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OLGA TOKARCZUK.

(I)
LA DULCE VECINDAD DE LA ETERNIDAD.

En 2019 la Academia sueca concedió dos Premios Nobel de literatura,


para subsanar el no otorgamiento, por problemas internos, del galardón
correspondiente al 2018. Este fue concedido, tardíamente entonces, a la
escritora polaca Olga Tokarczuk. Para muchos de nosotros era entonces,
una desconocida. Hoy hay tres títulos suyos que podemos leer en
español: Un lugar llamado antaño, de 1996, Los errantes, de 2008 y
Sobre los huesos de los muertos de 2009.

En su discurso de aceptación del Premio nobel, El narrador tiernoi


Tokarczuk augura la aparición de un nuevo modo de narrar: “Sueño con
un nuevo tipo de narrador”, una «Cuarta persona», que no es
simplemente una construcción gramatical (…) podemos considerar esta
figura de un narrador misterioso y tierno como milagrosa y significativa.
Ver todo significa reconocer el hecho último de que todas las cosas que
existen están mutuamente conectadas en un solo todo, incluso si las
conexiones entre ellos aún no nos son conocidas.”
Es en virtud de estas afirmaciones que nuestro encuentro con la
escritora debería liberarse de categorías rígidas, que aparecen en la
taxonomía de los géneros literarios. Pero además percibimos esa
vocación unificadora del Universo, esa conexión en un todo que quizás
no sabemos aún percibir y que pone en cuestión el Realismo literario.
Tokarczuk estudió Psicología “en una sombría gran ciudad
comunista”.iidonde nos enseñaban que era posible describir al mundo e
incluso, explicarlo mediante respuestas sencillas a preguntas
inteligentes. Que en esencia era inerte y exánime”. (p.16). El
reduccionismo a patrones racionales es el equivalente de la hipótesis
positivista que está detrás del Realismo decimonónico.
LOS ERRANTES. UNA NOVELA QUE NO LO ES.
En el ya citado discurso de aceptación del Premio Nobel la escritora
sugiere: “Deberíamos eliminar las categorías simplistas de literatura de
alto y bajo nivel, popular y de nicho, y tomar la división en géneros muy
a la ligera. Deberíamos abandonar la definición de «literatura nacional»,

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sabiendo al igual que nosotros que el universo de la literatura es una
sola cosa” En El narrador tierno combate esta visión unívoca mediante
una nueva formulación artística: “Creo que tenemos una redefinición por
delante de lo que entendemos hoy en día por el concepto de realismo, y
una búsqueda de uno nuevo que nos permita ir más allá de los límites de
nuestro ego y penetrar en la pantalla de vidrio a través de la cual vemos
el mundo”.
Estas rupturas con la filiación tradicional pueden ser las bases desde las
que abordemos la literatura de ésta, la segunda mujer polaca que
alcanza el Premio Nóbel después de Wislawa Szimborska en 2006.

“Los errantes”iii es presentada en las páginas editoriales como una


novela. De ahí que el lector acostumbrado a la tipología clásica del
género se desconcierte cuando emprende la lectura de este texto. Si
esperan un principio, desarrollo y desenlace, no la lean.
En el texto la narradora afirma; “En mi escritura la vida devenía en
historias incompletas, cuentos oníricos, tramas vagas; se aparecía a lo
lejos en extrañas perspectivas desenfocadas o en secciones trasversales,
lo que hacía difícil llegar a una conclusión generalizadora”
Por cierto, esta obra escrita en movimiento es una delicia múltiple. Su
título en polaco en Bieguni, alude a una secta de la Iglesia ortodoxa
cuyos miembros no podían quedarse quietos por miedo a que el diablo
los atrapara. De esa inquietud se nutren los viajeros. Y lo que unifica el
libro es justamente la actitud y la fenomenología del viajar. Sobre las
traducciones diversas que ha tenido la palabra bieguni en las distintas
ediciones, se manifiesta Magí Camps., en un artículo previo a la lectura y
sorprendido por las variantes regionales de la traducción.iv
Dentro del libro el fragmento “Errantes” en sí mismo, aparece en la
página 220 de la edición citada. Es un bello relato que se centra en
Annushka, una mujer cuyo hijo Petia tiene una enfermedad incurable.
Una mañana ella deja a su familia con su suegra y se echa a andar. A una
iglesia, a un cementerio, y desde allí a una red de estaciones de metros y
trenes que aborda frenéticamente, durmiendo y comiendo en ellos.
Finalmente logra contactar con una extraña sibila: la bien tapada. Se va
mimetizando con ella, se convierte en mendiga y errante, es llevada ante

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la policía, pero finalmente entiende sus palabras: el manifiesto del
movimiento proclamado por un Dios desterrado que intentó ser
inmovilizado en una cruz. “Contonéate, muévete, no dejes de moverte.
v
Solo así lo despistarás. Quien rige los destinos del mundo no tiene poder
sobre el movimiento y sabe que nuestro cuerpo al moverse es sagrado,
solo escaparás de él mientras te estés moviendo. Ejerce su poder sobre lo
inmóvil y petrificado, sobre lo inerte y quieto”.
En las primeras páginas del libro la narradora se describe a sí misma
sentada sobre un alféizar, mirando un frío patio y descubriendo que
tiene que ponerse en movimiento, cosa que hace en la sección siguiente
El mundo en la cabeza donde emprende el primero de todos los viajes
donde confirma que siempre sería mejor lo que se movía que lo estático,
que sería más noble el cambio que la quietud. De modo que, lo que
leemos es un viaje, múltiples viajes, experiencias fragmentadas a modo
de miscelánea que llevan en sí el conocimiento y el placer de un mundo
en movimiento.
FRAGMENTARIO PERO CONECTADO
Estructuralmente el libro está formado por 115 fragmentos titulados de
la más variada índole. Nicolás Bernalesvi presenta el libro de una manera
clara y atrapante, teoriza sobre la naturaleza múltiple y a la vez unitaria
de sus componentes. Concluye su artículo afirmando: “Al finalizar esta
novela inclasificable he imposible de resumir, no nos cabe duda de que
Olga Tokarczuk es una humanista europea con todas sus letras.
Empapada en la tradición del pensador, novelista, ensayista, logra con
naturalidad y arte combinar la ficción, la antropología cultural y la
memoria. Sabe claramente lo que hace. Y al final el hilo que une cada
uno de estos fragmentos que en un comienzo nos parecieron dispersos
son las preguntas de siempre”.
Algunos de los 115 fragmentos conocen la suerte de la repetición o de la
continuidad. Como guía damos cuenta aquí de los más notorios,
acompañados de los números de página en que se encuentran:
 Aquí estoy. 7 y 378
 Kunicki: Agua I 28, Agua II, 38. Kunicki, tierra, 318

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 Psicología del viaje: lectio brevis 1, 75; lectio brevis II, 176;
Conclusión, 169
 Viajes del Doctor Blau: I, 124; II, 141;
 Cartas de Josephine Solimán a Francisco I, emperador de
Austria: Primera 138, Segunda 160, Tercera, 252.
 Es una constante diseminada en el libro el tema de la
plastinación o preservación de los cuerpos.
Pero además de estos vínculos que son perceptibles siguiendo el índice
con cuidado, existen conexiones internas, vasos comunicantes entre
diferentes fragmentos.
 Por ejemplo, Reformas de Ataktur, 119, está directamente
vinculada a El libro de la infamia, 66. Aparecen aquí las posturas
de los animalistas en torno a la crueldad de los humanos ejercidas
sobre los animales.
 Ambos, además están vinculados a Sobre los huesos de los
muertos, su novela posterior, donde bajo la forma de un policial
negro vemos la zona de los Sudetes, donde vive realmente la
autora, convertida en un escenario de crímenes misteriosos
vinculados a la cacería de animales.
 Como bonus cultural, omnipresente en esta versadísima mujer,
aparece aquí El políptico de Gante en clave de interpretación
místico- animalista.
 También aparece la palabra Kairós (Kairos) en la intrigante
trama de Kunicki I (aquí nadie resiste el enigma y saltea hasta
Kunicki II) y en las páginas 331 y 334 donde el mismo Kunicki
indaga sobre la etimología del término.
Pero en la página 351 Kairós se convierte en el título del apartado
que relata la peripecia de un anciano conferencista que viaja con
su esposa más joven, Karen, a Grecia en un crucero que paga con
sus charlas eruditas sobre los lugares que visitan. Karen piensa que
“los hombres necesitaban de las mujeres más que las mujeres de
los hombres”. El matrimonio se desplaza por los santuarios y
ruinas griegas en las cuales el profesor expone con maestría
intocada por la arterioesclerosis que lo afecta, sus informaciones
profundas sobre cada lugar y cada dios.

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La narradora elige dar cuenta sólo de la conferencia que más le
interesó y que fue sugerida por Karen: una sobre los dioses
menores, aquellos que “No se encuentran en las páginas de libros
conocidos ni populares” (p.371). Es entonces que se menciona a
Kairós “que siempre opera allí donde se cruzan el tiempo humano
-lineal-y el divino -circular-“(…) Actúa en la intersección de
tiempo y espacio, en ese momento que se abre solo durante un
breve lapso, suficiente para hacer aflorar una posibilidad única,
irrepetible y verdadera. Es el punto donde la línea recta que va de
ninguna parte a ninguna parte converge por un instante con el
círculo” (P.372). Se alude a un epigrama de Posidipovii colocado
debajo de la escultura de Lisipo en su propia casa, en el ágora de
Sikyon.
De algún modo esa intersección breve de espacio tiempo se mimetiza
con los viajeros y con la fugacidad de un instante que evoca el faústico
“Detente, eres tan bello”. De ahí que Kairós sea un hilo de Ariadna que
recorre el laberinto de imágenes, mapas, guías turísticas, anécdotas,
clasificaciones, gabinetes de curiosidades en las cuales la autora
establece su cualidad de “apátrida”.

GUÍA DEL PERFECTO VIAJERO


Las guías de viaje, obviamente, otro de los objetos de la mirada de la
narradora. La primera es la de un cura polaco del siglo XVIII que nunca
salió de su pueblo. (p.72), luego el Moby Dick de Melville y, por cierto,
Wikipedia a la que ya dedicara un apartado en El narrador tierno.
Su propia experiencia de viajera la lleva a calificar los diferentes tipos de
errantes. Sus padres, por ejemplo, pertenecía a los viajeros de “motor
home”.
Pero los que viajan para volver no son viajeros (p.12)
Después están los que hace “un viaje por año” y tienen un montón de
fotos con las que abruman a sus amigos. Están contentos porque pueden
tachar un casillero y decir: “Ya estuvimos allí”. Pero, sentencia la dura
narradora, estar no es lo mismo que viajar. (p.27)

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Hablando de los albergues y los mochileros, de los que viajan en
autostop y que, durante la cena se hacen las tres preguntas del viajero:
¿De dónde eres?, ¿De dónde vienes?, ¿Adónde vas? Y con ellas trazan
sistemas de coordenadas. (p.60)

En cuanto a los “Cosméticos de viaje” hace una divertida digresión sobre


el tamaño minúsculo de lo que se ofrece. Y se pregunta si para la
industria el fenómeno del viaje se entiende como reproducción a menor
escala de la vida sedentaria, como una miniatura de la misma, divertida
y un tanto infantiloide. (p 61)
La elección de los medios de transporte para cobardes y para valientes,
esa detención espacio temporal de los aeropuertos que cada vez más se
constituyen en prolongaciones de las ciudades; la variopinta oferta que
tienen para las más variadas necesidades del cuerpo y del alma y hasta el
surgimiento de cursos de Psicología para viajeros que allí se imparten.
Esto, y los sentimientos de la casa y hacia la casa del viajero, los hoteles,
los lugares de peregrinación, el paso del tiempo, la personalidad de las
islas, el paso del tiempo en los aviones, las coordenadas afectivas.
Todo esto en una prosa vibrante, refinada, que revela a una mujer con
una cultura extraordinaria y un pensamiento original.
Todo esto se origina en un intercambio entre ella y su madre. La foto
cuya existencia abre el texto de El narrador tierno. Ella atribuye a esa
mujer excepcional su capacidad de convertir lo contingente en esencial,
lo perecedero en eterno, lo accidental en sustancial.
En un próximo artículo hablaremos sobre la praxis novelística, al viejo
estilo, en su novela policial Sobre los huesos de los muertos. En ella
Tokarczuk logra comunicar el micro y el macro mundo en una fusión que
pasa por la erudición científica y el saber astrológico; de la praxis de la
vida en una región polaca solitaria y boscosa en las fronteras de Chequia
al mundo de la poesía y ¿por qué no? De la Cábala.
“Esa conversación entre mi madre y yo, su pequeña hija, siempre ha
permanecido en mi memoria y me ha dado una fuerza que me ha durado
toda mi vida. Porque elevó mi existencia más allá de la materialidad
ordinaria del mundo, más allá del azar, más allá de la causa y el efecto y

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las leyes de la probabilidad. Ella colocó mi existencia fuera del tiempo,
en la dulce vecindad de la eternidad.”
Prof. María Esther Burgueño
@mestherb

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i
https://www.escueladeateneas.com/2019/12/el-narrador-tierno-discurso-de-olga.html
ii
Los errantes, Editorial Anagrama. Barcelona, 2019, p.15 y ss
iii
Op. Cit.
iv
https://www.lavanguardia.com/vida/20191014/47952611495/un-titulo-intraducible.html
v
Los errantes, ibídem, p. 10
vi
https://www.elmostrador.cl/cultura/2020/01/21/los-errantes-la-novela-fragmentaria-de-olga-tokarczuk/
vii
«¿Quién y de dónde es el escultor? De Sición.
¿Y su nombre? Lisipo.
Y tú, ¿quién eres? Kairos, que todo lo somete.
¿Por qué vas de puntillas? Es que siempre voy corriendo.
Y, ¿por qué tienes ese par de alas en los pies? Yo vuelo con el viento.
¿Y por qué llevas esa navaja en la mano derecha? Como señal para los hombres de que soy más cortante que cualquier
filo afilado.
¿Y el cabello sobre los ojos? Para que por él me enganche quien salga a mi encuentro.
Y, ¿por qué, en nombre del cielo, está calva tu cabeza por detrás? Porque una vez he pasado con mis pies alados, nadie
puede, por mucho que lo desee, agarrarme por la espalda.
Y, ¿por qué te ha esculpido el artista? Por tu bien, extraño, y él me ha situado en este atrio como lección.»

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