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La transferencia
“Lo bueno es que Freud no disimula esas preguntas. Cada uno de sus textos es un texto
problemático, de tal suerte que leer a Freud es volver a abrir las preguntas”.
(Lacan,Sem.3, 151)
Siguiendo esta indicación de Lacan, abordaremos los dos textos de Freud que están en la
bibliografía, textos que seguramente ya fueron leídos en distintas oportunidades.
Siguiendo las metáforas químicas tan caras a Freud en las Conferencias en E.E.U.U., dirá
que la transferencia es el “fermento catalítico” (lo que permite un aumento de la velocidad
de una reacción química)
-La transferencia motor/ obstáculo, no debemos pensarlo como opuestos de la misma forma
que transferencia positiva= motor y transferencia negativa= obstáculo.-. Puede darse el caso
de una transferencia positiva y no haber análisis o mejor dicho trabajo analítico.
- El enigma: ¿por qué en el análisis la transferencia sale al paso como la más fuerte
resistencia al tratamiento?
Donde ubica el problema Freud, en que se detienen las asociaciones. Apareciendo “el
imperio de una ocurrencia relativa a la persona del médico o a algo perteneciente a él”.
Veremos cómo este punto entre la persona y la presencia del analista es formulada por
Lacan, en los textos que siguen.
Además se encuentra con otra cuestión que de alguna forma no va en la línea de la apertura
del inconsciente, las “mociones inconscientes no quieren ser recordadas, como la cura lo
desea, sino que aspiran a reproducirse en consonancia con la atemporalidad y la capacidad
de alucinación de lo inconsciente”. Entonces. “quiere actuar (agieren) sus pasiones”
A esta altura Freud tiene expectativas de poder pasar todo al recuerdo, a la trama.
Por lo tanto la transferencia, será el campo de batalla: “Esta lucha entre médico y paciente,
entre intelecto y vida pulsional, entre discernir y querer “actuar”, se desenvuelve casi
exclusivamente en torno a los fenómenos transferenciales”.
Éstos deparan al analista las mayores dificultades, “el manejo de la transferencia”, pero
asimismo brindan la posibilidad de volver actuales y manifiestas “las mociones de amor
escondidas y olvidadas”, podríamos decir que vuelven actuales y manifiestas las
coordenadas fantasmáticas del paciente y sus condiciones de satisfacción. “Nadie puede ser
ajusticiado in absentia o in effigie”
¿Qué se repite? “Repite todo cuando desde las fuentes de su reprimido ya se ha abierto
paso hasta su ser manifiesto: sus inhibiciones y sus actitudes inviables, sus rasgos
patológicos de carácter. Y además durante el tratamiento repite todos sus síntomas”
Pero a su vez con el progreso de la cura, “pueden también conseguir la repetición mociones
pulsionales nuevas, que todavía no se habían abierto paso”, advirtiendo que esto puede
llevar a la interrupción del tratamiento, si la transferencia no logra “domeñar” la
compulsión de repetición. Planteando que “el principal recurso para domeñar la compulsión
de repetición del paciente y transformarlo en un motivo de recordar, reside en el manejo de
la transferencia”
Que sería a esta altura este “manejo”: “Le concedemos el derecho a ser tolerada en cierto
ámbito: le abrimos la transferencia como palestra donde tiene permitido desplegarse con
libertad casi total, y donde se le ordena que escenifique para nosotros todo pulsional
patógeno que permanezca escondido en la vida anímica del analizado” Se trata de la
sustitución de la neurosis ordinaria por una nueva de significado transferencial.
Una señalamiento muy interesante que realiza y que podemos articularlo con la Unidad
anterior. Plantea que para “la introducción del tratamiento” conlleva particularmente un
cambio de actitud frente a “la enfermedad”, podríamos decir frente a los síntomas o su
padecer, no sirve que con lamentarse, debe tomar coraje y dejar de lado “la política del
avestruz.
Un breve recorrido por los “pagos”, que ya trabajaron en la Unidad anterior y en teóricos.
Es el analista quién dirige la cura, que no es lo mismo que dirigir al paciente (ironía
respecto de la Psicología del Yo). Los “pagos” que se realizan en los 3 niveles, pueden
leerse como un antecedente de la noción de pérdida. Para dirigir la cura y entonces evitar
dirigir al paciente cayendo en una posición de sugestión, como situamos en los textos
freudianos, el analista paga en 3 niveles.
1.- El analista paga con palabras. Interpretación: “tanto del momento como del número,
como de la elección de las intervenciones”, allí la ubica a nivel de la “táctica”, pero a
condición que tome las coordenadas del segundo nivel, la “estrategia” es decir, de la
transferencia.
2.- El analista paga con la persona. Hay una pérdida de la propia persona por haber
pasado por el propio análisis y reconocer que no es a la persona del analista a quien se
dirige la pregunta del che voi?, sino el Otro del analizante. Al mismo tiempo, es una
pérdida que posibilita la presencia, hay que estar ahí; y esa presencia se ordena en los
términos de la Transferencia. Esto quiere decir que el analista se deja tomar como objeto
para luego operar desde allí. “En cuanto al manejo de la transferencia, mi libertad en ella
se encuentra enajenada por el desdoblamiento que sufre allí mi persona, y nadie ignora
que es allí donde hay que buscar el secreto del análisis” (en la transferencia) (pág. 568).
Sólo habiendo transitado la pregunta ¿Quién Soy? puede hacerse soportable el lugar del
analista. Entonces el nivel de la Estrategia tiene relación con un lugar, el del “muerto”.
Pero ojo de esto se hizo muchas veces la caricatura del analista, sus sentimientos e ideales,
su persona, es la que queda por fuera, lo “imaginario”. No es desde allí que escucha y
analiza. Este punto se relaciona con lo que plantea Freud respecto de las reglas que rigen la
posición del analista, atención parejamente flotante y abstinencia.
3.- El analista paga con su juicio más íntimo. “El analista es aún menos libre en aquello
que domina estrategia y táctica: a saber, su política, en la cual haría mejor ubicarse por su
carencia de ser que por su ser”. Este es el nivel de la Ética del psicoanálisis, en tanto no es
una ética de los bienes ya que no hay bien común, no hay complementariedad entre sujeto y
objeto. La afirmación del analista en otra cosa que no sea el ser, es lo que permite
responder desde otro lado que no sea desde el propio Ideal (Destitución subjetiva).
Lacan quiere hablar de la función que tiene el objeto y se sirve de una palabra
enigmática que toma del griego: ágalma. En una primera acepción diremos que significa:
adorno, ornamento. Pero la noción de adorno no es tan simple, ¿con qué se engalana uno?
¿Qué lo vuelve deseable? “El banquete” nos lleva a este punto.
Lacan hace un paralelo entre la escena en que entra Alcibíades y le declara su amor a
Sócrates y lo esencial del descubrimiento analítico: la relación del sujeto con lo simbólico
esencialmente distinto de lo imaginario. En esa escena no hay dos sino como mínimo tres:
Sócrates le responde “no es para mí para quien has hablado sino para Agatón”
introduciendo la terceridad, es decir, totalmente en contra de la noción de intersubjetividad.
La posibilidad de que se despierte el deseo de Agatón a través de la mirada de Sócrates.
Alcibíades dice que Sócrates se inclina por los hombres bellos, es decir lo que no tiene. Tal
estructura permite pensar el primer tiempo de la transferencia que posibilitaría la
direccionalidad al analista. Suposición de un saber en el analista, amor al saber. Pero
además Alcibíades quiere desenmascarar a Sócrates, quien tiene una apariencia totalmente
contraria a lo bello, pero lo importante es lo que guarda en su interior, tal vez nadie lo ve o
lo ha visto. (Como cuando nos preguntamos ¿qué le vio a ese?). Es una indicación
topológica que alude a la función ágalmatica. Tal topología nos arranca del registro
imaginario. Porque el amor aquí se vincula con lo que funciona como condición, aquel
brillo fálico que lo hace deseable, y que no se ve. Pero es condición, causa de deseo, como
lo trabajará en el Seminario 10.
El objeto con quien tenemos el vínculo de amor es objeto de nuestro deseo, ese es el
punto de amarre, de enganche. “Es preciso acentuar el objeto correlativo del deseo, porque
no es el objeto de la equivalencia, del transitivismo de los bienes, de la transacción en
torno a las codicias…. A este relieve del objeto corresponde la introducción en análisis de
la función del objeto parcial.” Entonces, la ilusión del amor tiende a totalizar el objeto;
Lacan intenta demostrar que lo deseable está ligado a la causa. Ese lugar que va a ocupar el
analista, para develar allí esas condiciones de lo deseable que se sostienen a partir de las
soldaduras de objeto parcial con la fantasía. En este punto el analista apuntará a equivocar
esas soldaduras con su interpretación, y con su acto. Como plantea Freud, es necesario
desmontar la transferencia, de lo contrario la cura se sostendría en el plano de la sugestión.
Lacan en este seminario titulado Los cuatro conceptos fundamentales, trabajará justamente
Inconsciente, pulsión, transferencia y repetición.
En esta clase las cuestiones más importantes a destacar para pensar la transferencia en la
neurosis son: la presencia de analista; punto de aparición de la transferencia; transferencia
como cierre de inconsciente y resistencia.
Cómo define aquí el inconsciente: “El inconsciente es la suma de los efectos de la palabra
sobre un sujeto, en el nivel en que el sujeto se constituye por los efectos del significante”.
Entonces tenemos dos vertientes de la transferencia que Lacan trabaja en este seminario, tal
vez la más conocida, la vertiente de apertura del inconsciente, la dirección al Otro, las
asociación, el Sujeto supuesto al Saber (lo que vieron en el texto de C. Soler, en el
algoritmo de la transferencia). Desde Freud la transferencia motor.
Pero también nos encontramos con la otra cara de la transferencia, aquella que Freud habla
como resistencia, donde cesan las asociaciones y se produce el cierre del inconsciente.