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-{Esa incapacidad para traducirse en experiencia es lo que vuelve hoy insoportable -como nunca
antes- la existencia cotidiana, y no una supuesta mala calidad o insignificancia de la vida
contemporánea respecto a la del pasado (al contrario, quizás la existencia cotidiana nunca fue más
rica en acontecimientos significativos) (p. 6w/8-7w/9)}
-{De allí la desaparición de la máxima y del proverbio, que eran las formas en que la experiencia se
situaba como autoridad… una humanidad que ha perdido la experiencia. Lo cual no significa que hoy
ya no existan experiencias. Pero éstas se efectúan fuera del hombre. Y curiosamente el hombre se
queda contemplándolas con alivio. Desde este punto de vista, resulta particularmente instructiva una
visita a un museo o a un lugar de peregrinaje turístico. Frente a las mayores maravillas de la tierra
(por ejemplo, el Patio de los leones en la Allambra) (8w/10) S/N
[El mundo de hoy se viene construyendo bajo la sombra de lo rutinario, de lo reiterativo. La vida de
las personas no presenta diferencias; todos tienden a manifestar los mismos actos antes una
situación determinada, independientemente de las diferencias –dígase- sociales 1 que puedan existir.
Las respuestas dadas están marcadas por la inexpresividad sentimental, por la falencia
argumentativa y por la propensión a un discurso que se sostiene de los mismos componentes. Bajo
esta forma de actuación; bajo esta forma de enfrentar la vida no hay posibilidad para la concreción
de experiencias. Éstas suponen medianamente la presencia de algún conocimiento que permita la
posibilidad de realizar la síntesis particular y necesaria de cualquier situación; y como éste no se
manifiesta hoy entre los grupos humanos, entre los individuos; entonces, la posibilidad para el
surgimiento de experiencia se torna incierto.
Ésto no indica que no hallan experiencias, o que éstas hallan desaparecidos de la humanidad. Nada
de eso, lo resaltante es que “… éstas se efectúan fuera del hombre” (GA, 2007, 8w/102). Lo que
irremediablemente está conduciendo al surgimiento de una sociedad en donde la individualidad
como razón pura de autonomía, de libertad y de sentido de creación se está perdiendo. Y en su lugar
se viene levantando un mundo de correlaciones humanas en donde la “sombra de lo colectivo”
parece guiarlo todo. Lo colectivo no existe. Es la presencia globalizadora de los medios la que se
encargado de presentar esa imagen. Por el contrario, lo sucedido es la exacerbación de lo individual,
donde cada quien se ocupa de sí mismo. El otro no importa, no se toma en cuenta.
En medio de este mare mágnum humano las posibilidades de surgimientos de espacios para la
creatividad, para el surgimiento de conocimiento con integración social se viene perdiendo. En su
lugar, más bien, se viene levantando un mundo donde quienes deciden y marcan las pautas de
conducción societal pareciera ser que están fuera de los conglomerados humanos. Son éstos los
que sistematizan y crean experiencias. Su autoridad cognitiva no está fundamentada en los
referentes epistémicos ni en las argumentaciones con brillos barnizados que puedan levantar para
sostener sus tesis, sino en la imposición subrepticia que puedan realizar de ellas a través de los
diferentes medios de difuminación de ideas.
-[SOBRE LA EXPERIENCIA.
1
Para no envolverla con el referente de “moda”, muy difundido hoy, cultural. No establezco ninguna asociación entre
esas categorías. Eso requiere un tratamiento particular; por tanto no lo tratare en este caso.
2
Agamben, Giorgio. Infancia e Historia. 2007, p.10.
En sus inicios la experiencia era concebida como una actividad de la que se podían extraer
aproximaciones similares sobre determinados sucesos; estaba referenciada por la atención a los
hechos parecidos; digamos buscaban extraer los elementos concordantes que los unían. Era
concebida como una actividad rutinaria de la vida. Pero en la medida que las actividades humanas
se fueron ampliando, hubo la necesidad de realizar agrupamientos de ellas –las que tuvieran
elementos comunes-, de donde se crearon los casos. Estos hechos abrieron vías para que se
realizaran derivaciones de ideas comunes; de donde surgieron los axiomas (Francis Bacon).
Poniéndose así fin, sin ningún sentido de apelación, a la experiencia tradicional, la que se
sustentaba en la máxima y el proverbio.
Pues, los ecos de que todo está sostenido por conclusiones de se derivan de los experimentos,
abren ventanas para se vaya imponiendo la certeza como el acto de rigor de las experiencias.
Situación que es enfrentada por Montaigne en su obra “Los Ensayos”, donde condena la certeza y la
cuantificación. Mantiene la separación entre el saber humano y el saber divino. Se podría decir,
Montaigne se opone a los aires del cientificismo; lo ve como un acercamiento a la muerte; es decir,
mira al ser humano en imposibilidad de alcanzar esa madurez, la que sólo logrará viviendo la
experiencia de la muerte. (GA. 2007, p.15w/17).
Montaigne (Michel de) ha sido considerado como uno de los filósofos más destacado de la Francia
Renacentista. Sus marcos referenciales guiaron a buena parte de las ideas que se fueron
construyendo hasta los albores del s. XVIII. Su incidencia, quizás, más destacada se haya dado en
los campos de la literatura y de la política. Dejó huellas en los pensamientos de Rousseau, Voltaire y
Diderot, para sólo mencionar algunos. Pero, los términos de su trascendencia no se circunscriben a
esos tiempos, sino que se ha extendido a lo largo de la vida de Francia; tal es así que es señalado
como uno de sus escritores más renombrado de todos los tiempos; algunos lo denominan el Goethe
de Francia y lo ubican entre los escritores más resaltante de Europa junto a Goethe, Shakespeare,
Cervantes y Pushkin.
Elaboró su obra
En su obra se pueden extraer enseñanzas que abarcan a una amplitud de temas, las cuales pueden
ir desde lo moral, con su entrega sin límite a las causas pública, hasta los enfoques de relativismos y
diversidad. También se pueden encontrar ideas opuestas al fanatismo político, al fundamentalismo e
inclinadas al ejercicio de una política noble con fin supremo en la defensa de la nación por encima de
las creencias y devociones.
Es reconocido por “Los Ensayos”, cuya primera edición data de 1580 en dos (2) tomos. Se
aumentó a tres (3) tomos dos años después, debido a la acogida que tuvo; hecho emprendido por el
mismo autor. Tres años después de su muerte, Marie de Gourdnay realizó una reimpresión –según,
siguiendo instrucciones de su autor- en los mismos términos de la impresión realizada en vida de
Montaigne. Esta edición que se mantuvo como referencia hasta 1933, cuando StrowsKy (Fortunat)
prepara una reimpresión de “Los Ensayos”, la cual silencia la obra de Gourdnay.
Hacia 1980 es reimpresa de nuevo la edición de Marie de Gourdnay