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Ciclo : VI
II. OBJETIVOS:
ALIMENTOS FUNCIONALES
Según: Japón, primer país que dispuso de una legislación alimentaria para
regular su comercio, define los alimentos funcionales (Foods for Specified
Health Use – FOSHU), 1990 como: "alimentos procesados que contienen
ingredientes que ayudan a funciones corporales específicas, además de ser
nutritivos", y conoce doce clases de elementos o ingredientes favorecedores de la
salud, entre los cuales se cuentan la fibra dietética, los oligosacáridos, las vitaminas
y bacterias lácticas; los minerales y los ácidos grasos poli-insaturados. Es el único
país que cuenta con una legislación específica para la comercialización y rotulado
de este tipo de alimentos.
Según La Revista Cubana Aliment Nutr (2002). Los prebióticos son ingredientes no
digeribles de la dieta, que producen efectos beneficiosos estimulando selectivamente el
crecimiento y/o actividad de uno o más tipos de bacterias en el colon, las que tienen a su
vez la propiedad de elevar el potencial de salud del hospedero. Son fundamentalmente
fructo y galacto oligosacáridos. Incluida en este concepto está la fibra dietética. En 1976
Trowel la describió como diferentes compuestos de origen vegetal que presentan como
común denominador el estar constituidos por macromoléculas no digeribles, debido a que
las enzimas del intestino humano no pueden hidrolizarlas. Más recientemente se define
como el citoesqueleto de los vegetales, una sustancia aparentemente inerte que puede ser
fermentada por algunas bacterias, pero no desdoblada por las enzimas digestivas, por lo que
resulta inabsorbible. Para que una sustancia (o grupo de sustancias) pueda ser definida
como tal debe cumplir los requisitos siguientes:
− Ser de origen vegetal.
− Formar parte de un conjunto muy heterogéneo de moléculas complejas.
− No ser digerida por las enzimas digestivas.
− Ser parcialmente fermentada por las bacterias colónicas.
− Ser osmóticamente activa.
Toda fibra dietética llega al intestino grueso sin haber sido transformada digestivamente.
Las bacterias del colon, con sus numerosas enzimas digestivas de gran actividad
metabólica, la pueden digerir en mayor o menor medida en dependencia de su composición
química y de su estructura.
Los AGCC (ácidos grasos de cadena corta), productos de un proceso metabólico, son
ácidos grasos volátiles que en su mayoría se absorben rápidamente. De estos (butirato,
acetato y propionato), el butirato aporta mayor cantidad de energía y desempeña
importantes funciones en la biología del colon:
Según Eva Gimeno Creus (2004). Son aquellos alimentos que contienen sustratos que
nutren la microflora intestinal beneficiosa para el huésped. Son ejemplos de estos
alimentos la fibra alimentaria, en concreto los fructooligosacáridos (FOS), que están
actualmente muy de moda. Éstos están formados por azúcares simples de cadena corta (de
3 a 10 unidades de azúcar), de las que por lo menos 2 son fructosa. Se dividen en tres
categorías, según el número de unidades de fructosa que contienen. Los enlaces de estos
azúcares no pueden ser hidrolizados por las enzimas del intestino delgado, de manera que
no pueden ser absorbidas por éste y pasan al intestino grueso, en el que pueden estimular
selectivamente el crecimiento de bacterias beneficiosas, como las bifidobacterias y
Lactobacillus, lo que da lugar a una reducción de bacterias patógenas como Salmonella y
Clostridium. Algunos estudios han demostrado que una ingestión elevada de FOS puede
disminuir la actividad glucuronidasa beta, enzima del intestino que puede convertir a los
procarcinógenos en carcinógenos. Encontramos FOS en la miel, la cerveza, cebolla,
espárragos, centeno, avena, alcachofas, plátanos y la chicoria. Otros componentes de la
fibra alimentaria como la pectina, la hemicelulosa y la inulina también funcionan como
prebióticos y estimulan la producción de ácidos grasos de cadena corta. El contenido de
FOS es muy variable y puede ir desde un 1-4% en el trigo a un 20% en la chicoria. La
diferencia entre los distintos tipos de FOS está en el grado de polimerización. Todos ellos
se pueden utilizar en una amplia gama de productos, tanto por sus propiedades
tecnológicas como nutricionales. Tecnológicamente se utilizan como texturizantes, ligantes
de agua y, sobre todo, como sustitutivos de las grasas y azúcares (juntamente con
edulcorantes), lo que sirve para dar consistencia a distintos «productos bajos en calorías».
Se suelen encontrar, entre otros, en productos lácteos, productos de panadería, en helados y
salsas light.
Desde el punto de vista nutricional, desde hace unos años, se promocionan suplementos o
alimentos ricos en inulina u otros FOS por sus propiedades prebióticas. Éstos llegan al
colon intactos, porque resisten la hidrólisis estomacal y la digestión en el intestino delgado.
Allí, son fermentados por la microflora colónica y dan lugar a ácidos grasos de cadena
corta, que al absorberse sólo aportan 1,5 kcal/g (de aquí su bajo valor calórico). Así, el
consumo de FOS además de no aportarnos muchas calorías tiene un efecto prebiótico,
porque modula la flora intestinal de forma beneficiosa. Este efecto tiene, a su vez, otras
consecuencias fisiológicas, tanto en el colon como sistémicas (tabla 3). Una de ellas es el
efecto sobre la absorción de minerales, como por ejemplo el incremento de la absorción de
calcio y magnesio, lo que repercute positivamente en la salud de los huesos y dientes, entre
otros. Sin embargo, estos efectos son muy controvertidos y necesitan ser demostrados en
estudios clínicos bien diseñados. En general, se acepta que se debe consumir más de 2 g
diarios de estos FOS para percibir sus efectos prebióticos, lo que es difícil de conseguir con
una dieta convencional. Lo que sí está claro es que el uso de productos enriquecidos no
debería nunca sustituir el consumo de fibra contenida «naturalmente» en frutas y verduras.
Según César Soriano Álvarez (2011). Los prebióticos son suplementos de la dieta no
digeribles (substratos para ser fermentados por la flora), que modifican el balance de la
microflora intestinal, estimulando el crecimiento y/o la actividad de organismos
beneficiosos y suprimiendo potencialmente bacterias nocivas. Estos suplementos incluyen
lactulosa, lactitol, una variedad de oligosacáridos (especialmente fructoligosacáridos o
FOS y galactoligosacáridos o GOS extraidos de varios alimentos como la achicoria, ajos,
cebollas, alcachofas,etc) e inulina. Específicamente, los prebióticos promueven la
proliferación de las
bifidobacterias en el colon. Alguno de esto también ayuda hasta cierto punto a promover la
proliferación del lactobacilos en el intestino delgado. Además, los FOS y GOS son
abundantes en la leche materna; por esto, algunas fórmulas de leche incluyen FOS y GOS
para tratar de producir una flora intestinal similar al de los infantes alimentados con leche
materna.
Para ser efectivos, los prebióticos deberían escapar a la digestión en la parte alta del
intestino y alcanzar el intestino grueso; siendo utilizado por un grupo restringido de
microorganismos que han sido claramente identificados con propiedades que promueven la
salud. (por ejempl los lactobacilos, las bifidobacterias). Los prebióticos tienen importantes
funciones en el organismo. Son esenciales para el funcionamiento y crecimiento mucoso,
para mantener el balance hidroelectrolítico, proveer energía y nutrientes al huésped por la
flora, alivia el estreñimiento o diarrea, reduce los triglicéridos séricos, colesterol y muchas
lipoproteínas de baja densidad y reduce la glicemis en respuesta a la comida.
PROBIÓTICOS
Según La Revista Cubana Aliment Nutr (2002). Los probióticos son aquellos
microorganismos vivos que, al ser agregados como suplemento en la dieta, afectan en
forma beneficiosa al desarrollo de la flora microbiana en el intestino. Los probióticos
estimulan las funciones protectoras del sistema digestivo. Son también conocidos como
bioterapéuticos, bioprotectores o bioprofilácticos y se utilizan para prevenir las infecciones
entéricas y gastrointestinales. Para que un microorganismo pueda realizar esta función de
protección tiene que cumplir los postulados de Huchetson: ser habitante normal del
intestino, tener un tiempo corto de reproducción, ser capaz de producir compuestos
antimicrobianos y ser estable durante el proceso de producción, comercialización y
distribución para que pueda llegar vivo al intestino. Es importante que estos
microorganismos puedan ser capaces de atravesar la barrera gástrica para poder
multiplicarse y colonizar el intestino. El efecto protector de estos microorganismos se
realiza mediante 2 mecanismos: el antagonismo que impide la multiplicación de los
patógenos y la producción de toxinas que imposibilitan su acción patogénica. Este
antagonismo está dado por la competencia por los nutrientes o los sitios de adhesión.
Mediante la inmuno-modulación protegen al huésped de las infecciones, induciendo a un
aumento de la producción de inmunoglobulinas, aumento de la activación de las células
mononucleares y de los linfocitos. Las bacterias ácido lácticas utilizan varios azúcares
como la glucosa y la lactosa para la producción de ácido acético mediante la fermentación.
Algunas bacterias conocidas como anaerobias facultativas y otras como anaeróbicas
obligadas, pueden colonizar transitoriamente el intestino y sobrevivir durante el tránsito
intestinal; además por su adhesión al epitelio, modifican la respuesta inmune local del
hospedero. Está demostrada la eficacia de las bacterias vivas que se utilizan como
fermentos lácticos en el tratamiento de los signos y síntomas que acompañan la
intolerancia a la lactosa.
Ha sido probado in vitro e in vivo el efecto de los probióticos en estados patológicos como
diarreas, infecciones del sistema urinario, desórdenes inmunológicos, intolerancia a la
lactosa, hipercolesterolemia, algunos tipos de cáncer y las alergias alimentarias. El yogur
tiene las condiciones necesarias para ser considerado como un alimento probiótico.
Contiene microorganismos vivos, una parte de ellos permanece en el sistema intestinal e
interactúan con la flora bacteriana (Marcos A. III Cumbre Internacional del Yogurt.
Barcelona. 22-23 de abril. Danone SA. Monografía).
RELACIÓN PREBIÓTICO-PROBIÓTICO
Según Eva Gimeno Creus (2004). Otro método para apoyar la integridad intestinal es
intentar restituir la población intestinal al ingerir directamente los microorganismos
beneficiosos vivos, es decir, los probióticos, como Lactobacillus y bifidobacterias.
En general, se admite que los probióticos son microorganismos vivos que
sobreviven al paso por el tracto gastrointestinal y que ejercen efectos beneficiosos
sobre la salud de quien los consume, especialmente, por su capacidad de contribuir
a mejorar el equilibrio microbiano intestinal. Éstos compiten por los nutrientes y
por los sitios de adhesión, e inhiben la proliferación de microorganismos
patógenos. También estas especies pueden sintetizar ácidos orgánicos que reducen
el pH intestinal y retardan el crecimiento de bacterias patógenas sensibles al pH.
Los productos lácteos fermentados, como el yogur, el kefir y preparados, alimentos
o suplementos probióticos, contienen Lactobacillus, bifidobacterias y otras formas
bacterianas beneficiosas. Otro tipo de alimentos fermentados como la chucruta
también se cultivan con cepas de Lactobacillus. Sin embargo, es muy variable el
número de microorganismos viable en los productos probióticos comerciales.
A continuación pasamos a comentar los efectos beneficiosos que pueden ejercer los
probióticos sobre el organismo.
Lactobacilos: Son estructuras con forma de barras, que no forman esporas y gram
positivos o coccobacilos. Tienen requerimientos nutricionales complejos; son
acidofílicos aerotolerantes o anaeróbicos que se encuentran en ambientes que
contienen substratos ricos en carbohidratos tales como la membrana mucosa
intestinal humana. Colonizan predominantemente la parte alta y baja del intestino
delgado. Diversas investigaciones concluyeron que cepas de lactobacilos
tradicionalmente usados en la industria dietética, que incluyen L casei, L. bulgaricus
y L. acidophilus, no poseen las necesarias características para implantarse
consistentemente en el intestino humano, por lo cual tendrían un improbable efecto
benéfico sobre la salud.
V. BIBLIOGRAFÍA WEB:
1. Guarner F. El colon como órgano: habitat de la flora intestinal. Alim Nutr Salud
2000;7(4):99-106.