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E dición N° 15 - primavera '99

(para el hemisferio sur)

Las Políticas Sociales y la esfera de la Familia; crisis de legitimidad y representación

Por:
Alfredo Carballeda  * (Datos sobre el autor)

1-Introducción

Una serie de acontecimientos ocurridos en los últimos treinta años nos muestran la aparición de
nuevas formas de relación entre el Estado y la Familia.

Sobre el final de la década de los sesenta, aún resonaban las visiones de la cuestión familiar desde
una perspectiva desarrollista. El modelo de "Escuela para Padres", la idea que se debía intervenir
en la familia desde una perspectiva educativa, etc. mostraban de alguna manera la conjunción de
las perspectivas desarrollistas de la intervención relacionadas con los interrogantes típicos de la
época. Muchas de esas estrategias de intervención, años antes habían comenzado a aplicarse en
los EEUU bajo el gobierno de Kennedy. Tal vez se continuaba viendo en las familias de los
márgenes de la sociedad "en especial en relación a sus características socioculturales", un nuevo
obstáculo para alcanzar el desarrollo. En el caso de los EEUU, desde donde se importarán
conceptualizaciones y métodos, la preocupación se centraba en que se observaba que las familias
de los sectores excluídos de esa sociedad podían ser disolventes del todo social norteamericano,
así, las intervenciones se vinculaban con una necesidad de reafirmar los valores puritanos que
habían dado origen a esa nación. Es de destacar que la década de los sesenta en los EEUU, se
caracterizó por la lucha por los derechos civiles de los norteamericanos de origen africano y la
llamada revuelta juvenil. Pero, el contexto del final de la década de los sesenta, en especial en
América Latina y en algunos países de Europa influyendo sobre la revisión de las prácticas que
intervienen en lo social, comenzaba a hacer ver a la familia como un posible lugar de reproducción
de los mecanismos de dominación a niveles; social, económico y político. MÁs que nada, la crítica
no era a la familia como algo abstracto, sino que se comenzaba a leer críticamente a los ideales de
familia que habían intentado ser sustentados por las prácticas desarrolistas. El texto de David
Cooper; "La muerte de la Familia", por ejemplo, intentaba dar cuenta de esas cuestiones. Así la
familia comenzó a ser entendida como un "lugar" de producción y reproducción de determinadas
cuestiones sociales y se la comenzó a asociar con la génesis de enfermedades dentro del campo de
la salud mental. Así, lentamente, se pasa de la idea de "educación" a la de "tratamiento", lo que
implica un paso en cuanto a una mayor tecnología de las prácticas que intervienen sobre ella. La
Familia, como lugar de intervención comienza a especializarse, en poco tiempo aparecerá un
mayor énfasis de la idea de "terapia de familia". De esta forma el mundo privado de la familia
puede ser abierto en función de la detección de patologías o en la observancia de disfunciones en
alguno de sus miembros. Desde mediados de la década en nuestro país y a partir de la dictadura
militar se podía observar un discurso que se fundamentaba en los "valores elementales de la
familia" al estilo del pensamiento que relaciona el orden social basado en la familia como
estructura básica. Pero, paralelamente al desarrollo de ese discurso oficial, muchas familias eran
violentadas desde el terrorismo de estado. Además, al padecimiento de vivir en una sociedad
signada por el terror, se le sumó inmediatamente, la incertidumbre y el impacto que produjo en la
esfera de la familia y la sociedad la aplicación de políticas económicas que empobrecieron y
llevaron a la exclusión a cada vez mas sectores y grupos sociales.

Así durante la dictadura militar, se deslizaron dos discursos alrededor de la esfera de la familia; por
un lado la reafirmación de ciertos valores de "orden" y por otro, la agresión que provocaba la
aplicación de las diferentes políticas de gobierno.

La década de los ochenta, se caracterizó por el efecto de fuertes cambios en las Políticas Sociales,
las que se fueron orientando hacia una nueva conformación del Estado, vinculada con la aparición
de nuevas lógicas constitutivas de la intervención en lo social.

El retroceso del Estado, implicó una nueva serie de inconvenientes, que van en paralelo con un
fuerte deterioro de la situación social, generando la emergencia de nuevas problemáticas sociales
que impactan hoy en forma relevante en la esfera de la familia.

Además, a partir de la década de los ochenta, en Argentina así como en otros países de América
Latina comienza a transcurrir una etapa que es caracterizada como de "transición
democrática" con tendencia a la consolidación de la misma en los últimos años. Pero, ese período
de transición democrática , se relaciona con una resignificación del mercado, el que se convirtió en
un fuerte condicionante tanto para el Estado como para la Sociedad. Las "democracias de
mercado", sufren en la actualidad una serie de inconvenientes que implican una fuerte influencia,
en términos de representación y de legitimidad. Es así que las instituciones clásicas del Estado y las
prácticas que en ellas de desenvuelven podrían estar también inscriptas en una crisis de
"representación" y de "legitimidad". Pero, la relativa estabilidad democrática de los últimos años,
también sirvió para comenzar a discutir con mayor profundidad, determinados aspectos de la
cuestión familiar sin los fantasmas del orden conservador.

A su vez, este período, también se singulariza a partir de la aplicación de políticas económicas de


tipo neoliberal, éstas harán un impacto significativo en la sociedad, como así también en los
dispositivos asistenciales típicos del estado de bienestar.

La familia, desde su conformación en base a ideales modernos, también recibirá el impacto de


estos acontecimientos, tanto, desde su relación con el Estado como a partir de su propia crisis
como institución.

Todos estos procesos son acompañados por una serie de nuevas cuestiones; que
fundamentalmente van a plantear diferentes relaciones entre el Estado y la Sociedad. Una
posibilidad de análisis de estos temas es a partir de la denominada crisis de legitimidad. Así,
algunos autores plantean estas nuevas características del estado y la sociedad en un contexto
de "crisis de representación", donde se resalta la dificultad o imposibilidad por parte de los
diferentes mecanismos del Estado y de sus instituciones, de operar en la forma que anteriormente
lo hacía, pero, especialmente, la pérdida de valor de éste en términos de legitimidad dentro de la
sociedad.

Estas cuestiones implicarán, en principio, nuevas formas de visualización del estado, las
instituciones y las prácticas que se desarrollan dentro del mismo, incorporando nuevos y
diferentes sentidos a las Políticas Sociales, como así también a las prácticas que ejecutan las
mismas.

En este trabajo se tratará de relacionar la aplicación de Políticas Sociales con la crisis de


legitimidad desde la perspectiva de su impacto en la esfera de la familia y la intervención en lo
social.

2-Una mirada histórica a las instituciones , las prácticas y la visión moderna de la familia

La sociedad disciplinada que describió Foucault en "Vigilar y Castigar", fue construida en el marco
de la modernidad naciente. Los dispositivos institucionales que fueron generados en ese contexto,
también fueron consecuentes con ese proyecto. De ahí que las prácticas que tuvieron un papel
relevante dentro de ese modelo de sociedad como la Medicina, la Psiquiatría, la Pedagogía o el
Trabajo Social, hayan sido construidas en relación con una serie de funciones claramente
determinadas dentro de las instituciones modernas.

Mas allá de las diferentes formas que fue cobrando el Estado desde el inicio de la Modernidad
hasta la actualidad, los sentidos de las intervenciones en la sociedad se fueron ratificando
alrededor de distintas modalidades institucionales, de esta manera autores como Donzelot,
Foucault, Castel o Delleuze, consideran en general a la sociedad disciplinada, relacionada con la
creación de diferentes espacios de encierro. Siendo estos metafóricos y reales.

Así, el hospital, la familia, la escuela, el cuartel, la fábrica etc., conformados como tales habrían
sido los soportes de la denominada "sociedad disciplinada"... "La fábrica explícitamente se
asemeja al convento, a la fortaleza, a una ciudad cerrada"... (Foucault, M. p146). En otras
palabras, la sociedad disciplinada requería de instituciones, que cumplan con determinadas
características y objetivos, así la disciplina organizaba un espacio analítico, y en poco tiempo los
espacios administrativos y políticos se articularán con diferentes formas de lo correctivo y
terapéutico. Pero, todas estas nuevas construcciones se dan en el marco de la modernidad,
obteniendo de ésta sus sentidos, transfiriéndoselos a las prácticas que intervienen en lo social.

Así también, la modernidad construye un "modelo" de familia, que en el caso de nuestro país
comenzará a constituirse en relación con las ideas de la Ilustración "pocos años antes de la
Revolución de Mayo". Tiempo después, la conjunción de estas con el utilitarismo de Jeremías
Betham, le dará forma a la Sociedad de Beneficencia. A partir de los finales del siglo XIX se hará
importante presencia del Positivismo que se relacionará con la intervención en lo social desde la
esfera del Estado a través de las prácticas médico - higiénicas de principios de este siglo. Así se
intentarán reafirmar los ideales de la modernidad en el marco de la familia. En este caso la familia
es planteada como un vehículo para mejorar la calidad de la fuerza productiva de la población.
Este ideal de familia tratará en este siglo proponerse como forma de garantía de un orden
relacionado con el naciente Estado Moderno, al igual que otras instituciones. En ese aspecto y
desde el discurso médico higiénico de principios de siglo la idea de cuidado del cuerpo, se
trasmitirá a una visión del "cuerpo social", donde la base será la familia. Luego de la crisis del 30, la
aparición de Políticas Sociales mas sostenidas, traerá en nuestro país a partir de 1946 la aplicación
de derechos sociales, donde las intervenciones del Estado se relacionaban con la idea de que una
situación de pobreza o una carencia era conceptualmente un derecho social no cumplido. En los
sesenta esas cuestiones son visualizadas como "disfunciones" sobre las que se debe intervenir
educando, para preparar a la Familia para un desarrollo que en poco tiempo iba a llegar.

Pero, en la actualidad, los ideales modernos, no logran dar cuenta de una gran cantidad de
cuestiones y las instituciones que le dieron forma se encuentran en crisis. De esta forma por
ejemplo; la escuela apoyada en la promesa ilustrada que expresaba que el conocimiento es
sinónimo de libertad, hoy no está en condiciones de sostener con facilidad esas
afirmaciones "..Para el ignorante la libertad es imposible. Al parecer así lo creían los filósofos de
las Luces. No se nace individuo - decían -; se llega a serlo, superando el desorden de los apetitos,
la mezquindad del interés privado y la tiranía de los apriorismos"..(Finkielkraut, A.p:130). Así la
escuela hoy es puesta en cuestión, no solo como producto de las dificultades presupuestarias, sino
también enmarcada en una crisis de sentidos como institución, si se quiere de encierro y
disciplinadora . En un mundo donde la racionalidad del mercado, plantea la preeminencia de la
lógica del consumo, la libertad se define a partir de la satisfacción de necesidades, no proviene así
de la ascesis. Al igual que la escuela, la familia como institución, sufre hoy la dificultad para
conformarse como vehiculizadora de normas, dado que éstas no muestran posibilidades muy
concretas de enfrentar a un mundo que se presenta cada vez como mas problemático,
fragmentado e incierto. Al deteriorarse los lazos sociales y en especial el sentido de éstos, la
fragmentación de lo social implica de alguna manera una fuerte separación en cuanto a códigos,
normas y sanciones.

La familia, desde su conformación como institución moderna, sufre hoy, de alguna manera el
impacto de fuertes transformaciones, tanto en relación a la crisis de "sentidos", como desde el
impacto de la aplicación de modalidades económicas de tipo neoliberal. En otras palabras, la
familia, también atravesaría una suerte de crisis de representación y de legitimidad.

El origen de lo que hoy denominamos Políticas Sociales también se da dentro del marco de la
modernidad. Según P. Ronsanvalon, la idea de "estado reductor de incertidumbre" cuyo teórico
es Hobbes, se apoya en la necesidad de poder predecir matemáticamente los infortunios y
eventualmente las necesidades de determinadas poblaciones, que desde los inicios de la
modernidad se irán constituyendo desde el Estado en forma homogénea. Sobre éstos grupos
homogéneamente construidos, se aplicarán diferentes acciones, que en muchos casos se
relacionarán con la administración de recursos. Pero, también desde estas perspectivas se
construye la idea de "seguro social", constituyéndose este como un sustituto del contrato o por lo
menos un complemento de éste. De esta forma, la idea de "lo social" que fuera expresada por
Jaques Doncelot en "La Invención de lo Social" se relacionará con la administración de recursos
que tiene por finalidad mantener la "solidaridad orgánica" de los individuos que componen la
sociedad.Pero, en la actualidad, esa concepción de lo social se encuentra también en crisis a partir
de la existencia de significativos cambios tanto en la esfera del Estado como en la Sociedad. De
esta forma, la familia, también fue constituida históricamente, dentro de esta concepción
de "poblaciones homogéneas", con parámetros claramente establecidos, donde lo "normal" y lo
"patológico" se diferenciaban a partir de una sumatoria de diferentes variables e indicadores,
marcándose así, muchas veces, el sentido de la intervención en lo social.

La Revolución Francesa, caracterizó el derecho a la asistencia como un "derecho límite",


poseyendo un carácter residual y temporario (Ronsanvalon, P. p22). En la visión de los
revolucionarios de Julio, el propio devenir de la civilización, motorizada por la razón y el progreso,
planteaba a lo que hoy denominamos problemas sociales como provisorios y con una pronta
resolución en la medida de que la civilización se aproxime a la razón. Es decir que la asistencia es
concebida como temporaria, y también podría atribuírsele a ésta cierta necesidad de que opere
como aleccionadora para aquel que la recibe. De ahí, que es posible ubicar cierta raíz
pedagogizante en el proceso de administración de recursos que más adelante en forma
sistemática aplicará el Estado a través de sus instituciones. Es decir, no solo serían una serie de
bienes que se otorgan a partir de una necesidad, sino que deben cumplir con la finalidad de que
ese otro que los recibe "aprenda" la modernidad.

Durante el siglo XIX, pueden observarse en Europa diferentes concepciones de la familia, los
defensores de ésta, se relacionaban con la nostalgia de un antiguo orden previo a la revolución, los
liberales, veían en la familia una forma de defensa de la propiedad privada, junto con la ética
burguesa de la acumulación. Los que la discutían (socialistas científicos y utópicos) lo hacían a
partir de las atribuciones que sus defensores le asignaban. Pero, a partir del siglo XX,
los "ataques" a la familia, quedan solo reducidos al Anarquismo. (Donzelot, Jaques P.9). Es decir
desde principios del siglo XX, la familia es vista como un estamento primario, necesario y básico
para la constitución de la sociedad. Pero, esta definición se vincula con una forma de la familia;
la "familia moderna". En ella, los papeles están claramente asignados y se relacionan con la
reproducción de la sociedad en un espacio "micro". En nuestro país, familia y sociedad serán
funcionales, pero desde los ideales de los modelos del estado moderno naciente y con una fuerte
medicalización , relacionada con una idea de "higiene de la familia", dando sentidos , si se quiere
mas definidos a las prácticas que intervienen sobre ella. A su vez, la lucha por el "salario familiar",
implicaba la afirmación de una forma de familia donde estaban claramente establecidos los
papeles y funciones.

Estas cuestiones se relacionan en forma significativa con el origen del334 Trabajo Social. Así en la
década del 30 en nuestro país, pareciera que aún se mantienen aquellos criterios básicos y que
reconocen su origen en la creación de la Sociedad de Beneficencia por Bernardino Rivadavia. De
esta forma en los años treinta (1935), N. Repetto definía a la Asistencia Social de la siguiente
manera:."La asistencia social realiza esencialmente estas dos funciones: primera, vigila a los
enfermos en sus domicilios y practica en estos , al mismo tiempo, encuestas de carácter
económico, social e higiénico, encaminadas a obtener normas de conducta por el conocimiento
complejo del medio propio en que viven aquellos; segunda, propende a la educación cultural,
higiénica y técnica de los enfermos a fin de hacer el período de enfermedad, generalmente
ocioso y estéril, un momento de la vida bien aprovechado para adquirir algunas nociones útiles,
desarrollar alguna capacidad técnica y trabajar en una tarea compatible y
remunerada.."(Carballeda, A.; De Marco; Rossi, D. Touzé, G.p55).

Todas estas cuestiones, que de alguna manera signan los sentidos de las prácticas de la Acción
Social moderna, en términos de asistencia, comienzan a tener dificultades a partir de las
condiciones actuales. En el caso de la Argentina, el Estado determinó fuertemente a la
sociedad ; "De esta manera, si en las sociedades centrales el Estado proporcionó políticas de
bienestar y reguló la economía sin tener una determinación tan vasta en la conformación de la
sociedad, aquí la habitual y alta influencia de lo estatal se produjo tanto en la conformación del
modelo de desarrollo, en la constitución de los actores e identidades, como en la misma vida
cotidiana"(García Delgado, D. p.28).

A su vez, las prácticas que intervinieron sobre la familia, intentaron fortalecer y sustentar una
visión de ésta, en detrimento de otras modalidades, quizás, mas relacionadas con características
histórico sociales y culturales, que eran entendidas como obstáculo para el "ingreso" a la
modernidad.

3-Los condicionamientos actuales en la esfera del Estado, las Instituciones y las Prácticas

En la denominada sociedad post - industrial, se transforma en forma relevante la idea de gestión


de políticas públicas, la crisis de los imaginarios sociales se hace visible en especial a partir del
derrumbe del denominado "socialismo real". La existencia de un capitalismo ahora globalizado, da
forma a nuevos bloques geopolítico-económicos, como NAFTA, Mercosur, o la CEE. Pareciera que
la tendencia del capitalismo, ahora no se dirige hacia la conquista de los territorios, sino que se
estaría orientando hacia la obtención de nuevos procesos tecnológicos.

Pero, la existencia de un nuevo orden mundial, también impone otras nuevas cuestiones hacia los
estados- nación, ya que los condicionantes que habían dado forma y sustento al denominado
estado de bienestar, hoy son otros. Su asiento en una sociedad de masas, industrializada, signada
por el orden de post-guerra y la guerra fría y su relación con un modelo económico vinculado con
la producción y el pleno empleo, hoy se ha transformado en forma relevante.

A su vez, las nuevas dimensiones de lo económico, presentan un panorama muy diferente que en
la época del apogeo del estado benefactor. "En un automóvil producto- símbolo de la industria
de la primera mitad del sigloXX, las materias primas representan del 30 al 40% del valor. En un
componente electrónico, producto símbolo de la nueva era, apenas el 1%"(Guéhenno, J. P 23).

Todas esas transformaciones traen como consecuencia un proceso de cambio en la esfera de los
Estados que se compondrían de la secuencia que se origina en un estado liberal, para luego pasar
a un estado social (o de bienestar) hacia un estado post- social. Estos cambios generan una serie
de inconvenientes que se expresan en diferentes esferas de crisis. Por un lado, la crisis de la
política, se expresa en la existencia de cada vez más bajos índices de credibilidad en las
instituciones, lo que conlleva a un aumento del desprestigio que se expresa en lo que se denomina
crisis de representación. Esta crisis, impacta significativamente en la legitimidad de los Estados y
de las instituciones que operan dentro de ellos. A su vez, la existencia de nuevas nociones acerca
de la idea de territorio- a partir de los acuerdos regionales- genera inconvenientes también en
cuanto a la definición de nación. "Una nación no tiene mas definición que la histórica, es el lugar
de una historia común, de comunes desgracias y de comunes alegrías. Es el lugar de un destino
compartido"(Guéhenno, J. P.20)

Desde una perspectiva weberiana, la definición del Estado como la condensación del monopolio
de la fuerza en un territorio determinado, comienza a no concordar con lo que ocurre en la
realidad. Además, las tendencias que se orientan hacia la asociación de estados en nuevos
espacios regionales como el Mercosur o el Nafta, impactan en la lógica constitutiva de los estados-
nación. A su vez, la legitimidad de los estados, también desde una perspectiva weberiana dada en
una secuencia histórica de legitimidad tradicional (rey), carismática (líder) y moderna (burocracia),
hace que esta última dadas las condiciones actuales haya perdido gran parte de su legitimidad
formal..."En lo social, las relaciones internas comienzan a no corresponder ya a la sociedad del
industrialismo sustitutivo. Estamos frente a una constitución de relaciones sociales, políticas y
económicas que ya no son asociables alas típicas de la sociedad industrial. Hay pérdida de
homogeneidad en lo social. En su lugar encontramos una pluralidad de grupos sociales y actores
cuya desagregación no responde a posicionamientos funcionales o a lógicas socioproductivas
claramente identificables..." (García Delgado, D. P61)

Así, las propias instituciones del estado, van intentando acomodarse frente a estas nuevas
cuestiones.

En otras palabras, un Hospital, una escuela, la Universidad, la práctica médica, psicológica,


educativa o del trabajo social, etc. comienzan a perder de alguna manera legitimidad, en tanto los
presupuestos que las sustentaron sufren parte de la crisis de representación.

De esta forma, emergen, por ejemplo, nuevas formas de la "acción social" que se relacionan con
cuestiones de "mercado", y a través de grandes empresas.

En un artículo denominado, "El marketing es el nuevo instrumento de control social", Gilles


Delleuze planteaba estas cuestiones y las vinculaba con el fin de la sociedad disciplinaria que había
descripto Foucault. Tal vez, no se trate del fin de las modalidades "duras" de disciplinamiento; la
cárcel, la fábrica, la escuela, el internado, etc., sino de la aparición de nuevas
modalidades "suaves" y más sutiles relacionadas con el mercado que conviven con las anteriores.
En otras palabras, las grandes empresas transnacionales comenzaron a visualizar que el desarrollo
de determinadas actividades que eran clásicas de la acción social y que antes eran llevadas
adelante por el Estado, pueden ser beneficiosas en términos de mercado, o sea en cuanto a una
mejor imagen empresarial, con un consecuente incremento en las ventas. Así en nuestro país, nos
encontramos con campañas mediáticas, que con un estilo que recuerda a las acciones de la
antigua "beneficencia", comienzan a ocupar el lugar que antes le correspondía al Estado, sus
instituciones y prácticas.

Estos indicadores del presente, nos muestran la irrupción del mercado en la acción social, en una
posible perspectiva futura de sociedad organizada a través del marketing, donde las
modalidades "antiguas" de disciplinamiento cambian por otras más sutiles, invisibles pero mucho
más alienantes. En definitiva, de mantenerse esta tendencia, la conformación de la familia en clave
"moderna", puede o no "ser útil" en términos de mercado, pero ya la familia nuclear moderna no
sería imprescindible en cuanto al desarrollo de una sociedad capitalista. Así, la trasmisión de
pautas, normas, etc, se relaciona cada vez mas con imposiciones del mercado.

4-La cuestión institucional: La crisis de la Familia como institución moderna

La crisis de representación y legitimidad que impacta en la esfera del Estado, también puede ser
observada en las instituciones generadas a partir de modernidad. De esta forma ante un supuesto
final de la sociedad disciplinaria, comienza a vislumbrase un sin sentido en los dispositivos
institucionales de ésta. A su vez, la emergencia de nuevos problemas sociales sumada a las nuevas
dimensiones de los mismos, implica una serie de cuestiones que aparecen en forma si se quiere
espontánea en el marco de las instituciones. Así, la aparición de la infección por VIH, la
drogadicción, la violencia urbana en todas sus facetas o el problema del desempleo, o las nuevas
formas que va tomando la familia, implican preguntas hacia las instituciones y las prácticas que se
desenvuelven dentro de ellas, que no han sido del todo resueltas.

De esta forma aparece una dimensión , si se quiere interna de la crisis, que se apoya en la
dificultad de dar cuenta desde las instituciones y las prácticas, de las cuestiones sociales actuales.

Además podría afirmarse que la época se caracteriza también por la emergencia de nuevos
padecimientos o por lo menos un diferente impacto de los mismos.

En el caso de la familia nuclear, como institución moderna, también pueden observarse estas
cuestiones. Uno de los datos recientes en este aspecto en América Latina, se denomina
"matrifocalismo". Según Alicia Stolkiner, en el Gran Buenos Aires, casi el 45% de las familias en los
sectores con necesidades básicas insatisfechas, tiene por cabeza a una mujer ; "Podría afirmarse
que se tiende a una configuración familiar que tiene a una mujer como cabeza principal ( aunque
no único por el trabajo infantil) soporte económico y en donde el varón ocupa un lugar
periférico o circunstancial"(Stolkiner, A. p. 10). Todas estas cuestiones implican desafíos
novedosos para las prácticas y las instituciones, ya que las mismas se construyeron sobre otras
bases económico políticas.

A su vez, la crisis de la modernidad implica otro tipo de posicionamientos dentro de la estructura


familiar, circunstancia que puede observarse no solo en los sectores mas empobrecidos.
Por otra parte, la familia aparece como un lugar "seguro" y confiable, frente a la incertidumbre del
afuera. Gilles Lipovetsky, en su trabajo "El crepúsculo del deber", plantea algunas de estas
cuestiones ; "No asistimos al resurgimiento del orden familiar, sino a su disolución post-
moralista, no es el deber de procrear y de casarse el que nos caracteriza, es el derecho
individualista al hijo, aunque sea fuera de los lazos conyugales"  ..."El sacrificio de sí en beneficio
de los deseos de los padres ya no tiene legitimidad social, el sentido de la piedad filial
ineluctablemente retrocede dando lugar, en el mejor de los casos al 'cada uno lo suyo', y en el
peor a la violencia" (Lipovetsky, G.p.p.161,162,163,164).En síntesis, estaríamos frente a una
fuerte inversión de los deberes y los derechos dentro de la esfera de la familia. De ratificarse esta
tendencia, las modalidades de intervención deben tenerlas en cuenta ya que, implicarían
significativos cambios en los sentidos de la propia estructuración de la familia. Además, los
cambios técnicos, sumados a las innovaciones tecnológicas, complejizan aún mas la cuestión.. "La
fertilización in vitro y el trasplante de embriones son dos buenos ejemplos. Un individuo o una
pareja no solo pueden decidir tener un hijo sin llevar a cabo un encuentro sexual, sino que
además se abre una variedad de nuevas posibilidades y dilemas en lo que hace a categorías de
parentesco e identidades familiares existentes"...(Giddens, A. P31).

Mas allá del acceso a estas nuevas modalidades de la maternidad a reducidos sectores de la
población, la difusión y el conocimiento de estas cuestiones también impactan a la visión de la
familia que se tiene desde el todo social.

Además comienzan a observarse estos indicios de una nueva visión de la familia en el mundo
jurídico "... en algunos estados norteamericanos, las madres son condenadas por la justicia por
haberse drogado durante el embarazo..."(Lipovetsky, G. p.168). Desde la perspectiva de la
irrupción del matrifocalismo, la crisis de la familia tendría según Alicia Stolkiner dos facetas, una de
ellas sería la disrrupción que se produce a partir de la transformación de la familia patriarcal hacia
otra forma en la que varían las atribuciones de género,y la distribución del poder, en segundo
lugar, se observarían nuevas formas, que muestran cierta tendencia a la labilización. (Stolkiner, A.
pp11/12).

Así nos encontraríamos frente una nueva dimensión de la familia, que se estaría creando a partir
de nuevos consensos, estos se relacionarían mas con los derechos que con los
deberes "circunstancia que la ubica en forma muy diferente a los ideales modernos que le
dieron forma".

Pero, toda estas cuestiones se dan dentro de una situación socioestructural compleja y signada
por fuertes desigualdades que impactan de manera relevante en la esfera de la familia. ¿Cómo
pueden los padres de los sectores excluídos de la sociedad hacer cumplir estos nuevos deberes de
ellos para con los hijos?. ¿No serán estas nuevas cuestiones las que se nos presentan en la práctica
de las disciplinas que intervienen en lo social, presentadas en términos de conflictos y nuevos
padecimientos?. Pero más allá de la posible cuestión de la inversión de deberes y derechos, las
nuevas problemáticas sociales también nos muestran las significativas dificultades de las
estructuras familiares en cuanto a la trasmisión de códigos, valores, patrones culturales, en
definitiva de formas constitutivas de la identidad.

Algunos autores definen como significativa problemática social actual a lo que denominan
el "malestar identitario". De esta forma el hecho de formar parte de una familia clásica, implicaba
una serie de cuestiones constitutivas de la identidad... "La pertenencia a una estructura familiar
clásica, en efecto ofrecía un punto de equilibrio al individuo, al mismo tiempo que lo insertaba
en un espacio de sostén social y redistribución económica; también le recordaba que el mundo
no empezaba con el, que estaba incluído en una genealogía, es decir en una historia, que le
brindaba un punto de apoyo y referencia. La reducción creciente de la familia a un espacio
contractual y la desposeción discreta de esta unión tranquilizante con los otros, que
representaban el vínculo de la filiación y la manifestación de la cadena de las generaciones,
contribuyen también a agravar la poderosa sensación moderna de inseguridad"...(Fitussi, J.P/
Rrosanvalllon P.pp.47/48)

Así, la irrupción del matrifocalismo, la pérdida o disminución de reciprocidades e intercambios, la


caída de los sostenes clásicos de contención social, tanto estatales como comunitarios, la crisis de
los relatos explicativos, el deterioro económico social, las dificultades para recodificar lo nuevo
(que se presenta como incierto), el deterioro de los vínculos solidarios, etc, muestran tanto
dificultades, como también posibles nuevas vías de intervención para las prácticas que operan en
lo social.

A su vez, la existencia de nuevos papeles para los hijos, los cónyuges y los padres, se presentan
como necesarios desafíos para las instituciones o las prácticas.

Estas circunstancias, pueden observarse hoy en el ámbito de la justicia de menores por ejemplo,
donde se entrecruzan, los factores familiares, los propios déficits institucionales, y la crisis de
legitimidad de éstos en cuanto a como son visualizados por gran parte de la población.

Así, existe cierto nivel de percepción tanto por parte de los usuarios de las políticas sociales, como
así también de quienes las administran a través de la gestión de recursos, que la aplicación de
planes y programas sociales o de salud, generan nuevas significaciones en el tejido social, a veces
en forma de ruptura.

A su vez los dispositivos clásicos que vinculaban a la familia con las políticas sociales, hoy están en
franca retirada. El salario familiar, los subsidios por nacimiento o adopción, la ayuda escolar, los
planes de vivienda, las coberturas sociales, las políticas en educación, recreación, cultura, salud,
etc., en su deterioro, nos indican inconvenientes claros en cuanto a las intervenciones clásicas del
Estado en lo social. No sólo muestran su aspecto de intervenciones residuales y disminuidas, a
partir de la falta de recursos, sino también marcan cierta crisis de sentidos en cuanto a la validez
de las intervenciones.

La crisis de los recursos del Estado, trajo como consecuencia, por ejemplo, que las programaciones
en los históricos planes de salud materno infantil, se relacionen fuertemente con los medios con
los que se cuenta, pero en especial, en la actualidad, existe una clara situación de incertidumbre
frente a éstos. En muchos casos se inician programas y planes sin la certeza de la continuidad de
los recursos que se van a aplicar, circunstancia que es percibida, tanto por los usuarios como por
los administradores de políticas públicas. En otros, la aparición de determinadas partidas
presupuestarias o de diferentes recursos se presenta como el motivo iniciador de la actividad,
invirtiéndose de esta manera la lógica constitutiva de los programas y planes de salud o acción
social.

En síntesis, los recursos, ya no son lo que fueron y este cambio implica la posible existencia de
nuevas formas de construcción en el imaginario social de nuevos posicionamientos y
subjetividades frente a éstos.

A todas estas cuestiones, es necesario agregarle la de la aparición de la "cultura de la


sobrevivencia" como estrategia de enfrentamiento a las dificultades básicas de la vida cotidiana,
hecho que marca nuevos lugares y sentidos dentro de la propia estructura de la familia, en
especial en los sectores excluidos de la sociedad.

En otras palabras, el trabajo de los niños, la crisis de la escuela, el desempleo en la esfera del
padre, el trabajo de la madre, todo esto en situaciones de gran precariedad, muestran fuertes
influencias en la estructura familiar clásica.

A su vez, la estructura clásica de la familia se muestra impactada a partir de las nuevas situaciones
de vulnerabilidad y desafiliación social. Así, la estructura familiar de los denominados "nuevos
pobres", también sufre los embates de la nueva cuestión social y la falta de dispositivos concretos
de contención o si se quiere de socialización. En otras palabras, el impacto del desempleo, por
ejemplo, en la estructura familiar, es fuertemente significativo y aparece en gran parte de la
demanda hacia los servicios sociales, tanto en el campo de la acción social como el de la salud.

En síntesis, la familia como institución se encuentra atravesada por una serie de nuevas cuestiones
de orden social, económico, político e histórico. La familia es una realidad no homogénea, en
relación a la compresión y explicación de mundo, intereses, proyectos, etc. de cada uno de sus
integrantes. La crisis del modelo de familia "moderna" justificada y organizada en base a la
supremacía patriarcal, sufre una serie de modificaciones que son producto de la crisis
socioeconómica y de la asunción de nuevos papeles por parte de la mujer y los niños en la
sociedad. Pero, al interior de la familia se reproduce la crisis societal en términos de sus
expresiones si se quiere sintomáticas, conflictos graves, situaciones de violencia,
desmembramiento de vínculos, situaciones de abandono, maltrato, etc.

En definitiva, la crisis de legitimidad y representación llega a la esfera de la familia, mostrando uno


de los planos posibles de análisis, poniéndose en cuestión a los actores y papeles atribuidos.

Pero, por otro lado, la crisis de legitimidad y representación también impacta en la esfera de las
prácticas y las instituciones. Estas cuestiones pueden ser útiles en cuento direccionar los
interrogantes
hacia una serie de nuevos temas en relación a la lectura de la Familia, en la perspectiva que ya no
se nos presenta como una estructura invariante y claramente establecida en cuanto a roles y
funciones. Además, la emergencia de la "nueva cuestión social", en cuanto a mas y novedosas
formas de demanda o de impacto de las problemáticas sociales actuales, muestra la necesidad de
interrogar a las prácticas que intervienen en lo social en general y en el espacio de la familia en
particular.

La Familia como "lugar" de intervención en lo social, implica en la actualidad una nueva serie de


interrogantes.

En principio, a partir de la crisis de las instituciones y las prácticas, sumada a la emergencia de


la "nueva cuestión social", surge la necesidad de una mirada hacia la cuestión signada tal vez, por
lo singular y heterogéneo del abordaje desde lo social. La apelación a la singularidad implica por
un lado intentar acceder al impacto de las cuestiones macrosociales en la esfera de la familia y de
sus componentes, en la perspectiva de lo posiblemente heterogéneo de éstas.

Desde las Políticas Sociales, significaría la necesidad de intentar acceder a estos fuertes cambios
en las significaciones de la estructura de la Familia, las Instituciones y las Prácticas que intervienen
sobre ella, teniendo en cuenta tanto la cara material como simbólica de las acciones que se llevan
adelante.

Una posible vía de entrada tanto para el sentido de las Políticas Sociales como para la intervención
en lo social, pasaría por la cuestión de la identidad. La identidad, es la articulación con el pasado y
su posible proyección al futuro. Socialmente, la identidad personal se relaciona con identidades
más amplias. En otras palabras, las acciones del Estado en cuanto a su relación con la familia y los
diferentes problemas de reproducción cotidiana, muestran nuevos espacios de intervención en la
perspectiva de resignificar el impacto de la nueva cuestión social en tanto a su expresión macro y
microsocial. A su vez se hace necesario construir categorías conceptuales que sirvan para acceder
en profundidad estos nuevos padecimientos.

Así una Política Social que intenta intervenir en lo social debería orientarse hacia una
reconstitución de aquello que la crisis fragmentó. No en términos de volver a los ideales
constitutivos modernos de la familia , sino teniendo en cuenta su diversidad, sus características
culturales, históricas y sociales.

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