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N° 259

¿Cuáles pecados nos perdona Dios al convertirnos? ¿Pasados, presentes o futuros?

RESPUESTA

La Palabra de Dios nos asegura que el Señor nos escogió para salvación (2Tes.2:13 "Dios os haya
escogido desde el principio para salvación") desde antes de la fundación del mundo Ef.1:4 "según
nos escogió en él antes de la fundación del mundo".

Cuando el Señor nos escogió para salvación en ese principio, desde antes de la fundación del
mundo, Él conoció en Su Omnisciencia TODOS nuestros pecados. Nos conoció exactamente como
habríamos de ser desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte.

Nada de lo que hayamos hecho en esta vida tomó por sorpresa a Dios, porque Él nos conoció
mejor que nosotros mismos, y aquí es donde resalta Su amor y misericordia infinita, porque
conociendo TODOS nuestros pecados, aún así nos amó y nos escogió para que disfrutáramos de
esta salvación eterna.

En ese momento célico y divino, donde pasó ante Su presencia toda nuestra vida y todos nuestros
pecados, Él decidió soberanamente escogernos para salvación, por el puro afecto de Su voluntad.

Ef. 1:4 "según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin
mancha delante de él,

Ef. 1:5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo,
según el puro afecto de su voluntad"

La Gracia inmerecida que recibimos desde antes que el Dios Soberano hiciera Su creación, queda
de manifiesto en forma inequívoca, cuando por el "puro afecto de Su voluntad", decidió (1Co 1:27-
29) "que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo
escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo
que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia".
Jn 1:13 "los cuales no son engendrados de sangre (por herencia de familia), ni de voluntad de
carne (ni por voluntad humana), ni de voluntad de varón (ni por voluntad de hombre, sea el padre
o el pastor o de cualquier otro hombre ), sino de Dios". Jn 6:44 "Ninguno puede venir a mí, si el
Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero". Rm.9:16 "Así que no
depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia". Hch.13:48 "y
creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna".

Entonces fue, que ejerciendo Su Soberanía absoluta sobre todo lo que habría de crear, que
escribió nuestros nombres en el libro de la vida del Cordero, en pleno conocimiento de TODOS los
pecados que habríamos de cometer, desde nuestro nacimiento, hasta nuestra muerte. Todos eran
futuros y abarca toda la vida del pecador salvado y redimido eternamente por Gracia Divina.

En Ap.3: 5 nos garantiza: "El que venciere (los cristianos dice Dios que somos, Rm.8: 37 "más que
vencedores") será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida". El
versículo dice que NO BORRARÁ. Entonces uno con justa razón se pregunta: ¿Cómo algunos
pueden leer este versículo y entender justamente lo contrario? Está afirmando que no borrará su
nombre del libro de la vida.

Aquellos que tienen la facilidad de leer este pasaje en el idioma original, sabrán que existen dos
adverbios de negación, uno equivalente a: "de ninguna manera" y el otro a: "jamás", semejante a
nuestra expresión Castellana: "Nunca jamás". Primero lo reitera en forma negativa, y luego lo
afirma también doblemente en forma positiva: "confesaré y reconoceré".

La enseñanza de la Palabra de Dios es que (Rm.8: 37) "somos más que vencedores por medio de
aquel que nos amó". En 1Jn 4-5 confirma esta misma verdad: "Porque todo lo que es nacido de
Dios, vence al mundo; y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence
al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?". Los hijos de Dios somos los que hemos
vencido en la victoria del Señor Jesucristo, y Dios nos promete que NUNCA JAMÁS borrará
nuestros nombres del libro de la vida del Cordero, porque además ese libro no se volverá a abrir
hasta que la iglesia esté en las moradas celestiales con el Señor (Ap.5:5-7). Más aún considerando
que cada creyente ha sido sellado con el sello de propiedad de Dios (el Espíritu Santo), que nadie
puede borrar (2Cor.1:21-22).

Esta verdad revelada por Dios en Su Palabra, sirvió de inspiración a James M. Black para escribir en
el año 1893, tiempo de la fervorosa y santa iglesia de esa época y que llegó a ser un ícono de la
verdadera iglesia de Cristo hasta nuestros días, el glorioso himno: "Cuando allá se pase lista".
Haciendo referencia al momento dichoso cuando los hijos de Dios seamos llevados por Cristo a las
moradas celestiales y entonces será abierto ese libro divino, donde fueron registrados nuestros
nombres desde antes de la creación del mundo y con gozo indecible escucharemos nuestros
nombres.

Ap.3: 5 está declarando que cumplirá Su promesa de NO borrar sus nombres del libro de la vida, a
todos aquellos cristianos verdaderos que han sido lavados en la sangre del Cordero y lucen
vestiduras de justicia (de la justicia del Señor, no de la nuestra que nada vale), blancas como es la
justicia divina. A todos ellos promete que NO borrará sus nombres del libro de la vida.

En ese anticipado conocimiento y consejo de Dios donde participó únicamente el Dios trino antes
de la fundación del mundo, allí se determinó nuestra salvación (Hch.2:23), en ese momento todos
nuestros pecados eran futuros. Inclusive cuando Cristo consumó Su obra de salvación en la cruz
del Calvario todos nuestros pecados eran futuros, obviamente allí también incluyó la salvación y
perdón de toda nuestra vida, desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, de otra manera no
podría ofrecernos vida eterna.

En esto resalta Su amor infinito, donde ningún ejemplo terrenal puede servir de figura ante la
grandeza de Su misericordia, pero por mencionar una débil sombra de lo que podría ser aquello
divino, podemos citar los casos de padres que han adoptado hijos conociendo sus deficiencias
físicas y mentales; pero todo ese brillo de grandeza y amor de quienes adoptan hijos en esas
condiciones, aún eso se eclipsa ante el amor de Dios que nos adoptó para ser hijos Suyos por el
puro afecto de Su voluntad, conociendo todos nuestros pecados.

Muchas personas tienen el concepto de una cruz que sólo mira hacia la vida pasada, pero nunca
hacia adelante. Sin embargo Dios dice: Heb.8:l2 "y nunca más me acordaré de sus pecados y de
sus iniquidades".

Is.43:25 "Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus
pecados".

TODOS nuestros pecados, pasados, presentes y futuros fueron perdonados cuando aceptamos al
Señor Jesucristo como a nuestro Salvador. TODOS los pecados que cometimos en toda nuestra
vida terrenal, desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, de no ser así, jamás podríamos
entrar en el cielo.
Existe la idea de que el Señor nos perdonó solamente los pecados pasados cuando nos
convertimos, y que a partir de allí necesitamos confesar diariamente nuestros pecados para
obtener el perdón, y de esta manera asegurar nuestra salvación para no perderla.

Si esto fuera efectivo, la vida del creyente aquí en la tierra sería miserable y aterradora, no valdría
la pena vivirla. Porque sabiendo que pecamos cada día, con nuestros actos, con nuestros
pensamientos, con nuestros oídos, con nuestros ojos; ningún creyente se atrevería a salir a la calle
para no seguir aumentando su lista de pecados, y aún así sabemos que inclusive en nuestros
hogares también pecamos.

Sería horrible que la muerte lo pudiera sorprender sin haber tenido la oportunidad de confesar
esos pecados y después de todo, ir al infierno; nadie podría tener la seguridad de su salvación, en
cambio el Señor dice categóricamente "TIENE vida eterna".

Jn. 10:28-29 "yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi
Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre".

En Col.2:13 dice que nos perdonó "TODOS los pecados". Cuando un creyente peca debe confesar
ese pecado al Señor, no para obtener nuevamente el perdón sino para restablecer la comunión
con nuestro Señor. Cuando pecamos después de nuestra conversión, no perdemos la salvación,
pero sí la comunión con Dios; nos alejamos de Dios y necesitamos acercarnos nuevamente a Él.

Un creyente no solamente ha sido salvado, sino que además el Señor nos asegura que pasamos a
ser hijos de Dios. 1Jn.3:1-2 "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados
hijos de Dios...Amados, AHORA somos hijos de Dios".

Un hijo, no importa cuán despreciable llegue a ser, NUNCA perderá su paternidad, siempre seguirá
siendo hijo de su padre, esto lo sabe muy bien hasta el criminal más despiadado. Es lo que en
forma tan preciosa y clara nos enseña el Señor en la parábola del hijo pródigo (Lc.15:11-24). El hijo
pecó y se fue lejos de su padre, pero aún mientras apacentaba cerdos, seguía siendo hijo de su
padre.

Cuando el Espíritu Santo le hizo volver en sí (El Espíritu Santo nunca le abandonó, razón por la cual
pudo hacerle volver en sí), el hijo volvió a la casa de su padre. ¿Cuándo el padre perdonó a su hijo?
¿Cuándo escuchó la confesión de su hijo? NO, porque no lo dejó terminar su confesión cuando ya
lo había abrazado y ordenado a sus siervos darle el mejor vestido, anillo y calzado y comenzó el
regocijo.
Por la hermosa revelación que nos hace en Is. 44:22 conocemos también la profundidad del amor
y perdón que nos ofrece Dios: Isa 44:22 "Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla
tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí". El Dios de amor y misericordia perdona al
pecador y continúa llamándole para que vuelva, antes que se geste la más mínima intención de
arrepentimiento en el corazón del hijo que vaga lejos en su propio pecado.

Por el relato que nos hace el Señor se ve que el padre había perdonado a su hijo desde el mismo
instante en que éste abandonó su hogar. Porque el padre con un corazón amoroso estaba cada día
contemplando el camino por donde se había marchado su hijo, y desde ese instante estaba
aguardando, sin rencor, que SU HIJO regresara y poder abrazarlo y besarlo. Así de perfecto es el
perdón que nos ha otorgado nuestro Padre Celestial.

Ahora somos hijos de Dios, y NUNCA dejaremos de ser. En el infierno jamás se podrá encontrar ni
un solo hijo de Dios, tenemos el sello de propiedad de Dios y nada ni nadie podrá borrarlo. El
perdón que Dios nos otorgó el día de nuestra conversión es tan amplio y perfecto que abarca
TODOS nuestros pecados: Pasados, Presentes y Futuros.

Los pecados futuros también merecen condenación, y esa condenación la pagó el Señor en la
misma forma como pagó por todos nuestros pecados pasados. Los pecados futuros son tan reales
y repugnantes, como son los pecados pasados ante un Dios Eterno que no está afecto al tiempo;
para Él todo es un eterno presente. Además no hemos de olvidar que aún desde nuestra
perspectiva terrenal, donde sí transcurre el tiempo, cuando el Señor murió en la cruz, TODOS
nuestros pecados eran futuros, Él tuvo que juzgar todo lo malo que habría en nosotros para
aceptarnos en Su presencia.

¿Qué sucede cuando pecamos habiendo ya aceptado al Señor en nuestros corazones? El Espíritu
Santo nos convence de pecado y produce en nosotros una "TRISTEZA QUE ES SEGÚN DIOS"
(2Cor.7:8-11). Sin embargo esa tristeza no se relaciona con el perdón que el Señor nos dio en la
cruz.

No podemos vivir con el temor que Dios nos puede repudiar algún día por nuestras faltas, o que
hemos olvidado confesarle algún pecado. Dios nos asegura que tenemos vida eterna, no por un
año o dos, o hasta que volvamos a pecar, es vida eterna, esto significa en cualquier idioma: para
siempre.

La grandeza del perdón que Dios nos ha entregado es infinita, no tiene límites. En 2Tim.2:13 nos
dice: "Si fuéramos infieles, Él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo".
¿Qué hemos de hacer para quitar esa tristeza, ese sentimiento de culpabilidad?. 1Jn.1: 9 nos dice
que hemos de confesar nuestros pecados a Dios, reconocer nuestra falta sin excusas en su
presencia. Si tenemos la convicción de que el Señor nos perdonó el día de nuestra conversión,
entonces no tendremos temor de acudir a Él para decirle honestamente que hemos pecado.
Tenemos que mirar por la fe a la cruz de Cristo y así recordar que allí Él compró el perdón eterno
de TODOS nuestros pecados.

Luego hemos de darle gracias por cuanto ante Sus ojos nuestros pecados ya fueron perdonados.
Jesús murió para pagar la sentencia de esos pecados, y como resultado de esa confesión con
arrepentimiento y dolor, manifestaremos nuestro aprecio por ese perdón con gratitud y nos
apartaremos del pecado.

¿Cuál es el propósito de confesar nuestros pecados a Dios, cuando sabemos que el Señor pagó
judicialmente la sentencia por todos nuestros pecados? ¿Qué sucede si nos sorprende la muerte
sin haber confesado un pecado pendiente? ¿Perderemos la salvación?

Ese es el gran tormento de aquellos que no pueden apreciar ni ver la grandeza de la salvación que
Dios nos ha regalado, y necesitan según sus propias palabras: convertirse, reconvertirse y volver
continuamente a re-re-reconvertirse en un ciclo de nunca terminar; vocablos y conceptos que no
aparecen en la Palabra de Dios, pero que son muy comunes en las palabras de los carismáticos,
donde muchos obedecen a esos famosos "llamados a pasar al altar" (¿Cuál altar?), pero como
encuentran tan fácil "re-convertirse" pasan casi en todas las reuniones "al altar" a re-re-
reconvertirse y al día siguiente o el mismo día al regresar a sus hogares, vuelve a ser las mismas
personas inconsecuentes con los frutos del Espíritu de la verdadera fe cristiana.

Gal 5:22-23 "Mas el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza"

Y el amor cristiano se expresa y reconoce fácilmente:

1Co 13:4-8 "El amor es: sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no
se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza
de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta. El amor nunca deja de ser"

Si dependiera de nuestra confesión diaria, nadie podría ser salvo, porque nuestra naturaleza caída
no es capaz de recordar todos los pecados que cometemos cada día; además nuestra apreciación
del pecado con la vara humana que medimos, es muy diferente al concepto divino de pecado que
tiene el Dios infinitamente Santo. Muchas cosas que hacemos o pensamos pueden ser "normales"
para nosotros, pero para Dios pueden ser pecados.

Por lo tanto, por muy consagrados, pulcros y metódicos que fuéramos para mantener una
confesión diaria con una cuidadosa lista de todos nuestros pecados, es absolutamente seguro que
cuando nos sorprenda la muerte, quedarán muchos pecados sin confesar. El propósito de la
confesión diaria que nos pide el Señor, no es para hacernos más salvos o asegurar nuestra
salvación, porque no depende de nuestra condición o confesión diaria, sino de la obra de Cristo.

El beneficio que obtenemos es paz para con Dios, una vida santificada y una comunión sincera e
íntima llena del gozo de nuestra salvación. Manifestaremos nuestro aprecio con gratitud y nos
apartaremos del pecado, algo muy diferente a lo que sarcásticamente aseguran aquellos que no
conocen y ni tienen la seguridad de esta salvación eterna que nos ha entregado el Señor, quienes
dicen jocosamente: "Entonces pueden pecar y hacer todo lo que quieran, porque igualmente
llegarán al cielo", aunque son ellos los que declaran la necesidad de re-reconvertirse
periódicamente, y si les sorprende la muerte sin estar recién re-re-reconvertido, se irán
irremediablemente al infierno según su propia apreciación.

La Biblia asegura que quien "practica el pecado" (es decir, vive indiferente sin abandonar su
pecado, sin sentir dolor ni arrepentimiento) el tal no es de Dios.

1Jn 3:8-9 "El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para
esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios,
no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es
nacido de Dios".

Aquellos que aseguran que ahora, como hijos de Dios, no pecan, ya han añadido uno más a la lista
de pecados que cometemos en este cuerpo de humillación. Porque estarían afirmando que Dios es
mentiroso (1Jn.1:10) "Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra
no está en nosotros".

Por lo tanto un verdadero hijo de Dios no puede vivir indiferente en una condición que no expresa
los frutos del cambio que Dios realizó en su corazón el día de su conversión, cuando todas las
cosas fueron hechas nuevas. Ahora es una nueva criatura que goza plenamente de la seguridad de
su salvación, porque sabe que TODOS sus pecados fueron perdonados, pero necesita diariamente
acudir a los pies del Señor ante el trono de Su gracia (Heb.4:16) para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro, para reanudar el gozo de la comunión con su Salvador.
¿Salvo siempre salvo? ¿O perdido siempre perdido?

RESPUESTA

Después de leer su extenso email, puedo deducir que es una persona bastante conocedora de las
Sagradas Escrituras. He resumido todos sus planteamientos bíblicos en estos dos postulados que
plantea sobre la salvación.

La simple lectura coherente de toda la Biblia, nos obliga ha identificarnos con una u otra posición,
porque no existe una tercera interpretación después de leer la revelación que Dios hace sobre el
plan de salvación en las Sagradas Escrituras.

Efectivamente, como lo ha entendido correctamente, si la salvación dependiera de algún


ingrediente humano, jamás podríamos poseerla durante nuestra vida terrenal. Y sería una
angustia intoxicante desconocer cuando somos salvos y cuando carecemos de ella. El solo pensar
que nos pueda sorprender la muerte o la venida del Señor con algún pecado pendiente, y perder
nuestra salvación, seguro que debe ser un tormento atroz para los que creen que se puede perder
la salvación.

Si estuviera supeditada a nuestra conducta, sería por obras, algo que la Biblia niega rotundamente,
Ef. 2:8-9 "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de
Dios; no por obras, para que nadie se gloríe".

Incluso la fe es un regalo de Dios. En este mismo versículo de Ef. 2:8 dice que somos salvos por
medio de la fe, y esto (la fe) no es de nosotros, porque la hemos recibido de Dios por medio de Su
gracia divina. La fe que nos hizo salvos, proviene de Dios y no de nosotros, esto es lo que confirma
en Rm. 12:3 "conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno". Dios es quién ha repartido
la fe regeneradora conforme a Su gracia. Heb 12:2 "Jesús, el autor y consumador de la fe". De
principio a fin la fe pertenece a Dios, no solamente Él es el autor, sino quien la reparte.

No hay otro tema que exacerbe más el orgullo humano como la elección soberana que Dios ha
hecho "SEGUN EL PURO AFECTO DE SU VOLUNTAD" Ef. 1:5 "habiéndonos predestinado para ser
adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad".

La fe y las obras son FRUTO de la elección, NO EL MOTIVO. Ef.2:8-9, Rm.11:35 "¿O quién le dio a él
primero, para que le fuese recompensado?" Job 41:11 " ¿Quién me ha dado a mí primero, para
que yo restituya?" Filp.2:13 "porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el
hacer, por su buena voluntad". 2Tim.1:9 "quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no
conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo
Jesús antes de los tiempos de los siglos".

Aún el arrepentimiento lo da Dios. Hch.11:18 "Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron
a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!".
Filp.2:13 "porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad", Hch.5:31 "A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a
Israel arrepentimiento y perdón de pecados", 2Cor.7:9-10 "Ahora me gozo, no porque hayáis sido
contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento. Porque la tristeza que es
según Dios produce arrepentimiento para salvación".

Dios nos revela en forma muy clara en su Palabra, nuestra imposibilidad de buscar a Dios y Su
completa intervención en nuestra salvación:

Rm.3: 11 "No hay quien busque a Dios".

12 "No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno".

23 "Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios".

1Jn.1: 8 "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos".

Ef.2:1 "Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados".
2Tim.1:10 "(Cristo) quitó la muerte y sacó a luz la vida".

Así como en nuestro primer nacimiento no tuvimos NINGUNA participación ni decisión, también
ocurre en nuestro segundo nacimiento. Jn.1:12-13 "Les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre (no es por herencia), ni de voluntad de varón, SINO DE
DIOS".

Stgo.1:18 "Él, de SU Voluntad, nos hizo nacer por la palabra".

Jn.10:28 "YO les doy vida eterna". La salvación es un regalo, no un premio.

Algunos se confunden con pasajes como 1Tm.2:4 "Dios QUIERE que TODOS sean salvos y vengan al
conocimiento de la verdad". "Quiere", expresa su preferencia, no su intención. Esto resulta obvio
al considerarlo con el resto de las Escrituras, en la cual no existe contradicción alguna, porque bien
sabemos que no todos serán salvos ("son pocos los que se salvan", "manada pequeña", etc.).

También en Jn.12:47 dice que Él vino "a salvar AL MUNDO". En 1Jn.2:2 añade: "Él es la
propiciación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino que también por los DE
TODO EL MUNDO".

En el evangelio de Juan, dice de Juan el Bautista en Jn.1:7 que vino "a fin de que TODOS CREYESEN
por él". Decir que el ministerio de Juan el Bautista daba oportunidad a que cada ser humano
creyera, sería absurdo, porque bien sabemos que su ministerio fue exclusivamente a la casa de
Israel (Jn.1:31).

Esto también ocurre con el vocablo "mundo" (o tierra), es usado cuando se hace alusión a una
gran cantidad. Por ejemplo, en Lc.2:1 dice referente al edicto promulgado por Augusto César, "que
TODO EL MUNDO fuese empadronado". Lógicamente entendemos que se refiere a esa pequeña
región controlada por Roma, y no a toda la humanidad. La Biblia está escrita en el lenguaje
corriente de las personas y debe entenderse de esa manera.

Interpretar 1Tim.2:4 cuando dice que Dios "quiere que todos los hombres sean salvos",
aisladamente del resto de la Biblia, nos conlleva a dos interpretaciones que muy bien sabemos se
contradicen con la revelación global de la infalible Palabra del Señor:
1. QueTODOS los hombres serán salvos (nadie irá al infierno), porque el Dios Todopoderoso dijo:
"Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra", y "haré TODO lo que quiero" (Is.46:10),
"¿Quién ha resistido a SU Voluntad?"(Rm.9:19), …o

2. Que NADIE será salvo, porque Dios dijo:"Quiero que TODOS los hombres sean salvos", mas en
última instancia debe ser NO COMO YO QUIERO sino como ellos quieran, la decisión final es del
pecador que está muerto en sus delitos y pecados. Y como no hay quien busque a Dios (Rm.3:11),
finalmente nadie se salvará.

Como vemos, la Biblia ha de interpretarse con su contexto general, sino caemos en esta
interpretación absurda de 1Tim.2:4 "TODOS serán salvos" o "NADIE será salvo".

También encontramos pasajes que dicen: "el que quiera que venga", pero el punto vital es ¿cómo
llega una persona que está muerta y no tiene la menor intención ni deseo de buscar a Dios, a
"querer"?. Si una persona quiere, es porque puede escoger, pero la naturaleza pecaminosa es
opuesta a Dios: 1Cor.2:14 "Pero el hombre natural no percibe las cosas del Espíritu de Dios,
porque para él son locura, y NO las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente".

Gál.5:17 "Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, y
éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis".

En consecuencia, el estado natural del hombre, su naturaleza pecaminosa que es opuesta e


incapaz de buscar a Dios, TIENE que ser cambiada por un poder externo a él, por la intervención
soberana y todopoderosa de Dios, por la Gracia irresistible, a fin de que pueda querer e ir al Señor.

En la oración intercesora de Jesús, admite que no muere por toda la humanidad sino
exclusivamente por todos los elegidos. Jn.17:9"No ruego por el mundo, sino por los que me diste".

Mt.21:28 "da su vida por MUCHOS" (no por todos).

Jn.10:15 "pongo mi vida por las ovejas"

26 "vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas"


Rm.9:16 "Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene
misericordia".

Jn.6:65 "Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre".

El Dios de la Biblia difiere grandemente del dios de los púlpitos. El no es el Ser suplicante que está
rogando a sus criaturas para que si tienen a bien, le hagan el favor de llegar a Él, muy por el
contrario, Él es el Dios Soberano que llama a sus escogidos con llamamiento irrevocable.

Rm.11:29 "Irrevocable es el llamamiento de Dios". Es decir, que el que es llamado por Dios, no se
puede resistir.

Rm.9:19 "¿Quién ha resistido a Su voluntad?".

En Rm.9:19-21 nos dice que el alfarero forma del mismo barro caído, un vaso para honra y otro
para deshonra. De entre los pecadores caídos (1Cor.1:28 "lo vil del mundo y lo menospreciado
escogió Dios") Dios escoge para salvación. Unos son objetos de la Gracia irresistible de Dios, y
otros de la Justicia. Nadie recibe injusticia.

Pedro, en la revelación del Espíritu Santo, dice en Hch.2:23 que hubo un anticipado consejo divino.
Seguramente se refiere a esa eternidad pasada donde existía solamente el Dios Trino. No había
mundo ni cielos ni ángeles. Sólo Dios en una soledad eterna y perfecta. Fue entonces que se
realizó aquel consejo divino donde se planificó TODA la creación de Dios.

La Sabiduría de Dios proyectó todo lo que sería creado. La Omnisciencia contempló la caída del
hombre. La Justicia y Santidad de Dios condenaban y rechazaban eternamente a TODA la
humanidad. Todos descendíamos inevitablemente al infierno, pero intercedieron la Gracia y la
Misericordia. Entonces la Soberanía de Dios determinó: "Aunque nadie merece ser salvo, escogeré
algunos por el puro afecto de MI Voluntad, para exteriorizar la Gloria de Mi Amor en mis
redimidos". El Amor concluyó: "Enviaré a Mi Hijo unigénito para satisfacer las demandas de Mi
Justicia y Santidad". Y el Hijo exclamó: "Heme aquí, envíame a mí".
Considero que es necesario establecer que Dios no necesitaba esa gloria externa de Su Gracia y
Misericordia que procede de sus redimidos, porque es suficientemente glorioso en si mismo sin
ella. Fue solamente un acto Soberano de Él.

Algunos creen que la elección fue producto de la Omnisciencia de Dios, de conocer


anticipadamente a aquellos que habrían de creer. Pero ya hemos visto que esa teoría no tiene
ninguna base bíblica:

Dios es el autor de la fe (Heb.12:2)

Dios entrega la fe (Rm.12:3)

Dios planificó las obras del creyente (Ef.2:10)

Dios pone el querer y el hacer (Filp.2:13)

Dios nos mueve al arrepentimiento (Hch.11:18, Rm.2:4, 2Cor.7:10)

Dios de SU voluntad nos hizo nacer (Stgo.l:18)

Dios nos dio la vida espiritual (Ef.2:1)

Dios nos hizo sus hijos (Jn.1:12-13)

Toda la obra de nuestra salvación ha dependido exclusivamente de Dios mismo, por este motivo
es eterna. Si tuviera algún ingrediente humano, dejaría automáticamente de ser eterna y segura,
como lo deducen claramente aquellos que sostienen que debemos añadirle nuestra perseverancia
y santidad.

No existe NADA que el hombre pueda ofrecer a Dios.


Rm.11:35 "¿quién le dio a Él primero, para que fuese recompensado?".

Nosotros estábamos muertos espiritualmente (Ef.2:1) e imposibilitados de hacer absolutamente


nada. Sería irracional esperar alguna iniciativa de un muerto.

Un hermoso ejemplo de esto lo encontramos cuando el Señor Jesucristo, autor y consumador de


la vida, llamó a Lázaro quien estaba muerto desde hacía cuatro días, diciendo:"¡Lázaro, ven fuera!
y el que había muerto salió".

Así también Él ha llamado a cada uno de sus escogidos cuando estaban muertos e incapacitados
de poder creer o hacer algo por sí mismo. Él les ha dado vida eterna, vida para siempre.

Los sofistas podrán argumentar muchas razones que parecerán muy lógicas. Pero la doctrina de la
elección va más allá de nuestra razón e inteligencia, y hemos de doblegarnos con humildad ante la
verdad irrebatible que afirman las Sagradas Escrituras: somos escogidos, elegidos por Dios; de lo
contrario tendríamos que arrancarle muchas hojas a la Biblia.

Ef.1:4-5 "Según nos escogió en él ANTES de la fundación del mundo...habiéndonos predestinado


para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de Su voluntad". En
ninguna parte de la Biblia dice que fue porque Su Omnisciencia conoció a quienes habrían de
creer, eso lo han inventado los que niegan la seguridad de la salvación eterna que nos ha regalado
Dios, sin méritos ni partición alguna del hombre.

Ef.1:11 "Habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el
designio de su voluntad".

2Ts.2:13 "Dios os haya escogido desde el principio PARA salvación".

Sl.65:4 "Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti, para que habite en tus atrios".

1Pd.1:2 "Elegidos según la presciencia de Dios Padre".

Jn.15:16 "No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros".


19 "Yo os elegí del mundo".

Jn.17:6 "He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los
distes".

9 "Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son".

11 "Padre santo, a los que me has dado guárdalos".

Rm.9:11 "no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios
conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama" (Compare Pr.16:4,
Rm.9:19-21, Jn.12:39-40, Hch.4:28, 1Pd.2:8, Jd.4 ).

Algunos se escandalizan cuando leen en Rm.9:11 "(pues no habían aún nacido, ni habían hecho
aún bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las
obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A Jacob amé,
mas a Esaú aborrecí". Y razonan en sus mentes carnales: ¿cómo pudo aborrecer a Esaú aún antes
de nacer? Y se pierden en su raciocinio humano. Pero los que conocemos y amamos al Dios de la
Biblia, nos maravillamos que el Dios Santo pudiera amar a Jacob, y a nosotros, eso si que es
infinitamente más sorprendente.

Rm.9:16 "Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene
misericordia".

Hch.16:14 (Lidia) "el Señor abrió el corazón de ella".

Jn.6:65 "Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuera dado del Padre".

Hch.13:48 "y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna".

Lo que Dios nos ha regalado es VIDA ETERNA, para siempre, porque es una salvación eterna, como
dicen peyorativamente los enemigos de esta verdad bíblica: "Salvos siempre salvos". Pero esto es
lo que precisamente nos asegura el Señor en Su Palabra, no es vida por un día o una semana, o
hasta cuando volvamos a pecar, sino vida eterna:

Jn. 10:28 " yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano".

Filp. 1:6 "estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la
perfeccionará hasta el día de Jesucristo". Pablo estaba seguro y convencido de esto: que el que
comenzó la buena obra (Dios), la perfeccionará hasta el día de Jesucristo", es decir: la cuidará
(porque Él no perderá jamás a ninguna de sus ovejas), y esa salvación eterna que ha regalado a
todos los que son hijos Suyos, la irá perfeccionando hasta que llegue el día glorioso en que seamos
llevados a las mansiones celestiales.

Es más, nos asegura que si somos infieles, Él permanecerá fiel. 2Ti 2:13 "Si fuéremos infieles, él
permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo". Y en este punto los defensores de la salvación
condicional (que se puede perder), les entra un vértigo que los hace caer al vacío de la
incoherencia. Argumentan (como lo hizo Nicodemo) con su mente natural: "entonces pequemos y
hagamos todo lo que se nos venga en gana, total, igualmente seremos salvos".

Ignoran voluntariamente que aquel que ha pasado por el proceso de la metamorfosis espiritual,
no puede volver arrastrarse como cuando era gusano, ahora ha recibido alas para remontarse a las
alturas de la santidad de Dios; su alimento lo busca únicamente entre las hermosas y aromáticas
flores que Dios le proporciona.

Aunque quisiera, no puede volver a vivir como lo hacen los inconversos, porque su nueva
naturaleza y el Espíritu Santo que mora en él se lo impiden. Los creyentes verdaderos aborrecen el
pecado y procuran cada día ganar la victoria sobre él, por este motivo dice la Palabra de Dios: (1Jn
5:18) "Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue
engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca".

Si una mariposa pudiera volver a ser gusano, quizás podríamos pensar que el proceso de la
conversión pudiera ser reversible, porque Dios dice que también nos habla por medio de su
creación. Rm. 1:20 "Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen
claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas
hechas, de modo que no tienen excusa".

Lo cierto es que ningún hijo de Dios puede volver a ser hijo de las tinieblas. Ninguno que ha sido
sellado con el Espíritu Santo, que es la marca de propiedad de Dios, puede perderse, porque Jesús
el buen Pastor, jamás perderá ninguna de sus ovejas. En el infierno no se podrá encontrar ninguno
que haya sido sellado con el sello de propiedad de Dios.

2Cor. 1:21 "el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también
nos ha sellado". Es posible que aquellos que han sido ungidos por hombres y no por Dios, puedan
tener dudas respecto a lo irreversible que es el nuevo nacimiento.

2Co 5:17 "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he
aquí TODAS son hechas nuevas". El hijo de Dios ahora está en la mano del Señor, desde donde
nadie, jamás podrá removerlo, porque esa cohesión que nos une al Señor, no depende de nuestras
fuerzas, sino de la fuerza Todopoderosa de Dios.

Al igual cuando el niño camina tomado de la mano de su padre, no permanece junto a él por la
fuerza que su pequeña mano se coge de su progenitor, sino por la fuerza superior del padre que lo
obliga a mantenerse a su lado.

Esta es la salvación eterna que Dios nos garantiza en la Biblia, una que lleva el sello inconfundible
del Eterno, que no tiene ningún ingrediente humano y que por lo tanto es para siempre, de lo
contrario el Señor no podría prometernos "vida eterna". Una salvación que se puede perder,
claramente no sería eterna, como lo aseguró el Señor Jesucristo (Jn.10:28).

¿No conoció Dios TODOS nuestros pecados desde antes de decidir crearnos? Por supuesto que sí,
todos los que habríamos de cometer desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte. Y aún así
decidió crearnos, por este motivo Su amor es inmutable, nada de lo que nosotros hagamos lo
podrá tomar por sorpresa.

Esa es la razón por la cual ese sacrificio perfecto del Señor Jesucristo fue completo, no hay nada
más que añadir, ya todo está hecho. Consumado es, fue el grito de triunfo que lanzó el Señor
desde la Cruz del Calvario. Él pagó por TODOS nuestros pecados. Col. 2:13 "Y a vosotros, estando
muertos en pecados, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados".

Nuestra salvación es eterna y no se puede perder, porque no existe nada que deba agregar el
hombre ni aún para conservarla. Nada nuestro influyó en Su decisión soberana (Ef.1:5 "según el
puro afecto de Su voluntad"), ni nada nuestro influirá para perderla. Es un regalo que nos dio y no
nos lo va a quitar porque Él sabía perfectamente cómo habríamos de ser, incluso después de
nuestra conversión.
Pero de ningún modo esta consideración es una licencia para pecar, sino para gozarnos en esa
salvación eterna e inmerecida que Dios nos ha regalado, para amarle más a Él, para santificar más
nuestras vidas y acercarnos cada día más al Dios Santo que nos ha amado de tal manera.

La mayoría de los que creen que su salvación se puede perder, se conforman con "danzar" y
contornearse al ritmo de las melodías del mundo, levantar sus brazos, aplaudir, saltar, lanzar gritos
de "júbilo", poner cara de espiritualidad; pero todo eso dentro de sus iglesias, porque cuando
están en sus casas con su familia o en sus trabajos, son otras personas muy diferentes.

Seguramente que por este motivo tienen que estar pasando continuamente adelante cuando
hacen esos "llamados al altar", para salvarse nuevamente cada vez que están dentro de las cuatro
murallas de sus iglesias. Me parece un proceso muy similar al confesatorio que inventaron los
romanistas.

Cuando Dios ha dicho:

Is. 57:15 "Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo:
Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el
espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados".

Sl. 96:9 "Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; temed delante de él, toda la tierra".

Ecl. 5:1-2 "Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer
el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. No te des prisa con tu boca, ni tu
corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la
tierra; por tanto, sean pocas tus palabras".

Me resulta curioso, porque en mi larga vida de creyente, conociendo muchas iglesias de diferentes
países y a hermanos de diversas denominaciones, especialmente en los distintos lugares donde he
trabajado; he podido ver que precisamente aquellos que creen que su salvación se puede perder,
son los que han llevado una vida más licenciosa y cuyos testimonios ante los inconversos han sido
más deshonrosos. Seguramente que el peso de la carga de esa creencia que la seguridad de la
salvación depende de ellos y no de Dios, es lo que los hace sucumbir con mayor facilidad ante la
debilidad de su humana naturaleza, donde aún mora el pecado.
Después de un análisis exhaustivo de la doctrina de la salvación de acuerdo a lo que Dios revela en
Su Palabra, uno se pregunta con toda justicia ¿por qué el hombre insiste en querer darle "una
ayudita" a Dios para salvarse?

Existen varias razones, pero seguramente la más obvia es el orgullo del hombre para reconocer su
completa incapacidad para salvarse, y otros dos motivos que son muy importantes para consolidar
el poder y las ganancias de los líderes (razón por la cual es muy predicada y enseñada hasta hacer
sátira y afirmar que la seguridad de la salvación es la marca de la bestia, el 666) son: 1.- La
inseguridad de la salvación y 2.- La participación humana .

Estos dos ingredientes son indispensables para que el líder pueda mantener el sometimiento de la
congregación bajo el temor de perder ese regalo de Dios, y al mismo tiempo continuar con la
explotación de las laboriosas hermanas y hermanos que trabajan arduamente, pensando
honestamente agradar a Dios para que se los tenga en cuenta y de esta manera lograr y asegurar
su salvación, hasta que la vuelvan a perder.

De esta manera los líderes obtienen (1) mucho poder sobre sus congregaciones, y (2) también
grandes ganancias deshonestas.

Lea la "respuesta Nº 263" sobre este tema

Sostener que la salvación se puede perder y que es necesaria la participación del hombre, por
medio de la perseverancia, la fidelidad y la santidad; es admitir que la salvación no es un regalo
completo y que es indispensable la contribución humana. Es afirmar que la obra de Cristo no fue
completa, que cuando él dijo desde la cruz: "Consumado es", no fue así, porque faltaba aún la
participación humana.

Si creyéramos esa teoría, tendríamos que admitir (para no faltar a la verdad) que seríamos
"perdidos siempre perdidos". Porque los defensores de esa extraña doctrina, (que los grandes
reformadores del siglo XVI, Lutero, Zwinglio, Calvino, Knox, etc., siempre refutaron y que por
cierto resulta una insolencia y brutalidad pretender que ellos llevaban el número 666 por creer en
la seguridad de la salvación eterna, lo mismo que Charles Spurgeon); es lo que contrariamente
enseñan y sostienen al afirmar que somos salvos solamente hasta que nos mantengamos en
santidad, y el día que pecáramos, perderíamos nuestra salvación.

Por cierto que ellos no creen en la salvación eterna, sino en la que tendríamos hasta que volvamos
a pecar. Y en este punto me pregunto ¿cómo puede alguien ser tan obstinado para rechazar lo que
Dios afirma en Su Palabra? ¿Quién puede vivir sin pecar? Dios dice categóricamente que ningún
ser humano está sin pecar en su vida cotidiana.

1Jn. 1:8 "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no
está en nosotros". Dios le dice a los que creen que son salvos solamente el día que no pecan, que
se están engañando a ellos mismos, y la verdad no está en ellos.

Los tales, al afirmar tal creencia, están añadiendo un pecado más a la larga lista que ya tienen,
porque están diciendo que Dios está faltando a la verdad, porque seguramente que el Dios Santo
no se ha fijado en la vida inmaculada que ellos llevan.

Cuan distante están del Dios de la Biblia, que la luz radiante de la santidad del Eterno no llega a
iluminar sus vidas que se desenvuelven en un mundo de tinieblas, y que en sus propios corazones
aún mora el pecado.

El gran apóstol Pablo tiene que admitir: (Rm. 7:18-21) "Yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no
mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que
quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el
pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí".

Si Dios afirma categóricamente que si alguno "dice" que no tiene pecado en su vida, se está
engañando a sí mismo (porque no engaña a los que le conocen afuera de la iglesia, y menos a
Dios), y que el pecado continúa morando en nosotros, esto significaría que todos estaríamos
"perdidos siempre perdidos". Porque si para ser salvos tuviéramos que vivir sin pecado, jamás
podríamos tener esa seguridad bendita que nos dice Dios.

1Jn. 5:10 "El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le
ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo".

Jn. 3:36 "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la
vida, sino que la ira de Dios está sobre él".

Rm. 8:16 "El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios".

No existe duda alguna que aquellos que creen que deben hacer su parte para asegurar la salvación
y poder llegar al cielo, son los mismos que deben continuamente "re-convertirse", (expresión que
no aparece en ninguna parte de la Biblia), y en consecuencia son los "perdidos siempre perdidos".
Creo necesario también advertir que Dios establece una diferencia muy clara entre pecar y
"practicar" el pecado, es decir, aquel que continúa y persevera en el mismo pecado, sin que el
Espíritu Santo lo haga volver en sí y logre sacarlo de esa condición. Porque aquellos que después
de haber sido "iluminados" (expuestos a la luz del evangelio santo) vuelven a su condición previa,
solamente prueban que nunca han sido salvos, que jamás han nacido de nuevo.

1Jn. 3:8 "El que practica el pecado es del diablo".

Heb 6:4-6 "Porque es IMPOSIBLE que los que una vez fueron iluminados (expuestos a la luz) y
gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo (participaron en las
reuniones donde fueron testigos del poder del Espíritu Santo que transforma las vidas, lo mismo
que Simón el mago), y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo
venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para
sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio".

2Pe 2:22 "les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca
lavada a revolcarse en el cieno". Nunca fueron ovejas del Señor, jamás existió en ellos el proceso
regenerador que los hizo nacer de nuevo y transformar en una nueva criatura. El que hoy muestra
por su testimonio que no es un hijo de Dios, significa simplemente que NUNCA lo fue.

De aquellos también nos habla el Señor en Mt. 12:43-45 "Cuando el espíritu inmundo sale del
hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa
de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma
consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel
hombre viene a ser peor que el primero".

Es el caso típico de uno que fue iluminado por la Palabra y simplemente ordenó su vida, quizás
existió en él hasta el gozo de reunirse en una iglesia, pero que jamás nació de nuevo. Esto se
percibe porque (la casa) permaneció vacía, nunca llegó a ser templo del Espíritu Santo, donde el
Espíritu Santo morara en él, como es el caso de todos los que realmente son hijos de Dios. 1Cor.3:
16 "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?"

Para conocer más sobre este importantísimo tema, le invito a leer el capítulo 44 del Manual Bíblico
que presento gratuitamente en este mismo sitio web. Y en la sección MENSAJES el Nº 69 "La
Salvación", y el Nº 19 "Oda a la salvación", el cual también está disponible en audio (MP3).

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