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Había una vez un pequeño ratón llamado Remy que vivía en un agujero en la pared de una

panadería en un pequeño pueblo de Perú. Remy era un ratón muy especial, no solo porque
era más inteligente que los demás ratones, sino también porque tenía un amor inmenso por
el pan.

Cada noche, cuando la panadería estaba cerrada, Remy salía de su agujero y se


aventuraba en la tienda, deleitándose con los restos de pan que quedaban. Pero un día,
Remy notó que la panadería estaba en problemas. El panadero estaba triste porque su pan
no se vendía.

Remy, que amaba tanto el pan y la panadería, decidió ayudar. Usó su inteligencia para
crear nuevas recetas, mezclando diferentes tipos de harina y semillas que encontraba en la
tienda. Cada noche, dejaba un pedazo de su nuevo pan para que el panadero lo encontrara
por la mañana.

Al principio, el panadero estaba confundido, pero después de probar el delicioso pan,


decidió venderlo. Para su sorpresa, el pan fue un éxito y la panadería volvió a florecer.

El panadero nunca supo que fue el pequeño ratón quien salvó su negocio, pero Remy no
necesitaba reconocimiento. Estaba feliz de poder ayudar y de que su amado pan se
vendiera una vez más.

Y así, Remy continuó viviendo en su pequeño agujero en la panadería, siempre listo para
ayudar en caso de que la panadería volviera a tener problemas. Y vivieron felices y
comieron pan. 🍞

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