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“Año de la Promoción de la Industria

Responsable y del Compromiso Climático”

UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN


MARTIN
FACULTAD DE INGENIERIA
AGROINDUSTRIAL

Escuela profesional de Ingeniería


Agroindustrial

Tema: Alimentos funcionales (Probioticos y Prebióticos)

Alumnos: Edith Milagros Espino Arévalo


Stalyn Ruiz Cortez

Ciclo : VI

Docente : Ing. Karen Gabriela Documet Petrlik

Curso: Tecnología Agroalimentaria I

Morales de noviembre 26 del 2015


I. INTRODUCCIÓN:

En los últimos años, ha aumentado considerablemente el interés de los responsables


de la salud pública y de los consumidores por conocer la relación entre la dieta y la
salud. Se ha demostrado que muchos alimentos tradicionales como las frutas, las
verduras, el pescado y la leche contienen componentes que resultan beneficiosos
para nuestro organismo.
Los expertos recomiendan seguir una dieta sana, variada y equilibrada como la
mejor manera de prevenir ciertas enfermedades asegurando una buena salud. Sin
embargo, los nuevos estilos de vida han provocado que se abandonen determinados
hábitos de alimentación saludables que durante años han formado parte de nuestra
historia y tradición. En la sociedad actual, los desequilibrios y desajustes
alimentarios están relacionados con la aparición de un gran número de
enfermedades. La falta de tiempo para cocinar, el ritmo de vida actual y la enorme
oferta de alimentos que hace difícil la toma de decisiones adecuadas, conduce a que
muchas personas no sigan una alimentación equilibrada, y por tanto, no ingieran
todos los nutrientes que necesitan o las cantidades adecuadas.
Como consecuencia de esta situación, surgen los alimentos ‘funcionales’ que
pueden compensar los desequilibrios alimentarios y garantizan las ingestas de
nutrientes recomendadas por los especialistas en nutrición.

Se consideran alimentos funcionales aquellos que, con independencia de aportar


nutrientes, han demostrado científicamente que afectan beneficiosamente a una o
varias funciones del organismo, de manera que proporcionan un mejor estado de
salud y bienestar.
Estos alimentos, además, ejercen un papel preventivo ya que reducen los factores de
riesgo que provocan la aparición de enfermedades. Entre los alimentos funcionales
más importantes se encuentran los alimentos enriquecidos. Los alimentos
funcionales deben consumirse dentro de una dieta sana y equilibrada y en las
mismas cantidades en las que habitualmente se consumen el resto de los alimentos.

II. OBJETIVOS:

 Conocer los conceptos de Alimentos funcionales: prebióticos y probioticos.

 Aprender sobre la función de los Alimentos funcionales, prebióticos y


probioticos.

 Relación entre los conceptos de alimentos funcionales, prebióticos y


probioticos.
III. REVISION BIBLIOGRAFICA:

ALIMENTOS FUNCIONALES

Según: Japón, primer país que dispuso de una legislación alimentaria para
regular su comercio, define los alimentos funcionales (Foods for Specified
Health Use – FOSHU), 1990 como: "alimentos procesados que contienen
ingredientes que ayudan a funciones corporales específicas, además de ser
nutritivos", y conoce doce clases de elementos o ingredientes favorecedores de la
salud, entre los cuales se cuentan la fibra dietética, los oligosacáridos, las vitaminas
y bacterias lácticas; los minerales y los ácidos grasos poli-insaturados. Es el único
país que cuenta con una legislación específica para la comercialización y rotulado
de este tipo de alimentos.

Según: En el 2014 - La Comunidad Europea define un alimento como


funcional: “si contiene un componente alimenticio (sea o no un nutriente) con
efecto selectivo sobre una o varias funciones del organismo, cuyos efectos positivos
justifican que pueda reivindicarse que es funcional (fisiológico) o incluso
saludable”.

Según: En los años 1995 Estados Unidos la Academia Nacional de Ciencias ha


definido los alimentos funcionales como: “alimentos modificados, o que tengan un
ingrediente que demuestre una acción que incremente el bienestar del individuo o
disminuya los riesgos de enfermedades, más allá de la función tradicional de los
nutrientes que contiene”

Según: En 2003 en Chile, el Instituto de Nutrición y Tecnología de los


Alimentos de la Universidad de Chile, se refiere a los alimentos funcionales
como: “Aquellos alimentos que en forma natural o procesada, contienen
componentes que ejercen efectos beneficiosos para la salud, que van más allá de la
nutrición”

Se denomina alimento funcional a aquél que contiene algún nutriente o sustancia


que, además de nutrir, proporciona un efecto beneficioso para la salud y, por tanto,
una mejor calidad de vida.

Los alimentos funcionales deben cumplir unos requisitos fundamentales para su


denominación, desarrollo y comercialización que están regulados por la Unión
Europea en el Reglamento (CE) Nº 1924/2006 del Parlamento Europeo y del
Consejo, de 20 de diciembre de 2006, relativo a las declaraciones nutricionales y de
propiedades saludables en los alimentos. Así, las características fundamentales que
debe cumplir un alimento para considerarse funcional son:

• Se trata de un alimento convencional o de uso diario. No son comprimidos, ni


cápsulas, ni ninguna otra forma de suplemento alimenticio.

• Se consumen como parte de una dieta normal o usual.


• Están compuestos por componentes naturales (en oposición a los sintéticos)
aunque es posible que se encuentren en concentraciones no naturales o en
alimentos que normalmente no los contienen.

• Ejercen un efecto positivo en funciones orgánicas, más allá de su valor nutritivo


básico.

• Mejoran el estado de salud y/o reducen el riesgo de enfermedad, o aportan


beneficios para la salud, como la mejora de la calidad de vida, que incluye el
rendimiento físico, psicológico y de comportamiento.
PREBIÓTICOS

Según La Revista Cubana Aliment Nutr (2002). Los prebióticos son ingredientes no
digeribles de la dieta, que producen efectos beneficiosos estimulando selectivamente el
crecimiento y/o actividad de uno o más tipos de bacterias en el colon, las que tienen a su
vez la propiedad de elevar el potencial de salud del hospedero. Son fundamentalmente
fructo y galacto oligosacáridos. Incluida en este concepto está la fibra dietética. En 1976
Trowel la describió como diferentes compuestos de origen vegetal que presentan como
común denominador el estar constituidos por macromoléculas no digeribles, debido a que
las enzimas del intestino humano no pueden hidrolizarlas. Más recientemente se define
como el citoesqueleto de los vegetales, una sustancia aparentemente inerte que puede ser
fermentada por algunas bacterias, pero no desdoblada por las enzimas digestivas, por lo que
resulta inabsorbible. Para que una sustancia (o grupo de sustancias) pueda ser definida
como tal debe cumplir los requisitos siguientes:
− Ser de origen vegetal.
− Formar parte de un conjunto muy heterogéneo de moléculas complejas.
− No ser digerida por las enzimas digestivas.
− Ser parcialmente fermentada por las bacterias colónicas.
− Ser osmóticamente activa.

Toda fibra dietética llega al intestino grueso sin haber sido transformada digestivamente.
Las bacterias del colon, con sus numerosas enzimas digestivas de gran actividad
metabólica, la pueden digerir en mayor o menor medida en dependencia de su composición
química y de su estructura.
Los AGCC (ácidos grasos de cadena corta), productos de un proceso metabólico, son
ácidos grasos volátiles que en su mayoría se absorben rápidamente. De estos (butirato,
acetato y propionato), el butirato aporta mayor cantidad de energía y desempeña
importantes funciones en la biología del colon:

− Suministra la mayor parte de la energía que necesitan las células de la mucosa


colónica.
− Estimula el crecimiento y la diferenciación de estas células.
− Inhibe el crecimiento de las células tumorales.

La insulina y la oligofructosa, clasificadas como fibra dietética, son otro ejemplo de


prebióticos. Constituyen ingredientes alimenticios naturales, extraídos de las raíces de la
achicoria y se encuentran presentes además en otras plantas como la cebolla, el ajo, el
espárrago. Estos compuestos modulan positivamente la fisiología del sistema
gastrointestinal, fundamentalmente en cuanto al aumento del peso de las heces y la
frecuencia de evacuación intestinal. Actualmente se estudian otros efectos como el
aumento de la absorción de calcio, la estimulación del sistema inmunológico y la reducción
del riesgo de cáncer de colon.

Según Julián Castillo Sánchez (2012). Un ingrediente alimentario es clasificable como


prebiótico cuando llega hasta el colon, sin haber sido hidrolizado ni absorbido en la parte
superior del tracto gastrointestinal siempre que se pueda demostrar, asimismo, que
beneficia al huésped porque estimula selectivamente el crecimiento o modifica la actividad
metabólica de una especie bacteriana colónica, o de un número limitado de estas, que
tienen la capacidad potencial de mejorar la salud del huésped.

Los principales compuestos prebióticos incluyen:


– carbohidratos no digestibles
– oligosacaridos
– polisacaridos
– algunos péptidos y proteínas no digeribles
– ciertos lípidos y ácidos grasos insaturados.

En realidad los únicos compuestos que satisfacen estrictamente el concepto de prebióticos


serían algunos oligosacaridos; mientras que los prebióticos más utilizados actualmente son
los fructooligosacaridos.

Según Eva Gimeno Creus (2004). Son aquellos alimentos que contienen sustratos que
nutren la microflora intestinal beneficiosa para el huésped. Son ejemplos de estos
alimentos la fibra alimentaria, en concreto los fructooligosacáridos (FOS), que están
actualmente muy de moda. Éstos están formados por azúcares simples de cadena corta (de
3 a 10 unidades de azúcar), de las que por lo menos 2 son fructosa. Se dividen en tres
categorías, según el número de unidades de fructosa que contienen. Los enlaces de estos
azúcares no pueden ser hidrolizados por las enzimas del intestino delgado, de manera que
no pueden ser absorbidas por éste y pasan al intestino grueso, en el que pueden estimular
selectivamente el crecimiento de bacterias beneficiosas, como las bifidobacterias y
Lactobacillus, lo que da lugar a una reducción de bacterias patógenas como Salmonella y
Clostridium. Algunos estudios han demostrado que una ingestión elevada de FOS puede
disminuir la actividad glucuronidasa beta, enzima del intestino que puede convertir a los
procarcinógenos en carcinógenos. Encontramos FOS en la miel, la cerveza, cebolla,
espárragos, centeno, avena, alcachofas, plátanos y la chicoria. Otros componentes de la
fibra alimentaria como la pectina, la hemicelulosa y la inulina también funcionan como
prebióticos y estimulan la producción de ácidos grasos de cadena corta. El contenido de
FOS es muy variable y puede ir desde un 1-4% en el trigo a un 20% en la chicoria. La
diferencia entre los distintos tipos de FOS está en el grado de polimerización. Todos ellos
se pueden utilizar en una amplia gama de productos, tanto por sus propiedades
tecnológicas como nutricionales. Tecnológicamente se utilizan como texturizantes, ligantes
de agua y, sobre todo, como sustitutivos de las grasas y azúcares (juntamente con
edulcorantes), lo que sirve para dar consistencia a distintos «productos bajos en calorías».
Se suelen encontrar, entre otros, en productos lácteos, productos de panadería, en helados y
salsas light.

Desde el punto de vista nutricional, desde hace unos años, se promocionan suplementos o
alimentos ricos en inulina u otros FOS por sus propiedades prebióticas. Éstos llegan al
colon intactos, porque resisten la hidrólisis estomacal y la digestión en el intestino delgado.
Allí, son fermentados por la microflora colónica y dan lugar a ácidos grasos de cadena
corta, que al absorberse sólo aportan 1,5 kcal/g (de aquí su bajo valor calórico). Así, el
consumo de FOS además de no aportarnos muchas calorías tiene un efecto prebiótico,
porque modula la flora intestinal de forma beneficiosa. Este efecto tiene, a su vez, otras
consecuencias fisiológicas, tanto en el colon como sistémicas (tabla 3). Una de ellas es el
efecto sobre la absorción de minerales, como por ejemplo el incremento de la absorción de
calcio y magnesio, lo que repercute positivamente en la salud de los huesos y dientes, entre
otros. Sin embargo, estos efectos son muy controvertidos y necesitan ser demostrados en
estudios clínicos bien diseñados. En general, se acepta que se debe consumir más de 2 g
diarios de estos FOS para percibir sus efectos prebióticos, lo que es difícil de conseguir con
una dieta convencional. Lo que sí está claro es que el uso de productos enriquecidos no
debería nunca sustituir el consumo de fibra contenida «naturalmente» en frutas y verduras.

Según César Soriano Álvarez (2011). Los prebióticos son suplementos de la dieta no
digeribles (substratos para ser fermentados por la flora), que modifican el balance de la
microflora intestinal, estimulando el crecimiento y/o la actividad de organismos
beneficiosos y suprimiendo potencialmente bacterias nocivas. Estos suplementos incluyen
lactulosa, lactitol, una variedad de oligosacáridos (especialmente fructoligosacáridos o
FOS y galactoligosacáridos o GOS extraidos de varios alimentos como la achicoria, ajos,
cebollas, alcachofas,etc) e inulina. Específicamente, los prebióticos promueven la
proliferación de las
bifidobacterias en el colon. Alguno de esto también ayuda hasta cierto punto a promover la
proliferación del lactobacilos en el intestino delgado. Además, los FOS y GOS son
abundantes en la leche materna; por esto, algunas fórmulas de leche incluyen FOS y GOS
para tratar de producir una flora intestinal similar al de los infantes alimentados con leche
materna.

Para ser efectivos, los prebióticos deberían escapar a la digestión en la parte alta del
intestino y alcanzar el intestino grueso; siendo utilizado por un grupo restringido de
microorganismos que han sido claramente identificados con propiedades que promueven la
salud. (por ejempl los lactobacilos, las bifidobacterias). Los prebióticos tienen importantes
funciones en el organismo. Son esenciales para el funcionamiento y crecimiento mucoso,
para mantener el balance hidroelectrolítico, proveer energía y nutrientes al huésped por la
flora, alivia el estreñimiento o diarrea, reduce los triglicéridos séricos, colesterol y muchas
lipoproteínas de baja densidad y reduce la glicemis en respuesta a la comida.
PROBIÓTICOS

Según La Revista Cubana Aliment Nutr (2002). Los probióticos son aquellos
microorganismos vivos que, al ser agregados como suplemento en la dieta, afectan en
forma beneficiosa al desarrollo de la flora microbiana en el intestino. Los probióticos
estimulan las funciones protectoras del sistema digestivo. Son también conocidos como
bioterapéuticos, bioprotectores o bioprofilácticos y se utilizan para prevenir las infecciones
entéricas y gastrointestinales. Para que un microorganismo pueda realizar esta función de
protección tiene que cumplir los postulados de Huchetson: ser habitante normal del
intestino, tener un tiempo corto de reproducción, ser capaz de producir compuestos
antimicrobianos y ser estable durante el proceso de producción, comercialización y
distribución para que pueda llegar vivo al intestino. Es importante que estos
microorganismos puedan ser capaces de atravesar la barrera gástrica para poder
multiplicarse y colonizar el intestino. El efecto protector de estos microorganismos se
realiza mediante 2 mecanismos: el antagonismo que impide la multiplicación de los
patógenos y la producción de toxinas que imposibilitan su acción patogénica. Este
antagonismo está dado por la competencia por los nutrientes o los sitios de adhesión.
Mediante la inmuno-modulación protegen al huésped de las infecciones, induciendo a un
aumento de la producción de inmunoglobulinas, aumento de la activación de las células
mononucleares y de los linfocitos. Las bacterias ácido lácticas utilizan varios azúcares
como la glucosa y la lactosa para la producción de ácido acético mediante la fermentación.
Algunas bacterias conocidas como anaerobias facultativas y otras como anaeróbicas
obligadas, pueden colonizar transitoriamente el intestino y sobrevivir durante el tránsito
intestinal; además por su adhesión al epitelio, modifican la respuesta inmune local del
hospedero. Está demostrada la eficacia de las bacterias vivas que se utilizan como
fermentos lácticos en el tratamiento de los signos y síntomas que acompañan la
intolerancia a la lactosa.

Ha sido probado in vitro e in vivo el efecto de los probióticos en estados patológicos como
diarreas, infecciones del sistema urinario, desórdenes inmunológicos, intolerancia a la
lactosa, hipercolesterolemia, algunos tipos de cáncer y las alergias alimentarias. El yogur
tiene las condiciones necesarias para ser considerado como un alimento probiótico.
Contiene microorganismos vivos, una parte de ellos permanece en el sistema intestinal e
interactúan con la flora bacteriana (Marcos A. III Cumbre Internacional del Yogurt.
Barcelona. 22-23 de abril. Danone SA. Monografía).

Estas bacterias presentes en el yogur y otras leches fermentadas se caracterizan por


transformar mediante la fermentación algunos azúcares, principalmente la lactosa
transformándose en ácidos orgánicos como el láctico y el acético. La ingesta regular de
leches fermentadas puede resultar beneficiosa para prevenir enfermedades infecciosas
comunes por ingestión de patógenos. Se ha comprobado que algunos probióticos mejoran
los síntomas de intolerancia a la lactosa. En un estudio en niños suplementados con
Lactobacillus casei se observó un aumento de la IgA con una menor duración de la diarrea
inducida por rotavirus. Con el consumo de Lactobacillus acidophilus y Bifidobacterium
bifidum se obtiene un aumento de la actividad fagocítica de los granulocitos circulantes,
por su parte la ingesta de yogur incrementa la producción de citoquinas.22 Otra función de
los probióticos es la de disminuir la producción de enzimas como la β-glucuronidasa, la β-
glucosidasa, la nitroreductasa y la ureasa. Estas enzimas participan en la activación
metabólica de los mutágenos y carcinógenos. En Cuba, el Instituto de Investigaciones para
la Industria Alimentaria ha desarrollado un producto fermentado a partir de leche de soja
con adición de bifidobacterias, denominado Soyur, destinado al uso terapéutico y otro
producto, a partir de leche de búfala fermentada con bifidobacterias, el Bifigur.

RELACIÓN PREBIÓTICO-PROBIÓTICO

Es responsabilidad de la microflora intestinal, fundamentalmente las bifidobacterias y los


lactobacilos, la producción de AGCC y ácido láctico, como consecuencia de la
fermentación de carbohidratos no digeribles. Estos productos disminuyen el pH en el colon
creando un ambiente donde las bacterias protencialmente patógenas no pueden crecer y
desarrollarse. Los prebióticos constituyen el sustrato fundamental (el “alimento”) de las
bacterias probióticas.

Según Eva Gimeno Creus (2004). Otro método para apoyar la integridad intestinal es
intentar restituir la población intestinal al ingerir directamente los microorganismos
beneficiosos vivos, es decir, los probióticos, como Lactobacillus y bifidobacterias.
En general, se admite que los probióticos son microorganismos vivos que
sobreviven al paso por el tracto gastrointestinal y que ejercen efectos beneficiosos
sobre la salud de quien los consume, especialmente, por su capacidad de contribuir
a mejorar el equilibrio microbiano intestinal. Éstos compiten por los nutrientes y
por los sitios de adhesión, e inhiben la proliferación de microorganismos
patógenos. También estas especies pueden sintetizar ácidos orgánicos que reducen
el pH intestinal y retardan el crecimiento de bacterias patógenas sensibles al pH.
Los productos lácteos fermentados, como el yogur, el kefir y preparados, alimentos
o suplementos probióticos, contienen Lactobacillus, bifidobacterias y otras formas
bacterianas beneficiosas. Otro tipo de alimentos fermentados como la chucruta
también se cultivan con cepas de Lactobacillus. Sin embargo, es muy variable el
número de microorganismos viable en los productos probióticos comerciales.

El interés en el consumo de leches fermentadas con microbios vivos ha crecido


mucho con el propósito de mantener la salud y quizás, prevenir o tratar
enfermedades. Hay varios motivos que han llevado a este consumo. Uno de ellos,
es el interés por los «alimentos sanos» y otro, en la práctica clínica, al intentar
tratamientos alternativos a los antibióticos. El yogur se considera uno de estos
alimentos sanos en la cultura popular occidental. En los últimos años, con vistas a
la aplicación de la fabricación de leches fermentadas, se han estudiado varios tipos
y cepas de bacterias no patógenas que sobreviven a la digestión ácida y biliar. Los
microorganismos más utilizados son Lactobacillus y bifidobacterias, que se valoran
como una alternativa profiláctica y terapéutica a distintas situaciones
gastrointestinales y sisté- micas, como la intolerancia a la lactosa, las enfermedades
diarreicas, las alergias alimentarias y la inmunomodulación, entre otras.

A continuación pasamos a comentar los efectos beneficiosos que pueden ejercer los
probióticos sobre el organismo.

Digestibilidad de la lactosa: En general, el yogur y las leches fermentadas con


probióticos son mejor toleradas que la leche por las personas intolerantes a la
lactosa. Una buena parte de la población adulta presenta esta intolerancia a la
lactosa, que se debe a una disminución de la actividad de la enzima lactasa en la
mucosa intestinal. La lactosa no digerida produce un efecto osmótico en la luz
intestinal y, al llegar al intestino grueso, es fermentada por la biota nativa, lo que da
lugar a la síntesis de ácidos grasos de cadena corta (acetato, lactato, butirato) y gas
(CO2 , metano e hidrógeno). Esta secuencia da lugar a los síntomas de la
intolerancia: flatulencia, dolor abdominal y diarrea. La mayoría de probióticos
sintetizan beta-galactosidasa, que también puede hidrolizar a la lactosa, con lo que
pueden ayudar a paliar estos síntomas.

Mejora de la respuesta inmunitaria: Se ha demostrado en animales que el tejido


linfoide asociado al intestino aumenta su capacidad de respuesta a patógenos,
cuando el intestino recibe probióticos durante un tiempo continuado. Los
probióticos, además de frenar el desarrollo de patógenos, refuerzan la acción del
intestino como barrera, con lo que evitan que los microorganismos perjudiciales
puedan pasar al torrente circulatorio. También aumentan la actividad de linfocitos y
macrófagos, y estimulan la respuesta inmunitaria humoral al aumentar la
producción de α-interferón (con efectos antivíricos, profilácticos y activadores de
las células NK), lo que mejora la permeabilidad intestinal alterada con la
inflamación.

Cáncer: Estudios epidemiológicos recientes han encontrado una relación inversa


entre el riesgo de presentar diversos tipos de cáncer y el consumo de dietas que
incluyen alimentos probióticos. Éstos pueden reducir las enzimas que transforman
los procarcinógenos en carcinó- genos e inhibir el desarrollo de tumores malignos.
Concentración de colesterol en sangre: El mecanismo podría ser debido a que los
ácidos grasos de cadena corta pueden alterar la síntesis de colesterol. Además, las
bacterias pueden conjugar ácidos grasos biliares y facilitar su eliminación a través
de las heces. La disminución enterohepática de ácidos biliares hace imprescindible
que el hígado retire colesterol de la circulación para poder sintetizar más sales
biliares. Sin embargo, los estudios que han demostrado estos efectos de
disminución del colesterol han utilizado dosis de yogur «irreales» (> 2 litros al día).

Según César Soriano Álvarez (2011). La palabra probiótico es derivada del


significado griego «por la vida». Un probiótico por definición general es un
«suplemento alimenticio vivo microbiano el cual tiene efectos beneficiosos
mejorando el balance microbiano intestinal del huésped». Los probioticos son
generalmente cultivos de microorganismos vivos únicos ó mezcla de cultivos que
formarán el componente mayor de la microflora intestinal (por ejemplo
lactobacilos, bifidobacterias). Los probioticos cuando son ingeridos, afectan de
manera benéfica al huésped, mejorando las propiedades de la microflora nativa.

La ingestión de probióticos afecta beneficiosamente al huésped por:


– Reemplazar la microflora intestinal disminuida, ocurrida debida al uso de
antibióticos, diversas enfermedades, estrés, viajes o cambios de estilos de vida.
– Mejora las propiedades de la microflora nativa.

Propiedades deseables de un suplemento dietético probiótico


1. Debe ser de origen humano y debe ser capaz de habitar el intestino grueso y
delgado.
2. Ejercer un efecto beneficioso en el huésped ayudándolo a una digestión
apropiada, a la asimilación de nutrientes y a la síntesis de nutrientes como
complejos vitamínicos B y vitamina K para el huésped (ser humano).
3. Ser no patógeno y no tóxico.
4. Contener un gran número de células viables.
5. Ser capaz de sobrevivir (no ser eliminadas por el jugo gástrico ni los ácidos
biliares) y metabolizarse en el intestino.
6. Permanecer viable durante su almacenamiento y uso.
7. Ser antagónicos a los patógenos.

Beneficios ofrecidos por los probióticos:


1. Incrementar la resistencia al establecimiento de infecciones por organismos
potencialmente patógenos en el intestino.
2. Disminuir la duración de la diarrea (asociada a antibióticos e infecciones del
viajero).
3. El uso en de la intolerancia a la lactosa (promoción de la digestión de la lactosa
intestinal).
4. El incremento del valor nutricional (mejor digestión, incremento de la absorción
de vitaminas y minerales).
5. Regulación de la motilidad intestinal (constipación, síndrome del intestino
irritable).
6. Mantenimiento de la integridad de la mucosa intestinal.
7. . Reducción de la concentración del colesterol sérico.
8. Reducción de las alergias.
9. Prevención de cáncer de colon.
10. Reducción de la producción de carcinógenos / cocarcinógenos.

ESPECIES PROBIÓTICAS IMPORTANTES

Lactobacilos: Son estructuras con forma de barras, que no forman esporas y gram
positivos o coccobacilos. Tienen requerimientos nutricionales complejos; son
acidofílicos aerotolerantes o anaeróbicos que se encuentran en ambientes que
contienen substratos ricos en carbohidratos tales como la membrana mucosa
intestinal humana. Colonizan predominantemente la parte alta y baja del intestino
delgado. Diversas investigaciones concluyeron que cepas de lactobacilos
tradicionalmente usados en la industria dietética, que incluyen L casei, L. bulgaricus
y L. acidophilus, no poseen las necesarias características para implantarse
consistentemente en el intestino humano, por lo cual tendrían un improbable efecto
benéfico sobre la salud.

Bífidobacterias: Son formas no espóricas y no móviles, anaeró- bicas gram


positivos, en forma de barras, que varían en apariencia. La mayoría de sus
formaciones son estrictamente anaeróbicas. La B. longum puede ser considerada
como la más común de las especies de las bifidobacterias, siendo encontrada tanto
en las heces adultas como de niños. Constituyen la mayor parte de la microflora
intestinal normal en humanos a lo largo de la vida. Su número tiende a decrecer con
la edad. Predominantemente colonizan el intestino grueso. Pertenecen al grupo de
las bacterias ácidos lácticos y los cuales comprenden también a los lactobacilos y
streptococos. Producen ácidos lácticos y ácido acético a través del metabolismo de
la glucosa. Otros carbohidratos también pueden ser utilizados como sustratos
(ejemplo: lactosa, galactosa y sucrosa). El amonio es la única fuente disponible de
nitrógeno para las bífidas bacterias y algunas y ellas resistente el ácido gástrico y las
sales biliares. Algunas cepas de bífido bacterias son capaces de sintetizar vitaminas
del complejo B y vitamina K.

Saccharomyces Boulardii: Pertenece a la especie de levaduras. No es colonizador


ni patogénico. Es considerada una levadura migratoria en el intestino humano, lo
cual significa que no establece residencia en la membrana mucosa del tracto
intestinal como el lactobacilus o las bifidobacterias. Al pasar por el intestino esta
levadura tiene la habilidad de desplazarse agresivamente en las especies de levadura
y bacterias patógenas; al mismo tiempo que no daña la flora intestinal normal. S.
boulardii es descrito como un probiótico que tiene la habilidad de afectar
beneficiosamente el delicado balance de las bacterias intestinales y también tiene la
capacidad de prevenir o reducir los efectos dañinos de organismos patógenos. El
mecanismo de acción probiótica es probablemente por la producción de ácido
láctico y acético; los cuales reducen el pH intestinal siendo así inhibidores del
crecimiento de bacterias y levaduras patógenas. Tambien incita a un buen medio
ambiente para las bacterias intestinales residentes (lactobacilus y bifidobacterias).
Termofilus Streptoccus: Es un coco gram positivo aeróbico productor de ácido
láctico. Mayormente son encontrados en la parte alta y baja del intestino delgado y
producen enzimas lactasas, las cuales ayudan en la digestión de la lactosa; un azúcar
de la leche.
IV. CONCLUSIONES:

 Los alimentos funcionales, consumidos como parte de una dieta equilibrada y


acompañados de un estilo de vida saludable, ofrecen la posibilidad de mejorar
la salud y/o prevenir ciertas enfermedades. Las organizaciones de salud deben
promover leyes para proteger a los consumidores, de los alimentos que no son
poco beneficioso para la salud y potenciar la innovación de productos dentro de
la industria alimentaria. Y hacer que un alimento y sus componentes, mejore el
estado de salud y bienestar o la disminución de enfermedades que una persona
puede tener.

 Los probioticos son microorganismos vivos que resisten la digestión normal, y


que cuando se administra en cantidades adecuadas tiene un efecto promotor de
salud al ser agregados como suplemento en la dieta, afectan en forma
beneficiosa al desarrollo de la flora microbiana en el intestino.

 Los prebióticos son ingredientes alimentarios no digeribles que fermentan en el


intestino, sirviendo de alimento para las bacterias beneficiosas (lactobacilos,
bifidobacterias) que todos tenemos y que necesitamos en nuestro aparato
digestivo. Al mismo tiempo, dificultan el crecimiento de las bacterias
perjudiciales, mejorando con ello la flora intestinal y, en definitiva, nuestra
salud.

V. BIBLIOGRAFÍA WEB:

1. Guarner F. El colon como órgano: habitat de la flora intestinal. Alim Nutr Salud
2000;7(4):99-106.

2. Roberfroid MB, Bornet F. Bouley C, Cumming JH. Colonic microflora:


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4. Elsevier- Eva Gimeno Creus (2004): “Alimentos prebióticosy probióticos”


Disponible en: http://apps.elsevier.es/watermark/ctl_servlet?
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5. Cmp- César Soriano Álvarez (2011): “Prebióticos, probióticos y simbióticos”


Disponible en:
http://www.cmp.org.pe/documentos/librosLibres/tsmi/Cap25_Prebioticos_probio
ticos_y_simbioticos.pdf

6. Um- Julián Castillo Sánchez (2012): “Prebióticos, probióticos y simbióticos”


Disponible en:
http://www.um.es/lafem/Actividades/OtrasActividades/CursoAntioxidantes/
MaterialAuxiliar/2012-03-06-ProbioticosPrebioticosSimbioticos.pdf

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