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Fuente: http://www.systemique.be/spip/article.php3?id_article=52&lang=fr
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los terapeutas o de los equipos institucionales. Y es posible, asimismo, que el equipo o
el terapeuta se contamine de las representaciones de los miembros del sistema
consultante. En realidad se contaminan de las representaciones que se han hecho uno de
otro.
En efecto, J. Beaujean nos revela que, cuando el equipo se moviliza por la
demanda, tiende a hacerlo con el mismo modelo de disfuncionamiento. Reproduce el
mismo funcionamiento que el sistema consultante. Más precisamente, lo que ocurre es
que se da una reproducción de reglas y de comportamientos propios del sistema pero en
un contexto diferente.
E. Dessoy nos propone la definición siguiente de isomorfismo: “Es la manera en
que la institución repite una parte esencial de la organización familiar –aquélla
precisamente que mantiene al paciente en su condición de enfermo.” Después de leer a
N. Lernout, podemos decir que existe una reproducción de la vida familiar.
Las manifestaciones isomórficas pueden ser leídas, en un primer momento,
como facilitadoras de una indispensable filiación que conduce a la creación de un
sistema terapéutico. Si no se repara en ello, pueden acabar produciendo un “más de lo
mismo” y haciendo, por tanto, difícil la evolución. Se trata pues de destacar cómo las
interacciones del sistema demandante (o del sistema ofertante) influyen en el sistema
ofertante o viceversa de manera isomórfica, reproduciendo el mismo modelo (J.
Beaujean). En otras palabras, los isomorfismos subrayan esta necesidad que tenemos de
dejar “una impronta nuestra” en el otro. Nosotros (terapeuta y paciente) tenemos
necesidad de amansarnos, domesticarnos a fin de saber si una filiación y un
reconocimiento de uno hacia el otro es posible. Esta noción de filiación remite sobre
todo a los conceptos de acomodación, de “tracking” [“track”=”huella”] y de mimetismo.
A fin de extender nuestras posibilidades de intervención, H. Schröd nos incita a
no considerar este fenómeno de funcionamiento en espejo como una prueba de no
profesionalismo sino como una etapa necesaria para la comprensión y el cambio de la
problemática. “Buscando los isomorfismos podemos obtener informaciones preciosas
sobre el funcionamiento de la familia, sobre nuestro propio funcionamiento y el de la
institución” Nos es posible identificar estos isomorfismos cuestionando nuestro sentir:
¿por qué he dicho esto? ¿por qué he hecho aquello? Todo este cuestionamiento es
susceptible de permitirnos (a nosotros, terapeutas) situarnos en el contexto y, por tanto,
vernos funcionar como el sistema. N. Lernout promueve la técnica de la escultura como
herramienta de trabajo para detectar los isomorfismos.
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Este intento de definición tiene como objetivo incitar el debate sobre la
detección y la utilización de los isomorfismos en nuestros distintos contextos de trabajo.
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representaciones que los padres tienen uno de otro. Esto ha influido en el ‘hacerse
cargo’ de la Institución. Después de haber identificado el isomorfismo, será posible
encontrar nuevas pistas de trabajo a fin de eliminar los bloqueos y hacer evolucionar
tanto al sistema profesional como el familiar.
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institucional hablan de nuestras posiciones en nuestra familia y de los juegos que la
animan.”
A fin de ampliar un poco estos propósitos, me permitiré, con la ayuda del
artículo de Beaujean, hacer un paréntesis concerniente al ciclo de vida en la institución.
Cuando se crea un equipo, el sentimiento de pertenencia está basado en lo emocional, lo
afectivo. Se observa un entendimiento cordial entre los miembros del equipo y el
enemigo está en el exterior: la familia del paciente, la institución escolar,… Cuando se
establece la rutina, algunos miembros del equipo desearían recuperar el entusiasmo
inicial. Entonces los otros identificarán un chivo expiatorio como el responsable y la
unidad del equipo se restablecerá. De todas formas, lo malo estará en el interior. Los
excesos de este modo de funcionamiento conducirán a una crisis: ya sea adaptativa, ya
sea explosiva. En las situaciones en que sería adaptativa, J. BEAUJEAN nos dice que
cada uno se diferencia, el enemigo está en el interior y empieza el trabajo de
descalificación. Al cabo de un tiempo, puede aparecer una segunda crisis. Ésta no será,
sin duda, de la misma naturaleza que la primera. Podrá tomar la forma de una lucha
entre dos personas de igual fuerza. Si esta lucha acabara por eternizarse, cabría el riesgo
de pedir explicaciones (culpabilizar) al exterior. Es la presión exterior la que impulsará
un modelo de tipo de necesidad que se asocia al debilitamiento del funcionamiento del
equipo y a las numerosas pérdidas de sentido que resultan de ello. Es también este
modelo de contingencia el que, al aumentar los controles, intenta evitar los accidentes
debidos a las numerosas desresponsabilizaciones. Estamos en un un círculo vicioso: a
más cansancio, desgaste, más presiones externas y más controles y ello conlleva más
desresponsabilizaciones. Una posible pista de resolución sería, según J. BEAUJEAN,
que los cuidadores escuchen a los consultantes y que se permeabilicen suficientemente
como para poder recibir de ellos modelos de solución…
(1) Benoît J-C. et al. (1988) : Dictionnaire clinique des thérapies familiales systémiques,
ESF, Paris.
(3) Schröd H. (2004) : « Violence potentielle des professionnels en lien avec différents
contextes », Revue Thérapie Familiale, Vol.XXV, N°3, pp. 323-338
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(5) Beaujean J. (1999) : « Pouvons-nous apprivoiser notre insécurité ? Comment se pose
la question du secret dans notre famille ? », Journal du Droit des Jeunes, N°189,
novembre 1999.
(10) Miermont, J. (30 mai 2006). Conférence organisée par le CFTF [Résumé sur ce
site->article 161.