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- Un breve comentario a modo de introducción

La hora de reposo, concedida al mediodía, había transcurrido ya


con largueza y los minutos corrían presurosos al encuentro de! ocaso,
mas Hiram Abif aún no se presentaba como era su costumbre, a
dirigir ¡as Sabores de construcción del Templo que el rey Salomón
ofrendaba a Jahveh, su dios y el de su pueblo.
La inquietud crispaba los rostros de los oficiales y se extendía con
la rapidez de las malas noticias a los obreros, al comprobarse que el
ilustre Maestro no se encontraba en su lugar habitual de descanso ni
en el de meditación, como tampoco en audiencia con el sabio rey,
Más contribuyó a aumentar el temor a una desgracia, manchones
de sangre hallados a la salida de la puerta norte del Templo, razón
por la cual, reunidos en su Cámara, los Maestros designaron nueve
de ellos para que, en grupos de a tres, se dirigieran ai sur, al oriente
y al occidente, con la misión expresa de agotar las investigaciones
hasta encontrar a Hiram Abif, ya fuere vivo o muerto.
Extenuados y con !a derrota en los rostros volvían sin noticias a!
sitio donde debían reunirse al cabo de nueve días; sólo el último que
regresaba les hizo saber que, no lejos de ahí, había encontrado un
sospechoso montículo de tierra al parecer recién movida y señalada
por una rama de acacia superpuesta, el que posiblemente pudiera
ocultar ¡o que tanto buscaban.
Llevada a efecto con éxito la indagación retornaron con el cadáver
a Jerusalén, sepultándole provisoriamente al norte del Templo,
cercano al lugar donde habría expirado.
Cabe hacer presente, para que no se piense que no hay
concordancia entre las diferentes partes que conforman la leyenda
hirámica a través de los Grados, que no se plantea una resurrección o
vuelta a la vida física de Hiram Abif con la aplicación de los cinco
puntos de la Maestría en la ceremonia de Exaltación del Tercer Grado.
Debemos entender que morir en lo que es inferior, para renacer en
una vida superior, es la lección fundamental de toda muerte
iniciática.
La Masonería no puede, ni lo hará nunca, proponer o enseñar
absurdos, ni aun escudándose en lo mítico. Por lo tanto no cabe
pensar en la resurrección de Hiram después que su carne estuvo
sometida al imperio de la muerte; la enseñanza importante que
deja entrever la leyenda es que, el valor intrínseco que se asigna al
ilustre artífice, puede prender en el Iniciado pasando a ser este
último como la prolongación hipostática de Hiram. Sin embargo no
hay que olvidar que, de acuerdo a la Palabra Sagrada que se le ha
entregado, el Maestro masón es el Hijo emanado de la Putrefacción,
de lo perecedero, pues la carne se desprende de los huesos; lo iluso-
rio vuelve a su antigua fuente de origen, sólo lo interior, lo real,
permanece.
Estos son los antecedentes como también la identificación del

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lugar, además del Templo mismo, donde actuará Jeroboam, el
aspirante a formar parte de los Maestros Secretos sucesores de
Hiram Abif, en un ritual que simboliza su conducta a seguir para
entrar en vital contacto con fuerzas o esencias de tal excelencia como
su Conciencia y su Yo Superior.
La atmósfera que enmarca el ceremonial en desarrollo, revela el
duelo que aflige a quienes fueron fieles colaboradores de Hiram en
sus trabajos: las paredes del Templo se hayan cubiertas de negros
cortinajes sembrados de lágrimas de plata; el trono de Salomón,
quien preside el valioso rito , tanto como los de sus asistentes,
Adonhíram y Azariah, están igualmente enlutados y sobre el de
Salomón se divisa su cetro, su espada, la llave de marfil y una corona
de laurel y olivo reservada al graduando, al centro del Templo está el
Altar de los Juramentos, sobre cuyo terciopelo, de fúnebre tono, se
ve solamente un triángulo de oro.
En el atrio, hacia el norte, se encuentra el Mausoleo provisorio del
Maestro. En el Templo, un poco más al oriente del Ara de los
Juramtim y rodeado por una balaustrada cuya puerta puede abrirla
solamente aquel que posea la llave de marfil, está ubicado el Altar
donde, en su oportunidad, se depositará la urna que atesora el
Corazón de Hiram.
Como una expresión de la divinidad dando mayor majestad al
acto iniciático, se contempla en el Oriente un Círculo celeste orillado
de oro con un triángulo inscrito, en cuyos lados, distribuidas, resaltan
las letras l-O-D y, dentro de este último, la Estrella Flamígera
luciendo un Ojo, pleno de significados, que brilla en su centro. Hacia
el sur del Ara reservada a la urna sagrada, se destaca el Arca de la
Alianza coronada por dos figuras simbólicas que se miran
mutuamente e iluminada por el candelabro de siete luces.
Este es el escenario donde es introducido Joroboam para su
aceptación y a quién se ve avanzar desvalido, a medio cegar por su
mandil de trabajo, apoyado en un Maestro y sosteniendo una
mortecina luz.
Es necesario, nuevamente, efectuar otro alcance en lo que
pareciera una incongruencia sobre las finalidades, simbólicamente
expresadas, de la Exaltación a este magisterio.
Se dice que el aspirante es un Maestro que se encuentra perdido
entre la Escuadra y el Compás y, al mismo tiempo, se asegura que
desea formar parte del cuadro de los sucesores de Hiram Abif. ¿No es
ingenuo conciliar la posibilidad de tal realización a quién se ve llegar,
torpe, en busca de un guía que le ayude a encontrar la verdadera
senda?
En realidad que la finalidad básica de este Grado es iniciar en el
Maestro Secreto la disciplina esotérica de la búsqueda de su
verdadero Ser Interior pero, al mismo tiempo, quien desea
contactarse con su Yo Superior en el centro de sí mismo, ha de poner
a su Conciencia, que es el guía espiritual que busca, en condiciones

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de Conocerlo virtualmente.
Es el Yo Superior una Verdad preconizada a través de los siglos
por ilustres pensadores a quienes seguimos admirados en su filosofía
que ha hecho grandes las civilizaciones de Oriente y Occidente:
Pitágoras, Sócrates, Kant, Berkeley, por nombrar algunos de tantos
cerebros ilustres, pero que se las desestimamos despectivamente en
lo referente a un consejo eterno: ¡Conócete a ti mismo!
Si queremos construir el Templo fraternal de la Humanidad,
debemos empezar, antes que nada, a construir nuestro Templo
interior,porque para conocer a nuestros semejantes y comprenderlos
cabalmente debemos conocernos primero a nosotros mismos y así
poderles sevir fiel y eficientemente.
Este es otro de los objetos de la Exaltación al IV Grado: hacer
realidad en nosotros el espíritu hirámico, nuestro Maestro Secreto, el
impulsor de nuestra Conciencia. Debemos en consecuencia
aconsejarnos por este guía, salir de la inconsciencia en que nos
debatimos cegados por lo ilusorio y vueltos al centro de nuestra
realidad en el centro equilibrante de la Escuadra y el Compás.
Este es pues el graduando, un Maestro Masón que, arrastrado
por los reflejos de la ilusión que riela en la periferia del conocimiento,
se ha apartado del punto neto de la realidad. El proceso de
reencontrar ese centro, de llegar al conocimiento de sí mismo, no se
obtiene sin antes buscar con sinceridad e interés los caminos que
hacia él le conduzcan. Es menester saber lo que se quiere para
conseguir lo que se desea.
El sólo hecho de la Exaltación que se le concede no lo hace
Maestro Secreto. Es necesario que a la vez estudie e investigue todo
lo concerniente al Grado en que ha sido recibido, único medio de
adentrarse íntimamente en su significado.
Cuanto más se medite sobre las profundas enseñanzas que el
Grado de Maestro Secreto entrega, no solamente a aquéllos que a él
pertenecen sino que igualmente a todos los miembros del
Escocesismo, más plenamente aceptaremos la importancia que tiene
para mejor concebir los Grados Filosóficos en general.
Su ceremonia de ingreso, que presenta un símil más o menos
aproximado a la de Iniciación en los Grados Azules, es la clave para
estudiar y practicar lo que significa el conocimiento del Ser Interior
como sendero más factible para avanzar hacia la perfectibilidad
gradual a que incita la Orden a sus adeptos.
Iguales puertas de sabiduría le pueden abrir la Kábala y el Tarot,
libros atribuidos a Enoch y a Mermes respectivamente, que son
claves que permiten ampliar las investigaciones y obtener respuestas
a nuestros Interrogantes filosóficos.
En semejante escala, aunque en distinta significación, se insinúa
la resolución esotérica de la "cuadratura del círculo", cuya íntima
relación con la simbólica centralización del Maestro, debe llamar a la
meditación porque es la llave que ofrece campos de gran valor
iniciático para los estudiosos.

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Mas, antes que nada, es imprescindible desprenderse de toda
índole Je prejuicios respecto a las enseñanzas por recibir; ellas están
basadas en las que se han insinuado desde el Grado de Aprendiz,
pues si bien es cierto que los tres Grados simbólicos constituyen y
encierran a la Masonería en esencia, no lo es menos que el
Escocesismo es un terreno maravilloso donde aquéllos pueden ser
estudiados en profundidad. Si hojeamos los distintos Manuales que
se nos ha entregado en los orados Simbólicos, veremos: 1} en el de
Aprendiz, comentarios sobre Alquimia, los Misterios y el Esoterismo e
insinuaciones al conocimiento del Tarot; 2) en el de Compañero,
nociones sobre la Meditación o Concentración, el conocimiento de sí
mismo , la distinción de ilusorio y real, el Tetragrama hebraico, etc.;
3) en el de Maestro, aparte de una mayor instrucción sobre las
materias anteriores, ofrece conceptos sobre el Zodíaco y el Árbol
Sephirothal.
No se pretende, entonces, traer a los Templos masónicos
enseñanzas ajenas a las ya estudiadas, sino en profundizar su
investigación como un medio de coadyuvar a la perfectibilidad en
realización y a hacer concreta una aspiración masónica expresada
en: Vivir es estar en constante aprendizaje.
Dicho lo anterior, entremos de lleno al estudio del Grado IV.

2.— El Maestro, entre la Escuadra y el compás


Caminante por la Vida, escudriñando todos los horizontes en afán
de descubrir el velado significado de ella que intuye, sin acertar
traducciones, el cual pareciera que ésta fuese entregando dadivosa a
quienes sin prejuicios lo investigan; caminante, que en largo vagar
ensayando senderos o cauces que permitan hacer llegar, desde lo
íntimo a su exterior, las más recónditas aspiraciones que siente latir,
a pesar del racionalismo que se ha introducido en el bagaje de
Iniciado que porta, el Maestro masón se presiente perdido entre el
Compás y la Escuadra sin poder amasar, en realidades, las ansias
idealistas que en su interior se formulan con voces sin ecos.
Es, quizá, la falacia de los sofismas que creó o que asimiló para
explicarse la existencia, y el engaño, hijo de la ignorancia, con que ha
rodeado sus sentidos envolviéndoles en espejismos e ilusiones, los
que han anulado su verdadera visión de esta conjugación permanente
de experiencias que llamamos vida, haciéndole equivocar un norte
apropiado y empujándole a errar, alternativamente, dentro de las
áreas de aquellos simbólicos instrumentos, entre la Sabiduría y la
Razón o la Comprensión y el Juicio, que son algunas de las
significaciones con que al Compás y a la Escuadra se les ha vestido
en Masonería.
En estas condiciones, a pesar de sus ojos y oídos, no puede
apreciar la diástole y sístole de la realidad y anheloso,
subconscientemente, por hallarse en el fiel del equilibrio de sus

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facultades, en relación a los esquemas filosóficos más inmediatos a
sus conocimientos, busca en la oscuridad de su ser el guía que espera
le conduzca a la Luz, esa Luz de Verdad, relativa para nuestras
limitaciones, que creyera hasta entonces poder encontrar es-
plendorosa en el mundo exterior.
La base trascendental de la ceremonia de Iniciación del Grado
radica en que ella se efectúa en el ambiente del esotérico siete (7),
tomando como centro el simbólico comienzo de la Maestría,
queriendo significar el reencuentro del graduando con su Ser Real, su
Yo Superior,
Recurramos a una construcción geométrica que nos ayude a
asimilar la sabiduría oculta en esta Exaltación.
Apoyándonos en el centro de una cruz (fig.1), describamos un
círculo cuyo radio sea 4/5 de la longitud de cualquiera de sus brazos
(la proporción más adecuada para la demostración); unamos los
puntos extremos exteriores de éstos y así obtener un cuadrado semi-
inscrito en el círculo; luego, tomando como base los tres ángulos
inferiores de dicho cuadrado tracemos en él una Escuadra y
sirvámosnos del superior como a'ngulo de un Compás que, abierto en
60°, descanse sobre la Escuadra en la posición ritual que señala al
Maestro.
Ahora bien, el eje de esa cruz, por ser equidistante de los vértices
de ambos instrumentos masónicos, es el Centro Vital o Centro Intimo
de equilibrio que buscamos y del cual parten confundidos con el
diámetro unitivo — o sea generados en su mismo seno — en
opuestas direcciones ha-ia los referidos vértices, dos radios vibrantes
de aquellos atributos en permanente desarrollo en el hombre —
Sabiduría y Razón, Intuición y Comprensión, etc. — y que, como
dichos atributos, no se anteponen ni se suman pero conforman un
todo. Estos radios — conceptos masónicos y eso-tfe.icos — integran
igualmente una verdad que es necesidad cósmica y principio
matemático, que dice: "todo ciclo o círculo se mide exactamente uon
un polígono de seis lados, igual cada uno al respectivo radio" (fig.2).
Así este último pasa a constituir un séptimo elemento interior con
relación al hexágono y, a la vez, patrón medicional para el Iniciado
que le hará posible investigar o intuir gradualmente los tesoros que
encierra Sabiduría y hacer uso mesurado de la Razón, camino hacia la
Maestría integral, realización plena del septenario.
No hay que perder de vista, además, otras concepciones iniciáticas
sobre la Escuadra y el Compás que inciden en las ideas que vamos
exponiendo y que, como las anteriores, debemos tener presente para
una más expedita traducción de la simbología del Grado.
El ángulo recto de la Escuadra, según ellas, significaría la fijeza,
estabilidad y aparente inexorabilidad de las leyes físicas que rigen en
el Occidente de la Logia o patria emblemática de la materia. Sus
brazos, permanentemente abiertos en 90°, alcanzan solamente a la
cuarta parte de la circunferencia, lo que equivaldría a señalar que a la
Razón no le es posible abarcar el Todo. Ahora bien, estos 90° de

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apertura de sus brazos nos permite, dando base al cuaternario del
cuadrado, intuir uno de los símbolos de la crucifixión: entre la vertical
de las aspiraciones de perfectibilidad que tratamos de realizar y la
horizontal de los apetitos que la inhiben. Sin embargo, es posible
liberarnos de esta limitación crucificadora rectificando y dirigiendo
hacia el Centro Interno todos los esfuerzos. El ángulo recto, por otra
parte, sería representativo de las luchas, contrastes y oposiciones
que juegan en el mundo sensible y de todas las desarmonías
exteriores que hay que enfrentar y resolver en la armonía que viene
del reconocimiento de la Unidad Interior. A su vez, el Compás sería
la imagen de este reconocimiento y de esa armonía que, al conjugar-
se con la Escuadra, se sobrepone al mundo objetivo por medio de la
comprensión de una Ley y de una Realidad Superior: la medida de
su ángulo, abierto simbólicamente en 60°, corresponde
filosóficamente con las de los ángulos del triángulo equilátero,
mostrando así al ternario superior dominando al cuaternario inferior,
o sea la vida espiritual sobre la material, una de las metas de la
Orden.
Este símbolo de la perfectibilidad, encarnado en el ternario sobre
el cuaternario, está representado más adelante en la posición del
graduando al colocar la urna que contiene el corazón de Hiram en el
Ara respectiva y en la Piedra Cúbica de Punta, que se estudia, esta
última, desde el Grado de Compañero y que está ya esbozado en el
mandil de Aprendiz. No hay que confundir ni se contradice este
símbolo con el significado esotérico de la 47a. proposición de
Euclides, más conocida como el teorema de Pitágoras.
La flexibilidad del Compás en la apertura de sus brazos, nos
enseñaría además que un medido uso de la Sabiduría es el medio
ideal para enfocar todos los problemas del hombre.
Consecuentemente, el Maestro perdido entre la Escuadra y el
Compás es aquél que ha alterado este equilibrio magistral, que se ha
descentrado de sí mismo absorbido por el encanto quimérico de un
racionalismo huérfano de apropiado discernimiento y de una razón
clara y necesariamente prudente, o atraído por las relumbrantes
especulaciones de un empíreo recargado de espejismos
espiritualistas; mas, así como su pérdida se produjo por haberse
dejado llevar a los acentos polarizantes de la Escuadra y del Compás,
igualmente puede volver a encontrarse en su centro si busca,
escarbando con sus propios medios, para descubrir el cuerpo de
Hiram en esa su tierra íntima y, alzando el místico Corazón del
Maestro, darle vida y alimento manteniendo y progresando en sus
aspiraciones espirituales. Tal pérdida o errabundez filosófica asume,
de esta manera, un realce vital al presentársela en constante
conjugación masónica, cual si su ocurrir fuese necesario para hacer
posible o habilitar la evolución interior del Iniciado.
A este respecto cabe llamar la atención que todas las ceremonias
masónicas - en especial las que asumen el carácter de iniciáticas —
están proyectadas para alcanzar el logro de diferentes finalidades de

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superación relacionadas con la especie humana y el medio total en
que el Iniciado se mueve, de las que mencionaremos, por ahora, tres
de su claves: 1) la ceremonia en sí misma que presenciamos,
cuyo objeto es hacernos pensar en el significado de los símbolos
puestos en juego e ir ejemplarizando con ellos normas de conducta
personales, que es conveniente encarnar en no-:otros para purificar y
perfectibilizar nuestra forma de vivir; 2) la que impacta
subjetivamente al Iniciado en el subconsciente, para que
busque y realice, en su interior, su unidad espiritual con la Esencia de
la cual procede, y 3) la que obtiene, de dichas ceremonias,
pautas de convivencia social, orientando al hombre no ya como
individuo sino en su suma total - grupo, pueblo, nación, y finalmente
Humanidad - a comprenderse, a amarse y a liberarse de todos los
obstáculos que achatan y difieren la evolución.
Consecuentes con lo anterior, el efecto a lograr con dichas
ceremonias se desenvuelve en dimensiones de espacio y tiempo
diferentes y, en lo que respecta al impacto anímico, ajenas a las
comunes conocidas, pues sincrónicamente se miran y observan en
este presente y en determinado lugar, agitan el pasado y se
proyectan de inmediato hacia un futuro de realizaciones. Solamente
comprendiendo este juego de escenarios materiales y subjetivos
simultáneos, entenderemos la fraseología iniciática de los rituales
masónicos y cómo ellos se enfocan, coexistentemente, en distintos
planos.
No nos debe extrañar, en consecuencia, que se repitan actitudes y
enseñanzas en espirales de evolución más avanzadas, en sucesión
cíclica.
así, como en similitud ahora, ese ya antiguo instante en que, por
vez primera, traspasamos los umbrales de la Orden.
En el ritual americano, el candidato a la Exaltación al Grado IV, lle-
va una venda negra transparente que le cubre también la frente y,
sobre ella, va una Escuadra argentada; en el nuestro el aspirante,
con su vista semivelada por el paramento de Maestro que le cubre
frente y ojos y alumbrado apenas por la titilante vela que lleva en su
mano izquierda, es como el desamparado recipiendario en la
Iniciación del 1er. Grado, distinguiéndole solamente su mandil y la
Escuadra que apoya a éste con su mano derecha ¡bella lección de
humildad que nos entrega la Masonería y que nos debiera hacer
meditar cuando orgullosamente pretendemos con nuestros febles
conocimientos merecer todo! ¡Somos eternos Aprendices y esta ce-
remonia hace bien el traerlo al recuerdo y remecernos la mente de
hombres débiles y pretéritos!

3.— En el Sepulcro de Hiram


Todo acto iniciático es, atendiendo a una de sus llaves más
importante de interpretación, el símbolo de nuestra propia existencia,

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en la cual la imagen o presencia de la Muerte — esa gran purificadora
- o las reflexiones que ella nos sugiera , pueden dar comienzo a una
vida nueva, que ojalá fuera una prístina forma de ser, brotando como
promisorio amanecer de positivas realizaciones.
La tradicional alegoría del sacrificio de Hiram en la que fuimos,
cada uno de nosotros, actor preeminente, lleva ahora al graduando—
y todos lo somos — a seguir su iniciático desarrollo en la simbólica
tumba de este grande y significativo personaje mítico.
Es en el recogimiento que prende en este fúnebre Santuario; es en
ese silencio que envuelve y acuna como madre solícita, que surge el
ambiente propicio para encarar las incógnitas que yacen en las más
íntimas preocupaciones, esperando esa invocación nuestra que tarde
o temprano habría de vibrar.
Ese es el papel que juega, precisamente, el ingreso del graduando
tu simbólico Mausoleo, espejo de nuestro mundo interior: ponerlo
frente a sí mismo, a su propia Conciencia para que, en ese silencio
augusto que es la túnica con que se viste la -Muerte, oiga la voz de
su Maestro Secreto y pueda establecer ese diálogo, único coloquio
que le abrirá el conocimiento hacia su verdadero Ser.
Es tal vez la presencia de la Muerte un fuerte incentivo que
impacta al hombre retornándolo a la realidad y es posible, que en esa
meditación que nace ante el misterio que la mente coge, caigan sus
falacias e ilusiones y se contemple intensamente.
No importa que el graduando se haya habituado en la vida, por el
ambiente en que sus actividades se conjugan, a ver morir al hombre,
o que su temperamento le haga mirar impertérrito a la pálida
mensajera del destino, porque a la Muerte no se le teme, se le
comprende; pero, si es sincero en ;>u actitud, la meditación a que
debe entregarse, si no se engaña a sí mismo o engaña a los demás
sobre la naturalidad de sus propósitos, le entregará dadivosa las
parcelas de verdad que su intelecto es capaz de captar.
Y es entonces que asoman, igual que los vegetales brotan
espontáneos en la tierra porque las semillas estaban ya latentes en
ella, los eternos gérmenes de lo que actualmente para nosotros
significan ocultos interrogantes o los vislumbres de todos aquellos
hitos pareados como opuestos, cuyas traducciones literales se
encuentran a la altura de nuestras particularísimas comprensiones:
¿Qué es la Muerte y la Vida; moral e inmoral; Bien y Mal o amor y
desamor?
¿Seremos, quizá, cada uno depositarios de una delegación natural
o acumulación sedimentaria de conocimientos? ¿Ellos han dormido al
lado o dentro de lo que vamos des- redescubriendo? ¿La Sabiduría y
lo que les porta en Conocimiento, es una revelación o una develación,
tomados estos términos en sus verdaderos alcances, de lo que
siempre fue en nosotros?
No debemos olvidar que somos la consecuencia en este presente
que a cada segundo es pasado porque mira constantemente hacia el
futu ro - de millones de años de evolución de la Humanidad, de

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padres a hijos, que ha ido dejando grabada en herencia, en esas
unidades de información que denominamos genes, la experiencia
imborrable de los siglos).
¿Es tal vez el propio Intimo quien entrega a nuestro libre albedrío
esas enseñanzas eternas, de las cuales hacemos muchas veces uso
indiscriminado o que dirigimos, otras, conscientemente hacia una
perfectibilidad constreñida, en ocasiones por el fuego de las pasiones?
Son todas las cosas que ya hemos observado y las interiores que
ahora asoman las que nos empiezan a impresionar; las que hacen
asomar, como floraciones de estrellas, las preguntas que siempre
estuvieron vibrando en nosotros, haciendo nacer las respuestas
recónditas que iluminan las ocultas profundidades de nuestro
inconsciente
Es una especie de desdoblamiento de la personalidad en el cual a
un "yo" inquiriente pareciera contestarle otro "yo" informante: ¿ es la
vida sólo una excepción e irregularidad a las leyes de la naturaleza o
es en cambio la armonía ordenadora de una Esencia Inteligente? ¿qué
significación tiene la presencia del hombre en ella? ¿La energía, que
anima a éste, es parte de esa Esencia y su Espíritu es inmortal o esa
energía es finible en él y desaparecen ambos con la muerte? Y los
inquisitivos interrogantes se suceden adentrándose, poco a poco, en
la temática del Secreto Ser. No es dable.'desde el primer instante,
alzar exitosamente los velos que cubren las motivaciones y
respuestas verdaderas a nuestras inquietudes filosóficas y poder leer
correctamente tras de ellos; es necesario, antes que nada, liberarnos
de las dudas que aún nos restan y así poder llegar a contactarnos, en
nuestro Centro Intimo, con ese Maestro Superior que nos hará
entrever retazos del significado de la Verdad ahuyentando las
tinieblas de nuestra ignorancia y comenzando a hacer
conscientemente audible la voz de la Conciencia, nuestra guiadora y
representante del verdadero Maestro Secreto interno o Hiram
encarnado en nosotros.
Es solamente en este Centro esencial de cada uno, tumba
aparente pero en verdad morada de nuestra Vida Superior, donde se
puede encontrar la mas auténtica traducción del real significado de
este Grado - y de los que le siguen, cual ciclos superpuestos trazados
en distintos espacios evolutivos que parecieran repetirse, pero
siempre más profundos y elevados dos estadios — pues la Verdad se
halla en nosotros mismos, siendo necesario buscar su esencia sin
prejuicios de ninguna clase o especie que puedan deformarla
aparentemente u ocultarla.

4. - Importancia de la búsqueda interior.

Cabe un corto paréntesis para efectuar algunas reflexiones que,


pareciendo salirse del tema, son atinentes al carácter o modalidad
que revistan nuestras indagaciones en lo esotérico.
Una cosa es la seriedad con que toda investigación debe realizarse

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para llegar a una conclusión final verdadera y, otra, el misticismo
lúgubre -que muchos piensan que es conveniente adoptar como un
ropaje adecuado de acuerdo con las circunstancias — o la frialdad
escéptica, que sirve de disfraz a un negativismo hijo de la ignorancia.
Ya hemos dicho que el Maestro masón se encuentra perdido
cuando se aparta de su centro, polarizando sus pensamientos.
Nada hay en estos estudios que nos prive de la sana alegría de la
existencia si nos dedicamos al mismo tiempo a estudiar e investigar,
ni se advierte en estas búsquedas aquello que nos pueda poner
adusto el ceño y helada la expresión del rostro.
El pensamiento filosófico religioso, que mal apellidáramos paganis-
mo por contraposición al cristianismo, parece que no desdeñó
alternar — sobre todo el órfico y los egregios sabios de su órbita —
las eruditas especulaciones con el gozo de sentirse vivir. Los
estudiosos esenios, de esotéricas investigaciones, no han dejado
memoria que gustaran vestir talares cubiertos de cenizas ni de abolir
las alegres fiestas rituales, alegría que, según
los Evangelios, Jesús prolongara en las bodas cananeas.
Todos los pares de opuestos, diseminados por doquier en la
vida,'son contrarios solamente como antípodas, pero las ricas gamas
que ¡rizan los ciclos o círculos de sus manifestaciones los unen y
confunden en la realidad de sus vibrantes expresiones.
Nada huele a sacristía en las leyendas y enseñanzas de la
Masonería ni en su método investigativo, y si a veces su lenguaje se
torna tétrico y asoma la Muerte sus negros crespones, más allá de los
linderos exteriores de sus símbolos encontramos la riqueza vital de
sus significaciones.
Cerrado este peregrino alcance, por la senda que él nos deja
abierta sigamos caminando por este Grado IV.
Hemos estado ya en contacto, en dos ocasiones anteriores, con la
imagen de la Muerte como simbólica enseñanza impactante ¡y en
realidad que ella lo es, no por el instintivo temor que nos conmueve
sino por los pensamientos que generan su presencia!
Al venir desde el mundo profano y contemplar en la Cámara de
Reflexiones esos despojos que emblemáticamente nos representan
cual si-éstos hubiesen pertenecido a alguien que como nosotros fue;
que tal vez vistió los mismos oropeles con los que nos engalanamos
para cubrir nuestra exigua realidad humana e iguales disfraces
disimuladores del intelectualismo que verdaderamente calzamos; al
palpar lo que solamente queda de la glorificación de nuestros
egoísmos y ambiciones, canta el amanecer de una humildad que va
prendiendo lentamente y avanzando con los días y de la que
recogeremos, después, excelsos frutos.
Más tarde, en el 3er. Grado, al sentir reptar en nuestro cuerpo el
escalofriante arrastrar del ataúd en que el ritual nos deja,
simbólicamente muertos y renacidos a la vez a la vida hirámica,
intuimos que nada perece, que todo es vida que se transforma o que
es devuelta como energía a las fuentes originales que por un lapso

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llenan nuestra ánfora, maravilloso continente de la Esencia actuante,
y concluimos que si la forma se disgrega en sus elementos
componentes es posible que permanezca, en cambio, ese Espíritu que
la animó y, como corolario de sus sueños, los Principios idealistas que
la sustentaron, acción y reacción de sus esfuerzos de perfectibilidad.
Ahora, de nuevo frente a su arcano, iluminados por la Luz de la
Conciencia que guía nuestros pasos, intuimos que la Muerte es sólo
una transición dentro de la Vida; que la existencia pareciera ser un
eterno suceder de ciclos Muerte-Vida, realidades nacidas la una de la
otra — el Ser y el No- Ser - alimentadas ambas por la Esencia
Suprema en un ir y venir ondas augustas de un mar infinito.
¡Cómo se agolpan de nuevo las tres preguntas que inicialmente
hiciéramos: de dónde venimos, qué somos, dónde vamos!
Es el momento cumbre en que el pensamiento debe ser encauzado
por la concentración mental para que no se disgregue escapándose
en todas direcciones, arrebatado por la loca imaginación y,
conservando su fuerza unitiva, pueda ser dirigido hacia el Centro de
Sabiduría.
Pensar, es enfocar el pensamiento identificándose con la cosa p
da; mas, el pensamiento no es la inteligencia, pero es el cauce que la
manifiesta; así como el cerebro, no siendo la idea, sí es la materia
en la cual ésta toma forma.
La fuente del pensamiento es la mente; mas, ésta es solamente la
fuerza que impulsa al cerebro a vibrar con los datos de que ha sido
depositario por siglos y que son las raíces que alimenta al
pensamiento, pero ella no es el Pensador sino el vehículo a través del
cual él crea. Sin embargo el Pensador no es el Inspirador, es sólo la
fase concreta de su Ser Intimo a quien ignora o no conoce.
Con el poder de la mente podemos concentrar el pensamiento en
ese Yo Superior e identificarnos, por tanto, con la Fuente Inspiradora,
retornando esta dualidad Hombre-Maestro Secreto a su primera
Unidad.
Esa identificación o unificación es la Unidad con el Todo: "En To
Pan" Ella nos abre las puertas a la fraternidad verdadera o del
espíritu pues, al recibir sus luces, comprenderemos que todos somos
parte de la Unidad Abstracta, sintiéndonos hermanos de cada ser y
participando en cada átomo creado.
Muchos de nuestros pensamientos pueden ser caminos que nos
conduzcan al descubrimiento y vivencia de esa Vida Superior, en la
misma forma que el pensar en belleza crea Belleza interior y meditar
con Amor abre las puertas del Amor.
Tal vez algunos rechazan escépticos la posibilidad de la Vida
espiritual — que no precisa, como ya dijéramos, la efigie enfermiza
de un santo de estampa o la relación irreal de un curriculum angelical
— pero no cabe negación de lo que no se ha experimentado y estimo
que estas disciplinas admiten su comprobación sin desconectarnos de
las realidades concretas. El mundo está enfermo de materialismo y
violencia, de dudas y de fanatismo, de negativismo y de adoración

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del Yo-individuo; la Orden nos está preparando constantemente para
vencer estas contingencias. Si el ingreso a ella fue aguijoneado por la
ostentación, acicateado por el aspecto negativo y castrado de la
curiosidad o luego nos enfermó el solapado egoísmo, estamos
inficionando sus templos; en cambio, si deseamos cooperar en su
lucha de redenciones, debemos evaluar las condiciones en que nos
encontramos y poder marchar a su lado, ciertos del valer alcanzado.
La voz íntima de la Conciencia nos lo dirá y guiará, pues ella es la
expresión de ese Maestro Interior que posee toda la sabiduría
y experiencia de siglos.

5.- El Divino Corazón o Centro Intimo

Cuéntannos los griegos que Dionisio, hijo de Zeus y por lo tanto


expresión de la divinidad en el mito, asesinado y despedazado por los
Titanes, representantes en la mitología de la apariencia destructora
de la naturaleza, sirvió a éstos de festín devorándole — pero,
genialidad de la alegoría — olvidan su corazón, que es rescatado por
Minerva, o sea, la Sabiduría constructiva redime el emblema de la
esencia central y permanente del principio divino de la Conciencia
permitiendo, así, que Dionisio renaciera en Yacho o Baco, como lo
fuera Osiris en Oro y cual debe serlo Hiram en todo Maestro Secreto.
Esta es la imagen simbólica que muestra esta bella ceremonia: Co-
razón que, expresión de la permanente vida, es alzado desde la
materia transitoria y desintegrabie por el graduando y depositado por
éste en la urna de metal noble - nuestro ser espiritual incorruptible -
que porta al separarse del monumento funerario de Hiram o cripta
que representa la ilusión de la naturaleza, para ingresar al Sanctum
Santorum o realidad de la Vida que hemos llegado a comprender por
el conocimiento del significado de la Muerte.
Ese graduando, que pareciera avanzar desde las tinieblas de un
apa rente aniquilamiento de la Conciencia, ingresando con firmes
pasos un «I territorio tangible o consciente de aquello que fue, es y
será — la existen cia toda — simboliza al hombre evolucionado, el
que necesita la Hum.mi dad para hacer posible su redención y espera
la Masonería su renacimiento tras de cada masón a fin de que
vivifique, en realidades, la autenticidad de los Principios en que nos
educa.
Es, también, el que ya ha comprendido el verdadero sentido de la
vida porque su Conciencia, ¡ncursionando en el triple mensaje de lo
ignoto, lo ha ido verificando: en el 1er. Grado, con su Cámara de
Reflexiones; en la Maestría, por la Cámara del Medio y, ahora, en el
Sepulcro de Hiram, grutas iniciáticas todas en el camino de las
realidades perfectibles.
La vida no puede ser traducible, únicamente, como reflejo o
reacción a los estímulos exteriores o impulsada exclusivamente por la
energía de las combinaciones físico-químicas, que ambos aspectos
son meramente efectos secundarios pero importantes de su

13
actividad. Es procedente y esencialmente iniciático considerarla,
también, como causada por la manifestación, desde dentro hacia
afuera, del Ser Interior, lo cual encamina a poner en evidencia la
esencia espiritual de ella.
Intuida así, es posible que la naturaleza permanente de su
Principio nazca a nuestra comprensión y, con ello, otro punto
identificatorio con la Unidad: la misma vida que anima el Universo
todo, es también expresada en nuestro ser y, por consiguiente, sería
él, igualmente, un templo viviente de la Vida Única.
La Conciencia, como verbo de exteriorización de ese Centro íntimo
o Maestro Secreto, nos impulsa a asimilar todos los mensajes y
sugerencias que nos envía ese simbólico Corazón, siempre recibiendo
la inspiración que la plena y la hace fecunda, transformándola en
conducto del Verbo en Esencia, como igualmente en ánfora de
nuestras aspiraciones.
La importancia de la Conciencia, para muchos de nosotros, es que
ella es más asequible a nuestros limitados medios y escépticos
razonamientos que otros conceptos menos concretos. La tiene en
gran medida pero, en cierto modo, aparece solamente como la
expresión de ese Maestro Secreto de que tanto hemos hablado;
sería la silenciosa voz que aprueba las acciones dignas que hemos
efectuado y reprueba los hechos contrarios a las normas éticas y
estéticas, aconsejándonos también en las dudas.

6.- Símbolos y numerología del Grado de Maestro Secreto


Muchas veces, quizá, nos habremos formulado la pregunta íntima
sobre qué o quiénes somos en realidad en relación a tanto símbolo
que se dice nos representa subjetivamente, como en igual forma
respecto a esa individualidad, que se piensa espiritual, que vendría a
ser este "yo" que examina y actúa, si algo más que materia existe
tras este organismo que es cada
uno de nosotros.
Los que tales inquietudes han acosado, es indudable que hemos
dirigido el enfoque de la mente hacia lo intrínseco del ser en busca de
respuestas, al mismo tiempo que agotábamos las posibles
significaciones
simbólicas.
De acuerdo con el lenguaje exotérico, Hiram es el constructor de
un templo ofrendado por Salomón a Jahveh, afirmación que, de
acuerdo a una de sus claves esotéricas, significaría que el Hombre,
guiado por Hiram — su Maestro Secreto — erige en su ser,
perfectibilizándose, un Santuario para la Esencia Universal de donde
procede. A la vez, con el material humano mejor logrado, construye
un Templo de Comprensión y de Amor para toda la Humanidad, a la
Gloria de la representación más sublime de la Esencia Suprema: el
Grande Arquitecto del Universo.
Por lo que respecta a ese Yo que piensa y actúa, y que distingue a
un hombre de sus semejantes, o sea que le es característico o

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personal durante su vida, es la Chispa Divina o Individualidad
Espiritual que fuera emanada desde la Suprema Energía, partícula
que es su reflejo o diversificación -lejano, pero no menos verdadero
— y a la Cual tiende a conjugarse en Unidad identificándose con el
Todo, hijo de Su Pensamiento.
El templo material donde esa conjugación se insinúa, o sea la
Logia en la que el Ritual que presenciamos y captamos se desarrolla,
está potencialmente pleno de la Presencia de esa Suprema Energía,
en símbolos y sugerencias que debemos develar para manifestarlos
en nosotros y por ende en el mundo que nos rodea, traduciéndolos
del idioma emblemático en que se encuentran expresados.
Es necesario dejar establecido, para una mayor claridad en ia
comprensión de estas facetas esotéricas, que Hiram no tiene
equivalencia ni identidad alguna con esta Chispa Espiritual individual,
constituyendo él, para cada uno de nosotros, solamente la expresión
de nuestros más altos ideales, significado a la vez, de lo que
entendemos por nuestro Guía o Maestro Secreto.
Al recibir de nuevo la Luz, física y simbólica del templo, lo primero
que nos impacta es el Círculo Celeste, representación del Universo en
sus aspectos material y espiritual y, que en tales apariencia, necesita
la continente concreción de la circunferencia, límite simbólico de lo
que el pensamiento humano puede ser capaz de concebir de la Obra
de esa Grandiosa Energía.
El mismo color celeste del Círculo nos estaría indicando que ya la
expresión hacia lo concreto de las fuerzas emanadas de la Esencia
Integral se ha efectuado, o sea nos señalaría, lo que puede decirse de
este noúmeno que no admite espacio ni tiempo en su traducción, que
simboliza el momento presente pues, de otra manera, el acento de lo
que ES yacería en un mundo sin orillas donde el Ser y el No-Ser,
conceptos que analizaremos más adelante, estarían latentes y la
obscuridad absoluta de la tinieblas invadiría el caos.
Observamos, igualmente, circunscrito en el área circular un
Triángulo equilátero o Delta, símbolo de la vida que salta a la
existencia involucionante - o si puede comprenderse, emanación
espiritual densificando los aspectos exteriores de sí misma para poder
evolucionar, posteriormente, en ese ambiente que llamamos materia
- y símbolo, a la vez, del Iniciado que dirige su evolución consciente
desde lo material hacia lo espiritual.
A cada lado de dicho Triángulo vemos las letras, que, unidas,
conforman la sílaba con que se inicia el Nombre impronunciable:
l-O-D, envolviendo en el silencio del misterio las sílabas restantes,
dando así a entender que nada más se entregará por ahora de la
suma de conocimientos, y que deberemos conquistar por nuestro
esfuerzo — como hasta aquí lo hemos efectuado — los que en el
futuro nos aguardan: modalidad gradual de la enseñanza masónica.
Esta disposición regular de cada letra alrededor de esa igualdad
geométrica, pareciera sugerir la enunciación de una relación
matemática entre lo que ES y el Hombre, su sombra agnóstica para

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los no Iniciados.
Al analizar ese Triángulo vemos, dentro de él, una Estrella
Flamígera y, en el centro de ella, un OJO que pareciera fijar su
mirada sobre el graduando, sin apartarla un instante.
Ya hemos dicho que el Triángulo representa al Iniciado en este
caso. La Estrella Flamígera, por consiguiente, a la Luz ideal
proveniente de su Ser Espiritual, iluminándole con claridad y
guiándole más libremente por la senda de perfectibilidad ya que el
graduando ha alcanzado la verdadera Maestría; por lo que respecta al
esotérico OJO — tratándose de un Iniciado el observador — simboliza
la propia visión creadora que manifiesta y expresa dicha Luz interior
— que correspondería al cósmico Fiat Lux— iluminando el caos de los
pensamientos, errores e ilus¡ones, orientando a! Iniciado hacia lo real
y elevado.
Llama poderosamente nuestra atención, al mismo tiempo, el altar
hacia el cual caminamos portando la urna de oro bajo la bóveda de
espadas con que nuestros Hermanos honran el simbólico triunfo
obtenido sobre las apariencias, acción espiritual que nos dispusimos a
afrontar coronados de laurel y olivo y decorados con los paramentos
del Grado. En realidad si hemos logrado trascender los misterios de la
Vida y de la Muerte y de su conocimiento Minerva ha registrado lo
que Sabiduría nos develara en las profundas meditaciones surgidas
junto a los mortales despojos de Hiram, sin que el miedo físico al
significado material del reverso de la medalla de la Vida nos
conturbara, merecidos son los laureles de la victoria y el olivo en-
trelazado por la paz que una inteligencia equilibrada nos depara, tal
cual lo proclama la corona que las sienes nos carga.
Seguimos nuestro camino avanzando bajo las espadas, que son
igualmente símbolos de Sabiduría-pero de aquélla que penetra por lo
patente e incontrovertible de la verdad que enseña o ya demostrada
por los hechos hacia el lugar, símil de nuestro altar interior, donde
mora la Concien cia. Nadie puede penetrar en él sino el propio
graduando, porque es el lugar íntimo en el cual ni el asomo de una
presión externa puede interferir el coloquio del Espíritu con el Maestro
Secreto.quién será el único que dictaminará sobre la ponderación de
las acciones realizadas o de los juicios que se deben emitir.
La prueba de su capacidad para sustraerse de dogmas, errores y
fanatismos que su calidad de Iniciado le da, la tiene en la llave que
muestra, como el único probadamente apto, al Guardián que espada
en mano, o sea en nombre de la Sabiduría libremente expresada, le
franquea el paso para su ingreso al Ara sagrada. La Sabiduría está
significada en muchas formas o ideas simbólicas; en cuanto a dicha
Llave, que nos indica la iluminada comprensión obtenida entre la
Escuadra y el Compás, es de marfil, materia que en todas las
tradiciones orientales representa a la Sabiduría.
Es absolutamente necesario, para ampliar la visión y entrelace de
los diferentes símbolos, enfocar ahora el de la Piedra Cúbica de
Punta, que representa la perfectibilidad progresiva del masón.

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No debe causarnos extrañeza este símil "piedra" con que la
Masonería e Instituciones esotéricas similares se refieren a la
naturaleza humana, si recordamos que en el trazado rectangular que
efectuaban los antiguos Iniciados para señalar, bajo el solo techado
de la bóveda estrellada, la delimitación de las primitivas Logias
utilizando piedras que adquirían, por tal motivo, la calidad de
sagradas, y si recordamos que, paralelamente, la Logia o Centro de
Logos representa en lenguaje simbólico al propio Hombre. Existen
numerosos pasajes, dentro de las Leyendas de las distintas filosofías
religiosas, que destacan este símil.
Hemos conocido como Aprendices el valor o grado axiológico
concedido a la Piedra Bruta; cual Compañeros, a apreciar el signado a
la Piedra Cúbica y, con la Maestría, a intuir el significado de la Piedra
Cúbica de Punta o Piramidal, todas ellas símbolos de nuestra
evolución iniciática.
El profano es una unidad potencial ignorante de sus posibilidades
las cuales, como Iniciado, comienza a poner en evidencia al lograr
penetrar en el Círculo Intimo de su ser — como fuera señalado al
comienzo de la presente exposición — transformándose así en unidad
positiva - activa y consciente cuyo centro es su propia Conciencia. De
esta manera el masón, por su gradual captación de la verdad relativa
que le es asequible, trasciende la Piedra Bruta de su naturaleza en la
Piedra Cúbica de sus realizaciones y ésta, a su vez, levantando su
centro hasta convertirlo en su propio vértice, en la Piedra Cúbica
Piramidal, abriendo, en consecuencia, los canales por donde
ascienden sus más altas aspiraciones o llegan hasta él las bellas y
sabias inspiraciones.
Por otra parte, al liberar el graduando el Corazón de Hiram de la
putrefacción de las pasiones y de las consideraciones materiales para
trasladarlo al Ara de sus más puras aspiraciones portándolo en la
Urna de Oro, vuelve a reproducir, en dicho Altar, la Piedra Cúbica de
Punta o Piramidal, pero ahora alzando este simbólico Corazón desde
la parte inferior de la Piedra de su naturaleza a la posición superior de
sus elevados pensamientos. Como seguimos observando, en todo
momento ia Masonería, por el empleo de Leyendas o de simbólicas
enseñanzas, impulsa a sus adeptos? una perfectibilidad creciente
como un medio de realizar, en cada uno de nosotros, el ambiente
idea! para encauzarnos en su cruzada de liberación de la Humanidad,
de los vicios, errores y fanatismo, no con fines egoístas o místicos
sino del más puro y bien entendido humanismo. Si ella recurre al
lenguaje de! símbolo, con preferencia a la exhortación directa, es
porque sabe que es conveniente y necesario despertar las reacciones
subjetivas que el símbolo impacta, por ser, éstas, duraderas y porque
ellas conforman un más auténtico ser individual que e! simple barniz
ético que constituye, en muchos, esa personalidad hija sólo de las
presiones morales.
Por esta razón continuaremos en e¡ análisis de símbolos que, una
vez develados los significados internos, por la sola fuerza de su

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energía iniciática impelen a la actuación positiva.
En este sentido adquiere capital importancia el que se refiere al
Arca de la Alianza, esa misma que durante el éxodo descansaba en ía
parte más extrema hacia el Oeste del Tabernáculo y que fue
finalmente colocada, en el Templo de Salomón, en el Sancta
Sanctorum.
Esta Arca, como su nombre lo indica, es representativa de esa
alianza o unión desde la Fuerzas Constructoras hacia las criaturas
hijas de Su Acento, así como la mítica arca navegante prohijaba los
gérmenes que darían continuación a la Vida, mientras le sonreía,
como eterna promesa, el irisado septenario, o como alumbra a los
Querubines, por sobre el sitial de la Misericordia, el Candelabro de
las Siete Luces, desde lejos y con Luz brillante, dando a entender al
Iniciado que la luz del conocimiento y de la razón le guía con
seguridad en su sendero evolutivo.
Esta sagrada Arca del Sancta Sanctorum, simbolizaba, además, en
la Iniciación hebrea, al Hombre en su máximo desarrollo, el cual es
argha o arca, igualmente, del Alma o Psique prisionera. El
Candelabro, a su vez, tiene el mismo valor simbólico del Triángulo de
Oro, única joya que se encuentra sobre el Ara donde depositamos la
Urna de Oro con el Corazón de Hiram.
Nos referiremos, ahora, a un Círculo especial, dentro de una serie
de símbolos que existen tácitos en otros. Círculo en el cual reina "el
caos por hallarse vacío de toda forma ordenada y definida; que es al
mismo tiempo negación y potencia! latente pero inmanifiesto y que,
como atribución de cualidades, debe considerarse la ausencia y valor
infinito de toda cualidad.
Así considerado, lo representan por igual, aritméticamente, el 0 y
el 1; algebraicamente lo identifican el + 1 y el —1; geométricamente,
o sea en sentido de espacio, es punto sin dimensión y espacio que
todo lo engendra y, enfocado desde la mecánica, es en una sola cosa:
la quietud absoluta y el movimiento en infinita rapidez.
Todos sabemos el valor que a la Numerología o Ciencia de los
Números le daba la filosofía pitagórica. Según ella, los números
tienen un poder que emana de su estirpe sagrada o mágica y servían
de base para explicar la constitución del Universo y el proceso de su
creación o formación.
La Ciencia moderna, aunque con diferentes métodos, ha llegado a
muy parecidas conclusiones, lo cual nos impide negar que la base
matemática del Universo sea un hecho indiscutible, reconocido y
probado, como tampoco la importancia que ello constituye para los
estudiosos del esoterismo.
En las antiguas cosmogonías, este símbolo del Cero o del Círculo
ya dicho, se expresa más concretamente como el Huevo Primordial,
vale decir el potencial latente inmanifiesto de la Vida Universal y de
toda producción creadora, en igual nivel que la Serpiente que se
muerde la cola, o sea el ciclo del Tiempo perpetuamente emanado y
devorado por la Eternidad, o Saturno engulliendo a sus hijos que

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nacen.
Se ha efectuado esta digresión con el objeto de ir empalmando
otros símbolos o significados que tienen importancia en la
comprensión del esoterismo del Hombre Interior.
El símbolo del Círculo con el caos en su seno y que equivale, como
ya dijéramos, al cero, pasa a transformarse, con un punto en su
centro, en el emblema hermético del Sol y del Principio de la Vida, de
la Luz y de la Conciencia; es el Huevo con el germen, o sea el centro
o Principio Vital y Consciente de todo universo y de manifestación
individual.
Tiene también significación fálica pues representa,
horizontalmente la unión de los Principios Masculino y Femenino, o
sea el principio activo de la irradiación y penetración — el centro del
círculo y el poder activo de la fuerza serpentina - y el principio de
absorción, pasivo en su recepción— el espacio del círculo que recibe.
Como materialmente el punto en el Círculo es una sección gráfica
del lingan yoni —la representación del órgano masculino dentro del
femenino— esta semblanza generó equivocadamente, por la
incomprensión del alto mensaje contenido, cultos religiosos de los
órganos sexuales cuyos ritos degeneraron en orgías.
El punto en medio del Círculo nos hace pasar desde el 0, que
simboliza el aspecto negativo del Ser, a la Unidad de su expresión
activa y creadora, manifestando con ello la multiplicidad y diversidad
aparente de las cosas o formas contingentes.
Principio y fin de la Iniciación es reconocer la Unidad Interior en la
diversidad y multiplicidad exterior. El punto en el centro del círculo
simboliza también el OJO divino; este reconocimiento se efectúa, de
consiguiente, abriendo ese Ojo interior a la realidad que nos brinda el
Maestro Secreto.
El número 1 es la línea o fuerza vertical descendente, por lo cual
es emblema del Poder de la Unidad o Luz Cósmica que, al caer a su
manifestación, se expresa como actividad creadora emanando de sí
todas las demás cifras o sephirot y números, combinaciones de cifras
o I u.-i/.r, Primordiales.
Además de ser, esotéricamente, el verdadero Logos o Demiurgo
creador, es el Principio del Orden y de la Armonía, expresándose él
en todo caos manifestando la unidad latente en capacidad
unificadora.
Partiendo de la línea o rayo primordial, encontramos en los
números 2, 3, 4, y 5 las manifestaciones dual, ternaria y cuaternaria
de la naturaleza llegando con el 5 hasta el Hombre, en el que se
expresa la inteligencia y la razón. Con el número 6, entra en acción
un principio superior a la razón humana: el Genio individual,
simbolizado por la letra "G" que muestra el centro de la Estrella y que
contribuye a desarrollar el sexto sentido interior de la Conciencia. La
letra "G", el Ojo y el Yod, son distintos aspectos de una misma cosa:
el Divino Centro Creador que es punto omnipresente, omnisciente y
omnipotente.

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Continuando con los números 7, 8 y 9, ellos caracterizan las
sucesivas etapas iniciáticas simbólicamente indicadas por la
exaltación al Magisterio masónico, llegando así al 10 o sea
nuevamente a la línea vertical o 1, que corresponde con el punto de
partida.
La Década tiene su expresión mágica en la Tetraktis pitagórica. Es-
te hermoso símbolo de la Esencia Creadora, que formula la suma de
los números 1+2+3+4= 10 significa, iniciáticamente, que para llegar
a la comprensión del Universo hay que sumar e integrar el estudio y
penetración de los cuatro primeros números: la Mónada, la Diada, la
Tríada y la Tetrada.
La Tetraktis se figura como un triángulo equilátero en cuyo ángulo
superior se intuye la Unidad, indicada por un punto; le siguen dos
puntos; más abajo tres y, en la base, cuatro. El significado oculto de
esta distribución es: vemos como el Todo deriva de la Unidad; se
expresa a través de la Dualidad; se manifiesta en la Trinidad y se
realiza en el Cuaternario. De esta manera la Tetraktis viene a ser
idéntica al Tetragrama, letras o signos que constituyen el Nombre
Sagrado.
Al número once se le ha concedido un carácter muy misterioso,
aun de potencia mágica, que se le atribuiría dado que está compuesto
del 5 y del 6 que son cifras del Microcosmos y del Macrocosmos,
respectivamente, amén de sus otras combinaciones, característica
que nos revela el "Libro del Maestro" de Oswald Wirth.
En lo que se refiere al doce, se dice de él que corresponde a la
división más antigua y natural del círculo: dos diámetros que se
cortan en ángulos rectos y cuatro arcos que, con una longitud igual a
la del radio de la respectiva circunferencia, se trazan, estos últimos,
haciendo centro en los extremos libres de los diámetros.
Aplicando esta división al círculo celeste astronómico, se
determinan, como es lógico, doce espacios iguales, que son los que el
sol recorre anualmente en su aparente movimiento geocéntrico,
dando así origen al duodenario zodiacal, de muy importante
simbolismo relacionado con el año, prototipo de todos los ciclos, de
las fases de la vida humana y de la propia Iniciación.

7.— Acentos zodiacales

En los misterios de Ceres, el Iniciado era sometido a pruebas que


semejaban el destino que debe afrontar la semilla confiada a la
caricia transmutadora de la tierra y a la influencia solar, teniendo que
soportar el encadenamiento de metamorfosis cuyo resultado es la
revolución circular de la vida.
Basados en la Table de Esmeralda, de Hermes el Trimegisto, que
establece una igualdad para todos los acaeceres del Macrocosmos y
del Microcosmos — o de sus similares a escala cosmogónica — los
antiguos instructores establecieron analogías, como lo indica el
referido Wirth en el mencionado libro, entre los signos del Zodíaco y

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las partes del cuerpo del hombre.
Estudiosos investigadores esotéricos conceden gran antigüedad al
Zodíaco, otorgándole no menos de 3.700 años A. de C. Sin embargo,
el famoso Zodíaco, del templo de Déndera, en Egipto, acusaría, de
acuerdo a sus inscripciones, una construcción que se remontaría por
sobre 90.000 años de existencia.
En efecto, si consideramos el signo zodiacal esculpido como
ingreso del sol y conociendo que el movimiento retrógrado llamado
precesión do los equinoccios equivale aproximadamente a 50,2" de
grado anuales, se totaliza una vuelta completa a la eclíptica en
25.765 años terráqueos o sea un año solar. Ahora bien, de acuerdo al
signo zodiacal en que el sol actualmente se encuentra, se estima que
se han producido poco más de 3,5 revoluciones a la eclíptica desde la
lejanísima época señalada en el Zodíaco de Déndera.
Los datos anteriores, expuestos solamente a título informativo,
nos permiten meditar sobre la pequeñez humana a pesar de
Protágoras. De todas maneras, aunque ignoremos el origen del
Zodíaco y su significado, haciendo totalmente a un lado cualquier
intención especulativa, nos atrevemos a pensar que, el cuidado con
que se ha conservado esta ciencia a través de los siglos y su
incidencia en otras disciplinas esotéricas, le revisten de jna misteriosa
importancia que es conveniente investigar, especialmente en lo que
se refiere a! hombre y su avanzar en el sendero de la perfectibilidad,
que es la preocupación central de este Grado IV.

8.-- Alquimia y Magia

Alquimia.— Nada o casi nada ha llegado hasta nuestros días de lo


que fuera este antiguo aspecto de esa Ciencia de la Edad Medía; sus
teorías, son escasamente entendidas y comprendidas y menos, aún,
sus prácticas laborales.
Para la gran mayoría de los hombres de su época, sus actividades
encubrían a tontos o embusteros si es que en realidad se
preocupaban en descubrir la síntesis del oro. Sin embargo, para
algunos de sus ilustres contemporáneos , como Paracelso, Dionisio
Zacarías y Rogelio Bacon, aunque no concordantes en su definición
de la Alquimia coincidían en respetarlos por su dedicación a la
investigación, y Pernety, uno de los escasos modernos a quien le ha
preocupado el tema, ha reconocido dos clases de Alquimia. la
verdadera y la falsa.
Esta última clasificación calza para todas las ciencias antiguas;
paro es que la charlatanería ha metido siempre sus manos en todas
partes, incluso actualmente.
Los alquimistas sentaron, como principio fundamental, la unidad
de la materia. Ellos llamaron a la evolución de ésta, provocada
experimentalmente: proyección; al agente cooperante: polvo de
proyección o piedra filosofal, y, al resultado de esta evolución:
transmutación, o sea que un cuerpo simple se convierte en otro

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cuerpo simple, con propiedades físicas y químicas radicalmente
diferentes.
Esta operación es la que los alquimistas llamaron Magnum Opus,
Gran Obra, y ella fue el objeto de sus estudios y el fin que
persiguieron todos los filósofos.
Masónicamente considerada, esta Gran Obra es la Opera Magna
que realiza la Orden en cada uno de nosotros, haciéndonos pasar por
todas las fases alquímicas, simbólicamente, hasta lograr transmutar
el ordinario o vulgar material profano en el esplendente oro del
adepto que ha vencido en su trayectoria hacia la perfectibilidad.
No obstante, debemos tener perfectamente claro que, en este pro-
ceso transmutativo, no tiene mayor influencia nuestra permanencia
pasiva en la Institución si no ponemos a disposición de ella nuestra
voluntad e interés en colaborar activamente en su trascendental
misión.
Magia.— Cada vez que oíamos hablar de magia se nos venía a la
mente la relación de aquellos fenómenos que llamábamos
sobrenaturales y que escuchábamos dibujándosenos una leve sonrisa
burlona de incredulidad, o bien con un ligero estremecimiento
nervioso que nos encarrujaba a milésimas la epidermis, o con los ojos
abiertos maravillados y soñadores cuando se trataba, en este último
caso, de aquellos inolvidables cuentos de la infancia.
Sin embargo nada hay de sobrenatural en ella, pues esa palabra
no tiene cabida sino en la ignorancia, en la superstición, o en las
mentes inmaduras. Su método es el aprovechamiento de todo lo que
ha existido y permanecerá en la naturaleza, porque es su esencia:
fuerzas, radiaciones, energía en fin en tantos aspectos, que
conocemos algunos, sospechamos otros y desconocernos los más,
pero que están en nuestro ambiente, alrededor, o fuera de él.
Son del mismo tipo de aquellos que nos han permitido realizar las
brujerías modernas, como el teléfono, televisión, rayos láser, rayos X.
y que en tiempos no muy lejanos nos habría costado la inquisición y
la hoguera.
La misma energía, pero de tipo quizá más sutil, es la que anima
los fenómenos psíquicos, parapsicológicos, de mediumnidad, etc., u
otros aún sin apellido científico. Hay que desconfiar, sí, de los
embaucadores que, como ya hemos dicho, arman sus tramoyas para
dejar abismados a los incautos.
En nuestro medio, la Masonería, hacemos también magia y la
efectuamos en la Iniciación masónica de profanos o en las de
aumentos de Grados: realizamos la invocación: "A la Gloria del Gran
Arquitecto del Universo"; la declaración del poder que nos asiste para
llevar a efecto el acto: "y en virtud de los poderes de que estoy
investido" y, finalmente, ponemos en práctica todo un magno
ceremonial mágico: espadas que forman un condensador de energías
y otra que da los respectivos "golpes misteriosos".
Nuestras tenidas habituales, son igualmente actos mágicos que se
inician con el golpe de mallete y el llamado a la concentración para

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acumular ías fuerzas positivas que estructurarán lo magistral del
trabajo a realizar: "Silencio en Logia", atmósfera de energías o
radiación ambiental que hay que dispersar palmeando, después del
ofrecimiento de la cadena de unión formada.
S¡ conociéramos todos los masones el significado y fuerza de
nuestras ceremonias y nos obligáramos voluntariamente a efectuarlas
en las debidas condiciones, que de efectos maravillosos — porque la
traducción de magia es maravilla - obtendríamos y cómo cambiaría
más positivamente nuestro comportamiento.
Investiguemos, analicemos, el significado de los rituales de alta
magia que se desarrollan dentro de círculos mágicos o
acomodamiento condicionado en el limitado terreno de los horizontes
naturales del operador; los aromas precisos a emplear; las
invocaciones correspondientes y en las oportunidades debidas; la
espada, pentáculos o talismanes empleados. Si así procediéramos, a
lo mejor nos encontramos ante la resolución de fenómenos que se
desarrollan dentro de lo natural y que no sospechábamos o no
conocíamos.

9.— El Árbol de los Sephiroth y la realidad Cosmos-Hombre

Al hablar de cero y de cifra no habíamos dicho todavía que ambas


palabras tienen la misma etimología, derivando del semítico sefer;
queríamos llegar a otros valores, también cifrados, designados
Sephiroth y a cuya distribución axiológica se le conoce como Árbol
Sephirothal que los Iniciados identifican con el Árbol de la Vida.
El Tetragrama o Gran Palabra envuelve, en lo que representa
integralmente, todo el Árbol de los Sephiroth, desde Kether a
Malkuth. No puede designar, ni intrínsecamente, a Aquello que, por
Ser la Raíz de lo que fue, es y será, lo es también de la esencia del
Tetragrama, siendo dicha Gran Palabra, y el Árbol Sephirothal que
ella contiene, emanados desde la esencia Innominada.
Otz Chaim o Árbol de la Vida es un jeroglífico, un símbolo com-
puesto que tiene por objeto representar al Cosmos en su integridad
y, a la vez, al alma humana en relación con Aquél. Debemos decir,
que el singular de Sephiroth es Sephira.
Las potencias de este símbolo podrían considerárselas, empleando
un símil que acerque su comprensión a nuestra mente, como la
eclosión de la necesidad de manifestarse de esta Energía Suprema
Innominada o cual la esencia o noúmeno de Su Conciencia, esencia
que hace que estos Sephiroth sean Centros de Fuerzas que actúan en
distintos planos: espiritual, mental, etérico y físico - por nombrar a
los más asequibles a nuestro actual estado evolutivo - tanto del
Microcosmos que es nuestro ser como del Macrocosmos en su
grandiosa totalidad.
El Universo vendría a ser - dicho muy antropomórficamente en
relación a la Suprema Esencia, lo que no cabe ni lejanamente en ¡o
que Ella significa - como el Pensamiento de la Mente Divina que los

23
Sephirots proyectarían en formas, en sus distintos planos.
De esta manera, el Árbol de la Vida sería representación <l<; l.j
•.un bélica materia de la Conciencia Suprema, merced a cuya sutil y
grtduil concretización el Universo vino y sigue llegando a la
existencia.
Hay otros conceptos que, para una más fácil comprensión de lai
ma terias que vamos exponiendo, conviene aclarar, lo cual iremos
haciendo g medida que ellos se presenten, correspondiendonos, por
el momento, in iicar que realidad es la que intuímos con la
palabra "manifestación"
La voz creación produce las imágenes de alguien que es el ser que
crea y, al mismo tiempo, la de la cosa creada en ese acto, o sea es
una palabra que trae imágenes que pertenecen al plano de los seres
y de las cosas Concretas, al mundo de lo tangible. La manifestación,
en cambio, aunque al final se llega a una forma, ya sea espiritual,
mental, etérica o física, no es un acto caprichoso en que intervenga la
voluntad de hacer o de dejar de realizar en cualquier momento.
Manifestar, es el aparecer del poder que producirá la realización,
como una necesidad ineludible, como una necesidad reglada,
actuando conforme a una ley, pero teniendo la necesidad y la ley el
mismo origen generador y siendo uno con él.
La necesidad de realizar o realizarse en la manifestación, es
fluyente, es, en un símil gráfico, como la fuerza que hace ascender la
savia en Primavera, porque es Primavera, hasta la yema de una rosa;
plenar la yema de energía y encender las fuerzas que esperan para
transformarla en botón y, finalmente, en flor hermosa, airosa y
perfumada, en un manar de acaece-res segundo a segundo.
La Cabala no concibe un Universo creado etapa por etapa sino en
diferentes fases de manifestación, evolucionando unas de otras cual
si los Sephiroth - sus corrientes de realización en esa sutil graduación
de concretización ya mencionada - cual si los Sephiroth fueran vasos
que una vez plenos de realizaciones, se van desbordando en el que le
sigue. Cada Sephira contiene las posibilidades propias y la totalidad
de Aquéllos que de El parten en ordenación axiológica en el Árbol;
pero desarrolla solamente las que Le corresponden, manteniendo las
precedentes como el reflejo de una tonalidad y, en latencia, las de los
que en pos de El vienen.
Antes de seguir adelante y para comprender — intuir diría
preferentemente — el significado de las Formas Superiores de la
Existencia, es necesario explicar qué debe entenderse por lo que los
esoteristas llaman Existencia Negativa.
Hay ideas que no son asequibles en todo su alcance para el total
de las mentes - y digo en todo su alcance, porque los pensamientos
de algunos van más adentro que los de otros en captar su significado
— y esto es natural.
Al tratar de comunicar dichas ideas, las palabras quedan nada más
que en palabras, pues los símiles que se emplean no generan
adecuadamente la impresión subjetiva que se desea provocar y hay

24
que recurrir a ciertas modalidades condicionadas que nos permiten un
enfoque, de esas ideas, más abordable, como aquélla de! cristal
ahumado de que echábamos mano para observar un eclipse de sol,
proporcinándonos un velo aceptable que nos permitiera mirar el
fenómeno.
Muchos filósofos han planteado sus sistemas teniendo un margen
con el Absoluto, pero la mente humana no puede definir ni captar lo
Absoluto. Otros declaran que el Absoluto es y debe ser incognoscible.
Nosotros pensaremos que el Absoluto solamente puede ser
desconocido para el estado norma! de conciencia humana, más, si
colocamos un velo en el punto preciso en que nuestro
desenvolvimiento evolutivo nos permita comprender, superado ese
trazo avanzaremos en el terreno filosófico que habíamos dejado
conscientemente vedado o transitoriamente inexistente, volviendo a
situar el velo detrás del trazo recién conquistado.
S¡ aceptamos los velos de la Existencia Negativa como convencio-
nes necesarias, podremos intuir la naturaleza del Cosmos que se nos
escabulle por las limitaciones humanas y no por lo cósmico en sí
mismo. Igualmente se nos empezará a hacer factible que el origen de
las cosas es inexplicable en términos filosóficos pues, por mucho que
avancemos en ¡a búsqueda de los orígenes de lo ya manifestado,
siempre surgirá ante nuestro pensamiento una existencia precedente.
Son estos velos condicionados para el intelecto los que nos
permiten, interceptando el espacio radiante que nos separa de los
primitivos principios, obtener un fondo de intuición sobre el cual
divisemos la Causa Prlmera.
Más allá de Ella, se dilatan tres Velos — como planos de
Inmanifestación o Existencia Negativa — cuyas denominaciones
corresponden a: "Ein", Negatividad; "Ein Soph", lo Ilimitado, y "Ein
Soph Aur", la Luz Ilimitada.
Los Sephiroth son Esferas de Luz que emanan, por estadios
sucesivos, de la Causa Primera que, ahora ya ¡remos comprendiendo,
no es Orí-gen sin raíces sino la Primera Apariencia en el Plano de la
Manifestación.
Es conveniente dar desde ya sus Nombres, Aceptaciones y
Nombres Divinos en vez de hacerlo a medida de que los vayamos
enfocando, pues los Sephiroth no Son seres sino estados de
existencia y Su actuación energética es en conjunto y en dimensiones
de espacio y tiempo diferentes a las nuestras.
El ppimero es Kether. La Corona.- Nombre divino Eheieh: "Yo Soy
El que Soy".- Le sigue Chomah. Sabiduría. Nombre divino Yejovah
(Jehovah).- El tercero es Binah. Entendimiento. Nombre divino: Yejo-
vah Elohim.— Cuarto Sephirah: Chesed. Misericordia. Nombre divino:
El.— Quinto, Geburah. Fuerza, Severidad. Nombre divino: Elohim Ge-
bor.— Sexto, Tiphareth. La Belleza. Nombre divino: El Tetragrama.
Aloath Va Daath.— Sétimo, Netzach. Victoria. Nombre divino:
Yejovah Tzabaoth.— Octavo, Hod. La Gloria. Nombre divino: Elohim
Tzaboath. Noveno Yesod. El Fundamento. Nombre divino: Shaddai el

25
Chai.— Décimo Sephira: Malkuth. El Reino. Nombre divino: Adonai
Malekj o Adonai ja Aretz.
El ideograma en que se les ubica consta de tres pilares o
columnas: una central y dos laterales. La de la derecha se denomina
Misericordia y representa la energía positiva-masculina; la situada a
la izquierda lleva como nombre Rigor o Severidad y es de carácter
negativo-femenino. Ambas fuerzas están neutralizadas o controladas
por la columna central cuya designación es Equilibrio, (fig. 3). En los
pilares laterales se expresa la polaridad.
En este jeroglífico la polaridad significa, especialmente, el tipo de
energía positivo-masculino y negativo-femenino que particulariza a
¡as columnas y que les da la calidad de tal a los respectivos
Sephiroth. Los aspectos activo y pasivo que adquieren Ellos,
dependen de la conducta que observan en relación al Sephira anterior
o posterior que envía o recibe la energía que recibe el nombre de
descenso del Poder.
El afluir incesante de la fuerza emanada de la fuente de toda ener-
gía,'que es el Gran Innominado, sigue su camino cambiando su
acento de nivel a otro hasta llegar a Malkuth — pues la Suprema
Esencia procede por presión — como en un descenso de una esfera
de alta presión a otra de presión más baja, entendiéndose los
términos alta y baja en sentido relativo. Recordemos que toda esfera
de energía, cualquiera que ella sea, siempre tiene que estar
estimulada por el influjo de una energía más elevada que aumenta su
Dresión inferior.
Para asimilar más fácilmente este descenso del Poder y conocer, al
mismo tiempo, la ubicación de los Sephiroth en el Árbol,
designaremos a la columna central con el No.1, a la de la derecha con
el No.2 y, con el No.3, al pilar de la izquierda. Kether se encuentra en
la cúspide del pilar central, bajo los tres velos de la Existencia
Negativa. De El baja en flamante rayo la Energía a Chomah, situado
en el No.2 y de Este pasa a Binah, a Su mismo nivel en el No.3. La
línea de Poder baja de Binah a Chesed, ubicado en el pilar No.2 y de
El pasa a Geburah, situado enfrente Suyo en el No.3, descendiendo
de ahí a Tiphareth, situado en el centro de la columna No.1. De
Tiphareth desciende a Netzach en la No.2, Sephira del cual pasa a
Hod, enfrente Suyo en la No.3. De Hod desciende a Yesod, situado en
el pilar No.1 y de Este baja, en el mismo pilar, a Malkuth, Esfera que,
en ciertos aspectos, se encuentra ya en el ambiente del mundo
físico, (ver fig. 3).
La energía que pasa a Chomah, desde Kether, se torna en pasiva
respecto a Kether, pero en activa en relación a Binah, la cual desde
Binah es pasiva respecto a Chomah pero activa en relación a Chesed.
En Chesed es activa respecto a Geburah, y así sucesivamente.
Un Sephira aislado no puede ser considerado funcional. La función
necesita siempre de un par de opuestos, de donde resulta un tercer
término por medio del cual se establece el equilibrio; este tercer
término es funcional y se puede expresar, entre otros, con el símbolo

26
padre-madre hijo
Kether, Binah y Chomah son llamados los Tres Supremos y COnstl
tuyen un Triángulo que recibe, precisamente ese nombre, el cual
eleva su vértice, presidido por Kether, hacia la Sublime Perfección
Desconocida, Fuente de toda Luz, Núcleo de toda Existencia.
Separando este Triángulo, de los que le siguen, se encuentra lo
que se ha dado en llamar el Gran Abismo, Velo de significación
ignota, (fig.4).
Tal es la razón por la cual a veces se habla, solamente, de siete
Sephiroth, contándolos a partir desde Chesed a Malkuth.
El segundo, llamado Triángulo Etico, tiene su base direccionada
hacia el Abismo, igual que el anterior, pero su vértice invertido con
relación a Kether. Lo componen Chesed, Geburah y Tiphareth. Detrás
de Tiphareth, separándolo de su compañeros se extiende,
atravesando el Árbol, i'aroketh o el Velo de! Templo, análogo; en
plano inferior, al ya indicado Abismo. Hay que hacer notar que
Tiphareth es la Esfera más elevada a que puede llegar en sus
meditaciones la conciencia humana normal.
El tercer Triángulo, llamado Mágico, tiene igual orientación, que el
anterior. Está constituido por Netzach, Hod y Yesod. Si recordamos
los atributos de estos Sephiroth, encontramos una bella insinuación.
Malkuth no está solitario, pero no forma parte del Triángulo Má-
gico. Sin embargo dicho Triángulo y Malkuth reciben el nombre de
Sephiroth Inferiores, porque son los Sephiroth de la forma, o sea de
la energía que sólo puede liberarse con la destrucción que la muerte
genera.
El Árbol Sephiróthico está expresado en cada uno de los aspectos
de la vida, en cada acción, en cada significación esotérica de los
números, desde la Unidad al Todo.
Veamos ahora las características de los distintos Sephiroth y el
juego de sus influencias entre Sí y respecto al esquema universal.
Kether es, pues, la Causa Primera o la Primera Apariencia de la
manifestación que empieza a insinuarse. Emanación de la Esencia
Suprema velada por la Existencia Negativa, Kether es la cristalización
del más próximo de los Velos y, por lo tanto, la iniciación y el límite
de lo conocido do que nos viene desde lo Incognoscible; sin embargo,
es el Malkuth de la Esencia Desconocida.
En Kether están latentes los opuestos porque aún no ¡>d produce
la diversidad. Es la Unidad en Sí misma, la cifra Uno, el Yod que
empieza a fecundar el Círculo.
Kether es un punto formulándose en el espacio. De acuerdo con
Euclídes: un punto tiene posición pero no dimensión. Si el punto se
mueve en el espacio genera la línea: la inercia dinámica mantenida
por el flujo de energía que llega presionando desde más allá de los
Velos del No-Ser, hace posible que en esa línea de energía se
diversifique Kether en Chomah y Binah, siendo Chomah la primera
emanación de Kether.
Cada fase de la evolución comienza a insinuarse al romperse la

27
estabilidad existente, hasta que obedeciendo la presión de las fuerzas
organizadoras, se recupera el equilibrio. Este juego de acción y
reacción tiene períodos inconmensurables.
Chomah se identifica como un Sephira dinámico de modo que lejos
de ser un acumulador de la energía fluyente, es su conductor. Por lo
tanto, Chomah no es un Sephira organizador sino el Gran Estimulador
del Universo. Binah recibe de El su emanación pasando a ser, por
díversifiración, el primero de los Sephiroth organizadores y
estabilizadores.
Chomah y Binah son los arquetipos positivo y negativo; la primera
pareja de opuestos; ia Masculinidad y Femineidad primordiales; por
tal razón a Chomah se le llama el Padre de la Manifestación y, a
Binah, la Madre Suprema.
Ambos Sephiroth constituyen la Fuerza y la Forma, siendo la forma
la disciplina de la fuerza. De este Par de Opuestos Primarios surgen
los Pilares del Universo, entre estos aspectos bipolares se empieza a
tejer el velo de la Vida.
Además podemos recalcar que Chomah es, genuinamente, un sím-
bolo primario o positivo; la virilidad es una forma de la fuerza
dinámica, así como la feminidad es una forma de energía estática,
latente, potencial, hasta que se le imparte el estímulo necesario.
Esta simbolización sexual, sin embargo, representa solamente una
parte y no el todo de este par de opuestos y, aun esa parte, no es
sexo como lo entendemos. Incluso la forma sexual que se ve en la
Naturaleza es mucho más pura y verdadera que el formulismo ético
impregnado de tabúes e hipocresía que conocemos o de
exageraciones sexualoides que han degenerado su sagrado concepto.
De esta manera, la materia tiene su raíz primordial en Binah, pero
el pleno desenvolvimiento efe ella se produce sólo en Malkuth. En
cuanto a Chomah, que ha sido llamado por el Sepher Yetzirah la
Inteligencia Iluminadora, además de indicarnos que es el Verbo
Creador o Jehovah ordenando "Hágase la Luz", estas ideas le dan el
concepto de vida animadora, de espíritu que ilumina, puesto que la
fuerza dinámica de la vida es espíritu.
Este primer Triángulo es una representación de las fuerzas creado-
ras de la sustancia del Universo; el segundo, la representación de las
fuerzas que gobiernan la vida evolucionante; en cuanto al tercero,
corresponde a la creación de las formas.
Todos los Sephiroth con un Sephira a su nivel, en el Árbol de la
Vida, constituyen, con Ese, una pareja de opuestos. Así lo son Chesed
y Geburah, Netzach y Hod.
Chesed es el Creador Mental, representa la formulación de la idea
arquetípica. Simboliza la inteligencia receptiva y es la concreción de
lo abstracto. Cuando el principio ideal que forma la raíz de una
actividad 18 inicia en nuestra mente, operamos en la esfera de
Chesed.
Esta Sephira es anabólico, constructivo. Organiza y preserva cuan-
to genera Chomah. Por su carácter concretizante de lo abstracto, es

28
el Padre de lo genial en lo humano. Emanado de Binah, que es
Sephira pasivo, origina a su vez a Geburah, Sephirah catabólico en el
sentido de liberador de fuerza activa.
Si bien es cierto que, por este carácter catabólico, se podría con-
cebir a Geburah destructivo y aparecer como el Mal oponiéndose al
Bien, es conveniente saber que sus atributos adicionales son: "Din"
(la Justicia) y "Pachad" (el Temor); por lo cual se entiende que no es
el Enemigo, el Adversario de que habla la Escritura, sino la condición
que busca establecí equilibrio. Es la Ley de Acción y Reacción en
juego Tiphareth, el sexto Sephirah, es el punto de transmutación
entre los planos de energía; por el lugar que ocupa en el Árbol
Sephirothal, lo hace el Centro del Equilibrio.
Es conveniente recalcar que los Sephiroth son estados de
manifestación, o sea, empleando una expresión más asible a
nosotros, estados de existencia, no debiendo nunca entenderse como
seres. Asi considerados, es posible entenderlos actuando en
diferentes planos.
De esta manera, los cuatro Sephiroth, cuya ubicación diagramática
los sitúa por debajo de Tiphareth, representan la personalidad o el
"yo" inferior; los cuatro, que inmediatamente le preceden, encarnan a
la individualidad o "Yo Superior", siendo Kether la Chispa Oivina, el
punto central mismo de la manifestación. Por esta razón, Tiphareth
no debe ser jamás considerado como factor aislado, sino como lazo
de unión, como centro de transmisión. En el Árbol subjetivo, o sea en
el de cada uno de nosotros, los Sephiroth actúan como factores da
conciencia.
Nos debe hacer meditar que Tiphareth recibe de los cabalistas el
nombre de Shemesh o Esfera del Sol. Si consideramos que éste es el
centro de nuesta existencia y bienestar; que su luz desempeña un
papel vital en el metabolismo y nutrición de ¡as plantas, sentiremos lo
relacionado que todo se encuentra con él.
Si buscáramos como simbolizar al sol, entre los minerales,
escogeríamos el oro: metal puro e incorruptible. Para los alquimistas,
este mismo símbolo oro-sol indica la transmutación del hombre
común en el Iniciado que asciende a la perfectibilidad, quemando, en
el atanor de sus experiencias, las impurezas de su condición.
Tiphareth es, por esta razón, el reflejo de Kether. No olvidemos que
Tiphareth tiene su acento en el plexo solar.
A Netzach y a Hod es más fácil comprenderlos comparándolos,
pues como opuestos complementan su acción. Netzach es de la
esfera de Venus; Hod de la de Mercurio. El primero aparece
ejerciendo tuición sobre los instintos y emociones; Hod, sobre lo
mental concreto. El material de energía de Netzach se aprecia, en
dichos aspectos, como relativamente libre, limitado sólo por
contornos extremadamente fluidos. Hod indica, por su parte, las
primeras formas netamente definidas y durables, aunque de
estructura muy tenue. Netzach, en lo que se refiere a los instintos es
básico, surgiendo de éstos, en su esencia no intelectualizada, los

29
reflejos apropiados: los labios de un niño succionan cuanto se les
ofrece.
En nuestro árbol subjetivo, los emblemas que empleamos para
extrovertir nuestras íntimas vivencias nacen de la atmósfera de
Netzach. Sin embargo, el lenguaje no está suficientemente
evolucionado para expresarlos y, a pesar de que se estima al
Castellano como uno de los idiomas mal ricos, no lo es tanto, dado
que en muchas ocasiones debemos usar símiles, no muy afortunados
para exponer lo que late en el pensamiento, sin que se beneficie
mayormente la claridad conceptual.
Por esta razón, cuando se trata de develar símbolos que la
intuición h„ desentrañado, su traducción aparece velada por la
ausencia de palabra! precisas para la entrega de estos frutos de ¡a
intuición: la elevada representación de la Vida Única., que yace en
Tiphareth en Luz Blanca, es apreciada como irisada gama en Netzach.
Es interesante .anotar que, en las esferas Sephirothicas, la
radiación de la conciencia humana ejerce cierta influencia,
proporcional a la mayor o menor individualidad de la gente, al punto
que, partiendo de Netzach y Hod, su ambiente se va alterando. La
conciencia, cuyo dominio es Malkuth, es conciencia de formas,
nacidas en las experiencias de las sensaciones físicas o de otro tipo.
La esfera de Malkuth, afectada por dichas influencias, refleja sus
condiciones en Hod y Netzach y, aun, en Tiphareth, aunque en mucho
menor grado, verbigracia: los líderes positivos o negativos de la
especie humana, por el sentido de fuerza que representa su voluntad
que conquista y dirige a grupos o masas de hombres, contribuye en
mayor proporción que las mentes de otros hombres.
Es posible observar, a través de la historia en lo que respecta al
pasado, o recapitulando, en este presente de nuestras vidas, la
veracidad de estas afirmaciones, que el propósito intrínseco de los
actos humanos tiene repercusiones de trascendencia, que ahora
sabemos de alcances cósmicos qenerando y modificando el hoy y el
mañana. Esto nos debe hacer pensar y pesar como es de conveniente
que, el camino de nuestra perfectibilidad, término por ausencia de
espiritualidad: todo lo existente, aun a riesgo de parecer panteísta,
está pleno de la Esencia Divina.
Siempre está presente la segunda proposición de la Tabla de
Esmeralda de Hermes: "Como es arriba es abajo". Ella es de
aplicación en el Árbol de la Vida, tanto en lo que se refiere a su
aspecto Cósmico como al Subjetivo, ya que los Sephiroth tienen su
contraparte en el hombre, desde Kether a Malkuth, lo que será
explicado en el Compendio que se prepara exclusivamente sobre
Cabala.
Por ahora diremos que, así como el Universo está regido por Su
Conciencia — el Triángulo de los Tres Supremos - la compleja alma
humana debe estarlo por su dios." el Espíritu del hombre. El Yo
Superior debe dirigir y dominar su universo a objeto de impedir que
se produzcan desequilibrios energéticos, o los reyes de Edom del

30
Árbol de la Vida. Muchos se preguntarán la razón de que se haya
incluido, en este Compendio de difusión esotérica del Grado IV, las
presentes nociones sobre la Cabala, pero es necesario disponer de
todos los elementos indispensables para realizar en nuestro interior el
total despertar del Yo Superior, ya iniciado en el Grado de Aprendiz y,
una vez lograda esta misión personal, conjugar esa Fuerza interna
con las Fuerzas Superiores que lo llevarán a buscar su identificación
con la Esencia Suprema.
Los Sephiroth son esos puntos de enlace para alcanzar esa Gran
Comprensión; de su conocimiento, tanto como de la profundización
en Su estudio, depende el avance en la perfectibilidad que cada uno
puede alcanzar.
Antes de terminar este capítulo, recordemos las tres letras
inscritas en el Círculo celeste del Grado: l-O-D. Generándose en
Kether, enciende en cada Sephira características propias y,
descendiendo hasta Malkuth, encarna al progenitor de poetas, de
músicos, de escultores y de los genios de todas las Artes, incluso de
la Política y de la Guerra; es el l-O-D que ilumina el rostro de los
Mesías, de los soñadores, de los enamorados; es la Fuerza que
alienta el espíritu del Progreso, de la Libertad, de la búsqueda del pan
cotidiano para el hogar y que plena los senos de las madres con leche
nutricia; es Llama que arde en los investigadores y en los sabios; es,
en fin, lo que alimenta la vida de un extremo al otro del dilatado Uni-
verso; pero puede, a la vez, engendrar todo lo que induce al odio, al
error, al fanatismo, a la ambición bastarda, a la lucha fratricida, a
todos los desequilibrios energéticos que conducen al caos de la
Desgracia.
10.— El libro de Hermes
La leyenda recuerda al Taro o Rota como una de las claves más
completas de las enseñanzas esotéricas dejadas por Hermes el
Trismegisto, a la posteridad de investigadores, en el documento más
original que se conozca: un mazo de naipes entregados a un pueblo
nómade, (los bohemios o gitanos) para su entretenimiento y la
consecución del sustento, por la práctica adivinatoria que éste les
haci'a posible.
Nunca se estableció el tesoro oculto que portaba ese simplísimo
juego oracular, entregado a las manos de un pueblo sencillo y
exageradamente respetuoso de sus tradiciones y costumbres, y como
tal se conservó a través de los siglos sin variaciones, llevando escrito
solamente para los Iniciados el intrínseco mensaje que se le había
confiado.
Escrito en 78 páginas o tarjetas, las 22 primeras están
íntimamente relacionadas con las 22 letras del alfabeto hebreo y con
las combinaciones de la Cabala, en forma tal que es necesario ser un
investigador muy acucioso para ir interpretando cada una de sus
ocultas enseñanzas, de las cuales estimo no han sido en su totalidad
develadas.
No es posible ni puede abocarse este Compendio a efectuar un

31
examen cabal del Tarot y, los escasos conocimientos que poseemos,
serán entregados a medida de las necesidades y de acuerdo con las
exigen-cías de los Grados que alcancemos a comentar. Daremos, sí,
la bibliografía que haga asequible al estudioso esta cautivante
disciplina.
Debemos expresar, con absoluta sinceridad y basados en la
experiencia, que quien dedique algo de su tiempo a abrirse camino en
este agreste terreno, irá palpando, a medida de su avance, como se
resuelven los problemas planteados en las tres viejas interrogantes:
"qué somos"; "de dónde venimos", "hacia dónde vamos".
Os servirán de mucho para ello: "El Tarot de los Bohemios", de
Papus; "Dogma y Ritual de Alta Magia", "El Libro de los Esplendores",
ambos de Elipphas Levy; "La Esfinge Develada" del Dr. Adolfo Weiss;
"Los misterios de la Kábala", de Elias Gewurz; "La Clave del Zohar",
de Albert Jounet; "La Kábala Mística", de Dion Fortune, y "Estudios de
Orientalismo", del Dr. José A. Alvarez de Peralta. Otros libros llegarán
en la ocasión precisa a vuestras manos; otros guías aparecerán en
vuestro camino, siempre que no desmayéis en la empresa; pero
estad siempre ciertos He que si ponéis en práctica la
recomendaciones que se nos dieron en la Noche de Iniciación, el
sendero será más fácil: "Pedid y os darán"; "Golpead y os
abrirán","Buscad y encontrareis".

11.— Semántica de las palabras del Grado.

Así como se ha realizado en las páginas anteriores un cierto


análisis semántico de los símbolos, se entrega, a continuación, una
síntesis semántica de las palabras del Grado.
El nombre Inefable cuya pronunciación era desconocida, salvo
para el Sumo Sacerdote, da en el nombre de su primera letra la
Palabra Sagrada del Grado de Maestro Secreto.
IOD es una fonema que, en hebreo, significa mano y cuyas letras,
que separadamente se encuentra dispuestas alrededor del Triángulo
inscrito en el Círculo Celeste del Cuarto Grado, tienen distintas
valoraciones semánticas.
La I, por su valor numérico 10, corresponde con la décima lámina
del Tarot,"La Rueda de la Fortuna", ¡a cual gira sobre un eje y encima
de la cual se encuentra la Esfinge que aprisiona entre sus garras de
león, una espada, mientras que a la derecha está Hermanubis, genio
dei bien en posición ascendente, y a la izquierda, Typhon, genio del
mal, en actitud descendente.
Dos ideas principales manifiesta este arcano: la primera, de
mando, de supremacía; la segunda, de duración, del eterno conjugar
del Tiempo. La primera queda expresada por el temario: Hermanubis
o positivo, Typhon o negativo, la Esfinge o equilibrio dominante; la
segunda por la rueda, cuya circunferencia carece de comienzo y de
fin: símbolo de !a eternidad.
La O, el nombre de esta letra — H:ayin o ayin - se traducía por

32
Ojo, además de las significaciones rueda o sol. Expresa efectivamente
el mismo jeroglífico que la letra Vau, el Ojo, pero en vez de
manifestarlo espiritualmente, permitiéndonos recibir la luz
inspiradora, es ahora el signo del sentido material.
Corresponde al décimo sexto arcano del Tarot, "La Casa de Dios",
lámina que representa una torre cuyas almenas han sido destruidas
por el rayo y desde donde caen dos hombre, uno coronado y el otro
sin corona. Es el mundo invisible o espiritual encarnándose en el
visible o material. Figura la caída de Adán en la materia.
La D, la Deleth es la cuarta letra de los abecedarios fenicio y
hebreo, recibiendo en ambos el mismo nombre e igual significado de
puerta, refiriéndose a las puertas triangulares que cerraban las
tiendas de los antiguos pueblos nómades.
Corresponde a la cuarta lámina del Tarot, "El Emperador, que
representa a un hombre sentado, de perfil, sus piernas en cruz, y
sosteniendo en la mano derecha el cetro simbólico de la generación o
de Venus.
La posible interpretación que cabría es la del ingreso del hombre,
por el cauce de la puerta triangular de las realizaciones: querer,
saber, poder, a dirigir el mundo de la concreción material donde
ahora puede generar lo que ya tiene creación.
En resumen, este fonema IOD que con sus letras rodea el
Triángulo, que en este caso representa al Iniciado, nos habla de los
mundos divinos, de la emanación y de la generación que corresponde
al Hombre como Espíritu-Alma-Cuerpo.
Jehovah.- No es posible que a la Palabra Sagrada de este Grado
se le de el carácter de sustitutiva de Jehovah, pues IOD se
compenetra, desde Kether, con la Causa Primera y se encuentra,
además, resaltante u oculto en todos los nombres de las Esferas del
Árbol Sephirothal, en cambio Jehovah, en el aspecto de Dios de los
hebreos con que lo enfoca la Biblia, es solamente la radiación positiva
o si se quiere masculina de una de dichas Fuerzas Creadoras. Si a la
palabra IOD se pretende presentarla como su.s titutivo de Jehovah,
conduciría a darle un carácter fálico que no ti como Palabra Sagrada,
en circunstancias que la realidad del espíritu esotí rico de su
penetración es como fecundador en el plano divino de la mani-
festación Universal.
Adonay.— Algo similar ocurre con el nombre de Adonay, que los
hebreos aplicaron a su Jehovah y ángeles. Adonay, dentro de sus
variadas acepciones, junto con Adonim equivalen a la forma antigua
del plural Adonde igualmente, con el dios Adonis, representan "El
Primer Señor". Adán por su parte es el Adi-Nat sánscrito que significa
lo mismo, como cualquier Ad - el primero — cual prefijo de un
adjetivo o sustantivo. Por lo tanto, Adonay era el sustitutivo que los
hebreos empleaban en lugar del tetragrama solamente porque éste
les era desconocido o les estaba prohibido pronunciarlo en sus
invocaciones.
Adonhiram.— En cuanto a Adonhiram se refiere, pareciera ser el

33
concepto materializado de una ¡dea que representaría a seres de
conciencia o de vida elevada semejantes a dioses, tomando en
consideración la terminación ram que por su letra m final pluraliza el
substantivo dios. De esta manera la sionificación de Adonhiram sería:
"El o los primeros señores de vida elevada como dioses". (No hay que
olvidar que el diccionario de la Biblia, de Hagg, que se ha tomado
como base para estudios semánticos en nuestra Orden, es de
inspiración católica, por lo cual sus traducciones o referencias pueden
estar teñidas de cierto interés negativo para conceder importancia a
conceptos estimados paganos).
Hiram.— Este nombre, en cambio, por carecer de sus sílabas ad-
on, se refiere a la Vida elevada que mora inmortal dentro de nosotros
y al cual hay que levantar de su sepulcro o ilusión de la personalidad
mortal para que encarne la libre expresión de nuestra individualidad o
comunión indivisible con la dual Vida Universal positiva y pasiva.
Salomón.- El nombre Salomón procedería del hebreo selemo.
Estaría relacionado, según unos, con el nombre divino Salem y,
según otros, con el vocablo hebreo saiorn, que significa bienestar.
Natán, el profeta, lo denomina Yedidya o sea preferido de Javeh,
nombre que no vuelve a mencionar la Biblia, por !o que algunos
especialistas creen que este sería su nombre primitivo, y que
Salomón es su nombre de entronización. Jereboam.- Este nombre
proviene del hebreo Ye ROB'AM; en la Vulgata, Yeroboam. Según el
Diccionario Bíblico protestante, el significado semántico de Jeroboam
sería: cuyas gentes son muchas. Para el Diccionario Bíblico Católico,
que acepta la derivación del hebreo Yerob y am, su significado sería:
que aumente el pueblo.

Azarías.— Transcripción de la Vulgata, que significa ayuda de Dios:


de! hebreo Azarya (Azariah) Jahvé ha ayudado.

Santuario.— Del latín "sanctuarium". Tiene las acepciones de Tem-


plo y de Sancta. A nosotros nos interesa la segunda que se refiere a
la parte anterior (oriental) del Tabernáculo que los hebreos
construyeron en el desierto y también la misma parte en el Templo
de Jerusalen. El Sancta quedaba separado por un velo de la parte
interior (occidental) llamada Sanctasantorum, Santo de los Santos o
Santísimo. Este-último es el recinto más sagrado del Tabernáculo y
del Templo de Salomón, y en él sólo podía entrar el Sumo Sacerdote
una vez al año. En nuestro Santuario del Grado IV, estas dos partes
están separadas por una balaustrada y no por un velo.
Las palabras Sancta y Sanctasantorum corresponden a los
vocablos hebreos: qados (santo) y qados haqqedasim, el Jugar más
interior occidental en el Tabernáculo y en el Templo de Salomón; era
el debir (espacio interior), palabra derivada del sumerio. Sancta se
relaciona además con qadad, que significa apartar lo impuro y
profano, para dedicar lo santo al servicio de Dios.
Balaustrada— Es la que separa en nuestro Rito el Sancta del

34
Santísimo. Su explicación semántica, de carácter profano, es: serie
de balustres o columnitas colocadas entre los barandales que forman
los antepechos o barandillas en balcones, azoteas, escaleras, etc.,
para evitar caídas. También es el nombre que se da a las actas en
Grado Cuarto.
Ivah.— En hebreo significa Dios y es una corrupción, por
contracción de la Palabra Inefable, el verdadero nombre de la
divinidad, cuya pronunciación estaba prohibida. Significa también,
aparte del sentido religioso, aldea o cielo.
Ziza.- La palabra de pase "Zizón", dice el cuadernillo de Semántica
Masónica, es "una mala transcripción de Ziza, que es la palabra
hebrea. Deriva del arameo y su significado es: resplandeciente". En
realidad, el significado de esplendor o resplandeciente, caracteriza la
iluminación interior que resulta de ingresar en el Santuario de la
Verdad.
Z o Zayirn.— Finalmente, para terminar esta ligera incursión por la
semántica, examinaremos esta letra, la cual se encuentra estampada
en la guarda de la Llave de Marfil y también en el mandil. Es la
séptima letra del alfabeto hebreo y significa olivo; corresponde al
arcano 7 del Tarot.
La zayim expresa jeroglíficamente una flecha, simbolizando con
ello la. ¡deas de armas o instrumentos utilizados por el hombre para
dominar, vencer y realizar sus fines. Este concepto de victoria,
encarnado además en la significación del olivo que ella tiene, está
indicado en la lámina del Tarot, donde se ve que, sobre un carro de
forma cúbica, cubierto por un dosel de color azulado tachonado de
estrellas y sostenido por cuatro columnas, avanza un triunfador
coronado por un círculo, sobre el cual relumbran tres pentagramas de
oro.
El triunfador, que ocupa el centro de los cuatro elementos, es el
hombre que se ha sobrepuesto y dirige las fuerzas elementales. En el
frente del carro se halla el lingham indio sobre el cual se divisa la
esfera volante de los egipcios. Dos esfinges, una blanca, la otra
negra, se encuentran enganchadas al carro.
Esta es la representación del septenario sagrado en todas sus
manifestaciones. El Tetragrama está simbolizado en la parte
delantera del carro por el globo alado, para indicar que el septenario
da la clave total del Tarot. Las dos esfinges corresponden a los dos
principios: activo y pasivo.
Se muestra la influencia de la creación en la conservación de lo Di-
vino en lo Humano. Esta lámina del Tarot representa, también, la lod
o el Dios del segundo septenario, o sea el Hombre como función del
Creador.
IOD, siempre IOD en los misterios del Universo creación y en los
del Hombre, criatura y genitore.

12.- Saber-Querer-Osar-Callar

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Estos cuatro puntos son los que caracterizan al Maestro Secreto,
cuadrinomio iniciático que únicamente es posible realizar en ese
ambiente espiritual que produce en cada uno de nosotros la
Iniciación.
Saber.— Es el primero de ellos y, al mismo tiempo, la finalidad del
total.
Hemos ya analizado que en el Centro Intimo de cada ser se encon-
traría el Rectificador y Valorizador de las actividades espirituales,
intelectuales, volitativas y dinámicas del hombre evolucionado, o sea
de aquél que se identifica consciente o inconscientemente con su Yo
Superior, con su Sabiduía trascendente.
La verdadera Sabiduría debe producirse, por consiguiente, en el
examen o concentración íntima de lo que hemos llegado a conocer,
pues lo real de las cosas se percibe únicamente con lo real de nuestro
ser; en cambio su conocimiento superficial, o sea su reflejo, no afecta
a nuestra intimidad dado que sólo interesa a la superficie de la
mente. Sin embargo, para llegar a obtener el conocimiento profundo
de la realidad, es indispensable ejercitar otra facultad de gran
categoría e importancia: el Discernimiento; debemos emplear, pues,
la capacidad de penetrar, ver y comprobar lo real en toda cosa,
distinguiéndolo de su apariencia ilusoria.
Este actuar filosófico es el que debe aplicar el Iniciado en todo
aquello que se relacione con los conocimientos o reflexiones objeto de
su observación e investigación y así, liberándose del dominio de lo
ilusorio, poder llegar a esa Verdad que nos aparta de todas las
esclavitudes o servidumbres que tienen sus dominios en el error o lo
ficticio, en aquel mal que nace del desacierto o de la falsía, y de las
limitaciones impuestas que prenden en los gérmenes de lo aparente.
La voz de nuestro Intimo, cuando hemos conseguido identificarnos
plenamente con El, nos advierte de las direcciones equivocadas que
emprendemos o nos guía por las sendas limpias de falacias; de ahí la
importancia concedida, en todas las épocas, al conocimientos de si
mismo.
Sin embargo, este conocimiento de sí mismo consiste, también, en
separar claramente nuestra personalidad, constituida por la
apariencia física y mental exterior, de lo que somos realmente en
nuestro Altar Interno, que es nuestra individualidad y sobre la cual
debemos concentrar nuestra atención. Es ese reconocimiento del
Centro Individual del ser y do su realidad superior a la de toda
manifestación o expresión personal la que nos interesa, y se hace
siempre más efectiva adquiriendo la conciencia de todo lo que en
nuestro "yo" se encuentra en estado de posibilidad latente que espera
su expresión.
A medida que nos acostumbramos a observar, bajo estas normas,
la realidad de la existencia, más claramente se nos presentará dicha
realidad a nuestra investigación o estudio y, en la misma forma
expedita determinaremos lo que es ilusorio, no lo irreal, porque la
irrealidad no puede tener existencia.

36
Esta forma de enfocar la realidad nos permitirá apreciar, dentro de
esta, lo que es fútil y lo que es necesario, pues no existe el mismo
sentido evolutivo de la importancia de las cosas en todos los seres
humanos; por esta misma razón, este clasificar lo objetivo y subjetivo
según un código axiológico personal no tiene cabida entre los
Iniciados, pues cada uno tiene la responsabilidad y el deber que le
compete y no podemos exigir que los demás las realicen y los
cumplan de acuerdo a nuestra subjetiva urgencia e importancia.
Nuestros, conocimientos y sabiduría adquiridos deben servirnos,
en consecuencia, para realizar lo más útil y necesario, discernir entre
la Verdad y el Error, discriminar entre lo justo y lo injusto, conceptuar
debidamente acerca de nuestros deberes y derechos y la libertad de
los demás.
Iniciado es entonces aquél que es verídico en su pensamiento,
palabras y acciones, RECTIFICANDOLOS, antes de expresarlos, con la
Escuadra interior del juicio que nace del discernimiento, sin cerrar o
abrir el Compás sin objeto sino mantenerlo en sus 60° armónicos.
No permitamos que el altruismo de nuestras intenciones se
convierta en egoísmo al querer IMPONER, por cualquier medio o
razón, nuestras conclusiones, por muy bellas que las
consideremos. Si lo son tales, dejemos que ellas iluminen como un
faro guía, o realizándolas o entregándolas con desinterés, como una
verdadera hostia de Amor en el Ara del beneficio común y de la
redención humana.
Querer.- Mirada iniciáticamente esta actitud, es la Voluntad de
realizar, purificada y despojada de todo interés personal, purificación
y desapego altruistas a que se llega en virtud del discernimiento que
nos hace conocer la realidad.
El grado de altitud que vayan asumiendo nuestros deseos y
pensamientos está estrechamente relacionado con la voluntad de
elevar, a éstos, sobre las consideraciones pequeñas de la vida diaria.
Mientras más se concentre nuestra atención en hechos
progresivamente sublimes y reales, más lejanas van quedando las
posibles conjugaciones de aquéllos, que, por nimios, aparecen ya
despojados de valoraciones de importancia. De esta manera, la
voluntad individual se va haciendo efectivamente más fuerte y
poderosa a medida que, mirando más allá del interés exclusivamente
personal, se van superando y trascendiendo las limitaciones que el
círculo del ego imponía en desmedro de una libre y perfecta
expresión.
Este deseo superativo posee en sí características muy semejantes
a la alquímica sublimación de los metales.
Como impulso de naturaleza espiritual es, en sí mismo, puro y
perfecto pero, dependiendo de nuestra comprensión circunscrita,
participa de dichas limitaciones y se encuentra encadenado a sus
impurezas e imperfecciones. En consecuencia, la esencia interior que
buscamos, es la semilla metálica de las cosas, el centro que se
expresara en el círculo de la manifestación, y el Discernimiento, es

37
aquella Piedra filosofal que tiene el poder de despertar su actividad
latente y producir su germinación en aquel oro puro interior o esencia
espiritual incorruptible.
Por lo tanto, no hay que destruir o suprimir los deseos con ¡a igno-
rancia fanática polarizante; hay que sublimarlos y elevarlos con el
Discernimiento, para utilizar su fuerza que proviene del potencial
interno latente en nosotros; hay que identificar la voluntad individual
con el IOD o Fiat creador.
Osar o atreverse.— No está involucrado, en el significado
semántico que corresponde al Iniciado, el entenderlo como osadía o
atrevimiento - de acometer o burlar - sino que traducir en él todo lo
que señale poder voluntarioso de buscar la perfecta identificación con
nuestro Centro Intimo, aunque todas las sugerencias de la vida nos
ofrezcan las más gratas satisfacciones provenientes de Maya o
ilusión.
Osar es desafiar las pasiones y deseos que alimentan el fuego de
nuestro Yo inferior; es atreverse a hundirse en el conocimiento de sí
mismo para llegar al infero de nuestro ser y rescatar dichas pasiones
y deseos y, sublimándolos, ascender con ellos, junto a ese Yo, al cielo
o céntrica morada Superior donde se produzca la íntima fusión
redentora, en afán de transmutación.
Sin embargo, es preciso que nuestra actividad se convierta en la
más desinteresada expresión de aspiraciones a fin de que
colaboremos en el plan del Gran Arquitecto del Universo.
Pero también deberemos tener presente que, aun cuando sea de
suma importancia o urgencia el seguir las elevadas aspiraciones
interiores, no podemos abandonar o descuidar los deberes que nos
impone la existencia, el cumplimiento de los compromisos o de
aquello que legítima y honradamente se espere de nosotros; en la
otra cara de la medalla tenemos la obligación de impedir que deberes
imaginarios nos alejan de la consecución de esta realización íntima.
Es en esos momentos de indeterminación cuando debemos aplicar
nuestro discernimiento para lograr que unos armonicen con los otros
o para determinar cual o cuales de ellos merecen la primacía de
nuestra dedicación, dejando que la comprensión nos indique, con
juiciosidad, el daño que puede producir el postergar unos por otros.
Debemos centrarnos perfectamente para no extraviarnos entre la
Escuadra que mide lo material y el Compás que lo hace con lo
espiritual.
Ahora bien, para una más conjugada unidad con lo que realmente
somos como humanos, todavía muy imperfectos, debemos mirar a
nuestros semejantes — que se esfuerzan en sus particulares caminos
— con una actitud de tolerancia y comprensión que agradeceríamos
se guardara con nosotros que a veces tomamos senderos
equivocados, aunque dirigidos hacia la misma finalidad.
Cuando hayamos trascendido el error y la superstición ignorante,
camino de la Verdad, sentiremos el grato placer de la comprensión
hacia nuestros defectos y los de nuestros hermanos de especie y ella

38
nos iluminará mayormente con la luz intrínseca de la tolerancia, que
lleva como leche en el seno.
Los accidentes periféricos de la vida no nos deben alterar el
carácter ni enturbiar el sol del espíritu. Si la vida nos arrebata lo que
nos dio bienes, personas, afectos, o lo que nos correspondía por
nuestros esfuerzos y dedicación, recibamos los cambios
sentimentales o económicos con la sabia tranquilidad que emana
desde el Centro Intimo de nuestro Ser Espiritual.
Ese punto central del universo personal, IOD impulsor, nos pres-
tará la fuerza para acometer otra vez el recomienzo del sendero o
para inclinar la cabeza resignados, pero no derrotados.
Callar.— Es el cuarto punto del cuadrinomio y unidad tan vital en
importancia como sus otros hermanos del cuaternario que debe llevar
impreso la Llave clave del Santuario.
Hay tres acentos en el callar: por imposición, diplomacia o
meditativo. El callar meditativo es el callar masónico, que busca en el
Silencio su poder de concentración y germinación, en el Secreto su
tabernáculo y en la Discreción la sobriedad respecto de la posible
entrega enseñadora.
El Secreto es la lámpara maravillosa, fanal eterno, que brilla en el
santuario de la Verdad; llave que la Conciencia puede usar para
adentrarse en el jardín edénico del conocimiento o muro que, a la
mente sin horizonte, señala lo inaccesible.
Es sello sublime que guarda los símbolos y los misterios de las
miradas sin alma animadora de la ignorancia. Es velo que alza con
mano temblorosa el sacerdote del espíritu para contemplar la Luz
esplendorosa que irradia el Candelabro de Siete Llamas.
No es signo negativo,, porque impulsa a buscar en los linderos de
lo desconocido el camino adecuado, el sendero recto para llegar a la
Verdad.
No es losa sepulcral que oculta horrores, miseria y podredumbre.
Lo es para el ignorante que no acierta a comprender el milagro
siempre activo de la vida buscando nuevos cauces de expresión por
entre todos los caminos de la materia. El filósofo sabe que lo que
realmente muere es lo aparente, lo ilusorio.
El Secreto es el guardador del misterio. El misterio es lo descono-
cido, lo que se revela sólo al estudioso o al sabio investigador, al que
entra en la senda de la iniciación filosófica o de la científica y ve en el
misterio no el ropaje exterior que lo cubre, sino su cuerpo verdadero.
Lo que se comprende deja de ser desconocido y misterioso para
transformarse en una acción o una Ley más, cuyo desarrollo o curso
conocemos porque hemos empapado en su esencia.
Pero la develación o la entrega iniciática de los misterios no puede
ser manjar servido a la mesa de cualquier individuo que, por el hecho
de ser bípedo y llamarse hombre, lo apetezca. Las enseñanzas
recibidas o extraídas de los símbolos deben guardarse celosamente y
de ahí la necesidad del Secreto.
Por lo demás, nada se revela sino al que está en condiciones de

39
recibir. Así el misterio poco a poco nos va descubriendo sus velos y
nuestro Yo Superior, apoyado en la Conciencia, adentrándose en el
Sancta Sanctorum capta del misterio gota a gota su esencia y
comprende el por qué del Secreto.
En el templo de Delfos se leía la siguiente inscripción: "Conócete a
ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses".
¿Qué planteamiento de más fuerte exigencia podría imaginarse?
¿Acaso no lleva involucrada la conquista de la ínfera condición?
Si meditamos sobre estas valoraciones y el sentido que ellas
tienen para efectuar una selección humana que permita mantener
tales enseñanzas, sin degenerarlas o llevarlas a un término inferior,
comprenderemos el por qué de esas exigencias y de tan
constringente método de admisión a los conocimientos superiores.
Concebiremos el por qué del Juramento masónico, sus exigencias, lo
sagrado de las promesas a cumplir.
Secreto y Silencio son dos hechos tan hermanados, tan
coexistentes, que son inseparables para lograr el común efecto.
El Silencio es el Oriente de la Sabiduría. Pensar en silencio es
identificarse con la Idea.
La palabra es dilúyeme del pensamiento; el silencio, su concentra-
ción. El silencio es la disciplina del Espíritu y la mordaza de las
pasiones. El silencio es hermano de la Síntesis y padre de la
Sabiduría.
El Silencio, en Masonería, es la siembra de! Espíritu que da, es la
cosecha de! Espíritu que comprende. En ella no es exigencia, es
comprensión de sus leyes para una perfecta realización.
El Silencio es fuerza, es potencia: la naturaleza efectúa su trabajo,
en silencio; la savia asciende y prende la vida vegetal, en silencio; las
flores nacen en silencio y se doran los frutos en silencio; el sol cuida
de la vida, en silencio; el poder de la luna, levantando masas de
agua, se ejerce en silencio. Fuerza y Potencia del IOD que expresa su
Verbo en silencio. El silencio está más allá de la Vida y de la Muerte;
la vida que nace de la muerte y la muerte que despierta con la vida,
tienen su génesis en las fronteras del silencio.
El Silencio no es silencioso, hay que saber oír el Silencio. El que
escucha la voz de! Silencio abre las puertas del conocimiento
personal. La expresión exterior del Secreto y del Silencio es la
Discreción. Ella es el loto que emerge de las aguas de! Secreto para
florecer acariciado por el sol vivificante del Silencio. Es acción justa y
palabra juiciosa. Como acción, es reservada frente al Secreto: como
palabra, es Verbo de Luz tras el Silencio. Es válvula que deja fluir,
controladas, las maravillosas enseñanzas guardadas en el Secreto y,
al hacerlo, arranca vibraciones armoniosas al Silencio.
Discreción es instrucción regulada mirando la tierra donde se
siembra; es dejar caer las perlas de la experiencia en el surco del
alma hermana para que en ella prenda la flor de la Sabiduría.
La Discreción es joya que adorna la frente del sabio y es aroma
que trasciende del corazón del Iniciado.

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La Discreción es el escudo del Secreto, pero no para tornarlo
intocable sino para defenderlo de las manos codiciosas de la
ignorancia; es la puerta del Silencio, no para mantenerlo inviolable
sino para dejar entrar a sus jardines sólo a las almas que en su
ambiente pueden sentirse plenas.
Discreto no es el que siempre calla sino el que sabe hablar cuando
corresponde; no es el que se hunde en la pasividad inactiva sino que
actúa cuando la acción es justificada.
La Discreción es al Secreto y al Silencio lo que el Amor es al cora-
zón y al cerebro: puente de unión.

13.— Cuadratura del Círculo o Ciclo de la Vida.

Se hace necesario, ahora, abordar la exposición de un asunto que,


si en el mundo profano huele a cosa de orates, en el plano esotérico
adquiere especial importancia, más que nada en el Grado de Maestro
Secreto: la cuadratura del círculo.
Ya habíamos enfocado al Maestro perdido entre la Escuadra y el
Compás que encuentra su equilibrio en la intersección de los brazos
de una cruz, centro que genera un círculo y cruz que da vida a un
cuadrado semi inscrito en ese círculo, que es a la vez el universo
fenomenal del Hombre.
Este simbólico círculo ha sido descrito tomando como base un
radio igual a las 4/5 partes de la longitud de cualquiera de los brazos
de la referida cruz, de manera que ellos sobresalen 1/5 sobre el
círculo. Así tenemos los elementos necesarios para que esta
cuadratura se realice interior y exteriormente.
Es interesante anotar, que el simbolismo de la Gran Pirámide es
sumamente decidor, dado que la altura de ella es el radio de un
círculo exactamente equivalente al cuadrilátero de ángulos rectos de
su base.
Ese Círculo o Ciclo de la Vida que se manifiesta en el espacio y en
el tiempo y que viéramos en el Oriente como expresión de un
principio divino en sus tres aspectos -que es también Principio
Animador de nuestro ser como Ojo de la Conciencia y Genio
individual que se encuentra en el centro de la Estrella- debe ser
rectificado por cada Maestro Secreto, rectificación que se realiza por
e! uso armónico y perfecto de la Escuadra y el Compás, sin lo cual el
Maestro se encuentra efectivamente perdido.
Si el círculo es emblema de cualquiera expresión que proviene de
un centro, según un radio o compás determinado, que constituye su
principio o elemento creador, la línea y el ángulo representan esta
expresión como directa irradiación, o sea la difusión de luz en todas
direcciones. Moral y masónicamente hay que combinar
equilibradamente estos dos elementos de la vida individual en única y
perfecta expresión.
Si recordamos que el punto en el círculo es IOD, o sea el Fiat Lux,
veremos que la expansión de Este como Luz da lugar al primer

41
diámetro, o sea el valor de la razón pi = 3,1416 cuya cifra es muy
aproximada al de la palabra kabalística ALHIM (Dios) =3,1415: Uno.
Por otra parte, la Luz es 20612 a 6561, o sea 3,1415 como la
enunciación propia de la relación integral y numérica del diámetro a
la circunferencia de un círculo. Hay otros nombres cabalísticos que
tienen igual valor a pi, pero que no es del caso tocar por ahora.
Ahora bien, la cruz dentro del círculo es el símbolo de la
humanidad de donde se deduce que, para aplicar la cuadratura del
círculo al hombre, se tome como centro el de una cruz y como
longitud, para trazar el círculo, que es de 4/5 del brazo de cruz.
El que irradía desde dentro del círculo hacia la periferia de éste es
IOD, la Realidad Interna; la que desciende hacia el Conocedor Intimo,
es la Realidad Externa, Maya o Ilusión; entre la rectitud de la Razón,
Escuadra, y la flexibilidad de la Sabiduría, Compás, se encuentra el
equilibrio del Maestro realizado, el que encontró el guía buscado para
no continuar perdido.
Es este juego armónico de la Sabiduría y la Razón —Compás y Es-
cuadra- el que nos hace llegar al Conocimiento, meta que sólo es
posible si conjugamos a la par el Discernimiento, facultad, esta
última, que sabe distinguir entre la Realidad Central y la Ilusión
periférica.
Practicando una correcta concentración, podemos descender al in-
terior de nosotros-donde encontraremos, con seguridad, un sólido
apoyo o Poder de Gravitación individual en la Realidad, aumentando
consecuencialmente la potencia expresiva o irradiación activa de
dicho Centro, produciendo una fuerza centrífuga de voluntad
realizadora igual, en intensidad, a la fuerza centrípeta de
concentración practicada. Por esta razón se ha dado siempre tanta
importancia al conocimiento de sí mismo, senda estrecha pero recta y
la única que nos puede conducir individualmente a la percepción de lo
real.
La Realidad es siempre central y se consigue en un centro, que
simbólicamente puede ser !a Cámara del Medio, el Sepulcro de Hiram
o Santuario del Ser, o el centro de la Piedra Cúbica, del Círculo o de
la Cruz.
La aproximación a la Realidad sólo se puede efectuar dejando
atrás la periferia — patria de la apariencia — e ingresando a este
centro irradiar todas las innúmeras potencialidades latentes que hay
en él. Toda la experiencia de la vida está dirigida a estimular la
autoconsciencia de dicho centro a fin de obtener su poder de
expansión.
Cuando hemos alcanzado esta Realidad Central hay que
manifestarla exteriormente en el poder de comprensión, que se halla
simbolizado por el Compás que mide nuestras posibilidades y
potencialidad activa y, sobre cada punto de la circunferencia, descrito
con la ayuda de este instrumento masónico, deberemos aplicar la
Escuadra, que expresa la rectitud interior del juicio; sólo así es
posible obtener esta cuadratura o perfectibilidad en la observación de

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la vida.

14.— Alfabeto hebreo, valores de sus letras y equivalencias con


las latinas

A modo de guía para los que deseen profundizar en el tema sobre


los valores y métodos de las combinaciones esotéricas, relacionadas
con la hermenéutica de los escritos hebreos, entregamos a
continuación el nombre de las letras de dicho alfabeto, su
equivalencia con las latinas y los valores que corresponden a las
primeras: Aleph-A-I; Beth-B-2; Ghimel-G y Gh-3; Daleth-D-4; He-E-
5; Vau-V; 0 y U-6; Zain-Z-7; Heth-H-8; Teth-T-9; lod-l, J e Y-10;
Kaph-Kh, K y Ch-20; Lamed-L-30; Mem-M-40; Nun-N-50; Sameth-S-
60; Haín-A y 0-70; Phe-Ph y P-80; Tzade-Tz-90; Qoph-Q-100; Resh-
R-200; Shin-Sh-300; Thau-Th-400.
Es imprescindible hacer resaltar la importancia que tiene el
conocer do memoria sus nombres, valores y figuras, y la necesidad
absoluta de que las dibujen, cuidadosamente, para memorizarlas
visualmente. El "Dogma y Ritual de Alta Magia" de Eliphas Lévy, nos
proporciona, muy claramente copiado, el referido-alfabeto. Hay
estudios especializados sobre la materia. Uno de los mejores en
Castellano, "Estudios de Orientalismo" del Dr. José A. Alvarez de
Peralta, abrirá nuevos y más amplios horizontes a quienes se
interesen por profundizar.
Resta solamente advertir que, en la develación de nombres y
referencias hebreas, es necesario ordenar los valores resultantes,
pues muchos de ellos se encuentran en forma de anagramas. Por ej.
la palabra Alhim, antes estudiada, se colocan los valores de sus
letras, de acuerdo a la dirección de derecha a izquierda de la
escritura oriental, en la siguiente forma: M-40; 1-10; H-5; L-30; A-1.
En consecuencia, eliminando los ceros, que en este tipo no se
consideran, tenemos 41531 o sea 3,1415.

15.— Concentración

Concentrarse en sí mismo, es aislarse de todas las exterioridades


físicas y mentales que están permanentemente en contacto nuestro
como parte del ambiente en que desenvolvemos la vida. Así mirada,
la concentración es un acto de voluntad consciente para controlar
pensamientos y emociones que nos podrían distraer, realizando
íntimamente que la mente no es el hombre sino un instrumento que
él debe regir y utilizar.
El dominio sobre ella es, como disciplina, mucho más fácil que el
dominio sobre las emociones. Tal vez hemos tenido alguna práctica
en el dominio emocional y no en el mental, por lo que encontramos

43
en extremo difícil este último.
Es de vital importancia la posición en que debemos colocar el
cuerpo para obtener una relajación total, básica para este tipo de
experimentación: sentarse con los muslos ligeramente separados y
las piernas cayendo sobre los pies sin presionarlos; la columna
vertebral y la cabeza deben quedar tranquilamente erectas, esta
última más bien suavemente echada hacia atrás, pero sin comprimir
músculos, arteria alimentadora o vértebra; el pecho ligeramente
abombado para permitir el ritmo acompasado de la respiración;
brazos y antebrazos descansando laxos, como dejados caer sobre los
muslos y, las palmas de las manos, abiertas apoyándolas sobre las
rodillas.
No se debe tratar de reemplazar la voluntad identificatoria con
tensiones musculares que cansen al cuerpo e impidan la
concentración; ni siquiera tensar el entrecejo.
Sin violencia alguna en la posición física y estado mental, debemos
dejar la mente en blanco, de modo que nada de lo exterior ondule su
superficie y, luego, llevar la facultad de enfoque -aquélla que en la
vida diaria nos sirve para conocer lo que pensamos y queremos— con
una suave y decidida voluntad dirigida al interior, primero hacia el
cerebelo dejándola ahí momentáneamente, mientras sólo el
pensamiento de identificación, que empieza a alborear, se va
ubicando en el Centro espiritual.
El pensamiento de identificación escogido debe tener una
conformación de acuerdo al objeto perseguido con la concentración,
pues debemos saber claramente que' nos mueve a efectuarla.
El pensamiento de identificación escogido debe tener una
conformación de acuerdo al objeto perseguido con la concentración,
pues debemos saber claramente que nos mueve a efectuarla.
La respiración ha de ser lenta y profunda, de manera que el ritmo
de la misma pueda combinarse -consciente o automáticamente— con
la meditación. Se llenará primero la parte más baja de los pulmones,
curvando ligeramente el vientre hacia afuera con la distensión del
diafragma, y expandiendo luego la parte mediana y superior del
pecho. Pero todo el movimiento debe hacerse lo más naturalmente
posible y sin tensión.
Los ejercicios de concentración y meditación no deben prolongarse
más allá de 5 a 10 minutos en las primeras prácticas, aumentándolos
gradualmente a 15, 20 ó 30, para no recargar el cerebro y tornar un
sano ejercicio en bomba de tiempo.

16.— Masonería, madurez y realidades

Siempre se nos recomendó en la Orden -y nosotros lo seguimos


repitiendo— que hay que mantenerse con los pies firmemente
puestos sobre la tierra, lo que equivale a decir que debemos vivir de
realidades y no en afán de conjugar la vida en espejismos y palabras
ilusorias.

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Esto no significa, por motivo alguno, que debemos pensar en tono
gris. Ya hemos planteado que la Masonería no es una Institución de
costumbres lúgubres; al contrario, ella es amiga de la alegría sana,
porque genera tolerancia y fraternidad.
La Orden nos advierte, si', que debemos echar mano de una de-
terminada dosis de cautela que tempere los impulsos de aventurar a
aceptar de inmediato, como cosa cierta o conveniente, toda nueva
idea, modo de vivir o doctrina, en muchos casos atendiendo sólo a su
envase o presentación, pero desde luego que tal actitud, que debe
ser nada más que preventiva, no suene a desconfianza indiscriminada
o a egoísmo egocentrista.
Muy por el contrario, nuestra forma de ser y la imagen que se nos
tiene de hombres abiertos al estudio y a la investigación no puede ser
rota, ni tan siquiera empañada, pues por ello se nos respeta.
Es menester que hagamos de cada momento un instante de
utilidad en que estemos extrayendo, de sí, lo mejor que tenemos
para ofrendarlo a nuestros semejantes en gesto fraternal.
Sabemos que la Conciencia es la voz de nuestro Maestro Intimo;
dejemos entonces que ella nos aconseje en todos los actos, pues es
nuestra única confidente interesada en que procedamos con lealtad y
honorablemente.
No es recomendable hacer tan sólo una vida interior, pendiente
nada más que de nuestra perfectibilidad; la vida debe ser compartida
con el prójimo en un constante y recíproco intercambio de
experiencias, de ayudas materiales y espirituales.
La perfectibilidad que vayamos alcanzando no debe ser orientada
en el enfoque exclusivista de que sólo nos sirva para acrecentar
nuestro patrimonio espiritual pues, en tal caso, nos hemos engañado
a sí mismos lastimosamente en el sentido de que, s¡ algún avance
positivo en nuestra evolución hemos obtenido, ha sido meramente
una ilusión de orgulloso personalismo, pues no puede ser
perfectibilidad lo que está impregnado de egoísmo y teñido de
soberbia.
La Orden nos enseña lo necesario que es la madurez de nuestros
pensamientos y actitudes para convertirnos en verdaderos masones.
La madurez masónica se obtiene cincelando a golpes de mazo la
piedra tosca del ser. Somos Maestros canteros pero en la cantera de
nuestra individualidad, trabajando con dedicación y celo el grosero
material a fin de despojarlo de sus bastas imperfecciones.
Carece de madurez quien se siente poseedor de las más prístinas
virtudes y de la más preclara inteligencia y mira por tanto, a los
demás, como inferiores en rango moral e intelectual. Somos células
de una entidad viva y evolucionante que llamamos Humanidad, en la
cual unos más u otros menos tratamos de superarnos, algunos con
fines inconfesadamente egoístas, pero también los hay, y entre ellos
preferentemente Iniciados, en los cuales se ha encendido la llama de
la filantropía y de la Comprensión.
La acabada disciplina de la introspección tiene, como virtudes y

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realidades, el llevar al sujeto experimentador al conocimiento de su
verdadera individualidad, junto con una justa apreciación de las
bondades y defectos que habían impedido observar su luz, velada y
deformada por el cristal sucio de nuestra ignorancia y apatía en
interiorizarnos respecto al QUIEN SOY YO.
Nada es fácil en la vida, ni cosa alguna se recibe hecha a medida.
Es imprescindible aportar mucho de nosotros para lograr conjugarnos
con nuestro verdadero Ser, siendo aun necesario que arañemos la
tierra irreductible de nuestras flaquezas para rescatar la luminosa
esencia que es el heredado patrimonio. En nosotros duerme desde
siglos la Sabiduría y hemos de saber despertarla.
Aspirar a la Sabiduría es realizarla en lapsos que nuestra voluntad
puede acelerar su consecución; pero hay que atreverse a ello sin
dejarse dominar por la laxitud o por el embrujo de las cosas
agradablemente adormecedoras de la voluntad de vencer. Una vez
alcanzado el saber, debemos acunar su virtud en el Secreto
Santuario, para madurarlo en silencio y entregarlo con discreción a
quienes lo merezcan. Saber-Querer-Osar-Callar, es el cuadrinomio
que identifica al Maestro Secreto.
Vivamos afirmando sólidamente los pies sobre la tierra, pero sin
dejar de beber la miel y el acíbar de las ideas, sin olvidar lo fácil que
es confundir, si nos atenemos sólo al exterior de las cosas,
apariencias y realidades. Busquemos en el Centro Intimo de nuestro
ser, entre la Escuadra y el Compás, con el maduro discernimiento de
la libertad de pensar, la verdad de una realidad que no nos puede ser
mentida porque la hemos pesado masónicamente.
Que la Gran Luz ilumine nuestro camino hacia la realización de
ideales, de esta siembra de enseñanzas prendiendo en el ser, y así
podamos brindar a nuestros hermanos de la Orden y del mundo
profano lo mejor que ella germine en nosotros.

Francisco Javier Peña Dabner 32°

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