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RESUMEN

ALLEN-COLLINSON Jacquelyn, «Autoethnography as the Engagement of Self/Other,


Self/Culture, Self/Politics, and Selves/Futures», en HOLMAN Stacy - ADAMS Tony -
ELLIS Carolyn (Eds), Handbook of Autoethnography, Routledge, New York, NY
20162, 281-299.
Rodríguez Rodríguez Juan Carlos
Matrícula: 24049

La autoetnografía es un enfoque de investigación y escritura que invita a quien la


practica a constituirse él mismo, con sus historias y experiencias, en protagonista, eje
y centro del trabajo. Esta invitación, al presentarse desafiante para los principios y
los fundamentos típicos que rigen la investigación social, convierte al enfoque en
objeto de críticas que lo señalan como vanidoso, egocéntrico, ególatra o narcisista.
Más allá de la impresión que a primera vista puede generar el énfasis en la
centralidad del yo, los promotores de esta perspectiva de análisis encuentran en ella
un fuerte vínculo relacional del yo con lo social, lo cultural, político y académico.
En la autoetnografía hace síntesis la etnografía y la autobiografía postmodernas.
La puesta en acto de este enfoque de investigación crea un enlace interactivo entre
los aspectos personal y etnográfico; entre la experiencia subjetiva y los niveles micro
y macro culturales. Fundamentados en el vínculo indisoluble de estos dos factores,
los análisis autoetnográficos concentran la atención sobre las experiencias propias
que los investigadores viven al interno de sus relaciones culturales; así, al mismo
tiempo, los identifica como objetos y sujetos de sus propias investigaciones, atraviesa
y difumina las distinciones entre lo personal y lo social, el yo y el otro, lo nativo y lo
extraño en los escritos. El yo –autos– se dilata para incluir el elemento cultural –
ethnos– a través de un proceso de escritura comprendido, al mismo tiempo, como
instrumento de investigación y representación –graphein–.
Los humanos somos seres relacionales y es difícil comprendernos como entes
plenamente aislados, autosuficientes o asépticos. Aunque escribir sobre la propia
vida y sobre la experiencia individual pueda considerarse un cierto tipo de ejercicio
neutro, desprovisto de influencias o preocupaciones éticas, en comparación con otras
formas de investigación, la autoetnografía considera, no obstante, dos aspectos

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liminales que involucran el investigador y sus trabajos frente a otros, a saber: la auto
revelación y la representación.
El estilo autoetnográfico, al ser personalizado, emocional, abierto y vulnerable,
expone al investigador a múltiples factores. Escribir sobre la propia vulnerabilidad y
divulgar el ser íntimo y frágil puede resultar un acto doloroso y potencialmente
lesivo. Considerar el hecho de que otros puedan leer y elaborar juicios sobre
información sensible abre cuestionamientos sobre ¿hasta qué punto debe llegar la
auto divulgación o exposición de la propia vulnerabilidad? ¿qué tan honesto se
decide ser al crear o representar los diferentes yo autobiográficos? ¿cuánta
información biográfica real y verdadera se puede ofrecer en búsqueda de la
honestidad, en el hacerse visible y vulnerable? La auto revelación, en la
autoetnografía, no puede dejar de estar sujeta a un profundo grado de autodisciplina,
autocontrol y cuidadosa premeditación por parte de quien la practica.
Por muy personal que sea, la autoetnografía no deja de representar tantos actores
sociales con quienes el investigador interactúa; tantas personas que figuran en la vida
y contribuyen, cada una en su medida, en la construcción de las historias.
Corresponde al investigador considerar de modo cuidadoso aquello que incluye en
sus narrativas personales y velar por proteger aquellos que vincula en ellas;
establecer un diálogo fecundo con las voces de los otros y hacerlas participar en la
investigación sin pretender tener la última palabra ¿Por qué motivo presumir saber
exactamente cómo se siente otra persona y hablar por él o ella? La reflexión
autoetnográfica reconoce la interconexión de las personas y critica la creencia en la
propia autosuficiencia; asume y respeta la alteridad; conservando distancia
intersubjetiva dialoga con la diferencia y se somete a su análisis durante la escritura.
Para la etnografía clásica, uno de sus principios era que los investigadores
podrían capturar de modo objetivo las experiencias que vivían en los grupos
culturales sin llegar a involucrarse en ellas. Esta suposición se volvió problemática
ante los desafíos de la llamada crisis de representación. Varios análisis mostraron que
la voz del investigador no era siempre objetiva y que salía, en ocasiones, no obstante,
incluso por encima de la voz de la cultura o los participantes; que el ojo neutral
buscaba algunas veces influir sobre las interpretaciones de lo exótico o las

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costumbres vistas como extrañas en comunidades de las cuales no era parte, o
incluso, sobre aquellas que le parecían desviadas al interno de su propia cultura.
La autoetnografía surge como una tendencia innovadora dentro la disciplina
etnográfica. Tras la alteración de los cánones científicos clásicos, propone un
enfoque con preocupaciones más amplias e innovadoras en la representación. Así,
por ejemplo, el elemento autos se acuña como clave para señalar que todo trabajo
etnográfico implica un grado de compromiso personal con el campo y con los datos,
un reconocimiento explícito de los fundamentos biográficos y personales del
investigador; que son las narrativas propias las que se ponen por escrito como
aspecto fundante e integral de la investigación; que el análisis de la experiencia
personal del investigador en relación con la cultura es aquello que se busca retratar e
iluminar. Por su parte, el elemento ethnos no se asume como noción especialista que
excluye al investigador del grupo social. Las categorías binarias de nativo y no
nativo pueden ser engañosas. Las identidades en el mundo postmoderno son de tipo
interseccional y esto hace discutible definir si alguien puede ser considerado como
miembro en plenitud de cualquier cultura o grupo en la sociedad; en general, estamos
comprometidos con diversos ámbitos y es difícil desconectarnos de una u otra
pertenencia; los grados de información privilegiada y de intrusión varían a tenor del
tiempo, el contexto y el lugar; podemos investigar y escribir autoetnográficamente
como miembros de uno o de varios grupos, pero no por ello pretender representar o
hablar por todos los miembros de los mismos.
En diversas formas la autoetnografía vincula, también, el yo con la política. A lo
largo de los años el enfoque se presenta como plataforma que permite exponer una
mirada crítica y mordaz sobre discursos dominantes incluso al interior de la
academia. Muchas investigaciones, aún con buenas intensiones, subvierten,
distorsionan o silencian las voces de las comunidades afirmando visiones dominantes
como único lugar legítimo para el conocimiento y el ejercicio del poder. Como
enfoque crítico, la autoetnografía promueve la consolidación de un cuerpo literario
orientado a irrumpir y desafiar la mentalidad colonial, a reclamar y amplificar la voz
original, las raíces y suposiciones propias del sujeto en la investigación. Los textos
autoetnográficos democratizan la esfera representativa de la cultura, localizan las

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experiencias de los individuos y ofrecen una metodología poderosa para exponer las
voces silenciadas en tensión con expresiones dominantes de poderes discursivos.
Entre las formas emergentes que asumen los estudios autoetnográficos aparecen,
finalmente, dos caminos significativos y crecientes que enfatizan la capacidad futura
que ofrece el enfoque para vincular a los sujetos con la investigación y la academia,
y para responder, en cierto modo, a los cuestionamientos de subjetivismo que recibe
la autoetnografía por parte de críticos poco informados; se trata de la autoetnografía
colaborativa o conjunta, y lo que últimamente se ha denominado
autofenomenografía. Estos dos caminos pueden verse como dos extremos del
espectro del enfoque. El primero extiende el elemento autos hacia afuera y el
segundo lo hace hacia adentro, hacia los estratos fenomenológicos de la experiencia
vivida por el investigador. La autoetnografía colaborativa o conjunta es una forma
amplia que propone abarcar la participación de otros investigadores en el proceso
para compartir hallazgos, o para producir una narrativa comunitaria. La
autofenomenografía, por su parte, pone el énfasis sobre la vida del investigador y la
experiencia de uno o varios fenómenos en él; sin descuidar la experiencia cultural,
considera la experiencia del fenómeno en el contexto en que este se presenta y
acontece, y su valor para la construcción conjunta de significados y conocimientos.

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