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3.

La transferencia

3.1 La transferencia en la Neurosis

Reino intermedio entre la vida y la enfermedad. Escenario de la repetición y el encuentro.


La reedición de los clichés. El nivel estratégico de la cura. La noción de agalma. La
transferencia como la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente.

“Lo bueno es que Freud no disimula esas preguntas. Cada uno de sus textos es un texto
problemático, de tal suerte que leer a Freud es volver a abrir las preguntas”.
(Lacan,Sem.3, 151)

Siguiendo esta indicación de Lacan, abordaremos los dos textos de Freud que están en la
bibliografía, textos que seguramente ya fueron leídos en distintas oportunidades.

La transferencia que surge como un fenómeno inesperado en la cura, Freud intenta


conceptualizarla.

a)“Sobre dinámica de la transferencia” Expondrá sobre cómo ésta se produce


necesariamente en la cura psicoanalítica y cuál es el lugar que ocupa durante el tratamiento.
Aclarando que todo ser humano adquiere una especificidad determinada de sus
“condiciones de amor y las pulsiones que satisfará, así como las metas que habrá de
fijarse”, esto constituirá un clisé que se repite en su vida, aunque no siempre de manera
inmutable frente a impresiones recientes. Subrayemos este detalle ya que es lo que
permitiría que el analista pueda hacer otra cosa que permitir la reproducción, reimpresión
del clisé.

Siguiendo las metáforas químicas tan caras a Freud en las Conferencias en E.E.U.U., dirá
que la transferencia es el “fermento catalítico” (lo que permite un aumento de la velocidad
de una reacción química)

Freud atribuye la transferencia a la neurosis y no al psicoanálisis.

Las mociones libidinosas que han permanecido en el inconsciente o en la fantasía


(insatisfechas), se volcarán en la persona del médico y lo insertará en una de las “series”
psíquicas que el paciente ha formado hasta el momento”. Aclarando expresamente que no
siempre sigue el modelo paterno.

-La transferencia motor/ obstáculo, no debemos pensarlo como opuestos de la misma forma
que transferencia positiva= motor y transferencia negativa= obstáculo.-. Puede darse el caso
de una transferencia positiva y no haber análisis o mejor dicho trabajo analítico.
- El enigma: ¿por qué en el análisis la transferencia sale al paso como la más fuerte
resistencia al tratamiento?

Donde ubica el problema Freud, en que se detienen las asociaciones. Apareciendo “el
imperio de una ocurrencia relativa a la persona del médico o a algo perteneciente a él”.
Veremos cómo este punto entre la persona y la presencia del analista es formulada por
Lacan, en los textos que siguen.

Además se encuentra con otra cuestión que de alguna forma no va en la línea de la apertura
del inconsciente, las “mociones inconscientes no quieren ser recordadas, como la cura lo
desea, sino que aspiran a reproducirse en consonancia con la atemporalidad y la capacidad
de alucinación de lo inconsciente”. Entonces. “quiere actuar (agieren) sus pasiones”

A esta altura Freud tiene expectativas de poder pasar todo al recuerdo, a la trama.

Por lo tanto la transferencia, será el campo de batalla: “Esta lucha entre médico y paciente,
entre intelecto y vida pulsional, entre discernir y querer “actuar”, se desenvuelve casi
exclusivamente en torno a los fenómenos transferenciales”.

Éstos deparan al analista las mayores dificultades, “el manejo de la transferencia”, pero
asimismo brindan la posibilidad de volver actuales y manifiestas “las mociones de amor
escondidas y olvidadas”, podríamos decir que vuelven actuales y manifiestas las
coordenadas fantasmáticas del paciente y sus condiciones de satisfacción. “Nadie puede ser
ajusticiado in absentia o in effigie”

b) “Recordar, repetir y reelaborar” Freud trata en profundidad lo que había esbozado en


“Sobre la dinámica de la transferencia”. Nos interesa resaltar la relación existente entre
compulsión de repetición y la transferencia. Si hay relación son dos términos diferentes, no
es lo mismo. Aunque advierte que la transferencia misma es una pieza de la repetición.

¿Qué se repite? “Repite todo cuando desde las fuentes de su reprimido ya se ha abierto
paso hasta su ser manifiesto: sus inhibiciones y sus actitudes inviables, sus rasgos
patológicos de carácter. Y además durante el tratamiento repite todos sus síntomas”

Retoma allí la cuestión de la “condición de enfermo” que no es simplemente la


manifestación de sus inhibiciones, síntomas y rasgos de carácter, es algo que Freud llama
en la Conferencia 18: una posición en la vida. En “Recordar…” plantea que con el inicio
del tratamiento, la condición de enfermo no cesa, sino que tiene un poder actual y no
histórico. Es esta condición “la que va entrando pieza por pieza dentro del horizonte y del
campo de acción de la cura”.

Pero a su vez con el progreso de la cura, “pueden también conseguir la repetición mociones
pulsionales nuevas, que todavía no se habían abierto paso”, advirtiendo que esto puede
llevar a la interrupción del tratamiento, si la transferencia no logra “domeñar” la
compulsión de repetición. Planteando que “el principal recurso para domeñar la compulsión
de repetición del paciente y transformarlo en un motivo de recordar, reside en el manejo de
la transferencia”

Que sería a esta altura este “manejo”: “Le concedemos el derecho a ser tolerada en cierto
ámbito: le abrimos la transferencia como palestra donde tiene permitido desplegarse con
libertad casi total, y donde se le ordena que escenifique para nosotros todo pulsional
patógeno que permanezca escondido en la vida anímica del analizado” Se trata de la
sustitución de la neurosis ordinaria por una nueva de significado transferencial.

Una señalamiento muy interesante que realiza y que podemos articularlo con la Unidad
anterior. Plantea que para “la introducción del tratamiento” conlleva particularmente un
cambio de actitud frente a “la enfermedad”, podríamos decir frente a los síntomas o su
padecer, no sirve que con lamentarse, debe tomar coraje y dejar de lado “la política del
avestruz.

Pasaremos a trabajar algunas cuestiones de la transferencia en Lacan

“La dirección de la cura” y la cuestión de la estrategia

En este texto plantearemos la importancia de la ética del psicoanálisis y la necesidad de


salir de cierto protocolo que regule las intervenciones en pos de un bien común.

Tomando la perspectiva de la transferencia pueden pensarse las coordenadas de las


intervenciones del analista que respondan a la lógica del inconsciente y no a un estándar.
Favoreciendo la apertura de las asociaciones, no obturándolas con reglas que garanticen
una función imposible de garantizar. En este punto no hay Otro que le pueda decir al
analista cuándo y cómo tiene que intervenir, no puede regularse a priori. Sin embargo
Lacan realiza un esfuerzo de formalización de la práctica, sosteniendo la imposibilidad de
hacer universo de discurso y situando los grados de libertad que implican la función del
analista. En relación al momento de intervenir, allí ubica que el analista es libre. Veamos
por qué es menos libre en relación a la transferencia.

Un breve recorrido por los “pagos”, que ya trabajaron en la Unidad anterior y en teóricos.

Es el analista quién dirige la cura, que no es lo mismo que dirigir al paciente (ironía
respecto de la Psicología del Yo). Los “pagos” que se realizan en los 3 niveles, pueden
leerse como un antecedente de la noción de pérdida. Para dirigir la cura y entonces evitar
dirigir al paciente cayendo en una posición de sugestión, como situamos en los textos
freudianos, el analista paga en 3 niveles.
1.- El analista paga con palabras. Interpretación: “tanto del momento como del número,
como de la elección de las intervenciones”, allí la ubica a nivel de la “táctica”, pero a
condición que tome las coordenadas del segundo nivel, la “estrategia” es decir, de la
transferencia.

2.- El analista paga con la persona. Hay una pérdida de la propia persona por haber
pasado por el propio análisis y reconocer que no es a la persona del analista a quien se
dirige la pregunta del che voi?, sino el Otro del analizante. Al mismo tiempo, es una
pérdida que posibilita la presencia, hay que estar ahí; y esa presencia se ordena en los
términos de la Transferencia. Esto quiere decir que el analista se deja tomar como objeto
para luego operar desde allí. “En cuanto al manejo de la transferencia, mi libertad en ella
se encuentra enajenada por el desdoblamiento que sufre allí mi persona, y nadie ignora
que es allí donde hay que buscar el secreto del análisis” (en la transferencia) (pág. 568).
Sólo habiendo transitado la pregunta ¿Quién Soy? puede hacerse soportable el lugar del
analista. Entonces el nivel de la Estrategia tiene relación con un lugar, el del “muerto”.
Pero ojo de esto se hizo muchas veces la caricatura del analista, sus sentimientos e ideales,
su persona, es la que queda por fuera, lo “imaginario”. No es desde allí que escucha y
analiza. Este punto se relaciona con lo que plantea Freud respecto de las reglas que rigen la
posición del analista, atención parejamente flotante y abstinencia.

“La interpretación es recibida [por el analizante] como proveniente de la persona que la


transferencia supone que es”, “es como proveniente del Otro de la transferencia como la
palabra del analista será escuchada” (pág. 571). En este sentido Lacan retoma la lectura
freudiana de la transferencia como palestra. El dispositivo analítico implica la creación de
la neurosis de transferencia, donde se produce el despliegue actual de una modalidad de
satisfacción sintomática en la que analista es tomado como objeto, para operar desde allí sin
responder de manera complementaria.

El desdoblamiento de la persona implica que el analista es tomado como un objeto en la


cura y es investido desde esos condicionamientos pero no responde desde allí. Puede leer
esas coordenadas gracias a haber hecho su propio análisis. Así en el nivel de la estrategia el
analista puede no satisfacer la demanda, pudiendo articular ese Otro campo, el del deseo, y
sus condicionamientos.

3.- El analista paga con su juicio más íntimo. “El analista es aún menos libre en aquello
que domina estrategia y táctica: a saber, su política, en la cual haría mejor ubicarse por su
carencia de ser que por su ser”. Este es el nivel de la Ética del psicoanálisis, en tanto no es
una ética de los bienes ya que no hay bien común, no hay complementariedad entre sujeto y
objeto. La afirmación del analista en otra cosa que no sea el ser, es lo que permite
responder desde otro lado que no sea desde el propio Ideal (Destitución subjetiva).

Volvamos a ese “objeto” por el que el analista es tomado.


Nuestra referencia va a ser el Seminario 8 La transferencia, especialmente la clase X, cuyo
interés está situado en habilitar la vertiente simbólica de la transferencia, pudiendo salir del
eje imaginario, es decir de la comprensión. Para este fin, Lacan trabaja durante gran parte
del seminario el diálogo de Platón “El banquete” donde se trata de una disquisición
respecto del amor. En este punto discute con algunas posiciones que sostienen que el amor
se relaciona con el tener, por ejemplo, lo bello o la riqueza. Otras posiciones se plantean
que se ama lo que a uno le falta. Es por este sesgo que Lacan pensará el amor de
transferencia. Por eso introduce el concepto de ágalma y reafirma la importancia de
sostener la parcialidad del objeto en contraposición con las corrientes posfreudianas con las
que dialoga.

Lacan quiere hablar de la función que tiene el objeto y se sirve de una palabra
enigmática que toma del griego: ágalma. En una primera acepción diremos que significa:
adorno, ornamento. Pero la noción de adorno no es tan simple, ¿con qué se engalana uno?
¿Qué lo vuelve deseable? “El banquete” nos lleva a este punto.

Lacan hace un paralelo entre la escena en que entra Alcibíades y le declara su amor a
Sócrates y lo esencial del descubrimiento analítico: la relación del sujeto con lo simbólico
esencialmente distinto de lo imaginario. En esa escena no hay dos sino como mínimo tres:
Sócrates le responde “no es para mí para quien has hablado sino para Agatón”
introduciendo la terceridad, es decir, totalmente en contra de la noción de intersubjetividad.
La posibilidad de que se despierte el deseo de Agatón a través de la mirada de Sócrates.

Alcibíades dice que Sócrates se inclina por los hombres bellos, es decir lo que no tiene. Tal
estructura permite pensar el primer tiempo de la transferencia que posibilitaría la
direccionalidad al analista. Suposición de un saber en el analista, amor al saber. Pero
además Alcibíades quiere desenmascarar a Sócrates, quien tiene una apariencia totalmente
contraria a lo bello, pero lo importante es lo que guarda en su interior, tal vez nadie lo ve o
lo ha visto. (Como cuando nos preguntamos ¿qué le vio a ese?). Es una indicación
topológica que alude a la función ágalmatica. Tal topología nos arranca del registro
imaginario. Porque el amor aquí se vincula con lo que funciona como condición, aquel
brillo fálico que lo hace deseable, y que no se ve. Pero es condición, causa de deseo, como
lo trabajará en el Seminario 10.

En la constitución del sujeto, en el ingreso a la dialéctica del deseo, se produce la pérdida


del objeto complementario. El objeto perdido de Freud. Eso que Lacan denomina la
pérdida del instinto y el surgimiento de la pulsión.

Entonces algunos objetos ¨sustitutos¨ se fijarán como privilegiados para la satisfacción de


la pulsión y el sostenimiento del sujeto en el deseo. Frente a la pregunta del che voi? En el
encuentro con el deseo del Otro y el vacío que eso implica, ya que no tiene respuesta. Sin
embargo, algunas respuestas fantasmáticas logran fijar al sujeto en tanto objeto causa del
deseo del Otro. Aquí podemos situar estos condicionamientos y el punto en que confluyen
el objeto de la pulsión y el objeto del deseo. Es decir que, a partir de ciertos azares, se van
delimitando las condiciones de satisfacción de las que habla Freud, como modos
privilegiados que se repiten y localizan al sujeto y al síntoma. Se van tomando del círculo
de amor del Otro, ciertas representaciones que van implicando la soldadura de la pulsión a
los objetos de la fantasía. Así van constituyéndose los “clises” de los que se actualizarán en
transferencia. Rescatamos entonces que este brillo y estos objetos nada tienen que ver con
la totalización del objeto amado. En esta vertiente podemos ubicar cómo Lacan piensa la
transferencia en torno al agalma. Otro aspecto de este objeto, y es fundamental, es su
parcialidad. La estructura del amor tiende a producir la ilusión de un objeto total,
“redondo”, “como la unión de dos medias naranja”. Esto el analista no debe olvidarlo y más
bien estar advertido.

El objeto con quien tenemos el vínculo de amor es objeto de nuestro deseo, ese es el
punto de amarre, de enganche. “Es preciso acentuar el objeto correlativo del deseo, porque
no es el objeto de la equivalencia, del transitivismo de los bienes, de la transacción en
torno a las codicias…. A este relieve del objeto corresponde la introducción en análisis de
la función del objeto parcial.” Entonces, la ilusión del amor tiende a totalizar el objeto;
Lacan intenta demostrar que lo deseable está ligado a la causa. Ese lugar que va a ocupar el
analista, para develar allí esas condiciones de lo deseable que se sostienen a partir de las
soldaduras de objeto parcial con la fantasía. En este punto el analista apuntará a equivocar
esas soldaduras con su interpretación, y con su acto. Como plantea Freud, es necesario
desmontar la transferencia, de lo contrario la cura se sostendría en el plano de la sugestión.

Una vuelta más, Seminario 11, clase X: Presencia del analista

Lacan en este seminario titulado Los cuatro conceptos fundamentales, trabajará justamente
Inconsciente, pulsión, transferencia y repetición.

En esta clase las cuestiones más importantes a destacar para pensar la transferencia en la
neurosis son: la presencia de analista; punto de aparición de la transferencia; transferencia
como cierre de inconsciente y resistencia.

Cómo define aquí el inconsciente: “El inconsciente es la suma de los efectos de la palabra
sobre un sujeto, en el nivel en que el sujeto se constituye por los efectos del significante”.

Entonces el sujeto es efecto del significante, y el inconsciente es la suma de los efectos de


las palabras. Además agrega que Inconsciente y presencia del analista no se pueden separar,
ya que la presencia del analista es una manifestación del inconsciente. En otra clase decía
que el estatuto del inconsciente es ético y no óntico. En el sentido es que por que el analista
está allí o lo va a buscar se “produce” el inconsciente” no es algo que ya está.
Ahora bien qué es esta “presencia del analista”. El analista es testigo, o encarna la pérdida.
Algo de lo que empezamos a hablar en el otro punto, el objeto perdido. Que luego tomará
en el discurso analítico (algo de esto vieron con Gabriel Lombardi en el segundo encuentro)
el lugar de semblante de objeto, como objeto causa, causa del trabajo analítico. Pero si es
objeto, no es significante. Encarna justamente lo imposible de simbolizar.

Entonces tenemos dos vertientes de la transferencia que Lacan trabaja en este seminario, tal
vez la más conocida, la vertiente de apertura del inconsciente, la dirección al Otro, las
asociación, el Sujeto supuesto al Saber (lo que vieron en el texto de C. Soler, en el
algoritmo de la transferencia). Desde Freud la transferencia motor.

Pero también nos encontramos con la otra cara de la transferencia, aquella que Freud habla
como resistencia, donde cesan las asociaciones y se produce el cierre del inconsciente.

“La transferencia es esencialmente resistente, es el medio por el cual se interrumpe la


comunicación del inconsciente, por el cual el inconsciente se vuelve a cerrar. Lejos de ser
el momento de transmisión de poderes al inconsciente, la transferencia es al contrario su
cierre”

En la clase siguiente justamente Lacan va a hablar de que la transferencia es “la puesta en


acto de la realidad sexual del inconsciente”. Tenemos aquí dos cuestiones, que vimos en
relación a Freud. Puesta en acto, ligado al agieren, lo que no se recuerda y se actúa en
transferencia. Además la “realidad sexual” como pulsional. Allí el analista tomado como
objeto parcial. Entonces Lacan plantea que en este momento de cierre, paradójicamente, la
interpretación y/o la maniobra transferencial permitiría “desde dentro”, poder reabrir los
postigos, reanudar las asociaciones.

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