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VERDADES FUNDAMENTALES

I. La muerte de Cristo reconcilia al mundo con Dios: porque, si siendo enemigos, fuimos reconciliados
con Dios por la muerte de su Hijo. (Rom 5:10.)

a. Volvemos a ser amigos de Dios.

b. Restaura el vínculo perdido producto del pecado de Adán.

c. Su amor nos invade y nos lleva a una vida nueva.

II. La muerte de Cristo derrota Satanás y el imperio de la muerte de la cual el diablo era del señor: “14Así
que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo para destruir
por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15y librar a todos los que
por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.” (Heb 2:14-15)

III. La muerte de Cristo nos justifica delante de Dios: Con mucha más razón, habiendo sido ya justificados
en su sangre, por él seremos salvos de la ira. (Rom 5:9a)

a. Dios quita nuestras culpas.

b. Nos declara justos. (No nos hace)

c. Nos vuelve de la ira al amor de Dios.

Con respecto de la resurrección del señor señalaré dos razones bíblicas del por que se llevó a cabo este
milagro. La resurrección de Cristo forma parte fundamental de la doctrina cristiana, es como el sustento
que sostiene toda la edificación conceptual del nuevo testamento.

Tan importante es que el apóstol Pablo llegó a decir que: “Si Cristo no resucitó vana es nuestra fe”

I. La resurrección de Cristo es la derrota de la muerte por que si cristo resucitó nosotros también
resucitaremos: “Cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción y esto mortal se haya vestido
de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: «Sorbida es la muerte en victoria».
55¿Dónde está, muerte, tu aguijón? ¿Dónde, sepulcro, tu victoria?, 56porque el aguijón de la muerte es
el pecado, y el poder del pecado es la Ley. 57Pero gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por
medio de nuestro Señor Jesucristo.“ (I Cor 15:54-55)

II. La aceptación de la verdad en la resurrección de Cristo es un paso de fe que salva: “si confiesas con tu
boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo,
10porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” (Rom. 10:9-
10.)

Quisiera terminar esta exposición señalando que la razón fundamental de la muerte de Cristo es el amor
a la caída humanidad, que el calvario de Nuestro amado salvador fue responsabilidad nuestra.

La Biblia, libro sagrado de judíos y cristianos

La Biblia es un conjunto de 76 libros de diferentes estilos, organizados en dos partes: el Antiguo


Testamento y el Nuevo Testamento. La primera parte, con muchas diferencias en la nomenclatura y en
el orden de los libros, es común al Judaísmo y al Cristianismo. El Antiguo Testamento (Tanak para los
judíos) se compone de 49 libros. El núcleo central es el Pentateuco (con los libros del Génesis, Éxodo,
Levítico, Números y Deuteronomio) que los judíos denominan Torà (con los cinco libros del Bereshit,
Shemot, Vayikrá, Benidbar y Debarim). Además hay los libros proféticos y los escritos, y entre todos ellos
hay desde textos históricos y jurídicos a textos poéticos.

El Cristianismo, además, considera que la Biblia está constituida por una segunda parte denominada
Nuevo Testamento, formada por un total de 27 libros, el núcleo principal de los cuales son los
evangelios de San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan. Además, hay los libros de los Hechos de los
Apóstoles, varias cartas apostólicas, entre las que destacan las del apóstol Pablo y el libro de la
Apocalipsis.

Se considera que todos estos textos, también los del Nuevo Testamento, están inspirados por Dios. Por
ello, ya en los primeros siglos del Cristianismo, se incorporaron al conjunto todos aquellos libros que
iban surgiendo de las vivencias de las diversas comunidades cristianas. De esta manera se diferenciaron
muy bien los textos canónicos de los numerosos textos apócrifos que también relataban, entre otras
cosas, etapas de la vida de Jesucristo y que no estaban considerados como Palabra de Dios. No obstante,
los apócrifos son fuentes de primera mano para estudiar la Biblia, los orígenes del Cristianismo y la
influencia de esta ideología en la época medieval.

LA ORACIÓN

La oración es una de las mayores bendiciones que tenemos mientras estamos sobre la tierra; por medio
de ella podemos comunicarnos con nuestro Padre Celestial y buscar Su guía diariamente.

La oración es un diálogo franco y sincero con nuestro Padre Celestial. Debemos orar a Dios y a nadie
más. No debemos orar a ningún otro ser ni cosa hecha por la mano del hombre o de Dios (véase Éxodo
20:3–5).

¿Por qué oramos?

La oración ha sido una parte importante del Evangelio desde el principio del mundo. Un ángel del Señor
mandó a Adán y a Eva que se arrepintieran e invocaran a Dios en el nombre del Hijo (véase Moisés 5:8) y
ese mandamiento nunca se ha revocado. La oración nos ayudará a acercarnos a Dios. Nuestras
oraciones influyen en todos nuestros pensamientos, palabras y hechos.

Debemos orar para pedir la fortaleza necesaria para resistir las tentaciones de Satanás y sus seguidores
(véase 3 Nefi 18:15; D. y C. 10:5); debemos orar para confesar nuestros pecados a Dios y pedirle que nos
perdone (véase Alma 38:14).

Debemos orar para recibir la guía del Señor y Su ayuda en nuestro diario vivir. Debemos orar por nuestra
familia y amigos, por nuestros vecinos, por nuestra cosecha y por nuestros animales, por nuestro trabajo
diario y otras actividades. Debemos orar para pedir protección de nuestros enemigos (véase Alma
34:17–27).

Debemos orar para expresarle amor a nuestro Padre Celestial y para sentirnos más cerca de Él.
Debemos orar a nuestro Padre para agradecerle nuestro bienestar y todo lo que nos da a diario (véase 1
Tesalonicenses 5:18). También debemos orar para pedir a nuestro Padre Celestial que nos dé la fortaleza
necesaria para vivir el Evangelio.
Debemos orar con el fin de mantenernos en la senda recta y angosta que conduce a la vida eterna.
Debemos orar a Dios, el autor de toda rectitud, para que seamos rectos en nuestros pensamientos,
palabras y acciones.

LA FE

El apóstol Pablo enseñó que “la fe [es] la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”
(Hebreos 11:1). Alma dijo algo similar: “Si tenéis fe, tenéis esperanza en cosas que no se ven, y que son
verdaderas” (Alma 32:21). La fe es un principio de acción y de poder. Cuando nos esforzamos por
alcanzar una meta digna, estamos ejerciendo la fe, porque demostramos nuestra esperanza en algo que
aún no podemos ver.

Información adicional

Fe en el Señor Jesucristo

Para que la fe conduzca a la salvación, debe estar centrada en el Señor Jesucristo (véase Hechos 4:10–
12; Mosíah 3:17; Moroni 7:24–26; Artículos de Fe 1:4). Podemos ejercer la fe en Cristo si tenemos la
certeza de que Él existe, si tenemos una idea correcta de Su carácter y si sabemos que estamos
esforzándonos por vivir de acuerdo con Su voluntad.

Tener fe en Jesucristo significa confiar totalmente en Él: confiar en Su poder, inteligencia y amor
infinitos, lo cual incluye creer en Sus enseñanzas; significa creer que aunque no entendamos todas las
cosas, Él sí las entiende. Debido a que Él ha experimentado todos los dolores, las aflicciones y las
enfermedades que podamos sufrir, Él sabe cómo ayudarnos a superar las dificultades del día a día
(véase Alma 7:11–12; D. y C. 122:8). Él ha “vencido al mundo” (Juan 16:33) y ha preparado el camino
para que recibamos la vida eterna. Siempre está dispuesto a ayudarnos con tal que recordemos lo que Él
nos pidió: “Elevad hacia mí todo pensamiento; no dudéis; no temáis” (D. y C. 6:36)

Vivir por la fe

LOS DIEZMOS Y OFRENDAS

El pago del diezmo y las ofrendas

¿En qué forma nuestra disposición de pagar el diezmo y las ofrendas demuestra gratitud a nuestro Padre
Celestial por todas las bendiciones que nos da?
Se nos han dado mandamientos para que nos preparemos en todos los aspectos con el fin de volver a
vivir en la presencia de nuestro Padre Celestial. Él nos ha proporcionado la forma de agradecerle
nuestras bendiciones. El pagar los diezmos y las ofrendas y hacerlo de buena voluntad es una forma de
agradecerle. Al pagar las ofrendas, le demostramos que lo amamos y que obedeceremos Su consejo.

¿De qué manera el pagar los diezmos y las ofrendas nos ayuda a demostrar nuestro agradecimiento a
nuestro Padre Celestial?

Cuando pagamos el diezmo demostramos nuestra fidelidad al Señor y, a la vez, enseñamos a nuestros
hijos la importancia de esa ley. Ellos entonces desearán seguir nuestro ejemplo y pagar el diezmo de
cualquier dinero que reciban.

¿De qué forma es el diezmo un principio de fe más que un principio económico?

¿Qué pueden hacer los padres para enseñar a sus hijos a pagar el diezmo y para que comprendan su
importancia?

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