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EL PANADERO

Hubo una vez en un pequeño pueblo un panadero muy famoso; se


levantaba muy temprano cada madrugada para encender su horno y
preparar la masa. La gente se despertaba con el dulce aroma que
entraba por sus ventanas y venían tan solo para tener la oportunidad de
llevarse una pieza de pan.

El hombre vendía cada vez más y gracias a esto podía darle a su familia
una buena vida. Viendo el éxito que tenía y aprovechando que a veces no
se daba abasto para surtir tantos pedidos, uno de sus vecinos abrió
también una panadería. Los primeros días regaló a la gente pruebas
gratis de sus productos, hizo promociones, etc. Pero las personas
preferían esperar por el otro panadero. Entonces el vecino empezó a
espiar al panadero para ver como preparaba el pan, y así copiarlo.

Pero cada cosa que intentaba fracasaba. El hombre empezó a renegar de


su suerte, se había endeudado mucho para poder abrir ese negocio y
además consumía tanto su tiempo que tuvo que abandonar su trabajo de
años, estaba en realidad frustrado, pues pronto su panadería cerró, y al
primer panadero le iba aún mejor.

Se deshizo pensando en que había fallado, pero las cosas en realidad


eran sencillas y es que el panadero realmente amaba lo que hacía, jamás
lo hizo con la intensión de ser rico; desde muy pequeño descubrió su
vocación, sabía lo que quería al crecer y luchó por ello, para él no se
trataba de un trabajo, sino de compartir con los demás algo que le
gustaba. Ponía amor en todo lo que hacía, porque estaba
verdaderamente feliz.

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