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Hidden in plain sight: racism in international relations theory

Errol A Henderson

INTRODUCCIÓN:

Este artículo aborda la centralidad del racismo en la teoría de las relaciones


internacionales; concretamente, en el realismo y liberalismo. Examina hasta que punto
estos grandes paradigmas de la política mundial están orientados por preceptos racistas
(principalmente de supremacía blanca).

EL ESTUDIO DE LA RAZA Y EL RACISMO EN LAS RRII:

Primeramente, Henderson nos proporciona una definición de racismo: “El racismo es la


creencia, la práctica y la política de dominación basada en el concepto engañoso de
raza” (Henderson 2007). No se trata simplemente de fanatismo o prejuicios, sino de
creencias, prácticas y políticas que reflejan y se apoyan en el poder institucional,
principalmente en el poder del estado.

En este apartado, Henderson muestra la evolución del estudio del racismo en las RRII
con el paso del tiempo. Establece que hace más de un siglo, los académicos sociales
defendían firmemente las tesis evolucionistas darwinistas en las que se suponían una
jerarquía de razas dominada por los europeos blancos y en las que los no blancos y
negros ocupaban posiciones subordinadas. Tanto las políticas nacionales como las
internacionales de los principales estados occidentales, estaban influenciadas por una
teleología evolutiva supremacista blanca. En esta concepción, se suponía que los
blancos eran favorecidos por Dios y biológicamente distintos de los no blancos. Estos
eran los únicos que poseían la civilización ya que los no blancos ocupaban un estadio
inferior de desarrollo caracterizado por la barbarie o el salvajismo. Además, se suponía
que para ascender en la escala evolutiva hasta alcanzar la civilización y la cultura que
está conlleva, los no blancos debían ser tutelados por los blancos, quienes asumían esta
"carga del hombre blanco" para que las razas inferiores pudieran superar su barbarie y
su salvajismo. Esta orientación no solo racionalizaba la esclavitud y la conquista
imperial, sino que además proporcionaba una razón intelectual para justificarlas.

El autor argumenta que, debido a la importancia de la jerarquía racial, las relaciones


internacionales de la época eran más bien “relaciones interraciales”, donde primaba el
estudio e investigación de la raza entre los académicos. Autores como Reinsch, señalan
que la disciplina de las relaciones internacionales tuvo su verdadero comienzo con los
estudios sobre el imperialismo.

Posteriormente, Henderson expone que, en el período de entreguerras, ciertos


académicos inculcaron en la población el temor sobre una posible “guerra racial” que se
produciría por las masas de los pueblos no blancos cada vez más asertivos, para así
desviar la atención de los planes genocidas de los regímenes fascistas emergentes en
Europa. Sin embargo, dada la preocupación por fomentar la "guerra de razas", surgió́ la
opinión de que "las muestras públicas de superioridad racial de los blancos se habían
vuelto peligrosas, ya que invitaban a una explosión de resentimiento racial" (Furedi
1998, 79)

El autor defiende que, durante la historia, la justificación del “racismo blanco” ha


progresado a través de varias racionalizaciones distintas, arraigadas, inicialmente, en la
teología, luego en la biología y posteriormente en la antropología. El autor nos presenta
un debate entre el pensamiento de los autores Boas y Locke tratando la evolución del
discurso académico sobre la raza.

-Boas rechazaba la noción de jerarquía cultural y argumentaba que todos los pueblos
tienen sus propias culturas que reflejan valores propios y únicos y que no pueden ser
evaluadas por una jerarquía cultural. Esta creencia desmentía por tanto la legitimidad
del supremacismo blanco e inauguró el discurso del “relativismo cultural” en las
ciencias sociales. Boas opinaba que algunos elementos de la raza podían estar ligados a
la herencia.

-Locke, sin embargo, insistió en que no hay una base antropológica (como SÍ defendía
Boas) ni biológica para la raza. Para él, la raza era sociológica. Era simplemente otra
palabra para designar a un grupo social o nacional que compartía una historia o cultura
común y ocupaba una región geográfica. Es por tanto que consideraba a la raza como
una “construcción social”.

Henderson nos informa de que generalmente son 4 los enfoques que se han adoptado en
la mayoría de los estudios sobre racismo en las RRII:

(1) Exámenes del impacto de los factores no raciales en los


resultados raciales
(2) Exámenes del impacto de los resultados raciales en factores no raciales

(3) Examen de las repercusiones de las prácticas racistas en las RRII de los Estados y de
los agentes no estatales

4) Exámenes del impacto de la ideología racista en las relaciones internacionales de los


Estados y de los actores no estatales,

Aunque los estudios que utilizan cada uno de estos enfoques han contribuido a nuestra
comprensión del papel del racismo en la política mundial, han ignorado en gran medida
la cuestión de como el racismo informa a los principales paradigmas de la teoría de las
RRII, como el realismo y el liberalismo. El racismo informa a la teoría de las RRII
principalmente a través de su influencia en los supuestos empíricos, éticos y
epistemológicos que sustentan sus paradigmas. Estos supuestos operan de forma
individual y combinada. “Los supuestos nos llevan a privilegiar las orientaciones éticas
de los pueblos "superiores" que justifican su estatus privilegiado.”

Las principales fuentes de estos supuestos racistas que informan nuestro discurso actual
de las RRII son los principales constructos teóricos de la mayoría de las teorías de las
RRII: el estado de naturaleza, el contrato social y la concepción de la anarquía que se
deriva de ellos.

EL CONTRATO RACIAL COMO BASE DEL CONTRATO SOCIAL:

De acuerdo con autores como Lipson, la anarquía es “la piedra roseta de las relaciones
internacionales” ya que proporciona el eje conceptual sobre el que descansan los
principales paradigmas de las relaciones internacionales. Nuestra forma de
conceptualizar la anarquía viene derivada de las ideas de los teóricos del contrato social
(Hobbes, Rousseau, Locke y Kant). Sin embargo, Charles Mills insiste en que el
contrato social en el que se centra cada uno de estos teóricos está integrado en un
“contrato racial” más amplio. Este contrato propone una humanidad heterogénea
jerarquizada en la que existe un dualismo fundamental demarcado por la raza. Este
dualismo racial está presente en los paradigmas que estudiamos en RRII. (este artículo
se centra en realismo y liberalismo)

En el realismo: Exponiendo los pensamientos de los teóricos que conformaron “el


contrato social”, observamos que está escrito desde una conceptualización racializada
en la que existe un conjunto de supuestos para los blancos y otro para los no blancos.
La concepción de anarquía está conformada de acuerdo con la visión de Hobbes del
estado de naturaleza. Este lo describe como una “guerra de todos contra todos” en la que
la vida es “desagradable, brutal y corta”. Hobbes establece que este estado de naturaleza
puede ser observado en ciertas poblaciones salvajes de américa pero no en Europa, ya
que la racionalidad de las poblaciones blancas impide que un supuesto así suceda.

A su vez, Locke racionaliza la conquista de américa por parte de la civilización blanca


ya que él considera que dios dio el mundo para el uso de los industriosos y racionales
(europeos) y que los indios ociosos no podían añadir valor a sus tierras a través de una
producción industrial y, por tanto, estas estaban abiertas a la incautación por parte de los
europeos.

Rousseau, aunque es más moderado que Hobbes y Locke, también establece que el
salvajismo se encuentra en las poblaciones americanas ya que nunca conocieron la
metalurgia y agricultura y, por tanto, no pudieron experimentar una etapa de desarrollo.
Estos salvajes son seres primitivos que no forman parte de la sociedad civil y que se
encuentran solo justo por encima de los animales.

En el liberalismo: Kant establece que los negros son inferiores a los blancos. Piensa
que las diferencias no solo se encuentran en el color de la piel sino también en la
capacidad mental, siendo mucho mayor la de los blancos. De acuerdo con Kant, para la
obtención de logros racionales y morales es necesario “talento”, cosa de la que los
negros carecen. En su “orden racional y moral”, los blancos ocupan la posición mas
alta, seguidos de los “amarillos”, negros y, por último, los “rojos”. Por lo tanto, no se
puede argumentar que el color de la piel para Kant era simplemente una característica
física; era más bien "evidencia de una cualidad moral inmutable e inmodificable”. Para
el, los negros son incapaces de alcanzar el nivel de racionalidad que poseen los blancos
y solo sirven para ser educados como siervos y esclavos. Esto dista mucho de la teoría
ética Kantiana que se enseña normalmente en los colegios y universidades.

Aunque realmente haya contribuido mucho a las concepciones básicas de democracia


con su constitucionalismo republicano, y a la consideración de la política mundial como
un estado de paz, la teoría ética de Kant es extremadamente racista. Generalmente, la
corriente principal de las relaciones internacionales y la literatura sobre la paz
democrática obvian e ignoran el aspecto racista del pensamiento kantiano.
Es importante entender que las tesis del contrato social, que se sitúan a favor de la
concepción de la política mundial como un espacio anárquico, para muchos realistas,
liberales, marxistas y constructivistas conforman una sociedad marcada por el racismo
donde los blancos se sitúan en una posición superior y los negros son considerados
como seres inferiores en desarrollo.

ANARQUÍA Y POLÍTICA MUNDIAL: LAS RAÍCES TROPICALES DE LA


TEORÍA DE LAS RRII

En su nacimiento, las RRII se ocupaban de cuestiones relativas a la anarquía y al poder.


Esta anarquía se creía que solo residía en los sistemas de gobierno “primitivos” de las
razas llamadas “inferiores”; estas se situaban en los dominios tropicales de lo que
consideramos el “tercer mundo”. A su vez, se creía que el poder relevante recaía en la
raza blanca “civilizada” que lo ejercía a través de sus estados modernos. Se consideraba
que una administración colonial eficiente y racional podía contener la anarquía para que
así no se extendiese al mundo moderno y generase disputas entre las principales
potencias blancas.

Así pues, las principales preocupaciones de los realistas y liberales con respecto a la
anarquía se basan en un discurso racista que les obliga a imponer orden en los
dominios anárquicos de los pueblos inferiores para así conseguir evitar que el caos se
extienda a sus propios condominios. Del mismo modo, sus preocupaciones con respecto
al poder se basaban igualmente en un discurso racista en el que los blancos tenían que
controlar los trópicos, subyugar a su gente, robar sus recursos y superponerse mediante
la administración colonial.

En resumen, tanto realismo como liberalismo se basan en una racionalización de la


construcción de un orden racial jerárquico que se impondría sobre la anarquía que
presentan las civilizaciones “inferiores”. Esta es una forma de justificar el colonialismo
bajo el disfraz de la “carga del hombre blanco”. Ambas teorías coinciden en que es
necesaria una repartición racional de los terrenos adquiridos con el colonialismo para así
evitar un posible conflicto entre las potencias colonizadoras. Realistas e idealistas
discrepan sobre las implicaciones del sistema global para la interacción de los pueblos
blancos y sus estados e instituciones políticas, pero a menudo aceptan o justifican el
sometimiento de los no blancos por parte de los blancos. Por tanto, encontraron puntos
comunes en cuanto a las políticas internacionales ya que ambas se basaban en la
dominación racial de los blancos a través de la discriminación y el imperialismo en el
extranjero.

Un autor llamado Sampson expone que en el discurso de la política internacional se


utiliza la concepción de anarquía tropical en la que se presenta al sistema internacional
como “primitivo”. Los teóricos del contrato social consideraban que esta anarquía
tropical era la condición primigenia de los pueblos no blancos. Sin embargo, Sampson
considera la anarquía como un “tropo” y no como el estado natural de las cosas. Afirma
que la base sobre la que descansa la gran mayoría de la disciplina no es la anarquía sino
una imagen de una sociedad primitiva popularizada por los antropólogos sociales
británicos en los años 30 y 40. Critica que actualmente las relaciones internacionales
sigan reciclando definiciones construidas casi un siglo antes ya que todo experimenta
una evolución y por tanto hay factores cambiantes que son necesarios analizar. Él ve un
problema en que se utilicen las afirmaciones de una sociedad supuestamente primitiva
como base de análisis ya que considera que los sistemas y sociedades primitivas son
invenciones que ya no sirven como categorías validas de clasificación. Además,
establece que no se pueden tomar las características de los sistemas sociales africanos
primitivos y trasponerlas a supuestos teóricos sobre la estructura del sistema global
porque prejuzgamos la naturaleza de la política internacional.

CONCLUSIÓN

El racismo no sólo ha informado a los paradigmas de la política mundial, sino que ha


sido fundamental para la conceptualización de su piedra de toque teórica clave: la
anarquía. Los teóricos del contrato social enraizaron sus conceptualizaciones del estado
de naturaleza en un "contrato racial" más amplio que dicotomizaba a la humanidad
racialmente y establecía una jerarquía supremacista blanca en sus concepciones
fundacionales de la sociedad. Los teóricos de las RRII de finales del siglo XIX y
principios del XX, se basaron en este dualismo racista al construir su concepción de una
anarquía global y el papel de los blancos "civilizados" para proporcionar, mantener y
garantizar el orden dentro de ella mediante un sistema de relaciones de poder
internacionales entre los blancos -o, como mínimo, dominados por los blancos- y un
sistema de subyugación colonial para los no blancos -o aquellos no blancos que no
lograron resistirse con éxito a su dominación militar-. El impacto y el papel del racismo
se manifiestan a través de los principales paradigmas que operan hoy en día: el
realismo, el neorrealismo, el liberalismo/idealismo y el constructivismo, principalmente
a través de su continua dependencia de una concepción racista de la anarquía; y en el
caso del neorrealismo, a través de su fundamento en el primitivismo africano, y en el
caso del marxismo, a través de su dependencia y normalización de una teleología
eurocéntrica del desarrollo económico para el mundo.

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