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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Shaw Hart

Sus fuegos artificiales

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Sinopsis
Ember Marx vive una existencia bastante aburrida. Vive y trabaja
en la agencia de alquiler de cabañas que su madre posee y pasa la
mayoría de los días limpiándolas o registrando a los huéspedes. Sueña
con salir y ver más del mundo que sólo este pequeño pueblo donde nunca
pasa nada pero eso significaría encontrar una manera de liberarse de las
apretadas garras de su madre. Cree que eso es imposible. Entonces
conoce a Weston.

Weston Xavier sólo está en Pigeon Forge, Tennessee, para reunirse


con un promotor de hoteles. Es un inversor y está acostumbrado a confiar
en su instinto cuando se trata de grandes decisiones. Cinco minutos en
esta ciudad soñolienta y sabe que este viaje fue una pérdida de tiempo.
Pigeon Forge no necesita otro hotel, necesita más de un pueblo. No puede
esperar a volver a su vida en Nueva York, pero entonces entra en su
cabaña alquilada y encuentra una belleza pelirroja. De repente, su
predecible vida está llena de colores.

¿Qué pasará cuando Weston finalmente convenza a Ember que le


dé una oportunidad? Fuegos artificiales.

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Capítulo Uno
Ember

Quito la sábana sucia de la cama de la cabaña doce mientras


golpeo mi cabeza con la música que suena en el altavoz portátil. He
estado despierta desde las seis de la mañana, limpiando las cabañas y
registrando a los huéspedes. Mi madre y yo tenemos una agencia de
alquiler de cabañas en Pigeon Forge, Tennessee. La mayoría de los días,
no me importa trabajar aquí. Puedo estar en la naturaleza y, en su mayor
parte, el trabajo es fácil. Hay días como hoy, en los que estoy harta de
estar atrapada en este pequeño pueblo, con mi madre. Quiero viajar y ver
el mundo, ver más que la vista de esta montaña.

Desafortunadamente para mí, apenas ganamos suficiente dinero


todo el año para mantener este lugar funcionando. Se rumorea que hay
algunos promotores inmobiliarios que quieren construir un centro
turístico cerca y si eso ocurre, seguro que saldremos del negocio. No estoy
segura de si estoy animando a que lo construyan o no.

Termino de cambiar las sábanas de la cama y tiro las sucias en la


parte de atrás del carro. Limpio los mostradores de la cocina y ordeno los
cojines del sofá. Echo un último vistazo a la cabaña doce antes de salir,
cerrando la puerta tras de mí. Me limpio las manos en mis cortos
vaqueros y me tiro de mi camiseta gastada. Mis zapatos de tenis raspados
y gastados ensucian el camino mientras me dirijo al Gator1 estacionado
fuera de la cabaña.

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Es un tipo de carro motorizado, como un carrito de golf pero en versión 4x4.

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Me subo al Gator y me dirijo a la cabaña siete, la última que tengo


que limpiar hoy. Voy a toda velocidad por el camino y me detengo en el
pequeño camino que hay delante de la cabaña. Salgo del Gator, haciendo
un rápido trabajo de agarrar mis suministros y el altavoz antes de abrir
la puerta y empezar a trabajar.

He estado limpiando las cabañas desde que tengo memoria y ahora


tengo un buen método. Mi madre siempre dice que soy perezosa y una
chica promiscua. Cree que manteniéndome ocupada y trabajando duro,
podré curar mis malos hábitos. Quiero poner los ojos en blanco cada vez
que me llama perezosa. He estado prácticamente dirigiendo este lugar
desde que tenía trece años. Si alguna de nosotras es perezosa, es ella. Se
encarga del escritorio mientras yo limpio las cabañas por la mañana. Se
pasa los días contestando el teléfono y viendo telenovelas.

En cuanto a ser promiscua, bueno, no creo que su plan de hacerme


trabajar hasta el cansancio ayude con eso. Me quedo despierta por la
noche, tocándome e inventando fantasías sucias. Cuando tenía catorce
años, encontré la sección de romance en la biblioteca local y he estado
sacando libros desde entonces. La biblioteca es bastante pequeña y la
sección de romance no es muy grande. Creo que he leído cada libro allí
al menos cuatro veces.

Por suerte para ella, y desafortunadamente para mí, no hay nadie


en la ciudad con quien haya querido llevar a cabo esas fantasías. Los
chicos que viven en la ciudad son sólo eso, chicos. No tienen ni idea de
lo que quieren hacer con sus vidas o de cómo tratar a una chica. Su idea
de una buena cita es ir al bar local y jugar al billar.

Sonrío cuando pienso en el último chico que me invitó a salir. Pete


es un buen chico que trabaja en el taller mecánico de la ciudad. Siempre
ha sido amable conmigo y hemos salido como amigos antes en la escuela,

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pero está feliz de establecerse aquí en esta montaña y no irse nunca. No


entiende mi deseo de salir de este lugar y ver más del mundo.

Abro la cabaña siete, dejo mi altavoz en la encimera de la cocina, y


voy al baño a recoger las toallas usadas y colgar las nuevas. Por suerte,
la cabaña siete es sólo para dos personas en lugar de una familia, como
la cabaña doce. Sólo me tomará un cuarto del tiempo para limpiarla.
Quito las sábanas de la cama matrimonial y lo tiro todo en una pila junto
a la puerta de entrada. Enchufo la aspiradora y rápidamente hago los
suelos, moviendo las sillas y los muebles a medida que avanzo. Una vez
hecho esto, tomo el limpiador de la taza del baño y el spray, limpiándolo
rápidamente.

Sólo tengo que hacer la cama y limpiar la pequeña cocina y


entonces habré terminado. Agarro el spray y rocío los mostradores y la
estufa, lo limpio y reviso la nevera para ver si hay restos de comida. Está
vacía, así que limpio los estantes y la puerta de la nevera antes de pasar
al microondas, haciendo lo mismo con él.

Arrojo mi ropa sucia a la pila, la recojo y la llevo al Gator. Agarro


las sábanas limpias y el edredón y me dirijo de nuevo a la cabaña. Estoy
haciendo la cama cuando escucho que la puerta se abre.

—Sí, acabo de llegar a mi cabaña. Ya lo sé. Lo sé, lo sé. Lo haré.


Vale. Adiós.

Sólo oigo a una persona, así que este tipo debe estar hablando por
teléfono. Le oigo lanzar algo y asomo la cabeza a la esquina para ver a un
hombre fuerte pasando sus manos por su grueso y ondulado pelo marrón
oscuro. Está de espaldas a mí, así que no puedo ver su cara, pero dejo
que mis ojos miren su espalda, corriendo desde la parte superior de su
cabeza, sobre su fuerte espalda y su culo apretado, y bajando por sus
gruesas piernas. Está en forma, eso es obvio. Mi boca comienza a hacerse

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agua y no puedo detener la imagen de este hombre encima de mí,


empujando y en celo dentro de mí. Me lamo los labios y en ese momento
él se da la vuelta y me ve. Sus ojos azules se abren al verme e intento
sonreírle, para que se sienta cómodo.

Es precioso, con una mandíbula fuerte y definida y pómulos altos.


Una nariz recta se encuentra entre sus penetrantes ojos azules. Sus
gruesas cejas aún están levantadas y sus labios exuberantes están
ligeramente separados cuando me recibe.

—Hola —digo, saludando débilmente.

—Um, hola.

—Estaba terminando de limpiar la cabaña. Si me das un minuto,


habré terminado y me iré de tu vista —digo, girando y volviendo al
dormitorio para tratar de esconder mis duros pezones.

Es hermoso y definitivamente todo un hombre. Nunca he tenido


una reacción con nadie en la ciudad o con ninguno de los invitados que
han pasado por aquí. Este hombre, sin embargo, hace estallar algo en mi
cuerpo. Puedo sentir que empiezo a mojarme mientras vuelvo a la
habitación.

—¿Trabajas aquí? —pregunta.

—Sí, mi madre y yo dirigimos el lugar —digo con una sonrisa


forzada mientras pienso en mi madre.

—¿Cómo te llamas? —pregunta siguiéndome.

—Ember.

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—Ember —dice, rodando mi nombre por su lengua—. Soy Weston.


—dice después de un minuto.

—Encantada de conocerte. ¿Qué te trae a Pigeon Forge? —


pregunto.

—Sólo quería echar un vistazo. Nunca he estado aquí antes.

—Hay panfletos en la oficina de algunas cosas turísticas si estás


interesado —digo mientras termino de meter las sábanas y meter las
almohadas en sus fundas.

—¿Qué me recomiendas? —pregunta, saliéndose del camino


mientras me aprieto contra él al otro lado de la cama.

—Me gusta caminar. Hay un hermoso sendero que atraviesa el


bosque si se va por el camino aquí a menos de un kilómetro. Hay una
señal, no te la podrás perder. Si no, está el Museo WonderWorks en la
ciudad, y la Great Smoky Mountain Wheel, el Dolly Parton's Stampede —
continúo, enumerando algunas de las atracciones locales.

—¿Cuál es tu favorita? —pregunta, mientras tiro el edredón en la


cama y aliso las mantas.

Necesito salir de esta habitación. Estar aquí con la cama entre


nosotros y sus penetrantes ojos siguiendo mis movimientos mientras me
muevo por la habitación, está empezando a hacer que mi cuerpo
reaccione. Ya puedo sentir mis sensibles pezones mientras se frotan
contra mi sostén y el dolor sordo entre mis piernas crece. Puedo sentir
que mis bragas están empapadas y pegadas a mí y trato de frotar mis
muslos discretamente para detener el dolor. Tal vez mi madre tenía razón,
soy una chica sucia.

—¿Mi favorita?

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—Sí, si pudieras elegir una cosa para hacer en la ciudad, ¿qué


sería?

—Los fuegos artificiales —digo sin dudarlo.

—¿Fuegos artificiales?

—Sí, es casi el 4 de julio y el pueblo siempre hace un gran


despliegue de fuegos artificiales. Es mi día favorito del año. Me encanta
verlos —digo de forma soñadora y puedo sentir la sonrisa gigante que se
extiende por mi cara.

Debo parecer loca, pero hay algo en los fuegos artificiales que
siempre me ha atraído. Me encanta todo de ellos. El ruido, los destellos
de colores, las caras emocionadas de la gente en la multitud. Me encanta
ver a los niños correr con las bengalas, reírse o tirarse los petardos unos
a otros.

—Bueno, ya está todo listo. Avísame si necesitas algo más —digo,


agarrando mis suministros de limpieza y dirigiéndome a la puerta.
Sostengo el bolso frente a mí, tratando de esconder mis pezones como
guijarros que sé que se están marcando a través de mi camisa.

—Espera, tal vez podamos...

Lo interrumpe un crujido del pequeño walkie talkie que está pegado


a mi bolso de limpieza. Es mi madre.

—Ember. Te necesito en la oficina. ¡AHORA! —grita en el walkie


talkie.

—Lo siento, el deber llama —digo mientras salgo de la cabaña y me


dirijo al Gator.

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Necesito volver a la oficina y ver qué quiere mi madre y luego, si


tengo tiempo, puedo volver a mi habitación y frotarme. Al menos necesito
cambiarme las bragas.

Pongo en marcha el Gator y miro hacia atrás a la cabaña por última


vez. Weston sigue de pie en la puerta principal, mirándome. Lo saludo
antes de irme a la oficina.

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Capítulo Dos
Weston

Veo cómo la chica pelirroja se va por el camino de vuelta por donde


vine. Ember, pienso. Pensé que quizás la había soñado cuando la vi por
primera vez parada allí. Parecía una pequeña hada, con la luz del sol de
la ventana abierta brillando detrás de ella.

Mis ojos bajaron por sus largas y bien formadas piernas hasta un
par de sucias zapatillas antes que volvieran a subir, por encima de sus
pantalones cortos cortados y caderas redondeadas, hasta la hinchazón
de sus pechos, escondidos bajo su holgada camisa, y hasta su rostro
ovalado. Tenía el pelo rojo recogido, pero se le habían escapado unos
cuantos rizos para enmarcar su cara. Tenía los ojos azules más
brillantes. La primera vez que los vi pensé que tal vez eran lentillas,
nunca he visto a nadie con ojos que parezcan de color azul neón. Su
pequeña nariz de botón estaba salpicada de pecas y sus labios rojos se
curvaban mientras me sonreía.

Me paro en la puerta y observo hasta que desaparece de la vista.


Quería invitarla a salir. Podría llevarla a cenar esta noche y luego a la
cama. Me muero por poner mis manos sobre su cuerpo curvado. Para ver
lo que esconde debajo de esa camisa holgada y de los cortes sueltos.

Parte de mí quería extender mi viaje. Quedarme hasta el cuatro de


julio y ver los fuegos artificiales que obviamente le gustan tanto. No sé si
se dio cuenta o no, pero toda su cara se iluminó cuando habló de ellos.
Hacía mucho tiempo que no veía a nadie tan apasionado por algo.

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Ella trabaja aquí. Llamaré más tarde y veré si puedo convencerla


que me deje salir con ella. Puede mostrarme algunas de esas trampas y
atracciones turísticas locales y luego yo puedo mostrarle mi principal
atracción.

Mi polla se endurece en mis pantalones mientras me imagino


extendiendo su delicioso cuerpo en la cama y encontrando todos los
puntos secretos que la harán encenderse como esos fuegos artificiales
que tanto le gustan.

Mi teléfono suena en mi bolsillo, interrumpiendo mi sueño sexy, y


lo saco para ver que es mi asistente. Puede que no le haya dicho a Ember
la verdad cuando le dije que estaba aquí de vacaciones. Quiero ver la
zona, pero eso es sólo porque estoy pensando en invertir en un hotel que
algunos promotores van a construir aquí. Paso mi dedo por la pantalla,
contestando antes que pueda ir al buzón de voz.

—Allison.

—Hola, jefe. Acabo de enviarte los nuevos detalles de los


desarrolladores. Ha habido un par de llamadas. ¿Quieres tus mensajes
ahora? —pregunta.

—¿Algo que no se pueda mantener por unos días? —pregunto.

—No, nada urgente.

—Entonces lo haré cuando regrese.

—Suena bien. ¿Necesitas algo más de mí, jefe? —pregunta.

—No. Gracias, Allison.

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Cuelgo la llamada y subo mis correos electrónicos e intento leer los


nuevos detalles pero no puedo sacarme la imagen de Ember de la cabeza.
Después de media hora, tiro mi teléfono a un lado y me paso las manos
por el pelo. Iré a ver algunos de esos panfletos que mencionó cuando
estuvo aquí, pienso mientras cojo las llaves de la cabaña y empiezo a
caminar hacia la oficina de alquiler de cabañas.

Es realmente hermoso esto; me doy cuenta cuando miro a mi


alrededor. Las cabañas están construidas en la ladera de la montaña, lo
que permite vistas espectaculares de los picos y valles. Me acerco a la
puerta de la oficina y miro a través del cristal para ver el ardiente cabello
rojo de Ember. Lo ha sacado de la cola de caballo y cuelga en caóticas
olas por su espalda. Se lo mete detrás de la oreja mientras teclea algo en
el ordenador que tiene delante.

Agarro el pomo de la puerta, abro la puerta y pongo una sonrisa en


mi cara mientras entro.

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Capítulo Tres
Ember

Miro desde el antiguo ordenador en el que he estado intentando


hacer la última reserva durante veinte minutos, para ver a Weston entrar
por la puerta. Me sonríe y siento que mis mejillas se calientan cuando su
buena apariencia me golpea de nuevo. Es difícil de creer que alguien
pueda ser tan guapo.

Se adentra en la habitación, cerrando la puerta tras él.

—¿Necesitas algo para tu cabaña, señor Xavier? —pregunto,


tratando de ser educada, sabiendo que mi madre está en la otra
habitación y puede oír todo lo que decimos.

—No, todo es perfecto. Sólo pensé que vería esos panfletos que
mencionaste. ¿Quizás conseguir una recomendación para un buen
restaurante para la cena? —pregunta.

Señalo detrás de él, a los estantes en la pared donde están todos


los folletos de las atracciones locales.

—En cuanto a la cena, hay un par de buenos lugares.

Saco un mapa de papel y lo pongo en el mostrador, saco un


bolígrafo y hago un círculo alrededor de los restaurantes locales.

—Veamos, está The Old Mill, The Local Goat, y JT Hannah's. Estos
están a lo largo de la 411. The Local Goat está en la parte norte de aquí

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—digo, señalándolo y rodeándolo junto con donde está su cabaña y donde


están los otros dos.

—The Old Mill y JT Hannah's están aquí abajo en el lado sur, así
que es un poco más de viaje pero ambos son deliciosos. La mayoría de
los restaurantes van a estar a lo largo de esta carretera, así que depende
de lo que quieras. —Termino antes de entregarle el mapa.

Sus dedos rozan los míos y las chispas salen de la punta de mis
dedos, suben por mi brazo. Echo el brazo hacia atrás cuando escucho el
crujido de la silla de mi madre desde el cuarto de atrás. Me aclaro la
garganta, mirando a cualquier parte menos a él.

—Bueno, tal vez te gustaría acompañarme a cenar. ¿Mostrarme un


poco la ciudad? —pregunta.

Mi madre se aclara la garganta detrás de mí, finalmente saliendo


del cuarto trasero.

—Señor Xavier —dice con una falsa alegría, disparándome una


mirada cuando pasa por delante de mí y se pone de pie ante el
mostrador—. ¿Todo lo que hay en la cabaña es de tu agrado? —pregunta
cuando ninguno de los dos dice nada.

—Sí, es perfecto. Gracias —dice, mirando entre nosotras.

Sé que puede sentir la tensión entre nosotras, pero no la comenta.


Se queda ahí y me doy cuenta que está esperando mi respuesta.

—Esta noche no puedo, señor Xavier, pero gracias por la amable


oferta —digo débilmente mientras mi madre hace guardia entre nosotros.

Sus ojos se deslizan entre nosotras otra vez y asiente lentamente.

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—Tal vez en otro momento —dice.

Hago un ruido no comprometido en mi garganta mientras él se


retira de la oficina. Lo miro fijamente por un segundo. Una vez que está
fuera de la vista, me vuelvo hacia mi madre, con cautela. Sé lo que se
avecina.

—Trata de mantener las piernas cerradas, sucia zorra. No puedes


tratar de dormir con cada invitado que pasa por este lugar. Estamos
dirigiendo un lugar de alquiler de cabañas, no un prostíbulo.

Con esas palabras mordaces, se da la vuelta y se dirige a su


habitación, sentándose en su silla con un crujido. Pestañeo las lágrimas.
No sé por qué sus palabras todavía me duelen. Sé que lo que dice no es
verdad, pero todavía me duele cada vez que me habla así.

Trabajo durante las próximas horas antes de dejarlo por el día.


Necesito salir de aquí, pienso mientras me dirijo a nuestra pequeña
cabaña. Me pongo algo de ropa limpia antes de coger las llaves de mi
coche y dirigirme a la ciudad.

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Capítulo Cuatro
Weston

Dejo la oficina abarrotada, tratando de averiguar de qué se trataba


esa extraña tensión entre Ember y su madre. Pensé que iba a aceptar mi
oferta para la cena, pero entonces su madre entró y fue como si Ember
se hubiera cerrado.

Regreso a mi acogedora cabaña, abro la puerta y me acomodo en


el sofá mientras reviso mi teléfono.

Devuelvo los emails y mensajes de texto durante una hora antes


que mi estómago empiece a retumbar y saco el mapa de restaurantes de
mi bolsillo trasero.

Recuerdo la forma en que los ojos de Ember se iluminaron cuando


habló de JT Hannah's y decido probar ese lugar para cenar. Tal vez pueda
traerle un postre y hablar con ella de nuevo. Tomo las llaves de la cocina
y me dirijo a mi coche. El viaje de quince minutos al JT pasa rápidamente
y trato de abarcar todo lo que puedo de la ciudad y los lugares de interés.
Me reúno con el promotor mañana por la mañana y quiero tener una
buena idea de la disposición de la ciudad.

Me detengo en un estacionamiento frente al restaurante y me dirijo


a la puerta cuando veo una familiar cabeza pelirroja.

—¿Ember? —llamo y su cabeza se mueve en mi dirección.

Se detiene y me espera y puedo ver sus ojos corriendo por mi


cuerpo. Prácticamente me está devorando con la forma en que me está

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mirando. Sabía que estaba interesada en mí, pienso mientras siento que
mi polla se endurece en mis pantalones. Trato de ajustarme
discretamente mientras camino entre dos coches aparcados pero no
oculta lo excitado que estoy de verla.

Se ha cambiado sus pantalones cortos y su camisa suelta por un


par de vaqueros oscuros y ajustados y una camisa a cuadros con las
mangas arremangadas. Mis ojos ven la forma en que los botones se
tensan sobre sus tetas. Parece que si respira profundamente, pueden
saltar y trato de imaginarme instantáneamente de qué color son sus
pezones. Su pelo está fuera de la cola de caballo y cuelga a mitad de su
espalda. Me pican los dedos para enredarlos en todos esos rizos rojos y
tengo que enroscar mis manos en puños para evitar hacerlo.

—Es gracioso encontrarte aquí —digo con una sonrisa mientras me


acerco a ella.

—Cuando te lo mencioné antes me hizo desear su carne asada —


dice con una risa.

—¿Está tu madre aquí? —pregunto, mirando alrededor pero no veo


a la mujer en ningún lado.

—No. Sólo soy yo.

—¿Querías cenar conmigo? —pregunto con esperanza.

Sus ojos se mueven como si estuviera buscando a alguien.

—Um, claro —dice finalmente, volviéndose hacia mí con esa sonrisa


de millón de dólares.

—Lidera el camino.

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La sigo dentro del restaurante lleno de gente, con los ojos pegados
a su culo mientras se balancea suavemente con sus pasos. Me lamo los
labios, de repente tengo hambre de algo más que de comida. Ember
saluda a la anfitriona y le dice que necesita una mesa para dos. Me
inclino contra la pared mientras ella regresa.

—Serán unos diez minutos —dice mientras viene a pararse a mi


lado.

—Suena bien.

Nos quedamos en silencio y me devoro los sesos para pensar en


algo que decir. Nunca antes me habían atado la lengua con una chica,
pero algo de Ember siente que estar aquí con ella realmente importa.

—¿Has vivido aquí mucho tiempo? —pregunto.

—Toda mi vida —dice y algo en su voz me hace pensar que no


quiere estar aquí.

—¿No te gusta estar aquí? —supongo.

—Oh, está bien. Es sólo...

—¡Eh, Ember! La mesa está lista. —La anfitriona llama,


interrumpiendo lo que iba a decir.

Seguimos detrás de la camarera mientras nos lleva a una cabina


en la parte de atrás del restaurante. Observo cómo Ember se desliza hacia
un lado antes de tomar el otro. La anfitriona nos da el menú y le dice a
Ember que la verá más tarde, antes que me dé una sonrisa coqueta.

—No te he visto antes —ronronea.

—No. Sólo estoy aquí por unos días —digo.

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Mi tono hace obvio que no estoy de humor para coquetear. Me hace


una mueca, pero vuelve al puesto de anfitriona. Me vuelvo hacia Ember
que me ignora cuidadosamente, escondiéndose detrás de su menú.

—Entonces, ¿qué hay de bueno para comer aquí? —pregunto,


desesperado por tener sus ojos en mí otra vez.

—Me encanta el asado de ternera y el pastel de chocolate de postre


—dice.

Finalmente coloca su menú, lo cierra y lo pone al final de la mesa.


Nuestra camarera se acerca en ese momento para presentarse y
preguntar nuestro pedido de bebidas.

—¿Estáis listos para ordenar?

—Lo estamos. Ambos comeremos el asado de ternera con el pastel


de chocolate de postre —digo.

Cierro mi menú y le entrego ambos a la camarera que anota nuestro


pedido antes de volver a la cocina.

—Así que antes, nunca terminaste lo que ibas a decir. —Se lo


recuerdo.

—¿Sobre qué?

—Sobre si te gustaba vivir aquí.

—Oh. Cierto. No me importa. Es sólo que conozco a todos aquí.


Todos crecimos juntos y parece que aquí nunca pasa nada emocionante.
Me gustaría salir y ver más que estas montañas en mi vida.

Pienso en su respuesta y puedo ver de dónde viene.

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—¿Qué hay de ti? —pregunta.

—¿Qué hay de mí?

—¿De dónde eres?

—Vivo en Nueva York.

—¿En serio? —pregunta, inclinándose hacia adelante con la


emoción en sus ojos.

—Sí. He vivido allí la mayor parte de mi vida.

—¿Qué te trae a Pigeon Forge entonces? —pregunta.

—Los negocios.

—¿A qué te dedicas?

—Soy un inversor. Estoy aquí para ver si puedo invertir en un hotel


que están construyendo —digo, decidiendo ser honesto con ella.

—Oh sí. Un poco al norte de aquí, ¿no?

—Sí. Al menos eso creo —digo con una risa.

—¿Crees que lo harás? ¿Invertir?

—¿Honestamente? No. Por lo que veo, esta ciudad no es muy


grande y ya hay muchos hoteles y otros lugares de alquiler de cabañas.

—Un viaje un poco perdido entonces, ¿eh? —pregunta.

—No lo creo —digo, mirándola a los ojos.

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Veo como un rubor se desliza por sus mejillas, pero se salva de


responder cuando la camarera vuelve con nuestra comida. La comida
huele increíble y ambos nos sumergimos. Ella gime alrededor de su
primer bocado y mis ojos se dirigen a su boca. Me pregunto si haría esos
mismos ruidos con mi polla en su boca. Tengo que sacudir la cabeza para
borrar esa deliciosa imagen y me vuelvo a centrar en mi comida.

La comida aquí es realmente buena y pasamos el resto de la cena


hablando. Ember es inteligente, con un malvado sentido del humor. Me
cuenta historias de cómo creció aquí y de algunas de las personas que
vemos en el restaurante que ella conoce. Me hace reír tanto que me
duelen las mejillas y me doy cuenta que no he sonreído tanto en mucho
tiempo.

Nuestros platos de la cena se limpian y dos platos de postre los


reemplazan. Hablamos sobre el postre y me hace preguntas sobre Nueva
York y mi trabajo. Hablamos de los lugares en los que he estado y donde
ambos queremos viajar y ver.

Una vez que terminamos, pago la cuenta aunque Ember intenta


pagar la mitad. Le quito la mano y pongo algo de dinero en efectivo con
el recibo y me levanto de la cabina. Le ofrezco mi mano a Ember mientras
se desliza y la toma fácilmente. La pongo de pie pero mantengo su mano
envuelta en la mía mientras salimos.

—¿Dónde aparcaste? —pregunto una vez que estamos fuera.

Ella señala a la izquierda y yo la acompaño a su coche, esperando


que saque las llaves de su bolsillo.

—Me he divertido esta noche —digo cuando ella se vuelve hacia mí


y me doy cuenta que realmente lo hice.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Ha pasado mucho tiempo desde que salí con una mujer para algo
más que una cena de negocios. He estado tan metido en mis asuntos que
no me he tomado tiempo para mí mismo pero estar con Ember me obliga
a hacerlo. Está tan llena de vida y de ese brillo que atrae a la gente. Quiero
disfrutar de ella.

—Yo también —dice tímidamente.

Observo cómo se mueve de un pie a otro antes de mirarme a mí.


Me acerco, atraído por esos grandes ojos azules que me miran fijamente.
Levanto una mano y le acaricio la mandíbula. Su lengua se abre y lame
a lo largo de su labio inferior, humedeciéndolo. Mis ojos están
hipnotizados mientras esos labios exuberantes brillan en el reflejo de la
luz de la calle.

Despacio, muy despacio, bajo mi cabeza hasta que mis labios rozan
suavemente los suyos. Quiero meter mis manos en sus rizos e inclinar
su boca hacia arriba para poder arrasarla, pero no quiero asustarla. Así
que me tomo mi tiempo.

Beso su boca de nuevo, una, dos, tres veces. Ella suspira contra
mis labios y no puedo soportarlo. Necesito profundizar en el beso, así que
golpeo mi lengua contra su labio inferior. Ella jadea y aprovecho la
oportunidad para lamer su boca.

Sabe como el pastel de chocolate que acabamos de comer y algo


que es exclusivamente Ember. Soy instantáneamente adicto. Me burlo
con mi lengua contra la de ella, convenciéndola que venga a jugar con la
mía y ella gime contra mi boca. Sus dedos se enroscan en mi camisa,
tirando de mí hacia ella.

De repente, me empuja, dándonos la vuelta para que mi espalda


sea lanzada contra su coche. Empuja su cuerpo contra el mío como si

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

tuviera miedo que intentara alejarme de ella. No es posible. Nunca he


estado tan excitado en mi vida.

Una mano deja mi camisa, haciendo un túnel en mi cabello y


tirando mis labios hacia los de ella. Esta vez es ella la que me mete la
lengua en la boca. Mi polla crece gruesa y larga en mis pantalones por su
comportamiento agresivo. Nunca me han besado tan apasionadamente
en toda mi vida.

Me pierdo en ella durante largos minutos. Mi mundo se encoge


hasta que sólo somos Ember y yo. La bocina de un coche suena en la
distancia y Ember se retira. Gimoteo cuando veo lo rojos e hinchados que
están sus labios. No quiero nada más que tirar de ella hacia mí y
perderme de nuevo, pero Ember parece avergonzada de repente.

—Oh Dios mío. Lo siento mucho —se lamenta.

—¿Eh? —digo. Obviamente, mi cerebro todavía está tratando de


empezar a trabajar de nuevo. Ella entierra la cara en sus manos y yo me
enderezo.

—Espera, espera, ¿por qué lo sientes? —Lo intento de nuevo.

—Prácticamente te he atacado. Lo siento mucho. Nunca antes


había hecho algo así.

Me río de eso. En voz alta. Se quita las manos de su cara carmesí


para mirarme.

—Em, confía en mí, yo lo quería. Ese fue el beso más caliente de


mi vida. No quise que se detuviera nunca. —Se lo digo sinceramente.

—Tengo que irme —dice ella.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Observo cómo abre la puerta, deslizándose detrás del volante sin


mirarme. Me saluda por la ventana mientras se aleja y yo me quedo allí,
mirándola fijamente, preguntándome qué he hecho mal. Sin embargo, sé
esto; Ember y yo no hemos terminado. Me siento vivo por primera vez en
años. Como esos fuegos artificiales de los que Ember habló antes, están
sonando dentro de mi pecho.

Vuelvo a mi coche de alquiler y me dirijo a mi cabaña. Voy a


encontrar a Ember mañana y a resolver todo.

26
Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Capítulo Cinco
Ember

Me cuelo en mi casa, agradecida que mi madre ya está dormida y


no tenga que tratar de explicarle mi apariencia sonrojada. No puedo creer
que hiciera eso, pienso mientras mis dedos pasan por mis labios todavía
hinchados. Apenas he besado a nadie antes pero casi devoro a Weston
esta noche.

En el pasado, tuve algunos picotazos en los labios de chicos en la


escuela secundaria, pero nunca nada como lo que hice con Weston esta
noche. Mis labios todavía hormiguean por nuestra sesión de besos. Me
pongo el pijama y me desplomo en la cama. Mi cerebro no puede evitar
volver a la salida del restaurante. Nos habíamos divertido tanto, hablando
y riendo durante la cena. Nunca me había sentido tan cerca de nadie.
Como si lo que dijera y pensara realmente importara, como si estuviera
realmente interesado en mis opiniones.

Cuando sus labios se enfrentaron a los míos, tuve que enroscar


mis dedos en las palmas de las manos para evitar agarrarlo y golpear mis
labios contra los suyos. La voz de mi madre estaba en mi cabeza,
llamándome puta y malcriada, y me contuve. Bueno, hasta que metió su
lengua en mi boca. Entonces no pude contenerme.

La mirada en su cara cuando lo empujé contra el coche y reclamé


su boca sólo me calentó más. Enredé mi lengua con la suya, probando el
pastel de chocolate y la frescura de la menta que era todo suyo. Su pelo
era grueso cuando metí mis dedos en él y acerqué su boca a la mía.
Quería treparlo como un árbol y lo habría hecho si la bocina del coche no

27
Shaw Hart Sus fuegos artificiales

me hubiera hecho volver a la realidad. Mi mente repite ese beso una y


otra vez hasta que me quedo dormida.

*****

Me despierto a la mañana siguiente y me preparo una taza de café


antes de ir a la oficina. Mi madre sigue dormida y sé que no la veré hasta
después de las once. Abro la puerta de la oficina y me muevo detrás del
mostrador, encendiendo el ordenador y comprobando el teléfono para ver
si hay mensajes. Reviso los correos electrónicos y respondo a dos,
entrando en las reservas que se enviaron por correo electrónico y
tomando notas para devolver la llamada a las personas que dejaron
mensajes una vez que sea un poco más tarde.

Saco la lista de personas que se van hoy, tomando nota de las


cabañas que tendré que limpiar. Voy a la parte de atrás y lavo la ropa que
mamá no hizo ayer. Demasiado ocupada viendo sus programas, supongo.
Pongo las sábanas y los edredones usados en las lavadoras antes de
recoger las sábanas limpias y el material de limpieza. Las coloco en la
parte trasera del Gator para después del almuerzo.

Paso la mañana alternando entre contestar llamadas telefónicas y


soñar despierta con Weston. Finalmente, a las doce y media mi madre
entra por la puerta. Le digo sobre cualquier nota y ella asiente antes de
ir a la parte de atrás. Regreso a la casa y me preparo rápidamente un
sándwich antes de volver a la oficina y me aseguro de tener todos los
suministros que necesito.

Me dirijo a la primera cabaña y entro, poniéndome a trabajar


desnudando la cama e intercambiando toallas. Estoy a mitad de camino
de limpiar la cocina cuando oigo que llaman a la puerta. Levanto la vista
para ver a Weston de pie en la puerta.

28
Shaw Hart Sus fuegos artificiales

—Hola —digo, sorprendida de ver que vino a buscarme.

—Oye, me preguntaba dónde estabas.

—Ocupada trabajando —bromeo.

—Puedo ver eso. En realidad tengo una reunión aquí en media hora
pero quería preguntarte si tal vez querías acompañarme a cenar de nuevo
esta noche.

Dios, sí.

Cuando echa la cabeza hacia atrás y se ríe, me doy cuenta que lo


dije en voz alta. Mis mejillas se calientan y sé que deben estar tan rojas
como mi pelo.

—Yo también lo estoy deseando —dice con una sonrisa mientras se


acerca a mí—. Te recogeré esta noche. ¿A las seis de la tarde? —pregunta
mientras se inclina y me enreda una mano en el pelo.

Echa mi cabeza hacia atrás y su boca se amolda a la mía mientras


me besa larga y lentamente. Gimoteo en su boca, dejando caer mi botella
de spray para poder envolver mis brazos alrededor de su cintura y
moldearme más fuerte contra su cuerpo.

Cuando ambos estamos sin aliento, nos alejamos y él me alisa el


pelo suelto de la cara.

—Te veré esta noche —dice antes de besarme la frente y salir por
la puerta.

Lo miro fijamente con una sonrisa. De repente, no puedo esperar a


esta noche.

29
Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Capítulo Seis
Weston

He pasado los últimos tres días de mi viaje con Ember. Cenamos


todas las noches y ella me muestra la ciudad. Ya hemos hecho todas las
cosas de turista y me ha llevado a todos sus lugares favoritos.

Después de ese primer día en el que me reuní con los promotores,


he pasado mis días siguiendo sus pasos. Nunca he conocido a nadie que
haya trabajado tan duro como mi chica. Se despierta cada día con el sol
y pasa las mañanas en la oficina haciendo trabajo de escritorio. Me he
dedicado a traerle el desayuno del pueblo y a sentarme en el mostrador
con ella. Nos burlamos y ella me deja robar unos besos mientras
comemos y hablamos.

Me voy y vuelvo a mi cabaña antes que su madre venga a la oficina


y ella me trae el almuerzo a mi cabaña. Pasamos el tiempo hablando y
compartiendo toques de broma. Voy con Ember mientras ella va a las
cabañas desocupadas y las limpia. Me ha enseñado cómo ayudarla a
limpiar y aprovechamos la hora extra antes que su madre espere que
vuelva a mi cabaña para explorar las bocas de cada uno.

Hoy no es diferente y tan pronto como terminamos con la última


cabaña, nos sonreímos y volvemos a mi cabaña. Abro la puerta y siento
sus pequeñas manos en mi espalda mientras me empuja hacia dentro.
Su risa hace que mi corazón dé un vuelco en mi pecho y una risa de
respuesta retumba en mi garganta. Me siento como un adolescente,
buscando la manera de robar una hora con mi chica para que podamos
escabullirnos y besarnos, tratando de ocultar todo a sus padres.

30
Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Me giro y la arrastro contra mí mientras patea la puerta cerrada y


sus labios encuentran los míos. No perdemos tiempo en enrollar nuestras
lenguas. Mis manos agarran sus caderas y la arrastran contra mí. Mi
polla rígida se tensa contra la cremallera de mis vaqueros y sentir su
suave calor retorciéndose contra mi hace que se me arranque un gemido
de la garganta.

Ember, la pequeña zorra, sabe exactamente lo que está haciendo.


Me ha estado volviendo loco los últimos días, pero extrañamente, no me
importa. Nunca he tenido sexo en seco o largas sesiones de besuqueo, ni
siquiera cuando era adolescente, pero con Ember, la lenta acumulación
me pone más caliente. Tomaré duchas frías por el resto de mi vida si eso
significa que podré verla sonreír y escuchar su dulce risa.

Ella es para mí. Me dijo que este fue un viaje en vano la primera
noche en la cena, pero está equivocada. Este viaje ha sido el mejor y más
significativo que he hecho en mi vida. He encontrado a la chica con la
que voy a pasar el resto de mi vida. Alguien que llenará mi vida de color,
con los fuegos artificiales que tanto le gustan. Quiero hacer de Ember mi
esposa y luego la madre de mis hijos.

Sólo hay un problema. Su madre. Ember se pone tensa cada vez


que su madre es mencionada, así que trato de evitar el tema y, con la
forma en que nos estamos escabullendo, me da la idea que no quiere que
su madre sepa de nosotros.

Por los pocos roces que he tenido con la mujer, sé que no es una
persona muy agradable. Hace trabajar a su hija como un perro y la trata
como una mierda. He querido decirle algo antes, pero no estaba seguro
de si era mi lugar. No sé por qué Ember la soporta.

Como si mis pensamientos la hubieran conjurado, el walkie talkie


de Ember se apaga y la voz nasal de la mujer mayor se rasca en el altavoz.

31
Shaw Hart Sus fuegos artificiales

—¡Ember! Ve a la oficina. ¡AHORA!

Ember se aleja de mí a regañadientes y le beso los labios una vez


más.

—Tengo que irme —dice con tristeza.

—¿Cena esta noche? —confirmo.

—Absolutamente.

Se pone de puntillas y me besa una vez más antes de darse la vuelta


y salir por la puerta, guiñándome un ojo por encima del hombro mientras
la puerta se cierra. Me doy la vuelta para ir al baño y abro el agua tan
fría como puedo, sabiendo que es la única manera de conseguir que mi
polla baje. Me quito la ropa y entro, temblando mientras el agua corre
por mi cuerpo. Sólo cinco horas más y entonces volverá a mis brazos.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Capítulo Siete
Ember

Conduzco de vuelta a la oficina, enfadada porque mi madre nos


interrumpió antes que pudiéramos pasar de besarnos. Aparco el Gator
en el lado del edificio y cojo las sábanas sucias, me dirijo a la puerta
trasera y las tiro a la lavadora. La enciendo y me dirijo a buscar a mi
madre.

—Hola, mamá. Estoy aquí —llamo.

Meto la cabeza en el cuarto de atrás pero su silla está vacía. Me


pregunto por qué llamó. Normalmente, este lugar es bastante tranquilo
por la tarde, ya que la mayoría de la gente pasa ese tiempo haciendo
excursiones, explorando los terrenos o en la ciudad. Ella podría llamar si
los teléfonos estuvieran ocupados y tuviera a alguien en el escritorio pero
mientras escucho, no oigo ninguna voz.

Continúo por el pasillo corto y alrededor del mostrador. Entro en el


frente y la encuentro detrás del mostrador del ordenador. Miro por
encima de su hombro a la pantalla para ver lo que está mirando.

Es un formulario de reserva y se me cae el estómago cuando veo


las fechas. Es la página de Weston y su reserva termina mañana. ¿Cómo
he podido olvidarlo? Sé que sólo ha estado aquí unos pocos días pero
parece que lo conozco de toda la vida y no puedo imaginar lo que haré
cuando no esté aquí.

33
Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Lo amo, me doy cuenta. No ha mencionado que se vaya o lo que


pasará con nosotros. ¡Oh, Dios! ¿Hay siquiera un “nosotros”? Tal vez todo
esto no ha sido nada más para Weston que un encuentro de vacaciones.
Por lo que sé, hace esto cada vez que se va de vacaciones.

—Ahí estás —dice mamá cuando se da la vuelta y me ve detrás de


ella.

—Sí, llamaste —digo secamente.

Me mira fijamente antes de volverse al mostrador y revisar algunos


papeles.

—Tenemos mucha gente que viene mañana y se queda el fin de


semana largo, así que necesito que te asegures que las cabañas están
limpias y en orden.

—Siempre me aseguro que todo esté listo —señalo.

Sé que se da cuenta que yo hago todo por aquí. Cuando sus


hombros se tensan y luego se caen, me doy cuenta que debería haber
mantenido la boca cerrada.

—También quería recordarte que mantengas las piernas cerradas


alrededor de los nuevos huéspedes. La mayoría de ellos están aquí con
sus familias y odiaría que destruyeras otra pareja feliz.

Me sonríe como un tiburón y sé que sabe que ha dado en el blanco.


Las lágrimas me pinchan los ojos pero mantengo mi cabeza en alto y la
miro fijamente.

—Todo será perfecto —le digo.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Ella se da la vuelta, me despide, y me dirijo a la puerta trasera.


Vuelvo a limpiar las cabañas y me preparo para mi cena con Weston. Las
palabras de mi madre me picaron, pero lo que realmente me hizo temblar,
es que Weston tiene previsto irse mañana. Necesito encontrarlo y
averiguar si siente lo que yo siento. Si esta cosa entre nosotros es real, o
si sólo soy una aventura de verano.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Capítulo Ocho
Weston

Llevo mi coche a la entrada de Ember y veo que ya está fuera


esperándome. Eso debe significar que su madre ya ha terminado de
trabajar por el día y está dentro de la casa. Ember camina por el sendero
y se desliza dentro del coche antes que pueda salir y abrirle la puerta.

—Hola —digo, inclinándome sobre la consola central para besarla.

Ella gira la cabeza en el último segundo y mis labios rozan su


mejilla en lugar de sus labios.

—¿Todo bien? —pregunto, ya sabiendo que algo está mal.

—Sí. Todo está bien.

Uh oh. Está esa palabra. Bien. Las mujeres nunca quieren decir
que están bien cuando dicen eso. Decido darle algo de espacio. Puedo
intentar hablar con ella cuando estemos en la cena. Viajamos en silencio
a esta pequeña parrilla en las afueras de la ciudad. El viaje termina en
un par de minutos y salgo del coche para abrir la puerta de Ember, pero
una vez más, ella se me adelanta.

Nos quedamos en silencio estudiando el menú y no puedo evitar


echarle una mirada furtiva. Me he estado rompiendo el cerebro por
cualquier cosa que pudiera haber hecho que la molestara, pero sigo sin
encontrar nada. Tal vez su madre hizo algo. Mis dedos se enroscan en
puños cuando pienso en que alguien ha herido a mi dulce Ember.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Pedimos y encontramos una mesa de picnic vacía, sentados uno


frente al otro. Ella está mirando sus manos y no puedo soportarlo más.
Este tratamiento de silencio ha durado menos de media hora y ya me
estoy volviendo loco por no tener sus ojos y pensamientos compartidos
conmigo. Que Dios me ayude si alguna vez se da cuenta de lo
completamente envuelto alrededor de su dedo que estoy.

—Ember, ¿qué pasa?

Cuando ella se queda en silencio con los ojos hacia abajo, me


acerco a la mesa, meto una de sus manos entre las mías y le doy un
pequeño apretón.

—Por favor, háblame, cariño —suplico.

—Te vas mañana —dice, mirándome finalmente.

La tristeza de sus ojos me golpea justo en el estómago. Olvidé por


completo que se suponía que tenía que irme mañana por la mañana.
Estos últimos días han pasado volando y sé que es porque he estado con
Ember. No quiero irme. No sin ella. El hecho que ella tampoco quiera que
me vaya hace que mi corazón se de la vuelta en mi pecho.

—Ember, sé que se suponía que debía irme pero no hay nada que
no pueda esperar en Nueva York. Además, tengo que ver esos fuegos
artificiales de los que no paras de hablar —digo mientras aprieto su mano
en la mía y entrelazamos los dedos.

—Entonces, ¿no te vas mañana? —pregunta, mirándome con ojos


esperanzados.

—No. Me voy a quedar por aquí un poco más —digo, a medida que
llegue nuestra comida.

37
Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Después de eso, las cosas vuelven a la normalidad. Nos centramos


en nuestra comida y pasamos un par de horas hablando y riendo. Este
lugar tiene música en vivo los jueves por la noche, así que nos quedamos
y los escuchamos tocar un rato antes que Ember se incline en mi oído y
me diga que está lista para irse a casa.

La tomo de la mano y la llevo de vuelta al coche, abriéndole la


puerta y besándola antes que pueda deslizarse. Sus manos se enrollan
alrededor de mi cuello y ella usa eso como palanca para presionarse
contra mí. Gimoteo mientras ella se mueve contra mi dura polla y se aleja
riendo antes de entrar en el coche.

—Tentadora —digo mientras me deslizo detrás del volante.

—Tal vez no quiero tentarte —dice con los ojos medio cerrados.

Mi cabeza se mueve hacia ella y mi polla se aprieta con rabia contra


mi bragueta. Ember se acerca y lentamente acaricia su mano arriba y
abajo de mi muslo, sus dedos moviéndose cada vez más alto por mi pierna
y yo me siento allí en shock, con la boca abierta y los ojos vidriosos. Sus
dedos encuentran mi longitud rígida y dejo escapar un gemido gutural
mientras ella envuelve su pequeña mano alrededor lo mejor que puede.

—Ember —jadeo—, ¿estás segura de esto? Podemos esperar tanto


tiempo como quieras.

Se lo digo pero tengo miedo que mis bolas se pongan


permanentemente azules y se caigan si no consigo un poco de alivio
pronto.

—Estoy segura, Weston. Quiero esto. Contigo.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Capítulo Nueve
Ember

Weston y yo tropezamos hasta su cabaña, ya tirando de nuestras


ropas. Nuestros labios se fusionan tan pronto como nos quitamos las
camisas y nos peleamos con los botones y las cremalleras de los vaqueros
mientras nos dirigimos a la cama de tamaño queen. Me quito los zapatos
a patadas antes de bajar los vaqueros, arrancando mi boca de la suya lo
suficiente como para quitármelos por las piernas. Weston intenta hacer
lo mismo pero no se ha quitado los zapatos y los pantalones se le quedan
atrapados en los tobillos. Se tropieza y nos estrellamos en la cama juntos.

Nos reímos mientras rebotamos una vez en la cama antes que se


siente para quitarse los zapatos y los pantalones. Yo me siento y me
arrastro detrás de él, colocando besos a lo largo de su cuello y hombros
mientras se desenreda. Le lamo el cuello y capturo el lóbulo de su oreja
entre los dientes, tirando ligeramente. Gime largo y tendido mientras se
libera y se retuerce en la cama, encerrándome debajo de él.

Me río cuando me pongo de espaldas, mirando su hermosa cara.


Puedo ver la lujuria escrita claramente en sus rasgos y es tan fuerte que
casi me deja sin aliento. Nadie me ha mirado nunca así, como si me
necesitara más que a su siguiente bocanada de aire. Él me mira y sus
ojos se rastrillan sobre mi cara como si tratara de memorizarla.

Me quita unos rizos sueltos de la cara antes de inclinarse y frotar


sus labios contra los míos. Estoy tumbada debajo de él con mi sujetador
y mis bragas y Weston sólo lleva puestos sus calzoncillos. Puedo sentir

39
Shaw Hart Sus fuegos artificiales

su piel caliente contra la mía y esto es lo más lejos que he estado con un
chico.

Sostiene su peso en sus codos mientras presiona sus caderas


contra las mías. Puedo sentir su erección pulsando entre mis piernas y
mis caderas se levantan involuntariamente para tratar de aplastar su
dura longitud.

—Oh Dios, Ember, baja la velocidad, cariño, o esto terminará


demasiado rápido —ruega.

Saber que soy yo quien le hace perder el control sólo me hace arder
más y trato de envolver mis piernas alrededor de su cintura para poder
apretarlo más fuerte. Gruñe antes de agarrar mis muñecas, sujetándolas
a la cama sobre mi cabeza.

—Déjame amarte un poco. Por favor. —Me suplica mientras intento


tirar de mis manos libres.

—Estoy ardiendo, Weston. Por favor, no me hagas esperar.

—No será por mucho tiempo. Lo prometo.

Presiona mis manos en la cama, mirándome a los ojos con una


advertencia silenciosa de no moverlas. Yo asiento rápidamente y él sonríe
ante mi excitación antes que su cabeza se sumerja y sus labios
encuentren los míos. Me mete la lengua en la boca, donde se burla de la
mía, convenciéndola que salga a jugar.

Saca su boca de la mía y baja sus labios por mi cuello hasta mi


pecho. No pierde el tiempo en desabrochar mi sujetador y tirar de las
correas de mis brazos. Tan pronto como lo saca de mi cuerpo, la primera
ola de autoconciencia me golpea. Nadie me había visto desnuda antes y
sé que Weston tiene experiencia. ¿Y si no doy la talla? Mis brazos

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

empiezan a bajar, para cubrirme, pero Weston me dirige otra mirada de


advertencia y me congelo. Mi cuerpo se ruboriza y veo cómo sus ojos
bajan desde mi cara hasta mis tetas llenas. Puedo sentir que mis pezones
están arrugados y rogando por su boca y sus dedos. Como si leyera mi
mente, Weston se lame los labios antes de bajar la cabeza.

Sus labios envuelven mi pezón y mi espalda se arquea mientras lo


pellizca antes de llevarlo a su boca. Gimoteo mientras su lengua se mueve
hacia adelante y hacia atrás sobre el brote sensible, mientras sus dedos
juegan con el otro. Su cuerpo se desliza por el mío y empuja mis piernas
más amplias mientras se acomoda en la cuna de mis muslos. Su boca y
sus dedos continúan pellizcando y retorciendo mis pezones sensibles y
puedo sentirme escalando más y más alto.

—¡Weston, por favor! Necesito más.

Le da a cada capullo apretado una lamida más antes de besarme


en el estómago. Hace una pausa para meter su lengua en mi ombligo y
mi estómago se cierra ante la sensación de extrañeza. Besa más abajo y
extiende mis muslos aún más, mientras sus hombros descansan entre
ellos.

Puedo sentir su cálido aliento mientras se abanica contra mis


bragas empapadas. Estoy tan mojada que se me pegan a los labios y estoy
segura que el material blanco es transparente. Él respira profundamente
y mi cara arde. ¿Me está oliendo? Me inclino sobre mis codos para mirarlo
mientras se inclina hacia delante y entierra su cara entre mis piernas.

Me come como un hombre hambriento. Puedo sentir sus dientes y


su lengua a través de mis bragas mientras se burla de mi centro. Puedo
sentir la tela húmeda mientras se frota contra mí. Empuja la tela contra
mi clítoris y frota en círculos apretados alrededor de mi duro botón.

41
Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Es demasiado. Todas las nuevas sensaciones y lo que realmente


me atrae es saber que es Weston entre mis piernas, dándome este placer.
Mis piernas se agarran a su cabeza mientras mis dedos hacen un túnel
en su cabello. Mantengo su cabeza quieta mientras le aplasto mi
codicioso coño en la cara. Mis piernas se tensan y me corro con un grito,
inundando mis bragas empapadas con más de mi crema.

Frota su cara contra mi coño antes de quitarme las bragas del


cuerpo, arrancándolas de mis caderas. En el siguiente aliento, entierra
su cara contra mi coño desnudo y otro orgasmo se derrumba sobre mí.
El no tener nada entre nosotros se siente tan diferente, mucho más fuerte
que cuando mis bragas estaban entre nosotros.

Su lengua se mete entre mis pliegues hinchados y lame


directamente mi centro. Da vueltas alrededor de mi rígido clítoris antes
de volver a mi abertura chorreante. Usa su lengua para extender mis
labios y luego empuja la punta dentro de mí, estirando mi agujero virgen.
Gimoteo mientras se aleja de mí y continúa haciendo el mismo viaje hasta
mi clítoris y alrededor, luego vuelve a bajar hasta mi abertura y dentro.
Una y otra vez hasta que grito y me corro por toda su cara. Este segundo
orgasmo es diferente del primero, mucho más fuerte.

Me derrumbo de nuevo en la cama mientras siento su lengua


lamiendo mis pliegues y limpiándome. Es como si no quisiera
desperdiciar ni una gota. Cuando está satisfecho, me besa el cuerpo y me
mete la lengua en la boca. Puedo saborearme en él mientras le chupo la
lengua. Me quejo del sabor ácido y mi deseo sólo se eleva por su
respuesta.

Siento que su dura erección se burla de mis pliegues y mis piernas


se abren más en invitación.

—¿Estás lista?

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

—Dios sí.

Se inclina hacia abajo y me besa lentamente mientras su polla


empuja mi apertura, deslizando sólo la punta dentro. Gimoteo al sentir
que me estira y me llena.

—Estáss agradable y suave, Ember, pero no quiero hacerte daño.


Tomemos esto con calma.

Empuja otro centímetro dentro de mí hasta que alcanza mi


virginidad. Puedo ver las gotas de sudor que se forman en su frente
mientras se mantiene quieto dentro de mí. Verlo conteniéndose para
evitar que yo sienta dolor me hace amarlo más.

—Está bien, estoy lista —digo mientras lo miro fijamente.

Sisea entre dientes como si le doliera antes de meterse dentro de


mí de un solo golpe. Me estira hasta el punto del dolor y yo dejo salir un
pequeño grito mientras se asienta completamente dentro de mí. Se queda
quieto cuando ha tocado fondo. Lentamente, mi cuerpo se relaja
alrededor de su longitud y me inclino hacia arriba, picoteando sus labios
suavemente.

—Ya puedes moverte, Weston.

Weston gime, pero hace lo que le digo, se retira lentamente sólo


para volver a entrar en mí. Establece un ritmo constante de empujar
dentro y fuera de mi canal húmedo. Siento que mi coño empieza a
apretarlo, haciendo que sus empujes sean cada vez más fuertes.

—Weston, yo... creo que voy a... ¡WESTON! —grito mientras mi


coño se agarra a él. Mis tobillos se enganchan en su espalda y lo
mantengo quieto dentro de mí hasta las bolas mientras el orgasmo me
atraviesa. Mi orgasmo le saca el suyo y siento cómo su semilla brota en

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

lo profundo de mí, salpicando contra mi fértil vientre. Él entierra su cara


en mi cuello mientras gime su liberación.

Después que ambos estamos agotados, mantengo mis piernas


cerradas alrededor de él mientras muevo mis manos suavemente arriba
y abajo de su espalda. Me gusta sentir el peso de él encima de mí,
empujándome más profundamente en el colchón. Él está tan caliente y
yo estoy tan cansada. Mis ojos se cierran cuando siento que me besa la
frente.

*****

No recuerdo haberme dormido, pero cuando me despierto, estoy


acurrucada al lado de Weston. El sol parece que está empezando a salir.
Supongo que mi cuerpo está tan acostumbrado a despertarse a esta hora
que lo hace sin una alarma. Tengo que ir a trabajar, me doy cuenta.

Me desenredo de los brazos y piernas de Weston y me río mientras


me deslizo de la cama y su mano sale disparada para tirar de mí. Miro su
cara y veo que aún está profundamente dormido y mi corazón se derrite
al verlo alcanzarme mientras duerme. Admiro su cuerpo desnudo,
envuelto en las sábanas por un momento antes de tirar mi ropa del suelo
y vestirme rápidamente. Rápidamente garabateo una nota y la dejo en mi
almohada. Echo un último vistazo a mi bello durmiente antes de salir de
la cabaña y volver a casa.

Sonrío durante todo el camino a casa y cuando me dejo entrar en


mi casa para cambiarme de ropa, mi sonrisa sigue firme. Se me cae de la
cara en cuanto veo a mi madre sentada en el sofá. Esperándome.

—¡Mira quién está haciendo el camino de la vergüenza! La zorra de


mi hija. —Me escupe en cuanto me ve. Cuando no digo nada, ella
continúa.

44
Shaw Hart Sus fuegos artificiales

—Te acostaste con él. No puedo creer que te hayas acostado con él.

—Lo amo, mamá.

—Oh, y estoy segura que él siente lo mismo por ti. Despierta, chica
estúpida. Sólo te estaba usando para el sexo y eres tan tonta que caíste
en la trampa. —Parece disgustada conmigo.

—No, no lo estaba —digo en voz baja, pero incluso yo puedo oír la


incertidumbre en mi voz.

—¿Te dijo que te ama? —pregunta.

No. No tengo que decir nada. Ella puede ver mi respuesta escrita
en mi cara. Su risa resuena, cruel y fría, mientras se levanta del sofá y
camina de vuelta a su dormitorio.

—Puta —dice mientras pasa a mi lado.

Me paro en la sala mientras las dudas se arremolinan a mi


alrededor, amenazando con llevarme a la desesperación. ¿Podría Weston
realmente estar usándome sólo para el sexo? Había chicas más fáciles
aquí. Chicas con las que no tendría que salir todos los días durante una
semana antes que le dejaran estar entre sus piernas. Pero no me dijo que
me amaba. Tampoco le dijiste que lo amabas, mi mente me susurra.

Me sacudo de la niebla y me dirijo a mi habitación. Necesito volver


al trabajo.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Capítulo Diez
Weston

Me despierto a la mañana siguiente y encuentro a Ember


desaparecida y una nota en su almohada.

Wes,

Tenía que ir a trabajar. Ven a buscarme cuando te despiertes. ;)

Ember

Gruño mientras quito las sábanas y me levanto de la cama. Me


meto en la ducha y me enjuago rápidamente. Si Ember me hubiera
despertado, podríamos estar los dos juntos aquí. Me imagino lavándole
la espalda, viendo cómo la espuma se desliza por su delicioso cuerpo y
estoy instantáneamente duro y listo para otra ronda. Nunca he estado
con alguien que se entregara tan libremente a otra persona. Nunca antes
había tenido sexo tan apasionadamente. No, no sexo. Amor. Nunca he
hecho el amor antes pero eso es exactamente lo que hicimos anoche.

Amo a Ember. Creo que lo he hecho desde el momento en que la vi.


Ya es hora que le diga lo que siento.

Cierro la puerta de mi cabaña con llave y hago el corto paseo hasta


la oficina. Veo a Ember a través de la ventana y sonrío. Es una locura
cómo el sólo hecho de ver a esta chica me llena de tanta alegría y felicidad.

—Buenos días, Ember —digo cuando entro en la oficina.

46
Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Los ojos de Ember se acercan a los míos y por primera vez, noto el
rojo de los ojos y las lágrimas sin derramar. Corro a través de la
habitación, tratando de llegar a ella lo más rápido posible.

—¿Qué ha pasado? ¿Qué es lo que pasa? —pregunto.

—Nada. Sólo me he peleado un poco con mi madre esta mañana,


eso es todo.

—¿Qué hizo ella? —exijo, ya furioso con la mujer.

Las lágrimas empiezan a derramarse y la saco de detrás del


mostrador.

—Está bien, Ember. Todo va a estar bien —susurro contra su pelo


mientras la llevo a mi camarote.

Nos acomodo en el sofá y puedo sentir a Ember temblando, así que


la llevo en mi regazo. Mete su cara en mi cuello y le beso la cabeza
mientras llora suavemente. Puedo sentir sus lágrimas mojar mi camisa y
quiero volver y gritarle a su madre. Intento hacer ruidos reconfortantes y
hacer que se calme, pero después de un par de minutos, me doy cuenta
que tal vez sólo necesita desahogarse.

La sostengo mientras llora hasta que finalmente, termina. Se retira


y levanto mis manos, acunando su cara y secando sus lágrimas. Me mira
con ojos brillantes y rojos, y me siento impotente.

—Ember, no quiero molestarte pero necesito preguntarte algo. ¿Por


qué la soportas? ¿Por qué te trata así en primer lugar?

Estoy desesperado por respuestas, para arreglar esto de cualquier


manera que pueda. Observo cómo respira con dificultad antes que me
cuente lo que ha pasado.

47
Shaw Hart Sus fuegos artificiales

—Mi padre murió cuando yo era joven, un accidente de coche


borracho y ella había estado sola tanto tiempo que cuando empezó a salir,
pensé que sería algo bueno. Cuando tenía unos catorce años, mi madre
tenía un novio. Habían estado saliendo por unos meses y al principio, él
parecía muy agradable, de lejos el más agradable que ella había tenido.
—Ella traga y trata de componerse antes de continuar—. Una noche, se
coló en mi habitación, y se subió encima de mí. E...e... él...

Ella se rompe con más lágrimas en sus ojos, pero en este punto,
puedo decir hacia dónde se dirige esta historia.

—¿Lo hizo? —pregunto mientras la adrenalina inunda mis venas.


Quiero rastrear a este tipo y matarlo.

—No. Mi madre entró y lo detuvo. Se fue esa misma noche y nunca


lo volvimos a ver, pero fue cuando mi madre empezó a llamarme puta y
desvergonzada. Ella actuó como si yo quisiera que él me buscara, pero yo
estaba peleando con él cuando entró. Nunca me creyó y nuestra relación
ha ido cuesta abajo desde entonces.

Parece resignada cuando dice la última parte y me duele el corazón


por ella. Es la persona más increíble que he conocido y no puedo
imaginarme a nadie tratándola como si no lo fuera. ¿Cómo podría una
madre tratar a su propia hija de esta manera? ¿Cómo puede no creer que
su hija no atrajo a su novio a la cama, sino que fue su novio el que atacó
a su hija?

—Ember, tienes que saber que ella está equivocada. Que lo que
pasó, no fue tu culpa. Ese hombre estaba enfermo y debería ser arrestado
o algo peor. Tu madre debería haberte protegido, no culparte. Lo que dice,
que eres una puta, no es verdad. Ni remotamente. Tienes que saber eso.

—Sí, lo sé —dice y puedo ver en sus ojos que lo hace.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

—Entonces, ¿por qué te quedas aquí? Podrías irte e irte a cualquier


parte. ¿Por qué te quedas?

—Ella es, yo, uh, ella es la única familia que me queda —dice y
parece tan perdida que mi corazón se rompe por ella.

La acerco más a mí y la acuno suavemente hacia adelante y hacia


atrás mientras ambos pensamos en lo que me acaba de decir.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Capítulo Once
Ember

Weston me convence de ir a ver los fuegos artificiales esa noche,


aunque no estoy realmente de humor para celebrar. Dice que ha estado
esperando toda la semana y que no deberíamos dejar que mi madre nos
lo arruine.

Dejo que me arrastre detrás de él mientras nos movemos entre la


multitud, tratando de encontrar un buen lugar para extender nuestra
manta y sentarnos. Ha habido un desfile y un festival durante todo el día,
pero nos perdimos la mayor parte y ahora sólo quedan algunos
vendedores de comida y juegos. Weston insistió en que tratáramos de
ganar un premio, así que fuimos a cada uno de los puestos y jugamos.
Fue sorprendentemente bueno en el lanzamiento de aros y nos fuimos
con un gran panda de peluche. Yo me había cansado rápidamente de
cargarlo, así que volvimos corriendo al coche para dejarlo y coger
nuestras cosas de picnic.

Weston saca la manta del coche mientras yo hago cola en uno de


los camiones de comida. Nos pido hamburguesas y perritos calientes con
patatas fritas y cojo dos botellas de agua. Weston me encuentra justo
cuando nuestra comida está saliendo y agarra su canasta mientras yo
agarro la mía y las bebidas.

Nos abrimos paso entre la multitud hasta que finalmente


encontramos un lugar abierto con una buena vista. Le ayudo a extender
la manta y ambos nos acomodamos con nuestra comida encima. No
pasará mucho tiempo y el espectáculo de fuegos artificiales comenzará.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Sonrío a algunos niños que pasan corriendo con bengalas y observo cómo
zigzaguean por el laberinto de mantas y personas.

Terminamos nuestra comida y Weston se levanta para tirar la


basura. Regresa justo cuando comienza la cuenta atrás para los fuegos
artificiales y me envuelve fuertemente en sus brazos, arrastrando mi
espalda contra su frente.

—¿Lista? —Me susurra al oído.

Sólo asiento con la cabeza mientras la primera explosión de color


se dispara al cielo y explota. Los “Oooh” y los gritos de asombro resuenan
entre la multitud mientras los fuegos artificiales continúan. Duran unos
minutos más hasta que el último estalla como un cohete justo encima de
nosotros. Inclino mi cabeza contra el hombro de Weston y sonrío
mientras las luces comienzan a apagarse.

—Te amo. —Me susurra al oído y todo mi cuerpo se tensa.

¿No estaba mi madre sembrando dudas sobre lo que Weston siente


por mí justo hoy? Ahora aquí está declarando sus sentimientos por mí.
Sonrío mientras me doy la vuelta en sus brazos y lo tiro al suelo.

—Yo también te amo —digo antes que mi boca caiga sobre la suya.

Soy consciente de las familias que nos rodean, así que me retiro y
nos sonreímos mientras las luces de la calle se encienden.

—Ven conmigo a Nueva York. Múdate conmigo. No hay nada aquí


para ti y podemos estar juntos. Yo te cuidaré. Podemos viajar y ver el
mundo juntos. ¿Qué dices?

¿Dejar Pigeon Forge? ¿Dejar a mi madre? Tengo que admitir que


después de hoy eso suena increíble. ¿Qué pasará con la empresa, con mi

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

madre, si me voy? Entonces me golpea. ¿Por qué debería importarme? No


me gusta trabajar, limpiar lo que hacen otras personas día tras día. Si
me quedo aquí trabajando para mi madre entonces me voy a volver
miserable, como ella. Seré miserable y estaré sola. O puedo confiar en
Weston y seguir mi corazón. Volar de vuelta a Nueva York con él y
comenzar una nueva vida allí. Tenía razón antes cuando dijo que podía
encontrar trabajo en cualquier parte y que no hay nada aquí para mí.

—¿Ember? —pregunta tentativamente.

—Sí. —Respiro mientras lo beso una vez más.

—¿Sí?

—¡Sí! Sí, iré contigo. Me mudaré a Nueva York. Si eso significa que
podemos estar juntos, entonces sí. Sí, a cualquier cosa, Weston.

—Dios, te amo —dice.

—Vámonos. Llévame de vuelta a tu cabaña.

—Lo que quieras, Ember.

Ahora, sólo necesito encontrar la fuerza para decirle a mi madre


que dejo este pueblo y a ella atrás.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Capítulo Doce
Weston

Sostengo la mano de Ember mientras caminamos por el camino


hacia el hogar de su infancia. Quiere coger una maleta y algunas de sus
cosas antes de enfrentarse a su madre y sólo quiero asegurarme que
sobrevive a esa conversación sin que su madre le diga una mierda. Abre
la puerta principal y la empuja para abrirla, llevándome por un estrecho
pasillo hasta su dormitorio. Es diminuto, con sólo una cama doble y un
vestidor. Se acerca al armario y saca una bolsa de lona negra, llenándola
rápidamente con ropa, su cámara y portátil. Sube la cremallera y se
vuelve hacia mí mientras su madre grita desde el pasillo.

—¿Ember? ¿Qué demonios estás haciendo aquí? ¿Quién está


vigilando la oficina?

Veo como Ember traga con fuerza y su cara palidece. Estoy a su


lado inmediatamente, tomando la bolsa de ella con una mano y
entrelazando nuestros dedos con la otra. Su madre llega a la esquina y
sus ojos se estrechan cuando nos ve juntos. Me pongo ligeramente
delante de Ember, queriendo luchar esta batalla por ella, pero mi chica
es fuerte y sale de detrás de mí, apretando mi mano mientras levanta su
barbilla y cuadra sus hombros.

—Tú, zorra perezosa. ¿Qué estás haciendo aquí? —exige.

—Me voy.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Su madre se congela y por primera vez, parece notar la bolsa de


lona en mi mano.

—No. No puedes irte con un hombre que ni siquiera conoces.

—Lo conozco. Lo amo y él me ama.

—Dije que no. Ahora, ve a la oficina. —Su madre dice, dándose la


vuelta para alejarse.

—Tengo diecinueve años, madre. No puedes obligarme a quedarme.


Me voy a ir.

Su madre gira sobre su talón y nos acecha. Mi cuerpo se tensa,


preparándose para una pelea.

—Estúpida puta, tú...

—¡DETENTE! Tú hiciste esto. Tú me alejaste. Lo he intentado, y lo


he intentado, y lo he intentado. Trabajo todos los días. Hago todo lo que
me pides y no haces nada más que intimidarme y tratarme como basura.
No coqueteé con tu novio. Él me atacó y tú me culpaste que se fuera, a
pesar que yo era la víctima. Weston me ama. Me trata como si fuera
preciosa, como si fuera importante. Lo amo y me voy con él y nunca
volveré aquí. No quiero volver a verte ni a hablarte nunca más.

Ember se gira y me mira mientras la cara de su madre se pone cada


vez más roja.

—¿Listo? —me pregunta.

—Sí —digo, mi garganta tan obstruida de orgullo por esta brillante


y fuerte chica que es toda mía.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Ella me aprieta la mano y juntos caminamos hacia delante,


pasando frente a su madre mientras ella escupe detrás de nosotros. La
llevo de vuelta al coche y le abro la puerta antes de meter la bolsa de lona
en el maletero y ponerme al volante. Arranco el coche pero me giro hacia
Ember antes de irme.

—¿Estás bien? —pregunto.

Se detiene y puedo ver que lo está pensando.

—Sí —dice y parece sorprendida—. Se siente bien. Como si me


hubieran quitado un peso de los hombros. No tendré que lidiar con ella
nunca más. Es mi madre pero no ha sido mi familia durante mucho
tiempo. Creo que seré más feliz sin ella. —Me sonríe antes de inclinarse
sobre la consola y besarme—. Gracias —susurra contra mis labios.

—¿Por qué?

—Por darme el coraje de alejarme de esta relación tóxica. Ella me


estaba destruyendo, pero me ayudaste a ver que merecía más.

—Te lo mereces todo, Ember —digo honestamente.

—Te quiero.

—Yo también te quiero.

Veo a la madre de Ember salir sobre el hombro de Ember y pongo


el coche en marcha antes que pueda intentar hacer daño a mi chica.

—Vámonos a casa, Ember —digo mientras nos alejo de su madre,


de este lugar, y de todos los malos recuerdos que guarda para ella.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Capítulo Trece
Weston, un mes después…

Sostengo la mano de Ember mientras subimos las escaleras.


Estamos de vuelta en Nueva York después de viajar por Europa durante
el último mes. La llevé a ver Roma, Londres, París, Madrid y todos los
pequeños lugares que hay en medio. Fue el mejor mes de mi vida.

Cada día con Ember es el mejor día de mi vida. Todavía no puedo


creer que ella sea mía. No sé cómo he tenido tanta suerte pero estoy
agradecido cada día por las fuerzas que nos unieron y planeo no dejarla
ir nunca. Tomo la caja de terciopelo con una mano mientras la aprieto
más fuerte contra mí con la otra.

—¿A dónde vamos? —pregunta mientras continuamos subiendo


las escaleras.

—Sólo un poco más lejos —digo, secretamente.

Ella me sonríe y me encanta lo feliz y despreocupada que es. Llevo


un mes planeando esta sorpresa y quiero que sea perfecta. Me costó
mucho trabajo conseguir los permisos para esto pero sé que a Ember le
encantará y ver su cara iluminarse de felicidad valdrá la pena cualquier
dolor de cabeza que haya tenido que soportar para llegar aquí.

No sabemos nada de su madre y no quiero molestar a Ember pero


he oído que el alquiler de cabañas que dirige ya se está hundiendo. No
me sorprende. Esa mujer nunca hizo nada, en vez de eso obligó a su hija

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

a correr y cuidar el lugar. Por supuesto, se ha ido a la mierda ahora que


Ember se ha ido.

Llegamos a lo alto de las escaleras y la suelto para abrir la puerta


y empujarla. Le sostengo la puerta y ella pasa por delante de mí y sale al
tejado. Dejo que la puerta se cierre de golpe detrás de mí mientras me
dirijo hacia ella. Tomo su mano en la mía y caminamos juntos hacia el
borde.

Nos enfrentamos al agua y la beso una vez antes de arrodillarme.


Ella jadea y se cubre la boca con su mano libre y puedo ver las lágrimas
que ya se están formando en sus ojos azules. Le sonrío mientras saco la
caja del anillo de mi bolsillo.

—Ember Marx, eres la chica más hermosa que he visto en toda mi


vida. Eres valiente y fuerte, cariñosa y dulce. Antes de ti todo era gris,
pero desde que estás en mi vida, todo está lleno de colores. Te amo,
Ember. Diste un salto de fe cuando dejaste atrás a tu madre y la ciudad.
Dejaste todo lo que conoces atrás y te fuiste conmigo y ahora, te pido que
saltes de nuevo. Así que, Ember, ¿te casarás conmigo?

Abro la tapa de la caja de anillos para descubrir un diamante de


corte esmeralda en un marco de platino. Aguanto la respiración mientras
ella me mira, pero tiene tanto amor brillando en sus ojos que nunca dudo
que dirá que sí.

—Sí. Oh Dios mío, Weston, sí.

Me pongo de pie, la tomo en mis brazos y ella aplasta su boca


contra la mía. Puedo saborear sus saladas lágrimas en sus labios
mientras le meto la lengua en la boca.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

—Te amo —dice contra mis labios cuando finalmente salimos a


respirar.

—Yo también te quiero. Tanto.

Me aparto de ella lo suficiente para deslizar el anillo en su dedo.


Ella admira la forma en que brilla en la luz por un minuto antes de
ponerse de puntillas para besarme de nuevo. Ahí es cuando empieza mi
segunda sorpresa.

Ráfagas de color empiezan a dispararse y explotan en el cielo justo


delante de nosotros. Me giro para ver la cara de Ember y no me
decepciona. Sus ojos están tan abiertos mientras mira los fuegos
artificiales. Permanecemos en silencio durante varios minutos mientras
termina la exhibición que organicé. Ember se vuelve hacia mí con la
mayor sonrisa en su rostro.

—¿Tú preparaste eso? —pregunta, envolviendo sus brazos


alrededor de mi cintura y abrazándome.

—Cualquier cosa por ti, Em.

—La proposición perfecta —suspira mientras apoya su cabeza en


mi hombro.

—Te mereces todo, Ember, deberías tener fuegos artificiales todos


los días.

—No lo sé. Creo que perderían su magia si los tuviera todos los
días. Deberían ser sólo para ocasiones especiales.

—Como quieras, Ember.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Le tomo la mano y la llevo de vuelta al coche que espera. Abro la


puerta trasera y la ayudo a entrar antes de seguirla. No pierde tiempo en
abrazarme. La acerco mientras apoya su cabeza en mi hombro y el coche
empieza a llevarnos a casa.

—Sabes que veo fuegos artificiales cada vez que estás dentro de mí
—me susurra al oído.

—¿Y puedes tener esos fuegos artificiales todos los días? O también
perderán su magia.

—Por qué no lo probamos y te lo haré saber.

Dios, soy un hombre afortunado. Mis labios encuentran los suyos


cuando nos dirigimos a casa para hacer justamente eso.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Capítulo Catorce
Ember, cinco años después…

Arropo a mis gemelos por la noche, dándoles una docena de besos


de buenas noches antes que finalmente acepten pasar la noche en la
cama. Sonrío por su pelo despeinado, que es lo único que se ve bajo las
mantas. La puerta se cierra con un silencioso clic detrás de mí mientras
bajo por el pasillo para encontrar a mi marido.

Weston y yo nos casamos un par de días después que me lo


propusiera. Descubrimos que estaba embarazada y que esperaba
gemelos una semana después de eso. Pensé que tal vez Weston se
enfadaría, o pensaría que nos precipitamos en las cosas demasiado
rápido, pero él sólo se rió. Dijo que se había movido rápido desde el día
en que llegó a mi pequeño y soñoliento pueblo y no vio por qué esto
debería ser diferente.

El embarazo fue duro y tuve que guardar reposo en cama hacia el


final del tercer trimestre. Los dos chicos nacieron sanos pero aún así
decidimos que cuidar de dos sería suficiente por un tiempo. Créeme, esos
niños saben cómo mantenernos ocupados.

Weston se ha alejado mucho del trabajo. Ahora sólo trabaja una o


dos horas al día y todo eso es desde casa. De vez en cuando, tiene que ir
a la oficina para una reunión o lo que sea, pero eso no sucede muy a
menudo. Me ayuda con los niños y la casa y todos los recados y citas de
juego. Me ha dado la familia que siempre quise pero que nunca soñé que
tendría. Mi vida no podría ser más perfecta.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Los gemelos cumplen cinco años en un par de meses y he visto la


forma en que Weston ha estado mirando a todos los bebés de nuestros
amigos. Quiere otro y sé que le encantaría tener una niña. Dice que quiere
una que se parezca a mí. He estado pensando que estoy lista para otro
también e iba a decírselo a mi marido esta noche. Entonces, con suerte,
podremos empezar a intentarlo. Ahora, si tan sólo pudiera encontrarlo.

Busco en nuestro dormitorio, en la sala de estar y en la cocina


antes de volver y buscar en su oficina y en las habitaciones de invitados.
Aún no hay rastro de él. Frunzo el ceño cuando vuelvo sobre mis pasos,
pensando que debía estar en un armario o en uno de los baños cuando
veo que las puertas del balcón están abiertas. Me dirijo en su dirección y
cuando me acerco, puedo verle apoyado contra la barandilla.

—Hey, ahí estás —digo mientras me acerco por detrás.

Se vuelve hacia mí con una sonrisa antes de cogerme en sus brazos


y ponerme delante. Pongo mis manos en la barandilla mientras me
inclino hacia su pecho. Nos quedamos mirando el horizonte de Nueva
York en silencio durante unos minutos.

—¿Los niños se durmieron bien? —pregunta.

—Sí. ¿Limpiaste el baño?

Ambos nos reímos de eso. Normalmente, Weston me ayudaba a


acostar a los niños, pero esta noche han hecho un desastre en el baño,
así que Weston se quedó allí y limpió toda el agua mientras yo llevaba a
los niños en pijama y les leía un cuento.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Le pregunto al girar en sus brazos


para mirarle.

—Sólo me pregunto cómo he tenido tanta suerte.

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

—Bueno, vine a buscarte para ver si querías tener suerte, así que...

Dejé que mi frase terminara al ver la lujuria y la risa en su cara.

—Tener suerte, ¿eh?

—Sí, pensé que tal vez podríamos intentar tener otro bebé —digo
en voz baja.

Me río cuando me agarra de las manos y me arrastra tras él


mientras corremos a nuestro dormitorio. Supongo que tomaré eso como
un sí.

Fin

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Staff
Traductora

Auxa

Revisión y diseño

Lelu

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Shaw Hart Sus fuegos artificiales

Acerca de la autora
Shaw Hart es una autora de romances que vive en un constante estado
de movimiento, persiguiendo a sus dos hijos y tres perros. Es esposa de
la Fuerza Aérea y adicta al Pinterest. Le encantan los programas de
televisión sobre crímenes, los perros, las caminatas y el yoga.

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