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NOCIONES GENERALES SOBRE LAS PRUEBAS SECCION

Definición y admisibilidad de la prueba judicial.

Definición y naturaleza: En un sentido muy amplio, probar es establecer la exactitud de


una proposición cualquiera; en sentido judicial, probar es someter al juez que conoce de
un litigio elementos de convicción propios a justificar la veracidad de un hecho alegado
por una parte y negado por la otra.

La palabra prueba se toma en diversos sentidos:

1- Designa a veces el hecho de producir elementos de convicción con


ayuda de los cuales una de las partes pretende establecer la verdad
de una alegación; en este sentido puede hablarse de carga o
incumbencia de la prueba.
2- Se entiende también con ella los elementos de convicción
considerados en sí mismos, es decir, los diversos procedimientos
empleados para convencer al juez.
3- Designa, en fin, el resultado de la producción de esos elementos. Así
decimos: una de las partes ha efectuado o no ha efectuado tal o cual
prueba; la prueba es completa o no lo es.

Es conveniente tener en cuenta esas diversas acepciones al estudiar las reglas generales,
los procedimientos y la fuerza o autoridad de la prueba.  

Reglas de prueba y reglas de fondo y de forma: La oposición entre reglas de prueba y


reglas de fondo es sumamente acentuada, tanto desde el punto de vista del derecho
interno como del punto de vista del derecho internacional privado. La ausencia de prueba
carece, en principio, de influencia sobre el derecho considerado en sí mismo. Esta
distinción entre el derecho y su prueba es sobre todo interesante cuando el medio de
prueba consiste en un escrito o documento, sujeto, a su vez, a reglas de forma probatoria
y que puede ser nulo. La nulidad, en ese caso, solamente alcanzará al escrito destinado a
servir como prueba y el acto jurídico a que haya dado nacimiento podrá muchos casos
comprobarse por otros medios.

Existe, en cambio, una relación indiscutible entre los requisitos de la prueba de los actos
y las reglas sobre forma. Los requisitos probatorios en nuestro régimen de obligaciones
sin formalismos, llenan aproximadamente las mismas funciones que las solemnidades
indispensables para la validez de los escasos actos solemnes admitidos en derecho
francés, o sea, las de revestir la expresión del consentimiento recíproco de formalidades
propiamente dichas. Sin embargo, son evidentes sus diferencias: 1' la falta de forma de un
acto solemne, no puede ser substituida por la confesión o por el juramento; ello es posible
cuando la ausencia de formalidades de prueba se contrae a un acto no solemne; las reglas
de forma de los actos solemnes son de carácter imperativo, las referentes a las pruebas de
los actos no solemnes pueden modificarse por las partes en cierta medida.

Prueba de las reglas de derecho: Tres cosas pueden ser objeto de debate judicial: la
regla legal, un hecho material o un hecho jurídico. En principio la prueba judicial es ajena
a las reglas de derecho, aplicación de la ley es siempre imperativa para el juzgador, que
resuelve en su nombre, sin que las partes tengan que alegarla expresamente, y, por
consiguiente, sin que tengan la obligación de probarla (3), Lo propio sucede en cuanto a
las reglas de derecho consuetudinario. En todo caso siempre se tratará de una cuestión de
derecho.

Cuando se trate de un punto de derecho sujeto a controversia, sobre el cual la opinión


jurisprudencial no sea constante, sólo tendremos una excepción aparente a esa regla. En
ese caso, el litigante tendrá la obligación de probar la existencia de la regla jurídica
discutida. 

Prueba de los hechos materiales y de los hechos jurídicos: En principio la prueba


judicial solamente se refiere a los hechos materiales o jurídicos. La cuestión de saber si el
hecho que ha de probarse consiste en un hecho material o jurídico presenta la mayor
importancia desde el punto de vista de la prueba, y especialmente en cuanto a los medios
probatorios posibles. 

La prueba judicial sólo tiene como objeto puntos de hecho susceptibles de ser negados y,
en lo que respecta a la ley del contrato a que se refiere el art. 1134, la interpretación de
los términos mismos en que las partes se hayan obligado, con abstracción de las
cuestiones de calificación y de las consecuencias ciertas del acuerdo de las partes.

Hechos que constan legalmente: El probar sólo existe a condición de que la prueba sea
útil, es decir, de la pertinencia de los hechos que vayan a probarse. La prueba es inútil
cuando los hechos constan legalmente. Esto es así cuando la ley reputa como ciertos
determinados hechos, en virtud de presunciones generales, tales como la de legitimidad,
de interposición de persona, de remisión de deuda, o aun en virtud de presunciones cuyos
efectos sean relativos, como la confesión, el juramento, y la cosa juzgada. Sin embargo,
las presunciones legales resultantes de la confesión y del juramento interesan a la teoría
de las pruebas, si nos colocamos en el punto de vista de la convicción del juzgador,
puesto que se trata de medios que implican necesariamente esa convicción.

Pertinencia de los hechos: Aquellos hechos cuya prueba admisible han de ser
pertinentes, es decir, de tal naturaleza, que influyan de modo más o menos decisivo en la
solución del litigio en que se aleguen. Determinar si los hechos propuestos como prueba
son pertinentes equivale a determinar la medida en que la prueba impuesta al actor puede
válidamente referirse a hechos vecinos o conexos con el hecho generador del pretendido
derecho y sobre el cual la prueba debiera recaer exclusivamente, como es lógico.

Incumbencia de la prueba

Necesidad de probar que pesa sobre el acreedor. Principio de neutralidad del juez.
–El acreedor, generalmente actor, debe probar la existencia de su derecho y el juez sólo
se limitará a recibir las pruebas que le presente; le corresponde apreciarlas, pero no
procurarse otras nuevas. Ni siquiera podrá servirse de pruebas que hayan llegado a su
conocimiento personal independientemente de los litigantes; sólo podrá tener en cuenta
las pruebas aportadas por las partes y de acuerdo con las formas reguladas por la ley. Esta
es la regla fundamental de la neutralidad del juez civil. La iniciativa del juez, en materia
de prueba, queda suprimida primeramente porque no todo hecho cualquiera puede
oponerse a un litigante sino en tanto con anterioridad le haya sido alegado y haya podido
controlarlo y discutirlo, y especialmente, porque los elementos de prueba sobre los cuales
cada una de las partes entiende basarse son los que dan frecuentemente a la pretensión
misma su carácter, su medida y sus límites.

Situación normal: A quién incumbe la carga de la prueba. Toda persona que entable
una acción judicial o que alegue una excepción frente a una acción entablada contra ella,
tendrá que probar los hechos cuya existencia supongan la acción o la excepción.
Aplicación de la máxima actori incumbit onus probandi; Excipiendo reus fit actor (art.
1315).

Traslado legal de la carga de la prueba: presunciones legales. A veces la ley invierte el


orden lógico y, tomando en consideración ciertas circunstancias determinadas, dispensa
de toda prueba al que reclama un derecho o al que alega un fundamento de defensa; en
esos casos el litigante no tendrá que probar nada, aparte de que se encuentra en el caso
previsto por la ley, circunstancia que resulta, ordinariamente, de hechos evidentes que no
se discuten. Se dice entonces que existe una presunción legal en su favor. Así, la
presunción legal, a diferencia de la simple o del hombre, no es un modo de prueba, sino
un traslado legal de la incumbencia de la prueba (art. 1352).
Traslado convencional de la carga de la prueba. -Las reglas tocantes a la carga de la
prueba no son de orden público; se proponen proteger a determinadas personas, no
ilustrar a los jueces. Por tanto, podrán ser modificadas, en su caso, por convenio de las
partes. El interesado puede, en tal sentido, renunciar a la protección legal, mediante
convenio, o aun por acto unilateral, independientemente del pleito. Para admitir tal
convenio basta con que las partes hayan solicitado y aceptado libremente la carga de la
prueba en el transcurso del litigo. 

PROCEDIMIENTOS LEGALES DE PRUEBA

Prueba directa y prueba indirecta .-Los jueces deben llegar a la convicción basándose
solamente en los elementos de prueba admitidos por la ley. La prueba directa tiende a
demostrar el hecho discutido por las partes, con auxilio de medios de convicción
aplicados precisamente a ese hecho: documentos o títulos, declaraciones de testigos y, en
ciertos casos, informes periciales. La prueba indirecta sólo tiende a demostrar el hecho
discutido con auxilio de inducciones fundadas en otros hechos conocidos. Se realiza por
medio de presunciones de hecho o simple. La confesión, cuando hace fe plenamente, el
juramento decisorio y las presunciones legales no constituyen propiamente medios de
prueba, pero conducen a los mismos resultados, o sea, producir la convicción del juez.

La prueba indirecta sólo se admite en los casos determinados por la ley. La prueba directa
se admite, de modo general, pero hay que establecer una distinción.

Prueba de hechos materiales y de actos jurídicos. -– Por regla general, los hechos
materiales pueden probarse por cualquier medio, ya que puede obligar a los interesados a
disponer de una prueba regular; generalmente la demostración documental de un simple
hecho sería imposible y por ello se permite probar esos hechos inclusive mediante
testigos o por presunciones.

Por lo contrario, los actos jurídicos están sujetos, en general, al régimen de las pruebas
preparadas por adelantado, conocidas por pruebas pre constituidas. Sus autores deben
procurarse de ellos la prueba establecida por adelantado y que generalmente consistirá en
un documento. Por consiguiente, los testigos y las presunciones quedan, en principio,
descartados en los litigios que versen sobre contratos u otros actos jurídicos.

Prueba completa y principio de prueba: La prueba judicial completa puede obtenerse


mediante los diversos procedimientos de prueba, que estudiaremos más adelante.
Con bastante frecuencia ocurre que uno de los litigantes sólo dispone de una prueba
insuficiente, que hace su pretensión verosímil, pero que no es de tal naturaleza que
convenza al juez y dé el triunfo en el litigio. Se trata entonces un principio o comienzo de
prueba. La existencia de ese comienzo de prueba presenta gran importancia en los dos
casos que siguen: cuando la ley exige una prueba por escrito, el escrito que contenga un
comienzo de prueba hace admisible la prueba por testigos y la prueba por presunciones,
que vendrán a completar la demostración iniciada con el escrito (art. 1347; En todo
caso, es decir, sea cual fuere el modo de prueba empleado, el comienzo de prueba podrá
ser completado con el juramento supletorio.

PRUEBA ESCRITA

Clasificación y utilidad: La prueba escrita o documental está constituida por los


documentos, libros de comercio, registros y papeles domésticos, copias de documentos,
actas de reconocimientos, títulos antiguos y las cartas.

Cuanto más se complican las relaciones sociales. Mayores son las probabilidades de error
de memoria o de corrupción que hacen insuficiente o peligrosa la prueba testifical. Los
actos importantes de la vida, de que dependen nuestros derechos y nuestras obligaciones,
no pueden ser dejados a la merced de los recuerdos más o menos fieles de aquellos que
los han presenciado. La utilidad de las pruebas escritas pre-constituidas no se discute ya y
desde hace varios siglos su confección ha pasado a las costumbres de todos los pueblos
civilizados.

Existen dos clases de documentos escritos: el documento auténtico y el documento


privado. El segundo es redactado por las partes mismas y conservado por los interesados.
El documento auténtico es aquel otorgado por un funcionario público en el lugar y en los
casos en que la ley permite instrumentar y de acuerdo con las formalidades exigidas (art.
1317). Esas dos clases de documentos presentan diferencias de importancia, en cuanto a
sus formalidades de redacción a su fuerza ejecutiva, a su fuerza probatoria, al valor de sus
copias y a las consecuencias de su pérdida. Sin embargo, todos ellos están gobernados
por cierto número de disposiciones comunes.

Reglas comunes a todos los documentos. Hechos que prueban: Según el art. 1320, “el
documento, sea auténtico o privado, hace fe entre las partes, incluso de aquello que en él
se expresa en términos enunciativos, siempre que la enunciación guarde relación directa
con la disposición. Las enunciaciones extrañas a la disposición sólo servirán como
comienzo de prueba". Así, cabe hacer una distinción esencial, en todo documento, entre
la disposición y las enunciaciones. Estas expresiones se contraponen exactamente como
las de parte dispositiva considerando en las sentencias. 

Documentos auténticos. Forma constitutiva del documento auténtico: Sólo será


auténtico el documento que reúna las condiciones siguientes:

1- Debe ser recibido o redactado por un Funcionario público. Los funcionarios


públicos que redactan documentos auténticos son muy numerosos: los más
importantes son los Notarios.

2- Debe ser recibido o redactado por un funcionario público que actúe con tal
carácter (2), y no llena esta condición el documento celebrado por un funcionario
público suspendido, destituido o reemplazado. Sin embargo, el documento se
considera auténtico si hubiese sido otorgado antes de la notificación de la
suspensión, destitución o sustitución del funcionario público.

3- El funcionario público debe no hallarse incapacitado para otorgar el documento


por el hecho de que él mismo o alguno de sus parientes o afines estén
personalmente interesados

4- El funcionario público debe ser competente para otorgar el documento, es decir,


haber actuado en los límites de sus atribuciones en cuanto a la materia y al lugar.
Es interesante, en ese sentido, comprobar la competencia territorial de los
funcionarios públicos.

5- Es necesario, en fin, que el acto haya sido recibido o redactado con las
formalidades prescriptas por la ley, bajo pena de nulidad. Esas formalidades
incluyen en todo caso la firma manuscrita del funcionario público que haya
otorgado el acto.

Documentos privados

Forma de los documentos privados.

Libertad de formas: Por regla general; la ley no impone ninguna forma determinada a
los documentos privados; las partes redactarán sus escritos como lo crean conveniente.
Pueden hacer redactar el cuerpo del documento por un tercero, limitándose a firmarlo.
Pueden hacer constar sus convenios mediante la imprenta, la litografía, la fotografía: sólo
la firma necesita ser manuscrita. Gran número de documentos, pólizas de seguros,
contratos de arrendamiento, recibos y facturas, son así, hechos en fórmulas impresas
cuyos blancos se llenan. Las menciones marginales no necesitan ir firmadas ni
rubricadas, y las palabras sobrecargadas o entrelineadas no son nulas.

Sin embargo, existen ciertas reglas de forma que han de observarse al confeccionar todo
documento privado; esas reglas conciernen la firma, la fecha y las formalidades fiscales.
Además, hay que tener en cuenta ciertas formalidades particulares de algunos
documentos privados.

Necesidad de la firma: El único elemento necesario, en términos generales, para la


confección de un escrito probatorio privado, es la firma del autor del acto o las de las
partes si el acto tiene varios autores. La firma atribuye al documento su fuerza probatoria;
de ahí se deriva su nombre, acto bajo firma privada.

Si la firma falta en el documento, éste no podrá valer como tal sino solamente como
proyecto de documento. Pero aun cuando las firmas de varias partes sean necesarias a la
validez del acto que conste en el documento, la falta de una de las firmas no es obstáculo
a la validez del acto jurídico siempre que resulte de las circunstancias del caso que las
partes firmantes no han supeditado su consentimiento a la firma ausente. Por otra parte,
para que el instrumento sea válido no es necesario que todas las firmas hayan sido
puestas conjuntamente, en un mismo momento; pueden ser puestas sucesivamente; sin
embargo, para tener eficacia probatoria respecto a los terceros, el documento deberá tener
fecha cierta, obtenida después de haber sido completado con la imposición de todas las
firmas. La firma debe proceder de la persona misma que queda obligada; el documento
privado será nulo como instrumento obligación se firma en nombre de una persona por
otra, como un secretario. Pero, los efectos del documento nulo como instrumento, pueden
subsistir entre el firmante aparente y el tercero interesado que no haya sabido la falsedad
de la firma.

Fecha: En principio, la ley exige que los documentos privados sean fechados. De hecho,
la fecha es un elemento indispensable y nunca deja de incluirse a no ser por olvido o
descuido. En efecto, esa indicación es útil en muchos casos, y su constancia puede llegar
a ser necesaria. Por ejemplo, si la capacidad del firmante sufre una variación, la validez
del acto dependerá de su fecha, siendo nulo si hubiese sido firmado durante la
incapacidad.
Condiciones especiales de ciertos documentos: Motivo de esas reglas:

Los documentos privados contentivos de contratos han ocasionado muy pronto graves
riesgos de fraude entre las partes. De ahí las reglas especiales establecidas para los
documentos privados contentivos de contratos, únicas previstas por el Código Civil. Por
una parte, esas reglas se refieren a los contratos sinalagmáticos (art. 1325), por otra parte,
a los actos unilaterales referentes a la promesa de suma de dinero o de cantidad (art.
1326).

FORMALIDAD DEL DOBLE ORIGINAL

Motivos y alcance de la formalidad: Según el art. 1325, "los documentos privados que
contengan convenios sinalagmáticos, sólo son válidos en tanto hayan sido hechos en
tantos originales como partes existan con intereses distintos. Cada original ha de contener
la mención del número de originales que han sido hechos". Aun cuando la exigencia de la
ley dependa, según se ve, de la misma índole de la operación jurídica comprobada, el art.
1325 solamente se refiere a la cuestión de la prueba del convenio a la de la validez del
convenio mismo.

Condiciones de aplicación: El artículo 1325 se aplica cada vez que se trate de contratos
perfectamente sinalagmáticos, es decir, que sujeten a las partes a obligaciones recíprocas
desde el momento de su formación. Sin embargo, deja de aplicarse si una de las partes
con- tratantes, por haber cumplido totalmente sus obligaciones antes de redacción,
careciera de todo interés en poseer uno de los originales, en caso, por ejemplo, de venta al
contado y sin condición ni reserva en favor del vendedor. El art. 1325 no se refiere a los
contratos llamados sinalagmáticos imperfectos, tales como el mandato y el de- pósito.

Número de originales: La ley expresa que se requieren tantos originales como partes
tengan intereses distintos. Dado que generalmente las partes son dos, el documento se
redactará en duplicado; de ahí el nombre que se ha dado a esta formalidad, o sea, del
"doble escrito" o del “doble original"; pero, a menudo ocurre que obligatoriamente el
documento ha de redactarse en tres o cuatro ejemplares o aún más. Cada ejemplar ha de
ser firmado por todas las partes y será, por tanto, un original y no una copia, como dice el
artículo.

Excepciones: El art. 1325 no se aplica a los contratos sinalagmáticos que constituyan,


respecto a todas las partes, actos de comercio, ya se hayan producido entre comerciantes
o no comerciantes. Pero, la formalidad del doble se exige si se trata de contratos
sinalagmáticos celebrados entre comerciantes sin que constituyan actos de comercio,
tales como la constitución de una sociedad en participación, o el acto de adhesión de un
acreedor de una quiebra al convenio celebrado con el quebrado. La misma naturaleza de
las misivas se opone a la rigurosa aplicación del art. 1325. Esta formalidad no se aplica,
en fin, a los contratos judiciales, que son válidamente recibidos por el Juez bajo su sola
firma. En fin, en términos generales, las formalidades previstas por el art. 1325 nunca se
efectúan en cuanto a los documentos auténticos, especialmente los notariales, que
siempre se redactan en un solo ejemplar original. Un documento auténtico nulo, sea por
incompetencia o incapacidad del funcionario público, sea por vicios de forma, vale sin
embargo, “como escritura priva- da" siempre que aparezca firmado por las partes.

Otros documentos que sirven como prueba

Libro de comercio

Obligación de llevar los libros: La ley impone a los comerciantes la obligación de llevar
los libros; esto ha de hacerse por orden de fechas, sin blancos, lagunas, ni constancias
marginales; antes de iniciar su uso, esos libros han de ser habilitados, es decir,
numerados, rubricados y visados por juez de paz.

Si bien, en términos generales, nadie puede crearse en provecho propio un título, como
excepción y debido a las garantías que presenta la observancia de las formalidades así
prescriptas, aquí se deroga la regla general en cierta medida.

Prueba mediante libros comercio: Hay que distinguir entre varios casos:

a) Casos en que los libros de comercio pueden producir prueba completa.–1' Los libros
de comercio, regulares o irregulares, sirven como prueba contra los comerciantes que
los llevan, aun por cuestiones puramente civiles, en favor de personas no-
comerciantes (art. 1330 C. Civ.). Esta solución ha de extenderse a los libros llevados
irregularmente, ya que es equitativo que la culpa o negligencia del comerciante no se
convierta en un provecho para él Los que quieran aprovechar el contenido de los
libros de comercio no podrán dividir las enunciaciones en ellos con- tenidas para
rechazar lo que sea contrario a sus pretensiones (art. 1330); esta regla no se aplica a
los libros llevados de modo irregular.

Los libros de comercio regulares sirven como prueba entre comerciantes, en cuanto a
actos de comercio, aun en favor de los mismos que los han llevado regularmente. No
existe dificultad alguna cuando las dos partes hayan llevado sus libros en tal forma
que contienen enunciaciones concordantes.
PRUEBA TESTIFICAL

Definición del testimonio: No existe definición legal ni del testimonio. El testigo es una
persona que ha estado presente, sea por azar, sea a petición de las partes, en la realización
del acto o del hecho discutido y que puede, por tanto, certificar al juez su existencia, sus
detalles o sus resultados. La declaración de un testigo se contrae, por tanto, a los hechos
de que personal- mente ha tenido conocimiento.

En general, las declaraciones de los testigos son orales. Sin embargo, el testimonio puede
adoptar una forma escrita. Así sucede en la declaración del notario en el documento
auténtico y en los certificados de identidad. El testigo judicial, distinto en esto del
histórico, tiene que haber llegado al conocimiento personal de los hechos. Si dejamos a
un lado los supuestos muy excepcionales en que la ley admite la prueba por fama pública,
la regla general es que el testigo tiene que haber visto u oído el hecho acerca del cual
depone ex propiis sensibus. El testimonio indirecto o de segundo grado en que el testigo
se limita a repetir lo que ha oído contar a otra persona determinada es jurídicamente
distinto que la fama pública. En el testimonio de segundo grado el testigo afirma
efectivamente un hecho de que ha tenido noticia personalmente. Su testimonio implica a
la vez posibilidad de control y responsabilidad propia. Por ello, en derecho, el testimonio
indirecto queda equiparado al directo siempre que los tribunales de instancia lo estimen
pertinente, gozando de facultades soberanas en esta materia. En la práctica, sin duda, no
admitirán, en todos los casos y sin examen previo el testimonio indirecto y al mismo
título que el directo, pero son libres de apreciar la fuerza probatoria de ese testimonio, es
decir, resolver una cuestión de pertinencia.

Admisibilidad de la prueba testifical

Inferioridad de la prueba testifical respecto a la documental: El art. 1341 establece el


principio de la superioridad de la prueba documental o escrita sobre la testifical, por
medio de las dos reglas que siguen: 1', hay que redactar un escrito para toda operación
que exceda de 30 pesos 2', cuando existe un escrito, éste no podrá ser completado ni
desvirtuado por medio de declaraciones de testigos.

Condiciones de aplicación: Dos condiciones son necesarias para que la regla del art.
1341 sea aplicable: una de ellas se refiere a la naturaleza del acto, la otra al valor de la
cosa que constituye su objeto.

NATURALEZA DEL ACTO.


Actos jurídicos y hechos puros y simples: La ley no determina en modo alguno cuáles
actos están sujetos a la prueba escrita.

Hay que añadir que la regla del art. 1341 se ha establecido para los actos jurídicos
celebrados entre vivos y que presenten un interés pecuniario; el testamento se prueba de
acuerdo con reglas particulares. Lo mismo sucede con los actos en materia de familia.

Los cuasi-contratos, delitos y cuasi-delitos son hechos materiales, por lo que pueden
probarse mediante testigos. Sólo por un defecto de método el art. 1348 indica como
excepción a la regla de la prueba escrita la prueba de esas fuentes de obligaciones.

Distinción entre el hecho material y el acto jurídico: Dificultades de bastante


importancia se presen- tan cuando se quiere hacer la distinción entre el hecho material el
acto jurídico.

En lo que respecta a los cuasi-contratos, la prueba testifical es insuficiente cuando se trata


de un hecho material o puro y simple relacionado con una operación jurídica precedente.
Por otra parte, aun cuando la prueba testifical admite siempre para probar la gestión de
negocios, los actos a que dio lugar y la versi in rem; no es así en cuanto a probar el pago
de lo indebido. 

Excepción referente al comercio: La segunda disposición del art. 1341 que prohíbe la
prueba testifical a pesar o contra el contenido de un documento es, como la primera,
especial del Derecho civil. Esta segunda ventaja es más difícil de justificar que la
anterior; sin embargo, resulta forzosamente de la generalidad de los términos empleados
por la ley, tanto en el art. 1341. Por tanto, cuando se trate de negocios mercantiles,
pueden corregirse o completarse las enunciaciones de un documento, por medio de
prueba testifical.

Excepciones y limitaciones a las reglas del art. 1341:

Enumeración: La prueba testifical es admisible, tanto por encima de los 500 fcs. como
contra o a pesar del contenido de los documentos, en tres casos:

1-Cuando, exista un comienzo de prueba por escrito, de conformidad con el art. 1347.

2-Cuando haya sido imposible al que alega la prueba testifical procurarse una prueba por
escrito (art. 1348).
3 Cuando le haya sido imposible evitar la pérdida de la que había obtenido (art. 1348, 4).
En el primer caso la prueba testifical sólo sirve para completar la prueba; en los dos
últimos, la substituye.

PRUEBA POR PRESUNCIONES

Distinción entre las presunciones: sunciones son consecuencias que la ley o los
tribunales deducen por el paso de un hecho conocido a un hecho desconocido (art. 1349).
Es el tipo de aplicación legal del desplazamiento de la prueba, puesto que se trata de
trasladar la prueba del hecho litigioso, cuando es imposible o difícil de probar, sobre un
hecho cercano. Se denomina a veces por esto prueba indirecta. Las presunciones se
dividen en simples o del hombre, cuya apreciación, subordinada a las luces de la razón
humana, se deja a la discreción de los magistrados, y en presunciones legales, a las que
los tribunales obligatoriamente han de conformarse.

Combinación de las diversas excepciones: La excepción prevista en el art. 1347 y la


que resulta del artículo 1348 son absolutamente independientes. El que no pueda alegar el
art. 1348 por haber perdido, mediando culpa, el título, podrá probar el· hecho jurídico, si
tiene un comienzo de prueba por escrito, de conformidad con el artículo 1347. Pero hay
que precisar ciertos extremos en lo que respecta a la combinación de las excepciones
previstas por los ars. 1347 y 1348 y en materia mercantil con las reglas excepcionales que
descartan toda prueba testifical en materia de transacción, de anticresis, de
arrendamiento. La excepción prevista por el art. 1347 ha quedado formalmente
descartada, lo que se explica sobre todo por el hecho de que la prohibición terminante de
la prueba testifical en materia de arrendamiento tiende a suprimir los litigios de poca
importancia. Si el escrito redactado para constancia del arrendamiento ha sido destruido
por accidente, la existencia del arrendamiento o de su precio debiera poderse probar por
cualquier medio, de conformidad con el art. 1348. El artículo 1715 debiera en ese caso
dejar de ser aplicable, ya que no se trata de un arrendamiento “celebrado sin escrito". 

Poder de apreciación de los tribunales: El artículo 1353 dispone que los tribunales no
han de admitir más que presunciones graves, precisas y concordantes. Pero en esto
solamente debe verse un sabio consejo de prudencia. En efecto, la apreciación de la
eficacia de las presunciones ha sido enteramente dejada a las facultades discrecionales del
Juez. El recurso de casación no podrá fundarse ni en la falsa interpretación de un indicio,
ni en la ausencia de indicación de los documentos aportados en apoyo de una presunción.
El juzgador incluso podrá determinar su convicción a base de una sola presunción.

Presunciones legales.

Carácter estricto: Las presunciones legales son, en el fondo, solamente una presunción
de hecho generalizada y sistematizada por la ley. Dispensa a la parte que alega un hecho
que se reputa cierto en virtud de esa presunción, de toda obligación de probarlo (artículo
1352). El que alega una presunción legal no está obligado a demostrar más que la
existencia de los hechos que sirven de fundamento.

Las presunciones legales son escasas. Son más peligrosas que las del hombre o simples,
porque descansan en un simple cálculo de probabilidades. Además, como quiera que han
sido establecidas de antemano sin ningún análisis de las condiciones del caso a que se
aplican, es siempre posible, con un número mayor o menor de posibilidades, resulten
falsas.

El articulo 1350 determina cierto número de ellas: 1- los actos que la ley declara nulos,
por presumirlos realizados en fraude de sus disposiciones, según su simple carácter. 2-
los caso en que la ley declara la propiedad o la liberación resultante de ciertas
circunstancias determinadas, 3- la autoridad o fuerza de la cosa juzgada.

Presunciones legales juris tantum: Estas presunciones son, en general, susceptibles de


ser combatidas por medio de la prueba en contrario, por todos los medios admitidos por
la ley: documentos o escritos, testigos, presunciones, confesión o juramento en las
condiciones del derecho común. Sólo hay que establecer excepción en los casos precisos
a que se contraen los arts. 1499 y 1504 en materia de comunidad. Aun cuando se trate en
ellos de presunciones juris tantum, una jurisprudencia casi constante rechaza la confesión
y el juramento como medios para combatirla.

Hay que apuntar igualmente la presunción de paternidad en la fijación legítima, que no


puede ser impugnada más que en los supuestos previstos por los arts. 1312 y 1313; la
presunción de propiedad en favor del poseedor de un bien mueble corporal, que no
admite prueba en contrario sino en caso de pérdida o robo; la presunción de prueba en
contrario más que la literal, las se medianería de los arts. 663, 666 y 670 C. Civ., que no
ad mite como señales contrarias a la medianería o la prescripción.

Presunciones absolutas, juris et de jure: En principio, las presunciones absolutas no


pueden vencerse por los medios de prueba ordinarios: documental, testifical,
presunciones. Pero sí pueden serlo por medio de la confesión o del juramento judicial.
Así ha de explicarse la excepción final del art. 1352: “y salvo lo que se expresa en cuanto
a la confesión y al juramento judiciales. La confesión y el juramento decisorio no pueden
ser igualmente descartados sino cuando las presunciones se refieren a materias que
excluyan la confesión y el juramento, o sean exclusivamente establecidas por la ley con
un interés público. La cuestión de saber si la presunción legal absoluta es de interés
privado o público es frecuentemente delicada. La presunción legal de la fuerza de la cosa
juzgada es el ejemplo más neto de la presunción legal de orden público, que no admite
ninguna prueba en contrario, ni siquiera la confesión o el juramento.

Relaciones con la teoría de las pruebas: El Cód civil ha regulado accidentalmente, en


su art. 1351, la cuestión de la eficacia de la cosa juzgada. Es esta una teoría sumamente
importante que determina el efecto de las sentencias y que corresponde al procedimiento
más bien que al derecho civil. Los efectos principales de la cosa juzgada consisten en la
acción y la excepción que de la misma resultan. En este sentido la materia de la fuerza de
la cosa juzgada nada tiene de común con la de la prueba. Pero los arts. 1351 y 1352
elevan la fuerza de la cosa juzgada a la categoría de una presunción legal juris et de jure.

Esta presunción consiste en que la cosa juzgada representa la verdad. Esta presunción
legal encubre una regla de principio. La sentencia dictada ha de poner fin definitivamente
al litigio siempre que los recursos hayan sido ejercitados infructuosamente o' si no se han
puesto en práctica. Existe una necesidad social de primera fila en que los litigios no se
renueven indefinidamente sobre la misma cuestión. Sin embargo, no hay que deducir de
ello que el beneficio de la cosa juzgada es de orden público. Las partes pueden renunciar
a ella convencionalmente. La corte de casación exige en este caso un verdadero contrato
judicial de renuncia a la cosa juzgada, pero ciertas Cortes de apelación no lo requieren
con tanta exactitud.

CONFESION Y JURAMENTO SECCION I.-Confesión

Definición: En sentido amplio, existe confesión siempre que una de las partes reconozca
como exacta la alegación que contra ella dirija su adversario.

La confesión solamente puede referirse a un hecho. Las declaraciones acerca de las


reglas jurídicas aplicables a la resolución de la cuestión, por ejemplo, aquellas por las que
el demandado admite que el litigio debe resolverse conforme a las disposiciones de una
ley extranjera, constituyen opiniones y no la confesión.

Naturaleza jurídica: Conforme con la teoría clásica, la confesión conduce a la inversión


de la incumbencia de la prueba. Si bien la regla general es que el demandante ha de
probar sus pretensiones (art. 1315), en caso de confesión del demandado, el actor quedará
dispensado de toda prueba. Pero no puede admitirse semejante concepción. Ello
equivaldría en efecto a admitir que la confesión es la renuncia del demandado al derecho
que te- nía de exigir a su adversario la prueba de los hechos acerca de los cuales este
último fundaba sus pretensiones. Y ese modo de apreciar las cosas es insuficiente e
inexacto cuan- do se trata de explicar la mayoría de las soluciones que se imponen en
materia de confesión. Por tanto, con mucha razón, el Código civil (arts. 1350 a 1352)
incluye la confesión entre las presunciones lega- les. Existe en éste un caso del
desplazamiento de la prueba consagrado por la ley. En la confesión hay que distinguir el
hecho mismo de la confesión y el hecho confesado. El hecho de la confesión queda
demostrado por el Juez antes que todo análisis e independientemente de toda
interpretación, conforme a las condiciones normales de la prueba judicial. Partiendo del
hecho de la confesión, el Juez pasa a una inducción. Es necesaria una explicación del
hecho de la confesión; la mejor de todas es que el hecho confesado corresponde al hecho
de la confesión. Así, una sentencia ha podido referirse a la “fuerza de presunción legal
unida a la confesión judicial".

Confesión judicial y extra-judicial: El Código ha establecido la distinción entre la


confesión judicial (artículo 1354) y la confesión extrajudicial (art. 1355), La confesión
judicial es aquella que se hace en el curso del litigio y a presencia del Juez. El interés de
esta distinción consiste en el grado de valor probatorio concedido a uno u otro modo. Aun
cuando sean de la misma naturaleza, se comprende que tiene mayor fuerza probatoria la
confesión judicial, hecha por el demandado durante el pleito relacionado con el derecho
discutido, que la confesión extrajudicial, realizada por la misma persona fuera de la
instancia. Esta última supone menos reflexión y por con- siguiente menos garantías de
veracidad. La distinción, por cierto, es, a veces, delicada.

A) Para ser judicial, la confesión tiene que haber sido hecha durante el curso de un
procedimiento regularmente entablado; la incompetencia simplemente relativa del Juez
no priva a la confesión hecha a su presencia de su carácter judicial. Pero es distinto en
caso de in- competencia absoluta del Juez; aun cuando sea ante el Juez, la confesión es en
ese caso extrajudicial.
B) Deberá hacerse en el curso del pleito en que se alegare. Así, la confesión hecha
durante un pleito anterior.

c) En fin, ha de hacerse en presencia del Juez. Por tanto, no pueden considerarse


probados por confesión judicial los hechos reconocidos por la parte durante el pleito, si
bien en documentos ajenos al mismo, por ejemplo, en una carta dirigida, aun después de
iniciado, por una de las a la otra, o en una petición dirigida a la partes autoridad
administrativa con ocasión de un litigio entablado por ante la jurisdicción civil. Por lo
contrario, la confesión hecha por ante un árbitro es una confesión judicial, ya que el
árbitro reemplaza al Juez y examina el pleito.

Esfera de aplicación de la confesión: La confesión hace, en principio, plena fe en toda


materia. Pero no es así:

1. cuando la confesión sea de naturaleza tal que produce, la pérdida o caducidad de un


derecho que no es susceptible de renuncia, de destrucción, por parte del que confiesa;

2. Cuando se refiere a un hecho cuyo reconocimiento está prohibido por la ley;

3. Cuando la ley lo declara formalmente ineficaz, En efecto, en ciertos casos, una de las
partes podría tener interés en confesar ciertos hechos que considerados en si mismo, le
fuera desfavorables a fin de obtener una mayor ventaja mayor. Así es en los casos de
demanda de separación de bienes.

3, no puede ser dividida contra el que la ha hecho. El que se beneficia de la confesión


tendrá que admitir tal como es, en bloque, sin poder elegir lo que le sea favorable y
rechazar el resto. La cuestión de la indivisibilidad de la confesión se plantea cuando nos
encontramos frente a una “confesión cualificada”. y una de confesión compleja.

Juramento. Noción general: En principio, lo que dicen las partes provoca sospechas;
cuando alegan un hecho que les s favorable, el juzgador no debe atribuirle fe alguna. Sin
embargo, cuando no existe ningún otro medio para poner fin a la incertidumbre y existan
serias razones para creer que la parte ha dicho la verdad, podrá tenerse en cuenta Pero en
ese caso la afirmación de la verdad por la parte adopta una forma solemne destinada a
impedir en lo posible la mentira. Esa forma es el juramento. El juramento se ha definido
como “un acto a la vez civil y religioso" por el cual el que jura toma a Dios por testigo de
la verdad de un hecho o de la exactitud o veracidad de una promesa y lo invoca como
vengador del perjurio (2). El único que tenemos que considerar aquí es el juramento
probatorio o afirmativo, que constituye un 'modo excepcional de prueba. Este juramento
probatorio puede ser decisorio o supletorio. El decisorio, según el art. 1357, es aquel que
una de las partes defiere a la otra para que del mismo dependa la decisión de la cuestión,
efecto que produce. El supletorio o supletivo es deferido de oficio por el juzgador a una u
otra de las partes; no es más que un complemento de prueba y no obliga al tribunal.

Juramento decisorio. 1573. Naturaleza jurídica del juramento decisorio (1). -El juramento
decisorio puede ser referido por el acreedor: "Júreme que Ud. me ha pagado", o por el
deudor: "Júreme que le adeudo tal o cual suma". Es prueba de la pretensión del que lo
presta. Tradicionalmente viene explicado por la idea de transacción. Así, la delación del
juramento es el comienzo de una convicción, de una transacción sobre la prueba, que ha
de poner término al pleito. La única particularidad de esa transacción es que no existe el
sacrificio recíproco por ambas partes. Una serie de consecuencias se deriva de esta
concepción. 1574. Facultad de referir el juramento.– El litigante a quien su adversario
defiera el juramento podrá negarse a prestarlo, refiriéndoselo a su vez (arts. 1361 a 1364).
Esa facultad se explica por la idea de igualdad de las partes en materia de convenciones.
Sin embargo, por excepción, el juramento puede ser referido, cuando el hecho sobre que
se contraiga sea ob- jeto puramente personal de aquel a quien el juramento había sido
deferido. La parte a quien se refiera el juramento no podrá a su vez referirlo a su
adversario.

Materias en que se admite el juramento decisorio. - Según el art. 1358, parece que el
juramento puede ser deferido en toda clase de litigios. En realidad, no es posible en
aquellas causas en que no queda la transacción, la renuncia o la confesión. Así es en los
pleitos de divorcio o de separación de cuerpos, si se trata de demostrar con él las causas
que fundan la demanda. El juramento puede por lo contrario ser deferido en cuanto los
hechos sobre la reconciliación. No puede deferirse en aquellas cuestiones en que se
discuta o reclame el estado civil, las cuestiones de filiación o de legitimidad. El orden
público impide igualmente que se acuda a esa prueba cuando se trate de una acción en la
que se alegue la fuerza de la cosa juzgada funde exclusivamente en una presunción de
pago. o la prescripción que no se

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