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1 Introducción
Nuestro objetivo en este documento es aclarar las distinciones
y las relaciones entre varios fenómenos, cada uno de los
cuales tiene ciertas características de lo que generalmente se
llama "deferencia". Distinguimos la deferencia lingüística, que
se refiere al uso del lenguaje y al significado de las palabras
que utilizamos, de la deferencia episódica, que se refiere a
nuestras razones y pruebas para hacer las afirmaciones que
hacemos. En nuestro estudio a fondo de la deferencia
lingüística, distinguimos dos subcategorías: la deferencia por
defecto (a grandes rasgos, el hecho omnipresente, señalado
por externalistas como Burge o Putnam, de que las
condiciones de veracidad de nuestras afirmaciones se des-
terminan con respecto al parámetro de lenguaje suministrado
por el contexto), y la deferencia deliberada (a grandes rasgos,
la intención, el acto comunicativo de utilizar una expresión
dada de la manera en que se utiliza en algún idiolecto o
dialecto especificado contextualmente). También discutimos el
fenómeno del dominio imperfecto, a menudo como...
1 El orden de los nombres no tiene por objeto reflejar las diferencias en el
trabajo realizado por cada autor.
2/ DECLARACIONES DIFERIDAS
y que mostramos ser independientes tanto de la deferencia
lingüística como de la deferencia epistémica. Si nuestro
análisis es correcto, entonces se puede demostrar que
algunos debates recientes sobre la deferencia (por ejemplo,
entre Recanati y Woodfield) son el resultado de una falta de
apreciación de todas las distinciones que trazamos aquí.
1.2 El plan
En nuestro estudio taxonómico, hacemos una distinción
entre la deferencia lineal y la epistémica. Dentro de la
deferencia lingüística, distinguimos entre la deferencia por
defecto y la deferencia deliberada. Una primera
aproximación a esas distinciones puede proporcionarse
utilizando un solo ejemplo, el de la artritis, cuya versión
fue dada por Burge (1979). Se proporcionarán ejemplos
adicionales a medida que vayamos examinando esas
distinciones con más detalle.
Considere a una mujer que, al volver del médico, le dice
a su compañero "Tengo artritis". Aunque no es la primera
vez que oye hablar de la artritis, sólo tiene una vaga idea de
lo que es la artritis, insuficiente para distinguir la artritis de
muchas otras enfermedades. Por lo tanto, puede ser
incapaz de diferenciar entre la artritis, que es una condición
de las articulaciones, y la miositis, que es una condición de
los músculos, e incluso puede decir cosas como "Tengo
artritis en el muslo". Aunque el concepto de artritis de la
mujer es pobre y, por así decirlo, indeterminado, es decir,
insuficiente para fijar las condiciones de verdad de su
declaración, esta declaración tiene un valor de verdad
determinado, como Burge, Putnam, y los externalistas en
general han argumentado con éxito. Este valor de verdad se
determina apelando a los expertos, y a la comunidad
lingüística en general, en relación con la cuestión de lo que
se considera "artritis".
Este fenómeno general y verdaderamente ubicuo se
correlaciona más o menos con lo que llamamos deferencia
por defecto. Un orador que difiere por defecto la mayoría de
las veces no tiene la intención de diferir. 4 Como consecuencia,
la deferencia por defecto usualmente pasa desapercibida
para el orador y el oyente. Esto contrasta con lo que
llamamos deferencia deliberada. Un orador que difiere
deliberadamente debe tener la intención de hacerlo, y su
intención debe ser reconocida por sus interlocutores.
En general, la deferencia deliberada implica un cambio de
idioma. El orador tiene la intención de utilizar una expresión en
la forma en que se utiliza en algún dialecto, sociolecto o
idiolecto. Explota
de RL (sinécdotas)
(10) No creo que lo que hizo sea un delito grave. Yo diría que
fue un delito menor.
4 Conclusión
En este documento hemos defendido la independencia mutua
de tres fenómenos relacionados entre sí, a saber, la
deferencia lingüística, la deferencia epistémica y el dominio
imperfecto. Una de nuestras preguntas iniciales ha sido qué
tipo de marco podría acomodar los casos de falsedad-debido a
la incomprensión y los casos en que un orador elige
abiertamente usar una expresión de la manera en que otra
persona la usa. Nuestra respuesta ha sido que, en ambos
tipos de casos, una expresión o segmento del discurso se
utiliza
...con deferencia. Esto es lo que justifica la categoría de
deferencia lingüística. Dentro de esta categoría, hemos
distinguido dos variedades, la deferencia por defecto y la
deferencia deliberada, que, para conseguirla, cubren una
proporción significativa de los ejemplos y vestidos en la
literatura.
Se ha demostrado que la deferencia por defecto no se
limita a los casos en que el hablante se inclina por la
comunidad lingüística en su conjunto. Hemos suministrado
ejemplos de deferencia por defecto a un sociolecto e incluso
a un dialecto local. En cuanto a la deferencia deliberada,
que normalmente se entiende como deferencia a una idio-
logía o dialecto local, hemos dado pruebas de que no es
necesariamente así. Nuestros ejemplos sugieren que los
hablantes a veces se someten deliberadamente a las
normas de la lengua común. El relato que ofrecemos difiere
en un aspecto más de la imagen que surge de la poca
literatura que se ha escrito sobre el tema. La deferencia
deliberada no siempre implica un verdadero cambio de
idioma.
En cuanto a las nociones relacionadas de deferencia
epistémica y dominio imperfecto, hemos sostenido que son
distintas entre sí y ortogonales a la deferencia lingüística.
Algunos - uno difiere epistémicamente cuando se basan en
el juicio de otro, pero esto no implica que sean deferentes -
suenan por el significado de las palabras que están usando.
Con respecto a la maestría imperfecta, hemos demostrado
que la subestimación parcial de un concepto no obliga al
hablante a diferir ni lingüística ni epistémicamente.
Proporcionar una taxonomía de los diversos casos de
deferencia discutidos en la literatura es como dibujar un mapa
de la punta de un iceberg. Por muy preciso que sea el mapa,
es insuficiente. Así como la navegación segura requiere la
conciencia de lo que hay debajo de la superficie del agua,
cualquier teoría estable de la deferencia requiere la conciencia
de las cuestiones filosóficas y lingüísticas de proporciones
titánicas que la sustentan. En el caso que nos ocupa, la parte
sumergida del iceberg comprende cuestiones como la cita, la
simulación, los usos ecográficos, la ironía, la polisemia, la
adquisición de conocimientos, la justificación, la arquitectura
cognitiva y los conceptos.
Referencias
Burge, T. (1979). Individualism and the Mental. Midwest Studies in
Philosophy. Volumen IV. Estudios en Metafísica. P. French, T. E.
Uehling y H. K. Wettstein. Minneapolis, Universidad de Minnesota
Presiona
Loar, B. (1990). Referencias personales. Información, Semántica y
Epistemología. E. Villanueva. Oxford, Basil Blackwell: 117-133
Recanati, F. (2000). Oratio Obliqua, Oratio Recta : un ensayo sobre
la metarrepresentación. Cambridge, Mass., MIT Press
Recanati, F. (2002). "Constituyentes desarticulados". Lingüística y
Phi- losofía 25: 299-345
Rey-Debove, J. (1978). Le Métalangage: estudio lingüístico del
lenguaje. París, Le Robert
Woodfield, A. (2000). "Reference and Deference". Mind & Language
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