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EL CONCEPTO DE ‘ISOMORFISMO’

Fuente: http://www.systemique.be/spip/article.php3?id_article=52&lang=fr

Martes 20 de Junio de 2006, GRISARD, Anne; RULOT, Géraldine


Sumario:
III.- Definición del concepto de Isomorfismo en Terapia Familiar
IV.- Ejemplos de Isomorfismo en nuestros diferentes contextos

III.- Definición del concepto de ‘Isomorfismo’ en Terapia Familiar


En esta tercera parte vamos a intentar definir el concepto de “isomorfismo”. A
continuación ilustraremos esta definición con la ayuda de diferentes ejemplos: un
ejemplo teórico y cinco ejemplos relacionados con nuestros respectivos contextos de
trabajo.
“El término “isomorfismo” designa primero un concepto matemático según el
cual cuando dos estructuras se pueden superponer de manera isomórfica, a cada
elemento de una estructura corresponde un elemento de la otra, de manera que cada uno
de los elementos tiene el mismo rol en su estructura respectiva.”
En terapia familiar, el isomorfismo es una correspondencia de relaciones en el
interior de los diferentes sistemas. Cuando varios sistemas se encuentran en un contexto
particular (por ejemplo en el de la violencia, de la adolescencia, del alcoholismo…),
comportamientos, reglas, mitos, formas de comunicación empiezan a parecerse.
Según Nicole LERNOUT, el término “isomorfismo” remite a la construcción de
una constelación relacional entorno a un individuo y esta última permanece
relativamente invariable incluso cuando esta persona cambia de contexto.
Esto significa que cuando sistemas relacionales entran en contacto, tienden a
desarrollar modalidades de funcionamiento similares de forma que se puede llegar a
decir que, en un momento dado de su encuentro, llegan a una condición de
“isomorfismo” que tiende al “entendimiento secreto”. Este fenómeno de isomorfismo
es, pues, susceptible de aparecer en cualquier colaboración entre una institución y un
sistema consultante.
En efecto, con frecuencia se ha constatado que cuando un equipo o un terapeuta
se moviliza por una demanda tiene tendencia a movilizarse con el mismo modelo de
funcionamiento que el modelo del sistema que hace la consulta. El funcionamiento del
sistema familiar se reencuentra entonces, como en un espejo con el funcionamiento de

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los terapeutas o de los equipos institucionales. Y es posible, asimismo, que el equipo o
el terapeuta se contamine de las representaciones de los miembros del sistema
consultante. En realidad se contaminan de las representaciones que se han hecho uno de
otro.
En efecto, J. Beaujean nos revela que, cuando el equipo se moviliza por la
demanda, tiende a hacerlo con el mismo modelo de disfuncionamiento. Reproduce el
mismo funcionamiento que el sistema consultante. Más precisamente, lo que ocurre es
que se da una reproducción de reglas y de comportamientos propios del sistema pero en
un contexto diferente.
E. Dessoy nos propone la definición siguiente de isomorfismo: “Es la manera en
que la institución repite una parte esencial de la organización familiar –aquélla
precisamente que mantiene al paciente en su condición de enfermo.” Después de leer a
N. Lernout, podemos decir que existe una reproducción de la vida familiar.
Las manifestaciones isomórficas pueden ser leídas, en un primer momento,
como facilitadoras de una indispensable filiación que conduce a la creación de un
sistema terapéutico. Si no se repara en ello, pueden acabar produciendo un “más de lo
mismo” y haciendo, por tanto, difícil la evolución. Se trata pues de destacar cómo las
interacciones del sistema demandante (o del sistema ofertante) influyen en el sistema
ofertante o viceversa de manera isomórfica, reproduciendo el mismo modelo (J.
Beaujean). En otras palabras, los isomorfismos subrayan esta necesidad que tenemos de
dejar “una impronta nuestra” en el otro. Nosotros (terapeuta y paciente) tenemos
necesidad de amansarnos, domesticarnos a fin de saber si una filiación y un
reconocimiento de uno hacia el otro es posible. Esta noción de filiación remite sobre
todo a los conceptos de acomodación, de “tracking” [“track”=”huella”] y de mimetismo.
A fin de extender nuestras posibilidades de intervención, H. Schröd nos incita a
no considerar este fenómeno de funcionamiento en espejo como una prueba de no
profesionalismo sino como una etapa necesaria para la comprensión y el cambio de la
problemática. “Buscando los isomorfismos podemos obtener informaciones preciosas
sobre el funcionamiento de la familia, sobre nuestro propio funcionamiento y el de la
institución” Nos es posible identificar estos isomorfismos cuestionando nuestro sentir:
¿por qué he dicho esto? ¿por qué he hecho aquello? Todo este cuestionamiento es
susceptible de permitirnos (a nosotros, terapeutas) situarnos en el contexto y, por tanto,
vernos funcionar como el sistema. N. Lernout promueve la técnica de la escultura como
herramienta de trabajo para detectar los isomorfismos.

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Este intento de definición tiene como objetivo incitar el debate sobre la
detección y la utilización de los isomorfismos en nuestros distintos contextos de trabajo.

IV. Ejemplos de isomorfismo en nuestros distintos contextos de trabajo


La situación de la que voy a hablaros viene sugerida por un artículo escrito por
Nicole Lernout y aparecido en 2005 en la revista “Thérapie Familiale”: “¿Cómo utilizar
el fenómeno del isomorfismo entre el sistema familiar y el sistema de los profesionales,
en el caso de ingreso en una Institución, para favorecer el cambio solicitado? Relato de
un tratamiento.”
Se trata de un equipo que trabaja bajo mandato (SPJ, SAJ) en un contexto
residencial con niños.
Situación familiar: Los padres están separados, tienen cuatro hijos y la madre
tiene la custodia. Ni siquiera es capaz de atender a sus necesidades y necesita respirar.
Desacredita a su marido a quien hace responsable de todos los problemas de los niños.
El hombre ha estado un largo período ausente de la vida de sus hijos. La hija mayor está
parentalizada, los dos menores presentan problemas de comportamiento.
Orden SPJ: Los niños han sido ingresados para dar un respiro a la madre y
ayudarla a adquirir competencias.
Ingreso: Al principio, no va bien a causa de una mala relación entre la madre y el
SPJ. Ella también se muestra bastante autoritaria hacia la Institución. Poco a poco, esta
relación mejora y los profesionales colaboran cada vez más con la madre en relación a
las dificultades con los niños. Contrariamente, la relación con el padre es desatendida,
como si los profesionales se hubieran dejado contaminar por la descripción que de él
hace la madre. Al cabo de un cierto tiempo, al equipo le parece que los problemas
vienen más del SPJ que de la madre ya que este Servicio no quiere reconocer los
progresos de esta madre. Parece que los profesionales de SPJ escuchan y acogen
fácilmente al padre y, muy poco, a la madre. El padre dirige sus quejas al SPJ y no, al
equipo educativo de la Institución.
Constatación: En este momento del ingreso, la situación está bloqueada.
Después de reflexionar se desprenden conclusiones: “Hay isomorfismo en el modo de
relacionarse los profesionales entre ellos, que reproducen el conflicto parental. Hay
alianza “SPJ-padre”, de una parte, e “Institución-madre”, de otra.
Conclusiones: Así pues, el fenómeno del isomorfismo ha podido ser claramente
identificado en esta situación: el sistema profesional ha sido contaminado por las

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representaciones que los padres tienen uno de otro. Esto ha influido en el ‘hacerse
cargo’ de la Institución. Después de haber identificado el isomorfismo, será posible
encontrar nuevas pistas de trabajo a fin de eliminar los bloqueos y hacer evolucionar
tanto al sistema profesional como el familiar.

Tres pistas de reflexión sobre bases extraídas de artículos


Después del debate desarrollado a raíz de nuestro último encuentro del ‘grupo
teoría’, fui a buscar ciertos elementos teóricos susceptibles de ayudarme a analizar más
en profundidad la situación de isomorfismo presentada.
“La evolución de los discursos, de las teorizaciones, muestra que, para una
mayoría, no son los cuadros de intervención y los institucionales los que en sí mismos
son perniciosos o vectores de estancamiento, sino la relación que mantenemos con ellos,
la mirada que ponemos sobre ellos y la manera en que los vivimos, en qué los
alimentamos de modos relacionales que hablan también de lo que nosotros somos, de
nuestra relación con el mundo y los otros.”
“Murray BOWEN parece que fue el primero en mostrar, en su artículo sobre la
‘diferenciación del sí mismo’, cómo la pertenencia a un equipo, a un servicio reactivaba
los elementos de indiferenciación relacional presentes en cada uno de nosotros. Las
relaciones de trabajo suponen, en efecto, una inscripción en un grupo estructurado por
relaciones instituidas que reactivan la experiencia que hemos guardado de los juegos
relacionales y las formas comunicacionales presentes en nuestras historias familiares.
“Estos autores, así como M. SELVINI, han podido darse cuenta de que ciertas
situaciones muy precisas y cargadas emocionalmente, vividas en el ejercicio
profesional, pueden reproducir, casi idénticamente, escenas traumáticas de la historia
familiar de las generaciones precedentes, vividas, desde entonces, ya sea como
testimonios en el acompañamiento de las familias, ya sea como actores en el desarrollo
de ciertos juegos institucionales.”
En otras palabras, “ciertas tensiones o dificultades vividas en el campo del
trabajo aparecen claramente como zonas de repetición de conflictos de fratría o de
coaliciones intergeneracionales pero, al mismo tiempo, como etapas posibles de
exorcismo y de transformación, etapas en el camino de la diferenciación. La necesidad
de reconocimiento experimentada en relación a los pares, los resentimientos o la
solicitud en relación a la jerarquía, las distintas maneras de vivir la injerencia

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institucional hablan de nuestras posiciones en nuestra familia y de los juegos que la
animan.”
A fin de ampliar un poco estos propósitos, me permitiré, con la ayuda del
artículo de Beaujean, hacer un paréntesis concerniente al ciclo de vida en la institución.
Cuando se crea un equipo, el sentimiento de pertenencia está basado en lo emocional, lo
afectivo. Se observa un entendimiento cordial entre los miembros del equipo y el
enemigo está en el exterior: la familia del paciente, la institución escolar,… Cuando se
establece la rutina, algunos miembros del equipo desearían recuperar el entusiasmo
inicial. Entonces los otros identificarán un chivo expiatorio como el responsable y la
unidad del equipo se restablecerá. De todas formas, lo malo estará en el interior. Los
excesos de este modo de funcionamiento conducirán a una crisis: ya sea adaptativa, ya
sea explosiva. En las situaciones en que sería adaptativa, J. BEAUJEAN nos dice que
cada uno se diferencia, el enemigo está en el interior y empieza el trabajo de
descalificación. Al cabo de un tiempo, puede aparecer una segunda crisis. Ésta no será,
sin duda, de la misma naturaleza que la primera. Podrá tomar la forma de una lucha
entre dos personas de igual fuerza. Si esta lucha acabara por eternizarse, cabría el riesgo
de pedir explicaciones (culpabilizar) al exterior. Es la presión exterior la que impulsará
un modelo de tipo de necesidad que se asocia al debilitamiento del funcionamiento del
equipo y a las numerosas pérdidas de sentido que resultan de ello. Es también este
modelo de contingencia el que, al aumentar los controles, intenta evitar los accidentes
debidos a las numerosas desresponsabilizaciones. Estamos en un un círculo vicioso: a
más cansancio, desgaste, más presiones externas y más controles y ello conlleva más
desresponsabilizaciones. Una posible pista de resolución sería, según J. BEAUJEAN,
que los cuidadores escuchen a los consultantes y que se permeabilicen suficientemente
como para poder recibir de ellos modelos de solución…

(1) Benoît J-C. et al. (1988) : Dictionnaire clinique des thérapies familiales systémiques,
ESF, Paris.

(2) Dessoy E. (2000) : « Isomorphisme et changement, commentaires à l’étude de cas


du petit Jean. » L’Homme et son milieu. Etudes systémiques.

(3) Schröd H. (2004) : « Violence potentielle des professionnels en lien avec différents
contextes », Revue Thérapie Familiale, Vol.XXV, N°3, pp. 323-338

(4) Beaujean J. : « Comment l’équipe peut-elle favoriser la rencontre thérapeutes-


patients ?, http://www.systémique.org

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(5) Beaujean J. (1999) : « Pouvons-nous apprivoiser notre insécurité ? Comment se pose
la question du secret dans notre famille ? », Journal du Droit des Jeunes, N°189,
novembre 1999.

(6) Lernout N. (2005) : « Comment utiliser le phénomène d’isomorphisme entre le


système familial et le système des intervenants lors d’un placement en institution pour
favoriser le changement sollicité ? », Thérapie familiale, Genève, 2005, Vol.26, N°2,
pp.197-212.

(7) Meynckens-Fourez, M. (1993). Les premiers entretiens systémiques. Les cahiers de


psychologie clinique. De Boeck Université. Vol (1). pp. 57-71

(8) Neuburger, R. (1984). L’autre demande. Paris : Editions ESF.

(9) Lemaire, J.-M. (2000). Les interventions déconcertantes. In Violence et contexte.


Cahiers critiques de Thérapie familiale et pratiques de réseaux€. pp. 31-43.

(10) Miermont, J. (30 mai 2006). Conférence organisée par le CFTF [Résumé sur ce
site->article 161.

11 Michèle CAULETIN, Claudie DIDIER SEVET, et Bernard Masson.Ressources et


compétences des contextes d’intervention. Thérapie familiale, Genève, 2004, Vol.25,
N°3, pp. 283-292.

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