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Ensayo N2 Sociedad y políticas de la Salud

Raimundo Manzur Rabajille

2) Respecto a la lucha contra el consumo de tabaco en Chile y la participación de los medios de


comunicación, profesionales y el Estado ¿cómo definiría el protagonismo de cada uno de esos
actores? ¿Qué elemento(s) de esa experiencia rescataría usted para diseñar una política que atienda
un problema de salud actual?

En un tema tan complicado como es el tabaco y la consecuente adicción que ello provoca en sus
consumidores, la lucha para combatirlo ha sido promocionada y tomada por diversos agentes que, con
el pasar de los años, han logrado calar hondo en la sociedad civil, haciendo que el consumo de dicha
planta haya bajado considerablemente. En el presente ensayo haremos un análisis de los principales
agentes involucrados y la eficacia que tuvieron.

Primero, podemos considerar (siguiendo el orden del texto) a los profesionales de la salud y científicos.
Su rol es muy importante en esta lucha puesto que ¿quién mejor que ellos puede saber el efecto nocivo
de algo sobre nuestro cuerpo? Desde el siglo XIX ya se puede ver una opinión cada vez más uniformada
acerca de lo negativo del consumo de tabaco, sobre todo a través de revistas médicas y congresos de
especialistas, en donde se van revelando los nuevos hallazgos en cuanto a los efectos del tabaquismo.
Todo esto, si bien no estuvo exento de críticas y costó tener una opinión pacifica con respecto al tabaco,
sirvió ya que de a poco se fue convenciendo a la sociedad civil (y sobre todo a los políticos) de por qué
debían dejar de fumar, por su propio bien y el de la sociedad.

Digo que no estuvo exento de críticas ya que por muchos años costó que el mismo mundo científico y
médico se convenciera a sí mismo de los efectos negativos del tabaco. Esto se debe a muchas causas,
entre las que destacan las razones culturales (el tabaquismo estaba muy arraigado en la sociedad) y
diversos “estudios” (algunos incluso pagados por las propias tabacaleras) que avalaban el uso del tabaco
por sus presuntos efectos positivos. A esto hay que sumarle que si bien había campaña e investigación
en contra del tabaco, paralelamente había (y todavía hay) un fuerte lobby de las empresas del tabaco
(British Tobacco entre otras) para evitar que sigan restringiendo su negocio aún más. Esto último lo
podemos ver en la película “Thank you for smoking” que precisamente trata de un lobista del tabaco en
el congreso norteamericano.

Es esencial que los profesionales de la salud y las ciencias se sumen a la campaña en contra del
tabaquismo, ya que si ellos no son agentes activos en la lucha, difícilmente se convencerá a la población
común y corriente de que fumar está mal. Así como en temas de construcción la opinión de un
arquitecto o un ingeniero es sumamente importante y por lo general la gente los escucha, en materia de
salud la opinión de un médico es de vital importancia. Es por esta razón que su aporte en esta campaña
es más que necesaria.
Por otro lado tenemos a los medios de comunicación, cuyo rol ha sido sumamente importante no sólo
en la lucha contra el tabaco, sino que también en la creación del problema. Es de público conocimiento
que los medios de comunicación influencian a la gente (uno de sus roles más importantes), ya sea
imponiendo modas (rol que cumplen con la publicidad explicita pero también con los “ad placements”
(publicidad implícita en programas y películas)), cambiando la forma de pensar de la gente (campañas
de concientización) o haciendo que actúen de determinada manera. Es por esto que mucho de lo que
hace la gente se debe precisamente a los medios de comunicación y el rol que cumplen influenciando a
la gente.

En este sentido, en un comienzo podemos darnos cuenta (es cosa de ver cualquier película, serie o
publicidad previa a los años 60’s) como el tabaquismo estaba completamente arraigado en el mundo de
los medios de comunicación, no hay afiche ni personaje que no esté fumando. Las actrices consideradas
bellas o “sexys” por la industria cinematográfica eran siempre grabadas con un cigarrillo (que podía
tener boquillas extravagantemente largas o ser cigarrillos ultra delgados que eran considerados más
“femeninos”) al igual que los “machos” de las películas, que mientras más fumaban, más masculinos se
veían (es cosa de ver cintas de Clint Eastwood). ¿Qué nos dice esto? Que los medios de comunicación
volvieron el fumar una moda, para ser femenina había que fumar cigarrillos enrolados extra delgados y
así parecerse a Elisabeth Taylor, o que para ser un hombre había que fumar Marlboro Red como Clint
Eastwood. Esto puede responder a varias cosas, entre un esfuerzo deliberado por incluir ciertas marcas
notoriamente en las grabaciones y afiches por un tema comercial acordado previamente (como el incluir
botellas de Coca-Cola en las escenas) o simplemente porque al ser un componente característico de la
sociedad, era inevitable que los medios al tratar de recrear la vida del día a día en sus pantallas,
incluyera todo lo que la vida cotidiana tenía (lo que incluía fumar bastante). Esta última es la razón de
porque en las películas modernas que están ambientadas en los años 40-60, todos fumen, no como una
forma de promover que se fume en la actualidad, sino que para que se vea más creíble.

Siguiendo la misma lógica pero de modo inverso, así como los medios aportaron a la masificación del
consumo de tabaco, también tienen mucho que ver con su erradicación. Así como hicieron el fumar algo
atractivo y “sexy” en otros tiempos, últimamente han cambiado el paradigma cultural y ahora la gente
asocia al fumador como desagradable, problemas de salud, mal olor (olor a cenicero), dientes y dedos
amarillos, tos, etc. Hace tiempo que dejó de verse atractivo. El efecto que esto ha tenido ha sido
gigantesco, primero entre los que fuman, ya que de a poco van quedando menos personas con quien
compartir el vicio (el componente social es sumamente importante entre los fumadores) y entre los que
no fuman también, ya que si antes muchos comenzaban a fumar por moda, hoy lentamente han dejado
de hacerlo, ya que no le ven el “atractivo” con empezar a fumar.

Además, los medios de comunicación cumplen otro rol muy importante en esta batalla, ya que son el
canal a través del cual se puede traspasar los conocimientos científicos a la sociedad civil. De nada
serviría que los médicos y científicos hicieran estudios y publicaciones sobre los efectos nocivos del
tabaco si no hubiera medios de comunicación encargados de hacer llegar esa información a la población.
La gente común y corriente no anda por la vida leyendo revistas médicas y asistiendo a congresos de la
salud, por lo que los medios de comunicación son vitales para que la información ahí divulgada llegue a
la población y tenga los efectos que se quieren. De nada nos sirve gastar millones de pesos en
investigaciones cuyos resultados no van a salir de las cuatro paredes del mundo médico.
Finalmente está el Estado, que desde los albores de la república ha estado involucrado de una u otra
manera en la industria del tabaco. En un comienzo, regulando su estanco (monopolio), además de
cobrar impuestos a su producción y comercialización y finalmente regulando los espacios para
fumadores y su venta. Todo esto, al igual que toda política pública tiene partes efectivas y otras no
tanto. A mi parecer, las medidas del Estado en materia de tabaquismo debiesen separarse en tres
ámbitos, primero el tema de los impuestos, luego el tema de la concientización y finalmente el tema de
su acceso (del tabaco) a la población.

En primer lugar, en cuanto a impuestos, la producción y el consumo de tabaco siempre se ha visto como
un mercado lucrativo tanto para el productor, para la población (ya que las plantaciones crean empleos)
y para el Fisco (producto de los impuestos). Esto podemos verlo en la tesis de Alfredo Ide Avaria. La idea
de poner impuestos al consumo de tabaco tiene una doble razón, primero desincentivar el consumo de
cigarrillos siguiendo la lógica de la oferta y demanda (a mayor precio, menor demanda). El problema con
esta medida es que está demostrado que el tabaco es un bien económicamente inelástico, por lo que
aumentar su precio no es una buena política si el fin querido es disminuir su consumo (inelasticidad
implica que un cambio en el precio se traduce en un cambio menor en la demanda). Y segundo, palear
de alguna manera los gastos que el tabaquismo produce al Estado en la forma de tratamientos médicos
a esos fumadores que de no fumar no necesitaría tratamiento. Es decir, se les cobra más ya que al fumar
se aumentan las posibilidades de contraer ciertas enfermedades que serán un costo para el Estado en el
futuro y por ende necesita más fondos para poder palearlos (hipótesis que se cae en el sistema privado
de salud).

Por estas razones, creo que esta medida en particular no sólo es poco efectiva, sino que
contraproducente. Subir el precio del tabaco no hará que la gente fume menos (o al menos no en el
mismo porcentaje que el aumento de precio), sino que hará que la gente pase a gastar más dinero en
cigarros, o se cambie a marcas más baratas o compre en el mercado negro marcas importadas sin sellos
(como se ve en las ferias ambulantes). El problema con esto (y el por qué creo que es una medida
contraproducente) es que al cambiarse a marcas más baratas de cigarros, bajan la calidad del producto y
por ende comienzan a ingerir más tóxicos que antes (cigarros más económicos son los con mayores
toxinas) lo que aumenta aún más el riesgo de enfermedades derivadas del tabaquismo. En cuanto a la
recaudación de impuestos, el Estado si se ve beneficiado por estas alzas considerables de los precios del
tabaco, pero sólo hasta cierto punto, ya que el aumento ha sido tan grande, que mucha gente ha
decidido comprar cigarrillos en ferias (y por ende libres de impuestos, de manera ilegal) o tabaco de liar,
comprado en el extranjero (libre de impuestos) o comprado a gente que lo trae de afuera (de nuevo,
libre de impuestos hasta 500gr por persona).

En cuanto al segundo grupo de medidas, la concientización, creo que el Estado tiene un rol fundamental
en la lucha contra el tabaquismo, lucha que comparte en este ámbito con los medios de comunicación.
Es el Estado el mayor promotor de campañas contra el tabaquismo y se vale de todos los medios para
hacer llegar el mensaje. Es así como trabaja en conjunto con los medios para esparcir el mensaje, pero
no se detiene ahí, ocupa todos los medios a su alcance, incluso las propias cajetillas y envases de tabaco
que por ley deben llevar las advertencias y mensajes que el ministerio de salud diseñe. Además, al ser el
Estado el que diseña el plan de educación para todos los colegios de Chile (incluso a los privados),
aprovecha dicha instancia para promover la campaña antitabaco en los planes de estudio de los jóvenes,
evitando que ellos entren en el vicio desde una temprana edad. Esto es muy importante, ya que si los
adultos fuman (y por ende dejan un ejemplo para los jóvenes), la única forma de hacer que los jóvenes
imiten las conductas de sus padres, es mostrarle los efectos nocivos de fumar, lograr que sea poco
apetecible, al punto que lleguen a juzgar a sus padres e incluso presionarlos para que ellos deje de
fumar (una doble campaña muy efectiva, ya que si ataca tanto el tabaquismo juvenil como adulto).

Finalmente, en cuanto a restringir el acceso al tabaco, el Estado también tiene un rol importante y
protagonista. Esta, creo yo, es una de las medidas más efectivas contra el consumo de tabaco.
Antiguamente fumar era cosa de todo momento, en el cine, en la micro, en la calle, salas de clases,
restaurantes y discoteques, por lo que uno podía, si quería, fumar en toda instancia del día a día. A
medida que las leyes fueron volviéndose más estrictas, los espacios destinados para fumar (y por ende,
los momentos en que se podía fumar sin problema) eran cada vez menores. Esto es una medida muy
efectiva contra el consumo por una simple razón, mientras más fácil sea fumar, más se fumará. Por
ejemplo, cuando se podía fumar en el interior de un restaurant, la gente esperando su comida podía
fumarse varios cigarros en el intertanto, mientras que ahora, que tiene que salir a fumar afuera,
probamente se aguante hasta finalizar la comida. Esta restricción por ende logró que ese fumador no
fumara los cinco cigarrillos que habría fumado esperando la comida. Lo mismo sucede en bares, oficinas,
e incluso discoteques, donde ahora hay que salir a fumar afuera, haciendo que la gente ya no baile (o no
debiese) con un cigarro constantemente en las manos.

A esto hay que sumarle la restricción a su venta, abordando tanto a quienes vender (sólo mayores de
18), a cuanto vender (precios estandarizados), quienes venden (sólo establecimientos autorizados) y
cómo vender (se prohíbe venta por unidad/ “sueltos” (para los cigarrillos), se prohíbe su publicidad y las
cajas deben llevar mensaje de advertencia sobre efectos nocivos). Todas estas medidas hacen que el
comprar cigarros se vuelva más engorroso, desincentivando que la gente fume. Esta por si sola puede no
ser una medida tan efectiva, pero si le sumamos el aumento de precio, restricciones a donde poder
fumar y un trámite engorroso para su compra, hacen que lentamente la gente deje de ver el cigarro
como algo atractivo y comprenda que consumir tabaco no le trae nada bueno. Por poner un ejemplo, si
antes yo podía comprar cigarrillos por unidad en plena calle y fumarlo en la fila del banco, claramente
no lo pensaría dos veces y lo haría, mientras que ahora, que si o si tengo que comprar la cajetilla
completa (y por ende desembolsar una gran suma de dinero) y tengo que estar afuera mientras la fumo,
ya no se ve como tan atractivo y por ende probablemente no la compre.

Para un problema de salud actual, habría que distinguir que problema estamos atajando en específico. Si
es, por ejemplo, el tema del sobrepeso y obesidad, claramente el tema de la concientización es
importante, pero también se pueden ocupar las lógicas de la oferta y demanda y de restringir/ampliar el
acceso a ciertos bienes para combatirla, por ejemplo aumentando el impuesto a bienes poco sanos o
liberando impuestos a bienes saludables, además de aumentar la oferta de bienes saludables y de
lugares de deporte, todo esto para que comer y vivir sano deje de ser caro (no se le puede exigir a una
persona que gana el sueldo mínimo que lleve una dieta balanceada cuando sólo le alcanza para
tallarines, arroz y pan). En Otro caso, como el alza de VIH, la concientización tiene un rol aún más
importante, pero también aumentar el acceso a test rápido, gratuito y confidencial para detectarlo
prontamente (siguiendo la lógica de oferta y demanda y de aumentar/restringir el acceso).

Como conclusión, podemos decir que estos tres ámbitos (profesionales, medios de comunicación y
Estado) tiene un rol protagónico en la lucha contra el tabaquismo, todos desde sus campos de acción
pero con un deber de actuar en conjunto, ya que como dijimos anteriormente, los componentes
culturales tan afianzados como el tabaquismo, que se traspasa de generación en generación sólo puede
ser combatido con una campaña coordinada e inteligente que vuelvan esta conducta en algo tan
negativo que la gente lo corte de raíz. Recordemos que estamos combatiendo un mal que no sólo tiene
arrastre cultural, sino que físicamente la gente que lo consume se siente atraída a ella, por lo que
convencerlos de dejarlo es un trabajo aún más difícil.

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