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Desarrollo - Local - y - Gobernanza, PP 23-40 PDF
Desarrollo - Local - y - Gobernanza, PP 23-40 PDF
ENFOQUES TRANSDISCIPLINARIOS
Desarrollo local y gobernanza.
Enfoques transdisciplinarios
Investigación y políticas para el desarrollo en América Latina
Luis Carrizo
Enrique Gallicchio
(editores)
Este libro presenta los resultados de la Escuela Regional de Verano MOST
para América Latina y el Caribe sobre «Desarrollo local y gobernanza:
enfoques transdisciplinarios», realizada en Punta del Este - Uruguay, del
27 de octubre al 1° de noviembre de 2003.
La Escuela fue organizada de manera conjunta por el Programa MOST de
UNESCO y la Maestría en Desarrollo Local y Regional del Centro Latino-
americano de Economía Humana y la Universidad Católica del Uruguay.
© 2006 CLAEH
PRESENTACIÓN ~9
Germán Solinís
PRÓLOGO ~ 11
Enrique Gallicchio
INTRODUCCIÓN ~ 15
Luis Carrizo
RECONOCIMIENTOS ~ 19
Luis Carrizo
DOCUMENTOS DE BASE ~ 21
Gobernanza y desarrollo local. ~ 23
Alberto Enríquez y Enrique Gallicchio
Transdisciplinariedad y complejidad en el análisis social. ~ 41
Luis Carrizo (ed.), Mayra Espina Prieto, Julie Thompson Klein
Este volumen contiene los principales textos presentados durante la Escuela Regional de Verano
MOST para América Latina y el Caribe «Desarrollo local y gobernanza: enfoques transdisciplina-
rios», que fue organizada por el Centro Latinoamericano de Economía Humana y la Universidad
Católica de Uruguay, con los auspicios del Programa MOST de la UNESCO, en Punta del Este,
Uruguay, del 27 de octubre al 1° de noviembre de 2003.
Esta Escuela Regional de Verano reunió a 36 jóvenes investigadores de once países de la
región. En gran parte, me parece que el éxito de su convocatoria se debió fundamentalmente a su
pertinencia temática ante los desafíos que presentan las transformaciones de los procesos urbanos en
esta era de la globalización, donde pocas cosas volverán a ser como antes. El mundo moderno del siglo
XX fue rico en experiencias de ordenamiento territorial y planificación urbana y, a ese respecto,
entramos a esta nueva era con tres principales considerandos que –de lo general a lo particular– se
pueden resumir en dos contradicciones y un importante elemento de cambio, como sigue.
Primera contradicción: vivimos ahora en una sociedad cada vez más rica y cada vez más pobre;
casi la mitad de los latinoamericanos vive en la pobreza y en esta región es donde se manifiestan los
mayores desequilibrios del planeta, donde los ingresos del 20% de los más ricos son de 10 a 15 veces
más elevados que los del 20% de la población más pobre.
En segundo lugar, en Latinoamérica, como en otras regiones del mundo, persisten eleva-
das tasas de desempleo y muy pocas posibilidades de desempeño profesional para los egresados
y graduados universitarios. La competitividad económica y las nuevas leyes del mercado de
trabajo empujan, por una parte, a una especialización cada vez más sofisticada y distanciada de
cualquier alternativa de transdisciplinariedad y, por otra, a un exceso de diplomados sin alter-
nativas reales en la vida laboral.
En tercer y último lugar, los cambios factibles en el marco de la planificación o de las políticas
urbanas y territoriales, deben ligarse directamente a las nuevas atribuciones del Estado y a la legiti-
mación social de la participación de gobiernos locales como responsables, junto con la sociedad civil,
del desarrollo local de sus espacios de vida. Esto es un nuevo desafío de gobernanza que no debe
olvidar los principios de democracia que animan, aún, al conjunto de la humanidad.
Para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO), uno de cuyos mandatos se refiere al desarrollo de la producción, al intercambio y
propagación de conocimientos, la cooperación internacional y las nuevas tecnologías significan
nuevas oportunidades para avanzar en la lucha contra la ignorancia estructural y para cambiar el
rumbo de transformaciones sociales que van en contra de los grandes principios del programa
humano, como la justicia social o la capacitación, gracias a la cual todos los seres humanos podamos
ser verdaderos sujetos históricos y artífices de nuestros destinos.
G. S OLINÍS. Presentación 9
Así, y en línea directa con la Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI,
la UNESCO, desde su papel catalizador entre universidades de los países del Norte y del Sur, entre
gobiernos regionales, nacionales y locales, fundaciones y agentes de la sociedad civil, promueve los
siguientes cometidos:
• contribuir al desarrollo sustentable y al mejoramiento del conjunto de la sociedad;
• formar profesionales altamente calificados, combinando conocimientos teóricos y prácticos mediante
programas que estén constantemente adaptados a las necesidades presentes y futuras de la sociedad;
• formar ciudadanos que participen activamente en la toma de decisiones y permanezcan abiertos
al mundo; y
• promover, generar y difundir conocimientos por medio de la investigación y el intercambio de
experiencias.
El desarrollo local está de moda en América Latina. Diversas personas, instituciones y gobiernos con
muy diferentes características lo nombran como uno de los principales temas de sus agendas. Sin
embargo, parece que el desarrollo local y la descentralización son usados por los actores con diferen-
tes objetivos y contenidos.
Coexisten muy diversas visiones sobre qué debemos entender por desarrollo local. Algu-
nas de ellas son: el desarrollo local como participación, la visión neoliberal del desarrollo local,
el desarrollo local como municipalismo, el desarrollo local como desarrollo económico local,
desarrollo local como ordenamiento territorial y desarrollo local como forma de análisis social.
Las seis visiones, por diferentes razones y con sus propias historias y acumulaciones, responden
a abordajes parciales del tema.1
Resulta claro que hay que avanzar hacia definir con más claridad qué es y qué no es desarrollo
local pero, sobre todo, clarificar su sentido. Desde nuestro punto de vista, cada visión recoge una
necesidad o una dimensión —la participación multiactoral, el fortalecimiento de la gobernabilidad
local, la dimensión económica, la construcción de estrategias, la herramienta de análisis. Pero fre-
cuentemente se falla en un elemento crucial: el desarrollo local no es una tecnología a aplicar en
cualquier circunstancia. Es, ante todo, una estrategia sociopolítica de cambio.
Para cumplir con sus objetivos de desarrollo debe resolver, desde el territorio, algunos aspectos
que hacen al devenir de este. En particular, el desafío pasa por tres tipos de temas:
• la potenciación de lo existente (personas, recursos, empresas, gobiernos, gobernanza, proyecto local);
• la obtención de recursos externos al territorio (personas, recursos, empresas);
• la gestión del excedente económico que se produce en el territorio (cómo usamos los recursos
generados en él para mejorar la calidad de vida de los habitantes).
En esta lógica existen tres elementos cruciales a la hora de pensar y actuar en clave de desarrollo
local: la gobernanza local, regional y nacional; el desarrollo económico local y el empleo; y la cons-
trucción de capital social.
La Escuela MOST ha vinculado gobernanza y desarrollo local, una de las líneas de trabajo que
proponemos desde el CLAEH.
1 Una visión más detallada de esta discusión se puede encontrar en Enrique Gallicchio: «El desarrollo local:
¿cómo combinar gobernabilidad, desarrollo económico y capital social en el territorio?», en Cuadernos del
CLAEH, n.º 89, Montevideo, 2.ª serie, año 27, diciembre de 2004, pp. 55-68.
E. G A L L I C C H I O . Prólogo 11
El desarrollo local mejora la gobernanza en todos sus niveles, básicamente porque pone el
gobierno y el poder al alcance de la gente.
Esta redefinición y rediscusión de la gobernanza local implica diversos desafíos. El primero de
ellos pasa por recuperar el vínculo gobierno-ciudadano, elemento clave para la legitimidad de las
formas de gobierno que nos hemos dado. El diagnóstico inicial es que los desempeños gubernamen-
tales siguen siendo caracterizados en América Latina –para centrarnos en nuestro continente– por
crisis de legitimidad y, por tanto, de credibilidad. La falta de rumbo, la corrupción y la ineficacia
siguen siendo atributos de la mayoría de gobiernos y los métodos para paliar esta realidad siguen
dirigidos a la minimización del rol del Estado y la preponderancia de los actores privados, como vía
para disminuir el peso de la ineficacia gubernamental y alcanzar así la gobernabilidad democrática
proclamada. Este no es el camino. Como ya se señaló, uno de los atributos del desarrollo local es que
permite acercar el poder a la ciudadanía. La cercanía con los problemas y con los tomadores de
decisiones puede permitir una mejora democrática.
La propia globalización, con su dinámica de desterritorialización y a la vez de localiza-
ción, produce las condiciones para recuperar el rol de los actores locales como tomadores de las
decisiones acerca de su destino. Es que si bien las condiciones favorecen su nueva centralidad,
el desafío es de construcción de nuevas formas de gobernanza local.2 Resulta bastante evidente
que estamos ante un proceso en que las jerarquías del gobierno se desmoronan para reaparecer
bajo la apariencia de una compleja red de actores y relaciones. En ese marco los actores locales
pasan a ser no ya un eslabón de la cadena sino actores capaces de convertirse en actores políticos
y económicos relevantes.3
Sin embargo, en el contexto de esta profunda reestructuración de las formas de gobernar, los
desafíos son nuevos e implican, entre otras formas de acción moverse en la complejidad; gobernar a
través de redes y no de jerarquías; dirigir a través de la influencia y no del ejercicio de autoridad;
relacionarse más que mandar.
La presión de la globalización obliga a las autoridades locales a reconstruir las relaciones entre los
sectores público y privado a nivel local, así como también a replantearse los aspectos mas básicos de su
capacidad de gobernar. Articular esta red no es fácil, implica voluntad política y también nuevas
capacidades, pero parece ser el principal desafío para gestionar eficientemente el nuevo orden.
En suma, nos hallamos ante un desafío doble: ¿cómo se generan políticas nacionales que den
marco y potencien el desarrollo local? (la descentralización es una de las principales), y a la vez ¿cómo
generamos nueva gobernanza democrática a nivel local?
La iniciativa de la Escuela de Verano para América Latina y el Caribe del Programa MOST ha
sido un ámbito adecuado para la reflexión y el debate sobre estas interrogantes. La apuesta a la
participación de jóvenes investigadores, en diálogo con docentes y profesionales de larga trayectoria
y experiencia en el campo del desarrollo local y la gobernanza, ha dado importantes frutos. Se ha
avanzado en el conocimiento, en el intercambio y en la constitución de redes de trabajo que alientan
proyectos de larga sustentabilidad y pertinencia. Pero, además, se ha profundizado la convicción de
2 Una discusión sobre este tema se puede encontrar en el artículo de Alberto Enríquez y Enrique Gallicchio que
se presenta en este libro.
3 Quim Brugue y Ricard Goma: Gobiernos locales y políticas públicas, Barcelona, Ariel, 2001.
E. G A L L I C C H I O . Prólogo 13
INTRODUCCIÓN
La experiencia presentada en estas páginas, fruto de la Escuela Regional de Verano para América Latina y
el Caribe sobre «Desarrollo local y gobernanza: enfoques transdisciplinarios», organizada a nivel local por
la Maestría en Desarrollo Regional y Local del Instituto Universitario Centro Latinoamericano de Econo-
mía Humana (CLAEH) y la Universidad Católica del Uruguay (UCU), se ubica en la línea de los objetivos
del Programa MOST de la UNESCO, especialmente la creación de capacidades a nivel nacional y regional,
centrándose en la investigación así como en el establecimiento de vínculos entre las políticas y la investi-
gación. La prioridad otorgada a jóvenes investigadores fue un objetivo estratégico para contribuir al
fortalecimiento de la reflexión en temáticas de las ciencias sociales pertinentes a las realidades de la región.
Esta obra tiene una doble significación. Por un lado, se trata de la culminación de un ciclo
que comenzó en el año 2001, pensando en la necesidad de promover oportunidades de profun-
dización científica para los jóvenes investigadores de nuestra región en el área de la gobernanza y
el desarrollo local. Por otro lado, y en razón directa al impacto de esta primera edición, constituye
también una decidida apuesta estratégica para afirmar un programa académico regional y susten-
table en el marco del Programa MOST.
La importancia de una iniciativa como la de la Escuela de Verano se explica no solamente por las
temáticas abordadas, de gran relevancia como veremos a través de las páginas que siguen, sino por el foco
de su interés, a saber, el fortalecimiento de las capacidades de jóvenes investigadores de nuestra región.
Esto no es un detalle menor: la apuesta a los investigadores jóvenes es estratégica cuando hablamos de las
nuevas transformaciones sociales, cuya comprensión y gestión promueve el Programa MOST de UNES-
CO. Es allí donde, entendemos, es imperioso realizar inversiones de recursos humanos y materiales para
contribuir a que las nuevas generaciones de cientistas sociales aporten su visión, rigurosa y abierta, para
enfrentar de manera activa las cada vez más complejas problemáticas locales y regionales.
La experiencia de esta Escuela Regional nos dejó numerosas y muy importantes enseñanzas, y
nos confirmó supuestos no menos importantes. Entre estos últimos, hemos fortalecido la convicción
de cuán decisivo es contribuir al conocimiento y a los modos de conocer de los jóvenes investigadores
sociales latinoamericanos. La respuesta a la convocatoria que efectuáramos para participar de esta
experiencia inédita en nuestra región, superó nuestras más altas expectativas previas. Para el comité de
selección de candidatos fue un difícil desafío entender en las postulaciones que fueron presentadas,
tanto en razón de su número como de la calidad de las propuestas que las acompañaban. Pero más allá
de esto, ha sido altamente gratificante constatar también el compromiso de sus intereses de investiga-
ción científica. He aquí una clara muestra de que en nuestra América mestiza también encontramos el
mestizaje entre ciencia y política, entre ética y conocimiento, entre el cómo formarse y el para qué
formarse. La responsabilidad social del conocimiento constituyó, de esta forma, un componente
esencial de todas las propuestas y expectativas recibidas en nuestra Escuela.
L. C ARRIZO. Introducción 15
¿Por qué los temas propuestos en la Escuela Regional de Verano MOST?
Por un lado, se constata que la temática del desarrollo local ha adquirido una importante
proyección en los últimos años en la región de América Latina y Caribe, especialmente asociada a
procesos de reformas institucionales y políticas así como a los avances en la capacidad de gestión y
participación de la sociedad civil en la definición de sus destinos. En el nuevo contexto de la
globalización, los escenarios locales del desarrollo adquieren una alta complejidad y representan
desafíos y oportunidades para ciudadanos, técnicos, planificadores y decisores políticos. En estas
nuevas realidades sociopolíticas y económicas, las modalidades de debate y decisión integral sobre
los destinos del desarrollo adquieren una dimensión estratégica para el futuro de la región.
El concepto de gobernanza, por su parte, se relaciona con una nueva manera de abordar lo
político, que integra una diversidad de actores en las estrategias de desarrollo y promueve más
amplias y profundas articulaciones entre Estado, sociedad civil y mercado. Respondiendo a
realidades de escenarios más complejos, desarrollo local y gobernanza constituyen una necesaria
articulación para considerar las transformaciones sociales.
Esta creciente complejidad de nuestras sociedades contemporáneas exige, por otra parte, una
permanente revisión y actualización de los modelos conceptuales y metodológicos con los que operar
apropiadamente. Con esta perspectiva, el Programa MOST de UNESCO ha enfatizado, desde su instala-
ción en 1994, la importancia de los abordajes interdisciplinarios y la reflexión transdisciplinaria en el
análisis de las transformaciones sociales. La Maestría en Desarrollo Local y Regional de CLAEH y Univer-
sidad Católica del Uruguay, a su vez, ha destacado la importancia de una formación abierta a los nuevos
desafíos del conocimiento, en fuerte vinculación con los problemas reales de nuestras sociedades.
Tomando en consideración estas perspectivas, la Escuela Regional de Verano MOST propuso
un espacio de reflexión y profundización teórica y metodológica sobre desarrollo local y gobernanza
desde el enfoque de la transdisciplinariedad y la complejidad, dos vectores fundamentales del
análisis social en la actualidad. En este foco, la iniciativa se estructuró fundamentalmente sobre el
interés de la diseminación de experiencias concretas así como la reflexión y capacitación en modelos
conceptuales y metodológicos transdisciplinarios.
Así imaginamos una experiencia de formación que tendiera a cumplir con varios objetivos,
que consideramos básicos en la realidad latinoamericana:
• Promover el debate sobre el desarrollo local y su vinculación con la gobernanza, desde una
perspectiva transdisciplinaria y compleja del análisis social, especialmente aplicado a las
realidades de la región.
• Debatir sobre políticas de desarrollo local integradas en sistemas de participación público-privado.
• Presentar programas institucionales nacionales, regionales e internacionales con enfoque transdis-
ciplinario y énfasis en la promoción del desarrollo local.
• Ofrecer oportunidades de capacitación en estrategias integrales de desarrollo local.
• Facilitar el intercambio entre jóvenes investigadores y relevantes académicos y especialistas.
• Facilitar los contactos profesionales entre jóvenes investigadores de la región.
El proceso vivido durante una semana, a través de seminarios, talleres y encuentros entre todos
los participantes de esta experiencia sugiere que allí se cultivó un campo fértil de intercambio, produc-
ción de conocimiento y estrategias de acción. La riqueza de los debates y la novedad de aportaciones
hizo de esta experiencia un crisol de productos diversos en la coherencia de un proyecto colectivo.
L. C ARRIZO. Introducción 17
RECONOCIMIENTOS
Vaya nuestro profundo reconocimiento a las y los colegas del Programa Desarrollo Local del Centro
Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH) que han contribuido de manera decisiva con la
Escuela Regional de Verano MOST/UNESCO 2003 para América Latina y el Caribe:
Secretaría Técnica y Administración: Sr. Álvaro Addiego (administrador), Sras. Verónica Vidal,
Matilde González, Mara Adi y Alejandra Addiego.
Secretaría Ejecutiva: Sra. Alicia Llanes, Sr. Alejandro Coto.
Diseño y desarrollo del sitio web de la Escuela Regional: Sra. Ioanna Grotiuz.
Intérpretes: Sra. Ioanna Grotiuz (inglés), Sra. Idoia Villanueva (francés).
Prensa: Sr. Hugo Núñez
Transporte: Sr. Marcelo Sivack.
A los Sres. Daniel Biagioni y Alejandro Echevarría por su compromiso institucional y respaldo
en el transcurso de la Escuela.
A los estudiantes de la Maestría en Desarrollo Regional y Local del Centro Latinoamericano de
Economía Humana (CLAEH) y de la Universidad Católica del Uruguay Dámaso Antonio Larrñaga
(UCU) que participaron de la Escuela Regional y que contribuyen a su mejor análisis a través de una
relatoría de los debates —utilizada como material de esta publicación de resultados— en el marco
del componente curricular del Taller de análisis de la realidad local. A la Sra. María De Barbieri,
asistente académica de la Maestría, por su vocación para diseñar y orientar esta importante tarea.
Al coordinador del Programa Desarrollo Local del Centro Latinoamericano de Economía
Humana (CLAEH), Sr. Enrique Gallicchio y al director de la institución, Sr. Pablo Cayota, por haber
apostado desde el principio a esta iniciativa con toda su disposición.
A los docentes y expositores, que jerarquizaron el nivel académico de la Escuela Regional, y
que participaron generosamente de manera voluntaria con la iniciativa.
A las organizaciones que auspiciaron este evento: Comisión Nacional para UNESCO (Uru-
guay), ISSC (International Social Science Council), IDRC (International Development Research
Center) y su Iniciativa de Investigación en Política Minera (MPRI), que colaboraron decididamente,
tanto en los aspectos logísticos como académicos.
A los organismos gubernamentales que apoyaron decididamente la realización de esta experiencia:
la Presidencia de la República, a través de su Declaración de Interés Nacional, la Intendencia Municipal de
Maldonado y la Junta Departamental de Maldonado, con la Declaración de Interés Municipal.
A la Oficina Regional de Ciencia y Tecnología de UNESCO para América Latina y el Caribe,
UNESCO Montevideo, especialmente a su sector de Ciencias Sociales y Humanas.
L. C ARRIZO. Reconocimientos 19
A la CAF (Corporación Andina de Fomento), especialmente a la Sra. Elvira Lupo, directora de
Gobernabilidad y Cooperación Técnica, por su invalorable y comprometido apoyo para respaldar la
presencia de expositores extranjeros y asegurar la publicación de los resultados de la Escuela Regional.
Al Secretariado Internacional del Programa MOST, especialmente al Sr. Paul de Guchteneire y a
la Sra. Christine Von Fustemberg, por confiar en las posibilidades de realizar un evento de esta
naturaleza y haberlo apoyado material e intelectualmente desde los inicios. A la Sra. Ximena Castro-
Sardi, por su continua disposición al intercambio de ideas y por sus valiosas orientaciones. Por último,
un especial reconocimiento para el Sr. Germán Solinís, por su invalorable apoyo y compañía humana
e intelectual en el transcurso de esta Escuela y en el estímulo permanente para nuestras iniciativas.
Luis Carrizo
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo ha sido elaborado en el marco de la Escuela Regional de Verano MOST para
América Latina y el Caribe, realizada en Punta del Este, Uruguay, del 27 de octubre al 1º de
noviembre de 2003, sobre «Desarrollo local y gobernanza: enfoques transdisciplinarios». El docu-
mento ha sido concebido para servir de introducción y base al programa que se desarrolló durante
cinco días y que buscó identificar instrumentos útiles para actores públicos y privados, que en el
marco de sus respectivos roles pudieran ser usados para mejorar los niveles de gobernanza y desarro-
llo local en los países de América Latina.
Nos parece especialmente importante delimitar conceptos como gobernabilidad, gobernan-
cia y desarrollo local, no simplemente por realizar un ejercicio lingüístico o semántico, sino porque
resulta indispensable clarificar estos términos de manera que guíen y le den sentido y horizonte a
nuestra práctica ya sea ésta política, técnica o académica.
Hay que tener presente además que existe un uso muy variado de estos conceptos que muchas
veces son intencionalmente manipulados e instrumentalizados. Por lo tanto, ellos deben ser com-
prendidos, discutidos y desarrollados como herramientas, esto es, haciendo referencia a prácticas ya
realizadas y con la valoración de los riesgos (políticos, sociales o económicos) que se corren con su
aplicación, así como la identificación de los logros que se pueden obtener en relación con los criterios
para identificación de prácticas exitosas en el campo de la gobernanza y el desarrollo local.
El trabajo contiene cuatro apartados. En el primero se recoge la discusión sobre los conceptos
de gobernabilidad y gobernanza, con el propósito de situar su origen histórico y sus diferencias. El
segundo apartado explora la relación dinámica y profunda que existe entre la gobernanza y el
desarrollo local, para plantear en el tercero los principales desafíos que debemos enfrentar si quere-
mos impulsar procesos de gobernanza y desarrollo local.
Finalmente, en el último apartado se propone una agenda de investigaciones sobre el tema.
Los puntos contenidos en dicha propuesta tienen un doble valor: son presupuestos de la gobernan-
za y el desarrollo local y, al mismo tiempo, pretenden ser herramientas para ponerse en práctica en el
impulso de procesos concretos.
* Licenciado y doctor en Filosofía. Director del Programa de Desarrollo Local de la Fundación Nacional para
el Desarrollo (FUNDE, El Salvador). Consultor internacional.
** Licenciado en Sociología (Facultad de Ciencias Sociales, UdelaR). Diploma de Experto en Desarrollo Local
por la Organización Internacional del Trabajo (Universidad Internacional de Andalucía. Turín, Italia,
2001). Ex director del Programa de Desarrollo Local del CLAEH.
1. El concepto de gobernabilidad
La «gobernabilidad» es un concepto relativamente joven. Su delimitación conceptual está lejos de
ser unánime y centra, desde hace más de un cuarto de siglo, la atención y el debate de politólogos,
sociólogos, analistas y líderes políticos en diferentes naciones y organismos internacionales. Actual-
mente el tema se encuentra en la agenda de diversos organismos internacionales y multilaterales, con
diferentes objetivos y significados. Este primer apartado intenta identificar algunos de los usos de la
gobernabilidad en nuestro continente.
1 Luis Aguilera García: «Gobernabilidad y gobernanza: cinco tesis a la luz del capitalismo neoliberal del siglo
XXI», en Cuba siglo XXI, n.º XXI, setiembre de 2002. Disponible en: ‹http://www.nodo50.org/cubasigloXXI/
politica/aguilera1_310802.htm›.
2 Holly Sklar (ed.): Trilateralism: the Trilateral Commission and elite planning for world management, Boston,
South End Press, 1980.
Es por estas razones –y otras que se podrían añadir– que 27 años más tarde de su debut,
cuando la humanidad abre las puertas a un nuevo siglo y milenio, el concepto de gobernabilidad
sigue siendo una categoría central de la ciencia políticas aunque ha sufrido profundas modificacio-
nes desde la visión original en su manera de asumir la práctica política, tanto desde su interpretación
neoconservadora, como desde la lectura que desde las izquierdas se hace de su valor metodológico
para el estudio del mundo actual.3
Resulta imprescindible, por tanto, desde un enfoque epistemológico analizar qué entender
por gobernabilidad. Pero la gobernabilidad encuentra en la literatura diferentes tratamientos con-
ceptuales. Se la concibe como una «capacidad social y una relación social». Es decir,
Las relaciones de gobernabilidad que permiten a una sociedad nacional trazar y conseguir
objetivos incluyen aquellos que se dan al interior del poder ejecutivo, el legislativo y el poder judicial
del estado, así como también las que se dan entre estos.4
4 Ibídem.
5 Luis Aguilera García: o. cit.
6 Se trata de un artículo de Joan Prats y Catalá: «Gobernabilidad y globalización», del año 1999, citado por
Agustí Cerrillo: «La cooperación al desarrollo y el fomento de la gobernabilidad», en Instituciones y desarrollo,
n.º 8-9 (edición especial), Barcelona, Instituto Internacional de Gobernabilidad de Cataluña (IIG), 2001.
Disponible en: ‹http://www.iigov.org/revista/?p=8_17›.
7 Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): Informe sobre Desarrollo Humano 1999. La
mundialización con rostro humano, New York, Oxford University Press, 1999.
Otros autores enfocan la gobernabilidad como un concepto integral que permite comprender
en un mismo proceso la relación entre los tres elementos clásicos de la teoría del Estado: población,
territorio y poder.
Para impulsar el proceso de gobernabilidad se pone especial énfasis en el fortalecimiento de
la legalidad y la legitimidad. Se entiende por legalidad la generación de espacios institucionales
para el ejercicio de los derechos por parte del ciudadano. A su vez, se entiende por legitimidad la
generación de espacios consensuales en los que se pueda expresar la aceptación y adhesión del
ciudadano respecto del accionar gubernamental. Por ello, se fortalecen los procesos de descentra-
lización local y participación social.
2. El concepto de gobernanza
Hay varios esfuerzos recientes serios por hacer que el concepto governance sea traducido como
«gobernanza». Evidencia de ello es, por ejemplo, la publicación en mayo de 2001 del Libro blanco
de la gobernanza de la Unión Europea.
En efecto, el término gobernabilidad a la luz de los cambios actuales, aparece como demasiado
restringido al análisis clásico de lo político-institucional, ya que es con éste que generalmente se
traduce governability en inglés o gouvernabilité en francés, para designar la «cualidad de goberna-
ble», la doble capacidad para explicar exitosamente un proyecto de gobierno y para procesar insti-
tucionalmente los conflictos derivados de ello.
Gobernabilidad y governance (gobernanza) son, en consecuencia, conceptos diferentes. Aun-
que vinculados en su raíz etimológica, su uso y aplicación se refieren a fenómenos sociopolíticos y
objetos de investigación distintos. Gobernabilidad y gobernanza son dos conceptos interrelaciona-
dos pero que es necesario separar a efectos analíticos.
Esta afirmación es necesaria, en primer lugar, porque con la excepción del PNUD latinoame-
ricano y alguna otra, la comunidad del desarrollo no ha utilizado la expresión gobernabilidad,
(governability) sino governance, a veces impropia y hasta conscientemente traducida al español
como gobernabilidad.
El término governance ha sido traducido en lengua castellana de muy diversas formas:10 ‘buen
gobierno’,11 ‘gobernación’, ‘gobernalidad’ (sic) (versión en castellano del número 155 de la Revista
Internacional de Ciencias Sociales de UNESCO), ‘gobernancia’12 o incluso como ‘gobernabilidad’,
10 David Deferrari: «Governance o las tribulaciones de un terminólogo», en PuntoyComa, n.º 40, Servicio de
Traducción (SdT) de la Comisión Europea, marzo-abril de 1996. Disponible en: ‹http://europa.eu.int/
comm/translation/bulletins/puntoycoma/40/pyc403.htm#governance›.
11 Amadeu Solà: «La traducción de governance», en PuntoyComa, n.º 65, Servicio de Traducción (SdT) de la
Comisión Europea, setiembre-octubre de 2000. Disponible en: ‹http://europa.eu.int/comm/translation/
bulletins/puntoycoma/65/pyc652.htm›.
12 Richard E. Stren: «Nuevos enfoques para la gobernancia Urbana en América Latina», ponencia presentada en
el seminario: El CIID en la gestión del desarrollo urbano sostenible en América Latina: lecciones aprendidas y
demandas de nuevos conocimientos, (Montevideo, 6 y 7 de abril de 2000). Disponible en: ‹http://www.idrc.ca/
lacro/ev-22827-201-1-DO_TOPIC.html›.
¿De dónde procede el éxito de la governance tanto en la academia como en la comunidad del
desarrollo y en general en la retórica político-administrativa actual?
El uso es reciente; corresponde a los años noventa y especialmente a su segunda mitad.
Entre los cincuenta y los setenta la comunidad del desarrollo se aplicó a la reforma administra-
tiva, entendida desde la racionalidad instrumental y la neutralidad política. Durante los ochenta
se introdujo la perspectiva de las políticas públicas; se teorizó el paso de la administración a la
gerencia o management público y se mantuvo la lógica de racionalidad instrumental y neutra-
lidad política de la etapa anterior.
Las políticas sintetizadas en el llamado Consenso de Washington y los programas de reformas
integrales del sector público que las acompañaron (public sector management reform) respondieron a
esta misma lógica. En este contexto, por ejemplo, el PNUD creó el MDD, Management Develop-
ment Division, que sólo entrados los noventa se convirtió en el MDGD, Management Development
and Governance Division. A lo largo de esta década la palabra governance quedó incorporada al
lenguaje de la comunidad del desarrollo.
Este entendimiento de la governance como instituciones y reglas que fijan los límites y los
incentivos para la constitución y funcionamiento de redes interdependientes de actores (guberna-
mentales, del sector privado y de la sociedad civil) así como la asunción de su importancia para el
desarrollo tiene su causa de diversos factores:
15 Renate Mayntz: «Nuevos desafíos de la teoría del Governance», en Instituciones y desarrollo, n.º 7, Barcelona,
Instituto Internacional de Gobernabilidad de Cataluña (IIG), noviembre de 2000. Disponible en: http://
www.iigov.org/revista/?p=7_02›.
16 David Osborne y Ted Gaebler: Reinventing government. How the entreprenurial spirit is transforming the
public sector, Massachusetts, Addison-Wesley, 1992.
17 Esta definición pertenece a Guillermo O’Donnell.
Esto permite focalizar la governance desde una perspectiva tanto analítica como normativa.
Desde la primera, governance implica un marco conceptual para captar los arreglos institucionales de
la sociedad y la gestión de los mismos por los actores relevantes; desde la perspectiva normativa,
governance compromete el liderazgo moral de los actores para mejorar las estructuras institucionales
existentes en aras de mejorar la capacidad de solución de los problemas de acción colectiva.18
En un trabajo reciente, Renate Mayntz recuerda que la propia palabra governance está
experimentando una interesante evolución semántica: inicialmente se utilizó como sinónimo de
governing (que proponemos traducir por ‘gobernación’) o proceso de gobernar a través de las
organizaciones de gobernación (governing organizations). Pero –advierte– el campo semántico de
la palabra se ha ampliado con dos nuevas acepciones. Hoy se recurre a governance, en primer lugar,
para indicar «[...] un nuevo estilo de gobierno, distinto del modelo de control jerárquico y
caracterizado por un mayor grado de cooperación y por la interacción entre el Estado y los actores
no estatales al interior de redes decisionales mixtas entre lo público y lo privado». Pero, en
segundo lugar, se está recurriendo a governance para indicar algo mucho más amplio: inicialmente
desde la economía de los costes de transacción, pero con mayor generalidad después, se descubrie-
ron formas de coordinación social diferentes no sólo de la jerarquía sino de los mercados, y se
recurre entonces a la expresión governance para designar toda forma de coordinación de las
acciones de los individuos y las organizaciones entendidas como formas primarias de la cons-
trucción del orden social. Esta segunda acepción amplía de modo tal el campo semántico que la
governance pierde pie en la teoría política para convertirse en una teoría general de las dinámicas
sociales. En tal caso la pregunta es si la gobernanza como paradigma emergente puede aportar
algo que no aporte una perspectiva institucionalista de la política.
18 Joan Prats i Catalá: Some strategic foundations for improving management and governance in sub-saharan
Africa, paper del Management Development and Governance Division del PNUD.
Llegar a tal definición no fue fácil. Un antecedente fue el análisis que los servicios de la
Comisión Europea hicieron de las diversas traducciones del término governance a las lenguas
oficiales de la Unión Europea, sugiriendo el uso de la palabra «gobernanza» en español, hasta
el punto de titular Libro Blanco sobre la Gobernanza Europea a un proyecto en deliberación.
Además, la Real Academia continúa admitiendo el uso de la palabra «gobernabilidad» como
sinónimo de gobernanza.
19 S. Pasqua y V. Rey: «La gobernanza de la Unión Europea: entrevista a Jérôme Vignon» (sin datos editoriales).
20 Alberto Enríquez: «Desarrollo local: hacia una nueva forma de desarrollo nacional y centroamericano», en
Alternativas para el Desarrollo, n.º 80, FUNDE, San Salvador (El Salvador), diciembre de 2003.
En la misma línea para el CLAEH el desarrollo local aparece como una nueva forma de
mirar y de actuar desde el territorio en este contexto de globalización. El desafío para las
sociedades locales está planteado en términos de insertarse en forma competitiva en lo global, y
capitalizando al máximo sus capacidades locales y regionales, a través de las estrategias de los
diferentes actores en juego.21
Los procesos de desarrollo local, y también las experiencias de gobernabilidad, se dan sobre
territorios determinados. En ese sentido, el desarrollo de un territorio se concibe en relación a cuatro
dimensiones básicas:22
• económica: vinculada a la creación, acumulación y distribución de riqueza;
• social y cultural: referida a la calidad de vida, a la equidad y a la integración social;
• ambiental: referida a los recursos naturales y a la sustentabilidad de los modelos adoptados en el
mediano y largo plazo;
• política: vinculada a la gobernabilidad del territorio y a la definición de un proyecto colectivo
específico, autónomo y sustentado en los propios actores locales.
21 Enrique Gallicchio: Descentralización y desarrollo local como factores de integracion regional. El caso del
Mercosur. Documento presentado a la II Conferencia Centroamericana por la Descentralización y el Desarro-
llo Local (CONFEDELCA), Guatemala, 2002.
22 Ibídem.
23 Fernando Barreiro: Desarrollo desde el territorio (a propósito del desarrollo local). Disponible en: ‹http://
www.iigov.org/biblioteca/readResource.drt?id=166›.
Partiendo de lo planteado hasta aquí se puede afirmar categóricamente que sin la construcción de
una gobernanza local no hay desarrollo local. Es oportuno reiterar aquí que el termómetro para
medir si hay o no gobernanza es el nivel de cumplimiento del objetivo de ésta, es decir, el logro de
un desarrollo económico, social e institucional duradero. Por ello es una tarea de la mayor importan-
cia en los países latinoamericanos.
Algunos de los desafíos más importantes para una gobernanza local:
• Fortalecimiento de los gobiernos locales y las municipalidades
Los desafíos aquí pasan por una mayor descentralización como forma de disponer de más recursos
[...] al referirnos a sistemas locales de cooperación entre actores, podemos incluir tanto los
sistemas locales de empresas, como sistemas de instituciones y organismos que cooperan entre sí
en acciones de impulso al desarrollo local. En ambos casos, la construcción de estos sistemas, que
aseguren una cooperación persistente y sólida, supone la existencia de una red de lazos de confian-
za, tejida por los propios participantes en el sistema. Estos lazos son los que reducen el peligro de
los comportamientos oportunistas, aquellos que se aprovechan de las imperfecciones de los acuer-
dos y contratos. Los lazos de confianza pueden establecerse más fácilmente en contextos caracte-
rizados por la frecuencia de los contactos, la proximidad, la convivencialidad y la adhesión colec-
tiva a ciertos valores. Estos valores pueden estar referidos a la identidad cultural e histórica, a
valores religiosos o de justicia, pero también a valores comunes en cuanto a profesionalidad,
estándares de calidad, códigos de comportamiento, etc.
• Transformación y fortalecimiento del marco legal e institucional para facilitar el desarrollo local
Es necesario avanzar en la revisión de los marcos legales existentes y en las bases y principios de un
nuevo marco legal. Frecuentemente, la normativa vigente no reconoce aspectos tales como la
necesaria autonomía y capacidad de asociación de los diversos territorios locales entre sí y también
con actores empresariales o de la sociedad civil.
• Construcción de una cultura democrática
Los procesos de inclusión de actores deben ir vinculados a una profundización de la democracia
local. El gobierno local de por sí tiene una legitimidad importante, vinculada a lo electoral. Sin
embargo, los demás actores también tienen importantes fuentes de legitimidad, dadas por sus
vínculos con la sociedad o con las fuentes de generación de riqueza. La gobernanza local y la
construcción democrática son procesos fuertemente entrelazados.
• Vinculación y articulación de los procesos y actores locales con los nacionales e internacionales
Queremos recalcar la importancia de esta dimensión, que vincula lo local y lo global. Estamos
convencidos de que la propia concepción y la proyección del desarrollo local pasan por la mejor
gestión y articulación de estos diferentes ámbitos del desarrollo.
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de 2003.
PRESENTACIÓN
Luis Carrizo
Las sociedades contemporáneas enfrentan problemas de creciente complejidad, definidos por un sinnú-
mero de relaciones y variables que no siempre pueden ser interpretadas integralmente. En el campo
académico y científico, por su parte, las ciencias sociales y humanas atraviesan por un momento caracte-
rizado por fuertes debates que reclaman nuevas y mejores estrategias de producción de conocimiento.
El presente documento es un aporte a esta reflexión contemporánea sobre teoría social, desde
una perspectiva que busca registrar la evolución, desarrollos y propuestas de enfoques claves en el
pensamiento social, como son los de la complejidad y la transdisciplinariedad.
Desde el título de este trabajo se propone el vínculo entre complejidad y transdisciplinariedad, con
especial énfasis en el campo del análisis social. El binomio «complejidad-transdisciplinariedad», como han
llamado Caetano, Curado y Jacquinet a esa relación, refiere, por un lado, a las realidades investigadas,
complejo de fenómenos irreductible a una sola dimensión y cuyos significados dependen fuertemente
del contexto; y por otro, al esfuerzo intelectual para comprenderlas, a través de la elaboración de modelos
que tomen en cuenta el contexto así como las interretroacciones entre sus elementos constituyentes.2
En su análisis sobre la evolución del pensamiento social, el documento se basa en criterios de
periodización de las ciencias sociales y muestra sus desarrollos desde una perspectiva de la simplici-
dad hacia una perspectiva de la complejidad, desde su fundación como áreas autónomas de produc-
ción de conocimiento, destacando hitos críticos, hasta el momento actual, caracterizado por una
nueva revolución en términos epistémicos –según distintos autores: pasaje del pensamiento simple
al complejo, configuración como ciencias posnormales, investigación social de segundo orden.
Ubicados en la perspectiva de la complejidad, se indaga en tres órdenes de fenómenos: la
relación sujeto-objeto, la relación todo-parte, y la noción del tiempo y la historia. Para los estudios
1 Las ideas y opiniones expresadas en este artículo son las de los autores y no reflejan necesariamente el punto
de vista de la UNESCO. Las denominaciones empleadas y la presentación de los datos que en ella figuran no
implican por parte de la UNESCOninguna toma de posición respecto al estatuto jurídico de los países,
ciudades, territorios o zonas, o de sus autoridades, ni respecto a sus fronteras o límites.
2 Cf. João Carlos Caetano, Enrique Curado, Marc Jacquinet, «On transdisciplinarity in organizations, inno-
vation and law», en J. Thompson Klein et al. (eds.): Transdisciplinarity: joint problem-solving among science,
technology and society, Zúrich, Workbook I:528, Haffmans Sachbuch Verlag, 2000.
Introducción
En la segunda mitad de los años noventa del siglo XX se fue haciendo común en las ciencias sociales
la presencia de la noción de complejidad y de diferentes conceptos a ella asociados –por ejemplo:
autopoiesis, caos, incertidumbre, no linealidad– para referirse a procesos de naturaleza social, pre-
sencia que se ha hecho más visible en los inicios del siglo XXI.
Las reacciones de la comunidad académica de ciencias sociales ante la teoría de la complejidad
y su introducción en estas disciplinas han sido variadas y van desde los que consideran que ella abre
un camino innovador, que contribuiría a resolver viejas limitaciones del pensamiento social, hasta el
escepticismo y la negación más absoluta.
En la primera posición los ejemplos más conocidos serían Luhman (1982), con su teoría de los
sistemas complejos y el uso en ella de la noción de autopoiesis para explicar lo social como sistema
4 Edgar Morin, Introducción al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, 1990; Edgar Morin, «Por una
reforma del pensamiento», en Correo de la UNESCO, París, febrero de 1996; y Edgar Morin, El paradigma
perdido..., o. cit.
5 Immanuel Wallerstein (coord.), Abrir las ciencias sociales. Comisión Gubelkian para la reestructuración de las
ciencias sociales, México, d.f., Siglo xxi, 1995.
6 Carlos Delgado, La filosofía del marxismo ante la revolución del saber contemporáneo, tesis presentadas a
debate en la Cátedra de Complejidad del Instituto de Filosofía de La Habana, 2000; Ian Hacking, La
domesticación del azar. La erosión del determinismo y el nacimiento de las ciencias del caos, Barcelona, Gedisa,
1995. Edgar Morin, «Por una reforma del pensamiento», o. cit.
7 Carlos Delgado, o. cit.
8 Edgar Morin, El paradigma perdido..., o. cit.
La identificación de estas etapas ha seguido la lógica de los procesos fundamentales que tienen
lugar en lo que respecta a la delimitación de los objetos de estudio de esas disciplinas y sus posicio-
namientos epistemológicos.
El surgimiento de las ciencias sociales como áreas autónomas, bien delimitadas del conoci-
miento científico se vincula especialmente al auge del capitalismo europeo y a la emergencia de los
procesos económicos, políticos y sociales y sus contradicciones intrínsecas, como esferas claramente
delimitadas y secularizadas de la vida y con patrones de comportamiento relativamente estables y
empíricamente observables, lo que posibilitó la conversión de estas esferas y sus diferentes dimensio-
nes en objetos de estudio de la ciencia. Este proceso de conversión de lo social en área pertinente y
necesaria para la indagación científica presupuso, entre otros elementos, concebir la sociedad como
un todo con carácter de sistema, cuyo funcionamiento y desarrollo se atiene a regularidades y leyes
propias que pueden ser observadas por el hombre,12 en oposición a una visión de lo social como
relacionamiento arbitrario de elementos aislados, donde aparecen mutaciones azarosas, sin una
causalidad discernible. La piedra de toque de esta conversión parece ser la sustitución de la visión
cíclica del cambio por la del progreso, entendido como ley, concepción que abrió la modernidad
europea, y que supone que el devenir social sigue un camino con legalidad propia, explicable a
través del instrumental científico. Saint-Simon anotó que la ley del progreso social es a las ciencias
sociales lo que la ley de la gravedad es a las naturales. Comte elaboró en detalle ese carácter de ley del
progreso social, argumentando su inevitabilidad y naturalidad.
Convertirse en ciencias –esto es, validarse como conocimiento que descubre leyes y patrones
de comportamiento en los fenómenos que estudia y con capacidad para describirlos, explicarlos,
medirlos, cuantificarlos, predecirlos y manipularlos– en oposición a la reflexión meramente especu-
lativa, ajena a operaciones de verificabilidad y contrastación empírica, exigió al pensamiento social
(no parece que hubiera otra posibilidad expedita) asumir el modelo vigente en las ciencias naturales
y exactas, que desde la modernidad habían alcanzado ya ese estatuto de conocimiento superior, lo
que condujo a adoptar la lógica y la racionalidad clásicas y el ideal de simplicidad que estas ciencias
habían construido bajo la impronta del paradigma de cientificidad newtoniano-cartesiano.
El llamado ideal de simplicidad, muy apretadamente, puede ser descrito como un estilo de
conocimiento que enfatiza en operaciones de reducción como forma de aprehender el todo, de
explicarlo y manipularlo, y se sustenta en varios supuestos básicos: consideración del universo como
totalidad única acabada y omnicomprensiva; la totalidad como conjunto que puede ser descom-
puesto en unidades-partes y recompuesto a través de la sumatoria de estas; la diversidad como
combinación de unidades-partes; existencia de un encadenamiento universal a través de relaciones
causales lineales, donde los efectos son proporcionales a las causas y se constituyen en invariantes
explicativas (a iguales causas corresponden los mismos efectos y viceversa): expresión de la causali-
dad a través de estructuras que enlazan las partes y que se constituyen como armazones fijas,
relativamente rígidas y resistentes al cambio, con alto grado de persistencia en el tiempo y que
aseguran la reproducción de lo social y sus diferentes ámbitos; el orden, la estabilidad y el equilibrio
12 I. Kon, o cit.
13 Zoran Trputec, Gestión y toma de decisiones, Tegucigalpa, Postgrado Latinoamericano en Trabajo Social,
Universidad Nacional Autónoma de Honduras (plats-unah), 2002, p. 6.
14 Thomas Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1992.
15 Immanuel Wallerstein (coord.), o. cit.
18 Emilio Lamo de Espinosa, «La sociología del siglo xx», en Revista Española de Investigaciones Sociológicas,
n.º 96, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 2001, pp. 37-38.
19 George Ritzer, Teoría sociológica clásica, Madrid, McGraw-Hill, 1993; George Ritzer, Teoría sociológica
contemporánea, Madrid, McGraw-Hill, 1993.
20 Anthony Giddens, «The transition to the late modern society», en International Sociology, vol. 13, n.º 1,
Sage Publications, 1998.
21 Pierre Bourdieu, Distinction: a social critique of the judgment of taste, Cambridge, Harvard University
Press, 1986.
La relación sujeto-objeto
En el capítulo III de este documento base, Luis Carrizo abordará en extenso el complicado y esencial
tema de las relaciones sujeto-realidad-conocimiento; por ello nuestra reflexión aquí, mucho más general,
Como antes se señaló, la investigación social clásica o normal, la que dio el carácter de ciencias
verdaderas a las disciplinas sociales y las apegó a la perspectiva simplificadora, ha tenido entre sus
fundamentos básicos y fuentes de credibilidad el presupuesto de objetividad, para el cual la premisa
básica del conocimiento es que existe un objeto separado del sujeto. Este postulado separa tajante-
mente la realidad objetiva (como dimensión externa) del sujeto que la conoce y esto es lo que
sustenta la acción de conocer: la conciencia de esa separación, que permite observar, medir, clasificar,
algo que está fuera del sujeto y suficientemente alejado de él para evitar cualquier interferencia al
«captar», «descubrir», las cualidades de la realidad objetiva, encontrar las leyes propias de la realidad
estudiada. Se olvida que «[...] nuestro conocimiento del mundo es una construcción valorativa que
nos permite crear una representación del mundo, pero no es el mundo. Es un producto humano
que tiene fuentes en la subjetividad humana que no pueden pasarse por alto. El pensamiento
moderno excluyó la subjetividad y construyó una objetividad basada en la exclusión del sujeto».34
Aunque esta ha sido la posición hegemónica en las ciencias sociales –la exclusión del sujeto–
y en tanto ha sido también hegemónica la legitimidad por cercanía a las ciencias duras, el giro
constructivista de los sesenta reta la pretensión de descubrimiento de propiedades externas de la
realidad y entiende la relación sujeto-objeto desde la óptica de la acción constructora de la subjeti-
vidad. El sujeto no descubre al objeto; en todo caso, lo inventa. Este giro subjetivista no supera el
ideal de simplificación en la relación sujeto-objeto, en tanto no incorpora ambos polos en su interre-
lación, más bien realiza una operación de reducción hacia la subjetividad, de exclusión del objeto.
La investigación social no clásica se basa en el presupuesto de reflexividad, de inspiración
hermenéutica, para el cual el objeto solo es definible en su relación con el sujeto.35 El presupuesto
36 Pablo Navarro, «Tipos de sistemas reflexivos», en Jesus Ibáñez, Nuevos avances en la investigación social. La
investigación de segundo orden, Barcelona, Suplementos Anthropos 22, octubre de 1990.
37 Jesús Ibáñez, El papel del sujeto..., o. cit. y Jesús Ibáñez, «Introducción», en Jesus Ibáñez: Nuevos avances... o. cit.
38 Hugo Zemelman: «Conocimiento y conciencia», en J. Osorio y L. Weinstein (eds.), El corazón del Arco Iris.
Lecturas sobre nuevos paradigmas en educación y desarrollo, Santiago de Chile, Consejo de Educación para
Adultos de América Latina (ceaal), Santiago de Chile, 1993.
39 Gérard Imbert, «Por una socio-semiótica de los discursos sociales. Acercamiento figurativo al discurso
político», en Manuel García Ferrando, Jesús Ibáñez y Francisco Alvira (comps.), El análisis de la realidad
social. Métodos y técnicas de investigación, Madrid, Alianza, 1998, p. 494.
Es un sujeto que forma parte del universo que conoce y, como tal, es también inacabado,
determinado e indeterminado a la vez, construcción y constructor, significa y es significado por otros.
La centralidad de la subjetividad y su comprensión como productora de realidad no constitu-
ye un relativismo ético individualista, ni la negación de la contingencia externa, sino que pretende
resaltar la no existencia de oposición sujeto-objeto, la relación que entre ambos términos se da en la
práctica y la dimensión activa del conocimiento. Supone una noción del sujeto como sujeto en
proceso permanente de autoconstrucción y de construcción de sus condiciones de existencia a través
de la práctica, de la interacción sujeto-objeto. En la perspectiva reflexivista compleja se enfatiza el
momento relacional, de articulación, de coproducción conjunta de la realidad.
Hay también aquí un entronque con la propuesta de Luhmann, en su nueva teoría de los
sistemas, de que una teoría social no tiene un centro único desde el cual legitimar la observación. El
policentrismo de la observación, del posicionamiento del observador, es condición indispensable
para producir conocimiento acerca de sistemas sociales que están en proceso de diferenciación
constante. No hay observadores externos, capaces de romper los límites que el propio desarrollo del
objeto impone al desarrollo de la observación.40 En esta concepción «observador y observado»
forman parte del mismo sistema descrito.
Para la investigación social clásica (o de primer orden), sustentada en el objetivismo, el centro
del proceso de investigación es el objeto, y el sujeto debe ser objetivo en la producción de conoci-
miento. Para la investigación social no clásica (reflexivista compleja o de segundo orden) el sujeto es
integrado en el proceso de investigación, el sistema observador forma parte de la investigación como
sujeto en proceso, y es reflexivo.41 Desde esta perspectiva la investigación social es un actor, un
dispositivo al interior de la sociedad, un sistema observador.
El posicionamiento reflexivista supera las disyunciones sujeto-objeto, externalidad-in-
ternalidad, entre otras, y abre un camino a lo interaccional y a lo reticular, como fuentes
constitutivas de la realidad.
40 Niklas Luhmann, The differentiation of society, New York, Columbia University Press, 1982.
41 Jesús Ibáñez, El papel del sujeto..., o. cit., y Jesús Ibáñez: «Introducción», en Jesús Ibáñez: Nuevos avances...,
o. cit.
Por supuesto que no parece posible llegar a esa representación de lo social que comprende
simultáneamente universalidad y particularidad, homogeneidad y diversidad, afincados en un ideal
de simplicidad, que reduce el todo a sumatoria de partes homogenizadas.
El enfoque de sistemas complejos propone una visión diferente del todo, donde su organiza-
ción es más que la suma de las partes y constituye un proceso donde aparecen cualidades emergentes
(inéditas, no contenidas en la historia de la parte) surgidas específicamente de la organización del
todo, con capacidad para retroactuar sobre las partes. El todo es también mucho menos que las
partes, pues estas poseen cualidades inhibidas en la formación de la totalidad, que pueden desple-
garse en circunstancias que exigen un cambio en las rutinas preestablecidas en la configuración del
todo.43 Pero, a la vez, el todo está contenido en cada parte, concentrado y particularizado, como un
código que garantiza que cada una de ellas exista, se comporte y se articule con las demás como
elemento de constitución de la totalidad.44 La parte es vista como componente articulado.
La cualidad de ser un sistema complejo adaptable, perfectamente aplicable a la constitución del
orden social, significa que los elementos constitutivos de este se asocian fuertemente entre sí formando
redes (no atados por una estructura rígida de determinaciones) y tienen a la vez la capacidad potencial de
actuar individualmente como agentes autónomos e influir sobre los demás, abandonando las rutinas
(comportamiento tipificados en un repertorio preestablecido) para adaptarse a nuevas circunstancias.
Por su parte, la autopoiesis, idea tomada por Luhmann de las investigaciones desarrolladas por
los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela, es la cualidad que tiene el sistema
complejo para autoproducirse. Los sistemas autopoiéticos son organizacionalmente cerrados (se
construyen y reproducen a sí mismos en lugar de ser programados desde fuera) e informacionalmen-
te abiertos (captan y producen continuamente información).45
El principio dialógico entiende que un sistema complejo está integrado por el vínculo
entre elementos antagónicos inseparables, centrándose en el momento relacional del antagonismo
42 Immanuel Wallerstein, «El occidente y los otros», en Carta, n.º 6 (Cartas del presidente 1994-1998),
Madrid, International Sociological Association (isa), 1997.
43 Edgar Morin, «Por una reforma del pensamiento», o. cit.
44 Principio holográmatico, ibídem.
45 Humberto Maturana y Francisco Varela, El árbol del conocimiento. Las bases biológicas del entendimiento
humano, Santiago de Chile, Behncke, 1984.
Desde el pensamiento social, la concepción compleja del tiempo permite cuestionar esa escala
única de progreso y el enfoque de las diferencias en una relación de inferioridad-superioridad,
colocando sus énfasis en un sujeto histórico en formación, con capacidad innovativa emancipatoria,
al entender que los sistemas sociales lingüísticos tienen muchos futuros posibles porque tienen la
capacidad de aprender, son autopoiéticos.52
Para la ciencia clásica, una condición inherente a los sistemas –para existir organizados como
tales y reproducirse– es el equilibrio, y ello constituye también una especie de estado deseable,
generador de orden y estabilidad. En el equilibrio, o cerca de él, es posible identificar patrones de
comportamiento que constituyen un criterio de evolución del sistema de que se trate, lo que permite
prever el punto final a alcanzar. Es posible visualizar un atractor, un punto, una posición preestable-
cida hacia la que se dirige el sistema, «una región del espacio de fases hacia la que convergen, con el
paso del tiempo, todas las trayectorias».53
49 Aníbal Quijano, «Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina», en Edgardo Lander (comp.), o. cit.
50 Ibídem, p. 220.
51 Edgardo Lander, o. cit., p. 23.
52 Jesús Ibáñez, «El centro del caos», o. cit.
53 Santiago López Petit, «Las travesuras de la diferencia», en Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura,
n.º 13, Barcelona, Editorial Archipiélago, 1993, pp. 99-106.
Vale aquí aclarar que una crítica bastante extendida a la perspectiva compleja del tiempo es
que inhabilitaría a las ciencias sociales para realizar su función pronosticadora, mientras que en el
ideal clásico o determinista este es un problema bastante bien resuelto, puesto que en él esta función
se concreta a través de la construcción de métodos y técnicas que permitan la predictibilidad por
descripción de lo inercial y por anticipación de tendencias de cambio contenidas en lo teóricamente
verosímil; esto es, la identificación del futuro posible en el marco de un determinismo histórico.
Pero esta no es una crítica muy sólida. La perspectiva compleja no renuncia a la anticipación,
solo que se trataría de una anticipación diferente. Hugo Zemelman56 apunta que
[...] no es suficiente rescatar y reconstruir tendencias, [...] no es posible profundizar en la lectura
de la realidad históricamente producida si no se tiene un ángulo de lectura definido por una opción
del futuro; más aún cuando el reconocimiento de lo nuevo puede cimentarse en realidades emer-
gentes, ni siquiera potencialmente contenidas en lo dado.
En consecuencia, pronosticar, además de utilizar las herramientas que marcan una línea iner-
cial y los atractores conocidos, como imagen de uno de los futuros posibles (aquel donde el cambio
es mínimo o donde transcurre por derroteros preestablecidos), incluye también la introducción de
la visión de futuros múltiples, de la posibilidad de aparición de bifurcaciones, asociadas al azar y a
cualidades emergentes, rumbos nuevos, tironeados por atractores extraños, que no pueden ser
establecidos desde el inicio del proceso. Pronosticar tiene aquí una fuerte carga de construcción
utópica, de legítima rebeldía ante los determinismos históricos.
54 Íbídem.
55 Véase Jesús Ibáñez, «El centro del caos», o. cit.; Edgardo Lander, «Ciencias sociales: saberes coloniales y
eurocentrismos», o. cit.; Alejando Moreno, «Superar la exclusión, conquistar la equidad: reformas políticas y
capacidades en el ámbito social», o. cit.; Ilya Prigogine, «El redescubrimiento del tiempo», en Archipiélago.
Cuadernos de crítica de la cultura, n.º 10-11, Barcelona, Editorial Archipiélago, 1992 y Ilya Prigogine, El
fin de las certidumbres, Madrid, Taurus, 1997.
56 Hugo Zemelman, o. cit., p. 84.
57 Ídem.
58 Edgar Morin: «Por una reforma del pensamiento», o. cit.
59 Carlos Delgado, o. cit.
60 Edgar Morin, «Por una reforma del pensamiento», o. cit.
61 Niklas Luhman, o. cit.
62 Ídem.
63 Santiago López Petit, o. cit.
64 James N. Rosenau, «Demasiadas cosas a la vez. La teoría de la complejidad y los asuntos mundiales», en
Nueva Sociedad, n.º 148, Caracas, Nueva Sociedad, marzo-abril de 1998.
Bajo estas nociones las operaciones de reducción propias del ideal simple (fragmentación,
binarización, disyunción), son sustituidas por otras operaciones lógicas orientadas a la captación de
la complejidad: distinción, conjunción, implicación, que se abordarán en el tercer capítulo de este
texto, y la objetivación, como forma de imaginar la relación sujeto-objeto, da paso a la reflexión,
cuyas características ya hemos examinado aquí.
Aunque la tradición de las ciencias sociales se ha empeñado –aún hoy se empeña– en tratar
el ámbito de lo social como si éste se correspondiera invariablemente y debiera corresponderse (en
sentido normativo-utópico, del deber ser), con sistemas cerrados y en equilibrio, presididos por
determinaciones lineales teórica y empíricamente inteligibles, comprender que su comportamien-
to se acerca más al de los sistemas abiertos, autoorganizados, que combinan equilibrio y desorden,
posibilita construir una visión más flexible de la causalidad social, de la idea de futuro y de las
formas de intervención en el cambio, que necesariamente tiene que incorporar el peso del azar, la
incertidumbre y la subjetividad, no como factores secundarios y subalternos, sino como elemen-
tos que adquieren carácter de determinación en el curso de los acontecimientos y el rumbo de la
historia. Esta perspectiva, lejos de significar la total impotencia humana ante la contingencia,
significa la potenciación de la capacidad innovadora, de rompimiento de rutinas y de activación
de puntos que, desde el presente, pueden adelantarnos hacia futuros deseados.
Para terminar, es preciso hacer visibles dos alertas: sería un contrasentido pretender la conver-
sión de la perspectiva de la complejidad en un nuevo paradigma, en la creencia de que su capacidad
de solución a los problemas del conocimiento social es definitiva y absoluta. La pretensión paradig-
mática niega el sentido del ideal de complejidad, que no es más (ni menos) que eso: un ideal, una
perspectiva, un modo de situarse ante la realidad e, incluso, ante la vida propia:
[...] un abordaje que haga honor a la complejidad debe ser capaz de conjugar de múltiples maneras
los distintos niveles del cambio, explorar sus articulaciones, construir itinerarios según las proble-
máticas particulares que se presenten en cada indagación específica. Considero que la complejidad
no debe ser un «imperativo» sino una elección. Una elección que abarca tanto el plano cognitivo
como el ético, el estético, el práctico, el emocional. No se trata de un mero cambio de paradigmas,
sino de formas de experimentar el mundo y producir sentido, de interactuar y de convivir, una
transformación multidimensional en una permanente evolución.66
En segundo lugar, esta perspectiva pone en primer plano el tema de la relación entre
conocimiento y valor, el tema de lo ético en la producción de conocimiento científico. En el
ideal de simplificación hay una primacía de la racionalidad instrumental, la investigación social
se centra en la eficacia de los medios que se organizan para lograr un fin, generalmente definido
y encargado por otro, otro ubicado en una posición de poder –económico, político, social– que
lo capacita para hacer tal encargo y para apropiarse del conocimiento producido y de sus
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67 Ramsés Fuenmayor, «El olvido del sentido holístico en la época post-moderna», en Síntesis, n.º 1, Mérida
(Venezuela), Universidad de Los Angeles, 1994. Disponible en ‹http://www.saber.ula.ve/db/ssaber/Edocs/
centros_investigacion/csi/publicaciones/papers/fuenmayor-olvido.pdf›.
68 Hugo Zemelman, o. cit.
TRANSDISCIPLINARIEDAD:
DISCURSO
DISCURSO,, INTEGRACIÓN Y EVALUACIÓN69
EVALUACIÓN
Julie Thompson Klein**
Introducción
El documento de debate de MOST sobre transdisciplinariedad y complejidad en el análisis social es el
último aporte dentro de las iniciativas patrocinadas por Unesco para avanzar en abordajes transdiscipli-
narios. En sus contribuciones, Luis Carrizo y Mayra Espina señalan el creciente alineamiento de estas
dos palabras claves. En la última mitad del siglo XX, una serie de conceptos centrados en la noción de
complejidad devinieron comunes, junto con un nuevo vocabulario que centró su atención en el
carácter dinámico y la multidimensionalidad del conocimiento. En el pasaje de la simplicidad a la
complejidad –según señala Espina– los viejos paradigmas son cuestionados, nuevas redes de relaciones
se desarrollan, iniciativas interdisciplinarias fomentan una más amplia consideración sobre la construc-
ción social y cultural de la realidad, y el actor social conquista una nueva posición.
Este documento también ofrece una posibilidad de reflexionar sobre tres tópicos mayores
implicados en los cambios que Espina y Carrizo han examinado: 1) el discurso sobre transdiscipli-
nariedad; 2) formas concurrentes de integración y cruce de fronteras; y 3) criterios de evaluación. El
prefijo «trans» denota algo que va «a través», «más allá» o «entre», implicando una entidad o una idea
que es más amplia en perspectiva e incluso «trascendente». Al mismo tiempo, «trans» señala lo
«transgresivo», implicando disrupción e incluso disolución de límites. Ambas connotaciones se
observan con claridad en la historia del discurso.
1. El discurso
El origen del concepto de transdisciplinariedad se atribuye convencionalmente a la primera Confe-
rencia Internacional sobre Transdisciplinariedad en 1970. Carrizo considera este evento como un
hito en la historia del concepto. La publicación que recoge los resultados de la conferencia establece
69 Versión original en inglés: Transdisciplinarity: Discourse, Integration, and Evaluation, traducido al español
para esta edición, por Luis Carrizo.
** Profesora de Humanidades en Estudios Interdisciplinarios de Wayne State University (Michigan, Estados
Unidos de América).
70 Pohl, Workbook I.
Participación
Como lo ilustra el ejemplo de Bearth, el cruce de fronteras se extiende más allá de la academia para
incluir la noción de «transectorialidad» según Yersu Kim (IV). Con referencia en Bruno Latour, Carrizo
comenta que un nuevo contrato entre ciencia y sociedad está en juego, acortando las distancias entre
conocimiento científico y conocimiento común. La clave para este proceso es la participación. Es
importante subrayar que la idea de participación no es nueva. En la agricultura danesa, a modo de
ejemplo, su presencia data del siglo XIX. Sin embargo, en los últimos años de la década del ochenta y
en los noventa, en Dinamarca y Holanda la participación tomó cuerpo en la asesoría tecnológica,
emergiendo una nueva retórica de la «cogestión y la descentralización» en el manejo de recursos
ambientales renovables y se implementaron nuevas ideas para incrementar una «planificación partici-
pativa» en la regulación ambiental. La Junta Danesa de Tecnología desarrolló «conferencias de consen-
so», llevando el debate público a la asesoría tecnológica. Similares esfuerzos fueron seguidos en otros
países, como en el caso de los Swisss Public Forums (Nentwich, Bütschi y Joss, Workbook II; Nielsen,
Agger y Heinberg, Workbook I). Muchas autoridades públicas, observa Paulius Kulikauskas, están
ahora ávidas por comprometerse en experimentos, demostraciones y proyectos pilotos en el nombre de
la «transdisciplinariedad», «sustentabilidad» y «participación». Su interés está movido en parte por una
cierta desilusión con respecto a los abordajes tradicionales en el campo de las transformaciones urbanas.
Sin embargo, la integración de conceptos de participación y transdisciplinariedad en la cultura general
de gobierno sobre bases de largo plazo es una tarea compleja (en Klein et al., 2001).
Dos ejemplos ilustran las dinámicas de participación. Kongens Engave –un barrio en el
sudoeste de Copenhague– es la única área bajo el dominio del experimento de regeneración urbana
3. Evaluación
El aspecto menos comprendido del trabajo inter y transdisciplinario es el referido a la evaluación.
No existe una gran literatura sobre este tópico, aunque recientes estudios ofrecen valiosas reflexio-
nes. Entre ellos se destacan el informe de Rico Defila y Antonietta Di Guilio sobre la evaluación de
la investigación transdisciplinaria (Evaluating Transdisciplinary Research), patrocinada por la Swiss
National Science Foundation en asociación con el Swiss Priority Program Enviroment. Defila y Di
Guilio realizan un llamado a la elaboración de criterios más amplios, que sean adaptables a las
necesidades de problemas particulares. Los criterios tradicionales de validación científica juegan un
papel importante, pero la participación de asociados en proyectos transdisciplinarios requiere crite-
rios más amplios. La orientación a problemas en sistemas complejos de actores y el alto valor del rol
de la innovación también significa que las fronteras no están bien definidas. Todos estos factores
hacen de la transdisciplinariedad un desafío múltiple.
J. B. Spaapen y F. J. M. Wamelink, del Sci-Quest Research Agency for S&T Policy en Holan-
da, han diseñado un método de evaluación de investigación que incorpora los intereses sociales
relacionados a los programas de investigación transdisciplinaria de manera sistemática. El contexto
original refería a doce programas de investigación agrícola en el medio social y científico, a pesar de
que el método tiene un valor genérico. El Perfil de Implantación y Performance de la Investigación
(REPP, por su sigla en inglés: Research Embedment and Performance Profile) representa cinco dominios
de actividad, cada uno de los cuales cuenta con sus propios criterios para dar cuenta de la produc-
ción de conocimiento. Estos dominios se encuentran asociados a varios sectores de actores sociales así
como a los diferentes patrones de expectativas dominantes:
• ciencia y conocimiento certificado;
• educación y capacitación;
• innovación y profesionales;
El método no constituye una fórmula absoluta, dado que los proyectos y los programas
difieren en grados de cooperación. El punto de inicio para Spaapen y Wamelink fue el reconoci-
miento de que los proyectos transdisciplinarios se desarrollan en interacción con el contexto más
amplio en el cual están inscriptos. Para tener una visión integral del rol de los usuarios y de otros
asociados, ellos complementaron el perfil con el análisis de los usuarios, mapeando el ambiente de los
usuarios y encuestando a usuarios seleccionados. El concepto de «éxito», así, es un concepto relativo,
dependiente en buena medida de cómo los investigadores conectan su trabajo a temas que resuenan
en la comunidad y de las vías en que la comunidad acepta y consolida los productos de conocimien-
to. La lección más importante que resulta de todo esto es que, aún cuando un procedimiento de
evaluación «estándar» puede ayudarse a través del mapeo de las interacciones del programa de
investigación con el contexto más amplio, la particularidades de los grupos y de sus propios contex-
tos debe ser tomada en cuenta (Workbook I).
Defila y Di Giulio, que están asociados al Interdisciplinary Center for General Ecology de la
Universidad de Berna, toman un abordaje modular para establecer un catálogo de criterios que
ilumina características de proyectos transdisciplinarios e interdisciplinarios orientados a problemas
aplicados. El catálogo consiste en una serie de preguntas que proveen «módulos constructivos» para
uso local, en una exploración conjunta orientada por el interés común, desde una visión que
reconoce que no todo programa debe necesariamente tomar en cuenta todas las preguntas. En este
sentido son recomendadas las adaptaciones referidas al contexto, con las necesarias supresiones y
adiciones. El catálogo tiene un valor agregado como respaldo al seguimiento del progreso del
trabajo. La secuencia de evaluación está organizada en cuatro fases: la propuesta de investigación ex
ante, puntos intermedios (evaluación acerca de si los proyectos son operativos, productivos y produ-
cen resultados), ex post final e impacto de largo plazo. En las preguntas referidas a la fase propositiva,
tanto para el proyecto global como para los subproyectos, las categorías refieren a requerimientos
formales, contenidos-objetivos, integración-síntesis, calidad científica, transferencia de conocimien-
to y tecnología, organización-gestión del proyecto, competencia de la gestión y evaluación global.
No se especifican preguntas de detalle para la evaluación intermedia ya que ellas pueden ser deriva-
das de las fases ex ante y final, a pesar de que Defila y Di Giulio ofrecen algunas sugerencias. En la
mayoría de los casos la escala de evaluación para las respuestas es binaria «sí» o «no», aunque en casos
particulares esto varía, como por ejemplo los apartados referidos a gestión (excelente, suficiente,
insuficiente) y a la evaluación global (alta, media, baja).
El informe de Defila y Di Giulio es de lectura esencial para cualquier grupo comprometido en
proyectos inter y transdisciplinarios orientados a problemas. No menos esencial es la construcción de
capacidades en el ámbito educativo. El programa Hombre-Sociedad-Medio Ambiente (MGU) de la
Universidad de Basilea es un modelo ejemplar. El currículum se concentra en el conocimiento necesa-
rio para trabajar de manera exitosa en proyectos y procesos transdisciplinarios en áreas tales como uso
de la tierra, biodiversidad y conservación. Los estudiantes focalizan un problema del «mundo real» en
marcos de proyectos inclusivos de alianzas amplias. Luego de pasar por cursos básicos acerca de la
interfase de tópicos ecológicos, económicos y sociales, los estudiantes seleccionan cursos modulares que
pueden ser complementarios a sus intereses disciplinarios, pero que están de todas maneras dentro del
Más allá de extender el debate sobre transdisciplinariedad, este documento representa otra
necesaria forma de cruce de fronteras. Carrizo y Espina han sintetizado un enorme cuerpo de
Bibliografía
Mi agradecimiento a la publicación Colorado School of Mines Quaterly (2003) por su autorización
para utilizar la Lista de evaluación de proyectos transdisciplinarios y a la revista Futures por el
permiso para usar pasajes de mi artículo «Prospects for Transdcisciplinarity», en el volumen especial
de febrero 2003, sobre transdisciplinariedad. También mi agradecimiento para Rainer Gerold, por
su información sobre el Programa Life Sciences and Quality of Life de la Comisión Europea. Para
una más completa historia y panorama del concepto de transdisciplinariedad, véase J. T. Klein,
«Unity of Knowledge and Transdisciplinarity: Contexts of Definition, Theory, and the New Dis-
course of Problem Solving», en Encyclopedia of Life Support Systems, United Kingdom, EOLSS/
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DEFILA, Rico y Antonietta DI GIULIO, «Evaluating Transdisciplinary Research», en Panorama
Introducción
El campo de las ciencias sociales y humanas es particularmente desafiante, no solo por la comple-
jidad y dinámica de su objeto de estudio –la sociedad, sus personajes, sus producciones– sino
también, y fundamentalmente, por la complejidad y dinámica del sujeto de estudio: el investiga-
dor de tales realidades sociales o percepciones de lo social. En este capítulo ensayaremos un breve
análisis de las condiciones subjetivas y objetivas con las cuales se encuentra asociada la tarea de
investigación, a la vez que indagaremos posibles vías para promover una actitud transdisciplinaria
en el sujeto de la investigación.
*** Psicólogo. Magíster en Desarrollo Local y Regional, por la Universidad Católica del Uruguay y el Centro
Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH). Coordinador de la Escuela de Verano MOST. Secretario
Ejecutivo del Comité Nacional de Enlace MOST de UNESCO (Uruguay).
71 En distintas acepciones de las palabras sujeto y objeto sus significados se superponen. Por ejemplo, sujeto
también es definido como «lo que es sometido a la reflexión, a la discusión; aquello de que se trata». También
este problema subsiste en diferentes idiomas (por ejemplo, en inglés subject, que refiere a esta última
acepción, y que para referirse a la palabra sujeto en su acepción subjetiva utiliza person). Para mayor
desarrollo de estas diferentes acepciones y sus correlatos, véase Lalande, 1966.
Las señales denunciadas por Feyerabend son indicativas de un mecanismo de cosificación, a través
del cual –en nombre de la asepsia y la pura objetividad– se instala la deshumanización tanto del investi-
gador como de lo investigado, aun en el terreno de las ciencias humanas. Esta profunda fisura (dualismo
sujeto-objeto, adentro-afuera, espíritu-materia...) aún persiste, naturalizado en el pensamiento dominan-
te, con efectos de reduccionismo, generalización y simplificación del conocimiento y del conocedor.
Es necesaria una nueva concepción de sujeto, distinta tanto a la visión metafísica que lo
empobrece al reducirlo a pura inmaterialidad trascendental, como a la visión positivista que lo exilia
sancionando la subjetividad como ruido a ser silenciado.
Es necesaria una nueva concepción de realidad, que no la divorcie entre a priori y empirias.
Es necesario, por último, un nuevo modo de producción de conocimiento, con más apuesta a
la integración que a los territorios, con más vocación federal que imperial.
Realizando un verdadero giro copernicano en la concepción cartesiana de sujeto, E. Morin
propone reintegrarlo desde las raíces mismas de la organización celular, postulando una novedosa y
provocativa teoría de la subjetividad.
72 Al respecto de este último, relata Feyerabend: «En la página 65 del libro leemos que la mujer, al ser capaz de
orgasmo múltiple, tiene a menudo que masturbarse una vez retirado su compañero para conseguir así la
culminación del proceso fisiológico que le es característico. La mujer solo se detendrá, quieren decir los
autores, cuando se encuentre cansada. Esto es lo que quieren decir. Lo que realmente dicen es: «Por lo común,
el agotamiento físico pone fin por sí solo a la sesión masturbatoria activa». «Usted no se masturba, usted tiene
una ¡sesión masturbatoria activa!». En la página siguiente se aconseja al hombre preguntar a la mujer lo que
quiere o no quiere en lugar de intentar averiguarlo por su cuenta. «Él debería preguntarle a ella»: esto es lo que
nuestros autores quieren hacernos saber. ¿Cuál es la frase que aparece en realidad en el libro? Lean: «El
hombre será infinitamente más efectivo si anima a su compañera a vocalizar». «Anima a vocalizar» en vez de
«le pregunta» [...]» (Feyerabend, 1993, pp. 132-133).
Si consideramos ahora las emergencias afectivas y cognitivas propias del desarrollo neurocere-
bral –especialmente del neo-córtex– podremos valorar las posibilidades de conciencia autorreferen-
te y reflexiva (objetivaciones a través del lenguaje y la cultura), condición última –pero no única–
del desarrollo superior del sujeto.
De este enraizamiento bio-lógico, en este viaje de la célula a Homo (y de Homo a la célula, como
estamos haciendo ahora), no se nos debe escapar que subjetividad compleja es subjetividad que sí integra
conciencia, pensamiento y racionalidad, pero también inconciencia, sueño, irracionalidad y mito.
La teoría freudiana del sujeto nos anuncia, desde finales del siglo XIX, que hemos sido
desplazados del último reducto donde aún creíamos tener dominio: nosotros mismos. Lo desconocido
Esta idea de organización debe ser pensada en forma no reduccionista, sino articuladora, no
simplificante, sino multirramificada, comportando de manera nuclear las ideas de reciprocidad, de
acción y de retroacción (cf. Morin, ibidem), todo a través de un permanente movimiento de recur-
sividad organizacional (bucle) siendo, por tanto y a la vez, apertura y cierre condiciones inherentes
a los sistemas vivos, incluido el ser humano.
La relación entre el ser vivo y su ecosistema se plantea en términos de integración autos-oikos,
funcionando a través de este proceso complejo de apertura-cierre organizacional y recursivo. Esta
relación (que en realidad es inter-retro-acción) no anula los elementos en juego, a la vez irreductible
el uno al otro e indisociables en su mutua interdependencia.
La relación autoecológica, dice Morin (1993b, p. 88), es a la vez de oposición-distinción y
de implicación-integración, de alteridad y de unidad. Autos-Oikos no pueden ser pensados ni
tratados separadamente uno de otro.
76 «Oh, telescopio, instrumento de tanto conocimiento, más precioso que cualquier cetro! ¿Acaso el que te tiene
en la mano no es rey y señor de la obra de Dios? En verdad, a todo cuanto está sobre nosotros, los orbes
poderosos y sus movimiento, tú lo subyugas a la inteligencia humana». Kepler, Diálogo con el mensajero
sideral de Galileo, citado por Evelyn Fox Heller (1994, p. 143).
2. Realidad
Los múltiples niveles de la experiencia y la abstracción
Como venimos sugiriendo desde el principio, la búsqueda de la pureza del ser no es nuestra opción
de vida ni de trabajo, aunque debemos reconocer la existencia de ese ideal en las humanas construc-
ciones religiosas, mitológicas, simbólicas, aún en las aspiraciones de nuestra propia fantasmática.
Pues bien, tampoco la «realidad» se nos representa como un concepto puro, definido, claro y
distinto. Más bien, lejos de eso, aparece como un precipitado lógico-simbólico tributario de muchos
agentes, desde la percepción a la computación cognitiva, las múltiples traducciones en signos y
lenguajes, los mitos y las ilusiones, hasta los componentes de saber-poder que se instalan en su
interpretación y comprensión.
No vamos a transitar por los debates filosóficos y científicos que sobre este tema han poblado
la historia de las ideas, tarea que desbordaría ampliamente el espacio y el tiempo de este trabajo.
Prefiero, para continuar, tomar tres andaduras que entiendo son prometedoras. Por un lado, los
planteos de Bruno Latour proponiendo «una versión realista de la actividad científica». Por otro, las
dialógicas de la relación sujeto-realidad propuestas por Edgar Morin. Por último, algunas aproxima-
ciones que proponemos al incursionar en el campo de la observación con fines de investigación.
En L’espoir de Pandore, Bruno Latour parte de una pregunta que no deja de sugerirle cierta ironía:
«¿cree usted en la realidad?». Y bien, en las reflexiones provocadas por esta inquietud, Latour se apoya
en un interesante análisis político del discurso en ocasión del diálogo entre Sócrates y Callicles, descrito
por Platón en su Gorgias. Su reflexión apunta a denunciar la dominación y el control sociopolítico que
se encuentra en la disyunción entre sujeto y objeto (observador y realidad observada) y la alianza –ya
descrita a profundidad por Michel Foucault (1976)– entre saber y poder.
Latour se pregunta: ¿por qué, en primer lugar, hemos tenido necesidad de la idea misma de un
mundo exterior y de la muy incómoda posición de observación –el cerebro-en-su-cuba– que esto
supone? El repliegue del observador hacia el encierro y la desconexión tiene, para este autor, un
sentido político claro de defensa y dominación, instalando tres brechas simultáneas e interdepen-
dientes: sujeto-objeto; saber-no-saber; dominante-dominado.
Detrás de la fría pregunta epistemológica –¿pueden nuestras representaciones dar cuenta con
cierto grado de certeza de las regularidades del mundo exterior?–, aparece siempre la segunda y
más candente ansiedad: ¿podemos encontrar una manera para silenciar a la gente? [...] ¿podremos
siempre utilizar la realidad objetiva para acallar los clamores de la calle? (Latour, 2001, p. 20).
Desde la antropología de la ciencia, donde se posiciona Latour, las perspectivas críticas para un
nuevo «contrato» entre ciencias y sociedad –así como para revisar los fundamentos clásicos del
conocimiento– son provocativas y estimulantes. A los efectos de nuestro trabajo, resulta especial-
mente útil la condensación factish, ya que nos sugiere una alternativa para avanzar en los procesos de
relación e inteligibilidad entre el observador y la realidad observada.
Establecíamos más arriba la pertinencia de representaciones multidimensionales de la reali-
dad. Pero estas representaciones también son contradictorias en su configuración, como lo sugiere
esta mixtura de hechos con fetiches. En relación con esta configuración múltiple y contradictoria,
Morin avanza por su parte describiendo tres enlaces dialógicos simultáneos en el vínculo del ser
humano con la realidad:
• El que denomina «compromiso neurótico», entre espíritu humano y realidad, a través de estrategias
míticas para hacer más tolerable la relación con los aspectos duros y penosos de lo real.
• Lo que denomina el «pacto surrealista», una cooperación entre sapiens y demens, a través de la
cual las pulsiones derivan hacia actividades socialmente relevantes, como las artes, los deportes,
la estética y la creación.
• Finalmente, la «cooperación realista», entre la mentalidad racional-lógico-empírico-técnica
(bajo el dominio de necesidades objetivas), y la mentalidad analógico-simbólico-mitológico-
mágica (bajo el dominio de necesidades subjetivas). Ambas mentalidades cooperan –en todas las
sociedades– combinando ritos, creencias y ceremoniales con producciones técnicas, prácticas,
económicas. (Morin, 2001, p. 133).
Bien vemos que estas sintéticas pinceladas que se representan la realidad (y la implicación del
sujeto en ella) de una manera a la vez múltiple y contradictoria, nos sugieren un panorama complejo
a la hora de su encuentro con el investigador en el desempeño de su tarea. Vamos a ella.
80 En el original inglés, factish, condensación de los vocablos fact ‘hecho’ y fetish ‘fetiche’; en la traducción
francesa, tiene similar composición: fait y fetiche ‘faitiche’.
Observador Realidad
Como adelantábamos en las primeras etapas de este trabajo, un tema crucial para nuestro enfoque es el
de la relación sujeto-objeto en la situación de observación. Decíamos que ha sido un tema ampliamente
tratado en el campo de las ciencias sociales y humanas, y sin querer abundar en él, es necesario señalar
aquí algunas de las problemáticas que surgen de su análisis, especialmente cuando el objeto de estudio
está en el campo del desarrollo humano, tema en el que todos nos podemos sentir involucrados.
En el más que exhaustivo análisis que Michel Foucault hace del cuadro de Diego Veláz-
quez, Las Meninas (Foucault, 1989, pp. 13-25), esta problemática se visualiza con respecto al
mundo de las representaciones, de manera prologal a lo que luego el autor tratará en el correr de
toda esta obra. La mirada a Las Meninas nos provoca la oportunidad de ejemplificar los complejos
mecanismos de la relación que queremos destacar aquí. En dicho cuadro el pintor se pinta a sí
mismo, a la vez que el espejo del fondo refleja siluetas que estando en la escena virtual no aparecen
sino en una representación especular polisémica: la de los reyes que observan al pintor y, funda-
mentalmente, la de nosotros mismos mirando el cuadro, aunque también ubicados en la perspec-
tiva del pintor, ocupando su lugar de producción. Se trata de un ida y vuelta infinito del obser-
vador a la escena y de la escena y sus personajes al lugar del observador. Se trata de una representación
de los múltiples lugares reales y virtuales por los que transita el observador (pintor y espectador).
En este juego de los dobles y de las representaciones que configuran el campo de la relación
observador-escena, es oportuno tomar las siguientes expresiones del propio Foucault respecto de
la problemática que él advierte en las ciencias humanas:
[…] las ciencias humanas, al tratar de lo que es representación (bajo una forma consciente o
inconsciente), tratan como objeto propio aquello que es su condición de posibilidad. Así, pues,
están animadas siempre por una especie de movilidad trascendental. No dejan de ejercer, con
respecto a sí mismas, una reanudación crítica. Van de aquello que se da a la representación a
aquello que la hace posible, pero que todavía es una representación. […] Esta marcha casi
trascendental se da siempre bajo la forma de un develamiento (Foucault, 1989, p. 353).81
En el caso específico de las ciencias humanas y, ajustando aún más el foco, en el caso de la
relación del investigador en temas de desarrollo humano, se presentan, grosso modo, tres campos de
problemáticas articulados.
81 Con otra derivación al respecto del tema de la perspectiva del observador, Evelyn Fox Keller nos previene
acerca del uso naturalizado de la «perspectiva» clásica inaugurada por Filippo Brunelleschi, el inventor del
dibujo en perspectiva. Las derivaciones son paradojales: por un lado, según Fox Keller, «la práctica de la
perspectiva inscribe explícitamente el punto desde el cual se efectúa la observación, poniendo en evidencia
la necesidad de reconocer las diferencias a que da lugar un cambio del punto de vista. Por otro lado, al
proporcionarnos una imagen tan vívida como para hacernos pensar que hemos visto «la verdad misma»
[...] ubica en un punto de vista particular la promesa tácita de una visión impersonal, no localizada,
universal» (Fox Keller, 1994, pp. 148-149).
2. La cualidad de hermenéutica doble de las ciencias sociales. Sin entrar en la polémica acerca de
si existe una diferencia entre ciencias naturales y ciencias sociales en cuanto a su proyección herme-
néutica (hermenéutica simple para las primeras y doble para las segundas), nos importa aquí resaltar
el efecto transformador que tiene la hermenéutica de las ciencias sociales sobre su objeto de estudio
y el efecto transformador que tiene el conocimiento lego sobre el trabajo del investigador. Aquí, la
distancia entre conocimiento científico y conocimiento vulgar se estrecha, habida cuenta de que este
último se nutre, también, de los productos del primero y así, también, va construyendo su propio
sentido común. Vale decir que los productos científicos de los investigadores y técnicos pasan a
formar parte del acervo popular (a través de la comunicación, de la difusión y de la participación),
salen del dominio privado –y eso es lo recomendable– para pasar a estar fuera de su alcance y con
otros protagonistas. Por su parte, el conocimiento científico deberá prestar atención al conocimiento
no científico para no encapsularse en sus propias presunciones, aun las más pretendidamente
objetivas y cercanas a la realidad. En el caso de la vida cotidiana podemos tomar la afirmación de
Harbers y De Vries, citados por Giddens, en el sentido de que «los supuestos de sentido común
pasan inadvertidos para todos los interesados cuando el «estilo teórico» de la investigación coincide
con supuestos aceptados por los legos» (Giddens, 1997, p. 21). Desde su propio fundamento, esta
cualidad de hermenéutica doble hace relación con la de reflexividad, oponiéndose –desde la pers-
pectiva compleja– al supuesto de objetividad en el acto de conocer.
3. El problema de la autoobservación del observador. La brecha disyuntiva entre sujeto y objeto,
entre saber y no saber, es un obstáculo para el proceso de comprensión: la torre de marfil en la que se
ubica el sujeto observador esteriliza la aventura del conocimiento. La pintura de Las Meninas, de
alguna forma, nos sugiere ese entrelazamiento dinámico que existe en la situación de observación, a la
vez que el inacabamiento del universo por descubrir y del conocimiento por generar. Frente a ello
resulta útil recordar a von Foerster, cuando señala lo ineludible de la «ceguera de segundo orden»
(sobre la analogía del «punto ciego» de la visión), indicando que «no vemos que no vemos» también en
Observador autoobservado
para aproximarse a una formulación como la siguiente (aún simplificadora por no incluir el
contexto global, pero igualmente útil a nuestros efectos):
Como vemos, los tres campos de problemáticas hasta aquí señalados, si bien son distinguibles,
funcionan como un sistema donde sus elementos se encuentran interconectados: dependiendo de
con qué supuestos filosóficos comprendemos el comprender (verstehen) será que concibamos la
posición del observador y, más allá, los efectos de sus intervenciones (la permeabilidad a la mutua
influencia por parte de los actores en situación). En rigor, lo que aquí está en juego es toda una
concepción de la realidad y de la ciencia, que deberá ser elucidada por el actor técnico. Las estructu-
ras lógicas mediante las cuales se construyen hipótesis, teorías y predicciones debe estar abierta a
cuestionamiento, especialmente en el campo de las ciencias sociales y humanas. En este sentido,
Morin señala esta «paradoja clave»: «el operador del conocimiento debe convertirse al mismo tiempo
en objeto del conocimiento» (Morin, 1988, p. 36).
Se trata, entonces, de elucidar las cualidades de lo «real» como vínculo complejo, donde la propia
figura del observador (conceptuador, investigador) forma parte de los rasgos característicos de ese vínculo
que es, a la vez, dialógico, multidimensional, intersubjetivo, mítico-lógico, inacabado y provisorio.
3. Conocimiento
Hacia una actitud trandisciplinaria del investigador
A lo largo de este trabajo hemos insistido en la necesaria reintegración del sujeto a la escena del
conocimiento. Hemos visto sus múltiples facetas, su enraizamiento biológico y su proyección
antroposocial, sus icebergs de conciencia y sus mitos en diálogo con sus técnicas. También hemos
Nudos y desafíos
En primer lugar, en relación con las prácticas es necesario plantear algunos grandes desafíos que
deberá enfrentar el investigador en su tarea; a saber:84
• Tomar en cuenta las trampas, cegueras y errores del conocimiento. Según venimos de revisar, nuestra
propia subjetividad es sapiens pero también demens, y estas dimensiones –trabajando «en equipo»–
producen técnicas, inventos, lenguajes y utopías, a la vez que también ilusiones, alucinaciones y
delirios. El autoengaño es un riesgo siempre presente.
• Afrontar la incertidumbre, teniendo conciencia de los límites del conocer –tanto biológicos,
psicológicos como epistemológicos– y de su provisoriedad y relatividad. El dogmatismo es
encubrimiento de fragilidades, absolutismo que reina antes que cualquier intento por conocer.
Por otra parte, la inconmensurabilidad del conocimiento potencial puede ser un estímulo, pero
frecuentemente se vive como una parálisis.
83 Es aplicable aquí la advertencia de Michel Foucault: «[...] es evidente que la estructura analítica no está
dada ni revelada por el cuadro mismo; era anterior a él, y la correlación entre cada síntoma y su valor
sintomatológico ha sido fijada, de una vez por todas en un a priori esencial; bajo su función aparentemen-
te analítica, el cuadro no tiene otro papel que repartir lo visible en el interior de una configuración
conceptual ya dada. [...] No hace conocer nada; a lo más, permite reconocer» (Foucault, 1989b).
84 Basado en Morin (1999a y 1999b), von Foerster (1994) y Carrizo (1993).
Sin embargo, desde distintos ámbitos, se postula la necesidad de una perspectiva más integra-
da que la tradicional en el tratamiento de realidades complejas. En este sentido, desde hace algunas
décadas, hitos importantes (v. g., la conferencia de la OCDE en 1972 y otras posteriores) van
mostrando –con creciente énfasis y sistematización– la necesidad de una aproximación interdiscipli-
naria al conocimiento de nuestras sociedades. Un punto que ha sido visitado casi sin excepción en
estos encuentros es el de las condiciones y marco del desarrollo de la capacidad para la interdiscipli-
nariedad. En el documento base de Sunita Kapila, que abrió el coloquio «Conocimiento sin barreras»
Este tipo de espacios es idóneo tanto para la transferencia de conocimientos teóricos y meto-
dológicos, como para el desarrollo de características personales que hagan posible un trabajo inter-
disciplinario. Estas características, según varios autores (Kapila, Klein), son factores decisivos para
un buen trabajo integrado.86
86 A modo de ejemplo, la función de coordinador –según Craig Johnson (CIID/IDRC, 1995)– juega un papel
esencial en el desarrollo, implementación y obtención de los objetivos del equipo. Dicha función se articula
sobre la habilidad del líder del equipo para conducir y motivar sus actividades y responder de acuerdo a las
necesidades de cada integrante. Para Julie Klein son varias las cualidades principales que debe mostrar quien
esté encargado de realizar esta función, algunas de cuyas habilidades deben ser desarrolladas especialmente,
tanto a partir de la experiencia como a través de la formación (Klein, 1990):
- Respetabilidad personal y profesional.
- Experiencia previa en el nivel interdisciplinario asociada a competencias disciplinarias y
tecnológicas apropiadas para los objetivos del equipo o proyecto.
- Sensibilidad hacia diferencias paradigmas y epistemologías disciplinarias.
- Disposición para la resolución de problemas.
- Habilidades para convocar a los miembros y asegurar la realización de la agenda (administración de
relaciones internas y externas).
- Habilidades para conducir dinámicas de grupo (cooperación, comunicación, conflictos, tareas, etc.).
- Energía y paciencia.
87 Redactada en oportunidad del Congreso Internacional sobre Transdisciplinariedad, Convento da Arrábida,
Portugal, 6 de noviembre de 1994 (comité de redacción: Lima de Freitas, Edgar Morin y Basarab Nicolescu).
Es posible, a pesar de los obstáculos ya señalados, intentar una reforma del pensamiento
que revierta en bucle sobre una reforma de la educación y una reforma institucional. Es posible
trabajar en el sentido de crear cátedras universitarias de contenido transdisciplinario, que incor-
poren una visión que contextualice y anticipe, que generen metodologías de investigación trans-
disciplinarias, que construyan a la vez una nueva visión de la producción de conocimiento y de la
ética del conocimiento. Como se desprende de los aportes elaborados y editados por Julie Klein,
así como Klein et al., 2001), es posible trabajar en este sentido con rigor y sistematización,
también apoyados en convergencias entre academia, sector privado y tomadores de decisión.
Otras experiencias institucionales se ocupan especialmente de estas problemáticas, tanto en lo que
tiene que ver con el desarrollo del pensamiento transdisciplinario en el nivel de la formación científica,
como en acciones vinculadas con la diseminación del debate en clave transdisciplinaria en el ámbito
colectivo. Entre ellas, es posible señalar las experiencias del Observatorio Internacional de Reformas
Universitarias,88 o el Programa Arquímedes de la Université des Sciences et Technologie de Lille.89
Paulatinamente advertimos señales de nuevas miradas que se encuentran para construir una
nueva política de civilización. En el arca del conocimiento, todos tenemos un lugar y una responsa-
bilidad. Para lo que Morin denomina un nouvel recommencement, hay muchas acciones preliminares
que deben desarrollarse. Entre otras, y fundamentalmente, una profunda reforma que pueda per-
mitir un conocimiento pertinente y no un conocimiento mutilado, que permita desarrollar un
pensamiento sobre la realidad humana y el mundo, y no únicamente pedazos de pensamiento. En
un reciente diálogo mantenido con él, nos decía (Carrizo, 2003):
Si nosotros podemos saber que hay tres caminos, si podemos combinar un camino político-social,
un camino de cambiar la vida y un camino de la reforma ética, podemos empezar a abrir un camino
de la esperanza.
Bibliografía
CARRIZO, Luis (1993). Implicación y narcisismo en la clínica grupal. Documento presentado
en el Congreso Nacional de Psicólogos, Montevideo, Uruguay.
— (2001). Documento base del Forum sobre Reforma Universitaria, Association pour la
Pensée Complexe - FPH.
— (2003). Con Edgar Morin. Diálogos sobre ética y desarrollo. Biblioteca digital de la Iniciativa
José Arocena*
INTRODUCCIÓN
En el marco de esta Escuela Regional de Verano, organizada por el Programa MOST y la Maestría en
Desarrollo Regional y Local, dirigida por la Universidad Católica y el Centro Latinoamericano de
Economía Humana, quisiera reflexionar sobre un aspecto que me parece sustancial en la temática
elegida para esta Escuela de Verano: la tensión actor-sistema.
Hace ya unos cuantos años que nos hemos puesto de acuerdo en algo que no siempre suscitó
las unanimidades: la importancia del actor en los procesos de desarrollo. Indudablemente no podre-
mos referirnos al actor sin ubicar esta reflexión en el sistema que él genera y que, al mismo tiempo,
lo condiciona.
* Doctor en Sociología por el École des Hautes Études en Sciences Sociales (París). Director de la Maestría en
Desarrollo Local y Regional de la Universidad Católica del Uruguay y el Centro Latinoamericano de
Economía Humana (CLAEH).
1 Alain Touraine: Le retour de l’acteur, París, Fayard, 1984.
2 Joseph A. Schumpeter, Teoría de la evolución económica, 1912. El autor desarrolla una concepción dinámica
de la economía en desenvolvimiento, señalando al empresario como factor principal de esa dinámica. De
alguna manera, puede considerarse esta teoría como un antecedente del concepto de desarrollo.
3 José Arocena et al., «La création d’entreprise, un enjeu local», París, La Documentation Française, Notes et
Etudes documentaires, 1983.
La capacidad de actuar
Cuando intentamos comprender los procesos de desarrollo local, un sinnúmero de categorías de
análisis aparecen como fundamentales. Una lista no exhaustiva, daría lo siguiente:
[...] la noción de desarrollo, sociedad local, sociedad civil, redes, políticas sociales, mundializa-
ción, cultura, identidades, desarrollo endógeno, creación de empresas, Estado, sistema político,
planificación estratégica, descentralización, región, instituciones locales, integración supra-nacio-
nal, ciudadanía, participación, territorio, ambiente, urbanización, sistema educativo, formación
permanente, enseñanza a distancia, etcétera.
Pero todas estas categorías de análisis parten de una u otra forma del actor local. En realidad, todos
estos campos de estudio son distintos enfoques de la capacidad de actuar del actor local. Se puede afirmar
que sin actor local no hay desarrollo posible. No puede afirmarse lo mismo de otras categorías de análisis.
El problema que se plantea es que no siempre los individuos y los grupos se atreven a actuar. No
siempre las pautas culturales que llevan a la acción, forman parte de los sistemas de representaciones. La
capacidad de actuar no es algo que se aprende en la escuela como se aprende a sumar o a restar. Estas
potencialidades están presentes, pero los procesos de socialización las inhibirán o las estimularán. La
constitución del actor está entonces estrechamente vinculada a su proceso de constitución de identi-
dad. Transformar un no actor en actor supone incidir en su proceso de socialización. Dicho de otro
modo, supone generar importantes transformaciones en su sistema de representaciones.
La construcción o deconstrucción de actores está entonces marcada por las características de
los procesos identitarios. En nuestra sociedad contemporánea, a partir de la revolución industrial,
estos procesos de construcción de identidad estuvieron fuertemente articulados por el trabajo tal
como se conoció en el último siglo y medio. Más allá del debate sobre el «fin del trabajo» en el que
no quiero entrar, es claro que las transformaciones del trabajo han sido y siguen siendo una de las
características más relevantes de las últimas décadas. Esos cambios han disminuido el carácter central
del trabajo como lugar de construcción de las identidades.
La mundialización actual
El proceso actual de mundialización muestra una disociación entre un desarrollo autónomo y
uniforme de la lógica instrumental y la emergencia de valores anclados en una gran diversidad
4 Renaud Sainsaulieu, L’identité au travail, París, Presses de la Fondation Nationale des Sciences Politiques,
1977.
Las iglesias, los sindicatos, los partidos políticos, diversas asociaciones civiles alertan sobre
la deshumanización que parece dominar el actual proceso de mundialización. Muchos sectores
de la sociedad se movilizan para denunciar ese mercado globalizado que deja a la mayoría de los
seres humanos sin ninguna posibilidad de ser protagonista, es decir de ejercer algún control
sobre el destino de la riqueza generada.
La expresión «globalización deshabitada» que utiliza Camdessus para definir la situación actual, se
está refiriendo a una sociedad que se globaliza en su dimensión instrumental, pero que ha perdido la
capacidad de generar procesos identitarios que permitan que el ser humano se reconozca en esa sociedad.
5 Michel Camdessus, «Reglas, instituciones y estrategias para el bien común en una economía global», en
Estudios Sociales, nº 88, Santiago de Chile, 1996, pp. 13 y 14.
6 Alain Touraine, conferencia inaugural del Círculo de Montevideo, Montevideo, Uruguay, 1996.
Estas dos miradas expresan una discrepancia profunda. Para la primera, la explosión de las
diferencias es un mal a erradicar; se trata de efectos inerciales de una sociedad que está desaparecien-
do. Son las manifestaciones de un pasado que resiste; son las viejas identidades generadas en formas
sociales definitivamente perimidas. Para la segunda mirada, la disociación constituye el dato princi-
pal porque la explosión de las diferencias –lejos de ser una expresión del pasado– está mostrando la
relevancia de la dimensión identitaria en la construcción de las sociedades humanas del futuro.
7 José Arocena, «Globalización, integración y desarrollo local», en Persona y sociedad, vol.XI, nº1, ILADES,
Santiago de Chile, 1997.
8 José Arocena, Desarrollo local: un desafío contemporáneo, Montevideo, Taurus-Universidad Católica, 2002.
9 Fernando Barreiro Cavestany, «Los agentes de desarrollo», Cuadernos del CLAEH, nº 45/46, Montevideo,
1988, p. 145.
Si se ligan entonces las nociones de actor local y de desarrollo, dándole a la formulación actor
local su sentido más fuerte (actor-agente de desarrollo local), no puede ser considerado como tal una
empresa que contamine con sus deshechos industriales un río o que contribuya a deteriorar el medio
ambiente en un área determinada. Tampoco será considerado actor local, aquel que en virtud de una
lógica exógena, desarrolla acciones que producen una desarticulación de los tejidos sociales de la
sociedad local; es el caso por ejemplo de los enclaves turísticos construidos en el seno de sociedades
agrarias, sin que sus miembros puedan apropiarse de los beneficios y controlar su desarrollo. Por
último, es bien conocido el efecto pernicioso de ciertas «ayudas» al desarrollo, que desarticulan
sistemas de producción locales, siendo incapaces de proponer alternativas viables.
El actor-agente de desarrollo local cuidará el equilibrio del medio natural, someterá las inicia-
tivas de desarrollo al interés local, tratará de adaptar las tecnologías a las características de los sistemas
locales de producción.
La generación de este tipo de actores-agentes de desarrollo local es una de las condiciones
decisivas para el éxito de los procesos de desarrollo local. Las políticas de formación de estos agentes
deberían ocupar un lugar de primera prioridad en todo planteo de planificación descentralizada.
El modelo de acumulación
La noción de «modelo de acumulación» expresa un todo coherente, en el cual las mismas causas
producirán siempre los mismos efectos. Si nos dejamos llevar por esta lógica, un componente
cualquiera del modelo actuará en cualquier sociedad concreta de una manera constante. Todo será
entonces previsible y generalizable. Si nos situamos en esta lógica, el lugar de los procesos de
desarrollo local en una sociedad determinada, dependerá de la definición de las características del
modelo de acumulación. Una vez definidas estas características, es inútil imaginar que pueda haber
márgenes de maniobra para las estrategias de los actores.
En las antípodas de la lógica del modelo se encuentra la lógica de la contingencia pura. Los
procesos socioeconómicos tendrían un carácter totalmente imprevisible; las mismas causas podrían
producir efectos contrarios en diferentes contextos. No sería entonces posible elaborar leyes explica-
tivas de valor general, ni reconocer ciertas regularidades estructurales.
¿Es posible escapar a la polaridad dilemática que significaría tener que optar entre la lógica del
modelo y la lógica de la contingencia? ¿Es posible analizar un proceso de acumulación local como
una realidad totalmente singular, pero inscribiendo en sí mismo ciertas regularidades estructurales?
10 José Arocena, «Discutiendo lo local: las coordenadas del debate», Cuadernos del CLAEH, nº 45/46, Monte-
video, p. 12.
Las oportunidades no están al alcance de todos, suponen ciertas capacidades y ciertos niveles
de desarrollo. Pero lo que importa señalar es que al aceptar la idea de la relevancia de las estrategias
locales, se está abriendo la posibilidad –en teoría– de que toda sociedad local pueda jugar al interior
de la estructura de acumulación capitalista. Su éxito dependerá sin duda de los factores y situaciones
anotados por Bervejillo; pero en último análisis, esos factores pueden ser generados por políticas
11 Francisco Albuquerque, Apuntes sobre estrategia competitiva internacional y papel de las regiones, Santiago de
Chile, ILPES, 1994.
12 Antonio Vásquez Barquero, Política económica local, Madrid, Pirámide, 1993.
13 Federico Bervejillo, «Nuevos procesos y estrategias de desarrollo. Territorios en la globalización», Prisma, nº
4, Universidad Católica del Uruguay, Montevideo, 1995, p. 24.
3. A modo de conclusión
La noción de sistema ha sido frecuentemente relacionada con la idea de racionalidad única y
universal. El conjunto de las sociedades humanas estarían determinadas por la lógica del sistema
dominante en un momento histórico concreto. No hay lugar para las especificidades locales que, en
el mejor de los casos, son consideradas datos folklóricos. La diferencia y la diversidad serían así
herencias de un pasado que es necesario dar por definitivamente superado. Frente a esta forma de
concebir el devenir social y económico, la afirmación de la importancia del desarrollo local intenta
subrayar cada diferencia surgida en la densidad de cada proceso histórico.
Todo esto no significa rechazar la existencia de racionalidades comunes a las distintas socieda-
des humanas. Por el contrario, en una misma época, todos los seres humanos están unidos por
relaciones de interdependencia reguladas por la lógica del modelo de acumulación dominante.
Existen regularidades estructurales que atraviesan la diversidad de los procesos históricos. Pero es
necesario hablar de racionalidad relativa, es decir que nunca el actor afirmando su diferencia será
totalmente anulado por el peso del sistema.
Si tomamos la categoría propuesta por Morin, existe una relación dialógica entre actor y
sistema. En el sentido fuerte del término, el actor local está estrechamente ligado a la idea de
proyecto, que se encarna en propuestas concretas de desarrollo de su comunidad. Se trata de un
actor capaz de estrategias propias, es decir de un agente individual o colectivo cuyo potencial de
acción interactúa permanentemente con la lógica del sistema.
14 Barreiro, o. cit.
INTRODUCCIÓN
El propósito de esta conferencia es recoger, desde la experiencia directa de la Fundación Nacional para
el Desarrollo (FUNDE) en El Salvador y Centroamérica, alguna de las prácticas de desarrollo local que
están contribuyendo a abrir brechas y espacios a un nuevo desarrollo en nuestros países y que al mismo
tiempo, son nueva materia para el aprendizaje, la investigación y el pensamiento teórico.
Tal como se establece en el documento de base sobre Gobernanza y Desarrollo Local, en
diversos países latinoamericanos vienen apareciendo algunas características del desarrollo local, en
las que coinciden instituciones que no sólo son distintas, sino trabajan en contextos nacionales y
sub regionales diferentes.
Partiendo de ellas, podemos avanzar que el desarrollo local1 es una nueva manera de comprender
y construir cada país, dado que por una parte, se hace visible el territorio completo, todas sus regiones,
municipios y comunidades, y por otra, se incorpora a estos territorios no sólo como problemas o fuentes
de demandas, sino también y principalmente, como sujetos y generadores de democracia y desarrollo.
* Licenciado y Doctor en Filosofía. Director del Programa de Desarrollo Local de la Fundación Nacional para
el Desarrollo (funde, El Salvador). Consultor internacional.
1 Enríquez (2003).
2.1 El fenómeno
El concejo municipal de San Salvador estableció, desde el inicio de su gestión (en el año 1997),
la participación ciudadana como uno de los factores fundamentales de su política y como un
distintivo de su gobierno. Por ello planteó como uno de sus objetivos principales y rasgo esencial
de la nueva forma de gobernar «lograr la participación de las fuerzas vivas locales» en el proceso de
«transformación de nuestra urbe para convertirla en una ciudad segura, democrática, económica-
mente próspera, saludable y agradable».2
Pero no se trataba de cualquier participación ni de una participación en asuntos secundarios
o marginales para la vida del municipio, sino en aquellos que son fundamentales y estratégicos.
[...] De ello se derivaba, que una de sus políticas centrales sería «trabajar en concertación con las
fuerzas vivas locales», así como ejercer liderazgo para asegurar la justa representación de los ciudada-
nos y ciudadanas, especialmente los menos privilegiados, en la política del gobierno municipal.3
2 Alcaldía Municipal de San Salvador: «Síntesis del Programa Municipal 1997-2000». Documento de Traba-
jo, San Salvador, 1997. p. 1.
3 Ibídem.
La participación ciudadana combina una política, una ley (marco legal) y un conjunto de
espacios y mecanismos a través de los cuales se concreta.
La política de participación ciudadana exige y produce transformaciones en el concejo y el
aparato municipal así como en las formas de organización y participación de la ciudadanía.
En el concejo municipal
Se establecen las sesiones abiertas. Se acuerda que las sesiones ordinarias del concejo serán abiertas, no
así las extraordinarias. Cabe destacar que esto se mantuvo aún en las vísperas de las elecciones de
marzo –a pesar de la campaña electoral– y que el concejo no evadió tratar temas delicados y de alta
sensibilidad como las finanzas municipales.
En la alcaldía municipal
La reestructuración de las gerencias y la formación primero de la Gerencia de Desarrollo Humano (a
la que se designa como la encargada de coordinar la implementación de la política, su seguimiento
y evaluación), y luego la creación de la Subgerencia de Participación Ciudadana.
4 Ibídem, p. 7.
5 Ibídem.
Mesas temáticas
Se crearon hasta el momento seis mesas temáticas: salud, género, cultura, discapacitados,
juventud y adolescencia, y medio ambiente.
En ellas participan además del gobierno local que las coordina, organizaciones e instituciones
especializadas en cada uno de los temas. La función es la creación e impulso de propuestas, iniciati-
vas y políticas concretas.
Es así como en el marco de la política de participación ciudadana, nace en diciembre de 1999
la política municipal de equidad de género que se propone:
[...] desarrollar una gestión encaminada a promover la equidad y corresponsabilidad entre los
géneros, mediante una intervención orientada a mejorar la condición y elevar la posición de las
mujeres en el municipio, para que su participación en las diferentes áreas de desarrollo de la
municipalidad se den en igualdad de oportunidades y beneficios respecto a los hombres.6
6 Alcaldía Municipal de San Salvador: «Política Municipal para la equidad de género», San Salvador, diciembre
de 1999, p. 25.
Reflexión final
Con el recorrido breve por esta experiencia en El Salvador, pretendimos mostrar que al igual que en
el resto de países de la región y del continente latinoamericano, están emergiendo y desplegándose
desde distintos territorios sub nacionales y con base en los municipios –que es la unidad político
administrativa menor–, iniciativas y procesos múltiples, diversos y complejos que por una parte,
obedecen a la necesidad de encontrar y abrir caminos hacia un desarrollo sustentable y por otra,
muestran o indican que el desarrollo local se dibuja como una nueva ruta para ellos.
Estas iniciativas y procesos se dan al mismo tiempo que el debate nacional, regional e interna-
cional sobre el desarrollo local y regional gana terreno, tanto en los círculos políticos, como en la
academia y los organismos internacionales.
Consideramos, en ese marco, fundamental abrir vasos comunicantes entre las distintas di-
mensiones, la de la vida práctica y cotidiana, la de la construcción de políticas públicas y la de la
reflexión y elaboración teórica.
Conocer de cerca dichos procesos y esfuerzos concretos, aproximarse a ellos con el mejor instru-
mental científico y extraer las ricas lecciones que arrojan, es de mucha importancia para alimentar la
búsqueda de soluciones creativas que demandan los retos del desarrollo local, regional y nacional.
En los inicios de este siglo XXI, tiene mucho sentido hablar de las prácticas del desarrollo local, pero
entendiendo por ello no sólo compartir diversas experiencias o iniciativas en marcha bajo un enfoque
de desarrollo local, sino sobre todo, sacando todas las lecciones e interrogantes que arrojan, con el
propósito de enriquecer nuestro aprendizaje, dar mayor amplitud y profundidad a nuestras actuales y
futuras investigaciones y poder aportar de manera sustantiva a quienes desde todos los rincones y
territorios de nuestros países se están comprometiendo en esta titánica tarea de convertir el desarrollo
local en un componente vertebral del desarrollo nacional, regional y continental.
Bibliografía consultada
ALCALDÍA MUNICIPAL DE SAN SALVADOR (1997), Síntesis del Programa Municipal 1997-2000,
San Salvador, Documento de Trabajo de la Alcaldía Municipal de San Salvador.
— (1999), Política Municipal para la Equidad de Género, San Salvador, Alcaldía Municipal de San
Salvador.
Susana Mallo*
1 Carlos Strasser: Democracia y desigualdad. Sobre la «democracia real» a fines del siglo XXI, Buenos Aires, Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) - Agencia Sueca de Desarrollo Internacional (ASDI), 1999.
2 Ibídem, p. 199.
4 Zygmunt Bauman: En búsqueda de la política, México, d.f., Fondo de Cultura Económica (FCE), 2001, p. 175.
5 José Nun: La democracia y la modernización: treinta años después, México, D.F., Fondo de Cultura Económica
(FCE), 2001, p. 96.
Carlos Milani*
RESUMO DO TEXTO
A partir de uma série de debates organizados pelo CLAEH durante a Escola de Verão MOST em
outubro de 2003, este breve texto procura lançar alguns questionamentos acerca das definições e
das práticas da participação utilizadas pelas principais agências da cooperação internacional. Está
fundamentado na própria experiência do autor enquanto coordenador de projetos no setor de
ciências sociais e humanas da UNESCO, entre 1995 e 2002. A opinião expressa neste texto é de
exclusiva responsabilidade do autor e visa a estimular o debate crítico sobre algumas das tendências
recentes da cooperação internacional para o desenvolvimento. Não se trata, evidentemente, de uma
análise detalhada e exaustiva, mas de breves notas que organizam interrogações e (re)lançam o
debate sobre a noção de participação no campo da cooperação para o desenvolvimento. O autor, ao
final, propõe um roteiro metodológico de sistematização de práticas participativas.
A participação vem sendo construída como um dos princípios organizativos centrais (declara-
dos e repetidos) dos processos de deliberação democrática em escala local, nacional, regional e
mundial. Fomentar a participação dos diferentes atores em sentido abrangente e criar uma rede que
informe, elabore, implemente e avalie as decisões políticas têm-se tornado o paradigma de todo
projeto de desenvolvimento e quaiquer políticas públicas consideradas progressistas. Isso é tido
como uma verdade universal por atores tão diversos quanto o Banco Mundial, a OCDE, a União
Européia, as Nações Unidas, as chamadas organizações não-governamentais e integrantes Fórum
2 Essas questões vêm sendo revistas pelo autor em inúmeros de seus trabalhos de sistematização de práticas de
desenvolvimento local (‹www.adm.ufba.br/capitalsocial›). O roteiro aqui apresentado contou com a colabo-
ração de dois estudantes de intercâmbio científico (entre setembro de 2004 e fevereiro de 2005), aos quais
registro meus agradecimentos: Héloïse Nez e Jérémie Cavé (ambos do Institut d’Etudes Politiques de Paris).
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Sede y objetivo
Las CONFEDELCA se realizan anualmente; su sede rota entre los diferentes países centroamericanos.
El objetivo, como ya quedó señalado, es contribuir al fortalecimiento de la descentralización del
Estado y el desarrollo local en Centroamérica:
• promoviendo el intercambio de experiencias y propuestas,
• fomentando la reflexión y el debate,
• estableciendo vínculos entre los diferentes actores y esfuerzos existentes, articulándolos a la
integración regional.
Origen
La CONFEDELCA tuvo su origen en noviembre del 2001, en la capital salvadoreña, San Salvador, donde
a lo largo de tres días se desarrolló la I Conferencia, convocada por la Corporación de Municipalidades de
El Salvador (COMURES), la Alcaldía de San Salvador, la Fundación Guillermo Manuel Ungo (FUN-
DAUNGO), la Fundación Nacional para el Desarrollo (FUNDE) y la Diputación de Barcelona.
En ella participaron más de 600 personas representantes de gobiernos municipales, gobiernos
nacionales y organizaciones de la sociedad civil de cinco países centroamericanos, una delegación de
alto nivel de la Diputación de Barcelona que no sólo financió el evento, sino aportó valiosos insumos
en la reflexión y el análisis y representantes de otros países del continente, de Estados Unidos,
Canadá y Europa, así como de organismos internacionales.
Dado el éxito, por acuerdo unánime de los y las participantes (declaración final), la Conferen-
cia se convirtió en un espacio permanente de debate, reflexión, intercambio, análisis y generación de
propuestas y nuevos vínculos.
En la declaración final, se plantean varios compromisos de los y las participantes que dibujan
lo que puede ser el embrión de una Agenda regional sobre los temas en cuestión:
• Asumir el desarrollo local como componente necesario para gestionar la globalización aprove-
chando mejor las oportunidades que ofrece y minimizando sus amenazas.
• Continuar los esfuerzos por abrir procesos de descentralización de los Estados, de manera que se
dé una nueva distribución del poder, se fortalezcan los gobiernos locales y la ciudadanía juegue un
rol más determinante en las decisiones estratégicas para el desarrollo local, regional y nacional.
• Dotar a los gobiernos locales y los municipios de los recursos necesarios para desarrollar con
eficiencia las competencias que les correspondan.
• Ampliación y fortalecimiento de las asociaciones de municipios como ruta para construir
regiones de desarrollo.
• Fortalecer la participación ciudadana, la concertacíón y la construcción de alianzas como condi-
ción necesaria, tanto para la descentralización como para el desarrollo local y asegurando, de
manera especial, la participación de las mujeres, los niños y las niñas y los pueblos indígenas en
calidad de sujetos de derecho.
• Promover el desarrollo de políticas nacionales en cada país de la región centroamericana, para la
reducción de los desequilibrios territoriales y sociales.
• Crear alternativas y formas innovadoras para la formación y capacitación de los gestores y
gestoras del desarrollo local.
• Fomentar los estudios, análisis e intercambios de las experiencias concretas de desarrollo local y
descentralización que se van produciendo en los distintos países del istmo.
• Continuar con el proceso de construcción de una estrategia en estos temas, de carácter regional, de
cara a fortalecer el diálogo y debate con los organismos multilaterales y la cooperación internacional.
Mecanismos de funcionamiento
Para dar cumplimiento al acuerdo de convertir la CONFEDELCA en un espacio permanente, se han
creado varios mecanismos:
Mesas nacionales
• En Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, se ha formado una Mesa
Nacional, con el propósito de reflexionar, compartir experiencia y elaborar propuestas en torno al
tema de la CONFEDELCA. Solamente falta Belice.
• Las Mesas Nacionales tienen la misma composición del Comité organizador: municipalidades,
gobierno nacional, sociedad civil, parlamento, empresa privada. En cada país se nombra la instan-
cia que coordina la Mesa. En Guatemala y Honduras son coordinadas por el gobierno central. En
los demás países por las asociaciones nacionales de municipalidades
Camino recorrido
• Hasta la fecha, se han realizado tres conferencias: San Salvador (noviembre 2001), ciudad de
Guatemala (octubre 2002) y Managua (octubre 2003). La IV CONFEDELCA será en Tegucigalpa,
Honduras en el 2004.
• Se ha publicado un libro con las ponencias y resultados de la I CONFEDELCA. y se han colocado
en el sitio web, las presentaciones de la II y III CONFEDELCAS.
• Se han constituido ya Mesas Nacionales en todos los países centroamericanos, menos en Belice.
• El comité organizador formado en Honduras, ya está trabajando junto a las Mesas Nacionales de los
6 países, en la organización de la IV CONFEDELCA, cuyo tema central será la gobernabilidad local.
• Las Mesas Nacionales desarrollan actividades tendientes a cumplir las disposiciones acordadas en
la CONFEDELCA y promueven actividades nacionales.
Desde la implosión de la Unión Soviética, 1989, se ha acentuado la idea de que existe un solo
paradigma o razonamiento que explique las leyes de la economía. Este paradigma ha sido llevado al
extremo: no sólo a la economía sino a otras esferas de la vida social y ha devenido un fundamentalismo
económico, político, social y cultural. Sin embargo, los hechos y la mayor información a través de redes
internacionales sobre realidades económicas en distintos países del mundo y sobre éste mismo, mun-
dialización, globalización, ha puesto en evidencia que una visión simplificada, unilineal y que hace
abstracción de distintos actores de la actividad económica, social, política y cultural o los subordina a los
actores que dominan en la esfera mundial y de las economías nacionales más desarrolladas, no solo
distorsiona el conocimiento de la realidad sino que además, impide una acción eficaz para transformarla
desde la perspectiva de los actores desfigurados u ocultados y de sus intereses.
Por esta razón, ex profeso, deseo colocar en el contexto de la complejidad una reflexión de
Wlodzimierz Brus (1969), importante economista polaco, crítico de la ciencia económica oficial en
la Unión Soviética y países que dominaba y que, salvando distancias, es posible, como otras premisas
en otras disciplinas, aplicar o leer, como se suele decir, a y en otras circunstancias:
[...] la economía socialista debe tener un centro dirigente planificador que tome, al menos, las
principales decisiones económicas y que coordine el complejo de la vida económica. Esto no
significa, sin embargo, que sobre la base de determinadas relaciones de producción, en este caso de
las socialistas, no se puedan aplicar distintos mecanismos de gestión de la economía, distintos
métodos de organización de la propiedad colectiva de los medios de producción, distintos tipos de
decisiones centralizadas y descentralizadas, distintas formas y medidas de participación de los
trabajadores en la gestión de las empresas socializadas, distintos principios de configuración de las
relaciones económicas entre empresas y distintas formas de incentivos económicos; además la
experiencia indica claramente que la aplicación de distintas soluciones de modelo no es solamente posible
sino que es necesario (Manuel E. Bernales Alvarado, «La transformación del Estado: problemas y
perspectivas», en: Harris y Vilas: La revolución en Nicaragua, editoriales Era México (español) y
Zed Books London (inglés), 1985; enfasis de MEBA).
* Politólogo. Estudios en Pontificia Universidad Católica del Perú, Facultad de Ciencias Sociales, Departamen-
to de Ciencia Política y Administración Pública (1960-1968); Facultad Latinoamericana de Ciencias Socia-
les, Escuela Latinoamericana de Ciencia Política y Administración Pública (1969-1970); Centro de Altos
Estudios Militares del Perú (1979); Instituto Nicaragüense de Administración Pública – Universidad de
Berlín (1981). Funcionario público de carrera en el Perú entre 1965 y 1980. Consultor de la FAO, OMS,
PNUD, UNICEF, UNFDAC, PNUMA, UNESCO, OEA, y organizaciones privadas de desarrollo entre 1980 y
1996; especialista de Programa Ciencias Sociales y Humanas, UNESCO desde 1996. La opinión del autor
es de su exclusiva responsabilidad, no representa ni compromete a la UNESCO.
Germán Solinís*
En la introducción de esta publicación se ha dicho lo esencial respecto a las especificidades del programa
Gestión de Transformaciones Sociales (MOST) de la UNESCO. Para enmarcar esta presentación me limitaré
entonces a señalar que este programa considera la capacitación como uno de los pilares del conocimiento en
materia de ciencias sociales y humanas, en general, y para conseguir los objetivos del desarrollo, en particular.
Para la realización del plan de acción de la Conferencia Internacional de las Naciones Unidas sobre
la Ciudad, Hábitat II, realizada en Estambul en 1996, es necesario revisar y renovar las condiciones de los
actores de la producción de los territorios y espacios urbanos. La UNESCO ha venido desarrollado desde
Vancouver 1976 (primera conferencia internacional, Hábitat I), estudios sobre la necesaria renovación de
las orientaciones pedagógicas y formativas para los futuros profesionales de la ciudad, como la Carta de la
enseñanza de los arquitectos de la Unión Internacional de Arquitectos.1 En esta óptica, se han iniciado y
desarrollado varios proyectos ligados directamente a la capacitación de técnicos y profesionales del espacio
construido y de la ciudad. En esta presentación me restringiré a exponer las características de la red
latinoamericana y caribeña «Profesionales de la ciudad», lanzada por el Programa MOST en el año 2000.
1. EL PROBLEMA
El siguiente esquema sintetiza en su primera columna, los problemas ante los que esta red está
actualmente trabajando. En la segunda columna, se han listado los principios de base (que se
desarrollan brevemente en el apartado 3 de esta presentación), para terminar en el tópico de los
desafíos que presenta la relación universidad-sociedad, como se verá en el punto 4.
2. La red
«Profesionales de la ciudad» fue creada bajo los auspicios de la UNESCO. Se trata de una red de
intercambio de conocimientos y sistematización de experiencias, donde participan una docena de
instituciones principalmente académicas, con una coordinación propia y autónoma, que está abierta
a la formación de técnicos, «actores de la ciudad» y funcionarios municipales. Se propone trabajar
paralelamente en dos niveles: en la búsqueda de soluciones innovadoras ante los principales proble-
mas del urbanismo contemporáneo y ante la inadecuación entre la formación académica, la genera-
ción de conocimientos y la evolución del trabajo relacionado a la concepción, producción, gestión,
de los espacios urbanos.
El trabajo se inició con la identificación de experiencias pedagógicas innovadoras en la región.
El primer taller fue realizado en 2001 y reunió a los autores de estas experiencias con el primer
objetivo de la recuperación metodológica respecto a los aprendizajes de estas experiencias. Perseguía
también el análisis y la comprensión tanto epistemológica como pedagógica de los fenómenos
enfrentados. Desde entonces, la red se reúne cada año en los lugares de los terrenos de trabajo de las
instituciones miembros.2
Los resultados concretos que pretenden los trabajos de la red son, fundamentalmente tres:
• establecer con las universidades y organizaciones de capacitacion un método de observación, de
experimentación y de análisis de la evolución y procesos revelados por experiencias significativas
de desarrollo urbano;
• conformar un banco de experiencias;
• ofrecer asistencia técnica respecto a la necesaria plasticidad de los programas académicos.
2 El lector interesado en los alcances y funcionamiento de la red puede referirse a la siguiente información: sitio
web del Programa Most de la unesco: ‹http://www.unesco.org/most/urbweb4.htm›; Professionais da Cida-
de. Reunião de São Paulo. usp/unesco 2003; «Profesionales de la Ciudad: Nuevas competencias para nuevos
desafíos» (folleto de presentación de la red). Ver también: http://www.redprofesionalesdelaciudad.com
3 El desarrollo urbano durable es considerado como un proceso presente y futuro de urbanización en busca
de un equilibrio entre sus dimensiones social, económica, ecológica y territorial.
Por otra parte, la universidad deberá librarse del triple «síndrome» que sufren en su mayoría:
fábrica de títulos, torre de marfil y club exclusivo profesionalizante, para volverse fuente local de
desarrollo, centro de formación de ciudadanía y de profundización de la democracia local.
En efecto, la universidad puede tener aportes preponderantes. Puede participar en el proceso de
transformación, de creación de una nueva sociedad y de solución a problemas complejos que afectan
a la sociedad, reformulando las formas de producir conocimiento o como catalizador en la redefinición
del desarrollo, en términos de capacidad de crear, de utilizar y de transmitir el conocimiento.
Pero sus condiciones inherentes exigen resolver ciertas contradicciones inherentes a su cir-
cunstancia histórica. Me refiero a que es una institución comprometida tanto con el problema
general de la organización social, como con los grupos que la dirigen. Esta circunstancia le impone
las principales resistencias al cambio, sobre todo ante las necesarias transformaciones para que la
universidad logre ser un lugar central de conocimiento como práctica crítica y social.
Entonces, nos encontramos ante dos desafíos mayores. Sin olvidar que la universidad, como
institución social, tiene una relación directa con las elites y es institucionalmente conservadora, hay
que señalar con fuerza que no es necesariamente el vector de la ideología dominante y que tampoco
es inamovible, puesto que tiene la misión de formar a los dirigentes intelectuales, políticos y econó-
micos y al cuerpo docente y, precisamente por esto, puede ayudar a resolver algunos de los proble-
mas de desarrollo que se plantean a la sociedad.
Otro importante desafío a la necesaria transformación universitaria es económico. Todos sabe-
mos que desde la década de los ochenta, y durante los noventa, han sido impuestos en la región de
América Latina y el Caribe ajustes estructurales que han mermado la regulación política de la
sociedad y el alcance de las universidades, tendiéndolas a convertir en prestadoras de servicios
orientados básicamente a los intereses privados.
4 Por ejemplo, en menos de cuarenta años, las matrículas universitarias se han más que duplicado, pasando de
28 millones de alumnos en 1970 a más de 60 millones a finales del siglo pasado.
5 Por ejemplo, los gastos reales por alumno son diez veces más elevados en los países ricos que en los países
pobres, sin olvidar que un quinto de la humanidad posee lo esencial de la riqueza de todo el planeta.
5. Conclusiones
Este momento histórico es delicado; vivimos transformaciones que no terminan de ser. Hay esfuer-
zos notables para categorizarlas, como lo hemos visto, tanto en términos de globalización, como de
sociedad del conocimiento. Un requerimiento capital es que la universidad sea puerta de acceso al
conocimiento como patrimonio común, lo cual supone afianzar los contratos morales entre univer-
sidad y sociedad, a cambio de los recursos que ésta le proporciona. Así se corroboraría la idea de la
universidad como instrumento de acción responsable, sobrepasando su función de organismo de
servicio para implementar la elaboración crítica del conocimiento.
Esto implica al menos cinco tipos de esfuerzos:
• liberar las resistencias que las instituciones oponen naturalmente al cambio;
• consolidar la sociedad en su proyecto de desarrollo, y su Estado, en la regulación del bien público
(y lograr una verdadera política científica);
• aceptar que la transmisión y producción de conocimientos no son procesos neutros sino que
implican valores y prioridades;
• remplazar las prioridades pragmáticas o mercantiles, que han convertido los centros de enseñanza
superior en institutos de éxito y de producción de diplomados, más que de conocimientos;
• trascender el aspecto funcional de la formación profesional para que los futuros profesionales
estén calificados y sean competentes para la mediación técnica, política y científica.
* Interdisciplinary Studies College of Urban, Labor, and Metropolitan Affairs Wayne State University, De-
troit, Michigan (USA).
2 Building Blocks
«Building Blocks» for Evaluation and Integration
The logic of appropriate evaluation in interdisciplinary education parallels the emerging logic of evalu-
ation in transdisciplinary research. In both instances, evaluation requires expanded criteria that are
adaptable to particular contexts. They must be responsive to change. Quality of process matters as much
as product and, while traditional criteria of scientific validity play a role, the participation of stakeholders
is an added condition. The orientation to problems in complex actor systems and the high role of
innovation, Rico Defila and Antonietta Di Giulio add, means that boundaries are not well defined. As
a result, transdisciplinarity is a multi-criteria challenge (1999). Roman Lenz, of the University of Applied
Sciences in Nürtingen, Germany, cautions that older scientific approaches from risk and impact assess-
ment (e.g., toxicology, statistics) are too narrow. Even new approaches from planning and practices, such
as checklists or environmental impact assessment, are often too soft, and they fail to acknowledge the
complexity of the problem at hand (65). Nick Winder of the University of Newcastle Upon Tyne (UK)
notes, too, that conventional methods equate low publication and citations with poor research, even if a
Defila and DiGiulio liken the philosophy underlying their Catalogue of Criteria to the child’s
toy LEGOS, providing the largest possible number of building blocks to «construct» a meaningful
evaluation of a program. Delia and DiGiulio took a modular approach to setting up units of questions
that provide building blocks for evaluation in a «pool» approach (where selections may be made from
a gathering together). In constructing the Catalogue, they built on the literature on research evalua-
tion plus existing and proposed procedures and criteria for both disciplinary and inter/transdisci-
plinary research. Their proposal was critiqued by a group of experts in Switzerland and abroad. Defila
and DiGiulio’s model is based on a comprehensive questionnaire that encompasses the characteristics
of inter- and transdisciplinary research. Questions could be used in both self-evaluation and external
evaluations. The Catalogue has the added benefit of supporting coaching in the actual work process,
providing a basis for discussing and establishing methods and criteria to be applied in practice. In that
sense, as one of the critics commented, the criteria also read like guidelines for design of inter- and
transdisciplinary projects. Not every program needs to take all of the questions into account. Context-
related adaptations, deletions, and additions are expected.
The Catalogue works at the levels of Overarching Project and Subprojects.
The evaluation sequence is organized into four phases:
• the research proposal ex ante (evaluating selection of projects)
• intermediary points (assessing whether projects are operative, productive, and producing outputs)
• final ex post (assessing whether projects are successful and objectives have been reached)
• long-term impact (assessing whether research work has produced any/desired effects).
Two important lessons follow. First, Integration/Synthesis must be engaged at the beginning,
not delayed until a final phase. Second, they are matters for all aspects of a program or project, from
organization and management to consensus building among all stakeholders to the ultimate
knowledge production. I would now like to push the issue of Integration/Synthesis even further,
using the second global model –the Klein Checklist of Questions included in your draft MOST
document for this School. This model was developed independently of the Defila and DiGiulio
catalogue, but it shares several important features that underscore the heuristic and interrogative
nature of evaluation. Both models depend on a system of categories and questions. The issue of
Integration/Synthesis arises immediately.
• In category A (Initial Phase), the research problem must be defined collaboratively (Item #1), as
well as the goals, objectives, and major research questions (#2).
• In category B (Organizational and Conceptual Framework), the research design needs to be a
mutual plan (#9) and participants need to arrive at a shared vision of the project/program (#10).
Integration/Synthesis is not static. Item #13 calls attention to the importance of flexibility to
allow for shifting groupings of individuals and approaches.
• In category C (Social Learning and Communication), common physical and temporal space is
necessary for communication across disciplinary boundaries (#15). Role expectations among
participants should be clarified and negotiated (#16), and differences in assumptions, language,
methods, tools, concepts, theories, epistemologies and ideologies clarified (#17), achieved by
learning from other team members (#19) and regular communication (#19). Conflicts must not be
ignored but used to creatively refine shared understandings (#20) and a common language devised
(#21) as well as communication with kindred projects and programs (#22).
• Category D (Collaboration and Integration) reiterates the importance of a structure and work plan
that facilitate interaction (#24), incentives for collaboration and communication (#25), and a level
of coordination that insures joint work (#26). Integration must not be delayed to a final phase (#27),
and joint activities are crucial (#28, #29). Iteration insures ongoing testing of the commonality of all
features, including assessments and products (#30). Using pre-existing interdisciplinary techniques
enhances integration (#31), and moving to a synergetic team identity (#32). Finally, the outcome
must be an interdependent, collaborative synthesis, not a multidisciplinary compilation of separate
Hence, assessment must be both comprehensive (encompassing variegated activities) and in-
teractive (allowing for the influence of stakeholders in the evaluation process). Work must be
scientifically sound and credible to colleagues, but it must also meet the interests of a variegated
group of stakeholders, whether they are government workers, consumers, or farmers. Research must
also «attune a pluralism of interests and values» within a dynamic set of programs and contexts
where new opportunities may emerge. Research on nitrate and sulphate cycles, for example, is not
only relevant for agricultural production, it is now relevant in research on global climate change and
the greenhouse effect. «Success» is a relative concept, dependent on how researchers connect their
work to themes that resonate in the surrounding environment and the ways that environment
accepts and consolidates knowledge products. A «standard» assessment procedure can help in
charting a program’s interactions with a broader environment. However, the particularities of groups
and their environments must be taken into account. Three steps come together to form a compre-
hensive evaluation tool summarized in Step Method
• At Step 1, the REPP Profile: REPP provides a visual representation of both (1) the wider societal
reference group for a project (Embedment) and (2) the degree to which a project serves the
interests of the wider reference group (Performance). Data are drawn from research inputs,
outputs and activities in various domains, then computed into a radar-like graph. This step allows
depicting various activities of research groups in different social domains in a single representa-
tion, although different pictures may be described in terms of differing missions of programs (e.g.,
industry-, policy-, or science-driven).
• At Step 2, Stakeholder Analysis: There are two parts: a chart of the environment of pertinent
stakeholders and a survey among principal stakeholders. Stakeholders are distinguished by insti-
tutional background and roles in the production process. The survey focuses on interaction
mechanisms between researchers and their context. Stakeholders were asked about their relation-
ships with researchers, their own goals and needs, and their assessment of the program. Analysis
produces a description of the stakeholder environment in terms of learning, revealing typologies of
the ways actors interact with and learn from each other.
• A Step 3: Feedback: Results of both exercises are brought together and «confronted with» the
mission. Confrontation may consist of input into discussions about the different types of missions
of research programs and the different types of leaning environments.
The key dynamic of evaluation here is feedback to the mission of a program and negotiation
in relation to the context of research performance. REPP, the authors emphasize, is not a direct and
objective measure for Quality. «Good» research can have many profiles, and successful innovation
can occur in several learning communities. Quality is a heterogeneous concept that may mean
All groups considered the overall outcome positive, but shortcomings in (non) definition of
output and impact indicators occurred. In transdisciplinary research, indicator definition is tied to a
process of negotiation involving all relevant stakeholders, a time-consuming process. None of the interest
groups were willing to invest the necessary time in an activity they thought had no immediate benefit.
Consequently, implementation of local R&D projects, which was prioritized, began with vague purpose
definitions and systematic planning was foreshortened. Ad-hoc activities for a time replaced systematic
planning procedures, but with negative consequences for impact assessment. Related activities did not
begin before donors gave final approval for the full project period. Indicators emerged, quasi-inductively,
from activities undertaken to reach R&D objectives. Elaborating success indicators while outputs are
already being produced exposes researchers to criticism for defining only impacts that are certain to be
achieved. Monitoring was done almost exclusively by project personnel. Hence, solutions were pragmatic,
only «second beat» and responsibility for indicator definition was divided within the research team.
Indicators at the metal-level of Participation and Interdisciplinary cooperation, and for assessing quality
of the research process, were prepared by expert «process advisors,» and subsequently discussed and
adopted by the full team at a regular workshop. As a result, definition of impact indicators for practical
field projects was decentralized and delegated to project teams.
Several lessons emerge from this second example. The shortfalls included:
• trivial indicators (downsizing expected impacts and assessment activities)
• logical mix-ups (lack of clear distinctions between output and impact indicators)
• too many indicators (unrealistic assumptions about evaluation resources of time, personnel,
and collaborators).
In addition to the proposal being of high scientific quality, objectives must be convincing
and feasible, and the cooperation of academic and non-academic partners must be sustained from
planning through implementation. Finally, Defila and DiGiulio stress transparency. Both partici-
pants in evaluation and the evaluees must be informed of the criteria from the outset and, if
possible, be involved in defining them (13). Only then will a program or a project result in a fully
integrated transdisciplinary result.
Works Cited
CALLON, M., P. LARÉDO, and P. MUSTAR (1994). «Panorama de la Science Francaise», in La
Recherche, 264, pp. 378-84.
DEFILA, Rico and Antonietta DI GIULIO (1999). «Evaluating Transdisciplinary Research», in
Panorama [Newsletter of the Swiss Priority Program Environment, Swiss National Science
Foundation] 1/99 (July). Available in German and English at ‹http://ikaoewww.unibe.ch/
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FARMER, D.W. and E.A. NAPIERALSKI (1997). «Assessing Learning in Programs», in J.G. GAFF
and J.L. RATCLIFF (eds.), Handbook of the Undergraduate Curriculum, pp. 591-607. San Fran-
cisco: Jossey-Bass.
FIELD, M. and D. STOWE (2001). «Transforming Interdisciplinary Teaching and Learning Through
Assessment», in Innovations in Interdisciplinary Teaching, ed. Carolyn Haynes, pp. 256-74.
Westport, CT: Oryx Press/ Greenwood Press.
Luis Carrizo*
PRESENTACIÓN
Este trabajo pretende contribuir al debate actual acerca de un nuevo y necesario contrato social
entre universidad y sociedad. Hoy en día, son frecuentes las discusiones sobre reformas universi-
tarias, especialmente teniendo en cuenta desafíos relativos a la responsabilidad social universita-
ria, la ética del conocimiento y la necesidad de nuevos paradigmas para enfrentar la creciente
complejidad de las problemáticas globales y locales.
La frecuencia de estos debates habla, por sí misma, de la toma de conciencia cada vez más
extendida acerca de la urgencia de cimentar una nueva visión de la educación superior. Una visión
que sea crítica de sus instituciones, de la relación entre saber y poder, y que sea inspiradora de una
misión ciudadana en la producción y difusión de conocimiento.
Interrogantes tales como: ¿qué universidad para el siglo XXI?; universidades: ¿qué hacer?; la
reforma universitaria ¿con vistas a qué?; universidad: ¿qué futuro?; universidad: ¿por qué y cómo
reformar?2 son clara señal de un momento histórico particularmente fértil en el sentido indicado.
Mucho se ha escrito y mucho se sigue escribiendo –sin necesariamente buscar ni generar consensos–
en torno, entre otras cuestiones, a la autonomía universitaria, el gobierno institucional, las estructuras
académicas y curriculares, el papel del conocimiento en la transformación del mundo actual... El
desafío planteado es superar perspectivas que han demostrado insuficiencia a la hora de contribuir de
manera decisiva a un orden más justo de la cosa pública y del universo de valores y producciones.
Todavía antes, hace cuatro décadas, una pregunta prologaba la obra de Paulo Freire La educación
como práctica de la libertad: «¿Qué significa educar, en medio de las agudas y dolorosas transformacio-
nes que están viviendo nuestras sociedades latinoamericanas, en esta segunda mitad del siglo XX?»
(Freire, 1972, prólogo de Julio Barreiro). A ello, Freire responde diciendo que «la educación verdadera
es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo». (o. cit., cursivas en el original).
La vigencia de estas inquietudes sorprende. ¡Casi medio siglo de interrogantes acerca de la
educación, la universidad y la necesaria reforma de las estructuras de formación y producción de
conocimiento! Mientras, el continente ha avanzado en su pobreza, en su fragmentación social, en la
marginalización de amplios sectores y en la brecha en la distribución de su riqueza.
Por lo mismo y más cercanas en el tiempo, no deben extrañar las reflexiones que realizaba hace
un tiempo el entonces Ministro de Educación de Brasil, Cristovam Buarque:
3 Coordinador general de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo del Banco Interame-
ricano de Desarrollo.
Tanto desde el punto de vista social, político, cultural y económico, como desde la perspectiva
de la creciente complejidad del mundo real, la función del conocimiento es clave en términos de
transformación y en términos de ciudadanía y responsabilidad social. En esta empresa ética urgente,
el papel de la universidad se torna, cada día, más estratégico y decisivo.
La Universidad, como institución productora de conocimientos y formadora de opinión y
tendencias, tiene una responsabilidad social incuestionable. Quizás su tarea prioritaria hoy deba ser
pensarse a sí misma, elucidando las condiciones en las que construye conocimiento, en las que forma
profesionales, en las que concibe la condición humana para conocer y actuar. La posición estratégica
propia de la Universidad en el seno de una sociedad la llama a responsabilidad, siempre. Pero hoy
más que nunca este llamado es imperioso.
Debemos contextualizar la posición de la universidad en este marco. Hay un triple enlace que
debe ser fortalecido para contribuir a la generación de un desarrollo humano sustentable: la trilogía
ciencia-política-ciudadanía. En este sistema virtuoso, el rol de la universidad destaca por su relevan-
cia en la producción de conocimiento científico pertinente y útil a las exigencias de nuestro tiempo,
pero esta posición de privilegio le exige la responsabilidad de dialogar con los otros actores del
sistema: ciudadanos y políticos. De esta manera, desde la elaboración de una agenda social, política
o científica, hasta la impostergable revisión de los paradigmas dominantes en la formación y la
investigación, los desafíos de la universidad del siglo XXI son tan complejos como decisivos.
Universidades
Centro de investigación Gobiernos
Think Tanks Decisores
AGENDA
Otros
Ciudadanos
ONG - Tercer sector
Empresas
Media
Desde esta perspectiva, se abren dos campos de problemáticas que requieren atención.
• De una parte, los modos de producción de conocimiento, tanto en lo que refiere por un lado estrictamente
al saber científico y académico, como por otro a la participación del actor social en esta producción.
• De otra parte, la vinculación entre conocimiento y políticas, enlace estratégico para la definición
de acciones públicas que respondan a las necesidades del mundo real con sustento de calificados
fundamentos científicos.
4 Trabajo presentado en la Conferencia Mundial de Educación Superior + 5, París, 23-25 de junio de 2003,
y publicado en A Universidade na encruzilhada, Brasilia, UNESCO, 2003.
Las perspectivas señaladas, así como los escenarios descriptos anteriormente de manera muy
sintética, hablan de realidades complejas, contradictorias, dinámicas y desafiantes. Algunas perma-
nencias se advierten en este casi medio siglo de cambios. Entre ellas, por ejemplo, el clamor por los
cambios. Entre medio, aquí y allá, algunas corrientes de pensamiento han ido esbozando la figura-
ción de nuevos paradigmas que mejor comprendan y transformen este estado de cosas. Esas corrien-
tes de pensamiento recuperan, también, formulaciones éticas que han impregnado el espíritu de los
viejos maestros de la revolución educativa y universitaria en América Latina.
Un pensador como Edgar Morin, que ha realizado trascendentes propuestas en este sentido,
en oportunidad de un diálogo sobre la relación entre ética y desarrollo, ha enfatizado que:
debemos también cambiar la estructura del sistema de la educación, porque el desarrollo trae una concep-
ción de la especialización de cada persona, y cada persona especializada se encuentra en su rincón particular
y olvida la responsabilidad de la solidaridad con el todo. Si nosotros cambiamos la estructura de la
educación, no más ya en la especialización, sino que planteamos los problemas fundamentales y globales,
entonces, generamos una nueva mentalidad. Debemos ayudar a la educación, pero no a esta educación que
conduce finalmente a la imposibilidad de concebir los problemas más importantes. (Carrizo, 2003)
Hoy ya no es posible mantener los mitos que ilusionaron el paisaje del Desarrollo en décadas
pasadas, concibiendo tendencias lineales del progreso humano, o apostando con euforia a la capacidad
de la revolución tecnológica para abonar el crecimiento económico y su equidad. La realidad ha resque-
brajado las ideas simples y ha dado por tierra con postulados entusiastas que veían sólo parcialmente
algunos datos. De esta forma, junto con la revolución del conocimiento y la tecnología, se ha venido
instalando una segunda revolución asociada: la del uso que se hace del conocimiento y la tecnología. Y, hace
ya tiempo insistiendo por nacer, hay una tercera revolución en este circuito: la del conocimiento del
conocimiento. Quizás como nunca antes se impone un imperativo ético y estratégico en el campo del
conocimiento: interrogarse acerca del qué hacer con lo que sabemos, acerca de las implicancias de lo que
hacemos, acerca de qué hacemos para conocer. Estos tres órdenes de interrogación atraviesan los actuales
Tres cuestiones importantes emergen en esta evolución. En primer lugar, la creciente convicción de
la necesidad de abordajes que –sin anular los desarrollos disciplinarios– trasciendan los campos de saber
clásicos para poder dar cuenta de mejor manera de la complejidad de los fenómenos observados. En
segundo lugar, la necesidad de ampliar la convocatoria de actores en la mesa de diálogo del conocimiento,
ya no sólo contando con saberes sistematizados y científicamente rigurosos, sino con aquellos que son fruto
de la tradición (saberes no disciplinarios) y de los intereses de partes. Al respecto de la participación, se
verifica un desplazamiento del campo científico al campo social, incluyente e integral. En tercer lugar, la
reflexión ética sobre los modos y destinos del conocimiento. Ya la ciencia no está exenta de responsabilida-
des éticas y normativas (el campo de los valores), como quizás podría presumirse en los orígenes de la
Universidad: muy por el contrario, la enorme capacidad de producción y destrucción que potencialmente
concentra la ciencia y la tecnología las hacen consecuentemente más necesitadas de parámetros éticos que
orienten su acción. En este último sentido, como dice Edgar Morin, nos encontramos en un Titanic, con
un impresionante desarrollo tecnocientífico, pero sin un pilotaje que conduzca a destinos donde el
desarrollo sea verdaderamente humano. Como nos dice el gran pensador francés,
el concepto que fue usual durante muchos años era la idea de que el desarrollo tecno-científico econó-
mico bastaba para remolcar, como una locomotora, los vagones de todo el tren del desarrollo humano,
es decir: libertad, democracia, autonomía, moralidad. Pero lo que se constata hoy día, es que estos tipos
de desarrollo han traído muchas veces subdesarrollos mentales, psíquicos y morales. (Morin, 2002)
Obstáculos epistemológicos
Refieren fundamentalmente a paradigmas reduccionistas del conocimiento.
La Universidad moderna ha sostenido su producción de conocimiento sobre la base de un sistema
de hegemonía disciplinaria que, lejos de promover articulaciones y contextualizaciones, facilita la hiper-
trofia del desarrollo especializado, que es ciego a las repercusiones del conocimiento. Aquí surge la inquie-
tante pregunta de Helga Nowotny: ¿qué implica lo que hacemos? ¿a quiénes implica lo que hacemos?
Obstáculos culturales
Refieren fundamentalmente a las grandes brechas entre cultura científica, cultura humanista y
cultura del saber popular.
Lo que venimos de describir en el punto anterior se articula con este punto, desde una
perspectiva de integración de los conocimientos. Si en el plano del conocimiento académico sistema-
tizado se reclama una transformación epistemológica que construya una nueva visión científica, en
el mismo sentido se reclama la reunificación de dominios de saber que han estado tradicionalmente
separados y vaciados de su recíproca potencialidad. Nos referimos a lo que Morin denuncia como la
débil –si no inexistente– conexión entre «las tres culturas»: la cultura científica, la cultura humanís-
tica y la cultura de masas. Tres culturas que, cada cual con sus modelos y sus dinámicas –podríamos
decir: desde el rumor al algoritmo–, tienen una riqueza enorme en su seno y que debería potenciarse
a través de la fertilización cultural cruzada que aquí proponemos. Una vez más, como en el punto
anterior, se hace necesario distinguir, se hace necesario asociar. También en este sentido, la Universi-
dad debe abrirse a la posibilidad y riqueza de un diálogo entre sus propias e internas culturas, y la
cultura de lo que tradicionalmente es entendido como extra-muros universitario, y que no deja de
significar un muro a la comunicación.
Esto también conlleva un componente ético-democrático. En este sentido, es posible referir a
las palabras de Paulo Freire:
[...] la necesidad que sentimos por una indispensable visión armónica entre la posición verdadera-
mente humanista, más y más necesaria al hombre de una sociedad en transición como la nuestra,
y la visión tecnológica. Armonía que implica la superación del falso dilema humanismo-tecnología
y en que, cuando se preparan técnicos para nuestro desarrollo, sin el cual moriremos, no se
enfrenten, en su formación ingenua y acrítica, a otros problemas que no sean los de su especiali-
dad. (Freire, 1972, p. 115)
Obstáculos institucionales
Refieren fundamentalmente a la defensa de territorios de saber-poder en las universidades, colegios
profesionales, sociedades científicas y poderes públicos.
Obstáculos teórico-metodológicos
Refieren fundamentalmente a los instrumentos de la formación (programas, currículas, evaluación,
formación de formadores, etc.).
Quizás sea en este punto en donde –junto con la reflexión epistemológica– se vienen realizando
intentos más notorios para su progresiva transformación. Sin embargo, las reformas educativas –que en
América Latina han sido dependientes de políticas neoliberales también en relación con el ámbito de la
educación– intentan un cambio muchas veces solamente administrativo y pocas veces asociado a una
profunda revisión filosófica, ética y epistemológica de los fundamentos de la enseñanza. Por su parte, las
Universidades –y la educación superior en general–, con estatutos autónomos en su mayoría, se encuen-
tran con lentitud procesando reflexiones que no alcanzan a concretarse en efectivas reformas en el sentido
aquí propuesto. En el mismo sentido se expresa Rigoberto Lanz al hablar, entre otros registros, de la
trivialización del currículo y la administración. Refiriéndose al temor a las reformas, Lanz señala:
Es probable que los males que aquejan a todo el sistema de educación superior constituya un
insumo en el que la gente reconoce genéricamente una necesidad (igualmente genérica) de cam-
bios, pero este nivel de reconocimiento parece insuficiente para impulsar procesos de envergadura,
para soportar proyectos cualitativos de transformación, para construir una fuerza intelectual con
aliento y trascendencia. (Lanz, 2003, p. 266)
Obstáculos organizacionales
Refieren fundamentalmente a las condiciones de enseñanza y diseminación del conocimiento (ar-
quitectura edilicia, estructuras de comunicación y mediación entre campos de saber, concepciones
editoriales para publicaciones científicas, etc.).
Este punto incluye en su ancho titular asuntos muy diversos, pero que también hacen en su
conjunto, a la dificultad organizacional de instaurar perspectivas alternativas al clásico pensamiento
disciplinar-departamental en el seno de las universidades. Afortunadamente, en este sentido, algu-
nas concepciones editoriales han hecho suya una mirada transversal, ya no sectorial o disciplinaria,
en donde confluyen multiplicidad de miradas sobre un campo problemático, más preocupados por
el campo en sí que por la convocatoria antes que nada disciplinaria. De esta forma, se pueden generar
diálogos cruzados, fertilizaciones y sinergias que hablan de otra perspectiva sistémica-compleja en el
tratamiento de asuntos de interés social. Temas tales como la planificación urbana, el tratamiento de
las aguas, políticas sanitarios, discriminación, prevención de catástrofes, seguridad, desarrollo econó-
mico-social, son algunos de los temas en los que una nueva mirada se instala, bajo la exigencia de un
tratamiento idóneo y urgente.
Las universidades se abren poco a poco a considerar estos asuntos complejos y multidimensio-
nales de manera transdisciplinaria. Sin embargo, aún resta proceder a cambios en plataformas
organizacionales que permitan una instrumentación más eficiente de las nuevas metodologías que
deben ser aplicadas para su desarrollo.
Obstáculos psicosociales
Refieren fundamentalmente a la crisis y transformación de las identidades profesionales, con sus
correlatos en los imaginarios individuales y colectivos.
Las transformaciones de nuestra época, de alta complejidad y que involucran, en un sistema de
reciprocidades, componentes económicos, sociales, políticos, culturales, exigen correspondientes cam-
bios en los modos de intervenir en el mundo real y en la formación para esta intervención. De allí se
puede comprender el surgimiento creciente y sostenido de innumerables nuevas «disciplinas», que
intentan abordajes novedosos y pertinentes en su aplicación a nuevos campos de problemáticas. Estos
nuevos campos se definen más por su estructura compleja que por la mirada disciplinaria. Desde aquí,
entonces, podemos también comprender la necesidad de inventar fórmulas de enlace y sinergias
múltiples entre los conocimientos, superando los clásicos compartimientos estancos del sistema de
dominancia disciplinaria. Pero, también sabemos que estos nuevos modos, aún en construcción,
interpelan y cuestionan las clásicas identidades profesionales o disciplinarias. El concepto de identidad
profesional está hoy en crisis, no sólo en el nivel de los egresados, sino también de los estudiantes
universitarios de pre-grado, que muchas veces pueden sufrir la contradicción de tener que mantenerse
fieles a una cultura o identidad institucional fuertemente arraigada en departamentos disciplinarios,
enfrentándose a anhelos personales y demandas de la realidad que se orientan en un sentido diverso.
Obstáculos económicos
Refieren fundamentalmente, por un lado, a las posibilidades que ofrece un mercado de empleo
crecientemente tecnocrático e hiperespecializado y, por otro, a las fuentes de financiamiento para la
investigación y desarrollo de campos transdisciplinarios.
Lo decíamos en el punto anterior: el mercado de trabajo –apoyado en la concepción domi-
nante del «especialista»– ofrece escasas oportunidades para que un egresado «transdisciplinar»
pueda acceder a ámbitos de labor estimulantes, consistentes con su práctica y económicamente
sustentables. Sin embargo, se advierte, fundamentalmente en el sector tecnológico y la industria
de vanguardia, experiencias altamente estimulantes para un pensamiento y una práctica transver-
sal en el campo del conocimiento. No es esta, vale subrayar, una práctica frecuente, y lo es mucho
menos en América Latina, en donde la cristalización de modelos clásicos y muchas veces inope-
rantes o deficitarios, se mantiene resistente a cualquier intención de cambio.
En este último sentido, también vale rescatar las múltiples experiencias de reforma que en el
ámbito universitario latinoamericano se vienen gestando y produciendo desde hace muchos años,
aunque con múltiples dificultades que le restan potencialidad e influencia.
Por otro lado, en lo que refiere a las fuentes de financiamiento para la investigación, es
notorio un cambio en los parámetros de referencia de los últimos años, incorporando perspectivas
transdisciplinarias importantes, como la perspectiva de género y la interdisciplinariedad de los
abordajes. Se trata de una tendencia sostenida y creciente, que nos convoca a cuestionarnos acerca
de si la formación universitaria dominante se encuentra lista para ofrecer a sus estudiantes las
condiciones de aptitud –epistemológicas, teóricas, metodológicas– para ingresar en el circuito de
la investigación desde estos parámetros.
Sin embargo, en este aspecto del financiamiento, también es cierto que se trata de una
tendencia reciente y que su corpus teórico está en proceso de maduración. Esto es particular-
mente así cuando hablamos de estrategias de evaluación de proyectos transdisciplinarios. Si
bien hay un buen número de sistematizaciones al respecto de la evaluación transdisciplinaria5,
este es un capítulo aún en proceso de desarrollo, y sobre el cual las Universidades latinoameri-
canas también deberían trabajar.
Las categorías de obstáculos que acabamos rápidamente de reseñar, sin pretender ser ex-
haustivas, constituyen barreras importantes en el desarrollo de una nueva mentalidad en la
producción y utilización del conocimiento. Cada una de ellas muestra una complejidad importante
Bibliografía
FOUCAULT, Michel (1976). Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. México, Siglo XXI.
FREIRE, Paulo (1972). La educación como práctica de la libertad. Montevideo, Tierra Nueva.
KLEIN, Julie T. et al. (2001). Transdisciplinarity: Joint problem solving among science, technology and
society. Basel, Birkhäuser Verlag.
LANZ, Rigoberto, comp. (2003). La universidad se reforma, Caracas, UNESCO-ORUS-UCV.
MORIN, Edgar (2002). «Estamos en un Titanic» Revista Observatorio Social, nº 10, agosto 2002,
Buenos Aires.
PENA-VEGA, Alfredo y MORIN, Edgar (2003). Université, quel avenir?, París, Charles Lépold
Mayer.
RIBEIRO, Darcy (1973). La universidad nueva. Un proyecto. Buenos Aires, Ciencia Nueva.
SUÁREZ, Armando et al. (1978). Razón, locura y sociedad. México, Siglo XXI.
María de Barbieri,
sobre relatorías de Alejandra Camejo,
Alejandro Echeverría, María Elena Quintana,
Cecilia Rado, Roberto Silva, Marcelo Sivack y Matilde Suárez
INTRODUCCIÓN
En este capítulo se presentan las temáticas emergentes, desde la perspectiva de los participantes, en la
Escuela Regional MOST-UNESCO para América Latina y el Caribe, realizada en Punta del Este en
noviembre de 2003. Muchas de ellas fueron tratadas por los expositores y participantes en el evento,
y otras han surgido posteriormente, a partir del análisis de los debates y la experiencia de la Escuela.
Se pretende que el lector pueda conocer los temas que fueron polémicos, los que resonaron y
se instalaron como pistas por las cuales seguir investigando, los que estuvieron constantemente
presentes en el debate y los que están ausentes o merecen mayor desarrollo.
En esta reflexión –que parte de la práctica misma de la Escuela– también se sugieren desafíos,
orientaciones y necesidades específicas que quedarán planteadas para futuras experiencias de este tenor.
Estas páginas representan una pequeña síntesis del impacto intelectual y emocional que
generó el encuentro y que como texto pretende fundamentalmente comunicar lo que se puede abrir
a partir de él, creando otros nodos de debate y otros mundos posibles de imaginar.
«Otros lados» y «otras experiencias» sintetizan el espíritu que atravesó toda la experiencia de la
Escuela. La participación de 36 jóvenes investigadores en plena elaboración de sus tesis de maestría,
Desde una perspectiva transdisciplinaria, especialmente aplicada a procesos sociales, las líneas de
pensamiento actual parecen destacar la importancia del proceso de investigación en sí, y la necesidad de
poder dialogar no sólo con otras disciplinas, sino también con otros actores no técnicos implicados.
En este sentido, resulta de fundamental importancia aprender a dialogar entre distintas
lógicas de entendimiento, de valoración y de acción. Este nudo temático se recupera asimismo en la
temática de la gobernancia como desafío y superación dinámica del clásico concepto de gobierno.
En similar sentido, resulta pertinente lo planteado por Germán Solinís (Programa MOST
de UNESCO) en el marco de la Escuela, acerca de la importancia de que los programas de
producción de conocimiento se alimenten con la experiencia de la sociedad y que a su vez estos
conocimientos retroalimenten la teoría.
El aceptar la relatividad de los saberes propios, compartiendo cuotas de poder-saber con otros
actores, parece ser una de las claves en pro de generar un conocimiento socialmente robusto, al decir
del pensador Michael Gibbons. La importancia del actor y del conflicto -temática reiterada a lo largo
de la Escuela- se encuentra en consonancia también con esta idea-fuerza.
En los intercambios realizados en el marco de la Escuela, fue posible verificar diferencias sustan-
ciales en el ámbito conceptual y metodológico entre distintas experiencias enunciadas. Esto resultó
verdaderamente útil como objeto de análisis y generación de aprendizajes desde una visión de la
complejidad. Aún valorando todas ellas, algunas operativas metodológicas parecen entrar en serias
tensiones con una propuesta epistemológica compleja que apuesta a la construcción de conocimiento
socialmente robusto y trasciende la postura de la validación de hipótesis y conocimientos ya existentes.
Uno de los participantes señalaba:
«En lo teórico-conceptual, las ideas de complejidad y de conflicto fueron las que tuvieron un mayor
impacto entre los participantes. En la experiencia de la Escuela se constató la necesidad de
aprender a visualizarlas en la realidad, a convivir con esas situaciones y a saber gestionarlas.»
Algunos de los asuntos tratados en la Escuela que fueron subrayados por su importancia en la
visión de los participantes, y cuya profundización es considerada prioritaria, refieren a las siguientes
interrogantes:
• ¿Cuáles son las nuevas formas de gobernancia y democracia participativa? ¿Cómo implementarlas?
¿Cuáles son sus atribuciones y métodos?
• ¿Cómo esta «nueva ciudadanía» logra generar un proyecto colectivo?
• ¿Cómo fortalecer los Gobiernos Locales?
ESPACIO PÚBLICO
ESPACIO PÚBLICO,, TRANSICIÓN POLÍTICA Y APERTURA DEMOCRÁTICA
DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN MASIVA: HACIA UNA POLÍTICA DE
PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN LOS MEDIOS DE MÉXICO (1987-2003)
3 Proyecto de tesis elaborado a ser presentado en la Maestría de Psicología Social Comunitaria (Facultad de
Psicología de la Universidad de Buenos Aires).
4 Tesis de Maestría en Gestión y Políticas Públicas. Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Departamento
de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile (Santiago de Chile).
5 Tesis de Maestría en Administración y Políticas Públicas. Universidad de San Andrés (Buenos Aires,
Argentina).
7 Tesis de Maestría en Hábitat y Vivienda. Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño (Universidad Nacional
de Mar del Plata, Argentina). Director: Arq. Víctor Saúl Pelli. Co-director: Arq. Aurelio Antonio Ferrero.
Patricia Goldaracena10
La presente investigación pretende determinar el vínculo que las urbanizaciones privadas (UP)
pueden establecer con un desarrollo territorial sustentable, equitativo y calificado en el Este metro-
politano de Montevideo. Se indaga en la forma en que el marco de planificación, regulación y
gestión de estos emprendimientos podría madurar de modo que se produzca un vínculo territorial
equilibrado. El buen vínculo entre el proyecto y el territorio tiene una dimensión económica en
donde existen inversiones directas y economías externas con transferencia de recursos y reinversión
de plusvalías por la vía fiscal. El objetivo específico es el estudio de las posibilidades de un proyecto
territorial que encuadre estas realidades canalizándolas en efectos positivos.
Se constata que las urbanizaciones privadas como nueva forma de ocupación de los territorios
periurbanos conllevan un beneficio económico importante para el inversor en el cambio de uso de
suelo, sirviéndose de las ventajas comparativas que ofrece el territorio que ocupa. La investigación
pretende establecer mecanismos de repartos de plusvalías que beneficien al resto de la ciudad en
servicios, infraestructuras, espacios públicos, etcétera. En el marco de una planificación estratégica
del territorio estas nuevas formas de ocupación se podrían integrar al suelo rural regulando usos en
cuanto a áreas a ocupar, características y diseño de los emprendimientos, conectividades, manejo de
espacios públicos, semipúblicos y privados.
El objetivo es verificar la pertinencia del programa en el marco de políticas de desarrollo y
territoriales que impulsen un crecimiento económico del área beneficiando otros sectores de la
sociedad que se encuentran segregados por una nueva economía de escala.
En este sentido la investigación es guiada hacia la búsqueda de soluciones sustentables en el
territorio mediante la planificación física, la gestión económica urbana y las posibilidades de diseño en
la búsqueda de standares que permitan la regulación de las piezas en sí y de los vínculos entre ellas.
La sustentabilidad está referida en sentido amplio y en su dimensión territorial. Sustentabili-
dad no solo como preservación de recursos naturales sino con la posibilidad de recuperarlos en favor
del conjunto de la sociedad. Esta sociedad deberá estar en condiciones de desarrollar una existencia
digna cubriendo sus necesidades básicas y con buenas condiciones de acceso a la ciudad y a sus
servicios, dotada de asistencia primaria, ejerciendo su derecho a la vivienda y al trabajo, a una
alimentación adecuada, a la asistencia médica y a la educación.
Partimos de la base de que «[...] la propiedad es una función social que implica obligaciones a la cual
le es inherente una función ecológica. Esta función social es un elemento constitutivo de la esencia misma
de la propiedad y no algo externo». De estos conceptos se desprende que existen derechos colectivos sobre
la propiedad individual como el derecho al medio ambiente y a la participación en las plusvalías.
11 Universidade Federal do Rio Grande Do Sul. Instituto de Filosofia e Ciências Humanas. Programa de
Mestrado em Relações Internacionais (Porto Alegre, Brasil).
PROYECT
PROYECTOS DE DESARROLLO EN EL PUEBLO MAPUCHE.
YECTOS
IDENTIDAD Y RESISTENCIA CULTURAL VERSUS ASIMILACIÓN EN EL
MARCO DEL SISTEMA NEOLIBERAL CHILENO (1997-2004)
ANÁLISIS SOCIODEMOGRÁFICO
SOCIODEMOGRÁFICO,, DE EXPANSIÓN Y DISTRIBUCIÓN
EXPANSIÓN
ESPACIAL DE LA POBLACIÓN PARA UN NUEVO ORDEN TERRITORIAL,
INSTITUCIONAL EN EL CARIBE COLOMBIANO
13 Trabajo de grado presentado como requisito parcial para obtener el título de: Especialista en Planeación
Urbana y Regional. Facultad de Postgrado, Universidad Autónoma del Caribe (Barranquilla, Colombia).
Director: Arq. Cristian Ujueta Toscano. Asesor metodológico: Msc. Carlos Utria Echeverria.
16 Santiago de Chile.
PLATAFORMAS CIUDADANAS:
UN ESPACIO DE APO
ESPACIO YO AL DESARROLLO LOCAL
APOY
18 Tesis para optar el grado de Magíster en Gestión y Políticas Públicas. Facultad de Ciencias Físicas y Matemá-
ticas, Departamento de Ingeniería Industrial (Universidad de Chile).
19 Universidad Mayor de San Simón (Cochabamba).
Mario Villarreal20
El proyecto tiene como referencia diferentes estudios tales como el de Asociaciones Civiles Sin Fines
de Lucro de la Fundación Juan Minetti y la Universidad Nacional de Córdoba (Ortega, 1997), de
FLACSO (Filmus,1997), el Centro Nacional de Organizaciones Comunitarias de la Secretaria de
Desarrollo Social de la Nación Argentina (Albarracin, 1999), la Fundación Interamericana (Reylli,
1994), el Banco Interamericano de Desarrollo. (BID, 1998) preocupados por la gestión concertada
de políticas sociales entre el estado y la sociedad civil.
El trabajo de investigación partió de los siguientes postulados:
• el tamaño del gobierno local puede potenciar o limitar estrategias de desarrollo local;
• el desarrollo de la sociedad civil también es situacional;
• hay una tendencia a la construcción de modelos de gestión local basados, exclusivamente, en
experiencias de grandes metrópolis; y
• la relación de los órganos de representación legislativa con la sociedad civil debería ser un factor
clave en la democratización de experiencias de gestión del desarrollo local.
El trabajo
• Analiza comparativamente tres casos de Municipios de distinto tamaño en la Provincia de Córdoba
a fin de identificar aspectos relevantes para una gestión concertada de políticas públicas. Los casos
escogidos son los Gobiernos locales de Córdoba, San Francisco y Río Primero y entidades del sector
social de dichas ciudades.
• Explora las relaciones entre los Concejos Deliberantes y las organizaciones de la sociedad civil.
• Describe perfiles de gestión de políticas sociales concertadas entre Estado municipal y sociedad civil
de acuerdo al tamaño de cada gobierno local.
Contribuciones
A partir del tema estudiado pueden establecerse algunos lineamientos generales a partir de los cuales
es posible pensar la gestión social municipal.
Anexos documentales
HORARIO ACTIVIDAD TEMA PARTICIPANTES
LUNES 27 DE OCTUBRE – JORNADA 1: APERTURA
18:00 hs. Panel Oficial Inauguración de la actividad.
215
Receso Almuerzo
216
14:30 hs. Panel Documento de Debate MOST
Transdisciplinariedad y Complejidad en el Análisis
Social.
Anexos documentales
17:00 hs. Taller Estrategias Asociativas para el Desarrollo Local –
Módulo III: Gestión de Redes Sociales para el
Desarrollo Local.
16:45 hs. Actividad Social: Recorrida Turística por Punta del Este / Cena de Despedida
217
LISTA DE PARTICIPANTES Y EXPOSITORES
Autoridades
ANTÍA, Enrique. Intendente Municipal de Maldonado, Departamento sede de la Escuela de
Verano MOST UNESCO.
AROCENA, José. Director de la Maestría en Desarrollo Regional y Local, Universidad Católica del
Uruguay – Instituto Universitario CLAEH.
BERVEJILLO, Daniel. Vice-ministro de Educación y Cultura de la República Oriental del Uruguay.
Presidente de la Comisión Nacional para UNESCO (Uruguay).
CARRIZO, Luis. Coordinador General de la I Escuela Regional de Verano MOST de UNESCO para
América Latina y el Caribe.
CAYOTA, Pablo. Director del Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH).
GALLICCHIO, Enrique. Coordinador del Programa Desarrollo Local (Centro Latinoamericano de
Economía Humana, CLAEH).
MARÍN GARAT, Silvana. Secretaria general de la Comisión Nacional para UNESCO (Uruguay).
MÉNDES, Candido. Presidente del Senior Board del International Social Science Council (ISSC).
SOLINÍS, Germán. Representante del Secretariado Internacional del Programa MOST de UNESCO.
VAN HOOFF, Hermann. Director de la Oficina Regional de Ciencia y Tecnología de UNESCO para
América Latina y el Caribe (Oficina UNESCO Montevideo).
Expositores
AROCENA, José. Doctor en Sociología por el École des Hautes Études en Sciences Sociales (París).
Director de la Maestría en Desarrollo Local y Regional de la Universidad Católica del Uruguay
y el Instituto Universitario CLAEH.
BENACHIR, Rhizlaine. Directora de Cooperación Internacional de la Agencia de Desarrollo Social
(ADS) de Marruecos.
BENCHRIFA, Hamid. Coordinador de Capacitación de la Agencia de Desarrollo Social (ADS) de
Marruecos.
BERACASA, Santiago. Investigador del International Development Research Centre (IDRC). Con-
sultor de la United Nations Centre for Regional Development (UNCRD). Coordinador de
capacitación de la Mesa de Planificación Regional Bogotá-Cundinamarca.
BERNALES Alvarado, Manuel. Politólogo. Responsable del Programa Ciencias Sociales y Humanas
de la Oficina Regional de Ciencia para América Latina y el Caribe (UNESCO, Montevideo).
BERVEJILLO, Federico. Arquitecto. Ex director nacional de Ordenamiento Territorial del Ministerio
de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Uruguay). Docente de la Maestría
en Desarrollo Local y Regional de la Universidad Católica del Uruguay y el Centro Latinoame-
ricano de Economía Humana (CLAEH).
Participantes
ANAYA, Alejandro (México). Universidad Autónoma Metropolitana (México)
BARRETA PINTOS, Orlando (Bolivia). Universidad Mayor de San Simón (Cochabamba). Centro
Boliviano de Estudios Multidisciplinarios.
BTESH, Eliane (Argentina). Universidad de Buenos Aires (Argentina).
CAMEJO SCROFANI, María Alejandra (Uruguay). Maestría en Desarrollo Regional y Local. Institu-
to Universitario CLAEH-Universidad Católica del Uruguay
CAMINOTTI, Mariana (Argentina). Georgetown University - Universidad Nacional de San Mar-
tín (Argentina).
COSTA ROQUERO, Roberto (Uruguay). Maestría en Desarrollo Regional y Local. Instituto Univer-
sitario CLAEH-Universidad Católica del Uruguay
DELGADO DOPAZO, María del Huerto (Uruguay). Maestría en Desarrollo Regional y Local.
Instituto Universitario CLAEH-Universidad Católica del Uruguay
DOMÍNGUEZ MISA, Ernesto (Uruguay). Maestría en Desarrollo Regional y Local. Instituto
Universitario CLAEH-Universidad Católica del Uruguay
DURAND, Luciano (Argentina). Universidad Autónoma de Madrid - Universidad Nacional de San
Martín (Argentina).
ECHEVARRÍA, Alejandro (Uruguay). Maestría en Desarrollo Regional y Local. Instituto Universitario
CLAEH-Universidad Católica del Uruguay
ESPINO, Vera (Nicaragua-Chile). Universidad de Chile.
ESSAYAG, Sebastián (Argentina). Universidad de San Andrés (Argentina)
FOLGAR, Leticia (Uruguay). Universidad de la República (Uruguay).
GARGANTINI, Daniela (Argentina). Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño (Universidad
Nacional de Mar del Plata).
GAVALDON RAMÍREZ, Jazmín (México). Universidad Autónoma Metropolitana (México).
GILDO DE LA CRUZ, María Gabriela (México). Universidad de Colima (México).
GOLDARACENA, Patricia (Uruguay). Universidad de la República.
JUAREZ CARMONA, María Angela.
LEVIL, Ximena (México). Universidad de Guadalajara.
MENÉNDEZ, Juan Ángel (Uruguay). Maestría en Desarrollo Regional y Local. Instituto Universi-
tario CLAEH-Universidad Católica del Uruguay
MONTEIRO, Fernando (Brasil). Universidade de São Paulo.