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CONSUELOS PARA SANTOS QUE

SUFREN
Devocional viernes 5 de junio de 2020 | Jerome Zanchius (1516-1590)

Reflexión
 Oración pidiendo dirección del Espíritu Santo para la reflexión

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que
conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:28-29).

S in un profundo sentido de predestinación, nos faltaría la motivación más segura y poderosa para tener
paciencia, resignación y dependencia de Dios en medio de cualquier aflicción espiritual y temporal.
¡Cuán dulces son las siguientes consideraciones para el creyente atribulado!
1. Es indudable que existe un Dios todopoderoso, omnisapiente y lleno de gracia (He. 11:6).
2. En el pasado me ha dado y me da en el presente (¡oh que tuviera yo ojos para verlo!) muchas señales de su
amor por mí, tanto de su providencia como de su gracia (Ef. 1).
3. Su amor es inmutable. Nunca se arrepiente de él ni lo cancela (Fil. 1:6).
4. Todo lo temporal que sucede en la tierra es el resultado de su voluntad desde la eternidad (1 Co.8:6), en
consecuencia—
5. Mis aflicciones son parte de su plan original y todas están ordenadas por número, peso y medida (Sal.
22:24).
6. Los cabellos de mi cabeza (cada uno de ellos) han sido contados por él, no ha caído ni uno solo al suelo
que no fuera consecuencia de sus designios (Lc. 12:7). Por lo tanto—
7. Mis tribulaciones no son el resultado de la casualidad, ni son accidentales, ni una combinación fortuita de
las circunstancias (Sal. 56:8), en cambio—
8. Mis tribulaciones son el cumplimiento providencial del propósito de Dios (R. 8:28) y
9. Mis tribulaciones están diseñadas para lograr algunos propósitos sabios y misericordiosos de su gracia
(Stg. 5:10-11) y
10. Mi aflicción no durará un segundo más de lo que Dios disponga (2 Co. 7:6-7).
11. Aquel que me la ha causado ha prometido sostenerme y superarla (Sal. 34:15-17).
12. Todo obrará indudablemente para su gloria y para mi bien, por lo tanto—
13. “La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (Jn. 18:11).
Sí, lo haré con la fortaleza que él imparte, incluso me gozaré en las tribulaciones. Valiéndome de las alegrías
que puede poner ahora o en el futuro en mis manos, me entrego yo mismo y entrego mi sufrimiento a él, cuyo
propósito no puede ser derogado, cuyo plan no puede ser desviado, y quien, me resigne o no, seguirá obrando
todas las cosas según el consejo de su propia voluntad. “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido
predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Ef. 1:11;
Ro. 5:3-6; Sal. 33:11-12).
Sobre todo, cuando el cristiano que sufre toma en cuenta que es uno de los escogidos y sabe que por el eterno e
inmutable acto de Dios ha sido señalado para obtener salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo; que, por
supuesto, tiene una ciudad preparada para él en lo Alto, un edificio de Dios, una casa no hecha de manos, sino
eterna en los cielos y que los peores sufrimientos de la vida presente no tienen
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comparación con la gloria que será revelada en los santos (Ro. 8:18). ¿Qué adversidad podríamos enfrentar,
que la esperanza segura de bendiciones como éstas no sobrepasara infinitamente? (Pr. 8:35; 2 Co. 5:1; Ro. 8:18;
Ro. 8:33-37). Por más graves que sean las aflicciones que nos hieren al principio, ante perspectivas tan
halagüeñas, tenemos que recobrarnos prestamente; logrando así que las flechas de la tribulación pierdan su filo.
Los cristianos no cuentan más que con resignación absoluta para mantenerlos perfectamente contentos en
cualquier circunstancia posible y la resignación absoluta sólo puede fluir de una creencia absoluta y
sometimiento absoluto a la providencia absoluta, basado en la predestinación absoluta (1 Ts. 1:2-4).

Tomado de The Doctrine of Absolute Predestination


(La doctrina de la predestinación absoluta).

Cantos
Himno 369. ‘Maestro se encrespan las ¡Oh, quiéreme socorrer!
aguas’ 3. Maestro, pasó la tormenta,
1. ¡Maestro, se encrespan las aguas
los vientos no rugen ya,
y ruge la tempestad!
y sobre el cristal de las aguas
¡Los grandes abismos del cielo
el sol resplandecerá;
se cubren de obscuridad!
Maestro, prolonga esta calma,
¿No ves que aquí perecemos?
no me abandones más,
¿Puedes dormir así,
cruzaré los abismos contigo,
cuando el mar agitado nos abre
gozando bendita paz.
profundo sepulcro aquí?
Himno 363. ‘En Jesucristo, puerto de paz’
Coro
Los vientos, las ondas oirán tu voz: 1. En Jesucristo, puerto de paz,
“¡Sea la paz!” en horas negras de tempestad
Calmas las iras del negro mar, hallan las almas dulce solaz,
las luchas del alma grato consuelo, felicidad.
las haces cesar, y así, la barquilla Coro
do va el Señor, hundirse no puede Gloria cantemos al Redentor
en el mar traidor. que por nosotros quiso morir;
Doquier se cumple tu voluntad: y que la gracia del Salvador,
“¡Sea la paz!” “¡Sea la paz!” siempre dirija nuestro vivir.
Tu voz resuena en la
inmensidad: “¡Sea la paz!” 2. En nuestras luchas, en el dolor,
en tristes horas de tentación
2. Maestro, mi ser angustiado calma le infunde, santo vigor,
te busca con ansiedad; nuevos alientos al corazón.
de mi alma en los antros profundos,
se libra cruel tempestad; 3. Cuando en la lucha falta la fe
pasa el pecado a torrentes y el alma vese desfallecer,
sobre mi frágil ser, Cristo nos dice: “Siempre os daré
¡y perezco, perezco, Maestro! gracia divina, santo poder”.

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Oraciones
 Oración de alabanza: damos honor a nuestro Dios protector
 Oración de confesión: reconocemos nuestros intentos de hallar seguridad fuera de Dios
 Oración de gratitud: bendecimos a nuestro Dios por guardar nuestros pensamientos y corazones en Cristo
Jesús (Fil 4:6-8)
 Oración de petición: que el guarde a todo su pueblo que hoy está sufriendo o padeciendo necesidad
 Oración de petición: que el Señor nos abra puertas para predicar el evangelio

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