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¿Qué Es Diagnosticar En Psiquiatría?

(extracto)
Jorge J. Saurí
Editorial Bonum
Fueron los hipocráticos quienes captaron este aspecto del problema y consideraron que
la prognosis o pronostico integraba el diagnostico dando sentido a la tarea.
Diagnosticar, quehacer donde se revalora lo vivido y se apunta al futuro, tienen
caracteres escatológicos.7
La tarea diagnostica que cumpliendo en el aquí- y ahora trasciende lo actual y lo “sido”;
esto supone superar la tentación de quedar en ser-para-sí, concretada la actividad
fantasiosa del imaginario de quien diagnostica a la cual aboca la interpretación
arqueológica; por el contrario interrogarse acerca de los horizontes posibles supone la
convergencia de lo arqueológico propio de la vocación de las huellas, y el desempeño
por la capacidad imaginaria creativa, utópica e inventiva.
En esta tarea donde nada hay “planificable” ni anticipación resultante de un proceso
racional, escatológico entona la espontaneidad necesaria para apropiarse de lo nuevo y
esto garantiza la responsabilidad de quien practicando la tarea diagnostica, ejerce su
libertad en el campo del conocimiento. Diagnosticar supone una decisión responsable,
sopesando la influencia de las huellas y remitiendo desde el presente al futuro.
La tarea diagnostica aspira no sólo a responder al “por que” sino también al “para que”
indagando motivos y significación. Y entonces trascendiendo el campo de la ciencia, se
muestra como un arte.

Segundo Módulo: MATERIA DEL DIAGNÓSTICO

Discernir y decidir, propósito de la tarea diagnostica se llevan a cabo conociendo,


reconociendo y nombrado conjuntos de signos.
Se trata de un encuentro entre los protagonistas del diagnóstico que se lleva a cado en
diferentes campos sensoriales, dos de los cuales son los destacados por la labor
siquiátrica: el de la Mirada y el de la Escucha.

I
El Campo De La Mirada Diagnóstica

Mirar, tiene por finalidad aprehender e incorporar en la esfera de lo propio,


configuraciones de datos visuales mediante el registro de las notas ostensivas
(mostradoras) de lo diagnosticado configuradas en un espectáculo. Como consecuencia,
el diagnosticador capta totalidades significativas expuestas ante-los-ojos con los cuales
realiza su tarea. También la visión aprehende notas visuales, pero entre ver y mirar
existe la diferencia marcada por la intención de demorarse en lo ofrecido a la vista. La
mirada no solo registra, también retiene esto es graba huellas que pueden, luego, ser
evocadas y recordadas pues es una actividad de orden antropológico, no meramente
sensorial. En otras palabras capta conjuntos representativos con significación específica
pero también los retiene porque a diferencia del mero ver, ella se demora en lo
aprendido y al hacerlo comienza a morar en él.
“Ubicar”, es decir saber dónde se halla el espectáculo mirado implica una doble
operación recíproca: “situar lo mirado y situarse respecto de él. No se trata sólo de
objetivar lo mirado de modo dimensionante sino de encontrase con él en un espacio
vivido, en el cual es posible diferenciar un “acá” y un “allá”en relación a “mí”.

7
Perteneciente o relativo a las postrimerías de ultratumba.

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¿Qué implica que la Mirada ubique “acá y allá”?8 : “Acá” y “allá” designan velaciones
especiales del mundo-de-la-vida vinculadas a la mirada algo que ocupa un lugar
inmediato, y si bien lo mirado está ubicado respecto de mí, no es mi propiedad porque
ni ésta ni el proceso conducente a ella son asuntos de proximidad o lejanía, (en el texto
hay un ejemplo esclarecedor). Por otra parte, como la persona está siempre total y
absolutamente presente a sí misma cuando mira con intención diagnóstica se involucra
del mismo modo en esa actividad cognoscitiva. Al usar su mirada quien diagnostica se
relaciona con aquello a diagnosticar que está “allá” acercándolo al espacio de “acá”
donde se desenvuelve su actividad. De este, modo la mirada diagnostica “especializa”
según sea la preocupación dominante: el médico no “mira” el mismo espacio
hospitalario que el paciente internado, ni éste el que su visitante, quien lo hace de modo
diferente a la enfermera, pues cada uno mira a su manera. Es con el espacio de la
mirada intersubjetiva con la que trabaja la tarea diagnóstica.
Al mirar, el diagnosticador lo hace desde un comprometido “espacio personal” nunca
totalmente situado “acá” ni “allá”. Se trata de un espacio primigenio de encarnación,
“espacio cero” fundamento y origen de sus ulteriores determinaciones, donde entre el
“acá” y el “allá” juega el espectáculo que capta el espectador. Tal presencia (la del
diagnosticador y la de los conjuntos que aprehende en el campo de la Mirada) tiene
carácter evidente y no necesitan ser comprobadas. Como consecuencia, lo aprehendido
se vive como real pero esto no garantiza la verdad de lo mirado. Tal es el caso que se
puede presentar ante un acontecimiento de convulsiones en una joven de un pueblo de
campaña, donde una mirada científica puede ver una conversión histérica y los vecinos
de la enferma pueden ver un conjunto de escenas extraordinarias. 9 En otras palabras que
la mirada diagnóstica utiliza un código convencional de reconocimiento, selecciona
notas perceptibles, no todas espontáneas, entre las cuales establece equivalencia según
sea la coincidencia entre los signos icónicos y la unidades del código de reconocimiento
usado. Tal operación es compleja y peligrosa pues usar de un código para conocer la
significación de “lo mostrado”, puede llevar a confundirlo con el “código diagnóstico”
donde se combinan el perceptivo, los de reconocimiento, los icónicos y el desarrollado
por el aprendizaje.
Eco distingue varios modos de codificación: icónico, constituido por lo aprehendido,
iconográfico donde se imponen las convenciones y pautas dominantes propias del
medio cultural del cual surge el código; tropológico donde este código estructura
figuras icónicas análogas a las verbales; tópico constituido por los lugares comunes
vigentes en este momento histórico, y, por fin, uno entimético pues la información
icónica es directa y no procede por explicación de premisas. Y como los mensajes
captados por la Mirada diagnóstica están figurados de esta suerte, se hace necesario
decodificar lo captado siguiendo cada uno de estos códigos.
Los signos icónicos no pueden reemplazar a las palabras y esto ilegitima cualquier
intento de asimilar miembro a miembro la comunicación lingüística con la visual.
La mirada diagnostica descompone el espectáculo en “campos pragmáticos
topológicos”, esto es en escenas conectadas entre sí, buscando su filiación genética y
evolutiva; mas dado que la práctica señalizante es transeúnte, cambiante y polisémica
descubre nuevas designaciones combinadas en cada cambio de horizonte.

A) Encuadre y montaje
Mirar nunca es una actividad “ingenua”, es intencional, selecciona y diferencia
presencias “ahora” y “ya”. Puedo haber mirado y también tener el propósito de hacerlo:
8
En el texto se presenta un ejemplo con una lapicera que puede ayudar a entender mejor esto.
9
En el texto se presenta un ejemplo de la mujer con mal de ojo.

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sólo miro en el presente vivido y concreto en un espacio libre de obstáculos capaces de
ocultar “lo mirable”.
En la tarea diagnostica, la Mirada concilia dos modos distributivos: encuadre y montaje.
El primero ubica y encierra en cuadro; el segundo combina las notas aprehendidas.
Ambas modalidades conducen a diversos resultados: una escena muy definida donde se
destacan ciertas notas atrapa la atención del espectador y le da importancia
circunstancial lo cual encauza y conduce el diagnosticador sometiéndolo a las normas
de la situación.
Como consecuencia “encuadre” y “montaje” concurren a “ubicar lo aprehendido en el
seno de una totalidad que requiere ser identificada. Los límites de la Mirada diagnostica
coinciden, en otras palabras, con aquellos de las “formas” reconocidas por la cultura lo
cual hace absurdo querer diagnosticar con “nuestras formas”.

B) Perspectiva
Mirar es una actividad cumplida desde un “punto de vista” que sitúa “lo mirado” en
determinada relación del Sujeto-. Tal puesta de mirar el espectáculo desde determinados
parámetros espaciales produce “efectos”, entre los cuales el trampantojo y la
anamorfosis, -la ilusión y la deformación-son de especial interés diagnostico.

1. trampantojo e ilusión

En virtud del “efecto” de perspectiva llamado trampantojo, la Mirada puede caer en


“engaño” y captar dimensiones inexistentes, cuando coinciden diversos puntos de vista
en solo espectáculo.
La aprehensión de un espectáculo no se limita a su hora, y quien diagnostica adelanta
“aquello que puede ser”.
Diagnosticar es también en el campo de la Mirada, “pre-ver” lo que podrá mirarse. Tal
pre-visión supone pues que la Mirada capta más allá de lo percibido y que, de algún
modo, “adelante” lo mirable.
Mirar permite pues pre-ver diagnosticar permite en cierta manera pronosticar-porque de
algún modo anticipa lo por verse; pero esta anticipación, surge por efecto del
trampantojo, que engaña y crea una ilusión constituida por materiales provenientes del
espectáculo mirado y de los deseos del diagnosticado. Mirar de modo diagnostico
pondera posibilidades y adelanta eventualidades, haciendo participar la ilusión generada
por la perspectiva de la cual está totalmente libre. Diagnosticar no queda ceñido a lo
actual e introduce lo que “podrá-ser” esto es el pronostico. Mirar registra y adelanta lo
posiblemente presente, en una actividad donde participa la actividad imaginaria del
diagnosticador y la alimentada por lo mirado.
Todo “efecto de perspectiva” remite a referencias intermedias generadas por el
interjuego de lo amanado10 en una operación donde participan activamente el encuadre y
el montaje, generando relaciones de verosimilitud, capaces de inducir, de no ser
criticadas, miradas equívocas. Nadie mira desde un punto “cero”, siempre lo hace en
perspectiva.

2. Anamorfosis y deformación

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Amanar: Prevenir, preparar o poner a la mano algo.

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En función de otro artificio de perspectiva, la anamorfosis, “lo mirado” es irreconocible
hasta tanto no se lo mira desde el ángulo convencionalmente vigente.
En este caso, como en la anamorfosis, “lo deformado” puede retornar al “sistema
figurativo dominante” cuando lo aprehendemos desde las normas vigentes que
determinan y seleccionan las relaciones objetivas para percibir algo, indican hacerlo.
La convención dominante condiciona a la Mirada a cumplir su función en una
determinada “perspectiva”.
Si el trampantojo introduce el futuro, la ilusión y el peligro de tomar por real lo que no
es, la anamorfosis lo hace con la deformación, proceso propio de la actividad imaginaria
en relación con el texto sociocultural y espiritual.
La Anamorfosis y el trampantojo marcan los límites y obstáculos a la intención
identificatoria de la mirada. Su operación no es infalible puede ser burlada y también ser
victima de un ocultamiento. Sin embargo, Mirando, quien diagnostica, discierne y
decide, conoce y reconoce.

II
El Campo De La Escucha Diagnóstica

Quien realiza la tarea diagnostica mira, pero también escucha y al hacerlo obtiene
nuevos datos para cumplir su cometido. La mirada, aprehende “lo mirado” aquí-y-ahora
y también la Escucha necesita la presencia de lo captado pero su registro alcanza un
área más dilatada. Escuchar va más allá y puede asir lo invisible. Su independencia
respecto de la inmediatez es pues mayor, y en virtud de ello aprehende signos más allá
de su vecindad fáctica.
El diagnosticador escucha intencionalmente, escruta, examina, tiende su oído hacia
algo, como el auxiliar de las legiones, interpreta que detrás de la manifiesta, existe otra
significación. La escucha- fenómeno carente del poder probatorio de la mirada- pone en
entredicho la seguridad que ésta otorga y requiere la interpretación de lo registrado
poniendo en marcha dudas y sospechas. Y así como la Mirada capta espectáculos, la
Escucha registra discursos integrados por voces y silencios. Captación de conjuntos
sígnicos11 y procesamiento de ellos son pues, sus dos momentos constitutivos.

A) Captación de conjuntos sígnicos fónicos

Los conjuntos fónicos que la tarea diagnóstica capta en el campo de la Escucha están
integrados por discursos, esto es por totalidades significativas compuestas por voces y
silencios que articulados, entre sí, configuran una unidad sistémica ordenada,
estructurada y socialmente edificada según las pautas y convenciones vigentes.
Las voces constitutivas de los discursos son sonidos significativos antropológicos con
afinidad de origen con el logos en general, aunque no con su substancia sonora y física.
Por ese motivo la voz, expresión significativa concretada en palabras y en frases,
“transforma en carne al cuerpo de la palabra”. La voz fenomenológica sería esa carne
espiritual que signa hablando y está presente en sí, que continua escuchándose, en
presencia del mundo. Subrayemos este punto: La escucha diagnostica aprehende
discursos constituidos por voces y silencio encadenados significativamente en frases o
combinaciones de frases; pero tales discursos sólo alcanzan tal estamento significativo
al ser captadas por una persona capaz de atestiguar por ellas.

11
Perteneciente o relativo al signo.

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Las personas emitimos sonidos significativos ordenados en discursos, así
probablemente el animal no se escucha a sí mismo pero se oye; la persona, al escucharse
en el momento de hablar capta también su valor social.
Hablar es, en efecto, hacer discursos dándose a entender por signos fónicos, tratar de
algo platicando acerca de ello y conocer mediante la intervención del lenguaje.
Los discursos escuchados no están prefabricados, se “hacen” con la escucha del otro; si
bien los grupos sociales proporcionan “modelos”, seleccionan mensajes y ejercen
censuras.
La escucha diagnóstica capta las secuencias fraseológicas, permite conocer el
ordenamiento del discurso y recoger lo desplegado por él descubriendo la conexión de
las significaciones en trayectos o cadenas articuladas. Y como significar es lugar de
reenvío, su detección abre la posibilidad de recogimiento pues liga lo presente
escuchando lo ausente significado y, la escucha diagnostica se recoge sobre lo captado
y se interroga acerca de su trayecto significativo.
Nombrar permite generalizar el conocimiento marcando diferencias, fundantes de la
abstracción y conceptualización pero también actualizar el peligro de quedar apresado
por esta actividad. De allí que sea necesario abordar lo escuchado valorando tanto el
signo y su encadenamiento con otros, como la frases y sus articulaciones, o sea lo
semántica. La primera modalidad trata el aspecto distributivo y la segunda se centra en
el plano combinatorio de la palabra teniendo en cuenta que el discurso en acción entre
personas.

B) Juegos de la escucha
Más no toda la Escucha consiste en registrar voces y discursos. La actividad no es
mecánica sino antropológica e involucra también una selección de lo captado y en
“juego” con él. En otras palabras, existen “juegos de Escucha” de importancia capital
para el diagnóstico. En el campo de la Mirada, sus notas constitutivas se distribuyen
espacialmente polarizada “aquí” y “allí” pero, como en aquel de la Escucha esta
distribución es temporal, lo escuchado se ordena no según se enuncian los discursos,
sino según como se atiende a ellos.
Todas modalidades que remiten al tiempo constitutito de la Escucha que podrá durar
cronológicamente más o menos, y designan un tiempo constitutito no una cronología.
Escuchar es un acto comprometido no meramente objetivo y, en su constitución,
interviene el discurso del Otro. Al acudir un paciente a consulta, solicita nuestra
atención y, si escuchamos lo que nos dice, establecemos nexos entre los que hemos
escuchados y lo que escucharemos.
Escuchar necesita una disposición previa, un silencio en el cual se distribuirán las voces
de acuerdo con la intención de quien las emite, pero también juega con ellas el ir
percibiéndolas y seleccionándolas. Esto se complica porque, como todos conocemos,
hay personas que no desean escuchar o sólo quieren escuchar aquello que desean, todo
lo cual indica la existencia de “juegos de la escucha” de gran importancia diagnostica.
La Mirada crea ordenamientos perspectivas; la Escucha los hace temporales.
Existen tantos modos de escuchar como intenciones personales posibilitadas por la
urdimbre creencial. Una escucha pura, neutral e inocente es algo imposible. Quien
diagnostica no puede dejar de estar influido por los paradigmas y modelos científicos
vigentes, por la episteme oyente o las ideologías así como por la comunidad científica a
la que pertenece. Un psicoanalista no escucha al modo como lo hace un psicodramatista
o un psiquiatra académico, pues en cada uno de ellos la Escucha funciona de modo
diferente.

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Se puede escuchar descripciones, argumentaciones, ordenes, interrogaciones, etc... y en
cada caso captar discursos iguales, pero su significación queda determinada por la
situación.
Con la escucha, en la actividad diagnostica: los “juegos” permiten al diagnosticador
captar otras significaciones no manifiestas pero existentes. Y uno de estos “juego”,
quizás el más importante por ser una actividad propia al diagnosticar, es la práctica de la
sospecha.

C) Práctica de la sospecha
Escuchar es una actividad que abarca un área más amplia que el oír y que no sólo capta
voces sino también silencios, pero esto requiere ir más allá de lo manifiesto y penetrar
en la zona de lo no dicho, a horcajadas de las significaciones. No sólo existen zonas de
la realidad que no se expresan mediante las voces y los discursos sino que también estos
pueden ser engañosos, parciales y desorientadotes; a más de estas circunstancias, la
materia máxima de lo escuchado. Las significaciones, son simbólicas y por esto mismo
tienen un doble significado, uno manifiesto y otro, que lo hermenéutico trata de develar.
Escuchar implica orientar el enjuiciamiento de lo registrado en una dirección diferente a
lo aparente.
Sin embargo, entregarse a la sospecha encierra serios peligros ya que para conocer no
basta develar lo no dicho a partir de lo dicho, ni la tarea diagnóstica para en
desenmascarar. M.Foucault ha señalado al dogmatismo y al nihilismo como los dos
riesgos externos. La sospecha puede extenderse al infinito.
Este nihilismo borra las diferencias, anula los modos estructurales, desdibuja los niveles
constitutitos y, termina por diluir toda posible noción de significación. Esto vuelve la
sospecha contra sí misma y, entra al diluirse las referencias estables en la región donde
reinan las alusiones deliroides que se autoimplican constantemente.
El extremo opuesto, el dogmatismo, surgido de privilegiar una sola clave interpretativa,
crea un código propio y desemboca en una semiótica12 particular. Se trata, en realidad,
de una suerte de ejercicio retórico basado en la creencia de la existencia absoluta de los
signos, que clausura el horizonte de posibilidades.

Tercer Módulo: LAS LECTURAS DIAGNOTICAS

I
Carta abierta de Schreber a Flechsig
(El apartado es únicamente la carta)

II
Lectura

Desde sus orígenes raigales el vocablo remite a actividades relacionadas con recoger,
escoger y reclutar. Lego, vocablo de amplios alcances, significa, para los griegos juntar,
exponer detalladamente las preocupaciones, recoger selectivamente, involucrar, elegir,
decidir exponer el futuro, nombrar con presesión, significar, vanagloriar, recitar, leer en
voz alta, ordenar y hablar como creador.

12
Sintomatología

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