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Resumen
Para el análisis de estas formas partimos de la distinción realizada por Salerno (1991:6)
entre polivalencia multifuncional y multicalificante. La polivalencia multifuncional o
cuantitativa es el resultado de la ampliación de funciones, sean éstas directamente
productivas (integración horizontal de actividades), sean indirectas, tales como la
manutención, el control de calidad, la gestión de la producción, etc. (integración vertical
de actividades). La polivalencia multicalificante implica la superación del concepto
taylorista de tarea por una nueva lógica organizacional, lo que no necesariamente ocurre
en el caso anterior. Ya no se trata de una suma de tareas, sino de una síntesis de
actividades directas e indirectas. Por ello, sus impactos sobre las exigencias de
calificación son mucho más significativos.
Muchas empresas, en todos los sectores estudiados, parecen haber entrado en la “era de
la polivalencia” a través de esta modalidad. Ella es, de hecho, un producto específico de
los nuevos conceptos de calidad y productividad. La encontramos a lo largo de toda la
cadena automovilística, aunque tiende a adoptar formas más amplias en la medida en
que nos aproximamos a su vértice. Es también la forma de trabajo polivalente más
común en la industria de electrodomésticos de línea blanca; es bastante utilizada por
empresas del ramo químico (productos de consumo final) y en las actividades de
montaje en la industria de tele-equipamientos.
Antes de realizar una evaluación de conjunto de los cambios en la división del trabajo,
debemos considerar que las tendencias de desarrollo de la polivalencia no están libres
de contra-tendencias. El movimiento en dirección de la ampliación del trabajo coexiste
con movimientos que actúan en sentido contrario, simplificando las actividades
realizadas por los trabajadores polivalentes. Cuatro contra-tendencias fueron
identificadas:
Las evidencias tampoco muestran que tienda a surgir de este proceso una fuerza de
trabajo homogéneamente más calificada. Por el contrario, muestran que la difusión de la
polivalencia ha tenido efectos diferenciadores. La polivalencia multicalificante se da en
sectores bastante reducidos de la fuerza de trabajo, distribuidos desigualmente dentro de
cada empresa, sector y cadena productiva. La transformación que afecta más
significativamente a la clase trabajadora industrial brasilera es la emergencia de un
nuevo trabajador “padrón” multifuncional, cuyas funciones fueron ampliadas, en
magnitudes variables según el proceso considerado y según el resultado del juego de
tendencias y contra-tendencias ya apuntado. De esta forma, la fuerza de trabajo fue
adaptada a una nueva base tecnológica y a nuevos arreglos organizacionales. Puede
afirmarse, por cierto, que los conocimientos de esos trabajadores se ampliaron en
relación al trabajador “padrón” de tipo fordista. Sus requisitos mínimos de calificación,
como veremos, se elevaron en relación al pasado. Sin embargo, el nuevo contingente de
trabajadores ordinarios multifuncionales está lejos de constituir una fuerza de trabajo
calificada representada, en las condiciones productivas actuales, por los trabajadores
multicalificados. En términos más ajustados, las transformaciones en los procesos de
trabajo propiciadas por la reestructuración productiva están forzando la redefinición de
los contenidos del trabajo simple y del trabajo complejo(3).
Las formas de división técnica y social del trabajo condicionan el alcance o extensión
del conocimiento sobre los procesos productivos a los cuales los trabajadores tienen
acceso(4). Como vimos, las formas de polivalencia amplían el conocimiento en
diferentes niveles, para nuevas fases de la producción. No obstante, hay diversos niveles
de conocimiento. El impacto de la polivalencia sobre el nivel de calificación del trabajo
depende, justamente, de qué tipo de conocimiento es requerido para practicarla. Su
impacto es notoriamente diferente según requiera conocimientos basados
exclusivamente en un aprendizaje práctico —como el que se obtiene por la vía de
rotaciones entre los puestos de trabajo u otras formas de aprendizaje on the job— o se
base en una formación escolar y profesional más amplia, que envuelva el acceso a
conocimientos científico-tecnológicos sistematizados, y no apenas conocimientos
tácitos(5).
En todas las industrias estudiadas, con excepción del sector del calzado, se verifica una
clara tendencia en dirección al aumento de las exigencias escolares. El nivel de
enseñanza fundamental completa (8 años en el Brasil) está imponiéndose como
requisito mínimo de contratación en el mercado de trabajo formal. Esa tendencia tuvo
inicio en algunos sectores en los años 80, pero sólo comenzó a acelerarse en la década
de noventa. En una país como Brasil, con históricas deficiencias en la escolarización de
la población, estas nuevas exigencias provocaron un serio desajuste en relación a la
fuerza de trabajo disponible.
Dado que la difusión de nuevas tecnologías se mostró bastante más heterogénea entre
los sectores que las innovaciones organizacionales, también lo fueron sus impactos
sobre las exigencias de escolaridad. Con frecuencia se observó que trabajadores más
escolarizados (por ejemplo, con enseñanza media completa) son ubicados en las áreas
tecnológicamente más modernas de las empresas. Eso se explica por la exigencia de
formas de raciocinio más complejas y abstractas para manejar las nuevas tecnologías,
con sus informaciones codificadas. Además, ellas son mucho más “oscuras” para
permitir un tipo de aprendizaje práctico en comparación con los sistemas electro-
mecánicos, cuyos principios de funcionamiento son más explícitos y transparentes.
Con excepción de los sectores más calificados de la fuerza de trabajo —el cuadro de
trabajadores permanentes del sector petroquímico, una parte de los trabajadores del
sector de tele-equipamientos, y algunos trabajadores de la industria automovilística—,
se está lejos de una tendencia generalizada a la intelectualización del trabajo, tal como
se suponía, en los años 80, inexorablemente asociada al nuevo paradigma productivo.
En este, y en otros tantos aspectos, la reestructuración productiva ha tenido impactos
diferenciados sobre el colectivo de los trabajadores.
¿En qué áreas fueron canalizadas estas inversiones? En las industrias automovilística, de
electrodomésticos, química y de tele-equipamientos fueron identificados tres ejes: a)
cursos técnicos tradicionales: diseño, metrología, soldadura, mecánica, hidráulica,
electricidad, neumática, así como seguridad e higiene; b) nuevos contenidos
relacionados a las innovaciones tecnológicas y, principalmente, organizacionales, como
CEP, TMP, Calidad Total, normas ISO, 5S y, menos difundidos, electrónica e
informática; y, c) cursos comportamentales y motivacionales.
3. Conclusiones
A partir de este perfil básico, observamos una serie de particularidades que derivan de
las características de cada sector productivo, en que se agregan calificaciones
específicas. Pudimos ver claramente las diferencias entre un trabajador multifuncional
de la industria automovilística, de la industria química y de la industria de calzados:
ellos realizan actividades de diversa complejidad, con diversos grados de autonomía,
abarcando fases más o menos significativas del proceso productivo. No obstante, son
mucho más decisivas las diferencias entre un trabajador multifuncional y otro
multicalificado de la industria automovilística o del complejo petroquímico. Esto es,
podemos distinguir niveles crecientes de complejidad del trabajo hasta llegar a las
características que definen un trabajador industrial calificado: escolaridad más larga
(nivel medio o, incluso superior), formación profesional más amplia, alta carga horaria
de entrenamiento formalizado dentro de la empresa, manejo del lenguaje informático,
márgenes de autonomía considerables, amplia capacidad de razonamiento abstracto y de
solución de problemas complejos.
Bibliografía
AMSDEM, Alice. Asia’s next giant: South Korea and late industrialization.
Oxford/Nova York: Oxford University Press, 1989.
MELO, Aurélia A. O processo de difusão dos sistemas da qualidade ISO 9000: estudos
de caso em pequenas e médias empresas de Campinas, SP. Disertación de Maestría en
Política Científica y Tecnológica. Unicamp, Campinas, 1996.
Notas
(3) Entendemos el trabajo simple como el empleo de la capacidad de trabajo que todo
ser humano común posee en su organismo corpóreo, acrecida del nivel de instrucción
que prevalece en determinado momento y lugar para la mayoría de la población. El
trabajo complejo, por su parte, requiere de una formación especial, más larga o
compleja. El trabajo simple y el trabajo complejo sólo pueden ser comparados, en
términos de valor y de contenido, en una sociedad y momento histórico determinados.
Su relación en valor es determinada por el mercado, mientras que su contenido varía
con las condiciones económico-sociales de cada país, su desarrollo científico-
tecnológico, el tipo de relación capital/trabajo que en él predomina, etc. (Traté esta
cuestión de forma amplia en Invernizzi, 1996).
(4) En este artículo tratamos solamente de la división técnica del proceso de trabajo, o
sea, aquella que ocurre en el interior de un proceso productivo. No obstante, la
reestructuración productiva ha propiciado una fuerte profundización de la división
social del trabajo, como resultado de las prácticas de subcontratación. En la medida en
que un mismo producto pasa a ser producido por muchas unidades fabriles, la
calificación del trabajo requerida para su producción se fragmenta.
(6) En una refinería de la empresa estatal Petrobrás donde actualmente estoy realizando
una investigación, 60 % de los operadores de planta tienen nivel terciario completo o
incompleto. Esa situación es completamente excepcional entre la fuerza de trabajo
industrial brasilera.
(7) El Censo de Población realizado en 2000 confirma la tendencia a la universalización
de la educación en la faja de 7 a 14 años, llegando a 95% la tasa de matrícula de los
niños entre esas edades. Estas tasas de escolarización nunca antes habían sido
alcanzadas (IBGE, 2002).
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