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Nociones Generales Sobre Las Pruebas Seccion
Nociones Generales Sobre Las Pruebas Seccion
Es conveniente tener en cuenta esas diversas acepciones al estudiar las reglas generales,
los procedimientos y la fuerza o autoridad de la prueba.
Existe, en cambio, una relación indiscutible entre los requisitos de la prueba de los actos
y las reglas sobre forma. Los requisitos probatorios en nuestro régimen de obligaciones
sin formalismos, llenan aproximadamente las mismas funciones que las solemnidades
indispensables para la validez de los escasos actos solemnes admitidos en derecho
francés, o sea, las de revestir la expresión del consentimiento recíproco de formalidades
propiamente dichas. Sin embargo, son evidentes sus diferencias: 1' la falta de forma de un
acto solemne, no puede ser substituida por la confesión o por el juramento; ello es posible
cuando la ausencia de formalidades de prueba se contrae a un acto no solemne; las reglas
de forma de los actos solemnes son de carácter imperativo, las referentes a las pruebas de
los actos no solemnes pueden modificarse por las partes en cierta medida.
Prueba de las reglas de derecho: Tres cosas pueden ser objeto de debate judicial: la
regla legal, un hecho material o un hecho jurídico. En principio la prueba judicial es ajena
a las reglas de derecho, aplicación de la ley es siempre imperativa para el juzgador, que
resuelve en su nombre, sin que las partes tengan que alegarla expresamente, y, por
consiguiente, sin que tengan la obligación de probarla (3), Lo propio sucede en cuanto a
las reglas de derecho consuetudinario. En todo caso siempre se tratará de una cuestión de
derecho.
La prueba judicial sólo tiene como objeto puntos de hecho susceptibles de ser negados y,
en lo que respecta a la ley del contrato a que se refiere el art. 1134, la interpretación de
los términos mismos en que las partes se hayan obligado, con abstracción de las
cuestiones de calificación y de las consecuencias ciertas del acuerdo de las partes.
Hechos que constan legalmente: El probar sólo existe a condición de que la prueba sea
útil, es decir, de la pertinencia de los hechos que vayan a probarse. La prueba es inútil
cuando los hechos constan legalmente. Esto es así cuando la ley reputa como ciertos
determinados hechos, en virtud de presunciones generales, tales como la de legitimidad,
de interposición de persona, de remisión de deuda, o aun en virtud de presunciones cuyos
efectos sean relativos, como la confesión, el juramento, y la cosa juzgada. Sin embargo,
las presunciones legales resultantes de la confesión y del juramento interesan a la teoría
de las pruebas, si nos colocamos en el punto de vista de la convicción del juzgador,
puesto que se trata de medios que implican necesariamente esa convicción.
Pertinencia de los hechos: Aquellos hechos cuya prueba admisible han de ser
pertinentes, es decir, de tal naturaleza, que influyan de modo más o menos decisivo en la
solución del litigio en que se aleguen. Determinar si los hechos propuestos como prueba
son pertinentes equivale a determinar la medida en que la prueba impuesta al actor puede
válidamente referirse a hechos vecinos o conexos con el hecho generador del pretendido
derecho y sobre el cual la prueba debiera recaer exclusivamente, como es lógico.
Incumbencia de la prueba
Necesidad de probar que pesa sobre el acreedor. Principio de neutralidad del juez.
–El acreedor, generalmente actor, debe probar la existencia de su derecho y el juez sólo
se limitará a recibir las pruebas que le presente; le corresponde apreciarlas, pero no
procurarse otras nuevas. Ni siquiera podrá servirse de pruebas que hayan llegado a su
conocimiento personal independientemente de los litigantes; sólo podrá tener en cuenta
las pruebas aportadas por las partes y de acuerdo con las formas reguladas por la ley. Esta
es la regla fundamental de la neutralidad del juez civil. La iniciativa del juez, en materia
de prueba, queda suprimida primeramente porque no todo hecho cualquiera puede
oponerse a un litigante sino en tanto con anterioridad le haya sido alegado y haya podido
controlarlo y discutirlo, y especialmente, porque los elementos de prueba sobre los cuales
cada una de las partes entiende basarse son los que dan frecuentemente a la pretensión
misma su carácter, su medida y sus límites.
Situación normal: A quién incumbe la carga de la prueba. Toda persona que entable
una acción judicial o que alegue una excepción frente a una acción entablada contra ella,
tendrá que probar los hechos cuya existencia supongan la acción o la excepción.
Aplicación de la máxima actori incumbit onus probandi; Excipiendo reus fit actor (art.
1315).
Prueba directa y prueba indirecta .-Los jueces deben llegar a la convicción basándose
solamente en los elementos de prueba admitidos por la ley. La prueba directa tiende a
demostrar el hecho discutido por las partes, con auxilio de medios de convicción
aplicados precisamente a ese hecho: documentos o títulos, declaraciones de testigos y, en
ciertos casos, informes periciales. La prueba indirecta sólo tiende a demostrar el hecho
discutido con auxilio de inducciones fundadas en otros hechos conocidos. Se realiza por
medio de presunciones de hecho o simple. La confesión, cuando hace fe plenamente, el
juramento decisorio y las presunciones legales no constituyen propiamente medios de
prueba, pero conducen a los mismos resultados, o sea, producir la convicción del juez.
La prueba indirecta sólo se admite en los casos determinados por la ley. La prueba directa
se admite, de modo general, pero hay que establecer una distinción.
Prueba de hechos materiales y de actos jurídicos. -– Por regla general, los hechos
materiales pueden probarse por cualquier medio, ya que puede obligar a los interesados a
disponer de una prueba regular; generalmente la demostración documental de un simple
hecho sería imposible y por ello se permite probar esos hechos inclusive mediante
testigos o por presunciones.
Por lo contrario, los actos jurídicos están sujetos, en general, al régimen de las pruebas
preparadas por adelantado, conocidas por pruebas pre constituidas. Sus autores deben
procurarse de ellos la prueba establecida por adelantado y que generalmente consistirá en
un documento. Por consiguiente, los testigos y las presunciones quedan, en principio,
descartados en los litigios que versen sobre contratos u otros actos jurídicos.
PRUEBA ESCRITA
Cuanto más se complican las relaciones sociales. Mayores son las probabilidades de error
de memoria o de corrupción que hacen insuficiente o peligrosa la prueba testifical. Los
actos importantes de la vida, de que dependen nuestros derechos y nuestras obligaciones,
no pueden ser dejados a la merced de los recuerdos más o menos fieles de aquellos que
los han presenciado. La utilidad de las pruebas escritas pre-constituidas no se discute ya y
desde hace varios siglos su confección ha pasado a las costumbres de todos los pueblos
civilizados.
Reglas comunes a todos los documentos. Hechos que prueban: Según el art. 1320, “el
documento, sea auténtico o privado, hace fe entre las partes, incluso de aquello que en él
se expresa en términos enunciativos, siempre que la enunciación guarde relación directa
con la disposición. Las enunciaciones extrañas a la disposición sólo servirán como
comienzo de prueba". Así, cabe hacer una distinción esencial, en todo documento, entre
la disposición y las enunciaciones. Estas expresiones se contraponen exactamente como
las de parte dispositiva considerando en las sentencias.
2- Debe ser recibido o redactado por un funcionario público que actúe con tal
carácter (2), y no llena esta condición el documento celebrado por un funcionario
público suspendido, destituido o reemplazado. Sin embargo, el documento se
considera auténtico si hubiese sido otorgado antes de la notificación de la
suspensión, destitución o sustitución del funcionario público.
5- Es necesario, en fin, que el acto haya sido recibido o redactado con las
formalidades prescriptas por la ley, bajo pena de nulidad. Esas formalidades
incluyen en todo caso la firma manuscrita del funcionario público que haya
otorgado el acto.
Documentos privados
Libertad de formas: Por regla general; la ley no impone ninguna forma determinada a
los documentos privados; las partes redactarán sus escritos como lo crean conveniente.
Pueden hacer redactar el cuerpo del documento por un tercero, limitándose a firmarlo.
Pueden hacer constar sus convenios mediante la imprenta, la litografía, la fotografía: sólo
la firma necesita ser manuscrita. Gran número de documentos, pólizas de seguros,
contratos de arrendamiento, recibos y facturas, son así, hechos en fórmulas impresas
cuyos blancos se llenan. Las menciones marginales no necesitan ir firmadas ni
rubricadas, y las palabras sobrecargadas o entrelineadas no son nulas.
Sin embargo, existen ciertas reglas de forma que han de observarse al confeccionar todo
documento privado; esas reglas conciernen la firma, la fecha y las formalidades fiscales.
Además, hay que tener en cuenta ciertas formalidades particulares de algunos
documentos privados.
Si la firma falta en el documento, éste no podrá valer como tal sino solamente como
proyecto de documento. Pero aun cuando las firmas de varias partes sean necesarias a la
validez del acto que conste en el documento, la falta de una de las firmas no es obstáculo
a la validez del acto jurídico siempre que resulte de las circunstancias del caso que las
partes firmantes no han supeditado su consentimiento a la firma ausente. Por otra parte,
para que el instrumento sea válido no es necesario que todas las firmas hayan sido
puestas conjuntamente, en un mismo momento; pueden ser puestas sucesivamente; sin
embargo, para tener eficacia probatoria respecto a los terceros, el documento deberá tener
fecha cierta, obtenida después de haber sido completado con la imposición de todas las
firmas. La firma debe proceder de la persona misma que queda obligada; el documento
privado será nulo como instrumento obligación se firma en nombre de una persona por
otra, como un secretario. Pero, los efectos del documento nulo como instrumento, pueden
subsistir entre el firmante aparente y el tercero interesado que no haya sabido la falsedad
de la firma.
Fecha: En principio, la ley exige que los documentos privados sean fechados. De hecho,
la fecha es un elemento indispensable y nunca deja de incluirse a no ser por olvido o
descuido. En efecto, esa indicación es útil en muchos casos, y su constancia puede llegar
a ser necesaria. Por ejemplo, si la capacidad del firmante sufre una variación, la validez
del acto dependerá de su fecha, siendo nulo si hubiese sido firmado durante la
incapacidad.
Condiciones especiales de ciertos documentos: Motivo de esas reglas:
Los documentos privados contentivos de contratos han ocasionado muy pronto graves
riesgos de fraude entre las partes. De ahí las reglas especiales establecidas para los
documentos privados contentivos de contratos, únicas previstas por el Código Civil. Por
una parte, esas reglas se refieren a los contratos sinalagmáticos (art. 1325), por otra parte,
a los actos unilaterales referentes a la promesa de suma de dinero o de cantidad (art.
1326).
Motivos y alcance de la formalidad: Según el art. 1325, "los documentos privados que
contengan convenios sinalagmáticos, sólo son válidos en tanto hayan sido hechos en
tantos originales como partes existan con intereses distintos. Cada original ha de contener
la mención del número de originales que han sido hechos". Aun cuando la exigencia de la
ley dependa, según se ve, de la misma índole de la operación jurídica comprobada, el art.
1325 solamente se refiere a la cuestión de la prueba del convenio a la de la validez del
convenio mismo.
Condiciones de aplicación: El artículo 1325 se aplica cada vez que se trate de contratos
perfectamente sinalagmáticos, es decir, que sujeten a las partes a obligaciones recíprocas
desde el momento de su formación. Sin embargo, deja de aplicarse si una de las partes
con- tratantes, por haber cumplido totalmente sus obligaciones antes de redacción,
careciera de todo interés en poseer uno de los originales, en caso, por ejemplo, de venta al
contado y sin condición ni reserva en favor del vendedor. El art. 1325 no se refiere a los
contratos llamados sinalagmáticos imperfectos, tales como el mandato y el de- pósito.
Número de originales: La ley expresa que se requieren tantos originales como partes
tengan intereses distintos. Dado que generalmente las partes son dos, el documento se
redactará en duplicado; de ahí el nombre que se ha dado a esta formalidad, o sea, del
"doble escrito" o del “doble original"; pero, a menudo ocurre que obligatoriamente el
documento ha de redactarse en tres o cuatro ejemplares o aún más. Cada ejemplar ha de
ser firmado por todas las partes y será, por tanto, un original y no una copia, como dice el
artículo.
Libro de comercio
Obligación de llevar los libros: La ley impone a los comerciantes la obligación de llevar
los libros; esto ha de hacerse por orden de fechas, sin blancos, lagunas, ni constancias
marginales; antes de iniciar su uso, esos libros han de ser habilitados, es decir,
numerados, rubricados y visados por juez de paz.
Si bien, en términos generales, nadie puede crearse en provecho propio un título, como
excepción y debido a las garantías que presenta la observancia de las formalidades así
prescriptas, aquí se deroga la regla general en cierta medida.
Prueba mediante libros comercio: Hay que distinguir entre varios casos:
a) Casos en que los libros de comercio pueden producir prueba completa.–1' Los libros
de comercio, regulares o irregulares, sirven como prueba contra los comerciantes que
los llevan, aun por cuestiones puramente civiles, en favor de personas no-
comerciantes (art. 1330 C. Civ.). Esta solución ha de extenderse a los libros llevados
irregularmente, ya que es equitativo que la culpa o negligencia del comerciante no se
convierta en un provecho para él Los que quieran aprovechar el contenido de los
libros de comercio no podrán dividir las enunciaciones en ellos con- tenidas para
rechazar lo que sea contrario a sus pretensiones (art. 1330); esta regla no se aplica a
los libros llevados de modo irregular.
Los libros de comercio regulares sirven como prueba entre comerciantes, en cuanto a
actos de comercio, aun en favor de los mismos que los han llevado regularmente. No
existe dificultad alguna cuando las dos partes hayan llevado sus libros en tal forma
que contienen enunciaciones concordantes.
PRUEBA TESTIFICAL
Definición del testimonio: No existe definición legal ni del testimonio. El testigo es una
persona que ha estado presente, sea por azar, sea a petición de las partes, en la realización
del acto o del hecho discutido y que puede, por tanto, certificar al juez su existencia, sus
detalles o sus resultados. La declaración de un testigo se contrae, por tanto, a los hechos
de que personal- mente ha tenido conocimiento.
En general, las declaraciones de los testigos son orales. Sin embargo, el testimonio puede
adoptar una forma escrita. Así sucede en la declaración del notario en el documento
auténtico y en los certificados de identidad. El testigo judicial, distinto en esto del
histórico, tiene que haber llegado al conocimiento personal de los hechos. Si dejamos a
un lado los supuestos muy excepcionales en que la ley admite la prueba por fama pública,
la regla general es que el testigo tiene que haber visto u oído el hecho acerca del cual
depone ex propiis sensibus. El testimonio indirecto o de segundo grado en que el testigo
se limita a repetir lo que ha oído contar a otra persona determinada es jurídicamente
distinto que la fama pública. En el testimonio de segundo grado el testigo afirma
efectivamente un hecho de que ha tenido noticia personalmente. Su testimonio implica a
la vez posibilidad de control y responsabilidad propia. Por ello, en derecho, el testimonio
indirecto queda equiparado al directo siempre que los tribunales de instancia lo estimen
pertinente, gozando de facultades soberanas en esta materia. En la práctica, sin duda, no
admitirán, en todos los casos y sin examen previo el testimonio indirecto y al mismo
título que el directo, pero son libres de apreciar la fuerza probatoria de ese testimonio, es
decir, resolver una cuestión de pertinencia.
Condiciones de aplicación: Dos condiciones son necesarias para que la regla del art.
1341 sea aplicable: una de ellas se refiere a la naturaleza del acto, la otra al valor de la
cosa que constituye su objeto.
Hay que añadir que la regla del art. 1341 se ha establecido para los actos jurídicos
celebrados entre vivos y que presenten un interés pecuniario; el testamento se prueba de
acuerdo con reglas particulares. Lo mismo sucede con los actos en materia de familia.
Los cuasi-contratos, delitos y cuasi-delitos son hechos materiales, por lo que pueden
probarse mediante testigos. Sólo por un defecto de método el art. 1348 indica como
excepción a la regla de la prueba escrita la prueba de esas fuentes de obligaciones.
Excepción referente al comercio: La segunda disposición del art. 1341 que prohíbe la
prueba testifical a pesar o contra el contenido de un documento es, como la primera,
especial del Derecho civil. Esta segunda ventaja es más difícil de justificar que la
anterior; sin embargo, resulta forzosamente de la generalidad de los términos empleados
por la ley, tanto en el art. 1341. Por tanto, cuando se trate de negocios mercantiles,
pueden corregirse o completarse las enunciaciones de un documento, por medio de
prueba testifical.
Enumeración: La prueba testifical es admisible, tanto por encima de los 500 fcs. como
contra o a pesar del contenido de los documentos, en tres casos:
1-Cuando, exista un comienzo de prueba por escrito, de conformidad con el art. 1347.
2-Cuando haya sido imposible al que alega la prueba testifical procurarse una prueba por
escrito (art. 1348).
3 Cuando le haya sido imposible evitar la pérdida de la que había obtenido (art. 1348, 4).
En el primer caso la prueba testifical sólo sirve para completar la prueba; en los dos
últimos, la substituye.
Distinción entre las presunciones: sunciones son consecuencias que la ley o los
tribunales deducen por el paso de un hecho conocido a un hecho desconocido (art. 1349).
Es el tipo de aplicación legal del desplazamiento de la prueba, puesto que se trata de
trasladar la prueba del hecho litigioso, cuando es imposible o difícil de probar, sobre un
hecho cercano. Se denomina a veces por esto prueba indirecta. Las presunciones se
dividen en simples o del hombre, cuya apreciación, subordinada a las luces de la razón
humana, se deja a la discreción de los magistrados, y en presunciones legales, a las que
los tribunales obligatoriamente han de conformarse.
Poder de apreciación de los tribunales: El artículo 1353 dispone que los tribunales no
han de admitir más que presunciones graves, precisas y concordantes. Pero en esto
solamente debe verse un sabio consejo de prudencia. En efecto, la apreciación de la
eficacia de las presunciones ha sido enteramente dejada a las facultades discrecionales del
Juez. El recurso de casación no podrá fundarse ni en la falsa interpretación de un indicio,
ni en la ausencia de indicación de los documentos aportados en apoyo de una presunción.
El juzgador incluso podrá determinar su convicción a base de una sola presunción.
Presunciones legales.
Carácter estricto: Las presunciones legales son, en el fondo, solamente una presunción
de hecho generalizada y sistematizada por la ley. Dispensa a la parte que alega un hecho
que se reputa cierto en virtud de esa presunción, de toda obligación de probarlo (artículo
1352). El que alega una presunción legal no está obligado a demostrar más que la
existencia de los hechos que sirven de fundamento.
Las presunciones legales son escasas. Son más peligrosas que las del hombre o simples,
porque descansan en un simple cálculo de probabilidades. Además, como quiera que han
sido establecidas de antemano sin ningún análisis de las condiciones del caso a que se
aplican, es siempre posible, con un número mayor o menor de posibilidades, resulten
falsas.
El articulo 1350 determina cierto número de ellas: 1- los actos que la ley declara nulos,
por presumirlos realizados en fraude de sus disposiciones, según su simple carácter. 2-
los caso en que la ley declara la propiedad o la liberación resultante de ciertas
circunstancias determinadas, 3- la autoridad o fuerza de la cosa juzgada.
Esta presunción consiste en que la cosa juzgada representa la verdad. Esta presunción
legal encubre una regla de principio. La sentencia dictada ha de poner fin definitivamente
al litigio siempre que los recursos hayan sido ejercitados infructuosamente o' si no se han
puesto en práctica. Existe una necesidad social de primera fila en que los litigios no se
renueven indefinidamente sobre la misma cuestión. Sin embargo, no hay que deducir de
ello que el beneficio de la cosa juzgada es de orden público. Las partes pueden renunciar
a ella convencionalmente. La corte de casación exige en este caso un verdadero contrato
judicial de renuncia a la cosa juzgada, pero ciertas Cortes de apelación no lo requieren
con tanta exactitud.
Definición: En sentido amplio, existe confesión siempre que una de las partes reconozca
como exacta la alegación que contra ella dirija su adversario.
A) Para ser judicial, la confesión tiene que haber sido hecha durante el curso de un
procedimiento regularmente entablado; la incompetencia simplemente relativa del Juez
no priva a la confesión hecha a su presencia de su carácter judicial. Pero es distinto en
caso de in- competencia absoluta del Juez; aun cuando sea ante el Juez, la confesión es en
ese caso extrajudicial.
B) Deberá hacerse en el curso del pleito en que se alegare. Así, la confesión hecha
durante un pleito anterior.
3. Cuando la ley lo declara formalmente ineficaz, En efecto, en ciertos casos, una de las
partes podría tener interés en confesar ciertos hechos que considerados en si mismo, le
fuera desfavorables a fin de obtener una mayor ventaja mayor. Así es en los casos de
demanda de separación de bienes.
Juramento. Noción general: En principio, lo que dicen las partes provoca sospechas;
cuando alegan un hecho que les s favorable, el juzgador no debe atribuirle fe alguna. Sin
embargo, cuando no existe ningún otro medio para poner fin a la incertidumbre y existan
serias razones para creer que la parte ha dicho la verdad, podrá tenerse en cuenta Pero en
ese caso la afirmación de la verdad por la parte adopta una forma solemne destinada a
impedir en lo posible la mentira. Esa forma es el juramento. El juramento se ha definido
como “un acto a la vez civil y religioso" por el cual el que jura toma a Dios por testigo de
la verdad de un hecho o de la exactitud o veracidad de una promesa y lo invoca como
vengador del perjurio (2). El único que tenemos que considerar aquí es el juramento
probatorio o afirmativo, que constituye un 'modo excepcional de prueba. Este juramento
probatorio puede ser decisorio o supletorio. El decisorio, según el art. 1357, es aquel que
una de las partes defiere a la otra para que del mismo dependa la decisión de la cuestión,
efecto que produce. El supletorio o supletivo es deferido de oficio por el juzgador a una u
otra de las partes; no es más que un complemento de prueba y no obliga al tribunal.
Juramento decisorio. 1573. Naturaleza jurídica del juramento decisorio (1). -El juramento
decisorio puede ser referido por el acreedor: "Júreme que Ud. me ha pagado", o por el
deudor: "Júreme que le adeudo tal o cual suma". Es prueba de la pretensión del que lo
presta. Tradicionalmente viene explicado por la idea de transacción. Así, la delación del
juramento es el comienzo de una convicción, de una transacción sobre la prueba, que ha
de poner término al pleito. La única particularidad de esa transacción es que no existe el
sacrificio recíproco por ambas partes. Una serie de consecuencias se deriva de esta
concepción. 1574. Facultad de referir el juramento.– El litigante a quien su adversario
defiera el juramento podrá negarse a prestarlo, refiriéndoselo a su vez (arts. 1361 a 1364).
Esa facultad se explica por la idea de igualdad de las partes en materia de convenciones.
Sin embargo, por excepción, el juramento puede ser referido, cuando el hecho sobre que
se contraiga sea ob- jeto puramente personal de aquel a quien el juramento había sido
deferido. La parte a quien se refiera el juramento no podrá a su vez referirlo a su
adversario.
Materias en que se admite el juramento decisorio. - Según el art. 1358, parece que el
juramento puede ser deferido en toda clase de litigios. En realidad, no es posible en
aquellas causas en que no queda la transacción, la renuncia o la confesión. Así es en los
pleitos de divorcio o de separación de cuerpos, si se trata de demostrar con él las causas
que fundan la demanda. El juramento puede por lo contrario ser deferido en cuanto los
hechos sobre la reconciliación. No puede deferirse en aquellas cuestiones en que se
discuta o reclame el estado civil, las cuestiones de filiación o de legitimidad. El orden
público impide igualmente que se acuda a esa prueba cuando se trate de una acción en la
que se alegue la fuerza de la cosa juzgada funde exclusivamente en una presunción de
pago. o la prescripción que no se