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La oración es un privilegio.
Imagínese reuniéndose con su mejor amigo para tomar café en su cafetería preferida. Su
amigo lo sabe todo acerca de usted. Usted puede confiar que su amigo estará exactamente
donde él dice que estará. Puede llamarlo cada vez que usted lo necesite, y él no se enojará. Él
está dispuesto a escuchar y responde con amor e interés.
Dios está disponible para usted las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Él sabe todo lo
que usted ha hecho ¡y todavía lo ama! Él también conoce su futuro. Él ha hecho los mejores
planes para su vida. Él se preocupa por usted, tanto, que dio a Su Hijo para que usted pudiera
estar eternamente con Él. "Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a Su Hijo
unigénito para que todo aquél que en Él cree… tenga vida eterna" (Juan 3:16).
Usted puede hablar con Él sobre cualquier cosa que le preocupe. Cuéntele sus deseos y
pasiones. Cuéntele sus preocupaciones por sus seres queridos. Háblele de sus miedos.
En Mateo 6:9-13, Jesús les enseñó a los discípulos un patrón para la oración. "Vosotros pues,
oraréis así: ‘Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu reino,
hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día,
dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros
deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.'"
En la Biblia, usted encontrará a reyes, profetas, y gente ordinaria como usted y como yo, que
se salvaron de la destrucción al orar a Dios. Una oración detuvo al sol, una hizo que
descendiera fuego del cielo, una añadió quince años a su propia vida, y una oración hasta
salvó a toda una ciudad. Estas personas oraron intensamente al Dios que contesta las
oraciones.
Cuando usted ora, Dios escucha su clamor. Cuando usted no ora, Dios se siente excluido de su
vida. "Sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que
todos procedan al arrepentimiento" (2da de Pedro 3:9). Cuando usted ora consistentemente,
está afirmando la existencia de Dios en su vida. Está desarrollando su fe, mientras ve la mano
de Dios hacer Su trabajo poderoso a favor suyo, sólo porque usted se lo pidió.
"Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide
recibe; y el que busca, halla; y el que llama, se le abrirá.” (Mateo 7:7-8).
La Oración Intercesora -¿Qué es?
La oración intercesora es una oración hecha a favor de otro. Un intercesor es uno que toma el
lugar de otro o aboga en favor del caso de otro. Un estudio de la Biblia define la intercesión
como “una oración santa, creyente y perseverante por la cual uno intercede con Dios de favor
de otro u otros que desesperadamente necesitan la intervención de Dios.”
Hebreos 7:11-19 explica la diferencia entre el ministerio del sacerdote del Antiguo Testamento
y el del Nuevo Testamento. El sacerdocio levítico del Antiguo Testamento fue pasado de
generación a generación a través de los descendientes de la tribu de Leví. “El sacerdocio de
Melquisedec”, del que habla este pasaje, es el “nuevo orden” de sacerdotes espirituales de los
cuales Jesús es el Sumo Sacerdote. Este sacerdocio es pasado a nosotros a través de Su
sangre y de nuestro nacimiento espiritual como nuevas criaturas en Cristo.
Jesús trae al hombre pecador y a un Dios justo juntos al lugar de del sacrificio de sangre por el
pecado. Ya no es necesaria la sangre de animales como en el Antiguo Testamento. Ahora
podemos acercarnos a Dios a través de la sangre de Jesús derramada en la cruz del Calvario
por la remisión de pecados. Por la sangre de Jesús, nos podemos acercar a Dios con confianza
y sin timidez (Hebreos 4:14-16)
Jesús fue un intercesor mientras estuvo aquí en la Tierra. Oró por aquellos que estuvieron
enfermos y poseídos por demonios. Oró por sus discípulos. También oró por ti y por mí cuando
intercedió por todos los que creerían en Él. Jesús continuó Su ministerio de intercesión aún
después de Su muerte y resurrección cuando regresó a los Cielos. Ahora sirve como nuestro
Intercesor en el Cielo.
Pedro usa dos palabras para describir este ministerio sacerdotal: “Santo” y “Real.” Se requiere
santidad para estar ante el Señor (Hebreos 12:14). Somos capaces de hacer esto sólo por la
justicia de Cristo y no por nuestra propia justicia. La realeza es descriptiva de la autoridad del
Rey que es delegada a nosotros como miembros de la “familia real”, por así decirlo, con acceso
legítimo al lugar del mismo trono de Dios.
La adoración y la alabanza están reservadas sólo para Dios. Sólo Él es digno; no ninguno de
sus siervos (Apocalipsis 19:19). No debemos adorar a santos, profetas, estatuas, ídolos,
ángeles, ni ningún otro dios falso. No debemos adorar por la expectativa de recibir algo, como
una sanación milagrosa. La adoración se hace para Dios, ¡y sólo para el placer de Dios! La
adoración puede ser la alabanza pública a Dios (Salmo 22:22, 35:18), en un entorno
congregacional, donde podamos proclamar a través de la música y la alabanza nuestra
adoración y gratitud a Él y a lo que ha hecho por nosotros. La verdadera adoración se siente
interiormente, y luego se expresa con nuestras acciones. "Hacerlo mecánicamente" por
obligación, es desagradable a Dios, y se hace completamente en vano. Él puede ver a través
de toda la hipocresía, y odia la adoración que no viene del corazón (Amos 5:21-24). Un ejemplo
poderoso de esto es la historia de Caín y Abel, los primeros hijos de Adán y Eva. Ambos
trajeron ofrendas al Señor, pero a Él sólo le agradó la de Abel. Caín trajo el regalo por
obligación. Abel trajo los mejores corderos de su rebaño por verdadera fe y admiración por
Dios.
Los lectores modernos que comprenden esta oración dentro de su contexto lingüístico y cultural
ganan una nueva y profunda comprensión de Jesús, de su fe, y de lo que Él espera de sus
seguidores.
INTRODUCCIÓN
El mundo de Jesús lo formó y lo definió. Él era un judío del primer siglo 1, y como tal, su mensaje y
su fe se originaron en el judaísmo del primer siglo. Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar
(Mt 6:9–13; Lc 11:2–4), lo hizo dentro del contexto contemporáneo de la oración judía, para
comunicar por medio de esta oración su perspectiva de Dios y de la humanidad.
Aunque los cristianos han orado "el Padrenuestro" desde los primeros días de la Iglesia 2, pocos
han tratado de poner esta oración dentro del contexto cultural, histórico, y lingüístico de Jesús y el
judaísmo del primer siglo. Entre las diversas voces de la interpretación cristiana del Padrenuestro,
muchas veces pasamos por alto la voz de Jesús de Nazaret.
La comprensión de las complejidades de las sencillas palabras de Jesús no tienen que ver con
conocimiento espiritual o sabiduría revelada. Más bien, por escucharlo en su contexto lingüístico y
cultural, ganamos mayor conocimiento respecto de la fe de Jesucristo, su perspectiva de Dios, y
cómo nos enseñó a acercarnos al Padre.
El objetivo de este artículo es que sirva de portavoz para Jesús, y permita al lector sentarse a los
pies de Cristo y dejar que Él le enseñe, ganando conocimiento del uso original del Padrenuestro y
de la profunda teología que contiene. Quizá al penetrar en el mundo de Jesucristo y al escuchar su
voz, podamos permitirle que entre en el nuestro y así comunicar mejor su mensaje.
Después que los judíos volvieron de la cautividad en Babilonia (sexto siglo a.C.), las liturgias
públicas, que incluían oración y lectura del Torá, se hicieron más prominentes y servían para
profundizar los sentimientos religiosos de los judíos. Debido a la creciente importancia religiosa de
la lectura del Torá y la oración durante el Segundo Periodo del Templo, los judíos establecieron la
sinagoga.3 Aunque no sabemos los precisos orígenes, había sinagogas en las comunidades judías
en el tercer siglo andes de Cristo.
La diversa literatura judía del Periodo Greco-Romano (e.g., Rollos del Mar Muerto y literatura
rabínica) indica que las oraciones establecidas (los rezos) llegaron a ser parte importante de las
expresiones religiosas de los judíos, como individuos y como comunidad en general. Con el
aumento de oraciones establecidas, los "sabios" continuamente advertían de que la oración no
llegara a ser una práctica "pre establecida". Los "sabios" no querían que las liturgias convirtieran a
la oración en algo mecánico y superficial, sin devoción interna. Con este fin, los "sabios"
repetidamente enfatizaban la intención del corazón en las oraciones públicas o privadas (véase Lc
18:9–14).
La más prominente de estas oraciones establecidas que tuvieron inicio durante el Periodo Greco-
Romano, que aun se repite entre las comunidades judías de hoy, 4 es el Shemoneh Esreh ("las
Dieciocho [bendiciones]"), que se refiere a la cantidad de bendiciones dentro de esta
oración.5 Esta oración ya tenía su presente forma en 90–100 d.C, aunque muchas de las porciones
datan del primer y segundo siglo antes de Cristo. Según el Rabí Gamaliel (alrededor de 90–100
d.C.): "Hay que decir las Dieciocho [bendiciones] cada día."6 Los "sabios" reconocieron, sin
embargo, que las situaciones de la vida no siempre permiten orar todas las "Dieciocho
Bendiciones", de modo que ofrecían oraciones abreviadas que la gente podía orar y así cumplir su
obligación.
El Rabí Eliezer, un joven contemporáneo de Jesús, proveyó una oración abreviada con que se
podía cumplir la obligación de recitar el 'Amidah: "Que se haga tu voluntad en los cielos de arriba,
y concede paz de mente a los que te temen aquí abajo, y haz lo que es bueno en tus ojos. Bendito
seas, oh Señor, que contestas la oración."7 La similitud entre esta oración y la oración que Jesús
enseñó a sus discípulos es bastante aparente. Esta similitud, juntamente con otras que trataremos
aquí —y la extendida tendencia de los "sabios" a ofrecer oraciones abreviado a sus discípulos que
cumplían la obligación de orar el 'Amidah— indican que en el Padrenuestro Jesús dio a sus
discípulos su propia oración abreviada de una gran oración judía, una oración que Él y sus
discípulos conocían bien.
Jesús usó la frase "Padre nuestro" para identificar la paternidad de Dios de cada ser humano, sea
justo o injusto: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que
os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre
que está en los cielos, [cursivas del autor] que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace
llover sobre justos e injustos" (Mt 5:44,45).9
Según Jesús, no hay persona ni grupo que tenga derechos exclusivos a Dios; todos son sus hijos.
La perspectiva de Jesús sigue la de los "sabios". Según Jesús y los "sabios", Dios, como un buen
padre, cuida de sus hijos aun cuando ellos no lo merecen (Mt 6:25–34; 7:7–11; Lc 11:9–13;
12:22–32). Sin embargo, Él también los disciplina en su amor y misericordia
(Pr 3:11,12; Heb 12:5–11).
Después de la invocación, "Padre nuestro que estás en los cielos", Jesús introduce la primera
bendición de esta oración: "Santificado sea tu nombre" (Mt 6:9).
Según Ezequiel, Dios santifica su nombre por sus acciones. Tanto el Antiguo Testamento como la
antigua literatura judía indican que el pueblo de Dios santifica el nombre del Señor por la forma en
que actúan. Siempre que una persona obedece los mandamientos de Dios santifica nombre del
Señor. Lo opuesto a santificar el nombre de Dios por nuestra obediencia es profanar su nombre
por medio de desobediencia (Nm 20:12).
Más tarde los "sabios" judíos prohibieron toda transacción económica no ética con los gentiles para
que "el nombre del cielo no sea profanado entre las naciones" porque sus hijos invocaron el
nombre de Dios en sus acciones. Asimismo, en Romanos 2:21–24, Pablo llama a los judíos en
Roma a vivir santamente en medio de los gentiles a menos que el nombre del Señor sea
profanado entre los gentiles, como en Ezequiel 36:23. El nombre de Dios es santificado sea por la
forma en que Él actúa o por la manera en que nosotros actuamos; por consiguiente, profanamos
su nombre por nuestra desobediencia, especialmente en el trato a los demás.
El sufrimiento de los judíos en los años antes de la época de Cristo y en los años siguientes ocurrió
en gran parte porque los judíos dejaban de obedecer los mandamientos de Dios. Como resultado,
la frase "la santificación del Nombre" llegó a ser eufemismo por martirio: la muerte debido a su
devoción a los mandatos de Dios.
Anteriormente sugerimos que el Padrenuestro era una oración abreviada que Jesús enseñó —como
hacían otros "sabios" judíos—, que cumplía la obligación de orar el 'Amidah. La tercera bendición
del 'Amidah, conocida como Kedusah(santificación), es análoga de las primeras bendiciones del
Padrenuestro: "Santifiquemos tu nombre en este mundo como es santificado en los cielos de los
cielos." — "Que tu nombre sea santificado. … Hágase tu voluntad en la tierra como se cumple en
el cielo." Como veremos, las primeras tres bendiciones del Padrenuestro —"Santificado sea tu
nombre", "Venga tu reino", y "Hágase tu voluntad"— son poéticamente análogas y variaciones de
lo mismo. Jesús inició su oración con la bendición de pedir a Dios que su nombre sea santificado
por la forma en que sus discípulos lo obedecieran perfectamente en este mundo, como las huestes
celestiales lo hacen en los cielos de los cielos, porque dondequiera que se hace la voluntad de Dios
su nombre es santificado.
VENGA TU REINO
Jesús usó la frase "reino de los cielos" más que cualquier otra en los Evangelios; no obstante,
históricamente, es probablemente una de las ideas más incomprendidas dentro del cristianismo.
Tradicionalmente, los teólogos y eruditos han definido la frase "reino de los cielos" como 1)
concerniente a algo escatológico (i.e., el fin de los siglos) y/o apocalíptico, o 2) el deseo de Jesús
de establecer un reino mesiánico en la tierra, una esperanza maldita por la tragedia de la Cruz.
La expresión "reino de los cielos" sólo aparece fuera de los Evangelios en la literatura de los
rabinos; no aparece en ninguna otra literatura judía, incluso la literatura interesada en temas
apocalípticos o escatológicos.10 Algunos maestros han confundido a los cristianos en su
comprensión de la frase "reino de los cielos" debido al lenguaje de la frase. Primero, "cielo" no se
refiera a localidad. Más bien, durante los periodos helenistas y romanos (tercer siglo a.C. a tercer
siglo d.C.), los judíos trataban de no articular el nombre de Dios o el Nombre Divino. Hablaban de
Dios usando circunlocuciones, como: la gloria, el omnipresente, el lugar, el cielo. Por consiguiente,
el "reino de los cielos" no es diferente del "reino de Dios" (como aparece la frase en el Evangelio
según Lucas).
Segundo, "reino" en español denota un lugar físico. En hebreo, sin embargo, la palabra por "reino"
(en hebreo es un sustantivo verbal y se traduce mejor como "reinado" o "gobierno", por tanto, el
"gobierno (reinado) de Dios". En el Padrenuestro, la frase "Venga tu reino" podría sugerir una
futura realización de la "venida" del reinado de Dios, pero la frase en hebreo detrás del griego en
los Evangelios sugiere la noción de "hacer a alguien rey" o "establecer a alguien como rey". Por tal
modo, la bendición de Jesús es análoga a la oración judía, el Kaddish: "Que Él cause a su reino
(gobierno) a reinar."11 La frase "Venga tu reino" sería mejor parafraseada como "Que continúes
estableciendo tu reinado".
Entre los "sabios", la frase "reino de los cielos" anticipaba un tiempo en el futuro cuando Dios
revelaría su gobierno a todos los habitantes del mundo. En ese tiempo, Dios quitará de Israel el
yugo de reinos de afuera. Algunos también anticipaban que la revelación del "reino de los cielos"
señalaría la derrota de Satanás y sus fuerzas.12 Al presente, los que obedecen los mandatos de
Dios reconocen su derecho a gobernar sobre ellos y por tanto a realizar el "reino de los cielos".
Los "sabios" conectaban la realización del reino de los cielos en este mundo con la obediencia a
Dios del pueblo de Israel. En realidad, atribuyeron la sujeción de Israel a gobiernos extranjeros
como resultado de su desobediencia: "Si la casa de Israel transgrede la Ley, otras naciones
gobernarán sobre ella, y si cumple la Ley, se apartarán de ella el duelo, la tribulación, y el
lamento."13 Por consiguiente, dentro de los círculos rabínicos, la frase "reino de los cielos" llegó a
ser un eslogan en contra de los zelotes, porque ellos exigían el solo gobierno de Dios. Los zelotes
luchaban en contra de Roma y los que se aliaban con ellos creían que por usar las tácticas de
violencia de Roma en contra ella podían establecer el gobierno de Dios en la tierra (Lc 22:24–27).
En contraste a la violencia recomendada por los zelotes, los "sabios" enseñaban que la realización
del gobierno de Dios en la tierra vendría siempre que su pueblo obedeciera sus mandatos. Tanto
para Jesús como los "sabios", el reino de los cielos es presente y es futuro.
Mientras que el reinado de Dios será visiblemente revelado en el futuro, su reino es revelado al
presente en la obediencia de su pueblo. Jesús, sin embargo, comprendió su movimiento como la
inauguración un histórico punto en el tiempo en que el Reino "sufre violencia" (Mt 11:12; Lc
17:20,21), y por su obediencia a los mandatos de Dios identificamos a quienes al presente viven
en el reino de los cielos (Mt 5:20).
Entre los diversos niveles de piedad judía en el primer siglo, el término "voluntad" 14 concerniente a
la "voluntad de Dios", era un importante y distintivo concepto teológico. Según Josefo, historiador
judío del primer siglo, las preguntas acerca de la divina providencia, o la voluntad de Dios,
distinguían a los tres principales partidos judíos (fariseos, saduceos, y esenios). Josefo dice
respecto a los fariseos: "Dicen que ciertos acontecimientos son obra del Destino (i.e.,
Providencia), pero no todos; como con otros acontecimientos, depende de nosotros si se llevarán
a cabo o no",15 específicamente en asuntos de comportamiento recto y malvado. 16 Dentro del
círculo de los fariseos, el hacer la voluntad de Dios equivalía a obedecer los mandamientos.
En contraste a los fariseos, los esenios creían que todo era predeterminado por la voluntad de
Dios. Según Josefo: "La secta de los esenios, sin embargo, declara que el Destino es dueño de
todas las cosas, y que nada sucede a los hombres que no sea conforme a sus decretos." 17 Para los
esenios, la voluntad de Dios determinaba todo dentro del mundo, aun la identificación de los
justos y los malvados. La predeterminación de los esenios los llevó a aislarse del resto de la
sociedad y a desarrollar ideas y prácticas sectarias. La estricta predeterminación de los esenios no
aparece en las enseñanzas de Jesús; además, un esenio no hubiera orado: "Sea hecha tu voluntad
en la tierra y en el cielo."
Las versiones de Mateo y Lucas del Padrenuestro leen: "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy
(literalmente: nos sea dado continuamente) (Lc 11:3; Mt 6:11). Esta traducción preserva la
expresión hebrea de la súplica de Jesús, como también la radical convicción de Jesús de que cada
día tiene su propia bendición (Mt 6:24–34; Lc 12:22–31).
Jesús sacó la radical conclusión de que el buscar nuestra provisión más allá del día presente
expresa ansiedad y preocupación, lo cual, para Jesús, es indicativo de alguien de "poca fe" (Mt
6:30–32). En esto, Jesús pertenecía al pensamiento judío que consideraba que cada día poseía su
propio santidad y como tal debemos alabar a Dios por el presente día (Mt 6:34).
En parte, el génesis de este punto de vista se deriva del episodio del milagro del maná ("pan
cotidiano") en el desierto, en que Dios instruyó a los israelitas a que recogieran "diariamente la
porción de un día" (Éx 16:4–10). Al requerir que el pueblo diariamente dependiera en Dios para su
sustento, Él los probó para determinar si ellos andaban "en mi ley, o no" (Éx 16:4; cf. también Dt
8:2–4; Lc 4:4).
Jesús identificó a los que se preocupaban por el mañana como hombres de "poca fe". La fuente de
esta diaria confianza no estaba en el poder de pensamiento positivo, sino en una implacable
confianza en Dios, el Creador del día y el Sustentador de toda vida.
La instrucción de Jesús a orar: "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy", encaja con su forma de
ver a la ansiedad y la preocupación: "No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué
beberemos, o qué vestiremos? Porque … vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de
todas estas cosas. … Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá
su afán. Basta a cada día su propio mal" (Mt 6:31–34; véase Lc 12:22–31). Al concluir su
declaración acerca de la preocupación, Jesús dijo: "Mas buscad el reino 18 de Dios, y todas estas
cosas19 os serán añadidas" (Lc 12:31; cf. Mt 6:33).20
Jesús encareció a las personas a que se centraran en la verdadera fuente de su sustento: nuestro
Padre que está en los cielos. Jesús, como sus contemporáneos judíos, expresó que sólo quien de
veras confía en Dios por su provisión del día puede apropiadamente estudiar los mandatos divinos.
Al poner como la meta de nuestra vida la obediencia a la voluntad de Dios, no necesitamos estar
ansiosos por las necesidades de la vida, porque quien se preocupa por las necesidades de la vida
no comprende el carácter de Dios, nuestro Padre.
En los siglos anteriores al primer siglo, el judaísmo pasó por una transformación que produjo una
nueva sensibilidad religiosa, que decía que las personas debían servir a Dios con amor
incondicional, sin pensar en ninguna recompensa.21 Esta nueva sensibilidad religiosa se cristalizaba
alrededor de los pasajes bíblicos: "amarás al Señor tu Dios" (Deuteronomio 6:5) y "amarás a tu
prójimo" (Lv 19:18; cf. Lc 10:27). La gente consideraba el juramento en la conclusión de Levítico
19:1822 como refuerzo del mandato divino de "amar al prójimo". Conforme a esa interpretación de
Levítico 19:18, el versículo llegó a ser interpretado así: "Amarás a tu prójimo que es como tú
eres." Igualmente importante para el desarrollo de esta nueva sensibilidad era Génesis 1:27: "Y
creó Dios al hombre a su imagen." Porque cada ser humano lleva la imagen de Dios, cada uno
tiene gran valor.
En círculos donde se desarrolló esta nueva sensibilidad, el amor al prójimo llegó a ser el
prerrequisito de la reconciliación con Dios. Esta misma opinión está detrás la declaración de Jesús:
"Bienaventurados los misericordiosos (i.e., los que muestran misericordia), porque ellos
alcanzarán misericordia" (Mt 5:7). Un "sabio" que vivió poco después de Jesús hizo esta
observación: "Las transgresiones entre un hombre y su prójimo no son expiadas en el Día de
Expiación a menos que la persona primero haga la paz con su prójimo." 23 En forma similar, en la
conclusión del Padrenuestro, Jesús instruyó a sus discípulos: "Porque si perdonáis a los hombres
sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los
hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas" (Mt 6:14,15).
Jesús encareció a sus discípulos a orar: "Perdónanos ... como nosotros perdonamos." En otras
palabras, el perdón que recibimos de Dios depende de cómo perdonamos a otros. Esta nueva
sensibilidad era el corazón mismo del mensaje y las enseñanzas de Jesús. Este desarrollo dentro
del judaísmo le permitió sacar su radical conclusión —que no hizo eco en sus contemporáneos
judíos ni en sus seguidores de más tarde— de que debemos amar aun a nuestros enemigos,
aquellos que nos aborrecen (Mt 5:43–48; Lc 6:27–36).
Jesús mandó a sus discípulos: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los
cielos es perfecto" (Mt 5:48). Si amamos a nuestro prójimo, que tal como nosotros ha sido creado
en la imagen de Dios, Dios nos mostrará misericordia; pero si odiamos a nuestro prójimo, que tal
como nosotros ha sido creado en la imagen de Dios, Dios nos castigará (Mt 25:34–46). Jesús
enseñó: "No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y
seréis perdonados. Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en
vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir" (Lc 6:37,38). 24
Dentro de los pensamientos de Jesús, así como sus contemporáneos judíos, nuestra relación con
Dios y el perdón que nos otorga depende de nuestras relaciones con otros y de la misericordia que
les mostremos (1 Jn 1:9,10). Para Jesús, esta no era enseñanza sentimental, sino la misma
esencia de su mensaje (Lc 4:16–30).
Las oraciones judías, como la poesía de ellos, frecuentemente usaba paralelismo, en que una
declaración reforzaba a la otra. En el Padrenuestro, las frases "Santificado sea tu nombre", "Venga
tu reino", y "Hágase tu voluntad" son análogas, en que cada declaración refuerza a la otra. Jesús
también usó paralelismo en las frases: "Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal".
La frase en español "no nos metas en tentación" es una traducción muy fuerte del griego, dado el
sentido que tiene en hebreo. Una mejor traducción sería: "Y no nos lleves al alcance de la
tentación", un sentimiento común en las oraciones judías contemporáneas.
Algunas versiones modernas del Nuevo Testamento han traducido la segunda frase como "mas
líbranos del maligno", en vez de "mas líbranos del mal". Aunque es posible traducir el griego de
ambas maneras, en hebreo no se diría "maligno" en referencia a Satanás. Más bien, si la intención
de Jesús hubiera sido que sus discípulos pidieran ser librados de Satanás, Él hubiera usado el
término "Satanás"; un pedido hecho en algunas oraciones judías contemporáneas. Además, el
paralelismo de estas frases indica que la correcta traducción debiera ser "líbranos del mal", que
expresa nuevamente el pedido de "no nos lleves al alcance de la tentación".
Jesús creía que las personas son tentadas porque la inclinación al mal las gobierna. Si Dios nos
libra de ser gobernados por la inclinación al mal, entonces Él nos librará del mal, que causa la
tentación (1 Corintios 10:13). La plegaria de liberación que Jesús puso en su oración modelo
además reconoce el derecho de Dios a reinar y asimismo nuestra sumisión a su reino. Al reconocer
nuestra tendencia a caer en tentación, y al mismo tiempo nuestro deseo de someternos al
gobierno de Dios y a cumplir sus mandamientos, Jesús instruyó a sus seguidores a confiar en Dios
como su libertador de las garras de la tentación y del mal.25
CONCLUSIÓN
Los mejores manuscritos griegos del Evangelio según Mateo no incluyen la doxología —"porque
tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén"—, lo cual indica que
seguramente no era parte de la oración original que Jesús enseñó a sus discípulos. El génesis de
esta doxología por más cierto vino del uso del Padrenuestro dentro de la adoración y liturgia de los
primeros cristianos, donde se hacía esta oración tres veces al día. 26
El Padrenuestro se originó de la experiencia y piedad religiosa judía del primer siglo. Esto ancla
a Jesús dentro de la vida religiosa del judaísmo del primer siglo, particularmente el nivel de
piedad exhibida por los "sabios". Al mismo tiempo, el Padrenuestro ofrece una ventana
mediante la cual los discípulos ganaron una vívida comprensión de la fe de Cristo, su punto de
vista de Dios, nuestra relación a Él, y la interrelación entre nosotros, otras personas, y Dios. Los
lectores modernos que comprenden esta oración dentro de su contexto lingüístico y cultural
ganan una nueva y profunda comprensión de Jesús, de su fe, y de lo que Él espera de sus
discípulos. Sentimos como que han sido removidas las capas de los siglos, y nuevamente
nosotros, también, podemos sentarnos a los pies de Cristo y aprender del Maestro.
LA ORACION
Introducción:
¿Qué Es La Oración?
A. Adoración y alabanza (Mateo 6:9; Isaías 6:3; Hechos 2:47; Hebreos 13:15-16).
B. Suplicas – primariamente una necesidad, luego un pedir (Hechos 1:14; Efesios 6:18;
Filipenses 4:6; 1 Timoteo 2:1; 5:5).
C. Intercesión – primariamente denota una petición en beneficio de otro (Romanos
8:26-27,34; Hebreos 7:25; 1 Timoteo 2:1). Nótese algunas de las clases de hombres especiales
por quienes deberíamos orar: (1) los líderes seculares (1 Timoteo 2:2); (2) todos los Cristianos
(Efesios 6:18); (3) los líderes espirituales y los proclamadores de la Palabra (Romanos 15:30;
1Tesalonicenses 5:25); (4) los afligidos físicamente (Santiago 5:16); (5) los no salvos (Romanos
10:1), y (6) nuestros enemigos (Mateo 5:43-45).
D. Dando gracias – la expresión de agradecimiento (Hechos 2:43; 1 Corintios 14:16; 2
Corintios 4:15; 9:11-12; Filipenses 4:6; Colosenses 2:7; 4:2; 1Tesalonicenses 3:9; 1 Timoteo 2:1;
4:3; 4:4). Podemos agradecer a Dios por las siguientes bendiciones diarias: (1) el sostenimiento
físico (Mateo 6:11), (2) el cuidado y protección providencial (Romanos 8:28), (3) los
compañeros Cristianos (1 Corintios 1.4), y (4) nuestras bendiciones futuras (Filipenses 4:6).
E. Confesión – la admisión de nuestras faltas (Lucas 15:21; 1 Juan 1:9).
F. Petición – buscando, pidiendo (1 Juan 5:15; Para pedir, véase Efesios 3:20;
Colosenses 1:9; Santiago 1:5-6; 1 Juan 3:22; 5:14-16).
Consideraremos la importancia que tiene la oración en nuestras vidas como cristianos y siervos
de Dios, por medio del ejemplo que nos dejó nuestro maestro Cristo, a quien nosotros
debemos seguir e imitar (1 Pedro 2: 21 “Pues para esto fuisteis llamados; porque
también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus
pisadas;”
Si el propio Hijo de Dios, el Creador y Sustentador del universo, sintió la necesidad de hablar
con Su Padre diariamente, entonces cuánto más nosotros debemos sentir la misma necesidad.
C. Si escudriñamos las Escrituras acerca de Jesús con relación a la oración, conoceremos que...
1. Oró incesantemente: Muy de mañana (Marcos 1:35)
2. Durante el día (Mateo 1 5:361 Juan 11:41, 42)
3. Y durante la noche (Mateo 14:23)
4. En todo lugar-, en el monte (Marcos 6:46)
5. En lugares desiertos (Lucas 5: 1 6)
6. En la ciudad (Mateo 26:26-29)
7. En la cruz (Lucas 23:34, 46)
D. En las Escrituras encontramos que comenzó su ministerio con una oración (Lucas 3:21-23) y
que lo termina orando (Lucas 23:46)
E. Así que Jesús es nuestro ejemplo en la oración, y debemos de imitarlo. Veamos algunas de
las oraciones de Jesús.
Privadas.
1. "Se fue a un lugar desierto" (Marcos 1:35, Lucas 5:16)
2. "Subió al monte a orar aparte" (Mateo 14:23)
3. "Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro" (Mateo 26:36)
4. 'Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando" (Mateo 26:39)
5. Él mismo vivió lo que enseñó en Mateo 6:6 de orar en privado.
Públicas. No sólo oraba cuando estaba solo sino también con otros.
12. "Tomó a Pedro, a Juan y a Jacob, y subió al monte a orar" (Lucas 9:28,29)
13. "Yo sabía que siempre me oyes, pero lo dije por causa de la multitud" (Juan 11:41, 42)
14. Bendijo (dio gracias)antes de alimentar a los 5,000,Mateo 14:19;Juan 6:11.Hizo lo mismo
antes de dar de comer a los 4,000,Mateo 15:36; Marcos 8:6,7.En este último pasaje oró dos
veces: la primera vez dio gracias por los siete panes y la segunda por los peces.
15. Oró ante las personas que se afligían por la muerte de Lázaro, Juan 11:41,42.
16. Oró ante la gente al enterarse que unos griegos le buscaban, Juan.12:27,28.
17. También oraba aparte con los discípulos, Lucas 9:18.
Largas.
1. "Pasó la noche orando a Dios" (Lucas 6:12). El habría de seleccionar a sus apóstoles al día
siguiente, En verdad que Él no usó de vanas repeticiones, ya que Él mismo las reprobó (Mateo
6:7-8) Las largas oraciones pueden revelar nuestra cercanía con Dios, cuando no consisten en
mera palabrería sin sustancia alguna.
Cortas.
1. "Padre mío, sí es posible, pase de mí esta copa" pero no sea como yo quiero sino como tú"
(Mateo 26:39, 42, 44). Dentro de un momento llegaría Judas con la turba para prenderle.
2. "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas 23:46). Justamente antes de partir de
esta tierra. Fueron oraciones cortas pero de gran profundidad y contenido.
Petitorias.
1. “¿Y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora ?” (Juan 12:2 7)
2. "Pero yo he rogado por ti" (Lucas 22:31-32)
3. "Le fueron presentados unos niños ... y orase'” (Mateo 19:13)
4. "Padre. perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34)
5. En Juan 17:1-5-1 Jesús oró por sí mismo, por sus apóstoles (versos 6-19), y por los que serían
convertidos por los apóstoles (versos 20-26)
6. ¿Aprovechamos la oración para interceder por nuestros hermanos, amigos y enemigos?
De satisfacción (agradecimiento)
1. "Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias" (Mateo 15:36)
2. "Padre, gracias te doy por haberme oído " (Juan 11:41-42)
3. Por los planes de Dios, de preferir a los humildes y sinceros en lugar de los que se
consideran sabios y entendidos (Mateo 11:25-26
De sumisión (obediencia)
1. "Padre, si quieres, pasa de mí esta copa, pero no se haga mí voluntad, sino la tuya' (Lucas
22:42)
2. "Ofreciendo ruego y súplicas con gran clamor y lágrimas" (Hebreos 5:7)
¿Promete Jesús que todos los que piden recibirán incondicionalmente lo que piden? Desde
luego que no, hay varios requisitos para que nuestra oración sea aceptable ante los Ojos de
Dios, deben ser genuinas.
Si oramos sin esperar respuesta, como si fuese un simple ritual, no obtendremos respuesta.
Jesús dijo “...porque todo aquel que pide recibe”. El quiere saber lo que uno
quiere específicamente. Solo así el se lo dará. Jesús insiste en que aprovechemos este gran
privilegio que es la oración, medio por la cual podemos hablar directamente con nuestro
Padre. Aquí en este pasaje Jesús no dice que debemos "rezar", sino dice: "pedid". Hay mucha
diferencia entre el rezar y el orar. No hay virtud alguna en recitar o leer oraciones. Lo que
agrada a Dios es el pedir, buscar y llamar.
"Pedid ... buscad ... llamad". Debemos llevar todo problema a Dios en oración.
El "pedir" implica la humildad y sinceridad. Implica comunión con Dios, porque pedimos como
hijos de Dios y El nos oye y ayuda como nuestro Padre.
Si estamos resueltos a hacer la voluntad de Dios (vs.2l), si estamos resueltos a cooperar con la
oración (poner nuestra parte), y si comprendemos que urgentemente necesitamos de la ayuda
de Dios, El nos oirá, pero existen ciertas condiciones para que Dios conteste nuestras
oraciones.
1. Pedir:
Pedir implica que somos dependientes de Dios, que estamos necesitados de sus bendiciones y
favores. "Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia" (Prov.
3:5).
Todas nuestras peticiones deben ser genuinas delante de Dios, no vagas y sin metas precisas.
Si oramos sin esperar respuesta, como si fuese un simple ritual, no obtendremos respuesta.
Jesús dice "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá". El quiere saber lo que
uno quiere y pide específicamente. Sólo así el se lo podrá dar. Esto es lo que significa
”buscad” y “llamad".Si su padre le pide cierta medicina, usted va a la
farmacia y pide el medicamento exacto. Entonces si no hemos recibido algo de Dios es porque
no pedimos específicamente, y el obstáculo está de nuestro lado y no en el lado de Dios.
Pedir mal significa solicitar mas de lo que uno necesita o puede contener. Si uno se halla en
una necesidad seria esta bien que pida a Dios que la resuelva, pero si no tiene ninguna
necesidad, y pide cosas a Dios, esta pidiendo mal. Solo se debe pedir de acuerdo con la
capacidad de cada uno.
En Proverbios 28:13 dice: “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los
confiesa y se aparta alcanzará misericordia”. Uno debe confesar y arrepentirse de sus
pecados y ser librados de ellos.
4. Creer
La condición indispensable para que nuestra oración halle respuesta es la fe. "Pero pida con fe,
no dudando nada" (Santiago 1:5). Sin la fe nuestra oración es ineficaz.
En nuestras Biblias podemos leer en Marcos 11:24 que Jesus dice: “Por tanto, os digo
que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. En el original
griego dice: “Por esto digo os, todo cuanto oráis y pedís, creed que (lo) habéis recibido,
y lo tendréis”. No dice “creed que lo recibiréis” (futuro), sino que
“(lo) habéis recibido” (presente), o sea “Todo lo que pedimos en oración
debemos creer que lo hemos recibido ya, y lo tendremos”.
Creer es tener la certeza de que Dios ya respondió nuestra oración y no la convicción de que
Dios responderá nuestra oración.
5. Perseverar en el pedir.
Cuando oramos debemos perseverar y no desmayar (Lucas 18:1). Algunas oraciones requieren
perseverancia, podríamos decir “hasta que agote al Señor y lo obligue a
contestar”.
Muchas oraciones son oraciones sin sustancia. Una persona puede orar por uno o dos días,
pero después de tres meses se olvida por completo del asunto; otros piden algo por una vez, y
no lo solicitan por segunda vez, lo cual muestra que no están interesados en recibir lo que
piden. Una persona orara persistentemente sólo si tiene una verdadera necesidad, y solo
cuando es presionado por las circunstancias difíciles. En tales casos esas personas
perseveraran por mucho tiempo, y no dejara de orar. Tal vez le dirá: ¡Señor no dejare de orar
hasta que me respondas!
1 Juan 3:22, "Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus
mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él". 1 Juan 5:14, "Y esta es
la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye