Está en la página 1de 1

Maldito el hombre que confía en el hombre y Bendito el hombre que confía en

el Señor
Debemos poner la mirada en lo celestial. Rendir nuestras vidas y poner toda
nuestra confianza en el Señor. El hombre o la mujer que inclina su vida a lo
material en el otro confía. Pero claramente dice la escritura: “Así ha dicho
Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo y
su corazón se aparta de Jehová. “Jeremías 17:5.
Éste versículo es claro. Si vivimos nuestras vidas poniendo la confianza en los
hombres, todos los días iremos tras engaños y más desengaños. Hay quienes
se atreven a juzgar y hacer comentarios despectivos, desagradables por tal de
humillar a su prójimo, cuando por alguna razón el hombre que creer ser justo
o estar en lo correcto se pronuncia. Es cuando podemos darnos cuenta la clase
de fruto que damos en nuestras vidas, ya sea, bueno o malo, del espíritu o de
la carne. El que vive en la carne, de los asuntos de la carne se encarga y éstas
le satisfacen, más entretienen, lo que no permite que se pueda ver más allá.
Total ceguera espiritual. Más el que vive en el espíritu de los asuntos del reino
se encarga y procura vivir sus días haciendo la voluntad del Padre.
Debemos poner nuestra mirada en nuestro Señor Jesucristo y vivir como él
vivió, compartiendo su doctrina. Oremos por los que nos injurian y escarnecen.
Si a Cristo le hicieron la mayor de las injurias y le escarnecieron, quienes
somos para pretender ir en contra de la palabra de Dios y conseguir favores en
esta vida terrenal?

En esto debemos pensar. Y es preciso: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu


corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande
mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a tí
mismo. Mateo 22:37-39”.

El hombre carnal vive para que complazcan sus caprichos, más el hombre
espiritual vive para complacer a Dios y estar al servicio de su prójimo. Dejad el
juicio al Padre. Y cumplid los mandamientos que nos dejó.

El hombre que no tiene a Dios en su corazón y no le teme, es capaz de lo peor.


Daña, miente, es hipócrita, inmisericorde, difama, es egoísta, vanaglorioso,
etc. Pero Dios en su infinita misericordia está esperando a que se arrepienta y
advenga a ser heredero del reino y disfrute del privilegio de la salvación y
redención en su sangre.

Vivamos para amar e intercedamos en oración, solamente Dios cambiará las


circunstancias y las situaciones………..Un pueblo unido que ora conseguirá que
los cielos se abran, se estremezcan y descienda de lo Alto un avivamiento que
toque y cambie la vida los perdidos.

En conclusión no confíes en el otro hombre, sólo pon tu confianza en el Señor


Jesús, y más allá, ama a tu prójimo como a ti mismo, tal y cual la doctrina que
Jesús vino a compartir, y nos dejó: AMAR Y SERVIR…….

También podría gustarte