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[69]2 Resumen
Este artículo analiza tres explicaciones normativas que pueden sustentar a las políticas
educativas, con especial atención a las cuestiones de género. Estos tres modelos de
educación son la teoría del capital humano, los discursos de los derechos y el enfoque
de las capacidades. Primero esbozo cinco roles diferentes que puede desempeñar la
educación. Luego analizo estos tres modelos de política educativa. El enfoque del
capital humano es problemático porque es economicista, fragmentario y exclusivamente
instrumental. Los derechos y las capacidades son, en principio, modelos
multidimensionales y comprehensivos, y por lo tanto pueden explicar los roles
intrínsecos y no económicos que desempeña la educación. Sin embargo, dependiendo
cómo se establezcan los detalles específicos del marco de los derechos y de las
capacidades, estos enfoques también presentan algunos inconvenientes. Concluyo
afirmando que el objetivo intrínseco de la política educativa debería ser expandir las
capacidades de las personas, en tanto que deberíamos usar estratégicamente los
discursos sobre los derechos, esto es, cuando es probable que contribuyan a expandir
las capacidades de las personas.
INTRODUCCIÓN
Este artículo analiza tres explicaciones normativas que pueden sustentar a las
políticas educativas: los derechos, las capacidades y el capital humano. ¿Qué diferencia
1 Traducción de Esteban Leiva para uso interno de la cátedra de Epistemología de las Ciencias Sociales, Escuela
de Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. Mayo de
2015.
2 Los números entre corchetes corresponden a la paginación original.
1
producen en relación a las políticas educativas? Se prestará especial atención a cómo
estos modelos tratan con temas de género. Primero esbozo cinco roles diferentes que
puede desempeñar la educación. Luego describo y analizo tres modelos de políticas
educativas. El enfoque del capital humano es problemático porque es economicista,
fragmentario y exclusivamente instrumental. Éste tiene consecuencias poco atractivas y
significativas [70] para cuestiones de género. Los derechos y las capacidades son, en
principio, modelos multidimensionales y comprehensivos, y por tanto pueden explicar
los roles intrínsecos y no económicos que desempeña la educación.
Sin embargo, tanto el marco de los derechos como el de las capacidades son
explicaciones teóricas bastantes flexibles, de que las existen interpretaciones diferentes,
siendo por eso vulnerables a problemas asociados a estas interpretaciones. El discurso
de los derechos corre el riesgo de enfatizar demasiado los aspectos legales de los
derechos. Además, el discurso de los derechos puede inducir a los creadores de políticas
a estar satisfechos cuando hayan seguido estrictamente las reglas que una interpretación
restrictiva de los derechos, incluso cuando sean necesarios esfuerzos adicionales para
alcanzar la meta que sustenta al derecho. Las explicaciones de las capacidades han
intentado afrontar algunas de estas dificultades del discurso de los derechos, pero
mientras la literatura sobre el enfoque de las capacidades está en auge, todavía aún se
está demasiado lejos de saber con claridad cuáles son todas sus implicancias. Además, el
enfoque de las capacidades nos brinda un lenguaje que no es bien conocido entre los
creadores de políticas locales o nacionales y entre otros actores sociales. El artículo
concluye sugiriendo que esto puede ayudarnos a distinguir claramente entre un nivel
intrínseco y un nivel estratégico en la elaboración de políticas. La meta intrínseca busca
expandir las capacidades de las personas, incluyendo la capacidad de educar. Los
derechos son únicamente uno de los instrumentos posibles para alcanzar esta meta,
pudiendo ser efectivos en algunos casos y contextos, pero pueden no ser el instrumento
más efectivo en otros casos. En otras palabras, deberíamos tratar estratégicamente con
los discursos de los derechos, usándolos cuando puedan contribuir a expandir las
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capacidades educativas de las personas, y suplementarlos con otros instrumentos si
fuera necesario.
Como señalan Jean Drèze y Amartya Sen (2002: 38-40), la educación puede
desempeñar roles diversos. Para el análisis en este artículo, usaré una versión
modificada de la tipología de Drèze y Sen. Primero, la educación puede ser
intrínsecamente importante. Una persona puede valorar conocer algo simplemente en aras
de conocer. Por ejemplo, algunas personas encuentran el estudio de lenguas extranjeras,
aún cuando sea poco probable su uso, intrínsecamente satisfactorio: les gustan los
sonidos poéticos del italiano, la arquitectura fascinante de las sentencias alemanas, la
belleza de la escritura cirílica o arábiga, o están cautivados por la gramática
completamente diferente del japonés en comparación con el inglés o el alemán.
Argumentos similares pueden expresar las personas que están fascinadas por
comprender química, historias de pueblos y mitos, o quien esté entusiasmado por
aprender a leer y escribir poemas.
El rol instrumental económico no siempre necesita ser personal, sino que también
puede ser colectivo: por ejemplo, si un gran parte de la población es analfabeta, luego
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automáticamente el mercado para libros y periódicos es limitado. Más importante, si el
crecimiento económico requiere la introducción de ciertas tecnologías que necesitan ser
enseñadas, o requiere pasar de una economía basada en la agricultura a una basada en la
industria –y los servicios–, luego una fuerza de trabajo educada será necesaria para el
crecimiento económico. Como discutiremos con más detalle en la próxima sección,
tanto los roles económicos instrumentales de la educación en lo personal como en lo
colectivo están en el centro del enfoque del capital humano aplicado a la educación.
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podrían cambiar las normas de la masculinidad y de la femineidad en la sociedad, y
potencialmente podrían incrementarse las oportunidades de los hombres y de las
mujeres para asumir las vidas que realmente valoran, más que seguir acríticamente
algunas normas (tácitas) dominantes en sus comunidades.
Este modelo del capital humano para la educación ciertamente tiene un punto
importante a favor, principalmente que las habilidades y el conocimiento, adquiridos a
por medio de la educación, son una parte destacada de las destrezas de las personas
para generar ingresos monetarios. Especialmente en el contexto de personas que viven
en la pobreza extrema, es muy importante tener algunas habilidades básicas o tener una
educación decente que produzca una diferencia entre estar famélico y una alimentación
de supervivencia, y entre esa mera alimentación de supervivencia y tener una vida
5
decente. De esta manera, se debe reconocer la atención prestada a la educación como
un capital humano, dado que extienden los discursos sobre el desarrollo, focalizados
únicamente en el progreso técnico y el desarrollo macroeconómico, para incluir a las
personas como factores centrales para el desarrollo económico.
Sin embargo, el modelo del capital humano aplicado a la educación posee una
serie de consecuencias problemáticas cuando se lo contextualiza tanto en las sociedades
en desarrollo como en las sociedades post-industrializadas. El primer problema con el
modelo del capital humano deriva de su economicismo: los únicos beneficios de la
educación que verdaderamente se consideran son un incremento en la productividad y
un mayor salario. La teoría del capital humano conceptualiza el mundo a través de los
ojos disciplinarios de la corriente principal del pensamiento económico
contemporáneo, una disciplina que ha bloqueado cada vez más las dimensiones
culturales, sociales y no-materiales de la vida, excepto en algunos modelos formales
altamente reduccionistas. De hecho, la crítica general de las escuelas económicas
alternativas a la corriente principal es que no puede tratar satisfactoriamente con temas
de la cultura, el género, la identidad, las emociones, la historia, etc. (Davis, 2003; Fine,
2002; Folbre, 1994). De este modo, la teoría del capital humano no puede explicar la
conducta de alguien que desea gastar su tiempo estudiando algo sin esperar un retorno
económico de su educación. En la teoría del capital humano, como en otras partes de la
corriente principal en economía, los seres humanos actúan únicamente por razones
económicas. Lo que las personas hacen por razones sociales, religiosas, morales, [73]
emocionales, u otras razones no económicas, no son explicadas por esta teoría.
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y comprender poemas, o estudiar alguna cultura antigua, no tiene valor de inversión
(excepto si uno fuera a generar dinero escribiendo poemas o por el conocimiento de las
culturas antiguas).
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en el mercado de trabajo son no intencionales, sino más bien causadas por el
funcionamiento de estereotipos sutiles (Valian, 1998).
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inversión privada o pública en educación será comparada con otras posibles
inversiones. De este modo, son desatendidos otros efectos no materiales que pueden
tener estas inversiones en educación. Sabine Alkire (2002) resalta convincentemente
este punto en su estudio de un proyecto de la Organización No Gubernamental Oxfam3
en Pakistán, destinado a crear un espacio de alfabetización para mujeres musulmanas.
Un proyecto de alfabetización para mujeres es un primer ejemplo de un proyecto que
no podría ser financiado si fuera evaluado únicamente en base a un análisis estándar de
costo-beneficio, donde la educación sólo es considerada como una inversión en capital
humano, ya que este proyecto apenas tiene efectos sobre los ingresos monetarios de las
mujeres en razón de la inexistencia de un mercado local para la mano de obra femenina.
Sin embargo, Alkire hace notar que el proyecto ha tenido efectos de transformación
fundamentales sobre las estudiantes: las mujeres aprende que son iguales a los hombres,
que no necesitan sufrir abusos, y que la alfabetización puede ayudar a resolver sus
propios problemas; aprenden a leer, y experimentan gran satisfacción siendo capaces de
estudiar. El problema es que estos efectos intangibles no son tenidos en cuenta por una
estrecha visión economicista como es la teoría del capital humano.
3 [N. de T.] Oxfam (Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre, su designación en castellano), es un grupo de
organizaciones distribuidas en distintos países que trabaja conjuntamente por la reducción de la pobreza y la
injusticia. Para el ámbito de la educación, lo relevante de este tipo de propuesta es poner nuevamente en discusión
de forma sustantiva nociones como el de „pobreza‟ o „injusticia‟, o, en sus sentidos positivos, el de „riqueza‟ o
„justicia‟.
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EL DERECHO A LA EDUCACIÓN
El marco basado en los derechos sostiene que todo ser humano, incluyendo
cada niño, tiene derecho a una educación decente, aún cuando no se pueda estar seguro
que esta educación dará sus frutos en términos del capital humano. Como Katarina
Tomasevski, una defensora de los derechos, escribe: “La educación debe preparar a los
estudiantes para la responsabilidad y la participación política, debe mejorar la cohesión
social, y más que nada, debe enseñar a los jóvenes que todos los seres humanos –
incluidos ellos mismos– tienen derechos” (2003: 33).
4 [N. de T.] El movimiento Educación para Todos es una organización mundial amparada por la UNESCO que se
inicia a principios de la década de 1990 con la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos en Jomtien,
Tailandia, donde participan más de 150 países y se ponen de acuerdo en avanzar en políticas que universalicen la
educación primaria y que reduzcan drásticamente el analfabetismo para finales de la década. A este encuentro le
siguen otros, como el Foro Mundial de Educación realizado en Dakar, Senegal, en el año 2000, y donde se
establecen las metas que debían alcanzarse en 2015. En la actualidad, la organización sigue activa, para más
información se puede consultar su página en la red: http://www.unesco.org/new/es/our-priorities/education-
for-all/
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gobierno necesita movilizar los recursos necesarios para ofrecer una educación de
calidad (UNICEF, 2003: 8).
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Esta es sin duda una preocupación que algunos lectores obtendrán de los
informes de las agencias de la ONU que tratan sobre educación. Las más
grandilocuentes declaraciones sobre la educación son formuladas en términos de
derechos o metas de resultados globales, sin especificar precisamente quienes deben
asegurar que estas metas se cumplan, o que los derechos sean efectivamente
garantizados. Tenemos una larga historia de declaraciones y otros enunciados de buenas
intenciones que no han conducido a los resultados esperados, y muchas personas han
llegado a ser bastantes escépticas sobre estos enunciados.
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Una tercera limitación del modelo basado en los derechos para la educación es
que, una vez que el gobierno acuerda que cada niño debe tener derecho a ser educado,
puede considerar que la tarea está siendo precisamente ejecutada según el acuerdo, y no
hacer nada más. Las políticas educativas basada en los derechos bien elaboradas
establecerán con precisión qué derechos son garantizados a quienes, y lo que el
gobierno tiene que hacer para garantizar que los derechos no sean únicamente retóricos
sino también efectivos. Hasta ahora todo bien. Pero que esté asegurada la garantía
material que apuntala los derechos todavía nos ofrece sólo una visión parcial de la vida
de los estudiantes. Porque pese a que las escuelas se encuentren disponibles y sean
accesibles, y los maestros bien formados y remunerados, y se provean materiales de
enseñanza y se desarrolle un buen currículum y una adecuada pedagogía, no se
garantiza la asistencia de los niños a la escuela y su aprendizaje. A veces será necesario
que el gobierno vaya más allá de sus funciones, en términos de las políticas basadas en
los derechos, para asegurar que cada niño pueda disfrutar por completo y de forma
igualitaria su derecho a la educación. En este punto, existe un riesgo a que el gobierno
se oculte detrás de la política educativa basada en los derechos, afirmando que hizo lo
que tenía que hacer para cumplir con sus obligaciones de asegurarlos, y restringiendo
los reclamos sobre los mismos. Por supuesto, si todos los gobiernos del mundo ya
alcanzaron este estado en sus políticas educativas, y proveen las condiciones materiales
necesarias de educación para todos, entonces millones de niños en el mundo estarían
mejor de lo que están hoy en día. Pero dado el hecho de que es un modelo conceptual
para las políticas educativas, un análisis completo también podría indagar por la
existencia de otros factores que restringen el aprendizaje de los niños. Entre estos
factores restrictivos se podría encontrar la violencia hacia las niñas, que hiciera de la
concurrencia a la escuela una empresa arriesgada, como a veces sucede en Sudáfrica
(Untherhalter, 2003a). Otros factores son las normas sociales y las creencias culturales,
por ejemplo cuando los familiares se preocupan que “la sobre-educación de una hija
pueda hacerle más difícil –y más costoso– casarse” (Drèze and Sen, 2002: 162).
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Finalmente, otro límite a esta conceptualización basada en los derechos es que
está virtual y exclusivamente centrada en la política gubernamental. En parte, esto se
sigue de considerar los derechos humanos como legales, más que morales. También se
deriva del paradigma centrado en el Estado que ha dominado el pensamiento político
de las últimas décadas, incluso cuando el pensamiento de la teoría política se esté
alejando de este paradigma. Pero, como han señalado algunos investigadores, en
algunos países los gobiernos son parte del problema, más que de la solución (Menon,
2002). El derecho a la educación es un derecho que los gobiernos deben a sus
ciudadanos, o que los gobiernos de las sociedades ricas le deben (aunque sólo en una
medida limitada) a los [78] ciudadanos de los países pobres. Pero seguramente los
individuos, las familias y las comunidades también les deben a sus hijos acceso a una
buena educación, aún cuando no se vean obligados por alguna norma legal a proveer
esta educación.
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oportunidades reales para alcanzar estados valorados de hacer y estar. El enfoque de la
capacidades es un marco normativo amplio para evaluar y apreciar el bien-estar
individual y los acuerdos sociales, el diseño de políticas, y las propuestas sobre cambios
en la sociedad. Es utilizado en un amplio rango de campos de investigación, más
prominentemente en el pensamiento sobre el desarrollo, la economía del bienestar, la
política social y la filosofía política. Puede ser útil para evaluar diversos aspectos del
bien-estar de las personas, tal como la desigualdad, la pobreza, el bienestar de un
individuo o el bienestar promedio de los miembros de un grupo. También puede ser
usado como una herramienta de evaluación alternativa al análisis social de costo-
beneficio, o de diseño y evaluación de políticas, que van desde el diseño del Estado de
bienestar en las sociedades opulentas a las políticas de desarrollo de los gobiernos y
organizaciones no-gubernamentales (ONGs) en países en desarrollo (Robeyns, 2005).
[79] Para adultos que no sufren severas enfermedades mentales, Sen afirma que
una sociedad buena y justa debe expandir sus capacidades como personas, pero debe
abstenerse de empujarlos a funcionamientos particulares. En principio, las capacidades
de las personas son la unidad de interés moral, no los funcionamientos. Por lo tanto,
los hombres como las mujeres deben tener la capacidad para mantener sus puestos de
trabajo, pero deben decidir por sí mismo sobre cuál trabajo mantienen, o en una
decisión conjunta pero igualitaria con los otros miembros de sus familias. Sin embargo,
15
para los niños la situación es diferente en cuanto ellos no son los más adecuados para
tomar decisiones de interés sobre su propio bien-estar o desarrollo personal (Saito,
2003). Así, desde una perspectiva de la capacidad la educación compulsiva de los niños
tiene un perfecto sentido –pero siempre reconociendo que la educación es de buena
calidad y busca el desarrollo del ser humano por completo, en lugar de retrasar el
crecimiento del niño en su aspecto emocional, personal e intelectual (Nussbaum, 2003).
16
debe esforzarse para dar cuenta de todos los efectos significativos, aún si esto es una
ardua tarea.
¿Cuáles son las diferencias del enfoque de las capacidades en comparación con el
modelo del capital humano y el enfoque de los derechos humanos? La primera
diferencia [80] se relaciona a los diferentes roles que desempeña la educación en los tres
modelos. Como señalamos en su exposición, el modelo del capital humano subraya
únicamente los roles económicos instrumentales de la educación. El modelo „derecho a
la educación‟ principalmente subraya el rol personal intrínseco de la educación. El
enfoque de las capacidades reconoce todos estos roles de la educación.
17
forthcoming; Unterhalter, 2003a: 17). Sin embargo, este cambio también puede
considerarse algo bueno, ya que obliga a los elaboradores de políticas u otros
evaluadores a hacer explícita la teoría subyacente de injusticia de género o las relaciones
de género que asumen. La naturaleza teóricamente más completa del modelo del capital
humano, y el discurso de los derechos, no plantea este cambio, pero su desventaja es
que las nociones en juego sobre las relaciones de género permanecen más implícitas. En
el modelo del capital humano, y más generalmente en la economía neoclásica, la visión
implícita de personas independientes y sin restricciones por compromisos y
responsabilidades hacia otros seres humanos, puede afectar las elecciones que las
personas realizan del mercado de trabajo (Folbre, 1994). Como las economistas
feministas concluyen, esta visión remueve todas las diferencias de poder y de
desigualdades estructurales entre hombres y mujeres. El supuesto en el modelo del
capital humano es que las decisiones, por ejemplo, si educar un hijo o una hija, son
tomadas únicamente sobre el suelo de la eficiencia económica, y no basadas sobre las
relaciones de poder estructural en las familias, que en parte se sustentan en la naturaleza
local de las relaciones de género. En los enfoques basados en los derechos, los hombres
y las mujeres son portadores de derechos igualitarios, pero una vez que se concede la
igualdad de derechos, no se expresan enunciados posteriores para el cambio social. Por
ejemplo, si los derechos civiles garantizan el acceso igualitario a la escolaridad para los
chicos y las chicas, entonces los gobiernos podrían satisfacerlos bajo un enfoque basado
en los derechos, incluso si los resultados expresan desigualdades significativas de género
[81]. Las desigualdades de género a menudo son reproducidas de formas muy sutiles.
Por otra parte, las desigualdades de género afectan las identidades de los hombres y las
mujeres, conllevando a conductas, elecciones y juicios que tienden a normalizar dichas
desigualdades. Todo esto es difícil de capturar en un marco basado en los derechos,
porque los derechos tratan por definición sobre los principios (legales o morales). En
contraposición, el enfoque de las capacidades es amplio en alcance y complejo en
exhaustividad, y emplea categorías analíticas que permiten a estos intereses y
complejidades ser tenidos en cuenta. Sin embargo, no existen garantías que esto sea
18
efectivamente alcanzado; en realidad, Untherhalter (2003a) ha afirmado que, los propios
escritos de Sen sobre la educación como una capacidad, fallan al considerar las
complejidades relacionadas a la escolaridad.
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útiles sino también capaz de ser utilizados en contra de ellas, también señala que las
feministas han afirmado que „la protección completa de los derechos humanos de las
mujeres requiere no sólo cambiar las leyes sino también las prácticas culturales y los
sistemas económicos‟ (Jaggar, 2002: 237).
¿Qué vamos hacer con esta crítica? Primero, es importante notar que Jaggar está
atacando la versión de Nussbaum del enfoque de las capacidades, y no la versión de
Sen; este es un punto importante, porque Nussbaum defiende una lista de diez [82]
capacidades que, afirma, todos los gobiernos deben garantizar a sus ciudadanos, y sobre
los que espera establecer un consenso global. Por contraposición, Sen ofrece
únicamente un lenguaje y un marco que los grupos y los individuos puedan usar para
formular sus propias evaluaciones y propuestas de cambio. Esta es una diferencia
crucial, pues hace que la versión de Nussbaum parezca mucho menos sensible a ir
desde abajo hacia arriba y, por lo tanto, también menos sensible al uso democrático de
la versión de Sen (Robeyns, 2005: 103-7). Segundo, mientras Jaggar está en lo correcto
cuando señala que uno puede afirmar que la protección de los derechos humanos
requiere cambiar no sólo las leyes sino también las prácticas culturales y los sistemas
económicos, esta no es ciertamente la visión o la interpretación dominante entre los
gobiernos y las organizaciones intergubernamentales que han protegido los derechos de
las personas. Por otro lado, una vez que un derecho legal está garantizado, un gobierno
puede lavarse las manos y decir que realizó su deber, incluso si la verdadera situación
está lejos del óptimo dada la complejidad de la vida social. Sin embargo, Jaggar y
Phillips seguramente tienen un punto a favor respecto sobre la accesibilidad del
lenguaje de la capacidad en la arena política.
Por lo tanto, nuestro último objetivo es expandir las capacidades de las personas,
incluyendo la capacidad a la educación. Los derechos son un instrumento para alcanzar
aquellas metas.
La segunda parte de la tesis comienza ante esta observación de que los derechos
son únicamente un instrumento entre otros para alcanzar la meta de expandir las
capacidades educativas. En algunos contextos, pueden existir instrumentos más útiles,
tales como crear un nuevo lenguaje que nos permita nuevas formas de asociación y
colaboración entre grupos que ahora están usando diferentes lenguajes, o instrumentos
para cambiar normas sociales, tales como el teatro callejero u otras formas de artes. Por
otro lado, si el derecho a la educación es interpretado demasiado estrechamente y no
permite la capacidad a la [83] educación, luego los niños, las familias y otros ciudadanos
afectados podrían afirmar que queda mucho por hacer para expandir la capacidad
educativa. De esta manera, debemos tratar estratégicamente con los derechos: en
algunos contextos políticos estos pueden ser un instrumento de utilidad; en otros
contextos políticos necesitamos otros instrumentos. Esta perspectiva también provee
una réplica a Jaggar: si el discurso basado en los derechos está mucho mejor establecido
que el discurso de las capacidades esto lo hace una herramienta más poderosa para
21
defender la educación, luego ciertamente deberíamos usarlo por motivos estratégicos.
Pero dentro de las organizaciones de base, las universidades, las usinas de pensamiento
y las oficinas responsables de la elaboración de políticas, puede ser siempre bueno
mantener en mente que la importancia en última instancia no es sólo la proclamación
de que todos tenemos un derecho a la educación, o la protección efectiva de este
derecho, sino hacer lo que sea necesario para que los elaboradores de políticas, y otros
quienes estén en posición de contribuir, trabajen por una educación de calidad para
todos, como parte de una visión más comprehensiva de lo que le debemos al otro, y
especialmente a los niños, en una sociedad justa y en un mundo justo.
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