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GUENON, DANTE Y LA TRADICION HERMETICA

Frontispicio en el artículo de René Guénon: "Le Cœur rayonnant


et le Cœur enflammé", Regnabit, abril 1925

PATRICIA SERDÀ
"Cantemos la luz que lleva por el camino del retorno
a los hombres;
Glorifiquemos a las nueve hijas del gran Zeus,
De luminosas voces;
Cantemos a estas vírgenes que,
Por la virtud de las puras iniciaciones que
Provienen de los libros, despertadores de inteligencia,
Arrancan de los dolorosos sufrimientos de la tierra,
A las almas que erran en el fondo de los pozos de la vida."

Proclo, Himno a las Musas.

La Obra de René Guénon es un símbolo de la función vehicular y transmisora de


la que pueden ser capaces ciertos libros, providenciales hoy más que nunca, a causa
del olvido generalizado de toda posibilidad trascendente en el que se halla inmerso
el hombre de nuestros días. Las ideas universales allí reflejadas dan testimonio de
un legado espiritual, arquetípico, atemporal y eterno, de origen "no humano", es
decir del Conocimiento o Sabiduría universal que le es revelado al hombre por la
Deidad, para que se reconozca a sí mismo en su verdadera identidad que es supra-
humana, lo que sobrepasa cualquier visión generalizada que se tiene hoy del
hombre y del mundo, ya que el fin último de este Conocimiento, como dice
Guénon, es la metafísica, la que afirma y realiza la identidad profunda del conocer
y del ser,1 herencia de todo hombre aunque no lo sepa y de la que todas las
auténticas tradiciones o culturas tradicionales que han conformado pueblos y
civilizaciones antiguas son depositarias. Herederas todas ellas de una Gran
Tradición Primordial, fuente viva de la cual proceden. Y siendo la verdad Una y
Única, ya que hay una unidad esencial en sus principios, estos son unánimes, no
mutan, están más allá del tiempo y del espacio, lo que la hace ser siempre actual,
vertical, simultánea y eterna, es decir, metafísica en esencia. Esta para expresarse
lo hace con diferentes formas que no son más que aparentes y exteriores, y que
obedecen a leyes cíclicas a las que se halla sujeta toda manifestación. Condiciones
espacio temporales que ha ido atravesando la humanidad, pudiendo así
manifestarse según su historia y geografía.2

Guénon nos habla de la doctrina tradicional,3 de la ciencia de los ciclos y de los


ritmos cósmicos y de las diferentes aplicaciones a que da lugar, tanto en el hombre
como en el universo ya que son análogos; las que nos posibilitan conectar todas
las cosas con su primera y divina causa. Leyes universales, verdaderas ciencias
exactas que permiten conocer lo que es el orden cósmico y nuestra ubicación con
respecto a él, y de su concordancia al afirmar que esta humanidad atraviesa el final
de la última fase del ciclo, llamado Kali-Yuga o Edad de Hierro, es decir la edad
más oscura con respecto a su origen mítico y primordial.4 "Y si el tesoro de la
sabiduría no humana, anterior a todas las edades, no puede perderse jamás, se rodea
de velos cada vez más impenetrables, que lo disimulan a las miradas y bajo los
cuales resulta extremadamente difícil de descubrir. Por esto es por lo que por todas
partes se trata de algo que se ha perdido al menos en apariencia y en relación al
mundo exterior y que deben reencontrar aquellos que aspiran al verdadero
conocimiento".5 Y así como se dice que la Verdad brillaba con todo su esplendor
en el origen o "estado edénico", que era como la montaña visible a todos, a
consecuencia de la "caída"6 que aleja al hombre de su centro original, éste pierde
esa conciencia de unidad, de inmortalidad, la visión central y unitaria que le
permite la comunicación directa con el "Centro del mundo",7 análogo al centro de
su ser que el corazón a su vez simboliza. Sede de la inteligencia, que no dé la razón,
"pues el corazón no está en relación con esta última sino más bien con la
inteligencia trascendente, precisamente ignorada e incluso negada por el
racionalismo".8 "La razón, en efecto, que no es sino una facultad de conocimiento
mediato, es el modo propiamente humano de la inteligencia; la Intuición
Intelectual puede llamarse supra-humana, puesto que es una participación directa
de la inteligencia universal, la cual residente en el corazón, es decir, en el centro
mismo del ser, allí donde está su punto de contacto con lo divino, penetra a ese ser
desde el interior y lo ilumina con su irradiación".9 La transmisión de esta influencia
espiritual, que se produce por la iniciación en los misterios, incluye la idea de
sacrificio lo que supone una muerte y un renacer, y constituye un verdadero viaje
interior: visión sagrada del hombre y del universo, que todos los pueblos de la
antigüedad han reconocido y permanentemente revivificado y actualizado a través
de sus símbolos, mitos y ritos, vehículos intermediarios que ponen al hombre en
contacto con el misterio.
Este mensaje esotérico, iniciático y metafísico, es decir completamente liberador,
es el de la Tradición Unánime que ha sabido transmitir Guénon con tanta belleza
y rigor intelectual a la vez, dando muestras de una maestría sin paliativos.
Consciente de que la mayoría de los hombres que habitan esta sociedad llamada
"moderna" en la que él nació, no reconocen este mensaje e incluso se atreven a
negarlo o falsificarlo, se dirige a quienes son capaces de comprenderlo y
encarnarlo. Su obra muestra la función y el valor que tiene el símbolo como soporte
de este conocimiento "ya que se funda en las correspondencias y analogías que
existen realmente en la naturaleza de las cosas", entre los diferentes órdenes de la
realidad; es decir, es capaz de hacer de puente entre un mundo conocido y otro
desconocido, y en la medida en que se logre traspasar las meras apariencias
formales se puede ir penetrando su verdadero sentido, el que abre al hombre unas
posibilidades de concepción verdaderamente ilimitadas las cuales el propio
Guénon nunca pretendió agotar, pero sí en cambio les restituyó su auténtico sentido
de alcance espiritual o intelectual.

La lectura reiterada y concentrada de la obra de Guénon es capaz de promover un


"despertar espiritual" en todos aquellos que son llamados a ello, es decir, los que
son capaces de penetrar la apariencia formal del símbolo elevándose hasta su
significado puramente intelectual, o lo que es lo mismo, los que puedan traspasar
la "letra" para dar paso al "espíritu".10

Como explica Guénon en sus escritos, las verdades de orden metafísico son
incomunicables por su propia naturaleza, no se trata de un conocimiento racional
o discursivo sino sintético, directo, intuitivo, muy ligado a la concentración, a la
contemplación activa, a la meditación creativa de todas estas "ideas eternas";
conocimiento en el que hay una identidad entre el sujeto y el objeto en el acto de
conocer. Por ello es la Ciencia Sagrada la vía más adecuada para ir realizando este
conocimiento a partir de un "modelo vivo" del que el hombre es el centro. En toda
su obra da cuenta de un conocimiento magistral y universal de toda esta simbólica
perenne y viva, de su poder transformador y regenerador capaz de procurar los
medios o soportes necesarios para la recuperación o restauración del estado
primordial y edénico, del Hombre Verdadero, que debe considerarse como una
condición previa para la conquista de los estados superiores del ser.

Para que esto pueda ser posible se debe procurar un estado de verdadera
receptividad de corazón, mirada interior, o apertura a la Inteligencia Superior
permitiendo así ser receptáculo adecuado a los efluvios celestes, ser fecundado por
la "Gracia", o lo que es lo mismo construir el receptáculo para que se haga en él la
Luz. Aspiración del ser hacia lo universal, identificación con los estados
superiores, visión del corazón, interior, vertical y directa que despierta en el
hombre la Intuición Intelectual, la que puede conducir hacia la identificación con
el Ser Universal y con el fin último de este Conocimiento: el misterio de lo que No
Es, el No-Ser. "Sólo el conocimiento disipa la ignorancia como la luz del sol disipa
las tinieblas y es entonces cuando el 'Sí', el inmutable y eterno principio de todos
los estados manifestados y no-manifestados, aparece en su suprema realidad".11

Y así como Guénon muestra en sus libros la unidad de pensamiento de las distintas
Tradiciones rescatando el auténtico valor de todo un lenguaje simbólico cuyo
verdadero sentido es análogo en todas ellas, en su obra hermética El Esoterismo
de Dante, da las claves para penetrar en la tradición que ha sido y es propia de
Occidente, la llamada Tradición Hermética, y de la que Federico González,
revivificador de esta tradición, dice: "El hombre es pues mediador, no sólo en su
función central sino también como un pequeño demiurgo en una creación que ha
existido siempre y que se encuentra permanentemente inacabada, viva, en
constante metamorfosis y que él puede transformar ya que aparece como el punto
o la unidad donde convergen todas las energías creacionales, coronando y dando
sentido al plan divino al restablecer los contactos que revelan las analogías, pues
el mundo sensible se refleja en el inteligible como el inteligible en el sensible.
Todo ello gracias a una red donde el Amor es el protagonista y el matrimonio
(Hieros Gamos) entre el Cielo y la Tierra una cópula perpetua. Lo que es
equivalente en otro simbolismo a una cadena de iniciados (el hilo de Oro) que se
transmite del Noûs a Poimandrés, de este a Hermes, de Hermes a Tat y de éste a
todos los adeptos y teúrgos de la tradición Hermética".12

"¡Oh vosotros, los que tenéis sano entendimiento!


reparad en la doctrina que se oculta
bajo el velo de los versos extraños"
Infierno, IX, 61-63

Desde el principio Guénon, refiriéndose a La Divina Comedia y traduciendo lo que


Dante dice de la misma en este verso del Infierno, afirma "la existencia de un
sentido oculto en esta obra de carácter doctrinario, cuyo significado exterior y
aparente no es sino un velo que debe ser descubierto por aquellos que son capaces
de captarlo".13 Del mismo modo en perfecto acuerdo con Dante señala que toda
obra de carácter doctrinal o sagrado tiene cuatro niveles o grados de lectura. El
cuarto nivel, el de orden superior y más profundo "es el propiamente iniciático,
metafísico en esencia y con el cual se relacionan múltiples datos que sin ser todos
de un orden de pura metafísica, sí presentan un carácter parejamente
esotérico".14 Este sentido es el que permanece oculto a las miradas "profanas", es
decir a todos aquellos que no hayan sido iniciados en los misterios, en el Arte
Supremo de conocerse a sí mismo, aquél que permite conocer las posibilidades
ilimitadas del Ser total que están implícitas en uno mismo. Este arte es el objetivo
principal de todo simbolismo.
Guénon utiliza como "punto de apoyo" para su estudio a algunos de los múltiples
comentaristas de La Divina Comedia y especialmente a aquellos pocos que de
alguna manera entrevieron en ella un carácter esotérico, pero que debido a "los
prejuicios que los acosan sin remedio", tal como dice Guénon, y dado el alcance
iniciático de la misma que por supuesto no tuvieron en cuenta, cometieron graves
errores de apreciación en cuanto a su verdadera naturaleza, no pudiendo sobrepasar
el aspecto ritualista, formal, o exterior que oculta la verdad es decir el sentido
profundo a quienes no son capaces de superar las formas, ya que si no se posee un
conocimiento directo o "técnico" de los asuntos de que trata, es decir, iniciático,
no puede ser desvelada, pues "si éste no se conoce los demás sentidos no pueden
ser captados más que parcialmente porque es una suerte de principio ordenador
sobre el cual se coordinan y unifican la multiplicidad de todos ellos".15

Esto nos lleva a resaltar aquellas palabras que Guénon deja dichas en otro libro
complementario de este, El esoterismo cristiano: "Parece que ha llegado el
momento en que se descubrirá finalmente el verdadero sentido de la obra de Dante;
si las interpretaciones de Rossetti y de Aroux no fueron tomadas en serio en su
época, no era sin duda porque los espíritus estuvieran menos preparados que hoy
en día, sino porque estaba previsto que el secreto tenía que ser guardado durante
seis siglos (el Naros caldeo)".16

El tiempo al que Guénon se refiere coincide perfectamente con los seis siglos
transcurridos entre el término de La Divina Comedia (1321) que es además el
mismo año en el que Dante muere y la aparición del Esoterismo de Dante (1925),
siendo el propio Guénon quien desvela este cuarto sentido, oculto hasta ese preciso
momento.

Todo este punto de vista iniciático y metafísico es fundamental, eje de todo


Conocimiento, ya que parte de los principios esenciales, inmutables y eternos de
toda doctrina tradicional. Son las Causas universales, las que gobiernan tanto al
hombre como al Universo entero. Se comprenderá por tanto que la desvinculación
y el desconocimiento de los mismos, propia del mundo moderno, el cual es una
verdadera anomalía como dice Guénon, es lo que ha provocado todas las
confusiones y desviaciones que se han ido sucediendo a lo largo de la historia de
Occidente, especialmente desde la destrucción de la Orden del Temple en 1314, la
cual fue acusada falsamente de herejía ya que ésta fue "tomada como pretexto por
un poder político para arruinar a adversarios que estimaban tanto más temibles
cuanto más difícil era obtener el mismo fin mediante medios ordinarios".17

A continuación, destacamos algunos de los temas más significativos de El


Esoterismo de Dante, obra de Guénon clave para la comprensión del esoterismo
de Occidente y de su corazón, la Tradición Hermética.
Lo Esotérico y lo Exotérico

El aspecto esotérico es el que constituye su sentido superior, lo inmanifestado, su


aspecto esencial, su principio, la verdadera razón de ser de todo Conocimiento. Es
la identidad profunda de todo símbolo, lo que permanece oculto en su interior y
que sólo puede ser descubierto por aquellos iniciados que a través de la intuición
intelectual o mirada interior han logrado traspasar la apariencia formal, la
limitación exterior, logrando de este modo que les sea revelado. El aspecto
esotérico es en todas partes el mismo, ya que el objeto final de toda búsqueda
esotérica es el Conocimiento de la Verdad única, inmutable e idéntica, por tanto,
en cualquier Tradición. Toda Vía esotérica comprende, además, los medios
necesarios para la obtención de esta Verdad. El verdadero esoterismo, dice
Guénon, "es algo muy diferente a cualquier característica de una religión externa
y si presenta algún tipo de relación con esta, no puede ser sino mediante una
consideración que supone a las formas religiosas como un modo de expresión
simbólico. Se trata de una unidad doctrinaria esencial que se oculta detrás de una
diversidad aparente".18

El aspecto exotérico, por tanto, es el exterior y aparente, el punto de vista literal o


particular, temporal y mutable, su manifestación sensible y que por tanto está al
alcance de todos. Es la forma visible que toma una doctrina para manifestarse al
mundo de los sentidos, y que varía según el nivel o grado de la realidad en que se
expresa. Es la imagen, lo que sugiere la Idea antes que expresarla para aquellos
que no pueden traspasarla.

Lo esotérico y lo exotérico son las dos caras de una misma doctrina o realidad de
las que Guénon dice "no pueden oponerse ni destruirse en caso alguno, aunque sí
complementarse y armonizarse como las partes de una misma totalidad, como los
elementos constitutivos que finalmente se integran en una síntesis única".19

Guénon señala que durante todo el periodo medieval existieron organizaciones


cuyo carácter era iniciático y no religioso. "El esoterismo es verdaderamente, en
relación al exoterismo religioso, lo que el espíritu es en relación al cuerpo, si bien
que, cuando una religión ha perdido todo punto de contacto con el esoterismo, no
queda allí más que 'letra muerta' y formalismo incomprendido, porque lo que la
vivificaba era la comunicación efectiva con el centro espiritual del mundo, y ésta
solo puede ser establecida y mantenida conscientemente por el esoterismo y por la
presencia de una organización iniciática, regular y verdadera".20
Todo esto es lo que no podían captar los comentaristas de la Obra de Dante y por
ello se atrevieron a llamarlo hereje, lo cual demuestra que lo interpretaban todo
desde un punto de vista exterior. Como dice Guénon "el esoterismo cabal debe
situarse por tanto más allá de las oposiciones que se afirman en los movimientos
exteriores que convulsionan el mundo profano".21

Hermetismo

"El conjunto de conocimientos esotéricos y cosmogónicos de las culturas egipcia,


griega y romana, así como los derivados de la tradición judía y del esoterismo
cristiano e islámico, fueron magníficamente sintetizados durante la alta Edad
Media y el Renacimiento y transmitidos por medio de numerosísimos textos
sagrados integrantes de lo que se ha llamado el Corpus Hermeticum, a través del
simbolismo constructivo, numérico y geométrico, y particularmente por
intermedio de la Cábala, la Alquimia, la Astrología y el Tarot".22

Tal como explica Guénon en El Esoterismo de Dante, durante toda la Edad Media
existió una tradición iniciática de características puramente occidentales, la
Tradición Hermética, que pudo recoger y sintetizar en su seno toda esta simbólica
esotérica y universal, propia de Occidente y que ha estado presente en sus
símbolos, ritos y mitos. "La palabra hermetismo indica que se trata de una tradición
de origen egipcio, revestida después con una forma helenizada, sin duda en la
época alejandrina, y transmitida bajo esta forma, en la Edad Media, al mundo
islámico y al cristiano (...) la doctrina así designada es relacionada con Hermes, en
tanto que éste era considerado por los griegos como idéntico al Thot egipcio.".23 Es
el propio Hermes en su función de mensajero e intérprete divino el que se revela y
guía al hombre en su viaje iniciático, médico de cuerpos y almas y como
intermediario entre el cielo y la tierra, es por tanto arquetipo del hombre; sus
enseñanzas conforman un corpus luminoso que puede conducir "aquí y ahora" a la
recuperación del estado de Hombre Verdadero, lo que posibilita la identificación
con el Ser, soporte de la metafísica; conocimientos que han iluminado en este
período final del ciclo a todos los pueblos que conforman la historia sagrada de
Occidente. Es interesante destacar que los romanos llamaron a esta deidad
Mercurio y que a Cristo se le asocia con el Mercurio solar.

En el medioevo esta tradición, nos dice Guénon, estaba íntimamente relacionada


con el desarrollo de las Ordenes de Caballería principalmente con la Orden del
Temple, los verdaderos depositarios del esoterismo cristiano, cuya fundación
estaba ligada a la gesta de las cruzadas, donde se practicaban activos intercambios
intelectuales entre Oriente y Occidente; también que era su propio esoterismo
hermético el que les permitía entablar estas relaciones con los orientales en el
ámbito iniciático, especialmente con aquéllas que guardaban en sus doctrinas
formas muy similares, como el sufismo representado por Mohydin Ibn Arabi, en
cuya obra, El viaje nocturno de Mahoma, Dante también se inspiró, aunque como
dice Guénon "estas semejanzas no demuestran otra cosa más que la unidad de la
doctrina contenida en todas las tradiciones; y nada hay para sorprenderse en el
hecho de hallar múltiples expresiones de las mismas verdades, aunque sea preciso
saberlo previamente para no asombrarse de que son verdades y no ficciones de
mayor o menor arbitrariedad".24 "Después de la destrucción de la Orden del Temple
en 1314 estos conocimientos fueron heredados o cobijados por la asociación de la
Fede Santa y de los Fieles de Amor y por esa Massenie du Saint Graal". 25 La
tradición hermética al ser iniciática y no religiosa, ha podido adaptarse a cualquier
tiempo y lugar permitiendo a sus iniciados no sólo participar de los ritos exteriores
propios del lugar donde se encontraran, sino que además, en el terreno iniciático,
gracias a esta amplitud que la hace tan universal, han podido enriquecerse de todas
las diversas tradiciones con las que ésta se ha entrelazado, ayudándoles a realizar
a través de toda esta simbólica luminosa y viva verdaderas síntesis de
conocimiento que permiten su realización.

Dante elige a Virgilio como guía espiritual, el que le infunde la luz. Se lo encuentra
cuando está perdido en el bosque buscando la rama misteriosa; se dice que hay que
perderse para poder encontrarse. Acompañado del poeta romano recorrerá los dos
primeros mundos; primero en su peligroso descenso a los Infiernos, asimilado a la
ignorancia y a los estados inferiores del ser, y posteriormente en su ascenso por el
Purgatorio, travesía que equivale a las pruebas iniciáticas. Esta elección supone el
reconocimiento en el propio Virgilio nacido también en Italia, de la tradición
greco-latina, herencia de sus ancestros, lo que permite comprender que Dante
identifica en esta elección "el hilo de oro", la cadena de iniciados ligados a la
tradición unánime por los misterios de la iniciación. Guénon nos dice que escoge
a Virgilio, principalmente por el recuerdo del canto VI de la Eneida y también
porque "esta elección significa además el reconocimiento de un saber iniciático
incuestionable en Virgilio ya que no expresa sólo una ficción poética." 26 En este
canto se relata el descenso del héroe troyano al inframundo, guiado por la Sibila
de Cumas. Guénon señala también, refiriéndose a Virgilio, que en lo que hace a
esta cuestión "tuvo predecesores entre los griegos y cabe recordar el viaje de Ulises
al país de los cimerios así como el descenso del Orfeo a los Infiernos (...) La verdad
es que existe una relación más estrecha con los misterios de la antigüedad, y que
estos diversos relatos poéticos o legendarios no son sino traducciones de la misma
realidad; la Rama de Oro que Eneas, conducido por la Sibila, va a coger en el
bosque, ese mismo bosque selva selvaggia donde Dante sitúa también el principio
de su poema, es la rama que llevaban los iniciados de Eleusis y que aún recuerda
la Acacia de la masonería moderna, 'prenda de resurrección y de inmortalidad'".27
Masonería

Vamos a mencionar varios de los párrafos que escribe Guénon en El Esoterismo


de Dante relacionados con la Masonería, los que demostrarán hasta qué punto ésta
recoge todo el simbolismo hermético que tanto influyó en los constructores de la
Edad Media, a aquellos hombres para quienes los propios oficios eran
considerados como artes y ciencias sagradas, vehículos de conocimiento, ya que la
construcción externa era una imagen simbólica de la propia construcción interior,
tal cual habían heredado de los Collegia Fabrorum romanos cuya herencia era
también Pitagórica y se remonta incluso a los tiempos de la construcción del
Templo de Jerusalén. La Masonería y su simbolismo, cuyos orígenes son míticos,
se ha mantenido milagrosamente viva hasta el presente, lo que la convierte en el
arca o recipiente de todo este conocimiento sagrado, cumpliendo con la función de
receptora y transmisora de esta simbólica universal como verdadera rama de la
tradición hermética y esotérica de Occidente; bajo el ropaje del simbolismo
constructivo, promueve la iniciación en los misterios, siendo una luz que despierta
en el hombre la Sabiduría. "Para Guénon lo 'operativo' no es sinónimo de trabajo
manual, ni tampoco de 'práctica', sino más bien de trabajo interior, en el sentido
alquímico del término, es decir de lo que el ser pueda hacer consigo mismo en
vistas al cumplimiento de su propia realización espiritual, que es lo que realmente
importa, no siendo el trabajo manual sino un soporte como otro cualquiera para
efectuar dicha realización. No es entonces por casualidad que tanto la Masonería,
como la Tradición Hermética, también se denomine el 'Arte Real', idéntico a la
'Gran Obra' de la transmutación alquímica. Las 'herramientas' de ese trabajo
interior no son otras que los ritos y los códigos simbólicos, su práctica, estudio y
meditación, pues ellos vehiculan las ideas de orden cosmogónico y metafísico cuyo
conocimiento efectivo determinará el grado del desarrollo del ser y la vinculación
con su Principio uno y eterno".28

Ya desde el principio de su estudio, Guénon indica una serie de correspondencias


entre algunos de los nombres simbólicos asociados directamente con la doctrina
esotérica tanto del Temple como de la Fede Santa, organización iniciática a la que
Dante pertenecía, así como también de la Fraternidad Rosacruz, y su vinculación
con la propia Masonería, perdurando todavía hoy impresos en diversos grados
iniciáticos. Se trata, por ejemplo, del término "Kadosh", palabra hebrea que
significa "santo" o "consagrado", y título que ostentaban los dignatarios de la Fede
Santa el cual se ha conservado en la Masonería, incluso en el presente, en sus altos
grados. También del "Santo Imperio" dice que tiene una significación simbólica y
observa que a los miembros de los Consejos Supremos de la Masonería escocesa
actual se les califica como dignatarios del "Santo Imperio". En el mismo capítulo
y haciendo referencia a los cielos de Dante como cabales "jerarquías espirituales",
relaciona a estos siete primeros cielos con las siete Artes liberales, de las que
hablaremos más adelante, las que figuran dice, en los siete peldaños del banzo de
izquierda de la Escala de Kadosh, haciendo corresponder a esta escala misteriosa
con el grado 30º de la Masonería escocesa. En el capítulo siguiente,
"Aproximaciones y similitudes masónicas y herméticas", acerca del grado de
Príncipe de Mercy o Escocés Trinitario, que es el número veintiséis del rito
escocés, se expresa así: "el grado en cuestión, como casi todos los que se vinculan
con la misma serie, presenta una significación netamente hermética; y conviene
señalar en particular con respecto a este punto, la conexión de todo el hermetismo
con casi todas las órdenes de caballería. No se trata por cierto de analizar o indagar
en este estudio acerca del origen histórico de los más altos grados del Escocismo,
ni de discutir acerca de una teoría muy controvertida que se resuelve por la
descendencia templaría. Pero no es menos cierto que existió una filiación real y
directa o bien una simple reconstitución; así lo demuestra la mayoría de esos
grados, y también algunos de los que se presentan en otros ritos, cuando aparecen
como los vestigios de una organización que otrora fuera independiente y, muy en
particular, de esas antiguas órdenes de caballería...".29 Y más adelante añade
"incluso Ordenes fundadas más tarde, y que nunca mantuvieron relaciones con
Oriente, estuvieron asimismo provistas de un simbolismo hermético; así la Orden
del Toison d'Or, cuyo nombre es una alusión tan clara como posible a ese
simbolismo".30

Respecto a la identificación de las figuras simbólicas descritas por Dante para cada
uno de los cielos, Guénon aclara que se corresponden con categorías astrológicas
y por ello se refiere a ellos de este modo: "la cruz en el cielo de Marte, el águila en
el cielo de Júpiter, la escala en el de Saturno. Sin duda, es posible comparar esta
cruz con aquella que, después de haber sido el signo distintivo de las Ordenes de
caballería, sirve aún como emblema de varios grados de la masonería; y, si se la
ubica en la esfera de Marte, ¿no es acaso una alusión al carácter militar de esas
Órdenes, su aparente razón de ser, y el papel que desempeñaron exteriormente en
las expediciones bélicas de las Cruzadas?".31 Más adelante Guénon, en relación al
simbolismo que se halla en los cantos XXIV y XXV del Paraíso, señala que: "en
los capítulos de Rosa Cruz (grado 18º escocés), los nombres de las tres virtudes
teologales están respectivamente asociados a los tres términos de la divisa
'Libertad, Igualdad, Fraternidad'; también podría vinculárselos con lo que se
denomina los tres principales pilares del Templo en los grados simbólicos:
'Sabiduría, Fuerza, Belleza'. Con estas tres mismas virtudes, Dante establece la
correspondencia de San Pedro, Santiago y San Juan, los tres apóstoles que
asistieron a la Transfiguración".32

En el capítulo dedicado a los ciclos cósmicos explica que "el poeta cumple su viaje
a través del mundo durante la semana santa; es decir en el momento del año
litúrgico que corresponde al equinoccio de primavera (.). Por otro lado, en los
capítulos masónicos de los Rosacruces, la conmemoración de la Cena se celebra el
jueves santo y la vuelta al trabajo se cumple simbólicamente el viernes a las tres
horas de la tarde; es decir, el día y la hora de la muerte de Cristo".33

También vuelve a mencionar a la Masonería cuando dice que los vínculos de la


masonería moderna con las organizaciones anteriores son extremadamente
complejos ya que los medios de transmisión de todas las doctrinas esotéricas y sus
filiaciones fueron verdaderamente secretos; sin embargo, ya nos había señalado
que "aunque el fondo de las doctrinas es siempre el mismo y sus modos de
expresión muy similares, para descubrir su vínculo efectivo habría que remontarse
mucho más allá de lo que la historia permite hacer".34

Para expresar de una manera sintética la visión que Guénon plasma en sus obras y
en particular en El Esoterismo de Dante acerca del Hermetismo y la Masonería y
sus vínculos mutuos, difícilmente podría hacerse mejor que con estas palabras de
Federico González:

"Por lo que Hermes y el Hermetismo son una referencia habitual en la Masonería,


como lo es también Pitágoras y la geometría. Por otra parte, ambas corrientes
históricas de pensamiento derivan a través de Grecia, Roma y Alejandría, del
Egipto más remoto, y por su intermedio de la Atlántida y la Hiperbórea, como en
última instancia acontece con toda Organización Iniciática, capaz de religar al
hombre con su origen. Y va de suyo que esta impresionante genealogía en la cual
están comprendidos los dioses, los sabios, y los reyes tanto de Tiro e Israel, como
los de Escocia (la realeza no desdeñaba la construcción y el rey era un maestro
operativo más), conforma un ámbito sagrado, un espacio interior construido de
silencio, lugar donde se efectivizan todas las virtualidades y así puede reflejarse el
Ser Universal de modo especular. La Logia masónica, ya se sabe, es una imagen
visible de la Logia Invisible, como el Logos es el despliegue de la Triunidad de los
Principios".35

Rosacruces

"Lo que a partir del siglo XIV se han llamado Rosacruces en Occidente, y que ha
recibido otras denominaciones en otros tiempos y lugares, porque el nombre sólo
tiene aquí un valor puramente simbólico y el mismo debe adaptarse a las
circunstancias, no es una asociación cualquiera, es la colectividad de los seres que
han alcanzado un mismo estado, superior al de la humanidad ordinaria, con un
mismo grado de iniciación efectiva.".36 Tal y como dice Guénon, uno de los signos
característicos de esta entidad es el "don de lenguas" con el cual a cada uno se le
habla en el lenguaje que es capaz de comprender. "En virtud del grado espiritual
que habían alcanzado, no estaban ligados exclusivamente a ninguna forma definida
ni a condiciones especiales de ningún lugar determinado y por ello eran
'Cosmopolitas' en el verdadero sentido de esa palabra".37 "Quien ha llegado a este
punto es aquel que ha alcanzado por un conocimiento directo y profundo (y no solo
teórico y verbal) el idéntico fondo de todas las doctrinas tradicionales, que ha
encontrado colocándose en el punto central del cual ellas han emanado, la verdad
una, que allí se oculta bajo la diversidad y multiplicidad de las formas
exteriores..".38 Como explica Guénon, este estado espiritual representa la
perfección del estado humano. Los verdaderos Rosacruces han pasado más allá de
la forma, lo que los libera de las limitaciones propias de la humanidad ordinaria y
su influencia está ligada sobre todo a una acción de "presencia". Fue a partir del
siglo XIV y en el mundo occidental, es decir, en el hermetismo propiamente
cristiano, cuando el nombre surgido del símbolo se aplicó a un grado iniciático, "la
denominación de Fraternitas Rosae-Crucis aparece por primera vez en 1374. La
Leyenda de Christian Rosenkreuz, su supuesto fundador cuyo nombre y vida son
puramente simbólicos, no pudo constituirse antes del siglo XVI".39 Esta leyenda
iniciática narra, a través de unos viajes simbólicos, todos estos vínculos herméticos
ya que después de la destrucción de la Orden del Temple, al hilo de lo que continúa
explicando Guénon, hubo en el origen del Rosacrucismo una colaboración entre
los iniciados cristianos e islámicos, los cuales trataron de mantener el lazo
intelectual entre Oriente y Occidente que aparentemente se había roto, después de
la desaparición del Temple. Esta reorganización fue inspirada por los verdaderos
Rosacruces y ellos fueron los que establecieron el vínculo intelectual entre Oriente
y Occidente.

La Fede Santa

Dante fue uno de los jefes de la Asociación de la Fede Santa que procedía por
filiación directa de la propia Orden del Temple, ya que era una Orden terciaria del
mismo. El Temple era una organización esotérica cristiana, desaparecida en 1314
y cuyos conocimientos iniciáticos fueron heredados o cobijados por esta Fede
Santa aunque de forma más oculta o disimulada, por motivos de prudencia debidos
a las circunstancias exteriores de ese momento, en el que según palabras de Guénon
se produjo "la pérdida del espíritu", es decir, la pérdida del verdadero sentido
iniciático, que Dante mismo denunció, y que se introdujo durante esta época,
especialmente después de la muerte de su jefe aparente el emperador Enrique VII
de Luxemburgo40 y que no debe ser confundido con lo que todos estos
conocimientos tienen de secreto por su propia naturaleza, los que no pueden ser
expresados más que bajo una forma simbólica, permaneciendo ocultos para todos
aquellos que no conocen su naturaleza interior y esotérica. Uno de los ropajes que
pueden revestir estos conocimientos y que en la época de Dante existió tanto en
Oriente, particularmente en la poesía persa sufí, como entre los "Fieles de Amor",
es el de escribir en verso, que como dice Guénon en su libro Esoterismo
Cristiano era una obligación impuesta a todos los miembros de estas
organizaciones iniciáticas, lo cual ha provocado muchas confusiones en todos
aquellos que han creído ver en ello cuestiones de tipo literario, o en los que han
pretendido que una poesía para ser bella no puede ser simbólica ni tener un sentido
profundo porque destruye el valor artístico. Como recuerda Guénon, todo el arte
medieval supone la encarnación de una idea arquetípica, lo que se refleja en todos
sus órdenes de realidad. La utilización de un lenguaje poético como el que empleó
Dante, expresión de esta idea en verso, supone el conocimiento de carácter
simbólico de lo que se conoce como "lengua sagrada", "lengua de los dioses o de
los pájaros" es decir, la que representa los estados superiores del Ser, o, dicho de
otro modo, un lenguaje universal, imagen de la lengua original, aquélla que es por
excelencia verdaderamente sagrada. "El poeta mismo, intérprete de la 'lengua
sagrada' a través de la cual se transparentaba el Verbo divino, era el vates, palabra
que lo caracterizaba como dotado de una inspiración en cierto modo profética".41

Queremos también aquí señalar que "el Cuore Gentile" de los Fieles de Amor,
contrariamente a las cuestiones o interpretaciones de tipo sentimental que muchos
han creído ver en este símbolo del corazón, se refiere "al corazón purificado, es
decir, vacío de todo lo que concierne a los objetos exteriores y por ello mismo apto
para recibir la iluminación interior".42 Del mismo modo el sentido simbólico de
Beatriz es el que se refiere al aspecto femenino de la deidad presente con diferentes
nombres, en las distintas doctrinas esotéricas. Es la propia Sabiduría divina, "el
'Intelecto activo' representado por la Madonna, el rayo celeste que constituye el
vínculo entre Dios y el hombre y que lo conduce hacia Dios". 43 También Guénon
relaciona un cierto aspecto del simbolismo del fuego con este Amor y dice: ". en
diversas formas tradicionales, se vincula bastante estrechamente con la idea del
'Amor', traspuesta con un sentido superior tal como lo hace Dante; y para ello, éste
se inspira una vez más en San Juan, el que fue el principal inspirador de las
concepciones doctrinales de las Ordenes de Caballería".44 Este sentido profundo
del Amor es lo que también simbolizan las palabras de San Juan cuando proclaman
"'Dios es Amor' o el grito de guerra de los Templarios 'Viva Dios Santo Amor' y
también el último verso de La Divina Comedia 'El Amor que mueve el sol y las
estrellas'",45 frase esta última de la que Guénon dice que designa el término del
"viaje celeste", "el centro divino que es, más allá de todas las esferas y según la
expresión de Aristóteles, el 'motor inmóvil' de todas las cosas."46

Las Artes Liberales

La región de los cielos descrita por Dante es un símbolo revelador de la jerarquía


interior y espiritual de los distintos mundos o estados superiores del ser, que
corresponden a distintos grados de la iniciación. Estos grados de conocimiento
coexisten dentro de nosotros, son potencias o virtudes que deben ser despertadas a
través de todo el proceso iniciático. Los siete primeros de los nueve cielos de Dante
corresponden a las siete Artes liberales o cosmológicas que representan a su vez
ciencias sagradas, ya que para las distintas doctrinas tradicionales todo verdadero
arte es también una verdadera ciencia, entendida en su sentido más profundo y
propiamente esotérico y no como se entienden actualmente desde el punto de vista
exterior, la que como dice Guénon, "es con respecto a esta ciencia profana lo que
los sentidos superiores de las escrituras son con respecto al sentido literal de
ellas",47 y añade que "las expresiones derivadas de las artes liberales desempeñaron
en los inicios de la Edad Media, un papel comparable al desempeñado por el
lenguaje del arte de los constructores en las expresiones de la masonería
especulativa (.) encarar las cosas de esta manera significa devolverlas a su
principio".48 La tradición hermética se remonta al origen mismo de las ciencias y
las artes, entendidas como vehículo de conocimiento, ciencias sagradas, teúrgicas
y alquímicas que se refieren a lo sobrenatural, a lo supra-cósmico, vías interiores
por las que se revelan al hombre los misterios del Ser, permitiéndole efectivizar
este conocimiento en sí mismo, y que son vistas además como cielos, ángeles,
dioses o espíritus intermediarios entre la deidad Única y el hombre. Estas siete
artes se corresponden también con las siete esferas planetarias, es decir, tienen una
relación simbólica con los siete planetas, y se las divide en dos grupos. El primero
de ellos está formado por las tres más cercanas a la tierra, corresponden al Trívium,
y son las relacionadas con las ciencias de la palabra y las letras, tomada aquí la
Palabra como expresión y símbolo de la Idea. El segundo grupo se compone de las
otras cuatro, aquellas más alejadas de la tierra y por tanto más elevadas, que
corresponden al Cuadrívium; son las relacionadas con el número, entendido éste
en su sentido cualitativo, ya que los números son la expresión de principios
universales, los que despiertan la inteligencia a través del estudio y la meditación
en el conocimiento que ellos revelan, permitiendo por tanto, el conocimiento de la
estructura invisible del cosmos, su orden arquetípico y su Armonía universal. "Para
el pensamiento tradicional el número contiene también una cualidad mágico
teúrgica pues es la representación de una deidad o númen. Que el número está
impreso en la trama misma del cosmos y la numerología es un lenguaje universal
que puede servir para desentrañarla, para establecer relaciones precisas entre los
distintos estados del ser y órdenes de la existencia y para conocernos a nosotros
mismos, que en cuanto microcosmos participamos de esa misma estructura
cósmica y hemos sido creados conforme al número. (.) El hombre no inventa el
número como creen los modernos ni las operaciones numéricas; por el contrario,
el ser humano ha sido creado de conformidad con esas proporciones y más bien
reconoce el número que es anterior a él desentrañando los planos de un dios
creador, geómetra y arquitecto que utiliza los números y las figuras geométricas
para realizar su obra y revelar a la inteligencia humana las leyes siempre armónicas
con las que diseña su creación."49
Se dice en el Asclepios: "Ser instruido en la música, no consiste sino en saber cómo
se ordena todo el conjunto del universo y el plan divino que ha distribuido todas
las cosas; pues este orden, en el que todas las cosas particulares han sido reunidas
en un mismo todo por una inteligencia artista, producirá, con una música divina,
un concierto infinitamente suave y verdadero".50

El poema de Dante posee una estructura numérica. La importancia que desempeñó


el número en su obra se manifiesta en varios aspectos simbólicos que se reflejan
en este comentario de Guénon: "Cuando se conoce el verdadero ritmo que utilizaba
Dante, puede pensarse que no fue un hecho arbitrario la elección del verso de once
sílabas, no menos que la estrofa de tres versos que nos recuerda el ternario. Todas
las estrofas cuentan 33 sílabas, así como los conjuntos de 11 y 22 estrofas que
mencionamos contienen respectivamente 33 y 66 versos; y los diversos múltiplos
de 11 que allí encontramos tienen todos un valor simbólico particular (.) Lo cierto
es que el número 11 desempeñó un papel considerable en el simbolismo de algunas
organizaciones iniciáticas; y, en cuanto a sus múltiplos, recordaremos sólo esto:
22 es el número de las letras del alfabeto hebreo y se sabe cuál es su importancia
en la Cábala; 33 es el número de los años de la vida terrestre de Cristo, que vuelve
a hallarse en la edad simbólica del Rosa-Cruz masónico, y también en el número
de grados de la masonería escocesa; 66 es, en árabe, el valor numérico del nombre
de Alá. Sin duda es posible hallar aún otras semejanzas y relaciones. Además de
diversos significados que pueden vincularse con el número 11 y sus múltiplos, el
empleo que hace Dante constituye un verdadero 'signo de reconocimiento', en el
sentido estricto de esta expresión. Allí reside, según nuestra opinión, la razón de
las modificaciones que el Infierno experimentó después de su primera
redacción".51

Volviendo al Trívium, corresponde a la Luna la Gramática, a Mercurio la Lógica


y a Venus la Retórica. El segundo grupo lo conforman el Sol, al que corresponde
la Aritmética, a Marte la Música, a Júpiter la Geometría y a Saturno la Astronomía.
Guénon, refiriéndose a la primera Canzone de Dante, reconoce la herencia
pitagórica y se pregunta: "¿Y no es esta misma tradición, precisamente, la que
permite comprender el papel 'solar' atribuido a la aritmética, a la cual convierte en
el centro común de todas las demás ciencias, y también en las relaciones que unen
a éstas entre sí, especialmente a la música con la geometría, por el conocimiento
de las proporciones de las formas (que haya una aplicación directa en la
arquitectura), y con la astronomía, por el conocimiento de la armonía de las esferas
celestes?".52 Esta relación de todas las artes liberales entre sí se expresa
simbólicamente por el patronazgo común de Hermes. De éste dice lo siguiente
Federico González:
"Igualmente Hermes está vinculado con la música y el arte en general, pues es el
inventor de la lira que entrega a Apolo y está estrechamente emparentado con las
Musas, ya que sus tres primeras hermanas, en Delfos, personificaban las cuerdas
de ese instrumento. En efecto la música, cuyo origen es divino, está relacionada
con el plano intermedio, y es capaz de establecer vínculos entre la audición y el
Verbo, es decir entre lo que se oye y el soplo de lo inaudible".53

Todas estas artes estaban representadas en una escala, símbolo del Eje, y a cada
una de ellas se la ubicaba en un peldaño. Guénon explica que el símbolo de la
escala parece ser de origen caldeo y que llegó a Occidente junto con los Misterios
de Mitra (esta escala tenía 7 peldaños, formado cada uno por un metal diferente
que se hacía corresponder con los siete planetas). Esta misma escala aparece con
un significado idéntico en el simbolismo bíblico, en la escala de Jacob, la que une
la tierra con los cielos. Los Fieles de Amor la llamaban "Escala de Kadosh". Las
siete artes o ciencias estaban figuradas en los siete peldaños del banzo de izquierda
de la propia escala, en orden ascendente, y en el banzo de derecha estaban figuradas
las siete virtudes que descendían y se correspondían con las siete ciencias; la Fe
(Emunah) la ubicaban en el peldaño más alto, la que simbolizaba a la
misteriosa Fede Santa. El travesaño que corresponde a las ciencias puede
considerarse como ascendente, y el de las virtudes como descendente, como los
frutos que descienden cada vez que uno alcanza dicho grado de conocimiento;
estos dos travesaños simbolizan las dos corrientes cósmicas, una que asciende y
otra que desciende, las cuales están unidas por el eje verdadero, que es el
propiamente axial, que "no por ser invisible deja de constituir el elemento principal
del símbolo, aquel al cual todas las partes de éste deben ser referidas si se quiere
comprender cabalmente el significado de ellas".54

El Eje que Atraviesa los Tres Mundos

Guénon, refiriéndose a este Eje en la obra de Dante, dice: "El viaje de Dante se
cumple según el 'eje espiritual del mundo'. En efecto, sólo desde allí puede
encararse la totalidad de las cosas de modo permanente, porque se ha logrado
sustraerse al cambio y tener entonces una visión sintética y total."55

El Eje vertical es el "rayo divino", lo que está simbolizado también por el caduceo
de Hermes, cuya vara atraviesa los tres mundos, resolviendo las oposiciones
mediante la unión de los contrarios, idea de verticalidad donde todo es presente y
simultáneo, es decir, permanente y no transitorio. A propósito de este símbolo
Guénon expone: "Para explicar la formación del caduceo, se dice que Mercurio vio
dos serpientes que peleaban (figura del caos), y que las separó (distinción de los
contrarios) con una vara (determinación de un eje, según el cual se ordenará el caos
para convertirse en Cosmos), alrededor de la cual se enroscaron (equilibrio de las
dos fuerzas contrarias, que actúan simétricamente con respecto al 'eje del Mundo').
Hay que señalar también que el Caduceo (Kerukeion, insignia de heraldos), es
considerado como atributo característico de dos funciones complementarias de
Mercurio o Hermes; por una parte la de intérprete o mensajero de los dioses, y por
otra, la de 'psicopompo', que conduce los seres a través de sus cambios de estados,
o en los pasos de un ciclo de existencia a otro; estas dos funciones, en efecto,
corresponden respectivamente a los dos sentidos, descendente y ascendente, de las
corrientes representadas por las dos serpientes".56

Según Guénon estas dos fases son también lo que simbolizan respectivamente la
acción de las dos tendencias adversas y complementarias llamadas en la tradición
hindú sattwa, "tendencia ascendente, se refiere a los estados superiores y
luminosos, es decir a los Cielos" y tamas, "tendencia descendente, [se refiere] a
los estados inferiores y tenebrosos es decir, a los Infiernos".57 Estas tendencias o
gunas en realidad son tres, y son análogas a los tres mundos en que se divide toda
iniciación real, aunque no todas coincidan exactamente en sus denominaciones,
que para Dante, como ya hemos visto, son los Infiernos, el Purgatorio y los Cielos.
El tercer guna, llamado rajas, corresponde al mundo intermediario, el Purgatorio
en La Divina Comedia, llamado el "mundo del hombre" ya que sirve de punto de
partida, que como dice Guénon, podría ser representado por una extensión
horizontal "puesto que nuestro grado de existencia es considerado como término
de comparación y debe ser comprendido como un conglomerado de la Tierra y el
Purgatorio, es decir, del mundo corporal y del mundo psíquico".

Es necesario descender primero a los Infiernos, situados en el centro de la tierra,


es decir en su interior y que simbolizan las regiones más tenebrosas de nuestra
psiquis, para poder ascender a los Cielos, atravesando primero el mundo
intermediario o Purgatorio, que representa las pruebas iniciáticas, hasta arribar a
su cima donde Dante ubica el Paraíso terrestre y que corresponde al centro del
estado humano, simbolizado también por el corazón; es la recuperación del 'estado
edénico', lo que debe entenderse como el desarrollo completo del estado humano.
Es a partir de este punto que el hombre podrá elevarse por los estados superiores y
supra-humanos del ser. Dice Guénon: "En ese centro reside el equilibrio perfecto,
imagen de la inmutabilidad principial en el mundo manifestado. Allí se proyecta
el eje que vincula entre ellos a todos los estados, el 'rayo divino' que, en su sentido
ascendente, conduce directamente a esos estados superiores que se pretende
alcanzar".58

"Siempre y por todas partes, volvemos a encontrar pareja expresión simbólica de


dos fases complementarias que, en la iniciación verdadera o en la "Gran Obra"
hermética (lo que en el fondo no es sino una misma cosa), traducen esas mismas
leyes cíclicas, universalmente aplicables y en las cuales descansa según nuestro
criterio toda la construcción del poema de Dante".59

La "Gran Obra"

"Asciende de la Tierra al Cielo, desciende de nuevo a la Tierra,


y une los poderes de las cosas de arriba y de las de abajo.
De este modo poseerás la gloria del mundo entero
y toda oscuridad se alejará de ti"60

La Divina Comedia, como ya hemos visto reproduce el proceso mismo de la


iniciación, llamado en el Arte Alquímico "Gran Obra"; es el arte y la ciencia de
Hermes, alquimia espiritual, cuyos misterios han sido practicados y transmitidos
por sabios y filósofos desde el antiguo Egipto, fijándose históricamente en la Edad
Media y en el Renacimiento. Dicho testimonio refleja la importancia de este arte
como vehículo de realización espiritual ya que "su fin último y eterno, apunta a
superar la primera determinación, la del Fiat Lux, equiparable a la generación por
el Verbo, y por lo tanto a lo que está más allá de ella: el Silencio Primordial o la
Oscuridad Original".61 Es la parte operativa de la ciencia hermética, el "Arte
supremo de conocerse a sí mismo" siendo uno mismo el sujeto y el objeto de esta
ciencia, a través de un viaje de conocimiento en el que se opera una verdadera
transformación interior, y cuyo secreto está en "materializar el espíritu y
espiritualizar la materia", "solve et coagula", lo que está representado en la
tradición hindú por las dos fases de la respiración, en virtud de las leyes de la
analogía, separando lo espeso de lo sutil gracias al fuego de la pasión y del Amor.
Amor a la Verdad, posibilidad de vivir lo milagroso, de abrir el corazón a nuevas
posibilidades de ver, de ser, cada vez más profundas y reales; por ello, este viaje
implica un recorrido jerárquico que va de lo manifestado a lo inmanifestado, de la
multiplicidad a la Unidad, a lo Único. Esto está expresado por la transmutación de
los metales, los que se corresponden con los siete planetas, transmutación que se
opera en el interior del alma humana, proceso simbolizado por un athanor, u horno
alquímico, recipiente donde se cuecen, subliman, coagulan y fijan las energías,
gracias al fuego sutil de la pasión contenida, la que va purificando y
perfeccionando, pudiendo así renacer a las potencias y virtudes que el ser porta en
sí mismo y que van despertándose gradualmente, con paciencia y perseverancia;
análogo en la tradición hindú al despertar de los chakras. Todo este proceso supone
una verdadera concentración, "Ora et labora", muriendo a los aspectos inferiores
para renacer a los estados superiores del Ser. Se dice que es necesario que este
fuego del Amor se mantenga equilibrado para que no se apague, ni queme. El
adepto debe experimentar una 'conversión', es decir, una inversión con respecto al
estado del hombre ordinario que tiende hacia lo literal, lo múltiple y material. Por
tanto, es necesaria la previa intuición de que existen otras realidades que están aquí
y ahora y que son distintas de lo que nuestros sentidos, tan adormecidos, son
capaces de percibir. Todo este viaje no está exento de sacrificios y pruebas que el
iniciado tendrá que enfrentar y superar reconociendo primero que no sabe, ya que
la Verdad no ha sido inventada por el hombre, sino que ella es revelada y trasmitida
de generación en generación por las distintas doctrinas tradicionales; son sus
legados los que nos religan con nuestro verdadero origen. Por ello, lo primero que
debe experimentarse es la muerte; muerte al mundo profano, lo que
simultáneamente supone un segundo nacimiento; morir a las viejas concepciones
para renacer a un mundo nuevo. Esta muerte es análoga al viaje que realiza el alma
al país de los difuntos, y que refleja la máxima hermética V.I.T.R.I.O.L. (visita el
interior de la tierra y rectificando encontrarás la piedra oculta); la Piedra Filosofal
considerada como el "elixir de larga vida" y la "medicina universal", piedra que
corresponde en el simbolismo constructivo a la piedra angular.62

"¿No se ha dicho una y otra vez que debemos morir para renacer de nuevo, que el
cielo está al otro lado del Valle de las Tinieblas, valle del cual la muerte física es
simplemente un símbolo, y en el que el desamparado cadáver, atado de pies y
manos en su apretada mortaja, es simplemente una figura de la muerte en que
vivimos mientras sigamos confundiéndola con la vida?"63

También el Tarot, vehículo hermético que hoy en día está muy mal interpretado y
se utiliza solamente para fines puramente adivinatorios, encierra en sus arcanos
este conocimiento iniciático, el que promueve el despertar de la conciencia a
aquellos que meditan en el significado de sus símbolos. "Como se sabe, el código
simbólico del Tarot tiene orígenes medioevales (alquímicos, numerológicos,
cabalísticos, astrológicos), aunque no es sino la forma actualizada en su espacio y
en su tiempo que toma la tradición primordial para expresarse (.) En él se ordena
una cosmología completa, y constituye un modelo del universo, análogo al mismo,
construido con su misma estructura, de ahí el poder mágico e iniciático que se le
atribuye tradicionalmente."64 Así, Federico González nos habla de la carta XIII,
llamada la muerte, en estos términos: "En el proceso iniciático es necesario
experimentar en varios niveles la paradoja de vivir la muerte, muriendo a los
aspectos inferiores y renaciendo 'de arriba' a los estados superiores del ser. El
adepto piensa constantemente en ella, tomando conciencia de lo ilusorio de esta
vida transitoria, y sabiendo que en los misterios de la muerte están ocultos los de
la inmortalidad. Ella es una aliada que nos enseña a meditar en lo metafísico y en
lo trascendente; es regeneradora, y junto con la vida es nuestra verdadera
iniciadora. La idea de la muerte está ligada a la de resurrección, pues siempre
ocurre en un plano, terminando un ciclo y dando lugar a uno nuevo en otro nivel."65

En alquimia la obra está regida por tres principios: Azufre, Mercurio y Sal. El
Azufre representa el principio activo, masculino y solar (ígneo), el Mercurio el
principio pasivo, femenino y lunar y la Sal es el principio neutro, el que los une.
"Se necesita el fuego, llamado en Alquimia azufre, para que el mercurio sea
fecundado dando lugar al niño alquímico. Pero sin la presencia del mercurio ¿a
quién fecundaría el azufre? El ángel Gabriel anuncia a María y ella responde:
'Hágase en mí según tu palabra'. Sin esta aceptación tampoco el rito se
produciría."66

Quisiéramos concluir retomando las palabras de Guénon cuando señala que la


cadena tradicional que va de Pitágoras a Virgilio y de éste a Dante nunca se
quebró,67 a lo que nosotros podemos añadir que de Dante a Guénon, la cadena de
la tradición jamás se rompió en Occidente. De ello nosotros también estamos
convencidos.

NOTAS:
1
"Sólo el conocimiento permite salir de este mundo y de las limitaciones que le son inherentes
y, cuando alcanza lo inmutable, que es el caso del conocimiento principial o metafísico,
conocimiento por excelencia, él mismo posee la inmutabilidad, porque todo conocimiento
verdadero es esencialmente identificación con su objeto". René Guénon, La crisis del mundo
moderno, cap. III: "Conocimiento y acción". Ed. Obelisco, Barcelona 1982.

2
"En razón de la filiación directa por la cual todas las tradiciones regulares se religan en
definitiva a la tradición primordial, puede decirse que son, en relación a ésta, como otros
tantos retoños nacidos de un árbol único, aquel mismo que simboliza el 'Eje del Mundo',
situado en el centro del 'Paraíso terrestre', como es el caso de las leyendas de la Edad Media
donde se trata de diversos árboles nacidos del 'Árbol de la Vida'". R. Guénon, "Parole Perdue
et Mots Substitués" incluido en Etudes sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage, t. II,
Editions Traditionnelles, París 1986.

3
"Entendiendo aquí por doctrina a un corpus de enseñanza, esotérica, iniciática, que debe ser
reconocido para identificarse con el centro". René Guénon, La crisis del mundo moderno.

4
"La teoría de las cuatro edades de la humanidad se hace presente a la vez en la antigüedad
greco-romana, en los pueblos hindúes y en los de América Central." René Guénon, ibíd.

5
René Guénon, La crisis del mundo moderno, I: "La Edad Sombría".

6
"En el momento mismo de la caída Adán adquiere 'el conocimiento del bien y del mal'
(Génesis, III, 22) es decir, comienza a considerar todas las cosas según el aspecto de la
dualidad; la naturaleza dual del 'Árbol de la Ciencia' se le aparece cuando se encuentra
expulsado del lugar de la unidad primera, a la cual corresponde el 'Árbol de Vida'. Como
quiera que fuere, lo cierto es que, si la dualidad existe efectivamente en el ser, no puede ser
sino desde un punto de vista contingente y relativo; situándose desde otro punto de vista, más
profundo y esencial, o encarando al ser en el estado que corresponde a tal punto de vista, la
unidad de ese ser debe encontrarse restaurada". René Guénon, Símbolos Fundamentales de
la Ciencia Sagrada, cap. LXX: "Corazón y cerebro". Eudeba, Buenos Aires.

7
"El Centro es, ante todo, el origen, el punto de partida de todas las cosas; es el punto
principial, sin forma ni dimensiones, por lo tanto, indivisible y, por consiguiente, la única
imagen que pueda darse de La Unidad Primordial. De él, por su irradiación son producidas
todas las cosas, así como la Unidad produce todos los números sin que por ello su esencia
quede modificada o afectada en manera alguna". René Guénon, ibíd., cap. VIII: "La idea de
Centro en las Tradiciones Antiguas".

"El centro es el 'lugar' que corresponde propiamente al 'estado primordial', y además el centro
y el polo son en el fondo una sola y misma cosa, pues en esto se trata siempre del punto único
que permanece fijo e invariable en todas las revoluciones de la 'rueda del devenir'." René
Guénon, La Gran Tríada, cap. XXV: "La Ciudad de los Sauces". Ed. Obelisco, Barcelona
1986.

8
René Guénon, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LXIX: "El corazón
irradiante y el corazón en llamas".

9
René Guénon, ibíd., cap. LXX: "Corazón y cerebro".

René Guénon, Introducción General al estudio de las doctrinas Hindúes, 2ª parte, cap. VII:
10

"Simbolismo y antropomorfismo". Eds. CS, Buenos Aires 1991.

11
René Guénon, La metafísica oriental. Ed. Olañeta, Palma de Mallorca 1984.

Federico González, Hermetismo y Masonería, cap. I: "Los Libros Herméticos", pág. 25.
12

Kier, Buenos Aires 2001.

13
René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. I: "El sentido aparente y el sentido oculto",
pág. 7. Dédalo, Buenos Aires 1985.

14
ibíd. pág. 9.

15
ibíd., pág. 62.

René Guénon, Esoterismo Cristiano, cap. IV: "El lenguaje secreto de Dante y de 'Los Fieles
16

de Amor'", p. 62. Ed. Obelisco, Buenos Aires 1993.

17
René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. I: "El sentido aparente y el sentido oculto",
pág. 13-14.

18
ibíd. pág. 10.

19
ibíd. pág. 8.
20
René Guénon, Apreciaciones sobre la Iniciación, cap. XI: "Organizaciones iniciáticas y
sectas religiosas", p. 114. CS, Buenos Aires 1993.

21
René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. III: "Aproximaciones y similitudes masónicas
y herméticas", pág. 37.

22
C.E.S., página web.

23
René Guénon, Apreciaciones sobre la iniciación, cap. XLI: "Algunas consideraciones
sobre el hermetismo", pág. 396.

24
René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. V: "Viajes extra-terrestres en diferentes
tradiciones", pág. 68.

25
ibíd., cap. IV: "Dante y el rosacrucismo", pág. 55.

26
ibíd., cap. V ya citado, pág. 59.

27
ibíd., pág. 60.

Francisco Ariza,
28
"René Guénon y la Masonería". Revista SYMBOLOS Nº 9-10, pág.
226-7.

René Guénon, ibíd., cap. III: "Aproximaciones y similitudes masónicas y herméticas", pág.
29

30.

30
ibíd., pág. 32.

31
ibíd., pág. 34.

32
ibíd., pág. 41 (nota 34).

33
ibíd., cap. VIII: "Los ciclos cósmicos", pág. 95.

34
ibíd., cap. III: "Aproximaciones y similitudes masónicas y herméticas", pág. 25.

35
Federico González, Hermetismo y Masonería, cap. II: "Tradición Hermética y
Masonería", pág. 108.

René Guénon, Apreciaciones sobre la iniciación, cap. XXVII: "El Don de Lenguas", pág.
36

367.

37
ibíd. pág. 362.

38
ibíd. pág. 364.

39
René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. IV: "Dante y el Rosacrucismo", pág. 55.
40
"Es interesante considerar la sucesión de los siguientes datos: en 1307, Felipe el Hermoso
de acuerdo con Clemente V, toma prisionero y encarcela al Gran Maestro y los principales
dignatarios de la Orden del Temple (una cantidad de 72 personas, se afirma, y éste no deja
de ser un número simbólico). En 1308, Enrique de Luxemburgo es elegido Emperador; en
1312, la Orden del Temple, es oficialmente abolida y, en 1313, el Emperador Enrique VII
muere misteriosamente, sin duda envenenado. En 1314, se produce el suplicio de los
Templarios cuyo proceso se había iniciado siete años atrás. El mismo año el rey Felipe el
Hermoso y el Papa Clemente V mueren a su vez." Ibíd. cap. VII: "Los números simbólicos",
pág. 87 (n. 58).

41
René Guénon, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. VII: "El lenguaje de
los pájaros", pág. 48.

René Guénon, Esoterismo Cristiano, cap. IV: "El lenguaje secreto de Dante y 'Los Fieles
42

de Amor'", pág. 50.

43
ibíd. pág. 55 (nota 9).

René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. VIII: "Los ciclos cósmicos", pág. 110 (nota
44

84).

45
René Guénon, Esoterismo Cristiano, cap. IV ya citado, pág. 58.

46
René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. VI: "Los tres mundos", pág. 75 (nota 54).

47
René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. II: "La Fede Santa", pág. 20.

48
ibíd., pág. 21.

Fernando Trejos, "Notas sobre el número y el cuaternario". Revista SYMBOLOS Nº 21-


49

22, pág. 262.

50
Corpus Hermeticum. Asclepio, 13: "Discurso Iniciático".

51
René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. VII: "Los números simbólicos", pág. 85-86.

52
ibíd., cap. II: "La Fede Santa", pág. 23.

53
Federico González, Hermetismo y Masonería, Introducción, pág. 11.

René Guénon, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LIV: "El simbolismo
54

de la Escala", pág. 296.

55
René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. VIII: "Los ciclos cósmicos", pág. 104.

56
René Guénon, La Gran Tríada, cap. V, pág. 50 (nota 9).
57
René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. VI ya citado, pág. 77.

58
René Guénon, ibíd., cap. VIII ya citado, pág. 104.

59
Dante manifiesta un conocimiento de todas estas leyes cíclicas y de las aplicaciones a que
da lugar, Guénon demuestra cómo el poeta refleja este conocimiento en toda su obra,
señalando "su perfecto acuerdo con todas las doctrinas de Oriente" (ibíd. pág. 100). Lo mismo
que señala cuando dice: "Es indudable y cierto que en Dante hallamos un acuerdo perfecto
con las teorías hindúes de los mundos y de los ciclos cósmicos, aunque sin estar revestidas
de la forma característica de la formulación hindú" (ibíd., cap. V: "Viajes extra-terrestres...",
pág. 69).

60
Fragmento de La Tabla Esmeralda.

Federico González, Simbolismo y Arte, cap. V:


61
"Arte Alquímica", pág. 80. Ed. Symbolos,
Barcelona 1998.

Ver acerca de la piedra el artículo de Fernando Trejos del mismo título: "La Piedra", Revista
62

SYMBOLOS Nº 5.

Alan Watts, Conviértete en lo que eres, cap. V: "Tao y wu-wei", pág. 67. Ed. Oniro,
63

Barcelona 1998.

Federico González, La Rueda, una imagen simbólica del cosmos,


64
cap. V: "El Tarot", pág.
113. Ed. Symbolos, Barcelona 1986.

El Tarot de los Cabalistas, cap. V: "Los 78 Arcanos del Tarot. Los 22 Arcanos
65

mayores", pág. 100. Kier, Buenos Aires 1993.

66
id., Simbolismo y Arte, cap. V: "Arte Alquímica", pág. 90.

67
René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. II: "La Fede Santa", pág. 23.

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