En el inicio de los antecedentes la parte actora es demasiado insistente en su
bienestar y en el ambiente optimo que le ha dejado su familia y su entorno, para él su
infancia, aunque violentada por la separación de sus progenitores, no causa ningún efecto negativo a lo cual yo lo cuestiono demasiado y desde este detalle lo califico como algo alterado y fuera de lógica, que desvía un tanto la atención para mostrar una fortaleza y madurez. Él habla de una madurez adquirida por bases familiares, habla de un conocimiento de los deberes matrimoniales, pero no considera la igualdad de derechos pues le priva la realización laboral por meros gustos en tener una esposa esclava del hogar y la atención a los hijos, haciendo a un lado la competitividad laboral y chantajeando en el momento con escusas por gustos personales. Al considerar la diferencia socioeconómica debería considerar la evidente necesidad del trabajo que tenía su cónyuge para poder solventar sus gastos y si realizara esto no pusiera por problema la evasión de atención supuesta por parte dela parte conventa. La inmadurez de él se refleja también en la constante indecisión por tomar el matrimonio y su poco valor para enfrentarlo, acción que desde la preparación hasta los días previos estuvo en tela de juicio solo por conflictos personales de la parte actora; lo que para él se catalogan como “chantajes” yo podría calificar como reacciones justas y reales. La infidelidad en él, aunque no lo califica de tal modo porque a su apreciación solo se ha dado ligeramente una “pseudo” amistad por correo electrónico y también después de la separación definitiva una “amistad, tan católica y llena de valores”, es algo probado y que areciera el no comprender que es una ruptura del vínculo matrimonial tirándole al adulterio, pero en su madurez lo justifica por el abandono de la cónyuge. Por último, a mi juicio él presentó una obsesión por querer recuperar el vínculo matrimonial, pero sin tener algún punto a su favor, pero sin querer que se me mal entienda, lo digo porque pese a sus acciones contrarias a su supuesto conocimiento del valor sacramental del matrimonio, culpa a la parte conventa de su cerrazón en el condicionamiento y revaloración del consorcio matrimonial.
Los cánones que juzgo prudentemente podrían aplicarse:
1. c. 1101.2 Este para mí es el principal argumento porque la parte actora vicio el consentimiento matrimonial por inmadurez, en repetidas ocasiones nunca pareció seguro de contraer el matrimonio aun cuando él lo haya propuesto, siempre tuvo el deseo de que no se realizara, y lo realizó actuando deliberadamente contrario a su voluntad. 2. c. 1098 Existe un dolo por los supuestos “chantajes” que no la parte conventa sino la parte actora realizaba, según él argumenta la edad de la mujer, pero pienso él en cada momento de problema era quien chantajeaba a la cónyuge, quien coaccionaba la relación, por sus deseos y gustos como el tener una esposa-esclava, sometida a la usanza antigua, pero para él de carácter conservador, muy religiosa y de valores. 3. c. 1095.3 Muy probablemente la parte actora tiene un desajuste psíquico, que le lleva a sobrevalorarse, a ser autorreferencial, a sobreexponer los defectos del otro y a tener un desajuste emocional que lo conduce a la obsesión, la infidelidad y aunque el refiera lo contrario a la inmadurez verificada en cada parte que a mi juicio he interpretado.
Yo juzgaría un proceso acelerado para desvincular a la parte conventa que creo
podría tener un beneficio que le haga ver en el vínculo matrimonial futuro (si así lo decidiera) un verdadero consorcio que le hace acreedor de felicidad y realización colectiva. A la parte actora le pondría el debido recargo, pues tiene desajustes psíquicos, no conoce en realidad del consorcio matrimonial, tiene un problema con la valoración de la mujer y sus indicios de infidelidad son palpables.