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EL OLIVO Y EL ACEITE EN LA BIBLIA

P o r Carol i na Toral P e ñ a r a n d a

“ Pusiéronse en camino los árboles


para ungir un Rey que reinase sobre
ellos y dijeron al olivo: Reina sobre nos­
otros. Contestóles el olivo: ¿Voy yo a
renunciar a mi aceite que es mi gloria
ante Dios y ante los hombres para ir a
mecerme sobre los árboles?” (Jueces,
9, 8-9).

ONSTANTES son las alusiones y el simbolismo del o li­


vo y del aceite en ese poético, sugestivo, maravilloso
libro que es la Biblia.
Es el olivo árbol predilecto en el culto inmemorable. Con su
jugo sagrado se ungen sacerdotes, reyes, profetas; es derramado
su aceite sobre las piedras de los testimonios; flor de harina, he­
ñida con aceite, en el Altar de las primicias para el sacrificio
pacífico. Figuran sus ramas en los brazos de los candelabros; su
madera, que produce fuego frotándola, sirve para tallar que­
rubines y sólo puede quemarse en los altares por ser da un árbol
sagrado. Nunca es destinado en la antigua sociedad a usos pro­
fanos.
Habla la Biblia de Palestina como de tierra fértil “ que mana
leche y miel” ; dulce y bella tierra de sementeras y de huertos,
de viñas y de olivares productores de aceite, que se utiliza en
sacrificios, en unciones, en alimentos.
Se alaba el color de sus hojas como sutil alusión para can-
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tar la encantadora palidez de los rostros femeninos, a los que


idealiza el verdoso matiz de la oliva.
David y Salomón, los grandes reyes de Israel, animan al
pueblo de Dice para que plante olivares; la aceituna, con las hi­
gueras y las vides, forma parte de la riqueza de la Tierra de
Promisión, y es exacta imagen del bienestar.
Las citas al olivo y al aceite—símbolo de suave alegría—son
muchas en las Sagradas Escrituras. Empiezan en el Génesis,
primero de sus libros, y terminan en el bello, incomprensible,
Apocalipsis de San Juan, pleno de extraña oriental poesía en
magnificencia de símbolos y metáforas nunca igualada.
Reseñarlas es el tema de este trabajo para Jaén. Porque
Jaén, capital del Santo Reino, es ciudad privilegiada de oliva­
res; porque en ella se esconde el Santo Rostro del Señor en el
estuche dorado, incomparable, de su renacentista Catedral, y
hasta El llega susurrante el aire aromado por los pálidos oliva •
res, tan semejantes a los de Galilea, de Samaria, de Judá, en­
tre los cuales pasó el dulce Rabbí, hace cerca de dos mil años,
derramando el óleo fino y oloroso, más suave que el aceite puro
de oliva virgen, de su divina presencia.

ANTIGUO TESTAMENTO

Génesis-.
“ ...Dijo Dios: "Haga brotar la tierra
hierba verde, hierba con semüla y ár­
boles frutales, cada uno con su fruto, s e ­
gún su especie, y con su simiente sobre
la tierra” . Y así fue” . (Génesis, 1, 11 >

\J OR primera vez se nombra en la Biblia al olivo. Cal-


& mada está ya la imponente cólera de Yavé, desatada
por culpa de los pecados de los hombres, engreídos y orgullosos.
La tierra entera ha desaparecido bajo el asalto tremendo de las
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aguas. Con pesada gracia se mece en ellas el Arca con su car­


ga de vidas humanas.
Han pasado los días; una blanca y asustada paloma sale del
Arca; se detiene vacilante ante la inmensidad fangosa; al fin-
vuela indecisa; vuelve al atardecer con una rama verde en ei
pico:
“Esperó otros siete días y al cabo de ellos soltó otra vez la
paloma, que volvió a él a la tarde trayendo en el pico una ra-
mita verde de olivo” . (Gén. 8, 10-11).
El verde follaje de un olivo es lo primero que se ha mirada
en las aguas que bajan cansadas, que vuelven a ser graciosas.
Ha cesado el Diluvio. En el agudo, rojo, pico del ave es la rami-
ta verde de olivo como esperanza de que en el mundo va a em­
pezar una vida mejor.
Siguiendo las órdenes de Yavé, sube Jacob a Betel; después-
de hablar con el Señor Dios de Israel, derrama aceite sobre las
piedras; es también la vez primera que se nombra en la Biblia
al rico producto de la oliva, y es para demostrar amor a Dios:
“Jacob erigió una massebá (1) eni el sitio donde Dios había
hablado con él. Una massebá de piedra, sobre la cual ofreció'
una libación y derramó aceite” . (Gén. 35, 14).

Exodo:
El pueblo de Israel sale de la esclavitud egipcia, siguiendo a
Moisés. Cuarenta días, con sus cuarenta noches, pasa el Caudi­
llo junto a Yavé. Allí recibe la orden de construir el Santuario
para el Arca de la Alianza, el cual ha de tener un Tabernáculo'
y en él una primera estancia, donde se colocarán el candelabro,
la mesa y los panes de la proposición. Llamará a esta estancia
el SANTO y tendrá al final dos velos recamados de oro. Tras
el segundo habrá otra estancia, a la que llamará el SANTO DE
LOS SANTOS; en ella, el altar de los perfumes y el Arca de la
Alianza, cubierta enteramente de oro; junto al Arca, un vaso
de oro contendrá el maná, las Tablas de la Alianza y, más tar­
de, se les unirá la vara florida de Arón, Sumo Sacerdote.
Una por una va dando el Señor Dios de Israel sus instruc-
(1) Monumento.
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ciones a Moisés y forjando con el pueblo hebreo el Código de su


Alianza, en el que no olvida la riqueza de los olivares:
“ Durante seis años sembrarás tu tierra y recogerás su pro­
ducto; pero el séptimo la dejarás descansar y de barbecho para
que coman los pobres de tu pueblo y las bestias del campo pas­
ten lo sobrante. Así harás también con tu viña y con tus o li­
vos” . (Ex. 23, 10). '
AI referirse a cómo han de ser las ofrendas para el Taber­
náculo, entre la maravilla del oro, plata y bronces; al lado del
lino fresco y puro, de las pieles teñidas de rojo, aparece la sua­
vidad dorada del aceite:
“ Aceite para las lámparas, aromas para el óleo de la un­
ción y para el incienso perfumado, piedras de ónice y piedras
de engaste para el efod (1) y el pectoral” . (Ex. 25,6).
(Este Tabernáculo y sus utensilios han sido construidos con
los despojos que el pueblo israelita sacó de Egipto).
Minuciosas son también las instrucciones para la construc­
ción del Altar de los Holocaustos; entre ellas tiene singular im­
portancia el aceite. Ordena el Señor que día y noche ardan las
lámparas en el atrio alimentadas, precisamente, con aceite de
oliva virgen:
“Manda a los hijos de Israel que traigan aceite de olivas
molidas para alimentar continuamente la lámpara. En el Ta­
bernáculo de la Reunión, del lado de acá del velo, tendido de­
lante del Testimonio, Arón y sus hijos las prepararán paral que
ardan de la noche a la mañana en presencia de Yavé. Es ley
perpetua para los hijos de Israel de generación en generación”
(Ex. 27, 20-21).
Cuando llega el momento de consagrar a los sacerdotes, en
ceremonias que se repiten durante siete días, entre las ablucio­
nes de pies y manos, la imposición de las vestiduras sacerdota­
les y los tres sacrificios—dos carneros y un novillo—toma pues­
to relevante la unción ordenada:
“ Con el primer cordero ofrecerás un décimo de harina de

(!) Ropa corta, sin mangas, que se pone sobre la túnica.


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flor* amasado con un cuarto de hin (1) de aceite de oliva m a ­


chacada y una libación de un cuarto de hin de vino” , (Ex. 29,40).
Habla Dios a Moisés y le explica de qué manera ha de com ­
ponerse el óleo para las unciones:
“(Toma aromas: quinientos sidos (2) de mirra de primera;
la mitad, es decir, doscientos cincuenta sidos, de cinamomo aro­
mático y doscientos cincuenta sidos de caña aromática; q u i­
nientos sidos de casia, según el peso del sid o del santuario, y
un hin de aceite de oliva. Con esto harás un aceite para la un­
ción sagrada y un perfume compuesto con arreglo al arte de la
perfumería, que será el óleo para la unción sagrada. Con él
ungirás el tabernáculo de la reunión, el arca del testimonio, la
mesa, con todos sus utensilios; el altar dei incienso, el altar de
los holocaustos con sus utensilios y el pilón con su base. Con él
ungirás a Arón y a sus hijos y los consagrarás para mi servicio
como sacerdotes. Hablarás así a los hijos de Israel: ese será el
óleo de la unción sagrada para mí, de generación en generación.
No se derramará sobre cuerpo de hombre alguno ni haréis pa
recido a él de la misma composición; será cosa sagrada y como
cosa sagrada lo miraréis” . (Ex. 30, 22-32).
Y cuando uno por uno le nombra a los artífices que han de-
contribuir con sus manos a la construcción del tabernáculo,
dice entre todas las cosas que nombra:
“ El óleo de la unción... para el santuario” . (Ex. 31,11).
Moisés comunica a los hijos de Israel las órdenes de Yavé-
para que lleven las ofrendas entre las que cuenta:
“ aceite para el candelabro, aromas para el óleo de la u n ­
ción” . (Ex. 35, 8, 14).
Y los principales del pueblo llevaron:
“ Aromas y aceite para el candelabro, para el óleo de la
unción” . (Ex. 35,28).
El día primero del año segundo de la salida de Egipto quedó-

(1) Equivale a 6,49 litros.


(2) Peso equivalente a 14,20 gramos. Moneda de oro o de plata, deL
mismo peso.
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concluido todo lo necesario para el santuario y lo presentaron


a Moisés, así com o:
“ El candelabro de oro puro con sus lámparas, las lámparas
que habían de ponerse en él todos sus utensilios y el aceite para
las lámparas el altar de oro y el óleo de la unción” . (Ex. 39, 37,
38).

Yavé habla con Moisés para que consagre el tabernáculo:


“ Tomarás óleo de la unción, ungirás el habitáculo y cuanto
en él se contiene lo consagrarás con todos sus utensilios y será
santo; ungirás el altar de los holocaustos y todos sus utensilios,
consagrarás el altar y será santísimo” . (Ex. 40, 10).
Así ha de ungir también a Arón y sus hijos (Ex. 40, 13, 15).

Levitico

Desde el Tabernáculo de la Reunión habla Yavé con M oi­


sés sobre .la “M injá” , u oblaciones:
‘‘Cuando alguno ofrezca a Yavé oblación incruenta, su obla­
ción será de flor de harina, sobre la cual habrá derramado acei­
te... La llevará al Sacerdote de los hijos de Arón quien, toman­
do un puñado de harina con aceite, y con todo el incienso, lo
quemará sobre el altar com o combustión en memoria, en olor
suave a Yavé” . (Lev. 2, 1-2).
Y si ofrecieres una oblación de cosas cocidas al horno será
de pastas del flor de harina, sin levadura, amasadas con aceite,
o untadas con aceite, sin levadura. Si la oblación fuere de fri­
suelos (1) fritos en sartén, será de flor de harina amasada con
aceite, sin levadura; la partirás en trozos y echarás aceite en­
cima... Si la oblación fuere de cosa cocida en parrilla será de
flor de harina, amasada con aceite... Y si hicieran a Yavé una
oblación de primicias la harás de espigas tostadas al fuego, y
hechas una pasta, y derramarás aceite sobre ellas y pondrás
encima incienso... de ellas quemará el sacerdote la memoria (2),
una parte de la pasta con el aceite...” (Lev. 2, á-7; 14-16).

(D Masa frita, especie de flores de sartén.


(2) La parte quemada de la oblación que sirve para traer al que
ofrece a la memoria de Dios.
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Y aún sigue insistiendo Yavé a Moisés sobre la Ley de Obla­


ción, en la que tiene el aceite de oliva puesto de honor:
“ La Ley de la Oblación es ésta: Se freirá en la sartén, ama­
sada con aceite de oliva y la ofrecerá caliente en suave olor a
Yavé” . (Lev. 6,14).

Una vez construida el Arca con todos sus utensilios habla


Yavé a Moisés, que, hasta entonces, había desempeñado el ofi­
cio de sacerdote, diciéndole que consagre a su hermano Arón
Sumo Sacerdote. Moisés obedece. Renuncia al oficio sacerdotal
y hace las solemnes ceremonias que recomiendan al pueblo la
santidad de Yavé y la de aquellos que deben asistir en su pre­
sencia y acercarse a El. Toma el aceite:
“ Y tomando luego el óleo de la unción ungió el Tabernácu­
lo y cuanto en él había lo consagró. Aspergió siete veces el altar
y lo ungió, con todos sus utensilios, como también la pila y su
base y lo consagró. Derramó el óleo sobre la cabeza de Arón y
le ungió consagrándole” . (Lev. 8, 10-12).
“Tom ó del cestillo de los ácimos, puesto ante Yavé, un pan'
ácimo y una torta ácima, amasada con aceite, y un frisuelo...’’
(Lev. 8,26).
“ ...Tom ó Moisés el óleo de la unción... y aspergió a Arón y
sus vestiduras y a los hijos de Arón y sus vestiduras” . (Lev. 8,30).
Arón lleva ya sobre la frente la diadema de oro que tiene-
grabado, al estilo de los sellos, “Santidad del Señor” , sujeta con
una tira de jacinto. Se cubre con el efod de oro y lino púrpura,
violeta, escarlata y carmesí, con las dos piedras de ónice en que
se graban los nombres de las doce tribus de Israel. Lleva el pec­
toral guarnecido de pedrería, esmeraldas, topacios, rubíes y za­
firos, junto con los ópalos, ágatas, jaspes y amatistas engarza­
dos en oro. Ya está consagrado y Dios le ordena que ofrezca
las primicias de su ministerio como señal de su aceptación ante
el pueblo.
Moisés manda hacer a su hermano la oblación con estas pa­
labras:
“Hablarás a los hijos de Israel diciendo: Tomad un macho
cabrío para el sacrificio expiatorio, un becerro y un cordero p ri­
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males para el holocausto, ambos sin defecto para el sacrificio


pacífico para inmolarlos ante Yavé; y una ofrenda, amasada
con aceite, porque hoy se os dará a ver Y avé” . (Lev. 9, 2-4).
Ahora sí que el Señor da al aceite de oliva el honor de los
honores. Para que Yavé se deje ver es necesario que la ofrenda
pacífica esté amasada con la rubia densidad del aceite puro.

Núm eros
Minuciosamente habla el Libro de los Números de los debe­
res y de la consagración de los levitas; de las ofrendas expiato­
rias, en recuerdo de pecados; de la consagración personal, tem
poral o perpetua, llamada Nazareato, y ofrendas que a Yavé han
de hacer los jefes) o príncipes de las doce tribus del pueblo ele­
gido por Dios; en todos nombra al aceite.

Los levitas: “Tomarán un paño de púrpura violeta y cubri­


rán el candelabro del alumbrado y sus lámparas, despabilade­
ras, recipientes para pabilos y todos los vasos del aceite de los
que se sirven para el candelabro” . (Núm. 4, 9).
Los que tienen que hacerse perdonar una falta o impureza
tienen prohibido en cambio emplear el aceite en sus oblaciones,
signó éste de la alta dignidad que el producto de la oliva tiene
en el Antiguo Testamento.
Así habla Yavé: “ Cuando la mujer de un hombre cualquie­
ra se descarría y le es infiel..., tal hombre llevará a su esposa
hasta el sacerdote y llevará por ella la ofrenda correspondiente;
un décimo de efá (1) de harina de cebada. No verterá aceite en­
cima ni pondrá sobre ello incienso, porque es oblación de celos,
oblación conmemorativa en recuerdo de una falta” . (Núm. 5,
12,15).

El aceite no falta en cambio a los que van a consagrarse


como “ nazareos” (2).
“ El día de cumplirse el tiempo de su nazareato se le condu-

(1) Equivale a 38,50 litros.


(2) Consagración temporal o perpetua al Señor; tiene leyes determina’
das como no beber vinos ni licores, ni cortarse el pelo.
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eirá a la tienda de la reunión... Una panera de panes ácimos de­


flor de harina, tortas, amasadas con aceite y galletas ácimas,
untadas de aceite, juntamente con su oblación y sus libacio­
nes” . (Núm. 6, 13, 15).

Uno por uno van los Doce Príncipes, o Jefes de las tribus
de Israel, a presentar, durante doce días, sus ofrendas a Yavé.
cuando ya está terminado el Tabernáculo:
“ El primero fue Najsón. Consistió su ofrenda en una fuen­
te de plata de 130 sidos de peso, una copa de plata de 70 si­
dos, conforme al sid o del santuario, ambas llenas de flor de
harina amasada con aceite para la oblación” (Número 7, 12, 13)
Lo mismo ofrecen Natanel y Eliab, Elisur, Salamaniel.
Elyasa, Elisama, Gamaliel, Abidam, Eliezer, Feguiel, Ajirá.
(Núm. 7, 18-33).
Empieza seguidamente la consagración de los levitas:
“ Después de tomar un novillo, junto con su oblación de
flor de harina amasada con aceite” . (Núm. 8,8).
A las quejas del pueblo, que tiene hambre, contesta Yavé
haciendo bajar el maná, que tiene el sabroso sabor de pan de
aceite.
“ Esparcíase el pueblo para recogerlo, lo molían en moli­
nos o lo machacaban en morteros y lo cocían en ollas y hacían
de él tortas cuyo sabor era semejante al de bollos de aceite” .
(Núm. 11,8).
Entre los derechos que tienen los levitas no olvida el Señor
tampoco el aceite:
“ Todo lo mejor del aceite, toda la flor del mosto y del t r i­
go, las primicias que ellos entregan a Yavé a tí las regalo...
como el producto de la era y del trujal” . (Núm. 18, 12, 30).
En los sacrificios de los días| festivos se nombra de manera
particular el aceite. (Núm. 28, 5-20).
En los sacrificios matutino y vespertino la oírenda ha de
ir acompañada de flor de harina, amasada con un cuarto de
hin de aceite de olivas. (Núm. 28, 5), y en los de los sábados.
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y los meses la masa da flor de harina ha de ir también heñida


con aceite. (Núm. 28, 12-13, 26).
Llegan las alegres fiestas de otoño con sus asambleas san­
tas; al agudo sonar de las trompetas de plata, las oblaciones,
heñidas siempre con aceite oloroso (Número 29, 3, 9, 14).

D euteronom io

En la llanura de Moab se dirige Moisés al pueblo hebreo,


próximo ya a pasar el Jordán. El también está a punto de aca­
bar su larga, azarosa, vida de Patriarca. Les recuerda las L e ­
yes dadas en el Sinaí para cuando entren en la Tierra que
Yavé les prometió. Ese Yavé, su sólo Dios, que les ha m os­
trado tantas veces su amor. No deben olvidar sus palabras:
Cuando Yavé, tu Dios, te introduzca en la tierra que a
tus padres Abraham, Isaac y Jacob, juró darte, ciudades her­
mosas, que tú no has edificado, casas llenas de toda suerte de
bienes, que tú no has llenado, cisternas, que tú no has exca­
vado, viñas y olivares, que tú no has plantado. Cuando comas
y te hartes guardáte de olvidarte de Yavé que te sacó de la
tierra de Egipto, de la Casa de la servidumbre. (Deut 6, 10-12).
Siempre los olivos cuando se quieren significar las rique­
zas de la Tierra de Canáam.
Yavé mismo enseña a su pueblo la conducta que ha de se­
guir en su culto, pues si le escuchan:
“ Te amará, te bendecirá, y te multiplicará; bendecirá el
fruto de tus entrañas y el fruto de tu suelo, tu trigo, tu mosto,
tu aceite, las crías de tus vacas y las de tus ovejas en la tierra
que a tus padres juró darte” . (Deut. 7, 13).
No hay cuidado de que Dios deje de nombrar el aceite o
los olivos. i
En esta tierra que les regala Yavé no van a carecer de
nada; sale el hierro de las piedras, el bronce de los montes;
torrentes y aguas profundas enriquecen sus valles y es, además,
por si fuera poco:
“ Tierra de trigo, de cebada, de viñas, de higueras, de gra­
nados; tierra de olivos, de aceite y de miel” . (Deut. 8,8).
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Si los hebreos obedecen los mandamientos de Yavé, y le


•(aman de todo corazón, su Dios los bendecirá de manera pa­
ternal :
“ Yo diré a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, la tempra­
na y la tardía, y tú cosecharás tu trigo, tu mosto y tu aceite” .
(Deut. 11,14).
Pero sabe advertirles severo:
“ No podrás comer en cualquiera de tus ciudades las déci­
mas de tu trigo, de tu mosto, de tu aceite, los primogénitos de
tus vacas y tus ovejas, ni nada de cuanto ofrezcas en cumpli­
miento de un voto, ni tus ofrendas voluntarias, ni las oblacio­
nes de elevación” . (Deut, 12,17).
Y ellos se obligan a ofrecer al Señor en su Santuario:
“Y comerás delante de Yavé, tu Dios, en el lugar que El
elija para hacer habitar en él su Nombre, la décima de tu trigo,
de tu mosto y de tu aceite y los primogénitos de tus vacas y
tus ovejas para que aprendan a temer siempre a Yavé tu Dios” .
(Deut. 14, 23).
Los sacerdotes levitas no tienen parte ni herencia en Israel
sino que han de mantenerse de los sacrificios y heredad de Yavé:
“ Les darás las primicias de tu mosto, de tu trigo, de tu
aceite y el esquileo de tus ovejas” . (Deut. 18,4).
“ Cuando sacudas tus olivos no hagas tras de tí rebusco en
sus ramas, dejálas para el huérfano, la viuda y el extranjero” .
(Deut. 24,20). Aconseja Yavé en sus amorosas instrucciones que
tienden a fomentar el amor al prójim o, incluso extranjero, y
luego añade como advertencia severa, porque conoce bien a
su pueblo:
“Acuérdate de que esclavo fuiste en Egipto, y por eso te
mando hacer así” . (Deut, 24,22).
Y , como un eco bíblico vemos todavía como, terminada la
recolección, se autoriza la rebusca, y las pobres gentes, m u ­
jeres, niños y zagalones, sobre todo, se echan al campo con
sacos al hombro; recorren los olivares y se disputan las oscu­
ras aceitunas olvidadas a tordos y zorzales, que también las
buscan golosos.
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Estas aceitunas que se esconden entre la hierba y quiebras-


del terreno; que asoman entre los montones de hojas que se
forman bajo las cribas; que penden de las ramas, del ramón,
que el hacha de los cortadores va podando tras los pasos de
los pobres rebuscadores, como hacían en los tiempos bíblicos,
siguiendo las órdenes de Dios.
Yavé bendice a quienes siguen su Ley, pero este Dios del
Antiguo Testamento, maldice y castiga, también terriblemen­
te, al que no guarda sus mandamientos. Dice en la crueldad de
sus anatemas:
“ Tendrás en todo tu término olivos, pero no te ungirás con
su aceite porque la aceituna se caerá” . (Deut. 28,40).
Anuncia así como uno de los más terribles castigos la caída
de la aceituna sin granar.
Y les habla de gentes que no tendrán miramientos con ei
anciano, ni respeto al niño, que devoraran las crías de los ga
nados, el fruto de los suelos hasta que sean exterminados y,
añade ferozmente:
“ No te dejará ni trigo, ni mosto, ni aceite, ni las crías de
tus vacas y ovejas” . (Deut. 28,51).
Es el Cántico de Moisés como lluvia benéfica sobre la tie­
rra, cuando recuerda en él, uno por uno, los beneficios que
Yavé ha dado a su pueblo. Canta a Dios, defensa de Israel, ai
que ha elegido, por bondad, entre todos los pueblos; celebra sus
bendiciones pues con ellas le colma dándole posesión de la
Tierra de Canáam.
“Le subió a las alturas de la tierra
Le nutrió de los frutos de los campos.
Le dió a chupar miel de las rocas
Y aceite de durísimo sílice” . (Deut. 32-13).
Es decir que gustará el rico aceite de los olivos que se crian
entre las más duras rocas. Moisés va a descansar en el seno
de Abraham sin ver la dulce Tierra, que mana leche y miel,
en castigo a su pecado contra Yavé, no santificando su nombre.
“Tu verás ante tí la tierra pero no entrarás en esa tierra
que doy yo a los hijos de Israel” . (Deut. 32,52).
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En sus últimos momentos bendice a todas las tribus de


Israel —aj igual que hiciera Jacob—. Pide la gozosa multipli­
cación de los hijos para Rubén; la fuerza de los búfalos para
Judá; la tranquilidad y fertilidad para José y Benjamín, la
riqueza de los mares para Zabulón e Isacar; la valentía de los
leones para Dan; el sacerdocio para Leví; las conquistas para
Saad; las tierras graciosas del Lago para Neftalí. Pero cuando
se refiere a la riqueza de la tribu de Aser celebra sus olivares
deseándole prosperidad eterna:
“ Y sobre Aser dijo él:
Bendito entre los hijos Aser.
Será el preferido entre sus hermanos.
En el aceite meterá sus pies” . (Deut. 33,24).
Frase que denota la grande abundancia de aceite.

Josué

Josué, hijo de Num, es el sucesor de Moisés, que le ha


llenado de su espíritu de sabiduría, imponiéndole las manos;
es el gran Caudillo que lleva a los hijos de Israel a la Tierra
Prometida, y la reparte simbólicamente entre las tribus, cuando
ya es viejo. Al fin de su vida reúne a los ancianos, a los jefes,
a los: jueces y a los oficiales en Siquem y, en su despedida, les
da a conocer lo que dice Yavé, en una exhortación en que los
recuerda cuanto hizo por ellos el Señor Dios de Israel:
“ Yo os he dado una tierra que no habéis cultivado, ciuda­
des que no habéis edificado, y en ellas habitáis y coméis el fruto
de viñas y olivares que no habéis plantado” . (Josué 24,13).

Ju eces

Entramos en el Libro de los Jueces con el belísimo apólogo


de Jotan, que sirve de lema a este trabajo sobre el olivo. Se
pone Jotán en la cresta del Monte Garizím y, alzando su voz,
dice a gritos:
“ Oidme habitantes de Siquem, así os oiga Dios a vosotros.
Pusiéronse en camino los árboles para ungir un Rey que reinase
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sobre ellos, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. Contestóles


el olivo: ¿Voy yo a renunciar a mi aceite, que es mi gloria ante
Dios y ante los hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?”
(Jueces, 9, 8, 9).
Y así va preguntando a la higuera y a la vid, que rechazan
la dignidad real, porque prefieren hacer bien con sus frutos.

Es Samsón otro de los Jueces, personajes que Yavé suscita


para liberar a las tribus de Israel de sus opresores en momen­
tos difíciles. Samsón vive uno de éstos contra los filisteos, cuan ­
do toma trescientas zorras y ata las colas de una con las de
otras, poniendo en medio una tea.
“ Encendió luego las teas y soltó las zorras en las mieses de
los filisteos abrasando los montones de gavillas, los trigos, to­
davía en pie, y, hasta los olivares” . (Jueces, 15, 5).
El cronista emplea la palabra “hasta los olivares” como in ­
dicando que ni siquiera los olivos, lo más valioso, pudo salvarse
del fuego.

I Samuel

Hasta ahora solo Yavé ha sido gobernante del Pueblo que


eligió para El. Los ancianos de Israel piden a Samuel, Juez y
Profeta, —una de las más nobles y bellas figuras de la Biblia—
un Rey que los juzgue, como tienen otros pueblos Samuel se
disgusta, pero Yavé le ordena que los complazca, puesto que
le rechazan a El, pero debe darles a conocer antes como los tra­
tará ese Rey que desean. Samuel les anuncia entonces que to­
mará a sus hijos para labrar los campos; a las hijas para
criadas y, por último, lo que les será aún más penoso:
“Tomará vuestros mejores campos, viñas y, lo que es más,
los olivares y los dará a sus servidores” . (Samu. I, 8, 14).
“Lo que es más” es decir, sin duda, lo que más significa
para ellos: los olivos.

Toma otra vez el aceite todos los honores en su misión de


ungir a los Reyes, en el Libro de Samuel, siendo la primera de
todas la; del Rey Saúl.
E L O L IV O Y E L A C E I T E E N L A B IB L L V 65

Tiene esta unción un significado análogo a lo que llama­


mos coronación, pero además el carácter especial que toma la
realeza en el pueblo de Israel, donde el Rey no es sólo un
poder político, como en otras naciones, sino un Ministro de
Dios que rige al pueblo en su nombre. Es como una predicción
del Mesías que hacía de él Rey, Sacerdote y Profeta.
“'Cogió Samuel una redoma de óleo, la vertió sobre la ca­
beza de Saúl y le besó diciendo: “ Yavé te unge por príncipe
de su heredad. Tú reinarás sobre el pueblo de Yavé y le sal ­
varás de la mano de los enemigos que lo rodean. Esto te será
señal de que Yavé te ha ungido como jefe de su heredad” .
(I. Sam. 1, 1).
Indigna a Yavé la desobediencia del Rey Saúl, que orgulloso
se aparta de El y no sigue sus órdenes. Arrepentido de haberle
hecho Rey se dirige a Samuel otra vez:
“ Llena de óleo tu cuerno (1) y ve; te envío a casa de Isaí
de Belén pues he elegido entre sus hijos al Rey que yo quiero” .
(I Sam. 16, 1).
Todos los hijos de Isaí de Belén van pasando ante el Pro­
feta, que no reconoce en ninguno al Ungido del Señor, hasta
que Isáí manda llamar al más pequeño, que apacienta ovejas.
Es un mozo rubio de bella presencia y hermosos ojos. Yavé al
verle entrar advierte a Samuel:
“ Levántate y úngele pues ese es; Samuel tomando el cu er­
no del óleo le consagró a la vista' de sus hermanos y, desde aquel
momento en lo sucesivo vino sobre David el espíritu de Yavé” .
(I Sam. 16, 12-13).
¡Poder del aceite oloroso que hace Reyes! Se retira de Saúl
el espíritu de Dios por la unción para entrar en David, pastor
de los montes de Belén, y futuro Rey de Israel.
II Samuel

Saúl y su hijo Jonatán mueren a manos de los filisteos.

(1) Se sirven del asta del buey para tener el aceite y el vino, incluso
para beber. Según Fernán Caballero, esto lo hacen los c a m p e s in o s
del campo andaluz (Cádiz) para llevar el aceite y el vinagre p a ra
aderezar el gazpacho.
- -«6 B O L E T IN DEL T N S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

eternos enemigos del pueblo de Dios. Cuando David recibe la


noticia de estas muertes, entona una elegía por los dos y ordena
que se la enseñen a los hijos de Judá, pues para él Saúl es siem­
pre el ungido de Yavé, que, como él mismo, ha recibido de
Samuel la sagrada unción del aceite que hace Reyes. Esta elegía
es el “ Canto del A rco” escrito en el Libro de los Justos, del que
no se tiene noticia, pero sí del himno:
“ ¡Mentes de Gelboé! No caiga sobre vosotros ni rocío, ni
[lluvia:
Ni seáis campos de primicias,
Porque allí fue abatido el escudo de los héroes,
El escudo de Saúl, como si no fuera ungido con el óleo” .
(II Sam. 1, 21).
Indica que las mujeres hebreas aumentan sus atractivos con
los ungüentos, fabricados con aceite perfumado para enamorar
a sus esposos, porque lo dice Joab, hijo de Sarvia. Cuando com ­
prende que el corazón del rey David está de parte de su dís­
colo hijo Absalón, toma la defensa de su primo ante el rey.
Manda para ello un emisario a Tecua para que ie traiga una
mujer astuta para que le ayude en su propósito. Le dice:
Mira, enlútate, vístete las ropas de duelo, no te unjas con
oleo, antes preséntate como mujer que de tiempo atrás lleva
luto por un muerto” . (II Sam. 14,2).
Llora el rey David la rebelión de Absalón en el mismo lu ­
gar donde, más tarde, la Ley Nueva de Cristo derogará la de]
Antiguo Testamento, y es la única vez que en él se habla del
Monte de los Olivos, hasta la profecía de Zacarías:
Subía David la pendiente del Monte de los Olivos y subía
llorando, cubierta la cabeza y descalzos los pies” . (II Sam.
15,30). i'
(En la cumbre del Monte Olívete había entonces un S a n ­
tuario dedicado a Yavé).

I^Reyes

El primer capítulo del Libro I de los reyes nos presenta la


E L O L IV O Y E L A C E I T E E N L A B IB L IA (37

unción de Salomón, hijo y sucesor del rey David. Salomón es


consagrado» rey por el sacerdote Sadoc:
“ Y tomando Sadoc, sacerdote, el cuerno del óleo del Ta­
bernáculo, ungió a Salomón al son de las trompetas y gritó
todo el pueblo: ¡iVva Salom ón!” . (I Rey. 1,39).
El rey Salomón quiere edificar ia Casa del Señor y, como
en Palestina escasea la madera para la construcción y falta
por completo la del cedro, hace alianza con Hirán, rey de Tiro,
que había sido amigo del rey David. Este le facilita cuanta ma­
dera de cedro y de ciprés quiere:
“Salomón da a Hirán 20.00(3 coros de trigo para el mante­
nimiento de su casa y 20.000 batos de aceite de olivas molidas” .
(I Rey. 5, 10-11) (1).
Esto quiere decir que si en Palestina falta el cedro y el ci­
prés sobra en cambio el trigo y los olivares producen tan abun­
dantes cosechas que se pueden desprender nada menos que de
77.600.000 litros anuales de aceite.
El suceso más importante del reinado de Salomón es la
construcción del templo del Señor, en el año 480, y 40 de su
reinado; doce generaciones, a contar desde la salida de Egipto
del pueblo de Israel. Lo edifica con inmensa riqueza; maderas
de ciprés y de cedro, recubiertas de planchas de oro puro, de
manera que no se vea la piedra; cuoierto también de oro todo
el altar que está ante el Santuario. Reserva la madera de oli­
vo para tallar en ella los dos querubines guardianes del arca
y las puertas:
“ Hizo en el Santuario dos querubines de madera de olivo
silvestre. La altura del uno era de diez codos e igualmente de
diez codos la del otro, cinco codos era el largo de una de las
alas del querubín y cinco el de la otra, haciendo en todo diez
codos, desde la punta de un ala hasta la punta de la otra. La
medida y la forma eran las mismas para ambos querubines.
Puso a los querubines en medio de la casa, en el espacio in-

(1) Bato es medida de líquidos cuyo valor es de 38,88 litros. Coro ts


medida que contiene diez bate*. ¡ i. ;
«8 B O L E T IN DEL IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

terior. Tenían las alas desplegadas y la punta del ala del pri­
mero tocaba al uno de los muros, y la punta del ala del segun­
do al otro de los muros, tocándose una a otra las otras dos alas
en el medio de la casa. También cuorió de oro los querubines” .
(I Reyes. 6, 23-28).
Y no contento con todo esto:
“ Hizo asimismo para la entrada del Santuario una puerta
de dos hojas de madera de olivo silvestre y el dintel y las jam­
bas eran de cinco esquinas. Las dos hojas eran de madera de
olivo y talladas con antalladuras de querubines, palmas y bo­
tones de flores, y todo, querubines, palmas y botones de flores
recubiertos de oro. Hizo igualmente para las puertas de entra­
da al templo postes de madera de olivo cuadrados” . (I Rey.
6, 31-33).
Así la madera de olivo defiende la entrada del templo;
guarda el arca donde vive Dios. Al olivo le han sido confiados
los dos puestos de vigilancia y honor.

Yavé manda a su profeta Elias que anuncie a Israel las


calamidades que caerán sobre él, por haberse aliado con los
fenicios y tomar parte en sus idolatrías, y le envía a casa de
una viuda sidonia, a la que Elias premiará su generosidad con
milagros.
“A la puerta de la ciudad, recogiendo leña la encuentra
Elias y le pide agua y pan: “ Vive Yavé, tu Dios, que no tengo
pan cocido, sino tan sólo un puñado de harina en la tinaja y
un poco de aceite en la orza. —-No temas, hazme una torta...
así ha dicho ¥avé, Dios de Israel. El cántaro de harina no se
agotará ni la orza de aceite carecerá de él hasta el día que
Yavé conceda lluvia sobre la tierra. Fuese ella e hizo con­
forme a la palabra de Elias. El cántaro de harina no se agotó,
ni se vació la orza de aceite segün la palabra que Yavé había
pronunciado por medio de Elias” . (I Rey. 17, 12-15).

II R eyes

Un hecho similar a este tiene lugar en tiempos del profeta


EL. O L IV O Y E L A C E I T E E N L A B I B L I A 69

M íseo. Una mujer le pide ayuda un día, teme que un deudor


la lleve por esclava con sus dos hijos, pues las deudas son cau­
sa frecuente de esclavitud, que admite la ley.
“ Tu sierva no tiene en casa nada absolutamente más que
una vasija de aceite” . Elíseo le aconseja que vaya a pedir a
los vecinos todas las vasijas que tengan “jy cuando vuelvas a
casa, cierra la puerta tras de sí y tras de tus hijos y echa en
todas las vasijas el aceite poniéndolas aparte conforme vayan
¡llenándose. Cuando se acaban las vasijas estacionóse el acei­
te y ella fue a dar cuenta al homore de Dios que le dijo: “Vete
a vender el aceite y paga la deuda y de lo que te quede vive
tú y tus hijos” . (II Rey. 4, 2-7).
No puede haber más plena demostración del valor inmen­
so del aceite.
Elíseo cura la lepra a Namán, jefe del ejército del rey de
Siria, sin pedirle nada com o recompensa, pero su criado so­
licita de él un talento de plata y un vestido. Elíseo no se deja
engañar y le dice:
“ ...ya tienes dinero y vestidos, luego podrás tener oliva­
res... pero la lepra de Amán se te pegará a tí...” (II Rey. 5,
26-27).
Y as’ se demuestra una vez más, cómo la posesión de los
olivares es la riqueza más grata a los hijos de Israel.
Intenta Senaquerib apoderarse de Jerusalén, donde el rey
Ezequías se ha fortificado. Entre las ventajas que ofrece para
que los hebreo? hagan la paz con él, les dice por boca de su
copero mayor:
“ Hasta que yo venga y os lleve a otra tierra como la vues­
tra, a una tierra de trigo y de vino, tierra de pan y de viñas,
país de olivos, de aceite y de miel, vivirás y no morirás” .
.(H Rey. 18, 32).
Para convencerlos del bienestar que tendrán no deja de
nom brar los olivos y el aceite.

E C rón ica s

■T,a tribu de Judá es deportada a Babilonia por sus infide


70 B O L E T IN DEL IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G’I E N N E N S E S

lidades a Yavé. Los primeros que vuelven a Jerusalén, después


del cautiverio, son los natineos, u oblatos, servidores del tem­
plo, inferiores a los levitas. Cada uno de ellos está encargado
de cuidar de los varios tesoros de la Casa de Dios.
“ Otros estaban encargados del cuidado de los utensilios..
de todos los utensilios del santuario, y de la flor del harina,
del aceite, el incienso y los aromas” . (I Crónicas, 9,29).
“Matatías, uno de los levitas, que era primogénito de Sa~
lum el coreiía, tenía el cargo de las que se freían en sartén” .
(I Cró. 9,31).

Y después se ofrecían en sacrificio.


David acoge a todas las tribus de Israel y les da puesto*
entre los adalides de la tropa.
“Además, los más próximos y aun los de Zabulón y N ef­
talí, traían víveres en los asnos, camellos, mulos y reses va­
cunas; harina, tortas de higos y uvas pasas; vino, aceite y
ganado vacuno y menor en abundancia; pues había alegría en
Israel” . (I Cró. 12, 40-41).
De donde se repite que no puede haber alegría y abundan
cia donde falta el rico producto de los olivares.

Tienen los funcionarios del rey David mandato sobre las


riquezas inmensas del reino. Son jefes unos del tesoro; otros
de los almacenes de los campos; de los que labran las tierras-
y las viñas. Dos están destinados a vigilar la mayor riaueza.
“Tiene mandato Baal Anam de Gueber sobre los olivares e hi­
guerales en el llano; Joás sobre las provisiones de aceite” .
(I Cró. 27,28).

II C rón icas

Repiten las crónicas de los reyes de Israel la alianza de


Salomón con el rey de Tiro para cortar madera y construir el
templo del Señor:
“ Mira en cuanto a los que se ocupen en cortar la madera'
daré 20.000 coros de trigo para sustento de tus súbditos, 20.000-
E L O L IV O Y E L A C E I T E E N L A B I B L I A TI

«de cebada, 20.000 batos de vino y 20.000 batos de aceite” .


(II Cró. 2,9).
Y c o n t e s t ó P o r tanto mande mi señor a sus servidores
el trigo, la cebada, el aceite y vino a que se ha referido y nos ­
otros cortaremos maderas del Líbano” . (II Cró. 2,15).
Israel quiere purificarse, destruye los altares de los ídolos
y vuelve a organizarse el culto en Jerusalén, restableciendo los
diezmos. Ezequías, rey, restablece también la celebración de
la Pascua y ordena al pueblo que dé a los sacerdotes y levitas
su porción, a fin de que se ocupen asiduamente en la ley de
Yavé.
“ Y a medida q u j esta disposicióln se divulgó, los israeli­
tas fueron aumentando sus primicias de grano, mosto, aceite,
miel y toda clase de productos del campo y presentaren el
diezmo de todo en abundancia” . (II Cró. 31,5).
Ezequías tuvo grande gloria y riquezas, tesoros de plata y
de oro, piedras preciosas y aromas de todas clases, escudos y
cuantas alhajas son de desear y “ almacenes para los productos
de grano, vino, aceite; establos para toda suerte de ganados
.mayor y menor en abundancia” . (II Cró. 32,28).
Aquí se compara al valor de las alhajas de piedras pre­
ciosas con el del aceite.
Esdras
Restauradas están las fiestas a Yavé a la vuelta de B ab i­
lonia y, una vez más, reedificado el templo. Celebran también
la fiesta de los Tabernáculos, o Cabañuelas; y su primer cui­
dado se refiere al altar y los sacrificios legales, con lo estable­
cido para cada día, aun antes de echar los cimientos del tem-
.plo.
“ Y entregaron dinero a los canteros y a los carpinteros y
comida y bebida y aceite a los sidonios y a los tirios para que
importasen maderas de cedro desde el Líbano” . (Esdrás, 3,7).
Darío, rey de Persia, promulga un edicto respecto a la
construcción de la Casa de Dios, que estará muy lejos de la
magnificencia del templo de Salomon. Y, entre otras órdenes,
•dice:
72 B O L E T IN DEL IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

“ Y las cosas necesarias y novillos, carneros y corderos para


los holocaustos al Dios del cielo, trigo, sal, vino y aceite con
arreglo al orden de los sacerdotes de Jerusalén se les dará cada
día sin falta parai que ofrezcan sacrificios de grato olor al Rey
de los cielos y rueguen por la vida del rey y la de sus hijos” ..
(Esdrás, 6,9).

Comisionado por Atar te jes, rey de Persia, va Esdrás a.


Jerusalén con los que quieren ir con él del pueblo de Israel,
para cuidar en Judá y Jerusalén de la Ley de Dios y llevar-
oro y plata que el rey y sus consejeros ofrecen voluntariamen­
te al Dios de Israel, que mora en Jerusalén:
“ Y yo, el rey Atartejes, doy orden a todos los tesoreros de
ellende el río que cuanto os pidiere Esdrás, sacerdote y escri­
ba de la Ley de Dios del cielo, lo ejecutéis puntualmente, hasta;
cien talentos de plata, cinco coros de trigo, cien batos de vino-
y cien de aceite y sal sin tasa” . (Esdrás, 7, 21-22).

N ehem ías

En ruinas gime la santa ciudad de Jerusalén; sin defensa


están sus altas murallas. Nehemías, gobernador, interviene con-
su desinterés contra la codicia de los grandes, y los aconseja
que perdonen cuando deben al pueblo:
“Devolvedles luego sus camjios, sus viñas, sus olivares, y
restituidles el 10% del dinero del trigo, del vino, del aceite que-
les habéis exigido com o interés” . (Nehemías, 5,11).
Cree también que es su deber completar la obra religiosa;
empieza la instrucción del pueblo, ayudado por Esdrás, docto
en la Ley de su Dios. Encuentran que en la ley que dio Moisés
está escrito que los hijos de Israel habiten en cabañas durante
las solemnidades del mes séptimo; lo mandan proclamar por-
todas las ciudades y Jerusalén, diciendo:
“ Subid a los montes y traed ramas de olivo y ramajes de'
olivo silvestre, ramas de arrayán, ramas de palmera y todo
árbol frondoso para hacer las cabañas, como está mandado” :.
(Nehemías, 8,15).
E L O L IV O y E L A C E I T E E N L A B I B L I A 73

Y a tenemos al olivo uniendo su verde plateado con la ale­


aría de las fiestas de la vendimia.
Y una vez pasadas las gozosas fiestas de los Tabernáculos,
rprosiguen Nehemías y Esdrás la misión que se han impuesto,
que terminan con la plegaria cantada por los levitas, en la
.que se reconoce todos los bienes que el Señor dio a su pueblo
"T ú, oh Yavé, eres único

Y heredaron sus casas llenas cfle toda su&rte de bienes


cisternas hechas, viñas y olivares..."
(Nehemías, 9,25)
Sesenta personas principales acompañan a Nehemías cuan­
do hace la renovación de la alianza y ordena se vuelva a aten­
der a la subsistencia de los levitas del templo del Señor:
“ Traed las primicias de vuestras masas y vuestras ofren­
das y del fruto de todo árbol, del vino, del aceite, a los sacer­
dotes, y a las cámaras de la casa de nuestro Dios y el diezmo
de nuestra tierra a los levitas... la ofrenda del grano,del vino
y del aceite y allí han de estar los vasos del Santuario” . (Ne-
'hemías, 10, 37, 40).

Nehemías viene a Jerusalén por segunda vez, y encuentra


que Eliasib, emparentado con el samaritano Tobías, le ha dado:
“ Una gran cámara, en la cual se guardaban antes las ofren­
das, los perfumes, los vasos y el diezmo del trigo, del vino y
del aceite, mandado dar a los levitas, a los porteros, y la ofren­
da a los sacerdotes...” (Nehemías, 13,15).
Indignado, ordena que vuelva a los sacerdotes todos los
diezmos, pues por carecer de ellos se han visto obligados a aban­
donar el culto y1 el templo de Yavé.
Así todo el libro de Nehemías nombra infinitamente a los
^olivos y al aceite expresamente en las órdenes que da para res­
tablecer en Jerusalén el culto al Dios de Israel.

Tobias

El piadoso Tobías es el único israelita que frecuenta el tem-


74 B O L E T IN DEL IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

pío de Jerusalén; todas las tribus han apostatado y adoran el


becerro de oro, mandado hacer por Jeroboan, rey de Israel..
También lleva las primicias ordenadas en la antigua ley.
“ ...y el diezmo del vino, del trigo, del aceite y de los zuma­
ques y los higois y demás frutos de los árboles y lo daba a los
hijos de Leví que ministran en Jerusalén” . (Tobías, 1,7).

J u d it

Más de un mes resiste valerosa la ciudad de Betulia el asal­


to del poderoso ejército asirio; va a sucumbir, cuando la bella y
arrojada viuda Judit, sale de la ciudad ricamente ataviada con
brazaletes, ajorcas, anillos.
“S e quitó el saco que llevaba ceñido y se despojó de los ves­
tidos de su viudez, bañó en agua su cuerpo, se ungió con u n ­
güentos” . (Judit, 10,3).
No olvida entre otras cosas que lleva una vasija llena de
aceite.
“ Y dio a su doncella un pellejo de vino y una alcuza de
aceite y llenó una alforja de harina de cebada, tortas de higos
y panes limpios y liólo todo en un envoltorio y se lo puso a la
esclava a las espaldas” . (Judit, 10,5).
Más adelante dice a Holofernes:
“ Que Israel tiene irritado a su Dios y no puede contar con
El, pues ha cometido sacrilegios. Han faltado a la Ley de Dios,
consumiendo hasta las primicias del trigo y los diezmos del vino
y del aceite, que como cosas santas, están reservadas a los sa­
cerdotes que en Jerusalén asisten a presencia de nuestro Dios,
a pesar de que a ninguno del pueblo es lícito tocarlo con las
manos” . (Judit, 11,12).
Y cuando vuelve triunfante, todas las mujeres de Israel se
reúnen para verla, la aclaman y danzan en su honor. Judit:
“ Cogió tirsos (1) con sus manos y se los dio a las mujeres
que iban con ella, todas coronadas de olivo, y a cuantos la acom­
pañaban. Delante de todo el pueblo, guiando la danza de las m u­

co Unas varas envueltas en hiedra o pámpanos, con una pifia en el


extremo superior.
E L O L IV O Y E L A C E I T E E N L A B I B L I A 75

jeres, iba Judit, y todos los hombres de Israel la seguían arma­


dos, ceñidas las sienes con coronas—seguramente de olivo—y
cantando himnos” . (Judit, 15,13).
Y en su cántico triunfal, glorificación a Dios, autor de tan­
to bien, no se olvida, cuando celebra su propia hermosura, del
papel del aceite perfumado:
“ Se ungió el rostro con perfumes” . (Judit, 16,9).

Esther
Hadassá llaman a Esther—la bella esposa de Asuero, rey de
Persia—-, que significa mirto, porque el precioso tono de su pie!
-es igual al de las olivas, y Esther, para agradar al esposo, hace
un tratamiento de belleza a base de aceites, perfumados tam­
bién.
“ Después de haber estado ya doce meses conforme a la ley
de las mujeres, ungiéndose seis meses con óleo y mirra y otros
-seis con aromas y perfumes entrei las mujeres, cuando le llega­
ba el turno era llevada cada joven a presencia del rey” . (Es •
ther, 2,12).

II M acabeos

Símbolo de paz son ahora los ramos de oro de olivo en el


Libro II de los Macabeos.
Nicanor y Judas firman una alianza, después de tres años-
de guerras:
“ Se vino el rey Demetrio el año 151 trayéndole una corona
de oro, una palma y unos ramos de olivo, que se creían proce­
dentes del templo” . (II Mac. 14,4).

Job

Los sabios de Israel nos dicen en los Libros Sapienciales,


com o el de Job y el Eclesiastés, el debate del proceder de Dios
con los justos y con los impíos; aquí trata del infortunio del
justo y no faltan las comparaciones con los olivos y el aceite.
En su discurso acusativo compara Elifaz al hombre malo e
76 B O L E T IN DEL IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

impío con el olivo, cuyas flores caen al suelo antes de dar sa­
zonado fruto:
“Será despojado, como de las uvas la vid aún en agraz,
y como el olivo dejará caer sus flores” . (Job. 15,33).
Sofar, el naamatita, toma la palabra para contestar a Job-
sobre la suerte del impío:
“ No verá ya los arroyos de aceite reciente
los torrentes de miel y leche cuajada” . (Job. 20,18).
Elifaz vuelve a decir:
“ Entre sus muros exprimen el aceite,
pisan los lagares y tienen sed” . (Job. 24,11).
Y Job añora las riquezas que tuvo antaño diciendo en su
discurso:
“ Quien me diera estar cual en los meses de antaño

cuando mis pies bañábanse en manteca


y la roca derramaba para mí arroyos de aceite” . (Job. 29,6)-,

Salm os

En el Salterio del Rey David—el más eximio de todos los


salmistas —no faltan los bellos simbolismos y comparaciones
oportuna con el aceite y los olivos.
No hay entre los orientales banquete de lujo en que el
aceite perfumado no ponga su rica suavidad:
“ Preparame la mesa ante mis enemigos.
Has ungido con óleo mi cabeza, mi copa rebosa” . (Sal­
mos, 22,5).
En el canto nupcial, que se compone en ocasión de las
bodas de un Rey de Judá, se alaba así las condiciones del
esposo:
“ Amas la justicia y aborreces la iniquidad
por eso Dios, tú Dios, te ha ungido con óleos ■
de alegría más que a tus compañeros” . (Salmos 45,8).
El salmista es objeto de una traición; sus íntimos amigos
le vuelven la espalda y se unen a sus enemigos, a los que des­
cribe en su oración:
E L O L IV O y E L A C E IT E E N L A B IB L IA 77

“Más suaves que la manteca son los dichos de su boca.


Pero su corazón es pura guerra.
Sus palabras más blandas son que el aceite.
Pero son aguzadas espadas” . (Salmos 55,22).
De manera bellísima canta la bondad de Dios, creador y
gobernador del mundo, al que salva de todos los peligros:
“ Acrecertaste sobremanera mi fuerza como la del unicor­
nio, de verde aceite me inundaste” . (Sal. 91,11).
Y alaba a Dios el poeta por los favores con que demuestra
a su pueblo sus misericordias:
“La hierba haces brotar para el ganado.
Y las plantas que el hombre laboree,
para que de la tierra pan extraiga
y el vino que solace el corazón del hombre,
para con el aceite hacer brillar su rostro” . (Sal. 103,4).
Y en el Salmo histórico que celebra la fidelidad de Ya ve
a su Alianza con Israel, dice:
“ No toquéis a sus ungidos. No hagais mal a sus profetas” .
(Sal. 105. 105,15).
Para alabar la dicha del Hombre justo presta el olivo la
dulce gracia de su placidez en tierna y suave caricia de lisonja
florida:
“ Será tu esposa como vid fructífera,
de tu casa en las íntimas alcobas;
Y tus hijos cual plantones de olivo en torno a tu mesa” .
(Sal. 128,3).

P ro v e rb io s
La rica colección de sentencias, expresadas en verso, que
son los Proverbios, llenos de ciencia popular nombra el aceite
en la Colección de Varones de Ezequías. Compara con él al
amor conyugal; al amigo leal; incluso a la mujer de mal carácter:
“ Hijo mío está atento a mi sabiduría,
porque los labios de la extraña destilan miel,
y más blanco que el aceite es su paladar” . (Prov. 5, 1-3).'
7» B O L E T IN DÉL IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

“ Oleo e incienso alegran el corazón,


así la dulzura del amigo procedente de un consejo cordial” .
(Prov. 27,9).
^gotera que cae incesante en día de lluvia pertinaz
y mujer rencillosa se equiparan.
Quien la retiene, retiene el viento
Y aceite en su diestra recoge” . (Prov. 17, 15-16).

Eclesiastes

Condenan las sentencias, las miserias y vanidades de la


vida y hablan del aceite purísimo:
“M ejor es el renombre que el óleo precioso
y el día de la muerte que el día del nacimiento” . (Ecclesias-
tes 7,2).
Y es el aceite en el elogio a la vida signo de alegre ventura:
“ En todo tiempo sean blancos tus vestidos
y no falte el óleo sobre tu cabeza” . (Ecclesiastes 9,8).
Vestido blanco y perfumes que se usan en señal de gozo.
‘‘Una mosca muerta corrompe y hace corromper el aceite
del perfumista un poco de necedad tiene a veces más eficacia
que sabiduría en abundancia” . (Eclesiastes, 10,1) dice ponien­
do en guardia contra la ponzoña para la que no tienen fuerza
los ensalmos.

Cantar d e los Cantares

Forman coro las vírgenes hebreas en las alegres fiestas de


las nupcias, cantando el anhelo amoroso de la esposa con el
Cántico de Salomón:
“ Son tus ungüentos suaves al sentido
Es tu nombre ungüento derramado
Por eso te aman las doncellas” . (C. de los C. 1,3).
Y se arroba el esposo con la hermosura de la amada:
“ ¡Cuan bellos son tus amores, hermana mía, esposa mía!
cuanto mejores que vino son tus amores
E L O L IV O Y E L A C E IT E E N L A B I B L I A .79

y el olor de tus perfumes excede todos los bálsamos” . C. de los


C. 4,10).

E clesiástico

Las excelencias de la Sabiduría y sus gracias, se relatan en


una serie de imágenes, a cual más bella y espléndida. La sim­
bolizan en un olivo colocado en el llano:
“ He crecido com o cedro en el Líbano.
Y como ciprés en el monte Hermón.
Como palmera ha crecido en Engaddí
Y cual brote de rosa en Jericó.
Como hermoso olivo en la llanura.
Como plátano junto a las aguas” . (Ecl. 24, 18-19).
Se descubren las ocupaciones del sabio y Ja bondad de las
obras de Yavé diciendo como cosas necesarias de todo punto:
“Son cosas de toda necesidad para la vida del hombre el
agua, la sal, el hierro, el fuego, el trigo, la miel, la leche, el
vino, el aceite, la sal y el vestido” . (Ec. 39,31).
Elogia también el Eclesiástico a los Patriarcas recogiendo los
rasgos más salientes que se leen acerca de ellos. Dice de Arón:
“La oblación de él quémase enteramente dos veces al día
sin interrupción.
Conságrole Moisés y le llenó las manos con óleo santo.
Esto fue para él alianza eterna y también para su raza
[cuanto durare el cielo,
para ique ministrase y ejerciese el sacerdocio de Dios y bendi­
je s e al pueblo en su nombre.
Lo eligió entre todos los vivos para ofrecer holocaustos y gracias.
Para hacer humear el olor suave y la azkará (1) y para expiar
[por los hijo de Israel” . (Ec. 45, 14-16).
Recuerda como Elias:
“ Ungiste Reyes ejecutores de los castigos y a profetas que
te sucedieron” . (Ec. 48,8).

(1) Perfume inmemorial.


80 B O L E T IN I )E L IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

Y el nombre de Josías es:


“ Como perfume oloroso preparado pir el perfumista” .
(Ec. 49,1).
Simón, hijo del gran Sacerdote Onías, es considerado prín­
cipe entre sus hermanos, y se representa como hermoso olivo
lleno de sazonado fruto, cuando cumple sus funciones sacerdo­
tales; es decir en el momento que de mayor gloria se puede
revestir el hombre:
“ El más grande de sus hermanos y la gloria de su pueblo fue
Simón, hijo de Juan, Sumo Sacerdote.
Cuan venerable cuando miraba así desde la tienda
a su salida al interior del velo.
Era como una estrella que brilla entre las nubes.
Como la luna llena en los días de solemnidad
Como el sol radiante sobre el palacio del Rey t
Y cual Arco Iris que aparece en las nubes.
Como la flor entre la fronda por la primavera
Y como el lirio a orilla de las corrientes de agua.
Como la vegetación del Líbano en días estivales.
Y como el fuego y el incienso sobre la oblación.
Como vaso de oro macizo adornado con toda piedra preciosa.
Como olivo verdeante cargado de frutos.
Y cual acebuche de ramas saturadas.
Así aparecía cuando se envolvía en vestidos de gala,
Y se revestía de -soberbios ornamentos,
Al subir al altar esplendoroso,
Y ornar al atrio del Santuario” . (Ec. 50, 10-11)

Isaías
Escoge el Señor a los Profetas para preparar la venida del
Mesías y la salud del mundo; se ocupan en combatir las trasgre-
siones a la Ley, explicarla y llamar al pueblo a penitencia, me­
diante amenazas, o promesas, en que las alusiones a los oliva­
res y aceites aromados son muy frecuentes.
Isaías, primero de los Profetas Mayores, tiene una visión
E L O L IV O Y E L A C E IT E E N L A B IB L I A 81

sobre Jerusalén y Judá, nación pecadora a la que no salvarán


ya los sacrificios:
“ Desde las plantas de los pies a la cabeza
r o hay en él nada sano
heridas contusiones y llagas podridas
No han sido curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite” .
(Is. 1,6).

En la bellísima parábola de la Viña, dada al Amado, dice


Isaías, cuando quiere simbolizar la fertilidad:
“ Una viña tenía mi amado en sitio fértil
cual ladera de olivar” . (Is. 5,1).

En Damasco, esclavizada por los sirios, profetiza en su


Oráculo que, sin embargo, la ciudad conocerá al Señor y se
volverá al Santo Israel:
“ Como cuando se espiga en el valle de Refaín.
Queda un rebusco como después de cosechada la aceituna,
dos o tres olivas en la copa del árbol,
cuatro o cinco en las ramas.
Dice Yavé Dios de Israel” . (Is. 17,6).

Y en sus Oráculos contra Babilonia, Idumea y Arabia, cla­


ma diciendo:
“ Han puesto la mesa, han tendido el mantel
comen y beben ¡Levantáos Principes, aceitad el escudo!” (Is. 21,5).
En su terrible profecía sobre el Juicio Universal, figura tam­
bién la aceituna cuando nombra la ruina y desolación en que
quedará la tierra:
“ Pues ocurrirá en medio de la tierra,
entre los pueblos,
com o en el vareo de la aceituna;
cual en la rebusca,
cuando ha concluido la vendimia” . (Is. 29,13),
Es curioso, que estos métodos de recoger la aceituna como
■el vareo y la rebusca del fruto, después de terminada la r e c o ­
lección, contienen exactos como en los tiempos de los Profetas
«2 B O L E T IN DEL IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

Merodak de Baladán, Rey; de Babilonia, envía cartas y un


presente al Rey Ezequías, al saber que había estado enfermo y
ya ha sanado:
“ Ezequías alégrose con ellos y les mostró su casa del tesoro,
la plata, el oro, los aromas, el aceite más exquisito y toda su
armería” . (Is. 39,2).

El Señor hace a Israel promesas de Liberación en las que


nombra a los olivares:
“•Pondré cedros en el desierto,
acacia mirto y olivo
en la estepa, colocaré cipreses
juntamente con olmos y bojes” . (Is. 41,19).
Y canta la gloria celeste de la nueva Jerusalén, consolando
con ella a los tristes:
“ Para alegrar a los que hacen duelos en Sión
darles turbante en vez de ceniza
aceite de alegría en vez de vestidos de luto
alabanza en vez de ánimo triste” . (Is. 61,3).

Jerem ías
Jeremías, segundo de los Profetas Mayores, nombra al oliva
y lo compara con la hermosura de que gozó Judá, en su exhorta­
ción para que el pueblo guarde el pacto con Yavé-
“ Olivo verde embellecido con espléndido fruto
habiáte denominado Yavé;
al ruido de recio estrépito prendió fuego en él,
y quemáronse sus ramas” . (Jer. 11,16).
En poético cuadro describe luego cómo a la tempestad de
la ira sucederá la calma deliciosa de la tranquilidad y abun­
dancia, en la que no puede faltar el aceite:
“ Vienen dando gritos de gozo por las alturas de Sión
a gozar de los bienes de Yavé,
E L O L IV O T E L A C E IT E E N L A B I B L I A 83

el trigo, el vino, el aceite, ios corderos y los terneros,


y será su alma com o jardín regado
y no volverá a padecer sequía” . (Jer. 31,12).
Enterados los Jefes de las tropas de que el Rey de Babi­
lonia hace a Gondolías Gobernador de Judá, y de la escasa
gente que en ella queda, se van uniendo los que durante la
guerra habían huido a naciones vecinas. Gondolias los acoge
y dice:
“ Y o me quedo en Misfa para recibir las órdenes que de los
caldos nos vengan, pero vosotros haced la vendimia, recoged
las mieses y el aceite y guardarlos y quedaos en las ciudades qus
habitáis” . (Jer. 40,10).
Ismael mata a Gondolías, y a algunos israelitas; sólo se
salvan diez, porque le dicen:
“ No nos mates, que tenemos en el campo escondida gran
cantidad de trigo, de cebada, de aceite y de miel” . (Jer. 41,8).
Ahora salva de la muerte la cosecha de aceite

Baruc
Baruc, díscipulo y secretario del Profeta Jeremías, relata
cóm o las mujeres de Babilonia se prostituyen una vez en su
vida, en honor de sus dioses. Sentadas cerca del templo queman
huesos de aceitunas, pues creen que este humo del orujo atrae
el amor de los hombres. Señal de haber cumplido con esta ob li­
gación, es la de romper la cuerda de juncos con que se ciñen:
“ Y las mujeres ceñidas de cuerdas de junco estánse sen­
tadas en los caminis quemando salvado” . (Baruc. 6,42). (La
Vulgata traduce huesos de aceitunas).
E zequiel

Misión de Ezequiel es renovar en los israelitas el espíritu


religioso; por eso narra con vivo realismo la ingratitud de Israel,
siempre infiel a Yavé, echándole en cara cuanto el Señor hizo
por él:
«4 B O L E T IN DEL IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

“Te lavé con agua, te quité de encima la sangre, te ungí


con óleo” . (Ez. 16,9).
“ Eetabas adornada de oro y plata, vestida de lino y seda
[recamado;
comías flor de harina, trigo, miel y aceite,
Te hiciste cada vez más hermosa y llegaste a reinar” .
(Ez. 16,13).
Añade, después de describir todas las simbólicas joyas cort
que Dios adornó a Jerusalén, como si fuera una esposa, y ella
le entregó a los ídolos.
“ Cogiste las telas recamadas y los cubriste con ellas y les
[ofreciste
mis óleos y mis¡ aromas.
Y la miel con te mantenía se los ofreciste en ofrenda de
[suave olor” . (Ez. 16, 18, 19).
Alude a los ídolos que hizo fundir Acaz del metal de las
vasos del templo sagradi y mandó poner en altares en las calles
de Jerusalén.
El Oráculo contra Tiro es hermosa elegía de la ciudad, que
descubre su comercio con todos los pueblos:
“ Contigo comerciaban Judá y la Tierra de Israel
Y te daban como precio el trigo de Minit
perfumes mil, aceites y bálsamos” . (Ez. 27,17).
En la otra elegía de la ruina de Egipto, por Nabucodonosor,
hace el Profeta espantosa pintura:
“ Entonces correrán limpias sus aguas, y sus canales
se deslizarán como aceite, dice el Señor Yavé” . (Ez. 32,14).
Da lugar la restauración del pueblo de Yavé a que se hagan
nuevas ofrendas y primicias.
“ Y la ley para el aceite, para el bata de aceita es ésta: La
décima parte de un bato por jonjer. Diez batos son el jomer,
pues diez batos llenan el jomer, Añadirá a la ofrenda de un efá
por toro, un efá por carnero y un hin de aceite por efá” .
(Ez. 45,24).
“ Y todas las mañanas añadirás la ofrenda de un sexto de
efá y un tercio de hin de aceite para amasar la harina. Esta es
ETL O L IV O Y E L A C E IT E E N L A B I B L I A 85>

la ofrenda a Yavé, ley perpétua para siempre. Se ofrecerá todas


las mañanas el cordero y la ofrenda con el aceite como h olo­
causto perpétuo” . (Ez. 46, 5, 7, 11, 13, 14).
“ Y se ofrecerá todas las mañanas el cordero y la ofrenda con'
el aceite com o holocausto perfecto” . (Ez. 46,15).
De lo que se desprende que si no interviene el aceite en to­
dos estos sacrificios, el holocausto no será perfecto ni, por lo-
tanto, grato a Dios.
DameL

Es Daniel el más misterioso de todos los profetas. El relata


el episodio, en que salva a la bella Susana de la acusación de
los dos viejos y, por él, sabemos una vez más cuán indispensa­
ble es el aceite en el tocado de la mujer hebrea de la Biblia.
Susana entra en el jardín, acompañada de sus doncellas.
Siente mucho calor y desea la frescura del baño;
“Y dijo a las doncellas: Traed el aceite y los ungüentos y
cerrad las puertas, que voy a bañarme” . (Daniel, 13,16).

O seas

Yavé habla ahora con el profeta Oseas para que anuncie


a Israel el castigo que le privará de todos los bienes, que pro­
vienen de Dios, por su idolatría:
“ Yo no tendré piedad de sus hijos... La que los concibió­
se deshonró y dijo: Me iré tras mis amantes que me dan mi
pan y mi agua, mi lana y mi vino, mi aceite y mis bebidas” .-
(Os. 2, 5, 7).
“ Mas ella no reconoció que yo fui quien le diera el grano,
el mosto y el aceite y quien prodigara el oro, la plata que uti­
lizan para Baaal” . (Os. 2,8).
En sus promesas de redención, Oseas devuelve a Israel sus.
bienes en mayor abundancia y no olvida mencionar en ello el
jugo de la oliva:
“Los cielos serán propicios a la tierra.
La tierra propicia al mosto, al trigo y al aceite” . (Os. 2,22).
Pero luego anuncia otra vez la deportación de Israel pues:
86 B O L E T IN DEL IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

“ La era y el trujal no los sustentará


Y el mosto les íáltará” . (Os. 9, 2).
Sin embargo, sobre esta imponente justicia de Yavé p re ­
valece su amorosa misericordia, que perdona pecados, devuel­
ve la gracia, colma de bendiciones. En las promesas de salva­
ción no encuentra el profeta mejor comparación que el olivo:
“ Seré como el rocío para Israel que florecerá com o el lirio,
y echará sus raíces cual el Líbano;
crecerán sus ramas y será su copa como la del olivo,
y su aroma com o el del incienso” . (Os. 14. 6, 7).

Joel

La palabra de Yavé llega a Joel, hijo de Petuel, que hace


tremenda descripción de la plaga de langosta:
“^Devastado ha sido el campo;
el suelo guarda luto porque el grano ha sido destruido;
el mostro ha faltado por la sequía,
hase agotado el aceite” . (Joel 1, 10).
Y por lo tanto huido avergonzada la alegría del corazón
de los hombres.
Encendido en amores por su pueblo, perdona el Señor
—como siempre—a Israel, que le pide piedad por boca del pro­
feta:
“ Y dijo, respondiéndole: Y o os mando el trigo, el mosto y
el aceite, y os saciaréis; no os haré más oporbio de las gentes” .
(Joel, 1, 2, 19).
“Rebosarán de trigo las eras y de vino y aceite los laga­
res” . (Joel, 2, 24).
Los frutos de la penitencia del pueblo se convertirán en
‘bendiciones divinas para Israel, dice Yavé:
“Meted la hoz pues la mies está madura,
venid y pisad
que el trujal está lleno, rebosan los lagares” . (Joel, 3, 13).
A m os

Es Amos el primero de los Profetas escritores cronológica­


EL, O L IV O Y E L A C E IT E E N L A B IB L IA 87

mente, su¡ oficio pastor al sur de Belén. Reprende los crímenes


y lujo de los hombres y mujeres de Israel.
“Os herí con tizón y con añublo
la multitud de vuestros huertos y viñedos;
vuestras higueras y vuestros oilvos llevó la langosta” .
(Amos, 4,9)
Y a los habitantes de Sidón y Samaria lanza el siguiente
improperio:
“ Que beben el vino en copas,
Y con el más exquisito aceite se ungen
sin que se contristen por la ruina de José” . (Amos, 6, 6).
(José, una de las Tribus de Israel)

M iqueas

Miqueas profetiza en los reinados de Jonatán. Ajaz y Eze-


quías, reyes; compara la riqueza de los rebaños con la del acei­
te cuando pregunta al Señor:
“ ¿Se agradecerá Yavé con millares de carneros
o con miríadas de arroyos de aceite” . (Miq. 6, 7).
Y en la querella de Yavé contra Israel y Jerusalén:
“ Sembrarás y no cosecharás; pisarás la aceituna, pero no te
ungirás con su óleo;
la uva, pero no beberás el vino” . (Miq. 6, 15).
De alguna de estas citas se desprende que el aceite se pro­
ducía como el vino, pisando el fruto. Esto nos parece algo di­
fícil, ya que los huesos de las aceitunas, tan grandes y durísi­
mos, tenían que ser obstáculo y herirían los pies. Quizá no se
conocería entonces el rulo de piedra y el empiedro sobre el que
se molía la aceituna en aquellos lejanísimos tiempos. Al menos,
la Biblia no los menciona. Otras traducciones dicen: “ Prensa ■
rás el aceite” .

H abacub
Canto triunfal de Habacub; en oda destinada a ser ento­
nada con acompañamiento de cuerdas, muestra su amor a
88 B O L E T IN DEL IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

Yavé, aunque le prive de riquezas, entre las que se cuentan


los olivares:
“ Pues la higuera no rebrotará ni habrá frutos en las viñas;
defraudará las esperanzas el producto de los olivos;
los campos no producirán alimentos y no habrá reses vacunas
ten los establos,
más yo en Yavé me regocijaré” . (Hab. 3, 17).
A geo

Ageo vive cautivo; ayuda después en la reconstrucción del


templo y exhorta a todos para que así lo hagan, recordando
que Yavé le ha dicho que, mientras todos reconstruyen sus
hogares, está en ruinas la casa de Dios.
“ Por eso retuvieron los cielos sobre vosotros la lluvia,
y no dió sus frutos la tierra; y) llamé a la sequía sobre esta
[tierra,
y sobre los montes, y sobre el trigo, y sobre el vino,
y sobre el aceite, y cuanto producía la tierra” . (Ageo, 1,10,11)
Canta después las bendiciones que otorgará Dios si levan­
tan su casa, que será pobre comparada con la antigua, pero
gloriosa, pues a ella irán las gentes én tiempos del Mesías.
Yavé pregunta por boca de su profeta:
“ Si uno lleva en las haldas de su vestido carnes sagradas
y con sus haldas toca pan, manjares cocidos, vino, aceite o un
alimento cualquiera, ¿quedará esto santificado? Los sacerdotes
respondieron diciendo: n o” . (Ageo, 2, 13, 14).
Canta la gloria del nuevo templo, diciendo:
“ No está aún la simiente en los graneros,
ni la vid, ni la higuera, ni el olivo han florecido
todavía, pero desde este día en adelante daré yo bendición” .
(Ageo, 2, 20)

Zacarías
También trabaja el profeta Zacarías en remover la
•obra del templo: relata en su Quinta Visión; el misterioso
■Candelabro:
E L O L IV O Y E L A C E I T E E N L A B I B L I A 89'

“De oro, con siete lámparas y siete tubos y a su lado dos


ramos de olivo, el uno a su derecha y el otro a su izquierda” .
(Zc. 4, 3).
Se extraña y no comprende este simbolismo cuando añade:
—“ Yo proseguí diciendo: Y esos dos olivos a derecha e iz­
quierda del candelabro, ¿qué son? Y. tomando por segunda vez
la palabra, pregunté: ¿Qué son esos dos ramos de olivo que
están cerca de los dos tubos por donde baja el aceite? El me
respondió: ¿No sabes lo que son esos? No, mi Señor. El me
dijo: Son loa dos hijos del óleo que están delante del Señor de
toda la tierra” . (Zc. 4, 11, 14).
Los dos hijos del aceite, Jehosua y Zorobabel. Sin embar­
go, representando el candelabro al mismo Yavé, ven otros en
esas ramas de olivo la imagen de los dos ángeles superiores,
que tutelan los poderes real y sacerdotal, o espiritual y pro­
fano, que eran en el Antiguo Testamento los dos medios prin­
cipales por donde concedía Dios la gracia a su pueblo. La de­
nominación Hijos del Aceite tendría aquí el sentido de “ abun­
dancia de aceite” y caracteriza a los dos olivos como los dos
medios de provisión de aceite al candelabro.
Su gloria infinita es estar junto al Señor de todo lo crea­
do, alimentando el candelero de oro. Se entiende que los bra­
zos del candelabro terminan en especie de huecos, donde se
mantenía el aceite, que bajaba por los tubos; las mechas en­
cendidas, consistentes, seguramente, en vendijas de lana, ab­
sorbían lentamente el aceite, que flúia de continuo para que
no se apagasen.

En su anuncio apocalíptico de los tiempos mesiánicos anun­


cia Zacarías cóm o todas las naciones lucharán unidas contra
Jerusalén y cómo las combatirá Yavé, como se combate en el
día de la gran batalla. Se nombra aquí un Monte de los Olivos,
cerca de Jerusalén que, lógicamente, debe de ser en el que,
luego Cristo reza, suda sangre, es consolado por el ángel y
luego prendido por los soldados del templo. También, segura­
mente, el mismo al que subió llorando el rey David, ya citado.
“ Y aquel día, sus pies pisarán el Monte de los Olivos, que
90 B O L E T IN DEL IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

está enfrente de Jerusalén, al oriente, y hendiráse el monte


•de las olivas por la mitad, hacia levante y poniente, en un
valle muy grande; y se deslizará la mitad del monte hacia el
norte, y la otra mitad al sur” . (Zc. 14, 4).
Hasa aquí son las citas que del olivo y del aceite se en­
cuentran en el Antiguo Testamento.

N U E V O TESTAM ENTO

ALESTINA, de tiempos de Cristo Nuestro Señor, está


jalonada por la sombra amable de los olivares, que
,ponen su plateado resplandor entre la blancura de las casas
hendidas en la roca.
Toman los olivos palestinos entrañas caprichosas figuras;
parecen a veces abrumados por tupidas ramas; otras, como
desnudos esqueletos, carecen de ellas. Ora se yerguen..., ora
se encogen y destacan impresionantes sobre los oros encendi­
dos del crepúsculo; se extienden en campos de cintas anchas,
rojo-grises salpicados de florones esmeralda en suave abun­
dancia de fruto.
Como un hilo de oro, van unidas las tradiciones evangé­
licas a las olivas.
Aim Karim de la Visitación, al fondo de gracioso valle de
viñedos y arrayanes, con generosos olivos de tupidas frondas.
Sonriente Belén del Ñacimie/ito, circundada de olivos, en­
vuelta en el humo agrisado de sus copas.
Olivas escalonadas de Nazaret, testigos de una infancia
oculta y adorable.
Cafarnaúm de tantos milagros, dorada de olivos, quizá
porque se posó en ellos la luz de los ojos divinos.
La Puerta Ghaa, a 5 km. de Jerusalén, se abre bajo la
-•sombra fragante de las olivas.
Sepulcro de Lázaro bajo la verde bóveda de viñas y olivos.
Sombras de olivares junto al fresco Lago de Genezaret.

Entrada triunfal del Señor en Jerusalén, con ramaje de


EL, O L IV O Y E L A C E IT E E N L A B I B L I A

árboles, seguramente de olivos, puesto que el Rabbí baja por


el camino del Monte Olívete.
Entre olivos llora sobre Jerusalén: toda la mañana se llena
de entusiasmo, com o si los olivos gritasen también.
Ramos de olivos, como los ramones de oliva bendita con
que Jaén recuerda el Domingo de Ramos el triunfo de la en­
trada entre palmas.
Desde el Monte de los Olivos y camino de Betania, tiene
lugar, en los últimos días de la vida de Cristo en la tierra, su
gran discurso escatológico a los atónitos discípulos.
Viejos olivos de la Quinta de Caifás, en las afueras de Je­
rusalén; entre ellos se fragua la muerte del Justo de los Jus­
tos; por eso la llamaron “Monte del Mal Consejo’ .
Unción en Betania de Marta y María, amigas del Señor;
Betania, recostada al amor de un horizonte de olivares. Cua­
dradas terrazas blancas llenas de flor entre las viñas y los
olivos. Unción de María, pomo frágil y costoso lleno de aceite
nuevo que conserva el olor agridulce de la oliva pasada por
el trujal; que tiene reflejo y densidad de miel.
“María, tomando una libra de ungüento de nardo legítimo,
de valor grande, ungió los pies de Jesús y los enjugó con sus
cabellos y la casa se llenó del olor del ungüento” . (Juan, 12, 13).
Huerto con brillo plateado de olivos, de la oración de
Cristo.
La pasión del Señor da comienzo en un huerto de olivas:
“Saliendo 9e fue, según su costumbre, al Huerto de los Oli­
vos” . (Juan, 22, 29).
Huerto de Gestemaní con sus rodales de olivo blancos de
luna; prensa de aceite al pie del Monte de los Olivos.
Bajo un cobijo verde pálido—mansa armonía de olivos—
el dolor de Cristo.
Entre olivos, soledad de Cristo.
Brillo de hojas en la luz fresca de Nisán, bajo la dulzura
de las estrellas.
En la sombra tibia del olivar, Cristo acariciado por el tem~
'9 2 B O L E T IN DEL IN S T IT U T O IJE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

’ blor de las hojas oscuras, que se llenan de perlas menudas de


luz, que resbala a la hierba tierna de primavera.
Mirada dolorida de Cristo a los olivos, cargados de fruto
>que El no verá granar.
Olivos del huerto. Unicos que hubieran podido hablar del
dolor de Cristo.
De su dolor divino; de su dolor humano.
Ocho añosos olivos se conservan en el Huerto; bien pu­
dieran ser retoños de aquellos que fueron testigos de la más
atroz de las angustias. ¿Los mismos? No. El sitio de Jerusalén
por Tito acabó con todos los árboles de los alrededores de la
ciudad y no es fácil que escaparan a la tala los olivos del Huer­
to de Geste maní.
De los huesos de estos milenarios olivos se hacen los ro­
sarios, que1 tanto gusta rezar pensando que vienen de un lugar
-en cuyo aire vibraron las palabras dulces, mansas:
“ YO S O Y ” . (Juan, 18, 5).
Las P arábolas
Emplea el Rabbí nazareno en muchas de sus enseñanzas
las parábolas; esos bellos poemas sacados de las escenas cam­
pesinas, de la vida de los pescadores del lago y de la diaria y
'doméstico-social. Así lo profetizó ya el Salmo:
“ Escucha pueblo mío mi enseñanza;
inclinad vuestro oído de mi boca a los dichos.
Abriré con parábolas mi boca, proferiré yo enigmas del pasado
Las cosas que escuchamos y sabemos.
Y que nos refirieron nuestros padres;
No las esconderemos a sus hijos, a la edad venidera narra­
rem os :
Las glorias de Yavé y su potencia y los prodigios que ha
thecho” .
(Sal. 77, 1-5)
Y entre estas parábolas hay algunas en las que de manera
•directa, o indirecta, se trata del aceite.
La dracm a extraviada

Las casas en Palestina están en parte excavadas en la rosa,


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en parte hechas con adobea y ladrillos; las reducidas y oscuras


habitaciones, provistas de huecos abiertos en la roca blanda, a
manera de alacenas, y bancos donde sentarse, no reciben más
luz ni aire que lo que entra por la puerta.
Es necesario por lo tanto encender la lámpara de barro, con
torcida bañada en aceite, oculta bajo un madero, y colocarla
bien en alto para que los visitantes vean la luz, símbolo de la
suerte o desgracia del amo.
Una mujer ve con asustado estupor que ha perdido una
de las diez dracmas que formaron parte de su dote. Se estre­
mece y llora por el descuido que, seguramente, le reprochara
duramente el esposo. Deprisa, lleva la lucerna con el oro ver­
doso del aceite y prende la mecha para que la llama monteci-
na alumbre los más lejanos rincones de la habitación.
“ ¿Qué mujer que tenga diez dracmas, si pierde una, no en­
ciende la luz, barre la casa y busca cuidadosamente hasta h a ­
llarla?” (Lucas, 15,8).

Los serv id ores vigilantes

En esta parabola juega también el aceite papel importante.


Hermosa lección en que aconseja a todos que estén siempre pre ­
parados para recibir al Señor de todas las cosas, que no tiene
dia ni hora fijos para llegar.
Los siervos esperan y velan preocupados; no han tendido
su cansancio en las esteras, ni desceñido las vestiduras; han
encendido las innumerables lámparas de arcilla, coiocadas so­
bre los divanes; en ellas arde suave el aceite para que, hasta
los más oscuros rincones, llegue la aureola débil de la luz.
“Estén ceñidos vuestros lomos y encendidas vuestras lám ­
paras y sed como hombres que esperan a su amo de vuelta de
las bodas para que al llegar y llamar al instante le abran” .
(Lucas, 12, 35-36).
El Buen Sam antano

El motivo para esta parábola lo da un escriba preguntan­


do al Rabbí, quién es su prójimo
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Acentúa Señor Jesús la suavidad de su sonrisa. Segura­


mente recuerda la desierta árida región de Jericó a Jerusalén,
que acaba de pasar, donde se cruzan los senderos en sorpren­
dentes revueltas sobre las que se suspenden atrevidos riscos,
cortantes como cuchillos, cuando dice: “ Bajaba un hombre
de Jerusalén a Jericó” . (Lucas, 10, 30).
Un hombre, sencillamente un hombre, de cualquier raza
y condición; va solo y es brutalmente agredido por fieras h u ­
manas que le dejan abandonado y cubierto de heridas. Y pasa
un sacerdote, y pasa un levita, que apenas si le miran.
Llega un tercer caminante, cuyo atavio es de samaritano;
está lleno de misericordia, habla al herido, le toca amoroso
las llagas abiertas:
“ Pero un samaritano que iba de camino llegó a él y vién­
dole se movió a compasión; acercóse, le vendó las heridas de­
rramando en ellas aceite y vino, le hizo montar sobre la pro­
pia cabalgadura, le condujo al mesón y cuidó de él” . (Lu
cas, 10, 33-34).
Así calma la suavidad del perfumado aceite el ardor de
las heridas; se desprende del relato que es tan indispensable
el aceite, que las gentes no se ponen en camino sin llevarlo
consigo.

Las V írg en es prudentes y las V írgen es n ecias

Sigue Rabbí Jesús sus comparaciones en esta preciosa ima­


gen en que recuerda a todos los alegres preparativos de las bodas.
Oculta tras los pliegues de su velo, que la ciñe estrecha
mente y sólo deja pasar el temblor de luz de las joyas, monta
la novia israelita en el palanquín que la lleva a su nuevo hogar.
Diez doncellas deliciosas, envueltas también en la nacara­
da blancura de los velos, la rodean llevando en las manos lu ­
cernas de arcilla, en las que arde la leve aureola de mechas de
estopa impregnadas de aceite.
Pequeñas son las lámparas, largo el camino y fuerte el
viento, que se levanta al anochecer refrescando el ardor del
día; todo contribuye a que el aceite arda rápido; lo saben las
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doncellas y el grupo de las “ prudentes” lleva consigo alcuzas


llenas de aceite para alimentar la vacilante rojiza llama.
Se desliza el cortejo entre música, cánticos y bailes ante los
desposados. Pasado el festín y los festejos, llega el momento de
que se retiren los invitados y se encierre la esposa, con sus
amigas, en espera de la llegada del esposo.
Y tanto tarda, que las diez vírgenes se adormecen soste­
niendo sus lucernas; tranquilas están las que tuvieron la pre­
visión de llevar aceite y cuando, inopinadamente, aparece el
esposo, están prontas, nuevamente encendidas las pequeñas
arcillosas lámparas, para acompañar a la desposada a la cá°
mara nupcial. Atolondradas, despiertan al ruido las vírgenes
necias; tienen apagadas las lámparas; suplican angustiadas a
las otras un poco de aceite, pero ellas temen quedarse tam­
bién sin él y les mandan comprarlo. Cuando vuelven está c e ­
rrada la puerta, por la que se filtra la armonía de los cantos,
y no obtienen que les abran.
“ El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes que,
tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo; cin ­
co de ellas eran necias y cinco prudentes; las necias, al tomar
las lámparas, no tomaron consigo el aceite, mientras que las
prudentes tomaron aceite en las alcuzas, juntamente con las
lámparas” . (Mateo, 25, 1-4).
“Dadnos aceite del vuestro, porque se apagan nuestras
lámparas. Pero las prudentes respondieron: No, porque podría
ser que no bastase para nosotras; id más bien a la tienda y
compradlo” . (Mateo, 25, 8-9).

U nciones

Las unciones de aceite oloroso se suceden varias veces en


la vida de Rabbí Jesús; sobre sus pies empolvados se mezcla
al oro de los cabellos de la pecadora, con el precioso ungüento
fabricado con aceite.
“ Y he aquí que llegó una mujer pecadora que había en
la ciudad, la cual sabiendo que estaba a la mesa (Jesús) en
casa de un fariseo, tomó un pomo de alabastro de ungüento
96 BOI-JTTIN DTÍL IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S F -S

se puso detrás de él a sus pies llorando y comenzó a lavar suv


pies con sus lágrimas enjugándolos con los cabellos de su ca­
beza y ungiéndoles con el ungüento” . (Lucas, 7, 36-38).
Y la última unción a Cristo, sepultado ya:
“ Las mujeres que hablan venido con El a Galilea le si­
guieron y vieron el monumento y como fue depositado el C uer 1
po. A la vuelta prepararon aromas, y mirra. Durante el sába­
do se estuvieron quietas por causa del precepto. Pero en el
primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al monu­
mento trayendo los aromas que habían preparado” . (Lucas,
23, 55-56; 24, 28, 1).
H echos d e los A p óstoles

Envuelto en una nube blanca desaparece un día Cristo re­


sucitado, en una campera rodeada de la gloria de los olivos:
“ Tornaron a Jerusalén desde el monte llamado Olivar” .
(Hechos de los Ap. 1, 12).
San Pablo.
San Pablo simboliza al olivo con el pueblo, creyente de las-
enseñanzas de Cristo, en su Epístola a los Romanos.
y si algunas ramas fueran desgajadas, y tú siendo ace-
buche (olivo silvestre) fuiste injertado en ellas y hecho partí­
cipe de la raíz, es decir, de la pingüisidad del olivo, no te en­
grías contra las ramas” . ( 1 1 , 17-18).
“ Porque si tu fuiste cortado de un olivo silvestre y contra
naturaleza injertado en un olivo legítimo ¡cuánto más éstos,
los naturales podrían ser injertados!... Si el olivo silvestre (los
gentiles) injertado en el noble (el Israel de Dios) dio buenos
frutos por el poder de la gracia ¿cuánto más las ramas natu
rales del olivo (los israelitas) podrán ser de nuevo injertador
para dar frutos de Justicia?” . (11, 24).
A p oca lip sis

Llegamos ya en este recorrido por los olivos y el aceite,


nombrados en la Biblia, al Apocalipsis de San Juan:
Demuestra también como el aceite es considerado artículo
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de sumo lujo al que no se puede aspirar en los tiempos malos:


“ Y o vi como una voz en medio de los cuatro videntes que
decía: Dos libras de trigo por un denario y seis libras de ceba­
da por un denario, pero el aceite y el vino ni tocarlos” . (Ap. 6 ,6 }
Con misteriosas e incomprensibles símbolos habla de como
se mandarán dos testigos para que profeticen durante 1.260
días, vestidos de saco:
“Estos son los dos olivos y los dos candeleros que están de­
lante del Señor de la tierra. Si alguno quisiere hacerles daño
saldrá fuego de su boca que devorará a sus enemigos” . Todo
el que quiera dañarlos morirá. Ellos tienen poder para des­
cender del cielo para que la lluvia no caiga en los días de su
ministerio profético y tienen poder sobre las aguas para tor­
narlas sangre y| para herir la tierra con todo género de plagas
cuantas veces quisieran” . (Ap. 11, 4). (Moisés y Elias parecen
ser representados en estas dos personas. La Ley y el Profetismo
que se simbolizan en los dos olivos).
En su lamentación sobre Babilonia describe, con brillante
letanía de frases, todas las desgracias que sobre la pagana ciu ­
dad símbolo, caerán como castigo a su ligereza frívola:
“Llorarán y se lamentarán los mercaderes de la tierra por
que no hay quien compre sus mercaderías, las mercaderías de
oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino, de púr­
pura, de seda, de grana. Toda madera olorosa, todo objeto de
marfil, y todo objeto de madera preciosa, de bronce, de hierro,
de mármol cinamomo y aromas, mirra, incieso, vino, aceite,
flor de harina, trigo, bestias de carga, ovejas, caballos y c o ­
ches, esclavos, y almas de hombre. (Ap. 8 , 11, 12, 13).
Esta es ya la última cita de las Sagradas Escrituras y en
ella, a más de considerar al aceite como mercadería preciosa e
igualarlo a las mejores y más bellas joyas, llega también a
compararlo con el alma del hombre.
' Simbolismo

Ese es el simbolismo del olivo en la Biblia; Esperanza. Ofre­


cimiento. Unciones sacerdotales, regías.
98 B O L E T IN DEL IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

Se le nombra cuando se habla de las riquezas de la tierra


Prometida; se le nombra entre las maravillas del Templo de
Salomón.
Es alegría en las fiesta de los Tabernáculos.
Es triunfo en las hazañas de Judit.
Es Abundancia. Es riqueza.
Se hace poesía para cantar la felicidad del Justo.
Aman las doncellas al esposo porque es ungüento derra­
mado.
La sabiduría es hermoso olivo cargado de fruto.
Con él se compara la armonía, la suntuosidad del Sumo
Sacerdote.
Con su aceite se fabrican toda clase de perfumes.
Es considerado como joya entre las que adornan a Jeru­
salén.
Como redención.
Alimenta a los ungidos del Señor. Los dos brazos del can­
delabro de oro.
Aceite para los unciones de los antiguos.
Aceite en las parábolas del Rabbí nazareno
Aceite en las unciones a Jesús.
Aceite en el cuerpo roto que bajan de la Cruz.
Aceite en los limpios suaves lienzos que envuelven a Cristo
muerto.
Aceite que sale, convertido en hilos de aroma, entre la5
piedras del sepulcro.
Olivo siempre verde Olivos palestinos hermanos de éstos de
las campiñas andaluzas.
Olivos que envuelven en nubes fragantes de incienso con
su pálido color la provincia entera de Jaén, a la que sus o li­
vares convierten en flor, de flores.
Y son los nevadillos negros de pobladas ramas inclinadas
al suelo; de hojas verde pardo y tornasolado nácar.
Y son los frondosos picuales de suaves flores y violados
frutos de oscura púrpura, extendidos por los campos giennen-
ses; tan abundantes en aceite con sus lechtones de menudas
aceitunas, de aceite finísimo; enormes aceitunas jabalunas, de
E l , O L IV O Y E L A C E I T E E N L A B I B L I A

etimología árabe, que recuerda la montaña, el cerro (Jab-


monte) Gordales, llamadas cestizas, duras de arrancar y que
conservan su verde color durante largo tiempo; redondas man­
zanillas, cornezuelos largas y picudas.
Olivos negros de Andújar —blanco, rosa, azul— de verdes
hojas lustrosas y morados frutos picados de rojo, cuya a b u n ­
dancia precisa fuerte vareo.
Olivas en los collados; en las suaves ondulaciones en gris
y armoniosa monotonía.
Olivos milenarios de retorcidas convulsiones humanas, de 7 .J

tan larga vida que llega en algunos a más de un siglo, que no


se sabe ni donde ni cuando aparecieron.
Campos andaluces en plenitud de recolección; dq riqueza
verde y sabrosa de aceitunas; de aceite que es alegría, Que es
canto. Que es abundancia.
Densidad suave y perfumada del aceite, que velará luego
en los Sagrarios la dulce iculta Presencia del Señor.
Mucho se ha cantado a los olivares andaluces. Y o no sé
cantar y, por eso, tomo la voz amiga y jaenera de Gracían
Quijano, en su “ Canción de los olivos” .
“ Campiñas andaluzas de olivos seculares,
campea el verdi-blanco de tus hojas de plata,
como el airón de plumas de cimera valiente
que se ciñe orgullosa en la frente de España” .

Campiñas de mi tierra, ¡Olivos seculares!


de azahares y de frutos te engalanas y vistes,
y, cuando en el invierno no hay en el campo flores,
te dejas mansamente q u e , a fuerza de dolores,
toda el fruto te quiten” .

B ibliografia

Se ha utilizado para las citas bíblicas de este trabajo las


siguientes Ediciones de la Sagrada Biblia.
SAGRADA BIBLIA.—Versión directa de las lenguas origi­
nales y griega, por Eloino Nacar Fuster, canónigo lectoral de
100 B O L E T IN DEL IN S T IT U T O DE E S T U D IO S G IE N N E N S E S

la S. I. C. de Salamanca, y el M. R. P. Alberto Colunga, O. P.,


profesor de Sagrada Escritura en el Convento de San Esteban,
■de la Pontificia Universidad de Salamanca. 5.a edición.—Ma­
drid.—Editorial Católica.—1953. BIBLIOTECA DE AUTORES
CRISTIANOS.
SAGRADA BIBLIA.—Versión crítica sobre los textos h e­
breo y griego por el R. P. José María Bover, S. I. y Francisco
Cantera Burgos. 4.a edición. Notablemente corregida y m ejo­
rada en el A. Testamento; revisada en el Nuevo por el R. P
Félix Puzo. S. I. profesor de la Universidad Gregoriana de
Rom a.—Madrid, 1957.^—Editorial Católica. Biblioteca de A u­
tores Cristianos.
SAGRADA BIBLIA, traducida de la Vulgata Latina, te
niendo a la vista los textos originales por el R. P. Miguel Pe-
tisco S. I. Dispuesta y publicada por el Iltmo. Sr. D. Félix T o­
rres Amat. 3.a edición.—Madrid.—Apostolado de la Prensa, 1943

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