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SOLA FIDE – SOLUS CHRISTUS

La calamidad más grande que pudiera llegarle a un hombre no es la pobreza, ni la muerte, ni el sufrimiento, ni
la cárcel. Su necesidad más urgente no es el quitar cualquier de estos males o todos. Su insoportable
maldición consiste en que es por naturaleza un hijo de ira (Ef. 2:3). No tiene paz (Is. 48:22), sino una horrenda
expectación de juicio (Heb. 9:27), de tal forma que ni siquiera puede gozar plenamente de las bendiciones
naturales que Dios derrama sobre él. Lo que necesita más que ninguna cosa es que su culpabilidad le sea
quitada. ¿Cómo puede un hombre ser justo delante de Dios? (Job 9:2; 25:4); esta es una pregunta que requiere
respuesta.

Intro: Después de haber manifestado su asombro por la aparente apostasía de los gálatas, defendido su
ministerio apostólico y el mensaje que predicaba, Pablo, al final de la sección vista anteriormente (Gálatas
2:16-21), deja en claro el corazón del argumento que el desarrolla en toda la carta a los gálatas, a saber: El
hombre, quien quiera que sea, solo puede ser declarado justo ante Dios, por medio de la fe en la persona y
obra suficiente del Señor Jesús. La doctrina de la justificación solamente por fe en la suficiencia de la persona
y obra salvífica de Cristo, se encuentra en el corazón mismo del evangelio. Esta verdad es innegociable, sin ella
no hay evangelio. Toda la carta expondrá la importancia de la doctrina de la justificación solamente por la fe
de muchas maneras, y eso se debe a la exclusividad que esta verdad confiere al mensaje del evangelio. Como
dijo Martin Lutero: La doctrina de la justificación por la fe sola es el punto sobre el cual la iglesia se mantiene
de pie o cae.

Los capítulos 3 y 4 comprenden una sola sección, en la que Pablo expone la solidez de esta doctrina
ayudándose de 4 ilustraciones. En esta sección veremos como Pablo combate el error de intentar auto
justificarse ante Dios por el esfuerzo humano, y como él se esfuerza en corregir el rumbo de las iglesias en
Galácia. Esta vez no centraremos en la primera ilustración, en la cual Pablo usa al creyente Abraham, el padre
del pueblo judío, como un vivo ejemplo de la justificación por la fe. A través de estas ilustraciones la palabra
de Dios nos responde a la pregunta enunciada desde los tiempos antiguos por Job - ¿Cómo puede un hombre
ser justo delante de Dios? Job 9:2.

Encontramos esta ilustración estructurada de la siguiente manera:


 3: 1-5 Un breve reproche, seguido de unas pocas preguntas introductorias que tienen por objetivo
descubrir el absurdo del pensamiento judaizante, de justificarse ante Dios por medio de sus “buenas obras”.
 3: 6-9 La promesa de la justificación solamente por la fe. El evangelio fue anunciado y pactado
antes de que la ley fuera dada.
 3: 10 -12 Todos, sin acepción de persona, por la ley están bajo maldición. Todos han transgredido
la ley de incontables maneras, de incontables formas, por eso son dignos del castigo eterno.
 3: 13-14 La suficiencia de la obra vicaria de Cristo: Todos los que creen, sin acepción de persona,
por la obra vicaria de Cristo son libres de la maldición de la Ley, y reciben la promesa del Espíritu Santo.

Lectura del texto – Gálatas 3:1-14


¡Oh, gálatas insensatos! La palabra en el original señala tanto a una actitud del corazón como a una cualidad
de la mente. Pero no se refiere a la brusquedad sino al descuido pecaminoso de no usar la mente o la
capacidad mental para sacar el mejor provecho. Al prestar oído a los argumentos de los legalistas, los gálatas
no fueron lerdos sino irreflexivos, no fueron ignorantes sino insensatos, no fueron estúpidos sino necios. ¿Y
no es necio el que cambia la verdad de Dios por la mentira de Satanás, la paz por la intranquilidad, la certeza
por la duda, el gozo por el temor, y la libertad por la esclavitud?

Thomas Brooks dijo: Recuerda, no es leer por encima, sino meditar seriamente en las verdades sagradas y
celestiales, dulces y beneficiosas para el alma. No es el toque de una abeja en la flor, que liba miel sin estar
largo tiempo en la flor sacando de ella su dulzor. No es quien lee más, sino quien medita más, quien será el
cristiano más dulce, sabio y fuerte”.

Preguntas que traen a flote el absurdo del legalismo


1
¿Quién os ha fascinado – hechizado, a vosotros, ante cuyos ojos Jesucristo fue presentado
públicamente como crucificado? (Conexión al evangelio mediante énfasis en la crucifixión. ¿Qué aspecto
especifico de la redención se hizo visible en la crucifixión? La ira de Dios castigando en Cristo los pecados de
los hombres y aceptando como suficiente su sacrificio vicario.) Esto es lo único que quiero averiguar de
vosotros: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?  ¿Tan insensatos sois? Habiendo
comenzado por el Espíritu, ¿vais a terminar ahora por la carne?  ¿Habéis padecido (experimentado) tantas
cosas en vano? ¡Si es que en realidad fue en vano!  (…) Habéis padecido - Se sugiere que se trata de la
persecución - Hechos 14 – persecución en Listra e Iconio – Galácia del sur, aun que también se puede
entender como, “habéis experimentado”, lo que apunta a la experiencia personal que los gálatas habían
tenido, en cuanto al poder transformador, y los milagros obrados por el Espíritu Santo entre ellos, sea como
sea, esta expresión es una alusión a experiencias concretas y personales vividas por las Iglesias en Galácia a
raíz de haber creído en el evangelio de Cristo. 5Aquel (Dios), pues, que os suministra el Espíritu y hace
milagros entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley o por el oír con fe? «Suministra el Espíritu» se puede
entender de forma más amplia como «suministra liberalmente». Dios el Padre suministra liberalmente el
Espíritu, y por el Espíritu obra en vosotros poderes sobrenaturales (que no deben restringirse a milagros
visibles sino que deben ser aplicados más ampliamente al poder espiritual).

¿Cuál es el absurdo? Pablo contrasta la carne y el Espíritu, la ley y la fe. El absurdo es haber abandonado el
que los llamó por la Gracia de Cristo para ahora intentar perfeccionar sus vidas por el esfuerzo de la carne.
Gálatas 1:6, 3:1 ¿Dios empezó su obra e vuestras vidas a causa de vuestra obediencia a la ley o por el creer al
mensaje del Cristo quien crucificado por los para pagar el pecado de todos que creen en Él?

El ejemplo de Abraham el Creyente, en Cristo Jesús la bendición de Abraham vino a los gentiles
6
Así Abraham CREYÓ A DIOS Y LE FUE CONTADO COMO JUSTICIA . Por consiguiente, sabed que los que son de fe, éstos
son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles  por la fe, anunció de
antemano las buenas nuevas a Abraham, diciendo: EN TI SERÁN BENDITAS TODAS LAS NACIONES (justificaría a los
gentiles). Así que, los que son de fe (son de la fe o creen) son bendecidos con Abraham, el creyente. 
Con usar a Abraham como ejemplo, Pablo quiere deshace la idea de la raza superior judía. Pablo demuestra
que el mismo Abraham fue justificado por creen la promesa, y no por cumplir la ley. Ellos se jactaban del
hecho de descender de Abraham, de tener una marca en su cuerpo, la circuncisión, que les distinguía como
pueblo escogido, pueblo de Dios, y Pablo demuestra que los que creen en Cristo y en su suficiencia, al igual
que Abraham, estos son justificados ante Dios. Vayamos a Génesis y leamos el registro de esta buena noticia
que Dios prometió Abraham, y su actitud de confianza en Dios, y su consecuente justificación.

Génesis 12.1-3, 15: 6 – El SEÑOR le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la
tierra que te mostraré. 2 »Haré de ti una nación grande,     y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una
bendición. 3 Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán
bendecidas todas las familias de la tierra!» 15: 6 Y Abraham creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.

Cierta vez los judío disputaron con Jesús sobre ello Juan 8:37-41. Ellos se apoyaban en su religión nacional, en
su raza – eran el pueblo escogido – el pueblo de la promesa, se confiaban en sus tradiciones y en el
cumplimiento de ritos religiosos y de la ley. Ellos consideraban a las demás naciones como inmundas, como
esclavos del pecado, como hijos del diablo, y a ellos mismos como hijos de Dios. Estas ideas fueron sembradas
entre las Iglesia de Galácia y habían germinado, de modo que muchos estaban dejando de confiar solamente
en Cristo para su salvación, y estaban adoptando las ideas de los conocidos judaizantes. El primer paso de
Pablo fue entonces usar a Abraham mismo como ejemplo de justificación por la fe solamente.

Todos, sin acepción de persona, por la ley están bajo maldición:


10
Porque todos los que son de las obras de la ley (se apoyan, confían en las obras de la ley para su
justificación) están bajo maldición, pues escrito está: MALDITO TODO EL QUE NO PERMANECE EN TODAS LAS COSAS
ESCRITAS EN EL LIBRO DE LA LEY, PARA HACERLAS .  Y que nadie es justificado ante Dios por la ley es evidente,
porque EL JUSTO VIVIRÁ POR LA FE. Sin embargo, la ley no es de fe (la ley no viene de la esperanza, no se
caracteriza por esperar en otro); al contrario, EL QUE LAS HACE, VIVIRÁ POR ELLAS (El que lo logra, el que logre vivir
perfectamente en obediencia y conformidad a la ley de Dios, este vivirá). Todos han transgredido la ley de
incontables maneras, de incontables formas, por ello todos, judío y gentiles, son, por lo tanto, dignos del
castigo eterno, están bajo maldición.

Tanto judíos como gentiles, todos quebrantan continuamente los dos grandes mandamiento: Amar a Dios
sobre todas la cosas, y al prójimo como a uno mismo… Siendo la ley una muestra de la justicia de Dios, todos
nosotros somos encontrados torcidos, desviados, inconformes al carácter justo de Dios, cuando somos puesto
lado a lado a su ley, para que seamos por ella medidos… Nadie puede cumplir toda la ley, todos están bajo
maldición.
La suficiencia de la obra vicaria de Cristo:
13
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros (porque escrito
está: MALDITO TODO EL QUE CUELGA DE UN MADERO),  a fin de que en Cristo Jesús la bendición de Abraham viniera a
los gentiles, para que recibiéramos la promesa del Espíritu mediante la fe. Todos los que creen, sin acepción
de persona, por la obra vicaria de Cristo son libres de la maldición de la Ley, y reciben la promesa del Espíritu.
El tomó nuestro lugar, y nos colocó en su lugar – por ello todos los que cree son declarados justos ante Dios.
De la misma manera que Dios proveyó un cordero para ser sacrificado en lugar de Isaac, demandado por Dios
mismo, Cristo fue enviado por el Padre, la simiente prometida, para tomar nuestro lugar y morir para pagar la
deuda de nuestros pecados. Mediante este sacrificio vicario, todos los que creen, y solamente los que creen
en su suficiencia vicaria, son bendecidos, son declarados rectos ante Dios. Los que creen, por la redención de
Cristo, reciben la marca, no en la carne, sino en el corazón por el Espíritu Romanos 2:28-29.

Conclusión:

Hay mucho en común entre nosotros y los gálatas. Somos gentiles como ellos, no somos descendientes
biológicos de Abraham, por lo tanto, si los judaizantes tuvieran razón, nosotros tendríamos que someternos a
cumplir la ley y los ritos de la tradición judía para ser declarados justos ante Dios y ser añadidos al pueblo de
Dios. Lo que no es necesario, ya que los que creen en la promesa son los que son Justificados ante Dios. En
cuanto a la insensatez de los gálatas, somos iguales que ellos en nuestra tendencia necia de intentar
justificarnos ante Dios y ante los hombres, mediante nuestra autopromoción, que puede travestirse de piedad
religiosa, celo doctrinal, u honra a las tradiciones de nuestros antepasados.
Seas quien seas, eres digno de ser condenado bajo el terror de la maldición de la ley, y la Justísima ira de
Dios. Seas quien seas, si confías en la obra redentora de Cristo, la obra de sustitución llevada a cabo por
Cristo, como tu única esperanza de ser declarado justo ante el Justísimo Dios, serás declarado recto – justo
ante Dios, solamente por confiar en la eficacia y suficiencia de Cristo.
La fe, a diferencia de las obras, nos conecta con la justificación y la vida en el mismo instante en que
empieza a actuar. Las obras de la ley solamente conseguirían la obtención de la vida cuando el cumplirlas
hubiera finalizado por completo. Pero el énfasis que Pablo está marcando es que fe y hacer son cosas
opuestas. Hacer provee lo que se demanda legalmente y por derecho; la fe recibe lo que se otorga de una
forma gratuita.

Importante: Al hacer énfasis en que la justificación es por medio de la fe en Cristo, es importante aclarar que
la fe en sí no justifica, y tampoco hace merecedor a nadie. La fe es un medio, la fe en sí misma está vacía,
como el plato vacío del hambriento, como la cantimplora seca en medio del desierto, como las manos vacías
del mendigo que suplica por un trozo de pan… La fe no es lo que justifica, es el medio por el cual Dios justifica,
e imputa la justicia de Cristo, al que confía en la promesa de Dios y en la suficiencia de Cristo en saciar las
demandas de la justicia divina. Lo que justifica no es la fe sino su objetivo, es decir Jesucristo.

Aplicación al que cree: Tienes el Espíritu de Dios, tienes la marca de la promesa –Ustedes ya han sido sellados
para el día de la redención Efesio 1:14, 4:30. Dios no necesita tus buenas obras, tu vecino si – el contexto de
gálatas nos advierte – no te creas superior, actúa con misericordia y servicio, sirve gratuitamente como lo hizo
Cristo, no seas legalista no abraces el absurdo de la meritocracia – no entristezcas al Espíritu Santo viviendo
soberbiamente. Vive con gratitud a Dios por su gracia anunciada desde la antigüedad. Por proveer el medio
para que todos fueran, sin acepción de personas, justificados por la fe en el sacrificio suficiente de Cristo. No
te sometas a la insensatez de intentar presentarte ante Dios digno de ser aceptado por Él… Imagina que estás
en medio de Sahara, y te propones transformar todo el desierto en un grande y profundo lago, la idea en sí ya
parece poco probable, pero ahora añade el hecho de que lo pretender hacer con un cuenta gotas… Con el
mero contacto con extremamente seca, porosa y ardiente arena del desierto, las gotas que eches se
consumirían casi al instante… ¡Es una insensatez, es una locura pretender lograr inundar todo el desierto del
Sahara usando apenas un cuenta gotas! Aun más absurdo es pretender presentarte justo, recto, aceptable
ante Dios por tus propios esfuerzos, disciplina, oración, ayunos, buenas obras y cuanto más quieras añadir…
Solo Cristo lo puede hacer, solo Cristo es suficiente. Recuerda lo que dijo Jesús en el famoso sermón del
monte: “Bien aventurados los que tienen hambre y sed de Justicia, pues ellos serán saciados” (Mateo 5:6).
Recuerda también lo que Jesús dijo a la mujer Samaritana: “Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere
de esta agua, volverá a tener sed;  mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que
el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna ” (Juan 4:13-14). Creer en la
suficiencia de Cristo para que podamos ser declarados rectos ante Dios, no es un loco intento de inundar un
desierto con un cuenta gotas, la justicia de Cristo es abundante y eternamente suficiente como una fuente
que fluye para la vida eterna… Al confiar solamente en Cristo para tu justificación, el desierto de tu indignidad
e injusticia es inundado por el torrente de la justicia de Cristo. Como en el diluvio, las compuertas del cielo se
abren sobre ti, y la justicia de Cristo, como las aguas diluviales, se derrama efusivamente sobre tu vida,
tamaña es la abundancia de su justicia que es más que suficiente para cubrir hasta la montaña más alta de tus
pecados… Recuerda: No fue el autosuficiente, y jactancioso fariseo el que salió del templo justificado, sino el
creyente y confesante cobrador de impuestos, que se presentó ante Dios suplicando por su misericordia.
Cristo es suficiente y nada más.
Debemos pedir a Dios que nos dé luz para que cuando nos examinemos, su Espíritu nos muestre de qué
formas estamos cayendo en la misma insensatez de los gálatas, al intentar alcanzar a Dios con nuestros
esfuerzos desprovistos de la suficiencia de Cristo. Debemos arrepentirnos de nuestra loca insensatez y pedir a
Dios que nos ilumine, y nos revele más y más la suficiencia plena del sacrificio de Cristo y nos dé el don, la
gracia, de estar satisfechos y confiados en Cristo. Solo así rendimos la Gloria debida a Dios – que es el
reconocimiento por su obra soberana de salvación. Entonces viviremos humildemente y satisfechos en el
Señor, y finalmente viviremos en armonía, como iguales, todos unidos a Cristo, totalmente dependientes de
Él.

Aplicación al que no cree: El gran problema que Pablo discute aquí en la carta a los gálatas, era la idea que un
grupo de judíos esparcían entre las iglesias, diciendo que el sacrificio de Jesús no era suficiente para la
salvación. Ellos afirmaban que para ser parte del pueblo de Dios, y finalmente alcanzar salvación, todos que
no fueran judíos tenían que adoptar una serie de ritos y prácticas religiosas. Ellos se jactaban de ser
descendientes de Abraham. Ellos creían que su raza, sus tradiciones y su religión les justificaban ante Dios,
creían que eso les daba un lugar privilegiado ante Dios, en comparación a los demás pueblos que no
pertenecían al pueblo de la promesa, el pueblo al cual Dios había dado la ley y los profetas. Para ellos las
demás naciones eran pueblos inmundos, paganos, eran esclavos del pecado. Eran pueblos alejados de Dios y
destinados al juicio y a la destrucción, cuando Dios en el fin de los tiempos viniera a establecer su reino y
juzgar a los malos.

Jesús cierta vez tuvo un enfrentamiento con algunos judíos en cuanto a esta autoconfianza que ellos tenían
por descender de Abraham. Leamos Juan 8:31-47
31 
Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en él, y les dijo: ―Si se mantienen fieles a mis
enseñanzas, serán realmente mis discípulos; 32 y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
33 
Respondieron ellos―Nosotros somos descendientes de Abraham, y nunca hemos sido esclavos de nadie.
¿Cómo puedes decir que seremos liberados? 34 Jesús les respondió diciendo ―Ciertamente les aseguro que
todo el que peca es esclavo del pecado ——. 35 Ahora bien, el esclavo no se queda para siempre en la familia;
pero el hijo sí se queda en ella para siempre. 36 Así que, si el Hijo (Jesús el Hijo de Dios) los libera, serán
ustedes verdaderamente libres. 37 Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham. Sin embargo, procuran
matarme porque no está en sus planes aceptar mi palabra. 38 Yo hablo de lo que he visto en presencia de Dios
el Padre; así también ustedes, hagan lo que del Padre han escuchado. 39 ―Nuestro padre es Abraham —
replicaron. A lo que Jesús les respondió: Si fueran hijos de Abraham, harían lo mismo que él hizo.  40 Ustedes,
en cambio, quieren matarme, ¡a mí, que les he expuesto la verdad que he recibido de parte de Dios! Abraham
jamás haría tal cosa. 41 Las obras de ustedes son como las de vuestro padre. ―Nosotros no somos hijos
nacidos de prostitución —le reclamaron—. Un solo Padre tenemos, y es Dios mismo. 42 ―Si Dios fuera vuestro
Padre —les contestó Jesús—, ustedes me amarían, porque yo he venido de Dios y aquí me tienen. No he
venido por mi propia cuenta, sino que Dios me envió. 43 ¿Por qué no entienden mi modo de hablar? Porque no
pueden aceptar mi palabra. 44 Ustedes son de vuestro padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el
principio este ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente,
expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira! 45 Y sin embargo a mí, que
les digo la verdad, no me creen. 46 ¿Quién de ustedes me puede probar que soy culpable de pecado? Si digo la
verdad, ¿por qué no me creen? 47 El que es de Dios escucha lo que Dios dice. Pero ustedes no escuchan,
porque no son de Dios.
Todo ser humano que realmente no permanece en la verdad del evangelio, que oye, considera, asiente, pero
sigue fiándose en cualquier otra cosa y no exclusivamente en Cristo para su salvación, tal persona por más que
diga creer en Dios, y que crea ser hijo de Dios, en palabras de Cristo: Hijos del diablo sois… las obras de
vuestro padre queréis hacer, él no ha permanecido en la verdad porque no hay verdad en Él… Realmente
habrá un día en que Dios juzgará a las naciones, y el mundo será dividido en dos pueblos, en dos familias, el
pueblo de Dios, y el pueblo del diablo, los hijos de Dios y los hijos del diablo. Los hijos de Dios son herederos
de la promesa, son declarados justos ante Dios, por la suficiencia del sacrificio de Cristo, los hijos del diablo,
los que no han creído y confiado solamente en Cristo para su justificación y salvación, serán asolados por el
justo juicio de Dios… No tienes el sello del Espíritu de Dios que se da al que cree solamente en Cristo para su
salvación. Tienes sobre de ti la marca de la maldición de la ley de Dios, maldición que está sobre todos que
han quebrantado la santa y perfecta ley de Dios. Cada día de tu vida es un paso más hacia el día en que serás
llevado a juicio, y serás puesto lado a lado con Dios, para que tu justicia propia y tu bondad propia, sean
medidas en comparación a la bondad y a la justicia de Dios. Tus mejores obras serán consumidas por la justa
ira de Dios como si se tratara de paja seca… ¿Dónde te esconderás, como huirás de la presencia del Dios que
todo ve y todo conoce? La maldición que está sobre ti es como gasolina en la presencia del fuego de la justicia
divina. En palabras más claras, cuando Él de el golpe del veredicto, y te declare injusto, y te condene al eterno
indescriptible sufrimiento en el fuego del infierno, ¿Quién se levantará en tu defensa? ¿Qué podrás ofrecer
como intercambio y rescate por tu absolución? No habrá nada, ni nadie que te podrá salvar. Arderás, arderás
eternamente… Pero mientras hay vida, hay esperanza, cree a este evangelio, arrepiéntete de tus pecados.
Cristo se entregó en la cruz, se sometió al castigo divino para que todo aquel que en Él cree no se pierda más
tenga vida eterna. Cree solamente, arrepiente y serás perdonado, justificado. Si hoy, después de escuchar el
evangelio, te vas y sigues viviendo en tu autonomía y autoconfianza, y no te arrepientes, el veredicto contra ti
ya fue declarado… Culpable y digno del eterno castigo en el infierno. Arrepiéntete, cree en el evangelio y serás
salvo. Confía solamente en la promesa de salvación únicamente mediante el sacrificio suficiente de Cristo, y
hoy mismo serás declarado recto, justo, intachable ante Dios, y en aquél día, cuando el Juez del universo
declare su veredicto sobre ti, oirás su potente voz pronunciar – Inocente, Libre de culpa, Justo, Heredero de la
vida eterna…
Arrepiéntete, cree en el evangelio y serás salvo. La maldición de la ley será retirada de sobre ti, recibirás el
Espíritu de Dios en tu vida como marca distintiva de que eres pueblo de Dios. Arrepiéntete y cree en la
suficiencia de Cristo para que seas declarado justo ante Dios, de lo contrario perecerás. ¡Amén!

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