en Bohemia:
Los compositores bohemios (checos) más destacados del siglo XIX fueron Bedrich
Smetana (1824 – 1884) y Antonín Dvorák (1841 – 1904), cuyos enfoques
nacionalistas se manifiestan en el uso de temas nacionales para un repertorio
programático, enriquecido con referencias a melodías folklóricas y a ritmos de danzas
populares. Esto se puede notar claramente en obras como la colección de seis poemas
sinfónicos titulada Ma vlást (Mi patria) de Smetana o el Quinteto para piano Op. 81
de Dvorák; este último incluye un movimiento basado en la melancolía de una balada
popular conocida como dumka y otro caracterizado por los acentos cambiantes típicos
de una danza bohemia llamada furiant.
Por otra parte, la nueva generación del siglo XX encargada de difundir la música
nacional estuvo representada por el compositor Leos Janácek (1854 – 1928). Sus
obras más importantes fueron en su mayoría óperas, escritas entre 1900 y 1915, y
aquélla que lo lanzó a la fama fue Jenufa, tras su estreno en Praga en 1903. Otras de
sus óperas tempranas incluyen Sárka (1888), e El comiento de un romance (1891),
cuyo estilo revela la influencia de Smetana y Dvorák. Al igual que posteriormente lo
harían Kodály y Bartók, Janácek estudió la música folclórica de su Moravia natal y
dio prioridad a la frescura melódica y rítmica de dicha música. Ese lenguaje local se
vio reflejado en su ópera Jenufa, y propuso así la teoría de la “melodía – discurso”,
es decir una línea vocal realista, basada en ritmos naturales y en inflexiones del
lenguaje hablado (similar a Mussorgsky). Estos elementos estilísticos se
intensificaron en óperas posteriores como Fate (1905) y Las excursiones de Mr.
Broucek (1917). En los últimos años de su vida escribió Kát’ a Kabanová (1921), La
pequeña y astuta zorra (1923), El asunto de Makropulos (1925) y Desde la casa de
los muertos (1928). Son importantes también su Misa Glacolítica (misa eslava de
1926) y sus obras para ensambles de cámara.
Francia:
Tras la influencia de Gluck, la ópera francesa había logrado mantener una cierta
independencia con respecto al dominio de Italia, contando con el apoyo de autores
incluso italianos como Cherubini y Spontini. Desde el siglo XVIII, una de las
categorías de ópera más destacadas en Francia fue la Opéra-Comique, desarrollada
por compositores como André-Modeste Gretry (1741-1813) y Jean-François Le
Sueur (1760-1837), cuyas óperas recurren frecuentemente a temáticas relacionadas
con la cotidianidad y lo popular, y alternan segmentos cantados con partes habladas
sin recitativos, como sucedía con su género antecesor, la comédie-ballet. Estas óperas
hacían menos énfasis en el ballet y la escenificación con multitudes, a diferencia de la
otra categoría que se desarrollaría en Francia durante el siglo XIX, conocida como
79
Grand-Opéra, cuyo enfoque estilístico sí se basaba en la monumentalidad escénica,
los grandes recursos y la magnificencia en la producción, además de utilizar temáticas
más formales con referencias históricas.
Se podría afirmar que uno de los compositores que marcaron un anticipo de la Grand-
Opéra francesa fue Daniel-Esprit Auber (1784-1872), cuya ópera La muette de
Portici (La muda de Portici) se destaca por una temática que hace alusión a la revuelta
antiespañola de Nápoles de 1657. También se reconoce la influencia italiana en
Auber, como es evidente en su conocida ópera cómica Fra Diavolo (1830). Por otra
parte, es importante resaltar que la Grand-Opéra francesa fue trabajada no solamente
por compositores locales, sino también por alemanes como Jacques Meyerbeer
(1791 – 1864), reconocido como el gran maestro del género, especialmente por su
obra titulada Robert le diable (1831) y por Les huguenots (1836), en la cual plasma el
contexto histórico de las guerras de religión francesas del siglo XVI. Aunque también
escribió títulos cómicos, los últimos años de Meyerbeer fueron marcados por su
retorno a la Grand-Opéra con el monumental espectáculo de su obra L’Africaine,
estrenada un año después de su muerte (1865).
Otro compositor influyente en la ópera francesa del siglo XIX fue sin lugar a dudas
Hector Berlioz (1803-1869). Su admiración por el teatro de William Shakespeare, y
por la música de compositores como Gluck y Beethoven contrasta con su rechazo
inmediato contra las obras de Auber y Rossini, cuya música calificaba como “poco
atrevida”. Una de sus óperas de grandes dimensiones más importantes es Los
troyanos, cuyo estreno no alcanzó a ser contemplado por el compositor. La Grand-
Opéra llegó también a su máxima expresión con Fausto de Charles Gounod (1818-
1893), obra que adquirió tal popularidad que llegó a ser representada más de 3.000
veces en un siglo, tras ser aceptada por la Ópera de París en 1869. A Charles Gounod
se debe también la formación inicial del compositor César-Alexandre-Léopold
Bizet, comúnmente conocido como Georges Bizet (1838-1875), cuyo principal
reconocimiento recae sobre su Opéra-Comique de temática exótica titulada Carmen
(1875), basada en la novela de ambiente español de Prosper Mérimée. Carmen es un
ejemplo del interés por el exotismo que satisfacía las aspiraciones del público,
aspecto que se ve reflejado en sus rasgos de música española adaptados al gusto
francés.
Alemania:
80
cada una con una obertura diferente (Beethoven asignó a la última versión un nuevo
título: Fidelio). Esta única ópera de Beethoven no tuvo mayor impacto en el resto de
Europa, pero sí marcó un nuevo estímulo en Alemania para la construcción de nuevas
óperas alemanas. Esto explica el hecho de que su estreno en España haya tardado
hasta 1921, y que su ejecución fuese muy poco común hasta después de los años 50.
Ernest Theodor Amadeus Hoffman (1776 – 1822) fue uno de los introductores de
las ideas románticas en la ópera alemana, como se puede percibir en sus singspiele
titulados La bebida de la inmortalidad, Aurora y Undine (considerada su obra
maestra). Las narraciones de Hoffman (fue más conocido como escritor y poeta que
como músico) sirvieron también como inspiración para futuros compositores, como es
el caso de Offenbach y su ópera Los cuentos de Hoffman.
El heredero más destacado de Hoffman fue el compositor Carl Maria von Weber
(1786 – 1826), cuyo primer éxito fue el singspiel de argumento musulmán titulado
Abu Hassan. A pesar del tiempo tan limitado con el que Weber contaba para
dedicarse al género operístico, logró crear una ópera que alcanzó un puesto muy
importante en el repertorio mundial: Der Freischütz (El cazador furtivo, 1821).
Siendo una ópera totalmente alemana, enfatiza la situación histórica del país dentro de
una escenificación característica de la mítica alemana: los bosques, lugares de
reunión, canto y baile en la tarde, y de misterio y fantasmas siniestros en las noches.
• La época Biedermeier:
Biedermeier fue un período de la historia del arte alemán que buscaba la moderación
en las posiciones del romanticismo, en pro de lo doméstico y realista. Como resultado
de los ideales burgueses de Austria y Alemania, las óperas de la época biedermeier
evitan las visiones místicas y grandiosas del romanticismo alemán, buscando
representaciones de tipo cómico que reflejen los valores de la sociedad. Uno de los
autores más importantes al respecto fue Conradin Kreutzer (1780 – 1849), autor de
Das Nachtlager in Granada (Campamento nocturno en Granada), una ópera con
elementos exóticos y humorísticos que encajaban en el ambiente de los Biedermeier.
Otros compositores importantes fueron Ludwig Spohr (1784 – 1859) con su ópera
Faust (primera versión operística de la obra de Goethe), Heinrich Marschner (1795
– 1861) con su ópera Der Vampyr y Albert Lortzing (1801 – 1851). Este último se
apoyó fuertemente en la tradición del singspiel de Mozart, manteniéndose al margen
de los modelos italianos, y logrando un gran éxito con obras como Zar und
Zimmerman (El Zar y el Carpintero, 1837) y El cazador salvaje o la voz de la
naturaleza (1842), en las cuales se puede apreciar la tesitura de un bajo bufo, muy
valorado en el público alemán de la época.
81
alemanes como Jakob Meyerbeer y Jakob Offenbach (judíos) tuvieron una incidencia
más fuerte en la ópera francesa.
La primera etapa operística de Wagner reflejaba una gran afinidad con el estilo
francés, y buscaba imitar los grandes espectáculos de compositores como Meyerbeer,
quien se había convertido en el autor más importante de la Ópera de París. Su última
intervención en el repertorio de la grand opéra al estilo meyerbeeriano ocurrió en
Riga, pero se requería tantos medios para estrenarla que su ejecución fue imposible.
Por esta razón, Wagner y su esposa Minna Planer tuvieron que huir de los acreedores
de Riga y viajaron por vía marítima rumbo a Londres. Las dificultades de este viaje
inspiraron a Wagner para escribir las óperas de su primera madurez, tales como Der
fliegende Holländer (El holandés errante, 1843), cuyo libreto tuvo que vender en
París para salir de deudas y de la cárcel.
En El holandés errante se puede apreciar la influencia de Weber, particularmente por
la presencia de imponentes coros como es el caso del coro de marineros en el tercer
acto. Tras encontrar una posición estable como director musical de la Ópera de
Dresden, Wagner logró estrenar su ópera y preparar su siguiente título: Tannhäuser, o
la competición de canto en el Wartburg.
Uno de los recursos temáticos más importantes en las óperas de Wagner es el
leitmotiv, es decir una melodía o un recurso musical que hace referencia a un
determinado contenido poético cada vez que éste aparece en la historia. Aunque
Wagner nunca utilizó el término leitmotiv, se puede notar la funcionalidad de este
recurso en obras como Lohengrin.
El Anillo de Nibelungo, otra ópera pensada inicialmente en dos partes, muestra la
importancia de los leitmotive como elementos de unidad temática a lo largo de toda la
obra. Cabe mencionar que Wagner amplió este esbozo hasta construir una Tetralogía
formada por:
• Prólogo: Das Rheingold (El oro del Rhin).
• Primera Jornada: Die Walküre (La Valquiria).
• Segunda Jornada: Siegfried (Sigfrido).
• Jornada Final: Die Götterdämmerung (El ocaso de los dioses).
82
Este acorde, además de ser el primero de la ópera, aparece en distintos puntos con los
mismos intervalos: tritono, sexta aumentada y segunda aumentada, con respecto al
bajo.
Es importante mencionar, finalmente, que Wagner creía en la fusión balanceada que
el teatro griego antiguo tenía con respecto a la música, el drama y las artes visuales
dentro de una misma obra. Creyendo que la presencia integral de estos elementos
había sido difuminada por el género operístico, Wagner optó por utilizar un nuevo
término que describiría a sus óperas como la recuperación de esa fusión completa:
Gesamtkunstwerk (obras de arte total, también conocidas como dramas musicales).
83
espectadores que lo que se busca es despertar emociones reales, y que la presente
ópera pretende mostrar la vida tal y como es. En el segundo acto, por otra parte,
Leoncavallo muestra una escena de “teatro dentro del teatro”, cuando los payasos
Canio, Tonio y Beppe representan un segmento típico de la tradición de Commedia
dell’arte.
Otros compositores destacados del verismo fueron Umberto Giordano (1867 –
1948), Francesco Cilèa (1866 – 1950) y Giacomo Puccini (1858 – 1924). El caso de
Cilèa, sin embargo, se ha prestado para numerosas controversias en cuanto a si se
debe o no clasificarlo como verista, pues otorgó muchos de los recursos de bel canto a
sus obras. El verismo de Puccini, por su parte, se manifestó en óperas como Manon
Lescaut (1894), con la cual, según él, quiso crear una Manon “de carne y hueso” a
diferencia de la versión escrita previamente por Jules Massenet. En el caso de La
Bohème se puede apreciar también una intención competitiva por parte de Puccini,
pues comenzó a escribirla tras enterarse que su rival, Leoncavallo, estaba
componiendo sobre la novela Scènes de la vie bohème de Henri de Murger.
84
el primer estado comunista, cuyo poder debía recaer teóricamente en manos del
pueblo (proletariado) pero en la práctica seguía siendo controlado por la burocracia.
La década de los 20 vio una enorme crisis económica tanto en Europa como en
Estados Unidos de América. En Alemania, dicho fenómeno contribuyó al ascenso al
poder de Adolf Hitler a inicios de 1930. Esa misma década corresponde a la Gran
Depresión económico de Estados Unidos de América, durante la cual un tercio de la
población estadounidense quedó desempleada.
En 1939, la guerra explotó una vez más con la invasión de Alemania sobre Polonia,
bajo el mando de Hitler. La Segunda Guerra Mundial (1939 - 1945) puso en
enfrentamiento las Potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón) contra los Aliados
(Gran Bretaña, Francia, la Unión Soviética y, desde 1941, Estados Unidos de
América). Habiendo dejado más de 50 millones de muertos, el exterminio de millones
de judíos en manos de los nazis, y finalmente las catástrofes de dos bombas atómicas
sobre Hiroshima y Nagasaki en Japón, la Segunda Guerra Mundial marcó el
fenómeno más sangriento de la historia. En 1945 nace, por esa razón, la Organización
de las Naciones Unidas, con el fin de evitar futuros conflictos entre las naciones.
A pesar de que EEUU y la URSS fueron aliados en contra de Alemania durante la
guerra, pasaron a convertirse en enemigos, generando un nuevo conflicto entre el
Bloque Oriental de naciones comunistas (Unión Soviética, Polonia, Alemania
Oriental, , Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria) y el Bloque Occidental,
liderado por Estados Unidos. El temor a aniquilarse mutuamente con armas nucleares
previno el surgimiento de una tercera guerra mundial, y por lo tanto no existió un
enfrentamiento directo en un campo de batalla entre las dos potencias (EEUU y la
URSS). Es por esta razón que se conoce a este conflicto como “La Guerra Fría”. Uno
de los símbolos más impactantes de esta guerra es fue, sin lugar a dudas, el Muro de
Berlín, construido por Alemania Oriental en 1961, para prevenir el éxodo de su
población hacia el oeste. Simultáneamente, Estados Unidos buscó una estrategia para
limitar la expansión del comunismo, lo cual resultó en conflictos con países aliados de
la Unión Soviética como fue el caso de la Guerra de Corea (1950 – 1953) y la Guerra
de Vietnam (1964 – 1973).
A finales de los 80, la URSS comenzó a perder control sobre su dominio territorial, y
es así como, tras la caída del Muro de Berlín (1989) se daría fin a la Guerra Fría y se
generaría, una vez más, la unificación de Alemania.
En 1991, la Unión Soviética se disolvió en una confederación de estados
independientes como Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Georgia, Armenia y Kazakistán.
Los estados bálticos, por su parte, se independizaron en las naciones de Estonia,
Letonia y Lituania.
La grabación del sonido fue el invento más importante a finales del siglo XIX, desde
el desarrollo de la imprenta en el siglo XVI. La primera grabación en fonógrafo
corresponde a una recitación de Thomas Edison, registrada en 1877 en su laboratorio
de Nueva Jersey:
85
the lamb was sure to go, ha ha ha."
Las grabaciones han tenido un gran impacto en los compositores, hasta el punto de
crear obras cuya ejecución sólo es posible en forma de registro, y no como
interpretación de músicos en vivo. Tal es el caso de diversas obras de Milton Babbit,
o de cantantes como John Lennon y Paul McCartney de los Beatles. A continuación
se presenta los momentos más sobresalientes en la historia de las grabaciones sonoras
y la tecnología de transmisión:
Modernismo:
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resisten a la novedad. En la música, las manifestaciones de vanguardia consisten, en
su mayoría, en abandonar las formas convencionales y / o la tonalidad.
En las artes plásticas, por otra parte, el modernismo contó con importantes figuras,
desde el impresionismo de finales del siglo XIX hasta el cubismo y primitivismo de
Pablo Picasso (1881 – 1973), el expresionismo de Wassily Kandinsky (1866 –
1944) y Edvard Munch (1863 – 1944), el realismo de Norman Rockwel (1894 –
1978), el surrealismo de Salvador Dalí (1904 – 1989) el arte abstracto de Jackson
Pollock (1912 – 1956) y, por supuesto, el postmodernismo de Andy Warhol (1928 –
1987), entre otras corrientes.
Francia
Impresionismo:
Claude Monet,
Impresión - Sol Naciente, 1872.
En pinturas impresionistas, el color prevalece sobre lo lineal. De igual forma, la
música impresionista busca también difuminar las armonías claras, los ritmos y las
formas, haciendo uso de una variedad tímbrica (color musical) hasta entonces
desconocida. Tal es el caso de compositores como Claude Debussy y Maurice Ravel.
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• Timbre: los impresionistas dieron un nuevo carácter a los instrumentos
musicales. Debussy afirmaba, por ejemplo, que Beethoven había trabajado el
piano como un instrumento de percusión, y que por eso valdría la pena buscar
sonoridades más líricas, como si no tuviera martillos.
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apreciar los Tres poemas de Mallarmé (1913) y su ópera en un acto L’enfant et les
sortilèges (1925).
Alemania
Otro de los compositores que vivieron la transición hacia el siglo XX fue Gustav
Mahler, cuya aproximación al género sinfónico incluye texturas corales como lo hizo
Beethoven en su Novena Sinfonía. Aunque no tuvo mucho éxito como compositor de
ópera, Mahler fue muy reconocido por sus lieder orquestales y sus obras sinfónicas,
además de su labor como director de la ópera de Viena entre 1897 y 1907 y de la
Sociedad Filarmónica de Nueva York entre 1909 y 1911.
El lenguaje que maneja Mahler en sus sinfonías podría definirse como posromántico,
y se caracteriza por la complejidad en la forma, sus grandes extensiones y su carácter
programático. Las dimensiones de la orquesta tienden a ser bastante amplias, como se
puede apreciar en su Segunda Sinfonía (estrenada en 1895), la cual incluye una gran
sección de cuerdas, 17 instrumentos de madera, 25 de metal, 6 timbales y percusión, 4
o más arpas, un órgano, un gran coro , una solista soprano y una solista contralto. Esta
obra es conocida como la Sinfonía Resurrección, y culmina con las voces en el Finale
de manera similar a como lo hizo Beethoven con su novena sinfonía. Aún más
monumental es la orquestación de su Octava Sinfonía (1906-07), conocida como la
Sinfonía de los Mil. Esta sinfonía presenta texturas polifónicas que de alguna manera
podrían interpretarse como un homenaje a Bach, a quien Mahler admiraba
profundamente. Consiste además de dos movimientos corales con los textos del
himno Veni Creator Spiritus del canto llano y el texto completo de la escena final de
la segunda parte de Fausto de Goethe.
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anteriores. Mahler tenía miedo de escribir una novena sinfonía, sabiendo que
Beethoven, Schubert y Bruckner habían muerto sin poder escribir una décima.
Para evitar esta desgracia, decidió asignar el título Das Lied von der Erde (La
canción de la Tierra) en lugar del número. Posteriormente escribió otra
sinfonía con el número 9 y murió sin completar la décima.
Además de las sinfonías, cabe destacar obras como sus Kindertotenlieder (canciones
de los niños muertos, 1901-04) y la antes mencionada Das Lied von der Erde (la
canción de la tierra), pertenecientes a la categoría de lieder orquestales. Esta última
se basa en un ciclo de poemas chinos traducidos por Hans Bethge bajo el título de La
flauta china. La obra cuenta con un tenor y una contralto solistas, además de las
fuerzas orquestales que se encargan de crear una atmósfera exótica mediante los
colores instrumentales y el uso constante de la escala pentatónica.
Italia:
Futurismo
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Giacomo Puccini. Este último se posicionó como el compositor más importante de
finales de siglo gracias a óperas como Manon Lescaut, La Bohème y Tosca. Su obra
tardía también refleja un pronunciado exotismo, como fue el caso de Madame
Butterfly (1904) y Turandot, que quedó incompleta tras su muerte; ambas están
inspiradas en una ambientación oriental, y en ellas Puccini optó por utilizar escalas
modales y disonancias sin resolver.
En 1909, surgió en Italia un nuevo movimiento conocido como Futurismo, creado por
el artista y escritor Filippo Tomasso Marinetti (1876 – 1944). Fue en ese año cuando
Marinetti publicó en el diario francés Le Figaro el siguiente manifiesto que dio origen
a esta corriente artística:
Manifiesto Futurista
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revoluciones en las capitales modernas, cantaremos al vibrante fervor nocturno
de las minas y de las canteras, incendiados por violentas lunas eléctricas; a las
estaciones ávidas, devoradoras de serpientes que humean; a las fábricas
suspendidas de las nubes por los retorcidos hilos de sus humos; a los puentes
semejantes a gimnastas gigantes que husmean el horizonte, y a las locomotoras
de pecho amplio, que patalean sobre los rieles, como enormes caballos de acero
embridados con tubos, y al vuelo resbaloso de los aeroplanos, cuya hélice
flamea al viento como una bandera y parece aplaudir sobre una masa entusiasta.
Es desde Italia que lanzamos al mundo este nuestro manifiesto de violencia
arrolladora e incendiaria con el cual fundamos hoy el FUTURISMO porque
queremos liberar a este país de su fétida gangrena de profesores, de arqueólogos,
de cicerones y de anticuarios. Ya por demasiado tiempo Italia ha sido un
mercado de ropavejeros. Nosotros queremos liberarla de los innumerables
museos que la cubren por completo de cementerios.
Ópera en Alemania:
92
poderla besar. Una reacción semejante se genera al final de la ópera, cuando Salomé
es aplastada por los escudos de los soldados de Herodes.
Weill se caracterizó por su gusto por la música teatral de cabaret y por un sentido
políticamente agresivo. Dichos rasgos se ven reflejados desde su songspiel (nótese el
anglicismo sobre “song”) titulado Mahagonny (1927), y en su adaptación de la
Beggar’s Opera de Gay y Pepusch (1728) con motivo del bicentenario, convertida en
Die Dreigröschenoper (La ópera de tres centavos, 1928). Esta última muestra una
crítica socialista hacia el sistema capitalista, y se ha posicionado como una de las
óperas más populares desde su traducción al inglés en 1954 por parte de Marc
Blitzstein. Ante la difícil realidad que vivía Alemania, Weill terminó su carrera
exiliado en Estados Unidos de América a partir de 1935, donde escribió algunas
comedias musicales.
Escandinavia:
El cambio de siglo representó una serie de cambios para países escandinavos como
Finlandia, que históricamente había estado gobernada por Suecia, y desde 1814 había
pasado a manos del zarismo ruso. Este período de transición contó con la presencia de
Jean Sibelius (1865 – 1957), quien formó parte del desarrollo creciente de un orgullo
nacional y se identificó con el folklore nacional. Entre sus obras más importantes
están la Sinfonía con voces Kullervo (1892), poemas tonales como En Saga (1892),
las cuatro Leyendas de Lemminkaïnen (1893 – 1895) y Finlandia (1899). Al igual que
compositores como Liszt y Tchaikovsky, Sibelius revitalizó la tradición sinfónica del
siglo XIX desde su Sinfonía Nº 1 (1899), seguida de seis sinfonías más. Aunque no
incluyó materiales folklóricos en estas obras, se reconoce su estilo como un emblema
nacional. Escribió además un Concierto para violín (1903), canciones, corales, piezas
para piano y obras de cámara. Sus últimas composiciones fueron la Sinfonía Nº 7
(1924) y el poema tonal Tapiola. Es posible que Sibelius, al igual que Rachmaninov,
se hayan sentido fuera de su tiempo por el lenguaje principalmente conservador y
tonal que ambos optaron por manejar en medio de tantas escuelas modernistas.
93
entre elementos folklóricos noruegos y un estilo romántico evidente en sus piezas
líricas para piano, aunque la obra que realmente ha cobrado un gran protagonismo en
su repertorio instrumental es, sin lugar a dudas, su Concerto Op. 16 para Piano y
Orquesta (1868). En su música incidental, sobresale la obra compuesta por encargo
de Henrik Ibsen para su obra literaria Peer Gynt (1876).
España:
Las figuras más sobresalientes de la música española en el siglo XX fueron, sin lugar
a dudas, Isaac Albéniz (1860 – 1909), Enrique Granados (1867 – 1916) y Manuel
de Falla (1876 – 1946). Albéniz fue reconocido como una figura muy representativa
del nacionalismo español por obras como su Suite Iberia para piano, pero fue también
uno de los más grandes maestros de reconocimiento internacional, principalmente en
Francia e Inglaterra. En esta última, y gracias al mecenazgo del banquero Money-
Coutts, Albéniz contó con los recursos necesarios para montar grandes obras como su
ópera Merlín (1902), perteneciente a la trilogía de King Arthur, que
desafortunadamente no alcanzó a completar en vida. El mismo estreno de Merlín, de
hecho, tuvo lugar 101 años después, en el año 2003, en Madrid. Su estilo revela una
fuerte influencia wagneriana, razón por la cual fue víctima de críticas con respecto a
su internacionalización, en contraste con su supuesto nacionalismo.
Enrique Granados, por su parte, recibió unas sólidas bases como compositor y un
interés por la música popular española por la influencia de su maestro Felipe Pedrell.
Su música revela la influencia del folklore español, del verismo italiano y de Wagner.
Compuso varias zarzuelas y dos óperas tituladas María del Carmen (1898) y
Goyescas (1916); esta última inspirada en obras del pintor Francisco de Goya.
Manuel de Falla, finalmente, se vio fuertemente influenciado por la música del
compositor noruego Edvard Grieg, aunque más tarde, al igual que Granados, entraría
también en contacto con Pedrell. Entre sus obras más destacadas están sus dos ballets
El amor brujo (1915) y El sombrero de tres picos (1919), la zarzuela Los amores de
la Inés, la ópera La vida breve (1905) y la ópera de marionetas El retablo de Maese
Pedro (1923).
Francia:
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igual forma, su antipatía hacia la composición convencional y la ambición artística
llegó a un punto extremo en la obra que escribió con Darius Milhaud titulada
Musique d’ameublement (Música de mobiliario), en la cual se proponía al público no
hacer caso a la música, comportarse como si lo que se estaba oyendo no existiera.
Fue así como Satie inspiró a seis admiradores que compartieron su mentalidad y
llegaron a conformar el Grupo de los Seis (Les Six):
Hungría:
En Hungría también surgió un interés por rescatar la música folclórica, como sucede
con los compositores Zoltán Kodály (1882 – 1967) y Béla Bartók (1881 – 1945). La
obra más importante de Kodály fue su Cuarteto de Cuerda Nº 1, Op. 2 (1909),
cargada de elementos folclóricos húngaros. Kodály consideraba también que la
canción era la base de toda música, y su énfasis en la música vocal se puede notar en
su Psalmus hungaricus, Op. 13 (1923) y el Te Deum (1936). El primero está basado
en una traducción húngara del salmo 150 del siglo XVI. También se puede destacar su
ópera Háry János (1926), llena de elementos folclóricos, y la Suite orquestal que
compuso basándose en esta ópera. Jugó un papel fundamental en el desarrollo de la
educación musical de Hungría, particularmente con su enfoque para la enseñanza del
niño mediante un grupo de canciones conocido universalmente como el método
Kodály. En dicho método, Kodály recurre al uso de un sistema de solfeo de do
movible, el cual ha sido adoptado por escuelas de educación musical de distintos
países europeos y de Estados Unidos.
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Como se mencionó previamente, Bartók fue una figura influyente no sólo en calidad
de compositor, sino también como folklorólogo e investigador de músicas populares.
Llegó a recopilar y publicar cerca de dos mil melodías populares de países como
Hungría, Rumania, Croacia y Yugoslavia, y compuso obras basándose en dicho
repertorio. Entre 1907 y 1934, Bartók se destacó también como maestro de piano en
la Academia de Música de Budapest. A nivel pedagógico, dejó un legado altamente
reconocido en la educación musical para piano en su Mikrokosmos (1926 – 1937), que
consiste de seis libros clasificados por grado de dificultad, en un total de 153 piezas
para el instrumento.
Cambios estilísticos:
• 1908 – 1917: Sus obras tempranas incluyen la ópera en un acto El castillo del
duque Barba Azul (1911) y , su Primer cuarteto (1908) y el Allegro bárbaro
para piano. En esta última se puede notar el tratamiento percusivo que Bartók
da al piano, al igual que muchos de sus contemporáneos que dejan de lado el
uso de melodías cantables y acordes arpegiados, como lo hacían los
románticos.
• 1917 – 1927: En este período de diez años se puede apreciar la asimiliación de
6. las técnicas posrománticas e impresionistas en Bartók, quien comienza
además a combinarlas con su estilo cargado de cualidades folklóricas,
ambigüedad tonal y vigor rítmico. Aquí cabe destacar su Segundo cuarteto
(1917), la pantomima El mandarín maravilloso (1919), el Primer concierto
para piano (1926) y el Tercer cuarteto (1927), entre otros.
• 1927 – 1945: Las últimas obras de Bartók incluyen el Mikrokosmos, antes
mencionado, la Música para cuerdas percusión y celesta (1936) y el Tercer
concierto para piano (1945); obras en las que Bartók recurre a grandes
dimensiones.
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• Tendencia a percibir la música instrumental como música absoluta, sin recurrir
a narrativas o programas.
• Preferencia por texturas claras y por pequeños ensambles.
• Expresiones concisas, evitando la grandiosidad.
Unión Soviética:
Rusia:
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del soldado, 1918). Se puede reconocer tres períodos estilísticos en las composiciones
de Stravinsky:
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favorecieran los ideales del comunismo. La represión del arte llegó a un punto
extremo en manos de Andrej Zhdanov, un líder del partido comunista conocido
como el “zar cultural”, quien atacó y censuró fuertemente en 1948 a compositores
como Prokofiev, Shostakovich y Khachaturian.
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piano. La obra está basada en un ciclo de poemas del simbolista belga Albert Giraud
(1884). La expresión vocal de la cantante utiliza un recurso estilístico, muy
característico de Schönberg, conocido como sprechstimme (voz hablada o recitado
entonado) o sprechgesang, el cual consiste en manejar una técnica expresionista entre
hablar y cantar, acercándose a las alturas escritas de las notas. Su ópera Erwartung
(Espera, 1909) refleja también su alejamiento de la tonalidad tradicional aún antes de
la creación del sistema dodecafónico. Tanto Pierrot Lunaire como Erwartung son
claras representaciones del movimiento artístico dominante de la época, el
expresionismo, cuyo objetivo es el de comunicar el complejo de pensamientos y
emociones del artista independientemente de que la obra sea percibida como bonita o
realista a nivel estético.
El sistema dodecafónico, por su parte, aparece a partir de 1923 y cumple con las
siguientes características:
Se puede partir de una serie como la siguiente para comprender las cuatro formas
antes mencionadas:
Forma raíz (P0): Consiste en el orden original de las notas, es decir: si, si bemol, re,
mi bemol, sol, fa sostenido, la bemol, mi, fa, do, do sostenido y la. Este orden
corresponde a una serie numérica de 0 a 11, en la cual la primera nota equivale al
número 0. En este ejemplo: si = 0, do = 1, do sostenido = 2, etc. La forma raíz de la
serie del Concerto Op. 24, por lo tanto, es:
P0 = 0, 11, 3, 4, 8, 7, 9, 5, 6, 1, 2, 10
Inversión (I): Las notas de la serie invertida se obtienen sustrayendo 12 menos cada
número de P0. Excepción: si el número en P0 es 0, la nota en I también sería 0 (y no
12, como se esperaría en la sustracción). Así pues, la inversión de PO, en el caso
anterior, corresponde a:
I0 = 0, 1, 9, 8, 4, 5, 3, 7, 6, 11, 10, 2
100
R0 = 10, 2, 1, 6, 5, 9, 7, 8, 4, 3, 11, 0.
Algunas de las obras dodecafónicas de Schönberg incluyen su ópera Von Heute auf
Morgen (De hoy a mañana, 1930), la Suite para piano Op. 25, y las Variaciones para
orquesta Op. 31.
Alban Berg (1885 – 1935), discípulo de Schönberg, es reconocido por sus óperas
Wozzeck (estrenada en 1925) y Lulú (esta última inacabada, pero completada por
Friedrich Cerha con los esbozos dejados por Berg). Su estilo asimila las técnicas de
composición de su maestro, pero Berg se dio la libertad de escoger series de tonos que
le permitieran acordes de sonoridad tonal, pudiendo también aplicarlas a progresiones
armónicas. Wozzeck es la ópera dodecafónica de mayor éxito popular; trata el drama
humano del soldado en los años terribles de Alemania y Austria. Su carácter
emocional es impactante, como se puede observar en el final, cuando el niño de
Wozzeck y Marie juega sin saber que ha perdido a sus padres. La ópera está basada en
fragmentos de un drama de Georg Büchner. El personaje principal, Wozzeck,
simboliza la desventura del soldado cuya propia vida es despreciable; traicionado por
el amor e impulsado al asesinato y al suicido, el drama de Wozzeck constituye un
claro ejemplo de expresionismo. Este último término, al igual que el de
impresionismo, fue utilizado inicialmente en pintura, pero su aproximación es
contraria: mientras el impresionista busca representar los objetos del mundo exterior
en un momento dado, el expresionista busca la representación de su experiencia
interior, en la cual el enfoque principal es el hombre preso de conflictos internos,
ansiedades, temores, aislamiento e impotencia. Schönberg y Berg son los
representantes más destacados de esta corriente en el ámbito musical de la primera
mitad del siglo XX en Viena.
Estados Unidos:
Uno de los compositores más famosos de Estados Unidos fue el neoyorquino George
Gershwin (1898 – 1937). Procedía de una familia de origen ruso-judío y aprendió a
101
tocar piano de forma autodidacta y, aunque estudió bajo la instrucción de grandes
maestros como Henry Cowell y Charles Hambitzer, nunca quiso someterse a los
esquemas normativos de los conservatorios. Su fama se acrecentó en los años 20,
cuando comenzó a trabajar en Broadway con obras como Lady Be Good (1924) o
Funny Face (1927). Su influencia pianística proviene de su aprendizaje de las obras
de Liszt, Chopin y Debussy, principalmente, pero su estilo se ve enriquecido por su
afinidad con el jazz, el ragtime y la música popular norteamericana, como se puede
apreciar en su obra maestra Rhapsody in Blue (para piano y orquesta), su poema
sinfónico Un americano en París y su ópera Porgy and Bess (1935).
Porgy and Bess, basada en la violenta novela de Edwin DuBose Heyward, representa
uno de los más grandes logros del teatro musical estadounidense de la primera mitad
de la centuria. Su inspiración en las sonoridades del jazz, de los espirituales negros y
del blues, hacen que los cantantes e instrumentistas de óperas convencionales no sean
los más aptos para esta interpretación. La orquesta incluye tambores africanos y un
banjo, y las armonías tienden a favorecer el uso de blue notes, es decir la
bemolización del tercer, quinto y séptimo grados de una escala mayor, como se puede
observar en la siguiente ilustración donde las blue notes están señaladas con un
asterisco:
El siglo XX contó, por otra parte, con la presencia de un género de drama musical que
adquirió una gran popularidad en los escenarios de Nueva York: los musicales de
Broadway. Provenientes de la tradición del singspiel y de las operetas, los musicales
se constituyeron como una empresa comercial que atrajo grandes audiencias desde los
años veinte. Algunos ejemplos sobresalientes corresponden a compositores como
Frederick Loewe y su musical My Fair Lady (basado en Pygmalion de Goerge
Bernard Shaw) y por supuesto Leonard Bernstein (1918 – 1990) con su obra West
Side Story (1957).
Otros compositores norteamericanos para destacar son Samuel Barber (1910 – 1981)
– famoso por su Adagio para cuerda y por un pronunciado lirismo que se puede
apreciar en sus dos óperas: Vanesa (1964) y Anthony and Cleopatra (1966); Gian
Carlo Menotti (1911 – 2007), compositor de origen italiano radicado en Estados
Unidos, reconocido por sus catorce óperas, de las cuales sobresale The Telephone
(1946); y Carlisle Floyd (1926 - ) con su ópera Susana (1955).
102
tímbricas. El compositor Henry Cowell (1897 – 1965), por ejemplo, propuso nuevas
aproximaciones en instrumentos como el piano, como se puede apreciar en su obra
The Banshee (1925), la cual requiere la manipulación directa de las cuerdas del
instrumento. Curiosamente, esta obra necesita también de la participación de un
segundo ejecutante, cuya función es únicamente la de presionar el pedal de sostenuto
mientras la otra persona se encarga de las cuerdas. También es importante resaltar el
uso de clusters (acordes compuestos generalmente por semitonos consecutivos),
como sucede con su obra Las mareas de Manaunaun (1917). Fueron éstas las técnicas
que despertarían en su discípulo, John Cage (1912 – 1992), el interés de manipular
aún más las propiedades del piano, como se puede notar en sus composiciones de
piano preparado.
El húngaro György Ligeti (1923 – 2006) es también muy reconocido por sus
propuestas tímbricas. Obras como Atmosphères (Atmósferas, 1961), Lux aeterna
(1966), impresionan por su carácter móvil y estático a la vez. Son móviles a nivel
tímbrico, pero armónica y melódicamente se mantienen en un mismo punto. Lontano
(Lejano, 1967), por otra parte, se diferencia de las anteriores por tener notas e
intervalos que sí desempeñan un papel importante. Esta obra comienza con un
unísono orquestal en La bemol, pero en la segunda sección la sonoridad se centra en
el tritono Mi – Si bemol, y en la tercera sobre la cuarta Re – Sol. Este proceso de
cambio en las relaciones interválicas se conoce como cristalización armónica.
Los futuristas italianos habían dejado desde principios de siglo XX un primer intento
de crear nuevos instrumentos no temperados, como los descritos por Luigi Russolo en
el Arte de los ruidos. No se sabe cómo sonaban los aparatos de Russollo, como su
rumorarmonio o russolófono, que consistía de un teclado con el que se controlaba
103
los sonidos de los intonarumori, pues todos estos instrumentos quedaron destruídos
durante la Segunda Guerra Mundial. La utopía de componer con ruidos se convertiría
más tarde en una realidad gracias al surgimiento de la musique concrète (música
concreta) de Pierre Schaeffer (1910 – 1995). La música concreta se define como la
manipulación de sonidos reales o cotidianos, desde el sonido de un tren en
movimiento hasta voces humanas o cualquier ruido generado por objetos concretos
del entorno, y debe diferenciarse de la música electrónica, cuyos procedimientos se
enfocan en la combinación y producción de sonidos por máquinas, que después serán
manipulados en laboratorio o por un software determinado. En la música electrónica,
ningún sonido es imposible; ni siquiera aquellos cuya frecuencia los hace inaudibles
al oído humano.
Los instrumentos eléctricos existen desde los años 1920. Se podría decir que el
primero de ellos fue el theremin o eterófono, que debe su nombre a su creador, el
físico y músico ruso Leon Theremin (1896 – 1993). Un theremin se basa en dos
radiofrecuencias producidas en una caja con dos antenas. La ejecución consiste en
acercar o alejar las manos hacia cada una de las antenas, generando sonidos más
agudos cuando la mano se encuentra más cerca del instrumento.
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distintos sistemas de grafías cuya notación no es de ninguna manera estándar, sino
que más bien recurre a distintos referentes visuales que ilustran las posibilidades
sonoras. A continuación se presentan algunos ejemplos de notación gráfica:
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• Nota más aguda posible o nota más grave posible:
• Cluster y glissando:
Serialismo Integral:
Compositores como Olivier Messiaen y Pierre Boulez extendieron las técnicas del
serialismo dodecafónico a ámbitos mucho más amplios, como se puede apreciar en el
Serialismo Integral en obras que se remontan a mediados de siglo. El serialismo
integral o total incluye no sólo la serialización de la escala cromática, sino también la
de los factores de duración, intensidad, timbre y textura de la música. Una de las
obras más reconocidas en esta categoría es Le marteau sans maître (El martillo sin
dueño, 1954) de Boulez, una musicalización de un ciclo de poesías de René Char con
comentarios instrumentales en nueve movimientos breves. Son también muy
representativos los Cuatro estudios de ritmo de Messiaen, en los cuales el compositor
asignó a cada nota de la serie dodecafónica una duración, un valor dinámico y un tipo
de ataque. Las notas están dispuestas según su valor, de tal forma que cada una dura
treinta segundos más que la anterior.
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escrito en cautiverio tras haber sido arrestado por la armada alemana y llevado a un
campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. La obra, escrita para
clarinete en Si bemol, violín, violonchelo y piano, fue estrenada en 1941 en el campo
de concentración Stalag VIII-A en Görlitz, Alemania, ante unos 400 prisioneros de
guerra y guardias, y siendo interpretada por Messiaen en el piano y tres prisioneros
que tocaban los instrumentos que el compositor utilizó en su partitura. Existen
distintos ejemplos que revelan el dolor y la catástrofe en tiempos de guerra; además
del cuarteto de Messiaen, otra de las obras que han marcado historia alrededor de esta
temática es, sin lugar a dudas, el Treno a las víctimas de Hiroshima (1960), una
composición escrita para 52 instrumentos de cuerda frotada por el polaco Krzysztof
Penderecki (n. 1933).
Indeterminación:
Entre sus obras innovadoras se puede destacar la serie de tres composiciones tituladas
Construction (1939 – 1940 – 1941), la serie de cinco Imaginary Landscapes (1939 –
1952) y su obra Living Room para percusión y cuarteto vocal. En esta última, la
percusión se puede tocar con cualquier cosa o elemento arquitectónico. Compuso
varias piezas para piano preparado (piano alterado mediante la inserción de
tornillos, trozos de madera, de goma, etc. en las cuerdas) como Bacchanale (1940).
Uno de los principios de Cage consistía en percibir cada unidad musical como un ente
independiente, que no se deriva de otros sonidos precedentes ni tampoco implica los
siguientes. Llegó incluso a creer que el único camino posible para crear una música
carente de cualquier propósito era el de desechar la intervención humana en el
proceso composicional, abandonando el deseo de controlar el sonido para que éste
pueda funcionar por sí mismo. En los años 50, John Cage se vio fuertemente
influenciado por el misticismo oriental y el budismo Zen. Su obra más representativa
de este período fue 4’ 33’’, cuya partitura está formada por tres números romanos,
cada uno de ellos seguido por una duración numérica específica que suma, en total,
los cuatro minutos treinta y tres segundos. En la partitura aparece la palabra tacet, que
significa que la obra puede ser tocada por cualquier número de instrumentos, los
cuales deben permanecer en silencio absoluto de principio a fin. 4’ 33’’ representa el
caso más extremo de ausencia total de material musical, pero al mismo tiempo es una
composición que resalta los sonidos ambientales que se dan en toda interpretación,
107
como por ejemplo: el sonido del aire acondicionado, los ruidos del público por sus
movimientos, sus risas, etc.
Manifestaciones contemporáneas:
Desde los años ochenta, las reformas gestionadas bajo el mandato de Mikhail
Gorbachov en la Unión Soviética comenzaron a generar cambios muy decisivos para
el acercamiento entre Este y Oeste. La política de renovación (Perestroika) y apertura
(Glásnost) condujo finalmente a la disolución de la URSS en 1991, poco después de
la reunificación de los dos Estados alemanes. Los compositores que antes habían
sufrido las censuras de la política cultural socialista adquirieron desde entonces una
mayor libertad para estrenar sus obras. Simultáneamente, se abrieron nuevas
oportunidades económicas para ejercer la música, tales como el cine, el teatro y los
nuevos mercados.
Uno de los compositores más destacados de esta nueva generación es Hans Werner
Henze (n. 1926), quien desde 1953 se vio obligado a dejar su Alemania natal por la
intolerancia en contra de sus ideas políticas izquierdistas y por su homosexualidad.
Desde entonces vive en Italia, donde sostiene su ideología comunista, reflejada en
composiciones como su Das Floß der Medusa, un requiem escrito en honor al Che
Guevara, cuyo estreno de 1968 tuvo que ser cancelado por las revueltas generadas en
el mismo escenario cuando miembros del coro se opusieron a cantar en la presencia
de la bandera roja que se izaba sobre el mismo. Otras obras reconocidas de Henze son
su opera Boulevard Solitude (1951 - 1952), que evoca de forma contemporánea la
conocida historia de Manon Lescaut y, más recientemente, su Requiem instrumental
(1990 – 1992).
No se puede dejar de lado, por otra parte, la labor de figuras contemporáneas como la
del valenciano Carles Santos (n. 1940), cuya originalidad está marcando historia en
la nueva música española. Sobresalen obras como su performance Hola, escrita y
montada escénicamente para la inauguración de las Olimpiadas de Barcelona de 1992,
al igual que su reciente homenaje al poeta Joan Brossa, de 2008. Otro protagonista
europeo de la música de vanguardia fue Karlheinz Stockhausen (1928 – 2007), un
alemán que desde su infancia fue víctima de tragedias y pérdidas familiares
desencadenadas por la Segunda Guerra Mundial. Son muy reconocidas obras de
increíble innovación como su Cuarteto para cuerdas y helicópteros (1993),
perteneciente a la ópera Miércoles de luz. En dicho segmento, los miembros del
cuarteto interpretan sus instrumentos en cuatro helicópteros que vuelan cerca de la
sala de conciertos, donde el público recibe el sonido mediante la amplificación de
altavoces. En los últimos años, Stockhausen fue fuertemente criticado por sus
pronunciamientos sobre los eventos del 11 de Septiembre, descritos en sus palabras
como “la más grande obra de arte que existe en todo el cosmos”. A pesar de sus
propias iniciativas para declarar que los medios habían tergiversado sus palabras, la
polémica fue tan ofensiva que incluso su hija anunció a la prensa que no se
presentaría nunca más como pianista usando el apellido Stockhausen. Entre las
últimas obras de Stockhausen, sobresale su ciclo Klang (sonidos) inspirado en las
horas del día. Alcanzó a completar 21 de las piezas del ciclo antes de morir.
Minimalismo:
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En Estados Unidos, las generaciones más recientes han sido influenciadas por la
escuela minimalista, cuya música generalmente cumple con las siguientes
características:
Tal es el caso de John Adams (n. 1947) y su ópera Nixon in China (1987), Philip
Glass (n. 1937) con títulos como The White Raven y Einstein on the beach (1976) y
Michael Nymann (n. 1944) con su ópera The Man who Mistook his Wife for a Hat.
Será Philip Glass quien alcance un reconocimiento comercial por su repetivismo
minimal, principalemente gracias a fuertes influencias como Nadia Boulanger y Ravi
Shankar. Cabe destacar también la figura de Steve Reich (n. 1936) con obras como
The Cave (1993) y su trilogía Three Tales (1998 – 2001 en colaboración con su
esposa Beryl Korot), y la de André Previn (n. 1929), reconocido por su ópera Un
tranvía llamado deseo (1998), basada en la obra teatral de Tennessee Williams.
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