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Luis Cavagnaro Orellana

Con los auspicios de


CETICOS - TACNA

2000
A la memoria del doctor Félix Denegri
Luna, gran historiador, buen amigo y
generoso sembrador de paz y concordia
entre los pueblos. Un emocionado y perenne
recuerdo.

L.C.O.
Un Ambito Para Vivir
(a manera de proemio)

Nacidos en un universo tridimensional los seres


humanos precisamos de un espacio para vivir crecer y
morir. Ese entorno influye en sus moradores y, éstos, en
capacidad de transformarlo, lo hacen imprimiendo en sus
obras su sello particular. El lugar de trabajo, la habitación,
la casa, el barrio y la comunidad guardan una secreta
correspondencia con quien los concibe, los usa o los habita.

Lo que ocurre con el individuo también sucede con la


colectividad. La ciudad, la aldea o el entorno rural, de
alguna manera, moldean a su gente y, en correspondencia,
los seres humanos las construyen, las modifican o las
destruyen de acuerdo con su idiosincrasia.

¿Por qué los primitivos tácanas escogieron el lugar


dónde hoy se ubica la Heroica Ciudad para establecerse, a
pesar de su insuficiente dotación de agua? ¿Por qué
prosperó, como comunidad aborigen, más que otros valles
mejor irrigados, como Locumba? ¿Por qué los
conquistadores europeos no la escogieron para establecer
allí una ciudad al tipo español? ¿Debido a qué se estableció
allí una Reducción de indígenas? ¿Por qué “San Pedro” de
Tácana? ¿Por qué Tacna comenzó a crecer en el siglo XVII?
¿Debido a qué Arica, próspera en los siglos XVI y XVII,
comenzó su decadencia y despoblamiento en el siglo XVIII;
y por qué Tacna inició en 1719 su indetenible progreso?
Como éstas, habrá muchas otras preguntas que vinculen la
historia de Tacna con su arquitectura y urbanismo.

Diversos factores explican el desarrollo urbano de


esta ciudad. Unos, que son ajenos a la voluntad de sus
pobladores; entre éstos, unos de origen natural- terremotos,
inundaciones, pestes o sequías; otros, resultantes de
factores humanos externos tales como guerras, invasiones
o repercusión de crisis ocurridas en otros lugares que
provocan retracciones o procesos de emigración o
inmigración masiva. Otros factores que afectan el
desarrollo urbano tienen que ver con la voluntad de la
población residente. En unos casos obedecen a una decisión
política o a un anhelo popular; a la conveniencia de un
colectivo mayor o, por lo contrario, a la interferencia de
una ciudad rival. En otros casos es la iniciativa privada la
que impulsa el cambio. Existen también situaciones en las
que el desborde popular genera la modificación como en el
caso de la informalidad y el surgimiento de las
“rancherías”, etc...

El presente trabajo, que es el resultado de más de


cuarenta años de búsqueda de información en casi todos
los archivos del país, de Chile y España; puede ser de
alguna utilidad para arquitectos y urbanistas interesados
en la fundamentación histórica. También puede servir al
turismo informando documentadamente sobre los
principales monumentos de Tacna. Finalmente, será útil
para la formación de la conciencia histórica de la juventud
tacneña. Esta investigación se publica gracias al auspicio
de CETICOS TACNA y especialmente al apoyo de su
presidente Señor José Lombardi Argüelles, gerente, Sr.
Julio Carrasco Távara, de los señores directores, así como
del ex director Señor economista Breno Gaete Achá.. Contó
con el asesoramiento de integrantes del Colegio de
Arquitectos del Perú filial Tacna durante la gestión de sus
decanas arquitectas Nelly Gonzales, Macarena Herrera y
Gabriela Heredia. Está ilustrado con las fotografías del
coleccionista Señor Roberto Valverde y la colaboración de
los técnicos en informática Carlos Vargas y Samuel
Sarmiento.

L.C.O.
Los Poblados
Se ha escrito, equivocadamente, que Tacna fue, en
su origen, sólo una modesta pascana y que se constituyó en
pueblo bien entrado el coloniaje. Existen fundamentos
documentales que prueban lo contrario.

Mucho antes de la conquista existieron, en algún


lugar dentro del área que ocupa actualmente la ciudad de
Tacna, por lo menos, dos asentamientos humanos de
diferente procedencia: uno, que el cronista Gonzalo
Fernández de Oviedo y Valdés en su “Historia General y
Natural de la Indias” menciona como “el pueblo principal
de este valle”, probablemente residencia del curaca Istaca;
y el otro, seguramente más pequeño, que estaba “junto al
pueblo de Tácana” y que era un “pueblo de mitimaes de
Tarapacá con un Principal (o cacique menor) que los
manda que se dice (o denomina) Tucuba”.

Más allá de la actual área urbana, con dirección


hacia el este, existía otro pequeño poblado. Todavía en 1621
se le designaba como “asiento (a asentamiento) de
Capanique”. Este también era un pueblo de mitimaes de
procedencia no precisada y que, en 1540, estaba constituido
por “cuarenta indios” bajo la férula del “Principal que se
dice Talasi“. En 1559 se realizó la entrega de estos
“caciques e indios del dicho pueblo de Capanique”,
pretendidos por el encomendero Hernando de Torres, al
otro encomendero, Pedro Pizarro. Otros asentamientos
existían “valle arriba” en Pachía y Miculla. Frente a todos
estos “lugarejos”, como los llamaban los españoles; el
poblado de “Tácana” era reconocido como “pueblo
principal”.
Ubicación de los poblados prehispánicos en el valle de Tacna
(a la llegada de Diego de Almagro en 1536)
El Pueblo principal de Tácana
El lugar preciso donde debió ubicarse el “pueblo
principal de Tácana” debió estar dentro de los límites del
casco antiguo de Tacna, esto es, lo que alcanzaba la ciudad
antes del inicio del proceso expansivo de 1954.

Entonces Tacna estaba circundada por siete ayllus


que tenían denominaciones de origen quechua o aymara y
eran: Collana, Tonchaca, Aymará, Silpay, Olenique, Ayca y
Capanique. Estos comenzaron a conocerse como “pagos”
desde 1840. De todos ellos el más importante era
“Collana”. Esto porque existían y aún existen ayllus
“Collana” en casi todas las circunscripciones con remoto
influjo Tiwanaco. Collana significa en aymara “lugar
principal”, “capital”, “centro de dominio” o “cabecera”.
Paz Soldán, en su “Diccionario Geográfico”, registra
muchos “Collana” que identifican los lugares más
importantes en la mayoría de los valles del Centro y Sur del
Perú.

El pago o ayllu “Collana” de Tacna, en su mayor


parte urbanizado en la actualidad; se extendía
transversalmente desde el área que ocupa la Urbanización
Bacigalupo hasta la “pampita” de Miraflores, cruzando la
parte céntrica de la ciudad. Así incorporando los terrenos
cultivables que existían allende el río Caplina, por el norte,
y la lloclla, torrentera o cauce estacional del Caramolle,
por el sur; el ayllu Collana podía controlar a cinco de los
seis ayllus de la parte baja del valle del Caplina.

Carlos Auza Arce afirmaba que el poblado principal


debía estar ubicado en la parte céntrica del ayllu Collana
“margen izquierdo del Caramolle” entre el río de este
nombre (hoy Avenida Leguía) y el Teatro Principal (hoy
Municipal), de callejas tortuosas” que hoy se denominan
“Fermín Nacarino”, “Julio Mac Lean” y “Presbítero
Andía” y que a comienzos del siglo XIX se conocían como
“Ranchería de la Pimentelas”.

Parece que Auza dedujo su propuesta de la


observación que hizo del trazo - aparentemente primitivo
de esas angostas callejuelas. Sin embargo, la realidad es
otra. Hasta fines del siglo XVIII no había en ese lugar
construcción alguna. Solamente a fines del Coloniaje,
comenzó a surgir allí un arrabal con viviendas muy
precarias.

Después de analizar, al respecto, alguna


documentación muy antigua, se puede afirmar que el
indicado “pueblo principal de Tácana” estuvo ubicado en
un lugar distinto al propuesto por Auza, ser mucho más
extenso y estar más sólidamente construido. Cuando, en
1588, el Cacique Diego Caqui otorgó su testamento y última
voluntad señaló como suyas la “cuadra de solar de su casa y
aposento” que tenía “antes de la Reducción”, es decir antes
del proceso urbanizador de inicios de la Colonia. También
el conquistador de Chile don Pedro de Valdivia tuvo “su
casa” en el “pueblo de Tácana”, la misma que habitaba
frecuentemente para descansar algunas semanas durante
sus correrías, entre Chile y Perú, desde 1540, que hizo hasta
1549. Las principales propiedades que los caciques
heredaron de sus antepasados se ubicaban en la segunda
cuadra de la actual calle Deustua y en la cuarta y quinta
cuadras de la Avenida 2 de Mayo; indicio inequívoco de
parte del área que debió ocupar el primitivo pueblo.
Tácana prehispánica en 1536
AYLLU TONCHACA
N

O E
N A
L L
E A
S M O AYLLU
R A
C A I L AYCA

POBLADO

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HUACA UMO

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TACANA A
I N
L
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A LEYENDA
C
LIMITE ENTRE LOS AYLLUS
A
CAMINO AL ALTO

CAUCE DE AVENIDAS
A
CAMINO ESTRECHO
AYLLU
1.50 (aprox.) RIO Y PRINCIPALES ACEQUIAS

OLENIQUE Callejón de los AREAS ERIAZAS

Lecho del río


Pescadores AREAS DE CULTIVO
variable
I UBICACION POBLADO SEGUN AUZA
SECCION A - A AYLLU II UBICACION POBLADO SEGUN AUTOR
Hacia el pueblo
SILPAY de Ariacca
¿Tacana o Tácana?
Dice Carlos Auza que “aunque Tacna es un
genuino vocablo quechua, pues uno de los hijos de Huayna
Capac se llamó Auqui Tacna”, éste es sólo el resultado de la
derivación apocópica de Tácana, nombre con que se
conoció, hasta comienzos del siglo XVII, a un pueblo y a su
ámbito geográfico correspondiente. El paso tan temprano
de Tácana a Tacna se debió precisamente a su acentuación
esdrújula facilitando la desaparición de la “a” de la
segunda sílaba, más débil que la “a” de la primera sílaba
acentuada fuertemente. Lo mismo ocurrió con Tarma,
respecto de Tárama, como con tanto acierto lo ha señalado
Juan José Vega. También se advierte en chacra derivada de
chácara.

Si la palabra original hubiese sido Tacana, como se


le ha pronunciado hasta ahora, con acento grave y,
lógicamente, sin tilde; la fuerza de la voz en la segunda “a”
habría impedido su desaparición. Así, seguiría siendo
Tacana.

Sin embargo, cuando se menciona “lo tácana”, no


se precisa el sentido ni la amplitud de tal denominación.
Algunos lo interpretan designado a un sub grupo étnico.
Así, González Marín insinúa una relación de la colectividad
que pobló la cuenca del Caplina con los tacanas (éstos sí
con acentuación grave) que habitan las selvas del Beni en
Bolivia y hablan un lengua denominada asimismo
“tacana”. Fortunato Zora menciona “La pequeña comarca
de los tacanas” y Cúneo Vidal los incluye como uno de los
ocho particularismos étnicos del tronco común Lupaca.

Otros lo aluden como si se tratase de un ámbito


geográfico de mayor o menor amplitud. En la Crónica de
Fernández de Oviedo se le menciona como una jurisdicción
mayor cuando, refiriéndose a las peripecias que sufrió el
navío “Sanct Pedro”, señalaba que había anclado en “un
pueblo de la Provincia de Tacana”. El mismo Fernández de
Oviedo lo usa restrictivamente cuando menciona al “valle
de Tacana”. Pero la mayoría de las fuentes lo usan para
señalar un asentamiento, un pueblo prehispánico. En la
provisión de 20 de noviembre de 1538 se encomendó a
Pedro Pizarro “en el pueblo de Tacana el cacique Istaca” y
sus indios; la escritura de entrega de tierras en Sama a
Pedro Pizarro, se fecha el 14 de agosto de 1560, en el
“pueblo de Tacana, término e jurisdicción de la ciudad de
Arequipa”, Fernández de Oviedo lo llama “pueblo
principal” y Gerónimo de Bibar, mencionándolo en el
itinerario de Pedro de Valdivia, lo refiere como “pueblo de
indios, fértil”.
Trabajos para establecer la Reducción

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Reconstrucción hipotética de la manera como Maldonado de Buendía estableció la Reducción de Tácana.
La Reducción
Las Reducciones fueron una institución colonial
que respondía a la necesidad de concentrar en lugares
permanentes y adecuados a la población indígena,
esencialmente rural y dispersa hasta entonces; con el
propósito de facilitar su adoctrinamiento, la recaudación
del tributo, el nefasto repartimiento y el enrolamiento de
mano de obra. Constituía el primer escalón en la estructura
político-administrativa de los primeros años de dominio
hispánico y el escenario patético de la explotación y el
sojuzgamiento del indio.

Aunque el Rey de España, desde 1557, había


ordenado al Virrey del Perú de entonces, Marqués de
Cañete, “congregar en los valles, que ofrecieran
comodidad para el cultivo, a los indios que vivían
desparramados y apartados los unos de los otros”; y el
Segundo Concilio Limense había dispuesto que, a la
población indígena dispersa, “se le reduzca a pueblos”; fue
el Virrey Francisco de Toledo el indiscutible organizador de
las Reducciones o “pueblos de indios”, origen y raíz de
muchas de las prósperas ciudades de la actualidad.

Antes de cumplir su primer año de gobierno Toledo


quiso poner en práctica el más importante de sus proyectos:
la Visita General del Virreinato. Entre sus actividades
estaba la de “poblar” y “reducir”. Hacia octubre de 1570
salió de Lima, acompañado de un imponente séquito, subió
por Huarochirí hasta Jauja; siguió por Huamanga hasta el
Cuzco; avanzó por el Altiplano tocando La Paz, La Plata y
Potosí; y, después de cinco años de peregrinaje,
regresó por Arequipa hacia 1575, entrando en Lima el 20 de
noviembre. Para no desatender a las regiones que no
estaban incluidas el Virrey dispuso que personalidades
de su mayor confianza, “desprendiéndose” de la comitiva
principal visitaran, con el mismo propósito, las localidades
que Toledo no iba a recorrer.

Entre estas personalidades, que representarían al


virrey en otras jurisdicciones, estaba el Capitán don Juan
Maldonado de Buendía. Le correspondió visitar, poblar y
reducir la Provincia de Collesuyo que se extendía desde el
río Tambo hasta el Loa. Era la misma que Gonzalo
Fernández de Oviedo reconocía como “Provincia de
Tácana” y que incluía Moquegua y sus cabeceras, Ilo, los
pueblos de la cuenca superior del río Tambo, los valles de
Locumba y Sama con sus cabeceras; Tacna y sus Altos;
Lluta, Arica, Chaca y las cortas quebradas de Tarapacá
hasta el valle del Loa.

Se desconoce en qué momento se separó del cortejo.


No pudo ser desde Lima porque habría sido muy anticipado.
Debió “desprenderse” desde La Paz en el viaje de ida. Sólo
se ha encontrado certeza documental referida a la presencia
de Maldonado de Buendía en Arica el 6 de octubre de 1572.

El Capitán Juan Maldonado de Buendía llegó al


valle del Caplina a fines de 1572 acompañado por el
Visitador Eclesiástico Don Pedro de Quiroga, Canónigo de
la Iglesia del Cuzco; Don Agustín Arce de Quiróz, como
Escribano de la Visita, Don Iñigo de Argüelles Carbajal,
Alguacil Mayor de dicha Visita; Don Lope de Zuazo y el
Clérigo Maestre Cañete. Un día, no precisando todavía,
entre setiembre y diciembre de 1572, procedieron a formar
para no decir “fundar”- el pueblo de “San Pedro de
Tácana”.

Posteriormente informaría al Virrey de su gestión


señalando que en el área asignada había reducido “a 22
pueblos los indios esparcidos en cerca de 226 lugarejos”.
En el Repartimiento de Tácana, que tenía dos mil
ochocientos cuarenta y nueve personas redujo numerosos
“Lugarejos”, incluidos los de pescadores en el litoral, a
sólo “tres pueblos que se llaman Sant Pedro de Tácana,
Sant Martín de Copa y Sant Pedro de Laquia. La Reducción
de Copa, que Cúneo supone correspondería a Codpa, debió,
más bien, aludir a la “abortada” reducción de Copanique o
Capanique. La Reducción de Laquia es precisada por
Cúneo como de La Quiaca en el remate del valle de Tacna
con el océano. De las tres sólo sobrevivió San Pedro de
Tácana. El futuro le tendría reservada una prosperidad
inimaginable entonces.
Plano de la Reducción

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3
2

LEYENDA

1 Cauce del Caplina


2 Río Caplina
5
3 Poblado de los “Tácanas”
4 Calle principal o Real
(Hoy Zela)
5 Presumible ubicación de
la Huaca de los Tácanas
6 Cauce del “Caramolle”
Plano de lo que debió ser la “Reducción de indígenas de San Pedro de Tácana” 7 Pampas del “Caramolle”
8 Las Chimbas
comprendida entre los actuales jirones Francisco Laso y Arias y Aragüez,
teniendo por eje a la calle de “Zela”.
¿Por qué San Pedro de Tácana?
De la misma manera como a las ciudades y a las
villas, al momento de su fundación, se ponía bajo la
advocación de un Santo o una Virgen; las Reducciones o
“Pueblos de Indios”, al establecerse, recibirían el nombre
de un Santo o Virgen como titulares de su doctrina. Es por
esta razón que sólo, desde fines de 1572, la Reducción
establecida por Juan Maldonado de Buendía, a la vera del
Caplina, comenzaría a denominarse “San Pedro de
Tácana”.

¿Por qué la elección de San Pedro como Patrono?.


No existe certeza alguna al respecto. Todo lo que se ha dicho
no supera la condición de hipótesis.

Rómulo Cúneo Vidal, revisando la Crónica


Mercedaria, afirma que, al regreso de la fracasada empresa
de Chile, venían en la hueste de Almagro dos religiosos
mercedarios: “Fray Antonio Rendón Sarmiento y Fray
Francisco Ruiz Castellano”. Estos fueron “los primeros
evangelizadores del territorio de que forman parte
Tarapacá, Arica, Tacana e Ilabaya” y en aquella ocasión
“bautizaron mediante el acto de celebrar la primera misa, a
Pica el día de San Andrés, a Tarapacá el día de San Lorenzo,
a Arica el día de San Marcos, a Azapa el de San Miguel, a
Tacna el de San Pedro”.

Esta interpretación presenta algunos vacíos que la


invalidan. Si se sabe con certeza que Almagro atravesó
Arica y Tácana entre noviembre de 1536 y enero de 1537,
¿Cómo, los capellanes de su expedición, pudieron celebrar
esa primera misa en Arica el 19 de marzo que es la fiesta del
Evangelista San Marcos; o en Tacna donde, según Cúneo,
los capellanes mercedarios la hicieron “en el barrio
llamado Caramolle, el 29 de junio, día de los apóstoles San
Pedro y San Pablo” de donde le provino al pueblo “su
nombre clásico de pueblo de San Pedro de Tacna”? Lo
mismo ocurre con las otras localidades recorridas por
Almagro donde la secuencia de las festividades religiosas
dedicadas a los Santos Patronos no coincide con el
itinerario que siguió la expedición. Así, la doctrina de Pica,
el punto más austral, festeja a San Andrés en noviembre; la
de Tarapacá, que es la inmediata hacia el norte, celebra a
San Lorenzo en agosto; la de Arica en marzo y la de Tacna
en Junio.

Cabe, sin embargo, una salvedad, que debo a la


ilustración de Roberto Valverde Espinosa; sobre que el
patrono originalmente designado no sería Pedro Apóstol
sino Pedro Crisólogo cuya festividad es el 4 de diciembre.
Sólo suponiendo que la expedición hubiese llegado a
Tácana dos o tres semanas antes de la fecha
aproximadamente conocida, tercera semana de diciembre,
valdría la interpretación.

Otra interesante propuesta es la que corresponde al


Doctor José Jiménez Borja. Desconocemos si fue
publicada, por que fue tema de una de sus magistrales
conferencias. La elección de “San Pedro”, en cualquier
tiempo que hubiese sido hecha, hacía honor al nombre de
pila del principal, y luego único, encomendero del valle, don
Pedro Pizarro.

El autor de esta obra se permitió esbozar, en un


artículo periodístico, una tercera hipótesis. Cuando
Almagro partió a Chile encargó a su lugarteniente Rui Díaz
para que le llevase en tres navíos, que había comprado,
refuerzos, armas, víveres, ropa y cabalgaduras. El primero
que se envió, llamado “Sanct Yago”, zozobró frente a
Chincha. El segundo, conocido como “Santiaguillo”, llegó
a “duras penas” a la costa de Chile. El tercero, nombrado
“Sanct Pedro”, levó anclas, a principios de noviembre de
1536, al mando del Maestre Pedro Gallego. Agotada su
bodega y escasa su agua, los tripulantes del “Sanct Pedro”
se vieron precisados a recalar en algún punto de la costa de
la extensa provincia de Tácana, posiblemente La Quiaca,
quizás Arica, o, tal vez, el Morro de Sama. Cuando los
tripulantes bajaron a tierra para procurarse agua y víveres
las tácanas formaron “sus filas en la playa resueltos a
impedírselo”. Los españoles, precipitadamente se
embarcarían y los changos, en sus frágiles flotadores,
rodearían amenazantes al “Sanct Pedro” impidiéndole
zarpar hacia el sur. Así estarían algunos días presas del
pánico, en alerta permanente, clamando al Santo Patrón del
barco por un milagro. Almagro, que ya venía de regreso,
tuvo en el pueblo de Pica noticias de “que el navío de Sanct
Pedro estaba surto en un pueblo de la provincia de Tácana y
que los indios daban guerra a la gente de mar”. De
inmediato Almagro mandó al capitán Joan de Saavedra,
con treinta “de a caballo con toda la diligencia y brevedad
posible” para que los socorriese. Cuando al término de tres
días la vanguardia de Saavedra anunció, con una densa
polvareda, su presencia en el litoral tacneño; los
bloqueadores dejando en libertad a los desesperados y ya
exhaustos tripulantes del “Sanct Pedro” huyeron a los
“Altos”. Este aparente prodigio, atribuido al Santo Patrono
de la embarcación, pudo ser el motivo de la elección de San
Pedro como titular de la doctrina de Tacna.

Dos de las tres, y hasta cuatro hipótesis, no


consideran un hecho definitivo: que las denominaciones de
los Patrones sólo comienzan a darse con posterioridad al
establecimiento de las ciudades, las villas y las
Reducciones, signo inequívoco de haberse elegido e
impuesto al momento de su instauración respaldando la
propuesta de Jiménez Borja. En 1572 vivía Pedro Pizarro,
manteniendo su encomienda de Tácana y residiendo en
Arequipa como un acaudalado y poderoso señor.
Patrono de la Reducción de Tácana

San Pedro de Tácana, Patrono de la doctrina.


(Fotografía de la imagen más antigua que existía
en la Parroquia. Fue traída en tiempos de la Reducción)

18
El Pueblo de San Pedro de Tácana
Por su jerarquía los asentamientos que se erigieron
a partir del poblamiento español fueron: ciudades, villas y
“pueblos de indios”. Establecido como reducción el
“Pueblo de indios de San Pedro de Tácana”, perteneció a
este tercer orden.

La concepción urbanística de los “pueblos de


indios” difería de la que se tenía respecto de las ciudades
europeas del Renacimiento.

Las ciudades europeas medievales, tugurizadas y


caóticas, distaban mucho de las renacentistas que
aspiraban a un diseño de ciudad ordenada, lineal, y
geométrica. El espíritu renacentista, que tanto estimaba el
equilibrio y la proporción, tuvo, en el viejo Mundo, contadas
oportunidades para efectivizar el diseño armónico de una
ciudad desde su fundación. El poblamiento de América fue
la gran oportunidad.

Las ciudades “tipo europeo” en América buscaban


reproducir un diseño cuadriculado, como un tablero de
ajedrez, con su plaza principal rodeada de los principales
edificios públicos: la iglesia, la casa de gobierno, el
cabildo, la cárcel, etc.

El plano de las Reducciones o “Pueblos de indios”


era mucho más simple aunque reproducía, en pequeño, la
concepción europea: una calle principal angosta y recta,
orientada generalmente de oeste a este; interrumpida en
tramos regulares por cuatro o cinco callejuelas
transversales denominadas “traveseras”. A ambos lados de
la calle principal se disponían las manzanas asignadas a
cada ayllu para su reparto equitativo entre las familias que
lo conformaban.
El sitio escogido para establecer la reducción o
pueblo de indios de San Pedro de Tácana obedecía a las
recomendaciones dadas por la corona para tales casos. Se
cumplió, para el efecto, seleccionando “el lugar más
apropiado y de buen temple, con abundancia de tierras de
cultivo, agua, pastos, montes…”.

Pero también, en el caso del establecimiento de la


Reducción de “San Pedro de Tácana” se respetaron
ancestrales concepciones del peruano prehispánico en lo
referido a la construcción de ciudades y demás obras
civiles, militares y religiosas, esto es la de no destruir
campos de cultivo. Para el efecto el Capitán Juan
Maldonado de Buendía escogió una pequeña pampa con
restos aluviónicos que en épocas pretéritas habían formado
los desbordes del Caplina y del Caramolle; próximo al
cauce del río Caplina para facilitar la regular provisión de
agua pero, a prudente distancia de su caudal para
protegerse de sus sorpresivas y destructoras “entradas”
estivales.

La actual calle “Zela” constituyó la “Calle


Principal” de la Reducción, único jirón longitudinal y eje de
la distribución urbana. De allí la estrechez y notable
rectitud que permanecen hasta nuestros días. Cumple ésta
con los criterios urbanísticos señalados: las viviendas con
“puerta a la calle” orientadas de suroeste a nordeste. Así
sus frenteras y patios aprovecharían más horas de sol todo
el año y el poblado se protegería de los vientos.

Cada una de las cinco cuadras que entonces tenía la


referida vía, comprendidas entre los actuales jirones “Arias
y Aragüez” y “Francisco Laso”; medía, aproximadamente,
100 varas españolas. Esta arteria principal estaba cruzada
transversalmente de sureste a noroeste por “traveseras”
que son los actuales jirones “Deustua”, “28 de Julio”,
“Unanue” e “Inclán”.
Originalmente se suponía que la asignación de
sitios a los “tributarios”, para la construcción de sus
viviendas, se había realizado de manera individual o
familiar, como en el caso del otorgamiento de solares en las
recién fundadas ciudades para los españoles. En las
ciudades y las villas los solares, de dimensiones similares,
se entregaban en propiedad a cada uno de los vecinos
fundadores.

En las “reducciones” o “pueblos de indios” la


asignación se hizo de distinta manera. En el caso de Tacna,
y seguramente en el de otras actuales ciudades que
comenzaron siendo reducciones de indígenas, se asignaron
“solares” colectivos de una o media manzana según el
número de indios tributarios para ser ocupados por cada
uno de los ayllus. Dentro de éstos, seguramente cercados de
tapial, debieron acomodarse los naturales en rancherías
tugurizadas y precarias.

Todavía en 1718 se señalaba, como lindero de una


propiedad que se vende, a la “ranchería y sitio del ayllu
Silpay”.
Ubicación de los Ayllus en la Reducción
A CA AYLLU TONCHACA
CH A
TON
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L L
L A
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A
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A

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A

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LEYENDA
LL

A
O

R
C

A Q 1 Manzana asignada al ayllu Pachía


LU

I 2 Manzana asignada al ayllu Tonchaca


L

3 Manzana asignada al ayllu Silpay


AY
N

4 Manzana asignada al ayllu Olenique*


E
ANA
LL

A
L

Y
CO

L
U

* Desde inicios del siglo XIX OLENIQUE comenzó


LL

L U O a denominarse OLANIQUE y UMO se comenzó a escribir HUMO


AY

AYLLU SILPAY
Los Ayllus en el poblado
La ínfima documentación temprana referida a
Tacna imposibilita ubicar en el primitivo plano de la
Reducción el lugar que les correspondió a cada uno de los
ayllus del Repartimiento de Tacna. No obstante, gracias a
contadas menciones en escrituras públicas y a deducciones
logradas del estudio de remotas ventas a censo, se han
podido reconocer algunas.

Los indios de Pachía poseían como bienes de


comunidad lo que después sería la hacienda de “San José”,
ubicada en dicho paraje, y un “pedazo de solar” que
quedaba en la cabecera de pueblo de Tacna “saliendo de él
para el valle; que lindaba con casa del Capitán Pedro
González de Villena, por una parte y, por otra, con el camino
Real”. Como los “Pachías” nunca tuvieron la intención de
habitarlo terminaron sembrando alfalfa que, entonces, con
el apogeo del arrieraje, era uno de los cultivos más
rentables. El referido solar de la Reducción; que ocupaba el
ángulo formado hacia el nordeste por los actuales jirones
“San Martín” y “Arias y Aragüez”, alcanzando la mitad de
la cuadra con dirección hacia el actual jirón “Zela” y, por
“San Martín” más “arriba” de la mitad de la cuadra;
terminó siendo vendido.

Los naturales, tributarios del ayllu Tonchaca,


habían recibido la mitad sureste de la manzana que va de la
quinta cuadra de “Zela” hacia el poniente. En 1718 su
Principal, llamado Pablo Suayca, a nombre del común de su
ayllu, vendió a Silverio Coria el referido solar. En la otra
mitad de la manzana, más hacia el poniente, estaba “la
ranchería y sitio del ayllu Silpay”.

La Mitad Occidental de la Manzana que se extiende


desde la Cuarta Cuadra del actual jirón “Zela” hasta “2 de
Mayo”; pertenecía “al común de indios de Olenique”.
Lamentablemente, en otras escrituras, que refieren a
solares asignados al común de indios de Tacna, no se indica
el ayllu correspondiente. Cuando la viuda de Juan de Santa
María vendió parte de su casa señaló, como uno de sus
linderos, al “solar de los indios de Tacna”. Lo mismo refiere
Bernardo de Albarracín en la escritura de compra-venta de
un solar que hizo a don Francisco Bleson, precisando que,
por el fondo, lindaba con un “solar del común de indios de
este pueblo”.

El segundo recurso es más difícil y menos confiable.


Se trata de reconocer, a los primitivos dueños de los sitios a
través de las ventas de inmuebles “a censo”. Todavía en
1764, cuando don José López de Santana y hermanos
vendieron a doña María Fernández de Córdova un solar en
la llamada calle de “La Plaza”, que corresponde hoy a la
quinta cuadra lado poniente de “San Martín”; se incluyó
en el contrato de compra venta la obligación de la
compradora de seguir pagando un rédito “perpetuo” a
doña Marcela Quina, como heredera de los primeros
propietarios. En 1741 doña María Sánchez de Meneses
otorgó su testamento y última voluntad. Declaró en una de
sus cláusulas, ser la dueña de una casa, con tienda en la
calle, que entonces llamaban “de Beltrán”, hoy cuadra
primera del jirón “28 de Julio”, acera occidental. Declaró,
asimismo, haber cumplido con el pago de un censo perpetuo
de 60 pesos al año a favor de los herederos de don Martín
Quelopana, como principal del ayllu Olenique. El 15 de
octubre de 1715 otorgó testamento don Pedro Gascón Yáñez
de Montenegro y Paz declarando haber comprado un solar
en el pueblo de Tacna, de propiedad del capitán don
Fernando Martínez de Anaya “con la obligación de pagar
censo a los descendientes de Juan Bautista Quina”.
Lo Antiguo y lo Nuevo
Es probable que, establecida y poblada la
Reducción, a partir de 1572, se mantuviesen algunas
instalaciones de la época prehispánica.

Los “fundadores” debieron requerir un sitio para el


establecimiento de la capilla de la doctrina. Hay numerosos
indicios que permiten suponer que antes de la llegada de los
españoles casi toda el área que ocupa la tradicional “Plaza
de Armas” y terrenos aledaños, fue sitio donde estuvo
ubicado el más importante adoratorio o “huaca” de las
tácanas. Como era costumbre, entonces, sobre esos
derruidos murallones se construyó la primera iglesia de
Tacna. Este hecho provocó la extraña ubicación del templo
fuera de los límites del área establecida para la Reducción.

Recientemente, excavaciones realizadas en los


patios y corredores de la “Casa Basadre” han descubierto
muros de evidente labor prehispánica y que podrían
corresponder a “corrales ceremoniales” de esta huaca.

Un camino secundario que se desprendía del Gran


“Camino Imperial del Sur” a la altura de Para Grande,
ingresaba al antiguo poblado siguiendo la dirección de la
actual calle “Blondel”.

Así la Reducción de Tácana se diseñó enlazando el


primitivo poblado o “pueblo principal” prehispánico, en
proceso de desaparición; con los restos de lo que debió ser
un importante edificio religioso prehispánico y sobre cuyos
escombros se construyó la primera iglesia. Hacia el sureste
la población limitaría con la vegetación de ribera que
crecería junto al amplio cauce del río Caplina. Esta
depresión del terreno formada en épocas de avenida tendría
un ancho que llegaría hasta la actual calle “Bolívar”. Por
el amplio cauce del río de Tacna discurriría
caprichosamente el “Caplina” formando meandros e
isletas. Por el noroeste el pueblo terminaría en el eriazo que
más tarde se conocería como “Pampa de Caramolle”. Se
ubicaba entre los fondos o “puertas falsas” de las calles que
daban frente a la calle principal, hoy “Zela”, y lo que es hoy
la Avenida “2 de Mayo”. Por arriba limitaba con las
chacras del ayllu “Collana” que comenzaban a partir de la
actual calle “Arias y Aragüez”. Por abajo el pueblo
terminaba en las chacras del ayllu Aymará y una curva que
hacía el río a la altura de la actual calle “Mollendo”.
El Río Caplina

Como todavía se puede observar, en temporada de avenidas, el “cauce viejo”, del


Caplina discurría antiguamente por lo que hoy es el centro de la ciudad, dentro
de una amplia “madre” o cauce mayor, cambiando de dirección constantemente,
formando “ramales”, meandros e isletas y creando en sus bordes una vegetación
denominada “chimba”.

(Las fotografias corresponden a Calana y Cerro Blanco en el verano de 1999)

27
Modificaciones en el entorno
Económico
Diferentes factores influirían desde un comienzo en
el desarrollo de Tacna y la región. Aunque las fabulosas
minas de Potosí se descubrieron en 1545 sólo en 1565 se
creó, para su servicio, el Corregimiento de Arica y se
habilitó su puerto para embarcar las remesas de plata de
aquel fabuloso cerro. Antes del referido año el tráfico por la
vía de Arica no era intenso prefiriendo, los trajineros, la
ruta más abastecida y poblada aunque también más
prolongada que conducía al puerto de Quilca. Así en el viaje
de retorno los trajineros podían abastecer, con productos
ultramarinos, algunas ciudades de relativa importancia
como Arequipa. El uso intensivo de la rada de Arica debió
iniciarse por el año 1580 como consecuencia del
establecimiento del transporte marítimo del azogue de
Huancavelica desde Chincha. Hasta entonces se había
trasladado por la ruta de las principales ciudades serranas
hasta Potosí. Desde entonces este importante caudal
empezó a beneficiar a Arica. Para mayor fortuna de este
puerto y sus aledaños, especialmente Tacna, desde 1580 las
“mismas recuas que subían el azogue de Huancavelica
comenzaron a “bajar” casi toda la remesa de plata del
cerro de Potosí”.

Este hecho transformó la vida económica de la


región. En Arica surgieron dos actividades económicas muy
lucrativas: las actividades portuarias y el arrieraje. El
trajín, como también se denominaba a la actividad de los
arrieros, precisó cambiar a los auquénidos por mulas.
Entonces en las lomas de Ilo comenzó una nutrida crianza
de estas bestias de carga. Por su parte los valles de Lluta,
Tacna y Sama cambiaron sus cultivos tradicionales por el de
forrajes. Sus maizales se transformaron en extensos
alfalfares con importantes ganancias. Abiertos los
mercados altoperuanos dos nuevos productos comenzaron
a canalizarse por la ruta de Arica: los vinos y el ají. De
Moquegua, Locumba y valle alto de Tacna procedían
aquellos; de los valles de Sama y Tacna éste.

La ruta que siguieron los arrieros para “subir” al


Alto, desde Arica, debió ser, primero, por el valle de Lluta
con sus abundantes pastos y su agua permanente. Sólo
después de la fundación de Oruro casi todo el comercio y el
trajín de la plata y el azogue comenzaron a transitar por el
valle de Tacna.

Oruro fue fundado en 1606. Antes, el centro de


gravedad del Alto Perú se encontraba entre Potosí y
Chuquisaca; después de su fundación, con el
descubrimiento de importantes minas más al norte y la
prosperidad de la ciudad de la Paz, el núcleo se desplazó
más hacia el noroeste. Además, Oruro se ubicaba como a
medio camino entre La Paz y las más importantes ciudades
altoperuanas: Chuquisaca, Oruro, Cochabamba.

En esas circunstancias Tacna se constituyó en punto


de concentración y centro de acopio de la mayoría de
productos regionales destinados a las ciudades del Alto:
vino, ají, mulas, aceite, fruta seca, etc… provenientes de
Moquegua, Ilo, Azapa, Locumba y Sama.
Tácana en 1588
El 16 de abril de 1588 el cacique de los tácanas, don
Diego Caqui, otorgó, ante el Notario Eclesiástico don
Andrés de Tobar, su testamento y última voluntad.

Es éste un documento temprano de extraordinaria


importancia para investigaciones etnológicas, lingüísticas,
de historia económica y social, etc… De él es posible
extraer alguna información referida al desarrollo urbano.

En primer lugar cabe señalar que, a pesar de la


prohibición existente para que los españoles, mestizos o
personas de otras castas se estableciesen en las
Reducciones; Tácana estuvo habitada por gente de esa
calidad. En el testamento se nombran como vecinos del
lugar al referido Tobar, a un Alonso Muñoz Cancino, a Juan
Vizcaíno, a Juanes de Villamonte, a don Juan de Araníbar, a
Rodrigo Prieto y a Melchor de Acosta.

En segundo término, cuando el cacique detalla la


situación de sus bienes muebles hace referencia de otras
propiedades. Esto permite apreciar como, habiendo
transcurrido doce años desde el establecimiento de la
Reducción, todavía existían edificios construidos con
anterioridad. Es así como, inmediata a la “chimba” del
Caplina estaba la casa de un Baltazar Vicente, del que no
sabemos si era mestizo, peninsular o criollo. El propio
cacique declaraba poseer desde “antes de la reducción”
una cuadra de solar donde tiene su casa y aposento y una
bodega. Ya existía un templo, seguramente pequeño
todavía, donde destacaba el altar de “Nuestra Señora”.

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