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Rosácea: estos cosméticos pueden ayudarte

Existen múltiples factores externos que pueden desencadenar o agravar la rosácea.


La exposición solar, el calor excesivo o la humedad son tres de ellos pero también lo
son los cambios bruscos de temperatura, muy frecuentes en otoño e invierno.
La rosácea es una enfermedad crónica caracterizada por la aparición de rojeces en la
piel, un signo que puede causar en el paciente que la padece un impacto psicológico y
emocional importante. A pesar de que no tiene cura, sí existen en el mercado una gran
variedad de soluciones que pueden suavizar estas lesiones y ayudar a mejorar la calidad
de vida de los pacientes.
Como informa a CuídatePlus Almudena Nuño, miembro de la Academia Española de
Dermatología y Venereología, “la rosácea es una patología de la piel que afecta a entre
el 3 y el 10 % de la población, siendo más frecuente en mujeres, sobre todo entre los
30 y los 60 años” y que “se puede ver agravada por factores externos e incluso por
momentos de estrés”, añade Mayte Truchuelo, dermatóloga del Instituto
Dermatológico de Vithas Internacional.
Tiene diferentes fases: “La eritema o-telangiectásica, que es como se denomina a los
pacientes que presentan una rojez difusa por la cara, predominantemente en mejillas,
nariz y a veces frente y barbilla; la fase papulo-pustulosa (pápulo-postulares), que es
cuando aparecen los granos en mayor o menor intensidad, y la fase fimatosa, en la que
se produce un engrosamiento de la piel de la zona afectada”, describe Nuño. En función
de cada una de ellas, el dermatológo aplicará un tratamiento u otro.
Lo ideal para evitar que las lesiones se desarrollen y se acerquen a la fase más avanzada
es actuar a tiempo y para ello ambas expertas aconsejan acudir al dermatólogo ante la
aparición de rojeces en la cara. “Esto se produce porque los pacientes presentan vasos
sanguíneos visibles en la piel y que son muy susceptibles a los cambios de temperatura,
lo que provoca una sensación de ardor o calor en la cara con determinados estímulos,
como la exposición al sol, el calor excesivo o la aplicación de cremas irritantes”.
Tras el diagnóstico de rosácea, según Truchuelo, las medidas comunes a todos los
pacientes serán:
 Prestar especial atención a la hidratación, ya que son pieles que se deshidratan con
mayor facilidad (con productos específicos de pieles sensibles, que asocian
antiinflamatorios, calmantes, etc.).

 Usar fotoprotección, ya que el sol es uno de los desencadenantes.

 Evitar productos agresivos y químicos, que puedan ser irritativos o agresivos.


Además de estos consejos, la experta aconseja el uso de cosméticos que, aunque no
curan la rosácea, sí pueden mejorar los síntomas. Los activos más eficaces para ello son
“los principios antiinflamatorios como el bisabolol, la niacinamina, la rosa mosqueta,
la enoxolona o los derivados del extracto de regaliz, la catelicidina (que también
tiene efecto antimicrobiano), la alantoina o la neurosensina”, enumera Truchuelo.
A estos, la experta añade otros que se dirigen a hidratar la piel como la glicerina, la cera
de abeja, algunos aceites vegetales o el ácido hialurónico”. En su opinión, una buena
forma de hidratar, tratar y camuflar las lesiones sería usar una BBCream, “un
producto cosmético que aporta un toque de color y que además ofrece fotoprotección e
hidratación”.
Al uso de estos cosméticos, utilizados por los dermatológos también como tratamiento
coadyuvante de las terapias médicas, hay que añadir otros consejos como evitar los
factores desencadenantes de las rojeces (como el estrés), usar protector solar a diario
y moderar el consumo de picantes o el alcohol.

Tratamientos más específicos


Como se ha mencionado antes, la rosácea es una enfermedad de la piel que no tiene
cura. Si el paciente no consigue frenar las lesiones con el uso de cosméticos de uso
tópico, puede acudir a otras soluciones más específicas que se aplicarán en función de
la fase de la enfermedad.
Para los casos más superficiales “se pueden emplear los láseres vasculares, como la luz
pulsada, que tiene efecto antiinflamatorio y que, además, produce un rejuvenecimiento
facial”, destaca Truchuelo. El problema de estos tratamientos es que, según Nuño, “no
están disponibles en la mayoría de los hospitales, por lo que el paciente tendrá que
acudir a una clínica privada”.
Para las lesiones pápulo-pustulosas (pápulo-postulares) se puede utilizar “tratamientos
tópicos en crema como el metronidazol o la ivermectina en gel, o terapias orales como
la doxiciclina o la isotretinoina”, explica Nuño. A estas terapias, Truchuelo añade otras
como “el láser CO2, que logra un afinamiento de la piel engrosada”.
La fase fimatosa se podrá tratar con “cirugía o con láser ablativo”, según Truchuelo.
A estos tratamientos, Nuño incluye otros más novedosos, como el “carvedilol, un
betabloqueante que se usa para disminuir la tensión arterial y que puede ser útil para
disminuir la rojez, a una dosis baja y tres veces al día”.

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