Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
España y la fenomenología
1 J. ORTEGA, Prólogo a una edición de sus obras (PED, 1932), Obras Comple-
tas, Alianza, Madrid, 1983, vol. VI, p. 354. A partir de ahora citaremos en el
mismo texto refiriéndonos a esta edición en doce volúmenes y según las siguientes
siglas:
R =Renan (1909).
EP =España como posibüidad (1910).
PSPP=La pedagogía social como pro¡rama polftico (1910).
ALG =Alemán, latín y griego (1911).
PC =Problemas culturales (1911.
CS =Sobre el concepto de sensación (1913).
SCI = Sensación, construcción, intuición (1913).
MQ =Meditaciones del Quijote (1914).
EEP =Ensayo de estética a manera de prólogo (1914).
IPs =/nvestigaciones psicológicas (1915).
GPD =La guerra, los pueblos y los dioses (1915).
POC = Personas, obras, cosas (1916) - Prologo.
VP = Verdad y perspectiva (1916), en El Espectador / (E El).
ALA =Leyendo el 'Adolfo', libro de amor (1916), en EEI.
HFV =Prólogo a la historia de la filosofía de Vorliinder (1921).
TNT =El tema de nuestro tiempo (1923).
ORV =El ocaso de las revoluciones (1923).
NVR =Ni vitalismo ni racionalismo (1924).
DGM=Las dos grandes metáforas (1924), en EEIV.
DA =La deshumanización del arte (1925).
PGD =Pidiendo un Goethe desde dentro (1932).
PPA =Prólogo para alemanes (1934).
IPL =La idea de principio en Leibniz (1947).
Hua =Citamos asi Husserliana.
Crítica al subjetivismo
cuando domina una ciencia que quiere ser radical. La verdad de la realidad
inmediata es legislada por la razón. El supuesto de esta actitud imperativa
es la identificación de lo real con lo pensado que se transparenta en el
ordo et connexio idearum idem est ac ordo et connexio rerum spinozista,
y en el capítulo 17 del libro IV de Nouveaux essais sur l'entendement
humain de Leibniz: le ne conrois les choses inconnues ou confusément
connues que de la maniere de celles qui nous sont distinctement connues
(NVR, m, 279). Actitud que culmina en la Philosophie der Geschichte
hegeliana con el anuncio de que el único pensamiento que lleva la filoso-
fía a la historia es la razón, la cual es «soberana del mundoD 24. Todo idea-
lismo es constructivista, porque no se limita a describir lo que ve. Lo que
se ve es que da inseparabilidad de subjetividad y objetividad en cuanto
realidades (como pensadas) no implica su inseparabilidad e indistinción
como fenómenos (en la experiencia directa)>> (IPS, XII, 360). Por una
parte, Ortega sabe (nivel teórico) que todo aquello de lo que puede
decirse que lo hay se da en el denómeno fundamentah, en «la relación
de concienciaD: todo de lo que podamos hablar es término de la con-
ciencia (IPS, XII, 392 s.). Por otra parte, al ocurrir la percepción de una
piedra no hay conciencia para mí, sólo piedra (nivel fenoménico). Ortega
busca mediar entre ambos niveles, sin negar la diferencia existente entre
ellos, e imposibilitar la inversión idealista.
Cuando vivo la percepción de la piedra estoy 'dentro' de la experien-
cia; cuando pienso en ella y descubro que no hay piedra sin mí, estoy
'fuera' de la misma. La diferencia es comparable a la que existe entre el
andar efectuado por mí y la experiencia externa que poseo del andar del
otro (EEP, VI, 251). Al percibir la piedra o al andar decimos que están
siendo verdaderamente, ejecutivamente. Experiencia ejecutiva la tenemos
sólo de nuestro yo, de nuestra vida, porque «(yo) es todo -hombres,
cosas, situaciones- en cuanto verificándose, siendo, ejecutándose. (EEP,
VI, 252). 'Yo' es el ser efectuándose, y nada hay más contrario a la
ejecutividad que ella misma en tanto pensada: el dolor pensado, la imagen
del dolor, ya no duele, es lo contrario del dolor doliendo. Al percibir la
piedra o vivir ejecutivamente el dolor , no hay 'conciencia de' la piedra
o del dolor, sino la piedra o el dolor 'en persona'. Sabemos que hay
conciencia; pero en el fenómeno no la hay: «La cosa, el objeto natural,
eso es lo que percibo, el árbol que está ahí en el jardín [ ... J. Un segundo
árbol inmanente, o bien una 'imagen interna' (inneres Bild) del árbol real
que está ahí fuera ante mí, no se da en modo alguno» 25. Hay para nosotros
'conciencia de' como realidad pensada, pero entonces ya no se trata de la
conciencia efectiva: «no podemos hacer objeto de nuestra comprensión,
no puede existir nada para nosotros si no se convierte en imagen, en
concepto, en idea -es decir, si no deja de ser lo que es, para transfor-
marse en una sombra o esquema de sí mismo» (EEP, VI, 254). El yo no
es lo más cercano a sí mismo, según estimaba el subjetivismo; ya no es
autoconsciente en su 'tener conciencia de'. Para que el idealismo fuese
cierto sería necesario que «un acto de conciencia fuese capaz de refle-
xión sobre sí mismo y no sólo sobre otro acto de conciencia» (PPA, VIII,
50). Pero el yo ejecutivo no es autorreflexivo. La reflexión tiene lugar
en un acto posterior, en el que es presente el acto anterior, no ya en su
ejecutarse, sino desrealizado; y la actividad reflexiva, volcada sobre el
acto anterior, no reflexiona sobre sí, no se 'pone' a sí misma. La con-
ciencia en su ser ejecutivo no existe para sí: cuando algo me duele no
sé que me duele. Lo ejecutivo como tal no es objeto. La relación entre
razón y vida ocupa un lugar central en la primera navegación orteguiana:
«la cuestión de si es posible y de cómo será posible \legar a hacer objeto
de nuestra contemplación lo que parece condenado a no ser nunca objeto))
(EEP, VI, 254) 26.
Todo acto de conciencia tiene una doble vertiente: es imagen de algo
y estado subjetivo mío (EEP, VI, 260). Hemos comprobado que mientras
se ejecuta tal acto lo que hay es realidad (piedra, árbol...); luego hemos
asistido al volverse sobre sí de la conciencia. Pero ¿y la cosa? Sólo es
mediante mi percibirla, pero no la obtendremos en la conciencia, porque
«para hallarla {la conciencia] necesito desarticular reflexivamente el ob-
jeto visto, analizarlo» (IPs, XII, 451). En la 'conciencia de' no hay la
cosa. La conciencia ejecutivamente es un 'referirse a' (lPs, XII, 378), y
ningún objeto es fuera de la referencia. Podría argumentarse que si dete-
nemos el referir propio de toda percepción y nos quedamos con la per-
cepción en cuanto referida, con la 'conciencia de', cabría la posibilidad
de encontrar en ella el objeto que era término suyo en cuanto percepción
ejecutiva. Sin embargo, la percepción de la piedra que veo ahora ante
mí es 'conciencia de' la piedra, pero nada contiene de pétreo (IPs, XII,
360 Y 394). Experimento la petreidad sólo en la percepción efectiva de
la piedra. Cuando tengo la cosa no tengo conciencia, porque está siendo;
al explicar la conciencia no hay cosa, porque la cosa sólo es en el referirse
de la conciencia. La cosa depende de mi referirme a ella, pero también
la subjetividad es lo que es -referencia- en tanto se dirige a la cosa:
«no se olvide que esa subjetividad sólo existe en tanto que se ocupa con
cosas)) (EEP, VI, 263). Esta coexistencia y codependencia entre sujeto y
objeto significa para Ortega ya en 1916 una integración y superación de
la escisión realismo/idealismo. Los dioses etruscos Cástor y Pollux, Dii
consentes, distintos pero que habían de nacer y morir juntos, sirven de
ilustración metafórica a este pensamiento central 27.
básico de la conciencia (op. cit., p. 320 nota), necesita matización. Las cosas se
dan en la conciencia, pero esto lo digo reflexionando; la relación de hecho es
ejecutiva, sin conciencia para mí. La interpretación orteguiana de la fenomeno-
logía en sentido opuesto al idealismo, y la evasión de la cárcel de la conciencia a
través de los Dii consentes (acontecido en 1914 y recordado en 1934; PPA, VIII,
53), significan que se había liberado del idealismo subjetivista y de la dirección
trascendental de la fenomenología, aunque aún creía en la conciencia como ám-
bito del sentido, del saber.
29 Cerezo señala que Ortega sostuvo la reflexibilidad de la conciencia hasta
1929, fecha de la toma de actitud ante Heidegger (op. cit., p. 250).
30 Ideen 1, & 1, p. 11; p. 17.
31 Esta distinción y su desarrollo ocupan el cap. 1.0 de la 6." Investigación de
Logische Untersuchungen, Husserliana XIX, Bd. 2, her. v. U. Panzer Nijhoff,
The Hague, 1984, pp. 544-582 (trad. española de M. GARcfA MORENTE y J. GAOS,
Rev. Occidente, Madrid, 2. a ed., 1967, tomo n, pp. 329-369). En adelante: /L,
invest. y cap., parág., pág. en Hua y ed. española. Especialmente Ortega se refiere
a lo tratado en: & 4-6, pp. 550-560; pp. 335-347.
32 Ideen 1, & 36, p. 74; p. 82.
33 Cerezo interpreta el abandono orteguiano de la fenomenología como nega-
ción del supuesto trascendental, op. cit., p. 203.
42 [L, 6.- Invest., cap. 9.°, & 67, p. 736; p. 533, tomo n.
43 Aclaraciones destinadas a distinguir la intuición esencial de un proceso
abstractivo, para no hacer de la esencia un producto psicológico (Ideen 1, & 23,
pp. 49 y ss.; pp. 56 y ss.).
44 Ideen 1, & 75, p. 156; p. 166.
'¡5 « Pero en la medida en que cada acto de conciencia es 'conciencia de', el
estudio de la esencia de la conciencia comprende también el estudio de la signifi-
cación y de la objetividad de la conciencia como tal. Estudiar cualquier tipo de
objetividad según la esencia general ( ... ) significa ocuparse de sus modos de
darse. (Fe, p. 16; p. 58).
La raz6n vital
10
1% A. GUTIÉRREZ: RAZÓN VITAL y FENOMENOLOGÍA
------
Este sólo resplandece una vez lograda cierta distancia entre la teoría y
la vida: la perspectiva. El programa de la razón vital exige una teoría que
no cese de dirigirse a la vida. Esta condición exige otra: una crítica de
la subjetividad trascendental. El conocimiento absoluto pretendido por
Husserl y la razón pura idealista, presuponía una lejanía absoluta entre
la teoría y la vida, que se concretaba en la liberación del sujeto de su
peculiaridad y su salida del mundo. Daban por supuesto que el conoci-
miento que efectúa un sujeto situado en una porción concreta del mundo
es aparente, y que el verdadero sólo puede adquirirse desde la perspectiva
absoluta, allende toda circunstancia. Ortega pone en entredicho la posi-
bilidad de un conocimiento realizado desde lugar ninguno: aTodo cono-
cimiento lo es desde un punto de vista determinado. La species aeterni-
tatis [... ] es un punto de vista ficticio y abstracto» (TNT, I1I, 199). Por
tanto, el punto de vista particular no es un obstáculo para el conocimiento
objetivo; es su condición de posibilidad, siempre que sea consciente de
él, porque «el hombre rinde el máximum de su capacidad cuando adquiere
la plena conciencia de sus circunstancias)) (MQ, 1, 319). La perspectiva
nunca es única; a cada uno le está reservada la suya: «Si el individuo ha
sabido ser fiel a su punto de vista [ ... ] lo que ve será un aspecto real
del mundo)) (VP, 11, 19). El conocimiento así obtenido es absoluto, obje-
tivo, aunque no total. Es parcial, pero sólo siendo fiel a nuestro mundo
alcanzamos un saber universal que permite integrar nuestra perspectiva
con las demás; lo universal se revela potenciando lo particular 49. Sólo
desde la perspectiva de cada cual puede desarrollar la razón vital su
destino: la a reabsorción de la circunstancia D (MQ, 1, 322). La razón vital
debe quedarse en la circunstancia donde necesariamente estamos confina-
dos, pero no repitiendo la 'vida en torno', sino amándola para clarificar
su sentido, llevándola virtualmente a su estado de plena forma objetivo.
Ni reducir la realidad imaginando un punto de vista absoluto, porque
sin vida la razón es absurda, ni reproducirla tal como es, porque entonces
no hay razón y la realidad yacería muda, estéril, sin sentido. La misión
esclarecedora de la razón vital requiere una conveniente distancia de la
realidad para enriquecerla, explicitando su sentido. y para asegurar nuestra
existencia en ella. El sentido no se obtiene suspendiendo lo real; el acto
verdaderamente cultural «es aquel en que extraemos el logos de algo que