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HISTORIA Y EVOLUCIÓN DE LOS PROBIOTICOS

A pesar del auge actual de los llamados productos probióticos, en realidad no son algo
estrictamente nuevo. Sin embargo, son cada vez más atractivos comercialmente y se
están estudiando y empezando a comprender los mecanismos subyacentes que son la
base de sus diversos efectos beneficiosos sobre la salud.

El origen del consumo de alimentos probióticos, debido a los beneficios que presentan
para la salud, data de principios del siglo XX. En 1908, el científico ruso y premio
Nobel de Fisiología o Medicina 1908 Eliot Metchnikoff postuló que las bacterias ácido-
lácticas ofrecían beneficios para la salud que llevaban a la longevidad al observar que
los campesinos en Bulgaria gozaban de una vida longeva y saludable, gracias al
consumo de yogur y otros productos lácteos fermentados. Sugirió que la
“autointoxicación intestinal” y el envejecimiento resultante podrían suprimirse
modificando la flora intestinal y utilizando microbios útiles para sustituir a los
microbios proteolíticos como el Clostridium (productores de sustancias tóxicas que
surgen de la digestión de proteínas, entre las que se encuentran fenoles, índoles y
amoniaco) por microbios útiles. Desarrolló entonces una dieta con leche fermentada por
bacteria, a la que denominó “bacilo búlgaro”. El término probiótico fue introducido por
primera vez por Lilly y Stillwell en 1965, definiéndolo como aquel factor de origen
microbiológico que estimula el crecimiento de otros organismos. En 1979, Parker los
definió como organismos y sustancias que contribuyen al balance intestinal microbiano;
y en 1989, Fuller enfatizó el requisito de viabilidad e introdujo la idea de que tiene un
efecto beneficioso para el huésped. Los probióticos pueden ser considerados como
ingredientes funcionales que se utilizan para adicionar una propiedad definida, que le
otorga un valor agregado al alimento que lo contiene (Cáceres y Gotteland, 2010). Los
productos alimenticios entre cuyos componentes se encuentran los probióticos ingresan,
por lo tanto, en la categoría de alimentos funcionales, pues proporcionan beneficios para
la salud del consumidor más allá de los nutricionales propios del alimento (Hasler,
Bloch, Thomson, Enrione y Maning, 2004). El crecimiento rápido del mercado de
probióticos se produce en la industria de los alimentos, dado que existe una tendencia a
consumir alimentos enriquecidos con probióticos en vez de consumir comprimidos,
cápsulas o suplementos con probióticos (Bruhn et al., 2002).

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