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RESUMEN 1er PARCIAL TRAVIESO PDF
RESUMEN 1er PARCIAL TRAVIESO PDF
EL DERECHO INTERNACIONAL
Actualmente, la doctrina lo define como el conjunto de normas que regulan las relaciones jurídicas
entre los sujetos de la comunidad internacional.
El objeto del derecho internacional no consiste solamente en las relaciones de los Estados entres sí,
sino también las de éstos con ciertas entidades que, sin ser Estados, tienen personalidad jurídica
internacional, es decir, que son sujetos del derecho internacional (Ej.: organismos internacionales
como la ONU, OEA, etc.)
El derecho internacional privado está formado por aquellas normas estatales que delimitan el
derecho privado de un estado y prescribe cuando los jueces del estado deben aplicar normas
extranjeras del derecho privado. El derecho internacional público no sólo regula relaciones
interestatales, sino también con individuos en lo que respecta a los derechos humanos y también las
relaciones provienen de normas internacionales como las convenciones internacionales que
contienen leyes uniformes.
En el derecho internacional se requiere la construcción de sujetos y que éstos admitan, entre ellos, la
existencia de relaciones jurídicas o de cualquier clase.
Se han planteado distintas doctrinas acerca del fundamento del derecho internacional.
Doctrina Voluntarista
Doctrina Objetivista
Doctrina de la autolimitación
Para esta doctrina el derecho internacional se hallaba entremezclado con la realpolitik y que los
tratados eran sólo trajes a la medida de los más poderosos.
Hegel afirmaba que la soberanía del Estado implica que no existe subordinación alguna más allá de
las creadas por su propia capacidad para obligarse a sí mismo y, en consecuencia, el Estado puede
desobligarse. Consideraba que el derecho internacional era la suma de los derechos estatales
externos, y esa consideración implica negar la existencia del derecho internacional.
Por medio de esta doctrina se afirma que no basta la voluntad de un solo Estado, sino que es
necesaria la concurrencia de por lo menos dos voluntades. Esto significa que no hay derecho
internacional si no hay aprobación entre los Estados. De acuerdo a esta doctrina, la voluntad de los
Estados sólo se concreta por medio de tratados o costumbres internacionales.
Esta posición da origen a las doctrinas dualistas, que consideran que el derecho interno y el derecho
internacional son dos sistemas de normas completamente distintos y recíprocamente
independientes.
Esta doctrina se halla muy cerca del positivismo, y exalta la soberanía y el Estado, y tiende a un
derecho internacional también de carácter voluntario. El derecho internacional no puede obligar al
Estado sin que ellos presten su expreso consentimiento, se requiere como condición indispensable,
el consentimiento y el acuerdo de voluntades.
La Teoría Normativa
1.- INTRODUCCIÓN
Uno de los temas que hacen a la ingeniería del derecho internacional es el que se refiere a la
formación de las normas de este ordenamiento.
Algunos autores entienden las fuentes como medios de expresión del derecho y en este género se
comprenden
Fuentes escritas: la fuente escrita por excelencia en el derecho internacional está constituida
por los tratados.
Fuentes no escritas: son la costumbre
Otros autores se refieren a las fuentes materiales y formales. Las materiales corresponden a criterios
generales políticos, económicos, sociales, históricos, que se corresponden con elaboraciones
sociológicas. Por otra parte, las fuentes formales consisten en los diversos procedimientos por los
que se crean normas jurídicas internacionales y, dentro de estas vertientes doctrinarias, existen
quienes distinguen la fuente como proceso normativo de creación y otros que la definen como un
proceso para reconocer la norma preexistente.
La mayor parte de la doctrina coincide en que las fuentes del derecho internacional están enunciadas
en el artículo 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, el cual dispone:
1. La Corte, cuya función es decidir conforme al derecho internacional las controversias que
le sean sometidas, deberá aplicar:
a. Las convenciones internacionales, sean generales o particulares, que establecen
reglas expresamente reconocidas por los Estados litigantes;
b. La costumbre internacional como prueba de una práctica generalmente aceptada
como derecho;
c. Los principios generales de derecho reconocidos por las naciones civilizadas;
d. Las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de mayor competencia de
las distintas naciones, como medio auxiliar para la determinación de las reglas de
derecho, sin perjuicio de lo dispuesto en el Artículo 59.
2. La presente disposición no restringe la facultad de la Corte para decidir un litigio ex
aequo et bono (según la equidad), si las partes así lo convinieren.
Fuentes Primarias: los tratados internacionales, la costumbre y los principios generales del
derecho
Fuentes Auxiliares: la jurisprudencia y la doctrina
El estatuto enumera las fuentes clásicas de Derecho Internacional, pero esta enumeración no es
taxativa, ya que no menciona todas las fuentes de Derecho Internacional. Sin embargo, ha sido
El orden dado por el este artículo no indica una jerarquización entre las fuentes. De manera que,
todas las fuentes principales gozan de la misma jerarquía.
A.- COSTUMBRE
Es posible observar que las normas de carácter universal contenidas en algunos tratados son
costumbres que han sido cristalizadas mediante la codificación.
La costumbre internacional es la fuente más clásica y antigua. Su origen se remonta al hecho de que
algunos Estados se comportaban de una misma manera ante una relación que a ellos afectaba.
Para verificar de qué manera pasan de simples actos a costumbres internacionales se han señalado
diversos requisitos para que la práctica se convierta en regla general:
La costumbre internacional consiste en la expresión de una práctica seguida por los sujetos
internacionales y generalmente aceptada por éstos como derecho.
La segunda fuente son los principios generales del derecho, los principios fundamentales comunes a
los sistemas jurídicos de los diversos estados. Según el art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional
de Justicia deben aplicarse los principios reconocidos por las naciones civilizadas, y al llamarlas de
esa manera se quiere hacer un alcance acerca de la madurez del sistema jurídico y no una valoración
peyorativa.
Todas estas reglas no pertenecen al derecho de un Estado determinado sino que constituyen
principios universalmente reconocidos en toda relación jurídica y por ello son fuentes del derecho
internacional.
Los principios generales del derecho internacional son reglas consuetudinarias que surgen de la
relación de los Estados entre sí.
La condición para aplicar los principios generales del derecho es que sean uniformemente aplicados
en la mayoría de los Estados y que sean considerados obligatorios y necesarios, con lo cual adquiere
una consolidación consuetudinaria. De esta manera, los principios generales del derecho no operan
solamente como rueda de auxilio ante la falta de otras fuentes, sino que generan valores y
comportamientos necesarios en el plano internacional.
En la doctrina tradicional del derecho internacional y en al art. 39 del Estatuto de la CIJ, las fuentes
son los tratados, la costumbre y los principios generales del derecho. La doctrina de los publicistas y
la jurisprudencia son medios auxiliares para la determinación de las reglas de derecho, sirven para
comprender las normas aportadas por las fuentes principales.
La jurisprudencia tiene valor como medio auxiliar para la determinación de las reglas de derecho
obligatoria para las partes del litigio y en el caso particular.
El art. 38 del Estatuto de la CIJ se ha referido a las doctrinas de los publicistas de mayor competencia
de las distintas naciones. De esta manera, no solamente se trata de doctrinas, sino también de
articularlas en los distintos escenarios y geografías mundiales porque de esta manera se va
estableciendo un consenso racional y general.
Es un medio auxiliar para determinar las reglas del derecho, no es una fuente de derecho.
En los términos de la CIJ, la equidad, en cuanto a noción jurídica, procede directamente de la idea de
justicia. El tribunal, cuya tarea consiste por definición en administrar justicia, no podría dejar de
aplicarla.
En estos casos el tribunal debe aplicar principios equitativos como parte integrante del derecho
internacional y valorar cuidadosamente las diversas consideraciones que estime pertinentes para
que pueda llegar a un resultado equitativo, y ello en tanto las partes de la controversia así lo soliciten
conjuntamente.
En los hechos, la Corte aplica la equidad con frecuencia como principio general aunque no lo
convengan las partes.
Uno de los ámbitos en que más se recurre a la equidad es en el campo de la delimitación marítima,
ya que el recurrir a la equidad está expresamente señalado en el Tratado de la ONU sobre el tema.
El art. 38 del Estatuto de la CIJ no hace referencia alguna a esta clase de actos.
Estos actos son manifestaciones de voluntad que realiza un Estado, tendientes a producir ciertos
efectos jurídicos sin necesidad de la aceptación, réplica o reacción por otro Estado (Ej.: adherirse a un
tratado, denunciarlo, etc.). La intención del Estado que realiza estás manifestaciones debe ser
inequívoca.
Representan una cuña entre las costumbres y los tratados y producen una tensión en todo el
conjunto. Los diversos actos y reacciones, positivas o de abstención, producirán efectos en la vida
misma de los tratados o de la costumbre.
En muchos casos estos actos unilaterales generan nuevas costumbres que se superponen a las
anteriores, o bien a los tratados vigentes, y por la fuerza derogatoria recíproca generan una nueva de
derecho, en este caso, de carácter consuetudinario.
Hay ciertos actos dependientes, se realizan en virtud de otro instrumento del derecho internacional,
por lo cual no existen en forma autónoma. Así, por ejemplo, la ratificación de un tratado es un acto
unilateral condicionado por la existencia de un tratado, es un mecanismo para poner en ejecución lo
establecido en un tratado.
Otros actos son autónomos, valen por si mismos. El más usado es el reconocimiento, que es el acto o
conjunto de actos por los cuales un Estado comprueba y acepta un hecho, una situación, un acto o
una pretensión.
El reconocimiento puede constituir prueba del hecho o situación, pudiendo llegar a impedir que el
Estado que lo otorga objete después la existencia o validez de la situación reconocida. El
reconocimiento tiene aplicación amplia: se puede reconocer un Estado, un gobierno, la validez de un
tratado, etc. El reconocimiento puede ser expreso o tácito. Es tácito cuando se deduce de cierto
hecho o práctica.
Otro acto unilateral es la protesta, acto expreso por medio del cual un Estado declara su intención de
no reconocer una situación. Es lo contrapuesto al reconocimiento. Tiene consecuencias jurídicas
respecto del que se opone. La ausencia de protesta da lugar al reconocimiento tácito o aquiescencia.
Otro ejemplo es la promesa, una declaración de voluntad con la clara intención de obligarse a
adoptar cierto comportamiento respecto de otros Estados.
Los actos unilaterales eventualmente pueden dar origen al nacimiento de derechos a favor de
terceros, pero de la misma manera, a veces no son oponibles a terceros.
1.- INTRODUCCIÓN
Hoy en día, el tratado como fuente de derecho internacional, formador de este ordenamiento y
como expresión de derechos y obligaciones, es la clave de las relaciones internacionales
contemporáneas, habiendo dotado al derecho internacional de una característica novedosa: la
seguridad jurídica, sobre todo a partir de los procesos de codificación y desarrollo progresivo que han
tenido lugar bajo el auspicio de la Carta de las Naciones Unidas.
Hay diversas definiciones de carácter amplio. Rousseau define el tratado como un acuerdo entre
sujetos de derecho de gentes destinado a producir determinados efectos jurídicos y, en sentido
amplio, incluye todo acuerdo concluido entre miembros de la comunidad internacional.
El mismo autor, en la definición de tratado en sentido estricto, se inclina por aquellos criterios que
atienden a su forma y no a su contenido, poniendo el acento en el procedimiento utilizado para
formularlo o concluirlo.
De allí es posible formular una primera clasificación entre tratados en buena y debida forma y
tratados o acuerdos simplificados.
Los tratados de en buena y debida forma son aquellos que en su procedimiento completan todas las
fases de negociación, firma y ratificación, generalmente con aprobación previa por parte del Poder
Legislativo.
Los acuerdos o tratados simplificados tienen la característica de ser directamente concluidos por el
presidente o bien por los ministros de relaciones exteriores. La crítica que reciben esta clase de
tratados es que gran parte de las relaciones internacionales quedan centralizadas en el Poder
Ejecutivo, sin intervención del Legislativo. También se pueden incluir dentro de los acuerdos
simplificados, pero sin efectos jurídicos obligatorios, los compromisos de honor.
Otros autores señalan que cuando dos o más Estados se ponen de acuerdo sobre un objeto
determinado y desean darle valor jurídicamente vinculatorio a dicho acuerdo, celebran un tratado y,
entre las pautas a tener en cuenta para la definición establecen que debe existir una manifestación
de voluntad común de dos sujetos de derecho internacional o más con capacidad suficiente,
tendiente a establecer una regla de derecho en el orden jurídico internacional, regida directamente
por el derecho de gentes.
En sí, en sentido amplio se puede definir a un tratado como una manifestación de voluntad entre
sujetos de derecho internacional destinada a crear, modificar o extinguir relaciones jurídicas
internacionales según las reglas del derecho internacional.
La Convención de Viena sobre Derechos de los Tratados de 1969 contiene en su artículo 2° una serie
de definiciones de los principales términos empleados en ella.
“Para los efectos de la presente Convención se entiende por "tratado" un acuerdo internacional
celebrado por escrito entre Estados y regido por el derecho internacional, ya conste en un
instrumento único o en dos o más instrumentos conexos y cualquiera que sea su denominación
particular”.
Así surge que la Convención ha establecido una definición restringida, esto es, limitada a los tratados
celebrados entre Estados.
3.- TERMINOLOGÍA
Cualquiera sea la denominación que se emplee no altera de manera alguna el concepto ni el alcance
de las normas de la Convención de Viena. Establece el sentido y el alcance que a sus efectos tendrán
los siguientes términos: tratado, notificación, aceptación, aprobación, adhesión, plenos poderes,
reserva, estados negociados, Estado contratante, parte, tercer Estado, organización internacional
(art. 2), y aclara la disposición que los términos expuestos tendrán sin perjuicio del empleo o del
sentido que se les pueda dar en el derecho interno de cualquier Estado.
En consecuencia, la Convención solo regirá para los acuerdos en los cuales todas las partes sean
Estados (sujeto y agente primordial en la generación de normas internacionales). En cuanto a su
forma, la Convención solo reconoce dentro de su ámbito de aplicación aquellos acuerdos que tengan
forma escrita.
Hay dos criterios en los tratados internacionales: uno es el de la ingeniería general y el otro es el
carácter arquitectónico.
La ingeniería general trata los elementos comunes y especiales dentro de los que se puede
denominar la ingeniería de detalle.
Por otra parte se halla el criterio arquitectónico que relaciona esa suma de elementos y se expresan
en la estructura y la forma.
Por lo tanto hay requisitos necesarios, ciertos elementos que articulan las premisas generales.
La Convención, llamada “el tratado delos tratados”, permite hablar del derecho de los tratados. Se ha
producido una sistematización que produce el efecto referido en cuanto al orden jurídico de los
tratados.
Su punto más saliente es que se han contemplado todos los ordenamientos jurídicos mundiales y se
han comprendido las reglas de derecho interno y las reglas de derecho internacional, haciendo de
ellas un todo coherente.
En la Convención se define como una norma aceptada y reconocida por la comunidad internacional
de Estados en su conjunto, no admite acuerdo en contrario y que sólo puede ser modificada por una
norma ulterior de derecho internacional general que tenga el mismo carácter (art. 53).
El principio general es que los Estados, como sujetos y agentes generadores de normas jurídicas, son
los que llevan adelante el proceso normativo. Las normas de la Convención se aplican para llenar los
silencios normativos en determinadas cuestiones y de esa manera llenar los vacíos que pudieran
presentarse en los diferentes acuerdos.
En aquellos puntos no convenidos por los Estados, siempre queda la válvula de escape de aplicar la
Convención y de allí deriva su carácter supletorio. Desde ya que esa posibilidad existe en la medida
en que no se trate de normas obligatorias o de ius cogens de las que el Estado no puede apartarse.
Es el artículo 53 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados, el que define el Ius
Cogens como el conjunto de normas imperativas de derecho internacional general, establecidas por
la comunidad internacional de Estados en su conjunto. Las normas de ius cogens no pueden ser
derogadas, salvo por otra norma del mismo rango. Cualquier tratado internacional contrario a una
norma de ius cogens es nulo.
Aunque no existe ningún catálogo oficial de normas imperativas, se considera que lo son, entre otras,
la prohibición del uso de la fuerza, la prohibición del genocidio, la prohibición del racismo y el
apartheid, el derecho de autodeterminación de los pueblos, la prohibición de la tortura, así como las
normas fundamentales del Derecho humanitario.
Las normas de ius cogens generan obligaciones frente a todos los sujetos de la comunidad
internacional, por lo que el alcance de la responsabilidad derivada de la violación de una norma
imperativa es más amplio que la que surge de un ilícito común.
En síntesis, el Estado como sujeto creador de normas jurídicas internacionales no tendrá restringida
su voluntad en materia de tratados, sin perjuicio de lo cual, si pretendiere justificar el cese o la
invalidez de alguna obligación derivada de un tratado en el que es parte, deberá adecuar su
invocación a los términos de la Convención.
El término celebración referido al tratado internacional remite a las diversas etapas que conducen a
su formación y que anteceden necesariamente su eventual entrada en vigor.
Esta primera etapa no se encuentra expresamente regulada en la Convención. Ello obedece a que el
comienzo del proceso es absolutamente informal y no habría, en principio, cuestión alguna que
prever al respecto.
Esta primera etapa puede iniciarse de modo intencional o de modo espontáneo a partir de
conversaciones entre funcionarios.
Al iniciar la negociación de un tratado hay que identificar a los plenipotenciarios que tomarán parte
de la negociación, constituyendo la etapa de los plenos poderes. Estos plenos poderes se representan
por documentos emanados del estado, o por el cargo del negociador como canciller o presidente
donde se presume la facultad para negociar el tratado, pero no para ratificarlo. Aprobados los
poderes empieza la negociación del texto. Cuando se logra un acuerdo se elabora un texto.
Se trata de todo tipo de tratativas, iniciadas y eventualmente desarrolladas en cualquier ámbito, sea
que se haya convocado a los Estados a ese efecto o bien que espontáneamente éstas comiencen a
partir de un interés común que regular.
La Convención regula esta etapa del procedimiento en su art. 9: “Adopción del texto.
1. La adopción del texto de un tratado se efectuara por consentimiento de todos los Estados
participantes en su elaboración, salvo lo dispuesto en el párrafo 2.
2. La adopción del texto de un tratado en una conferencia internacional se efectuara por
mayoría de dos tercios de los Estados presentes y votantes, a menos que esos Estados
decidan por igual mayoría aplicar una regla diferente.”
En la negociación, si ésta fue positiva, como resultado se habrá logrado un texto, esto es, la
redacción de enunciados con técnica normativa, en los cuales se ha desarrollado el contenido base
del acuerdo obtenido en esa etapa informal y preliminar.
Sin embargo, esos enunciados con formato de norma jurídica no constituyen todavía un tratado en
términos jurídicos, sino meramente un sistema lógico de proposiciones normativas, sin efecto
jurídico alguno.
Atenta la supletoriedad del régimen establecido en la Convención, la forma en que el texto será
adoptado se regirá por la voluntad de los Estados intervinientes.
Sin embargo, la Convención establece como principio general que la adopción tendrá lugar mediante
el consentimiento unánime de todos aquellos Estados que hubieran participado en su elaboración.
Asimismo la Convención prevé que en el ámbito de las conferencias internacionales, dicha adopción
tendrá lugar mediante la conformidad de las 2/3 partes de los Estados que se encuentren presentes
en el momento de la votación y que por demás tengan derecho a votar en él.
El concepto de Estado votante dependerá en general de las pautas que resulten del reglamento de
cada conferencia internacional al respecto.
La adopción del texto importa el reconocimiento expreso de los Estados hasta ahora intervinientes,
de que dichos enunciados se corresponden con el contenido de lo negociado en la etapa preliminar,
sin perjuicio de que no se determina la existencia de obligación alguna de estos Estados, atento que
la celebración del tratado requiere el desarrollo de etapas todavía pendientes de cumplimiento.
La adopción del texto tiene lugar en el momento en que los Estados negociadores consienten en que
ese texto coincide con el contenido de la negociación previa efectuada.
Es necesario que los Estados establezcan algún procedimiento posterior a fin de certificar de algún
modo sobre un texto escrito, que es coincidente e idéntico con aquel que fue adoptado en la etapa
previa.
Por ello la Convención dispone en su art. 10 que dicha etapa conducirá a que el texto –
anteriormente adoptado – quede establecido como auténtico y definitivo.
Art. 10.- Autenticación del texto. El texto de un tratado quedara establecido como auténtico y
definitivo:
a. Mediante el procedimiento que se prescriba en él o que convengan los Estados que hayan
participado en su elaboración; o
b. A falta de tal procedimiento, mediante la firma, la firma "ad referéndum" o la rúbrica puesta
por los representantes de esos Estados en el texto del tratado o en el acta final de la
conferencia en la que figure el texto.
A partir de la autenticación del texto comenzarán automáticamente a operar las cláusulas del tratado
que expresan la voluntad de los Estados intervinientes en cuanto al modo en que esos Estados, y tal
vez otros que no participaron de la celebración, podrán obligarse, y aquellas que disponen qué
condiciones habrán de cumplirse a fin de que el tratado entre en vigor en el futuro.
Los Estados, en las habituales cláusulas finales del tratado, suelen disponer la sujeción de la entrada
en vigor a diferentes tipos de condiciones, de distinto tenor como por ejemplo que ocurra en una
fecha determinada o una vez que manifiesten su consentimiento a obligarse por el tratado una
determinada cantidad de Estados participantes, o una combinación de ambas.
La firma ad referéndum es aquella puesta por el representante pero que no tendrá efecto alguno en
caso de no ser confirmada por la autoridad competente del Estado.
Todas las formas de autenticación del art. 10 son meramente ejemplificativas y que por costumbre se
han aplicado tradicionalmente. Por lo tanto los Estados podrán adoptar otros métodos alternativos.
Las formas de manifestación del consentimiento de un Estado en obligarse por un tratado son las
siguientes: firma, canje de instrumentos que constituyan un tratado, ratificación, aceptación,
aprobación, adhesión o cualquier otra forma que se hubiere convenido.
En general se entiende por ratificación, aceptación, aprobación y adhesión, según el caso, el acto
internacional así denominado por el cual un Estado hace constar en el ámbito internacional su
consentimiento en obligarse por un tratado.
La Convención, pese a su carácter supletorio, dispone una serie de formas posibles, habituales en la
práctica del derecho internacional.
Adopción del texto. Se efectuará por consentimiento de todos los Estados participantes en su
elaboración, salvo que ésta se efectúe en una conferencia internacional, donde se requiere
una mayoría de 2/3 de los Estados presentes y votantes.
Autenticación del texto. Es el procedimiento por el cual el texto de un tratado queda
establecido como auténtico y definitivo. Las bases de ese procedimiento están prescriptas en
el tratado o bien pueden ser convenidas por los Estados participantes en su elaboración. En
caso de no existir tales reglas de procedimiento, la adopción del texto se efectivizará
mediante la firma, la firma ad referéndum o la rúbrica puesta por los representantes de esos
Estados en el texto del tratado o en el acta final de la conferencia en la que figure el texto
El consentimiento de un Estado en obligarse por un tratado se manifestará mediante la firma
de su representante cuando el tratado disponga que la firma tendrá ese efecto o conste de
otro modo que los Estados negociadores han convenido que la firma tenga ese efecto.
También cuando la intención del Estado de dar ese efecto a la firma se desprenda de los
plenos poderes de su representante o se haya manifestado durante la negociación.
Firma ad referéndum. Es el acto por el que un representante del Estado suscribe el tratado
sujeto a la aprobación de su Estado. Equivaldrá a la firma definitiva del tratado si su Estado la
confirma.
Canje de notas reversales o de instrumentos que constituyen un tratado. Dicha modalidad es
de aplicación habitual y tradicional en el marco de tratados bilaterales y se desarrolla
mediante la propuesta y aceptación en un texto sobre el cual se asientan las firmas de los
representantes de los Estados. El consentimiento de los Estados en obligarse por un tratado
constituido por instrumentos canjeados entre ellos se manifestará mediante este canje
En los tratados en buena y debida forma, esos actos quedan reservados al PE y luego el PL debe
completar lo que en la Argentina se denomina “el acto complejo federal”, por el cual se integra
totalmente la voluntad política del Estado para obligarse por el tratado. En ese caso, su función es
aprobar o desechar el tratado, sin poder proponer otras cuestiones más que la aprobación o no de
aquel (art. 75 inc. 22 CN). Pero allí no termina la cuestión, pues es el PE, luego de las etapas
descriptas el que debe ratificar internacionalmente, esto es, debe manifestar, en ese caso
externamente, la voluntad del Estado en obligarse por el tratado (art. 99 inc. 11 CN).
Recapitulando, de acuerdo con la estructura constitucional del Estado de que se trate, previo a la
ratificación, procede el acto de aprobación constitucional que debe distinguirse de la ratificación
internacional. La aprobación constitucional es el acto de derecho público interno por el que se
aprueba el tratado internacional en al ámbito interno en caso de así establecerlo la Constitución del
país de que se trate. Luego de ese proceso de orden constitucional interno continúa la ratificación
internacional dentro de los llamados tratados en buena y debida forma por medio de un acto jurídico
internacional que se origina dentro del ámbito del Poder Ejecutivo (acto complejo federal).
Una vez cumplida la etapa de aprobación legislativa y la debida ratificación por el PE, la norma se
encuentra incorporada al ordenamiento interno, independientemente de su aplicabilidad, debido a
que debe tenerse en cuenta si ha entrado en vigor (si se ha verificado el número de ratificaciones
para que el tratado entre en vigor).
La Convención (art. 14) establece expresamente los alcances de la ratificación y, por tanto se
considera que el consentimiento de un Estado en obligarse por un tratado se manifestará mediante
la ratificación:
Una vez que se ha manifestado el consentimiento por cualquiera de los medios expuestos se produce
la entrada en vigor, en caso de así corresponder conforme lo previsto por el propio tratado. La norma
general consiste en que los tratados tendrán vigor inmediatamente después de haberse hecho
Dentro de la cuarta etapa hay distintas acciones que se ejecutan dentro del tratado a fin de
manifestar el consentimiento en obligarse por éste.
La realización de dicho acto, salvo que se trate de un tratado en forma simplificada o en los
supuestos de canje, tendrá lugar necesariamente a partir de que el texto del tratado se encuentre
debidamente autenticado.
El depósito consiste en las acciones que se ejecutan en el caso de los tratados multilaterales en el
que uno de los Estados parte o una entidad recibe los instrumentos de ratificación y/o adhesión
según corresponda (art. 16).
En general el depositario del tratado es quien contabiliza los Estados que lo van ratificando para la
entrada en vigor, en caso de que se requiera un número determinado de Estados.
Pueden ser depositarios un Estado, una persona o una organización internacional que expresamente
se designe en el tratado.
a. Custodiar el texto original del tratado y los plenos poderes que se le hayan remitido
b. Extender copias certificadas conformes del texto original y preparar todos los demás textos
del tratado en otros idiomas que puedan requerirse en virtud del tratado y transmitirlos a las
partes en el tratado y a los estados facultados para llegar a serlo
c. Recibir las firmas del tratado v recibir y custodiar los instrumentos, notificaciones y
comunicaciones relativos a éste
d. Examinar si una firma, un instrumento o una notificación o comunicación relativos al tratado
están en debida forma y, de ser necesario, señalar el caso a la atención del estado de que se
trate
e. Informar a las partes en el tratado y a los estados facultados para llegar a serlo de los actos,
notificaciones y comunicaciones relativos al tratado
f. Informar a los estados facultados para llegar a ser partes en el tratado de la fecha en que se
ha recibido o depositado el número de firmas o de instrumentos de ratificación, aceptación
aprobación o adhesión necesario para la entrada en rigor del tratado
g. Registrar el tratado en la secretaría de las naciones unidas
La Convención define las personas, a quienes se les reconocerá la representación del Estado, sea en
cualquiera de las etapas de celebración reguladas por la Convención o bien para obligar al Estado en
la oportunidad de manifestar el consentimiento a tal fin.
Durante toda la vida del tratado, los plenos poderes tienen un rol superlativo, pues durante la
negociación, para la adopción y la autenticación se requieren plenos poderes.
Plenos Poderes
Los plenos poderes consisten en documentos que emanan de la autoridad competente de un Estado
y por el que se designa a una o varias personas para representar al Estado en la negociación, la
adopción o la autentificación del texto de un tratado, para expresar el consentimiento del Estado en
obligarse por un tratado o para ejecutar cualquier otro acto con respecto de a un tratado. (art. 2 inc.
c).
Se trata de la representación que invisten aquellos que se hallan en las condiciones de negociar
tratados internacionales.
En la Convención se establecen las condiciones bajo las cuales se considera en derecho internacional
que una persona representa a su Estado para la ejecución de actos relativos a la celebración de un
tratado.
1. Para la adopción la autenticación del texto de un tratado, para manifestar el consentimiento del
Estado en obligarse por un tratado, se considerará que una persona representa a un Estado:
a. Si se presentan los adecuados plenos poderes, o
b. Si se deduce de la práctica seguida por los estados interesados. O de otras circunstancias,
que la intención de esos estados ha sido considerar a esa persona representante del
estado para esos efectos y prescindir de la presentación de plenos poderes.
2. En virtud de sus funciones, y sin tener que presentar plenos poderes, se considerará que
representan a su Estado:
a. Los Jefes de Estado, Jefes de Gobierno y Ministros de relaciones exteriores, para la
ejecución de todos los actos relativos a la celebración de un tratado;
b. Los Jefes de misión diplomáticas, para la adopción del texto de un tratado entre el
Estado acreditante y el Estado ante el cual se encuentran acreditados;
c. Los representantes acreditados por los Estados ante una conferencia internacional o
ante una organización internacional o uno de sus órganos, para la adopción del texto de
un tratado en tal conferencia, organización u órgano.
En todos los caso se puede ejecutar la confirmación ulterior de un acto ejecutado sin autorización. El
principio general es que un acto relativo a la celebración de un tratado ejecutado por una persona
que no pueda considerarse autorizada para representar con tal fin a un Estado no surtirá efectos
jurídicos a menos que sea ulteriormente confirmado por ese Estado (Art. 8).
Respecto de los plenos poderes, será autoridad competente para su otorgamiento aquella que, de
acuerdo con las normas correspondientes del derecho interno del Estado, tenga a su cargo el manejo
de las relaciones internacionales. En Argentina dicha atribución, definida como manejo de las
relaciones exteriores, le corresponde al Poder Ejecutivo, y ello es así por expresa disposición
constitucional (art. 99 inc. 11 CN).
C.- RESERVAS
La Convención de 1969 establece lo siguiente: se entiende por reserva una declaración unilateral,
cualquiera sea su enunciado o denominación, hecha por un Estado al firmar, ratificar, aceptar o
aprobar un tratado o al adherirse a él, con objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de
ciertas disposiciones del tratado en su aplicación a ese Estado (art. 2, parr. 1 inc. d).
También se puede definir a una reserva como una declaración unilateral de un estado al momento
de firmar, ratificar o aprobar un tratado y cuyo fin es excluir o modificar los efectos jurídicos de
alguna disposición del tratado en la aplicación al estado que hace la reserva. No se modifica el
texto general, sino que individualmente respecto de un sólo Estado. La reserva ha flexibilizado la
ratificación de tratados y ha permitido aumentar el número de países que ratifican los tratados.
Hay que señalar que en un tratado hay partes fundamentales que no pueden reservarse.
En los tratados multilaterales se han formulado reglas y sistemas para atender los casos de reservas a
los tratados y, especialmente, para asegurar que entren en vigor.
a.-Regla Básica
Los sistemas panamericanos, relacionados con las reservas internacionales, confieren mayor
flexibilidad a los efectos de permitir la entrada en vigor del tratado. Hay un sistema panamericano
mínimo y un sistema máximo.
La sección II de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados (art. 19 al 23) regula las
reservas en los tratados internacionales.
Existe una obligación general en materia de tratados que es la obligación de no frustrar el objeto y el
fin de un tratado; y la misma puede extenderse a los tratados aun antes de su entrada en vigor.
La Convención se aplica en los casos en que el Estado debe abstenerse de actos en virtud de los
cuales frustren el objeto y el fin de un tratado; si ha firmado el tratado o ha canjeado instrumentos
que constituyen el tratado, a reserva de ratificación, aceptación o aprobación, mientras no haya
manifestado su intención de no llegar a ser parte del tratado, o si ha manifestado su consentimiento
en obligarse por éste, durante el período que preceda a su entada en vigor y siempre que el referido
consentimiento no se retarde indebidamente.
La CIJ ha sostenido que un Estado que ha hecho y mantenido una reserva que ha sido objetada por
una o más de las partes de un tratado pero no por otras, puede ser considerado como parte del
tratado si la reserva es compatible con el objeto y propósito del tratado, caso contrario ese Estado no
puede ser considerado como parte del mismo.
Debe tenerse en cuenta que los tratados que regulan derechos humanos tienen características
especiales destinadas a protegerlos. Esto es, el análisis de compatibilidad de la reserva con el objeto
y fin del tratado, por tanto, debe ser estricto.
La reserva se trata de una manifestación hecha por la sola voluntad expresa de cada uno de los
Estados contratantes, que no requiere, al efecto de su formulación, de consentimiento o
participación alguna de terceros Estados – contratantes o no -.
Para formular una reserva, en principio hay sólo una oportunidad que es en el momento en que el
Estado contratante manifiesta su consentimiento en obligarse por el tratado por cualquiera de las
formas reguladas en la Convención.
Sin perjuicio de ello, si un Estado hubiera formulado una reserva en algún momento anterior – en
particular en oportunidad de firmar un tratado que se encuentre sujeto a ratificación, aprobación o
aceptación ulterior - , el Estado autor de la reserva deberá confirmarla y se interpretará como
efectuada en la fecha de su confirmación (art. 23 inc. 2).
El objeto de la declaración del Estado en ocasión de formular la reserva habrá de consistir en excluir
o modificar determinadas consecuencias jurídicas de ciertas disposiciones y ello, solamente, en
cuanto a la aplicación de aquéllas al Estado reservante.
La Convención establece como principio general que será procedente la formulación de reservas en
todos los tratados y en cualquier supuesto (art. 19). Sin perjuicio de ello, la misma clausula dispone
ciertas excepciones a dicho principio.
El inc. c constituye una clave importante dentro del régimen de reservas a fin de impedir que un
Estado pretenda utilizar la denominación de reserva para una declaración que significaría el
incumplimiento del tratado de forma solapada.
La Convención dispone el procedimiento y la forma para formular y retirar las reservas (art. 23).
Para retirar la reserva, la Convención establece el carácter escrito como único requisito.
Sin perjuicio de ello, conforme a lo dispuesto por los incs. 1 y 3 del art. 22, dicho retiro podrá tener
lugar en cualquier momento y sólo tendrá efectos respecto de los restantes Estados contratantes, a
partir de que cada uno de ellos haya recibido la notificación correspondiente.
La aceptación de una reserva por parte de otro Estado contratante o de un Estado con facultad para
llegar a ser parte podrá ser expresa o tácita.
La Convención establece que se entenderá que una reserva ha sido aceptada por otro Estado si éste
no ha formulado objeción alguna dentro de los 12 meses siguientes a la recepción de la notificación
de la reserva o bien, si no lo hubiere hecho al obligarse, si la fecha de esta última manifestación de
consentimiento fuere posterior (art. 20 inc. 5).
Como principio general, teniendo en cuenta que ya existiera al menos un Estado que haya aceptado
la reserva los efectos de la aceptación de la reserva, sea expresa o tácita, consistirán en que:
a. El Estado autor de la reserva y el que la hubiera aceptado serán parte en sus relaciones
bilaterales, si el tratado se encontrara vigente o bien cuando ello ocurriera
Los Estados restantes podrán dentro de los 12 meses de haber sido notificados de la reserva o en el
acto de obligarse, según el caso, realizar una objeción a la reserva formulada (art. 20 inc. 4).
Este acto deberá formularse por escrito y corresponde notificar de ésta al Estado autor de la reserva
(art. 22 inc. 2).
Como principio general, teniendo en cuenta que ya hubo al menos una aceptación, los efectos de la
objeción consistirán en que:
a. El estado autor de la reserva y el que la hubiera objetado serán partes en sus relaciones
bilaterales, si el tratado se encontrara vigente o bien cuando ello ocurra
b. La cláusula objeto de reserva no regirá entre ambos, ni con los efectos propios previstos en
el tratado, ni tampoco según lo previsto en la declaración que constituye la reserva
c. Ninguno de dichos efectos afectará las relaciones bilaterales del Estado aceptante respecto
de los demás Estados contratantes o que se encuentren facultados para llegar a ser parte en
el tratado.
Salvo que el tratado contenga alguna norma específica al respecto, las objeciones formuladas a una
reserva podrán ser retiradas en cualquier momento, acto que tendrá efecto a partir de la notificación
al Estado autor de la reserva (art. 22 inc. 3).
Además de la mera objeción, existe una segunda alternativa consistente en que, al realizar la
objeción, el Estado que la efectúa procede a manifestar expresamente su intención de impedir la
entrada en vigor del tratado respecto del Estado autor de la reserva. Si ello fuera planteado en tales
términos y de modo inequívoco, los efectos de dicho rechazo consistirán:
Algunos Estados han utilizado la técnica de las declaraciones interpretativas para precisar el
contenido de aplicación de las normas internacionales en el ámbito nacional o internacional.
El Estado que hace una declaración interpretativa declara que a su juicio hay que interpretarse de un
modo determinado el tratado o uno de sus artículos.
El problema básico que plantea la entrada en vigor de los tratados es determinar en qué momento
éstos adquieren fuerza obligatoria.
La firma
El canje de instrumentos
El depósito en caso de los tratados multilaterales
En el supuesto de que nada hubiera dispuesto el tratado respecto de la fecha y la manera de entrada
en vigor se requerirá la unanimidad de los Estados negociadores en la manifestación del
consentimiento en obligarse por el tratado.
Así, ante el silencio de los Estados negociadores en el texto del tratado será interpretado como
requerimiento de la unanimidad en la obligación. Así, a partir de que todos los negociadores se
obliguen, automáticamente, el tratado adquirirá vigencia para todos.
El verdadero eje del cumplimiento de los tratados es la efectividad del principio pacta sunt servanda,
que es el pilar sobre el que se asienta la aplicación de los tratados internacionales. Es un principio
que afirma un elemento básico del derecho que es la seguridad jurídica.
Art. 26.- Pacta sunt servanda. Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas
de buena fe.
La cuestión es en qué circunstancias este principio se puede dejar de cumplir este principio clave, y
se encuentra regulada en la sección 3 de la Convención de Viena, en especial lo que respecta al
cambio fundamental en las circunstancias (art. 62).
En materia de tratados un cambio fundamental en las circunstancias, ocurrido con respecto a las
existentes en el momento de la celebración de un tratado y que no fue previsto por las partes, no
podrá alegarse como causa para dar por terminado el tratado o retirar de él, a menos que:
La existencia de esas circunstancias constituyan una base esencial del consentimiento de las
partes en obligarse por el tratado y,
Ese cambio tenga por efecto modificar radicalmente el alance de las obligaciones que todavía
deban cumplirse en virtud del tratado
No podrá alegarse si el tratado establece una frontera o bien si el cambio fundamental resulta de
una violación por parte de quien lo alega de una obligación nacida del tratado o de toda otra
obligación internacional con respecto a cualquier otra parte en el tratado.
Derecho Internacional Público – J. A. Travieso Página 29
F.- PRINCIPIO DE BUENA FE EN LOS TRATADOS. INTERPRETACIÓN
En el derecho internacional clásico (Art. 38 del Estatuto de la CIJ) se ha sintetizado las reglas de la
interpretación en seis principios:
1. Un tratado deberá interpretarse de buena fe conforme al sentido corriente que haya de atribuirse a
los términos del tratado en el contexto de estos y teniendo en cuenta su objeto y fin.
2. Para los efectos de la interpretación de un tratado. el contexto comprenderá, además del texto,
incluidos su preámbulo y anexos:
a. Todo acuerdo que se refiera al tratado y haya sido concertado entre todas las partes con
motivo de la celebración del tratado
En el proceso interpretativo, debe tenerse en cuenta el texto de los tratados. Por tal motivo, debe
entenderse que el texto es la manifestación auténtica de la intención de las partes y el punto de
partida de la interpretación consiste en dilucidar su sentido. Debe interpretarse del contexto del
tratado y teniendo en cuenta su objeto y fin. Sin perjuicio de ello, si fuera voluntad de las partes
otorgar a una palabra un sentido especial, distinto de aquel que de modo corriente se le atribuye,
éste habrá de interpretarse conforme dicho sentido, siempre con observancia de su objeto y fin.
A los fines de la interpretación de un tratado, también debe considerarse el contexto de éste, que
debe ser entendido de acuerdo con el alcance del art. 31 de la convención.
En estos casos el artículo 32 autoriza a emplear como medios complementarios, entre otros, los
trabajos preparatorios del tratado y las circunstancias en que tuvo lugar su celebración.
En cuanto a los idiomas en que habitualmente se redactan los tratados multilaterales, el art. 33 de la
Convención establece las siguientes pautas que rigen supletoriamente a la voluntad de las partes:
El art. 27 de la Convención establece como principio general que un Estado parte del tratado, una vez
vigente el mismo, no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del
incumplimiento de un tratado. Las normas internas de los Estados, para los efectos del ámbito del
derecho internacional, son “meros hechos”.
Art. 27.- El derecho interno y la observancia de los tratados. Una parte no podrá invocar las
disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado. Esta norma
se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 46.
El artículo 46 regula un supuesto específico de nulidad de tratados internacionales que tendrá lugar
si el consentimiento de un Estado, en obligarse por un tratado, hubiera sido prestado en violación
manifiesta a una disposición interna relativa a la competencia para celebrar tratados y, además, esta
violación afectara una norma de importancia fundamental del derecho interno.
Esta violación manifiesta debe resultar objetivamente evidente para cualquier Estado que proceda
en la materia conforme a la práctica usual y de buena fe.
Hay una máxima denominada pacta tertiis nec nocent nec prosunt, los estados terceros no pueden
ser obligados sin su consentimiento. Esta norma se apoya en la soberanía e independencia de los
Estados, que al ser iguales entre ellos, no pueden generar relaciones de subordinación.
Así, como regla general, los tratados solo regulan las relaciones de los Estados que son parte de él, no
tienen aptitud para generar derechos ni obligaciones hacia terceros Estados que no han intervenido
en su formación ni adhieran posteriormente.
Art. 34.- Norma general concerniente a terceros Estados. Un tratado no crea obligaciones ni derechos
para un tercer Estado sin su consentimiento.
Esta norma sin embargo admite excepciones mediante el régimen específico en los arts. 35 a 37 de la
Convención.
Art.35.- Tratados en que se prevén obligaciones para terceros Estados. Una disposición de un tratado
dará origen a una obligación para un tercer Estado si las partes en el tratado tienen la intención de
que tal disposición sea el medio de crear la obligación y si el tercer Estado acepta expresamente por
escrito esa obligación.
El texto de un tratado se torna definitivo a partir de su autentificación y así se mantendrá una vez
que entre en vigor. Sin embargo, encontrándose ya vigente, los Estados parte podrán efectuar
reformas mediante un acuerdo que se celebre por el idéntico procedimiento seguido para su
celebración.
La eventual reforma del contenido del tratado podrá tener lugar mediante dos alternativas,
dependiendo del alcance del acuerdo que a tal efecto se logre: enmienda o modificación.
La enmienda consiste en el procedimiento por el que todas las partes intervinientes en el tratado
acuerdan producir algún cambio que implica modificar las disposiciones dentro de las cláusulas del
tratado. Para este efecto se requiere el acuerdo entre las partes, pues se trata de un tratado nuevo.
Las propuestas de enmienda deben ser notificadas a todos los Estados contratantes, los que tendrán
derecho a participar.
Los Estados contratantes que no lleguen a ser parte del tratado enmendado continuarán obligados
entre sí y respecto de los Estados que lleguen a ser parte de él en la forma original del tratado.
La diferencia con la enmienda trata acerca de la participación entre todas las partes del tratado o
entre alguna de las partes exclusivamente en lo que se refiere a sus relacione mutuas. Esta última
consiste en la modificación del tratado, limitado a los que la han aceptado y siempre y cuando exista
la posibilidad de esa modificación, o bien, que no se halle prohibida.
Para que la modificación sea posible debe estar expresamente prevista la posibilidad en el tratado y:
No debe afectar el disfrute de los derechos de las partes restante ni el cumplimiento de sus
obligaciones
Debe ser compatible con el objeto y el fin del tratado
La Convención de Viena regula los principios generales que habrán de regir respecto de aquellos
tratados que, en virtud de un vicio, defecto o situación existente al momento de la celebración, o que
hubieran surgido con posterioridad a su entrada en vigor, podrá interpretarse como nulo, darse por
terminado o bien suspenderse en su aplicación temporariamente (art. 42 a 45).
La nulidad consiste en la invalidez de un acto jurídico derivada de algún vicio o defecto que lo afecta
desde el momento mismo de su nacimiento o celebración. Las causales que producen nulidades se
refieren a la capacidad de quien se obliga, al objeto del acto o al consentimiento prestado sin
discernimiento, intención o libertad por el sujeto obligado.
En cuanto a las consecuencias de la nulidad, las disposiciones de un tratado nulo carecen de fuerza
jurídica. Para el supuesto en que se hayan ejecutado actos basándose en tal tratado las
consecuencias son:
Toda parte podrá exigir de la otra, en sus relaciones mutuas, que restituya la situación
anterior previa a la nulidad
Los actos ejecutados de buena fe, antes de alegarse la nulidad, no resultan ilícitos por el solo
hecho de la nulidad del tratado
Se produce la pérdida del derecho de alegar una causa de nulidad, terminación, retiro o
suspensión de la aplicación de un tratado
Ius Cogens
Según la Convención se define como una norma imperativa de derecho internacional general
aceptada y reconocida por la comunidad internacional en su conjunto, que no admite acuerdo en
contrario y que sólo puede ser modificada por una norma ulterior de derecho internacional general
que tenga el mismo carácter. (Art. 53)
El estoppel consiste en una institución similar a la preclusión de derecho procesal, que implica la
aceptación de las posiciones de la parte contraria mediante actos que no sólo son contradictorios
con la posición propia sino, además, inconsecuentes y, por lo tanto, lo perjudican por esa misma
aceptación.
Nadie puede negar y aceptar al mismo tiempo y, menos, ejecutar actos que vayan en contradicción
con sus posiciones (no se puede afirmar blanco y negro a la vez).
En cuanto a la naturaleza jurídica y el alcance del estoppel, se afirma que es un efecto de los actos
unilaterales.
El art. 45 de la Convención dispone que dicha facultad será perdida por aquellos Estados que, luego
de haber tenido conocimiento de los hechos fundantes de terminación, suspensión o nulidad ,
hubieran realizado las siguientes acciones:
La limitación a alegar una causa de nulidad no resulta de aplicación automática. Por tanto quedan
excluidos los siguientes supuestos:
Violación Grave
Se entiende por violación grave de un tratado, un rechazo de éste no admitido por la Convención o la
violación de una disposición esencial para la consecución del objeto o fin del tratado.
En caso de que no exista disposición alguna acerca de la terminación deberá atenerse a la intención
de las partes o bien inferir ese derecho de la naturaleza del tratado. En esos casos es necesario
preavisar a los demás Estados con 12 meses de anticipación
En los casos en que la terminación de un tratado opere en virtud de sus disposiciones o conforme
con lo establecido por la Convención de Viena se deberá cumplimentar, en lo que se refiere a la vida
del tratado, lo siguiente:
En caso de silencio y fuera del supuesto de consentimiento unánime, la Convención prevé que para
que un Estado pueda retirarse del tratado o denunciarlo debe resultar de la intención de las partes o
bien que resulte o pueda inferirse dicha posibilidad de la naturaleza del tratado.
De modo tácito podrá inferirse que un tratado se ha terminado si todas las partes celebran con
posterioridad un tratado sobre la misma materia en tanto cumplan con las siguientes condiciones:
A los fines de su admisión deberán cumplirse todos los requisitos establecidos en el art. 61 incs 1 y 2:
El último supuesto previsto por la Convención consiste en la aparición de una norma de ius cogens
con posterioridad a la entrada en vigor del tratado que resulte incompatible con el contenido de la
norma imperativa. En ese caso, el tratado es nulo y terminará.
En cuanto al Cambio fundamental de las circunstancias, si las razones que se tomaron en cuenta para
ratificar el tratado cambian, se puede terminar con el tratado cuando se cumplen dos requisitos
copulativos:
c.- Suspensión
La suspensión total o parcial de la vigencia de un tratado podrá ser invocada por las mismas causales
y en las mismas condiciones que las causales de terminación total o retiro de una de las partes.
Los Estados partes podrán celebrar acuerdos con el objeto de suspender temporalmente el tratado
en sus relaciones recíprocas, salvo que ello esté prohibido expresamente en el tratado o que, aún
estando permitido, pueda afectar los derechos de las partes restantes y las obligaciones derivadas
del tratado hacia todas las partes o bien sea incompatible con el objeto y fin del tratado.
La suspensión podrá solicitarla una parte especialmente afectada por la violación para sus
relaciones con el Estado que incumplió el tratado
La suspensión podrá solicitarla cualquier Estado parte, excepto aquel que hubiera violado el
tratado.
Hay tres etapas sobre la evolución de los Tratados Internacionales por la Jurisprudencia.
La primera comprende el período que se extiende desde 1853 hasta 1963, durante ese lapso no se
llegó a plantear por la CSJN la cuestión del rango constitucional de los tratados, aunque se
pronunciaron en cuestión en la causa Pedro Ferreyra C/ Nación Argentina. En esta etapa sólo se
discutió el status de los tratados siendo el Art. 31, 27 y 100 CN su trípode.
El 27 prescribe que el gobierno federal tiene la obligación de afianzar relaciones de paz y comercio
con gobiernos extranjeros, por lo tanto colocaba a los tratados dentro del control de
constitucionalidad.
La segunda etapa inicia en 1963 con el fallo Marín y Cía C/ Administración de Puertos. Se establece la
supremacía del derecho federal en bloque sobre el provincial, y la supremacía de la CN sobre todo
orden jurídico derivado. En verdad, surge con claridad que el criterio de la CSJN era anacrónico para
la época y estaba en abierta contradicción con los principios universales, reconocidos en el régimen
internacional de los tratados.
La tercera etapa inicia en 1992, con el fallo Edmekdjian C/ Sofovich donde la CSJN sostendría que un
tratado internacional constitucionalmente celebrado es orgánicamente federal; la derogación de un
tratado por una ley del congreso violenta la distribución de las competencias impuesta por la CN,
porque mediante una ley se podría derogar el acto de la celebración de un tratado. Fundamenta su
fallo el en Art. 27 de la Convención de Viena sobre derecho de los tratados, que impone a los órganos
del Estado asignar primacía al tratado ante un eventual conflicto con cualquier otra norma interna
contraria.
A los tratados se refiere el Art. 75,22CN: al Congreso corresponde aprobar o desechar tratados
concluidos con las demás naciones y con las organizaciones internacionales y los concordatos con la
Santa Sede. Los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes: están encima de las
leyes federales y debajo de la CN.
No pasa desapercibida la inclusión de tratados entre los instrumentos que consagren derechos y
garantías, cuya lesión, alteración o amenaza puede dar lugar a la acción de amparo. La enumeración
de los instrumentos (CN, tratado, ley) no es casual sino sustancial y se adecúa a la jerarquización de
los tratados efectuada por el Art. 75,22CN.
Se ha mantenido la facultad del Congreso para aprobar o desechar y tratados, y la del Presidente de
la Nación la de concluir y firmarlos con otras naciones, para el mantenimiento de buenas relaciones
con las organizaciones internacionales y las naciones extranjeras.
En 1994, se le dio jerarquía constitucional a algunos tratados y declaraciones. El mismo Art. 75,22CN
dice: “La declaración americana de los derechos y deberes del hombre, la declaración universal de
DDHH, la convención americana sobre DDHH, el pacto internacional de derechos económicos,
sociales y culturales, el pacto de derechos civiles y políticos (y su protocolo facultativo), la convención
sobre la prevención y sanción del delito de genocidio; la convención internacional sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, la convención contra la tortura y
otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes, la convención sobre los derechos del niño,
en las condiciones de su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la
primera parte de la CN y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella
reconocidos. Solo podrán ser denunciados, en su caso, por el Poder Ejecutivo, previa aprobación de
las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada cámara. Los demás tratados y
convenciones sobre DDHH, luego de ser aprobados por el Congreso, requerirán el voto de 2/3 de la
totalidad de cada cámara para gozar jerarquía constitucional.
La CN dice “sólo pueden ser denunciados en su caso”, parece que recepta la diferencia entre las
declaraciones y tratados, pues los últimos son los únicos que pueden ser denunciados. De ahí que
una interpretación estricta permitiría sostener que las declaraciones incorporadas tienen carácter
definitivo y sólo podrán excluirse o modificarse por el procedimiento ordinario de enmiendas a la CN.
De la misma forma solo podrán agregarse nuevas declaraciones solo respecto a DDHH.
Los tratados de integración surgen del Art. 75,24CN: corresponde al Congreso “Aprobar tratados de
integración que deleguen competencias y jurisdicción a organizaciones supraestatales en condiciones
de reciprocidad e igualdad, y que respeten el orden democrático y los derechos humanos. Las
normas dictadas en su consecuencia tienen jerarquía superior a las leyes”.
La aprobación de estos tratados respecto a Estados latinos, requerirá la mayoría absoluta de cada
cámara, y respecto a otros Estados mayoría de miembros presentes en cada cámara.
Por la reforma de 1994, el Art. 124 establece que “las provincias podrán también celebrar convenios
internacionales en tanto no sean incompatibles con la política exterior de la Nación y no afecten las
facultades delegadas al gobierno federal, o el crédito público de la Nación, con conocimiento del
Congreso Nacional. La ciudad de Buenos Aires tendrá el régimen que se establezca a tal efecto”.
Surge que hay tres limitaciones para la facultad de las provincias: que no sean incompatibles con la
nación, no afecten facultades delegadas al gobierno federal ni el crédito público de la nación.
1.- INTRODUCCIÓN
Uno de los temas más relevantes del derecho internacional es el referente a su relación con el
derecho interno.
El objetivo es operar con lo existente. De esta manera, se presenta, por una parte, el derecho interno
que opera a través del derecho constitucional clásicamente, y por la otra, el derecho internacional
que actúa en el ámbito interno, pero sin reconocer la situación de ese orden interno cuando
interfiere con los demás órdenes internos a través de normas de derecho internacional.
Es necesario armonizar los sistemas nacionales y producir una mutua convergencia entre normas
internas e internacionales.
Cada Estado genera, con potestad soberana en su orden jurídico interno, y participa con los demás
Estados en una relación de igualdad jurídica, en la elaboración de normas internacionales. De la
coexistencia de estos sistemas jurídicos, uno internacional y muchos internos, derivan problemas
atinentes a sus relaciones.
Los estados al regular el método de integración de las normas del Derecho Internacional en su
Derecho Interno, pueden disponer la directa integración de aquellas o bien establecer que las
normas internacionales deben ser incorporadas a través de disposiciones de Derecho Interno que
operen la transformación de las normas internacionales en normas internas. Puede darse el caso de
sistemas constitucionales que integren directamente las normas consuetudinarias y los Principios
Generales de Derecho y que requieran para los tratados un acto interno de transformación.
2.- MONISMO
La Teoría Monista, bajo el presupuesto de la unidad del derecho, propone la existencia de dos
subsistemas jurídicos relacionados jerárquicamente. Esta unidad implica que las normas se hallan
subordinadas unas a otras formando un sólo ordenamiento jurídico.
a. El derecho interno prima sobre el internacional, estando este último subordinado al derecho
interno de los Estados donde fundamenta su existencia. La crítica es que una norma de
derecho internacional general establece que los cambios producidos dentro del orden
jurídico de los Estados no modifican sus obligaciones internacionales. En consecuencia, si se
produjese una ruptura del orden constitucional por una revolución, el Estado seguiría
obligado por sus compromisos internacionales. Esto probaría que el orden jurídico
internacional no deriva su fuerza obligatoria del derecho interno.
3.- DUALISMO
En ese caso, para que una norma pueda ser aplicada, se requiere el procedimiento de recepción o
incorporación, esto es, la transformación del derecho internacional en derecho interno, la
“nacionalización del derecho internacional”.
El derecho Internacional y el derecho interno son dos sistemas independientes: uno emana de los
acuerdos entre Estados, y el otro de la voluntad exclusiva de un Estado. En consecuencia, para que
una norma de Derecho Internacional obligue en un Estado debe transformarse en una norma
interna. Se sigue además que no pueden existir conflictos entre las normas de uno y otro, ya que ello
sería tan inexacto como hablar de conflictos entre leyes de diversos Estados. Es una teoría
consensualista.
Los principios generales de derecho internacional constituyen una categoría diferente a los principios
generales de derecho, ya que los primeros tienen su origen, y son producto, de ese complejo
entramado de interconexiones constantes al que se ha denominado relaciones internacionales. No
obstante lo anterior, y a pesar de su origen y naturaleza, los principios de derecho internacional
consagran y encarnan la idea de derecho y de justicia, en este caso, en el ámbito internacional.
Habitualmente cuando se alude a los principios de derecho internacional, una primera aproximación
se refiere a los principios generales que se expresan en el art. 38 del Estatuto de la CIJ. Esos
principios generales constituyen una necesidad para evitar que una cuestión litigiosa no pueda dejar
de jugarse.
Los principios del Derecho están constituidos por normas en las que se fundamenta su estructura, las
cuales han sido partícipes en la historia del derecho internacional público. Estas normas o principios
son llamados Ius Cogens: "Normas Jurídicas Internacionales admitidas universalmente e imperativas
que se dirigen por el alto grado de generalización de los preceptos expresados en ellos y son
fundamentales y rectores para todas las demás normas jurídicas internacionales".
Entre los principios que forman el Ius Cogens, se encuentran los siguientes:
Los principios formulados en el artículo 2 de la Carta de la ONU de 1945 establecen las obligaciones
principales a que se somete la conducta de los órganos y de los miembros de las Naciones Unidas.
Son reglas de organización muy generales que pretenden enmarcar jurídicamente el
comportamiento de los órganos de la ONU y las relaciones entre los Estados miembros, con el
objetivo de propiciar la paz y la seguridad internacionales. Inicialmente eran cinco, a los que se
incorporaron posteriormente dos más mediante la Resolución 2625 de la Asamblea General de 24 de
octubre de 1970, que incluye como anexo la Declaración donde se proclama que estos principios
“constituyen principios básicos de derecho internacional”.
A estos cinco principios hay que sumar dos más, que son privativos de la Resolución 2625, porque no
aparecen recogidos taxativamente en la Carta:
En principio, sujeto de derecho es un instituto jurídico por el cual a una persona se le atribuye
derechos y obligaciones.
Las personas necesitan del derecho como técnica social específica, y se reúnen dentro del Estado
reconociendo identidades, fines culturales, sociales, políticos, etc.
En el Estado, las personas han creado un orden jurídico interno que rige sus relaciones, por medio de
derechos, obligaciones, ejercicio de competencias y jurisdicciones dentro del ámbito espacial de sus
normas. Para alcanzar los fines esenciales de los seres humanos, se ha producido un desdoblamiento
hombre – persona – Estado, esto es, el hombre en su relación con Estado dentro del marco del
derecho internacional, y no en sí mismo.
Los Estados conservan su carácter de sujetos originarios y agentes generadores de normas jurídicas y
poseen una capacidad plena, mientras que los demás, en general, tienen una capacidad restringida.
La supremacía territorial es parecida a la posesión del derecho interno. Es el señorío que ejerce el
Estado en un determinado espacio, generalmente el del propio Estado y el de sus buques y
aeronaves. En forma excepcional, ese señorío puede extenderse a territorios extraños.
Si un Estado soberano le confiere a otro el derecho de ejercer la supremacía territorial, este último
no ejerce supremacía a nombre del primero, sino a nombre propio. Un Estado puede ser
nominalmente soberano internacionalmente y puede no ejercer de hecho esa soberanía por carecer
de viabilidad económica o protección militar. (Ej. La base militar de Guantánamo)
Se infiere entonces que la soberanía constituye una facultad jurídico internacional de disposición
sobre un territorio y no el señorío efectivo sobre éste. Además, esa facultad jurídico internacional se
presenta frente a otros Estados. Por el contrario la supremacía territorial indica el señorío de un
Estados sobre sus habitantes y consiste en actos de legislación, administración y jurisdicción.
Del concepto de soberanía derivan algunos de los principios fundamentales del derecho
internacional, en especial el de la igualdad soberana y el principio de no intervención en los asuntos
internos de otros Estados, que articulan la comunidad internacional.
Este principio se refiere no solamente a la intervención armada, también a cualquier otra forma de
injerencia o de amenaza atentatoria a la personalidad del Estado o de los elementos políticos,
económicos y cultural; por ello prohíbe el uso de medidas económicas, políticas o de cualquier orden
para coaccionar a otro Estado a fin de lograr que éste subordine el ejercicio de su soberanía.
Hay otra parte del Estado en la que se expresa la relación entre el territorio y las personas que lo
habitan; se crea así un vínculo que se expresa por medio de actos en los que participan las personas,
dentro de una estrecha relación con los derechos humanos. Se trata de la autodeterminación de los
pueblos, que consiste en una forma moderna de considerar la independencia de los Estados.
Sin libertad política no es posible respetar plenamente los derechos civiles y no se puede garantizar
la igualdad de todas las personas ante la ley, a menos que se reconozcan como iguales las naciones a
las cuales éstas pertenecen. El derecho de los pueblos a la libre determinación reviste el mismo valor
universal que los demás derechos humanos.
La autodeterminación de los pueblos se halla estrechamente ligada con los principios de igualdad,
independencia, libertad, justicia y paz.
4.- ESTADO
El Estado representa una de las formas de organización de las sociedades políticas, cuyo nacimiento
en los planos ideológico y político se centra geográficamente en Europa Occidental en el S. XIV y XV.
Para considerar a un Estado se deben dar determinados caracteres, y recién ahí se transformará en
destinatario de normas internacionales.
Son los poderes jurídicos que le confiere el Derecho Internacional a los Estados. Pueden ejercerse
tanto dentro como fuera del territorio, sin embargo lo más corriente sea que se ejerciten dentro de
él.
Competencia territorial
El Estado contrae derechos y obligaciones con las personas que mantienen un vínculo con él. De
todos, el más común es la nacionalidad, que genera derechos y obligaciones entre un nacional y el
Estado. Su determinación es absoluta competencia de los Estados, y todos ellos tienen la capacidad
necesaria para ello. Con todo, estos sistemas de determinación serán oponibles a otros estados tanto
como se observen en su materialización los principios, reglas y costumbre internacional. Para efectos
internacionales, la nacionalidad es importante porque ante cualquier violación de los derechos de un
nacional perpetrada por otro Estado, no es el afectado quien recurre ante la CIJ, sino el Estado en su
representación (protección diplomática en estado extranjero).
Las organizaciones internacionales se han ido consolidando a través de los años. En la actualidad,
junto con los actores tradicionales que son los Estados, desempeñan un papel importante en el
sistema internacional, detentan independencia respecto de los Estados miembros y se encuentran en
condiciones de tomar decisiones autónomas y desempeñar funciones específicas.
1. Carácter interestatal
2. Base voluntaria
3. Órganos permanentes
4. Voluntad autónoma
5. Competencia propia
6. Cooperación entre sus miembros a efectos de la satisfacción de intereses comunes
La personalidad de las OI está afectada al principio de especialidad, esto es, limitada al logro de los
objetivos y a la misión que le fueron confiados a la OI y que surgen o pueden deducirse de su tratado
constitutivo.
Otra de las expresiones de su subjetividad internacional consiste en la capacidad que tienen las OI
para incurrir en responsabilidad internacional, por aquellos actos ilícitos cometidos en el marco de su
participación en las relaciones internacionales.
La Santa Sede, por estar a la cabeza de ella el Papa, es el ente central supremo de la Iglesia Católica.
La Subjetividad de la misma en la Sociedad Internacional se remonta al nacimiento de la misma. Pese
a la desaparición de los Estados Pontificios en 1870, continúa siendo destinataria de normas
internacionales y ejerciendo el derecho de legación activo y pasivo (recibiendo y enviando
diplomáticos), aparte, ha participado en la conclusión de negocios jurídicos internacionales, y su
potestad se ha manifestado no sólo en los Concordatos sino en la estipulación de tratados
internacionales.
Se reconoce a la Santa Sede la plena propiedad, potestad y jurisdicción sobre la Ciudad del Vaticano,
tiene:
El Estado del Vaticano se caracteriza por ser un Estado neutro incondicional, perpetua e
irrevocablemente.
El punto de unión entre la Santa Sede y la Ciudad del Vaticano es la existencia de un órgano común a
ambas: el Papa, quien es la cabeza de la Santa Sede y es soberano de la ciudad del Vaticano. Si la
relación aparece clara en el orden interno, también es clara en el derecho internacional, pues son
dos sujetos del ordenamiento internacional. La Santa Sede y el Estado de la ciudad del Vaticano son
dos personas jurídicas internacionales distintas
Valiéndose de dicha personalidad, se estipuló el acuerdo que dio nacimiento al acuerdo. Este puede
calificarse como un pactum in favore tertii: la subordinación entre Vaticano y Santa Sede hace que la
unión entre los dos pueda llevarse a la figura general de las uniones internacionales.
Se trata de una orden religiosa, dependiente de la Santa Sede y regulada por el ordenamiento
canónico.
Tiene su sede en Roma, mantiene relaciones diplomáticas con varios Estados. Es neutral, imparcial y
apolítica, y es apta para intervenir como mediadora entre Estados.
Tiene personalidad internacional ya que puede asumir derechos y deberes de carácter internacional
frente a terceros Estados, que la reconocen como sujeto de derecho internacional. Puede concluir
tratados, establecer relaciones diplomáticas y extender pasaportes. Su gran maestre ceremonial es
similar a la figura de un jefe de Estado.
Los sujetos del derecho internacional se relacionan a través de sus representantes. En el caso de los
Estados, éstos son los jefes de Estado y de Gobierno y los ministros de Relaciones Exteriores. Sin
perjuicio de ello, la ejecución de la política exterior se efectúa por medio de funcionarios
diplomáticos y consulares. No solo los Estados recurren a estos funcionarios especializados, sino
también diversos sujetos de derecho internacional.
Las relaciones exteriores son encabezadas también por agentes ad hoc que pueden encargarse de
problemas políticos determinados o de problemas técnicos. El desarrollo de las organizaciones
internacionales dio lugar a una actividad diplomacia multilateral, y ante tales organizaciones los
Estados se encuentran representados por misiones permanentes diplomáticas o de observación o
delegados ante órganos o conferencias convocadas por la organización u observadores en tales
órganos o conferencias.
Los órganos del Estado, los jefes de Estado y de Gobierno, los ministros de Relaciones Exteriores
pueden ejercer funciones diplomáticas directamente y sin necesidad de designación, pero siempre
junto a ellos, en la ejecución de la política exterior, hay diplomáticos y cónsules.
Las directivas de los Jefes de Estado, de Gobierno y cancilleres son ejecutadas por los funcionarios
diplomáticos y cónsules. La Ley Orgánica del Servicio Exterior de la Nación establece que el Servicio
Exterior, como organización fundamental del Estado nacional para el desarrollo de sus relaciones con
la comunidad internacional, es el instrumento de ejecución de la política exterior nacional.
Hay Estados, como el argentino, en los que jefe de Estado y de Gobierno son la misma persona; en
otros, en especial de organización parlamentaria, suele diferenciarse uno del otro. La diferencia entre
las jefaturas deriva de la organización constitucional de cada Estado.
Una de las funciones en materia de política exterior de los jefes de Estado o de Gobierno es que
designan los diplomáticos y que los diplomáticos extranjeros se acreditan ante estos jefes.
Los Jefes de Estado y de Gobierno representan a su país en el plano internacional y tienen los mismos
privilegios e inmunidades cuando están en un territorio extranjero debido a la función que
desarrollan:
El Ministro de Relaciones Exteriores ejecuta la política exterior del país, bajo la dirección del Jefe de
Estado o Jefe de gobierno y tiene autoridad para hablar y comprometer su Estado
internacionalmente. Las comunicaciones de representantes extranjeros, salvo circunstancias
excepcionales, deben ser dirigidas al Ministro de Relaciones Exteriores. El Ministro de Relaciones
Exteriores en muchos países coadyuva a la justicia declarando, a pedido de parte o del juez, sobre la
condición de soberano de un Estado extranjero, su jefe o su propiedad, sobre el reconocimiento de
gobiernos o Estados extranjeros, sobre la condición de individuos que reclaman inmunidades
diplomáticas. Su información en estos casos es concluyente para el juez. Goza de todas las
inmunidades que el derecho internacional ha conferido a los diplomáticos.
Son agentes diplomáticos las personas que ejercen la representación oficial de un Estado en otro
Estado, ya sea de modo general y permanente, o bien con carácter ad hoc, para un determinado
asunto.
La facultad de enviar y recibir diplomáticos pertenece a los Estados, y se llama derecho de legación
activo o pasivo. Se discute si los Estados están obligados a enviar o recibir tales agentes. Si los envía,
es una facultad sujeta a la discreción del Estado en cuestión, en cambio si los recibe, debe
distinguirse si se trata del establecimiento de una misión permanente (y que requiere
consentimiento mutuo) o si es una misión especial donde el Estado no puede rehusarse a recibirla.
La Convención de Viena de 1961 define a la misión diplomática como el grupo de personas enviadas
a otro Estado para que ejerzan una representación diplomática permanente ante ese Estado.
1. Embajadores o nuncios acreditados ante los Jefes de Estado y otros jefes de misión
2. Enviados, ministros o internuncios acreditados ante los Jefes de Estado
3. Encargados de negocios acreditados ante los Ministros de Relaciones Exteriores.
Los dos primeros se acreditan por cartas credenciales, y el último por cartas consulares.
Aparte de los Jefes de Misión, cada Estado da a sus agentes diplomáticos las denominaciones
convenientes.
Funciones de la misión
Las funciones del agente diplomático son la misión de representación, negociación, observación y
protección.
Aparte, debe fomentar las relaciones amistosas y desarrollar las relaciones económicas, culturales y
científicas entre el Estado acreditante y el receptor.
En el desempeño de sus funciones, el agente diplomático tratará los asuntos oficiales con el
Ministerio de Relaciones Exteriores o con el ministro que se haya convenido. En la práctica,
excepcionalmente puede tratar los asuntos importantes con el Jefe de Estado o el Jefe de Gobierno
con su anuencia previa y la intervención del Ministro de Relaciones Exteriores.
El gobierno consultado puede responder en sentido negativo, sin tener que expresar los motivos. No
se requiere igual consulta para la designación de los demás funcionarios que integran el personal
oficial de la misión diplomática, salvo para los agregados militares.
Sobre la nacionalidad del agente, en principio ha de tener la nacionalidad del Estado acreditante.
Además, salvo que el Estado receptor se oponga, el acreditante puede nombrar una misma persona
como agente diplomático ante dos o más Estados.
La precedencia entre los jefes de misión se establece siguiendo el orden de la fecha y hora en que
hayan asumido sus funciones mediante la presentación de credenciales. Las modificaciones de las
mismas no entrañan cambio de clase ni alteran su orden de precedencia.
La misión diplomática se instala en la sede del Gobierno del Estado Receptor, aunque se pude
establecer, con el consentimiento del Estado receptor, oficinas que formen parte de la misión en
otras localidades.
El Estado receptor deberá facilitar al Estado acreditante la adquisición de los locales necesarios para
el funcionamiento de la misión. En los locales de su misión, el Estado podrá colocar la bandera y el
escudo de su Estado tanto en la residencia como en sus medios de transporte, impedir la entrada de
agentes del Estado receptor sin su consentimiento, impedir todo registro, embargo o ejecución, y no
abonar impuestos y gravámenes nacionales, regionales o municipales sobre estos.
El Estado receptor tiene que adoptar las medidas necesarias para proteger a los locales de la misión
contra toda intrusión o daño, y respetar la inviolabilidad de los locales y de los archivos y
documentos de la misión.
A los miembros de la misión diplomática, el Estado debe garantizar una libreta de circulación y
tránsito, que se otorgará sin perjuicio de las leyes y reglamentos referentes a zonas de acceso
prohibido por seguridad.
La persona del agente diplomático es inviolable, y no puede ser objeto de actos de coerción por
parte del Estado receptor. No puede ser objeto de ninguna forma de detención o arresto. La
inviolabilidad se extiende a su residencia, documentos, correspondencia y bienes.
La inmunidad de jurisdicción local impide que los agentes diplomáticos sean sometidos a juicio, tanto
en materia penal, civil o administrativa, o sea objeto de medidas de ejecución.
Acción real sobre un inmueble privado situado en el territorio del Estado receptor
Caso de una acción sucesoria en que el diplomático figure a título privativo
Caso de cualquier acción referente a cualquier actividad profesional o comercial.
La inmunidad es irrenunciable.
El Estado acreditante goza de exención fiscal de todos los impuestos sobre los locales de la misión de
que sean propietarios o inquilinos, salvo los que constituyan el pago de servicios particulares. El
agente diplomático está exento de todos los impuestos directos. Esta norma está sujeta a varias
excepciones: impuestos indirectos, impuestos sobre inmuebles privados, impuesto a las sucesiones, a
ingresos privados, por servicios particulares, derecho de registro, aranceles y timbres. Goza de
exención aduanera y está exento de las normas que rigen la seguridad social. El agente diplomático
está exento de prestaciones personales, como servicios públicos, o cargas militares.
Los miembros de la familia del agente diplomático que formen parte d su casa, gozarán de los
privilegios e inmunidades de que goza el agente diplomático, siempre que no sean nacionales.
Los criados particulares extranjeros estarán exentos de impuestos, pero gozarán de privilegios e
inmunidades en la medida reconocida por dicho Estado, que podrá ejercer su jurisdicción sobre las
personas si no estorba el desempeño de sus funciones.
Los privilegios cesan en el momento en que la persona salga del país, o expire el plazo concedido
para su salida, en el caso de ser declarada persona no grata, o que se rompan las relaciones
diplomáticas entre los dos países.
Los actos realizados en el ejercicio de las funciones como miembro de la misión, continuarán
gozando de inmunidades aún después del cese de las funciones de los miembros de la misión.
La misión diplomática pude terminar por cierre temporal o definitivo, sin ruptura de relaciones, por
el conflicto armado o por la ruptura de relaciones diplomáticas.
En todos los casos, existiendo conflicto armado, el Estado receptor deberá facilitar la salida del
personal y sus familias lo más pronto posible, poniendo a su disposición los medios de transporte
indispensables, si ello fuera necesario, y respetar los locales de la misión, sus bienes y archivos.
Las funciones diplomáticas termina cuando el Estado acreditante comunique al Receptor que las
funciones del agente diplomático han terminado, o cuando el Receptor comunique al Estado
acreditante que se niega a reconocer al agente diplomático como miembro de la misión.
Los cónsules son funcionarios oficiales de un Estado que actúan en territorio de otro, con
consentimiento del primero, ejerciendo en lo que respecta al tráfico comercial y a las transacciones
privadas con su país así como a sus nacionales domiciliarios, residentes o transeúntes, ciertos actos
administrativos que surten efecto en su propio país. Además, trabajan a favor del intercambio entre
los Estados, informan sobre su gobierno y auxilian a los nacionales en circunstancias personales
extraordinarias. No son agentes diplomáticos.
Cada Estado clasifica a sus funcionarios consulares como cónsules generales, cónsules, vicecónsules.
Se distingue a los cónsules de carrera de los que no son: los primeros pertenecen al Servicio Exterior
en el carácter de funcionarios públicos permanentes, mientras que los segundos han sido nombrados
por algunos Estados para regentear un consulado de poca importancia, escogiéndose a una persona
residente en la localidad, a quien se asigna una de las categorías inferiores en la escala consular, y
ese cargo, honorario o escasamente remunerado, no es incompatible con el ejercicio de actividades
lucrativas de orden privado.
Cónsul general
Cónsul
Vicecónsul
Agente consular
La procedencia entre los jefes de oficina se determina por la fecha de concesión del exequatur. Los
jefes de oficina que sean cónsules honorarios, seguirán a los jefes de carrera.
Las funciones de los cónsules son muy diversas, pero no son solo representativos, entre ellas están:
Dicho Estado receptor, por razones de seguridad nacional, puede negarse a la apertura de
consulados. Si hay una única oficina consular, esta actúa para todo el país, pero el Estado que envía
puede establecer circunscripciones consulares. El funcionario consular podrá ejercer sus funciones
fuera de la circunscripción extraordinariamente, con consentimiento del Estado receptor.
Se denomina circunscripción consular al ámbito territorial donde la oficina consular ejerce sus
funciones y sus límites no pueden alterarse sin el consentimiento del Estado receptor. La
circunscripción consular se fija en la carta patente del funcionario consular.
El Estado receptor podrá comunicar en todo momento al Estado que envía, que un funcionario
consular es una persona no grata o que cualquier otro miembro de su personal ya no es aceptable.
El Estado deberá retirar a esa persona, o poner término a sus funciones en la oficina consular. Si el
Estado se niega o no ejecuta en un plazo razonable las obligaciones que incumben, el Estado
receptor podrá retirar el exequatur a dicha persona, o dejar de considerarla miembro del personal
consular.
Una persona designada miembro de la oficina puede ser declarada no aceptable antes de su llegada,
o antes de iniciar sus funciones, y el Estado que envía deberá retirarle el nombramiento. El Estado
receptor no está obligado a exponer los motivos de su decisión.
El Estado receptor concederá todas las facilidades para el ejercicio de las funciones de la oficina
consular.
Uso de la bandera y escudo nacional: el Estado que envía tendrá derecho a usar su bandera y
escudo en el Estado receptor
Inviolabilidad de los locales consulares: las autoridades del Estado receptor no podrán
penetrar en la parte de los locales que se utilicen para el trabajo de la oficina, y no podrán
ser objeto de requisa. La residencia del jefe de la misión consular está excluida de estas
normas. Los archivos y documentos consulares son siempre inviolables
Exención fiscal: los locales consulares y la residencia están exento de impuestos y
gravámenes
Libertad de tránsito y comunicación: tienen libertad, salvo a zonas de acceso prohibidas por
razones de seguridad personal
Comunicación con los nacionales del Estado que envía: podrán comunicarse libremente con
sus nacionales, visitarlos y ser visitados. Deberá informar a la oficina consular, sin retraso, el
arresto, detención o prisión de un nacional
Información en casos especiales: el receptor deberá comunicar sin retraso a la oficina
consular el fallecimiento de un nacional, el nombramiento de un tutor, y el lugar del
accidente de un buque o aeronave.
Obligación de comparecer como testigo: no está obligado a dar testimonio, pero si los miembros del
consulado fueran llamados como testigos, podrán hacerlo. La autoridad que requiera su testimonio
no deberá perturbar al cónsul en el ejercicio de sus funciones. No están obligados a exhibir
correspondencia ni documentos, ni explicar las leyes del país que representan.
Exención fiscal y otras franquicias: los cónsules y empleados gozan de exención fiscal respecto a
impuestos personales o reales, salvo los indirectos, imponibles sobre bienes inmuebles de propiedad
privada, sucesiones, ingresos privados, determinados servicios por Estados, y derecho de registro,
aranceles judiciales, hipotecas y timbres. En materia aduanera están exentos de impuestos los bienes
destinados al uso personal del cónsul o los demás empleados o su familia. Los miembros de la oficina
están exentos de todo servicio público, cargas militares, requisas, contribuciones y alojamiento de
militares.
Incumbe al Estado la renuncia a los privilegios e inmunidades que otorga la Convención a los
miembros de la oficina consular, que deberá ser expresa, presumiéndola en caso de reconvención.
Además la renuncia a la inmunidad de jurisdicción, no implica renuncia a inmunidad de ejecución,
que requiere una nueva renuncia.
Los privilegios e inmunidades comienzan cuando los miembros de la oficina consular entran en el
territorio del Estado receptor, o desde que asumen sus funciones, y terminan cuando abandonen
dicho territorio.
Son misiones diplomáticas temporales que representando al Estado son enviadas a otro Estado (con
consentimiento de éste) con el propósito de tratar con él asuntos determinados o de realizar ante él
un cometido determinado.
Temporales
Representativas del Estado
Limitadas a un propósito
Deben ser aceptadas por el Estado receptor
Para enviar una misión especial ante otro Estado es preciso obtener por vía diplomática el
consentimiento de éste último. Para el envío de la misión especial a otro país no es necesaria la
existencia de relaciones diplomáticas o consulares.
El Estado que envía la misión debe informar al Estado receptor quienes integran la misión especial. El
Estado receptor podrá, en cualquier momento y sin exponer el motivo, declarar que algún miembro
de la misión es persona non grata. El Estado que envía debe retirar a esa persona, de lo contrario, el
Estado receptor podrá negarse a reconocerla como miembro de la misión especial.
Las funciones de la misión especial serán determinadas por consentimiento mutuo del Estado que
envía y el receptor, y comenzarán cuando la misión entra en contacto oficial con el Ministerio de
Relaciones Exteriores u otro órgano del Estado receptor que se haya convenido.
El punto central es el análisis de la violación de una norma de derecho internacional. En ese caso,
surge una nueva relación entre: el sujeto que es imputable de la mencionada violación por acción o
por omisión y que debe responder mediante la reparación, y por otra parte, el sujeto que va a
reclamar la reparación por el incumplimiento.
Es un principio del derecho internacional y un concepto general del derecho que cualquier
incumplimiento de un compromiso impone la obligación de efectuar una reparación.
La Comisión de Derecho Internacional (CID) consolidó un texto ordenado que expresa los principios
esenciales que rigen el tema de la responsabilidad.
Como sujetos originarios del internacional, los Estados han sido tradicionalmente creadores de
normas y, a su vez, sujetos obligados por éstas. De este modo, cuando un Estado lleva a cabo un acto
contrario al derecho internacional en perjuicio de otro Estado o bien cuando determinada acción u
omisión pone en peligro bienes o valores que la comunidad internacional considera primordiales, se
puede considerar que es responsable y, consecuentemente, surge la obligación de reparar el daño
causado.
La premisa básica del sistema es, entonces, que todo hecho internacionalmente ilícito del Estado
genera responsabilidad internacional.
Los elementos del acto ilícito internacional son la existencia de una conducta con relevancia en el
plano jurídico internacional, el hecho de que con esa conducta se viole una obligación, la posibilidad
El elemento subjetivo alude a la posibilidad de atribuir una conducta a un determinado sujeto del
derecho. El elemento objetivo es el hecho de que el comportamiento atribuible al Estado sea una
violación de una obligación internacional.
La obligación es una exigibilidad de una conducta impuesta por la norma del derecho, y se viola
cuando un acto del Estado no sea conforme a lo que exige esa obligación.
Para calificar un de ilícito a un acto, es indistinto cual sea el origen o fuente de la obligación violada:
tan ilícito es un acto contrario a una obligación de origen consuetudinario, como uno que contradiga
un comportamiento basado en un tratado o en una fuente de otro tipo, y también es indiferente el
contenido u objeto de la misma, si bien no dejará de repercutir en ciertos casos.
Para poder clasificarlo como ilícito es necesario que la obligación de dicho acto esté en vigor al
tiempo de la realización de este respecto del sujeto responsable.
En los distintos sectores del Estado se puede incurrir en violaciones de las reglas internacionales, por
ejemplo:
Así, se verifica la plena vigencia de la norma consuetudinaria que establece que los Estados no
pueden alegar normas de derecho interno para violar obligaciones internacionales.
Con respecto al daño, hay autores que consideran que el daño es un elemento constitutivo de la
responsabilidad internacional. Hay otros que sostienen que todo hecho ilícito da lugar a
responsabilidad, aunque no todo hecho ilícito genera daño.
La CID estima que el daño inherente a todo hecho internacionalmente ilícito es el inherente a toda
violación a una obligación, considerando comprendido el factor daño en el elemento objetivo del
acto internacionalmente ilícito.
Actualmente, el derecho interno acepta el principio de responsabilidad por el riesgo creado. Esto
significa que quien, por su propio placer o utilidad introduce algo peligroso a la sociedad, es
responsable de cualquier accidente que de él se derive, aun cuando no se le pueda imputar culpa o
negligencia alguna.
En el derecho internacional, la teoría del riesgo se aplica de manera similar. En esta situación se
atribuye responsabilidad al Estado, de manera objetiva, simplemente por el riesgo de las actividades
que plantea, tal es así como actividades espaciales, nucleares, establecidas concretamente en
tratados internacionales.
Si bien todo acto estatal que constituye una violación a una obligación internacional es un acto ilícito,
hay actos que son más graves, y es necesario distinguir los crímenes de otros actos ilícitos de menor
gravedad calificados como delitos internacionales.
Todo hecho internacionalmente ilícito que no sea un crimen internacional, será un delito
internacional.
Se entienden como tales las violaciones flagrantes y sistemáticas de normas de ius cogens. Entre los
criterios que pueden considerarse para medir la gravedad de una infracción se encuentran la
intención de violar la norma, el número de violaciones individuales o la gravedad de las
consecuencias que se acarree a las víctimas.
Toda norma de ius cogens tiene alcance erga omnes, por lo que todos los Estados pueden adoptar
medidas lícitas para poner fin a la violación. Además, los artículos de la CDI afirman que ningún
Estado reconocerá como lícita una situación creada por una violación grave, ni prestará ayuda o
asistencia para su mantenimiento.
La CID establece que “el hecho de un Estado que constituye una violación de una obligación
internacional es un hecho ilícito sea cual fuere el objeto de la obligación internacional violada. El
hecho ilícito resultante de una violación por un Estado de una obligación esencial para los intereses
fundamentales de la comunidad internacional, su violación es un crimen internacional”.
Los individuos, dentro del territorio de un Estado, pueden efectuar actos que afecten adversamente
los derechos de otros Estados, tales como delitos contra el soberano o embajadores, y las ofensas a
la bandera de un Estado.
La doctrina moderna dice que la responsabilidad del Estado por los actos de los individuos no es la de
complicidad con el autor, sino en el hecho de que el Estado deja de cumplir su deber internacional de
impedir el acto ilícito. La responsabilidad surge si los órganos no evitaron la ofensa o no reparan al
Estado o persona extranjera perjudicado por ella.
Los principios rigen la responsabilidad estatal en relación a daños causados por personas privadas
(individual o en grupo) como en la violencia o motines de las turbas. Existe una situación donde los
Estados han demostrado disposición a aceptar su responsabilidad, que es cuando la turba se ha
dirigido contra los nacionales de un Estado, o a los extranjeros.
El problema de saber si un Estado responde por los daños contra extranjeros en las insurrecciones y
guerras civiles. No se responsabiliza al Estado por los actos revolucionarios, aunque existe
responsabilidad si se alega que las autoridades dejaron de emplear la diligencia para impedir los
daños de los revolucionarios, como al conceder indulto. Se responsabiliza si los revolucionarios se
convierten en el gobierno estatal.
En cuanto al enfoque general de la responsabilidad, la CID establece en su art. 1° que todo hecho
internacionalmente ilícito del Estado genera su responsabilidad internacional, y en su art. 12 dispone
que hay violación de una obligación internacional por un Estado cuando un hecho de ese Estado no
está en conformidad con lo que de él exige esa obligación, sea cual fuere el origen o la naturaleza de
esa obligación.
Este nuevo enfoque hace una distinción conceptual entre normas primarias y secundarias.
Las normas primarias son las que el derecho internacional impone a los Estados. Por su parte, las
normas secundarias son las que nacen de la violación de una obligación primaria. Ejemplo: No se
debe usar el territorio para fines contrarios a los derechos de otros Estados (norma primaria).
Cuando se da tal uso al territorio, se incurre en responsabilidad internacional (norma secundaria).
Atribución de la Responsabilidad
Asimismo la CID ha establecido cuales son las circunstancias que excluyen la ilicitud:
Legítima defensa: La ilicitud de un hecho de un estado quedara excluida si ese hecho constituye una
mediad ilícita de legítima defensa tomada de conformidad con la carta de las Naciones Unidas.
Contramedidas respecto de un hecho internacional ilícito: La ilicitud del hecho de un Estado que no
esté en conformidad con sus obligaciones internacionales para con otro Estado quedara excluida en
la medida en que el hecho constituya una medida dirigida a ese otro estado.
Fuerza mayor: La ilicitud de un hecho de un Estado que no esté en conformidad con una obligación
internacional de ese Estado quedara excluida si ese hecho se debió a una fuerza mayor, es decir a
una fuerza irresistible o a un acontecimiento imprevisto, ajeno al control del estado, que hace
materialmente imposible cumplir con la obligación en las circunstancias del caso.
Estado de necesidad: Ningún Estado podrá invocar el Estado de necesidad como causa de exclusión
de la ilicitud de un hecho que no esté en conformidad con una obligación internacional de ese Estado
a menos que ese hecho:
a. Sea el único medio para salvaguardar un interés esencial contra un peligro grave e
inminente.
b. No afecte gravemente a un interés esencial del Estado o de los Estados respecto de los cuales
existía la obligación, o de la comunidad internacional en su conjunto.
En todo caso ningún Estado podrá invocar el estado de necesidad como causa de exclusión de la
ilicitud si:
Ninguna de las circunstancias establecidas “justificaría” la actitud del Estado al incumplir con las
obligaciones del derecho internacional.
El Estado que incurre en responsabilidad internacional queda sujeto a una serie de consecuencias
jurídicas.
En primer lugar, no cesa el deber de cumplir con la obligación violada. El Estado debe también poner
fin a la conducta infractora, si ésta continúa; y a ofrecer garantías de que no se repetirá.
Adicionalmente, el Estado está obligado a reparar el perjuicio causado, tanto material como moral,
incluyendo éste el honor, dignidad y prestigio de un Estado.
La reparación íntegra del perjuicio causado por el hecho internacionalmente ilícito adoptará la forma
de restitución, de indemnización y de satisfacción, ya sea de manera única o combinada.
La CID recoge las medidas que pueden adoptar los Estados ante la violación de una obligación
internacional para asegurar que el Estado infractor cumple las obligaciones que conforman el
contenido de la responsabilidad.
Invocación de la responsabilidad
Un Estado tendrá derecho como Estado lesionado a invocar la responsabilidad de otro Estado si la
obligación violada existe:
Un Estado está legitimado para invocar la violación de una obligación que el Estado infractor tiene
frente a un grupo de Estados o frente a toda la comunidad internacional si le afecta especialmente o
si la violación es de tal índole que condiciona el cumplimiento por las demás partes, como es el caso
del incumplimiento de un tratado de desarme.
Es posible renunciar a este derecho. La falta de reacción del Estado ante la violación se puede
presumir como renuncia tácita.
Además, el artículo 48 afirma que un Estado podrá invocar la responsabilidad de otro, aunque no
pueda entenderse lesionado.
Podrá, en primer lugar, si la obligación existe en relación con un grupo de Estados del que el Estado
invocante forma parte y ha sido establecida para tutelar un interés colectivo del grupo.
Así, ante la comisión de un ilícito internacional el infractor es obligado por otro sujeto de derecho
internacional que busca la cesación del ilícito y su reparación.
Retorsiones
Es la realización de un acto que entra dentro de la legalidad internacional, pero no dentro de las
buenas prácticas, es decir que son legales en su totalidad pero deben realizarse con responsabilidad.
El Estado lesionado, para obtener la cesación y reparación del hecho ilícito, puede realizar
determinados actos que, en condiciones normales, serían contrarios a sus obligaciones
internacionales. Estos actos se denominan contramedidas o represalias, que son un elemento de un
sistema descentralizado que trata de hacer efectivos los derechos de los Estados.
No obstante, al tratarse de una forma de autotutela, las contramedidas se prestan a abusos. Así se
establecen límites y condiciones a su ejercicio.
a. El Estado lesionado solamente podrá tomar contramedidas contra el Estado responsable del
hecho internacionalmente ilícito con el objeto de inducirlo a cumplir las obligaciones que le
incumban en virtud de lo dispuesto en la segunda parte.
b. Las contramedidas se limitarán al incumplimiento temporario de obligaciones
internacionales que el Estado que toma tales medidas tiene con el Estado responsable.
c. En lo posible, las contramedidas serán tomadas en forma que permitan la reanudación del
cumplimiento de dichas obligaciones.
El Estado que tome contramedidas no quedará exento del cumplimiento de las obligaciones que le
incumban:
Las contramedidas deben ser proporcionales al perjuicio sufrido, teniendo en cuenta la gravedad del
hecho internacionalmente ilícito y los derechos en cuestión.
Se pondrá fin a las contramedidas tan pronto como el Estado responsable haya cumplido sus
obligaciones en relación con el hecho internacionalmente ilícito de conformidad con lo dispuesto en
la segunda parte.
La protección diplomática.
Mediante la protección diplomática un Estado hace suyas las reclamaciones de sus nacionales contra
otro Estado, convirtiéndose en el único que puede calificar la conveniencia de la reclamación, su
monto y hacer con ella lo que crea oportuno.
Este último aspecto es importante para el derecho interno, pues para el internacional basta con que
se entregue el monto de la reclamación y lo que se haga con ella queda a discrecionalidad del Estado
reclamante.
Que se ejerza a favor de personas que ostenten la nacionalidad del estado reclamante,
siendo un caso de excepción que se ejercite por personas que no son nacionales del Estado
reclamante, pero posible como sería la situación de un estado en protectorado. Este criterio
ha sido confirmado por la Corte Internacional de Justicia, en su opinión consultiva acerca de
“Reparación por daños sufridos al Servicio de las Naciones Unidas”.
Que la persona sujeto de la protección diplomática, haya agotado los recursos internos del
Estado ante el cual se hará la reclamación, es decir, se requiere que se haya acudido ante los
tribunales y que no haya obtenido satisfacción después de haber agotado las vías legales que
tenía abiertas. Si la persona reclamante no tuvo acceso a los tribunales, o los tuvo pero su
reclamación no fue recibida, o habiéndola recibido la autoridad se observan irregularidades
en su resolución, entonces tenemos lo que comúnmente se conoce como “Denegación de
Justicia”.
La tercera condición es que la conducta de la persona reclamante sea “limpia”, es decir que
no haya propiciado con una actuación ilegal, la producción de los hechos que dieron origen a
la protección diplomática, lo cual se conoce con el término anglosajón de “Clean hands” o
manos limpias.
El derecho internacional no conocía, hasta hace relativamente poco tiempo, otra forma de
responsabilidad que la consecuente al hecho ilícito. El desarrollo de la actividad espacial, el
transporte de ciertas sustancias - principalmente por mar – la actividad nuclear, todo el desarrollo
tecnológico que produce o crea un riesgo de producir daños transfronterizos y con ellas ciertas
convenciones internacionales que imponen formas de responsabilidad causal. Pero no había normas
de derecho internacional general en la materia, ni convención alguna que lo codificará o intentara
desarrollar progresivamente.
En 1973 la CID decidió considerar separadamente todo lo atinente a la responsabilidad por riesgo
bajo el nombre "Responsabilidad internacional por las consecuencias perjudiciales de los actos no
prohibidos en el derecho internacional"
Pero no es esta la única forma de responsabilidad sin hecho ilícito. Son estas actividades las que
plantean los problemas contemporáneos más graves, como lo es el de la contaminación
transfronteriza.
Podría concebirse otra variante para este último tipo de daños: la prohibición de la actividad cuando
los daños son de tal naturaleza que sobrepasan las ventajas que la actividad podría arrojar. Ese fue el
caso de los ensayos nucleares en la atmósfera, en el espacio cósmico y bajo el agua, ya que sus
beneficios, cualesquiera fuesen, resultaban considerablemente inferiores a los daños causados y a
los riesgos que creaban. Así se llegó al Tratado de prohibición correspondiente en 1969. Pero
naturalmente que la prohibición nos llevaría a la responsabilidad por ilicitud en caso de
incumplimiento.
El individuo no es sujeto normal de las relaciones regidas por el orden jurídico internacional, aunque
excepcionalmente pueda serlo en la medida en que algunas de las reglas del derecho internacional le
atribuyan derechos y obligaciones de carácter internacional. Salvo supuestos excepcionales, sólo a
través del Estado pueden las reglas del derecho internacional llegar a afectar al individuo.
En principio, no existe obstáculo para considerar al individuo como sujeto de una conducta que
represente en sí misma un hecho internacionalmente ilícito. A este respecto, Kelsen distingue entre
el individuo-sujeto del hecho ilícito y el sujeto de la responsabilidad, lo que vendría a significar que,
no obstante poder el individuo infringir una regla jurídico- internacional que establezca ciertas
obligaciones a su cargo, normalmente no será responsable por ello en el plano internacional: sólo
excepcionalmente el acto ilícito del individuo puede suscitar su responsabilidad directa en este plano
en razón de la índole y de la gravedad del acto.
El individuo tiene capacidad para contraer responsabilidad internacional por hechos ilícitos y, en
concreto, existe la posibilidad de su incriminación internacional. No obstante, se ha observado que
en la generalidad de los supuestos de los llamados delicta iuris gentium (piratería, trata de esclavos,
tráfico de drogas, delitos contra personas internacionalmente protegidas u otros actos terroristas de
diversa índole), las sanciones se aplican a los culpables en virtud de reglas internas (dictadas por los
Estados en consonancia con sus obligaciones jurídico-internacionales) y a través del ejercicio de la
jurisdicción nacional eventualmente ampliada con arreglo a las previsiones de ciertos convenios a los
fines de una más eficaz represión de este tipo actos. Es decir, la incriminación no trasciende en tales
casos el plano del derecho interno, por más que se apoye en reglas internacionales convencionales
que estipulan una colaboración entre Estados a los citados fines represivos.
A poco de concluir la segunda guerra mundial, para enjuiciar a los responsables de los crímenes de
guerra, se concertó estatuto que incorporaba una carta del Tribunal Militar Internacional encargado
de juzgar los delitos que se agrupan en cuatro categorías:
Tras los Juicios de Nüremberg, la Asamblea General de la ONU encargó a la Comisión de Derecho
Internacional la formación de los principios de Nüremberg en un proyecto de Código Internacional de
Delitos Contra la Paz y Seguridad de la Humanidad que recién fue sancionado en 1991, y establece:
También trata los crímenes contra la paz y seguridad d la humanidad propiamente dichos entre los
que se encuentran la agresión, amenaza, de agresión, fomento, ayuda o financiación de
organizaciones subversivas o terroristas en otro Estado o el suministro de armas para tales
actividades, dominación colonial, genocidio, apartheid, violaciones de DDHH, tráfico de
estupefacientes y daños al medio ambiente.
La creación del Tribunal de la Haya en 1993 para el enjuiciamiento de los responsables de las
violaciones al derecho humanitario en Yugoslavia desde 1991, llevaron a la actualización práctica de
dichos principios.
A pesar de todo, lo normal es que sea el Derecho Interno a través de los órganos y procedimientos
estatales, el que se encarga de dilucidar las consecuencias de la comisión por el individuo de delitos
internacionales.
La Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio de 1948 declaró que el
Genocidio, ya sea cometido en tiempo de paz o de guerra, es un delito de derecho internacional que
las partes se obligan a prevenir y a sancionar en el plano legislativo y jurisdiccional.
La Convención configura al genocidio como un delito individual, por el que se responderá sea cual
fuere la calidad ostentada por el gobernante, con exclusión del Estado. Si no existe una jurisdicción
internacional ad hoc, la Convención solo podrá aplicarse a actos genocidas ordenados por un
gobierno después de un cambio revolucionario de gobierno o de la derrota del adversario por la
potencia vencedora.
Terrorismo internacional
En la expresión terrorismo internacional suelen englobarse ciertas formas de violencia que ponen en
peligro o causan la pérdida de vidas inocentes, o comprometen la libertad de las personas.
Desde una perspectiva jurídica, en un sentido amplio cabe entender por delito de terrorismo
cualquier acto o amenaza de violencia cometida por un individuo o grupo contra personas,
organizaciones, lugares, sistemas de transporte y comunicación internacionalmente protegidos, con
la intención de causar daño o muerte y el objeto de forzar a un Estado a tomar determinadas
medidas u otorgar determinadas concesiones.