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CAIMARI, Lila y SOZZO, Maximo - Historia de La Cuestion Criminal en America Latina PDF
CAIMARI, Lila y SOZZO, Maximo - Historia de La Cuestion Criminal en America Latina PDF
en América Lati
f] prohi/tofici
e d ic io n e s
Historia de la cuestión criminal en América Latina I lila Caimari... [et a !.];
editado por Lila Caimari; Máximo Sozzo - la ed. - Rosario: Prohistoria Ediciones, 2017.
388 p.; 22,5x15,5 cm. - (Actas í Dir. Carolina A. Piarzí y Paula Polimene; 29}
ISBN 97S-987-3864-67-4
1. Historia. 2. Criminología. I. Caimari, Lila II. Caimari, Lila, ed. III. Sozzo, Máximo, etf.
CDD363.250980
Este libro recibió evaluación académica y su publicación ha sido recomendada por reconocidos
especialistas que asesoran a esta editorial en la selección de los materiales.
© d e esta edición: _
Email: prohistoriaediciones@gmail.com
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Este libro se terminó de imprimir en Multigraphic SA, Buenos Aires, Argentina, en eí mes de
septiembre de 2017,
Impreso en la Argentina
ISBN 978-987-3864-67-4
t
Indice
Introducción
Historia y cuestión criminal en América Latina: expansión,
tendencias y desafíos
Lila Caimari y Máximo Sozzo.................................................................. 9
L ila C a im a ri
M á x im o S o z z o
1 Podemos mencionar algunas de las compilaciones que se han publicado desde los años 2000:
Aguirre y Buffington (2000); Salvatore, Aguitre y Joseph (2001); Gayol y K.esslef (2002); Bo-
hoslavsky y Di Liscia (2005); Caimari (2007); Candioti y Palacio (2008); Sozzo (2009); Caimari,
Bohosíavsky y Schettini (2009); Barriera (2010); Trujillo Bretón (2010); Salvalore y Barreneche
(2013); Johnson, Salvatore y Spierenbuigh (2013); Palma Alvarado (2015) y Gaieano y Bretas
(2017).
10 Historia de !a Cuestión Criminal...
dero dan por sentada la realidad de estos universos y, lejos de discutir su entidad
o la conveniencia de su estudio, apuestan a develar las especificidades de ciertos
delitos contra la propiedad a la vez que exploran su potencial para informar sobre
concepciones de trabajo y economía en sociedades que se insertaban en el mun
do según modelos capitalistas de exportación. La identificación de dimensiones
particulares de los imaginarios policiales argentinos y brasileños que iluminan ios
trabajos de Osvaldo Barreneche y Lucas Pereira se posa sobre discusiones previas
en relación con la génesis de los aparatos simbólicos de estas fuerzas, asumien
do que la construcción de un lazo subjetivo de pertenencia es una clave decisiva
para comprender la permanencia y el funcionamiento de estas instituciones. Así
pues, cuando se observa la escala de los análisis y su inscripción en discusiones
concretas y dinámicas, se desprende que estemos ante una producción que ya no
se interroga sobre su factibilidad ni justifica su existencia, sino que transcurre en
el seno de consensos sólidos al respecto. Y por eso mismo, avanza como avanza
la historia: a fuerza de ensayo y error, de cotejo critico, de territorios que se van
mapeando, de avanzadas sucesivas en las zonas temáticas por descubrirá
Como lo muestra el espectro que cubre esta compilación, el trabajo de los
investigadores también transcurre en diálogo con colegas de varios países, donde
se han dado procesos paralelos de desarrollo de los estudios, cuyos resultados se
cruzan y cotejan con regularidad creciente. Siguiendo la dinámica general de la
investigación histórica de estos afíos, se han abierto las fronteras geográficas de los
proyectos, saliendo de los centros urbanos a zonas rurales, desarrollando espacios
de análisis regionales y locales pero también transnacionales, comparativos y de
circulaciones, intercambios y redes que atraviesan las fronteras nacionales.
En este proceso de crecimiento ha sido fundamental el diálogo con otras dis
ciplinas, En una era4de fronteras por demás difusas y flexibles, esta tendencia a
inspirarse en los planteos de la antropología, la sociología, la criminología o el
derecho no sorprende, por supuesto. Pero sí es notable la asiduidad de contactos
entre perspectivas disciplinares que convergen o conviven, más o menos armonio
samente, en tomo de ciertos polos temáticos. La relevancia de los temas de este
campo de estudios en el debate público ha hecho que la producción guarde, desde
sus inicios, una relación ftierte (si no bien definida) con el presente. Esta relación
2 Es sintomático de esta maduración el nacimiento en 2015 de una Revislei de Historia de las Pri
siones, dirigida por José Daniel Cesano y Jorge Núñez. Más allá de hacerse cargo del devenir del
campo en su definición amplia, esta publicación define su foco de interés en las discusiones que
son propias de ta historia del castigo y tas instituciones carcelarias latinoamericanas, además de
seguir de cerca el estado de la historiografía internacional sobre el asunto.
12 Historia de k Cuestión Criminal,
3 Por nombrar dos casos recientes, ver ia Introducción de Barrenéete y Salvatore (2013) al volu
men colectivo El delito y el orden, que alude al problema de la inseguridad y la violencia en las
sociedades latinoamericanas contemporáneas, adjudicando a los historiadores un papel retevante
en esos debates. Y el volunten editado por Santamaría y Carey. Holence and Crime in la tin Ame
rica (2017) donde los ensayos de corte histórico aportan perspectivas a una discusión más general
sobre las tendencias actuales de la violencia en América Latina,
Intrvdltcáón 13
significa que fas diferencias disciplinares se hayan borrado. Lo que importa, más
bien, es que se avanza incorporando instrumentos adicionales a la caja de herra
mientas -p o r ejemplo, la teoría sociológica del delito, la observación etnográfica
de la policía o las burocracias penales, los procedimientos narrativos de la buena
crónica producida por periodistas y escritores en esta década de auge del género,
etc. Y a la inversa, tratando de aportar profundidad cronológica y complejidad
analítica en discusiones sobre el presente, que necesitan del espesor de la historia
para evitar que los esfuerzos por razonar más allá de las coyunturas inmediatas se
malgasten en visiones planas, Ideológicas y simplistas.
Este ejercicio no es sencillo y requiere de algunos resguardos. Las miradas
de largo plazo que la historia puede producir son más que (os supuestos antece
dentes del presente. Y para ser algo más que antecedentes supuestos, esos datos
“históricos” (resumidos en el primer capítulo de una tesis, o en la introducción
de un proyecto de ley) necesitan asumir que mirar hacia atrás es aceptar que las
cadenas causales no siempre son claras y que incorporar miradas de mediano o
largo plazo es algo más que un ejercicio de gestualídad superficial. Asimismo, si la
historia pretende estar a la altura de su lugar en la producción ¡nterdisciplinaria de
conocimiento sobre la cuestión criminal, deberá asumir que entender la naturaleza
histórica de estos objetos es más que lograr consensos sobre cómo eran las cosas
en un período dado, algo que en algunas zonas temáticas se ha ido logrando. Junto
a estos avances, sin embargo, persiste la pregunta más general sobre la naturaleza
histórica de estos objetos, sobre sus modos de evolución (o no) en el tiempo, so*
bre el tipo de periodizaciones que requieren, sobre los ciclos largos y cortos que
pueden distinguirse.
Los estudios aquí reunidos sugieren también hasta qué punto este campo ha
ido definiendo recortes en el seno de la disciplina histórica. La porosidad de los
bordes temáticos, una tendencia presente desde los inicios, puede ser pensada
como una forma de integración; los estudios iniciales sobre la criminología, la
prisión y la justicia penal -por nombrar áreas que acumulan más estudios histó
ricos- siempre se pensaron en relación con contextos sociales y económicos más
amplios, y en esa atención residía, precisamente, su diferencia con la historia del
derecho. Desde entonces, esa propensión se ha desarrollado aún más, haciéndose
caigo de temas qué antes podían ser la provincia de la historia social o económica,
como la cuestión del mercado de trabajo en el estudio de la prisión tai como apa
rece en el texto de Aguirre y Salvatore sobre las colonias penales aquí incluido, o
la cultura del dinero en el caso de tas prácticas de falsificación, como lo muestra el
14 Historia de la Cuestión Criminal...
aquel primer momento de interés en las hipótesis lombrosianas estuvo lejos de ser
acrítico. Muy por el contrario, el trabajo revela un arco nutrido de posiciones que
oscilan entre los extremos de adopción y rechazo, y tina gama de razonamientos
complejos donde la deferencia no oculta matices ni objeciones,
El trabajo de Jeremías Silva, por su parte, vuelve sobre la dimensión refor
mista de las corrientes de modernización de la prisión, que hasta ahora han es
tado fuertemente concentradas en la vuelta del siglo XIX al siglo XX (Salvaío-
re y Aguirre, 1996; Caimari, 2004; Nunes et ai., 2009). Su contribución avanza
en un período escasamente investigado, como es el de las gestiones radicales de
principios del siglo, prestando atención a los contextos políticos, cuya presencia
en los análisis disponibles ha sido algo esquiva. Su investigación demuestra que,
contrariamente a lo que se había asumido, las gestiones radicales fueron pictóri
cas de proyectos modemizadores de la prisión. Lejos de constituir una suerte de
contrapunto vacío a los períodos previos y posteriores, debe ser pensada en clara
continuidad programática con los proyectos reformistas más ambiciosos y mejor
conocidos.
Carlos Aguirre y Ricardo Salvatore se aproximan al mundo carcelario desde
un ángulo diferente, el de las experiencias de colonización penal en América La
tina. Su trabajo -texto de síntesis más que investigación en sentido estricto- des
cribe y compara el derrotero de largo plazo de cuatro casos, nacidos de la noción
ampliamente compartida en el siglo XIX de la conveniencia de deportar sujetos in
deseables de las grandes ciudades a rincones marginales necesitados de población.
Las experiencias en la isla Juan Fernández en Chile, el penal de Ushuaia en Argen
tina, la isla Femando de Noronha en Brasil y las Islas Manas en México ponen en
evidencia et recluso sostenido de los estados modernos a la figura de la expulsión
colonizadora. Conectando estas prácticas con ia configuración de los mercados de
trabajo de las sociedades continentales y los mecanismos de eliminación de ciertas
poblaciones (definidas en términos de raza, clase o adscripción política), el trabajo
ilustra también contrastes importantes en la ambición y ejecución, con algunos
casos acercándose a modelos reformistas modernos de castigo y colonización, y
otros subsistiendo apenas en los márgenes de los estados nacionales.
Los estudios sobre policía, que comenzaron circunscriptos a ta pregunta por
la represión política o social, constituyen una de las áreas de mayor avance en los
últimos años, guiados por preguntas sobre los procesos de modernización y pro
fesionalizaron de estas fuerzas, por un lado, y al lugar capilar, difuso y a la vez
fundamental que les cabe en la historia de la construcción estatal. Los límites del
18 Historia de la Cuestión Criminal...
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Los usos de Lombroso
Tres variantes en el nacimiento de la criminología
positivista en Argentina
M á x im o S o z z o
Introducción
esde mediados de los afíos 1880 en Buenos Aires es posible observar,
tanto en el campo médico como jurídico, algunos síntomas de la impor
tación del discurso “en ei nombre de la ciencia” acerca de la cuestión
criminal construido en el contexto europeo y, especialmente, italiano, a partir de
las innovaciones teóricas de Cesare Lombroso y sus colegas y discípulos.
En el campo médico, la Revista Médico-Quirúrgica -la revista médica más
importante en el país, que había comenzado a aparecer en 1864- publicitaba en
1885 el Primer Congreso Internacional de Antropología Criminal que se iba a
desarrollar en Roma, a partir del impulso de Lombroso (RMQ, 1885a: 147), Y
publicaba un pequeño artículo sobre los estudios de “antropología criminal” que
Lucio Meléndez y Emilio Corti -el más importante alienista y el más importante
higienista, respectivamente, en la corporación médica bonaerense- estaban lle
vando adelante en el asilo de locos de la ciudad: “...se han hecho mediciones
antropométricas de un cierto número de alienados criminales; más tarde se harán
las mismas en todos los asilados en el manicomio y, finalmente, para completar
tan interesantes investigaciones, se seguirán los estudios en los criminales de la
penitenciaria” (RMQ, 1885b: 226).
Se destacaba, en el mismo sentido, la tesis de medicina de Samuel Gaché,
Estudio de Psicopatología presentada en la Universidad de Buenos Aires (Gaché,
1886; ver también, Gaché, 1887). La misma Revista Médico-Quirúrgica publicaba
una noticia sobre su presentación y congratulaba a su autor porque demostraba su
competencia en “esa rama nueva y difícil de la ciencia”, “hacemos votos para que
el Dr. Gaché continúe en la senda de estudios en que se ha iniciado, para que más
tarde podamos llamarle el Lombroso argentino” (RMQ, 1886: 291).
En el campo del derecho, la Revista Jurídica -la principa) publicación perió
dica de este campo- también publicaba en 1886 un par de textos donde aparecían
referencias sintéticas a las ideas de la “Escuela Positiva” al presentar los debates
28 Historia ¿e la Cuestión Criminal,.
2 Esto se reforzó a partir de una segunda generación de intelectuales - y operadores del sistema
penal- encabezada por Francisco de Veyga y José Ingenieros, que comenzó a desarrollar sus ac
tividades académicas e institucionales hacía fines de la década de 1890. La literatura sobre el
desenvolvimiento de la criminología positivista en la Argentina, especialmente en este segundo
momento, con diversos énfasis, ha venido creciendo en los (iltimos años, véase Del Olmo (1981.
122-178; 1992); Huertas (1991:67-198); G eli(l992); Salvatore (1992, 1996, 2000, 2001, 2010.
2013,2016); Ruíbal (1993, 1996);Zimmemiann (1995: 126-172); Salessi (1995: 115-176); Scar-
zanella(l999: 11-100); Marteau (2003: 101-143); Caimari {2002,2004: 75-108, 137-163); Rodrí
guez (2006); Creazzo (2007); Dovio-Cesano (2009); Zapiola (2009); Núfiez (2009); Dovio (2010,
2016); Cesano (2005, 2009, 2012, 2015); Núñez y Cesano (2012, 2014, 2016); Núñez y González
Alvo (2015); González Alvo (20!3:61-91); Albornoz (2015: 208-252), ['oncili (2016); González
(2016); Oíaeta (2016).
3 Este trabajo se inscribe en el marco de una investigación más amplia sobre los usos de Lombroso
en la criminología positivista argentina, que abarca también el momento de su consolidación, a
partir de 1900.
30 Historia tk la Cuestión Criminal...
Adopción
Desde el mismo inicio del proceso de importación del discurso criminológico po
sitivista en Argentina se desataca entre los diferentes participantes la ruptura que
implica esta perspectiva “científica” con respecto a las posiciones “metafísicas”
del pasado, tanto católico como liberal, que caracterizaban al saber local sobre la
cuestión criminal desde su formación en los inicios del siglo XIX (Sozzo 2007,
2009, 2013b; 2015:59-194).
La imagen de Lombroso, como decíamos, es importante en esta reivindica
ción general. Encontramos frecuentemente en este marco una adopción de sus
ideas que deriva en una posición apologética acerca de sus aportes en tomo a
cuatro ejes fundamentales: a) la necesidad y justificación de la antropología crimi
nal como ciencia nueva y específica, fundada en el método positivo; b) el deter-
minismo como forma de pensar la comisión de delitos; c) la imagen del “hombre
delincuente” o “criminal nato”; d) el abandono del presupuesto del libre albedrío y
la adopción del imperativo de la defensa social frente a tos individuos delincuen
Los usos de Lombroso 31
4 Estos diferentes ejes tuvieron diverso peso, progresivamente, en e! trabajo de Lombroso. Como es
sabido, su libro fundamental L ' (Jomo Deünquente fije publicado por primera vez en 1S7<j Pero
luego tuvo otras cuatro ediciones {1878, 1884,1889 y 1896-1897). Además, claro está, existió una
vastísima producción intelectual del autor italiano bajo la forma de artículos y otros íibros sobre
temas relacionados. Pero restringiéndonos a su libro fundamental y sus diversas ediciones, es
posible señalar que el tópico de la “ terapéutica del delito" -^asociado al punto d )- aunque presente
en la primera edición comienza a tener claramente más fuerza a partir de la segunda edición de
1878 (Frigessi, 2003: 115). O la imagen del hombre delincuente -asociada al punto c}- empieza
a complejizarse sustantivamente a partir de la tercera edición de 1884 con una incorporación más
decisiva del diálogo con las ideas de la medicina menta! acerca de la “ locura moral” y la “epilep
sia" (Frigessi, 2003: 112, 178-188). Sobre el libro y sus vicisitudes y contenidos, ver también Gi-
bson y Hahn Rafter (2007). En los textos producidos en Argentina que analizamos en este trabajo
no siempre es del todo claro a qué edición de L ‘ (Jomo Delinquente tuvieron acceso los autores
-aunque por las fechas de publicación es posible descartar, en algunos casos, 1a cuarta y siempre,
la quinta edición. En algunos casos no queda claro que hayan tenido un contacto de primera mano
con el libro. Es preciso señalar que no existió una traducción com pleta al español. La traducción
francesa de A. Boumer y O. Regnier para Félix Alcán se publicó en 1887. En la portada se refiere
que se tradujo la cuarta edición italiana pero dado que la misma es de 1889, resulta más bien po
sible que haya sido la tercera edición de 1884, lo que se ve ratificado por su contenido (ver sobre
la recepción en Francia de Lombroso, Renneville, 1994). Alguno de los intelectuales argentinos
que escriben posteriormente a esa fecha han empleado dicha traducción francesa. Sobre estos ejes
fundamentales en la obra de Lombroso, ver Wolgang (1960); Darmon (1989: 33-58. 64-65); Pick
(1989; 129-139); Renneville <1994: 107-111); labadie (1995: 322-345); Gibson (2002; 1-55);
Frigessi (1995: 344-361; 2003; 97-116, 178-188, 197-208); Gibson y Hahn Rafter (2007: 7-15).
32 Misiona de la Cuestión Criminal...
5 Esta referencia a la “ausencia de sentido moral” como rasgo distintivo podría vincularse al diálogo
con las teorizaciones acerca de la “ locura moral" que el mismo Lombroso desarrolló. Pero también
puede originarse en las mismas exploraciones de Gaché sobre textos claves de la medicina mental
europea. En el campo médico en Buenos Aires existían desde hacía tiempo incursiones sobre este
tema que se plasmaran en diversas lesis de grado de la Universidad de Buenos Aires y en diversos
libros significativos (Córdoba, 1855; de la Reta, 1855; Mallo, 1864; Costa, 1876; Wilde, 1877; Ra
mos Mejía, 1915 [1878/1882]; Figueroa, 1879;Gaché, 1884, í886;Acevedo, ¡886; ver al respecto
Sozzo, 2015:279-280,351-367).
6 Cita luego la difusión de estas ideasen Buenos Aires. Además de su tesis de grado, Gaché mencio
na y analiza la tesis en derecho de Magnasco (1887), sobre la que volveremos más adelante. Sobre
esle otro precedente, señala sus puntos de disidencia y proclama que le gustaría verlo sostener “sin
temor, las ideas de la escuela antropológica” (Gaché, 18 8 7 :4 11-4 14),
Los usas de J^ombraso 33
7 Sobre las ideas de Ferri y Garofalo, ver SelIín (1960); Alien \1960); Dignefle (1998); Gíbson
<2002:40-54,151-153); Frigessi (2003: 197-229).
34 Historia de h Cuestión Criminal...
8 Esto no le impide reconocer que: “Contiene todavía muchas aventuradas o incompletas generali
zaciones poco fundadas que no revisten el carácter de certidumbre y evidencia necesarias para ser
admitidas como verdades científicamente demostradas” (Ramos Mejia, 1921; 126). En la misma
dirección se orienta en el prólogo del mismo año al libro de Luis M. Drago (Ramos Mejía, 1921:
S). También le atribuye a la Sociedad de Antropología Jurídica portería la tarea de ayudar a su
consoíidación. Dice: “Ella contribuirá con los datos de la antropología y la sociología argentina
indígena, de que Europa carece” (1888: 126).
9 Ramos Mejía cita la traducción francesa del libro de Lombroso de 1887(1888: 116). Es probable
que tuviera también acceso a textos menores del autor italiano que se orientaban en la dirección de
un diálogo con los conceptos de locura mora! y epilepsia. Pero también que esta referencia naciera
del contacto directo con las ideas de Maudsley al respecto y el debate que habían generado en el
contexto europeo. Ya en el mundo del derecho es posible observar e¡ impacto del autor inglés en
relación con sus ideas acerca de la epilepsia y, en general, de la relación entre la locura y el crimen,
en la tesis de Berho{!884; ver al respecto Sozzo, 2015: 208-221). Adem ases posible subrayar en
este sentido la inclusión de la noción de degeneración en ei texto de Ramos Mejía, elaborada por
More! y retomada por Maudsley y en principio, ajena al vocabulario lombrosiano. Por ejemplo,
sin dar mucho cuenta de las posibles contradicciones el autor argentino señala; “El atavismo, pri
mer fundamento de la inclinación innata al crimen, la suspensión del desarrollo, la degeneración"
(Ramos Mejía, 1888: 119). Esta noción de degeneración tenía ya una cierta presencia en el campo
médico en Buenos Aires (Giraud, 1876; Ramos Mejía, 1915; Güemes, 1879; Korn, 1883; ver al
respecto Sozzo, 2015:343-344; 403-404)
Lms usos de Ljimbroso 35
10 Aquí se observa un rastro del peso dado a estas formas de delincuentes no atávicos desde la según-
da edición de i *Uomo Delínquente de 187S (Frigressi, 2003: 115).
36 Historia de la Cuestión Criminal..
absoluta y perpetua”, para los segundos “la segregación temporaria y parcial, más
o menos graduada” (1888: 125).
Transacción
El texto tal vez más significativo de este momento de nacimiento de la crimino
logía positivista en Argentina fue el libro publicado en 1888 por Luis M, Drago,
Los Hombres de Presa (véase al respecto, Rodríguez, 2000:47-49; Marteau, 2003;
106-109; Creazzo, 2007: 48-49, 54-55; Salvatore, 2016). Este texto, originado
también en una conferencia dada el 27 de junio de 1888 en la Sociedad de An
tropología Jurídica, vehiculiza una fuerte recepción de las ideas de Lombroso en
lo que se refiere a algunos de los ejes fundamentales mencionados en el apartado
precedente -y muchos otros componentes menores- pero al mismo tiempo plantea
algunas impugnaciones con respecto a elementos importantes de los aportes del
autor italiano, activando una suerte de transacción, que no compromete completa
mente el lazo especial que plantea con el autor italiano - y más en general con la
Escuela Positiva italiana- contribuyendo también, pero de un modo más compie
jo, a ensalzar la centralidad de su figura en este campo de saber en formación en
estas latitudes.
En 1887, Drago ya había publicado un pequeño libro, El Procedimiento Cri
minal en la Provincia de Buenos Aires, en que analizaba críticamente los procedi
mientos penales en ese contexto e introducía una alabanza a la Escuela Positiva;
“Es sabida la revolución que han producido los trabajos del ilus
tre antropólogo Lombroso y como, de 1880 acá, ha surgido la
escuela positiva italiana cuyos más ilustres representantes son
Garofalo y Ferri, creadores de una nueva ciencia, la criminolo
gía. Dentro del nuevo sistema, el delincuente es solo una entidad
anómala, ya se trate de un lunático arrastrado al crimen por una
lesión patológica, ya de un degenerado en estado de salud que,
por atavismo, viene a quedar en retardo en ta evolución progresi
va de la moral, especie de salvaje que estalla dentro de la civili
zación o ya, por último, se esté en presencia de un individuo que
teniendo la aptitud para el delito en estado latente, es impelido
a él por la pasión o por circunstancias especiales del ambiente
en un momento dado (delincuentes natos, instintivos, fortuitos
en los cuales se comprende los por hábito adquirido). Una serie
interminable de experiencias ha demostrado que el delincuente
por fuerza irresistible ofrece caracteres especiales físicos y psi
cológicos capaces de distinguirlos de los autores ocasionales de
Los usos de Lombroso 37
Sin embargo, más allá de esta breve consideración, es en su libro de 1888 donde
este autor ingresa de lleno en la constelación de conceptos y argumento propios
de la Escuela Positiva.
Drago, como Piñero y Ramos Mejía, parte de enfatizar la “revolución” que
implica la adopción del “método positivo” en las “ciencias represivas” (1921: 29).
Señala como precursores de este cambio de rumbo que se hacía cada vez más im
perioso a Prospere Despine y a Cesare Lombroso, “cuyo nombre resuena en todo
el mundo civilizado”, quien en L 'i'Jomo Delinquente -haciendo referencia a la
tercera edición italiana de 1884- agregó al estudio de las anomalías psíquicas del
delincuente propuesto por el médico francés, el estudio de las anomalía somáticas,
generando un “movimiento” que se ha extendido rápidamente a nivel internacio
nal (1921; 3 1-32).12
Drago afirma que los rasgos morfológicos, somáticos y fisíonóniicos - a los
que describe con cierto detalle- pueden constituir un indicio importante para la
identificación del “hombre delincuente” pero que como la “nueva escuela” ad
vierte solo se presentan en 40% de los casos observados” (1921:38). De tos datos
11 Este libro fue positivamente reseñado en I 888 por Raffaele Garofalo en los Archivi di Pskhiatria,
Scienze Pertali ed Antropología Crimínate. También es reseñado positivamente por Lombroso en
la introducción a la edición italiana del libro de Drago de! que nos ocuparemos en este apartado
(1890: XXXII-XXXIV).
12 Reconoce, como lo bacía Ramos Mejía, que ía “nueva escuela” -e n tre cuyos “apóstoles" menciona
a Garofalo y Ferri- está aún en sus comienzos y “ faltan datos y observaciones” que “permitan
grandes generalizaciones", pero ya se “divisan amplios horizontes en un porvenir no lejano” (Dra
go, 192 ti 32-33).
38 Historia de la Cuestión Criminal...
cráneo métricos, sostiene con Benedikt y Rüdinger que solo “en raras ocasiones se
presentan como un signo seguro para la diagnosis del delito” (1921: 4 3 ).n Pero
señala que esto se debe a que se trata de una “ciencia en comienzo” y que no debe
inferirse de ello que ios “caracteres somáticos tengan escaso valor”, como lo se
ñala el mismo Lombroso (1921:44).14 Pero resulta indudable, a los ojos del autor
argentino, que las “anomalías psíquicas”, “por el momento", “ofrecen una garantía
mayor de verdad y constituyen, por consiguiente, un elemento más completo de
convicción para llegar al averiguamiento de la constitución criminal”, apuntando
centralmente a la “ausencia de sentido moral”15 -ilustrándola con referencias a
casos de criminales locales como Castro Rodríguez, Bergallo y Castruccio (1921:
46-48).16
Marteau ha afirmado sobre este punto: “Drago hace suya a toda voz la tesis
lombrosiana de que el origen del delito debe buscarse más allá de las manifesta
ciones psíquicas anómalas, en las degeneraciones somáticas del hombre y ello
bajo la consideración de sus características hereditarias” (2003: 107). Sin embar
go, Drago dice algo muy distinto aún cuando no por elio se deba entender que se
separe completamente del autor italiano (Creazzo, 2007: 48; Salvatore, 2016: 2).
El mismo Marteau luego señala, en esta dirección, que para Drago el delincuente
“más allá de las anomalías físicas que pueda padecer, es sobre todo un sujeto al
que le falta de manera absoluta toda noción de sentido moral” (2003: 108).17
Drago rescata -com o hacía Ramos M ejía- el parentesco establecido por
Lombroso entre el criminal nato, el loco moral y el epiléptico como “parte de una
misma familia natural” . Sin embargo, reseña las críticas que dicha relación suscitó
por parte de otros positivistas como Garofalo, Jacoby o Bendickt, planteando la
dificultad que sigue reinando en la nueva escuela sobre el punto (1921:55-63). Se
ñala incluso la contradicción en la que incurre, Lombroso que pese a afirmar este
parentesco también señala en la introducción a la traducción francesa de 1887: “el
criminal no es un enfermo, sino un cretino del sentido moral”. Pero en todo caso,
sostiene que no es posible ser concluyente al respecto (1921:63).18
Drago también discute afirmaciones de Lombroso acerca de las peculiarida
des de los criminales relacionadas con la inclinación a formar asociaciones des
tinadas a practicar el mal, la utilización de la jerga y el argot y el tatuaje -<jue los
emparentaría con los pueblos primitivos- la tendencia al juego de azar, al alcohol
y a las orgías. Para ello utiliza otras Sientes teóricas -especialmente, el trabajo de
Gabriel Tarde- pero también observaciones sobre el contexto focal -especialmen
te sobre los “lunfardos”, señalando haber conversado con algunos de “los princi
pales y más conocidos" (1921: 71-83).19
Pero tal vez el punto más importante en el que Drago se separa de Lombroso
es en la “embriología del crimen”, al poner en cuestión como factor causal al “ata
vismo”, al que la “nueva escuela" le da la mayor importancia, señalando que el
delincuente “es un tipo regresivo de salvaje que estalla deirtro de la civilización”
(1921: 85), planteando una larga cita de la traducción francesa de 1887 (1921:
86-87). Drago considera que las anomalías somáticas que llevan a Lombroso a
sostener “la hipótesis de una regresión específica” -y que, como ya había sosteni
do precedentemente, solo tienen un “valor relativo” en muchos casos- más que a
la “influencia de remotos antepasados en la evolución de las generaciones” debe
atribuirse a “causas más directas”, a una “degeneración adquirida o congénita de la
masa encefálica”, que en el segundo caso no se debe a “influencias lejanas” (1921:
88). De este modo “quedaría excluido el atavismo” y la “semejanza psíquica con
los lejanos antecesores sería puramente ilusoria” (1921: 89).20
1S En un sentido similar se orienta en el mismo año Osvaldo Piñero -quien era profesor suplente
de Norberto Piñero en la cátedra de Derecho Penal de la Facultad de Derecho de la Universidad
de Buenos Aires, a quien reemplaza en 1898- en un artículo titulado “Criminalidad y represión"
(¡888:294).
19 Esto es algo que resalta también Francisco Ramos Mejía en el prólogo de este libro, agregando
incluso con respecto al uso del argot una referencia autobiográfica (Ramos Mejía, 1921: 9-12).
Sobre la exploración del lunfardo de Drago, Salvatore(2016:4-5).
20 De nuevo Marteau incurre en una imprecisión a! decir respecto de Drago que toma “como base la
teoría lombrosiana del atavism o...’’, aunque luego aclara que también considera las críticas que
le fueron realizadas (2003: 108). En la misma dirección, parece orientarse Rodríguez (2006: 65).
40 Histeria ¿e la Cuestión Criminal...
Es claro que Drago se despega fuertemente de esta tesis (en el mismo sentido, Creazzo, 2007:48;
Salvatore, 2016:2, 11-12).
21 Sobre los “indios de museo" y la discusión de) “atavismo” y el evolucionismo en Drago, ver Sal
vatore (2016: 5-6).
L j :i s u s o s de L o m b r o s o 4 1
a buscar en otra parte los orígenes de toda civilización” (1921: 99)." En tomo
al “atavismo”, concluye Drago, “la teoría por probar demasiado, nada probaría”
(1921: 108).
A partir del rechazo del “atavismo” -citando a Tarde (1921: 120)- Drago
argumenta que la “degeneración” es el producto combinado de factores heredi
tarios y ambientales, cuyo peso relativo es difícil de precisar en el “estado actual
de los conocimientos”. Sin embargo, afirma la posibilidad de que “las influencias
hereditarias” sean “anuladas” por la “falta de condiciones apropiadas para su des
envolvimiento”, de modo que “et factor biológico existe tai vez pero es menester
el reactivo que produzca el movimiento” (1921:121-122), Y aclara luego: “El fac
tor biológico y el sociológico se combinan y compenetran tan íntimamente en la
producción del delito que no es posible prescindir del uno ni del otro” (1921: 123).
Drago considera que esto es verdad para los distintos tipos de criminales, siguien
do en esta argumentación a Ferrí -aunque no lo cita- y diferenciando el “criminal
nato o instintivo”,23 el “criminal fortuito o de ocasión”, el “criminal de profesión o
por hábito adquirido” y el “criminal por ímpetu de pasión" (1921: 122-123).
Por último, Drago se refiere con alarma al crecimiento de! crimen en Buenos
Aires y atribuye un rol preponderante en esta situación a la “benignidad de nues
tras leyes, a la insuficiencia de (as penas” (1921: 126). Señala, en la misma di
rección que Ramos Mejía -y siguiendo a sus maestros italianos- que sostener “la
doctrina científica que considera al criminal como el producto de una influencia
biológica derivada o actualizada por circunstancias sociales o famílicas”, argu
mentar esa “semifatalidad” del delito, no implica abrazar el camino de la “clemen
cia” sino todo lo contrario (1921: 131). Cita aprobatoriamente en este sentido una
sentencia judicial dictada ese mismo año en La Plata por el juez José N. Matienzo
-otro miembro de la Sociedad de Antropología Criminal—en la que reconoce las
“anomalías” del imputado detectadas por la “antropología criminal” como típi
cas del “hombre delincuente” pero que no deben ser consideradas “síntomas de
locura” pues de este modo se libraría del castigo a “los más grandes y peligrosos
22 A pesar de sus constantes referencias a lo “salvaje”, se pregunta Drago luego de dar cuenta de
algunas características de la “civilización" de ios Incas: “si no hay en todas las razas, cualesquiera
que sean sus caracteres étnicos, la potencialidad de desarrollo a que, por circunstancias especiales,
solo algunas han podido ¡legar” (1921: 104) -ver sobre este punto, Salvarote (2016: 7, 12).
23 Señala aquí que pese a que en este tipo de criminal las “circunstancias extemas” parecen no jugar
ningún ro¡, es preciso tener en cuenta que la “degeneración hereditaria" de donde nace su "anoma
lía" ha sido preparada “por el ambiente social a través de varias generaciones” (Drago, 19 2 1: 122).
42 Historia de k Cuestión Criminal..
criminales” (1921: 132).24 Drago sostiene que 'ia represión debe proporcionarse
al peligro que entraña el delincuente” y que aquí reside la utilidad de la “nueva
ciencia represiva” capaz de apreciar “el peligro de cada delincuente” de acuerdo a
la categoría a (a que pertenece -apoyándose en Ferri (1921: 134). De este modo,
dicha escuela le brinda a la “sociedad” nuevas “amias de precisión” en el marco de
“una estrategia científica en su lucha secular contra el delito” (1921: 138).
Hombres de presa generó un diálogo directo con Lombroso y sus colegas
que derivó en que el libro fuera traducido y publicado en italiano en 1890 -por el
impulso del intelectual turinés- con el título I Criminali Nati, con una nota intro
ductoria de casi 40 páginas de Cesare Lombroso mismo sobre “la difusión de la
antropología criminal”, dando lugar a un primer ejercicio de reversión del flujo de
circulación de las producciones discursivas en este campo de saber entre centro y
periferia (Drago, 1890; Lombroso, 1890).
Un año antes en Archivio di Psichiatria, Antropología Crimínale e Scienze
Penali, Enrico Ferri comenta este libro reconociendo “ideas originales sostenidas
por el autor, con mucha sagacidad y elocuencia y con un conocimiento perfecto
de todas las publicaciones no solo de la antropología criminal, sino también de la
filosofía científica” (Ferri, 1889: 102). Concluye: “No podemos sino alegramos
con el autor del brillante ensayo que nos ha dado, de su valentía no solo para di
fundir las nuevas teorías críticas sino también para someterlas a criticas originales
y fecundas y por tanto, corregirlas y completarlas” (Ferri, 1889: 103).
En la introducción al libro de Drago, Lombroso señala con respecto a la difu
sión de la antropología criminal que:
24 Dicha sentencia penal constituye uno de los primeros impactos de las ideas de fa Escuela Positiva
en la justicia penal en Argén ti na ( Matienzo, 1888: 307-308). Otro efecto aun de mayor importancia
se dio en la causa judicial contra Ignacio Monjes acusado de haber intentado matar al presidente
de la República, Julio A. Roca en 1886, en la que otro miembro de la Sociedad de Antropología
Jurídica, Antonio Pinero, va a ¡levar adelante en 1888 una pericia muy compleja y articulada que
declara el carácter anormal del imputado pero, al misnio tiempo, reconociendo la paradoja de que
la legislación vigente lo declaraba como tal irresponsable y mandaba dejarlo en libertad pese a su
carácter peligroso, por lo que realiza un alegato a favor de la reforma del derecho penal en función
de los principios de la nueva escuela {JCC, 1890; sobre este proceso judicial, ver Sozzo, 20 i 3a;
2015; 413-457). Dicho informe pericial file resumido, traducido y publicado en italiano bajo el
título “Delinquente poli tico ed assasino" en Archivio di Psichiatria, Antropología Crimínale e
Scienze Penali (Piñero, A., 1888), con una nota a pie de página del mismo Lombroso que señalaba:
“Estamos orgullosos de esta pericia antropológico-psiquiátrica tan completa y perfecta que hace
empalidecer las que se publican en Europa”. Lombroso se refirió también elogiosamente a este
informe pericial en la Introducción a la traducción al italiano del libro de Luis Mari a Drago, califi
cándolo de “¡an perfecto” “que no se suele ver ciertamente en Europa" (Lombroso, ¡ 890: XXX11).
El caso de Monjes va a ser referido brevemente por Lombroso en su libro Gii Anarchici de 1894.
Los usos líe Lombroso 43
Lo mismo, dice, sucede a nivel de Europa, donde son escasísimos los creadores y
pocos los cultores de la nueva escuela penal. Pero es en la “raza ibérica”, en Espa
ña y en Portugal y sobre todo en la América española y portuguesa que esta ideas
“han adquirido un gran desarrollo” (1890; Vil).
Luego de analizar la situación de la “nueva escuela” en España y Portugal
con un gran nivel de detalle (1890: VILXXXI), dedica un apartado a “América
del Sud” que se refiere casi exclusivamente a Argentina, subrayando la difusión
“extraordinaria” de las nuevas ideas. Cotí respecto a la obra de la Sociedad de
Antropología Jurídica - a la que nomina como “Sociedad de estudios psiquiátricos
y antropológicos”- afirma:
Y anuncia:
25 Confunde aquí a Francisco Ramos Mejía -que era abogado y había sido juez del crimen en la
ciudad de Buenos A ires- con su hermano José María Ramos Mejía -medico, alienista e higienista.
A este último lo había elogiado como “uno de los más potentes pensadores y de los más grandes
alienistas de los dos mundos”, haciendo referencia a su libro La Neurosis Je tos Hombres Ilustres
de lo República Argentino de 1878 (Lombroso, 1890: XXXI),
44 Hisfona de ¡a Cuestión Crimina!...
No parece casual que en la “respuesta” del maestro turinés se haga caso omiso al
rechazo de Drago del “atavismo” en la explicación de la “embriología del deli
to”, de sus dudas acerca del peso de las “anomalías somáticas” como síntoma del
“hombre delincuente”, o de la puesta en cuestión de la existencia de un único pro
ceso de “civilización” en el mundo ligado a la “familia indoeuropea”, que consti
tuyen, sin dudas, diferencias más importantes. Lombroso elige enfatizar el terre
no en común, busca trazar, mantener y promover el lazo intelectual entre lo que
visualiza como el centro y la periferia, reforzando la jerarquía más bien explícita
que describe en su texto en la distribución geográfica de “creadores” y “cultores”
de este nuevo saber sobre la cuestión criminal.16 Un rastro de este gesto se revela
en el título elegido para traducir el libro 3 I italiano, / Criminali Nati, reforzando la
conexión lombrosiana (Rodríguez, 2006: 266).
En el libro de Drago, este juego de la transacción puede dar lugar a impug
naciones más o menos contenidas de conceptos y argumentos del vocabulario
lombrosiano. Estas impugnaciones pueden estructurarse apelando a información
empírica del contexto local para sostener la falta de verificación de un enunciado
26 Incluso, más en general, Lombroso dice explicar esta distribución en relación con la “senilidad de
la raza”. Cuanto más vieja, paradojalmente, tantas más fuentes de “neurosis" y de “genialidad”.
De ahí que en América del Sud, una “raza más joven”, no haya habido “grandes revolucionarios
religiosos, científicos, sino que rápidamente afirmaron los descubrimientos y las ideas revolucio
narias de los otros” (Lombroso, 1890: XXXV, XXXVIII).
I A' usos de Lombroso 45
general elaborado “allá”, en los países centrales. A su vez, esa información em
pírica puede ser de primera o segunda mano -apelando a otros auiores que han
generado observaciones de distinto tipo. Aquí ei contexto, los problemas y las pre
guntas locales juegan un rol muy relevante (Salvatore y Aguirre, 1996:33; Sozzo,
2006: 380-381, 383; Salvatore, 2016: 1, 10-11). Pero también puede construirse
sobre la base de observaciones realizadas en los contextos centrales, articulando
la importación de otras voces gestadas en dichos escenarios. También puede dar
lugar, más ambiciosamente, a la elaboración -m ás o menos tentativa- de un enun
ciado general alternativo. En muchos casos, este enunciado general alternativo
también se nutre de otros ejercicios de traducción, de otras visiones generadas
igualmente en ios países centrales. En todo caso, en la operación de la transacción
se genera un espacio de inventiva e innovación para los intelectuales locales que
vuelve al proceso de importación más complejo que una mera adopción. Esto no
impide que se reconozca y mantenga el vínculo con lo importado -e n este caso la
obra de Lombroso- pero se vuelve más elemental y sus contornos más sinuosos y
flexibles. Drago, a su vez, podría incluso vanagloriarse de que precisamente por
esto se hace posible la reversión del flujo de circulación, dando lugar a su tumo a
una traducción en sentido estricto que permite que su perspectiva viaje desde la
periferia hacia el centro.
Rechazo
Los tentativos de importación del vocabulario criminológico positivista en Argen
tina, y especialmente los conceptos y argumentos de Lombroso, inmediatamente
chocaron -com o en otros contextos nacionales- con el rechazo radical de ciertos
juristas de derecho penal de orientación católica o liberal como Godofredo Lozano
(1889) o Guido Prack (1892). En estos textos es posible observar algo parecido a
un “choque de escuelas” (Creazzo, 2007: 50).
Sin embargo, también existieron esfuerzos intelectuales en este primer mo
mento construidos desde un punto de vista positivista, que abrazaron la necesi
dad de fundar un enfoque “científico” acerca de la cuestión criminal pero que
lo hicieron rechazando ejes fundamentales antes señalados de la perspectiva del
precursor italiano, traduciendo ideas de otros autores europeos relevantes que, en
sus propios escenarios, habían articulado dicho tipo de reacción. Estos esfuerzos
van más allá de la transacción que se observa en el libro de Drago -y que el mismo
Lombroso como otros autores claves de la Escuela Positiva italiana como Ferri y
Garofalo elogian- avanzando en una confrontación más clara que incluso compro
46 Historia de la Cuestión Criminal.,,
27 Específicamente menciona las dificultades para aplicar este método experimental en el contexto
local, por la carencia de precedentes y la ausencia de datos y observaciones {Magnasco, 1887: 23
4, 86-87).
Los usos Je Lea’l’roso 47
Aquí la imagen del delito como algo causado no anula la imagen del delito como
algo elegido, uniéndose estos dos elementos en forma compleja, más allá del “de
terninismo”, lo que tiene una valencia teórica dada por el rescate de nociones tra
dicionales como “libre albedrío”, “voluntad criminal” o “responsabilidad” (1887:
54-56, 113-114), pero también práctica, ya que esto implica mantener la división
de las personas que cometen delitos entre aquellos que son definidos como “insa
nos" y los que no lo son, generando respuestas alternativas por parte de la justicia
penal (1887: 109-145).
Magnasco reconoce la existencia de criminales “por instinto” o “natos”, “que
obran arrastrados por tendencias o inclinaciones congénitas generalmente heredi
tarias”, pues “está claramente demostrada por la observación y lo ha comprobado
la ciencia positiva” . Pero aclara inmediatamente, en relación con su argumento
etiológico débil, que ello no implica descartar su responsabilidad subjetiva ya que
“las tendencias son perfectamente resistibles por regla general”. También recono
ce otros dos tipos de delincuentes: por “hábito” y “por ocasión” (1887: 81).
Estos tres tipos de criminales implican tres clases de “causas inmediatas"
de este “estado patológico moral”, que incluso pueden actuar conjuntamente:
herencia, costumbre y circunstancia (1887: 83-84). Con respecto a la herencia,
en particular, sostiene que la “ciencia ha constatado ya perfectamente el hecho
de la transmisibílidad efectiva de las aptitudes y defectos morales” y por ende,
la existencia de “infractores con tendencias innatas, naturales al delito”, citando
a Lombroso (1887: 84, 87). “La categoría de los criminales natos, con tenden
cias naturales poderosas a la infracción se halla pues justificada” (1887:90). Pero
también afirma -e n una dirección contraria a Lombroso- que estas “tendencias
congénitas” pueden ser contenidas e incluso destruidas a través de un “régimen
preventivo” conveniente ligado a la “educación moral” (1887: 154-157). Dicho
régimen resulta más fácilmente efectivo en los otros tipos de delincuentes y es, a
su vez, la base de la “terapéutica” destinada a la “reforma del preso” -que es, sin
embargo, valorada un tanto escépticamente (1887: 187-188).
A. pesar de que esta diferenciación de tipos de delincuentes -y la categoría del
“criminal nato”- resulta inspirada en el trabajo de Lombroso -com o lo reconoce
indirectamente (1887:90)- Magnasco va a dedicarse a criticar la visión et ¡ológica
de la “antropología criminal”. Describe las afirmaciones lombrosianas -tal como
aparecen en la segunda edición de L 'Uomo Delínqueme de 1878 y en las presen
taciones en el Primer Congreso Internacional de Antropología Criminal- en tomo
a las características físicas del cráneo de los criminales, de su fisonomía, su sen
48 Historia de la Cuestión Criminal.,
28 Magnasco señala que este énfasis representa una continuidad y ampliación de los estudios freno
lógicos de Gal! y sus discípulos y apunta que aquella doctrina primitiva resultó desacreditada pues
su presupuesto fundamental de la localización cerebral de las facultades psicológicas, afectivas o
morales era “puramente arbitrario” -aun cuando reivindica que “estas tendencias instintos y cua
lidades tengan un centro cerebral” pero que aún no ha sido “ localizado y delimitado” (Magnasco,
1887:99-101).
29 Sin embaído, Magnasco afirma que es posible encontrar tras “la densa nebulosa de afirmaciones
audaces, de caprichosas conclusiones, exageraciones, ridiculeces y bizarras extravagancias, un
núcleo de verdad segura, consistente, inconmovible” . Sostiene que resulta “imposible afirmar hoy
categóricamente que existe una causa del delito en el individuo que presente tal o cual conforma
ción", pero que la antropología ha apuntado un principio, “para nosotros indudable” : “ es posible
que por regla general a conformaciones semejantes correspondan caracteres o inclinaciones seme
jantes”. Sobre este principio el futuro “progreso científico” seguramente generaría, de acuerdo a su
visión, bases más firmes que las disponibles (1887: 107). Pero mientras esto no se produzca, hay
que evitar en la “etiología del delito” la ¡dea de que la misma puede ser “obtenida exclusivamente
mediante el examen de las características físicas de los sujetos” (1887: 108).
Los usos de Lombroso 49
30 Esto no impide que comparta otros elementos con Lombroso -adem ás de la fe en el método posi
tivo- como la posibilidad de clasificar tipos de delincuentes y el reconocimiento del tipo de “cri
minal nato o por instinto”, dándole peso a la herencia como factor causal (aunque con la limitación
señalada más arriba).
í l Cita explícitamente los debates producidos en ese Congreso, especialmente las críticas de Ma-
nouvricr a las ideas de Lombroso (Dellepiane, 1892: 43-44, ver también 36, 50-SI),
32 Rastros de algunos de estos intelectuales europeos críticos de Lombroso se encontraban también
en Drago y Magnasco, pero adquiere una centralidad mayor.
50 Historia de ¡a Cuestión Criminal..
33 Dellepiane distingue de estos ejercicios, aquellos que frecuentemente se han orientado a extraer
consecuencias normativas para la reforma del derecho penal, mostrándose escéptico acerca de
que las aplicaciones del método positivo hayan dado bases suficientes para hacerlo. Y elogia en
este sentido el proceder cauteloso de la Comisión para la Reforma del Código Penal en Argentina
integrada por Rivarola, Matienzo y Piñero, que produjo el proyecto de 1891 (1892: 17-21).
34 Dellepiane ataca aquí también otras construcciones teóricas que considera que van en una direc
ción semejante aunque no se relacionan fuertemente con el trabajo de Lombroso, como la iden
tificación del delito y el delincuente con la enfermedad y el enfermo (Dellepiane, 1892: 53-56),
con la locura (1892: 57-66), con la neurastenia ( 1892: 67-76) -incluyendo una referencia critica al
vínculo de estas ideas con las posiciones de Lombroso (1892: 73)- y con la degeneración (1892:
77-85).
35 Aunque en algún caso también cita la segunda edición de 1878 (Dellepiane, IR92: 61). También
cita L ‘ Uomo di Genio publicado en 1888 {1892: 67-68) y un texto en francés de Lombroso de
1892 titulado Nouvelles Recherches de Psychiatrie et d'Anthropoiogie Crimine!le (1892: 89).
Los r¿sos Je Lambroto 51
36 Como Magnasco, esto no lleva a Deílepiane a declarar completamente inútil una antropología
criminal que en el futuro podría dar nuevos frutos, pero refuerza la impugnación de las conclusio
nes de esta empresa hasta el momento -rescatando la conclusión del II Congreso Internacional de
Antropología Criminal de 1889 acerca de la necesidad de continuar este género de investigaciones
“con una atención minuciosa y un criterio severo” (1892: 5 1).
37 Dice d e Lombroso que resulta “tan paciente en la observación de los hechos como precipitado en
la generalización de principios eminentemente relativos” (Dellepiane, 1892: 87-88).
52 Historia de ¡a Cuestión CrimumL.
38 En otro momento, Dellepiane discute también las ideas acerca de la predisposición de ciertas
razas al delito planteadas por Lombroso, señalando que implican una “exageración” y que las
“diferencias que se notan entre los pueblos, def punto de vista de la moralidad, no son sustanciales
y se deben m is a !a acción de circunstancias sociológicas que a la influencia de la raza" (1892,
157-160).
Les usos de Lombroso 53
Esto lo lleva a afirmar que “la explicación sociológica del delito es insuficiente”.
Las influencias sociales -como las biológicas- en la producción del delito existen
pero “no son irresistibles”: “El hombre no va fatalmente al delito, en virtud de esas
influencias como la piedra que cae, cuando se la abandona a la acción de la gra
vedad” (1892: 139). “¿Dónde está entonces, ta causa de los delitos? La causa esta
simplemente en la perversión del criminal, en su voluntad depravada”, que se deja
vencer y arrastrar por “las pasiones” que constituyen los “móviles eternos de todos
los delitos” (1892: 140). Dellepiane argumenta que no existe ninguna diferencia
morfológica o fisiológica entre el hombre delincuente y el hombre honrado, pero
tampoco existe ninguna diferencia psíquica ligada a la ausencia de sentido moral
-com o lo sostuvieron Despine y Garofalo. Y cita textualmente a Tarde al respecto:
“La psicología del asesino es en el fondo la psicología de todo el mundo y, para
descender a su corazón, nos basta sondear el nuestro”, para concluir que el crimi
nal “psíquicamente considerado”, no constituye “una especie dentro de la especie”
(1892: 146-147). Para Dellepiane el delito es el producto de un “decaimiento”,
de una “perversión”, de una “depravación”, de una “degradación” que puede ser
estimulada “por influencias del orden físico y social” pero es en su mayor parte
“un producto de la libre voluntad del individuo” (1892: 148). Esta sería “la expli
cación psicológica de! delito” de la que incluso sostiene que es “la única que puede
admitirse, en nuestro concepto, en el estado actual de la ciencia” ( 1892: 152).-“
39 En la segunda parte de su libro, Dellepiane utiliza las exploraciones teóricas realizadas en la pri
mera parte para dar cuenta de las “causas del delito en la Argentina", poniendo el énfasis, sin
embrago, en las “condiciones sociológicas” (1892: 274). De este modo se refiere al impacto de la
crisis económica en el aumento de la criminalidad (1892: 281-285), al impacto de la guerra (1892:
286-289), eíc. No faltan algunas referencias introductorias a la composición étnica de la población
argentina, pero para afirmar la falta de influencia de la raza (1892: 249-257), También hay referen
cias a las condiciones de vida y las características de la psicología del gaucho (1892: 264-274).
54 Historia de la Cuestión Criminal...
A modo de cierre
A lo largo de este trabajo he tratado de analizar el rol que jugaron los conceptos
y argumentos de Lombroso en el nacimiento de la criminología positivista en Ar
gentina. Sin duda se trató de una presencia central. Pero la misma no se tradujo
en una única actitud de los intelectuales locales que articularon este proceso de
Los usos de Lombroso 5S
40 He rescatado, reelaborado y desarro]lado aquí una primera aproximación a las diferentes operacio
nes de importación cultural de vocabularios criminológicas entre el centro y la periferia que había
planteado en Sozzo (2006:379-382). Considero que existen fuertes similitudes con los argumentos
en tomo a ta “recepción” -m ás allá de las preocupaciones sobre la “originalidad” y la “ contradic
ción”- que se están dando en la historia intelectual argentina. Ver para una presentación reciente,
Tarcus (2014: 50-78).
4 1 Esto es válido, incluso, para !as traducciones en sentido estricto, trúdutore traditore (Sozzo, 2006:
377),
56 Historia de la Cuestión Criminal...
Estos diversos usos de Lombroso permiten a los intelectuales locales que rea
lizan estas distintas operaciones de adopción, transacción y rechazo recortar sobre
el fondo de la genérica actividad intelectual una incipiente identidad y jurisdicción
en el mundo del saber como autoridades o expertos sobre la cuestión criminal.
Además este uso, en sus diversas variantes, permitía recubrirse del prestigio social
y cultural asociado a lo europeo y a la ciencia, como fuentes de lo “civilizado” y
lo “moderno” en el contexto local, en eí marco de un proceso cultural más amplío
(Salvatore y Aguirre, 1996: 5; Salvatore, 1996: 195; Sozzo, 2006: 382-384). Este
revés de la trama de la importación cultural es crucial para la comprensión de
su producción y reproducción -¿incluso hasta ei presente? (Carrington, Hogg y
Sozzo, 2016).
Lombroso es usado en forma polivalente en el nacimiento de la criminolo
gía positivista en Argentina. Por tanto, este vocabulario teórico sobre la cuestión
criminal nace, como ío anticipábamos, gracias y a pesar de Lombroso. Y adquiere
por lo tanto una pluralidad que no está exenta de conflictos y luchas intelectuales.
En gran medida, consideramos que este legado se transporta a la fase de consoli
dación de la criminología positivista argentina que se abre a partir de 1900, cosa
que nos dedicaremos a mostrar en exploraciones ulteriores.
58 Historia de h Cuestión Criminal..
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Las policías de Santiago de Chile en el siglo XIX
( 1822- 1896)1
D a n ie l P a lm a A l v a r a d o
L res salidos de las mismas filas de las instituciones policiales. En sus obras
plasmaron un primer bosquejo de la trayectoria de los distintos cuerpos
que cumplieron ftincíones policiales desde finales del período colonial, con un
guión ceñido en lo medular a los hitos fijados por las leyes y reglamentos que les
dieron origen.2 Estos relatos corporativos aportan abundante información sobre
los más variados aspectos de la vida institucional y constituyen un valorable punto
de partida para ampliar el foco hacia una historia social y política de las policías
que aún está pendiente. Una historia que recoja también las preocupaciones de la
ciudadanía que diariamente debe renovar su convivencia forzada con los omnipre
sentes “representantes de la ley y el orden”.
¿En qué contexto y bajo qué premisas ideológicas se establecieron los ser
vicios policiales en el país? ¿Cuáles han sido históricamente los alcances de sus
labores? ¿Cómo se reclutaban y formaban sus integrantes? ¿En qué condiciones
materiales desempeñaron su misión institucional? ¿Cómo se relacionaron los dis
tintos cuerpos con los gobiernos y con la población? Desde luego, hay mucho
trabajo por hacer para reducir nuestra “ignorancia sobre el pasado de la policía”,
como lo expresara hace un tiempo Lila Caimari (2012: 20), y así contar con ma
yores antecedentes que contribuyan al debate sobre el lugar de las policías y la
naturaleza de su poder en el Chile actual.
En este artículo presentamos algunos de los rasgos que marcaron el largo
proceso de conformación de fuerzas de policía en Chile durante el siglo XIX, a
partir de la experiencia de la ciudad de Santiago, poco divulgada y escasamente
sistematizada hasta la fecha. Consideramos el arco temporal que se inicia con el
1 Este articulo es un resultado del proyecto FONDECYT núm. 1130623. Mí mayor gratitud hacia
Vania Cárdenas y Camilo Plaza por su valioso trabajo en la revisión de archivos y prensa.
2 Recomendamos el trabajo de Urz0a(1936) y los libros de Miranda Becerra, en especial (2006). Un
análisis de estas historias corporativas en Palma Alvarado (2014: 3-13).
72 Historia de la Cuestión Criminal...
contrario, eran penados con una multa o el arresto en caso de negativas reiteradas.5
Urzúa considera con razón a los alcaldes como “los primeros jefes policiales de
barrio” (Urzúa, 1936:49).
Esta primitiva organización parapolicial (¿protopolicial?) no estuvo en con
diciones de responder a los múltiples problemas que se presentarían en una ciu
dad convulsionada. Al iniciarse la década de 1820, abundaban las quejas por la
inseguridad reinante, especialmente en (as noches; los alcaldes denunciaban una
y otra vez el escaso apoyo que recibían de los vecinos para patrullar las calles o
el desconocimiento de su investidura por parte de militares y guardias nacionales;
mientras, el cabildo y la intendencia se enfrascaban en interminables disputas de
competencia debido a la imprecisa delimitación de las tareas de baja policía, como
el aseo y el abasto de la ciudad, y las de alta policía, vinculadas a la seguridad.
En este contexto, el director supremo Bernardo O ’Higgins concretó un largo
anhelo de los vecinos de la capital y ordenó la formación de un cuerpo de serenos
que se estructuró a partir de los criterios definidos en un reglamento fechado el
30 de junio de 1822. Comenzaba, de esta manera, el proceso de organización de
una fuerza de policía bajo la supervisión de la intendencia de la provincia, la que
actuada independientemente de las rondas vecinales encabezadas por los alcaldes
de barrio.
* Fecha en la cual se decretó la disolución de los cuerpos de vigilantes y serenos. La Brigada empezó
a operar como tal el 22 de enero de 1851. No hemos podido localizar reglamento alguno.
Serenos, 1822-1850*
Los serenos de origen ibérico existían en algunas ciudades de Latinoamérica des
de finales del siglo XVIII y prestaban un servicio de vigilancia exclusivamen
te nocturna. En vista de los resultados positivos producidos en otros lugares, su
establecimiento venía siendo demandado por los vecinos de Santiago hacía ya
dos décadas como la solución más idónea para gobernar las noches e impedir los
frecuentes robos. La ampliación del alumbrado público y la presencia permanente
de centinelas armados eran las medidas con las cuales se esperaba ahuyentar a la
drones y bandidos, vigilar la moral y las buenas costumbres y, en general, prevenir
los delitos.
El cuerpo de serenos adoptó una nomenclatura militar y debía componerse
de un comandante, secundado por cinco cabos y una tropa de ochenta soldados o
serenos de a pie y a caballo que, se esperaba, salieran a rondar las calles armados
de “dos pistolas, alabarda y sable” . Fue designado como primer comandante José
Alvarez de Toledo, quien dependía del intendente de la provincia con la obligación
de informar diariamente todas las ocurrencias de la noche. El cuerpo se financiaría
con una “contribución de serenos" que gravaba los almacenes, tiendas, pulperías y
las viviendas que se verían beneficiadas por la vigilancia, cuya cobranza también
era normada en el reglamento de I822.s
Los serenos, definidos como “los custodios de la seguridad del vecindario
contra toda invasión nocturna” (artículo 25), tenían que prestar una serie de ser
vicios comunitarios: desde el anuncio en voz alta de la hora y el tiempo; la inter
vención oportuna ante temblores e incendios; la búsqueda del médico, partera o
de un confesor en caso de emergencias nocturnas; hasta labores más propiamente
asociadas a la seguridad, como la vigilancia de sospechosos, la persecución de
delincuentes y la custodia de los recintos comerciales. Si se registraba algún robo,
el sereno a cargo del sector era arrestado como presunto autor o encubridor, hasta
que un juez determinara lo contrario. Las faltas, usualmente el abandonar el pues
to, quedarse dormido o andar en estado de ebriedad, redundaban en tres días de
prisión y la expulsión del cuerpo en caso de reincidencia.
No disponemos de muchos testimonios sobre el desempeño de los serenos a
lo largo de la década de 1820, pero es claro que asumieron un papel fundamental
4 En otro trabajo he analizado en detalle la historia de los cuerpos de serenos, que sirve de base a las
páginas que siguen. Véase Palma Al varado (2016).
5 El Reglamento en cuestión se transcribe en Peri Fagerstrom (1993}; “Los Serenos de O’Higgins”,
en Revista de Carabineros, núm. 460, Santiago, pp. 27-30. Ver también Miranda (2006: 44-47).
76 Histeria de la Cuestión Criminal...
Los rasgos más pintorescos de estos guardias nocturnos -com o el canto de la hora
que tanto irritaba a muchos habitantes- han obscurecido su principal faceta, que
fue la de velar por el orden y la seguridad en la ciudad. En el encabezado del
reglamento de 1822 se justificó la creación de este servicio en virtud de que “la
seguridad de las personas y propiedades” era uno de los “primeros objetos” del
gobierno. Más adelante, al reformarse ei cuerpo en 1841, el articulo t estableció
claramente: “Habrá en Santiago un cuerpo de serenos cuyo objeto especial será
velar de noche en la conservación del orden y tranquilidad pública, seguridad de
las personas y de sus propiedades”.6 En vista de esta misión, poli cías-historiadores
como el coronel Manuel Escala, afirman que “las rondas y los serenos constituyen
[...] la encamación más rudimentaria y primitiva del concepto de Policía y de la
función policial” (1975: 36).
En efecto, los serenos encamaron el desplazamiento desde una concepción
“pre-modema” y amplia de policía, centrada en el fomento del buen gobierno
urbano y cuya expresión fueron los cabildos, inspectores y alcaldes de barrio en
combinación con los vecinos, hacia la de una policía entendida ante todo como
una institución gubernamental especializada, responsable del orden público y la
seguridad de las personas y propiedades. Inauguraron la transición hacia una no
ción de policía focalizada en el binomio de “orden y seguridad” en el marco de
un estado de derecho.7 Los serenos, en definitiva, pueden considerarse como la
primera expresión en Chile de una policía en el sentido moderno del concepto,
combinando labores preventivas y represivas.8
Esta policía de serenos, no obstante su ruidosa presencia, padeció crónicos
problemas de financ iamiento. Las esporádicas menciones en la prensa y los ba
lances gubernamentales insistían a menudo en la “poca puntualidad de algunos
vecinos en el pago de la módica cuota aplicada al sostenimiento del cuerpo de
serenos”, según expresó el ministro del Interior en su memoria de 1835.9 La alta
morosidad implicó a menudo trastornos y atrasos en el pago de los sueldos, de por
sí muy exiguos, lo cual, sumado a las malas condiciones de trabajo, repelía más
que atraía al personal (en 1835 el cuerpo disponía de apenas 53 hombres de tropa
mal remunerados en vez de los 80 que fijaba el reglamento). También cundían las
denuncias sobre la arbitrariedad con que operaba el comandante.10 Las “vidas y
haciendas” de los habitantes de ia capital -se quejaba el columnista de un perió
dico- quedaban a merced del “poder sin límites del comandante de serenos”, pri
mando “el desarreglo, la confusión y aun la injusticia... en un ramo tan importante
del servicio público”, leemos en 1841."
Para remediar todos estos problemas, la acción del gobierno se enfocó en dos
ámbitos. Por una parte, estaba el sensible tema del financiamiento: a más de una
década de la formación del cuerpo de serenos, su mantención seguía dependiendo
en gran medida de los aportes de los particulares decretados en 1822. Con el ob
jeto de actualizar el listado de contribuyentes y poder ampliar la vigilancia a otras
calles de la ciudad, el 23 de octubre de 1835 se despachó una ley que autorizó
al ejecutivo a preparar un reglamento para el cobro de una nueva contribución
de serenos que aumentara “moderadamente” la tarifa y optimizara el sistema de
recaudación que funcionaba al alero del municipio. La discusión fue larga e inte
rrumpida y quedó finalmente plasmada en el reglamento del 4 de febrero de 1841.
Con esta solución, que no alteró la lógica de la contribución, se esperaba incre
mentar los recursos y terminar con el déficit que arrojaba el sistema.
El otro flanco débil era la insuficiencia y calidad de la tropa, además de la
discrecionalidad con la que actuaba el comandante del cuerpo. La citada reforma
de 1841 también se ocupó de este tema, duplicando el número de hombres y com-
plejizando su organización interna con la introducción de tenientes y el aumento
de los cabos. A diferencia de lo que se estilaba, los aspirantes debían acreditar
su buena conducta y, una vez aceptados, firmaban un contrato de servicio por al
menos un año. Aparece, asimismo, la preocupación por la instrucción de la tropa
que todos los martes y jueves asistiría a lecciones sobre el reglamento interno y los
bandos de policía, además de recibir indicaciones prácticas para las tareas de or
den más comunitario (artículo 15). Sus funciones siguieron siendo las consabidas
de vigilar y patrullar las manzanas asignadas, mantener el alumbrado de las calles
comerciales, “cantar la hora en la forma de costumbre”, auxiliar a los vecinos en lo
10 Todos estos problemas se describen en: Informe del Intendente de Santiago, José de la Cavareda,
Santiago, 26 de septiembre de 1835, incluido como Anexo núm. 198 en la Sesión del Congreso del
5 de octubre de )835. SCL, Tomo XXIV, Santiago, Imprenta Cervantes, 1902, pp. 180-181.
11 Remitidos, E l Mercurio de Valparaíso, 27 de febrero de 1841.
Del “favor a la ley" al Estado guardián 79
Vigilantes, 1830-1850
En junio de 1830, el flamante ministro del Interior Diego Portales decretó la
formación de un cuerpo de vigilantes diurnos para Santiago, previa cesión a la
municipalidad del ramo de las carnes muertas (impuesto a los mataderos) para
financiarlo. La seguridad fue, a no dudarlo, una de las obsesiones de Portales,
y el robustecimiento de las funciones represivas de la policía jugó un papel cla
ve en su estrategia. Los vigilantes tuvieron por misión “cuidar durante el día, Io
de la decencia pública que debe guardarse en las calles y prevención de los crí
menes que puedan cometerse en ellas; 2o de la aprehensión de los delincuentes
infraganti; 3o del cumplimiento de todas las disposiciones de policía, de aseo,
comodidad y buen orden de la población”.MDebían “impedir” las reuniones donde
se profirieran “gritos sediciosos” o “palabras obscenas y escandalosas”, proteger
los edificios, velar por el aseo, controlar la circulación y vigilar las “reuniones
sospechosas”. Gozaron de amplias atribuciones para controlar y detener a ebrios,
12 Véase la nota 7,
13 Véase sobre esto Miranda (2006), primera parte, Capítulo II.
14 E! reglamento fechado el 8 de junio de 1830, es reproducido en el trabajo de GAC1TÚA, Oscar
“ La policía de Santiago. Antecedentes históricos” , publicado por entregas en el Boletín de la Poli
cía de Santiago (en adelante BPS), núm. 25, Santiago, enero de 1905, pp. 5-10.
80 Historia de la Cuestión Criminal...
locos, mendigos, vagos y perturbadores del orden en general, para cuya custodia
se ordenaba la habilitación de un recinto o depósito, “preparado con la comodidad
y decencia posible”. Es interesante apuntar también que “cualquiera otra clase de
fuerza militar o municipal”, así como “cualquier individuo que se halle presente”,
tenía ia obligación de prestar auxilio, “desde el momento que un vigilante, revesti
do de su peculiar uniforme, pronuncíe en alta voz las palabras Favor a ia Ley". El
diario oficial reforzó aquello al considerar que sin la “cooperación de los vecinos
[...] jamás tendremos policía”,11
El cuerpo de vigilantes se compuso de 85 hombres para resguardar una ciu
dad cuya población se empinaba sobre los 65.000 habitantes. Su comandante sería
el “gobernador local” , subordinado al intendente y apoyado por cuatro tenientes
cuyo sueldo lo tenía que costear el municipio. Si bien mantuvo algunos deberes
propios del ámbito de la baja policía, el énfasis de sus funciones estuvo claramente
en la preservación del orden social y político y en garantizar la seguridad de la
propiedad y las vidas de la población. Todas estas características, en la óptica de
Robtnson Bascur, convirtieron a los vigilantes en “el primer cuerpo de policía de
seguridad que hubo en Chile (...] dotado de sables, pitos, gorras y con más que
mediana organización”.16 A contar del año 1830, entonces, Santiago dispuso de
dos fuerzas independientes para gestionar et orden urbano y social, cada cual con
sus mandos, horarios y fuentes de financiamienío, dando origen a un régimen que
ha sido denominado paralelismo policial (Escala, 1975: 81).
La acción (no coordinada) de estos dos cuerpos parece haber dado resultados
alentadores en lo referente a la reducción de la delincuencia, particularmente de
los homicidios que durante toda la década de 1820 habían constituido un motivo
de alarma recurrente. En 1835, el ministro del Interior expuso ante el Congreso
que “en la capital el cuerpo de serenos y de vigilancia han contribuido en gran
manera a disminuir el número de los crímenes atroces de que veíamos en otras
épocas tan frecuentes ejemplos”.17 En la noche se comenzaron a notar los efectos
de la ampliación del alumbrado impulsado por el municipio y la intendencia, de
manera que “se han impedido mil crímenes y mil y más excesos que se cometían
a la sombra de la obscuridad. La policía puede ver, prevenir y castigar, y los jefes
de la policía nocturna pueden también vigilar el cumplimiento de sus subalternos”,
18 Informe citado en GACITÚA, Oscar “La policía de Santiago..,", en BPS, núm. 27, Santiago,
marzo de 1905, p. ib'3. Cursiva nuestra.
19 Memoria que el Ministro del Despacho en ei Departamento del Interior présenla al Congreso
Nacional de !842, s.p.d.í., pp. 4-5. Según Miranda (2006: 85-86), esto era un “ número desusado
para esa época, que arrojaba una proporción de un Vigilante por cada 440 habitantes aproximada
mente” .
20 Los informes del intendente De Ja B arra del 11 de a g o sto d e I £42 y 23 de febrero de 1843 son
citados en Salazar (2006: 70).
82 Historia de la Cuestión Criminal..
La policía, que era “el resorte más poderoso de acción que tiene un gobierno”,
requería en su opinión de una reforma profunda que permitiera articular mejor los
servicios y disciplinar a una tropa inestable, recargada y no habituada a la vida de
cuartel. En su “Plan de arreglo de la policía de Seguridad”, presentado en 1844
al concejo municipal, De la Barra sugirió avanzar hacia una policía que contara
con “soldados acuartelados, con sus respectivos jefes, y sujetos a una ordenanza
especial y estricta”, sometiendo a la tropa a “un estricto pie militar”. Bajo estas
directrices, en junio de 1850 se promulgó un nuevo reglamento para el cuerpo de
vigilantes de Santiago que, en palabras de Urzúa, fue el primero de alguna impor
tancia que se dictaba en el país (1936: 83).”
La reestructuración de la policía diurna -que mantuvo al intendente como
“el jefe nato superior de este cuerpo”- instauró el puesto de un “sargento ma
yor instructor” que debía estar “dotado de los conocimientos y hábitos militares
necesarios para este objeto”. A su cargo quedaban los cuatro comisarios y los
cuatro tenientes responsables del servicio de calle en los ocho cuarteles en que
se organizó la ciudad. Asimismo, se aumentó el contingente de caballería que se
fijó en ochenta “soldados”, en desmedro de los vigilantes de a pie que serían 28.
Su primer deber era “evitar que se cometan delitos”, seguido de la detención de
“delincuentes infraganti” y sospechosos, así como informar de las reuniones “que
juzguen atentatorias al orden público y a las autoridades constituidas” (artículo
22). La vigilancia se haría en “patrullas de cuatro o más hombres” que recorrerían
el cuartel asignado, además de puntos fijos cuando la situación lo ameritara. La
policía comenzó a consolidarse como una fuerza eminentemente represiva, cuyos
miembros quedarían sujetos a una disciplina interna mucho más rigurosa que emu
laba el modelo militar.
La agitada coyuntura política de 1850-1851, puso a prueba estas orientacio
nes.25 El gobierno, enfrentado a la presión de una oposición política conspiratíva
(liderada por un sector de jóvenes liberales) y a una creciente agitación social po
2! Plan de arreglo de la policía de Seguridad enviado por la intendencia al Ministerio del Interior, 16
de julio 1844, Archivo Municipalidad de Santiago (en adelante AMS), Vol. 136, fs. 191-202. Sobre
ta vida y obra de José Miguel de la Barra véase Hidalgo y Sánchez (2006).
22 El reglamento completo, de 31 artículos, se reproduce entre las pp. 83 y 95.
23 Sobre esta coyuntura véase Palma (2010:239-263).
Del *favor a la k y” al Estado guardián 83
pular, apostó por reforzar a la policía como brazo leal al poder establecido.24 Esto
venía gestándose desde hacía algún tiempo, ya que, según un diario, “desde el año
45 los agentes de policía fueron destinados a perseguir reos políticos, a husmear en
las tabernas y en los clubs, y e! vigilante descuidaba el desagüe de mía acequia o
dejaba arder un edificio, por atender a un motín”.15 Las funciones en aras del buen
gobierno de la ciudad que todavia prestaban los cuerpos de vigilantes y serenos,
quedaron definitivamente en un segundo plano ante las demandas por contar con
auténticas policías de seguridad, políticamente confiables. En el nuevo contexto,
el paralelismo policial había dejado de ser funcional a los propósitos de las “au
toridades constituidas”.
tamos seguros de que la mayor parte de los delitos contra la seguridad pública son
perpetrados por los dependientes dei señor Riesco”.a Sea como fuere, e! proceso
organizativo culminó en octubre de 1852, cuando se aumentaron los sueldos del
personal de la brigada en consideración del “servicio constante y penoso” que
prestaban sus integrantes.
No es mucho más lo que se ha podido esclarecer sobre ef funcionamiento
efectivo de esta primera fuerza unificada de policía de la capital. Gacitúa, en su
trabajo de 1905, afirmó de hecho que “no existen noticias siquiera de reglamentos,
ni ordenanzas ni disposición alguna que fijara su régimen interno ni sus procedi
mientos en el desempeño de su misión”.w Podemos especular que la brigada se
rigió por el último reglamento dictado para los vigilantes en 1850. “La recomen
dación constante al personal era de: v e r q u e n a d i e r o b e , academias de pito que
debían tocar con cortos intervalos, y el canto de la hora que en aquel entonces se
estimaba indispensable para dar a conocer al vecindario el estado del tiempo y
mantener al personal constantemente despierto”.30
A partir de un debate sobre la aprobación de un subsidio fiscal para la mu
nicipalidad de Santiago, sostenido en el Senado en 1854, constatamos cómo la
policía se había vuelto una pesada carga económica. “Tenemos, señor, una policía,
que es un verdadero ejército permanente”, opinó el senador Correa, pidiendo que
en adelante se financiara íntegramente con recursos fiscales y así aliviar la carga
al municipio que destinaba más de la mitad de su presupuesto a este ramo (las en
tradas alcanzaron ese año a los 140 mil pesos de los cuales cerca de SO mil fueron
a parar a la brigada). “Si se quiere, pues, mantener el ejército que ahora tenemos
en lugar de policía, -prosiguió el parlamentario- hágase pagar de las arcas nacio
nales; de otro modo ia Municipalidad estará siempre en la misma necesidad que
ahora”.31 Efectivamente, a partir de entonces el gobierno incrementó los aportes
directos para las fuerzas de policía (no solo de la capital), los que durante la década
de 1850 se estabilizaron. Un informe del tesorero de la municipalidad de Santiago
así lo corrobora:
“Desde el mes de septiembre de 1851, el Gobierno principió a
contribuir con varias cantidades para ayuda del sostén de la Bri
gada de la Policía, cuerpo en que se refundieron los antiguos de
32 Informe del tesorero municipal Agustín Prieta al intendente, Santiago, 12 de mayo de 1858, AMS,
Vol. 183.
33 En el documento aludido se agregaba: “El soldado, la clase, el oficial que se invalida en el servicio
del ejército, tiene la seguridad de obtener la asignación del Estado, que lo pone a cubierto de la
miseria; pero el servidor de la policía no; inválido o herido en el peligroso servicio de las calles,
luchando día y noche contra los malhechores, persiguiéndolos, penetrando en sus pocilgas y en
crucijadas, o pasando a la intemperie las noches de invierno, o los soles abrasadores durante el día,
carece de todo derecho y de toda esperanza” {Miranda, 2006: 138).
86 Historia de ia Cuestión Criminal...
Fuente: A M S , V ol.177.
Por otra parte, pese a los afanes disciplinadores, la brigada mantuvo un régimen
flexible, en la medida que “el personal dormía en sus casas y [solo] asistía al
cuartel para su instrucción y a las horas que le correspondía servicio”.34 Padeció
también severas falencias logísticas, según revelan las cartas dirigidas por los jefes
al municipio o a la intendencia solicitando vestuario, lumbre, útiles de aseo, herra
mientas, forraje y caballos. El “estado de desnudez" de la tropa en más de alguna
ocasión impidió el despliegue total de la fuerza policial en las calles.35 Si agrega
mos a esto los numerosos hombres “inutilizados” en el servicio, las enfermedades
y deserciones, se comprende que su efectividad fuera bien limitada y que el cuer*
po no gozara de una buena reputación entre ia población. “La policía y el público
son en sus relaciones e intereses lo que la suegra y el yerno; difícilmente se aman,
se tratan por cortesía y acaban casi siempre por hacerse la guerra”, sentenció el
3 4 GACITÚA, O scar “La policía de S a n t i a g o ,,e n BPS, núm. 31, Santiago, julio de 1905, p. 594.
35 Por ejemplo: Oficio de José Olmos de Aguilera al intendente, Santiago, 10 de noviembre de 1857,
AMS, Vol. 177, núm. 88, f. 105, donde pedía vestuarios nuevos para toda la brigada en vista de que
“tengo un número considerable de reclutas que por el estado de desnudez en que se encuentran no
me es posible hacerlos salir al servicio. E¡ vestuario que se dio al cuerpo, hace tiempo concluyó el
de su duración, y el que tiene ¡a tropa actualmente, excepto el de paño, es costeado con su sueldo".
Del 'favor a la ley ” al Estado guardián 87
39 La Ordenanza para la Guardia Municipal de Santiago del 3 de enero de 1860, que lleva la fimia
del ministro del Interior Manuel Montt, se reproduce en GACITÚA, Oscar “La policía de Santia
g o ...”, en BPS, núm. 31, Santiago, julio de 1905, pp, 595-597.
40 Por ejemplo, los datos disponibles en las memorias del ministerio del Interior de 1874 y 1875 re
velan un presupuesto de $66.900 "para la policía y otros gastos de la municipalidad de Santiago".
Del "favor a la ley ” al Estado guardián 89
4 1 M emoria que el Ministro de Estado en el Departamento de! Interior presenta al Congreso Nacio-
n a ld e !S6S. Santiago, Imprenta Nacional, 1868,p. 156.
42 Oficio de Manuel Chacón a la intendencia de Santiago, Santiago, 2 de noviembre de 1867, AMS,
Vol. 217, núm. 337.
43 “Con este sistema se deja entrever al guardia municipal que su carrera depende única y exclusiva
mente desús méritos y se le asegura cierta regularidad en las promociones, que es el más poderoso
estimulo para el que se dedica a servir a la causa pública, tan destituida de alicientes en este ramo
del servicio”. Memoria que el ministro de Estado del Departamento del Interior presenta al Con
greso Nacional de !S65, Santiago, Imprenta Nacional, 1865, p, 73.
44 Memoria que et Ministro de Estado en el Departamento del Interior, presenta a! Congreso Nació-
90 Historia de la Cuestión Criminal...
edad, salud, buena conducta, moralidad e instrucción, aunque con éxito relativo.
En 1865, por ejemplo, de los 650 hombres de ta tropa, solo 205 (31,5%) sabían
leer y escribir. Se intentó remediar aquello a través de una escuela “establecida a
inmediaciones del cuartel”, la que debió lidiar con “la natura! repugnancia que hay
entre los individuos de su clase para adquirir esta especie de conocimientos”. Con
todo, la escuela consiguió una asistencia medía de cuarenta policías durante ese
año.45 Más adelante, en 1868, nos enteramos que no había podido seguir funcio
nando por la sobrecarga de trabajo de los guardianes. Durante la comandancia de
Chacón también se impulsó la instrucción diaria de la oficialidad y la tropa en el
cuartel, tanto en lo relativo a los bandos y disposiciones de policía vigentes (que
se recopilaron y reunieron en un libro), como en aspectos más técnicos como el
manejo de armamento.44
Una de las principales deficiencias de ios cuerpos que antecedieron a la guar
dia municipal había sido su acotado radío de acción, limitado a los sectores más
céntricos de la ciudad. Chacón heredó este problema, pero ideó un sistema de
vigilancia de proximidad, a través del envío de piquetes a las zonas urbanas más
conflictivas. Afines de 1861, el gobierno aprobó la creación de una “sección espe
cial de policía de seguridad” para el populoso barrio sur de Santiago, encabezada
por un comisario y compuesta por cuatro cabos y veinte soldados.47 Esta iniciativa
buscaba hacer más expedita la acción de la autoridad y así “influir de manera po
derosa en la mejora de las costumbres de nuestras clases proletarias".48 Se trataba
de una nueva modalidad de intervención social de la policía. En 1865 se aumentó
la dotación del que pasó a ser el sexto cuartel de la ciudad, que funcionó como tal
hasta fines de la década, cuando sus efectivos se integraron a la fuerza principal.
Por otra parte, las labores secretas fueron recibiendo una atención creciente
dentro de la guardia municipal. En las historias corporativas se atribuye al coman
dante Chacón el haber favorecido la práctica de reclutar soplones entre los crimi
nales de la ciudad para que colaboraran con la policía. Varios ex-delincuentes lle
garon incluso a formar parte de la misma (Vicuña Mackenna, 1875: 25-26; Urziia,
F u e n te : A M S, Voí. 328.
53 El comandante Chacón. Reminiscencias de IP, BPS, núm. 16, septiembre de 1903, p. 446.
Del "favor álate?" al Estado guardián 93
58 Informe del comandante Estanislao del Canto al intendente de Santiago, 15 de marzo de 1888,
Archivo Intendencia de Santiago {en adelante AIS), Vol, 61.
Del favor a la ley’’ al Estado guardián 95
59 Existe un legajo con documentación sobre esta reorganización policial que nos permite conocer los
anteproyectos de las ordenanzas y del reglamento aprobados en 1889. Ver AMS, Vol. 3 4 1. Todo ei
crédito a Camilo Plaza por este gran hallazgo. Las citas siguientes fueron tomadas de dicho legajo.
96 Historia de la Cuestión Criminal...
6 0 Reglamento del Cuerpo de Policía de Santiago (borrador), 9 de agosto de 1889, AMS, Vol- 3 4 1.
6 ! Memoria del Ministro del Interior presentada at Congreso Nacional en 1890. Intendencias de la
República, Santiago, Imprenta Nacional, 1890, p. XXVI. Es llamativo el elevado porcentaje de!
aporte municipal, pero por eso mismo era impagable. En enero de 1890, el Congreso concedió un
"auxilio extraordinario” de $400,000 a la municipalidad de Santiago, “para atender en el presente
año a los gastos que exige el sostenimiento de la policía de seguridad” {Peri, 1982, Tomo 2: 251).
Del favor a la ley” al Estado guardián 97
Los datos que hemos reunido confirman a primera vista un mayor interés por in
gresara la policía. Hacia mediados de 1891, la fuerza efectiva de las ocho comisa
rías sumada al personal de la prefectura alcanzó a tos 904 hombres, número supe
rior incluso al mínimo establecido en la ordenanza.62 No obstante, los problemas
disciplinarios persistieron y siguieron minando la confianza de la población en la
policía, según se desprende de las numerosas denuncias que se hallan en el archivo
de la intendencia de Santiago o en la poesía popular urbana.63
La guerra civil de 1891 impidió que este modelo policial descentralizado y
(hasta cierto punto) desmilitarizado se consolidara.*4 En medio de acusaciones
de la oposición at presidente Balmaceda por emplear a las policías “en organizar
y dirigir turbas asalariadas del populacho para promover los más vergonzosos y
criminales atentados contra el orden público”, el gobierno contragolpeó: “Aumen
tase la policía de Seguridad de Santiago en seis inspectores, diez sub-inspectores
y seiscientos guardianes”.65 Sin embargo, la derrota militar y el suicidio del presi
6 6 Memo fia det Prefecto de Policía a! intendente de 1 ° de septiembre de 1891 a 30 de abril de 1S92,
Santiago, 14 de mayo de 1892, AIS. Vol. 103.
Del "favor a la ley ” al Estado guardián 99
67 Véase el capitulo “Escapando de la policía” del abogado y militar balmatedista José Miguel Vá
rela, donde narra la persecución de la que fue objeto por el “prepotente” jefe policial de Santiago,
Antonio Maffet. Parvex (2007:400-405).
68 Memoria de lo Prefectura de ¡o Poücia de Seguridad correspondiente al año 1893, Santiago, 15
de febrero de 1894, AIS, Vol. 125.
69 Memoria de la Prefectura de Policía correspondiente al año ¡895, Santiago, 20 de marzo de 1896,
AIS, Vol. 258, El mismo fenómeno se aprecia en esta época en las policías de otras ciudades. Sobre
el caso de Valparaíso véase Cárdenas (2013, Tercera Parte: 37-188); sobre la policía de Buenos
Aires, Gayol (1996); y sobre la de Río de Janeiro, el excelente libro de Bretas (1997).
100 Historia de la Cuestión Criminal...
Comentarios y conclusiones
El proceso de introducción de policías en Chile durante el siglo XIX deja varias
enseñanzas. En primer lugar, hay que considerar la trayectoria de la policía en
el marco de la formación del Estado moderno, cuestión que ha sido largamente
debatida en otros contextos75. Hemos podido observar cómo, en un plazo extenso,
desde la misma independencia de España, todos los gobiernos chilenos dedicaron
esfuerzos y recursos a la conformación de instituciones policiales, siempre con el
binomio de ‘orden y seguridad’ como metas fundamentales. En ese sentido, con al
gún desfase, se verificaron experiencias bastante análogas a las europeas, donde la
estructuración de cuerpos de policía acompañó la implantación de lo que Raphael
llama el “Estado administrativo y de derecho”. Las policías y el poder policial, con
su “presencia espectral”, parafraseando a Walter Benjamín, se desarrollaron en
Chile como parte de la conquista estatal del monopolio de la violencia (Galeano,
2007, especialmente: 102-107 y 121-122).
A lo largo del siglo XIX, el Estado fue asumiendo cada vez mayores res
ponsabilidades en el terreno de la seguridad, “expropiándolas” a las comunidades
locales y los municipios. En Santiago, que tras las guerras de independencia ex
perimentó los problemas propios de una ciudad populosa, donde cotidianamente
había homicidios, se hablaba de la “plaga del bandolerismo” y del relajo moral de
74 F.l reglam ento de la policía fisca! se reproduce en Peri (1982), tom o II, pp.310-321.
75 Véase para el caso europeo, el libro de Raphael (200S, original en alemán, 2000); la compilación
de Lüdtke(1992); y la vasca obra de Emsley (por ejemplo, 2009).
102 Historia de kt Cuestión Criminal...
77 Documento en Peri (1982, Tomo 2:83-84). El parte del comandante Riesco, con el relato de la de
cisiva participación de ta brigada durante el motín, se puede revisar en Miranda (2006: 121 -124).
78 GACITÚA, O scar “ í,a policía de Santiago. . .", en BPS, tiúm, 31, Santiago, julio de 1905, pp. 589
592. ’ ’
79 El comandante Chacón. Reminiscencias de IP. BPS, núm. 16, septiembre de 1903, p. 445.
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El surgimiento de la familia policial bonaerense
durante la primera mitad del siglo XX
O sv a ld o B arreneche
4 Por ejemplo. Rodríguez y Zappietro (1999). Una figura clave en la producción histórica de este
tenor fue la de Romay (1965 a 1972}. En el caso de la policía bonaerense, existen obras colectivas
institucionales, sin menciones destacadas de autores específicos, siendo una de las últimas la pro
ducida durante la reciente dictadura militar, titulada Síntesis histórica de ia Policía de !o Provincia
de Buenos Aires, 1580-1930-
E l surgimiento de la familia policial bonaerense 111
estas fuerzas que en algunas ocasiones se remontaron hasta mediados del siglo
XX. Efectivamente, entre los objetivos trazados por estas investigaciones, se puso
en evidencia la necesidad de conocer más sobre el pasado de estas agencias que
habían desempeñado un rol fundamental en el periodo de predominio del terroris
mo de Estado. La historia de las policías y penitenciarías, en estos casos, vino a
darle una cierta profundidad temporal a un análisis centrado en lo contemporáneo.
Fueron precisamente las contribuciones académicas nacidas de estos organismos,
como el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), las que marcaron este
nuevo interés por el estudio de las fuerzas policiales, motivado por una continua
voluntad de denuncia y búsqueda de transformación y control civil sobre dichas
instituciones.5 En esta etapa, las referencias a lafamilia policial son también esca
sas, identificándola como un grupo de presión vinculado a la supervivencia de la
estructura de funcionamiento policial vigente hasta entonces y a través del cual se
procuró contraatacar y neutralizar el proceso de identificación de responsabilida
des por los crímenes y delitos cometidos en años previos.
De este modo, tras la recuperación democrática, las ciencias sociales se acer
caron al estudio de las agencias de seguridad desde una perspectiva crítica orien
tada inicialmente al análisis de la violencia institucional y la persistencia del auto
ritarismo. Un problema fundamental giró en tomo a la relación entre las prácticas
represivas del pasado (fundamentalmente durante ía dictadura de 1976-1983) y
la violencia ilegal desplegada por las agencias de seguridad durante los primeros
años de la democracia. La hipótesis de la continuidad afirmaba que los procesos
de socialización institucional y las rutinas del trabajo policial perpetuaban una
concepción militarista de la seguridad. Al amparo de este argumento, se iniciaron
un conjunto de investigaciones sobre la trama normativa de la institución policial
y sobre los procedimientos formales e informales de formación y capacitación
interna. Sin embargo, la historia quedó muchas veces fuera de esos enfoques, cen
trados sobre todo en la sociología, la antropología y la ciencia política.6 Y dentro
de este panorama, solo los estudios antropológicos comenzaron a prestar mayor
atención a lo que ocurría en el entorno familiar y de sociabilidad de los integrantes
de la institución policial.7
Ya en la década de 1990 surgió otro tipo de análisis sobre las instituciones de
seguridad. Los nuevos estudiosos elaboraron planes y proyectos para depurar las
8 A los ejemplos ya citados sumo algunos de mis aportes, Barreneche (2007, 2008, 2009, 2010,
2 0 1 1 , 2 0 1 2 ).
E l surgimiento de la familia policial bonaerense 113
ofrecía bajos sueldos, casi ningún beneficio social y escasa estabilidad laboral fue
un desafío para las conducciones políticas de la institución, especialmente en las
primeras décadas del siglo XX. Para ello se valieron de otros espacios, como la
Sociedad de Socorros Mutuos de Policía, desde los cuales se fueron delineando
algunas de las características de esta familia y de los valores, ideario y prácticas
que debían seguir aquellos que querían integrarla.
Este trabajo presenta algunos ejemplos históricos concretos donde esta ¡dea
fue tomando cuerpo. Por ejemplo, la fundación de la Sociedad de Socorros Mu
tuos de Policía, la construcción del Panteón Social Policial en el cementerio muni
cipal de La Plata y la creación de un centro de formación, de enseñanza secundaria
y profesional, en el parque Pereyra Iraola, cercano a la ciudad de La Plata. Con el
desarrollo de estos casos se pone en discusión la fisonomía de esta familia policial
como construcción histórica, al tiempo que se reflexiona sobre la incidencia que
esto pudo haber tenido en la consolidación de un tipo de cultura institucional con
la que se suele caracterizar a la policía bonaerense hasta, al menos, la primera
década del siglo XXI.
Ayuda familiar
Una de las bases en la conformación de la fam ilia policial bonaerense fue el naci
miento de la Sociedad de Socorros Mutuos de Policía. En una reconstrucción his
tórica realizada con motivo del cincuenta aniversario de su creación se mencionan
algunas circunstancias que llevaron a la fundación de la misma. En primer lugar, el
impulso del jefe de policía Narciso P. Lozano, quien en 1894 apoyó una iniciativa
de Juan Vucetich para crear una “biblioteca de propiedad de la Policía” que habría
de funcionar en la Oficina de Estadística que este último dirigía’ La biblioteca fue
un paso intermedio en la aparición de la Sociedad, pues eso “dio margen a que na
ciera la idea de unirse el personal de Policía y formar una entidad de Ayuda mutua,
para estar en condiciones de hacer frente a ¡os gastos que pudieran presentarse por
motivo de enfermedades y fallecimientos.” De hecho, en el mismo despacho del
jefe Lozano se llevó a cabo, el 29 de septiembre de 1894, “una reunión de funcio
narios de la Repartición, quienes después de un agitado debate dejan constituida
[...] la Sociedad de Socorros Mutuos y Biblioteca de Policía”.10
9 Policía de la provincia de Buenos Aires, Orden del día número 1662,5 de agosto de 1894.
10 Reseña Histórica de la Sociedad de Socorros Mutuos de Policía de ta provincia de Buenos Aires
escrita por su presidente Don Rómulo Méndez Caldeira en ocasión del 50 aniversario de su fun
dación. 1894 -2 9 de septiembre- 1944, publicado en el Libro de Oro de la entidad en 2 0 14, p. 40.
114 Historia de la Cuestión Criminal...
11 Reseña Histórica de la Sociedad, -. cit„ p. 35. Sobre la inestabilidad laboral del personal y las di
ficultades que representaba para los jefes el mantenimiento de un plantel estable de policías puede
verse Gayo! (1996).
12 Sobre la importancia de Vucetich en este contexto ver el libro de García Ferrari (2015).
13 Reseña Histórica de ia Sociedad..., cit,, pp 46-53. Sobre algunas formas asociativas de ayuda
mutua y otras de asistencia social anteriores a la emergencia del bstado de Bienestar, puede verse
el libro de Moreno (2000),
E l surgimiento de la familia policial bonaerense 115
14 Se editaron 36 números de la primera serie de la Revista, entre julio de 1900 y diciembre de 1902.
La propuesta original era de frecuencia quincenal, pero esto no pudo sostenerse durante esos dos
años. La Revista de Policía volvió a publicarse el I de mayo de 1941.
116 Historia di ta Cuestión Criminal...
Cando el modelo misceláneo de Caras y Caretas, según Lila Caimari, estaba desti
nada directamente al entretenimiento de la tropa de la policía de la Capital. En este
sentido, la función pedagógica del Magazine conformaba un repertorio temático
que iba contorneando una red de sociabilidad para la familia policial (Caimari,
2012; 194-95). En lugar de apelar directamente al lector “raso”, la publicación
platense buscó un mayor reconocimiento sobre la existencia de dicha familia a
partir de la concientización del personal policial jerárquico, de la oficialidad, y de
su “deber” de integrar y proteger a sus subordinados y sus familias.
Transcurridas las primeras tres décadas de su existencia, la Sociedad de So
corros Mutuos no había logrado consolidarse institucionalmente. El propósito de
asistir a la fam ilia policial de entonces aun no podía cumplirse y las asambleas
realizadas daban cuenta del déficit crónico de la entidad. Frente a dicho panorama,
los policías no se veían particularmente atraídos a asociarse y participar. Los be
neficios obtenidos eran escasos y constantemente suspendidos por falta de fondos,
como en la asamblea del 11 de junio de 1920, cuando se resolvió cortar “la entrega
de médicamentos y asistencia a los enfermos venéreo-sifiiíticos”. Y no faltaban
tampoco los problemas por desviación o apropiación indebida de dineros de la
Sociedad, lo cual minaba su reputación. Así, en la asamblea del 3 de diciembre de
1932 se informó del suicidio deí tesorero de la Junta Ejecutiva al tiempo que se
descubría un faltante de ocho mil pesos del fondo social de la entidad.15
Tal panorama hizo a la Sociedad muy dependiente, en términos económicos,
de la jefatura de policía y del gobierno provincial. I-a suscripción de socios, rifas,
kermeses y otras actividades no alcanzaban para cubrir los objetivos estatutarios
de la entidad. Muchos requerimientos y necesidades no podían ser satisfechos,
lo cual hacía apoyar más las finanzas en las donaciones y subsidios permanentes
para la asistencia social de los afiliados. Las sucesivas conducciones policiales,
comenzando por aquella que propició el nacimiento de la Sociedad, eran conscien
tes del rol que cumplía una entidad “hermana” que podía dar respuestas rápidas a
problemas concretos de los policías, sin tener que recurrir a la burocracia. Sin em
bargo, no todos ios jefes de policía se comprometían de igual manera. Por ello la
Sociedad iba a recordar y reconocer especialmente a Luis María Doyhenard, quien
fuera jefe de policía y dos veces presidente de la Sociedad (1902-1906 y 1916),
como uno de los que supo sostener el mutualismo policial en momentos difíciles.16
20 Sobre este tem a puede verse mi trabajo sobre la reforma policial iniciada durante la gobernación
de Fresco, Barreneche (2010).
JE/l dt /-' familia policial bofiaswffss 119
21 En la síntesis histórica de la Sociedad se transcribe el testamento del Sr. Repetto, quien además de
dejar algunos inmuebles a favor de sus hermanas y sobrinas políticas, detalla numerosas propieda
des, sumas de dinero y Ututos públicos que dejase a hospitales, instituciones públicas y privadas,
particulares, y sociedades como la de Socorras Mutuos de Policía, sin que pudiese conocerse, en
este último caso, los motivos que llevaron a tal donación. Cfr. Reseña Histórica de la Sociedad...,
cit., pp. 69-70.
22 Sobre los diversos significados de la muerte y su culto, en el contexto latinoamericano, puede
verse el libro editado por Johnson (2004),
120 Historia de la Cuestión Criminal...
temprano, la junta ejecutiva de tumo debía echar mano a ese dinero para cubrir el
déficit crónico de la entidad.
El culto a tos muertos, tos entierros, tas tumbas y monumentos dentro y fue
ra de los cementerios, atravesaban entonces un proceso de transformación que
señalaba claramente el uso político de todo ello, al tiempo que revelaba nuevas
estéticas y sensibilidades sociales en la Argentina de principios del siglo XX. Así,
los diseños aludidos respondían a un nuevo ritual celebratorio que era acompaña
do por la monumental idad de las tumbas. Sandra Gayol, Gabriel Kessler y otros
han estudiado este tema, señalando que el Estado no ha sido ajeno a la “función
unificadora de los ritos mortuorios” (2015: 10). Ellos también muestran los cam
bios producidos a lo largo del siglo XX hasta la actualidad. En ese sentido, el caso
del panteón policial bonaerense sigue los parámetros descríptos por estos autores.
En efecto, cuando recobró fuerza este proyecto, hacia finales de los años 1930, el
estado provincial y los personajes destacados de la política bonaerense dieron un
fuerte impulso para su concreción. Si bien la Sociedad había vuelto a reunir dinero
para este propósito, fueron las donaciones del gobernador Manuel Fresco y del
intendente de Avellaneda Alberto Barceló, las que en 1938 permitieron finalmente
el inicio de las obras. La Municipalidad de La Plata volvió a ceder un terreno en
la necrópolis local, colocándose la nueva piedra fundamental en mayo de 1939 e
inaugurándose en octubre de 1940.23
Como puede verse en la Fotografía 1, el panteón policial bonaerense resulta
estéticamente muy diferente a aquellos de las otras fuerzas militares y policiales
inaugurados en las décadas previas. De hecho, el Panteón Naval, ubicado muy
cerca del policial en el mismo cementerio de La Plata (Fotografía 2), contrasta
con éste y se parece más al militar y policial de la Chacarita, con sus columnas y
cúpulas que asemejan la entrada a un templo.
heroico y su visibilidad en el sitio elegido para su eterno reposo, que había sido la
característica saliente a comienzos del siglo.24
Inmediatamente de inaugurado, el panteón policial tuvo su reglamento (vi
gente hasta hoy) por et cual cada nicho conservaría un ataúd por 20 años, para
luego reducir los restos y conservarlos en el sector del panteón destinado a tal fin.
Tal como indicase et presidente de la Sociedad, Rómulo Méndez Caldeira, en su
discurso inaugural, rodeado de autoridades políticas y policiales, “ni el tiempo
ni cualquier circunstancia, hará que un empleado de policía de la Provincia que
forme parte de la Entidad o caído en medio de la lucha diaria contra el delito, o
cualquier allegado a los mismos y que perteneciera a nuestra Institución, será ol
vidado; sus restos serán conservados eternamente dentro det Panteón”.25 En efec
to, el acceso al sitio policial del descanso postumo se destinó a los asociados y
familiares pero también incluyó a los “caídos en el cumplimiento del deber”. Sin
embargo, el reglamento estableció que todos los nichos fuesen iguales, indicán
dose solamente el nombre del difunto y la fecha de fallecimiento, no las causas o
circunstancias de la muerte.
En la Fotografía 3 puede verse la uniformidad de los nichos situados en una
de las paredes laterales de la capilla localizada en la planta baja central del pan
teón.14 Hacia el fondo, en una ubicación ordinaria, se observan algunas puertas de
nichos abiertas. En una de ellas se encuentran depositados los restos de Juan Vu
cetich, fallecido y sepultado en Dolores en 1925, y trasladado al panteón policial
en 1941. El ilustre policía es el único cuyo cadáver no fue reducido luego de los
20 años. Esta es la excepción establecida por la Sociedad para el más famoso de
sus miembros y quien fuera, además, su primer presidente. Sin embargo, su féretro
está allí como uno más, rodeado de policías solo conocidos por sus allegados más
cercanos. Como señalaba en su discurso el presidente Mendez Caldeira, “se buscó
uniformidad en todo”, infiriéndose de sus palabras que las diferencias jerárquicas
y de otro tipo que tanto distinguían (y aun distinguen) a la policía bonaerense,
caducan en la puerta del panteón. Allí los policías muertos, naturalmente o “en
cumplimiento del deber”, son todos iguales.
sede y su panteón, se mantuvo como un ámbito de reunión de “toda” h fam ilia po
licial, sin distinciones. El panteón policial, sobre todo, puede verse entonces como
un legado del mutualísmo en el universo policial bonaerense y, por ende, un lugar
donde las particularidades de los rangos y especialidades policiales pasaban a un
segundo plano respecto de aquellos elementos distintivos de LA policía y comunes
a toda la fuerza. Quizás es por eso que fue perdiendo peso entre muchos policías
que, también por sus rangos y especialidades, querían cada vez más distinguirse y
no “igualarse” entre ellos.
27 En la ceremonia <ie inauguración de los ciclo lectivo policial de 1958 se hizo referencia a esta
cuestión. Véase Revista de Policía. Año II, núm. 21, marzo de 1958, pp. 10-11.
E t surgimiento de ¡a fasnilia policial bonaerense 127
Consideraciones finales
Los significados y los usos contemporáneos dados al término fam ilia policial son
diversos, como variados son sus integrantes. Desde una perspectiva histórica, nos
referimos a un colectivo, a un grupo de personas vinculadas por una actividad pro
fesional, que a lo largo del siglo XX han ido cimentando una identidad particular.
Esto se ha hecho siguiendo el recorrido de un camino sinuoso (social, política y
culturalmente construido) con intervenciones específicas que contribuyeron a de
linear los contornos de dicha familia. A medida que avanzan los primeros tramos
del siglo XX, vemos la confluencia de dos tipos de preocupaciones en la policía
bonaerense: la de la conducción política, que busca afirmar el perfil profesional
de la agencia, acentuando tanto la disciplina y verticalidad como la centralización
de sus partes. Y la del personal policial en general, que pretende satisfacer las
necesidades propias y de sus familias, y que espera y reclama por compensacio
nes mayores, proporcionales al riesgo que su labor cotidiana implica. Con todas
las limitaciones señaladas, podemos situar a la Sociedad de Socorros Mutuos de
Policía, que también crece con el siglo, en la encrucijada donde estas (ambas)
preocupaciones encontrarían algún tipo de respuesta. Allí ubicamos el origen de la
familia policial. Una fam ilia que articula la rigidez cada vez mayor del universo
prescriptivo que le da sentido y le sirve de marco, con la creciente complejidad en
la gestión y acción en espacios de sociabilidad, de contención, de trascendencia y
continuidad de una generación a otra, y que van conformando un modo de ser, de
pensar, de obrar en los que asienta su perfil.
Al mismo tiempo, es la propia institución policial la que va reforzando los
contornos de este ideario familiar, inviniendo recursos, ocupando espacios y
creando las condiciones materiales para desarrollar la formación de los futuros
policías. Como hemos visto, la centralidad y valor simbólico del polo educativo
policial conformado en el Parque Pereyra-Iraola se convierte, así, en un escenario
privilegiado donde se da cita la fam ilia policial para el ritual de entrega de sus
hijos ingresantes, para celebrar su incorporación a la fuerza, rodeados de sus seres
queridos a quienes también dará cobijo.
Se trata, entonces, de un colectivo que también reconoce una simbología de
conductas, de lugares, de imágenes, y que íntegra a sus componentes bajo una
128Historiei de la Cuestión Criminal...
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L u c a s C a rvalh o S oares de A g u ia r P e r e ir a
l Agradezco las contribuciones de Diego Galeano, Lila Caimari, Máximo Sozzo y Daniel Palma Alva-
rado. Sus intervenciones y críticas contribuyeron significativamente para la revisión de este trabajo.
Este estudio es Eruto de las reflexiones iniciales de una investigación, todavía en curso y m is amplía,
titulada “¿Un ejército particular del gobernador?: Las redes de sociabilidad de plazas y oficíales de la
Brigada Policial y de la Fuerza Pública en e! ejercicio de las funciones policiales y militares en Minas
Gerais (1890-1940)”, desarrollada en el curso de Doctorado en Historia Social de la Universidad
Federal do Río de Janeiro, bajo orientación de! profesor Marcos Bretas.
134 Historia de ¡a Cuestión Criminal...
2 Minas Gera is es u n estado bras ilero q ue figuró como región económ ica y política fundamental para
tas Coronas portuguesa y brasilera, y para los lideres políticos en el periodo republicano (Resende,
Villalta2014). Quien nace en Minas Gerais es llamado mineiro.
3 La producción literaria de los policías mineros sobre el pasado de la institución es muy amplia.
Existen escritos anteriores a la década de 1950, pero las publicaciones impresas encontradas hasta
el momento son datadas de mediados del siglo XX. Se trata de escritores que buscaron pensar su
pasado y el de su institución, narrando eventos significativos, movilizando, para eso, documentos
oficiales y memorias personales de los acontecimientos más relevantes de la historia institucional.
Para Dominique Kalifa, estas narrativas memorísticas nos remiten a la historia de la escritura, edi
ción y formación de la figura de¡ autor; a la historia de la legitimación de la profesión del policía;
y, finalmente, de un imaginario “que se impuso, poco a poco, como el principal instrumento de
reconocimiento y reevaluación simbólica del oficio del policía”, contribuyendo a la formación de
ta identidad profesional (2005: 68).
E l policía mineiro m la historia 135
4 Para Bourdieu, “el agente hace lo que está en su poder para realizar la actualización de los poten
ciales inscritos en su cuerpo en la forma de capacidades y disposiciones moldeadas por ¡as condi
ciones de existencia”, as!, las acciones de los policías en relación con la cultura policial y con ia
sociedad en la que está inserto, pasan a tener gran importancia en el análisis sobre las instituciones
policiales (1997: 178).
136 Historia de la Cuestión Criminal,,.
estado y las ftierzas policiales, como e! de los sentidos que los policías atribuyeran
a sus prácticas, puede contribuir a profundizar et debate sobre la cultura policial.
La producción historiográfica brasilera ha establecido que las Fuerzas Públi
cas en Brasil -instituciones policiales con carácter militar o militares con carácter
policial- eran pequeños ejércitos estaduales, cuya actuación principal se daba en
la represión a las revueltas populares y a los conflictos políticos de gran interés
(Dallari, 1977; Femandes, 1977; Cotta, 2006). Tales análisis buscaron identificar
los valores ideológicos del estado que estuvieron presentes en la formación de las
fuerzas policiales republicanas, como la defensa del federalismo, la protección de
las elites agrarias, y la manutención de la dominación burguesa sobre ia clase obre
ra. Nuevos estudios vienen reevaluando esas imágenes más cristalizadas sobre la
acción de los policías militares en el territorio brasilero en diferentes momentos
históricos. Movilizando documentaciones producidas por las policías brasileras, esos
trabajos ponen en evidencia que esas instituciones no pudieron cumplir su ideal civi
lizador y de control social debido a la precariedad de la formación del personal en la
disciplina militar, tas pésimas condiciones materiales, los bajos salarios, la falta de per
sonal, entre otros obstáculos cotidianos a la consolidación del proyecto civilizador del
estado nacional (Bretas, 1998; Mauch, 2011; Rosemberg, 2010; Vellasco, 2004).
Estudiando ia génesis y formación de las instituciones del Estado Imperial,
Ivan Vellasco (2007) diseñó un cuadro de la actuación cotidiana de los policías en
la provincia mineira en el siglo XIX. El autor argumenta que la actividad policial
estaría más próxima del “mantenimiento del orden en las calles”, lo que puede
ser explicado, por un lado, por la “ineficacia generalizada del aparato policial” y,
por otro, por “una mayor proximidad con la rutina de las calles y la actuación en
ios conflictos de ta población, en tas peleas entre vecinos, en las disputas entre
iguales, en fin, en et cotidiano de las relaciones sociales” (2007:259-261) Vellasco
sostiene así, que, por un lado, ocurrió una inserción paulatina de la policía en el
“mundo social de los más pobres”, actuando en espacios específicos, y que, por
otro lado, el orden social sería regulado más por reglas tácitas de una compleja
ordenación de los grupos sociales, como las redes de clientela y amistad, que por
los mecanismos estatales. Para Viscardi, la consolidación de la policía militaren el
territorio mineiro estaría dada por el dualismo entre gobierno central y potentados
locales desde el período colonial (1995: 60-61). Su pasado estaría así entrelazado
con la construcción del estado nacional, no solamente en su dimensión política-
administrativa, sino también, a partir de las diferentes y complejas matrices so
ciales, culturales y económicas que formaron la sociedad brasilera a lo largo del
Elpoliáa mineiro en la historia 137
siglo XIX. Además de eso, la documentación del Arquivo Público Mineiro viene
comprobando que, todavía en el período republicano, esos ideales no tendrían
condiciones materiales y sociales suficientes para ser cumplidos.
La explicación de Vellasco corrobora una bibliografía que investigó el pro
ceso de constitución y desenvolvimiento de la racionalidad estatal, y que pone
en evidencia el lugar clave de las formas de clientelismo, como el coronelismo,
en la cultura política brasilera.5 En el ámbito de la policía de Río de Janeiro, esa
racionalidad también hubiera sido comprometida, visto que la “inserción de los
policías en los cuadros de control por la elite hasta entonces permanecía vinculada
a acuerdos personales y a la búsqueda de recompensas” (Bretas, 1998: 231). Un
movimiento semejante se observa en la fuerza policial militar de la provincia de
S3o Paulo en las últimas décadas del Imperio. Para André Rosemberg, los policías
paulistas en el siglo XIX, “gran parte de ellos compuestos de individuos pobres
y no blancos”, absorbieron las jerarquías sociales propias de la estructura de la
sociedad esclavista, “provistos de una parte importante de la autoridad del Estado,
que les confiaba utilizar, en concreto, la violencia legitimada que se pretendía
monopolizar” (2011: 17-18). Esos estudios llamaron la atención sobre la amplia
“familiaridad” de los policías “con el universo popular”, como los innumerables
casos documentados de detenciones de soldados, cabos y oficiales en espacios o ac
tividades que deberían ser vigilados y controlados, en diferentes contextos históricos
(Bretas, 2000:255).
5 La vertiente de mayor expresión sigue la linea de explicación de la formación del estado elabora
da por autores de tradiciones intelectuales distintas, tales como José Murilo de Carvalho, Víctor
Nunes Leal y María Sylvia de Carvalho Franco y sus análisis de fenómenos políticos como el
ciientelísmo, los clanes rurales y ías elecciones municipales, Franco promovió importantes cues-
tionamientos teóricos sobre la historicidad de la vida social, refutando las imágenes abstractas de
transposición <fe modelos sociológicos europeos para América Latina. En ese sentido, a pesar de
concordar con los datos presentados respecta de la precariedad material de las policías estaduales,
discrepo con la idea de ineficacia movilizada por los autores, pues carga una imagen de la policía
como un hacerse que nunca se completa y, por eso, será siempre ineficiente. Es necesario, por el
contrarío, buscar comprender cómo se dio la disputa por la definición y legitimación de la actua
ción y de las funciones de las policías en la formación del estado brasilero y cuáles pueden ser los
significados culturales y políticos a lo largo del tiempo. Considerando, por lo tanto, que las institu
ciones policiales, constantemente, “se hace[n] y se inventa[n); ella[s] permanece[n] en el orden de
la regulación y no necesita[n] del ejemplo de la ley”, sin, con todo, “dar cuenta de la continuidad
de las prácticas, la inercia de ciertos caminos profesionales, la adaptación y el reempleo de ciertas
justificaciones de las misiones policiales" {Milliot, 2008: 15-16), La historiografía brasilera, no
obstante, todavía necesita superar una lógica binaria de comprensión de ta formación de las poli
cías en Brasil, conjugando las interpretaciones tradicionales con una perspectiva que entiende al
policía no solamente como “agente de la dominación estatal”, sino también, como partícipe “de ios
dramas de las vidas de la camada de hombres libres y pobres” (Bretas, 1998: 220).
138 Historia de la Cuestión Criminal,,
historia social en aquel periodo pasó, cada vez más, a valerse de las perspectivas,
debates y orientaciones metodológicas de la historia cultural, produciendo trabajos
interesados en pensar lo social a partir de lo cultural (Soihet, 2009: 15). Lo coti
diano y las relaciones interpersonales, entendidos por la historiografía cuantitativa
europea -entre las décadas de 1950 y 1970- como anécdotas que solo deberían ser
tenidas en cuenta si mantuvieran relaciones con una serie documental, pasaron a
ocupar un lugar importante en diferentes trabajos de los programas de posgrado
de historia, con orientaciones teórico-metodológicas distintas, a partir de la déca
da de 1980 (Soihet, 2009: 13). Los historiadores pasaron a seguir a los mismos
individuos en diferentes contextos sociales a fin de realizar “un análisis de las
condiciones de la experiencia social” (Revel, 1998:25). La literatura que aborda el
trabajador como tema central de investigación en Brasil produjo, desde entonces,
excelentes trabajos de historia social, enfocándose en trayectorias individuales que
permitieron concebir situaciones heterogéneas, contradictorias y paradójicas de
los trabajadores (Batalha, 2006).6
El retomo a la valorización del individuo por la historiografía fue acompañado,
también, por el resurgimiento de la biografía histórica entre los enfoques hístoriográ-
ficos legítimos. Pero todavía prevalece la idea del biografiado “como un prisma, un
punto de observación, para entender mejor una determinada época y un determinado
lugar”. Así, tanto las biografías, como los trabajos de historia social se vieron ante el
problema de la representatividad: “¿Hasta qué punto un individuo representa su medio
social? Si lo tomamos como representante, ¿no estaremos realizando, paradójicamen
te, la eliminación de su individualidad? ¿Cómo mantener la tensión, a lo laigo de una
biografía, entre la norma y la posibilidad, entre las restricciones sociales y la libertad
individual?” (Schmidt, 2000: 9).
La discusión sobre biografía e historia, no obstante, no se restringe a los
interesados en investigar y producir biografías históricas o en profundizar en las
posibilidades heurísticas de su producción. La considero importante para el escrito
7 Para algunos autores la cultura policial es un concepto “muleta”, que funciona como una “variable
imprevista”, además de existir definiciones bastante discrepantes sobre su sentido o su amplitud
(Rosemberg, 2011: 4). Estoy de acuerdo con Rosemberg en cuanto a la necesidad de observar los
sentidos del ser policía como salida metodológica para el refinamiento del concepto y de la com
prensión de las experiencias policiales en diferentes procesos históricos.
8 La preocupación por el individuo y su relación con el estado ya viene siendo incorporada en dife
rentes estudios de historia de la policía y det policía. Ver, por ejemplo, Klein (2010).
E l policía m ineiro en ia historia 141
las localidades donde estaban destinados se constituyó como cuestión crucial para
problematizar sus experiencias de sociabilidad en el territorio mineiro, a fin de
“descubrir las condiciones políticas, sociales, ideológicas que hicieron legítimas
las maneras de actuar de la policía” (Milliot, 2008: 24). Así, los relatos biográficos
y ias publicaciones de historias hechas por los soldados y oficiales adquieren un
papel importante en la comprensión historiográfica sobre la constitución de una
cultura y una identidad policial, pues son capaces de revelar conflictos, palabras
diferenciadas y son parámetros para el establecimiento de comportamientos ritua
les codificados (Thompson, 2001: 251).
Los textos que pretendieron construir, organizar y divulgar la historia y la me
moria de las policías militares en Minas Gerais, escritos por las altas autoridades
de las instituciones militares, por los oficiales activos o retirados, por intelectuales
simpatizantes de la fuerza pública y, en menor volumen, por los propios soldados,
contienen bocetos biográficos y autobiográficos, como parte significativa de su
narrativa.9 Esos libros, capítulos, secciones, columnas o artículos, se caracterizan
por el saludo, la dedicatoria y los homenajes prestados a algún héroe o mártir que
hicieron parte de la historia de las corporaciones militares en el estado.
La práctica memorialista y de producción biográfica es recurrente en las po
licías en Brasil, y también puede ser observada en otros países latinoamericanos y
europeos (Lawrence, 2000; Bretas, 2009; Galeano, 2009). Los libros de historia y
de memoria de la policía y de policías mine iros están repletos de casos de hazañas
de los soldados en las “guerras” libradas bajo los poderes estadual y central y en
las actuaciones destacadas como la detención de “facinerosos” dei sertao. Veamos
un ejemplo de un texto biográfico, de carácter institucional, enfatizando la gloria,
el esfuerzo individual e incondicional del oficial para defender el estado y trabajar
por la fuerza pública. El texto fue elaborado por los redactores de la Revísta do 5o
Batalh&o como forma de homenaje al coronel José Gabriel Marques, comandante
del Estado Mayor de la Fuerza Pública en la década de 1930:
9 Como ejemplo, consultar Carvalho (¡940); Andrade (1981); Assis de Alves (1972); Demarco Pi
lilo (1990); Lima Júnior ( í 969); Silveira (1966).
142 Historia de ia Cuestión Cri?ninal.
La figura del coronel es diseñada a partir de la lógica del ejemplo, su trayectoria for
ma al individuo exitoso, aquel que, con trabajo arduo, cosechó los frutos de una vida
dedicada a la institución, destacándose la fidelidad, lealtad, inteligencia y habilidad
para ejecutar órdenes superiores. La dedicación y los buenos modos son aspectos
resaltados del joven soldado, cuyo cuerpo, una vez educado para las artes militares
y para la obediencia, se convierte en disciplinado y listo para sostener los funda
mentos de la corporación, cerrando el ciclo de la manutención institucional. Ese
tipo de escrito, publicado en revistas, periódicos o impresiones institucionales, es un
importante vehículo de fundación y difusión de identidades colectivas de las corpo-
10 APM, COL 228, Minas Gerais, Revista Do S° Batalhao, Revista comemorativa do 10' aniversario
do 5° batalhao da For^a Pública do Estado de Minas Gerais, e em homenagem ao Exmo. Sr. Dr.
Olegário Dias Maciel, D. D. Presidente do Estado, 1932, pp. 6-7. Énfasis en el original.
E t policía m ineiro en la historia 143
11 Tal como ocurriera con la identidad operaría en Rio Grande do Sul en el siglo XX, conforme analiza
do por Benito Schniidl (2000: 10).
12 Ei au to r ya había publicado perfiles biográficos de m uchos de los oficiales en la obra Los bigotu
dos, libro todavía no encontrado en esta Investigación.
144 Historia de la Cuestión Criminal...
ideal. Ese soldado es comprendido de manera genérica como aquel que sirve a la
institución militar, que nació para ese trabajo y que, por eso mismo, alcanza rápida
mente los altos puestos de la carrera.
La forma de la escritura literaria, especialmente el cuento, también fue movi
lizada como recurso para construir perfiles de los miembros de la Fuerza Pública,
como en la obra de ficción “Su excelencia, el cabo”, de autoría de José Satys Ro
drigues Valle (1971), comandante de la Policía Militar. El autor diseñó veintidós
posibles perfiles de los diferentes tipos de cabos existentes en el territorio mineiro.
El cabo -segunda graduación de un soldado- es retratado como un sujeto múltiple,
cumplidor de órdenes y versátil en relación con las adversidades. Imaginación y
experiencia de vida se mezclan en la construcción de determinados patrones de la
figura del policía, uno pasaba la noche tocando la guitarra, otro hacía el papel de
casamentero, otros fueron representados como intelectuales, religiosos, y en otros
tantos persiste la representación del soldado cuyo vínculo con el mundo rural y con
la tradición popular mineira es muy fuerte. Los perfiles biográficos, incluso los de la
ficción, jugaron un papel importante en este proceso de construcción de significados
que los policías imprimieron sobre sí mismos.
En 1991, un libro compiló cuarenta y seis crónicas escritas por oficiales for
mados en la Academia de ia Policía Militar de Minas Gerais entre 1936 y 1990,
inspiradas en sus memorias. En este caso, las memorias de esos oficiales destacaron
experiencias colectivas, buscando sintetizar el perfil de tos grupos de los oficiales
estudiantes (denominados como aspirantes) y recordando los grandes momentos y
enseñanzas más importantes. Sin embargo, señales y vestigios fugaces de experien
cias, marcan los dropes biográficos, ensayando homenajes a colegas fallecidos, a
los compañeros de ejercicios militares, narrando pequeños destinos y trayectorias
vivendadas por los compañeros de la academia, cómplices de una experiencia pro
fesional tan distintiva como la carrera de policía militar (Santos, 1991).
Es interesante notar que, así como se ha observado en la cultura obrera alre
dedor del mundo, la biografía y la narración de trayectorias de vida también des
empeñaron un importante papel en la formación de una cultura laboral como la de
tos policías, grupo de trabajadores tradicionalmente olvidados por la literatura de la
historia del trabajo (Emsley, 2000: 90). Eso se dio de forma todavía más vertical, en
la comparación del arquetipo policial con aquellos elaborados por otros grupos de
trabajadores: el mártir-héroe. Muchas veces, en ambos casos, el trabajador común,
aquel que no dedicó su vida a la lucha obrera ni tampoco a la gloria de la corpora
ción, es dejado de lado en estos relatos, como si de sus vidas nada pudiese ser dicho,
Elpolicía mineiro en la historia 145
o ningún provecho se sacara al narrarlas (Schmidt, 2000: 16). Los homenajes postu
mos son importantes elementos en la construcción de una mirada sobre el pasado de las
iustituciones y se presentan como discursos, imágenes impresas en “santos”, poesías,
dedicatorias y cartas. Había en ese material producido por esos trabajadores, una
postura que privilegiaba (y creaba) una excepdonalidad y que quería transformarla
en una normalidad cotidiana del trabajo, promoviendo valores y comportamientos de
adhesión integral a la institución, como se observa en el homenaje ai soldado Ildeu de
Souza, muerto en el conflicto de octubre de 1930 {Figura 1).
Figura 1
“Homenaje de la Unión de los reformados”
13 Francis Cotta, policía e historiador, desde el inicio del siglo ha producido estudios sobre grupos
militares existentes durante el período colonial
E l policía m ineiro en la historia 147
14 APM, 355, M663h. Minas Gerais, Histórico do 2“ Batalhio, Organizado na adm inistrado do
Coronel Octavio Diniz. Juiz de Fora, 1936, p. 12.
15 La biografía, com o no podía ser de otra manera ocupa un lugar relevante en la apertura de ese
documento. Así como en ia mayoría de los libros aquí analizados, la figura del comandante general
emerge como modelo. Es interesante observar que Diniz expuso su propia trayectoria, buscando
evidenciar su lugar de destacado junto a la institución.
16 En la década de ¡930, el cronista Djalma Andrade también habría publicado 26 crónicas sobre la
policía míneira en el periódico oficial Minas Gerais en 1934, pero que no llegó a ser impreso en el
formato de libro (Cotta, 2006: 20).
17 APM, TFC, 01, Cx. 02, Doc. 06, Correspondencia do Gabinete do Comandante Geral da Forfa
Policíaí do Estado de Minas Gerais a Feu de Carvalho, datada de 28 de agosto de 1940.
18 Concerniente al gobierno del tey Juan VI del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve desde
1816a 1822.
19 APM, TFC, 01, Cx. 02, Doc. 07, CARVALHO, Theóplúlo Feu de A fo r;a pública policial de Mi
nas Gerais 1831-1890 (1940]. La obra fue publicada al final de 2014, antes de la reestructuración
del gobierno de Minas y de la asunción por el actual gobernador. Agradezco a Marta Alkimím,
funcionaría del Archivo Público Minero, por haber permitido y facilitado el acceso integral a los
t48 Historia de la Cuestión Criminal...
miro de aquel momento (Sílveira, 1966: 497). Entre una publicación y otra hay
desacuerdos, negociaciones, revisiones de documentos, transcripciones literales
sin referencias, reconocimiento de los trabajos de los colegas, omisiones e incluso,
desconocimiento de otras publicaciones. Hasta la elaboración de un manual y la
formal ización de un curso de historia de la institución en la curricula del Curso de
Formación de Oficiales de la Policía Militar de Minas Gerais, al final de la década
de 1980, grandes batallas de narrativas fueron libradas, pues no todos los trabajos,
a pesar de ser muy repetitivos, poseen el mismo sentido.
A pesar de la valorización de las glorias y hazañas, algunas obras revelan in
satisfacciones y críticas a la institución en diferentes sentidos. Desde la insuficien
cia estatal para proveer condiciones materiales e intelectuales, hasta el problema
de la precariedad de la formación física e intelectual de la población masculina
para ocupar los variados cargos y funciones del ejercicio militar, como puede ser
observado en los escritos de Anatólio Alves Assis (1972) y de Luis Góes (2001).
Otras publicaciones exploran más profundamente la habilidad de los comandantes
y las estrategias oficiales en la consolidación de la fuerza militar, pero no por eso
dejaron de presentar anécdotas, alegorías y valores fundamentales que dieron sen
tido a la “superación” de una posición precaria de este servicio estatal hacia una
modemizadora (Andrade, 1981; Silveira, I966).11
La identidad del policía militar en esas narraciones es marcada por las ideas
de heroísmo y patriotismo amalgamadas en la figura def soldado del pasado, hecho
de valentía, heroísmo y disciplina. Los libros de historia y de memoria de la poli
cía mineira están repletos de las proezas de los soldados y oficiales en las guerras
libradas en el ámbito del poder central y de los poderes estaduales. Para los autores
de esos libros la guerra tuvo un papel importante en la producción tanto del esta
do como de la corporación policial. Esa representación explica el énfasis que los
grandes eventos tuvieron en la comprensión que esos estudios dieron del papel de
la policía militar de Minas Gerais en los principales eventos políticos nacionales
como la Guerra del Paraguay, la Revolución de 1930 y el Golpe Militar de 1964
(representado en la literatura como Revolución de 1964). Lo que estaba enjuego
en esas situaciones, según esa literatura, era el deber de protección de la patria por
2 1 La Revista Militar, publicación quincenal de los oficiales de la Fuerza Pública en 1911, así como la
revista producida en conmemoración a los 10 años del 5o Batallón, datada de 1932, ya revelaban,
aunque indirectamente, los problemas que implicaba la consolidación profesional de la fuerza
pública, entre ellos ¡a educación intelectual, física y técnica del soldado, de manera semejante a la
revista policial de la Fuerza Pública de Río de Janeiro, publicada en 1903. Sobre la revista carioca
ver Bretas (2009).
150 Historia de la Cuestión Criminal..
parte de la institución militar, llevada adelante por medio de la guerra. Pero, ade
más de eso, el uso del término “guerra” revela la identificación del policía con esas
funciones atribuidas a los “combatientes” en las “revoluciones” político-sociales
de las décadas de 1920 y 1930.22
Desde hace mucho tiempo, el lugar de pertenencia de los actores sociales,
ha sido una preocupación de los historiadores al analizar la elaboración de sus
palabras y visiones de mundo. La posición desde la que se habla es fundamental,
primero, para que ciertos enunciados puedan ser emitidos y, luego, para que sean
legitimados o deslegitimados (Bourdieu, 1982: 105-107). Los policías retirados o
activos, frecuentemente, dirigen sus historias a sus colegas de profesión, además
de normalmente iniciar sus obras con homenajes a los políticos, comandantes y
personajes importantes para la historia de la institución, de acuerdo con el momen
to. Es necesario considerar que esas publicaciones son ediciones del autor o de
pequeñas editoras locales, como “El Luchador” y la “Prensa Oficial”. Todas, por
lo tanto, parecen caracterizarse por una circulación muy limitada, llegando a las
manos, probablemente, de familiares, amigos, colegas de trabajo, escritores loca
les, servidores públicos y, ciertamente, otras instituciones semejantes. Pero al ex
poner su visión sobre la institución, el soldado y la sociedad a la cual pertenecen,
los autores estaban dialogando con un público más amplio, demostrando el interés
en preservar esa historia, y en compartir memorias, experiencias y significados de
la labor policial con las próximas generaciones. Se trata, tal como argumenta Ales-
sandro Portelli, de la construcción de un mito, que seria una formación simbólica
y narrativa de historias significativas y de las auto representaciones compartidas
por una cultura (1996: 117).
Entre esas historias que ayudaron a forjar la figura del policía militar mineiro,
destaco los trabajos de Anatólio Assis. Este autor, oficial retirado, incorporó en
sus textos pequeños relatos biográficos y homenajes a los soldados del frente, así
como a los comandantes que actuaron en la Fuerza Pública entre 1920 y 1960. Vi
niendo de familia pobre, él destacaba su relación con las historias sobre el pasado
desde la infancia, por influencia de las historias contadas por su padre sobre las
batallas de la Gran Guerra y de héroes griegos, escuchadas alrededor de una fogata
en el sertao mineiro (Assis de Al ves, 1972: 17-19; 1989: 7). Ese acontecimiento
22 La imagen del brasilero como pacífico, conciliador es movilizada en diversos estudios de análisis
de la historia política reciente y de historia cultural de larga duración, pero viene siendo revisada
por diferentes estudios sobre las guerras y revueltas populares desde el sig!o XIX, además de las
guerras emprendidas contra las poblaciones nativas. Sobre el asunto véase Motta (2009); Dantas
(20 i 1).
Elpoüaa mineiro en la historia 15 í
panada, en la crítica del autor, por una representación del sujeto policial como el
“macho” del sertáo, autoritario por naturaleza. Hablando de Diamantina y en la
condición de Mayor retirado de la Policía Militar, Anatólio de Assis se refiere a
la realidad de las regiones rurales de extrema pobreza, actualmente denominadas
como Jequitmhonha, Vale do Mucurí, Norte y Noroeste de Minas. El soldado en su
obra es representado como un sujeto listo para enfrentar pistoleros y bandoleros,
como el alférez Félix Rodrigues da Silva, el “Felao”, descrito como “un típico
representante del medio. Autoritario, rudo, franco, leal y valiente” (Assis, 1972:
201). Sin embargo, más que revelar la característica típica de un soldado de la
Fuerza Pública, sus escritos forjaron una realidad muy próxima a sus intereses y
proyectos políticos y de policía: una fuerza pública que hubiera actuado y debería
continuar actuando cívica y patrióticamente en la defensa del poder político es-
tadual, asociado, muchas veces, a la figura de los gobernantes (Assis, 1989: 16).
Así como Assis, otros autores también estaban interesados en demarcar ofi
cialmente una identidad guerrera y patriótica. Esa perspectiva está presente en los
trabajos de Augusto de Lima Júnior, Geraldo Tito Silveira, Paulo René de An-
drade, entre otros, que refuerzan las imágenes de los soldados como legendarios
servidores a la patria mineira y al estado brasilero. La tradición, antes de todo, es
el foco de esas historias, que buscaron demostrar la fuerza de la institución, evi
denciando la recurrencia de la dedicación y superación como marca característica
de sus miembros. La fuerza física y moral de los soldados y oficiales de la Fuerza
Pública de Minas Gerais, mostraban, cada vez que eran reproducidas, la identidad
que los autores y sus contemporáneos buscaban fundar y hacer legítima delante
de sus lectores.
A partir de 1987, las narrativas pasaron a articular el discurso historiográfico
a la formación de los oficiales a fin de promover el sentido de unidad institucional.
La historia de la institución era vista como mecanismo para combatir la entrada de
soldados que veían a Ja policía como trabajo secundario o como una experiencia
de trabajo temporaria (Demarco Filho, 1990: 5). Cabe recordar que la profesio-
nalización de la policía militar en Minas es una política llevada adelante por las
autoridades policiales desde la década de 1950. No obstante, las medidas tomadas
hasta la década de 1990 no habrían conseguido consolidar la actuación del policía
como una profesión. Según Eduardo Batitucci, las demandas de los policías por
mejores condiciones de trabajo y por su reconocimiento como “sujetos de dere
cho”, expresadas en la huelga de 1997, a pesar que hubieran sido importantes para
la profesionalización de los oficiales inferiores responsables de la gestión, todavía
Elpolicía mineiro en la historia 153
Consideraciones finales
Como he demostrado, las historias del pasado fueron vistas por los propios poli
cías como importantes modos de consolidación de un “espíritu de cuerpo” que,
a largo plazo, podría consolidar interna y externamente buenas imágenes de la
condición del policía. Los policías expresaron su propia visión acerca del pasado
de su institución y sus experiencias laborales, y establecieron relaciones entre una
“cultura policial militar” y el proceso de legitimación de la identidad policial,
ambos en larga duración. Notamos la importancia de la difusión de memorias
e historias informales para el proceso de construcción de una identidad policial
mineiraP Esta identidad mantenía conexiones con los valores de libertad y orden
público importantes para la consolidación política de las elites locales en la pro
vincia de Minas Gerais.
El soldado mineiro ha sido pintado como parte estructural de la sociedad mi-
neíra. Originario de la gente común, de las clases medias o de las elites políticas,
el soldado se caracterizaba por los valores políticos que tradicionalmente fueran
asignados a los mineiros, como la lucha por la libertad. La producción textual
de los policías es parte de una tradición literaria que enaltece el pasado colonial,
imperial y republicano de la provincia minera y su población. Así, los distintos
autores resaltaron el papel activo del policía común en la formación y consolida
ción del estado mineiro y brasilero. Por otro lado, estas experiencias destacaron
la precariedad material del trabajo realizado por los militares en los rincones de
la provincia, sugiriendo la necesidad de una dedicación constante de los sujetos
policiales.
2 J Esa valorización de lo informal puede ser observada en publicaciones como las de Anatólio Assis
de Alves (1972, J989), Luiz Góes (200!), entre otros> pero por otro lado esa informalidad no
fue tan valorizada en las publicaciones de coroneles, como Paulo Andrade (1981; 1950), o del
teniente-coronel Luis de Marco Filho (1990). Tal vez eso explique la legitimación de la obra de
este último como “Trabajo Técnico-Profesional" por el comando de la Poficía Militar de Minas
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154 Historia de la Cuestión Criminal.
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ste fragmento de la novela “La muerte del Pibe Oscar (célebre escrushian-
4 Sobre Simón Radowitzky y su acción de venganza contra el coronel Ramón Fakón, véase: Bayer
(2007).
5 El atentado de Monjes al entonces presidente argentino, aparece en: S o lio (2015). Véase específi
camente el capítulo sobre el caso de Ignacio Monjes.
166 Historia de la Cuestión Criminal...
instancia aparecen nuevos sujetos integrantes de una red social que se extiende
más allá de la actuación de los criminales y de la perpetración de crímenes, como
asimismo puede dimensionarse la magnitud de la circulación de bienes económi
cos en el seno de esta economía informal.
Finalmente, el proceso culmina con diversas diligencias correspondientes a
la etapa de sentencia. Estas pueden variar de un proceso a otro, pero en términos
esquemáticos, contemplan la solicitud de sentencia por parte del fiscal, la respues
ta de la defensa respecto de dicha solicitud de sentencia, la apertura del plazo para
presentación de nuevos antecedentes (por ejemplo, declaraciones de testigos sobre
la conducta anterior de los acusados) y la sentencia de primera instancia. En caso
de apelación, se eleva la causa a instancias judiciales superiores.
6 Para un análisis más detai lado de las d iversas temporalidades del delito y las modalidades de per
petración de delitos contra la propiedad, véase Avala Cordero (2010).
168 Historia de ia Cuestión Criminal..
7 Archivo General de la Nación, Fondo Tribunal Crimina! (en adelante AON, FTC) Legajo C-62,
1891, Juzgado de! Crimen de la Capital de la República, contra Ignacio Cánepa, Antonio Cavalari
y Esteban Perotli, por Acusación de Robo a don Jorge Magné,
Dinámica ¡oda!, de la venta de robos en Buenas Aires 169
guardan o transportan” (Mcintosh, 1986: 51). Este último elemento aparece re
flejado en el hecho de que el robo perpetrado por Cavalari, Cánepa y Perotti tuvo
lugar en un negocio de comercio mayorista.
Tras la preparación, a través de la cual se conforma la red social criminal y
se establecen las estrategias para el crimen y el lugar donde efectuarlo, se definen
los roles a desarrollar por cada perpetrador, así como cuál modalidad de robo es la
que se llevará a cabo.
Los diversos tipos de delitos contra ia propiedad en Argentina tienen una
literatura extensa, tomada de la escuela criminológica de inicios del siglo XX.
Autores de la talla de Francisco De Veyga, José Ingenieros, Eusebio Gómez, así
como también funcionarios de la policía y personal de prisiones, como el conocido
“Fray Mocho” y Luis Cfontreras] Villamayor, dedican numerosos estudios sobre
este particular. El famoso comisario de pesquisas de la Policía Federal de Buenos
Aires, José S. Alvarez -conocido por el pseudónimo de Fray Mocho- identificaba
a los cinco criminales tipos en el mundo del robo bonaerense, a través de la si
guiente taxonomía:
“Entre los lunfardos hay cinco grandes familias: los punguistas,
o limpiabolsillos; los escruchantes, o abridores de puertas; los
que dan la caramayolí, o la biaba, o sea, los asaltantes; los que
cuentan el cuento, o hacen el scruscho, vulgarmente llamados
estafadores y, finalmente, los que reúnen en su honorable persona
las habilidades de cada especie: estos estuches son conocidos por
de las cuatro amias” (Alvarez, 1943: 97).
reducidor de que se trate, puede ser: 1) reducción por venta directa a comerciantes
informales; 2) reducción por venta (o encargo de confección) a comerciantes es
tablecidos para posterior reventa; 3) préstamo sobre prendas en casas de empeño.
Esta última modalidad, a su vez generaría una cuarta modalidad de reducción, y
a su vez otro nivel de extensión de las redes de circulación de objetos robados,
por cuanto se extiende a aquellos sujetos especializados en comprar en remates
desarrollados por las mismas casas de empeño, aquellos objetos que no fueron
desempeñados. Según algunos datos disponibles en los expedientes analizados, se
podría inferir que varios de dichos objetos rematados podrían haber sido objetos
robados y posteriormente reducidos en las casas de empeño.
8 AON, FTC, Legajo B-47, 1890-1891, Contra Beitol ini, Antonio; Saturnino Borras; Benito Au
gusto Jaime; y Silvestre Branca, por Robo. Denuncia de Rodolfo Calveyra, Bueuos Aires, 10 de
diciembre de 1890, ff. 2 vtas.
172 Historia de la Cuestión Criminal...
9 AGN, FTC, Legajo B-47, [ 890-1891, Ampliación de la declaración indagatoria de Saturnino Bo
rras, Buenos Aires, 25 de diciembre de 1890, ff. 40 v.-42.
Dinámica social de ¡a venia de robos en Buenos Aires 173
10 AGN, FTC, Legajo B-82, 1900. Contra Breski, Ladislao o J. R. Mieres o Luis Bermúdez; y Juan
E. o Antonio Gratid, por encubridores en el delito de Robo. Declaración indagatoria de Ladislao
Breski, Buenos Aíres, 3 de agosto de 1900, IT. 4 i y 43 v.
174 Historia de la Cuestión Criminal...
objetos robados por concepto de venta directa desde sus perpetradores. Represen
tativa de tal situación es la transacción entre Francisco Firpo y Alberto Costa que,
sin embargo, fue abortada por la detención de ambos sujetos. Interrogado respecto
al origen de un reloj de oro que fue secuestrado de entre sus pertenencias, Costa
declaraba ante el juez que;
“Ese reloj lo tenía Francisco Firpo, o sea, el mismo sujeto con
el que fue detenido quien se lo ofreció en venta al exponente,
compra que nunca efectuó; afirmando es cierto que Firpo y el ex
ponente fueron a la relojería que ha indicado [Defensa, entre San
Juan y Cochabamba, propiedad de Lázaro Vasallo] para hacerlo
tasar. Que ignora de adonde ni cómo habrá obtenido Firpo ese
reloj, y hace presente que si se encontró en poder del declarante
ha sido porque como ya ha dicho pensaba comprárselo dándole
la suma de setenta y cinco nacionales”."
11 AGN, FTC, Legajo C -9J, 1B95 (Primer cuerpo). Contra Costa, Alberto; Pedro Revello; Donato
Perini y Francisco Firpo, por Robos, Ampliación de la declaración indagatoria de Alberto Costa,
Buenos Aires, LO de junio de 1895, f. 136 v.
Dinámica social de la venta de rabos en Buenos Aires 175
12 AGN, FTC, Legajo C-62, 1891. Contra Cánepa, Ignacio, Amonio Cavalari y Esteban Perottí, acu
sados de Robo. Testimonio de Gregorio Solachi. Buenos Aires, ¡4 de diciembre de 1891, ff. 43-43
v.
U A.GN, FTC, Legajo C-62, 1891. Contra Cánepa, Ignacio, Antonio Cavalari y Esteban Perotli, por
Robo. Declaración indagatoria de Antonio Cavalari, Buenos Aires, 14 de diciembre de 1891, f. 33
176 Historia de la Cuestión Criminal—
Este fragmento del expediente criminal contra Juan Develli y otros, permite esbo
zar algunos de los principales motivos que podrían haber conducido a comercian
tes legalmente establecidos, a vincularse con las redes de complicidad ligadas a
delitos de robo en Buenos Aires. En primer lugar, es posible reconocer que existe
un primer momento de desconfianza respecto de los sujetos que se acercan a ven
der, destacando a este respecto el hecho de que se trata de “desconocidos”, que
eventualmente podrían ser empleados de alguna casa comercial, lo que podría
significar un problema posterior con sus empleadores, posibles dueños legítimos
de la mercadería. Sin embargo, prima un afán económico en el reconocimiento por
parte de Anaccito del hecho que “le ofrecían la mercadería más o menos treinta
pesos menos de su valor”, que finalmente habría aceptado ante la perspectiva de
“un buen negocio” tocando su puerta.
También ligado a la forma en que los comerciantes establecidos se integran al
circuito económico informal de objetos robados, operó una modalidad específica
14 AGN, FTC, Legajo D -5 4 ,1898. Contra Develi, Juan; Enrique Marchesi; Pedro Priggioni; Antonio
Zembola; Rafael Florentino; y Evaristo Bernárdez;. Acusados de Robo, Declaración indagatoria de
José Amand, Buenos Aires, 2 de julio de 1898, ff. 50 y 51.
Dinámica soáal tk la venta de robos en Buenos Aires 177
En 1895, durante el proceso contra Alberto Costa, Francisco Firpo, Donato Periní
y Pedro Revello, y a razón de las numerosas pesquisas solicitadas en el contexto de
dar con el paradero de los culpables de numerosos robos perpetrados en la capital,
se procedió al allanamiento policial de la casa en que vivía Costa y Revello. Según
el informe policial de dicho procedimiento:
15 AGN, FTC, Legajo C-62, 1891. Contra Cánepa, Ignacio, Antonio Cavalari y Esteban Perottí, por
Robo. Declaración indagatoria de Antonio Cavalari. Buenos Aires, 14 de diciembre de 1891, ff.
39-39v.
178 Historia de la Cuestión Criminal—
16 AGN, FTC, Legajo C-93, 1895 (Primer cuerpo). Contra Costa, Alberto; Pedro Revello; Donato
Perini y Francisco h irpo, por Robos. Informe de pesquisas por Laurentino Mejias, Buenos Aires,
29 de mayo de 1895, ff. 18-l8v.
Dinámica soríal de la venta de robas en Buenos Aires 179
17 El empeño como práctica económica de crédito es una perspectiva escasamente abordada en Lati
noamérica. Sin embargo, se recomienda el trabajo de F ra ^ o is (2006).
180 Historia de la Cuestión Criminal.
Aun cuando las especies sustraídas fueron avaluadas “en la suma de seiscientos
treinta y cinco pesos”,19 todo indica que doscientos noventa y ocho pesos como
resultado del empeño de las especies hurtadas en casa de su patrón constituirían
una alternativa, literalmente, al alcance de la mano, para un empleado doméstico.
Este monto se alejaría de su realidad salarial, y su reiteración daría cuenta de que
tras una primera aproximación al delito, los dividendos económicos resultantes
habrían incitado la realización de un segundo intento, cuyo alto importe inspiró
un tercer hurto. Estos delitos terminarían con la condena de Bianchi a un año de
arresto, pena agotada con la prisión preventiva sufrida.
Una de las características documentales de este expediente en particular, es
el hecho de que entre sus folios, anexa los boletos de empeño referidos. En uno
de ellos, correspondiente a “La Equitativa. Casa de Comisiones (Calle Cerrito
#358)”, se explícita que:
“Son condiciones de esta comisión:
Io Que la venta se realizará por un precio que exceda los [pesos
moneda nacional] Quince
2o Que si esta venta no pudiera realizarse en el término de treinta
días por ser alta la tasa de tal caso, LA EQUITATIVA podrá rea
lizar la venta en remate por el martiliero que designe la Justicia,
publicado por tres días en dos diarios.
18 AGN, FTC, Legajo B-73, IB97. Contra Valentín Bianchi, por Hurto. Declaración indagatoria de
Valentín Bianchi. Buenos Aires, 24 de abril de 1897, f. 15.
19 AGN, FTC, Legajo B-73, 1897. Contra Valentín Bianchi, por Hurto, Tasación de los objetos se
cuestrados (fe las casas de empeño mencionadas, (f. 19v y 26v.
Dinámica soaal de k venía de robos en Buenos Aires 181
El análisis del boleto de empeño permite establecer una serie de criterios a consi
derar. Por una parte, el carácter mercantil de la práctica del empeño privado en el
caso de Buenos Aires, donde el criterio fundamental es el lucro, ya sea en la ins
tancia de desempeño del objeto por parte del cliente -instancia característicamente
llamada “venta”- o bien durante el remate de existencias. Este lucro opera con los
porcentajes y gastos de transacción asociados. Por ejemplo, cualquier sujeto que
empeñe una alhaja (un par de aretes), recibiría una cantidad específica de dinero
(por ejemplo, 20 pesos). La venta por parte del dueño de la casa de empeño se
efectuaría por un monto superior a los 20 pesos (primera forma de ganancia). Al
vencerse el plazo de 30 días, y por regulación vigente, tendrían que publicarse tres
avisos en dos diarios (es decir, 6 avisos), con un costo determinado cada uno (por
ejemplo, 5 pesos, alcanzando la suma de 30 en total). Este costo es marginal en la
medida que la cantidad de existencia vencidas podrían ser numerosas, y el costo de
los avisos, del martiliero y del bodegaje, siendo único, es agregado independiente
mente a cada uno de los objetos a rematar (segunda forma de ganancia).
La participación de los dueños de casas de empeño en el circuito económico
informal generado a partir de la dinámica social de venta de bienes robados, operó
tanto en lo referente a la compra/recepción de objetos, como en la venta, amplian
do de esta manera la temporalidad del delito, así como también complejizando las
dinámicas sociales de reducción integrando nuevos protagonistas.
Donato Perini, preguntado para que manifestase la procedencia de los objetos
que dice le pertenecen dentro del conjunto de numerosas especies secuestradas de
la pieza en que habitaba y del domicilio de algunos de sus encubridores, d ijo :"...
que los naipes los compró en un remate en la calle Bolívar; que el candado lo com
pró en un cambalache situado frente a la Plaza Monserrat; que el corte de casimir
20 AGN, FTC, Legajo B-73, 1897. Contra Valentín Bianchi, por Hurto, Boleto núm. 82479 [adjunto
al expediente], correspondiente a la casa de empeño “La Equitativa”, f. 3.
182 Historia de la Cuestión Criminal...
“Que dichas alhajas se las dio el mismo día del hurto, seis del co
rriente, a Francisca [Delichel] de Hille para que fuera a venderlas
a Montevideo, diciéndoíe que eran hurtadas, conviniendo en que
a su regreso se dividirían el producto de la venta; Que para ir a
2 1 AGN, FTC, Legajo C-93, 1895 (Primer cuerpo). Contra Costa, Afberto; Pedro Revello; Donato
Perini y Francisco Firpo, por Robos. Declaración de Donato Perini, Buenos Aires, 5 de ¡unió de
I895,f.95v.
Dinámica social de la venta de robos en Buenos Aires 183
22 AGN, FTC, Legajo B-95, 1902. Contra Buisson, Luis, Claudio Hille, Sebastián Vidal y Francisca
Delichel, acusados de Robo el primero, y de complicidad los otros. Declaración indagatoria de
Luís Buisson, Buenos Aires, 11 de enero de 1902, f. 22v.
23 AGN, FTC, Legajo B-95, 1902. Contra Buisson, Luis, Claudio Hille, Sebastián Vidal y Francisca
Delichel, acusados de Robo el primero, y de complicidad los otros. Tercera declaración de Fran
cisca Delichel, Buenos Aires, 11 de enero de 1902, f. 28v.
184 Historia de la Cuestión Criminal...
24 AGN, FTC, Legajo B-95, 1902. Contra Buisson, Luis, Claudio Hílle, Sebastián Vidal y Francisca
Delichel, acusados de Robo el primero, y de complicidad los otros. Ampliación de la declaración
indagatoria de Francisca Delichel, Buenos Aires, 10 de enero de 1902, f. 15 [$311 (Montevideo) =
1659,32 (Buenos Aires)].
Dinámica soáai de la venta de robos en Buenos Aires 185
25 AGN, FTC, Legajo B-73, i897. Contra Valentín Bianchi, por Hurto. Boleto núm. 82479 [adjunto
al expediente], correspondiente a la casa de empeño “La Equitativa” , f. 3, Las cursivas son inías.
26 AGN, FTC, Legajo D-60, 1899. Contra Della Rosa, Juan, Eieodoro Della Martino y José Galciati;
por Robo. Declaración indagatoria de Eieodoro Della Martino. Buenos Aires, 22 de noviembre de
1899, f. 52v.
27 Memoria presentada al Congreso National de 190!, por el Ministro de Justicia é Instrucción Pú
blica. Tomo 1, Texto y anexos de Justicia. Taller Tipográfico de la Penitenciaría Nacional, Buenos
Aires, 1901.
186 Historia de la Cuestión Criminal.,
28 AON, FTC, Legajo D -60,1Í99. Conlra Della Rosa, Juan, Eleodoro Della Martino y José Galciati;
por Robo. Declaración indagatoria de Juan Della Rosa. Buenos Aires, 22 de noviembre de 1899,
IT. 56 y 57-57v.
29 AGN, FTC, Legajo C-93, 1895 (Primer cuerpo). Contra Costa, Alberto; Pedro Revello; Donato
Perini y Francisco Firpo, por Robos. Declaración indagatoria de Pedro Revello. Buenos Aires, 4
d eju n io d e 1895, f. 47.
Dinámica social de la venta de robos en Buenos Aires 187
tas de transportes transatlánticos, y vendía por las calles a personas que no conoce,
lo mismo que a bordo”.30
Este apartado comenzaba con una serie de preguntas. A la luz de los fragmen
tos de las declaraciones indagatorias citados, junto con la puesta en contexto de
tales referencias, se puede plantear que la baja tasa de recuperación de los objetos
empeñados en las diversas casas de empeño puede explicarse tanto por la tasa usu
raria de interés impuesta por los dueños de “cambalaches” en la ciudad porteña,
pero también por el papel de las casas de empeño en el circuito económico infor
mal de objetos robados, al menos en un doble sentido. Por un lado, como forma de
reducción de objetos robados que, por tal razón, no serían reclamados por quienes
los vendieron/empeñaron. Por otra parte, también como instancia de acceso a tales
bienes robados por parte los “corredores”. Estos fueron los sujetos que habrían
comprado los excedentes puestos a la venta a través de remates judiciales de exis
tencias no reclamadas.
Al menos a nivel de los indicios disponibles en los expedientes judiciales
consultados, el nivel de los “corredores” corresponde a la mayor extensión del
circuito económico informa) de objetos robados. Tras obtenerse un determinado
botín tras la perpetración de un delito contra la propiedad, éste suele pasar por
una primera etapa de ocultamiento, tras la cual pueden desarrollarse una o va
rias de las diferentes formas de reducción presentadas. Cada una de estas formas
permite plantear la posibilidad de un siguiente nivel de extensión de las redes de
complicidad. Respecto de la venta a comerciantes informales, se puede entender
que esa compra de objetos robados busca la reventa en el mercado informal; más
clara es ¡a intención de reventa en la declaración de los comerciantes establecidos
involucrados en la compra de objetos sustraídos. Por otra parte, en el caso de la
reducción en casas de empeño, las huellas documentales de su extensión hacia
los “corredores” son más específicas y, a su vez, permiten comprender que estos
mismos sujetos también persiguieron el afán de reventa.
30 AGN, FTC, Legajo C-93, Í895 (Primer cuerpo). Contra Costa, Alberto; Pedro Revello; Donato
Perini y Francisco Firpo, por Robos. Declaración indagatoria de Alberto Costa. Buenos Aires, 8 de
junio de 1895, f. 128v.
188 Misiona de ia Cuestión Criminal..
Tabla 1
Salarios diarios para jornaleros y trabajadores especializados
del rubro construcción,
expresado en pesos oro, 1870-1910
Nota: Considerando que hacia 1891, la conversión entre pesos oro y pesos moneda nacio
nal era de 5 a I, a partir de la información precedente el salario mensual de un jornalero en
el rubro de construcción hubo ascendido a $90 moneda nacional, mientras el salario de un
trabajador especializado de la construcción, a $180 nacionales.
La opción del delito, a través de la comparación entre los datos sobre salarios y
recursos obtenidos a partir del robo y hurto, permitiría postular la posibilidad de
que no solamente se trataba de vivir sin trabajar, sino que era incluso una alterna
tiva económicamente racionalmente elegida por los criminales, lo cual podemos
establecer a partir de la relación entre tasación de los efectos robados y el sueldo
percibido por una ocupación precaria a la que los sujetos protagonistas de esta
investigación podrían haber accedido.
Además, existen también algunas referencias específicas al monto percibido
por concepto de salario, dentro de los expedientes analizados. Por ejemplo, Ma
nuel Basualdo ftie condenado junto a Juan Sartori a cuatro años y medio de Peni
tenciaría por un robo perpetrado en Pueyrredón ft 1332, propiedad de doña Carmen
Dinámica soáal de la venta de robos en Buenos Aires 189
31 AGN, PTC, Legajo B-97, 1903, Contra Basualdo, Manuel L., Fidel de la Vega y Juan Sartort o
Teodora Gutiérrez, por Robo. Declaraciones indagatorias de Manuel Basualdo. Buenos Aires, 22
de septiembre de i 903, f, 56v.
32 AGN. FTC, Legajo C-163, 1905. Contra Correyero, Faustino, Francisco Rey Rodríguez y Pascual
Muscariello, por Hurto. Declaración indagatoria de Faustino Correyero. Buenos Aires, 12 de junio
de 1905, f.28v,
33 AGN, FTC, Legajo C-163, 1905. Contra Correyero, Faustino, Francisco Rey Rodríguez y Pascual
Muscariello, por Hurto, Declaración indagatoria de Francisco Rey Rodríguez. Buenos Aires, 12 de
junio de 1905, f. 31v.
190 HíJioria de la Cnertión Criminal...
Estos fragmentos hacen referencia a algunos elementos que forman parte de “lo
que hace falta para la vida común del hombre”,36 según la afortunada expresión de
otro de los amigos presidiarios de Eleodoro Della Martino, el español Pedro Ca
rreras. Según tales huellas documentales, considerando $57 para cubrir la comida
mensual, $15 por concepto de renta de una habitación y otros gastos asociados,
entre otros gastos, fácilmente se ve cubiertos los 80 o 90 pesos de salario en el caso
de los trabajadores no especializados.
34 AGN, FTC, Legajo C-03, 1895 (Primer cuerpo). Contra Costa, Alberto; Pedro Revello; Donato
Perini y Francisco Firpo, por Robos. Declaración indagatoria de Pedro Reveilo. Buenos Aires, 4
de junio de 1895, f. 45.
35 AGN, FTC, Legajo D-60, 1899. Contra Della Rosa, Juan, Eleodoro Della Martino y José Galciati;
por Robo. Carta de Eduardo Font a Eleodoro Della Martino [anexa al expediente). Celda 5 i 8,
Penitenciaria Nacional, jueves 27 [sin referencia de mes ni año], f. 66.
36 AGN, FTC, Legajo D-60, 1899. Contra Della Rosa, Juan, Eleodoro De!la Martino y José Galciati;
por Robo. Carta de Pedro Carreras a Eleodoro Della Martino [anexa al expediente]. Celda 518,
Penitenciaría Nacional, 8 de septiembre de 1896, f. 63.
Dinámica soaal de ia tienta </;' robos ett Buenos Aires 191
Reflexiones finales
A través de este anáfisis de la dinámica social de reducción de robos en Buenos
Aires durante la última década del siglo XIX y primeros años del siglo XX, es
posible reconocer la forma en que fluyó el producto de los delitos contra la pro
piedad, configurando un circuito económico informal, el cual habría sido capaz de
reproducir y extender una vida al margen del trabajo asalariado, a partir de la re
distribución del botín obtenido por las “redes sociales criminales” tras el desarro
llo de sus atentados contra la propiedad, con la ayuda fundamental de un conjunto
de agentes que conforman sus “redes de complicidad”.
El análisis desarrollado en esta investigación permite asimismo reconocer
que las redes sociales configuran las condiciones que permitirían el desarrollo de
la criminalidad contra la propiedad como medio ordinario de vida, ya que esta
estrategia desplegada por los ladrones encuentra sus pilares fundamentales en la
complicidad, encubrimiento y reducción, en asociación con sus cómplices.
En este sentido, es reconocible un proceso de retroalimentación entre la red
social criminal y las redes de complicidad. De tal forma, aquellos que recurrieron a
la criminalidad contra la propiedad como estrategia de supervivencia, se constitu
yeron en agentes aglutinantes de un denso entramado de sujetos. La introducción
-a partir de la estrategia del robo, del hurto, o del delito contra ía propiedad en
general- de dinero y especies que circularon entre los miembros de los diversos
niveles de las redes sociales vinculadas al crimen, constituye el combustible que
pone en movimiento el engranaje de una vida ajena al trabajo asalariado.
Una vez que el “Pibe Oscar” comprendió la dinámica propia de las redes
sociales vinculadas al delito contra la propiedad, se percató de que efectivamente
era posible vivir únicamente del producto del robo sin la necesidad de agachar
los lomos en el más simple trabajo. Así como lo comprendió el “Pibe”, es posible
reconocer que tueron muchos tos que también comprendieron los mecanismos que
hacían posible el robo como medio ordinario de vida.
192 Historia de la Cuestión Crimina!..
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Un artista del delito: circulación de dinero falso
entre el Río de la Plata y el Brasil,
1899-1911
D ieg o G a leano
Introducción
n agosto de 1899, el jefe de la policía de Buenos Aires, Francisco Beazley,
estaba en Río de Janeiro como parte de la comitiva del presidente Roca.
Llevaba como misión entrevistarse con su par carioca y celebrar acuerdos
de intercambio de informaciones sobre delincuentes que viajaban con frecuencia
por distintas ciudades del atlántico sudamericano (Galeano, 2016: 119-126). Du
rante la estadía ofreció una larga entrevista al diario Jornal do Comércio, en la que
explicó su proyecto de un servicio policial “internacionalmente coordinado” entre
Brasil, Argentina y Uruguay. Beazley entregó a la policía brasilera dos álbumes
con retratos de ladrones conocidos y “algunos billetes falsos brasileros de 50 mil
reis” aprehendidos en Buenos Aires.'
Poco después del regreso de Beazley a la Argentina se desencadena la trama
que será objeto de este capítulo: la historia de un falsificador de dinero que revela
íntimas conexiones entre el mundo delictivo y policial de esos tres países. Desde
ese punto de observación, se indaga la emergencia de un campo de posibilidades
delictivas y de cooperaciones policiales que mucho le debían a la mundialización
de los transportes y de las telecomunicaciones. Sin embargo, como propone Nata-
lie Zemon Davis (2011), no es la “historia global” la única manera de dar cuenta
del pasado del mundo globalizado. Lejos de despegarse de las dinámicas locales y
tomar distancia de las prácticas sociales territorializadas, este trabajo apuesta a un
juego de escalas que ensambla la trayectoria concreta de un falsificador con fenó-
I “ Entrevista com o Dr. Beazley", Jornal do Comércio, Río de Janeiro, 10 de agosto de 1899, p. I.
196 Histeria de ia Cuestión Criminal...
Esa inercia se vio algo alterada horas después de la Navidad de 1899. Moura
recibió noticias de un conflicto en una chacra en Santana do Livramento, muni
cipio de frontera, pegado a la ciudad uruguaya de Rivera. Los primeros rumores
hablaban de un hombre herido de bala y de un altercado que tenía como protago
nistas a una banda de falsificadores de dinero. Moura intentó mantener su estrate
gia, hasta que un testigo del conflicto decidió hablar con un comisario de policía de
apellido Lupi. Por ese motivo, las últimas horas del último día del año encontraron
al sub-jefe interrogando, junto con Lupi, a un individuo llamado Francisco Coim-
bra. Nervioso, respondía con frases incompletas y razonamientos inconexos. Des
de el comienzo Moura sospechó que se trataba de un espía, una suerte de testigo
falso enviado por la banda para desviar la pesquisa de su rumbo o -peor aún- para
enterarse del rumbo de la pesquisa. Durante el mes de enero de 1900 Moura pudo
reconstruir la trama del conflicto inicialmente narrado por Coimbra. Ese conflicto
fue el hilo que le permitió empezar a desanudar la madeja del caso de Pelotas.
El altercado que presenció Coimbra fue un enfrentamiento entre dos inte
grantes clave de la banda: el portugués Antonio Guimaraes y el francés Georges
Raimbault. Dueño de la chacra de Santana do Livramento, Guimaraes era el nexo
local de esta red de falsificadores y distribuidores de moneda falsa que, como será
analizado a lo largo de este texto, involucraba conexiones con Buenos Aires y
Montevideo. Según la investigación policial, la banda y sus cómplices alcanzaban
una cifra cercana a una veintena de personas, dos de ellas mujeres. Muchos eran
habitantes de distintas ciudades del estado de Rio Grande do Sul: de su capital,
Porto Alegre, de la propia ciudad de Pelotas y de otros poblados aledaños. Raim
bault y el uruguayo Midario Fernández eran el brazo rioplatense de la banda. Un
dato cardinal era la significativa presencia de comerciantes en el grupo. Gregorio
Figuereido era vendedor de gaseosas, Henrique Franfc y Joño Paulo Ridser, ven
dedores de dulces, Antonio da Costa Pereira trabajaba como cigarrero, Ignacio
Fabiano como zapatero, mientras que otros tantos acusados de circular el dinero
falso eran empleados en bares y fondas de Pelotas. Además de los comerciantes, la
red de cómplices incluía dos agentes de las fuerzas de seguridad: Leáo Gon?alves,
un guardia nocturno de la localidad de Lomba, y el teniente JoSo da Luz del pueblo
de Cangu^u.
La historia de la formación de esta banda se remonta a un contacto inicial
entre Guimaráes y Raimbault, fabricante de dinero falso con notables antecedentes
en el oficio. Entre ellos hubo un intermediario, Joaquim Louren?o Ferré ira, más
conocido como Qumcas Ferreira, descrito en el informe que Moura elevó a la
Un artista del delito 199
justicia como un “individuo cuya preocupación constante ha sido, según la voz ge
neral, hacer fortuna por medio de la moneda falsa”. Ferreira conocía a Raimbault
desde hacía mucho tiempo y persuadió a Gu imaraes -junto a otros dos cómplices
llamados Femando Negreira y Pedro Marques da R osa- de formar una “sociedad
para la fabricación de moneda falsa”. Gu ¡maraes y Negreira aceptaron entrar en
el acuerdo como los “capitalistas que costearían todos los gastos”. Según Moura,
el 19 de abril de 1899 la banda hizo una extracción de mil pesos en el Banco Ita
liano del Uruguay (probablemente en la ciudad vecina de Rivera) y partió rumbo
a Montevideo a buscar al “socio de la industria y precioso amigo de Ferreira”, el
francés Raimbault (Moura, 1900a).
Entre et viaje por tierra, la estadía en la capital uruguaya y el regreso al Brasil,
pasó aproximadamente un mes. Sobre la ida se sabe poco; la vuelta de Montevideo
hasta Bagé fue en un carruaje tirado a caballos, en el que además de Raimbault
viajaron su mujer, María Luisa Rigault, y a un ayudante llamado Genaro Rojas.
La primera escala fue en la ciudad de Bagé, conocida como “reina de la frontera”
y situada a mitad de camino entre Santana do Livramento y Pelotas. Desde allí to
maron un tren rumbo a la estación de Piratini, donde la comitiva “oriental” se hos
pedó un par de noches en el Hotel Lemos. En esa localidad vivía Quincas Ferreira,
quien se reencontró con su amigo Raimbault, mientras Guimaráes seguía viaje
hacia Santana do Livramento para ocuparse de instalar el taller de falsificación.
Además del traslado de Raimbault al Brasil y el alquiler de una casa para hospedar
a su familia, la inversión inicial involucró otros gastos como la adquisición de una
nueva máquina fotográfica, porque el falsificador declaró inservible la que estaba
esperándolo en la casa de Quincas Ferreira.
Durante dos meses, Raimbault trabajó en un taller de Piratini, pero sospechas
de cerco policial llevaron a la banda a trasladar la fábrica a una casa en la agreste
región del Monte Bonito, a pocos kilómetros de Pelotas. Su dueño, Manoel Joa-
quim, sintió desde el comienzo que había algo extraño, empezando por la manera
en que los inquilinos aceptaron, sin reclamar, el pago de un alquiler exorbitante.
En el testimonio a la policía, Manoel Joaquim declaró no haber creído mucho en la
excusa de la presencia de una mujer loca en la familia para justificar la prohibición
de acercarse a la casa. De hecho, no respetó ese pedido y cada vez que se aproximó
pudo constatar que vivían “tres individuos en forma misteriosa, porque además de
andar siempre con las puertas y ventanas cerradas, tapaban hasta los huecos de las
cerraduras” (Moura, 1900b).
200 Historia de la Cuestión Criminal..
Una vez más, Raimbauit abandonó el lugar elegido para la fábrica, pero este
giro no se debió ni a sospechas de vigilancia policial ni a las indiscreciones de Ma~
noel Joaquim, Sucedió que cierta noche, tras una tentativa de asalto de un grupo
de “ladrones comunes”, los falsificadores huyeron de la propiedad dejando en ella
vidrios con tintas y otros objetos que más tarde se convertirían en prueba judicial.
El francés decidió proseguir el trabajo en una habitación de la casa de Guimaraes
en Santana do Livramento, ayudado por su mujer y su socio. No era la situación
ideal. Tuvieron que prohibir a los niños jugar en las proximidades de la fábrica de
dinero falso y los criados de la casa se vieron obligados a dar una enorme vuelta
por afuera de la propiedad cada vez que debían ir de un lugar a otro.
La banda estaba dando demasiados pasos en falso y el nerviosismo aumenta
ba. Un día, por fin, Raimbauit terminó la fabricación de dinero prevista en el pacto
inicial: tres mil billetes de 500 mil reis, lo que equivalía a mil quinientos contos
do reis. Ese monto duplicaba el presupuesto anual de la Justicia Federal para todo
el territorio brasilero, o sea, del aparato que poco después terminó juzgando a
Raimbauit en su sede de Porto Alegre.3 Esta falsificación no era, por eso, un juego
de niños. A los billetes impresos todavía les faltaban los retoques y la numeración
de las cédulas. En tomo de estas cuestiones surgió el conflicto entre los integrantes
de la banda. Ante la falta de un perito tipógrafo que colaborara con la impresión
de los algoritmos, Raimbauit exigió la compra de un numerador automático, pero
los otros se negaron porque no querían exponerse más. Negreira propuso darle el
dinero al francés para que él mismo fuera a comprar la maquinita. La negativa fue
rotunda: según Raimbauit, un falsificador jamás debía salir de su guarida.
Así lo manifestó y amenazó con volverse a Europa. Escondió entre sus per
tenencias los billetes mejor terminados y entregó a sus cómplices el resto de las
impresiones, sin retocar ni numerar. Los demás se dieron cuenta de la maniobra
y, en vísperas de Navidad, hubo una fuerte discusión entre todos. Al calor del
altercado, Guimaraes insultó a Raimbauit con la peor de las injurias posibles para
un falsificador profesional: lo trató de “ladrón”. El francés desempuñó su arma y
apuntó contra el portugués. Pero Guimaraes, también armado, fue más rápido en
la maniobra: acertó un tiro en el pecho de Raimbauit y huyó del lugar. Pese a la
gravedad de la herida, Raimbauit persiguió a Guimaraes y entró a su habitación,
3 Como de reis era una expresión usada en Brasil y Portugal para referirse a un millón de reis, la
unidad monetaria vigente en la época. El presupuesto aprobado para [a Justicia Federal al ano 1901
era de $832.374.11&, o sea, algo más de ochocientos cornos de reis (Relatório, 1901: 311).
Un artista del delito 201
testigo que terminó acusado como cómplice. Además de billetes falsos de quinien
tos idénticos a los demás, en la casa de Coimbra se encontraron herramientas de
fabricación de billetes de 20 mil reis.
Junto a estos cuatro allanamientos en la ciudad de Pelotas, hubo otra serie de
acciones que llevaron a fos policías a chacras y áreas rurales de ia región. Es que
cuando la policía decidió pasar de la fase de investigación sigilosa a la acción, la
banda se dispersó a toda velocidad. Muchos cómplices escaparon hacia pueblos
de la frontera con el Uruguay, mientras diferentes partidas de policías siguieron
sus huellas con orden de captura. Además de conducir personalmente la investiga
ción, Moura era el eje de una red de comunicaciones telegráficas que se activó en
la etapa de detención de los acusados. Recibía desde Porto Alegre mensajes de la
justicia federal con instrucciones precisas sobre los allanamientos. Ya que era im
posible estar al mismo tiempo en todas las operaciones, su ubicuidad era tejida por
esos cables. A su vez, por las vías del tren que conectaba a Pelotas con Cangapu,
Herval, Tablada, Piratini y Cerrito, circulaban los telegramas que Moura enviaba
a cada comisario local, Y también circulaban por vía ferroviaria los propios agen
tes policiales que iban a los pueblos con órdenes de allanamiento de propiedades
rurales. De todos esos operativos, el más fructífero fue en la chacra de Antonio
Guimaraes en Santana do Livramento: fueron secuestrados 1.157 billetes de qui
nientos mil reis (idénticos a los encontrados en la casa de Raimbault), escondidos
encima de una pared de ladrillos. Moura sabía que esta suma apenas alcanzaba la
mitad de la falsificación.
Al día siguiente de los allanamientos, la prensa brasilera comenzaba a hacer
público lo que hasta entonces había podido mantenerse en secreto policial. Prime
ro fue el tumo de los diarios de Rio Grande do Sul. El hiperbólico tono elogioso
hacia Euclides Moura y los detalles que rápidamente se filtraron en las crónicas
periodísticas hacen suponer que él mismo se preocupó por convertir este caso en
una propaganda de la gestión que recién comenzaba en la sub-jefatura. Además de
los periódicos locales de Pelotas, el oficialista^ Pederagao, de Porto Alegre, cedió
gran espacio al caso y tuvo el privilegio de ofrecer a sus lectores el informe que
Moura escribió para elevar al juzgado. De acuerdo con un cronista de este diario,
hacía bastante tiempo que el gobierno riograndense perseguía esta “industria de
falsificación de dinero en papel proveniente del Río de la Plata para ser desparra
mado en el Estado [de Rio Grande do Sul]” y, en referencia al caso de Pelotas,
prometía transmitir todos los “pormenores sobre esta importantísima diligencia,
Un artista det delito 203
un nuevo registro de glorias para la policía del Estado”.4 Los alcances políticos de
la falsificación de Raimbault se constataban hasta las más altas esferas del gobier
no riograndense, a tal punto que el propio presidente del Estado, Antonio Borges
de Medeiros, lo mencionaba en su mensaje anual a la legislatura. Al aludir a la
“acción constante y represora de la autoridad policial”, destacaba la persecución
de fabricantes de moneda falsa, “sobre todo en la ciudad de Pelotas, centro de
irradiación” de este delito. Y su impacto -agregaba- solo podía ser comprendido
por aquellos que realmente conocieran et “extraordinario daño moral y material”
de la falsificación de dinero.5
Mientras en la ciudad de Pelotas el caso del francés Raimbault se convertía
en un “teatro inagotable para todas las conversaciones”, en objeto de “tos más
extravagantes comentarios” que inclusive “aumentaban sus proporciones”, los
diarios de Río de Janeiro, San Pablo y Minas Gerais comenzaban a hacerse eco
de la noticia. También tuvo cierta repercusión en la prensa uruguaya, sobre todo
en las localidades de frontera con el Brasil: los periódicos de Rivera, algunos de
ellos bilingües (con contenidos en español y portugués) como O Maragato y O
Canabarro, dedicaron espacio a las noticias que llegaban de Pelotas.6 A lo largo
del siglo XIX, esa zona de frontera entre Brasil y Uruguay había ganado ía fama
de un territorio de circulaciones delictivas, contrabandos y Higas que forzaban
intercambios -y provocaban no pocas tensiones- entre Rio Grande do Sul y las
autoridades ríoplatenses.7 De hecho, la llegada de un telegrama enviado por la
jefatura de policía de Buenos Aires le permitió a Moura empezar a responder dos
interrogantes que le quitaban el sueño: ¿Quién era Raimbault? ¿Y cómo había ido
a parar este falsificador francés a Montevideo y, desde allí, a Pelotas?
4 “ Moeda falsa. Diligencia nota ve I”, A Federando, Porto Alegre, 10 de febrero de 1900, p. 2. En
la ciudad de Pelotas, los periódicos Correio Mercantil y Diario Popular dedicaron notas at caso
desde el día siguiente a los allanamientos. A partir del 10 de febrero, A F ed era d o publicó una
serie de noticias antes de reproducir el informe que vio luz en las páginas del diario entre los días
19 y 21 de marzo {Moura 1900a, 1900b, 1900c).
5 Mensagem enviada á Assembleia dos Representantes do Estado do Rio Grande do Sul pelo pre
sidente Antonio Augusto Borges de Medeiros em 20 de setembro de 1960, Porto Alegre, Oficinas
Tipográficas d ’A F ederado, pp. 12-13.
6 “Telegramas”, A Noticia, Río de Janeiro, 25 de febrero de 1900, p. 2; “Moeda falsa", O Canabar
ro, Rivera, 22 de febrero de 1900, p. 2; “Moeda Falsa- Alerta” , O Maragato, Rivera, 2 de mayo de
1900, p. 2. Sobre los periódicos bilingües y el uso del portugués en la prensa uruguaya de frontera,
ver la monografía de Santi González (2007).
^ Cn un estudio con documentación de la justicia criminal de Rio Grande do Sul, Mariana Flores
m uestra la compleja trama social de relaciones transfronterizas que estaba por detrás de estos
delitos en el siglo XIX (Flores, 2014),
204 Historia de la Cuestión Criminal...
8 “ Prontuario n. 256 L. E. Policía de Buenos Aires” (APESP, 1916). Las siglas “L. £ ." se referían a
la sección de “ Leyes Especíales” de la Policia de Investigaciones, que se ocupaba de la represión
del juego clandestino y la falsificación de dinero, como será explicado más adelante. Sobre la
trayectoria del comisario Cantinho Filho véase Quintanilha Martins (2014: 70).
Un artista del Mito 205
9 “Causa criminal contta ¡oxge Raimbault y otros, por delito de falsificación y circulación de billetes
de curso lega! falsos", en Faltos de ¡o Suprema Corte de Justicia Nacional, vo!, 68, Buenos Aires,
Imprenta de Pablo Coni e Hijos, 1898, pp. 123-132.
10 Aniaral “Impressdes”, OIndependente, Porto A legre,17/12/1903,p, I,
11 Archives Departamentales du Cher, Commune Henrichemont, Registres paroissiaux et élat civil,
Registre de Naissances 1865: Cod. 3E 4035 ; Recensement 1866 - Cod. 6M 0046 ; Recensement
1872 - Cod. 6M 0070,
206 Historia de la Cuestión Criminal...
12 Archives Municipales de Bourges, Recensement 1876 - Cod 1F23 ; Recensement 1ES 1 - Cod
IF24.
13 Archives Municipales de Bourges, Recensement 1886 - Cod 1F25,
14 “ Exposition de Bourges. La grande photographie artistique”, Le Panthéon de ¡'industrie, n. 585,
París, 6/6/1886, p. 172-173.
Un artista del delito 207
15 Parroquia de la Inmaculada Concepción, Registro de Bautismos, vol, SO, niun. 1965, 1888; Parro
quia de Nuestra Señora de Balvanera, Registro de Matrimonios, vol. 50, num. 150 y Registro de
Bautismos, vol, 118, num. 226-228, 1894.
208 Historia de la Cuestión Criminal..
22 01 Código Penal de 1890 incluía un capítulo específico sobre falsificación de dinero, con seis
artículos. Los dos primeros (239 y 240) se referían a la fabricación de moneda falsa, brasilera o
extranjera, con penas de hasta ocho años de prisión. Por su parte, el art. 241 contemplaba la circu
lación dolosa de moneda falsa y la introducción en e! país de dinero falsificado en el exterior, con
una pena máxima de cuatro años (Estados Unidos do Brasil, 1891). Por ese último artícuio fueron
procesados nueve cómplices.
23 “Jui 20 Federal”, A Federando, Porto Alegre, 10 de octubre de 1900, p. 2, “luízo Federal” , A Fede
r a b a , Porto Alegre, 24 de octubre de 1900, p. 2 y “Juízo Federal”, A Federando, Porto Alegre, 19
de diciembre de ! 900, p. 2.
Un artista del delito 21 \
24 “ Una ley buena. Penalidad a los falsificadores. Examen comparativo” , Revislu tie Policía, Alio IV,
núm. 83, Buenos Aires, I de noviembre de 1900, p. 164.
25 Al igual que el primer Código Penal del Brasil republicano, el código uruguayo de 1889 establecía
en su artículo 220 un máximo de ocho años de prisión para “el que fabrícase moneda faisa, nacio
nal o extranjera, de curso legal en la República o fuera de ella" (República Oriental del Uruguay,
1889:66).
26 “Juizo Federal” , A F ederado, Porto Alegre, 28 de enero de 1901, p. 2.
27 Arquivo Nacional do Brasil, Fundo do Supremo Tribunal Federal, Revisao de Processo Criminal
“Jorge Raimbault”, Código BV.0.RM1-O70I, 1904, pp. 27-36.
212 Historia de la Cuestión Criminal...
similares motivos, Leao Amo, Midario Fernández y Claudio Berrocal fueron con
denados a cuatro años de prisión. Los demás, incluyendo a la mujer de Raimbauit,
fueron absueltos.2*
A partir de ese momento, la historia del falsificador francés se bifurcó en dos
caminos paralelos. Por un lado, sus abogados llevaron el caso hasta la Suprema
Corte de Justicia del Brasil, trasladando así la disputa jurídica desde Porto Alegre
hasta Río de Janeiro. El pedido de revisión del proceso en la última instancia
era justificado por la “manera irregular y violenta con que actuó la policía de
la ciudad de Pelotas” , Los defensores de Raimbauit parecían conocer el pasado
de Moura como comisario en la policía carioca, cuando aludían a su “celebridad
por las violencias” con que ejercía sus cargos.29 Tres estrategias vertebraban el
pedido de revisión tratando de demostrar que esas arbitrariedades y violencias de
Moura habían viciado al proceso desde sus primeros pasos. En primer lugar, una
denuncia de la producción de testimonios fraguados. Diogo Licinío de Moráis,
antiguo peón de Quincas Ferreira, denunció que la policía lo había obligado a
declarar contra su patrón mientras se encontraba preso en la cárcel de Piratini.10
La segunda estrategia era desacreditar declaraciones de testigos que no pasaban
de soplones y agentes secretos de la policía de Moura. Así sucedía con Joaquim
Rodrigues Pereira, a quien los abogados consideraban un “testigo sospechoso,
sin valor probatorio”.31 Por último, la acusación más grave al proceder de Moura
apuntaba a irregularidades en el allanamiento en la casa de Raimbauit.32 Según la
versión de Moura, el falsificador francés tuvo el recaudo de esconder muy bien su
parte del botín y la existencia de esos dos billetes habría sido un descuido de sus
hijos (Moura, 1900c). Raimbauit y sus abogados denunciaban que todo eso no
pasaba de otra farsa orquestada por el subjefe de policía. La acusación era grave:
ante el fracaso de allanamientos anteriores, Moura habría mandado a la policía a
“hacer una nueva diligencia munido de la prueba de criminalidad que debía ser
33 Ajquivo Nacional do Brasil, Fundo do Supremo Tribunal Federal, Revisáo de Processo Criminal
"Jorge Raimbault”, Código BV.0.RMI.O7O1, 1904, pp. 6-8.
34 "Jorge Raimbault”, A Federagao, Porto Alegre, 10 de ju lio de 1905, p. 2. Sobre el Servicio An
tropométrico y la producción de retratos de prisioneros en la cárcel de Porto Alegre ver Pesavento
(2009).
35 “Clube J úlio de Castilhos”, A F ederado, Porto Alegre, 13 de octubre de 1902, p. 2.
36 “Nachefatura de policía”, /! Federagao, Porto Alegre, 16 de octubre de 1902, p. 2 y “CasaFelizar-
do”, Petit Journal, Porto Alegre, 9 de diciembre de 1903, p. 2.
2 54 Historia de ¡a Cuestión Criminal..
sive, algunos diarios se referían a esos retratos como obra del “director del gabi
nete fotográfico” de la prisión, sin siquiera mencionar que también era un preso.
Dos crónicas sobre el trabajo artístico de Raimbault revelaban que, por detrás
de esos elogios, latía la idea de la libertad condicional para el otrora falsificador,
devenido eximio fotógrafo y pintor. En un texto sobre las galerías de arte en Por
to Alegre, publicado en la Gazeta do Comercio, después de elogiar las obras de
Raimbault se explicaba que el francés “cumplía su pena dedicándose al culto del
arte y dejando en aquel recinto del dolor un ejemplo elocuente de regeneración”.
El redactor agregaba que Raimbault, “artista útil que el egoísmo de la sociedad
moderna arrojó a una cárcel”, había participado en exposiciones de arte con tal
éxito “que su nombre era arrancado del rol de los culpados para ser inscripto entre
los artistas más honestos”.” Por su parte, el cronista de O Independente contaba
que Raimbault trabajaba sin cesar en “altas horas de la noche” y que era evidente
su “profundo pesar y su arrepentimiento”, su “dedicación al trabajo, a la familia
y su comportamiento ejemplarísimo”. En este caso, la insinuación dejaba lugar al
reclamo ostensible: “sí, Jorge Raimbault debe dejar la prisión donde se encuentra
y volver a la sociedad de la que fiie retirado” y, evocando un pasaje del Código
Penal, pedía un decreto de perdón del Presidente de la República “porque si fiie un
delincuente, hoy es un arrepentido y sus hijos lloran su falta”.38
Mientras los periodistas riograndenses clamaban su perdón, los abogados
usaban, ante el Supremo Tribunal, las evidencias de su éxito artístico para reforzar
el pedido de revisión de la condena. De hecho, varios de esos recortes de la prensa
iban anexados al legajo, junto con tres cartas conseguidas desde la cárcel por el
propio Raimbault. La primera era una declaración del Administrador de la Casa
de Corrección, Ernesto Theobaido Jaeger (de quien Raimbault también hizo un
retrato notable), firmada el 17 de noviembre de 1903. Aseguraba que el francés
había trabajado desde que comenzó a cumplir sentencia y que su conducta era
ejemplar. Las otras eran cartas de dos reconocidísimos fotógrafos de Porto Alegre:
el italiano Virgilio Calegari, con un pésimo portugués, elogiaba los trabajos que
Raimbault había hecho por encargo de su atelier; y uno de los hermanos Barbeitos,
dueños de otro atelier, respondieron el pedido de Raimbault destacando su “mere
cimiento artístico reconocido en todo el Estado”
“Raimbault el Grande”
¿Adonde fue a parar el falsificador francés después de esta segunda fiigaen 1905?
Por lo pronto, rápidamente desapareció de los diarios brasileros, pero es posible
seguirle el rastro. En 1911, el escritor Elysio de Carvalho, entonces director del
Gabinete de Identificación de la policía carioca, publicó en el Boletim Policial un
extenso artículo sobre la falsificación de dinero brasilero. Denunciaba la emer
gencia de un crimen que estaba tomándose endémico, una industria inteligente,
rendidora y practicada a gran escala por societas delinquendi. Todo el relato sobre
de Virgilio Calegari y los hermanos Barbeítos en Porto Alegre, véase Sandri (2007) y Possamai
(2013).
40 Arquivo Nacional do Brasil, Fundo do Supremo Tribunal Federal, Revisto de Processo Criminal
“Jorge Raimbault”, Código BV.O.RMI.0701, 1904, pp. 144-145.
41 La fuga y búsqueda del falsificador fue materia de crónicas periodísticas: “Jorge Raimbault” , A
Federagao, Porto Alegre, 10 de julio de 1905, p. 2. “ Telegramas", Gazeta de Noticias, Rio de
Janeiro, 10 de julio de 1905, p. I. “Jorge Raimbault”, A Federafáo, Porto Alegre, 11 de julio de
1905, p. 2; “Raimbault", A Federafáo, Porto Alegre, 4 de agosto de 1905, p. 2.
216 Historia de ia Cuestión Criminal...
42 Carvalho (1912:6). Uso la versión que fije publicada como folleto, en 1912, dentro de la colección
Biblioteca del Boletim Policial creada y dirigida por ei propio Elysio de Carvalho.
43 “A nossa polícia descobre urna grande fábrica de notas e estampilhas falsas em Montevideo” ,
Corre ¡o da ManhS, Rio de Janeiro, 20 de abril de 1911, p. 3, “Sherlocfcs cariocas. Diligencia no
estrangeiro", Jornal do Brasil, Rio de Janeiro, 20 de abril de 1911, p. 7; “Sherlocks cariocas. Um
sucesso em Montevideo", Jornal do Brasil, Rio de Janeiro, 13 de junio de 1911, p. 7.
Utt artista del delito 217
estaba Somaschini, siguió esa misma noche hacia Buenos Aires y recién regresó a
Montevideo el 27 (Carvalho, 1912: 13).
¿Por qué ese desvío y esos tres días en la capital argentina? No queda claro
si existía una hipótesis de vínculo directo con la falsificación de pesos uruguayos
en la que estaba involucrado Somaschini, pero es evidente que Cámara Campos se
entrevistó con autoridades de la sección de investigaciones de la policía argentina
para tratar la cuestión del dinero falso brasilero fabricado en el Río de la Plata.
De acuerdo con las noticias que circularon en Río de Janeiro, la investigación que
terminó con la detención de Raimbauit a fines de agosto de 1911 comenzó varios
meses antes cuando ta policía carioca detuvo a un sujeto que pretendía introdu
cir billetes falsos. Entre los papeles incautados en su casa, encontraron cartas en
español que sugerían la existencia de una fábrica en Buenos Aires. Fue entonces
cuando los policías se comunicaron con sus pares argentinos, dando inicio a la
pesquisa.49 Teniendo en cuenta los antecedentes de Raimbauit, es probable que
Cámara Campos sospechara ligaciones entre los falsificadores de Montevideo y de
Buenos Aires en la tarea de fabricación de moneda falsa brasilera.
En Argentina, la policía de investigaciones también había pasado por una
reforma significativa. Esta oficina, que surgió a fines del siglo XIX con el nombre
de Comisaría de Pesquisas (Galeano, 2009; 85-87), fue transformada en 1902 en
una dependencia compuesta por trece secciones diferentes (Orden Público, Orden
Social, Seguridad Personal, Robos y Hurtos, etc.). Una de esas secciones recibió el
nombre “Leyes Especiales”, por ocuparse de dos asuntos que habían sido materia
de innovación legislativa en los últimos años: la ley de falsificación de dinero de
noviembre de 1900 y la ley de represión del juego clandestino de agosto de 1902.50
A lo largo de la primera década del siglo XX, la policía de investigaciones aumen
tó sensiblemente su plantel y estableció una relación de intimidad con algunos
medios de prensa, a los que ofrecía primicias e imágenes exclusivas a cambio de
elogios sobre las pesquisas. La crónica de La Nación del día siguiente al allana
miento a la fábrica de Raimbauit reflejaba esos lazos entre la policía y la prensa.
No solo porque fuera improbable la construcción de ese reportaje meticuloso en
tan pocas horas, sino porque entre las numerosas imágenes que lo ilustraban se
destacaban los retratos de cuatro investigadores.
49 “Notas falsas. Prisüo dos falsificadores em Buenos Aires”, O Faiz, Río de Janeiro, 4 de julio de
191 l,p . 2.
50 LAGUARDA, Francisco “ La Policía de Investigaciones. Su evolución", Revista de Policía, Bue
nos Aires, núm. 471, 1 de febrero de 1918, pp. 42-46. Sobre la Ley de Represión de Juego de 1902
ver Cecchi{20l6).
220 Historia de la Cuestión Criminal..
51 Por ejemplo: "La falsificación de billetes de banco brasileños. Resultados de una pesquisa poli
cial”, La Prensa, Buenos Aíres, 29 de agosto de 1911, p. 13; “La falsificación. Actuaciones del
sumario”, La Tribuna, Buenos Aires, 29 de agosto de 1511, p. 8.
52 “Descubrimiento de una falsificación”, La Nación, Buenos Aires, 29 de agosto de 1911, p. II.
Un artista del delito 221
53 “El falsificador más hábil del mundo ha operado en Buenos Aires”, Sherlock Holmes, Año I, núm.
10, Buenos Aires, 5 de julio de 19 11, p. 17-20,
222 Historia de la Cuestión Criminal...
54 “Algo más só b rela falsificación Raimbault", SAeWoíi/formes, Ario I, núm. 12, Buenos Aires, 19
de septiembre de 1911, pp. 62-64. Sobre las redes de Raimbault en Brasil y Uruguay ver también:
“La falsificación de billetes brasileños. Pedido de antecedentes”, La Prensa, Buenos Aires, 31 de
agosto de 1911, p. 14.
55 “ La falsificación de moneda. Nuevas diligencias”, La Nación, Buenos Aires, 30 de agosto de 1911,
p. 13; “La falsificación de billetes brasileños. Nuevos detalles”, La Prensa, Buenos Aires, 30 de
agosto de 1911, p, 13.
56 “La falsificación de billetes brasileños”, Et Siglo, Montevideo, 31 de agosto 1911, p. 8; “ Deseo-
berta de urna fábrica de falsificado de notas brasileiras”, Gazeta de Noticias, Río de Janeiro, S de
septiembre 1911, p. 5.
57 “La falsificación de moneda brasileña. Tribulaciones del autor principal". La Nación, Buenos Ai
res, 2 de septiembre de 1911, p. 12.
Un artista del delito 223
que pudo para dar respuestas evasivas, pese a que las pruebas en su contra eran
más que contundentes. Por la delación de Raimbault, Jantus ordenó la captura de
un nuevo sospechoso cuyo nombre la prensa vaciló en publicar, dando primero
algunas pistas tímidas y más tarde sus iniciales, hasta que terminó estampando su
nombre en las páginas policiales: Antero Carbonell.58
Esos titubeos se debían a su estatus dentro del mundo empresarial y financie
ro. Carbonell era un brasilero de 38 años, casado, que trabajaba como inspector
en la casa Gath & Chaves, sociedad anónima de capitales ingleses responsable
por una red de boutiques de moda, a la que ingresó por recomendación del cónsul
del Brasil. Antes de establecerse en Buenos Aires, había sido durante ocho años
agente de la empresa Lloyd Brasileiro en las oficinas de Santana do Livramento
y Montevideo. Esa empresa era la más importante compañía de navegación del
Brasil, con una inmensa flota de buques de pasajeros y de carga que cubrían las
rutas del atlántico sudamericano y otras líneas a América del Norte y Europa.
Detenido en su domicilio sobre la calle México al 463, ia policía le incautó cien
libras esterlinas, más una gran cantidad de cartas y tarjetas que parecían probar su
participación en la banda. En el interrogatorio, confesó haber aceptado un negocio
propuesto por el propio Raimbault en un café de la Avenida de Mayo esquina con
calle Tacuarí. Carbonell había puesto al francés en contacto con un funcionario de
la compañía brasilera de navegación.59
La declaración de Carbonell fue fundamental para entender la mecánica de
la banda, que usaba sus contactos dentro de la compañía de navegación para hacer
operaciones de cambio de moneda con brasileros que llegaban a los puertos de
Montevideo y Buenos Aires, pasándoles así dinero falso. También existían sucur
sales del negocio en las ciudades de San Pablo y Porto Alegre, donde contaban
con depósitos de billetes falsificados. El impacto de la detención de Carbonell fue
grande en la prensa de Brasil y Uruguay, porque destapó la olla de las conexiones
con cómplices en esos países. Inclusive se ampliaban las informaciones y diarios
de Rio de Janeiro brindaron detalles del sumario policial, por ejemplo, que los
billetes eran enviados al Brasil en latas de dulces transportadas en los buques de
5£ ‘‘La falsificación de billetes. Otra importante captura”, La Prensa, Buenos Aires, 3 de septiembre
de 1911, p. 13; “ La falsificación de billetes brasileños", l a Nación, Buenos Aires, 3 de septiembre
de 1911, p. It,
59 “ La falsificación de moneda brasileña. Una declaración importante", La Nación, Buenos Aires, 5
de septiembre de 1911, p. 12; “ La falsificación de billetes brasileños. Actuación de Carbonell” , La
Prensa, Buenos Aires, 6 de septiembre de 1911, p. ¡3.
224 Historia de la Cuestión Criminal..
60 “A fábrica de notas bras ¡letras em Buenos Aíres”, A Noite, Rio de Janeiro, 6 de septiembre de de
1911, p. 2; ‘‘La falsificación de billetes brasileños. En busca de cómplices”, La Tribuna Popular,
Montevideo, 7 de septiembre de 1911, p, 10; “ Telégrafo”, O P aiz, Río de Janeiro, 8 de septiembre
de 1911, p. 5.
61 La falsificación de billetes brasileños. Un asunto que se complica. Cómo operaban los falsificado
res”, La Prensa, Buenos Aires, 5 de septiembre de 1911, p. 15.
62 “La falsificación de billetes brasileños. Seis detenidos", La Nación, Buenos Aires, I de septiembre
de 1911, p. 11.
Un artista del delito
Trayecto final
En la nueva estadía en la Penitenciaría Nacional, Raimbault volvió a usar las ha
bilidades de su oficio para obtener un puesto en la sección de litografía. Pasó poco
tiempo entre la recuperación de la libertad y otra acusación policial que lo señaló,
a mediados de 1919, como el posible autor de una falsificación de billetes de 100
pesos uruguayos. Un juez de instrucción le dictó prisión preventiva, pero el delito
no pudo comprobarse. Tres años más tarde, en septiembre de 1922, no tuvo la
misma suerte. Aparecieron billetes falsos argentinos y, por su buena calidad, las
sospechas policiales recayeron sobre el francés. Allanaron la casa en la que vivía
con su esposa, ahora en el barrio porteño de Villa Devoto. En una propiedad con
tigua vivían sus dos hijos varones, Mario y Carlos. La policía de investigaciones
no encontró rastro alguno de dinero falso argentino, pero se topó con billetes de
50 mil y 500 mil reis. Hacía rato que la policía carioca venía comunicando a la de
Buenos Aires que dinero falso de esos valores nominales circulaba en ciudades
del Brasil. Mario no estaba cuando la policía irrumpió en Villa Devoto, llevando
a su padre y a su hermano. Las sospechas apuntaban a un viaje a Río de Janeiro.65
Cuando la policía interrogó a Raimbauit, el francés negó la imputación y dijo
que esos billetes de Í00 pesos falsos no habían sido fabricados en el país porque
“ningún profesional medianamente inteligente confecciona billetes del país en que
los ha de circular”.66 El francés ya no negaba a ta policía su condición de falsifica'
dor, más bien tendía a mostrarse como un jubilado del rubro que, a sus casi sesenta
años, prefería dedicarse a otras cosas. Si para Raimbauit un buen monedero falso
jamás fabricaba dinero del país en el que residía e iniciaba la circulación, ¿por qué
tanta insistencia en los billetes del Brasil? Muchos indicios sugieren que había una
cuestión técnica por detrás de esa elección. En 1914, Elysio de Carvalho publicó
un nuevo texto sobre el tema titulado “nuestro pape! moneda no posee elementos
de defensa contra la falsificación”. Mientras en el folleto anterior ponía el énfasis
en la “facilidad para hacer circular” el dinero falso en el Brasil como factor expli
cativo del auge de las fábricas rioplatenses (Carvalho, 1912: 7), ahora el énfasis
se inclinaba hacia la materialidad de los billetes: el tipo de papel utilizado en la
emisión y las medidas de seguridad como la impresión de imágenes en relieve y
las marcas de agua, ya implementadas por diversos países, se tomaban problemas
centrales (Carvalho, 1914). El cambio de interpretación del policía brasilero se
debía a la visita al Brasil del célebre criminalista de Lausana, Rudolphe Archibald
Reiss, especialista en peritajes gráficos. En una de sus conferencias en San Pablo,
Reiss disertó, ante la presencia de Elysio de Carvalho, sobre las medidas de se
guridad para evitar la falsificación de billetes de banco (Reiss, 1913: 20-24). Pero
antes que Reiss y Carvalho, el cómplice de Raimbauit en la falsificación de 1911,
Antero Carbonell, había confesado a la policía argentina la razón por (a que el
francés falsificaba billetes del Brasil: la falta de marcas de agua en las impresiones
del dinero legítimo tomaba la imitación más fácil.67
La descripción densa de los casos de 1899 y 1911 permite entender tres cues
tiones fundamentales de la falsificación de dinero en América del Sur. En primer
68 "Descubrióse una falsificación de billetes de $50”, La N ación, Buenos Aires, 29 de enero de 1933,
p . 6.
69 “Transferencias de dominio por causa de muerte", Boletín Oficial de la República Argentina, núm,
16.682, Buenos Aires, 8 de julio de 1950, p. 33.
230 Historia de b Cuestión Criminal..
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C ristian P alacios L a v a l
Introducción
n este capítulo se propone indagar la relación entre la identificación cien
tífica de las personas y la Policía en Chile durante 1899 y 1924. Durante
las primeras décadas del siglo XX, el saber policial, dentro de su rol de
encargados del orden público y auxiliar de la justicia criminal, se centró en la in
dividualización de los delincuentes. El problema de determinar la reincidencia del
detenido o procesado conllevó la instalación de la Oficina de Identificación Antro
pométrica en la policía de Santiago en 1899, y la recepción y puesta en marcha de
las novedosas prácticas policiales que brindaban la policía de París y la de Buenos
Aires en el campo de la identificación criminal: el bertillonage y la dactiloscopia.
Estas técnicas prontamente se irían ampliando hacia el resto de la sociedad civil.
Este avance de la “policía de identificación” se concretó con el decreto-ley 26 de!
7 de octubre de 1924, que estableció el Servicio de Identificación Personal Obli
gatorio basado en el sistema dactiloscópico de Juan Vucetich y el morfológico de
Alfonso Bertillon.
Con respecto al cuerpo policial vigente durante el periodo que es objeto de
estudio, en 1896 la institución adquirió un carácter centralizado. La ley 344, del
12 de febrero, dio origen a las “Policías Fiscales” en las cabeceras de departamen
tos, organizadas y dirigidas por una jefatura a nivel nacional y sostenidas eco
nómicamente con fondos fiscales. El 26 mayo de ese mismo año se promulgó el
“Reglamento orgánico para la Organización y Servicio de la Policía de Santiago”,
que estableció su ordenamiento en dos secciones, una de Orden y otra de Seguri
dad. La primera, cuya gestión era el mantenimiento del orden público al “prevenir
toda causa que pueda perturbarla y velar por el cumplimiento de las disposiciones
dictadas en beneficio de la seguridad, salubridad, comodidad y omato de la pobla
ción”, y la segunda, destinada a la lucha contra el delito, al “perseguir y aprehen
der a los delincuentes y de practicar las gestiones que tiendan al esclarecimiento
de los juicios e investigaciones en materia criminal y a facilitar la acción de super-
vigilancia que corresponde a la autoridad pública sobre los criminales” (Cifuentes
236 Historia de la Cuestión Criminal,,
y Pérez Montt, 1911: 60). Sería una organización policial cuyos servicios estarían
bajo la “dirección del Intendencia de la provincia y a las órdenes inmediatas del
Prefecto” (Ciíuentes y Pérez Montt, 1911: 60), y compuesta por una Prefectura,
10 comisarias (posteriormente se crean tres más), una Sección de Seguridad, un
Servicio de Sanidad, y, desde 1906, de una Brigada Centra!.1Aquel cuerpo de po
licía se reorganizó por el decreto con fuerza de ley 2484 del 27 de abril de 1927,
que centralizó y unificó los servicios de policiales existentes en el país en una sola
institución de fuerte impronta militar, Carabineros de Chile, dependiente del Mi
nisterio del Interior, y actual policía chilena.
Tomando en cuenta lo anterior, se postula que durante el periodo entre 1899 y
1924, las técnicas de identificación y vigilancia de personas se consolidaron como
especialidad policial, en una primera instancia centrada en la figura del reinciden
te, pero advirtiéndose un temprano empeño por avanzar hacia una identificación
preventiva, que comprendía el registro de la población civil. Esta concepción, que
se integraba dentro de la idea policial de que la eficacia de su labor preventiva,
dependía de su mayor capacidad de conocimiento y control de las personas en
general. En otras palabras, la solución racional ante el problema de la seguridad
pública implicó la modernización de los saberes y prácticas policiales, mediante
la construcción y administración científica y técnica de registros de identidad e
información de la población.
1 Según ta orden del día núm. 75 [, del 10 de marzo de 1906, la Brigada Centra! tiene como finalidad
“aliviar en lo posible los servicios extraordinarios que pesan sobre ei personal de las otras” . Con
servicios extraordinarios se refiere principalmente a servicios públicos de vigilancia de Teatros,
reuniones, meetings, manifestaciones públicas; servicio de tráfico en las principales calles y de
primeros auxilios en caso de accidentes, etc. Dicha sección, estuvo compuesta inicialmente por
un Comisario, Sub-Comisario, Inspectores, Sub-Inspectores y de personal de tropa seleccionados
dentro de las diferentes comisarías. Posteriormente el personal subalterno se compondrá de 10
guardianes S"°‘, 10 guardianes 2d“ y 230 guardianes 3er” (INTENDENCIA DE LA PROVINCIA
DE SANTIAGO Memoria anual de la intendencia de Santiago, Santiago, Imprenta “Santiago”, 1
de julio de 1911, p. 45).
Policía de Identificado» 237
curso tradicional de sospecha que la policía usaba para fijar a determinados indivi
duos en la categoría de delincuentes conocidos: la memoria visual. La exhibición
y descripción física de los detenidos en las comisarías fue la forma más habitual de
individualización policial. Los guardianes del orden memorizaban ciertos rasgos
del rostro y del cuerpo del individuo que les eran particulares para reconocerlo y
asi poder detenerlo la siguiente vez que lo vieran en la calle.
Sí bien la memoria visual de los policías de orden y seguridad cumplía un rol
activo en el poder de policía basado en la sospecha, ciertamente era una táctica
imperfecta. Para la Sección de Seguridad de la Policía de Santiago, encargada de
Ja investigación del delito y/o la búsqueda de reos por orden judicial, la facilidad
con que los delincuentes eludían el agravamiento penal, principalmente mediante
la apropiación del nombre de otra persona, y la dificultades de sus pesquisas, de
mandaba para esta agencia policial la urgente búsqueda de medios más fehacientes
para comprobar la identidad para evitar errores judiciales. Uno de los primeros fue
el uso de la fotografía.
Tal como lo recoge Marco León León (2003), el espacio carcelario fue in
augural en el uso de la fotografía para identificar delincuentes en Chile. En los
últimos años de la década de 1860, encontramos los primeros intentos por formar
una “galería de retratos” de la población carcelaria. En 1877, en la Penitenciaría
de Santiago ya se habían realizado 1.290 retratos (León, 2003: 471-477) y en ia
Cárcel de Talca, entre 1869 y 1874, el número de reos fotografiados fue de 1.000
(Leyton y Díaz, 2007: 994). Además de su fotografía, estas galerías incluían los
datos físico-orgánicos, civiles y penales de los individuos condenados. Sin embar
go, las primeras experiencias del retrato judicial estuvieron cargadas de una serie
de inconvenientes.
En primer lugar, no se contaba con el personal adecuado. Por ejemplo, en la
Penitenciaría de Santiago, las autoridades habrían designado dentro de la misma
población carcelaria al primer fotógrafo y responsable del taller, precariedad téc
nica que nos permite inferir que los retratos sacados no presentaban un formato
uniforme, como tampoco las galerías estaban organizadas bajo un sistema de cla
sificación y archivo que permitiese un acceso y uso expedito de la información
contenida. A lo anterior podemos agregar el problema de los altos costos que sig
nificaba el envío de las fichas de identificación a otras dependencias policiales y
judiciales de! país, lo que perfiló un lento proceso de implementación de esta nue
va técnica de identificación en el espacio judicial chileno (León, 2003: 474-475).
Por otro lado, la historia oficial de la policía ubica en 1874 el uso de la fo
tografía en la confección de galerías de delincuentes conocidos en la Policía de
238 Historia He la Cuestión Criminal...
Valparaíso, bajo la jefatura del comandante Jacinto Pinto. También destacan al fo
tógrafo de la morgue de Santiago, Cleto Ramírez, quien en 1887 habría propuesto
retratar a todos los sujetos que fuesen aprehendidos por la policía. Esta galería de
retratos, para Ramírez, no solo tendría un uso policial sino también de prevención
individual porque “las personas que tuvieran sospecha de algún individuo o que
quisieran saber el nombre de algún ratero, pudieran consultarlo fácilmente con el
empleado encargado” (Urzúa, 1947: 10). Sin embargo, dicha sugerencia se mate
rializó diez años después, cuando la Policía de Santiago incorpora la antropome
tría policial como técnica para identificar delincuentes.
Durante la década de 1890 encontramos las primeras noticias sobre el siste
ma antropométrico en Chile.3 El abogado liberal y posterior ministro de Justicia e
Instrucción Pública (1899-1901), Francisco J. Herboso, publicó en 1892 “Estudios
penitenciarios”, trabajo que contiene las memorias del viaje que realizó a Europa
entre 1887 y 1890, encargado por el gobierno de José Manuel Balmaceda, para
estudiar las distintas organizaciones y sistemas penitenciarios. Dentro del itine
rario visitó el Depósito de la Prefectura de Policía de París, donde pudo observar
la puesta en práctica de la antropología “policial”. Para el abogado chileno, el
método de Bertiilon resolvería dos inconvenientes claves para el sistema penal:
en primer lugar, la imposibilidad de determinar la veracidad del nombre declarado
por el delincuente ante el juez, “interesado como está en ocultar su verdadero ape
llido y en esconderse de los agentes de pesquisas, hoy se llama González, mañana
Por lo tanto, para Beca, quien en 1898 presentó en el V Congreso Científico Gene
ral Chileno un estudio sobre el estado de la cuestión de la antropología criminal y
de la antropometría judicial, esta última por sus reglas anatómicas fijas y “univer
sales”, era el método “más seguro” para establecer la verdadera identidad del cri
minal. Un saber técnico-médico que debía reemplazar la inconstante y dubitativa
mirada policial como saber de individualización y vigilancia:
“Más aun, se comprende que tal delincuente puede así tener fa
cilidades para recorrer toda la República i viajar sin temor de
ciudad en ciudad, cometiendo depredaciones, robos u otros deli
tos i crímenes, sin que se sepa que él es un criminal fortuito o de
ocasión o de hábito, i sin que se le aplique la pena que merecería,
si se conociese su historia” (Beca, 1898: 21).
En ambos casos la observación m situ les permitió afirmar y legitimar sus preten
siones de implementar la antropometría en el contexto local. Para Herboso, las ob
servaciones constantes de su funcionamiento le permitían recomendar el sistema
que “ha dado excelentes resultados en la práctica” y que el tiempo en tomar las
medidas corporales es mínimo. Pero también este tipo de observación le permitía
prevenir ciertos convenientes en el sistema, continúa Francisco Herboso, es “casi
infalible para los mayores de diez y ocho años, los individuos menores de esta
edad eran susceptibles de pequeños cambios que pueden comprometer fácilmente
el éxito de la medición...” (Herboso, 1892:468).
En el caso de Manuel 2o Beca, comisionado por el Estado para estudiar las
enfermedades nerviosas y mentales y la organización de los servicios de Enajena
240 Historia de la Cuestión Criminal...
dos de Europa y Estados Unidos entre 1895 y 1897, pudo observar la implementa-
ción del bertÜlonage en la Policía de París, Scodand Yard y en el Hospital de Cri
minales Enajenados de Matteawan, en el Estado Nueva York. En estas dos últimas
instituciones pudo constatar el uso de Fingerprmís para el registro de criminales
declarados locos. Para Beca, los buenos resultados observados en las instituciones
europeas y norteamericanas revelaban que “la identificación de criminales es una
cosa fácil i posible”, su ejecución era simple y no se requería adquirir instrumen
tos estrafalarios. Es más, ya eran conocidos y de común uso en el espacio médico
chileno: “bastan los cartabones que todos conocemos, una medida de corredera i
un compás de espesor”, su puesta en marcha solo requería de “una organización
adecuada i poco costosa”(Beca, 1898:25).
Paralelamente, la policía chilena se iría aproximando a la nueva técnica de
identificación a través de su homónima trasandina. A diferencia de los casos ante
riormente estudiados, los que requirieron de prolongados viajes de conocimientos,
la policía observó de cerca las Oficinas de Identificación Antropométricas de la
Capital y de la Provincia de Buenos Aires, creadas respectivamente en 1889 y
1891. Durante el periodo que cubre este capítulo, las comunicaciones y viajes de
estudio entre ambas policías fueron constantes, existiendo una fructífera corres
pondencia entre el jefe de la Oficina de Identificación de la Policía de la Provincia
de Buenos Aires, Juan Vucetich, con las cúpulas policiales de Santiago y Valparaí
so y conocidos personajes de la justicia chilena.
Dentro de estas correspondencias, encontramos la fechada el 8 de agosto de
1893, donde el por entonces Prefecto de la Policía de Santiago, Femando Lo-
petegui, le correspondía en agradecimientos el envío del manual “Instrucciones
Generales para identificación antropométrica, basada en los sistemas de Alfonso
Bertillon y Francis Gal ton”, de 1893. Tal fue el interés que despertó en el Prefecto
el trabajo de Vucetich que al día siguiente de haber sido recibida la misiva se le
solicitaba: “Cuantos datos pueda Ud. enviarme sobre el servicio antropométrico
que Ud. tan bien dirije, como así mismo los datos estadísticos completos del año
próximo pasado y lo que Ud. crea por conveniente ser útiles para el cuerpo de
policía de Santiago”.3
Asimismo, con fecha de 6 de junio de 1896, ia Policía de Valparaíso agrade
cía el envío del mismo manual y de los “cuadros sinópticos correspondientes que
3 “Carta del Teniente [Yávar, firma ilegible} Prefectura de Policía de Santiago a Juan Vucetich”,
1893, Fondo Particular de Juan Vucetich, Museo Policial de la Provincia de Buenos Aires, La
Plata, Argentina.
Policía de Identificaáén 241
4 “ Carta Prefectura de la Policía de Valparaíso a Juan Vucetich", 1896, Fondo Particular de Juan
Vuceticli, Museo Policial de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, Argentina.
242 Histeria de la Cuestión Criminal..
agosto de 1876, fue utilizada por la Policía de Santiago para legitimar nuevamente
las medidas corporales para la identificación de delincuentes. Esta ley “especial”
dictada para erradicar una supuesta “ola delictiva” que asolaba al campo y a la
ciudad, entregó vastos poderes discrecionales a los jueces, quienes podían vali
dar una condena o absolver a los acusados de “homicidio, hurto, robo, incendio i
accidentes de ferrocarriles” (Marchant, 1901: 8), con una total flexibilidad de la
apreciación de la prueba e incluso con la absoluta falta de ellas. Para la policía,
este escenario proclive a errores judiciales en las sentencias hacía imperioso el
uso de la antropometría entendida como la prueba más competente para delatar la
verdadera personalidad del sujeto acusado.
El entonces jefe de la Sección de Seguridad, Exequiel Rodríguez, y el inten
dente de Santiago, el parlamentario conservador Juan de Dios Correa Sanfuentes,
fueron los principales promotores de la antropometría policial. El primero de ellos,
según Barros Ovalle “suministró los fondos necesarios para hacer las fichas de las
filiaciones en números de algunos miles, imprimir dos grandes libros copiadores,
hacer dos grandes al lápiz, comprar un buen número de obras, etc.” (Barros, 1900;
XV). Fue nombrado como primer jefe de la Oficina de Identificación el médico-
cirujano Pedro Barros Ovaüe, quien.se encargó de la instrucción del método de
Bertiilon al personal de la Sección de Seguridad y de instalar el Archivo índice Al
fabético. De estos primeros alumnos se destacó el policía Luis Leiva Salas, quien
tuvo un papel fundamental en redacción de la Ley del Servicio de Identificación
personal Obligatoria de 1924.
El doctor Pedro Barros Ovalle había iniciado sus estudios sobre antropome
tría en 1894 en Europa, comisionado por el presidente de la Sociedad Médica de
Chile, el neuropsiquiatra Augusto Orrego Luco. A su regreso, difundió el sistema
en el IV Congreso Científico General Chileno, celebrado en la ciudad de Talca en
1897 y posteriormente en 1900 publicó el Manual de Antropometría Criminal i Je-
neral. Si bien este último trabajo puede considerarse una traducción selectiva del
estudio Indentification Antropométríque. Instructions sígnalétiques de Alphonse
Bertiilon (1893), en el prólogo encontramos ciertas ideas que creemos de impor
tancia atender.
En primer lugar, Barros Ovalle proponía extender el uso previsto del bertl-
lionage (la identificación de reincidentes), para el registro de “vagos y ociosos”
que como potenciales delincuentes debían ser conocidos por la policía para así
ubicarlos nuevamente en la disciplina del trabajo asalariado. A su vez, sugiere la
confección de cédulas de identidad, las que todo individuo debería portar. Estas
Policía de Identificación 243
libretas debían incluir los siguientes datos “el estado civil, militar, relaciones i
filiación del sujeto, ele.; documento que a éste debe servirle en toda ocasión [...]
que debe exhibir a requisición de la policía o en cualquier otro acto judicial o
administrativo” (1900: 5). Para el doctor chileno, el ser identificado era un medio
que acreditaba la identidad moral y jurídica del sujeto, “la posesión de él es un
justificativo de honradez i de ocupación conocidas y su carencia una sospecha de
delincuencia” (1900: 5).
A partir de lo anterior, es interesante observar cómo el sistema antropomé
trico fiie pensado, desde sus inicios, para usos que sobrepasaban lo estrictamente
judicial. Sin ir más lejos, el título completo del manual de Barros Ovalle revela
los verdaderos alcances que podría ofrecer la técnica bertilloniana: “Manual de
Antropometría Criminal i Jeneral escrito según el sistema de A. Bertillon para la
identificación personal i destinado al uso de los establecimientos penitenciarios,
autoridades judiciales, compañías de seguros, cuerpo, armados.. En unos pocos
años más, los usos “civiles” de la identificación policial serán parte de la realidad
social y política chilena.
Iniciado el siglo XX, la Oficina de Identificación establecida en la Sección de
Seguridad tuvo en pleno funcionamiento la antropometría y del taller fotográfico.
Con respecto a la jefatura, existieron algunos movimientos. En junio de 1900,
el doctor Pedro Barros Ovalle se reviró y fue reemplazado interinamente por el
doctor Juan Ravenna, quien permaneció en la cabecera de la oficina hasta abril de
1901. Desde el 22 de abril de ese mismo año quedó como jefe el médico Adolfo
Hirth, quien había estudiado la antropometría en Alemania, permaneciendo como
tal hasta el 25 de noviembre de 1924. Dependiente de la Sección de Seguridad, la
Oficina de Identificación Antropométrica durante su primera década de funciona
miento, contó con un Jefe, un Ayudante-Repetidor, dos auxiliares y un fotógrafo.
La escasez de personal propio era cubierta por 25 agentes de la Sección de Segu
ridad que ejercían como operadores, auxiliares y escribientes.5
En 1900 se promulgaron tres órdenes que reglamentaron la identificación
de delincuentes. La primera de carácter interno fue dictada por el Prefecto de la
Policía Joaquín Pinto Concha (1899-1906) el 15 de mayo de 1900, en la cual se
precisaba que solo estaban sujetos a la identificación antropométrica los indivi
duos previamente condenados por la justicia: “La Sección de Seguridad hará filiar
10 En 1891, Vera denunció la violencia policial en las comisarías caracterizada por la aplicación de
tormentos y torturas en los detenidos como medio para “sacarles” la confesión de! supuesto hecho
delictivo imputado. En 1899, realizó un estudio sobre reforma policial. Dentro de sus medidas
propuestas estaban la creación de una Dirección General de Policías, cajas de ahorro, la publica
ción de una revista institucional, la construcción de una biblioteca y una academia de instrucción
para jefes y subalternos. Con respecto al problema de la construcción de un sujeto policial, tuvo
un tratamiento importante. Vera culpaba de la “mala fama" que el personal subalterno llevaba en
la sociedad a la oficialidad policial por su escasa educación y cultura escrita.
11 “Antecedentes sobre filiación antropométrica", en Boletín de la Policía de Santiago, Imprenta de
la Prefectura de Policía, Santiago de Chile, Año III, núm. 18, 31 de diciembre de 1903, p. 640.
12 Con respecto a las resistencias a la identificación antropométrica por parte de la justicia veáse los
trabajos de Ruggiero (2001; 2004).
Policía de identificación 247
debían ser medidos y retratados, sus filiaciones repartidas por el país, su retrato
exhibido en galerías policiales y públicas para su reconocimiento. Por otro lado,
propone la destrucción de las fichas antropométricas en el caso de los individuos
absueltos del delito acusado o de aquel cuyo sumario es sobreseído, ya que la per
sistencia en galerías policiales o públicas soportaría daños a la honra de la persona
(Vera, 1899).
Las apreciaciones negativas que Robustiano Vera entregó al juez Astorqui-
za sobre identificación antropométrica estaban sumamente influenciadas por su
acercamiento a Juan Vucetích y al sistema dactiloscópico por él creado. En 1900
se establecieron las primeras comunicaciones entre ambos. En julio de 1901, Vera
publicó una reseña en la Revista del Ateneo de Buenos Aires, corregida por Vu-
cetich, sobre el libro de Ernesto Quesada l a Comprobación de la Reincidencia.
Para Robustiano Vera, el método de Bertillon revelaba ciertos problemas in
herentes al sistema que sepultaban su valor identificatorio. Los errores en la toma
de las medidas del cuerpo eran posibles y comunes, lo que conllevaba que “las
medidas hechas sobre un individuo no concuerdan al día siguiente en todos sus
datos...”.15
El éxito en la medición dependía de la experiise del mensurador y la “buena
voluntad” del medido, ya que un pequeño cambio en la postura podría alterar el
sistema de clasificación y archivo ideados por Bertillon. Por otro lado, el siste
ma, al estar basado en normas estadísticas diseñadas para cuerpos de completo
desarrollo somático, hacía muy complicada su aplicación en cuerpos no confor
mes a dicho requisito: mujeres, niños y jóvenes. La imposibilidad de establecer la
identidad de manera absoluta hacía de este sistema cuestionable como prueba de
validez jurídica para determinar la reincidencia. Como era de esperar, para Vera
la solución a este inconveniente era adoptar un nuevo sistema “verdaderamente
eficaz” e infalible de identificación: la dactiloscopia.
La comunicación del promotor fiscal con el juez Astorquiza tuvo una pronta
reacción por parte de la policía de Santiago. Eugenio Castro solicitó un informe
al jefe de la Oficina de Identificación, Adolfo Hirth, sobre las apreciaciones y
acusaciones versadas en éste. El informe escrito por Hirth se ocupó de desmentir
y desacreditar los comentarios del promotor fiscal, considerados carentes de todo
criterio científico y que manifestaban un tota! desconocimiento del funcionamien
to de la Oficina de Identificación, Por ejemplo, el uso de las impresiones digitales
Aquí deja claro los usos de la identificación de personas; por un lado, su uso judi
cial, el que buscaba determinar si un sujeto era reincidente de determinado delito,
y el policial, que “guiaba” la mirada del policía mediante las marcas anatómicas
del cuerpo previamente clasificado.
Para finalizar, desde noviembre de 1912 la Oficina de Identificación por de
creto ministerial adquirió e) “derecho” de identificar y prontuariar a todo individuo
detenido por ebriedad sin requerir con anterioridad de una orden judicial que la
autorice.16 Como hemos podido observar, la aparición y uso de las impresiones
digitales en la Policía de Santiago no significó, como en otras experiencias policia
les sudamericanas, el reemplazo del bertillonage como sistema de identificación
de criminales, sino más bien se observa una Oficina de Identificación que utilizó
ambas técnicas complementariamente. Recién en 1913 se dejó de identificar an
tropométricamente, quedando solo los caracteres cromáticos y morfológicos, y la
fotografía como complemento de la dactiloscopia.
Enunciado ya por Adolfo Hirth, las demás ramas técnicas que componían el
paradigma bertilloniano (retrato hablado, señas particulares y la fotografía estan
darizada) se irían consolidando como método de investigación policial. La con
fección de álbumes personales de delincuentes profesionales por los detectives
chilenos, con sus fotografías de frente/perfil, y de cuerpo completo, fue una meto
dología policial muy difundida en la década de 1920 y 1930. Las clases de “mor
fología de delito”, “retrato hablado” y “antropometría” impartidas en la Escuela
de Carabineros a sus aspirantes, el uso del retrato hablado para identificar reos y
detenidos en el Servicio de Identificación (1927-1932) y la publicación en la Re
vista Detective, orgánico oficial de la Dirección de Investigaciones, Identificación
y Pasaporte (1933) de secciones como “Álbum de delincuentes” o “No se deje
robar”, son algunos de los ejemplos que demuestran más la vigencia que el ocaso
del bertillonage como técnica de individualización al servicio de i saber policial.17
cripción completa que se divide en tres partes: cabeza, tronco y extremidades [...] para describir
casi exactamente un sujeto, se empieza su descripción por la cabeza, indicando color del pelo,
forma de la frente, ojos, oreja, cara, mentón, cicatrices, etc; después viene el tronco, si esjibado, si
es obeso o delgado, si tiene tatuajes, etc., y finalmente sus extremidades, indicando sus defectos,
y a sea cojo, zunco, etc. [...] Por esta razón, creo que la antropometría es la que debe observar con
m ayor deten imiento el detective" {Araneda, 1934:40).
1S Como lo indican About y Denis {20t i ) , la observación de las huellas digitales com o medio de
autentificar la identidad humana se remonta a la Antigüedad. La práctica de la impresión de los
dedos com o signo de autentificar la identidad de los individuos y de autenticidad de documentos o
cartas fue común en culturas asiáticas, tales com o la china y/o benga!i. En 1823, el fisiólogo checo
Jan Evangelista Purkyne fue el primero en realizar estudios teóricos sobre las huellas digitales.
“Thesis" fue su principal trabajo donde propuso una clasificación de nueve tipos y afirmó que no
existen dos individuos con huellas digitales iguales. En el contexto del colonialismo británico,
William Herschel en Bengala y Edward Henry en Nepal utilizaron las impresiones digitales para
el monitoreo de la administración pública (contratos, fraudes, o el cobro de pensiones) y para el
control d e la población civil y delincuente. Por otro lado, en 1874, Henry Faulds, físico y misio
nero escocés, propuso una clasificación para identificar delincuentes mediante la observación de
las impresiones de los dedos y manos grabadas en cerámicas japonesas antiguas. Las experiencias
coloniales d e las huellas digitales hicieron eco en la opinión pública británica, los trabajos de
Herschel y Faulds fueron recepcionados por Francis Galton, quien profundizará en su estudio pero
con un fin distinto: la heredabilidad de las huellas digitales y las diferencias raciales. En "Fínger-
prints” ( 1892) propuso una clasificación <ie tres tipos íarch- arco-, /oo/i-presilla- y whorl-verticilo)
y presentó los experimentos sobre los temas antes indicados. Sobre sus resultados, en el primer
caso, Galton se abstuvo de omitir comentarios en cuanto a su confiabilidad, y en eí segundo, si bien
encontró ligeras diferencias estadísticas, concluyó que no existe un patrón dactilar particular que
caracterice y diferencie a los individuos por razas (Galton, ¡892: 190-193).
Policía de Identificación 2 51
19 La escasa prolijidad en la toma de las impresiones digitales fue un problema constante para la
oficialidad policial. En la orden del dia núm. 5526 del 21 de abril de 1922, se recomendaba a los
comisarios exigir al personal encargado del servicio de identificación “la mayor escrupulosidad en
su trabajo, pues por la falta de cuidado con que se ha estado ejecutando hasta hoy, van quedando
en la Oficina de Identificación buen numero de céduias sin entrar al archivo” . En la Orden del día
núm. 6305, del 27 de noviembre de 1924 se instaba a tom ar las impresiones digitales “con esmero
y limpieza" para evitar los inconvenientes que acontecían con recurrencia en la Oficina de Identi
ficación por la acumulación de cédulas digitales mal impresas.
252 Historia de Li Cuestión Criminal...
20 Carta del secretario de la Prefectura de la Policía de Santiago Luis Manuel Rodríguez a Juan Vu
cetich, Santiago de Chite, Fondo Particular de Juan Vucetich, Museo Policial de la Provincia de
Buenos Aíres, La Plata, Argentina, 1905.
21 Carta del secretario de la Prefectura de la Poficía de Santiago Luis Manuel Rodríguez a Juan
Vucetich, Santiago de Chite, Fondo Particular de Juan Vucetich, Museo Policial de la Provincia de
Buenos Aires, La Plata, Argentina, 1905.
22 “Identificación de cadáveres por la dactiloscopia. Un nuevo caso” , en Boletín de la Policía de San
tiago, Imprenta de la Prefectura de Policía, Santiago de Chile, Año VI, núm. 48, JO de septiembre
de 1906, p. 667.
Policía de Identificación 253
23 Conferencia Internacional de Policía Convenio celebrado entre las policías de La Plata y Buenos
Aires (Argentina), de Rio de Janeiro (Brasil), de Santiago de Chile y de Montevideo (R. O. del
Uruguay), Buenos Aires, Imprenta y Encuademación de la Policía de ia Capital Federal, 1905, p,
29.
24 Conferencia Internacional de Policía Convenio celebrado entre las policías de La Piala y Buenos
Aires (Argentina), de Rio de Janeiro (Brasii), de Santiago de Chile y de Montevideo (R. O. del
Uruguay), Buenos Aires, Imprenta y Encuademación de la Policía de la Capital Federal, 1905, p.
ó.
254 Historia de la Cuestión Criminal...
75 Boletín de la Policía de Santiago, Santiago de Chile, Año V[, núm. 4 8,30 de septiembre de 1906,
pp. 182-183.
Policía de Identificación 255
retrato como condición esencial para que pueda prestar sus ser
vicios en una empresa fiscal, a fin de dar una garantía al Estado,
de la buena conducta anterior de esa persona, la cosa pasa a ser
un acto de opresión, de tiranía intolerable [...] ¿Qué concepto
tiene de la libertad humana ese jefe de Valparaíso que considera
propaganda subversiva la acción de un ciudadano que formula
observaciones i protesta contra una medida de la Dirección de
los Ferrocarriles?”30
La Ley de Residencia, auspiciada por los diputados Romualdo Silva, José Ignacio
Escobar, Alejo Lira, J. Ramón Herrera y Armando Jaramillo, buscaba prohibir la
entrada y facultaba la detención y expulsión del territorio nacional de todo extran
jero considerado como “elemento indeseable”, entendido como enemigo racial
que amenazaba sanitaria, moral y políticamente la sociedad.
Esta ley imponía, además, a los extranjeros que permanecieran en el país la
obligatoriedad de portar una cédula de identidad y la inscripción en un registro es
pecial a cargo de la Prefectura de Policía. Asimismo, facultaba a ésta fiscalizar los
libros o registros de pasajeros en hoteles o pensiones: “Les notificarán, además,
que la cuenta semanal a que están obligados sobre el movimiento de pasajeros
deberá contener los siguientes datos: el nombre, nacionalidad, profesión, edad,
lugar de procedencia, lugar de destino, fecha de la llegada y fecha de la salida o
de posible partida”.3'1
El posible acceso a los datos personales brindaba un recurso de control polí
tico de fuerte carácter discrecional a la policía, referida a la posibilidad de definir,
separar y “juzgar”, quiénes eran inmigrantes de “buena fe” y/o perturbadores del
orden político, bajos criterios geográficos y laborales, para su posterior detención
y posible expulsión del país.
Paralelamente a la discusión y posterior promulgación de la Ley de Residen
cia, por decreto 715 emanado por el Ministerio del Interior el 2 de abril de 1918,
se nombró a d honorem Director General del Servicio de Identificación a Adolfo
Hirth, e Inspectores a Luis Leiva Salas, y César Zilleruelo, y se le encargó a estos
36 Hemos registrado en 1912 la realización del primer curso de identificación en la Escuela Policial,
creada en 1909 para la formación de los futuros oficiales de policía, impartido por el entonces
ayudante-repetidor Luís Leiva Salas.
37 “Reglamentación en las Comisarías del Servicio de Identificación", en Boletín de ía Policía de
Santiago, Imprenta de la Prefectura de Policía, Santiago de Chile, Ailo XXII, núm. 242, agosto de
1922, p . 278.
38 “Orden del día núm. 5543, 11 de mayo: Cédulas de Identidad” , Boletín de la Policía de Santiago,
imprenta de la Prefectura de Policía, Santiago de Chile, Año XXII, núm. 240, junio de 1922, p. 170.
Policía de Identificarán 265
Finalmente, y en clara sintonía con las discusiones sobre una Ley de Residencia,
la influencia que la Primera Guerra Mundial pudiese provocar en el aumento del
flujo inmigratorio hacía de la cédula un mecanismo preventivo para controlar la
movilidad de aquellos extranjeros “aceptados” para ingresar al territorio nacional.
Sin discusión sustantiva en el parlamento, el proyecto de Tito Lizoni “dur
mió” hasta el 14 de febrero de 1923, cuando fue aprobado por la Comisión de
Legislación y Justicia. Sin embargo, sufrió un nuevo aplazamiento, quedando de
finitivamente encarpetado.
El 5 de septiembre de 1924 se efectuó un golpe militar contra el régimen de
gobierno representado por el sistema parlamentario que derivó en la renuncia del
presidente Arturo Alessandri Palma, la disolución del poder legislativo y la sus
pensión de la Constitución Política regida desde 1333.42 Instalada la junta militar
A modo de cierre
Como hemos podido observar a lo largo de este estudio, la policía de Santiago de
Chile se adjudicó como expertise la identificación de las personas. Desde el delin
cuente condenado al trabajador, de éste al extranjero y del extranjero al ciudadano
común, el avance en pocas décadas de la policía de identificación nos demuestra
cómo la policialización del orden público, como técnica de defensa social, hizo de
las restricciones de las libertades individuales la garantía de protección del Estado
hacia la sociedad civil.
En este sentido, desde el punto de vista policial, la cédula de identidad se arti
culó como la nueva herramienta de intervención social y política, cuyo valor legal
probatorio de la identidad permitió la prevención y neutralización “selectiva” de
grupos determinados que representaban amenazas para la seguridad urbana. Por
ejemplo, en la Cartilla del Guardián redactada en 1926 por el entonces Comisario
Policía de Identificación 269
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¿Colonias de población o lugares
de destierro y tormento?
Colonias penales en América Latina, c. 1800-19401
R icardo D . S alvatore
C a r lo s A guirre
Introducción
os estados-naciones latinoamericanos de la era post-independencia se em
barcaron gradualmente en un proceso de transformación ambicioso -si
bien frecuentemente contradictorio- de las estructuras políticas, económi
cas, institucionales y laborales. En la mayoría de los casos, el rumbo proyectado
movería a estas sociedades hacía economías liberales de mercado, trabajo asala
riado, republicanismo, ciudadanía masculina universal e imperio de la ley. La abo
lición de la esclavitud y otras formas de trabajo forzado eran vistos como un paso
necesario en dicho proceso, como lo era la implementación de varios mecanismos
disciplinarios -educación pública, nuevos códigos civiles y penales, y reformas
policiales y carcelarias, para nombrar solo algunos- que permitirían que dichas
sociedades se modernizaran y civilizaran, a la vez que forjaban ciudadanos libres
y virtuosos. Este conjunto de objetivos fue permanentemente frenado, e incluso
subvertido, por la fragmentación social y étnica, ia implementación desigual de
algunas de las principales reformas previstas, la inestabilidad política recurrente,
patrones de dominación y control social heredados de tiempos coloniales, restric
ciones económicas, formas autoritarias de gobierno e intervención extranjera.
Dos ámbitos clave de cambio social e institucional en el curso del siglo XIX
fueron el del castigo y el trabajo. Aunque a distintos ritmos, el modelo preferido
de castigo en la mayor parte de los países íúe el encarcelamiento, y el sistema de
prisión escogido tendió a ser el régimen penitenciario (Salvatore y Aguirre, 1996).
No obstante, la implementación efectiva de este diseño penal se vio severamen
te afectada por varios factores, que resultaron en la supervivencia de formas de
castigo coloniales y de antiguo régimen (pena de muerte, azotes, destierro, traba
jos forzados, entre otros), la persistencia de cárceles y prisiones no-reformadas,
l Es(e trabajo fue originalmente publicado en Christian Giuseppe De Vito y Al ex Lichtenstein (e d sj,
Global Convict Labour, BríU: Leidcn/ Boston, 2015, pp. 273-311. Traducido por Lila Caimari.
276 Historia de la Cuestión Criminal...
Garrido, un peruano negro, fue confinado por robar barras de plata; Juan Pino, un
zapatero de Quito, fue juzgado por incesto, secuestro de una mujer y cuatrerismo.
También había oficiales confinados por insubordinación o amotinamiento, religio
sos rebeldes o inconformistas, y algunos condenados a exilio por la Inquisición
de Lima (Vicuña Mackenna, 1883: 303*305). Puesto que los penados venían de
todos los puntos de la costa Pacífica de América del Sur, las islas Juan Fernández
reunieron un conjunto mult¡étnico y multilocal de personas, con solo dos cosas en
común: su confinamiento al trabajo forzado en una isla distante y su permanente
deseo de escapar,5
Luego de la independencia de Espafia,4 el nuevo gobierno nacional carecía de
los recursos y de la voluntad política para mantener Juan Fernández como puesto
fronterizo defensivo. Et gobierno chileno dejó que las fortificaciones se deteriora
ran y que la guarnición militar mermara, de tal manera que los barcos extranjeros
podían desembarcar para abastecerse sin obstáculos. Sin embargo, se siguió consi
derando conveniente la preservación de la colonia penal como sitio de deportación
y exilio de opositores políticos y criminales comunes. A medida que la dinámica
de la república estimulaba las actividades de rebeldes políticos y bandidos comu
nes, Chile necesitaba un lugar para depositarlos fuera de las áreas pobladas. En
este sentido, la transición de colonia a república deparó pocas novedades en tos
usos de la colonia penal.
En octubre de 1814, por ejemplo, luego de la batalla de Rancagua - una de
rrota de los patriotas chítenos -, el comandante de las fuerzas españolas, General
Osorio, ordenó el arresto y deportación a Juan Fernández de cincuenta patriotas
residentes en Santiago (Vicuña Mackenna, 1883: 412-414). Pasaron veintisiete
meses en las islas solo por ser sospechosos de oposición al régimen colonial. Con
todo, el gobierno patriota que le siguió hizo algo notablemente similar. En mayo de
1821, el nuevo Director Supremo Bernardo O’Higgins mandó un contingente de
opositores políticos a Juan Fernández. Eran seguidores de los hermanos Carrera,
líderes de las guerras de independencia ahora opuestos at gobierno de O’Higgins,
al que calificaban de régimen despótico y autoritario. Una vez más, las islas fueron
utilizadas como lugar de descarga de exiliados políticos opositores.
Ladiferencía crucial entre el régimen colonial español y las repúblicas recien
temente independizadas de la costa sur-pacífica radicaba en el ámbito del poder
3 Vicuña Mackenna escribió: “ Era aquella una abigarrada comitiva de negros de! Perú, zambos de
Quito, soldados de España, i sin contar otras castas, dos indios de Chile” {1883:307),
4 En un proceso que podría ser fechado entre 1810 y 1S18.
280 Histeria de la Cueslió» Criminal...
5 Hacia 1832, unos 300 hombres y mujeres constituían la población de esta aldea de pescadores y
pastores.
282 Historia de la Cuestión Criminal...
8 El director Muratgia era un partidario de los principios de ¡a criminología positivista. C reó una ofi
cina antropométrica y escribió informes sobre el estado físico y mental de los penados (Cecarellí,
2010 : 111).
288 Historia de la Cuestión Criminal.,
sos llevaban un número en sus sacos, gorros y pantalones. Los asesinos estaban
identificados con una marca roja (Vairo, 1997: 99). Los menores enviados desde
reformatorios en Buenos Aires vivían en un edificio aparte. El Penal también tenía
una oficina antropométrica, donde se guardaba documentación correspondiente
para la historia de cada caso. No sabemos, sin embargo, hasta qué punto esta in
formación fue usada para implementar el tratamiento individual favorecido por los
crimínólogos positivistas.
Visto retrospectivamente, el Penal de Ushuaia tenía muchos rasgos de las
colonias penales aisladas, que servían como lugares de destierro y tormento para
delincuentes y opositores políticos de las naciones del continente. No obstante,
está claro que el “ideal rehabilitador” se mantuvo como uno de los ingredientes de
esta peculiar colonia. Las autoridades locales y carcelarias esperaban que los ex-
convíctos, acostumbrados al duro trabajo de la prisión, contribuirían luego con sus
servicios laborales a la comunidad, convirtiéndose ellos también en colonos pro
ductivos. Aunque la colonia penal fue utilizada como solución a la sobrepoblación
de la penitenciaría de Buenos Aires, con el tiempo adquirió ella misma algunos
rasgos propios de la penitenciaría moderna,
¿Por qué, entonces, adquirió el Penal de Ushuaia su fama de “viaje sin retor
no", “tierra maldita” donde los prisioneros eran objeto de toda clase de tormentos?
En parte, esto se debió a la visibilidad pública que ganó la prisión a través de
activistas políticos y periodistas. El testimonio escrito de conocidos socialistas y
anarquistas enviados para documentar el sufrimiento de presos políticos tuvo gran
repercusión en la prensa porteña. Como resultado. Tierra del Fuego adquirió mala
reputación como lugar de aislamiento, tormento y duro trato a sus prisioneros. El
hecho de que algunos fuesen famosos delincuentes (como el anarquista Simón
Radowitzky o el asesino de niños Santos Godino) no logró debilitar la simpatía
del público lector hacia los deportados del Penal de Ushuaia. A comienzos de la
década de 1930, informes de tormentos a convictos llegaron al sistema judicial.
El Juez federal de Santa Cruz investigó las denuncias de tortura presentadas por
prisioneros, culminando en la condena de 19 guardias. Esta investigación, junto a
las entrevistas a presos realizadas por periodistas, convencieron al público de que
los castigos corporales se usaban a menudo, un diagnóstico que fue rápidamente
asociado a las prácticas del gobierno conservador de 1931-1933.
En los inicios del siglo XX el Penal contribuía a aliviar la superpoblación
de la Penitenciaría Nacional de Buenos Aires. La posibilidad de ser enviado a la
colonia penal austral funcionaba también para intimidar prisioneros, en particular
290 Historia de la Cuestión Criminal...
9 Los fondos utilizados en el Penal de Ushuaia provenían de los presupuestos acordados a los minis
terios de Justicia e Instrucción, y Defensa.
¿Colonias de pobladon o lugares de destierroy tormentó ? 293
había dudas de que ia isla era parte del territorio argentino. En este sentido, Tierra
dei Fuego experimentó un largo y demorado proceso que la llevó de puesto de de
fensa de la nacionalidad a colonia del estado central -una “gobernación marítima”
en la que los residentes tenían, en el mejor de ios casos, pocos derechos políticos.10
10 Con el tiempo, esta colonia austral también se convertiría, com o el resto de los “territorios nacio
nales” argentinos, en provincia, con beneficios políticos y fiscales. T ietia del Fuego fue declarada
Gobernación Marítima en 1943 y Territorio Nacional en 1957. Finalmente, fue declarada Provin
cia en 1986.
I i Sobre la pena de “degredo” ver Noronha (2004: 1-16).
294 Historia <k la Cuestión Criminal...
12 La prisión fue reabierta más tarde, cuando en 1914 el estado de Pemambuco anunció que secón-
vertiría en “penitenciaría agraria”.
¿Colonias depoblación o lugares de destierroy tormento? 297
IJ Sobre la evolución de ios sistemas penales en Brasil, ver (Huggíns, 1984; Beattie, 1999 y 200!;
Nunes Maia et al., 2009).
14 Esta sección incluye valiosa información tomada de la tesis inédita de Diego Pulido (2007). Agra
decemos a! autor por haber compartido generosamente su trabajo con nosotros.
¿Colonias depoblación o lugares de destierroy tormento? 299
nías penales fueran instituciones auto-suficientes, sin costo para el estado (Pulido,
2007:48). Sobre la base de estos y otros argumentos, la Comisión designada para
revisar el Código Penal mexicano aceptó la nueva pena de destierro o transporte.
En las Islas Marías, el gobierno federal estaba autorizado a distribuir tierra
a “transportados”, colonos libres y ex-convictos, como una manera de estimular
la buena conducta y desarrollar un asentamiento en la Isla (Pifia y Palacios, 1970:
38). No obstante esta provisión, sin embargo, las autoridades no tenían interés par
ticular en desarrollar una colonia de asentamientos, como era el caso, por ejemplo,
en Juan Fernández y Ushuaia. El hecho de que Islas Marías no estaba lejos del
continente -y por ende no constituía una región de frontera- es el motivo probable
por eí que el gobierno federal no estuviera explícitamente interesado en poblar
estas islas.
La Colonia Penal de la Islas Marías se componía de varias bases. La prin
cipal era la de Balíeto, que abarcaba las oficinas administrativas principales, una
barraca de internos, una tienda, una enfermería, una estación militar, la aduana, ia
oficina de correo, áreas de recreación y deportes, un teatro, una biblioteca y las
casas en que vivían los empleados. Una segunda base, Rehilete, era el sitio de la
oficina telegráfica, un establo, una granja de aves y la residencia del director de la
escuela. Una tercera, Nayarit, era la residencia del director de la colonia y algunos
empleados. Salinas, ia cuarta base, contenía las canteras de sal, donde muchos pe
nados hacían su trabajo (Palma, 1938: 21-22). Arroyo Honde, una quinta base, era
considerada inhóspita y se usaba principalmente como destino de los que habían
cometido infracciones y recibían castigo adicional.
El inicio de la Revolución Mexicana (1910-1917) frenó el desarrollo de Islas
Marías, si bien el transporte de penados no se detuvo del todo. Los debates sobre
la factibilidad de las colonias penales tuvieron lugar en esos años, especialmente
en la Convención Constituyente de 1916-1917. Numerosos delegados rechazaron
semejantes mecanismos punitivos por su identificación con el régimen porfiriano,
durante el cual la servidumbre agraria y los abusos contra los trabajadores fueron
comunes. Un delegado mencionó las plantaciones de henequén en Yucatán, donde
los penados-trabajadores estaban sometidos a toda clase de abusos y el sistema
laboral se asemejaba a la esclavitud. “Hasta ahora -agregó- no se nos ha dado un
solo ejemplo de que una colonia penal haya servido para el objeto a que se le ha
destinado” (Pulido, 2007: 56). Otro delegado argumentó que, debido a su aisla
miento, las colonias penales “solo se prestaban a abusos” (Buffington, 2000:104).
Con todo, a pesar de la oposición, en diciembre de 1916 se aprobó un artículo
¿Colonias depoblamn o /mayes de destierroy tomento? 301
constitucional que permitía a los estados federales construir colonias penales que
usaran el trabajo “como medio de regeneración” (Pulido, 2007: 57). Como en ei
caso de Femando de Noronha y Ushuaia, los legisladores mexicanos preveían un
sistema punitivo que implicaría a la vez la extracción de los tranagresores de su
medio social y la implementación de una terapia rehabilítadora para transformar a
los delincuentes en ciudadanos respetuosos de la ley.
En marzo de 1920 se aprobó un nuevo reglamento para Islas Marías. Reitera
ba que el propósito principa! de la colonia penal era procurar “la regeneración de
[os culpables por medio del trabajo” (Pulido, 2007: 59). El tiempo de los penados
en la colonia penal estaría dividido en tres estadios: primero, confinamiento celu
lar y trabajo por no más de tres meses; segundo, confinamiento y trabajo en común
por un período de no más de seis meses; y tercero, “libertad preparatoria” por un
mínimo de un año. Este tercer estadio era obligatorio, aun si et tiempo original de
la condena ya había sido cumplido. Más importante, una vez cumplida la condena,
los prisioneros tenían permiso para establecerse en la isla con sus familias, si bien
no se preveía ningún sistema de incentivos (Pulido, 2007: 60). Un nuevo Código
Penal sancionado en 1929 incluía el transporte a colonias penales, pero fue rápi
damente reemplazado por otro en 1931, según el cual el confinamiento penal solo
podía aplicarse a reincidentes, vagos y mendigos y no a delincuentes peligrosos
(Pulido, 2007:65,67). Como subraya Pulido, las colonias penales como Islas Ma
rías pasaron a ser consideradas como ei lugar preferido para librarse de “incorre
gibles” -es decir, reincidentes- rateros, y vagos habituales y borrachos, mientras
las penitenciarías como la de Lecumberri y otras fueron el destino de delincuentes
“peligrosos” (Pulido, 2007:68). Según un experto penal, los delincuentes incorre
gibles habían sido enviados a la “tórrida temperatura de las Islas Marías, allá muy
lejos de toda agrupación humana que se titule honrada”.15
¿Quiénes eran los penados transportados a Islas Marías? Desde el principio,
el blanco principal de este nuevo esquema punitivo eran los vagos, mendigos y ra
teros. La pena de transporte buscó eliminar de las ciudades y prisiones mexicanas
la “gente menuda de la delincuencia, ese hormiguero de bribones que aquí como
en todas partes, constituye la clientela habitual y diaria de las cárceles” (Pulido,
2007: 49). La mayoría era descripta como “perniciosa” e “incorregible”. La co
nexión entre los rateros y las colonias penales fue uno de los rasgos definitorios
de ia institución. En 1910 solamente, más de 2000 sospechosos acusados de robo
fiieron enviados a Islas Marías (Pulido, 2007: 84). El perfil de aquellos relegados
a Islas Marías era revelador: la mayoría de los sospechosos eran hombres de clase
trabajadora (zapateros, cargadores, jornaleros) acusados de borrachera, hurto o
vagancia (Pulido, 2007: 85). Las razzias policiales en las ciudades principales re
sultaban en la detención de decenas de sospechosos que luego eran transportados
en grupos (llamados “cuerdas”) a Islas Marías. Estas cuerdas estaban compuestas
de grupos de entre 70 y 400 individuos que cubrían la distancia entre sus ciudades
y la Isla en tren, a pie o barco (Pulido, 2007: 90).
Vale la pena subrayar la desproporcionada duración de las condenas impues
tas a algunos de los delincuentes transportados: un individuo fiie condenado a
siete años en Islas Marías por llevar dos sarapes (ponchos) cuyo origen no pudo
explicar; otro fue sentenciado a tres años por robar una manta (Pulido, 2007: 86).
En julio de 1911, un “hombre honesto” estaba caminando en la Plaza San Lucas,
ciudad de México, cuando fue empujado por un individuo que parecía sospechoso
por su “rara indumentaria”. El hombre notó que su reloj había sido robado. Con la
ayuda de un policía, el supuesto ladrón fue capturado, llevado a la cárcel y luego
enviado a Islas Marías (Pulido, 2007: 87).
No solo hombres sino también mujeres y menores fueron condenados a ser
Iransportados a las Islas: un niño de diez años, Leonardo Rodríguez, fue enviado
a la isla en agosto de 1910 para cumplir una condena de dos años. D e hecho, una
“cuerda” de prisioneros enviados a Islas Marías en 1909 se componía de “ 119
rateros, 19 rateras y 19 raterillos” (Pulido, 2007: 97).
La detención de sospechosos en las calles de las ciudades mexicanas y su
subsecuente transporte a Islas Marías tenía lugar sin ninguna consideración por
sus derechos legales y civiles. La arbitrariedad del transporte a las colonias era uno
de sus rasgos característicos: la mayor parte de los enviados a Islas Marías no ha
bían sido procesados según los procedimientos establecidos en la justicia criminal.
El transporte “preventivo” permitía a las autoridades seleccionar aleatoriamente
“indeseables” y mandarlos a la colonia penal. El abuso policial hacia gente pobre
y de clase baja era la norma. Los detenidos eran incomunicados y sus familias no
eran informadas del transporte a las Islas. La relegación, escribió un comentarista,
“no es sino una constante violación de los derechos los individuos”. En 1931, de
833 “relegados”, solo 39 habían sido lega [mente sentenciados, mientras que en
1935 las cifras eran 629 y 32 respectivamente (Pérez Espinoza, 1937: 51).
El número total de “colonos” - como se llamaba a los delincuentes transporta
dos - fluctuó ampliamente entre 1908 y 1947, cuando la relegación fue legalmente
abolida. Pero hay evidencia de que el máximo se mantuvo en 2000. En 1909, había
¿Colonias Jepobkáón o lagares dt destierroy tormento? 303
1438 penados (Palma, 1938: 34). En julio de 1919, de acuerdo con un informe,
había alrededor de 2000 “colonos” en María Madre (Pulido, 2007: 156). En 1935,
la población de penados oscilaba entre 762 y 1119 hombres y 19 y 28 mujeres (Pé
rez Espinoza, 1937: 29). En 1936 hubo un censo de la población de la Isla María
Madre: entre los libres había 120 hombres, 124 mujeres, 64 niños y 75 niñas, 383
en total. Entre la población de “colonos” había 240 hombres y 12 mujeres conde
nados, además de 3309 hombres y 5 mujeres enviados por el gobierno sin condena
judicial. El número total de “colonos” era 596, y el total de la población de la isla,
979 (Dios Bojómez, 1937: 69-70). La proporción de penados por residentes libres
en la isla era aproximadamente de 2 a 1.
El trabajo era un elemento central en el funcionamiento de la colonia penal,
pero no fue usado sistemáticamente. En los años iniciales los penados, especial
mente los recién llegados, eran forzados a trabajar en construcción o en las salinas,
“el más intenso y agotador” de los trabajos en la colonia penal (Palma 1938: 34).
Además de ser un trabajo muy demandante, extraer sal causaba serios problemas
de salud, e incluso la muerte (Aviles Quevedo, 2009:81-85; Pérez Espinoza, 1937:
26-27). “Trabajo físico intenso” era generalmente impuesto a los penados, sea en
las salinas, transportando piedras u otros materiales de construcción, extrayendo
cal, haciendo trabajo agrícola o buscando perlas bajo el agua (Palma, 1938: 34).
Con el tiempo, el corte de leña pasó a representar uno de los trabajos más frecuen
tes de los penados. Adicionalmente, algunos “colonos” trabajaban en los talleres
de ta prisión (carpintería, mecánica, sastrería, cerrajería, peluquería, panadería y
otros), pero no parecen haber funcionado con regularidad (Pulido, 2007: 159).
Según un observador, solo un 10% de los “colonos” recibía compensación mo
netaria por su trabajo (Pérez Espinoza, 1937: 63-69). El trabajo era usado como
mecanismo para penalizar la mala conducta y estimular la obediencia ante las ór
denes de fas autoridades: ser enviado al “infierno blanco”, como eran llamadas las
salinas, o ser forzado a trabajar en construcción, eran formas de castigo por mala
conducta. En esos casos, los penados trabajaban largas horas casi desnudos bajo
un calor abrasador (Pulido, 2007: 158; Martínez Ortega, 1938: 125). Además, ¡os
“colonos” eran entregados bajo contrato a inversores privados, especialmente en
la industria de la sal y la madera (Pulido, 2007: 158). Estos arreglos se caracteri
zaban por días largos y condiciones duras. “Cargando piedras y rompiéndolas bajo
el azote de los látigos vemos aquí a algunos célebres criminales de México”, decía
el epígrafe que acompañaba en 1925 una foto publicada en un periódico de la
capital (Pulido 2007: 161). La colonia mantuvo a lo largo del tiempo su distinción
304 Historia de la Cuestión Criminal...
como “colonia de rateros”, pero estaba también habitada por otras poblaciones.
A partir de la década de 1920, el crimen organizado ganó prominencia en infor
mes periodísticos y en las preocupaciones de las autoridades, y miembros de estas
bandas fueron condenados a “relegación” y enviados a las Islas (Pulido, 2007:
105). Las Islas Marías también fiieron utilizadas para detener presos políticos. En
1913, durante la breve gestión de Huerta, numerosos opositores políticos fiieron
enviados a la colonia penal, incluidas mujeres, indios Yaqui y entre otros (Pulido,
2007: 110). En 1920, miembros del grupo opositor conservador católico de los
“crísteros”, que eventualmente lanzarían una guerra contra el estado mexicano,
fueron enviados a ía colonia penal, incluida una docena de mujeres (Pulido, 2007:
112). Trabajadores, líderes sindicales y militantes del Partico Comunista fiieron
transportados por la ftierza a Islas Marías (Pulido, 2007: 115-116; Mac Gregor
Campuzano, 2002: 139-150). Como resultado, la colonia penal comenzó a ser
llamada “la Bastilla mexicana”. José Revueltas, un militante comunista que pasó
tiempo en Islas Marías, la describía como una prisión rodeada de “muros de agua”
(Revueltas, 1978 [1941]).
Heriberto Navarrete, un cura jesuíta y militante “cristero”, fue enviado allí
luego de pasar dos meses encarcelado en ciudad de México. Mientras se despedía
de su familia, les decía, irónico: “No llore, mamá... Agradézcale a Don Plutarco
[Elias Calles, presidente mexicano] que nos concedió esta vacación. Vamos de
turistas, a conocer tierras... y aguas. Dicen que el sitio adonde vamos es precioso.”
(Navarrete, 1965: 55). Al llegar, los penados “cristeros” fueron afeitados y obli
gados a trabajar. “Ese primer día de trabajos forzados fue uno de los más duros de
todo ef tiempo de la reclusión.” (Navarrete, 1965:60) Los “cristeros” eran puestos
a transportar piedras para la construcción bajo calor intenso y vigilancia estre
cha de los guardianes, que demandaban trabajo continuo e ininterrumpido. Eran
sometidos a castigos muy duros si no seguían las reglas, e incluso eran forzados
a asistir a conferencias anti-católicas. Un tratamiento similar era reservado a los
detenidos comunistas enviados a las Islas a partir de la década de 1930. El destino
de muchos de estos presos políticos era una de las peores zonas de la isla, la base
llamada Arroyo Hondo (Pulido, 2007: 180-186).
La rutina cotidiana de los penados estaba fuertemente regimentada. Comen
zaban sus actividades a las 6 de la mañana y las suspendían ai mediodía. Retoma
ban las tareas a las 2 de la tarde y trabajaban hasta las 6, Alas 10 de la noche todas
las luces estaban apagadas. Los penados tenías los domingos libres, cuando se
les permitía “divertirse”. Rituales cívicos, deportes y otras festividades eran parte
¿Colonias depoblaáén o lugares de destierroy tormento? 305
está bajo un cielo más hermoso que éste, y respirando un oxígeno puro “ (Pulido,
2007: 158). A pesar de todas sus quejas sobre el confinamiento, el cura “cristero”
mencionado más arriba admitía: “En verdad que el escenario de nuestra desgracia
era espléndido” (Navarrete, 1965: 68).
No obstante estas descripciones de Islas Marías como un lugar libre y acoge
dor, la realidad parece haber sido mucho menos benigna. Otros testigos enfatiza*
ban la dureza, incluso crueldad, del tratamiento a los delincuentes transportados.
Judtth Martínez, ya mencionada, se refería a la crueldad del espectáculo de las
“cuerdas” de prisioneros llegando a la isla: parecían un “rebaño de miserables
y harapientos”, atemorizados por la horrenda reputación de la prisión (Martínez
Ortega, 1938:27). Otro visitante encontró hombres semi-desnudos infectados con
malaria y teniendo que lidiar con nubes de mosquitos voraces. En su novela Los
muros de agua, José Revueltas trató de retratar, escribió, “la existencia infame, es
pantosa, que se vive -o se vivía- entre asesinos, rateros y degenerados de toda cla
se” que estaban obligados a compartirlos presos políticos (Revueltas, 1996:417).
La crueldad y la arbitrariedad eran la regla. Los castigos contra quienes vio
laban las normas eran duros. Los transgresores eran a veces enviados a Arroyo
Hondo, el área más inhóspita de la Isla. En una ocasión, las autoridades no pudie
ron identificar al autor de un robo y enviaron doscientos penados a Arroyo Hondo,
donde todos recibieron una paliza. Muchas quejas llegaron al gobierno federal en
ciudad de México. Una de ellas, en 1935, resumía la situación con esta frase: “el
penal del [Océano] Pacífico es un infierno”. Dos penados homosexuales fueron
severamente azotados en sus espaldas desnudas frente atoda la población de pena
dos, como manera de castigo y advertencia a los demás (Pulido, 2007: 149,173).
Claramente, la colonia era administrada con mano muy fuerte, aun si a veces daba
la impresión de ser un lugar de benevolencia y solaz.
Islas Marías funcionaba básicamente como enclave: su aislamiento, las di
ficultades de comunicación y el poder del que gozaban ei director y autoridades,
volvía a la población altamente vulnerable a los abusos. El escritor comunista José
Revueltas describió los privilegios del director de la colonia (una enorme man
sión, una piscina, cancha de tenis, entre otros lujos), en contraste con las condicio
nes de vida de la población de penados (Revueltas, 1978 [1941): 88). El estado de
derecho no existía en la colonia. Un diario sugería en 1934 que los penados trans
portados habían sido enviados para ser torturados y sufrir, no para ser regenerados
(Pulido, 2007: 176). En 1947, et destierro fue eliminado como pena judicial en el
¿Colonias depoblación o lugares de destierroj tomento? 307
Código Penal mexicano, pero Islas Marías sigue existiendo como prisión federal
hasta el día de hoy.
Islas Marías representa un caso de éxito relativo en la operación de una co
lonia penal. Funcionó por varias décadas como destino para distintos tipos de
“indeseables” que las autoridades mexicanas querían expulsar de sus ciudades.
Los transportados a la Isla eran víctimas de medidas altamente arbitrarias imple-
mentadas en un esfuerzo por “limpiar” las calles de elementos “ incorregibles”,
liberar espacio en prisiones y cárceles, y ofrecer cierto grado de seguridad a los
residentes de las ciudades mexicanas. Las condiciones de vida no eran tan terribles
como en la Cárcel de Belén o en la penitenciaría de Lecumberri, por ejemplo, pero
ciertamente tampoco eran agradables. Aunque Islas Marías era concebido como
un lugar de rehabilitación, sería difícil afirmar que la reforma de los “colonos” era
el objetivo central de su creación. Además de sacarlos de las calles, la principal
función del transporte de “colonos” a Islas Marías era explotar su mano de obra,
algo que fue plenamente logrado a través del trabajo en construcción, las salinas,
la obtención de madera y otras actividades. Finalmente, y a pesar de no ser un apa
rente objetivo de la colonia penal, el crecimiento y desarrollo de un asentamiento
permanente en tomo a la prisión se consiguió en un grado sin par en otros experi
mentos latinoamericanos, con la excepción de Ushuaia en Argentina.
Conclusión
La historia de las colonias penales explorada en este capítulo echa luz sobre la
relación compleja entre castigo, trabajo y modernización en América Latina. El
período de post-Independencia estuvo marcado por intentos ambiguos y poco en
tusiastas de construir repúblicas modernas liberales, que implicaban modernizar
el mercado laboral, promover la incorporación legal y efectiva de grupos subalter
nos en el proceso político, foijar ciudadanos respetuosos de la ley y eliminar las
formas coloniales de exclusión basadas en adscripción étnica. Las trayectorias de
los sistemas laborales y punitivos subrayan la contradicción entre la retórica de la
civilización, el progreso y la modernidad y las persistentes realidades de exclusión
y marginalización.
En América Latina, las colonias penales fueron construidas en momentos di
ferentes y con propósitos distintos. La colonia penal en la Isla de Juan Fernández
en el Pacífico se desarrolló durante la administración colonial como un puesto
fronterizo de defensa que podía ser manejado con delincuentes provenientes de
distintos puntos sobre esa costa. Luego de la Independencia, la isla pasó a jurisdic
308 Historia de ¡a Cuestión Criminal..
ción chilena, cuyo gobierno la utilizó para desterrar delincuentes comunes y disi
dentes políticos a lo largo de buena parte del siglo XIX. En .ese sentido, es la más
antigua de las colonias penales aquí analizadas. Si bien los portugueses la habían
utilizado como sitio de destierro, Femando de Noronha se convirtió en una colonia
penal de gestión militar en la década de 1830, y evolucionó hacia el control civil
en la década de 1860. Utilizada a! principio para aliviar las cárceles locales sobre-
pobladas y las prisiones provinciales, la colonia funcionó durante el período post-
Independiente como prisión central del imperio brasileño. Las colonias penales
en Ushuaia (Argentina) e Islas Marías (México) pertenecen a períodos de rápida
modernización económica y fueron el resultado de políticas de gobiernos de la
“era del progreso”, como las de Julio Roca en Argentina y Porfirio Díaz en Méxi
co. Ambas fueron planeadas en la década de 1880 y establecidas a comienzos del
siglo XX (1900 y 1905 respectivamente). No sorprende, pues, que estas colonias
penales encamaran diferentes visiones estatales de disciplina y castigo.
¿Hasta qué punto fueron “colonias penales” estos experimentos de trabajo
punitivo? Es claro que el gobierno chileno intentó una y otra vez establecer una
colonia penal en las islas Juan Fernández, aunque los motines recurrentes y las
fugas masivas impidieron la existencia de un gobierno permanente en las islas. De
hecho, fueron abandonadas varias veces a lo largo del siglo XIX. Cuando funcio
naban, sus variados regímenes nunca lograron atraer más de unos pocos cientos
de habitantes. Con tan escaso potencial de trabajo convicto -y con aun menos
colonos- las islas nunca fueron una alternativa económica viable. Es por eso que,
en la década de 1880, Vicuña Mackenna aconsejaba terminar con todos los expe
rimentos de colonización y comenzar a pensar en las islas como destino turístico.
El penal fue un fracaso incluso como lugar de destierro de delincuentes comunes
y opositores políticos: ni siquiera podía prevenir la fuga y retomo al continente.
Aun si el estado chileno y algunos reformistas individuales proyectaron sobre Juan
Fernández ideas de soberanía nacional y control del delito, es claro a la luz de los
exiguos resultados que esta “colonia penal” nunca encontró una forma administra
tiva apropiada para mantener una cuota mínima de orden y disciplina.
Femando de Noronha, en la costa atlántica del Brasil, estaba, en este senti
do, más próxima a la idea de colonia penal. El gobierno federal logró controlar
la población de la isla y establecer cierto orden entre los penados. Aunque hubo
revueltas e intentos de fuga, el gobierno no abandonó la colonia hasta la década
de 1890. Con un régimen más bien laxo, los internos de la colonia vivían mezcla
dos con tos guardias y los soldados, en una suerte de “aldea confinada”. Las dos
¿Colonias depoblado}} o lugares de destierroy tormento? 309
reformas -una la década de 1860 y otra en la de 1880- muestran los límites del
uso de convictos para trabajar en actividades productivas, agricultura o manufac
tura, Podemos afirmar, no obstante, que los reformistas (Rohan y Bandeira Filho)
proyectaron sobre estas islas ideales de orden y reforma -en el primer caso, una
colonia penal agraria, en el segundo, una colonia penal integrada a un sistema de
control del delito- que estaban en sintonía con ciertas concepciones modernas de
estado. Dado que ambas reformas fracasaron, podemos afirmar que Femando de
Noronha funcionó durante la mayor parte del período estudiado como vertedero
o centro de detención de delincuentes enviados de varios estados del imperio. En
otras palabras, su existencia dependió de la ausencia de penitenciarías modernas
en los estados brasileños: una vez que estas instituciones fueron construidas, este
“depósito central” dejó de ser necesario.
Los casos de Islas Marías y Ushuaia se asimilan más a los ideales modernos
de reforma y confinamiento. Construidas durante procesos de modernización eco
nómica e integración de ambos países en los mercados mundiales, estas colonias
penales estuvieron influidas por el pensamiento penal moderno en su diseño y
en la concepción del servicio que prestarían. En la práctica, sin embargo, ambas
fueron (si bien no exclusivamente) depósitos de delincuentes: rateros y vagos en
el caso de Islas Marías, delincuentes reincidentes, anarquistas y asesinos en el
caso del Penal de Tierra del Fuego. En cierto modo, las autoridades estatales “ex
portaban” delincuentes de las ciudades en crecimiento a estas islas marginales y
distantes. En el caso de Argentina, coincidieron varios objetivos estatales: usar el
penal como un hito de soberanía nacional, reformar delincuentes recalcitrantes
con trabajo duro y disciplina rigurosa, y mantener al nuevo poblado de Ushuaia.
En dos o tres niveles, hubo un éxito limitado: la Argentina extendió su soberanía
a los territorios del sur, incluyendo Patagonia y Tierra del Fuego, y la labor de los
convictos fue crucial para la supervivencia del pueblo adyacente. Con todo, el
Penal de Ushuaia no cumplió con la misión original imaginada por el Presidente
Roca: colonizar la isla con ex-convictos, como se había hecho en Australia. Los
penados no resistían la vida dura en la colonia y regresaban a las grandes ciudades
argentinas en cuanto podían. El penal del sur tampoco resolvió el problema de
escasez de mano de obra en la región.
El Penal de Ushuaia llegó más tejos en la transición de colonia de deportación
a penitenciaría. De hecho, sus planificadores siempre procuraron combinar ambos
modelos de prisión. Más que en tas colonias penales brasileña o chilena, el trabajo
de los convictos fue crucial para establecer las bases de una población estable que
3 fO Historia de la Cuestión Criminal..
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Abandonad toda esperanza, vosotros los que entráis
Proyectos, legislación y políticas penitenciarias
en Argentina
( 1916- 1938)'
Introducción
n mayo de 1914 se llevó a cabo el Congreso Penitenciario Nacional, que
1 Agradezco los comentarios a una versión preliminar de este trabajo a Lila Caimari, Sandra Gayol,
Silvana Paiermo y Máximo Sozzo que han permitido m ejorar los argumentos.
2 Trabajos y actas del Congreso Penitenciario Nacional, Buenos Aires, Talleres Gráficos de la Pe
nitenciaría Nacional, 1914, pp. 7-S.
3 Trabajos y actas del Congreso Penitenciario Nacional, Buenos Aires, Talleres Gráficos de la Pe
nitenciaria Nacional, 1914, pp. 7-8.
318 Historia de la Cuestión Criminal...
4 Trabajos y actas del Congreso Penitenciario Nacional, Buenos Aires, Talleres Gráficos de ¡a Pe
nitenciaria Nacional, 1914, pp. 7-8.
5 Presidido por Norberto Piñero (Profesor de Derecho Penal de la Facultad de Derecho), incluía
como vicepresidentes a Domingo Cabred (Médico psiquiatra, director de la Colonia Nacional
de Alienados), Osvaldo Piñero (Profesor de Derecho Penal de la Facultad de Derecho), Ricardo
Seeber {Juez y miembro de la Cámara en lo Correccional y Criminal), Domingo Cavia (Profesor
de Medicina Legal de la Facultad de Medicina). Los secretarios fueron Helvio Fernández (Director
del Instituto de Criminología de la Penitenciaría Nacional y de los Archivos de Psiquiatría, Crimi
nología y Ciencias Ajines) y Eusebio Góm ez (Profesor de Derecho Penal).
6 Este fragmento de la Divina Comedia se puede traducir como: “Abandonad toda esperanza, voso
tros los que entráis”. Trabajos y actas del Congreso Penitenciario Nocional..., cit., pp. 302-303.
Abandonad toda esperanza... 319
como las oportunidades que brindó la DGIP para los críminólogos, constituyeron
componentes fundamentales para obtener una visión comprensiva de las prácticas
de castigo en una sociedad republicana. Dado que estos debates fueron consti
tutivos del proceso de modernización estatal, nos proponemos pensar cómo los
cambios políticos y culturales entre los años 1916 y 1938 modificaron las políti
cas penitenciarias, las definiciones acerca de las acciones consideradas adecuadas
para la readaptación de los penados y las ideas de la criminología positivista. Esta
perspectiva nos obliga a utilizar una cronología que tome de manera unificada las
presidencias radicales y las conservadoras, ya que los debates y transformaciones
institucionales se produjeron en gobiernos de diferente signo político.
En este marco, las preguntas que guían nuestra indagación son: ¿Cómo se
conformó una agenda pública sobre la refonna penitenciaria? ¿En qué consistieron
las propuestas presentadas al Congreso Nacional? ¿Bajo qué términos los actores
argumentaron la necesidad de una transformación del régimen carcelario? ¿Cómo
entendieron los expertos la necesidad de una reforma de las prisiones? En conse
cuencia, examinaremos los múltiples proyectos presentados al parlamento para
reformar el sistema penitenciario durante la experiencia radical, la creación de la
Dirección General de Institutos Penales en 1933, el rol de los expertos en la estruc
tura penitenciaria nacional y la celebración del Primer Congreso Latinoamericano
de Criminología en 1938. Esperamos, sobre la base del análisis de este conjunto
de fuentes documentales, reconstruir la especificidad de los debates y discusiones
sobre el castigo, las políticas que buscaron modernizar el sistema penitenciario, y
el rol de ios expertos ai interior de la DGÍP.
7 Luego de la sanción del Código Penal de 1886, se produjeron diversos intentos por reformarlos y
actualizarlo. Se pueden mencionar entre tos proyectos de reforma los de ¡os años 1891 y 1906,
8 Rodolfo Moreno (1879-1953) se graduó en Abogacía en la Universidad Nacional de Buenos Aíres
con Diploma de Honor de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales en 1900 con tina tesis sobre
Proteccionismo industrial. Se desempeñó com o diputado por la provincia de Buenos Aires en
!9 !6 , 1922, 1930 por el Partido Demócrata Nacional, En el ámbito bonaerense obtuvo diversos
cargos: secretario del procurador general de la Suprema Corte de Justicia, representante letrado del
gobierno en la Capital Federaí (1931) y gobernador de la Provincia de Buenos Aires (1941-1943)-
Abandonad toda esperanza... 323
PÍCC1RJLLI, Ricardo Diccionario Histórico Argentino, Buenos Aires, Ediciones Históricas Ar
gentinas, 1953, Tomo V.
324 Historia de la Cuestión Criminal..
9 El diputado había presentado dos proyectos de reformas carcelarias en 1908 y 1913: Jerónimo
del Barco, “Proyecto de ley”, Cámara de Diputados. Expediente 2 24,7 de septiembre de 1908 y
“Fundación de establecimientos penales en la República. Proyecto de ley”. Cámara de Diputados.
Expediente 33, 16 de mayo de 1913. '
10 CONGRESO NACIONAL (1919) Diario de Sesiones de ta Cámara de Diputados, 3 de junio de
1918, pp. 252-245.
11 CONGRESO NACIONAL (1919) Diario d e Sesiones de la Cámara de Diputados, i de junio de
1918, pp. 271-273.
12 CONGRESO NACIONAL (1919) Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, 5 de agosto de
1918, pp. 680-693.
Abandonad toda esperanza... 325
Con estas palabras el Diputado radical remarcaba las carencias del sistema carce
lario en lo relativo a las condiciones materiales y las deficiencias administrativas.
Finalizaba su discurso señalando que el ejemplo de la Nación debía ser tomado por
las provincias para seguir la misma “amplia positiva y generosa ruta” de reforma.
No obstante, tampoco se trató en el recinto.
En 1922 Moreno volvió a presentar su iniciativa para reformar el sistema
carcelario.w El nuevo proyecto, que contaba con veinte artículos, estuvo acompa
ñado en esta oportunidad por una extensa exposición de motivos. Allí, el diputado
transparentaba el proceso que llevó adelante para formular la iniciativa de 1916:
una encuesta dirigida a reconocidos penalistas, entre ellos Juan Ramos y Julio
Herrera. También se detenía en la forma en que se establecían las penas desde el
Código de Tejedor pasando por los proyectos de reforma de 1903 y 1906, donde
presentaba al mismo tiempo varios proyectos de código penales.20 Una ve2 más, la
propuesta de Moreno no se discutió en la Cámara.
Esta concisa presentación de iniciativas surgidas de la Cámara de Diputados
por representantes de diferente extracción política (Del Barco, Moreno, el Poder
Ejecutivo, Arancibia Rodríguez, Caracoche y nuevamente Moreno) nos permite
sostener que el problema carcelario formó parte de la agenda del Congreso Na
cional. Como señalamos al principio, dos cuestiones significativas convirtieron al
parlamento en un ámbito propicio para la presentación de propuestas: fa discusión
de reforma sobre el Código Penal que establecía la necesidad de una ley peniten
ciaria complementaria, y también las transformaciones en la dinámica política que
habilitaba la implementación de la Ley Sáenz Peña y dotaba de nuevos sentidos
al parlamento.
parlamentarías, en un momento donde era difícil sancionar leyes dado que la Cá
mara de Senadores conformó un bastión conservador y se oponía a las políticas
propuestas por el oficialismo. En este sentido, Jorge Núñez también ha señalado
que la imposibilidad de sancionar leyes sobre la cuestión criminal en consonancia
con las premisas de la criminología positivista se debía a esta situación de parálisis
legislativa (Núñez, 2009).
En este trabajo, sin discutir las interpretaciones generales sobre el funciona
miento del parlamento, sostenemos que frente al problema carcelario se presen
taron numerosos proyectos que reflejan una “parálisis legislativa”, de la misma
forma que la sanción del nuevo Código Penal -q u e requería amplios consensos-
permite matizar esta afirmación. La cantidad de iniciativas presentadas en el Con
greso Nacional a partir de 1916 permite entrever algo de las novedades políticas
que imprimió la Ley Sáenz Peña en el parlamento. El hecho de que diputados de
diferente extracción política, y el mismo presidente Hipólito Yrigoyen, diseñasen
múltiples proyectos para ser discutidos, permite iluminar el lugar de privilegio que
le otorgaban al parlamento como actor que debía ofrecer soluciones al problema
penitenciario. Podemos pensar que estos proyectos no se discutieron al conjugarse
diferentes factores: la heterogeneidad partidaria que tuvo el Congreso fruto de las
primeras elecciones sin fraude, las disputas ínter e tntra partidarias (como ocurrió
en el Partido Radical), o por los conflictos que se produjeron entre el Poder Ejecu
tivo y Legislativo (Persello, 2004). Esto no ocluye la importancia que poseen estas
iniciativas para comprender las ideas, diagnósticos y propuestas sobre la reforma
de las prisiones y la preocupación política por brindar soluciones.
De esta forma, hemos intentado demostrar cómo el contexto de discusión de
un nuevo Código Penal en 1917 convirtió al Congreso Nacional en un actor clave
a la hora de diseñar propuestas para reorganizar el sistema penitenciario y crear
una agenda pública sobre los problemas carcelarios. Si bien los argumentos en
varias ocasiones estuvieron sustentados en los avances de “la ciencia penal moder
na”, ta normativa diseñada no daba cuenta de las premisas de la criminología posi
tivista. En varias ocasiones, los proyectos estuvieron permeados por los discursos
públicos del castigo (por ejemplo, las malas condiciones de las cárceles y ¡as fugas
que reproducían los diarios de circulación masiva); por ende, se sustentaron en una
fuerte visión moralizante: la necesidad de castigar a los que infringían la ley como
garantía para disuadir y disminuir el delito, así como la importancia de contar
con instituciones carcelarias modernas que reeducasen y evitasen la reincidencia.
Temas como la importancia del examen científico del delincuente, la necesidad de
330 Historia de la Cuestión Criminal..
22 La literatura sobre la historia del castigo en América Latina y la influencia que ejerció la crimino
logía positivista es basta y abundante, sin ser tina lista exhaustiva v e r Salvatore (2001); Agiiirre
(2009); Buffington (2001); Caimari (2004); Fessler (2012); León León (2008); Sozzo (2011); Zi-
mmermann (1995).
Abandonad toda esperanza... 331
26 MJIP (1934) M emoria presentada al H. Congreso de ia Nación. Año 1933, Tomo 1, Buenos Aires,
Talleres Gráficos de la Penitenciaría Nacional, pp. 194-197.
27 MJIP ( 1934) Memoria presentada a! H. Congreso de la Nación. Año 1933, Tomo i, Buenos Aires,
Talleres Gráficos de la Penitenciaría Nacional, p. 440.
28 MJIP (1934) Memoria presentada al M. Congreso de la Nación. Año J933, Tomo I, Buenos Aires,
Talleres Gráficos de la Penitenciaría Nacional, p. 478.
338 Hisíúmi de la Cuestión Criminal...
dujoen las prisiones de Bélgica. En efecto, desde 1921 el país europeo se colocaba
a la vanguardia de las innovaciones criminológicas al crear anexos psiquiátricos
dentro de las cárceles. Así lo reconocía el director General de Institutos Penales,
José María Paz Anchorena (1937-1940) al dar posesión del Anexo a O- Loudet:
“Siempre guiándonos por Bélgica, donde la ciencia penitenciaria es tan cultivada,
los buenos resultados obtenidos por sus anexos desde 1921, determinaron al P.E. a
incluir en el proyecto, que luego se convirtió en texto legal, la instalación de este
laboratorio.. (Paz Anchorena, 1938:5).
Asimismo, el régimen progresivo de la pena, otro de los puntos nodales del
pensamiento positivista expresados en la ley, estableció cinco grados para aquellos
penados cuya condena excediera los tres años: el grado A de observación; el grado
B de reclusión, donde el condenado tenía que trabajar en el interior del estableci
miento; el C de orientación en una colonia penal o cárcel industrial, en las cuales el
penado debía trabajar en el exterior de ser necesario; el grado D de prueba en cam
pos de semilibertad; y por último el grado E de reintegración en libertad vigilada.
El cumplimiento de esta premisa dependía de la construcción de nuevas cárceles,
y también de la diferenciación de funciones. En fo inmediato no se pudo poner en
práctica este objetivo de la ley, por la carencia que sufría el sistema penitenciario
en materia edilicia.
Sin dudas, estas transformaciones burocráticas y legislativas posibilitaron la
institucional ización de los saberes criminológicos y de los expertos en el entrama
do gubernamental, en consonancia con lo que ocurría en otras agencias guberna
mentales. La legislación les otorgó a los criminólogos un lugar destacado al esta
blecer la necesidad de realizar exámenes científicos para determinar las condenas
que debían cumplir los penados. Si bien existe una continuidad entre las ideas de
la criminología positivista finisecular con las concepciones que se establecieron
en ía legislación de 1933, es importante señalar que se produjeron significativas
innovaciones durante estos años. En particular, durante la década de 1930 las nue
vas agencias y los funcionarios encargados del castigo encontraron un contexto
favorable para implementar reformas penitenciarias. En este proceso, el Instituto
de Criminología y su director, Osvaldo Loudet, ocuparon un lugar destacado. Por
un lado, la legislación habilitaba a los criminólogos a intervenir directamente en
las características que debía asumir la pena para los diferentes condenados, lo que
se realizaría a partir de un análisis médico. Esto produjo una actividad creciente en
la elaboración de información sobre los penados y proliferaron las publicaciones
científicas que difundían los resultados de estos estudios.
Abandonad toda esperanza... 339
29 MJIP ( 1934) Memoria presentada al H. Congreso de la Nación. Año 1933, Tomo I, Buenos Aíres,
Talleres Gráficos de la Penitenciaría Nacional, pp. 404-405.
30 MJIP (1935) M emoria presentada a! H. Congreso de ta Nación. A ño 1934, Tomo 1, Buenos Aires,
Talleres Gráficos <íe la Penitenciaría Nacional, p. 430
3 1 MJIP ( 1937) Memoria presentada al H. Congreso de la Nación A ño 1936. Tomo I, Buenos A ires,
Talleres Gráficos de [a Penitenciaría Nacional, p. 536.
32 MJIP (1937) Memoria presentada al H. Congreso de la Nación. Año 1936. Tomo I, Buenos Aires,
Talleres Gráficos de la Penitenciaría Nacional, p. 537.
340 Historia de /¡? Cuestión Criminal...
3} MJIP (1937) Memoria presentada ai H Congreso de la Nación. Año 1916. Tomo 1. Buenos Aires,
Talleres Gráficos de la Penitenciaría Nacional, pp. 536-540.
Abandonad toda esperanza... 341
Ciencias Afines creados por José Ingenieros, publicación que logró alcanzar gran
prestigio internacional. Estos Archivos transformados iuego en Revista pasaron a
ser dirigidos por Osvaldo Loudet desde el año 1927 y pueden encontrarse traba
jos de destacados exponentes de la criminología de las décadas de 1920 y 1930.
A esta revista que constituía una referencia para los especialistas de los países
latinoamericanos, se sumó en el año 1936 la Revista Penal y Penitenciaría (RPP)
dependiente de la DGIP. Las dos publicaciones tenían como objetivos publicar
trabajos, discutir ideas y difundir las actividades desarrolladas por la administra
ción penitenciaria Argentina. Las publicaciones especializadas ocuparon un lu
gar privilegiado al ser las únicas revistas oficiales que contenían información de
especialistas (criminólogos, penitenciaristas, abogados, médicos legalistas) sobre
cuestiones carcelarias, así como informes de los funcionarios encargados de la
gestión gubernamental. La RPP destaca en su primer número este doble objetivo:
De esta forma, las dos publicaciones -impresas en los talleres gráficos de la Pe
nitenciaría Nacional- constituyeron un instrumento primordial en la difusión de
ideas y de acciones en materia penitenciaria, donde también ocupaban un lugar
destacado tas investigaciones de exponentes de ia criminología latinoamericana,
como los médicos Leonidio Ribeiro --director del Instituto de Identificación de
Río de Janeiro, Israel Drapkin -director del Instituto Nacional de Clasificación
y Criminología de la Dirección General de Prisiones de Chile, Guillermo Uribe
Cualla -Profesor de Medicina Legal de la Universidad Nacional de Colombia y el
médico psiquiatra Julio Endara de Ecuador.
Así pues, ta institucionalizacíón de los criminólogos en la estructura buro
crática carcelaria y la mayor disponibilidad de recursos fueron centrales para for
talecer el diálogo entre los especialistas de América Latina. Tampoco puede sos
layarse el contexto internacional convulsionado por los acontecimientos cada vez
más violentos en Europa y la consolidación de ideas extremistas que se discutían
sobre los criminales. De esta forma, se fortaleció un proceso constitutivo de la
35 La Sociedad Argentina de Criminología fue creada en \ 933 por un grupo de criminólogos, penalis
tas. médicos legalistas, psiquiatras y funcionarios de la policía técnica con vínculos académicos y
gubernamentales. Osvaldo Loudet fije su primer director. Una reseña de los primeros años de esta
institución pueden verse en Loudet (1935).
36 “ Decreto 5561” , Boletín del Ministerio de Justicia e Instrucción Año I, núm. 3, pp. 29-30.
Abandonad toda esperanza... 343
39 “ Del presídeme del Congreso, doctor Osvaldo Loudet” , Primer Congreso Latino-Americano de
Criminología. Tomo I: Actas, deliberaciones, trabajos, Buenos Aires, Talleres Gráficos de la Peni
tenciaría Nacional, 1939, p. 55.
Abandonad toda esperanza... 345
Así, desde el inicio del Congreso quedaba claro que uno de los objetivos consistía
en ampliar y consolidar los ámbitos de acción de los especialistas en la “ciencia del
crimen'’. De esta forma, se abordaron seis temas en el evento: “Valoraciones de los
factores biológicos y sociológicos en las reacciones antisociales de los menores”,
“La formación científica del Juez del Crimen”, “Las índices médicos psicológicos
y legales de la peligrosidad”, “La peligrosidad como fundamento y medida de ia
responsabilidad”, “La culpabilidad y la teoría de la imputabílídad legal” y “La
analogía en el Derecho Penal”. Los temas estuvieron en consonancia con las pala
bras de apertura, y como sostiene Rosa Del Olmo (1999), tomaban como modelo
los desarrollados en el Primer Congreso Internacional de Criminología de ese mis
mo año. Si bien excede los limites de este capítulo el análisis de las discusiones y
de los trabajos, nos interesa señalar algunas sobre las temáticas discutidas. Por un
lado, uno de los ejes expuso el desconocimiento que tenían los magistrados sobre
los últimos adelantos de la ciencia criminológica. Las exposiciones presentadas en
el tema “La formación científica del Juez del Crimen” reclamaban la necesidad de
que los médicos llevasen a cabo las pericias de los delincuentes y la evaluación
que definiría la condena. Esto da cuenta de las pretensiones de los médicos por
colonizar el sistema judicial. Por otro lado, el segundo eje reunía los temas que
concernían claramente a los estudios criminológicos como la peligrosidad, la irn-
putabilidad y los métodos de examen de los delincuentes.
Se presentaron en total 66 trabajos para ser discutidos y asistieron 617 espe
cialistas y funcionarios representando a 20 países latinoamericanos. El Congreso
ofrecía la oportunidad de compartir las experiencias, avances, y resultados de las
prácticas criminológicas de aquellos que desempeñaban tareas en las prisiones,
40 “ Del doctor Arturo Alessandri R., en nombre de las Delegaciones Extranjeras", Primer Congreso
Latino-Americano de Criminología. Tomo I: Actas, deliberaciones, trabajos, Buenos Aires, Talle
res Gráficos de la Penitenciaria Nacional, 1939, p. 57.
346 Historia de ta Cuestión Criminal...
les locales requieren y usan una red de contactos internacionales para validar sus
demandas de autoridad sobre saberes localizados, intelectuales extranjeros reco
lectan y sistematizan evidencia local para fundar empresas intelectuales de vasto
alcance geográfico” (Salvatore, 2007: 13).
En esfe sentido, el análisis de diferentes aspectos de la estructura penitencia
ria nos permitió reconstruir aristas de las prácticas estatales de castigo de los años
1930 en Argentina, Abocados los expertos a ampliar sus capacidades dentro de la
estructura burocrática de las agencias estatales encargadas del castigo, encontra
ron en el proceso de centralización penitenciaria un momento clave para ampliar
sus esferas de poder y acción. No es casual que los médicos aumentaran sus tareas
y funciones como por ejemplo la capacidad de producir historias clínicas, fichas,
informes, investigaciones, y naturalmente, publicaciones sobre estos fenómenos.
Al mismo tiempo, uno de los mayores logros de Loudet ftie impulsar la orga
nización del Primer Congreso Latinoamericano de Criminología. Evidentemente
contaba con los apoyos académicos, políticos y de instituciones necesarios para
emprender un proyecto de esta envergadura, como lo demuestra el hecho de que
lo organizara la Sociedad Argentina de Criminología y ayudara financieramente
el MJIP. En este mismo sentido, la Comisión Organizadora presidida por Loudet
contaba con la presencia de importantes figuras académicas y gubernamentales:
el Dr. Carlos De Arenaza (Presidente del Patronato Nacional de Menores), el Dr.
Nerio Rojas (Profesor Titular de Medicina Legal de la U 8A ), el Dr. José María
Paz Anchorena (Director General de Institutos Penales), el Dr. Artemio Moreno
(Juez del Crimen) y el Dr. José Belbey (Profesor Titular de Medicina Legal de la
UNLP), entre los más destacados. Asimismo, las actas del Congreso presentan
la nómina de cincuenta y cuatro adherentes entre los que se encontraban todos
los gobiernos provinciales, las universidades nacionales y diversas asociaciones
profesionales. De la misma manera, este evento permite explorar cuestiones im
portantes que formaron parte de las innovaciones de esta disciplina en la década
de 1930. Por un lado, la capacidad para llevar a cabo proyectos de gran magnihid
y con respaldo del poder político, interesado en controlar la criminalidad. Por otro
lado, el impulso de un diálogo más fructífero entre los países de la región. Conven
cidos de compartir una realidad social común, los especialistas expresaron en el
Congreso la necesidad de diseñar y pensar políticas criminales comunes, así como
compartir modelos de acción. Por esto, adquirieron centralidad los intercambios,
los debates y la circulación de ideas entre los funcionarios y especialistas, donde
se destacó Loudet. Por último, la realización del evento, los intercambios regiona
348 Historia de ¡a Cuestión Criminal...
A modo de conclusión
El objetivo de este capítulo ha sido reconstruir diferentes debates, proyectos, así
como innovaciones institucionales sobre las prácticas de castigo estatal durante
las décadas de 1920 y 1930. Por un lado, a partir del análisis de los proyectos de
reforma penitenciaria presentados al Congreso de la Nación indagamos la multi
plicidad de iniciativas impulsadas con el propósito de transformar la realidad de
las instituciones del castigo del país. Esto fue posible gracias a las novedades polí
ticas que se produjeron a partir de la implementación de la ley Sáenz Peña durante
los gobiernos radicales, y al contexto que impuso la discusión por la reforma del
Código Penal, que como establecía el proyecto presentado al Parlamento, debía
contar con una ley penitenciaria complementaria. Paradójicamente, las noveda
des en el plano político produjeron una dinámica institucional que favorecía la
elaboración de múltiples propuestas, muchas de ellas coincidentes entre sí, pero
dificultaba la sanción de una ley. Recién con el reestablecimiento de los sectores
conservadores en et poder y de nuevas relaciones en el parlamento en los años
1930 se pudo alcanzar ia primera legislación penitenciaria nacional que posibilitó
la creación de la DGÍP.
Por otro lado, esperamos haber explicado las innovaciones que se produjeron
en las estructuras burocráticas, el rol que tuvieron funcionarios y expertos en el
diseño e implementación de políticas carcelarias, así como la importancia de la
criminología positivista en el pensamiento de estos años.
En primer lugar, la presentación de la trayectoria profesional y gubernamen
tal de Osvaldo Loudet nos permitió comprender las aspiraciones de los expertos
que abrevaban en las premisas de la criminología positivista, a través de las ideas
y proyectos de uno de los representantes más reputados. Director del Instituto de
Criminología desde 1927, se abocó a fundamentar la importancia de los médicos
en las prisiones y a desarrollar ambiciosos proyectos.
En segundo lugar, demostramos cómo la sanción de ley 11833 permitió la
constitución de una burocracia encargada de la administración y funcionamiento
de las instituciones de castigo, al mismo tiempo que viabilizó el desarrollo de ini
ciativas imbuidas en el pensamiento de la criminología positivista, donde Loudet
jugó un rol fundamental. De esta forma, iluminamos la centralidad que adquirieron
Abandonad toda esperanza... 349
estos expertos en el entramado estatal, los mayores recursos con los que contaron,
las posibilidades materiales que obtuvieron a partir del proceso de centralización.
Por último, dimos cuenta de cómo el marco internacional de los años de en-
íreguerras -e n particular en Europa- permitió el fortalecimiento de los vínculos
regionales. Cimentado en los múltiples diálogos que mantenían los expertos desde
principios del siglo XX, el nuevo contexto habilitó a pensar teorías y métodos en
conjunto fundados en las realidades y experiencias históricas propias. La máxima
expresión de este proceso se produjo con la celebración del Primer Congreso La
tinoamericano de Criminología realizado en Buenos Aires en 1938. El análisis de
este evento nos permitió explorar intercambios, debates y la circulación de ideas
entre los funcionarios y especialistas.
Para finalizar quisiéramos destacar la importancia de los debates, proyectos y
transformaciones institucionales en Argentina entre 1916 y 1938. Este período se
ubica entre dos grandes momentos de reformas penitenciarias (emprendidas por
las elites políticas decimonónicas a fines del siglo XIX y por el peronismo clási
co) que los historiadores han estudiado en profundidad. Pero consideramos que
recuperar aquellos procesos menos exitosos o carentes de resplandor y visibilidad
pública también resultan imprescindibles para tener una visión comprensiva de
la experiencia penitenciaria en nuestro país, cuya evolución estuvo marcada por
avances y contramarchas. Por eso, este trabajo buscó realizar un aporte en ese sen
tido y contribuir a dilucidar aspectos poco conocidos de los avatares de la historia
de la prisión Argentina durante la primera mitad siglo XX.
350 Historia de la Cuestión Criminal...
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l Las Cortes Penales eran tribunales de primera instancia que estaban integrados por tres jueces,
quienes debían poseer título de abogado y experiencia previa. Uno de ellos, por turno, se encar
gaba de la etapa de instrucción, en la audiencia participaban todos y la sentencia se dictaba por
m ayoría de votos.
358 Historia de la Cuestión Criminal,.
nato de Alvaro Obregón, quien había sido electo para ocupar la presidencia. Meses
después del magnicidio, en su último informe de gobierno, Plutarco Elias Calles
señaló la urgencia de superar la época de los caudillos y de abrir paso a un país
de instituciones y leyes. Poco más tarde se fundó el Partido Nacional Revolucio
nario. Las victorias del partido se sucedieron y el Ejecutivo federal íue ganando
injerencia sobre los otros poderes y sobre los gobiernos estatales. A través del con
tacto con los líderes de las corporaciones, el Presidente del país controlaba a los
principales actores sociales. La bonanza le permitía repartir prebendas y negociar
concesiones, pues fue también un periodo de crecimiento económico.
Para gobernar la capital del país se creó en 1928 la figura del regente, quien
era nombrado directamente por el Presidente (desaparecieron los gobernadores
y los ayuntamientos) y las leyes las expedía el legislativo federal (no existía un
poder legislativo local). Resalta la figura de Ernesto Uruchurtu, el “regente de
hierro”, quien gobernó entre 1952 y 1966. Durante su mandato se multiplicaron
avenidas, ejes viales, suburbios y colonias aledañas. En general, en esta etapa la
urbe se expandió territorialmente, también multiplicó exponencialmente su pobla
ción, que pasó de menos de un millón de habitantes en 1929 a casi siete millones
en 1971.
Según las estadísticas, la criminalidad no aumentaba al mismo ritmo que la
población. Las cifras reportadas en la postrevolución eran, incluso, inferiores a
las consignadas en los últimos años del Porfiriato: en 1910 se señalaron 28.182
presuntos responsables de la comisión de un delito (Estadísticapenal en el Distrito
y Territorios Federales 1910), mientras que en 1922 el número se redujo a 27.689
(Quiroz Cuarón y otros, 1939). La tendencia a la baja se acentuó entre 1929 y
1971 se reportaron entre 3.500 y 10.000 delincuentes presuntos al año (Quiroz
Cuarón y otros, 1939). Sin embargo, destacados criminólogos o penalistas, como
Alfonso Quiroz Cuarón o Sergio García Ramírez, hablaron de una delincuencia
en aumento, cada vez más organizada y violenta (Quiroz Cuarón, 1942; García
Ramírez, 1976:23 y 24). Los números tampoco coinciden con la percepción de la
ciudadanía, cuyos temores íueron cultivados por una prensa que otorgaba amplio
espacio a la nota roja y un cine que explotaba el interés que el crimen despertaba
en los espectadores (Piccato, 2008).
Surgieron revistas de nota roja como M agazim de Policía y, más tarde, Alar
ma. Asimismo, periódicos como La Prensa o E l Universal Gráfico concedieron
amplia atención a los reportajes policiales. También diarios como Excélsior, El
Universal y Novedades abrieron mayor espacio a las notas de sangre y a las re
“Cmvenenáeray melali^ada’’ 359
Las denuncias
Las Cortes Penales y los jueces que las integraban recibieron reconocimientos
y críticas, pero podría decir que primaron las segundas. No todas las denuncias
iban dirigidas a la actuación de funcionarios judiciales, pues atañían a la legisla
ción penal o la asignación de los recursos públicos. Específicamente, atendían a
360 Historia de ia Cuestión Criminal
En el mismo año Carlos Franco Sodi publicó una carta, hipotéticamente dirigida
a un juez quien sería relevado de su puesto. “No lo queremos haciendo justicia a
Veinte años después que Hinojosa, el diputado Ignacio Ramos Praslow declaró:
6 Fragmento de la carta “Al buen juez”, E í Universal, 11 <te diciembre de 1940, Primera Sección, 3.
7 “Conceptos del Lic. Ceniceros sobre organización judicial” , Universa! Gráfico, t ¡ de marzo de
1942, 3 y !4¡ V1LLAR£AL, Concha "Prácticamente rara vez se administra justicia en nuestro
país", Excélsior, 18 de diciembre de 1942, Segunda Sección, J y 5.
8 “ La justicia en patios menores. Ofensiva en la Cámara A lta contra juagados y delegaciones”, Ex-
cétíior, 5 de diciembre de 1942, Primera Sección, ¡ y 7,
362 Historia de ia Cuestión Criminal..
Con esta crítica coincidieron varios juristas. Al referirse a “las variadas formas
en que un juez o funcionario pueden faltar al recto ejercicio de su encargo”, José
Ángel Ceniceros contempló el interés personal (fallar en determinado sentido por
buscar un provecho personal o por un precio pagado) y las dádivas (1943: 74).10
Por su parte, Luis Garrido -otro jurista igualmente relevante, también redactor del
Código Penal y fundador de la Academia Mexicana de Ciencias Penales- lamen
tó la impunidad que favoreció a funcionarios prevaricadores (Barra Mexicana de
Abogados, 1957: 8). Aseveró Gonzalo de la Parra: "cobrar y vender sentencias en
toda clase de litigios insignificantes o cuantiosos es un comercio sólidamente esta
blecido, ni los que pagan se asombran ni los que cobran se abochornan”."
Las acusaciones iban dirigidas a mecanógrafas, archivistas, secretarios y, en
repetidas ocasiones, a actuarios. Representantes de diversas asociaciones de abo
gados y escuelas de derecho sostuvieron que dichos empleados esperaban, como
si se tratara de un “derecho” consagrado, una gratificación por sus servicios (“Me
m orando...”, 1957: 25).12 Lo mismo sostuvo José Ángel Ceniceros, quien habló
de la fuerza de la costumbre y afirmó que existían funcionarios y empleados que
no esperaban la oferta sino que salían a buscar al cliente, pues el cohecho había
adquirido “la categoría de un derecho consuetudinario” (1943:76).
En opinión de Emilio Portes Gil, quien fuera presidente de México entre
1928 y 1930, la corrupción era uno de los problemas más graves del país. Situó el
origen del fenómeno en la etapa final de la Revolución -cuando “el movimiento
constitucionalista se hizo gobierno” y numerosos funcionarios del régimen amasa
ron “grandes fortunas”- y sostuvo que se había ido acentuando hasta el momento
en que escribió su autobiografía, a finales de la década de 1950. El ex-mandatario
9 “La justicia en México” (entrevista a Ignacio Ramos Praslow realizada por A lardo Prats), Excel-
stor, 26 de julio de 1966, Primera Sección, la , 12a y 14a.
10 Ver también “El problema de la justicia en México", El Universal, 2 de mayo de 1965, Primera
Sección, 1 y i 6, y “ Programa para mejorar la administración de Justicia”, El Universal. 19 de
febrero de 1968. Primera Sección, 3 y 15.
11 “Puntos de vista", Ei Universal, 16 de febrero de 1940, Primera Sección, 3.
12 Otro grupo de abogados expresó 1a misma opinión en “Irregularidades judiciales", Et Universal,
26 de marzo cíe 1968, Primera Sección, 3.
'‘Convenenaera y metalizada " 363
no soto aseguró que los tribunales eran parte del problema, ios catalogó como
ejemplos de corrupción (1946:462-466). Por su parte, Gemían Fernández del Cas
tillo los consideró como uno de los espacios donde la corrupción se ostentaba de
forma más franca e importante (Barra Mexicana de Abogados, 1940:5).
Las opiniones que presenté se publicaron en fuentes diversas (obras o revistas
de especialistas, y varios periódicos) y en diferentes años, sin embargo, no observo
entre ellas diferencias substanciales. En otras palabras, a lo largo del periodo es
tudiado, en forma escrita o verbal, políticos, juristas, académicos, editorialistas y
reporteros asumieron una postura crítica ante la impartición de justicia y hablaron
de influyentismo o de corrupción. Hablaron en nombre propio y dieron voz a la
comunidad, ya que periodistas y académicos realizaban entrevistas o encuestas.
Además, algunos escritores se presentaron como voceros de la comunidad, pues
como puede verse en citas incluidas en esta sección, Alfonso Trueba sostuvo que
difundía la “voz popular” e Ignacio Ramos Praslow afirmó expresar un convenci
miento presente en “la conciencia de todos los ciudadanos”.
13 López Porti lio, “Justicia y justicia social”, El Universal, 2 de diciembre de 1967, Primera Sección,
2 y ¡5.
364 Historia Je í¡ Cuestión Criminal...
14 “Mariles debe ser juzgado como cualquier delincuente. Declaraciones del Secretario de la Defensa
Nacional; que no se presentará por ahora”, í a Prensa, 21 de agosto de 1964, 21; *‘N o Valdrán
Trofeos. El Procurador opinó sobre el caso Mariles", La Prensa, 16 de junio de 1965, 2 y 27,
Para la declaración del Procurador de Justicia véase también la nota publicada el mismo día en Ei
Universal, Segunda Parte de la Sección B, 16.
15 Ver “Volvió Humberto Mariles. Pronto se presentara a su juez, sin amparo", La Prensa, 13 de junio
de 1965, 14.
“Convemncieray metalizada" 365
amparo le fue concedido, para asegurar que se presentara cuando fiiera requerido
el juez fijó una fianza de 1.000 pesos, cantidad que muy fácilmente eí militar podía
pagar e incluso perder. El otorgamiento de] amparo y el monto de la fianza des
pertaron suspicacias. Se habló de corrupción: “Mil pesos ha costado a Humberto
Mariles Cortés adquirir el derecho a reírse de la Justicia, de esta nuestra maltrecha
Justicia que es objeto de toda suerte de burlas” . Una burla que al redactor de La
Prensa, Fabián Moreno, le parecía previsible, pues aseveró que “en su favor” se
habían “movilizado personas de importancia”.16Coincidió con esta apreciación ef
redactor de El Universal Gráfico, quien sostuvo: “ Mil pesos le costó al atrabiliario
caballista la muerte del trabajador”. El autor de la nota pidió a las autoridades que
apresuraran la aprehensión, pues sostuvo: “el público capitalino, que ya no cree en
la justicia, lo exige, para volver a tener confianza en nuestras leyes que al parecer
se hicieron para salvaguardar los intereses de los adinerados y los influyentes”.17
Insistió El Universal Gráfico, “lo que eí público mexicano desea no es la historia
deportiva de un homicida. Desea que se cumplan las leyes y que éstas no se ampa
ren a nadie, por más influyente que sea o por más dinero que tenga” .18
Hasta este momento, lo ocurrido en tribunales parecía confirmar el influyen-
tismo, y ia situación no cambió en (os siguientes meses. Días después de la fuga
de Mariles y de la concesión del amparo, Jesús Veíázquez falleció. E! inculpado
seguía prófugo y pasó mucho tiempo antes de que fuera capturado o, como final
mente ocurrió, antes de que se entregara a la justicia.
Una vez iniciado el proceso, su abogado argumentó que el caballista había
matado en defensa legítima de su vida, un excluyente de responsabilidad penal,
por lo que solicitaba su liberación. En cambio, el agente del Ministerio Público
lo consideró culpable de haber cometido un homicidio calificado, perpetrado con
ventaja, delito que merecía una pena de entre 20 y 40 años de prisión. Los jueces
(o condenaron a 10 años, pues consideraron que se había tratado de un homicidio
simple.
Como sostuvo Fabián Moreno, redactor del periódico La Prensa, los inte
grantes de la corte penal optaron por “la cómoda posición del término medio”.19
Un medio que no dejó conforme a ninguna de las partes, pues cabe recordar que el
fiscal pedía una pena por homicidio calificado y la defensa exigía la absolución. El
Universal Gráfico habla de una controversia judicial.20
Apoyaron la decisión de los jueces redactores de El Universal Gráfico y La
Prensa. El primero aseguró que “para la mayoría de los litigantes” la sentencia era
“lo más apegado que se podía dictar en contra de Mariles”.21 Congruente con esta
visión, un articulista de La Prensa defendió abiertamente a los juzgadores:
“Es evidente que la condena impuesta al otrora famoso caballis
ta ha provocado una serie de opiniones, unas en pro y otras en
contra de los tres jueces que integran la tercera corte penal, sin
embargo la mayoría de estas personas no parecen conocer el pro
yecto de sentencia, y menos aún tas pruebas y testimonios en que
los jueces se basaron para emitirla”.
El encabezado resulta más claro que el texto: "Mariles fue sentenciado a 10 años
con justo apego a la ley” .23
Otros criticaron la decisión de los juzgadores. Fabián Morales en su sección
Zodiaco aseveró que “la justicia había dado un mal paso”. La pena aplicada era
intermedia, pero insistió en que los 10 afios no se comparaban con los 30 solicita*
dos por el fiscal. E insistió en un asunto que también otros redactores habían men
cionado: se decía que los jueces Roberto Campos Coss y Enrique Ríos Hidalgo
habían firmado apresuradamente el proyecto de sentencia presentado por José A.
Everardo Álvarez, quien se había encargado de instruir el proceso. Según Morales
Jos había “tomado desprevenidos”.55 Lo anterior podría interpretarse como una
acusación al juez y su benignidad, sin embargo, otros redactores afirmaron que la
acusación provenía del abogado defensor, quien acusaba al proyectista de haber
condenado indebidamente a Mariles.24
20 "Controversia judicial provoca la sentencia del general Mariles", El Universal Gráfico, U de no
viembre de 1966, p. 16. Para esta controversia véase: “Sentencian a diez años al general Humberto
Mariles” , Excélsior, 11 de noviembre de 1966, Sección A, 24; “Controversia judicial provocó la
sentencia del general M ariles", E l Universa! Gráfico, 11 de noviembre de 1966, 16; y “Mariles
fue sentenciado. 10 afios de cárcel, él inconforme, la fiscal apelará” , La Prensa, 11 de noviembre
de 1966, pp. 1 ,2 , 15, 16, 2% y 43; “Apelarán ambas partes por la condena contra Mariles. Hay
inconformidad por la sentencia dictada” , La Prensa, 14 de noviembre de 1966,14 y 16.
21 “Controversia judicial provoca la sentencia del general Mariles”, El Universal Gráfico, 11 de
noviembre de 1966,16.
22 “ Mariles fue sentenciado a lO años cotí justo apegoa la ley", La Prensa, 12 de noviembre de 1966,
20.
23 “Mariles y ia justicia”. La Piensa, 16 de noviembre, 9 y 24,
24 Ver “Sentencian a diez años al general Humberto Mariles", Excélsior, 11 de noviembre de 1966,
Sección A, p. 24; “Mariles fue sentenciado. 10 años de cárcel, éi ¡nconfemie, la fiscal apelará’’, Ut
"Conmnencisray metalizada " 367
declaración del condenado.2’ No hablaron de una sentencia dictada por las influen
cias del general, pero la reducción de la pena podría sugerirlo.
En suma, a lo largo del proceso se habló del posible peso de influencias en la
actuación de los funcionarios judiciales; la concesión del amparo y, para algunos,
la sentencia de primera instancia, confirmaban la sospecha.
Algo parecido puede concluirse en el caso de Higinio Sobera. Cuando el
heredero -sobrino además de un ex gobernador, quien en ese entonces era ma
gistrado del Tribunal Superior de Justicia- fue procesado por el homicidio de tres
personas, el tema de la posible incidencia de su fortuna en la decisión de los jueces
apareció de forma constante.
En una misma semana, a principios de mayo de 1962, f'EI Pelón” mató a un
militar (a quien disparó en la cabeza para dejarlo muerto sobre el volante de su
automóvil, ello después de un intercambio de claxonazos que se generó por un
desacuerdo de tránsito), a una joven mujer (a quien disparó a quemarropa dentro
de un taxi al cual la había obligado a subir después de que, sin conocerla, la había
interceptado en la calle) y un transeúnte (a quien le disparó pues consideró que
lo habia visto feo). Los periodistas sugirieron que la familia invertiría el dinero
necesario para que Higinio saltera bien librado de sus crímenes. Consideraron que
eí homicida sabía y presumía que su fortuna podía eximirlo del castigo. Así se ase
guró en el pie de una fotografía: “Higinio Sobera Flor, durante una animada plática
que sostuvo con los reclusos de la Penitenciaría, a los cuales informó en que confía
en sus millones para salir pronto del encierro”.30De hecho, los redactores de La
Prensa aseguraron haber recibido una oferta de “grandes cantidades de dinero” a
cambio de “ayudar en sus informaciones al pobrecito de Higinio”. Aseveraron;
“Los millones de pesos de la familia Sobera han empezado a correr con la mira de
desorientar y burlar a la justicia. Los picapleitos que tienen a su cargo la defensa
del tenebroso criminal Sobera, con ríos de oro traían de comprar a ios periódicos
para que éstos defiendan al monstruo”.
29 "Mariles fue amparado. Espera que se le notifique”, La Prensa, 15 de marzo de 1969, pp. 2 y 40;
“Acato con resignación". La Prensa, 19 de marzo de 1969,24; y la nota aparecida en El Universal
Gráfico, 15 de marzo de 1969,3.
30 “Intentan sacar a Higinio Sobera de la Penitenciaria, Lo de la locura será aprovechado por sus
defensores y médicos” . La Prensa, 21 de mayo de 1952, 2. Ver también la nota de VARGAS,
Benjamín “El chacal se jacta de que saldrá libre por su dinero. El satánico y rico asesino quedó ya
formalmente preso”. La Prensa, 2 y 3.
“Convemnáeray metalizada" 369
31 “ Ríos de oro con tal de que quede libre Sobera. Sus defensores ofrecen dinero a manos llenas; un
médico dice que el feroz asesino es un infeliz esquizofrénico”, La Prensa, 22 de agosto de 1952,2
y 6.
32 “Que Higinio tendrá que ser relegado”, La Prensa, 19 de mayo de 1952,6.
33 “Intentan sacar a Higinio Sobera de la Penitenciaria. Lo de la locura será aprovechado por sus
defensores y médicos". La prensa, 21 de mayo de 1952, 2.
34 “Más Joco que nunca apareció Sobera cuando le notificaron el folio de su formal prisión”, nota de
Bertillon jr., Excélsior, 18 de mayo de 1952, Sección D, 2 1.
370 Historia de h Cuestión Criminal...
35 “La locura no servirá de 'salvación' para criminales. No cambiarán la Peni por la Castañeda” , Ln
Prensa, ! I de agosto de 1954,2 y 24.
36 “Sentencia contra el asesino de la señorita Hortensia López". Higinio Sobera de la Flor, penal
mente, no es culpable, pero es un peligro para la sociedad”, Excélsior, 14 de noviembre de 1954,
Sección D, 3.
37 “Alarma por el ‘soberazo' El failo de la tercera corte penal casi abre las puertas de los más
monstruosos delincuentes, declaran los especialistas. ¿Una campaña pro asesinos?", El Universal
Gráfico, 15 de noviembre de 1954, 1,3 y 23.
3$ “Severas críticas a la sentencia que absolvió a Sobera de la Flor”, El Universa! Gráfico, 17 de
noviembre de 1954,7.
“Cútmnenaeray metalizada " 371
“En efecto los jueces que integran la Tercera Corte Penaí deter
minaron que sea recluido en el pabellón neurosiquiátrico del pro
pio penal hasta que sane. Eso significa que, si llega a sanar, podía
salir libre e irse muy tranquilo a su casa; pero existe la circuns
tancia de que once médicos psiquiatras [...] dictaminaron que es
un enfermo incurable y que, por tanto, solo la muerte puede libe
rarlo. Para que pudiera salir libre, había necesidad de que algún
médico con dotes sobrenaturales pudiera curarlo”.39
del cuarto de millón de pesos” se convirtió en héroe nacional. Horas después, una
enfermera frustró el robo del cuerpo, y compartió honores con el galeno. Claros
resultan los encabezados de Excélsior (“Treinta mil dólares ofrecidos a un médi
co para cohecharlo como cómplice de infanticidio”) o de La Prensa (“Tratan de
ahogar con dólares atroz crimen” y “Con ríos de oro pretende borrar su inmensa
culpa”).43
El peritaje sirvió de base para la consignación de Vera Hunt. Al día siguiente
se efectuó la autopsia del cadáver del recién nacido encargada por la defensa. A
diferencia del primer perito, los nuevos médicos determinaron que la criatura no
había respirado fuera del seno materno y concluyeron que había muerto por asfixia
no-naiorum. No obstante, enviaron los pulmones a peritos anatomopatólogos y
advirtieron que el resultado de dicho examen ratificaría o rectificaría sus conclu
siones. Por otra parte, admitieron que presentaba escoriaciones en el mentón así
como un surco alrededor del cuello, pero sostuvieron que dichas lesiones habían
sido provocadas después de la muerte.
Los periodistas se mostraron escépticos ante el resultado de este segundo
examen. Como ejemplo de esta renuencia, los titulares de Novedades (“El intento
de estrangulamiento del hijo de la míllonaria, quedó ayer evidenciado. El dicta
men de autopsia afirma, empero, que el pequeño nació muerto”) o Excélsior (“La
joven norteamericana no mató a su hijito, éste nació muerto. Pero alguien apretó
el cuello del cadáver”). O bien los comentarios del redactor de La Prensa: “nació
muerto, dice el dictamen, ¿pero si nació muerto para qué tuvo que ser ahorcado?”
Los periodistas supusieron que los médicos habían recibido dinero: “que los dó
lares están corriendo por todas partes es una cosa que no deja lugar a dudas”.43
42 ‘Treinta mil dólares ofrecidos a un médico para cohecharlo como cómplice de infanticidio” , Ex
célsior, Segunda Parte de la Primera Sección, 15, 17 y 18; “Tratan de ahogar con dólares atroz
crimen. El abogado de la filicida del hotel del Prado trató de cohechar a un médico" y “Con ríos de
oro pretenden borrar su inmensa culpa", La Prensa, 2 , 22,34 y contraportada. Para otros encabe
zados y notas que dieron cuenta de este evento ver: Novedades (“El millonario Hunt pagaba 30 mil
dólares por un dictamen falso. Un tinterillo pretendió cohechar a un honorable médico'’, 1 y 5), Ei
Universal (“Pretendía sobornar a los médicos y autoridades. Guillermo Eterna! Iniestra, policía del
Hotel Prado y empleado de la Jefatura de Policía, evitó que los periódicos conocieran el crimen".
Segunda Sección, 1 y ¡5).
43 Ver las notas publicadas el 18 de junio en los periódicos Novedades (“ El intenio de estrangula
miento del hijo de la miltonaria, quedó ayer evidenciado. E! dictamen de autopsia afirma, empero,
que el pequeño nació muerto”. Nota de Miz de Sen, 10), Excélsior {“La joven norteamericana no
mató a su hijito, éste nació muerto. Pero alguien apretó el cuello del cadáver”, Segunda Parte de la
Primera Sección, 18 de junio de 1950,17 y 21) y i a Prensa (“Sensacional dato: vivía el nifto aún
sin respirar. Nuevas revelaciones en el escandaloso caso de Vera Hunt", nota de Luis Márquez, 2,6
y }8; “Derrama de dólares para callar bocas”, 2 y 14; “Los ‘Pílalos’ médicos del Juárez se lavan las
"Convenettáeray metalizada" 373
manos”, 2 ,29 y 36; “La joven norteamericana no mató a su hijito; este nació muerto. Pero alguien
apretó el cuello al cadáver. Hoy a las 16 horas, se resolverá su queda en libertad, o no, la acusada”,
17 y 21; “Será inútil la lejía de dólares para lavar pruebas en el caso de la millonaria filicida. Com
probación científica del odioso crimen. Un recién nacido puede vivir hasta media hora sin respirar.
Monstruosa frialdad de Vera Hunt”, contraportada)
44 Ver las notas publicadas en La Prensa el 19 de junio (“La americana Hunt libre por ‘falta de méri
tos’. Base de fallo: el dictamen de los legistas de Juárez” , 12 y 28, y "Triunfo de la ciega justicia”,
contraportada) y el 20 de junio (“ Revuelo judicial por el fallo de libertad de Vera. El jefe de los
médicos legistas protesta honorabilidad", 2, 10 y 31; “El malinchismo y la diplomacia del dólar
liberan a la estranguladora Vera Hunt. Revisión judicial del absurdo fallo del juez Prior” , contra
portada). Puede verse también Novedades del 19 de junio (“Lo que se sospechaba: la mülonaria
quedó libre”, l y 6) o del 20 de junio ("Sospechoso fallo del ju ez Prior, en el caso de la madre
filicida. Acres censuras ha despertado entre los funcionarios de la Justicia Federal”, l y 7).
374 Misiona de k Cuestión Criminal...
Las implicaciones
Las acusaciones de itifluyentimo y de corrupción son importantes pues, como lo
señalaron autores de la época, estas prácticas redundarían en la inobservancia o
franca violación no solo del sistema de justicia sino también de valores esenciales
del Estado de Derecho, democrático o liberal. Entre ellos, la división de poderes y
la autonomía de cada uno de ellos, la gratuidad de la justicia, el derecho a la defen
sa, la igualdad de los habitantes del territorio nacional o el principio de legalidad.
El inñuyentismo implica falta de independencia de los juzgadores. Se decía
que en la justicia obedecía a un influyentismo previo, que determinaba la desig
nación de algunos jueces. En otras palabras, se decía que algunos jueces en lugar
de ser nombrados por sus méritos, lo eran por la influencia de sus allegados y que
al ocupar el cargo debían corresponder al favor. Como explicó José Castillo La-
rrañaga, al nombrar a los amigos se podía recurrir a ellos.45 O como se preguntó
Nicanor Gurría Urgell, abogado fundador de la Escuela Libre de Derecho: “¿Qué
libertad puede tener un juez para dar un fallo justo, si la gratitud o el compromiso
lo ata a su protector?” Para responder: “Los funcionarios judiciales, salvo pocas
excepciones, viven más preocupados por conservar sus puestos complaciendo a
quienes pueden moverlos de ellos o peijudicarlos en cualquier forma que de apli
car ciegamente la ley. Y ya sabemos que la justicia que cierra y abre los ojos a
voluntad, deja de ser justicia”.16
Para cerrar, las palabras de Manuel Moreno Sánchez, quien sostuvo que la
justicia estaba “engranada con la política en forma peligrosa”.47 Consideró que
decisiones judiciales se veían influidas por peticiones o presiones de funcionarios
de las otras ramas del poder, por ío que se estaría perdiendo la independencia o
autonomía de los juzgadores.
Preocupaba, en segundo término, la violación de la exigencia de gratuidad de
la justicia, garantizada en el artículo 17 constitucional, que dicta: “los tribunales
estarán expeditos para administrar justicia en los plazos y términos que fije la ley;
su servicio será gratuito, quedando, en consecuencia, prohibidas las costas judi
ciales”. Varios litigantes afirmaron que la justicia resultaba costosa, pues no pagar
“copias, exhortos, oficios y a veces hasta el simple informe de las promociones
presentadas” acarreaba grandes males, desde retrasos en el proceso hasta la pérdi
5i MARXÓF1LO “La libertad bajo fianza y los obreros pobres” , E l Nacional Revolucionario, 24 de
junio de 1930, Primera Sección, 3.
54 “Actualidades. La admitíistractór de justicia”. El Universal, 22 de febrero de 1944, Primera Sec
ción, 3 y 4,
55 “Fue, es y será. Anomalías en los juzgados penales” , Universal Gráfico, 28 de mayo de 1942, 6 y
17,
56 “Tribunales humanizados. Justicia para pobres”, Excélsior, 13 de febrero de 1969, Primera Sec
ción, 6a y 8a.
“Corwzmntieray metalizada " 377
que sufren quienes no tienen dinero para expeditar todos los trá
mites judiciales, y cuán fácil es para el que tiene dinero obtener
una boleta de libertad”.57
Años más tarde sintetizaron redactores de la revista Sucesos para iodos: “La jus
ticia penal se ejerce esencialmente sobre los pobres, quienes carecen de medios
económicos para costear abogados -los de oficio no sirven- engrasar a los poli
zontes, estimular a los secretarios y otros empleados, y suavizar a los jueces”. Para
continuar: “si los inculpados tienen dinero el panorama procesal varía. Para ellos
son todas las facilidades, la aceptación de testigos falsos, la interpretación favora
ble de los códigos y la libertad caucional otorgada generosamente” !i
Con esta visión coincidieron ciudadanos. En 1969 la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la UNAM realizó una encuesta sobre el funcionamiento de
la justicia, los resultados mostraron que el principal reclamo de los entrevistados
era la falta de honestidad de algunos jueces y de igualdad en los tribunales.59 Este
acercamiento se complementa con el resultado de entrevistas. Declararon dos ciu
dadanos: “ lo que en el rico es alegría en el pobre es borrachera. Si el acusado ante
los tribunales es rico, por mil medios a su alcance logra demostrar que es inocente”
y “así es la justicia en México: implacable con los de abajo, que muchas veces de
linquen para comer, y exquisitamente complaciente con los de arriba, que cuentan
con dinero para arrojarlo en la balanza de Temis”.w
Lo anterior sugeriría que la ley no se aplicaba por igual en todos los casos,
con lo que también se violaría la máxima que ordena el principio de estricta lega
lidad o apego de la justicia a la ley (y que encontraría respaldo en el artículo 14
constitucional).
Consideraciones finales
En las opiniones sobre la impartición de justicia que expresaron legisladores, po
líticos, editorialistas, reporteros o ciudadanos predominaron las críticas (aunque
57 “ Incalificables abusos se cometen por los jueces calificadores en t e Delegaciones: [a justicia solo
favorece a los que tiene dinero para salir. Es tal la inmoralidad, que se imponen multas a los acu
sadores y a los acusados por el mismo asunto” , LaPrensa, 16 de diciembre de 1942, 12.
58 “ Enor, ineptitud y corrupción judiciales” , Sucesos para todos, 22 de febrero de 1969,11.
59 KEITH “Justicia imposible. Inequidad mexicana”, Excélsior, 17 de abril de 1969, Primera Sec
ción, 7a y 8a,
60 Respuestas de Raquel Cervera (“ El reportero preguntón. Tema del día. ¿Cómo quisiera usted que
fuera la administración de la justicia?”, Novedades, 14 de diciembre de 1942, Primera Sección,
9) y de un particular (“ Por el ojo de la llave. La justicia tuerta”, El Universa! 5 de noviembre de
1942, Primera Sección, 3).
378 Histeria de la Cuestión Criminal-
no faltaron los elogios). Sus opiniones fueron publicadas a través de los años y en
diversas fuentes: obras especializadas, artículos de revistas, y editoriales, artícu
los o reportajes de periódicos de diversa tendencia. Como mencioné, no se notan
diferencias significativas generadas por esta diferencia en tiempo o publicación.
Dentro de las críticas resultan importantes las denuncias sobre el peso de influen
cias o dinero en la actuación de funcionarios judiciales, pues no solo afectaban la
imagen de la justicia sino también la del Estado.
¿Por qué los periódicos dieron cabida a estas críticas? Sostiene Amo Burkhol-
der que trabajos recientes han mostrado cómo los periódicos eran susceptibles de
alejarse de las posturas gubernamentales y que permitían espacios de cuestiona-
mientos que servían como válvulas de escape al descontento social (2016). Por
su parte, Carlos Monsiváis considera que los periódicos intervinieron a favor del
presidencialismo y difundieron la “ideología del milagro” económico, en aras de
ello los debates y las informaciones significativas eran eliminadas y los políticos
de primer rango eran intocables, a cambio, los políticos o funcionarios menores
eran puestos a disposición del “choteo” en la sociedad y en la prensa, convirtién
dose en los chivos expiatorios (2003: 132-138). Finalmente, Pablo Piccato afirma
que dentro de periódicos como El Universal y Excélsíor, caracterizados por “su
respeto hacia la presidencia y las instituciones y su inclinación a criticar los sec
tores más radicales en el ala izquierda de la coalición revolucionaria”, cabía cierta
diversidad de opiniones, sobre todo en las notas de deportes, los reportes de los
estados y las notas policiales (2014: 25 y 26; 2008: 76; 2014:223). Coincido con
ellos. La sección policial o del crimen estaba más abierta que otras a las críticas,
los funcionarios menores podían convertirse en chivos expiatorios de las acciones
de los funcionarios de mayor rango y las denuncias que se expresaban en estas
secciones o que se dirigían a actores menores servían como válvulas de escape ai
descontento social. Lo anterior explica la tolerancia mostrada por las autoridades
a las denuncias sobre la actuación de policías, empleados de tribunales o jueces.
Dado que los periódicos contaban con más lectores que los textos dirigidos a
especialistas, podemos pensar que la visión presentada por la prensa fue decisiva
en la conformación de la imagen pública de la justicia.
Para terminar, cabe preguntarse si esta imagen incidió en acciones de ciu
dadanos y funcionarios. De su influencia en ciudadanos y litigantes dan cuenta
diversos testimonios. “La población de la ciudad se encontraban no solo horrori
zada, sino desmoralizada porque no se le garantiza su defensa contra el crimen”,
“Convenencieray metalizada" 379
61 “Cementerio de la Justicia. La falta de personal hace que se sepulten órdenes de capturas”, Excel-
sior, 22 de noviembre de 1*942, Primera sección, 10 y 12.
62 Declaraciones de Luis Garrido en la nota de Armando Alévalo García, “La justicia en la balanza
de la justicia”, Novedades, 2 de enero de 1966. Primera Sección, 20.
63 Villareal, “ Una banda de e s tra n g u la d le s <ie la justicia. Pandemia coyoleril en nuestros tribuna
les", Excélsior, 15 de octubre de 1942, Segunda Sección, 1 y 12; y “Justicia mexicana” (entrevista
a Armando R. Ostos realizada por A lardo Prats), Excélsior, 31 de julio de 1966, Primera Sección,
la, 14a y I6a.
64 “ Inamovilidad judicial”, Excélsior, 26 de marzo de 1969, Primera Sección, 6a.
380 Historia de la Cuestión Criminal...
Julio Sánchez Vargas en 1964) o los Magistrados del mismo tribunal en 1941 ,í5 En
el caso de los legisladores, solo puede pensarse que estas críticas pudieron haber
pesado en reformas de la justicia, entre ellas la realizada en 1971, año en que se
suprimieron las cortes penales.
Su supresión y la creación de juzgados unitarios abrieron una nueva etapa
en la historia de los tribunales. Sin embargo, no marcaron una nueva etapa en
la historia de la visión que tenía la sociedad sobre la impartición de justicia. Las
criticas persistieron y, entre ellas, las denuncias de infiuyentismo y corrupción. Si
la justicia no tuvo una buena imagen entre 1929 y 1971, tampoco la tendría en las
décadas siguientes.
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65 Para las intenciones o declaraciones de los presidentes del TSJ ver ORTIZ RODRÍGUEZ “El cuar
telazo en el Tribunal de Justicia” , El Nacional Revolucionario, 19 de septiembre de 1930, Primera
Sección, 1 y 8; “El Lic. Ostos declara que el TSJ procurará que los jueces malos sean sancionados,
pero que para los buenos espera y exige respeto”. La Prensa, 6 de abril de 1942, 11 y 18; FRAN
CO SOD1, Carlos “ Escepticismo frente a la ley y frente a los encargados de aplicarla”, 4; y la
declaración de Sinchez Vargas en la nota de Gustavo Mora, “Todo progresa, menos la aplicación
<ie justicia", Novedades, 12 de noviembre de 1964, Primera Sección, 1 y 13; para la manifestación
de los Magistrados “Todo es según el color... Cómo mejorar ia administración de justicia”, La
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Racismo científico, higiene y eugenesia en Chile e Iberoamérica, siglo X I X y XX
(2015), y con Claudia Araya, César Leyton, Marcelo López y Marcelo Sánchez
de República de la Salud, Fundación y ruinas de un país sanitario, Chile, siglos
XI XyXX{2M6) .