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ESTEFANI BARRANTES
ANALISIS LITERARIO DE MADAME BOVARY
Considerada unánimemente una de las mejores novelas de todos los tiempos, Madame
Bovary narra la oscura tragedia de Emma Bovary, mujer infelizmente casada, cuyos
sueños choca cruelmente con la realidad. Al hechizo que ejerce la figura de la
protagonista hay que añadir la sabia combinación argumental de rebeldía, violencia,
melodrama y sexo, «los cuatro grandes ríos», como afirmó en su día Mario Vargas Llosa,
que alimentan esta historia inigualable. La publicación de esta obra en 1857 fue recibida
con gran polémica y se procesó a Flaubert por atentar contra la moral. A través del
personaje de Madame Bovary, el autor rompe con todas las convenciones morales y
literarias de la Burguesía del siglo XIX, tal vez porque nadie antes se había atrevido a
presentar un prototipo de heroína de ficción rebelde y tan poco resignada al destino. Hoy
existe el término «bovarismo» para aludir aquel cambio del prototipo de la mujer
idealizada que difundió el romanticismo, negándole sus derechos a la pasión. Ella actúa
de acuerdo a la pasión y necesidad que siente su corazón de avanzar en la búsqueda de
su felicidad, pasando por los ideales establecidos para la mujer en esa época. Rompe con
el denominado encasillamiento en que la mayoría de las mujeres estaban sometidas.
Resumen
Se divide principalmente en tres partes:
1º La novela está dividida en tres partes, que podrían titularse: el matrimonio, la falta y la
muerte, respectivamente.
Primera parte. Charles Bovary, un muchacho campesino de quince años, torpe y algo
ridículo, entra al colegio de la ciudad de Rouen. Más tarde logra, con mucho esfuerzo,
titularse de médico. Se instala en el pueblo de Tostes, cerca de Rouen, y se casa con una
viuda ya mayor pero rica. En una de sus visitas profesionales, Charles se enamora de
Emma. Su esposa muere poco tiempo después y Charles se encuentra en condiciones de
pedir la mano de Emma. Esta mujer, que nos será presentada paulatinamente, durante la
novela, a través de diferentes perspectivas e impresiones, ha desarrollado una vocación y
una capacidad casi patológicas para fabular, incentivada por la lectura de novelas
románticas. Se siente la heroína de esos libros, y sueña con el marido ideal o con el
amante maravilloso que la llevará a países lejanos. Charles y Emma se casan. Si bien
Charles es feliz, Emma descubre que la realidad de su vida matrimonial no corresponde
COMUNICACIÓN Lic. ESTEFANI BARRANTES
a la de los personajes de sus lecturas. Ella, que creyó que el matrimonio satisfaría su
gusto por la vida brillante, se ha casado con un mediocre. Es invitada a un baile en un
castillo cercano. Penetra por primera vez al "gran mundo", que sólo conocía en las
novelas. Aquí se enciende más aún su amor por el lujo y el ensueño. Lo que ve en el
castillo es un nuevo alimento para su imaginación, ya exaltada por los libros románticos.
El carácter se le altera. Se aburre en ese pueblo. Se vuelve irritable hasta llegar a una
enfermedad nerviosa. Charles piensa que un cambio de aire sería el remedio y acepta un
puesto en Yonville. Cuando parten, ella ya está encinta.
Segunda parte. En Yonville, Emma encuentra la misma vida rutinaria que en Tostes, la
misma campiña, los mismos personajes típicos. El escenario ha cambiado sólo de
nombre. Aparecen nuevos personajes secundarios. La atmósfera mediocre de este pueblo
está representada por Homais, un farmacéutico imbécil, anticlerical y sentencioso, con
bastante de grotesco. León Dupuis, un joven pasante de notario, romántico e
insignificante, conquista intelectualmente a Emma. En esos días, ella da a luz a Berthe.
Emma y León se confiesan sus gustos y descubren que son comunes. León, melancólico y
tímido, no se atreve a confesarle su amor y se va del pueblo. Deseosa de vivir sus sueños,
Emma se deja seducir fácilmente durante los comicios agrícolas de Yonville por Rodolfo,
un burgués que siempre creyó que la pasión excerbada de emma era sólo una comedia.Es
un periodo de plena felicidad para Emma, Pero Rodolfo, dotado del buen sentido común
burgués, la deja.En esta segunda parte es notable el carácter alucinatorio de las
ensoñaciones de Emma, al punto de creerse hermana de todas las heroinas de los libros.
Tercera parte. En adelante, Emma busca el aturdimiento. En Rouen se reencuentra con
León, al que una estancia en París ha vuelto algo menos tímido. Se hacen amantes. León
resulta ser un pusilánime sin personalidad. El miedo a comprometerse y el deseo de
conformar su futuro según el modelo burgués, llevan a León a romper con Emma.Tercera
parte. En adelante, Emma busca el aturdimiento. En Rouen se reencuentra con León, al
que una estancia en París ha vuelto algo menos tímido.Se hacen amantes. León resulta
ser un pusilánime sin personalidad. El miedo acomprometerse y el deseo de conformar
su futuro según el modelo burgués, lle
van a León a romper con Emma. Lo que no es óbice para que ésta, en sus ensoñaciones,
lo transforme en un ser extraordinario. Comienza la última etapa de La degradación.
Emma se entrega a extravagancias. El espacio que hay entre lo que ella es y lo que ella
quisiera o sueña ser, es demasiado grande. Se enamora de un tenor de la Opera Cómica.
Al fastidio y la fatiga les sigue el derrumbe. Las deudas contraídas a espaldas de su
marido para satisfacer su fantasía, acarrean un embargo de sus bienes. El afán de Emma
de poseer objetos se conecta tanto con sus amores como con su desengaño y
aburrimiento. Intenta compensar una insuficiencia vital adquiriendo objetos. Así
pretende llenar la distancia entre el deseo y su cumplimiento. Vienen, pues, el embargo,
el desastre. Acosada por todos los lados roba arsénico de la farmacia de Homais y,
después de una lenta agonía muere presa de una risade atroz. El dolor de Charles es
inmenso. Ha perdido la razón de su vida. Lo profundo de su desesperación le confiere a
este hombre una grandeza impresionante e insospechada. Lleva ahora una existencia
solitaria, hasta que un día su hija lo encuentra muerto en un banco del jardín, con un
mechón de cabellos de Emma entre sus dedos. El dolor y su final patético lo elevan más
allá de la mediocridad. En cambio, Homais, rico y condecorado, ha triunfado. Ha
triunfado un hombre mesurado, razonable, un comerciante exitoso, un amigo de la
humanidad que goza del favor de la autoridad y
de la buena opinión pública; la máscara que esconde la mezquindad, la avaricia, la
idiotez, la maldad, lo ramplón y sin vuelo.
COMUNICACIÓN Lic. ESTEFANI BARRANTES
La infelicidad de Emma Bovary
Antes de casarse, a Emma le había parecido que sentía amor; pero, como la felicidad que habría
debido ser el resultado de ese amor no había llegado, pensaba que probablemente se había
equivocado. E intentaba saber cómo había que entender exactamente en la vida las palabras
«felicidad», «pasión» y «embriaguez», que tan hermosas le habían parecido en los libros. (Pág.
52).
En este punto me gustaría reflexionar sobre la pervivencia de los asuntos planteados por
Flaubert. Ha pasado más de un siglo desde la publicación de Madame Bovary, pero la
desilusión al descubrir que el amor (y la vida en general) no es tan atractivo como lo
pinta la ficción me sigue pareciendo de rabiosa actualidad, incluso más que en la época
del autor, porque con el capitalismo y la producción en masa se han difundido mucho
más estas ideas. Pensemos en las princesas Disney o, por poner un ejemplo reciente, la
moda de la literatura erótica a raíz del éxito de Cincuenta sombras de Grey, una trilogía que
se promocionó con el eslogan de animar la existencia (sexual) de las mujeres casadas de
mediana edad. Si Emma Bovary hubiera vivido en el siglo XXI, probablemente habría
leído estos libros, se habría sonrojado al leer algunas escenas y habría suspirado con
pesar por no encontrar ese prototipo de hombre en su entorno. Como dijo Schopenhauer,
todo lo que adorna el amor, lo romántico, no deja de ser una invención humana; lo natural
se limita a conseguir alguien complementario y lograr tener una vida estable. En
cualquier caso, el interés y la popularidad de la cuestión sin duda son buenos motivos
para seguir redescubriendo a Emma Bovary, mirarnos en ella y analizar sus fisuras.
COMUNICACIÓN Lic. ESTEFANI BARRANTES
Quería un chico; sería fuerte y moreno y pensaba llamarlo Georges; y aquella idea de tener por hijo
a un varón era como la revancha esperanzada de todas sus impotencias pasadas. Un hombre es
libre, al menos; puede recorrer las pasiones y los países, franquear los obstáculos, hincarles el
diente a las dichas más remotas. Pero a una mujer no le surgen sino impedimentos. Inerte y
flexible al tiempo, tiene en contra la apatía de la carne junto con la decadencia que impone la ley.
La voluntad, como el velo del sombrero sujeto con un cordón, late al viento, sople de donde sople;
hay siempre algún deseo que la arrastra y algún mandato del decoro que la sujeta. (Pág. 113-114).
El boticario contestó:
—¡Tengo una religión, mi religión, y tengo incluso más que todos esos, con sus farsas y sus
charlatanerías! ¡Adoro a Dios, antes bien! ¡Creo en el Ser Supremo, en un Creador, fuere quien
fuere, poco me importa, que nos puso en este mundo para cumplir con nuestros deberes de
ciudadanos y de padres de familia!; pero ¡no necesito ir a una iglesia, ni besar una fuente de plata,
ni engordar con mi dinero a un montón de cuentistas que comen mucho mejor que nosotros!
Porque podemos honrarlo igual en un bosque, en un campo, o incluso contemplando la bóveda
etérea, como hacían los antiguos. (Pág. 101).
Para dar forma a este retrato de costumbres de una localidad de provincias, Flaubert
utiliza un narrador omnisciente en tercera persona (el autor es un dios que maneja el
universo que ha creado sin involucrarse en él, como explicó en una de sus cartas a Louise
Colet) y sigue un orden cronológico. El primer capítulo empieza con una primera
persona colectiva que le sirve para presentar al narrador como un testigo de los hechos,
nunca como el protagonista, porque él no busca identificarse con la sociedad que retrata.
La novela combina el diálogo con la descripción, con algunos fragmentos de estilo
indirecto libre para plasmar los pensamientos de la protagonista. No faltan ni la ironía ni
las observaciones inteligentes, logra recrear con fidelidad la sociedad de la época en la
narración y las voces de los personajes, y se aprecia un trabajo de documentación nada
desdeñable en los temas médicos; la información dada está calculada con precisión y no
hay nada vano en la obra. Desde las primeras páginas —bastante antes de la entrada en
escena de Emma Bovary— supe que me encontraba ante una de esas escasas obras
maestras de la literatura, una novela tan cuidada y perfecta que se puede abrir por
cualquier página al azar con la seguridad de que lo que se leerá en ella merecerá le pena.
Gustave Flaubert.
Para terminar, quiero animar a quien no lo haya hecho ya a entrar en el universo de
Flaubert, a descubrir a esta heroína de destino trágico y a reconocerse en su retrato, a
explorar los motivos por los que Madame Bovary es una obra atemporal y a disfrutar con
la interpretación que se puede extraer de su visión del mundo. La lectura puede resultar
lenta y exigente en comparación con lo que se suele publicar hoy en día, pero merece la
pena deleitarse página a página porque el ejercicio de reflexión que provoca también es,
sin duda, mucho más enriquecedor que el que se puede hacer de la mayor parte de la
narrativa actual. A mí, como os decía, me entusiasmó desde el principio; y puedo
describir las horas que le he dedicado como una gran experiencia literaria.