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romanticismo. Esto provoca que la identidad de Emma se funda en torno a ideales e
imaginarios sostenidos por “vidas” que valían la pena ser vividas, lo que podemos traducir
en el amor romántico.
Por otro lado, nos enfrentamos a la violencia económica que vive la protagonista
tras las extorsiones y manipulaciones de Lheureux, quien abusa de su condición de mujer
inexperta y la orienta en la dirección de su propio beneficio, provocando la ruina de esta y
de su familia.
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debajo del suelo, condenándola a una constante frustración, ya que el ser mujer
significaba ubicarse entre la ilusión y la realidad (Vargas Llosa, 1975).
Ahora bien, cabe preguntarse ¿Cuál es la realidad que anhela Madame Bovary? Al
parecer una construida en relación a las aventuras del romanticismo, sostenida entorno a
una idea específica del amor que todo lo permite. Es decir, la realidad a la que anhela
Emma es mera ficción. Como plantea Vargas Llosa (1975):
Las historias de amor que tienden a reproducir la literatura, sobre todo la propia al
romanticismo, refuerzan los estereotipos y roles de género para provocarnos esa
necesidad de encontrar a alguien que nos complemente. Es así como se van creando
estructuras de dependencia mutua como una utopía emocional individualista. Herrera
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(2011) nos dice que como en cualquier área de la vida, la idealización conlleva una
frustración, tanto para las personas que se enamoran y se emparejan como para los/as
que no consiguen encontrar su príncipe azul o princesa de cuento.
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Bibliografía
Pascual Fernández, A. (2016). Sobre el mito del amor romántico. Amores cinematográficos
y educación. Dedica. Revista de Educación y Humanidades, 10, 63–78.
Vélez Sierra, N. (2007). En los 150 años de Madame Bovary, 1857-2007 Diseño de un
personaje: Madame Bovary. Pensamiento y Cultura, 10(10), 123–138.