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TABERNACULO V y VI : EL LUGAR SANTO y EL LUGAR SANTISIMO

EL LUGAR SANTO:
La primera habitación del Santuario se conoce como: “Lugar Santo”. Sólo los sacerdotes
podían entrar allí, después de lavarse pies y manos en la Fuente de Bronce.
PUERTA AL SANTUARIO (Ex. 26:36-37)

La puerta de entrada al santuario también era una cortina de colores semejantes al Velo
interior, pero no tenía bordado de querubines.
(Exo. 36:37-38) Hizo también el velo para la puerta del tabernáculo, de azul, púrpura,
carmesí y lino torcido, obra de recamador; y sus cinco columnas con sus capiteles; y cubrió
de oro los capiteles y las molduras, e hizo de bronce sus cinco basas.
Esta puerta recibe el siguiente nombre en hebreo: Masaj, que significa: cubierta, cortina,
colgado.
Esta puerta es similar a la entrada principal, que está hecha de lino y bordada con los
colores azul, púrpura, carmesí. La diferencia reside en su tamaño (4.6 x 4.6 m.), siendo la
puerta exterior la mitad de la altura, pero el doble del ancho. La Puerta al Santuario era más
angosta, pero más alta, lo cual nos recuerda el siguiente versículo:
(Mateo 7:14) Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos
son los que la hallan.

MUEBLES DEL LUGAR SANTO:


En contraste con el Atrio, donde el metal preferido era el bronce, en el Santuario dominaba
el oro, el cual representativo de lo divino. En el Lugar Santo se encontraban los siguientes
muebles:
1. La Mesa de los Panes
2. El Candelabro
3. El Incensario de oro
A continuación, describiremos cada uno:
1. MESA DE LOS PANES (Exo. 25:23-30; Exo. 37:10-16)
Al entrar al Lugar Santo, a la derecha (hacia el norte) se encontraba una pequeña mesa
(aprox. 1 metro de largo, y 0.50 metros de ancho). Esta debía ser elaborada con madera de
acacia, y luego debía ser cubierta con un baño de oro. La orilla de la mesa debía llevar una
cornisa, también hecha de oro. La mesa también debía llevar unos anillos en las cabezas de
las cuatro patas para poder transportarla, con la ayuda de barras doradas para no tocarlas.
La mesa iba acompañada de otros implementos, que serían útiles para el servicio de los
sacerdotes en la mesa, que incluía libaciones:
(Éxodo 25:29) Harás también sus platos, sus cucharas, sus cubiertas y sus tazones, con que
se libará; de oro fino los harás.
El propósito principal de la mesa está descrito en el siguiente versículo:
(Éxodo 25:30) Y pondrás sobre la mesa el pan de la proposición delante de mí
continuamente.
El “Pan de la Proposición” también es llamado “Pan de la Presencia”, ya que era el pan
que los sacerdotes comían en la presencia de Dios. En hebreo se le conoce como: “Lejem
Panim”, que literalmente significa: Pan al Rostro.
Sobre la Mesa se colocaban doce panes sin levadura, en representación de cada una de las
doce tribus de Israel. Estos panes eran comidos por los sacerdotes de turno el día de reposo
(heb. Shabat), y ese día eran reemplazados por nuevos (1 Cro. 9:32; Lev. 24:5-9).
Los panes se colocaban sobre la mesa en dos hileras (seis en cada una), y encima de cada
hilera se ponía una cuchara con incienso.
(Lev. 24:7) Pondrás también sobre cada hilera incienso puro, y será para el pan como
perfume, ofrenda encendida a Jehová.

El incienso es símbolo de las oraciones (Apoc. 5:8), y representa la comunión con Dios.
En general, la mesa representa el lugar donde uno comparte con la familia y con los
amigos. Es un lugar de comunión y unidad. En un sentido espiritual, la mesa de los panes
representa tanto nuestra comunión con Dios (incienso) y también el compañerismo con los
hermanos (los panes). Jesús dijo que donde dos o más estén reunidos en Su Nombre, allí
estará Él en medio (Mat. 18:20).
En nuestro progreso espiritual, el Señor espera que aprendamos a vivir en armonía y en paz
los unos con los otros.
(1 Juan 4:21) Y este mandamiento tenemos de El: que el que ama a Dios, ame también a su
hermano.
(1 Juan 1:6-7) Si decimos que tenemos comunión con El, pero andamos en tinieblas,
mentimos y no practicamos la verdad; mas si andamos en la luz, como Él está en la luz,
tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo
pecado.
Por otro lado, como parte de la santificación en la comunión con los hermanos, también
está el mensaje de que nos cuidemos con quien nos juntamos.
(1 Corintios 5:9-11) En mi carta os escribí que no anduvierais en compañía de personas
inmorales; no me refería a la gente inmoral de este mundo, o a los avaros y estafadores, o a
los idólatras, porque entonces tendríais que salir del mundo. Sino que en efecto os escribí
que no anduvierais en compañía de ninguno que, llamándose hermano, es una persona
inmoral, o avaro, o idólatra, o difamador, o borracho, o estafador; con ése, ni siquiera
comáis.
2. CANDELABRO (Ex. 25:31-39; Exo. 37:17-24)
A la izquierda del Lugar Santo estaba localizado el Candelabro (heb. Menorá). Éste tenía
siete lámparas de aceite, y estaba hecho de oro sólido, esculpido de una sola pieza. A
diferencia de los otros muebles, que no tienen decoraciones, ésta tiene detalles en forma de
frutos y flores.
El propósito del candelabro era iluminar el Lugar Santo; era la única fuente de luz, ya que
allí no había ventanas. La luz debía arder continuamente, sin apagarse. Y el combustible
que alimentaba la luz no provenía de velas sino de aceite de olivas, el cual debía ser
provisto por el pueblo mismo.
(Levítico 24:1-4) Habló Jehová a Moisés, diciendo: Manda a los hijos de Israel que te
traigan para el alumbrado aceite puro de olivas machacadas, para hacer arder las lámparas
continuamente. Fuera del velo del testimonio, en el tabernáculo de reunión, las dispondrá
Aarón desde la tarde hasta la mañana delante de Jehová; es estatuto perpetuo por vuestras
generaciones. Sobre el candelero limpio pondrá siempre en orden las lámparas delante de
Jehová.
Los sacerdotes estaban encargados de alimentar las lámparas con aceite cada mañana y
tarde. Y el fuego que encendía las lámparas debía provenir del Altar del Holocausto (que es
donde cayó el fuego del cielo). Dios provee del fuego original, pero el pueblo está
encargado de mantener la llama viva.
Aplicación Mesiánica>> La Menorá es una imagen del Mesías (Juan 1:9). Jesús dijo:
(Juan 8:12) Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que
tendrá la luz de la vida.
En Apocalipsis explica lo que representan las siete lámparas:
(Apoc. 4:5) Del trono salían relámpagos, voces y truenos; y delante del trono había siete
lámparas de fuego ardiendo, que son los siete Espíritus de Dios.
Más adelante, explica que el Cordero de Dios tiene los siete Espíritus de Dios (Apoc 5:6), y
el profeta Isaías nombra cuales son:
(Isaías 11:1-2) Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y
reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de
consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.
En un sentido espiritual, el candelabro representa la luz de Dios que ilumina nuestras vidas,
y lo hace de varias formas: la luz de la palabra, la revelación espiritual y el reflejo de la luz.
a. la Palabra.
La fuente más evidente de luz espiritual para un creyente proviene de la Palabra de Dios. El
salmo lo señala con claridad:
(Salmo 119:105) Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz para mi camino.
b. Revelación.
Además de la revelación de la Palabra, Dios también nos da revelación profética, que la
Biblia compara también con una luz en medio de las tinieblas.
(2 Pedro 1:19-21) Y así tenemos la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en
prestar atención como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el día despunte
y el lucero de la mañana aparezca en vuestros corazones. Pero ante todo sabed esto, que
ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal, pues ninguna profecía
fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el
Espíritu Santo hablaron de parte de Dios.
c. El Reflejo.
Sabemos que Jesús es la luz, pero Él también nos llama a que nosotros seamos luz al
mundo.
(Efesios 5:8-10) porque antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como
hijos de la luz (porque el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad),
examinando qué es lo que agrada al Señor.
Somos luz al mundo cuando reflejamos lo que hemos recibido del Señor, y vivimos como
Él manda.
(Mateo 5:14-16) Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se
puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el
candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en
los cielos.
3. INCENSARIO (Ex. 30:1-10)
El Incensario también es conocido como “Altar de Oro”. Su estructura está hecha de
madera de acacia, pero está cubierto de oro puro.
(Éxodo 30:1-3) Harás asimismo un altar para quemar el incienso; de madera de acacia lo
harás. Su longitud será de un codo, y su anchura de un codo; será cuadrado, y su altura de
dos codos; y sus cuernos serán parte del mismo. Y lo cubrirás de oro puro, su cubierta, sus
paredes en derredor y sus cuernos; y le harás en derredor una cornisa de oro.
También debía tener anillos de oro y barras para transportarlo (Exo. 30:4-5).
El propósito de este altar era para quemar el incienso todos los días. Los sacerdotes se
turnaban para servir en el Lugar Santo y quemar el incienso, al igual que alimentar la
Menorá con aceite. Esto debía hacerse cada mañana y cada tarde.
(Éxodo 30:7-9) Y Aarón quemará incienso aromático sobre él; cada mañana cuando aliste
las lámparas lo quemará. Y cuando Aarón encienda las lámparas al anochecer, quemará el
incienso; rito perpetuo delante de Jehová por vuestras generaciones. No ofreceréis sobre él
incienso extraño, ni holocausto, ni ofrenda; ni tampoco derramaréis sobre él libación.
Mientras más adentro se avance en el Tabernáculo, más cerca se está de Dios…pero
también más santo es el lugar, y con más cuidado deben hacerse las cosas, guardando de
hacer las cosas como Dios manda (Deu. 12:32). En la Biblia hay un ejemplo de dos
sacerdotes que no siguieron las instrucciones de Dios en su servicio en el Tabernáculo, y
esto les costó la vida:
(Levítico 10:1-2) Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y
pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová
fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y
murieron delante de Jehová.
El fuego que se debía usar para encender el incensario era con las brasas del Altar de
Bronce (Lev. 16:12), cuyo fuego original provenía del Cielo mismo (Lev. 9:24). Pero los
hijos de Aarón usaron otra fuente de fuego. La Biblia no dice por qué lo hicieron, pero ya
sea por descuido o por despecho, la consecuencia de su error fue seria: ellos murieron.
Según la tradición judía, el fuego consumió los cuerpos de los sacerdotes, pero quedaron
intactas las vestiduras. Cuando Moisés le informó a Aarón la razón de la muerte de sus
hijos, él lo aceptó con humildad, sabiendo que Dios tenía la razón.
(Lev. 10:3) Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los
que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y
Aarón calló.
RECETA DEL INCIENSO
Así como no se podía usar cualquier tipo de fuego para encender el incienso en el
Santuario, tampoco se podía usar cualquier tipo de incienso aromático. El incienso para el
Altar de Oro estaba hecho de una receta especial que Dios mismo dictó.
(Éxodo 30:34-36) Dijo además Jehová a Moisés: Toma especias aromáticas, estacte y uña
aromática y gálbano aromático e incienso puro; de todo en igual peso, y harás de ello el
incienso, un perfume según el arte del perfumador, bien mezclado, puro y santo. Y molerás
parte de él en polvo fino, y lo pondrás delante del testimonio en el tabernáculo de reunión,
donde yo me mostraré a ti. Os será cosa santísima.
a. Estacte (heb. Nataf, lit. gota). Literalmente significa: “gota”. Es un aceite que es extraído
de una planta, en cuyas ramas se hacían cortes, y su aceite aromático destila en gotas.
Algunos lo relacionan con el bálsamo de Galaad.
b. Uña aromática (heb. Shejelet, lit. rugido). Viene de las escamas de una concha de
moluscos de la región. Cuando se quema, produce un olor agradable. De este mismo
molusco se obtiene el color púrpura, también utilizado en el Tabernáculo.
c. Gálbano (heb. Jelbená). Es una resina obtenido de las ramas quebradas de un árbol de la
región (bubon gumniferum), que despide un perfume especial.
d. Incienso puro (heb. Leboná: blanco). Está hecho de la resina de unos árboles de la
región. Se obtiene haciendo incisiones en la corteza del árbol, y la resina sale en gotas, que
se conoces como: “lágrimas”. El incienso se quema con facilidad y despide bastante humo,
y despide un aroma a bálsamo.
Luego de dar la receta, Dios instruyó que no se usara en otro lado, ya que era para uso
exclusivo del Tabernáculo.
(Éxodo 30:37-38) Como este incienso que harás, no os haréis otro según su composición; te
será cosa sagrada para Jehová. Cualquiera que hiciere otro como este para olerlo, será
cortado de entre su pueblo.
FRENTE AL VELO
El Altar del Incienso era el último mueble en el Lugar Santo, y estaba colocado justo al
frente del Velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo.
Este fue el lugar donde Zacarías recibió la visita de un ángel que le informó que sus
oraciones habían sido contestadas, y él y su esposa tendrían un hijo muy especial: Juan el
Bautista (Luc. 1:5-25).
La Biblia dice que el incienso representa las oraciones:
(Salmo 141:2) Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como
la ofrenda de la tarde.
(Apocalipsis 5:8) ...copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.
Así como los sacerdotes quemaban incienso mañana y tarde, así el Señor quiere que Su
Pueblo ore en todo momento.
(Efesios. 6:18) orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando
en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.
(I Tes. 5:17) Orad sin cesar.
En Apocalipsis se nos revela que las oraciones de los santos van a jugar un papel muy
importante en los eventos de los últimos tiempos, y tomarán un lugar protagonista en el
séptimo sello:
(Apoc. 8:3-5) Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y
se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de
oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el
humo del incienso con las oraciones de los santos. Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó
del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un
terremoto.
EL LUGAR SANTISIMO:
Lo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo era un velo especial:
VELO SANTO (Exo. 26:31-37)
Este velo especial está descrito a continuación:
(Éxodo 26:31-33) También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será
hecho de obra primorosa, con querubines; y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de
acacia cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. Y pondrás el velo debajo
de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará
separación entre el lugar santo y el santísimo.
Este velo lleva los mismos materiales y colores que la puerta de la entrada al Tabernáculo y
la cortina de entrada al Lugar Santo, con la diferencia que tiene añadidas las figuras de
querubines (al igual que las primeras cortinas del techo).
Este velo que lleva al Lugar Santísimo se conoce en hebreo como Poreket, que literalmente
significa: separación. Representa la separación que existe entre Dios y el hombre, desde
que Adán pecó en el Edén. Para resaltar esta conexión, encontramos los querubines que
aparecen también en la historia del Edén, guardando el camino hacia el Árbol de la Vida
(Gen. 3:24).
El Lugar Santísimo es donde la Presencia de Dios se manifestaba en su forma más pura.
Allí no podía entrar nadie más que el Sumo Sacerdote en el día más santo del calendario
bíblico: el Día de Expiación (heb. Yom Kipur). En la aplicación mesiánica, el Día de
Expiación representa el día en que el Mesías regresará para acabar con la iniquidad y juzgar
al mundo, luego de lo cual comenzará su reinado mesiánico. Después del Milenio, Dios
Padre hará tabernáculo entre nosotros. Podremos verlo cara a cara, y viviremos con Él para
siempre.
(Apoc. 21:3) Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los
hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos
como su Dios.
La obra de redención del Mesías llegará a su culminación en su segunda venida, pero en su
primera venida llevó a cabo el paso más importante en la cruz. En el mismo momento en
que Jesús murió, en ese mismo instante se partió el Velo en el Templo.
(Marcos 15:37-39) Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. Y el velo del templo se rasgó en
dos, de arriba abajo. Viendo el centurión que estaba frente a Él, la manera en que expiró,
dijo: En verdad este hombre era Hijo de Dios.
El Velo partido es una señal física de lo que ocurrió en el ámbito espiritual. Jesús abrió el
camino de regreso a Dios Padre (Mat. 27:50-51; Luc. 23:45). La carta a los Hebreos explica
el significado de esta partición:
(Hebreos 10:19-22) Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo
por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo,
esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con
corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia,
y lavados los cuerpos con agua pura.
Jesús abrió el camino, y ahora cada creyente debe caminar y avanzar por cada paso que
lleva hacia el Lugar Santísimo, donde se manifiesta la Presencia de Dios. De nuevo
podremos estar “cara a cara” con Dios, tal como Adán estuvo con el Señor en el Jardín del
Edén (Apoc. 21 & 22).
(Apoc. 21:3) Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los
hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos
como su Dios.
Todo lo que Dios ordenó que se hiciera en el Tabernáculo era una sombra de lo que Jesús
vendría a cumplir como parte del Plan de Redención divino, paso a paso.
(Hebreos 9:11-12) Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros,
por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta
creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró
una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.
LUGAR SANTISIMO
Detrás del último velo se encontraba la habitación más íntima del Tabernáculo, conocida
como el Lugar Santísimo. Como ya mencionamos, en ese lugar descendía la Presencia de
Dios (heb. Shejiná). Allí adentro sólo estaba un mueble: el Arca del Pacto.
ARCA DEL PACTO (Exo. 25:10-22)
El Arca (heb. Aron) era básicamente una caja o baúl hecha de madera de acacia, y cubierta
de oro puro—por dentro y por fuera.
Dentro del Arca se encontraban los siguientes elementos (Heb. 9:4), que juntos forman el
Testimonio del Pacto que Dios hizo con Su pueblo Israel:
a. Las Tablas de la Ley
Estas son las tablas de piedra donde están escritos los 10 Mandamientos, los cuales son el
resumen de toda la Ley de Dios.
(Éxodo 24:12) Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré
tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles.
(Deuteronomio 4:13) Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez
mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra.
b. La Vara de Aarón
Esta vara es la que floreció como testimonio de que Dios había escogido a Aarón y sus
hijos para servirle en el Santuario, y callar así a Coré quien se había rebelado contra su
autoridad (Num. 17)
(Num. 17:8) Y aconteció que el día siguiente, Moisés entró en la tienda del testimonio, y he
aquí, la vara de Aarón de la casa de Leví había retoñado y echado botones, y había
producido flores, y almendras maduras
(Num. 17:10) Pero el SEÑOR dijo a Moisés: Vuelve a poner la vara de Aarón delante del
testimonio para guardarla por señal a los rebeldes, para que hagas cesar sus murmuraciones
contra mí, y no mueran.
c. Maná
El Maná es el alimento que Dios proveyó para el pueblo mientras viajaban a través del
desierto en camino a la Tierra Prometida. El Señor pidió que guardaran una medida de pan
del Cielo en el Arca, como testimonio de la provisión divina,
(Éxodo 16:33-35) Y dijo Moisés a Aarón: Toma una vasija y pon en ella un gomer de
maná, y ponlo delante de Jehová, para que sea guardado para vuestros descendientes. Y
Aarón lo puso delante del Testimonio para guardarlo, como Jehová lo mandó a Moisés. Así
comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná
comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán.
PROPICIATORIO
Además de la caja, el Arca del Pacto tenía otra pieza muy importante, que servía para
cubrirla. Esa cubierta recibía el nombre de Propiciatorio, y tenía unas decoraciones
especiales:
(Éxodo 25:17-21) Y harás un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y
medio, y su anchura de codo y medio. Harás también dos querubines de oro; labrados a
martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio. Harás, pues, un querubín en un
extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los
querubines en sus dos extremos. Y los querubines extenderán por encima las alas,
cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al
propiciatorio los rostros de los querubines. Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en
el arca pondrás el testimonio que yo te daré.
De nuevo, vuelven a aparecer los querubines, que traen a memoria cuando el hombre fue
expulsado de la Presencia de Dios en el Edén; pero ahora en el Tabernáculo vemos el
camino que Dios trazó para la reconciliación con el hombre, a través de la obra redentora
del Mesías (Rom. 3:24-25; Rom. 5:10-11).
El Propiciatorio era el punto de contacto entre Dios y Su Pueblo. El Señor le dijo a Moisés
que desde allí le hablaría:
(Éxodo 25:17-21) Y allí me encontraré contigo en tiempos señalados, y hablaré contigo
desde encima del propiciatorio, desde en medio de los dos querubines que están sobre el
arca del testimonio, respecto de todo lo que te ordenaré en cuanto a los Hijos de Israel.
Moisés tenía una relación especial con el Señor, más cercana que cualquier otro hombre.
(Éxodo 33:11) Y acostumbraba hablar el SEÑOR con Moisés cara a cara, como habla un
hombre con su amigo.
(Números 12:8) Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la
apariencia de Jehová…
Cuando Moisés necesitaba hablar con Dios, él iba a la tienda de reunión, y él oía la voz del
Señor que le hablaba desde el Propiciatorio.
(Números 7:89) Y al entrar Moisés en la tienda de reunión para hablar con el Señor, oyó la
voz que le hablaba desde encima del propiciatorio que estaba sobre el arca del testimonio,
de entre los dos querubines, y Él le habló.
La única otra persona que podía entrar delante del Arca del Pacto, en el Lugar Santísimo,
era el sumo sacerdote—pero sólo una vez al año (Heb. 9:2-7; Lev. 16:2). En el Día de
Expiación (heb. Yom Kipur), el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo con el
propósito de pedir perdón por los pecados de todo el pueblo; pero antes de entrar, llenaba el
lugar con el humo de incienso.
(Levítico 16:13-16) Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del
perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera. Tomará
luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado
oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre. Después
degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás
del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá
sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. Así purificará el santuario, a causa de las
impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma
manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus
impurezas.
La sangre sobre el propiciatorio cubría los pecados del pueblo. Y cómo hemos visto a lo
largo del estudio del Tabernáculo, todo es figura del Mesías, por cuya sangre somos salvos.
(1 Juan 2:2) El mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros,
sino también por los del mundo entero.
La carta de Hebreos explica que Jesús no entró al Templo físico, pero si al que está en el
Cielo, para hacer propiciación por el mundo entero—para siempre.
(Hebreos 9:24-26) Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del
verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para
ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con
sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el
principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para
siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.
En su primera venida, Jesús murió en el día de la Pascua, como el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo (Juan 1:29). En su segunda venida, Jesús ya no tendrá que morir,
pero cumplirá la fiesta de Yom Kipur (Día de Expiación) viniendo como juez, para salvar a
los que creyeron en Él, pero a los que no se arrepientan serán juzgados por sus obras.
(Hebreos 9:28) Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de
muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le
esperan.

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